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‘La levedad’ de las palabras en Pirotecnia de Hilda Mundy

José Antonio Ortuzte Alba

“nuestro futuro … llegó tuberculoso y murió”

El tema que se expondrá en este artículo trata sobre el sentido irónico de las palabras del
ensayo Pirotecnia (1936) de Hilda Mundy. Es una propuesta ‘contraliteraria’ –o vanguardista– en
el canon literario nacional. Se toma de la primera parte los breves ensayos de Pirotecnia. La
revisión de sus antecedentes fue valorada recientemente por la crítica literaria nacional. Se parte
de una crítica literaria sobre Hilda Mundy y de su escrito Pirotecnia. Se profundiza en el artículo
de Virginia Ayllón ‘Dolor e ironía: quimeras de María Virginia Estenssoro e Hilda Mundy’
(1999) en Wiethüchter, Blanca (Coord.) Hacia una historia crítica de la literatura en Bolivia, 2
vol, La Paz: PIEB. Y se continúa en su estudio introductorio ‘De la nada al venerado silencio’
(2004) en Mundy, Hilda Pirotecnia. La Paz: La Mariposa Mundial/Plural. No serán tocados en
estas líneas. Hace unos veinte años se replantea la obra de Hilda Mundy –en realidad de la
periodista y poeta orureña Laura Villanueva Rocabado (1912-1982). Es, en ese sentido,
considerada la primera autora de la vanguardia en Bolivia. Y su única producción ensayística
titula Pirotecnia. Ensayo miedoso de literatura ultraísta (1936). Sus temas se caracterizan,
sutilmente, por lo fatuo y ambiguo. Porque aparece, por ejemplo, en tiempos de contacto con la
época modernista post ‘Guerra del Chaco’. Cambió ‒pues‒ la vida de las personas y se canalizó
con la llegada de ‘jazz’ a una Bolivia tan sui generis. Donde el fragmento moderno fue, solo
relativamente en el área urbana, parte de su sociedad. Se sitúa, de tal modo, a esta propuesta en la
realidad de las palabras. Significa que su peso gravita en la sincronía del lenguaje fuera de todo
realismo y dogmatismo. Porque está simplemente. Hay asuntos variopintos que cotizan a la
pervivencia de Pirotecnia. Se escribe como patente entre los procesos de maquinización en
lugares como las fábricas. Y además son tiempos de plenitud del positivismo como movimiento
cultural. Se visibiliza a la explotación laboral como la otra cara de la medalla de aquella
revelación positivista. Pirotecnia ofrece un lenguaje, desde luego, irónico.

¿Es o no parte del quehacer de la prosa de Pirotecnia el peso de las palabras para sobrevivir
lúcidamente a este mundo prosaico y violento? Esto radica en que las palabras tienen una
articulación irónica y lúdica. Porque mientras haya levedad también será lúcido comunicar. Las
vanguardias eran para la crítica literaria anterior, como tal, unas ‘contraliteraturas’. Se le llama a
su narrativa un “contratexto y sinrazón” (Ayllón y Olivares, 2002: 182). Porque propuso rupturas
con el canon oficial. Fueron verdaderos cismas para el género novelar de esa época. El ensayo
tiene como objetivo mostrar el esnob moderno de las palabras leves sobre la urbe moderna en el
texto de Pirotecnia.

Este trabajo se articuló en tres parágrafos. En el primero, como ‘Pirotecnia’: ironía + juego,

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se precisó Pirotecnia como la metáfora que proporciona un significado fundacional de la
‘vanguardia boliviana’. En el segundo, bajo La levedad: el peso de las palabras, se engarzó con
el leit motiv de este escrito en la frase la ‛levedad de las palabras’. Así fue Pirotecnia, ante el
conservadurismo, una bandera de lucha, una prosa literaria y una tipografía inusual. Fue, por otro
lado, para Luis Tapia Mealla el nexo para pensar el mundo, la modernidad y la vida con la ironía
lúdica. Se plantearon, en estas líneas, algunos fundamentos del capítulo de Luis Tapia
‘Pirotecnia’ en: La condición multisocietal (2002). En la última parte, con Más sobre su
‘escritura’, se contrastan algunas características de la literatura feminista de Mundy. También se
usó el paper ‘Las suicidas: Lindaura Anzoátegui de Campero, Adela Zamudio, María Virginia
Estenssoro, Hilda Mundy’ de Virginia Ayllón y Cecilia Olivares (2002).

‘Pirotecnia’: ironía + juego


¿Qué es Pirotecnia? Es una definición extravagante y vanguardista. Hilda Mundy muy bien
dice así:

“Estos pequeños opúsculos, dispersos, rápidos, ‛policoloros’ representan: NADA.-


(Propiedad fatua de la pirotecnia).
Diríamos que este folleto es una línea…--historieta, aborto de novela […]. Abandono mi
posición y me presento mi posición y me presento al público con 50 chispas artificiales”
(Mundy, 2004: 41-42).

La obra de Mundy lleva un título harto sutil. Pirotecnia es una metáfora cuya base tiene
similitud con los fuegos artificiales. Se publicó en momentos trascendentales para Bolivia. Fue,
de alguna manera, una irradiación recibida en toda Latinoamérica. Eran tiempos, en la tercera
década del siglo XX, de profetismo del ‘positivismo científico’. Esto se fija muy bien –pues– en
La Paz como la mayor urbe cosmopolita de Bolivia. El viraje es tan violento en la cotidianeidad y
en las costumbres de vida de sus ciudadanos. Se vive en pleno el aturdimiento del maquinismo en
los barrios que se vuelven obreros.

Pirotecnia, en otras palabras, “es una celebración de la modernidad a través de la ironía”


(Tapia, 2002: 132). Para este tipo de crítica, la obra de Mundy sería el primer texto en Bolivia
que piensa críticamente fragmentos sobre la modernidad. Se hacen más explícitos los temas en
torno a sus imaginarios. Se fragmentan –insisto con esta idea de la modernidad– los lugares de la
ciudad. Se violenta a la cotidianidad con los estruendos de las máquinas en las fábricas. Es
sintomática la presencia del modelo americanista. Se disfruta, sin embargo, del ‘jazz’. Ya se vive
en ‘la cultura del automóvil’ que llega a los suburbios. La ironía es, por eso, parte de una cultura
de la modernidad que parece fragmentada. Pero hay que hablar de la modernidad en sus efectos.
Es algo que compromete la vida de los sujetos. Se ve a la modernidad como el fundamento
anímico de las sensaciones. Y se disgregan en los deseos capturados de una inusual cartografía
citadina. Sobre el punto dice Luis Tapia que la sensación de la modernidad:

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“[S]uele producir agitación en los sujetos que la desean y llevan adelante. Produce una
velocidad y un ritmo en las experiencias subjetivas y los procesos sociales que a veces no
da tiempo a la duda, porque la gente se orienta a la planificación, al futuro, al trabajo, al
consumo y la exhibición de sus novedades. Esta velocidad moderna tiene su propia
pesadez y seriedad. La ironía introduce un tipo de levedad que produce la dosis de
escepticismo que nos hace dudar y reír de nuestras conquistas y sus fines” (Op. Cit.: 132).

Se encuentra para Mundy ‒según Luis Tapia‒ una lectura virulenta, mercantilización y
penetración cultural en esta época de cuestionamientos a la estética nacional. Eran los años treinta
cuando ‘la cultura del automóvil’ se apoderaba de la ‘urbe’ metropolitana. Así también llega el
aturdimiento del maquinismo a los otrora barrios residenciales / ‘suburbanos’ convertidos en una
suerte de nichos laborales. Solamente quedan las imágenes cortadas –obiter dictum– de la
pesadez que viene con lo nuevo. Es un cambio radical con la vida de la ciudad. Mejor dicho le
toca el desasosiego a quien es todavía un viandante y vagabundo. Están manifiestas esas
imágenes cortadas de la pesadez y el aturdimiento en la violencia del automóvil. Porque exhibe a
su paso por la ‘nueva urbe’, con gran velocidad, la esterilización de cualquier sensación que se
precie de ser humana.

¿Por qué, entonces, la pirotecnia es a la vez irónica y lúdica? Por definición de Mundy es arte
y nada. Es un juego, porque se celebra la condición ‘deseante’ de lo humano. Así Hilda Mundy
muestra, por ejemplo, a lo fatuo de esta condición:

“En muchas noches de desvelo –insomne y cavilosa– imaginé al hombre pesimista.


[…] Por asociación de ideas proseguía: ‛Deberá ser alto, íngrimo, escuálido, desrabado’ (a
esta consideración, una picardía despierta fugaba mi mente hacia la visión).
[…] Fue grande mi admiración y ruidoso el sacudimiento de las bases de mi firmeza,
cuando traté con el hombre pesimista.
Era bajo, rechoncho, con amplitud y claridad en el traje y dulzura acremada en la boca”
(Op. Cit.: 85-86).

Al parecer es una paradoja. Lo lúdico está en el hecho de mostrar la condición humana, como
contingente. Se la ve, en todo caso, ‘fofa’, ‘rubicunda’ y ‘vulgar’. No hay, pues, que penetrar
tanto en aquellos juicios de valor. La respuesta es la misma. ¡No hay un hombre perfecto! Es
lúdico todo lo demás. Sobre esta argumentación se vuelve a Luis Tapia Mealla para:

“Así, el valorar a los demás y a uno mismo es un modo de divertirse, de superar el


aburrimiento, inventándonos un sentido y reventándolo en el cielo como exhibición y
realización, para pasar a inventarse y consumir otros, sin sosiego” (Op. Cit.: 134).

Pirotecnia como tema entonces no tiene un peso gravitante. Sirve para inventarse,
parafraseando a Tapia, nuevas formas en el consumo del disfrute. Se canaliza en las personas por
los sentidos reinventados de los lugares descritos de la urbe moderna.
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La levedad: el peso de las palabras
¿Qué peso tienen las palabras para Hilda Mundy? Tienen irónicamente el peso de un ‘corcho
flotante’. Pero, al respecto, describe Hilda Mundy sobre el peso de las palabras:

“En el casillero de mis ideas extravagantes, existe una semi-científica: el peso de las
palabras.
[…] ¡Qué desafío de síntesis se ventilará en el ambiente!
[…] Transijo con el descubrimiento.
Se han sucedido casos de muerte atroz –debidos a la extensión y pesadez de artículos.
Las cláusulas largas vaciadas en plomo nos llevan al fondo, mientras la dialéctica enfilada
a frases cortas nos conserva a flote. No sirven a manera de juguetes de corcho contra el
hundimiento
[…] Cuando se establezca el peso de las palabras, se habrá ‛aperturado’ el Reino Feliz”
(Op. Cit.: 67-68).

Hilda Mundy asume una posición ‘contraliteraria’ muy clara. Para Luis Tapia “[e]scribía en
una época de vértigo tecnológico, pero en un país de lentas y casi siempre parciales innovaciones.
De ahí, en parte, la ironía y la serenidad sobre las mismas” (Op. Cit.: 136). De alguna manera,
entre líneas, justifica el plagio como bandera de lucha contestataria y anarquista aún a los que son
parte de la academia. Hilda Mundy dice sobre el uso del plagio en su bandera de activista que:

“¡[n]adie puede preconizar de ingenioso! El enlace más elegante, más sedoso de vocablos,
la conexión más firme de frases y conceptos, no es mérito propio del autor. Todos al
escribir, volcamos restos informes de textos que leímos…palabras que se impresionaron
en nuestra conciencia…reminiscencias…citaciones ilímites que al llamar
inconscientemente nuestra atención, se estratificaron en la memoria. Dijéramos que las
palabras están colocadas en el estante cerebral, colocadas por infinitos autores que nos
obsequiaron su lenguaje, y que en nosotros reside solamente la labor de ordenación” (Op.
Cit.: 105).

Significa que tiene todo un proyecto de sociedad y obviamente de propuesta literaria. Gira,
como su característica principal, básicamente sobre lo ambiguo y fragmentario. Hay un intento si
no es una propuesta por significar este estilo de la prosa irreverente. Hace eco, en su impresión,
de una tipografía tan sutil que da otros sentidos. Su uso, muchas veces, cambia las prescripciones
de las palabras. A veces, en la obra literaria de Mundy, hay significados extrapolares hacia lo
prosaico incluso del propio silencio. Sin embargo, no hay por qué afanarse por lo desconocido.
Porque debe asumirse con humor, pues, se sabe que todo es contingente.

Sobre la profundidad de las palabras Luis Tapia corrobora con esta idea lúdica de la gravidez
del lenguaje. Es la tensión entre un polo dogmático y, por otro, el irónico:

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“Podemos tomarnos en serio los artíficos que nos inventamos para vivir, y así nos
volvemos dogmáticos de una tradición o de la modernidad; o podemos experimentarlos
con buen humor y volvernos irónicos de la tradición y la modernidad. Esta es la
sensibilidad de la pirotecnia de Hilda Mundy. Con fragmentos a veces se hace reflexiones
generales sobre lo fragmentario, como lo previo” (Op. Cit.: 135).

Es tal como describe Hilda Mundy los “juguetes de corcho” flotando en la superficie (cf. Op.
Cit.: 68). Así son las palabras en su leve relativismo. Son prescripciones inventadas de tradición o
‘cientificismo’, cuando se argumentan desde una profundidad. El gran problema es que se
vuelven proyecciones dogmáticas, densas e infalibles. Se utilizan como medios exageradamente
sofisticados y, sobre todo, se pintan como conservadores. A veces según Mundy hay que,
“[a]borrecerse a sí mismo reconociendo iguales taras por ser ejemplar de la misma especie…”
(Ibíd.: 102). Sobre todo reitera Luis Tapia, como mucho humor, que lo demás es aburrimiento.

Se comparará en el último parágrafo los puntos hasta aquí tocados en Pirotecnia (2004) a
partir de la lectura crítica de Virginia Ayllón y Cecilia Olivares (2002) sobre el planteamiento
suicida de Mundy en la dimensión de la escritura de las mujeres. Se da en tiempos de la
vanguardia antes y después de la ‘Guerra de Chaco’.

Más sobre su ‘escritura’


Más allá de un mérito al hecho sacrificial, se enfatiza con muchas diferencias la idea de la
mujer ‒además de escritora‒ ‘suicida’. Eligieron más su “ser mujer”, según Ayllón y Olivares,
por convicción que por oposición (cf. Op. Cit.: 149). Así se despliegan las líneas sobre la “vida y
obra” de las cuatro escritoras (cf. Ibíd.: 149). Están presentes, dos de ellas, entre los siglos XIX y
el XX. Este ensayo muestra algunas pautas sobre Mundy (Laura Villanueva Rocabado) en su
producción literaria. Se despliegan tres biografías anteriores. Primero está la biografía de
Lindaura Anzoátegui ‒la esposa de Narciso Campero. En breve se recorre su biografía que está
atravesada por el tipo de costumbres y roles para la mujer. Y es igual de trascendente, porque “se
casó con el general Campero” su vinculación con un escenario político tan sinuoso como el
boliviano (cf. Ibíd.: 150). Tuvo una producción poética pero más se destaca en las novelas que
publicó a fines del siglo XIX. Sobre Adela Zamudio Rivero se discurre sobre su biografía y su
obra. Las autoras de este paper, en lo concerniente a su obra, se enfocan principalmente en su
novela Íntimas y sobre el cuento ‘El vértigo’. Se despliegan argumentos ponderables,
principalmente, sobre su creación narrativa bajo el estilo epistolar. Porque incorpora una
comprensión, de estilo ‘psicologísta’, en la dimensión masculina y femenina. Leen en María
Virginia Estenssoro principalmente los efectos polémicos de su propuesta en El occiso. Sobre
Estenssoro e Hilda Mundy destacan su papel contestario y, de acuerdo a la época, eminentemente
vanguardista.

Se encuentras dos problemas a la hora de introducirse en la lectura de la prosa de Mundy. En


primer lugar “es […] calificarla como como literatura y, en segundo lugar, adscribirla a un

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posible género literario” (Ibíd.: 175). Se tiene como referente su paso por el periodismo,
fundamental en la difusión de su prosa, y la única publicación en vida de su ensayo Pirotecnia
(1936) para tal evaluación. Pero, con todo y su artera crónica periodística en Oruro, “Hilda
Mundy establece tres proyectos en su escritura: la Guerra de Chaco, la mujer y la ciudad” (Ibíd.:
175). Parecen puntos fundamentales en la narrativa ‒digamos‒ histórica de una sociedad como la
boliviana. Pero la propuesta de Mundy está en “la otra historia” (Ibíd.: 176). Para Mundy el
contacto de las palabras con las emociones eminentemente humanas está al margen de la
sacralidad de “la historia oficial” (Ibíd.: 176). “[E]lla observa” cosas que los demás no lo hacen
por el sentido prescriptivo de las convenciones y de la historia (cf. Ibíd.: 176). Se preguntan
Ayllón y Olivares sobre la influencia de la ‘Guerra del Chaco’ en su personalidad así:

“¿Sufre la Mundy y la guerra? Mientras sus hermanos parten al campo de instrucción, ella
se reconoce bipersonal: 50% oscura dactilógrafa y 50% escritora de ‘las vanguardias más
risueñas y jocosas’, ya que ella no sabe escribir ‘cosas de fondo’, no sabe lidiar con el
texto sacro, no sabe construir verdad.
El pacifismo se lee en la escritura de la Mundy, pero muy teñido de anarquismo, cuando
no de socialismo. Castiga su prosa a las mujeres esclavas del poder de la religión; varias
veces se autonombrará revolucionaria, pero, sobre todo, apuntará certera contra los
‘canallas’ políticos, la bolsa negra, la Deuda Nacional y ‒ahí sí‒ se dolerá de la juventud
sacrificada en la guerra de la que dirá: ‘nuestro futuro … llegó tuberculoso y murió’”
(Ibíd.: 177).

Se entrelazan, en la cita anterior, varios elementos de su prosa que la hacen inconfundible. Es


claro que se resigna a mirar trascendencias. El tema de la ‘Guerra del Chaco’ es un asunto harto
sutil. Ofrece una explicación colateral y enteramente heterodoxa. No es una patriota, en el sentido
escrito, más bien en lo político es ácrata. Antepuso como opción de lucha anarquista /
librepensadora la difusión certera de sus columnas periodísticas frente a lo cotidiano o ‘prosaico’.
De ahí canaliza su ironía y humor jocoso a sus enunciados del ‘peso de un corcho flotante’.

Antepone también en su crítica artera a ‘las mujeres de la ciudad’ al personaje de una “viuda”
(Ibid.: 178). Cuestiona el carácter ‘monjil’ o mojigato en las “mujeres citadinas” ante
convenciones del régimen patriarcal como el matrimonio (cf. Ibíd.: 178). Y finalmente observa a
la ciudad moderna, como en líneas arriba, en sus fragmentos y en pleno aturdimiento de
automóviles, bocinazos y de “adoquín” (Ibíd.: 181).

El punto de partida del ensayo fue el establecimiento del ‛peso de las palabras’ como una
levedad irónica, a la vez, lúdica en Pirotecnia de Hilda Mundy. ¿Para qué, entonces se comunica
con la poética? Para que se sientan las emociones en vivo y directo. Es lo más sencillo que no
deja de ser importante. Hay un rechazo a la formalidad en la obra de Mundy. Se la representa –a
esta formalidad– con el hastío, tedio, cotidianeidad, rubicundez de los hábitos ‘prosaicos’. No hay
suscitación, para amar –digámoslo así– lo más simple o lo más extravagante. Se articula un juego
entre sensaciones básicamente humanas con los fragmentos modernos. Así ‘la levedad’ de esta

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prosa hace de un ‘contratexto’ o ‘contraliteratura’, como la ‘ultraísta’, la síntesis que lee a la
modernidad en la vida de los sujetos.

Bibliografía
Ayllón, Virginia y Olivares, Cecilia (2002). “Las suicidad: Lindaura Anzoátegui de Campero,
Adela Zamudio, María Virginia Estenssoro, Hilda Mundy”. En: Hacia una historia crítica de la
literatura, T-II. La Paz: PIEB.
Mundy, Hilda (2004) [1936]. Pirotecnia. La Paz: La Mariposa Mundial/Plural.
Tapia, Luis (2002). “Pirotecnia”. En: La condición multisocietal. Multiculturalidad, pluralismo,
modernidad. La Paz: Muela del Diablo/CIDES-UMSA.

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