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BENITO RODRÍGUEZ, JOSÉ ANTONIO

Alumno David Salazar Pantoja


4° de Teología

EL PADRE JOSÉ DE ACOSTA Y LA EVANGELIZACIÓN EN EL PERÚ

1. PROFUNDO CONOCEDOR DE LA REALIDAD AMERICANA

En el proceso de configuración de su identidad, hubo una serie de personajes que, por su labor
apostólica, su aporte intelectual o su testimonio de vida, jugaron un rol destacado. Una de esas grandes
figuras para el Perú es precisamente el padre José de Acosta, S.J. (1540-1600). Se trata de uno de los
más insignes y preparados intelectuales españoles que arribaron a nuestras costas en el siglo XVI.

Se formó en la Escuela de Salamanca de Francisco de Vitoria, con el peso de sus propios desarrollos al
adecuar los principios a la realidad americana, la fecundidad intelectual católica española. Sabe
distinguir y hermanar los derechos de los indios y de los españoles y busca aplicar las leyes de Indias,
leyes que de ser cumplidas cabalmente, evitarían muchos de estos abusos, pues “lo que más importa,
las leyes de nuestros católicos reyes, señalan otra muy diferente manera de conducta, las cuales es
justo obedecerlas”. Conocer la cultura india es la mejor forma de lograr esto, pues sólo así se podrá
valorar y divulgar sus rasgos, “dignos de admiración”, combatiendo a aquellos que tienen a los indios
por “gente bruta y bestial y sin entendimiento o tan corto que apenas merecen ese nombre”, opinión
dañosa que sirve únicamente de pretexto para poder explotarlos inicuamente.

2. REFERENCIAS BIOGRÁFICAS

Varios autores han intentado reconstruir su biografía y, si bien la mayoría coincide en lo principal,
existe cierta confusión en algunas fechas, encuentros y actividades. José de Acosta nació a fines de
setiembre o principios de octubre de 1540 en la ciudad (Valladolid, Castilla – León) de Medina del
Campo. Por esas fechas, el 27 de setiembre, el Papa Pablo III confirmó el establecimiento de los
Clérigos de la Compañía de Jesús, Orden a la que luego pertenecería Acosta. A los once años, en 1551,
José ingresa al Colegio que la Compañía de Jesús fundara en Medina del Campo ese año. El 10 de
setiembre de 1552 se traslada a Salamanca por un mes para realizar los Ejercicios Espirituales de San
Ignacio.

Se ordenó sacerdote en Toledo el año 1566. Consiguió por fin el destino al Perú en 1571 y llegó a
Lima el 27 de abril de 1572. Durante sus catorce años peruanos fue catedrático en San Marcos, predicó
intensamente, gobernó la Compañía como segundo provincial de 1576 a 1581, colaboró en el Concilio
Limense III, redactó el catecismo en castellano. Hizo muchos viajes al Cuzco, Arequipa, La Paz, La
Plata, Potosí. Más tarde vivió un año en México de vuelta a España y por dos veces viajó a Roma.
Entonces escribió o recompuso sus dos obras más importantes. Finalmente es convocado por Dios a su
presencia el 15 de febrero de 1600, a los 59 años de edad y después de 48 en la Compañía de Jesús.

3. OBRAS DE PADRE JOSÉ DE ACOSTA

 De procuranda Indorum salute (1588) es un tratado misionero a favor de los Indios y de su


evangelización pacífica, con un juicio positivo de los mismos, pero sin negar y lamentar los
negativos.

 Historia natural y moral de las Indias (1590) desvela, analiza y explica la naturaleza americana
con profundidad e intuiciones felices. Fue un auténtico investigador, dueño además de un estilo
humanista, pulcro y terso en los siete libros o partes de esta obra, que constituye un modelo de
prosa didáctica.

4. EL PADRE ACOSTA Y EL TERCER CONCILIO LÍMENSE

Para entender la importancia del padre Acosta en la historia peruana y latinoamericana, es necesario
detenerse a examinar el papel fundamentalísimo que cumplió en el Tercer Concilio Provincial
Límense. El influjo de dicho Concilio en la evangelización de América española fue muy vasto. El
peso de este Concilio se descubre asimismo por la importancia de los participantes en el mismo, pues
“no se había logrado en Lima, ni volvería a darse en siglos, una concentración de obispos tan
numerosa”.

Para seguir la huella de la relación entre el Tercer Concilio Límense y el padre Acosta, podemos decir
que, en primer lugar, su presencia en la primera Congregación provincial jesuita y sus reflexiones (que
habrían de aparecer impresas en De procuranda, Indorum salute) fueron dando forma a lo que serían
sus aportes y contribuciones en las discusiones conciliares. En segundo lugar, durante el Concilio tuvo
muchas intervenciones en las que brilló como el principal consultor y teólogo del mismo. En tercer
lugar, fue el responsable de la redacción de los complementos pastorales del Concilio, como los
Catecismos y el Confesionario para curas de indios. En cuarto lugar, veló por la publicación de todos
los documentos del Concilio. Y finalmente, ante la refutación que tuvo el Concilio por parte de
algunos obispos americanos, veló personalmente ante el rey español y ante el Papa por su aprobación.

El padre Acosta fue teólogo consultor, predicador oficial para las sesiones públicas y solemnes, junto
con el Obispo de La Imperial (en el Chile actual), fray Antonio de San Miguel, y como tal, expositor
de los decretos aprobados. Predicó en la sesión inaugural del 15 de agosto de 1582 y en la ceremonia
de clausura que se celebró en la Catedral el 18 de octubre de 1583. Fue el encargado de redactar las
actas a lo largo de todo el Concilio. Finalmente, durante las discusiones del Concilio, el padre José de
Acosta fue quien confeccionó los decretos del mismo, que luego serían sometidos a votación de los
Padres conciliares. A pesar de algunos inconvenientes iniciales, y gracias al apoyo de Santo Toribio,
del General de los jesuitas, el padre Claudio Acquaviva, y del rey de España, al que se añadieron las
dotes personales del padre Acosta, en muy corto tiempo, y con pequeñas y secundarias modificaciones,
finalmente se aprobaron los textos conciliares el 31 de octubre de 1588.

5. CONCLUSIÓN

Como hemos podido apreciar a lo largo de este rápido recorrido, la labor del padre José de Acosta
constituye sin lugar a dudas un aporte fundamental en la evangelización constituyente de
Latinoamérica. Sus dotes personales, su visión clara de la realidad desde la fe de la Iglesia, su
conocimiento profundo y de primera mano del mundo indígena, su conciencia de la necesidad de
Evangelizar desde un auténtico humanismo cristiano, le permitieron elaborar propuestas de
evangelización, civilización y promoción humana que han dejado honda huella en el Perú.

BIBLIOGRAFÍA:

Rubén Vargas Ugarte, “Historia de la Iglesia en el Perú”, 1511 – 1568, Tomo I, Perú.
José A Dammert Bellido, “V Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América”, CELAM,
Bogotá 1987.
Enrique Fernández García, “Perú Cristiano”, PUCP, 200
VV.AA. “Historia General de la Iglesia en América Latina”, Tomo VIII, Ed. Sígueme, 1987.
VV.AA. “Raíces Católicas del Perú”, ed. Vida y Espiritualidad, 2001.

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