Professional Documents
Culture Documents
Muchas de las barreras están fuera de la escuela. Se encuentran al nivel de las políticas
nacionales, en los sistemas educativos, en los sistemas de formación del profesorado, en los
presupuestos y en los recursos. Es decir, muchos de los recursos necesarios para desarrollar una
educación inclusiva están fuera de la escuela ordinaria y del aula. Están por ejemplo, en las
familias y en las comunidades. También es necesario recordar que las barreras que debemos
analizar no son sólo aquellas que puedan limitar el aprendizaje y la participación de los alumnos,
sino también, las que afectan al profesorado y al resto de las personas que conviven y participan
de la vida de un centro escolar. Incluso podríamos decir que si unos y otros no son los primeros en
sentirse acogidos, valorados y respetados por los demás, difícilmente podrán desarrollar su trabajo
en condiciones favorables para promover el aprendizaje y la participación de sus alumnos. La
ausencia de un política de acogida a los nuevos miembros de un equipo docente, la
descoordinación del trabajo, las relaciones de hostilidad o aislamiento, la falta de incentivos
internos o externos son, entre otros, obstáculos o barreras que condicionan negativamente el
trabajo docente.
Observa. Piensa en el centro en el que trabajas y responde… ¿Qué barreras de aprendizaje
existen? ¿Qué grupos las experimentan en mayor grado en tu contexto? ¿Cuáles son las
principales preocupaciones del profesorado?
Para que un centro educativo pueda identificar las barrerasque dificultan la presencia, aprendizaje
y participación de sus alumnos y poder así diseñar sus planes de actuación, existen algunos
materiales que pueden ser útiles para dinamizar la autoevaluación de los centros educativos en
este proceso.
http://www.savethechildren.org.pe/web/upload/publicacion/PublicaAE69.pdf
http://www.elcisne.org/ampliada.php?id=1462
http://www.pasoapaso.com.ve/CMS/images/stories/Integracion/indiceinclusion.pdf
Claudia Verónica Morales Montaño
¿Que hay de las barreras para el aprendizaje y la participación?
Las barreras para el aprendizaje y la participación refieren aquellos factores del contexto que
dificultan o limitan el pleno acceso a la educación y a las oportunidades de aprendizaje de los
alumnos y alumnas. Según Tony Booth (2000), las barreras para el aprendizaje y la participación
aparecen en la interacción del alumno en los diferentes contextos: con las personas, las políticas,
las instituciones, las culturas y las circunstancias sociales y económicas.”
Desde la integración educativa hacia la inclusión,el uso del concepto de barreras para el
aprendizaje y la participación es utilizado para identificar los obstáculos que las y los alumnos
encuentran para aprender y participar. De acuerdo con el modelo social, las barreras aparecen
através de la interacción entre los alumnos y sus contextos.
La educación inclusiva implica procesos para aumentar la participación de los estudiantes y la
reducción de su exclusión, en la cultura, los currículos y las comunidades de las escuelas locales.
La inclusión implica reestructurar la cultura, las políticas y las prácticas de los centros educativos
para que puedan atender a la diversidad del alumnado de su localidad.
La inclusión se refiere al aprendizaje y la participación de todos los estudiantes vulnerables de ser
sujetos de exclusión, no sólo aquellos con deficiencias o etiquetados como “con Necesidades
Educativas Especiales”.
La inclusión se refiere a la mejora de las escuelas tanto para el personal docente como para el
alumnado.
http://misgabiflorestorres.blogspot.es/
BIBLIOGRAFIA
Fuente:
http://www.slideshare.net/Adlihvillalva/barreras-para-el-aprendizaje-y-la-participacin
B) CONTEXTO ESCOLAR
C) CONTEXTO AULICO
BAPS INDICADORES
ACCESO a) La ubicación de las aulas dentro de la escuela limita u obstruye el acceso de
los alumnos que presentan discapacidad física.
APRENDIZAJE
c) Las formas de evaluación no estimulan los logros de todos los estudiantes.
D) CONTEXTO FAMILIAR
BAPS INDICADORES
a) Situación socioeconómica de la familia (clase social, ingreso)
ACCESO
b) Las familias no cuentan con información para apoyar a sus hijos acordes a las
necesidades (discapacidad física, visual, intelectual)
Tengo una barrera muy grande con respeto a todo lo que nos dicen que debemos de hacer como
maestras de apoyo dentro de las escuelas regulares, puesto que la integración educativa desde mi
percepción se ha llevado acabo con los documento que se elaboran detrás del escritorio, con
desconocimiento de las prácticas que deben de llevar todos los involucrados en el proceso
educativo, la cantidad de alumnos que tiene educación regular y las problemáticas económicas que
tienen los padres para poder mantener a sus hijos.
Por consiguiente, en los tres contextos me enfrento con barreras:
Áulico. No poder planear con la maestra de grupo, pues no existen tiempo para hacerlo. La
cantidad de alumnos imposibilita el poder dar una atención de calidad a cada alumno que requiere
atención especial.
Escolar. Dificultad para hacer comprender a los profesores y directivos que la USAER, no es la
responsable de los alumnos con NEE, pues ellos se encuentran inscritos en una educación regular.
Trabajar n colegiado sumiendo que todos desde nuestra función tenemos la responsabilidad de dar
una atención de calidad a la población en la escuela.
Socio familiar. Poder comprender la situación que los padres sufren al no aceptar que sus hijos
pueden lograr realizar muchas actividades de la vida cotidiana con la supervisión de ellos, sin
delegar en los padres de familia acciones que le competen a la escuela.
Antes de iniciar el tema haremos un repaso de como este concepto ha cambiado a través
del tiempo:
Tal y como expresa reiteradamente el colectivo de maestros y profesores, pese a las intenciones
de la LOE (Ley Orgánica de Educación), gran parte de los centros no disponen de los recursos
suficientes para atender a la diversidad asegurando calidad docente y cubriendo las necesidades
que plantea (material, recursos humanos: auxiliares, profesores de apoyo, entre otros).
Es imprescindible que tanto las instalaciones escolares como el material a utilizar en las sesiones
estén adaptados a las necesidades educativas del alumnado (supresión de barreras
arquitectónicas, correcta señalización, vestuarios adaptados, ascensores).
Utilizamos la expresión “diseño para todos” ya que también favorece a cualquier miembro de la
comunidad escolar que, de forma transitoria o definitiva, pueda presentar dificultades de movilidad
y comunicación (personas convalecientes, gestantes, personas de la tercera edad, entre otras),
aumentando la calidad de vida de los usuarios de todo el centro.
Condicionantes sociales
La vivencia que el alumno o alumna tiene de su propia realidad (aceptación de los efectos de la
discapacidad) puede favorecer una actitud de retraimiento y desmotivación que dificulte el proceso
de inclusión y su predisposición para el aprendizaje.
A ello tenemos que sumar, que la personalidad y el carácter del alumnado influyen también
significativamente en su socialización (Ríos, 2005).
En función de cada alumno o alumna, tengan o no limitaciones, el significado emocional de los
contenidos curriculares pueden potenciar el deseo de aprender o, incluso, bloquearlo en otros
casos.
La carencia de formación en este ámbito puede inducir a temores diversos basados en el temor a
lo desconocido, principalmente, a provocar lesiones y a las consecuencias legales que esto pueda
comportar. Estos miedos, lógicos en cierta forma y de los que debemos ser conscientes, no deben
por ello favorecer la falsa inclusión, es decir, cuando la interacción entre el alumno con dificultades
y el resto del grupo es muy reducida y, además, su participación en las sesiones es pasiva.
Ocasionando alguno de los siguientes:
El “factor familia”
La actitud de las familias ante el miedo a que su hijo (o nieto, hermano, etc.) se lesione, su baja
disposición a colaborar con la escuela, sumada a la actitud sobreprotectora, puede llegar a facilitar
que la educadora o el educador desarrollen su actividad de manera que tenga como consecuencia
la ya descrita falsa inclusión.
Si no existe un trabajo previo de sensibilización mediante el cual los alumnos y alumnas puedan
llegar a comprender los efectos de las limitaciones, puede favorecerse la aparición de actitudes
irrespetuosas y segregadoras, de tal forma que no facilite la tarea del educador o educadora en su
esfuerzo por dar respuestas a las diferentes necesidades educativas del alumnado. Como
consecuencia puede darse el “rechazo inclusor” por parte del grupo clase o de algún compañero:
no aceptar determinadas adaptaciones que diseña el profesor para facilitar la participación activa y
efectiva en la sesión.
Respecto a la información médica básica, nos llega frecuentemente de manera muy sintética y
mayoritariamente sin contraindicaciones. Tal vez el mismo temor del estamento médico ante la
responsabilidad civil, favorece que sus informes sean poco concretos en este sentido, pero eso
sólo conlleva aumentar el desconcierto de los docentes.
La adaptación de la tarea
Si conocemos tanto las características del alumno como las de la tarea, estaremos en condiciones
de proponer una tarea adecuada a las necesidades educativas del alumno o alumna.
Los criterios a tener en cuenta respecto a la adaptación de las tareas serán (CNREE, 1992;
Gomendio, 2000):
Todo ello determinará el deseo de aprender, que se erige como un factor clave en el proceso de
enseñanza-aprendizaje del alumnado con discapacidad. El hecho de presentar limitaciones puede
ocasionar que, ante cualquier actividad motriz voluntaria, se dé un fracaso en la ejecución si la
tarea no está correctamente adaptada. Las reiteradas experiencias frustrantes podrán comportar
un rechazo a este tipo de actividades y, por tanto, la reducción de éstas, con lo cual se verán
afectados tanto el desarrollo motor y perceptivo-motor como el desarrollo cognitivo, afectivo, social
y emocional del niño o de la niña (Ruiz Sánchez, 1998).
REMOVIENDO LAS BARRERAS PARA EL APRENDIZAJE Y LA PARTICIPACION
En el área de la Educación Especial, la remoción de barreras tiene que ser examinada bajo el
aspecto de la accesibilidad, barreras arquitectónicas, aspecto psicológico y barreras actitudinales.
Remover barreras para el aprendizaje es pensar en todos los alumnos como seres en proceso de
crecimiento y desarrollo, que vivencian el proceso de enseñanza-aprendizaje de manera diversa,
sea por sus diferencias individuales, sea por sus intereses o sus motivaciones. Por lo tanto,
cualquier niño experimentará la experiencia de aprendizaje escolar como desagradable, si se
encuentra desmotivado, si no encuentra un sentido o carece de significado lo que le enseñan en la
escuela.
Tornar el aprendizaje interesante y útil es una de las formas de remover obstáculos. Por lo tanto, el
profesor requiere conocer los intereses de sus alumnos, entrenando su capacidad de escuchar y
crear, diariamente, hasta alcanzar el área colectiva.
La creatividad del profesor sumada a su convicción de que el aprendizaje es posible para todos los
alumnos y de que nadie puede establecer los límites al otro, ciertamente contribuirá para remover
los obstáculos que tantos y tantos alumnos vienen enfrentado en su proceso de aprendizaje.
Para tirar las barreras para el aprendizaje es preciso sacudir las estructuras tradicionales sobre las
cuales nuestra escuela está inmersa, las cuales estimulan el culto por los rituales de transmisión y
evaluación que implica la reprobación.
Análisis conceptual de la inclusión
La escuela inclusiva es un modo de concebir la educación y la función social del centro escolar,
desde un planteamiento comunitario, que lleva implícito su transformación y la de su contexto para
adecuar y mejorar la respuesta educativa a la diversidad, reconociéndola y no asimilándola. De tal
forma que todo el alumnado tiene el mismo derecho a acceder a un currículum culturalmente
valorado, compartido con los compañeros de la misma edad, oponiéndose a cualquier forma de
segregación.
De este modo, una escuela para todos y para todas es una escuela donde todos y todas tienen
cabida indistintamente de sus características, dificultades y ritmos en su proceso de aprendizaje,
partiendo de la premisa de que cualquier alumno es educable en un entorno ordinario,
respondiendo no sólo a las necesidades educativas de algunos alumnos, sino a las de todos los
alumnos, sin discriminación de ningún tipo.
Nos estamos refiriendo a la escuela inclusiva asociada a una educación de calidad sin
excepciones, y una filosofía que contempla la escuela como motor de cambio social y de actitudes,
basada en la igualdad y la democracia, donde la diversidad es un valor en alza que cohesiona al
grupo y ofrece mayores posibilidades de aprendizaje. (Ballard, 1997; Barton, 1997; Booth, 1998;
Stainback, S., Stainback,W. y Jackson, 1999; Ainscow, 2001; Parrilla, 2002; Arnaiz, 2003;
Puigdellívol, 2004).
La respuesta escolar desde la inclusión
Se pretende a través de un currículum eficaz alcanzar una educación de calidad, adecuando la
respuesta educativa a cada uno de los alumnos.
Ante un currículum cerrado y prescriptivo, se plantea un currículum abierto a la diversidad,
comprensivo y participativo, holístico y constructivista, y consecuentemente democrático, donde el
maestro se considera como facilitador del aprendizaje y no como simple transmisor del currículum.
Así, el currículum inclusivo se caracteriza por tener (Guarro, 1999):
La educación en actitudes y valores, será la base para que todo el alumnado respete la
diversidad y pueda así interiorizar la inclusión como un valor que enriquece a toda la
comunidad.
El aprendizaje es cooperativo al igual que las actividades.
La enseñanza tradicional se transforma en una enseñanza multinivel.
La adaptación de las tareas esta acorde con las capacidades del alumnado.
El docente se convierte en un facilitador brindando asesoramiento apoyo.
Debemos insistir en que resulta difícil generalizar la respuesta educativa a las necesidades
educativas especiales de los alumnos con discapacidad, ya que si una característica es esencial
en este colectivo de alumnado es la gran variedad de necesidades educativas que un mismo déficit
puede tener, sin obviar los aspectos personales que pueden determinar su ritmo de aprendizaje
(interés, motivación y experiencias anteriores, entre otros). A ello, se deben añadir una serie de
variables que también van a determinar esas necesidades educativas, destacando entre otras:
No obstante, la participación activa del alumnado con discapacidad en nuestras sesiones no es tan
sencilla, dado que, entre otras variables que intervienen en el proceso, el niño o la niña comparte
esas tareas en grupo. Por tanto, se van a dar una serie de relaciones que serán positivas o
negativas en función de la dinámica del grupo, y que pueden influenciar en su nivel de participación
y, por tanto, en sus posibilidades y deseo de aprendizaje.
Referencias electónicas:
http://ciruelo.uninorte.edu.co/pdf/pensamiento_gestion/22/8_Barreras%20para%20el%20aprendizaj
e.pdf
http://barrerasaprendizaje.blogspot.com
http://www.youtube.com/watch?v=YsoYT9NUwW0
La utilización del concepto "barreras para el juego, el aprendizaje y la participación" para referirnos
a las dificultades que encuentran los niños, y evitar el término "necesidades educativas especiales"
forma parte de un modelo social acerca de las dificultades del aprendizaje y la discapacidad.
Contrasta con el modelo médico, según el cuál las dificultades en la educación surgen de las
deficiencias o las limitaciones. Las discapacidades constituyen barreras para la participación de
personas con deficiencias o enfermedades crónicas. Pueden tener su origen en el entorno o en la
interacción de actitudes discriminatorias, acciones, culturas, políticas y prácticas institucionales con
la deficiencia, el dolor o la enfermedad crónica. La deficiencia se puede definir como "una limitación
a largo plazo de las
5desarrollo del juego, el aprendizaje y la participación en Educación Infantil
funciones físicas, intelectuales o sensoriales1. No obstante, la noción de déficit intelectual es
problemática porque puede sugerir una etiología física injustificada de las dificultades que se
experimentan en el aprendizaje. Aunque los centros pueden hacer poco para superar deficiencias,
pueden reducir considerablemente las discapacidades producidas por actitudes y acciones
discriminatorias y por barreras institucionales.
Las barreras que proceden del modo en que las instituciones se estructuran o funcionan se
denominan "discriminación institucional". El Informe Macpherson2, elaborado por la policía sobre la
investigación del asesinato de un adolescente negro, Stephen Lawrence, centró la atención sobre
el “racismo institucional” en la policía y otras instituciones educativas, sanitarias y sociales. La
discriminación institucional va más allá que el racismo. Hace referencia a los distintos modos en
que las instituciones pueden discriminar a las personas por su edad, género, discapacidad, clase,
raza u orientación sexual así como por su historial y cualificación educativos. Esto crea barreras
para la participación y puede obstaculizar el aprendizaje en educación. Como la gente está más
familiarizada con las discusiones sobre racismo o sexismo que sobre discapacidad, pueden ser
menos conscientes del papel de las personas y las instituciones en la creación de discapacidad. La
discriminación institucional está profundamente enraizada en las culturas e influye en el modo en
que se percibe a las personas y la respuesta que se les da, incluso en la selección de
profesionales. El racismo, el sexismo, el clasismo, la homofobia, la discriminación por razones de
edad y discapacidad tienen sus raíces en la intolerancia a la diferencia y el abuso de poder para
crear y perpetuar desigualdades. El desarrollo de la inclusión puede involucrar a las personas en el
difícil proceso de cuestionar sus propias prácticas, actitudes y culturas institucionales
discriminatorias.
Aunque la expresión "necesidades educativas especiales" puede ser una barrera para el desarrollo
inclusivo y puede ser un rasgo de la discriminación institucional, forma parte del marco cultural y
político de muchos centros e influye en numerosas prácticas. Se utiliza en los documentos sobre
necesidades educativas especiales, en la identificación de las dificultades de los niños según la
normativa vigente sobre Necesidades Educativas Especiales3, en las Adaptaciones Curriculares
Individuales y en la información que los centros proporcionan para justificar sus gastos en materia
de "necesidades educativas especiales". Aunque no tienen que hacerlo por ley, la mayoría de los
centros de Educación Infantil designan un "coordinador para las necesidades educativas
especiales" y se aseguran de hacerlo según la normativa vigente. Nosotros preferimos términos
como "coordinador de apoyo al aprendizaje", "coordinador de desarrollo del aprendizaje y el juego"
o "coordinador para la inclusión" dado que implican mayor conexión con las ideas inclusivas. Estos
términos implican una noción más amplia de los apoyos que conecta el trabajo que se hace con los
niños con dificultades y con los cambios necesarios para todos los niños. Aunque sugerimos a los
profesionales que eviten utilizar la expresión "necesidades educativas especiales", somos
conscientes de que tenemos poco poder para cambiar un uso que está muy generalizado. No
obstante, para ayudar en este proceso los profesionales pueden empezar a pensar de un modo
diferente sobre cómo surgen las dificultades educativas, y utilizar la noción de barreras para el
juego, el aprendizaje y la participación.
La terminología del Index se hace eco del tratamiento que reciben las dificultades educativas en
algunos documentos oficiales, ello puede ayudar
1 Adaptado de Disabled People's International (1982) Proceedings del Primer Congreso Mundial,
Singapur: Disabled People's International.
1 Macpherson, W. (1999) Stephen Lawrence Inquiry (Macpherson Report), Command Paper 4261
vol. 1, London, Stationery Office.
1 Department for Education and Skills (2001) The Special Educational Needs Code of Practice,
London, DfES.
6desarrollo del juego, el aprendizaje y la participación en Educación Infantil
a los profesionales a hacer el cambio. El concepto de "barreras para el aprendizaje" aparece cada
vez más en estos documentos. Los profesionales de la educación y el cuidado infantil deben
adaptarse a estas nuevas demandas, al tiempo que se aseguran de que el lenguaje que utilizan no
es discriminatorio y apoya la inclusión.
Recursos de apoyo al juego, el aprendizaje y la participación
Eliminar las barreras para el juego, el aprendizaje y la participación supone movilizar recursos del
centro y su entorno. Siempre hay más recursos para ello de los que se están utilizando. Por
recursos no nos referimos sólo al dinero. Al igual que las barreras, los recursos se puede encontrar
en cualquier elemento del centro: los profesionales, los equipos directivos, los niños, padres /
cuidadores, los grupos locales y también en el cambio de culturas, políticas y prácticas. Los
profesionales pueden tener habilidades de las que no son conscientes o que no están utilizando
totalmente, puede haber miembros de la comunidad que compartan procedencia o deficiencia con
un niño al que pueden ayudar a que se sienta como en casa. Los recursos de los niños, su
capacidad para dirigir su propio aprendizaje y juego y para apoyarse unos a otros pueden estar
siendo especialmente infrautilizados, igual que el potencial de los profesionales para apoyarse
unos a otros. Hay tanta información en un centro sobre lo que impide el juego, el aprendizaje y la
participación de los niños, que no siempre se utiliza al máximo. Uno de los principales propósitos
del Index es ayudar a los centros a recurrir a esta información para mejorar.
Adaptado a Educación Infantil por Tony Booth y Denise Kingston Editado y Producido en el
Reino Unido para CSIE por: Mark Vaughan OBE
Aportación Leonor Martínez S.
Barreras para el aprendizajeLa inclusión y la exclusión se configuran como procesos en buena
medida dialécticos de modo que el avance de la inclusión deriva de la reducción o eliminación de
los procesos de exclusión que en forma de barras de aprendizaje y la participación interactúan
negativamente con las condiciones personales y sociales de determinados alumnos; una
concepción por otra parte en clara sintonía con la perspectiva interaccionista del aprendizaje y el
desarrollo tan nuclear a la psicología educativa contemporánea. En consonancia con lo dicho,
avanzar hacia planteamientos educativos más inclusivos requiere indagar, reconocer y sacar a la
luz precisamente las barreras al aprendizaje y la participación que pueden encontrarse tanto en la
cultura de los centros escolares como en sus procesos de planificación, organización y
funcionamiento, así como en las propias prácticas de su profesorado, sin perder de vista que unas
y otras pueden ser condicionadas a su vez por barreras de mayor calado en el plano de las
políticas educativas locales y nacionales.Por lo tanto, hablar de una educación para la inclusión es
sinónimo de hablarse esa aspiración por una educación de calidad para todos y con todos nuestros
alumnos, sin eufemismos en ese todos que incluye, entonces a todos los alumnos vulnerables a
los procesos de exclusión.Las barreras del aprendizaje y la participaciónCon la noción de las
barreras del aprendizaje y la participación ya no nos centramos únicamente en las necesidades del
alumno sino que tambiéntenemos en cuenta los contextos sociales y escolares y las barreras que
estos contextos imponen en los alumnos diferentes.Según los autores precursores de la educación
inclusiva el hecho que un determinado alumno con discapacidad sea escolaridad en una escuela
de educación especial y no pueda ir a la escuelavde su barrio como los demás niños de su edad se
debe al resultado de la interacción entre las características especiales del alumno y las del
contexto escolar en el que se ha de insertar. El contexto escolar, sistema educativo, y la sociedad
en la que viven están llenos de barreras de tipos muy diversos que impiden su aprendizaje y su
participación en condiciones de igualdad.Huguet, T. (2006). Aprender juntos en el aula. Una
propuesta inclusiva. Grao Barcelona.Aportación: Rosa Laura Díaz Serrano
Barreras para el aprendizaje y la participación.
El concepto de «barreras para el aprendizaje y la participación» fue desarrollado por Booth y
Ainscow (Ainscow, 1999; Booth, 2000; Booth y Ainscow, 2002). Es un concepto nuclear en relación
con la forma en la que los profesores deben enfocar su trabajo educativo con el alumnado en
desventaja o más vulnerable a los procesos de exclusión.
Este concepto enfatiza una perspectiva contextual o social sobre las dificultades de aprendizaje o
la discapacidad. Nos hace ver que tales dificultades nacen de la interacción entre los alumnos y
sus contextos: las circunstancias sociales y económicas que afectan a sus vidas, la gente, la
política educativa, la cultura de los centros, los métodos de enseñanza.
Como señala Echeita (2002) comprender la dependencia de cualquier alumno en situación de
desventaja de los factores sociales que influyen inevitablemente en su vida y con los que
interactúan desde sus condiciones personales nos permite apreciar que, cuando su entorno social
respeta y acepta la diferencia como parte de su realidad, se hace accesible en todos los sentidos y
se moviliza para prestar los diferentes apoyos que cada uno precisa, la discapacidad se «diluye» y
tan sólo nos encontramos con personas, sin más, que pueden desempeñar una vida
autodeterminada y con calidad. Por el contrario, cuando su entorno se encuentra plagado de
“barreras” (sociales, culturales, actitudinales, materiales, económicas,...), que dificultan, por
ejemplo, el acceso al sistema educativo, su permanencia en él con calidad o la transición entre
etapas y a la vida adulta, la discapacidad “reaparece”. Por tanto, el propio concepto de dificultades
de aprendizaje o de discapacidad, no puede entenderse sin la consideración del efecto mediador
del contexto en el que se desenvuelve el alumno.
“Cuando las dificultades educativas se atribuyen a los déficits del alumnado, lo que ocurre es que
dejan de considerarse las barreras para el aprendizaje y la participación que existen en todos los
niveles de nuestros sistemas educativos y se inhiben las innovaciones en la cultura, las políticas y
las prácticas escolares que minimizarían las dificultades educativas para todo el alumnado. (Booth
y Ainscow, 2002, Págs. 20 - 22).
Las barreras pueden coexistir en tres dimensiones:
En el plano o dimensión de la cultura escolar (valores, creencias y actitudes compartidas).
En los procesos de planificación, coordinación y funcionamiento del centro (proyectos educativos y
curriculares, comisiones y equipos, dirección y consejo escolar, horarios, agrupamientos,
distribución de recursos, etc.
En las prácticas concretas de aula, metodología de enseñanza, tipo de interdependencia entre los
alumnos, prácticas evaluadoras, recursos, etc.
Muchas de las barreras están fuera de la escuela. Se encuentran al nivel de las políticas
nacionales, en los sistemas educativos, en los sistemas de formación del profesorado, en los
presupuestos y en los recursos. Es decir, muchos de los recursos necesarios para desarrollar una
educación inclusiva están fuera de la escuela ordinaria y del aula. Están por ejemplo, en las
familias y en las comunidades. También es necesario recordar que las barreras que debemos
analizar no son sólo aquellas que puedan limitar el aprendizaje y la participación de los alumnos,
sino también, las que afectan al profesorado y al resto de las personas que conviven y participan
de la vida de un centro escolar. Incluso podríamos decir que si unos y otros no son los primeros en
sentirse acogidos, valorados y respetados por los demás, difícilmente podrán desarrollar su trabajo
en condiciones favorables para promover el aprendizaje y la participación de sus alumnos. La
ausencia de un política de acogida a los nuevos miembros de un equipo docente, la
descoordinación del trabajo, las relaciones de hostilidad o aislamiento, la falta de incentivos
internos o externos son, entre otros, obstáculos o barreras que condicionan negativamente el
trabajo docente.