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Relato histórico del origen del “Rapto” :

“No fue hasta temprano, o a mediados, de los 1800 que hubiese un


grupo significante de creyentes alrededor del mundo esperando el
‘rapto’ de la iglesia previo a un período de siete años de tribulación.
Puede que resulte chocante para algunos que lean estas líneas, más
sin embargo, es cierto que el ‘rapto’ no lo enseñó la iglesia primitiva,
no lo enseñó la iglesia de los primeros siglos, no lo enseñó los
reformadores; [casi] nadie lo enseño hasta el año 1830, con la
excepción de un par de teólogos católicos romanos. Para el tiempo de
la Reforma, los primeros protestantes creían comúnmente, con
convicción, que el Papa fuera la suprema incorporación individual y la
personificación del espíritu del anticristo, de la Iglesia Católica
Romana y del Sistema Prostituto de Apocalipsis 17. Este
entendimiento fue lo que condujo a millones de creyentes a salir del
sistema religioso católico romano. A consecuencia, se volvió
conveniente que ciertos teólogos católicos romanos desviaran del
Papado la atención de la gente, y esto lo intentaron hacer por medio
de inventar una interpretación contraria a la tenida por los
protestantes. Este nuevo esquema de interpretación profética fue
conocido como futurismo. En vez de entender espiritual e
históricamente el drama del libro de Apocalipsis, ellos lo consignarían
todo a un período breve de tiempo en el fin de la Era [Cristiana]. Fue
un sacerdote jesuita llamado Francisco Ribera quien, durante los días
de la Reforma, primero enseñara que todos los eventos del libro de
Apocalipsis tendrían lugar literalmente durante tres años y medio del
reinado del anticristo, allá en el mismo fin de la Era. Así, Ribera
colocó el fundamente del sistema de interpretación profética del que
el Rapto Secreto ha llegado a ser ahora parte integral.

Más adelante, Emanuel Lacunza, otro sacerdote jesuita, edificó sobre


las enseñanzas de Ribera, y pasó gran parte de su vida escribiendo
un libro intitulado El advenimiento del Mesías en gloria y majestad.
Pero, Lacunza escribió bajo el seudónimo de Rabí Ben-Ezra,
alegadamente, un erudito judío quien hubiese aceptado a Cristo como
Salvador. Con astucia jesuita, conspiró así para lograr que prestaran
atención a su libro en círculos protestantes, donde, como producción
de la pluma de un jesuita, no lo hubiesen permitido en sus hogares,
¡pero lo devorarían con ávido interés como obra seria de un ‘judío
convertido’! En las páginas de esta elaborada falsificación, Lacunza
enseñó la noción novedosa según la que Jesús retornaría no una vez
sino dos, ‘raptando’ a su iglesia en la ‘primera etapa’ de su retorno
para que ella escape del reinado del ‘futuro anticristo’. Su libro fue
publicado por primera vez, en español, en el año 1812,
encontrándose pronto en el estante de la biblioteca del Arzobispo de
Canterbury,en Londres, Inglaterra.

Ahora, surge el nombre de Edward Irving. Nacido en Escocia en 1792,


Irving se convirtió en uno de los predicadores más elocuentes de su
época, y figura sobresaliente de la Iglesia Católica Apostólica de
Inglaterra. En 1828, atrajo muchedumbres de hasta 10.000 personas
a sus campañas al aire libre en Escocia. Su iglesia en Londres tenía
cabida para mil personas y todas las semanas una congregación de
los más brillantes e influyentes de la sociedad la llenaba. Entre ellos,
había algunos que anunciaron, por declaración profética, que el Señor
vendría pronto, y esto llegó a destacarse en sus enunciaciones y
enseñanzas proféticas. Debido a estas declaraciones proféticas,
algunos comenzaron a estudiar las Escrituras a la luz de un retorno
físico-literal del Señor. Hasta aquel momento, el retorno del Señor se
entendía como el retorno del Señor a su pueblo, y en sus santos, no
existiendo la idea de su retorno en cuerpo de carne y sangre. Irving
descubrió el libro de Lacunza, y fue conmovido profundamente por él;
de hecho, se enamoró de él, traduciéndolo al inglés, siendo publicado
en Londres en 1827. En aquel tiempo, Irving escuchó lo que creía ser
una voz del cielo, la cual le comandaba a predicar el ‘Rapto secreto
de los santos’. Entonces, Irving comenzó a llevar a cabo conferencias
bíblicas a través de Escocia, en las que enfatizaba el retorno de Jesús
para raptar a su iglesia.

Más o menos para aquel tiempo, empezó a emerger un nuevo


movimiento, el cual llegó a conocerse como los Hermanos de
Plymouth. El movimiento Hermanos tuvo su principio en Dublín, en
1825, cuando un grupo de varones serios, insatisfechos con la
condición letárgica prevaleciente en la Iglesia Protestante de Irlanda,
se unieron para orar y tener comunión. Pronto, otros se unieron a la
hermandad, levantándose grupos asociados en varios lugares. Pese a
que el movimiento tuviera su inicio en Dublín, fue Plymouth,
Inglaterra donde se centró su vasta misión de literatura, así
adquiriéndose el nombre de Hermanos de Plymouth. Aunque desde el
principio hubiese interés en temas proféticos, el interés céntrico fue
por el cuerpo de Cristo como organismo y la unidad espiritual en
Cristo de todos los creyentes, en oposición a la frialdad del
formalismo de los sistemas organizados de religión y de la jerarquía
eclesiástica. Desde 1830 en adelante, un varón de nombre John
Nelson Darby fue el espíritu dinámico entre los Hermanos de
Plymouth. Darby provino de una familia próspera irlandesa, fue
educado como abogado, ganó honores altos en la Universidad de
Dublín, para luego tomar otro derrotero como ministro, para
desilusión de su padre.

Así que, Irving y Darby eran contemporáneos, aunque asociado cada


uno con distintos movimientos espirituales. En aquel mismo tiempo,
otra serie de reuniones estaba en progreso. Un grupo de cristianos
inconformes se reunía en la castilla de la Dama Powerscourt para el
estudio de profecías bíblicas. Mucho clero acudía, incluso no pocos de
los irvingitas. Los irvingitas llegaron a las reuniones obsesionados con
las ideas del ‘rapto secreto’ y del ‘futuro anticristo’, embebidas de la
enseñanza jesuita del Rapto Secreto y la interpretación futurista de
profecía, como también del famoso libro del ‘Rabí Ben-Ezra’, es decir,
¡del sacerdote jesuita Emanuel Lacunza! Darby mismo fue un escritor
prolífico y desde aquel tiempo fluía de su pluma un caudal constante
de propaganda. Sus escritos sobre temas bíblicos llenan treinta
tomos, cada uno de seiscientos páginas. Darby desarrolló y organizó
el ‘futurismo’, creando un sistema de enseñanza profética llamado
‘dispensacionalismo’. Los biógrafos de Darby se refieren a él como ‘el
padre del dispensacionalismo’. La joya coronaria del reino del
dispensacionalismo es, desde luego, ¡el susodicho RAPTO SECRETO!

La enseñanza de Rapto Secreto fue introducida en Estados Unidos de


América y Canadá durante los 1860 y 1870, aunque hay cierta
evidencia de que se enseñara tan temprano como los 1840. Darby
mismo hizo seis viajes a Estados Unidos de América. Se estaba
regando la nueva enseñanza. Un predicador congregacionalista
llamado C. I. Scofield cayó bajo la influencia de Darby y los
Hermanos de Plymouth. La Biblia de Referencia Scofield fue destinada
a impactar tremendamente las creencias de muchos, al imprimirse
tres millones de ejemplares durante los primeros cincuenta años [de
su existencia]. Mediante esta Biblia, Scofield introdujo la enseñanza
del Rapto Secreto en el mismo corazón del evangelismo. Algunas
almas ignorantes recibieron como la misma Palabra de Dios las
‘Notas’ incluidas en esta Biblia. No dudo ni por un instante de que
muchos de los que lean estas líneas hayan sido influenciados en
algún momento de su vida espiritual por las ‘Notas al pie de la
página’ encontradas en la Biblia Scofield.
[Información adicional aportada por John L. Bray, en su publicación
Perspectivas bíblicas, 1 de marzo de 2009. Alrededor de 1772, en
Estados Unidos de América, Morgan Edwards, ministro bautista,
escribió un ensayo en torno a la teoría del Rapto, intitulado Dos
ejercicios académicos sobre temas relacionados con los siguientes
títulos: Milenio y Últimas Novedades.]
Queda un último eslabón en la cadena del desarrollo y el
esparcimiento de la teoría del Rapto. De nuevo, llamaría su atención
a la fuente, al origen, de la doctrina del Rapto y a la secuencia de
contactos por medio de la que ha sido traída al presente. Comenzó
como una invención católica romana. Los escritos del sacerdote
jesuita Ribera influyeron en el sacerdote jesuita Lacunza, Lacunza
influyó a Irving, Inving influyó a Darby, Darby influyó a Scofield,
Scofied y Darby influyeron a D. L. Moody, y Moody influyé al
Movimiento Pentecostal. ¿Pregunta usted que cómo? Pues, las
Asambleas de Dios es, hoy por hoy, por mucho la más grande
denominación pentecostal en el mundo. Al comenzarse el movimiento
pentecostal a principios del Siglo XX, y celebrarse el primer concilio
general de las Asambleas de Dios en 1914, en Hot Springs, Arkansas,
se trataba de un movimiento pequeño, el cual no contaba con su
propia casa editorial. Necesitaban material para sus escuelas
dominicales y de estudio para sus iglesias. ¿Dónde supone usted que
lo obtuvieran? ¡Lo compraron a Moody Press, y luego cosieron sus
propias cubiertas [a las publicaciones de Moody]! ¿Qué piensa usted
que la gente de las Asambleas de Dios llegaran a creer? ¡Creyeron lo
que el Instituto Bíblico Moody enseñó! Esto tuvo un impacto sobre la
teología pentecostal, pues durante los primeros años prácticamente
no había pre-milenialistas en el movimiento pentecostal. En aquellos
días, la mayoría de sus ministros provenían de la Presbiteriana, de la
Metodista y de otras denominaciones históricas, varones quienes,
siendo bautizados en el Espíritu Santo, salieron de sus
denominaciones, uniéndose a las Asambleas de Dios o a otra de las
emergentes denominaciones pentecostales. Así, de esa manera, el
movimiento pentecostal fue influenciado y saturado de la doctrina del
Rapto Secreto, por eslabones que conectaban directamente a la
Iglesia Romana.”

Por J. Preston Eby

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