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José Mr González Rui;

La Iglesia
a la Intemperie
Reflexiones
postmodernas
sobre la Iglesia
Sal Terra

Presencia*
Colección «PRESENCIA TEOLÓGICA» JOSÉ M.a GONZÁLEZ RUIZ

27

LA IGLESIA
A LA INTEMPERIE
REFLEXIONES POSTMODERNAS
SOBRE LA IGLESIA

Editorial SAL TERRAE


Santander
ÍNDICE

Págs.

PROLOGO 7
INTRODUCCIÓN 17
¿Amar todavía a la Iglesia? 17
¿Involución en la Iglesia española? 20
La utopía conciliar 24
La Iglesia española 26
Conclusiones 28

I
LECTURA BÍBLICA DE LA IGLESIA
1. LA LECTURA DE LA BIBLIA: ¿IDEALISTA O MATE-
RIALISTA? 33
Engels y Kautski: «Salvación cristiana como superes-
tructura ideológica» 34
Una lectura materialista de la Biblia 37
Por una lectura bíblica desideologizada 40
2. EL PROYECTO DE JESÚS FRENTE A LA SOCIEDAD
HUMANA 45
Un proyecto mayéutico 46
Una vacuna contra los utopismos 48
Un proyecto siempre ambiguo 51
3. ¿IGLESIA-COMUNIDAD O IGLESIA-INSTITUCIÓN? ... 55
El cubo de basura y el diamante 59
4. ¿IGLESIA O COMUNIDADES? 63
Dialectización Iglesia-comunidades 64
La eclesialización, bloqueada por la «tingladización» ... 69
© 1986 by Editorial Sal Terrae Iglesia cristiana frente a Iglesia marxista 73
Guevara, 20 5. IGLESIA-EVANGELIO FRENTE A IGLESIA-LEY 77
39001 Santander Ley 79
España Evangelio 84
Diferencia específica: La ley al servicio del hombre y de
la fe 86
Con las debidas licencias y Conclusión 90
' 6 . MODELOS DE IGLESIA EN EL NUEVO TESTAMENTO 93
Impreso en España. Printed in Spain 1. El Israel según la carne 93
2. La Iglesia-pueblo-de-Dios entre todos los pueblos ... 95
, 3. La cristiandad, o distorsión del p u r o modelo eclesial 101
ISBN: 84-293-0747-8 Depósito Legal: SA. 299 -1986 • 7 . LA IGLESIA EN ACTO, O LA EUCARISTÍA 105
«Recordar al Mesías» es evocar y realizar su liberación . 106
A. G. «Resma» - Prolong. M. de la Hermida, s/n - Santander 1986 • La Eucaristía, sacrificio de todos los sacrificios 111
Págs.
II
IGLESIA «VERSUS» MUNDO
/%. JESÚS Y EL PODER ESTABLECIDO 119
Colaboracionistas y resistentes 119
La tentación de Jesús 122
Jesús, condenado por nacionalistas e imperialistas 126
Conclusión 131
9. MANIPULACIÓN EN LA IGLESIA 133
La primera manipulación: un cristianismo judaizante ... 133
¿Dos maneras de transmitir el evangelio? 137 PROLOGO
Ambigüedades de la «teología política» 139
¿Sociedad laica o nueva cristiandad? 142
10. ISRAEL: ¿CONVERTIDO EN EGIPTO? 145 Aunque a primera vista lo parezca, no es ninguna pre-
El Éxodo, invertido 146
La egiptización de la Iglesia 148 tensión el llamar «postmodernas» a estas breves reflexio-
A) En la «faraonización» de los ministerios 149 nes sobre la Iglesia. Y me explico con la mayor claridad
B) En la esclavitud intraeclesial 149
C) En el imperalismo ecuménico 151 posible.
La Iglesia como congregación 152 Cuando, hace aproximadamente veinte años, él teólo-
A) Convocada directamente por Jesús, Hijo de
Dios 152 go baptista norteamericano Harvey Cox publicó su libro
B) Alentada horizontalmente por el mismo y único «La ciudad secular», se produjo una gran conmoción no
Espíritu 153
Conclusiones 153 sólo en los diversos ámbitos confesionales cristianos, si-
A) La inversión del Éxodo 154 no en el propio campo del pensamiento contemporáneo.
B) La egiptización de la Iglesia 154
C) ¿Un cristianismo por libre? 156 Ahora el propio Cox acaba de publicar un libro fascinante
11. LOS DERECHOS HUMANOS EN LA IGLESIA 159 que se titula «La religión en la ciudad secular»} Aquí
Fundamentación teológica 159
Derechos humanos y carismas eclesiales 161 constata lo que entonces no se podía ni siquiera soñar.
12. LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTI- Por eso, sus definiciones a este respecto nos resultan muy
CIA AL PUEBLO 165
Los dioses vestidos de paisano 167 valiosas: para el teólogo norteamericano, el mundo mo-
Frente a los dioses, los pobres 171 derno fue el mundo de los Estados nacionales sobera-
La denuncia profética: ¿pasada de moda? 175
nos, la mayor parte de los cuales no representaban, hace
tan sólo doscientos años, la configuración que actualmen-
III
te presentan. Fue también la edad de la tecnología cien-
IGLESIA Y MUJER tífica, que, a pesar de que sus raíces se remontan al Re-
13. LA IGLESIA Y «LA MUJER» 185 nacimiento, alcanzó su punto culminante más o menos
Nacido de mujer = nacido bajo la ley 189 en el mismo período (los dos últimos siglos). Fue tam-
La virginidad, «impura» y humillante 191 bién la era no de la no-religión, sino de la religión trivia-
Conclusión: la mariología nace en el marco de la kénosis 195
14. LA IGLESIA Y «LAS MUJERES»: SEXO Y MUJER EN lizada e inocua. Quienes regían el mundo, aunque en prin-
EL «CORPUS» PAULINO 197 cipio intentaron desembarazarse totalmente de la reli-
Pablo, ¿un misógino? 198
Dialéctica entre utopía y coyuntura 202
Paridad de derechos sexuales 205 i Ed. Sal Terrae, Santander 1985.
San Pablo y las mujeres 209
8 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE PPROLOGO 9

gión, acabaron arreglándoselas para hacer uso de ella «la historia de la Iglesia católica respecto del proceso de
como un simple instrumento con fines seculares, espe- la modernidad ha sido negativa: se ha opuesto a su desa-
cialmente el del mantenimiento de la virtud personal y rrollo (contrarreforma, contrailustración, contrarrevolu-
del orden público.2 ción, restauración y romanticismo)». Eso sí, «a la altura
Lo postmoderno seria, pues, el negativo dé lo moder- de nuestro tiempo sabemos muy claramente que no poco
no. Olegario González de Cardedali asegura que «la pér- en la modernidad ilustrada era progreso y humanización.
dida de la fe en la razón lo llaman ahora postmoderni- Al contrario, su dialéctica ha mostrado la irracionalidad
dad». Yo añadiría que no es simplemente pérdida de fe y deshumanización que la corrompían. La absolutización
en la razón, sino pérdida de fe en la razón considerada de la modernidad y su progreso nos ha conducido ante el
como diosa, como absoluta, como monopolizadora de to- precipicio de la catástrofe. Hay razones para ser muy
das las virtualidades de la dinámica humana. El viejo fi- críticos con la modernidad»!'
lósofo de la ciencia Karl Popper lo acaba de describir Con respecto a la fe religiosa (cristiana), la moderni-
con rotundidez: dad ha pretendido ponerla fuera de combate relativizán-
«Todo hallazgo, todo hallazgo técnico verdaderamen- dola y privatizándola. Nosotros, los españoles, que siem-
te nuevo convierte en falsa una teoría hasta entonces pre vamos atrasados con respecto al mundo occidental,
verificada, o sea, la teoría de que una determinada co- todavía estamos sufriendo las consecuencias de esta pos-
sa no se da y no puede darse. Que no se pueda hablar a tura orgullosa de la ya casi periclitada modernidad.
distancia, o sea, que no pueda existir un teléfono, ha O. González de Cardedal lleva razón al reducir a tres
sido verificado inmediatamente tras el hallazgo del telé- formas principales aquéllas en las que se produce en nues-
fono. Lo mismo vale para la idea de que los hombres no tros días esa privatización y relativización:
habrían podido volar. Esto significa, por lo tanto, que —Haciéndose perdonar el ser cristiano;
toda teoría basada sobre el hecho de que no existe una —relativizando la pertenencia a la Iglesia, a la vez
cosa es verificada negativamente cuando tal cosa viene que poniéndola bajo sospecha y tomando distancias res-
a la existencia. Toda novedad en el mundo convierte en pecto de ella;
falsa una teoría hasta entonces confirmada, aun cuando —y, finalmente, seleccionando sus contenidos dogmá-
esta teoría no haya sido expresamente formulada».'1 ticos y normas morales en función de la propia inserción
social, pertenencia política y situación profesional, al si-
Si por modernidad entendemos esa época en que la
lenciar todo lo que no encaje con las propias primacías
Razón se hizo levantar altares por doquier, hemos de re-
o predilecciones personales, consideradas como incues-
conocer que la Iglesia no ha estado a la altura de sus
tionables.7
posibilidades. Como reconoce muy bien J. M. Mardones,5
Partiendo de aquí, veremos cómo la teología postmo-
derna pone entre paréntesis (un paréntesis relativo, una
2 H. COX, op. cit., p. 179. especie de hipótesis de trabajo) la premodernidad y la
s La gloria del hombre, BAC, Madrid 1985, p. 249. postmodernidad. Dicho más claro: la era preconstantinia-
4
K. POPPER, Societá aperta, universo aperto, Ed. Borla,
Roma 1984, p. 40.
5
Sociedad moderna y cristianismo, Ed. Desclée de Brouwer, « Ibid.
Bilbao 1985, p. 173. i O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, op. cit., p. 252.
10 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE PPROLOGO 11

na y la era posconstantiniana. Esta actitud hace que la temo» de carácter creativo. El «proletariado interno» es
teología postmoderna conjugue fácilmente el retorno a como un elemento o grupo social que en algún modo está
las fuentes, sobre todo bíblicas, con el cotejo de las ex- «en» pero no es «de» una seociedad dada en la etapa de la
periencias sagradas y seculares que ofrece la cultura den- historia de esta sociedad. La verdadera característica del
tro de la cual se mueve: proletariado, así entendido, no es ni la pobreza ni la huma-
«La Iglesia tiene siempre dos tareas sagradas que van nidad de nacimiento, sino la conciencia —y el resentimien-
en distinta dirección: una que consiste en un perenne re- to que le inspira esa conciencia— de haber sido deshere-
torno a las fuentes particulares (Palestina, Biblia, Iglesia dado de su lugar ancestral en la sociedad.
primitiva, lesús y Pablo), y otra que consiste en la mos- Este «proletariado interno» es como una célula ger-
tración de la validez universal y de la significación para minal, normalmente inspirada por una visión religiosa,
cada tiempo de aquellas experiencias hechas por hom- que se convierte en un feto y va creciendo dentro del Es-
bres particulares en una cultura particular».* tado, pero que es lo suficientemente independiente de éste
La desacralización de los sustitutos de lo divino (Ra- como para poder sobrevivir y, a la larga, constituye el
zón, Ciencia, Técnica) ha producido en el hombre postmo- núcleo espiritual de la subsiguiente civilización. A este
derno un vacío que intenta llenar con una mirada nos- propósito dice Coxu que, para hacernos alguna idea de
tálgica al Oriente. Por eso hay que decir con Cox9 que lo que nos espera a continuación, debemos concentrar
Bonhoeffer se equivocó al prever una era totalmente nuestra atención no en los brontosaurios, sino en las pe-
«postreligiosa». Por eso la tarea de una teología postmo- queñas y más ágiles marmotas, que, de lo contrario, po-
derna no consiste en elaborar una interpretación a-reli- drían pasarnos inadvertidas.
giosa del cristianismo, sino en recuperar la verdadera fi- Para terminar esta primera parte de presentación de
nalidad del mismo, superando la degradada condición de cómo podría ser una teología —y una eclesiología— post-
medio consciente de autodisciplina personal y de control moderna, cito un párrafo del viejo cardenal vienes Franz
social en que la ha sumido la modernidad. Koenig, una de las glorias del Concilio Vaticano II, que
De ahí que todos los indicios apunten a que la religión recientemente ha reconocido que, por una vez, la. Iglesia,
desempeñará en el mundo postmoderno un papel mucho dando un salto desde su postración en la modernidad, se
más importante que el que desempeña en el mundo «se- ponía a la cabeza de la postmodernidad. He aquí sus pa-
cularizado», donde solamente ha sobrevivido como le- labras:
gitimadora domesticada de las clases dominantes. «Al comienzo de la década de los sesenta (adonde di-
Pero de aquí en adelante se prevé una correlación dis- rigen hoy muchos su mirada para valorar el verdadero
tinta, según la perspectiva del historiador británico alcance de la revolución que supuso, y que quedó agosta-
A. Toynbee.10 A saber: cuando una civilización mundial da por el apresuramiento de los años setenta), la Iglesia,
llega a la senilidad, hace su aparición un «proletariado in- en contra de lo que había hecho en él pasado, anticipó
los tiempos nuevos, tratando de procurarse —y fue la
s Ibid., p . 107. única sociedad humana que lo hizo— una nueva estruc-
» Op. cit., p. 193. tura interna (colegialidad y pueblo de Dios), de sentar
i" Estudio de la Historia, vols. V-VIII, Alianza Editorial, Ma-
drid 1970, pp. 35 ss.
ii Op. cit., p. 182.
12 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE PPROLOGO 13

las bases para superar definitivamente las divisiones en- claro qué es amar a la Iglesia y si todavía es posible ha-
tre los cristianos (ecumenismo), de reconocer lo positivo cerlo hoy, hacemos un breve recorrido por la situación
de otros creyentes en Dios (otras religiones) y de recono- actual de la Iglesia española.
cerse a sí misma como realidad inserta en la historia, lo La primera parte se dedica a desbrozar el camino. En
cual la llevó a acabar reconociendo como algo positivo estas reflexiones postmodernas sobre la Iglesia hemos
en sí mismo el acaecer histórico (Gaudium et spes) y a visto cuan esencial es la referencia a los orígenes, sobre
afirmar, consiguientemente, la libertad religiosa. A vein- todo bíblicos. Por eso nos demoramos en subrayar los te-
te años de aquel acontecimiento, cuando precisamente mas más sobresalientes que en ciertas lecturas contem-
la historia reflexiona con mayor serenidad sobre aquellos poráneas de la Biblia se presuponen para otear el pano-
años, ¿cómo es posible que en la Iglesia, que entonces rama primitivo eclesial.
supo anticiparse, se esté instalando hoy una sensación A continuación nos preguntamos si efectivamente Je-
de miedo ante el rumbo —a veces ciertamente catastró- sús tuvo un proyecto frente a la sociedad humana, por-
fico, no puede negarse— que la postmodernidad está asu- que solamente así se podría hablar de un vínculo histó-
miendo; una sensación de miedo que desearía que la Igle- rico entre la primitiva comunidad y el propio Jesús. Efec-
sia se arrepintiera de aquella apertura de entonces y vol- tivamente, ese proyecto aparece en el Nuevo Testamento
viera a tomar en sus manos el arma de la condena? Es con una novedad respecto de la «iglesia teocrática» del
menester, por el contrario, adaptar el pensamiento de en- judaismo. Era un proyecto, de alguna manera, «secula-
tonces a la nueva realidad, en lugar de proceder casi ex- rizador», porque el Reino de Dios nunca se confundiría
clusivamente a la autocrítica. La Iglesia debe, en efecto, con el «saeculum»: siempre lo adelantaría y lo trascen-
avanzar y renovar el espíritu del Concilio; pero refor- dería.
mándolo hacia adelante, no repensándolo con temor, por- Sin embargo, creemos que en los evangelios y en el
que el cambio producido entonces constituye un hito irre- resto del Nuevo Testamento hay ya los elementos sufi-
nunciable. El discurso del Papa Juan contra quienes pro- cientes para pensar en la Iglesia como una «institución»
fetizan desdichas sigue conservando hoy toda su va- que, lógicamente, es siempre comunitaria.
lidez».12 Pero, siendo así que a lo largo de la historia la Iglesia
Del brazo del viejo cardenal Koenig nos introducimos se ha superestructurado, hasta convertirse en una temi-
en este tipo de reflexiones postmodernas sobre la Iglesia, ble rival del «saeculum», en los momentos de crisis los
teniendo siempre en cuenta, por una parte, los grandes cristianos, nostálgicos de sus orígenes, se preguntan si
y eternos puntos de referencia, sobre todo neotestamen- frente a esa Iglesia monolítica, brontosáurica, no habría
tarios; y, por otra, la realidad social, política y económi- que oponer una floración de comunidades más a nivel
ca en la que vivimos no sólo los hombres en general, sino humano. La respuesta nos la da el Nuevo Testamento al
los pobladores de esta vieja península ibérica. ofrecernos el proceso de dialectización entre la Gran Igle-
Después de una introducción, en la que se deja bien sia y las comunidades periféricas, evitando siempre todo
maniqueísmo, tanto a favor de un extremo como de otro.
12 F. KOENIG, Chiesa, dove vai?, Ed. Borla, Roma 1985, En este movimiento de babor a estribor que caracte-
pp. 110 s. (Trad. cast.: Iglesia, ¿adonde vas?, Ed. Sal Terrae, San- riza a la Iglesia histórica, e incluso a la misma eclesiolo-
tander 1986, p. 102). gía, tenemos en el Nuevo Testamento, sobre todo en la
PPROLOGO 15
14 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

teología paulina, un gran punto de referencia: redescu- rondo a los «dioses vestidos de paisano» y optando por
brir la verdadera Iglesia en el Evangelio frente a la Ley. los pobres, pueda seguir siendo una auténtica denuncia
Para mayor claridad en esta referencia eclesial, da- prof ética, que quizá tenga que dirigirse a los que todavía
mos un repaso a los principales modelos de Iglesia que, ayer pertenecían al mundo de la «contestación».
a la luz del Nuevo Testamento, se pueden ofrecer: el Is- La tercera y última parte la hemos centrado en un
rael según la carne, la Iglesia pueblo de Dios entre todos problema que preocupa a nuestros contemporáneos: la
los pueblos y la contra-iglesia o futura «cristiandad». Iglesia y la mujer.
Finalmente, para captar lo más específico de la Igle- En primer lugar, hemos acudido a uno de los «altos
sia en el Nuevo Testamento, la sorprendemos en su pro- lugares» —si no el que más— de la mariología neotesta-
pia dinámica, donde de alguna manera se va haciendo a mentaria, descubriendo cómo Pablo ubica el papel de Ma-
sí misma: en la reunión eucarística. ría —«la Mujer»— en el marco soteriológico de la «ké-
Después de este excursus sobre la Iglesia en sí misma, nosis», con la subsiguiente exaltación que ésta comporta.
nos asomamos, en la segunda parte, a la Iglesia dirigida Y en segundo lugar, siguiendo también la teología
al mundo. paulina, descubrimos con sorpresa cómo, para Pablo, las
Como siempre, hay que despejar incógnitas. Para ello mujeres eran tan importantes en la comunidad eclesial
estudiamos la actitud del propio lesús sobre aquello que que alguna vez una de ellas recibe la denominación de
más caracteriza al mundo: el poder establecido. «apóstol».
A continuación nos demoramos en el paso siguiente,
a saber; aun cuando en el caso de que, en el punto de par-
tida, la Iglesia pretenda guardar las distancias frente a
los poderes, éstos pretenderán siempre manipularla: des-
de la imposición judaizante de la primera comunidad has-
ta la hábil canonización que la sociedad laica está dis-
puesta a hacer de la Iglesia.
Siguiendo esta misma línea, ahondamos en los proce-
sos distorsionadores a los que es sometida la Iglesia. Pa-
ra ello recordamos cómo está siempre presente la recon-
versión de la mística liberadora del Éxodo, con la consi-
guiente «egiptización» de la Iglesia.
En este proceso de «egiptización» se comprende esa
antinomia que aparta de la Iglesia católica a tantos cris-
tianos que estarían dispuestos a entrar en ella. Se trata
de los derechos humanos en la misma Iglesia, sobre to-
do el de ¡a libre expresión y el de la defensa propia.
Finalmente, aterrizamos en lo que podríamos llamar
carné de identidad eclesial hoy y aquí. Se trata de ofre-
cer al pueblo actual una buena noticia que, desenmasca-
INTRODUCCIÓN

¿Amar todavía a la Iglesia?

A esta pregunta hay que responder, en primer lugar,


distinguiendo lo que entendemos por «iglesia»: en el Nue-
vo Testamento la palabra tiene dos acepciones totalmen-
te diferentes, pero dialécticamente conectadas entre sí.
En los grandes textos de inspiración paulina (Ef y Col)
y en el Apocalipsis, por «iglesia» se entiende el gran pro-
yecto de Dios de «convocar» a toda la humanidad para
una salvación por encima de todo, incluso de la muerte.
En castellano podríamos traducir aproximadamente por
«convocatoria»: es la utopía eclesial, a la que hay que
irse aproximando. De ella se dice que es santa, inmacu-
lada, esposa del Cordero, etc. En ella pensamos cuando
decimos, en el credo, que «creemos en la santa Iglesia
apostólica». A esta Iglesia hay que tenerle un amor sin
límites: es lo mismo que amar a Dios; es el proyecto que
Dios más acaricia, mucho más que el primer proyecto
de creación.
Pero también «iglesia» en el Nuevo Testamento signi-
fica la comunidad concreta en el tiempo y en el espacio,
compuesta de seres humanos que se reúnen para celebrar
la memoria de Jesús resucitado. En este sentido, «amar
a la Iglesia» significa preocuparse por que esa realidad
coyuntural e histórica se aproxime lo más posible a la
utopía, que los otros textos del Nuevo Testamento nos
18 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE INTRODUCCIÓN 19

describen tan al pormenor. Y si para amar a la «comuni- hoy para amar a la Iglesia y cómo las integramos, las
dad eclesial», a la que pertenecemos, tengo que «repro- superamos o nos debatimos con ellas, hay que dar la si-
char a Cefas, porque es digno de reproche» (Gal 2, 11), guiente respuesta: para amar a la Iglesia-que-debería-ser
sería un traidor a mi compromiso eclesial si no lo hi- no encontramos dificultad alguna: es una enorme ilu-
ciera. sión. Pero para amar a la Iglesia-que-es nos tropezamos
Desgraciadamente, la tergiversación de la iglesia, que con obstáculos que sólo se superan mediante una inter-
de «comunidad» («koinonía») se convirtió (sobre todo a vención poderosa de la gracia de Dios (que, sin duda,
partir de Constantino) en «institución» (homologable a existe para todo aquél que la pide). La gran dificultad es
la sociedad profana), hace a veces muy difícil cumplir la falta de comunicación entre los miembros de la Igle-
con este deber de amor y, por rebote, produce un efecto sia y entre las diversas comunidades entre sí. No pode-
contrario: una especie de odio o desprecio. La «iglesia- mos comunicarnos fácilmente, dado que entre los mismos
institución» se ha contagiado de «poder» e impide el de- «ministros» se establece una especie de barrera ritual
sarrollo del modelo paulino de «cuerpo de Cristo». En que produce una neurosis muy extensa en una mayoría
efecto, la Iglesia es como un cuerpo con diversas funcio- de ellos. Recientemente se han hecho pruebas con novi-
nes o miembros. Todas ellas son necesarias, aunque di- cios o con seminaristas y se ha observado que al cabo
versas, pero también todas ellas están directamente ani- de cuatro años no había cambiado nada el test psicodi-
madas por el mismo y único Espíritu. Eso sí, hay una námico. Esto quiere decir que el vértice eclesial padece
función o carisma de la presidencia, como lo hay de la de infantilismo o de complejo edípico.
enseñanza, del servicio, de la interpretación o profe- Todo aquél que, aun partiendo de la base, es integra-
cía, etc. Pero sería monstruoso pensar que hubiera una do en una función de vértice, se ve constreñido a adoptar
«función-madre», que de su seno engendrara a todas las posturas teatrales, creadas por la artificialidad de la co-
demás. Por ejemplo, que el papa engendre a los obispos, municación entre los pastores. Esto se ve, sobre todo, en
los obispos a los presbíteros y éstos a los laicos. No: el lenguaje eclesiástico: hoy no interesan las encíclicas
en la comunidad eclesial (no «institucionalizada», aun- ni las pastorales de los obispos. Antiguamente, al menos
que sí organizada y vertebrada) las funciones o carismas, se las combatía; hoy ni se leen siquiera. Han dejado de
por muy vertebrados que estén entre sí, dependen todos interesar. Los que están fuera no entienden ese lenguaje
directamente del soplo del Espíritu. Por eso la función anacrónico. Los de dentro —los que no quieren salirse—
de la presidencia no puede a priori prescindir de cualquie- se acurrucan en un rincón y esperan que pase la tormen-
ra de las demás. Sin embargo, en nuestra Iglesia parece ta, pero siguen haciendo las cosas según su conciencia,
que los carismas, más o menos periféricos, han sido aho- acordándose de lo que San Pablo decía a sus «irreflexi-
gados por el megacarisma de la presidencia: en la Igle- vos» gálatas: «Aun cuando nosotros o un ángel bajado
sia hay unos pocos que hablan; el resto escucha. El po- del cielo os anunciara otro evangelio, sea anatema» (Gal
seedor de la función de la presidencia no se decide ver- 1,9). Es decir: hace poco, nada menos que en todo un
daderamente a escuchar (no de manera retórica, sino Concilio Ecuménico, bajo la sonrisa de un delicioso vie-
real), ya que es posible y probable que el Espíritu le diga jo creyente, que además era papa, se encendió una luz
cosas nuevas a través de los carismas periféricos. de esperanza en la Iglesia católica. Hoy, desde las mis-
Cuando se nos pregunta qué dificultades encontramos mas tribunas se nos empieza a predicar —aunque disi-
20 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE INTRODUCCIÓN 21

muladamente— «otro evangelio» diverso del que se nos puede evolucionar hacia un estado más deseable o menos
anunció entonces. deseable. Lo contrario de la evolución es el inmovilismo.
¿Qué hacer, sino apelar de esta Iglesia involutiva a Al llegar aquí, habría que hacer una crítica de la visión
aquélla otra iluminada por el esperanzador amanecer del de Teilhard de Chardin, que tanto entusiasmó y enarde-
Espíritu? En todo caso, hay que ser muy astuto —y al ció a la generación del Concilio. Según el sabio paleon-
mismo tiempo muy puro— para hacer esta difícil apela- tólogo jesuíta, la Historia camina siempre no sólo hacia
ción de Iglesia a Iglesia. La fe, la esperanza y una inten- adelante, sino hacia arriba: el proceso de hominización
sa vida de oración podrán hacer este milagro. implica un acercamiento, casi inevitable, a cotas más su-
E se non, no. blimes de la humanidad. Es un concepto optimista de la
Historia, paralelo al de Carlos Marx, aunque fundado en
una ideología antagónica.
¿Involución en la Iglesia española? En efecto, para Marx la Historia empieza con la su-
presión de clases y, fatalmente, desembocará en la edad
Hay palabras que se ponen de moda de tal manera de oro del comunismo, .atravesando la fase transitoria del
que llegan a ser opresivas. Es imprescindible tenerlas en socialismo. Para Marx y sus seguidores la Historia es
cuenta y dar buena razón de su contenido. Una de ellas una categoría casi divina que camina hacia adelante y
es «involución». Según el diccionario, es simplemente hacia arriba. El Materialismo Histórico funciona casi me-
«evolución regresiva de un órgano o de una función». cánicamente en el interior de la Historia para llevarla a
Por eso, cuando hablamos de «involución de la Igle- su plenitud. Esta coincidencia de cosmovisiones es la que,
sia española», no podemos generalizar; tenemos que se- sin duda, causó un choque frontal entre dos magnitudes
ñalar los órganos y las funciones de los que se sospecha numinosas que se presentaban como absolutas: cristia-
se encuentran en proceso involutivo. Es imposible que nismo y marxismo.
un colectivo tan complejo y tan plural como la Iglesia Pero, una vez pasados los años de la embriaguez re-
(sobre todo en España) esté toda ella en estado de invo- volucionaria marxista (Revolución de Octubre, Maoísmo,
lución. Castrismo, Mayo francés 1968, Primavera de Praga), los
Antes de aparcar en los órganos o funciones supues- soñadores se restriegan los ojos y se encuentran con una
tamente regresivos, tenemos que subrayar que, para que realidad pedestre que no tiene nada que ver con las pre-
haya «regresión», es necesario que previamente haya ha- dicciones, pretendidamente científicas, de los años de lu-
bido una «evolución». Y aquí podemos sufrir un espe- cha y rebeldía. Y así surgen los «desencantados» de fina-
jismo. les de los años setenta. El comunista alemán Rudolf
En general, el punto de referencia, tanto para la evo- Bahro inventa felizmente la etiqueta de lo que ha sido
lución como para la involución de la Iglesia, es el Con- el engendro del despertar: el «socialismo real». La reali-
cilio Vaticano II. Por eso tenemos que dejar bien claro dad ha sido simplemente... el parto de los montes.
si tal o cual órgano o función de la Iglesia experimentó, Y ahora vienen los investigadores. Lo primero que se
a partir del Concilio una verdadera y auténtica evolución. pone por delante es la palabra «involución»: las revela-
Y aquí hay que distinguir mucho. La evolución no nece- ciones no han seguido su trayectoria inicial, sino que han
sariamente implica mejora, sino paso hacia adelante: uno sido «regresadas» a estadios previos, con las terribles
22 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE INTRODUCCIÓN 23

consecuencias que esto implica: revanchas, desilusiones, liturgias hebreos, tan útiles para nuestra lectura del An-
desencantos, derrota... tiguo Testamento. Pues bien, cuando ya había acabado
Otros, los «reaccionarios», dan una explicación dife- la Segunda Guerra Mundial y se había instaurado la de-
rente: las supuestas revoluciones no lo eran sino verbal- mocracia en Italia, un día recibí, amablemente dedicado
mente: la rebelión contra el orden establecido, contra el por el autor, un libro italiano que se titulaba «Mi encuen-
«ancien régime», se paga muy cara, y ahora hay que re- tro con Cristo». El autor se llamaba entonces «Eugenio»
construir pacientemente todo lo previamente destruido Zolli: era el antiguo «Israel» Zolli, que se había bautiza-
por los locos soñadores de la Revolución. do en la Iglesia católica con el nombre de Eugenio en
A nivel eclesial, las cosas han pasado de manera muy agradecimiento a lo mucho que hizo por los judíos de
parecida, y seríamos injustos si la involución de la Igle- Roma un tal Eugenio Pacelli, por otro nombre Pío XII.
sia la analizáramos como un fenómeno solitario sin re- Con esto se demuestra que el maniqueísmo es abso-
lación con el contexto histórico en que se desenvuelve. lutamente falso: por eso, yo no puedo aceptar toda la
Los años preconciliares se caracterizaron por un pre- propaganda de la película «El Vicario», que le atribuía a
dominio de la escatología: se esperaba mucho y se aguar- Pío XII negligencia en-su actitud con los judíos. El testi-
daba demasiado. Se soñaba con una Iglesia absolutamen- monio de aquel santo varón, Israel-Eugenio Zolli, era pa-
te pura y sin mancha. La represión eclesial, sobre todo ra mí mucho mayor: una vez más, la para-historia es su-
en el ámbito de la investigación bíblica, había llegado a perior a la historia que se pretende oficial e infalible.
límites difícilmente tolerables: solamente se encendió En este caso había habido una verdadera «evolución»
una luz de esperanza cuando un papa, catalogado como en una cosa tan impensable como era el vértice vaticano.
reaccionario y autócrata, publicó una encíclica dando luz Otra vez me encontraría con inmovilismos cercanos al
verde a los estudios bíblicos. La encíclica se llamaba «Di- terror ideológico. Y precisamente fue durante los dos pri-
vino aflante Spiritu», y el papa era... Pío XII. Nuestra meros años de Juan XXIII, cuando los biblistas fuimos
inclinación congénita al maniqueísmo nos hace ver el objeto de escrupulosas pesquisas y estuvimos a punto de
mal absoluto y el bien absoluto, cada uno vinculado es- perecer en las hogueras —ya entonces simbólicas— del
trechamente a una persona, situación o tiempo. Pío XII Santo Oficio.
es estudiado por los historiadores, y éstos hacen el jui-
Pero, poco después, el viejo papa Juan, escuchando
cio que creen oportuno. Pero yo, que de su imagen auto-
crática no guardo muy buenos recuerdos, tengo que reco- una extraña voz del cielo, desempolvó la vieja praxis de
nocer dos cosas: a) que me libró de la hoguera inquisi- los Concilios Ecuménicos, y surgió lo inimaginable: una
torial en mis estudios bíblicos, en los que pude avanzar asamblea de obispos católicos de todo el mundo que du-
con bastante osadía; y b) que me dio una gran lección rante cuatro años discutieron, con no poca actitud demo-
de ecumenismo a través del Gran Rabino de Roma. Efec- crática, los grandes problemas de la Iglesia en sí misma
tivamente, durante mis estudios en la Ciudad Eterna, an- y en su relación con el nuevo mundo en el que estaba
tes de la segunda guerra mundial, yo, como alumno del inmersa. Los que estábamos apuntados a herejes tuvi-
Pontificio Instituto Bíblico, frecuentaba la gran Sinago- mos la ocasión de ofrecer nuestras modestas «herejías»
ga del Tíber, cuyo rabino Israel Zolli nos recibía con una para que los Padres conciliares las purificaran con sus
exquisita amabilidad y nos permitía conocer los ritos y manos sagradas y las introdujeran en las actas oficiales.
24 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE INTRODUCC10N 25

La utopía conciliar res, seguros de que un día volverían a correr las aguas
por donde solían. Los fracasos de ciertas experiencias in-
El Concilio Vaticano II supuso para muchos el fin de novadoras fueron dando la razón a los «derrotados», los
la prehistoria y el comienzo de la Historia. Otra vez cris- cuales se iban fortaleciendo y agrupando, esperando el
tianos y marxistas iban paralelos. Pero la cosa no era momento oportuno.
así. En el Nuevo Testamento se nos habla constantemen- Pero hay, además, otra observación muy importante.
te de que, precisamente en los tiempos más avanzados Ciertos «progresismos» postconciliares lo eran solamente
de la historia, habrá «sucedáneos de Cristo», «falsos pro- en apariencia: yo suelo poner la comparación del ter-
fetas», que seducirán a muchos y reducirán el número del mostato. Hay aparatos que están previamente programa-
rebaño. Y, sobre todo, la Historia terminará de forma dos para que la temperatura no suba, por ejemplo, de
catastrófica: algo así como un cataclismo. La utopía neo- treinta grados; mientras va subiendo, creemos que se
testamentaria es «escatológica», es decir, se sitúa en la trata de un ascenso indefinido; pero cuando, en un cier-
otra orilla de la historia. El cristianismo es moderada- to momento, oímos el «clik» del termostato, nos damos
mente optimista y moderadamente pesimista. Según la cuenta de que no ha.habido «involución», sino simple-
parábola de Jesús, siempre habrá trigo y cizaña: «hasta mente cumplimiento de una previa programación.
el final de la Historia». El Concilio Vaticano II empujó a muchos semipro-
Pues bien, la gran ilusión de los conciliaristas les hi- gresistas a desarrollar aquella dosis de ascenso para la
zo suponer que ya estaba ganada la guerra. Los derrota- que estaban programados, pero no pudieron avanzar más.
dos tendrían que resignarse a morder el polvo. Teniendo Y a esto lo llaman «involución».
un Concilio Ecuménico como punto de partida, el pro- Yo creo que en poquísimos casos ha habido una ver-
gresismo se creía absolutamente dueño del campo. dadera «evolución regresiva» de ningún órgano o fun-
Pero la cosa no era así. Un Concilio, por muy progresis- ción de la Iglesia Católica con respecto a la realidad his-
ta que sea, es sólo una etapa en el zigzag del caminar de tórica del Concilio Vaticano II. Lo que ha pasado es mu-
la Iglesia, «casta meretrix» («casta ramera»), como la de- cho más dramático. A saber: había muchos católicos no
finió nada menos que San Agustín. La embriaguez de la «termostáticos» que, partiendo del Concilio, estaban dis-
«progresía» católica desbordó a veces los límites de la puestos no ya a cumplirlo, sino a superarlo. Hoy, dada
misma eclesiología neotestamentaria. A la Iglesia le ha- la aceleración de la Historia, los veinte años largos que
bía cogido el Concilio en un estado de infantilismo psí- nos separan del final del Concilio suponen toda una era
quico, cuyas causas son múltiples y han sido cuidadosa- completa de la historia de la Iglesia; por eso habría que
mente estudiadas por psicoanalistas concienzudos. Pues pensar en ir más adelante y más allá de las fronteras
bien, este infantilismo invadió también a la propia «pro- señaladas en el Vaticano II.
gresía» y la impulsó a llevar a cabo sueños magníficos Al contrario, lo que ha pasado es que el empuje vital
para los que la mayoría de los católicos no estaban del Concilio se ha esclerotizado al cabo de los años y se
maduros. ha convertido en ley. Muchos de los acusados de «invo-
Esto, lógicamente, produjo una violenta reacción en lucionistas» se defienden clamorosamente señalando los
los así violentados, que en un primer momento se reclu- textos conciliares y cotejándolos con las realizaciones
yeron en sus propias conchas esperando tiempos mejo- por ellos propuestas y llevados a cabo. Y llevan razón.
26 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE INTRODUCCIÓN 27

Pero no se trataba de crear una ley. El Evangelio es lo con- siempre condicionada por la coyuntural actitud del Papa
trario de una ley: no es que no la utilice, pero jamás la frente a los intereses nacionalistas de España.
congela. «El sábado está en función del hombre, no el Y así, cuando, a la muerte de Juan XXIII, eligen Papa
hombre en función del sábado» (Me 2,27). El Concilio al cardenal Montini, las propias clases dirigentes, tanto
Vaticano II, además de un conjunto de Decretos y de políticas como eclesiásticas, no ocultan su disgusto por
Normas, fue un espíritu; y este espíritu implicaba un tenérselas que haber con un «Papa enemigo de España».
constante caminar superándose a sí mismo. Pablo VI fue siempre mal visto por los vencedores de la
¡Qué duda cabe de que la redacción del nuevo Código guerra civil y por los eclesiásticos que habían hecho un
de Derecho Canónico supone un avance frente a la anar- absoluto del llamado «bando nacional».
quía de una Iglesia que andaba a la deriva! Sin embar- Así se explica que, apoyada en esta actitud «liberal»
go, hoy por hoy, el Código puede convertirse (y se con- del Papa Montini, la progresía española pudiera llegar
vierte) en un corsé que ahogue la fe de mucho creyentes bastante lejos en sus aspiraciones y realizaciones, a pe-
e impida el acercamiento a la Iglesia de muchos «le- sar de las dificultades que encontraba no sólo en el mun-
janos». do del poder civil, sino en el interior de la jerarquía ecle-
siástica. Solamente cuando un joven miembro de la nun-
ciatura de Madrid, Giovanni Benelli, contactó con un
La Iglesia española grupo moderadamente progresista de sacerdotes (Maxi-
Todo esto es aplicable literalmente a la Iglesia espa- mino Romero de Lema, Mauro Rubio, Vicente Puchol, et-
ñola; pero, como es lógico, tenemos nuestras propias ca- cétera), se pudo introducir, de forma solapada, en las fi-
racterísticas, marcadas por una historia singular: la dic- las del episcopado español a algunas figuras nuevas que
tadura militar que siguió a una cruel guerra civil de tres podrían de alguna manera conectar con los movimientos
años. Esto marcó mucho a nuestro catolicismo, que des- católicos postconciliares.
de Fernando VII daba muestras de decadencia con res- Pero aquel joven diplomático vaticano, que fue prác-
pecto a su historia anterior. La cultura eclesiástica de- ticamente arrojado de la nunciatura madrileña por sus
mostraba entonces un bajísimo nivel. A esto se añadía «osadías progresistas», vino más tarde a convertirse en
que los eclesiásticos, en general, vivían en «ghettos», ale- el «Sustituto» de la Secretaría de Estado vaticana y en
jados de la cultura y de la realidad del mundo que los uno de los prohombres de la Curia romana más conser-
circundaba. La espiritualidad de la Iglesia española era vadores, y acabaría muriendo prematuramente como car-
profundamente intimista e individualista. Cuando, a fi- denal-arzobispo de Florencia. ¿Era el joven Benelli (de
nes del siglo XIX, algunos pioneros se atrevieron a apli- quien conservo un grato recuerdo de aquella época) un
car tímidamente la doctrina social que propugnaba auténtico «termostático»? Sería una explicación ra-
León XIII en su encíclica «Rerum novarum», muchos zonable.
católicos hacían públicas rogativas «por la conversión Pero lo más interesante de esta época es que, dadas
del Papa». las circunstancias políticas de nuestro país, la progresía
Esta demuestra algo que muchos historiadores no su- católica se vio fatalmente investida de una misión «su-
brayan: la existencia de una especie de «galicanismo» es- cedánea» que oscurecía la nitidez de sus funciones. Sien-
pañol. Nuestra «proverbial» devoción al Papa ha estado do así que España era confesionalmente católica, la Igle-
INTRODUCCIÓN 29
28 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

sia tenía una capacidad de movimiento y unas posibilida- Y digo «místicos comprometidos», porque de nuevo
des de expresión de las que carecían los movimientos se está repitiendo en nuestro país algo que ocurrió en
políticos y sindicales clandestinos. Y este servicio, reali- la época imperial: entonces la Inquisición perseguía más
zado generosamente por la progresía católica, ha sido a a los «contemplativos» o «quietistas» que a los hombres
la vez su grandeza y su riesgo. de acción. Un verdadero místico es más peligroso para
Su grandeza, porque nadie puede negar que muchos cualquier clase de «establishment». Pues bien, nuestra
de los partidos y sindicatos hoy legales han podido fun- Iglesia española, en lo que tiene de «institución» (u ho-
cionar en los últimos años de la dictadura gracias a la mologación con la sociedad profana), está ahora buscan-
generosidad de los clérigos y de las instituciones ecle- do su equilibrio en la nueva situación sociopolítica. En
siásticas. Naturalmente, también aquí había conflicto, estas circunstancias, nuestros responsables toleran más
ya que el «viejo régimen» gozaba todavía de buena salud fácilmente a un clérigo situado en un alto cargo político
«in medio Ecclesiae». (partidista o no) que a un teólogo libre de todo compro-
Su riesgo, porque llegó a ser muy difícil distinguir miso de acción y capaz de hacer una crítica —respetuo-
entre la vocación estrictamente religiosa y la vocación sa y razonada, eso sí—r de las actitudes que vaya toman-
decididamente política. Así se explica que los antiguos do la Iglesia.
militantes de los movimientos apostólicos (muchos de Sin embargo, hay que reconocer honestamente que las
ellos ex-clérigos) se convirtieran en los líderes de los últimas conversaciones entre obispos y teólogos han si-
nuevos partidos y sindicatos, y que muchos de ellos hi- do francamente positivas y que, en general, el «termos-
cieran un transferí absoluto de su «fe» religiosa a su «mi- tatismo» empieza a romperse en la misma cumbre de
litancia» política o sindical. nuestra Iglesia española, como lo demostró el «Congreso
Es verdad que ha habido un puñado de valientes (no para la evangelización del mundo de hoy», que, a pro-
pocos) que han logrado hacer una síntesis entre su fe re- puesta de la Conferencia Episcopal, se celebró en Ma-
ligiosa y su militancia política, exponiéndose a ser mal drid en septiembre de 1985.
vistos por ambas «magnitudes numinosas». Este es un Pero no podemos olvidar, a pesar de todo, que el po-
fenómeno que todavía no ha sido suficientemente estu- der —cualquier poder— intentará estar a bien con una
diado, pero que será muy determinante en el futuro in- fuerza tan importante en el país como es la Iglesia ca-
mediato de esta nueva andadura democrática de España. tólica.
Termino citando, a este respecto, unos textos deli-
ciosos de Maurice Joly, escritos en 1884, donde Maquia-
Conclusiones velo y Montesquieu aparecen dialogando en el infierno.1
Dicho esto, podemos ya sacar algunas conclusiones. Montesquieu, dirigiéndose a su interlocutor y hablándole
En la Iglesia española no hay propiamente una involu- del clero, le dice:
ción, sino simplemente una congelación de los movimien- «No conozco, os lo confieso, nada más peligroso pa-
tos iniciados e impulsados por el Concilio Vaticano II. ra vuestro poder que esa potencia que habla en nombre
Este es aceptado por los «termostáticos» sólo como una
1
ley congelada, mientras que los «místicos comprometi- M. JOLY, Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Mon-
dos» sueñan con la superación del Concilio. tesquieu, Muchnik Editores, Barcelona 1974, p. 153.
30 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

del cielo y cuyas raíces se hallan dispersas por toda la


faz de la tierra: no olvidéis que la prédica cristiana es
una prédica de libertad... Cuidaos del sacerdote, que no
depende sino de Dios y cuya influencia se hace sentir
por doquier, en el santuario, en la familia, en la escuela.
Sobre él no tenéis ningún poder: su jerarquía no es la
vuestra, obedece a una constitución que no se zanja ni
por la ley ni por la espada».
A lo cual responde el «constantiniano» Maquiavelo:
«No sé por qué os complacéis en convertir al sacer-
dote en apóstol de la libertad. Jamás he visto tal cosa,
ni en los tiempos antiguos ni en los modernos; siempre
hallé en el sacerdocio un apoyo natural del poder ab-
soluto».
¿Quién lleva razón? Los dos. Montesquieu habla del
«profeta»; Maquiavelo, del «funcionario eclesiástico».
Nuestros nuevos poderes (incluso los sedicentes de iz- I
quierda) tienen un fino instinto de poder y procuran no
incomodar a la Iglesia, para que ésta se contente con te- Lectura bíblica de la Iglesia
ner funcionarios respetados y no se le ocurra lanzar por
las calles a los incordiantes profetas.
Sin embargo, yo creo que, a pesar de todo, en nues-
tra Iglesia española, con un buen grado de «termostatis-
mo», hay más profetas hoy que antes del Concilio. Y sus
funcionarios van escaseando, a pesar de las campañas
masivas pro vocaciones sacerdotales.
Eso sí, surge el nuevo peligro de la «vocación» como
refugio de una juventud sin trabajo, sin ilusión y sin
utopía.
1
LA LECTURA DE LA BIBLIA:
¿IDEALISTA O MATERIALISTA?

Cuando ahora se plantea el problema de si la lectura


de la Biblia hay que hacerla desde una posición idealis-
ta o desde una opción materialista, se hace una referen-
cia a la posibilidad de introducir el marxismo como ins-
trumento válido (a veces único o, al menos, preponde-
rante) en una exégesis científica.
No se trata de tener en cuenta todas las aportaciones
de las diversas filosofías del pensamiento y del lenguaje
en orden a la interpretación de textos literarios de épo-
cas pasadas (cosa absolutamente legítima y necesaria),
sino de establecer como una especie de normativa casi
dogmática, según la cual la única manera de leer la Bi-
blia y de entender lo que ésta significa es introducir la
exégesis en el propio campo del «materialismo históri-
co», del cual vendría a convertirse exclusivamente en una
«provincia» y nada más, según expresión de Fernando
Belo.1

1
F. BELO, Lectura materialista del evangelio de Marcos, Ed.
Verbo Divino, Estella (Navarra) 1975.
34 LA LECTURA DE LA BIBLIA: ¿IDEALISTA O MATERIALISTA? 35
LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

Engels y Kautski: «Salvación cristiana avanzan irresistiblemente. Tres siglos después de su co-
como superestructura ideológica» mienzo, el cristianismo es reconocido en el Imperio ro-
mano como religión de Estado, y en sesenta años esca-
El intento no es muy moderno: ya fue inaugurado, sos el socialismo ha conquistado un puesto que hace su
sobre todo por Engels y Kautski. 2 Para Kautski, siguien- victoria absolutamente cierta».3
do en esto a Engels, desde la base socio-económica se lle- Por el contrario, para Kautski es posible y aun nece-
ga, por un riguroso determinismo histórico, a la «super- saria una lectura «materialista» de los textos bíblicos y
estructura ideológica», en este caso a la idea cristiana de de la historia del cristianismo primitivo. En efecto, el
salvación. Concretamente, para Kautski la crisis del mo- cristianismo puede difícilmente llamarse una religión de
do de producción y su correspondiente forma de socie- los esclavos: no hizo nada por ellos; por otro lado, la
dad del Imperio romano, basado en la esclavitud como liberación de la miseria, proclamada por el cristianismo,
sistema, determinan, con absoluta necesidad, el nacimien- era al principio completamente material y debía hacerse
to del cristianismo. en esta tierra y no en el cielo. Y realmente el cristianis-
Sin embargo, de Engels a Kautski hay ya una notable mo es en su origen un movimiento de los pobres, como
diferencia. Para el primero, los textos bíblicos neotesta- el socialismo, y ambos tienen, por consiguiente, muchos
mentarios y la historia de los cuatro primeros siglos cris- elementos en común. 4
tianos no dan de sí nada más que la posibilidad de una El origen de esta alternativa se encuentra, sin duda,
«lectura idealista» del cristianismo y de los textos: en el concepto de «materialismo histórico», inaugurado
«La historia del cristianismo primitivo presenta nota- por Carlos Marx y convertido en dogma inevitable de la
bles coincidencias con el movimiento moderno de los problemática de Hegel, quien habla de la existencia de
oprimidos; al principio apareció como una religión de un Espíritu Absoluto que se autodesenvuelve en el tiem-
esclavos libertos, de los pobres, de los proscritos, de los po, se aliena en la Naturaleza para luego volver a reco-
pueblos subyugados o dispersados por Roma. Pero el brarse. Pero en todo este proceso, el hombre como ser
cristianismo y el socialismo predican una próxima re- humano individual no tiene sentido, como tampoco lo
dención de la servidumbre y de la miseria; el cristianis- tiene la materia concreta como tal. Son sólo momentos
mo fija esta redención para una vida futura en el cielo, de ese devenir misterioso de una Idea Absoluta no me-
después de la muerte; el socialismo la alcanzará en este nos misteriosa.
mundo por medio de una transformación de la sociedad.
Sin embargo, el marxismo no es una contradicción
Ambos son perseguidos y castigados, sus partidarios son
del hegelianismo, sino en forma rigurosamente dialécti-
proscritos, sujetos a legislación especial, presentados, en
ca, o sea: el marxismo se presenta como poniendo sobre
un caso, como enemigos de la humanidad y, en el otro,
sus pies la propia filosofía de Hegel. La dialéctica que
como enemigos de la nación, la religión, la familia, el
éste había puesto en un presunto Espíritu Absoluto hay
orden social. A pesar de todas las persecuciones, ambos

3
2
F. ENGELS, Bruno Bauer y el cristianismo primitivo (1882); F. ENGELS, Zur Geschichte des Urchristentums: Die Neue
«Sobre la historia del cristianismo primitivo», en (K. MARX - Zeit XIII/1 (1894), p. 41.
4
F. ENGELS) Sobre la religión, Ed. Sigúeme, Salamanca 1974. Ibid., pp. 423 s.
36 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA LECTURA DE LA BIBLIA: ¿IDEALISTA O MATERIALISTA? 37

que ponerla en la realidad, dice Marx, y no en un fantas- Una lectura materialista de la Biblia
ma. Hay Materia dialéctica y no Espíritu Absoluto dialéc-
tico. Este es el gran descubrimiento de Marx, según sus Partiendo de este supuesto, Fernando Belo intenta
partidarios. No obstante, esto mismo no se puede com- hacer una lectura «materialista» de la Biblia, concreta-
prender debidamente sin tener en cuenta esos elementos mente del evangelio de Marcos. La originalidad del inten-
ideológicos anteriores. Porque la filosofía de Marx nació to no consiste en el esfuerzo, ampliamente realizado en
como corolario de una serie de sistemas anteriores y de los últimos años, de leer los textos bíblicos con las cate-
las oscuridades que presentaban. Y aquí viene la ambi- gorías históricas que les corresponden, independiente-
güedad sobre la supuesta originalidad del marxismo: si mente de los ecos que su lectura pueda suscitar en los
Hegel decía que todo lo real es racional y todo lo racio- creyentes que se alimentan de ellos, sino en hacer un
nal es real, es porque sólo existía ese Espíritu Absoluto absoluto de esta «opción epistemológica» que, como muy
que se va autodesarrollando. bien ha dicho G. Girardi, 5 «excluye del horizonte toda
Ahora bien, podemos preguntar al marxismo: ¿hay realidad que no fuera histórica e identifica el conocimien-
realmente diferencia desde el punto de vista filosófico to de la historia con la ciencia de la historia».
entre Hegel y Marx? Marx, es verdad, dice que sustitu- Ya este intento de convertir el materialismo histórico
yó dialéctica por materia. Pero ¿a qué materia se refiere en un parámetro epistemológico absoluto ha sido amplia-
Marx cuando dice que la utiliza para reemplazar a ía mente denunciado por los mismos marxistas, que han lo-
Idea? No es la materia de la experiencia sensible, por- grado superar los límites estrechos de una escolástica
que ésta está hecha de cosas especialmente recuperables, pretendidamente marxista. Y así, el marxista polaco
discontinuas, resistentes. No es tampoco la materia que L. Kolakowski 6 descubre que el punto de vista de estos
estudia la ciencia, porque actualmente se la refiere a pa- racionalistas positivistas ocasiona daños irreparables, ya
quetes de ondas y corpúsculos, sucesos energéticos. Nin- que emite juicios irrevocables sobre el pensamiento filo-
guna de ellas puede asimilarse, bajo ningún concepto, a sófico del pasado, de tal manera que los partidarios de
una sustancia eterna, increada, ser universal, principio dicho punto de vista se sienten liberados ab initio de la
de todo. Y es que Marx utiliza de hecho un concepto de obligación de estudiar algo acerca de lo que sólo se les
materia totalmente metafísico, que hace referencia a la ha inculcado que es oscuro, nebuloso, no verificable, me-
noción de sustancia, soporte, de los cambios, pero en mo- tafísico. Los racionalistas no leen a Hegel, porque saben,
do alguno reductible a nada sensible, corpóreo, concre- desde un principio, que se trata de un autor notoriamen-
to. Es lo mismo que el Espíritu Absoluto de Hegel, pero te privado del don de la claridad y se sienten rápidamen-
con distinto nombre. Es la Materia Eterna convertida en te confirmados en esta opinión con sólo abrir cualquier
Historia Materia, con mayúscula, cuya ley absoluta se re- libro suyo: la lectura de algún párrafo del mismo les
duce a las relaciones de producción, que siempre actúan ayuda a comprobar, sin el menor rastro de duda, que no
como infraestructura determinante de la evolución de entienden nada; de este modo pueden verificar sus pun-
ese nuevo Absoluto, dentro de cuyas fronteras se agota
toda realidad posible.
s Lettre 198 (París 1975), 31.
6
El racionalismo como ideología y ética sin código, Ed. Ariel,
Barcelona 1970, pp. 70 ss.
38 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA LECTURA DE LA BIBLIA: ¿IDEALISTA O MATERIALISTA? 39

tos de vista acudiendo a métodos extremadamente sen- febrilmente estas lecturas «materialistas» de los textos
cillos. sagrados.
Esta postura —dice Kolakowski— está muy extendi- Es verdad que ha habido también una postura extre-
da en Polonia: los jóvenes positivistas no saben de Hus- ma, que consistía en asumir como «absoluto epistemo-
serl sino que inventó los objetos intencionales, que son lógico» la «ortodoxia» de un vértice eclesial que no so-
algo así como ángeles y que pertenecen al linaje de los lamente se arrogaba la representación de lo sobrenatural,
«hombres oscuros». Sin embargo, convierten su propio sino que pretendía el monopolio de la interpretación de
sentimiento de intelección, sin fundamento ninguno, en un texto escrito, prescindiendo del empleo del instrumen-
to científico dispuesto para su exégesis. Sin embargo, es-
un criterio universal que pretenden imponer a todo el
te error no justifica la comisión de otro contrario: un
mundo. Desde este ángulo, el racionalismo es la ideolo-
absoluto epistemológico fundado en una cosmovisión que
gía de una vida simplificada, de la que todos los pro-
se pretende científica y cerrada sobre sí misma.
blemas espinosos son desterrados de una vez para siem-
Pero lo más curioso es observar que todo el esfuer-
pre con sólo declararlos ininteligibles.
zo por afinar el texto bíblico con la lima rigurosa del
Kolakowski, que sigue teniéndose a sí mismo por mar- «materialismo histórico» deja de lado las inmensas apor-
xista y por racionalista, reconoce que lo menos impor- taciones, rigurosamente científicas y perfectamente veri-
tante para él es la naturaleza del absoluto epistemoló- ficables, que sobre esos textos bíblicos ha ido acumulan-
gico, por el que uno se decide (el «cogito», la Revelación, do una ciencia objetiva —nada «idealista»— que se lla-
los fenómenos puros, las percepciones sensoriales, el ma «exégesis bíblica». Un no creyente, Guy Dhoquois,7
mundo de la vida cotidiana...). Lo verdaderamente im- hace este juicio sobre el citado libro de Fernando Belo:
portante es que se acepte un absoluto. Aquí está el gra-
«Libro irritante y fascinante. Libro de un neófito no
ve riesgo. Para ello establece unas reglas importantes,
solamente en marxismo, sino también en estudios bíbli-
que él cree absolutamente rechazables por ingenuas e
cos, que patina alegremente, sin darse cuenta de que es-
«idealistas». Por ejemplo: la regla en virtud de la cual
tá saltando sobre tres plataformas sacrosantas: la mar-
únicamente tienen validez en el ámbito de las visiones
xista, la cristiana quizá, y la exegética ciertamente. ¡Qué
del mundo las convicciones verificadas o perfectamente
difícil no sucumbir ante tres graves defectos que nom-
verificables; la regla que niega el valor cognoscitivo de
braremos, a falta de mejor denominación, esnobismo,
todo contacto con el mundo no susceptible de ser ínte-
eclecticismo y... populismo! Esnobismo, por apoyarse
gramente verbalizado; la regla que desestima como fun-
principalmente en autores de moda actualmente en Pa-
damentalmente ininteligibles e inaceptables todos aque-
rís (¿durarán mucho? ¡Sabe Dios!). Los estudios bíbli-
llos juicios que no resultan susceptibles de traducción
cos nos habían acostumbrado a mayor mesura. ¿Quizá
al lenguaje de las ciencias empíricas o a los términos
estaban un poco empolvados? El esnobismo es el gusto
usualmente referidos a los objetos de la vida cotidiana.
por el mundo..., siempre un poco desvergonzado al mis-
En un palabra: la aplicación del «Materialismo his- mo tiempo que sofisticado. Pero el esnobismo es también
tórico» a la lectura de la Biblia como un absoluto epis- el 'parti pris' y el gusto de lo superficial. Solamente daré
temológico es precisamente una actitud idealista, de la
que, por otra parte, intentan huir los que ensayan tan
7 Lettre 198 (París 1975), 29.
40 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA LECTURA DE LA BIBLIA: ¿IDEALISTA O MATERIALISTA? 41

dos ejemplos que personalmente me han impresionado rigurosa posible. Hay que reconocer que la Iglesia cató-
(se podían citar otros): ¿Dónde están en esta tentativa lica ha sido de las últimas en incorporarse a este intento
Freud 8 y Max Weber? 9 ¿Se puede hablar en serio sobre de objetividad previa en la lectura de la Biblia; y hoy
la Palestina de antes de Cristo sin enfrentarse con estos por hoy, podemos decir que no existen graves problemas
dos autores? Eclecticismo: el neófito se embala. Para su en ese sentido, sobre todo a partir de la encíclica de
marxismo recién nacido, todo es buen grano. Yuxtapone Pío XII «Divino afilante Spiritu», que desideologizó la
autores de los que todavía no sospecha siquiera que son lectura de la Biblia para los católicos. Sería, pues, la-
contradictorios. Belo no sabe (todavía) que hay una gran mentable que ahora se introdujera en la lectura bíblica
diversidad de 'marxismos' que están fundamentalmente un nuevo tipo de «ideologización», que entra de matute
opuestos los unos a los otros. Este eclecticismo se encuen- por la puerta falsa de la aduana de nuestra cultura con-
tra también en la siempre curiosa asociación del estruc- temporánea.
turalismo con el marxismo. Populismo finalmente, y es Por eso, ante un texto bíblico, hay primero una acti-
lo más grave, ya que es la consecuencia de los errores tud objetiva, que debe ser compartida por igual tanto
precedentes. Max Weber y Marx juntos (con lo opuestos por el creyente como por el no creyente: es una actitud
que son, por otra parte) invitan a no confundir ni a los de dependencia frente a un documento cuyo estudio se
profetas ni a Jesús con agitadores políticos. realiza en un laboratorio lo más aséptico posible, y los re-
Precisamente es aquí donde el materialismo se rebela, sultados de cuyo análisis no están previstos a priori. Un
ya que está hecho de estructuras profundas que rehusan ejemplo: ¿tenía Jesús conciencia de su propia divini-
las amalgamas demasiado fáciles. Los profetas eran los dad? Esto habrá que resolverlo según los textos: ni el
defensores de la 'Alianza' y Jesús no es el precursor de creyente tiene que forzar la exégesis para que resulte lo
Marx. Por lo demás, a Belo le falta, además de un cono- que él busca, ni tampoco el no creyente debe excogitar
cimiento suficiente de las tradiciones judía y protestan- argumentos pseudocientíficos para demostrar lo que él
te, lo que podríamos llamar el 'sentido del Antiguo Tes- pretende. Para mí, como creyente, no hace falta que un
tamento'». texto bíblico ponga en evidencia la conciencia de Jesús
respecto de su propia divinidad: podría darse el caso
contrario, o sea, que no se dedujera nada en ese aspec-
Por una lectura bíblica desideologizada to. Mi fe no depende del texto bíblico, atm cuando este
último sea una valiosa mediación; mi fe depende de Dios
Aterrizando ya en sugerencias de tipo práctico, diría- directamente, de una manera misteriosa.
mos que la lectura de la Biblia, como de cualquier texto, Efectivamente, surge hoy en la propia Iglesia católi*
hay que hacerla, en primer lugar, desde donde realmente ca una especie de «fundamentalismo bíblico», heredado
se encuentra ese texto. La exégesis bíblica ha ido supe- de la tradición protestante de alguna manera. Hacemos
rando, en los últimos decenios, las viejas tentaciones de la Biblia una especie de absoluto, como los judíos lo
«idealistas» y se ha ido reduciendo a una ciencia lo más hicieron de la Tora hasta casi divinizarla. La Biblia se
convierte así en un ídolo camuflado, en un nuevo «be-
8
Moisés y el monoteísmo, Buenos Aires 1935. cerro de oro». En el fondo, no se pretende sustituir al
» Le judáisme antigüe (trad. franc.), París 1970. Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob y de Jesús por un
42 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA LECTURA DE LA BIBLIA: ¿IDEALISTA O MATERIALISTA?
43

«Dios»: pero, de hacerlo, la sacralización de la Biblia ciéndole: «Si la fe es revolucionaria, entonces acepto...».
tiene esos mismos resultados prácticos. No, un creyente le firma a Dios un cheque en blanco y
Esto explica el afán por poseer el monopolio de la no sabe a priori si las consecuencias de su opción irán
interpretación de la Biblia. Incluso, partiendo del mis- por los caminos de la revolución o de la conservación.
mo «materialismo histórico», podríamos explicar el in- Solamente a posteriori se podrá verificar la pista del iti-
terés del marxismo contemporáneo (sobre todo desde nerario de la fe.
sus posturas de poder adquirido o en vías de próxima Ahora bien, tal como están las cosas, considerándo-
adquisición) por hacer de la exégesis bíblica una mera las en el «a posteriori» de los acontecimientos, una exé-
«provincia» de su propio dominio territorial: es ésta la gesis objetiva de la Biblia es más bien estimulante a una
nueva manera de integrar la conciencia cristiana dentro opción de tipo revolucionario y transformador que de
de unos límites previsibles, para que nunca produzca la tipo conservador y capitalista.
sorpresa de lo desconocido. Sin que ello quiera decir que en la Biblia se encuen-
Y así, con la sana intención de desideologizar la exé- tre un programa revolucionario o socialista, ni que Je-
gesis bíblica, liberándola del indudable secuestro a que sús aparezca como un.precursor de Marx o un miembro
la había sometido una cosmovisión capitalista e impe- avant la lettre de la III Internacional.
rialista, se vuelve a caer en una nueva ideologización de
la misma, al pretender reducirla a los estrechos límites
provinciales (y «provincianos») de una nueva filosofía,
que sería muy respetable si siempre se presentara con
su propio carné de identidad, o sea, el de «filosofía», y
no pretendiera hacerse pasar por ciencia cuasi-exacta y
perfectamente verificable.
Esto no quiere decir que el materialismo histórico y
el marxismo en general no sean útiles e incluso necesa-
rios como mediación cultural en la lectura de los textos
bíblicos. Lo contrario sería también una ideologización
peligrosísima de la lectura bíblica.
Pero, si algo aporta principalmente el materialismo
histórico en este campo, es precisamente lo que yo lla-
maría la «devoción a la realidad en sí y a la historia».
Un exegeta marxista que utilice con amplia libertad
los resultados del materialismo histórico se planta ante
el Nuevo Testamento sin saber de antemano si de su
lectura va a salir un Jesús revolucionario o reaccionario.
Lo mismo debe hacer un creyente, partiendo de su fe:
la fe es la aceptación de Dios como Absolutamente Otro;
un creyente no le pone condiciones previas a Dios, di-
2
EL PROYECTO DE JESÚS
FRENTE A LA SOCIEDAD HUMANA

Es indiscutible que Jesús tenía un proyecto concre-


to y visible frente a la sociedad humana histórica, que
en el lenguaje neotestamentario se llama «mundo». La
expresión «mundo» no tiene allí connotaciones ni pura-
mente planetarias ni exclusivamente socio-históricas, si-
no principalmente éticas. En la Primera Carta de Juan
se hace una descripción muy concreta del «mundo» como
ámbito ético: «el espacio de los deseos de la condición
humana, de las ambiciones de los ojos y del alarde de la
opulencia» (1 Jn 2,16).
Pues bien, para no perdernos en el dédalo de las dis-
tinciones y subdistinciones, partimos siempre de este
presupuesto: el proyecto de Jesús y de su movimiento
frente a la sociedad entiende siempre a esta última como
«mundo», como ámbito donde campan por sus respetos
estas tres ambiciones que históricamente acompañan al
ser humano. Jesús —y con él todos los autores del Nue-
vo Testamento— tiene de la Historia un concepto pro-
fundamente dialéctico, nada maniqueo: la Historia está
empecatada, ya que los hombres que caminan por su su-
perficie no son puros: sus pecados van dejando un poso
de contaminación que hace del habitat humano un «mun-
4a LA IGLESIA A LA INTEMPERIE EL PROYECTO DE JESÚS FRENTE A LA SOCIEDAD HUMANA 47

do» en el sentido bíblico de la palabra. Por eso, en el cir: Jesús es, en el punto de partida, indiferente ante los
proyecto de Jesús y de sus discípulos, la utopía, que ac- proyectos políticos de los hombres. Así se explica que
túa con un enorme vigor, nunca se convierte en proyec- adoptara aquella actitud «escandalosa» frente a las pro-
to: viene a ser como el agua a la que Tántalo tendía y pias fuerzas de ocupación romanas de Palestina. Esto
que nunca lograba alcanzar. da razón de la decepción y las rabias de los zelotas —al-
Para el proyecto de Jesús, la utopía llegará a su ple- gunos de ellos discípulos suyos—, que veían en esta «no-
nitud, pero más allá de las fronteras de la Historia. Eso violencia» del Maestro una cobardía y una capitulación.
sí, no hay que quedarse pasivos mientras tanto: la uto- Pero Jesús no cede ante la presión de los guerrilleros.
pía —el Reino de Dios— no está en discontinuidad con Eso sí, cuando le presentan la moneda del tributo,
esa misma Historia empecatada: ésta tiene dentro de su responde con una aparente ambigüedad: «Dad al César
seno al propio Reino de Dios. San Pablo, en el capítulo 8 lo del César y a Dios lo de Dios» (Mt 22,21). Esto quería
de su Carta a los Romanos, llega a decir que el mundo decir simplemente: en cuanto al cumplimiento de un de-
está preñado de gloria, o sea, que la Historia empecatada ber administrativo (pagar un impuesto, aunque coyun-
está preñada de Reino de Dios. turalmente sea cuestionable o incluso injusto) no hay
por qué levantar discusiones: la Iglesia debe ceder. Pe-
ro, por lo que se refiere a aceptar el revés de la moneda,
Un proyecto mayéutico o sea, donde se esculpía la imagen del César con la ins-
cripción «El dios Augusto», Jesús era intransigente.
De aquí se sigue que el proyecto de Jesús y de su mo- Ahora bien, si la autoridad, en ciertos momentos, nos
vimiento frente a la sociedad humana no es un proyecto exige que hagamos ambas cosas en bloque, de suerte que
alternativo y exógeno. O sea, Jesús no pretende traer del pagar el tributo lleve indeclinablemente consigo el re-
cielo unas nuevas tablas de la Ley que fueran como una conocer a César como dios, entonces habrá que llegar a
Constitución alternativa frente a las Constituciones fra- la desobediencia civil, aunque siempre con procedimien-
casadas de los diferentes movimientos políticos que en tos no violentos ni injuriosos.
el mundo han sido. Ni mucho menos. Jesús da por su- Esto es precisamente lo que pretende decir San Pa-
puesto que la elaboración de Constituciones es una obra blo en su tan mal leído texto de Rom 13: «Sométanse
humana, hija de la libertad y del libre albedrío de los todos a las autoridades que ejercen el poder, porque no
ciudadanos. Su movimiento no es un movimiento polí- hay autoridad sino por Dios; y las que existen, por Dios
tico en sentido estricto; es solamente un procedimiento han sido establecidas» (Rom 13, 1). Aquí han querido mu-
mayéutico: esa Historia humana, que está embarazada chos ver una legitimación o sacralización del poder tem-
de gloria o de Reino de Dios, se va a veces alimentando poral por parte de la Iglesia, cuando en realidad es todo
con manjares en malas condiciones que no sólo le impi- lo contrario. Vamos por partes.
den seguir su curso intrahistórico dentro de un marco En primer lugar, Pablo dice que hay que someterse
de paz y progreso, sino que ponen en peligro el parto a las autoridades porque han sido establecidas por Dios.
final, de donde saldrá la nueva situación de gloria: el Este «porque» (en griego hoti) significa, además, en cuan-
Reino de Dios. to que: o sea, que no se obedece a una autoridad porque
Esto, traducido a lenguaje más inmediato, quiere de- sí, sino porque y en cuanto pertenece a un proyecto de
EL PROYECTO DE JESÚS FRENTE A LA SOCIEDAD HUMANA 49
48 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

Dios. Ahora bien, este proyecto de Dios es un proyecto tación cristiana: la utopía es el Reino de Dios, que, por
ambiguo, donde la libertad humana es un ingrediente una parte, es esencialmente escatológico, pero, por otra,
esencial y, por consiguiente, el pecado también: Dios no exclusivamente escatológico. Es decir: su plenitud se
asume la Historia incluso en lo que tiene de empecatada. realizará más allá de las fronteras de la Historia, pero
En segundo lugar, en el capítulo anterior, el propio su influencia ha empezado ya dentro del inmenso útero
Pablo había dicho: «No os amoldéis a las normas del de la Historia humana, desde sus inicios hasta su con-
mundo presente, sino procurad transformaros por la re- sumación. La condición de la Historia es una condición
novación de la mente, a fin de que logréis discernir cuál de preñez creciente, con los riesgos patológicos que pue-
es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, de llevar semejante estado.
lo que es perfecto» (Rom 12,2). No se compagina bien La vacunación consiste en introducir en el cuerpo el
este consejo con una lectura sacralizante de Rom 13,1, mismo germen maligno, para que, en virtud de la homeo-
ya que expresamente se aconseja a los cristianos ejercer patía, contrarreste a su congénere. Gerd Theissen 1 esta-
el carisma del discernimiento o de la crítica para con blece una equivalencia de las tres grandes «ambiciones
todo aquello que constituye el «mundo presente», cuyos del mundo», de que nos habla 1 Jn, con el conjunto de
dueños son precisamente las autoridades, que más tarde agresiones que desvían y hacen a veces naufragar la sin-
en los escritos paulinos serán llamadas despectivamente gladura de la Historia humana. Estas agresiones tienen
«kosmokrátores» (Ef 6,12) y que en Jn 14,30, refirién- que ser superadas mediante el proceso de vacunación: con
dose al principio, serán denominadas «el príncipe de es- otras agresiones. Y esto es lo que hizo Jesús. En este pro-
te mundo». Los cristianos, inmersos en el «mundo», no yecto de superación de las agresiones por otras agresio-
pertenecen al mundo: son como anticuerpos del «mun- nes destacan tres formas de transformación o vacunación.
do», por eso deberán siempre resistir a su integración
en el «mundo» o a su asimilación por él. 1.a) Compensación de la agresión. A la tendencia a
la agresión se le contrapone en el proyecto de Jesús el
mandamiento del amor; a la agresión realizada por las
Una vacuna contra los utopismos tensiones sociales se le opone el mandamiento radicali-
zado del amor: «Amarás al prójimo y odiarás a tu ene-
Esta condición de anticuerpos del «mundo» implica migo. Pero yo os digo: ¡Amad a vuestros enemigos! »
que uno de los elementos más esenciales del proyecto de (Mt 5, 43 s.). Al círculo de Jesús pertenecían, de hecho,
Jesús es el de servir de «vacuna» contra los utopismos miembros de grupos hostiles: un publicano (Me 2, 14) y
que bloquean la marcha ascendente de la Historia. Y no un zelota (Le 6, 15). El movimiento de Jesús admitió a
digo utopía, ya que con esta palabra queremos expresar grupos discriminados. El mandamiento radical del amor
la meta soñada que nos impulsa a ir inventando a lo podía interpretarse como una forma de reacción: una
largo del «iter» histórico aquello que vaya mejorando agresividad intensa se convierte en su contrario. La ener-
nuestra marcha ascendente. gía del instinto que originariamente redundaba en benefi-
El utopismo consiste en la pretensión de introducir
1
la utopía en el engranaje inmanente e intrahistórico del Sociología del movimiento de Jesús, Ed. Sal Terrae, Santan-
mundo. La utopía es metahistórica. Esta es la gran apor- der 1980, pp. 93 ss.
50 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
EL PROYECTO DE JESÚS FRENTE A LA SOCIEDAD HUMANA 51

ció de objetivos agresivos impulsa ahora en dirección La sublevación contra los romanos se convierte en suble-
contraria. vación contra sí mismos. Es interesante que no aparez-
can solamente estructuras imperiales de poder en el con-
2.a) Transformación de la agresión. La agresión que texto de la llamada a la conversión. Se citan también
no puede quedar compensada por impulsos diametral- ciudades-repúblicas extranjeras (Mt ll,20ss.) y una rei-
mente opuestos se manifiesta de nuevo como un impulso na extranjera (Mt 12,42) para dar énfasis a la llamada a
atribuido a un sujeto suplente (pudiendo persistir el mis- la conversión.
mo objeto) o como un impulso dirigido contra un objeto
suplente (pudiendo permanecer idéntico el sujeto). Per-
sonajes sobrenaturales (Dios, Hijo del hombre, Demonios) Un proyecto siempre ambiguo
aparecen de modo especial en sustitución de socios hu- De todo esto se deduce que el proyecto que Jesús ofre-
manos. Estos personajes asumen activa o pasivamente la ce frente a la sociedad humana posee una esencial ambi-
agresión y alivian así las relaciones interhumanas. güedad, de la que es imposible despojarlo. El «mundo»
Este transferí de las agresiones cuasi espontáneas a será siempre un campo, sembrado de trigo y cizaña, don-
sujetos sobrenaturales constituye un magnífico bloqueo de no cabrá arrancar la cizaña durante el itinerario in-
de las actitudes hostiles de los hombres entre sí y deja trahistórico de la humanidad: la Historia humana debe-
un espacio libre de reflexión para comprender en pro- rá siempre ser una era donde coexistan trigo y cizaña.
fundidad dónde están el mal y el bien y cómo hay que Esto no quiere decir que el proyecto de Jesús sea una
luchar eficazmente contra aquél y en favor de éste. capitulación frente a la cizaña. Ni mucho menos: hay
que velar para que de noche no venga el adversario y
3.a) Devolución de la agresión. Una de las formas siembre la cizaña en medio del trigo.
más llamativas de transformación de 1?, agresión, en el Esto implica que las iglesias, para realizar el proyec-
movimiento de Jesús, es la devolución de la agresión con- to de Jesús, tienen que estar perfectamente informadas.
tra el agresor, no en el sentido de acción agresiva, sino Una iglesia que todo lo deje al buen hacer de un Dios
de reproche moral e invitación tácita a renunciar a la que está en las alturas y no salga con sus huestes a ras-
agresión. En el caso de superación de la agresión pro- trear las fronteras del «mundo» es una iglesia angelical
pia, se trata de una internalización e introyección de la y, por ende, cómplice del mismísimo diablo (que al fin
agresión. Subyace una agresividad introyectada en la lla- y al cabo, según las tradiciones populares, no es más que
mada a la penitencia y en los imperativos radicalizantes un «ángel caído»).
de la norma. Un ejemplo elocuente es Le 13,1 ss.: Pilato Con esto quiero decir sencillamente que el angelismo
asesinó a peregrinos galileos. La sublevación fue grande. de ciertas iglesias y grupos eclesiales frente a los proble-
Jesús dice a este propósito: «¿Pensáis que esos galileos mas del «mundo» se convierte en presa exquisita de ma-
habían sido más pecadores que los demás galileos, pues- nipulación diabólica. Las iglesias exclusivamente litúrgi-
to que sufrieron esto? No, os digo; pero si no os conver- cas y orantes no hacen daño a nadie y pueden convivir
tís, todos pereceréis igual» (Le 13,2 s.). La sublevación tranquilamente tanto con el zar Nicolás II como con el
contra los romanos sufre aquí un viraje en redondo: no mismísimo Stalin. El ejemplo de la Iglesia Ortodoxa ru-
se plantea la culpa de los romanos, sino la propia culpa. sa es para nosotros tipificante: siempre ha tenido acceso
52 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE 53
EL PROYECTO DE JESÚS FRENTE A LA SOCIEDAD HUMANA

al Kremlin, donde sigue siendo recibida con los mismos cralización solapada, mucho peor que la legitimación sa-
honores y las mismas inclinaciones humerales de siempre. grada de que hacían gala los monarcas absolutos y los
Por otra parte, existen iglesias que sienten el vértigo emperadores de los buenos tiempos. Entonces nadie se
de las tres «ambiciones» del «mundo». Y entonces adop- llamaba a engaño: la Iglesia aparecía como parte intrín-
tan dos actitudes: 1.a) ofrecerse como alternativa técnica seca del aparato eclesial, dispuesta siempre a ungir con
completa de la sociedad que se considera decadente. En sus manos delicadas al poder, cualquiera que fuere. Es
este caso las iglesias no solamente estimulan a sus fieles normal que los resistentes al poder y los que luchaban
a exigir y a cumplir los derechos humanos elementales, contra él, por considerarlo tiránico y despótico, arreme-
sino que se ofrecen consignas concretas, que a medio o tieran contra la Iglesia.
largo plazo se convertirán en grupos políticos, con sus Pero la historia ha demostrado que se pasaron de
cuadros respectivos y con sus programas definidos. Las rosca. No comprendieron que el vacío dejado por la sa-
democracias cristianas de última hora son un magnífico crilega sacralización del poder por parte de las iglesias
ejemplo de esta desviación eclesial del modelo típico sería llenado por unos «dioses vestidos de paisano», más
del proyecto de Jesús frente a la sociedad. difícilmente reconocibles como tales que los sumos sacer-
2.a) La segunda actitud puede ser sencillamente la dotes y pontífices que se adornaban con aquellas suntuo-
integración o colaboración con el modelo de sociedad im- sas vestimentas litúrgicas.
perante: las iglesias se ofrecen a formar parte intrínse- Y estos dioses vestidos de paisano han llevado su
ca del Estado o de la Administración estatal, pactando crueldad empírea a extremos mucho más lejanos que la
su fuerza moral al precio de una ayuda material (casi clerecía inquisitorial y cortesana que estuvo en el origen
siempre económica) que le ofrece la Administración. del proceso moderno de secularización. Así se explica que
En nuestro mundo actual ambos modelos son fre- los grupos de izquierdas, después de haberse equivocado,
cuentes. Es muy difícil hoy que las Administraciones es- hayan hecho análisis correctos y hayan comprendido la
tatales desencadenen una persecución contra las iglesias, utilidad de no hacer de la secularización una bandera.
ya que han comprendido que se trata de fuerzas indele- A esto se une que la Iglesia se ha secularizado a sí
bles que inútilmente han pretendido borrar del mapa misma: y esto es un fenómeno inaudito en la historia
geopolítico los anticlericales nacidos de la Revolución moderna de su propia institución. No podemos olvidar
francesa y llegados hasta la propia Revolución de Octu- que de los presbiterios, de los claustros monacales, de
bre. Por eso, yo diría que la Iglesia se encuentra ahora las comunidades de base han salido los más fuertes y
en un magnífico «kairós» para cumplir con la misión apasionados clamores en pro de la libertad religiosa y
que Jesús le asignó de llevar adelante su proyecto pri- de una sociedad secular. Han sido los mismos clérigos
migenio. los que han abogado por la supresión de sus propios pri-
Dicho de otra manera: estamos en una encrucijada vilegios y por el deseo de insertarse en la sociedad civil
histórica en que el maniqueísmo no divide al clerical del con los mismos deberes (y, por supuesto, con los mis-
anticlerical, ya que las mismísimas izquierdas andan a la mos derechos) que el resto de los ciudadanos.
búsqueda y captura de militantes cristianos, por haber En una palabra: el proyecto de Jesús frente a la so-
comprendido la estupidez de la supuesta secularización. ciedad humana era un proyecto secularizador: así como
En efecto, la secularización se ha convertido en una sa- suena. Ese fue el gran escándalo para la comunidad ju-
54 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

día, cuyo teocratismo era inmanente (o sea, referente al


dominio y gobierno de los sacerdotes). Para Jesús, la «teo-
cracia» era el Reino de Dios y, por lo tanto, la relativi-
zación de todo lo que «se autodenomina principado, po-
testad, virtud, dominación y todo nombre que se nombra,
no sólo en este mundo, sino en el venidero» (Ef 2, 21).
Proclamar el Reino de Dios para la Iglesia implica asu-
mir una actitud profundamente relativa frente a todo po-
der temporal, ni sacralizándolo ni satanizándolo, ya que
la satanización no es más que el negativo fotográfico de
3
la propia sacralización.
Poco antes de su muerte, Jesús concretó su proyec- ¿ IGLESIA-COMUNIDAD
to en la respuesta dada a los hijos de Zebedeo cuando le O IGLESIA-INSTITUCIÓN?
pedían las dos primeras carteras ministeriales de su su-
puesto gobierno teocrático: «Los reyes de las naciones
dominan entre ellas, y los que ejercen autoridad son lla- Hay expresiones que se ponen de moda y llegan a con-
mados bienhechores. Pero vosotros no habéis de ser así» vertirse en tiranas. Una de ellas, entre los cristianos, es
(Le 22, 25-26). el dilema Iglesia-comunidad o Iglesia-institución. Ha ha-
El proyecto de Jesús es un contraproyecto frente a bido una revalorización de la palabra «comunidad» o
los proyectos de los poderes temporales: «vosotros no «koinonía», como se ha visto en el Sínodo extraordinario
habéis de ser así». Cualquier inclinación, a babor o a es- celebrado en Roma, en noviembre de 1985, con motivo
tribor, de la Iglesia en este equilibrio profético del pro- de los veinte años de la clausura del Concilio Vaticano II.
yecto de Jesús no es solamente una traición a su Funda- A la «Iglesia-institución» se le cargan todos los males y
dor, sino un fracaso eclesial y un perjuicio grave para la se procura apartarse de ella como si de un apestado se
misma sociedad humana. tratara. ¿Qué hay de ello en las fuentes más puras de
nuestra fe cristiana?
En primer lugar, no hay que escandalizarse si deci-
mos que Jesús personalmente no fundó la «institución»
eclesial, si por «institución» entendemos escuetamente la
organización que tras su muerte y resurrección aparece
en el Nuevo Testamento con el nombre de «iglesia» o
«camino». No utilizamos ahora esta palabra —«institu-
ción»— como homologación de la sociedad civil, sino sim-
ple y llanamente como organización de los creyentes en
Jesús. En este sentido, los discípulos, tras los primeros
momentos de desconcierto producido por la muerte y el
fracaso de Jesús, se reunieron en comunidad y se organi-
56 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ¿IGLESIA-COMUNIDAD O IGLESIA-INSTITUCIÓN? 57

zaron para anunciar al mundo entero la extraña y go- Pero, de hecho, hay muchos miembros y un solo cuerpo»
zosa noticia de que Jesús había vencido a la muerte y de (1 Cor 12, 14.16.19-20).
que, por lo tanto, en adelante la muerte no sería un final Pero hay algo más interesante en esta concepción de
absoluto de la existencia humana. la Iglesia-cuerpo; en ella ningún miembro tiene capaci-
Sin embargo, la Iglesia fue de alguna manera funda- dad generadora de otros miembros:
da por Jesús. Repetimos lo dicho anteriormente: que «Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mis-
«iglesia» significa «convocación» o, mejor todavía, «con- mo. Hay diversidad de servicios, pero el Señor es el mis-
vocatoria»; y Jesús personalmente «convocó» a los dis- mo. Hay diversidad de funciones, pero Dios es el mismo,
cípulos para hacerlos portadores de un mensaje univer- el que los produce todos en todos» (1 Cor 12,4-5).
sal. Esta «convocatoria» procede de lo alto; no es fruto Esto quiere decir que no podemos concebir a la Igle-
de un sufragio popular, como lo podría ser una demo- sia de una manera vertical, como ya hemos visto, o sea:
cracia moderna. La Iglesia de Jesús no era democrática el Papa generando obispos, los obispos generando pres-
en este sentido: en el evangelio se dice expresamente que bíteros, y éstos generando laicos cristianos. No; todos y
Jesús «convocó a los que quiso» (Me 3, 13). Cuando, pos- cada uno de ellos reciben del mismo Espíritu su ubica-
teriormente, los cristianos se organizaron en «institución», ción en el entramado de la «institución» eclesial. Esto
siempre se referían a una misteriosa vocación previa que, no quiere decir que entre las diversas funciones y servi-
tras la muerte y resurrección de Jesús, se remontaba al cios no haya una necesidad de acoplamiento: habrá el
Espíritu Santo, enviado permanente por Jesús para estar que tenga el don de «presidir», otro el don de «enseñar»,
presente en la comunidad e insuflar en medio de ella en otro el de «profetizar». Y unos tendrán que coincidir
orden a su marcha hacia adelante. con otros.
Esto es lo que dice San Pablo en el capítulo 12 de su Pero es imposible pensar que la Iglesia se realiza con
Primera Carta a los Corintios, cuando compara a la Igle- sólo echar el germen de un «servicio» o «don» primor-
sia con un cuerpo: concretamente con el cuerpo de Cris- dial, del que nazcan como de única semilla los frutos de
to. De ese cuerpo hay muchos miembros, perfectamente todos los servicios o ministerios. En la Iglesia la obe-
ensamblados entre sí. No se trata de una igualdad mo- diencia no se entiende de unos miembros hacia otros, si-
nótona, como no la podría haber en un cuerpo natural. no de todo el colectivo hacia el Espíritu. Obedecer, lo que
Hay diversidad de funciones, de las cuales algunas pare- se llama obedecer, sólo se hace con respecto a Dios.
cen más nobles y otras hasta menos decorosas. Sin em- Un ministerio eclesial que pretendiera monopolizar en
bargo, ninguna es superior a otra, y cada una de ellas sí mismo toda la obediencia de los demás ministerios y
tiene necesidad de las demás: del resto de los miembros de la comunidad cometería
«El cuerpo no es un miembro solo, sino muchos. Aun- un pecado de sacrilegio. Y esta monopolización se pro-
que el pie diga: «como no soy mano, no pertenezco al duce cuando el citado ministerio cree poder prescindir
cuerpo», no por eso deja de pertenecer al cuerpo. Aunque de los otros servicios o dones de la comunidad, a los que
la oreja diga: «como no soy ojo, no pertenezco al cuer- a lo sumo escucha por educación, pero de los cuales cree
po», no por eso deja de pertenecer al cuerpo (...). Si to- poder prescindir. Esto rompe el esquema esencial de co-
dos fueran un solo miembro, ¿dónde quedaría el cuerpo? munidad eclesial que nos presenta San Pablo. El mismo
58 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ¿IGLESIA-COMUNIDAD O IGLESIA-INSTITUCIÓN? 59

Concilio Vaticano II ha renovado esta vieja doctrina Dicho con terminología moderna: en el seno de la
paulina: comunidad eclesial no hay «voces», inspiradas por el Es-
«Uno es el Espíritu que distribuye, mediante la uni- píritu, que sean puramente «consultivas»: todas son «de-
dad de la Iglesia, la variedad de sus dones, con magnifi- liberativas» y deben ser escuchadas y seguidas por los
cencia proporcional a su riqueza y las necesidades de los propios pastores.
ministerios». 1
Y con mayor claridad aún:
«Los pastores saben que no han sido instituidos por El cubo de basura y el diamante
Cristo para cargar sobre sí únicamente toda la misión
salvadora de la Iglesia en el mundo, sino que su más pre- Esta concepción unitaria de la Iglesia hace que sea
clara tarea consiste en apacentar a los fieles, así como imposible establecer una división maniquea entre Iglesia-
en reconocer sus ministerios de tal modo que todos, uná- comunidad e Iglesia-institución, por la sencilla razón de
nimemente, pueden cooperar en la obra común».2 que la comunidad es institucional y la institución es co-
De aquí se deduce que una auténtica institución ecle- munitaria. Todo intento de separar una dimensión de la
sial debe ser una verdadera comunidad, donde cualquier otra ha tenido como consecuencia el que la institución
«servicio» o «don» no debe ser despreciado ni menospre- se empobrezca en su aspecto comunitario y se endurez-
ciado. Y aun cuando debe haber una vertebración de mi- ca en su condición institucional y, por otra parte, la co-
nisterios o servicios, no se puede concebir que unos ser- munidad segregada o se evapore por su falta de consis-
vicios de primera puedan actuar como si no existieran tencia o se reconvierta a su vez en una nueva institución
otros ministerios de inferior calidad. Precisamente los que reproduzca casi los mismos defectos que intentó su-
que tienen el encargo de «pastorear» deben estar muy primir al principio.
atentos a la voz del Espíritu, que a lo mejor se manifies- La historia demuestra que los puritanismos comuni-
ta más explícita en un servicio periférico de la comuni- tarios y anticonstitucionales solamente producen partí-
dad que en el propio vértice de ella. culas eclesiales que se disipan a corto o a medio plazo,
El haber descuidado este «silbo» lejano del Espíritu o nuevas instituciones que complican el panorama ecle-
ha sido frecuentemente la causa de conflictos intraecle- sial. No podemos olvidar, por ejemplo, que el fraile agus-
siales que han llevado a la destrucción o desaparición de tino Martín Lutero fue, en principio, un serio profeta en
comunidades concretas o a las rupturas de grandes co- el seno de la Iglesia católica y que intentaba una verda-
munidades que siguen, cada una de ellas, pretendiendo dera reforma de la institución eclesial. Pero, cuando rom-
ser la única verdadera. Recientemente, en el Concilio Va- pió formalmente con esta institución, no cayó en una co-
ticano II, la Iglesia católica romana reconoció explícita- munidad pura y auténtica, sino en una especie de «Igle-
mente que había otras «iglesias» y que en ellas se sigue sia católica B» que reprodujo defectos graves de la «Igle-
derramando el Espíritu con muchos de sus dones.3 sia católica A», de la que se había separado: baste recor-
dar su colaboración con los príncipes alemanes en la
1 guerra contra los campesinos.
VAT. II, Lumen gentium, 7.
2 Ibid., 30. Sin embargo, en aquella época pudo sobrevivir den-
3
VAT. II, Decreto sobre el ecumenismo, passim. tro de la institución un personaje tan importante como
¿IGLESIA-COMUNIDAD O IGLESIA-INSTITUCIÓN? 61
60 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

sin autoridad de ninguna clase. Solamente poseía la lo-


Erasmo de Rotterdam, llamado «el cerebro de Europa»,
cura del Evangelio.
que influyó prudente y clandestinamente en las mejores
Todo ello nos mueve a pensar que la actitud proféti-
inteligencias del catolicismo del siglo XVI, como son
ca debe ser profundamente dialéctica. Quizá un ejemplo
nuestros Juan de la Cruz, fray Luis de León, Teresa de
nos ayude a comprender esta paradoja. Se trataría de
Jesús, fray Luis de Granada y tantos otros, que a su vez
un diamante que se encuentra en el fondo de un cubo
trasmitieron la herencia erasmiana, especie de Guadiana
de basura. El que busca el diamante no puede andarse
que a veces fluye debajo de la tierra, hasta llegar casi
con remilgos y deberá llenarse de porquería, porque bien
a nuestros días.
merece la pena un hallazgo tan importante. El cubo de
Todo esto nos impulsa a buscar las fórmulas conve- la basura puede ser muchas veces la institución eclesial;
nientes para que las actitudes proféticas de las minorías si no, para eso está ahí la historia de la Iglesia, que nos
intraeclesiales tengan la mayor eficacia en el marco de puede ofrecer buenos ejemplos. El diamante es el men-
la institución. saje evangélico, que de hecho no se puede encontrar en
Para ello no podemos olvidar que la institución ecle- otra parte. Es inútil preparar estuches exquisitos con la
sial se aparta de su condición de «comunidad eclesial» ilusión de trasvasar a él el codiciado diamante.
conforme se va homologando con la sociedad civil, hasta En las parábolas del capítulo 13 del evangelio de Ma-
convertirse en una determinada institución ideológica. teo nos encontramos con una confirmación de esta dia-
Aquí viene la posibilidad de la profecía en su forma de léctica «diamante-basura»: o se toma todo o se deja to-
«contestación» intraeclesial. do. La parábola del trigo y la cizaña insiste en el mismo
Pero muchas veces esta «contestación» deja de ser tema: la Iglesia es como una era donde, al lado del tri-
profética para convertirse en ideológica. En otras pala- go, «un enemigo» ha sembrado cizaña; es inútil buscar
bras: ciertas minorías protestan de la actitud política de otra era donde sólo haya trigo. No hay una «Iglesia del
la macroinstitución eclesial no porque se aparte del mo- trigo» frente a una «Iglesia de la cizaña».
delo soñado por Cristo, sino porque no se amolda al mo- Todo ello nos indica que la actitud eclesial de un cre-
delo «político» soñado por ellas. Muchas veces los pas- yente cristiano debe ser profundamente dialéctica. Es
tores de la Iglesia, ciertamente complicados en la polí- inútil separarse de la Iglesia-institución, porque de he-
ca opresiva de los grandes de la tierra, no tienen en cuen- cho no hay otra. Hay que aceptar esta realidad histórica,
ta la «contestación» de las minorías cristianas, porque en prevista ya por el mismo Cristo.
el fondo éstas también «contestan» desde otra ideología Las soluciones hay que buscarlas a base de imagina-
política, no desde la pura y simple ubicación en el Evan- ción evangélica. Solamente tras un tiempo de reflexión
gelio. en que el espíritu se relaje completamente ante el Espí-
La prueba de ello está en que, cuando se ha dado el ritu, podremos ejercer nuestros carísmas periféricos con
caso de esta pureza evangélica de la «contestación» in- relación a los ministerios que más o menos están ubica-
traeclesial, se han visto resultados impensables, como fue dos en el centro o en el vértice.
el caso de Catalina de Siena, que logró arrastrar a Aviñón En otras palabras: los ministerios periféricos deberán
al papa y volverlo a asentar en su sede de Roma. Catalina quedarse donde están, y no pretenderán realizar el rele-
era una joven modesta, sin poder, sin medios políticos, vo con respecto a los verticales o centrales. Porque mu-
62 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

chas veces, en el fondo, la «contestación» eclesial de las


minorías incluye una inconsciente ilusión de reformar a
la Iglesia «desde la cabeza». Y la Iglesia puede siempre
ser reformada desde la menor y la más insignificante po-
sición en el Cuerpo de Cristo.
Y es que el Espíritu sopla en todos los rincones de
la Iglesia.

4
¿IGLESIA O COMUNIDADES?

El hecho de que haya creyentes en Cristo produce


inevitablemente una convergencia en la creación de gru-
pos o comunidades que se comunican e intercambian su
fe y que la profesan en común. Es inimaginable que una
fe se mantenga, se propague y se consolide sin tener en
cuenta este inevitable fenómeno de su encarnación en
grupos más o menos organizados y más o menos federa-
dos entre sí.
El primer momento del cristianismo está formado
por un grupo de discípulos, sobre todo por los «Doce»
que fueron elegidos por Jesús. Es curioso observar que
en el primer relato evangélico —el de Marcos—, al na-
rrar la llamada de los primeros discípulos, no se justifi-
ca, como hace Lucas (cap. 5), su decisión de seguir a Je-
sús con el episodio de la pesca milagrosa. Ni siquiera se
insinúa el hecho de que, según Juan (35 ss.), ya desde
los tiempos del Bautista, Simón y Andrés habrían acom-
pañado a Jesús, ya que se trataría, por así decirlo, de
una segunda llamada. Marcos quiere decir tan sólo cómo
deben desarrollarse las cosas cuando Jesús llama a los
hombres para ser discípulos suyos: deben obedecer sin
más.
Se comprende así cómo todos los detalles relativos
64 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ¿IGLESIA O COMUNIDADES? 65

al tiempo, al lugar y a las circunstancias precisas hayan aquel modelo se agotó rápidamente: los mismos apósto-
sido descuidados. Sólo incidentalmente nos enteramos les comprendieron que aquello era una utopía irrealiza-
de que Simón y Andrés eran modestos pescadores. Los ble y se acordaron de los consejos que Jesús les había
«llamados» no están preparados de ninguna manera; más dado referentes a la misión, no solamente entre los ju-
aun, Jesús no va al encuentro de los hombres en una es- díos de la diáspora, sino entre los propios paganos.
fera particularmente religiosa, sino allí donde viven la Por eso, en un segundo momento se forman las co-
vida de todos los días. El no actúa como un rabino, ya munidades misioneras. La primera fue la de Jerusalén,
que el rabino era, por así decirlo, elegido por el discípu- que «envió» a un grupo de discípulos que se establecie-
lo (Sal 22,9; Is 55,10 s.). También por esto, observa ron sobre todo en Antioquía, la cual se convirtió, a su
Schweitzer, la decisión de seguirlo es narrada como una vez, en plataforma desde donde la comunidad «enviante»
cosa obvia, sin ninguna referencia a las objeciones que lanzaba a sus misioneros, que habrían de volver a la co-
los pescadores habrían podido oponer a las dificultades munidad de origen para dar cuenta de su trabajo y es-
que debían superar. Se realiza, pues, el acontecimiento de tablecer las relaciones con los nuevos grupos fundados.
la gracia, sin que se hable de ello. Seguir a Jesús no es Finalmente, fue el propio Pablo el que, viendo que había
una decisión ética autónoma ni una adhesión intelectual que llevar el Evangelio al «término de Occidente» (Es-
a una doctrina; sin embargo, sí es una acción y un pen- paña), comprendió que la comunidad «enviante» ya no
samiento nuevo que surge del acontecimiento de la gra- podía ser Antioquía, sino Roma: por eso escribió la Car-
cia. Por su parte, Jesús no discute con los discípulos, co- ta a los Romanos, para indicarles que llegaría allá y sería
mo haría un rabino, de suerte que el verbo «seguir» ad- «enviado» por la comunidad metropolitana del Imperio
quiere en sus labios un significado particular, quizá vincu- para completar su evangelización al «término de Occi-
lado a aquellos pasajes del Antiguo Testamento donde dente» (Rom 15,23-24).
se contrapone el «seguir» a Yahvé con el «seguir» a los Como vemos, la preocupación de Pablo y de todos
falsos dioses (Dt 8,19; 1 Re 18,21). De aquí se deduce los primeros misioneros no era la de atraer a todos los
que, para el evangelista, Jesús es Yahvé, y que sólo él pue-
habitantes de una zona a la práctica del culto cristiano,
de exigir esa obediencia ciega a su llamada: los respon-
sino la de implantar puntos de referencia para que el
sables de las comunidades no podrían hacer lo mismo
Evangelio pudiera ser escuchado y aceptado por los que
sin cometer con ello una pretensión sacrilega.
estaban cerca. Nunca soñaron con «cristianizar» la so-
ciedad creando un nuevo tipo de «reino de Jesús» equi-
valente al «reino de Dios», tal como fue soñado por los
Dialectización Iglesiacomiinidades
judíos en su larga expectación mesiánica. Jesús había
En un primerísimo momento, tras la muerte de Je- dicho tajantemente: «Mi reino no es de este mundo»
sús, la comunidad de sus discípulos soñó con crear un (Jn 18, 36). Por eso los primeros misioneros sólo se preo-
nuevo Israel. Y así vemos cómo en los primeros capí- cupaban de pregonar su mensaje y de crear comunida-
tulos de los Hechos de los Apóstoles se nos describe la des donde este mensaje fuera creído y vivido, en orden
comunidad como una verdadera alternativa a la sociedad a su libre aceptación por todos los que quisieran acer-
cívico-religiosa que era el pueblo de Israel. Sin embargo, carse a ellas, como decía el autor de la Primera Carta de
66 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ¿IGLESIA 0 COMUNIDADES? 67

Pedro: «...dispuestos a responder a cualquiera que os les ofrece obediencia, sino que se les exige el cumplimien-
pida razón de vuestra esperanza» (1 Pe 3,15)... to de su misión.
Estas comunidades eran ciertamente culturales, pero La unidad total y absoluta de todos ellos se nos ofre-
de un culto doméstico: la alternativa del «templo» había ce como una utopía en el sentido real de la palabra: un
sido superada. En el templo se diluía el aspecto comuni- proyecto que hay que perseguir, pero que nunca se rea-
tario y prácticamente la personalidad quedaba inmolada lizará plenamente a lo largo de la Historia. Por eso, en
a un misterioso influjo sagrado que era manipulado, con el Nuevo Testamento hay dos tipos de textos eclesioló-
buenas o malas intenciones, por los sacerdotes profe- gicos, aparentemente antitéticos, pero profundamente
sionales. dialectizados entre sí.
En las comunidades cristianas todos tenían la pala- Por una parte, como hemos visto, aparecen las comu-
bra. Más aún, había una distribución de «ministerios» y nidades, cuyas vicisitudes se describen sin ningún géne-
«carismas», como expresamente describe Pablo (1 Cor 12- ro de pudor. Cuando se escriben los evangelios, ya los
14). Había una especie de horizontalidad que era estruc- Doce disfrutaban del respeto y veneración de las diver-
turalmente imposible en el templo anónimo y sobreco- sas comunidades; sin embargo, se les presenta en toda
gedor. su debilidad y flaqueza, sin escatimar ningún trapo sucio
Ahora bien, si el culto formaba parte de las reuniones de su convivencia con Jesús: Tardos de entendimiento,
comunitarias, se trataba, por así decirlo, de un culto cobardes, perezosos, miedosos, traidores, incrédulos.
profético: en las epístolas paulinas se insiste en que Posteriormente, en las cartas paulinas vemos cómo
siempre que se celebre la «acción de gracias» campee, los «grandes» tienen que defenderse de la crítica acerba
por encima de todo, la palabra, y una palabra compar- de las propias comunidades: la Segunda Carta a los Co-
tida por todos. En aquellas comunidades había cierta- rintios es toda ella un ejemplo palpable de esta libertad
mente una organización e incluso una relativa jerarqui- de crítica que la base cristiana tenía con respecto a sus
zación, pero jamás una imposición verticalista en sen- responsables. El mismo Pablo, admitiendo la primacía
tido absoluto: se habría considerado sacrilega. Solamente de Pedro, no teme decir públicamente a los gálatas (2,
Jesús, porque era Dios, podía «escoger a los que quería». 11) que en Antioquía tuvo que «oponerse a él pública-
En Hechos 6 vemos cómo los Doce hacen una propuesta mente, porque era culpable».
a la asamblea sobre la creación de unos «servidores» o En el Apocalipsis (cap. 2) se dirigen siete cartas a
«diáconos». La asamblea aprobó la proposición y ella sendas comunidades del Asia Menor: de todas ellas se
misma escogió a siete miembros para este tipo de car- sacan trapitos sucios, menos de Esmirna, de la que ex-
gos: los Doce aceptaron totalmente la decisión de la presamente se subraya su pobreza, probable motivo de
asamblea y no hicieron más que «consagrar» lo que la la conservación de su pureza original. Sin embargo, en
base había ya realizado. el propio Apocalipsis (cap. 12) se hace una descripción
utópica de la Iglesia: «una mujer vestida de sol, y la luna
Ahora bien, este conjunto de comunidades se nos pre-
bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su
senta en los documentos del Nuevo Testamento como
cabeza».
una red de grupos confederados entre sí, con vínculos
Igualmente los escritos de inspiración paulina, que
horizontales y con unos responsables a los que no sólo se
unas veces se han mostrado tan críticos con las comuni-
68 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ¿IGLESIA O COMUNIDADES? 69

dades, nos presentan también una descripción utópica consiguiente, no hay una correspondencia exacta entre
de la Iglesia, sobre todo en Col y Ef: la Iglesia es «el «pertenencia a la comunidad» y «pertenencia a la ecle-
cuerpo de Cristo» (Col 1,24), «la plenitud del que lo llena siosfera»; esta segunda es mucho más amplia que la pri-
todo en todo» (Ef 1,23), «toda gloriosa, sin mancha ni mera y en ocasiones es invisible e inapreciable a ojos
arruga, santa e inmaculada» (Ef 5,27). vista.
De todo esto hay que deducir que una buena eclesio- Por lo tanto, ninguna comunidad puede aplicarse a sí
logía neotestamentaria debería tener en cuenta estos dos misma los atributos «utópicos» de la «ekklesía», ya que
polos, no alternativos, sino dialécticos. Dicho de otra ma- esta última es un proyecto que nunca quedará realizado
nera: podríamos decir que en el Nuevo Testamento se a lo largo de la Historia. A lo más, las comunidades po-
habla de una especie de «eclesiosfera» o, quizá, de una drán irse acercando al modelo tipificante, y en esta con-
«convocatoria» de Dios, en cuyo solo ámbito se realiza vergencia es donde puede darse el verdadero ecumenis-
el misterio de la salvación del hombre y de la Historia. mo, no en la absorción de una comunidad por otra, como
Esta «convocatoria eclesial» abarca un espacio total y lo ha puesto muy bien de relieve el Decreto de Ecume-
desborda con mucho los estrechos límites de las comu- nismo del Concilio Vaticano II.
nidades históricas. En uno de los últimos escritos del
Nuevo Testamento, el cuarto evangelio, se admite expre-
samente esta extrapolación del espacio eclesial: La eclesialización, bloqueada
«Tengo además otras ovejas que no son de este redil; por la «tingladización»
también a ellas tengo que conducirlas; ellas oirán mi voz
y habrá un solo rebaño y un solo pastor» (Jn 10,16). De todo esto se deduce que la «eclesialización» de las
En Me 9, 38-40 se insiste en la misma idea, cuando comunidades cristianas es un proceso que se va realizan-
los discípulos le dicen a Jesús: do a lo largo de la Historia y que nunca se consumará
«Maestro, hemos visto a uno que estaba arrojando de- plenamente, sino cuando se haya traspasado el umbral
monios en tu nombre —uno que no es de nuestra comu- de la metahistoria. En otras palabras: la eclesialización
nidad—, y queríamos impedírselo, por no ser de nuestra es un itinerario escatológico, paralelo al itinerario de la
comunidad. Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis; pues salvación. En el capítulo 12 del Apocalipsis se describe
no hay quien haga un milagro en mi nombre y pueda la realización de la gran utopía eclesial: la Iglesia —la
luego hablar mal de mí; que quien no está contra noso- Esposa— consuma sus bodas con el Cordero (Cristo) en
tros, en favor nuestro está». un marco descrito con lenguaje transhistórico o estricta-
Finalmente, en Mt 25, 21-46 se dice expresamente que mente escatológico. Mientras tanto, la Iglesia no deja de
en el juicio definitivo, al final de la Historia, habrá mu- ser una utopía que se va realizando parcial e imperfecta-
chos que han estado fuera de las comunidades, pero que, mente a lo largo del caminar del propio hombre. Por eso,
sin embargo, han actuado en el espacio de la eclesiosfera, siempre que la comunidad se viste el traje de novia, quie-
y por ello serán salvados; mientras que muchos otros, re decir que adultera, ya que se prepara para una unión
que sociológicamente estuvieron dentro de las comuni- conyugal ilícita con un amante intrahistórico, puesto que
dades, han sido considerados seres extraños a la eclesios- el Cordero sólo la asumirá plenamente como esposa más
fera, y por ello serán rechazados (Cfr. Le 13 26s.). Por allá de la Historia.
70 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ¿IGLESIA O COMUNIDADES? 71

Esta eclesialización de la comunidad dentro del ca- lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne.
minar relativo de la Historia podríamos denominarla con Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en
el neologismo de «tingladización»: la comunidad se con- el cielo. Obedecen a las leyes establecidas, pero con su
vierte en un tinglado, perfectamente organizado, que se vida sobrepasan las leyes. A todos aman y por todos son
atribuye indebidamente la plenitud de la Iglesia; pleni- perseguidos. Se les desconoce y se les condena. Se los
tud que es estrictamente escatológica. Naturalmente, es- mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen
ta «tingladización» se hace a costa de la propia esencia a muchos. Carecen de todo y abundan en todo. Porque no
de la comunidad, ya que esta última se homologa con la es, como dije, invención humana ésta que a ellos fue trans-
sociedad civil, o asumiéndola totalmente o convirtiéndo- mitida, ni tuvieran por digno de ser cuidadosamente ob-
se ella misma en una especie de reino de Dios en este servado un pensamiento mortal, ni se les ha confiado la
mundo, a imagen y semejanza del modelo israelita. administración de ministerios terrenos».
Durante los cuatro primeros siglos, los cristianos no Este equilibrio dialéctico fue roto, en parte, cuando
crearon, por lo general, «tinglados»: se mantuvieron en el siglo IV el emperador Constantino comprendió que
agrupados en comunidades fraternas y organizadas, sin la presencia de este tipo de comunidades en el seno del
pretender convertirse en una alternativa válida de la so- gran Estado era cada vez más peligroso, dada su enorme
ciedad civil dentro de la cual vivían. Un documento del independencia y su consiguiente capacidad crítica frente
siglo II, llamado «Carta al limo. Diogneto», describe ma- a la omnipotencia del poder. Por eso intentó no ya des-
ravillosamente esta postura dialéctica entre «comunidad» truir lo indestructible, sino pactar con ello. Los cristia-
y «ekklesía»: nos, cansados de la lucha, aceptaron aquello como un
«Los cristianos no se distinguen de los demás hom- premio a su martirio —a su «testimonio»— y empezaron
bres ni por su tierra ni por su habla ni por sus costum- a homologarse con la sociedad civil. Entonces es cuando
bres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas ni ha- las comunidades pretenden convertirse en «iglesias» he-
blan una lengua extraña ni llevan un género de vida apar- chas y derechas, anticipando indebidamente la utopía
te de los demás. A la verdad, esta doctrina no ha sido que únicamente sería realizada en su plenitud más allá
por ellos inventada gracias al talento y especulación de de la Historia. La constantinización de las comunidades
hombres curiosos, ni profesan, como otros hacen, una en- es equivalente a la «tingladización» de la Iglesia: la Igle-
señanza humana; sino que, habitando ciudades griegas o sia se convierte en un inmenso «tinglado» que, o se
bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adap- confunde con el tinglado civil o se convierte en rival suyo.
tándose en vestido, comida y demás género de vida a los Sin embargo, como observa muy bien Engels, no se
usos y costumbres de cada país, dan muestras de un te- puede decir que a partir de Constantino el proceso de
nor de peculiar conducta, admirable y, por confesión de «tingladización» ahogue la voz profética de las comuni-
todos, sorprendente. Habitan sus propias patrias, pero dades, sino que, por el contrario, desde entonces la his-
como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos toria de la Iglesia sería siempre ambigua: una mezcla,
y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extra- no siempre clara y definitiva, de grupos religiosos pro-
ña es para ellos patria, y toda patria tierra extraña. Se féticos y de macro-organizaciones que, en nombre del
casan como todos; como todos, engendran hijos, pero mensaje cristiano, imponen al mundo civil todo un códi-
no exponen los que nacen. Ponen mesa común, pero no go de leyes determinadas e incluso una ideología precisa.
72 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ¿IGLESIA 0 COMUNIDADES? 73

De aquí nace la «cristiandad»: partiendo de la fe cris- Iglesia cristiana frente a Iglesia marxista
tiana, se pretendió organizar completamente la sociedad
entera. Es todo lo contrario de la exposición de la «Car- Partiendo de estos someros análisis, podemos ahora
ta a Diogneto», según la cual «a los cristianos no se les situar una problemática que incide en la vida no sola-
ha confiado la administración de ministerios terrenos». mente religiosa, sino socio-política, de nuestro tiempo.
Lógicamente, los responsables de las comunidades, redu- Hoy, en la arena de la vida moderna, se encuentran fren-
cidas a una «iglesia» rígidamente burocratizada, se con- te a frente dos fuerzas poderosas que unas veces se mi-
vierten automáticamente en los arbitros de toda la vida den las armas, otras se abrazan como adversarios leales
ciudadana. La Biblia, por ejemplo, se convierte en la en- y algunas se funden en una praxis común, hasta no po-
ciclopedia de todo el saber humano, de suerte que, cuan- der distinguirse entre sí. Se trata del marxismo y del cris-
do Galileo Galilei descubrió que la tierra se movía alre- tianismo. Es muy difícil dar una respuesta «catequística»
dedor del sol, fue considerado como hereje, ya que, se- (sí o no, como Cristo nos enseña) a las compatibilidades
gún la «enciclopedia», sucedía lo contrario. ¡Como si la o incompatibilidades entre marxismo y cristianismo. Pe-
Biblia fuera la enciclopedia de todo el saber terreno! ro es fácil hacer un debido planteamiento para que las
diversas respuestas estén perfectamente encuadradas y
Esta ambigüedad de la historia del cristianismo obli-
no se pierda el diálogo en una infinita y vana palabrería.
ga a los historiadores a no despachar los acontecimien-
El planteamiento sería el siguiente: tanto el cristianismo
tos de estos últimos dieciséis siglos con un criterio mo-
como el marxismo comportan una visión del hombre y
nolítico, sino que les impone el deber de distinguir las
de la sociedad. Ahora bien, esta visión puede concretar-
dos facetas de este difícil itinerario, teniendo siempre en
se en dos ámbitos diversos, aunque relacionados entre sí:
cuenta que el dominio de los «constantinianos» no sola-
mente se ha dejado sentir en el propio curso de los acon-
1.°) Ámbito ideológico: se trata de un intento de si-
tecimientos, sino en el mismo proceso de relatarlos. En
tuar al hombre en la trayectoria de su propia historia,
otras palabras: la historia del cristianismo no sólo la
descubriendo los obstáculos que le impiden realizarse
han pretendido protagonizar los constantinianos, sino
como ser humano y contribuyendo positivamente a des-
que han sido ellos mismos los que han intentado tener
pejar esos obstáculos con miras a la aparición del «hom-
la exclusiva de su documentación.
bre nuevo».
Actualmente vamos descubriendo con sorpresa esa do- El marxismo, de suyo, solamente pretende moverse
ble vena —profética y constantiniana— que siempre ha dentro de un ámbito verificable y pretendidamente cien-
estado presente en el desarrollo del cristianismo. Y ello tífico. En un primer momento, con ello Marx no quiso
explica que en un determinado momento surja, casi co- más que oponerse a una visión idealista, romántica y
mo por generación espontánea, una explosión de vida apriorística del «socialismo utópico», tal como, por ejem-
evangélica en espacios que parecían manchados por la plo, lo propugnaba Proudhon. Marx quería estar atento
burocracia eclesial y por una alta tensión inquisitorial. a las realidades de la historia, sacando de ellas las con-
Se trataba de unos gérmenes soterrados, pero con el su- secuencias que una constante verificación científica ha-
ficiente vigor para salir a la superficie apenas se presenta cía necesarias o aceptables.
la ocasión propicia. Sin embargo, los mismos epígonos de Marx van reco-
74 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ¿IGLESIA 0 COMUNIDADES? 75

nociendo, cada día más, que el devenir de las fuerzas pro- mo la «gran patria del socialismo», conceptos antitéti-
ductivas no determina por sí sólo el paso de una forma- cos entre sí, ya que el «socialismo» —como, por otra par-
ción económico-social a otra, ya que la consideración del te, el cristianismo— nunca debería tener «patria» pro-
carácter social creciente de la producción en el sistema pia, sino trascenderlas a todas ellas, sin por ello supri-
capitalista no es suficiente para fundamentar el socia- mirlas.
lismo científico. El hecho de que hoy mismo se den tan- Partiendo de esta distinción, vemos claro cómo ha-
tos «socialismos» e incluso «marxismos» distintos y has- bría que plantear el problema de las compatibilidades en-
ta antagónicos demuestra la imposibilidad de reducir a tre cristianismo y marxismo.
un rigorismo científico cuasi matemático el advenimien- Si se trata de marxismo y cristianismo a nivel de
to de la sociedad socialista. «iglesias» distintas, entonces lo más normal es que cada
Pero, en todo caso, un buen marxista se debería ate- «iglesia» tenga sus dogmas y normas establecidos y que
ner al ámbito científico, con todas las limitaciones que no esté dispuesta a desprenderse de ellos. Por eso, tanto
ello comporta, sin despreciar aquellas hipótesis de tra- a la «iglesia» cristiana como a la «iglesia» marxista le
bajo que puedan ser preciosos instrumentos en la bús- conviene conservar y. subrayar su diferencia específica
queda de la construcción de una sociedad socialista. frente a la iglesia antagonista. Y cuando habla de «igle-
Por su parte, el cristianismo, de suyo, solamente in- sia», me refiero fundamentalmente a los respectivos «vér-
tenta ofrecer una fe que no resolvería técnicamente los tices», convertidos en cumbres de un «tinglado» en cuyo
problemas humanos, aunque sí podría iluminar los di- interior se albergan las mejores tradiciones de uno y otro
versos proyectos emprendidos por el hombre para ser bando, pero sometidas a rígido control proveniente del
más hombre. Ya hemos visto cómo en los cuatro prime- vértice respectivo.
ros siglos el cristianismo no se presenta como una alter- Como siempre ha sucedido en la historia de las ins-
nativa a ningún proyecto determinado, aunque sí está tituciones, todo poder tiene la gran tentación de conser-
dispuesto a hacer un juicio crítico de todo. vadurismo y de integrismo, o sea: pretende conservar to-
das las fuerzas positivas del pasado e intentar cubrir
2.°) Ámbito estructural o «eclesiál»: tanto el cristia- desde arriba todas las necesidades, exigencias y deseos de
nismo como el marxismo cuajan en «instituciones» or- las masas sobre las que ejerce su control. El integrismo
ganizadas. Hemos visto el proceso de «eclesialización» es el intento de «integrar» completamente al ser huma-
del cristianismo en lo que tiene de negativo, por romper no en la órbita del cuadro de mando.
la dialectización entre utopía escatológica e historia pro- En este caso, ambos vértices (marxista y cristiano) se
gresiva de las comunidades de creyentes. En el marxis- consideran ideológicamente incompatibles: es su única
mo sucede algo semejante: llega un momento en que la posibilidad de ser «vértices», es su carné de identidad. El
dinámica de la búsqueda de una solución al problema vértice eclesiál cristiano tendrá sumo interés en que el
humano, cuya infraestructura primordial se supone son marxismo sea «ateo y materialista», porque así puede ejer-
las relaciones de producción, se concentra en la construc- cer su dominio sobre todos aquellos que no quieren re-
ción de un «topos», de un lugar, donde se ubica de una nunciar a su fe y a su espiritualidad. El vértice marxista
manera casi definitiva y establece la pretendida sociedad querrá seguir siendo ateo y materialista, porque así podrá
socialista: desde 1917 se habla de la Unión Soviética co- atraerse a esa buena porción de humanidad que, no pu-
76 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

diendo tolerar una «religión alienante», lo espera todo de


la venida de un «reino de Dios» secularizado en una socie-
dad socialista. Como es lógico, el pragmatismo hará mu-
chas veces que ambos vértices se entiendan entre sí, como
los gansters de Chicago: establecerán acuerdos y concor-
datos, se harán concesiones mutuas; pero siempre cada
uno de ellos soñará con quedarse un día a solas en el
campo de batalla. Se trata tan sólo de una tregua impues-
ta forzosamente por una coyuntura imperiosa.
Por el contrario, las «bases» de ambas «iglesias» se 5
hallan comprometidas en la misma praxis liberadora y
no tienen miedo al «contagio» mutuo: el cristianismo se IGLESIA - EVANGELIO
deja sacudir por el realismo socialista para salir del FRENTE A IGLESIA - LEY
sueño evasionista o espiritualista en que frecuentemen-
te cae.
Igualmente, el marxismo se deja contagiar de cristia- Todo el tema de las Epístolas a los Gálatas y a los
nismo y va aceptando con avidez la aportación positiva Romanos se puede reducir a esta frase nérvea: «o Ley o
de la esperanza cristiana, sobre todo en un momento en Evangelio»: «Télos gar nómou Jristós» (Rom 10,4): Cris-
que la ética revolucionaria tiende a agotarse, según ex- to es, de alguna manera, el final, la consumación de la
plícita confesión de los más destacados exponentes del Ley. Cristo pone punto final a una situación que se de-
movimiento marxista. nomina con el nombre de «Ley». ¿Qué quiere decir esto?
El conflicto entre marxismo y cristianismo, por lo La antítesis entre Ley y Evangelio no se refiere a la
tanto, no puede resolverse simplemente por discusiones cesación del contenido de la Ley W. D. Davies,1 después de
de salón, sino partiendo de la doble praxis de ambas ba- haber examinado en este sentido el Antiguo Testamento,
ses «eclesiales»: la marxista y la cristiana. los Apócrifos y las fuentes rabínicas, afirma que en to-
El futuro de esta convergencia sólo es previsible a lo dos ellos se contiene la profunda convicción de que la
largo de un itinerario pacífico y constructivo, al margen obediencia a la Tora continuaría en la era mesiánica. Ge-
de todo dogmatismo, tanto cristiano como marxista. neralmente, todas las fuentes insinúan que la Tora, en su
El futuro está por encima de todos nosotros, y aquí forma de entonces, persistirá en la era mesiánica, llega-
tendríamos que escuchar el consejo del gran poeta sevi- de la cual se dispararán sus oscuridades y se harán ciertas
llano Antonio Machado: adaptaciones y cambios, de manera que los mismos gen-
tiles puedan aceptar su yugo.
«Caminante, no hay camino: Y aquí precisamente está el punto de fricción entre la
se hace camino al andar». concepción judía y la novedad cristiana, aportada prin-

1
Torah in the Messianic Age and for the Age to come, Fila-
delfia 1952, pp. 84 ss.
IGLESIA-EVANGELIO FRENTE A IGLESIA-LEY 79
78 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

a dos situaciones históricas y estructurales absolutamen-


cipalmente por San Pablo. No se trata de una distinción
te incompatibles entre sí.
entre la Ley como norma fundamental y los pequeños
mandamientos u ordenanzas coyunturales; no es sim-
ple «reforma» de la vieja Ley «aggiornata» a los nuevos Ley
hechos cristianos. Se trata realmente de una ruptura en
el sentido más profundo de la palabra: la Ley ha sido de- Ya en la época post-exílica asistimos a una lenta pro-
clarada «caduca» con la venida del Evangelio. La Ley, en moción del concepto y expresión «Ley», que, de pura y
efecto, no tuvo otra finalidad que la de servir de niñera simple expresión objetiva de la voluntad de Dios, pasó
(«paidagogés») durante el estadio infantil de la humani- a significar un instrumento agente en el proceso de ma-
dad. Pero cuando Cristo ha venido, el hombre puede ya duración histórico de la salvación. Esta promoción se
convertirse en adulto y no tiene ninguna necesidad de la verificó, en primer lugar, a través de una progresiva
«ley-niñera»; ya puede entrar directamente en los apo- ecuación entre «Tora» y «sabiduría».
sentos del padre y hablar con él de tú a tú (Gal 4, 1-7). «El concepto de Sabiduría —escribe C. H. Dodd 2 —
Efectivamente, a través de toda la exposición paulina como una especie de emanación personal de lo divino,
descubrimos esta tensión entre «Ley-situación» y «Ley- mediadora entre Dios y el mundo, es uno de los produc-
contenido». Pablo no hace un planteamiento anarquista, tos más fructuosos del contacto del judaismo con el mun-
como si el Evangelio fuera la utopía de un mundo sin le- do exterior. Efectivamente, aunque no podemos dejar de
yes, sin normas, sin preceptos. Pablo, cuando habla de reconocer el claro perfil hebreo de esta Sabiduría, sin
la «Ley-contenido», la toma en un sentido amplísimo, su- embargo esta doctrina difícilmente habrá sido desarro-
brayando especialmente su contenido ético permanente llada sin la influencia del misticismo egipcio y de la filo-
(Rom 2,1-3; Gal 5,23), cuya quinta esencia es precisa- sofía griega. Para un hebreo, la Sabiduría era, en pri-
mente el amor del prójimo (Rom 13, 8-10; Gal 5,14). mer lugar, el recto juicio práctico mediante el cual un
En ninguna parte vemos que Pablo haga una distin- hombre virtuoso guía su conducta, y la literatura sapien-
ción entre el núcleo ético permanente de la Ley y las pres- cial está llena de preceptos de sentido común aplicables
cripciones rituales o cultuales. Para él, la Ley es todo a la vida de cada día. Pero, como el judaismo era una
un bloque: la expresión de la voluntad de Dios. El no se religión revelada, toda Sabiduría era concebida como ins-
plantea nunca el problema jurídico de la jerarquía y de piración de Dios, y su forma fija era la Tora revelada.
la cesación de los preceptos. La antítesis «viejo-nuevo» En un sistema que se inclinaba cada vez más a subrayar
no se refiere al contenido de la Ley, que es toda ella asi- la unicidad de Dios, la Tora, en su calidad de voluntad
milable. Las leyes ceremoniales y cultuales del Antiguo divina revelada, se presentó como suprema intermedia-
Testamento habían sido dadas dentro de un contexto his- ria entre Dios y el hombre. En su aspecto de Sabiduría,
tórico y estaban expresamente proyectadas hacia un fu- la Tora era fácil de ser considerada —especialmente ba-
turo mesiánico que se presentaba como una superación jo la influencia exterior a que hemos aludido— tanto
exigida por la misma Ley. en relación con las obras de Dios en la naturaleza como
En una palabra, el estudio que nos proponemos hacer en su calidad de Ley-para-el-hombre. Ya en las partes más
no toca este aspecto, que consideramos inexistente en la
teología paulina, sino algo más profundo que se refiere 2
The Authority of the Bible, Londres 1928, pp. 178 ss.
IGLESIA-EVANGELIO FRENTE A IGLESIA-LEY 81
80 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

poéticas del Libro de los Proverbios, la Sabiduría es casi Tora era instrumento de la creación, era declarar que
personificada como compañera de Dios en la creación Naturaleza y Revelación se corresponden; o, dicho en
(Prov 8,22-30). Un siglo más tarde, Jesús Ben Sirac hizo términos teológicos, que entre Naturaleza y Gracia había
avanzar el pensamiento de los Proverbios hasta hacer ha- continuidad, no discontinuidad. Por emplear una expre-
blar en este sentido a la Sabiduría (Eccli 24, 3-6). Final- sión estoica, vivir según la Tora es vivir según la Na-
mente, en la Sabiduría de Salomón, que casi pisa ya el turaleza.
umbral de la era cristiana, tenemos una doctrina plena- Para el judaismo, por consiguiente, entre Dios y el
mente desarrollada sobre la inmanencia divina en térmi- hombre sólo existía la Tora, con lo que ésta, de mera ex-
nos de Sabiduría (Sab 7,24-27). En esta doctrina hay, presión objetiva de la voluntad de Dios, se había conver-
sin duda, una posibilidad de reconciliar trascendencia e tido en instrumento agente de la gran obra de Dios: la
inmanencia. Pero, como filosofía de la religión, llevaba salvación del hombre. Ahora bien, el riguroso monoteís-
inherente una debilidad. La práctica personificación poé- mo judío, llevado en aquella época al extremo de una
tica de la Sabiduría es, más que una respuesta, una eva- trascendencia inabordable, no permitía hacer de la Tora
sión a la pregunta de si el hombre está en contacto direc- una fuerza objetiva intermediaria —una especie de «dai-
to con Dios o solamente movido por una fuerza cósmica. m o n » — ; por eso, una vez que Dios había sido confinado

Aquella doctrina era quizá demasiado intelectualista y en aquella soledad majestuosa, de la parte de acá sola-
demasiado mística para arraigar profundamente en el ju- mente quedaba la Ley, que en definitiva se reducía a la
daismo, por no mencionar el hecho de que la Sabiduría propia actuación humana. La Ley, no ya escrita en unos
fuera estrictamente identificada con la Tora como for- rollos, sino hecha viva en la actuación del hombre: he
ma concreta de una religión nacional. La última fase de aquí el gran instrumento de salvación, que Pablo llamará
la filosofía sapiencial hay que buscarla en la cristología acertadamente «érga nómou», «las obras de la Ley», la
de San Pablo y en la doctrina del Logos del cuarto evan- Ley convertida en puro esfuerzo humano.
gelio, donde la personificación ficticia de la Sabiduría es Ya W. D. Davies 4 desarrolló en su día lo que él llama
llevada al terreno de la realidad mediante el concepto de «el dogma de la Tierra»: para los judíos había una es-
Dios encarnado en un ser humano». trecha vinculación entre su identidad como pueblo esco-
En la literatura rabínica 3 se insiste en esta misma gido y la tierra concreta que habitaban: la Tierra pro-
idea, sobre todo comentando los textos sapienciales an- metida. Este era verdaderamente el dogma fundamental.
teriormente mencionados. Respecto a la idea de Ley, no Y así, el hecho de que el cristianismo predicara la llega-
podemos creer que aquí el judaismo no hiciera más que da del Mesías y un advenimiento futuro de Jesús como
ejercer su imaginación poética. Al contrario, tomaba todo Señor planteaba pocas dificultades a su convivencia con
esto muy en serio, y con esta idea expresaba una de sus el judaismo; al fin y al cabo, siempre se había dicho que
más profundas convicciones, a saber: que el universo es los gentiles irían a Jerusalén para adorar a Yahvé.
conforme a la Tora; que la misma naturaleza está mode- Lo que enfrentó al judaismo con el cristianismo no
lada según la Tora; en una palabra, proclamar que la fue una especulación, sino un fenómeno histórico bruto:

4
3
Cf. textos en W. D. DAVIES, Paul and Rabbinic Judaism, The Gospel and the Land, Berkeley/Los Angeles/Londres
Londres 1948, pp. 172 s. 1974.
82 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE IGLESIA-EVANGELIO FRENTE A IGLESIA-LEY 83

antes que Jerusalén se convirtiera en el centro del Nuevo bien: «¿Cómo podremos comprender nuestra fe a la luz
Israel sobre el monte Sión, había surgido una comuni- de la emergencia de estos gentiles cristianos, que están
dad obediente a Jesús, el Mesías, que consideraba la Ley sin Ley y fuera de la Tierra, pero que comparten la re-
oral como innecesaria para la salvación. Fuera de la Tie- dención?».
rra, fuera de la Ley, había una actividad mesiánica que Las diversas coyunturas históricas habían hecho de
trascendía antiguas distinciones establecidas en la Tora. Israel un pueblo fácilmente desarraigado de la «tierra»;
El judaismo rechazó inmediatamente esa nueva pos- por eso la habilidad farisaica tuvo éxito en su intención
tura como peligrosa. El judeocristianismo admitía, sí, de mantener el dogma esencial de la «Tierra», haciendo
que el Evangelio habría de ser predicado primeramente a de la «Ley» una especie de «Tierra portátil», o sea, de
los judíos y después a los gentiles; pero la irrupción ma- «bunker», dentro del cual los judíos pudieran vivir la
siva de los gentiles desbordó las esperanzas judías, pues- extraterritorialidad en medio del mundo gentil. En la
to que no era necesaria la «Tierra» para congregar en llamada «Carta de Aristeas», un judío alejandrino del
ella a los nuevos creyentes. 100 a.C, se describía cuidadosamente esa situación:
G. Scholem s dice que hay tres maneras de desarro- «Nuestro sabio legislador, teniendo en cuenta los de-
llarse la tradición hacia la historia: a) puede ser lleva- talles, equipado por Dios con el conocimiento de todas
da hacia adelante con una retención de continuidad; las cosas, nos cercó con vallas infranqueables y con mu-
b) puede transformarse mediante un proceso natural de ros de hierro, para que no nos mezcláramos absoluta-
metamorfosis y asumir una nueva configuración; y c) fi- mente con ningún otro pueblo, quedando incontamina-
nalmente, puede quedar sometida a una ruptura que im- dos de cuerpo y de alma, desvinculados de vanas opinio-
plica un rechazo de la propia tradición. nes y adorando al único y verdadero Dios por encima de
El cristianismo gentil, abandonando la aceptación de toda la creación».6
la Ley como condición de permanencia al pueblo de Dios Como es natural, este brutal encerramiento en sí
y a la redención mesiánica, retó al judaismo en su pro- mismos estaba defendido por una cantidad inverosímil
pia esencia, o sea, en su interpretación: a) de la Ley co- de prescripciones rituales que regulaban severísimamen-
mo fundamento y guía de su vida; b) de su propia iden- te las relaciones sociales con los paganos. Hemos visto
tidad como pueblo; c) de su futuro, prometido para la cómo «Aristeas» nos detalla estas prescripciones referen-
«Tierra» y otros lugares. tes «al comer, al beber, al tocarse, al verse y al escu-
En la reciente investigación del Nuevo Testamento charse».
fue casi un dogma la creencia de que la teología cristiana Así pues, «vivir en la Ley» significaba pertenecer a la
primitiva estaba totalmente determinada por el retraso «reserva» judía, que se podía encontrar por todas partes
de la «parusía». Sin embargo, a la luz de la aportación en el Imperio romano. En rigor, lo más importante era
de Scholem, lo más congruente es pensar que los prime- observar las ordenanzas; la misma fe en Dios era de he-
ros cristianos se preguntaron no solamente: «¿Qué hare- cho secundaria; se podía incluso ser un buen observante
mos ahora, ya que el Mesías no ha llegado?», sino tam- y al mismo tiempo un ateo o un agnóstico más o menos
camuflado.
5
The Messianic Idea in Judaism and other Essays on Jewish
Spirituality, Nueva York 1971, pp. 49-77. 6 Arist. 139 (Ed. Moses Hadas, Nueva York 195,1, p. 157).
84 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE IGLESIA-EVANGELIO FRENTE A IGLESIA-LEY 85

Evangelio Y aunque muchos judíos miraron la Tora como una


«Tierra portátil» y escogieron deliberadamente su resi-
Por el contrario, la predicación de Jesús y la procla- dencia fuera de la Tierra de Israel, sin dejar por ello de
mación apostólica desmontan el presupuesto del dogma seguir siendo «observantes» (o sea, obedientes a las exi-
judaico de la «Tierra». Es curioso observar que en la gencias de la Tora), sin embargo, en sus propios térmi-
Epístola a los Efesios, de inspiración paulina, se utiliza nos, en principio y en su integridad, la Tora es insepa-
el mismo lenguaje de la «Carta de Aristeas», pero en sen- rable de esta «Tierra». El Evangelio sustituyó la Tora
tido completamente inverso: «Pues él es nuestra paz, el por Jesús, el Cristo, que nació, sí, y creció en la «Tierra»,
que de dos cosas ha hecho una y ha derribado el muro me- pero que se convirtió en el Señor Viviente, en el Espíritu.
dianero de la empalizada (o sea, la enemistad) en su car- Por consiguiente, la Ley es alienante cuando se iden-
ne; y ha abolido la ley de los mandamientos en ordenan- tifica con la «Tierra», aunque sea una «Tierra portátil»:
zas, para crear en él a los dos en un solo tipo de hombre encierra a los hombres en un proyecto limitado temporal
nuevo, haciendo la paz; y reconciliar a unos y a otros, y geográficamente.
matando la enemistad en él» (Ef 2,14-18). El cristianismo na debería nunca igualarse con nin-
A la palabra «empalizada» («fragmós») de Ef corres- guna «Ley»: «El Espíritu sopla donde quiere» (Jn 3, 8).
ponde en Aristeas el verbo de la misma raíz «nos cercó» Al hacer esto, no solamente produce libertad en los mis-
(«periéfraxen»). Más adelante especifica Aristeas que la mos creyentes, sino que además ofrece un modelo de li-
cerca de esta empalizada la constituían «purificaciones beración, frente a la alienación legal (=burocratización
en materia de comidas y bebidas, de contactos, de oír y o «tingladización»), a cualquier comunidad humana.
de ver».7 El cristianismo no es un humanismo; es decir: el cris-
Así, la «Tierra», en el Nuevo Testamento, nos lleva a tianismo no puede ser, él mismo, una «Ley»; tampoco
ponderar el misterio de Jesús, el Cristo, el cual, por su puede comprometerse con ninguna «Ley»; ha de quedar
cruz y resurrección, rompió no sólo los vínculos de la libre en actitud trascendente, aunque críticamente com-
muerte, sino los de la «Tierra». Y mientras el judaismo prometida.
implicaba generalmente una continua e incesante atrac- Esta es la primera distinción fundamental entre Ley
ción por la «Tierra», el cristianismo ha supuesto siempre y Evangelio: la Ley se identifica con una cultura deter-
un despegue con respecto a la «Tierra». Fueron los hele- minada, con un pueblo determinado, y establece una dis-
nistas y Pablo los que hicieron abortar la crisálida terri- criminación entre los miembros afiliados a la Ley (de
torialista del cristianismo; y eso lo hicieron en nombre la que son observantes rigurosos) y los demás seres hu-
de Cristo, al cual estaban subordinados todos los espa- manos, considerados extraños y alejados del calor del
cios y todos los tiempos, y el cual también en la tradi- «bunker», donde Dios es conservado como garante del
ción cristiana (adaptando una metáfora de Rainer Maria monopolio a favor del pueblo, de la tierra, del grupo.
Rilke) «tiene un puerto para cada nave y una nave para Como se puede ver en el «Apócrifo en Sión», recien-
cada puerto». temente descubierto en Qumrán, Jerusalén recibe una
especie de «status» divino. E. Urbach 8 sugiere que Jeru-
7 8
Arist. 142: «pántozen hemás periéfraxen hagneías kai diá Los sabios, sus conceptos y creencias (en hebreo), Jerusa-
brotón kai potón kai akoes kai koráseos nomikós». lén 1969.
86 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE IGLESIA-EVANGELIO FRENTE A IGLESIA-LEY 87

salen como «lugar» («maqom») es un nombre sucedáneo que, al mismo tiempo, utilizan el prestigio de Dios (sin
de Dios en el judaismo. Esta transferencia es impensa- creer en ello casi o nada) para mantener esta situación
ble en el cristianismo, donde el Nobre-sobre-todo-nom- de estabilidad.
bre es el de una persona. Así se explica que para el judío El Evangelio, por el contrario, es también una situa-
observante la fe explícita en Dios no sea muy relevante: ción estructural, dentro de cuyos muros es imposible la
Dios ha quedado como absorbido por el Lugar; ha sido tiranía de la Ley, de tal manera que, si en un determina-
reducido a Ley. Basta con observar la Ley, con estar den- do caso una ley no sirve al bien del hombre, deja de te-
tro de sus muros, para tener seguridad. ner validez.
De aquí es fácil pasar al segundo punto de nuestra De aquí se concluye que la gran ley del Evangelio,
observación: no se trata solamente de identificar Ley y considerado como estructura socio-comunitaria, es pre-
Tierra, sino también de poner la Ley por encima del mis- cisamente la situación de plena libertad frente a la Ley.
mo Dios, cosa que el cristianismo no podía aceptar de En el Nuevo Testamento hay cuarenta y un pasajes don-
ninguna manera. de aparece la raíz «libre», «libertad», «liberar» («eleúze-
Dios es Espíritu y no puede estar sometido a las or- ros, eleuzería, eleuzerqün»): de ellos, veintinueve corres-
denanzas humanas. Siempre que la Iglesia se encierra ponden al epistolario paulino. 9 La incomprensión de una
dentro de los muros de sus normas y se sitúa, tanto es- Iglesia medieval demasiado «romanizada» fue la causa
pacial como temporalmente, retrocede al judaismo, a la de la terrible polémica que dividió la cristiandad en dos:
alienación legalista. Dios queda como un punto de refe- Lutero escandalizaba cuando decía que «el hombre no
rencia y cede su puesto al lugar: los hombres de Iglesia puede justificarse por las obras, sino solamente por la
llegan a creer en la Iglesia más que en Dios. No se de- fe». El monje alemán había comprendido perfectamente
jan, en cuanto Iglesia, juzgar por ese soplo caprichoso la teología paulina en este sentido. Comentando Rom 6, 14
de Dios, que no puede encerrarse dentro de la jaula de («porque no vivís bajo régimen de ley, sino de gracia»),
una burocracia eclesial, aunque ésta sea absolutamente hace estas consideraciones: el que vive sin la fe de Cris-
correcta. to, aunque actúe bien, se encuentra siempre, a pesar de
ello, bajo el pecado. Se trata de un" lenguaje paulino muy
sutil que no puede ser entendido por muchos lectores a
Diferencia específica: primera vista.
La ley al servicio del hombre y de la fe Efectivamente, hay algunos que interpretan la frase
«estar bajo la Ley» diciendo que se trata de tener una
En una palabra: la contraposición «Ley-Evangelio», ley según la cual se ha de vivir. Pero el Apóstol entiende
sobre todo en las Epístolas paulinas dirigidas a los Gá- «estar bajo la Ley» como equivalente de «no cumplir la
latas y a los Romanos, es de tipo rigurosamente estruc- Ley, ser reo, deudor y transgresor de la misma Ley», de
tural: no se trata de suprimir las leyes y las normas tal manera que la Ley tenga el derecho de acusar y de
esenciales en cualquier clase de convivencia humana, si- condenar, sin que el reo tenga la posibilidad de satisfa-
no sencillamente de renunciar a la tiranía de la Ley, con-
cebida como un «bunker» que protege a un grupo de se- 9
Cfr. A. SAND, «Gesetz und Freiheit», en Theologie und Glau-
res humanos que se consideran distintos y superiores y be 61 (1971), pp. 1-14.
88 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE IGLESIA-EVANGELIO FRENTE A IGLESIA-LEY 89

cer o de superar la Ley. Y así, mientras la Ley domina, tos de liberación: «amor, alegría, paz, constancia...»
el pecado continúa también dominando y tiene cautivo (Gal 5,22.23; cfr. 2 Cor 6,14-7, 1; 1 Cor 5,9; Rom 13,
al hombre mismo.10 12-14).
O sea: la Ley sería la necesaria e inevitable institu- Lutero continúa su exégesis de la «libertad evangéli-
cionalización de la convivencia humana, pero que algún ca» con equilibrio dialéctico verdaderamente admirable.
día llegaría a aprisionar al hombre, reducido a aprendiz El sentido profundo del pensamiento paulino sería que
de brujo. Por eso es siempre necesaria una especie de en la nueva Ley todas las cosas son libres y ninguna de
«revolución cultural permanente» que sólo se puede lle- ellas es necesaria para los que creen en Cristo Jesús: con
var adelante dentro de un clima de libertad. Para Pablo, el amor hay bastante: «En Cristo Jesús no vale nada ni
la Ley, concebida como un todo cerrado sobre sí mismo, circuncisión ni prepucio, sino la fe que obra por el amor»
es una institución que aplasta al hombre, para cuyo ser- (Gal 5,6). Por eso, dentro del mundo del Evangelio no
vicio ha sido instituida: sólo la presencia del Espíritu, se habrían de establecer unos días destinados al ayuno
que penetra a través de sus rendijas, puede liberar al y otros no, como hizo la Ley de Moisés; ni tampoco dis-
hombre de su dorada prisión. criminar unos alimentos de los otros, como se ve en el
El Espíritu es sorprendente: no destruye la Ley, sino Levítico y en el Deuteronomio.
que la convierte en espacio de liberación: produce fru-
Tampoco serían necesarios unos días festivos deter-
10
Cf. Lutherus Vorlesung über den Rómerbrief 1515/1516 minados ni edificar templos ni tener cantos especiales o
herausgegeben von Johannes Ficker.—Die Scholien, Leipzig 1908, instrumentos litúrgicos definidos. Al contrario, dentro
p. 159: «'Non enim estis sub lege' Ergo quicumque sub lege sunt, del Evangelio cada día es festivo, todo alimento es lícito,
ipsis peccatum dominatur. Quod ex supradictis patet in 3 c. Quia
todo lugar es sagrado, todo tiempo es bueno para el ayu-
qui sine fide Christi est, etiarasi bene operetur, semper tamen in
peccatis est. Unde notandum quod Apostoli modus loquendi prop- no, todo vestido es aceptable.
ter nimiam proprietatem singularis et admirabilis apparet non Y que no se piense que Lutero defiende un tipo de
intelligentibus. 'Esse' inimicum 'sub lege' illi intelligunt idem comunidad anárquica y romántica; por eso añade: sí,
quod legem habere, secundum quam vivendum est. Apostolus
todas las cosas son libres, pero con la condición de que
autem 'esse sub lege' intelligit idem quod legem non implere,
legis reum et debitorem et transgressorem esse, ita quod lex ius se observe la moderación, el amor y todo lo demás que
accusandi et damnandi ipsum habet super ipsum et non habeat, enseña el Apóstol. El tiene en cuenta también esta afir-
quo satisfaciat legi aut superet legem. Et sic dum lex dominatur, mación paulina: «Y así, ¿no iremos a parar a lo que al-
etiam peccatum dominatur et captivum tenet hominem. Unde gunos falsamente hacen correr, como si yo hubiera di-
1 Cor 15: 'Stimulus autem mortis peccatum est, virtus vero
peccati lex', i. e. peccatum ideo potens est et dominatur, u t su-
cho: ¿hagamos el mal para que de ahí salga el bien? Es-
pra 5: 'per peccatum mors', etc. Lex autem est virtus seu poten- tos tales están ya juzgados» (Rom 3, 8). Partiendo, pues,
tia peccati, per quam peccatum manet et dominatur. A quo do- de esta posición dialéctica paulina, Lutero llega a estas
minio legis ac peccati nemo, nisi per Christum, liberatur, u t ibi- conclusiones: aunque estas cosas sean absolutamente li-
dem sequitur: 'Deo autem gratias, qui dedit nobis victoriam per bres, sin embargo, por el amor de Dios es lícito a cada
Ihesum Christum Dominum nostrum'. Et ipse Johan. 6: 'Si filius
vos liberaverit, veré liberi eritis'. Mt 16: 'In mundo pressuram
uno tomar una opción en un sentido o en otro y sentirse
habebitis, sed confidite, quia ego vici mundum'. E t Johan. 1: obligado a su cumplimiento. Y así ya no está ligado a es-
'Haec est victoria, quae vincit mundum: fides vestra'». tas cosas en virtud de la nueva Ley, sino en virtud de
90 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE IGLESIA-EVANGELIO FRENTE A IGLESIA-LEY 91

una opción que ha tomado sobre sí mismo por el amor primer lugar, que se trata de dos situaciones estructu-
de Dios. rales incompatibles entre sí.
Lutero prosigue adelante y plantea el grave problema La Ley era la degradación del judaismo, que había
de los «preceptos de la Iglesia». Su respuesta es, al mis- perdido su primigenia proyección universalista, que Pa-
mo tiempo, evangélica y discreta; o sea, las cosas que blo tipifica en Abrahán (Rom 4), al cual había sido pro-
han sido impuestas con un consentimiento antiguo de la metida la paternidad de todos los pueblos de la tierra sin
Iglesia y por el amor de Dios y con justas causas se han excepción. Se trataba de una promesa absolutamente uni-
de observar, no porque sean necesarias e inmutables, si- versal. Las alianzas que posteriormente hizo Dios con el
no porque es necesaria una obediencia a Dios y a la Igle- pueblo de Israel tenían un carácter provisorio, ya que,
sia en virtud del amor evangélico. al llegar el Mesías, los muros de la «reserva» judía se
No obstante —subraya Lutero—, los papas y los obis- habrían de derribar definitivamente.
pos habrían de reducir al mínimo las prescripciones ecle- Sin embargo, el pueblo judío no aceptó la universali-
siásticas, procurando que el amor esté siempre en la dad del Mesías y continuó encerrado dentro de su «bun-
raíz de cada disposición canónica.11 ker» de leyes y ordenanzas, que obligaban y lo protegían
contra la contaminación de los extraños y de los «leja-
Conclusión nos». Posteriormente, la propia Iglesia cayó en la ten-
tación judaizante, reconvirtiendo el Evangelio en Ley.
Reduciendo a una sola expresión la contraposición Y así, un judío de la Edad Media expresaba esto dra-
paulina entre Ley y Evangelio, hemos de reconocer, en máticamente: «Habiendo establecido el episcopado de

11
est sacer, omne tempus est ieiunii, omnis habitus est licitus;
Cf. ibid., pp. 313 ss. (Rom 14): «Sensus ergo Apostoli est: omnia libera, tantum ut in iis modestia servetur et caritas ac
quod in omnia lege omnia sunt libera et nulla necessaria iis, qui reliqua, quae docet Apostolus. Contra hanc libertatem assertam
credunt in Christo, sed sufficit 'caritas' (ut ait) 'de corde puro et ab Apostólo multi praedicaverunt pseudoapostoli, u t ad illa velut
conscientia bona et fide non ficta'. Et Gal 6: 'in Christo Ihesu necessaria ad salutem populos inducerent, quibus Apostolus miro
ñeque circumcisio ñeque praeputium aliquid valet, sed nova crea- studio resistit. Quid ergo? Numquid confirmabimus Pighardorum
t u r a et observado mandatorum Dei'. Et Dominus in Evangelio haeresim? Absit. Quia si sic intelligatur Apostolus, statim seque-
(Luc 17): 'Regnum Dei non venit cum observatione, ñeque di- t u r illud, quo ei talia docentí objiciebantur: 'Ergo faciamus mala
cent: ecce hic, aut ecce illic. Ecce regnum Dei intra vos est'. et veniant bona' (...) Unde q u a m q u a m haec omnia sint nunc
ídem Matt 24: 'Multi pseudoprophetae et multi pseudochristi libérrima, tamen ex amore Dei licet unicuique se voto astringere
surgent et seducent multos'. Quare ad novam legem non pertinet ad hoc vel illud. Ac sic iam non ex lege nova astrictas est ad illa,
aliquos dies deputare pro ieiunio, alios vero non, ut lex Moysis sed ex voto, quod ex amore Dei super se ipsum protulit (...) Sed
fecit. Nec pertinet aliquos cibos excipere et discernere, ut carnes, quid de generalibus praeceptis Ecclesiae, de ieiuniis et festis? Res-
ova, etc., sicut iterum lex Moysis Levi, 11, Deut 14 facit. Nec illas pondetur: quae consensu antiquo totius Ecclesiae et amore Dei
ccclesias aedificare aut sic ornare aut sic cantare. Deinde nec ac iustis causis imposita sunt, necessario sunt servanda, non quia
organa nec altarium decora, cálices, imagines et omnia, quae ipsa sint necessaria et inmutabilia, sed quod obedientia ex cari-
nunc in templis habentur. Tándem non necesse est sacerdotes et tate debita Deo e t Ecclesiae est necessaria. Quamquam id pontí-
religiosos radi aut distinctis habitibus incedere, sicut in lege fices agere deberent, ut ea q u a n t u m possent, paucissima praeci-
veteri. Quia haec omnia sunt u m b r a et signa rerum et puerilia. perent et vigilare ubi, q u a n t u m et quomodo ad caritatem pro-
Sed omnis dies est festus, omnis cibus est licitus, omnis locus dessent vel nocerent, ut ea mutarent».
92 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

la Iglesia en Roma, los cristianos pueden ser considera-


dos romanos». El pecado específico de la Iglesia ha sido,
pues, imitar las formas de la sociedad civil, pretendien-
do convertirse en una especie de pueblo con derechos de
extraterritorialidad.
Para llevar adelante esta situación «judaizante», la
Iglesia se ve obligada a rodearse de leyes y normas que
le den la posibilidad de mantener sumisos a sus «fieles».
Naturalmente, este retroceso a la condición de «reser-
va» en medio del mundo era un peligro terrible para el 6
mayor de los bienes que el Evangelio nos ha traído: la
MODELOS DE IGLESIA
libertad. Las instituciones, cuya necesidad y utilidad es-
tán fuera de duda, habían recobrado su primitiva condi- EN EL NUEVO TESTAMENTO
ción tiránica, y así «el hombre se reconvirtió desgracia-
damente en esclavo del sábado» (Me 2, 27; Mt 12, 8; Le
4,5), mientras que el ideal evangélico de liberación era En el itinerario de la constitución de eso que ya en el
todo lo contrario: utilizar las instituciones, las leyes, las siglo II se llama la «asamblea» o «ekklesía» de Dios o de
normas, en función del hombre. Jesús, podemos distinguir tres fases principales.
Hoy hablamos mucho de la Iglesia-institución en un
sentido peyorativo. Quizá, como hemos visto, la expre- 1. E! Israel según la carne
sión no es demasiado correcta, porque en realidad la
Iglesia soñada por Cristo no podía menos de ser, en al- No hay duda de que los primeros discípulos de Jesús,
gún sentido, una institución. La distinción habría que que se reunieron en Jerusalén para dar fe de su resurrec-
hacerla en otros términos: Iglesia-Ley o Iglesia-Evange- ción, no tenían conciencia de formar un grupo aparte o
lio: ambas son «instituciones». Pero la «Ley» es una ins- cismático con respecto al que después San Pablo llama-
titución tiránica, porque encierra al hombre dentro del ría «Israel según la carne» (Gal 4,29). El Libro de los
muro de normas establecidas a priori con la finalidad de Hechos de los Apóstoles afirma que «diariamente perse-
preservar el encerramiento de un grupo escogido y aris- veraban unánimes en el Templo, partían el pan por las
tocrático. casas y tomaban juntos el alimento con alegría y senci-
Al contrario, la Iglesia-Evangelio es también una ins- llez de corazón, alabando a Dios y siendo bien vistos por
titución donde la norma no habría de ser nunca aprio- todo el pueblo» (Hch 2,46-47). Como ha demostrado muy
rística, sino siempre al servicio del hombre, no solamente bien E. Schillebeeckx,1 Jesús fue considerado en un pri-
del hombre «cristiano», sino del hombre «tout court». mer momento como el «profeta escatológico» que espe-
Este es el gran mensaje de Pablo, el gran hombre de raban y aguardaban los judíos piadosos de la época.
Iglesia y el gran proclamador de la libertad eclesial.
1
Jesús. La historia de un viviente, Ed. Cristiandad, Madrid
1981, pp. 407 ss.
94 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE MODELOS DE IGLESIA EN EL NUEVO TESTAMENTO 95

El cristianismo no nació prematuramente del seno del eran desatendidas sus viudas» (Hch 6, 1). Para obviar es-
judaismo, sino que se fue distanciando de él poco a po- ta dificultad, la comunidad, tan espontáneamente unida
co, sin cortar nunca el cordón umbilical que lo unía a al principio, tuvo que vertebrarse en un inicio de «insti-
él. El mismo San Pablo, en plena situación de autonomía tución», con la creación de los siete diáconos (Hch 6,
cristiana, reconoce que la separación entre cristianismo 2-6).
y judaismo es imperfecta y coyuntural (Rom 10): algún Posteriormente ya no fue un solo foco, el de Jerusa-
día, el grueso del «Israel según la carne» se unirá al «Is- lén, sino varios, situados en distintos lugares de la «Tie-
rael selecto» que constituye en su tiempo el conjunto de rra Santa»: «La Iglesia tenía paz por toda Judea y Ga-
las comunidades cristianas. Diecinueve siglos después, lilea y Samaría, construyéndose y actuando en el temor
uno de los más altos dignatarios del nacionalismo ale- del Señor; y crecía con el aliento del Espíritu» (Hch 9, 31).
mán se dejaría caer con esta frase: «El crimen mayor Más adelante se inicia la ruptura del nacionaljudaís-
del judaismo es el de haber hecho nacer de su seno al mo o del «resto de Israel», cuando Pedro recibe la lla-
cristianismo». mada divina de introducir en la comunidad nada menos
En esta primera fase, el grupo judeocristiano se or- que a un centurión rornano: Cornelio (Hch 10, 1-49). Pe-
ganizaba según el modelo de lo que podríamos llamar dro salta por encima de las leyes judías acerca de lo
«nacionaljudaísmo»: no habría diferencia entre la comu- puro y lo impuro y admite en el seno del cristianismo na-
nidad civil y la «asamblea» religiosa: «La multitud de ciente a toda una familia pagana, sin obligarla a pasar
los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma, y por el aro estrecho de la disciplina judaica.
ninguno decía que lo que le pertenecía le era propio, sino Esta primera fase fue de corta duración y apenas sir-
que todas las cosas les eran comunes. Y con gran forta- vió de estereotipo para la constitución de lo que podría-
leza, los apóstoles daban testimonio de la resurrección mos llamar más tarde la «gran Iglesia», dispersa entre
del Señor Jesús. Y todos estaban abundantemente fa- todos los pueblos sin identificarse con ninguno en es-
vorecidos, ya que entre ellos no había ningún necesita- pecial.
do, pues todos los que poseían bienes terrenos o casas
los vendían, y los ponían a los pies de los apóstoles. Y
se hacía el reparto a cada uno según la necesidad que 2. La Iglesia-pueblo-de-Dios entre todos los pueblos
tenía» (Hch 4, 32-35).
Pero muy pronto este idílico modelo, de corte «co- Es el mismo Libro de los Hechos (11, 19-30) el que
munista», se mostró incapaz de ser llevado adelante. Un nos cuenta que, con motivo de la persecución de los ju-
día fue el fraude de los esposos Ananías y Safira, que díos contra Esteban y los cristianos judeohelenistas, es-
ocultaron parte de su fortuna al declarar la donación co- tos últimos se vieron obligados a dispersarse, dejando
munitaria (Hch 5,1-11). Jerusalén. El principal punto de aterrizaje fue Antio-
En otra ocasión, se trataba de la queja que los judíos quía de Siria, una de las grandes urbes del Imperio ro-
helenistas tenían para con los judíos autóctonos, ya que mano, tan importante o quizá más que la propia Roma.
éstos se aprovechaban para llevarse la mayor parte de Los cristianos judeohelenistas, al llegar a Antioquía,
lo recaudado: «Surgió una murmuración de los helenis- abandonaron el primer esquema del «nuevo Israel» y se
tas contra los hebreos, porque en la asistencia cotidiana dedicaron a proclamar a Jesús resucitado entre toda cía-
96 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE MODELOS DE IGLESIA EN EL NUEVO TESTAMENTO 97

se de gente, sin exigirles ningún tipo de adhesión al ri- es comer la cena del Señor, pues cada cual se adelanta
tual judaico. La noticia de esta novedad llegó a la con- a comer su propia cena; y hay quien pasa hambre, mien-
servadora comunidad de Jerusalén, que todavía no se tras otros se emborrachan. ¿Es que no tenéis casas pa-
había desprendido del sueño primitivo del «verdadero ra comer y beber? ¿O tenéis en tan poco a la asamblea
Israel», y envió allá a un hombre de su confianza: Ber- de Dios reunida que humilláis a los que no tienen?»
nabé. Pero éste, apenas llegó y vio la gracia de Dios, «se (1 Cor 11,20-22).
llenó de gozo y exhortaba a todos a que permanecieran Es decir: los cristianos vivían cada uno en su casa y
fieles al Señor con decisión consciente, pues en realidad según su estado social: había libres y esclavos (1 Cor
era un hombre bueno y lleno de Espíritu Santo y de fe. 7,20-22). La «ekklesía» no formaba parte del entramado
Y se agregó al Señor una muchedumbre considerable. Sa- social de las ciudades donde se evangelizaba ni de la con-
lió entonces en dirección a Tarso para buscar a Saulo y, dición de los que aceptaban la palabra de Dios. Los «parti-
cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Y sucedió darios de Cristo» podían estar dispersos a través de to-
que se integraron en la Iglesia durante un año y enseña- dos los rincones de la gran ciudad, sin distinguirse en na-
ron a mucha gente. Y fue en Antioquía donde, por prime- da de los demás por detalles visibles y aparentes. Aún
ra vez, los discípulos fueron llamados cristianos» (Hch más, el propio San Pablo es el que se alza vigoroso y
11,23-26). enérgico contra el intento de producir comunidades cris-
Aquí tenemos ya la nueva figura de «Iglesia» dife- tianas «monocolores», o sea, donde lo religioso y lo po-
renciada de la comunidad natural de vida. Los compo- lítico-social se fundieran en una unidad supracultural.
nentes de la «Iglesia» pertenecían a distintos ambientes, Algo así como el judaismo, donde siempre fue difícil
a distintos clanes, a distintos orígenes. Lo que les unía —por no decir imposible— distinguir dónde empezaba
era su nueva condición de «cristianos», o sea, de discípu- la comunidad de fe y dónde la unidad de raza o de cul-
los de Cristo, del Cristo resucitado. tura.
Partiendo de Antioquía, San Pablo va peregrinando Se trata de 1 Cor 7,17-24, que es un texto del que se
por toda Asia Menor con la intención decidida de formar ha abusado injustamente para hacerle decir a Pablo una
«Iglesias», no de incorporar a los «goyim» o «pueblos cosa tan lejana a su pensamiento como sería ésta: que el
gentiles» al viejo tronco de Israel, aunque fuera al «Is- cristianismo, al sobrevenir en una determinada conviven-
rael de Dios», al «resto de Israel» que había admitido a cia social, deja las cosas como están y sólo se refiere a
Jesús como Cristo e Hijo de Dios. Pablo, por el contrario, una relación —individual y solitaria— del hombre con
se contenta con plantar (1 Cor 3, 6-8) grupos eclesiales Dios.
que no se distinguían por un habitat común ni por una Sobre todo, se ha utilizado este texto para justificar
pertenencia común de bienes. el inmovilismo social de ciertos grupos cristianos. Pa-
Cuando escribe a los cristianos de Corinto, presupo- blo, en este caso, recomendaría a los esclavos permane-
ne que cada uno de ellos vive en un ambiente social y fa- cer en la esclavitud: la fe sería solamente algo que mo-
miliar diferente. Por eso las reprocha que «al congregar- dificaría la pura referencia del alma con Dios.
se en la asamblea eclesial se formaban entre ellos grupos Sin embargo, el texto paulino hay que interpretarlo se-
aparte» (1 Cor 11,18). Y añade: «Así pues, hermanos, gún todo el contexto del epistolario del Apóstol. Si hay
cuando os congregáis para el mismo objetivo, eso ya no algo que Pablo ha subrayado con más agresividad, es el
98 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE MODELOS DE IGLESIA EN EL NUEVO TESTAMENTO 99

hecho de que en el cristianismo se borran las diferencias de se ha recibido la llamada divina. En Corinto, como en
entre judíos y paganos. Nos basta recordar todo el tema las demás comunidades formadas por Pablo, había ya
del Concilio de Jerusalén. muchos grupos de cristianos que se reunían en distintos
Ahora bien, de interpretar el pasaje en este sentido sitios y celebraban allí habitualmente la cena del Señor.
de inmovilismo social, resultaría que Pablo exhorta aquí Cada catecúmeno o neocristiano empezaba a frecuentar
a los judeocristianos a permanecer, dentro del cristia- una «reunión», una «klésis» determinada. Si se trataba,
nismo, en una postura específica, determinada, contra- por ejemplo, de un judío, y la «reunión» por él frecuen-
distinta de la de los paganocristianos. Si no, ¿qué signi- tada estaba compuesta por una mayoría pagana, es lógi-
ficaría la exhortación a un judío converso a seguir siendo co que se sintiera incómodo y procurara buscar otra
judío en la nueva situación cristiana? «reunión» en que predominaran los procedentes del ju-
Igualmente dura sería la exhortación al esclavo cris- daismo.
tiano a permanecer en la esclavitud. Según ello, la en- Lo mismo diríamos de un esclavo que empezara su
trada en la Iglesia sería un freno atenazador que inmovi- vida cristiana en el seno de una «reunión» con predomi-
lizaría la vida social. Pero Pablo no piensa así, ni mucho nio de libres.
menos; de otra manera, no se explicaría la inmediata Esta actitud presentaba un grave riesgo, contra el que
exhortación: «Si puedes obtener la libertad, no dejes pa- Pablo había luchado fuertemente desde el principio de
sar la oportunidad». su apostolado: la formación de comunidades monocolo-
En una palabra: la insistente exhortación paulina a res. Pablo, pues, exhorta a los fieles a no cambiar de
borrar, en la nueva situación cristiana, toda diferencia «reunión» o de «asambleas» («klésis») por motivos dife-
entre judío y pagano, siervo y libre, etc., mal se casaría renciales (judaismo-paganismo, esclavitud-libertad, hom-
con esta nueva exhortación a que judíos y paganos, li- bres-mujeres), ya que éstos deben quedar superados y
bres y esclavos, sigan acentuando esta propia condición fundidos en la unidad de la fraternidad cristiana. Cada
en el nuevo estado de fe. uno debe continuar en la «vocación», «convocación»
Creo que la solución está en el sentido de la palabra —«reunión»— en que empezó la vida cristiana y no debe
«vocación» (klésis»), que, como otras muchas en San preocuparse de su situación previa a su fe, ya que en la
Pablo (amor, fe, perfección, alegría, pleroma), tiene un nueva situación sólo hay una motivación de unidad: la
significado que podríamos llamar comunitario.2 Y en este fe en Cristo.
caso la misma Iglesia, la comunidad de los creyentes, se- Esta insistencia de Pablo en crear comunidades hete-
ría llamada «sociedad» o «comunidad» del amor, de la rogéneas lleva consigo un germen revolucionario, aun-
fe, de la perfección, de la alegría, de la vocación; o más que a primera vista no lo parezca. Efectivamente, en la
simplemente: amor, perfección, fe, alegría, plenitud, vo- historia de las instituciones religiosas se ha insistido mu-
cación. cho en la división en parcelas: templos para libres y tem-
Así pues, la klésis sería la reunión, la asamblea, la co- plos para esclavos; templos para blancos y templos para
munidad como espacio de convocación, como lugar don- negros; hermandades o confraternidades de determina-
das clases (patronos, empleados, obreros, etc.). Este in-
2 Cf. J. M. GONZÁLEZ RUIZ, El Evangelio de Pablo, Ed. Ma- terés por «parcelar» la religiosidad según criterios de di-
rova, Madrid 1977, pp. 245-251. ferencias de clases es más visible cuando se trata de una
100 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE MODELOS DE IGLESIA EN EL NUEVO TESTAMENTO 101

institución viva, o sea, donde cada miembro es corres- mer tímido ensayo de hacer de ella una especie de répli-
ponsable de las soluciones finales. ca del Israel histórico. En adelante, para los cristianos
Lógicamente, una «comunidad» —una «klésis»— don- ya no valdría aquel principio «cuius regio, eius et religio»
de hay esclavos y libres, explotadores y explotados, ten- que, por diversos canales, era válido tanto en el ámbito
derá infaliblemente a la superación de estas diferencias: judío como en el paganismo religioso propugnado por el
el «interclasismo» no podrá mantenerse por mucho tiem- Imperio romano.
po, como de hecho ocurrió en las comunidades cristia- En uno de los más profundos escritos del Nuevo Tes-
nas fundadas por Pablo. tamento —la Epístola a los Hebreos— se expresa este
Sin embargo, es posible mantener la apariencia de modelo eclesial con claridad meridiana: «No tenemos
una institución religiosa heterogénea cuando se trata de aquí ciudad permanente, sino que vamos buscando la
algo puramente vertical, donde los miembros (sobre to- futura» (Heb 13,14).
do los de estratos inferiores) no tienen de hecho acceso Y el propio San Pablo, que va «plantando» comuni-
ni a las deliberaciones ni a las soluciones. dades cristianas a lo largo del Imperio romano, subra-
Pablo era consciente de este germen revolucionario ya expresamente que no se trata de una alternativa polí-
del cristianismo, y por eso exhortaba a los nuevos cris- tica al orden establecido, pues «para nosotros la capital
tianos a que no se «parcelaran»: griegos con griegos, ju- está en los cielos» (Flp 3,20).
díos con judíos, esclavos con esclavos, libres con libres, Pero uno de los fenómenos más curiosos a este res-
etcétera, ya que así ocurrían dos cosas: o el cristianismo pecto es que Pablo le escribe a la comunidad de Roma
quedaba «reducido» a una clase o sector determinado o para que sea ésta la que le envíe al ocidente del Medi-
se convertía en una formalidad puramente aparente. terráneo (o sea, España) precisamente «porque se en-
cuentra sin ocupación en esas regiones» (Rom 15,23), o
Por eso la formación de comunidades excesivamente
sea, en el Mediterráneo oriental. Esto quiere decir que
homogéneas desde el punto de vista social, político y
Pablo nunca soñó con hacer una Corinto cristiana, una
económico corre el peligro de suprimir la capacidad con-
Efeso cristiana o una Filipos cristiana. Su ambición con-
flictiva que lleva consigo inevitablemente la proclama-
sistía en plantar comunidades cristianas en lugares es-
ción del Evangelio.
tratégicos para asegurar la difusión del mensaje evan-
En otras palabras: la Iglesia es meramente el «pueblo gélico.
de Dios», la «comunidad de los que creen en Cristo», pe-
ro no se presenta como una alternativa a los modelos.de
sociedad de cada tiempo y cada lugar. Lógicamente, la fe 3. La cristiandad, o distorsión del puro modelo eclesial
cristiana introducirá un cierto tipo de condicionamiento
en el entramado social, político y económico donde se Fue a consecuencia de la «pax christiana» (año 313)
desenvuelven los cristianos. Pero éstos no podrán «redu- concedida por el emperador Constantino y de la oficiali-
cir» la amplitud del Evangelio a ningún código terrestre, zación del cristianismo por Teodosio cuando se empezó
por más liberador y revolucionario que se presente. a hablar de la «ciudad cristiana». El gran ejemplo de ello
Estamos, pues, ante el modelo definitivo de Iglesia lo tenemos en San Agustín.
tal como fue plantada por los Apóstoles después del pri- El modelo profético de la Iglesia, que había cuajado
102 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE MODELOS DE IGLESIA EN EL NUEVO TESTAMENTO 103

en plena efervescencia del Nuevo Testamento y de los Unida ciertamente por razón de los bienes eternos y en-
primeros siglos, dio paso a un nuevo modelo en que la riquecida por Cristo con ellos, esta familia ha sido cons-
Iglesia dejaba de ser alma de la sociedad para metamor- tituida y enriquecida por Cristo como sociedad en este
fosearse en sociedad propiamente dicha. De aquí nació mundo, y está dotada de los medios adecuados propios
la cristiandad. Las autoridades civiles recogieron el guan- de una unión visible y social. De esta forma, la Iglesia,
te que se les ofrecía y tuvieron buen cuidado de unificar entidad visible y comunidad, avanza juntamente con to-
la religión cristiana en todos los ámbitos de su dominio da la humanidad, experimenta la suerte terrena del mun-
o de su imperio. No hay tiempo de hacer la historia de do, y su razón de ser es actuar como fermento y como
la «cristiandad», pero hemos de reconocer que a partir alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y trans-
del siglo IV ambos modelos de Iglesia chocan violenta- formarse en familia de Dios».3
mente entre sí, siendo el modelo-cristiandad el defendido Como vemos, el triunfo del modelo profético de la
por los que tienen el poder (civil o eclesiástico), mientras Iglesia como pueblo de Dios exigía de los cristianos el
que el modelo-pueblo-de-Dios es sostenido tenazmente desmantelamiento de la Iglesia-cristiandad o sociedad per-
por fuerzas sordamente rebeldes en el seno mismo de la fecta. Este último modelo pretende asignar a la Iglesia
institución eclesial. la respuesta a todas las preguntas humanas: religiosas,
La historia de las órdenes religiosas se inscribe ordi- sociales, políticas, económicas y hasta científicas. Así se
nariamente en ese esfuerzo por revitalizar el modelo pro- explica la condenación de Galileo y la excomunión de los
fético de Iglesia frente al modelo imperial, que era im- que no se sometían al poder temporal de la Iglesia.
puesto desde la cumbre. Lógicamente, este desmontaje no se puede hacer en
Saltando ya a nuestros días, sabemos que en el Con- poco tiempo. Todavía el Vaticano II no ha cumplido sus
cilio Vaticano II se planteó expresamente esta alternati- bodas de plata y observamos cómo sobreviven profun-
va: si presentar a la Iglesia como «sociedad perfecta», das resistencias al abandono del modelo-cristiandad. Na-
al estilo de la doctrina de Roberto Bellarmino, o simple- turalmente, esta resistencia es más grande allí donde la
mente como «pueblo de Dios», reanudando así la vieja Iglesia está más cerca de cualquier clase de poder, inclu-
tradición neotestamentaria y del primitivo cristianismo. yendo el poder eclesiástico que todavía no se ha recon-
Con algún que otro voto en contra, la Comisión encarga- vertido en puro servicio evangélico.
da logró sacar adelante una declaración de la que en-
En una palabra: la piedra de toque sobre la legitimi-
tresacamos lo más pertinente:
dad del modelo-pueblo-de-Dios la daría la condición de-
«Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el mocrática de la Iglesia. En efecto, ya hemos visto que,
tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espíritu San- aunque la Iglesia no es democrática en cuanto a su ori-
to, la Iglesia tiene una finalidad escatológica y de salva- gen, que es divino, sí lo es en cuanto a su funcionamien-
ción que sólo en el siglo futuro podrá alcanzar plena- to, ya que los dones o carismas que por ella circulan lo
mente. Está presente ya aquí en la tierra, formada por hacen de una manera horizontal con respecto al único
hombres, es decir, por miembros de la ciudad terrena Señor, que es Jesucristo.
que tienen la vocación de formar en la propia historia
del género humano la familia de los hijos de Dios, que
ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del Señor. 3
Vat. II, Gaudium et spes, 40.
104 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

Los actuales conflictos entre lo que ha dado en lla-


marse «Iglesia-institución» e «Iglesia popular» deben di-
solverse en la consideración de una comunidad de cre-
yentes donde el carisma tiene que ser organizado y la
organización tiene que ser carismática. Y no podemos ol-
vidar tampoco que, a lo largo de la historia de la Iglesia,
lo que en un principio surgió como una «contestación»
del modelo constituido se convirtió, a su vez, en otro mo-
delo con las mismas tentaciones de anquilosamiento y 7
de «tingladización».
LA IGLESIA EN ACTO,
O LA EUCARISTÍA

En uno de los escritos más antiguos del Nuevo Tes-


tamente, la Primera Carta de San Pablo a los Corintios
(año 57), se describe el acontecimiento de la última Cena
de Jesús con sus discípulos con estas palabras:
«El Señor Jesús, en la noche en que era entregado,
tomó pan, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que es en-
tregado por vosotros; haced esto en memoria de mí. Lo
mismo hizo con la copa, después de haber cenado, di-
ciendo: Esta copa es la nueva alianza en mi sangre. Ca-
da vez que bebáis, haced esto en memoria de mí. Porque
cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa,
estáis proclamando la muerte del Señor, hasta que por
fin venga» (1 Cor 11,23-26).
Lucas es el único que coincide con Pablo en el inciso
«haced esto en memoria de mí» (Le 22,19). Mateo y Mar-
cos lo omiten, pero añaden esta interesante frase, que de
alguna manera sería incomprensible sin las precisiones
de Pablo y Lucas: «Pues yo os digo que ya no beberé más
de este producto de la vid hasta el día en que lo beba con
vosotros en el reino de mi Padre» (Mt 26,29). «Os ase-
guro que ya no beberé más del producto de la vid hasta
el día en que lo beba de nuevo en el reino de Dios»
(Me 14,25).
106 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
LA IGLESIA EN ACTO, O LA EUCARISTÍA 107

Para comprender bien todo el alcance de las palabras en memoria de mí». Hay en estas fórmulas la idea de que
de Jesús y su significación actuante a través de todos los se le recuerda a Dios, al orar, que ha hecho una promesa,
jalones de la Historia de la Salvación, tenemos que com- y se le ruega que la cumpla. La pascua judía hace revivir
prender el lenguaje subyacente a la expresión-clave litúrgicamente la liberación con respecto a la esclavitud
«anamnesis», «memoria» o «memorial». egipcia, signo de la gran liberación escatológica el día en
que el Mesías venga. Así, en la cena pascual nos encon-
tramos con la triple «anamnesis»; el recuerdo de una li-
«Recordar al Mesías» es evocar y realizar su liberación
beración pasada típica, de una liberación actual por el
acto sacramental de la cena pascual y de una salvación
Las palabras griegas «anamnesis» y «mnemósynon»,
futura en el día del Mesías. Y si se dan gracias por el pa-
en el Antiguo Testamento, equivalen a las hebreas «zikka-
sado, hecho actual por el «sacramento», se le ruega a
ron» y «azkarah», derivadas de la raíz ZKR, que quiere
Dios que realice su salvación enviando al Mesías. Libe-
decir «recordar». La idea según la cual las oraciones y la
ración del pasado que se convierte en prenda de la futu-
caridad, como los sacrificios, son presentados ante Dios
ra, perfecta y definitiva. A veces se pone en la mesa una
como una memoria, un recuerdo, forma parte de la teo-
copa de más para Elias, que debe preceder al Mesías; no
logía litúrgica del judaismo. El verbo «zakar» significa,
se cierra la puerta, para que no tenga que aguardar. La
en primer lugar, «pensar en una cosa que es ya conocida
noche pascual se convierte en la noche en que se espera
y que ha pasado» (Num 11,5; 2 Sam 19,19; Sal 77,12-
al Mesías. Y esta espera llena de esperanza es también
13). Es también «el recuerdo de un deber», o sea, el de-
una súplica ardiente.
ber de observar la pascua (Ex 13, 3; Jos 1,13; 2 Sam 14,
11). Ya aquí encontramos una equivalencia entre «acor- Pasando ahora al Nuevo Testamento, nos encontra-
darse» y «pronunciar el nombre de Dios» (Sal 63,7-9). mos con que la cena de Jesús (coincida o no exactamen-
Sobre el altar se recuerda el nombre de Dios y en el có- te con la cena pascual, aunque siempre se realiza en un
digo de la Alianza se declara: «En todas partes en que marco pascual) utiliza plenamente esta terminología li-
yo te conceda conmemorar mi nombre, yo vendré a ti túrgica en un sentido muy concreto: «acordarse de Je-
para bendecirte» (Ex 20, 24). De aquí se pasa a «citar un sús» equivale a «acordarse del Mesías liberador». Pero
nombre», y en particular el nombre de Dios: es una con- no sólo en un sentido contemplativo, sino plenamente
fesión de fe, una acción de gracias y una intercesión: eficiente: es una oración a Dios para que la acción libe-
todo ello a la vez: «Ellos perpetuarán la memoria de tu radora del Mesías se vaya realizando a lo largo y a lo an-
nombre de edad en edad; además, los pueblos lo alaba- cho de la Historia. Es imposible pedir a Dios «que se
rán siempre y a perpetuidad» (Sal 45,18). En el mismo acuerde del Mesías» sin incluir en esta súplica el deseo
sentido hay que leer a Is 12,4 y 26,13. ardiente del proceso de liberación, que no se agotó en el
Éxodo pasado, sino que continúa en todos los éxodos en
Este «recuerdo» litúrgico está presente sobre todo en que la humanidad se va liberando de cualquier clase de
la cena pascual. Una oración de esta cena litúrgica supli- esclavitud.
caba a Dios «que se acordara del Mesías». Esta súplica La añadidura de Mt y Me, según la cual Jesús formula
«por el recuerdo del Mesías» encuentra ciertamente un una especie de voto de abstinencia de vino «hasta que
eco en la orden de Jesús, dada en la cena, de «hacer esto lo beba de nuevo en el reino de Dios», se conjuga perfec-
108 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA EN ACTO, O LA EUCARISTÍA 109

tamente con esta vinculación de la Santa Cena al proce- tía con la «proclamación» evangélica, Pablo añada: «Por
so de liberación constante de la humanidad. La Eucaris- lo tanto, el que coma del pan o beba de la copa del Se-
tía consagra, ya desde ahora, a los comensales de la pas- ñor sin darles su valor («an-axíos») será reo del cuerpo
cua escatológica. Esta pascua en plenitud será simple- y de la sangre del Señor. Que cada uno se examine a sí
mente una Eucaristía que presidirá visiblemente Jesús mismo, y así coma del pan y beba de la copa; porque el
y en la cual tomarán parte todos los fieles de todos los qtie come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su
tiempos de manera también visible. Entonces Jesús com- propia condena» (i Cor 11,27-29). El «valor» del cuerpo
partirá de nuevo esta pascua con todos sus discípulos, y de la sangre del Señor, o sea, del pan y del vino euca-
«que comerán y beberán a su mesa en el Reino». Será la rístico, es claramente el poder de aglutinar a la comuni-
comunión perfecta y sin velo entre el Señor y los hom- dad, haciendo desaparecer de ella las diferencias chocan-
bres en una tierra nueva y bajo cielos nuevos. Hasta lle- tes entre ricos y pobres (1 Cor 11,17-22); aún más, si
gar allá, la pascua debe irse realizando; Dios debe apor- en la comunión eucarística surge una verdadera y efec-
tar la liberación, de la que la pascua es sacramento, lle- tiva fraternidad (no una ficción litúrgica disfrazada de
vándola a la plenitud de la salvación universal. Enton- gestos hipócritas de mutua afección), la comunidad cris-
ces vendrá el fin. tiana daría un ejemplo de bienestar material que llama-
Pero lo más interesante es que este «voto» hecho por ría la atención de los cristianos. Por el contrario, dado
Jesús de «no beber más el vino hasta que lo beba con que en Corinto «los ricos avergonzaban a los pobres», la
todos en el Reino», implica un tiempo de espera y espe- salud de la comunidad iba de mal en peor: «Por eso hay
ranza, a lo largo del cual se van acortando las distancias entre vosotros gran número de enfermos y mueren bas-
que existen entre cada Eucaristía «terrena» y la gran tantes» (1 Cor 11,30). Y es que si en el seno de la comu-
Eucaristía del final de los tiempos. nidad corintia la Eucaristía se celebrara «en memoria
Por eso la Eucaristía es necesariamente una procla- de Cristo», Cristo a su vez «se acordaría de su misericor-
mación (un «kerygma», una evangelización): «Porque ca- dia» (Le 1, 54) y realizaría los mismos «signos» que lle-
da vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, es- vó a cabo durante su vida mortal.
táis proclamando la muerte del Señor, hasta que por fin Por lo tanto, la Eucaristía tiene, a los ojos de los pro-
venga» (1 Cor 11,26). Y ya sabemos lo que en el Nuevo fanos, una posibilidad de verificación: una comunidad
Testamento implica el «kerygma»: la proclamación de la cristiana que celebra su Eucaristía con verdadero espíri-
Buena Noticia de la liberación total y definitiva del hom- tu de fraternidad se convierte automáticamente en cen-
bre y el consiguiente compromiso que los proclamadores tro de atención para el mundo exterior, al observar la
y evangelizadores contraen de trabajar eficazmente en pro realidad de un modelo de convivencia humana que supe-
de esta liberación. En los evangelios vemos que en Je- ra las diferencias chocantes entre sus miembros y que
sús va siempre unida la acción benéfica a su acción pro- tiende a la nivelación total. Así se explica esta exhorta-
clamadora: los «signos», más que prodigios deslumbra- ción que Pablo dirige a la misma comunidad de Corinto
dores, son señales de la verdad de la predicación del Se- con motivo de una colecta encaminada a otra comunidad
ñor. Por eso todos los «signos» o «milagros» se refieren más pobre, concretamente a la de Jerusalén (que, por
siempre al bienestar humano. cierto, no era ideológicamente favorable a la apertura
Así se explica que, a continuación de unir la Eucaris- universalista de Pablo): «No se trata de que haya holgu-
110 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA EN ACTO, O LA EUCARISTÍA 111

ra para otros, y para vosotros escasez, sino de que haya que no «invocan el nombre» del Mesías, cuyo cuerpo y
igualdad: en la ocasión actual vuestra abundancia col- cuya sangre «fueron derramados para la liberación de
ma su escasez, para que también colme vuestra escasez la humanidad».
la abundancia de ellos. Así habrá igualdad» (2 Cor 8,
13-14). La Eucaristía, sacrificio de todos los sacrificios
En resumen: las primeras conclusiones que de ello
sacamos son sencillamente que «acordarse de Jesús» en Hemos visto que en el Antiguo Testamento los «re-
la celebración de la Eucaristía es tener en cuenta su con- cuerdos», los «memoriales», estaban íntimamente rela-
dición de Mesías o liberador, procurando proclamar de cionados con los sacrificios. ¿Quiere esto decir que la
palabra y de obra el mensaje de liberación que él mismo Eucaristía es un sacrificio, que «recuerda» a Dios o a
aportó. La Eucaristía no es simplemente ni un recuerdo los hombres algo importante en la Historia de la Salva-
de una liberación pasada ni una prenda para una salva- ción? En la Epístola a los Hebreos se dan unas pautas
ción escatológica, sino un paso real y eficiente en la his- para poder responder a esta interesante y urgente pre-
toria de la salvación, que incluye el itinerario de la libe- gunta.
ración humana frente a todo lo que esclaviza y aliena En primer lugar, se subraya fuertemente que Jesús
al hombre. no fue sacerdote:
Es inútil hacer aquí una distinción entre «liberación «Aquel a quien aluden estas cosas pertenece a una
(histórica intraterrena) y «salvación» (moral escatológi- tribu distinta, de la que nadie se ha acercado al altar.
ca), ya que en todo el Nuevo Testamento ambas dimen- Pues es bien patente que nuestro Señor ha salido de la
siones van estrechamente unidas: el pecado tiene que tribu de Judá, a la cual nunca aludió Moisés al hablar de
ver con la muerte, de suerte que sin pecado no habría sacerdotes» (Heb 7,14). Aún más, «seguramente, si él
muerte, y sin superación del pecado no puede haber su- estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habien-
peración de la muerte, o sea, resurrección. De aquí la in- do ya otros que ofrecen dones según la ley, y que ofrecen
mensa responsabilidad de los cristianos, poseedores de un culto que es imagen y sombra de lo celestial» (8, 4-6).
un mensaje liberador de tal calibre, y que por un abuso Para el autor de Hebreos, el sacerdocio levítico no era
de poder («salvación» que suple y borra la «liberación») sino una sombra que debería disiparse al aparecer la
o por un complejo de inferioridad («liberación» a la que verdadera luz, que es el sacrificio de Cristo, «realizado
«se reduce» la plenitud de la salvación), dejan a la hu- de una vez para siempre»: la expresión «de una vez para
manidad dando tumbos a babor de una orgía pseudo- siempre» («efápax») recurre tres veces en la Epístola:
revolucionaria o a estribor de una siesta de falsa resig- 7, 27; 9, 12 y 10, 10. Con esto se indica que lo que de sus-
nación que confunde la esperanza del más allá con la tancial y permanente había en aquellas alegorías histó-
dimisión de la tarea «evangélica» de curar a los ciegos, ricas se verifica en Cristo; eso sí, de una manera subli-
a los*ojés, a los tullidos de «aquí» y «ahora» de nuestro mada y más allá de esta temporalidad histórica. Por eso
entorno contemporáneo. se habla del cielo como de un santuario no de hechura
Nuestras Eucaristías han perdido todo su vigor evan- humana, imagen del auténtico» (9, 24), el cual es la rea-
gelizador y, por tanto, liberador, porque son celebradas lidad que todos los templos mundanos han podido pre-
por unos cristianos auténticamente «desmemoriados» figurar a lo largo de la historia.
112 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA EN ACTO, O LA EUCARISTÍA 113

En la misma línea está la insistencia en que el sacri- a ella nacía una cultura nueva y una situación más pro-
ficio de Cristo ha sido realizado de una vez para siem- gresiva. Esta era la ley inexorable de la «violencia con-
pre. Pero lo curioso es que este sacrificio es distinto de sagrada», que ha regido hasta nuestros días en el itine-
los demás: aquí el sacerdote se confunde con la víctima, rario de la historia humana. Así se explica que entre los
y esta última no es sacralizada por lo que tiene de «dete- héroes de la humanidad figuren los caídos en los campos
riorada», sino por lo que ofrece de vida perenne: Jesús de batalla y que el resurgir de los pueblos se haya expli-
es el resucitado, que está «sentado a la derecha de Dios», cado casi siempre como secuela de unas guerras desga-
mientras los sacerdotes levíticos «están de pie al lado de rradoras que lo precedieron.
la víctima» (8,1; 10,11). Esta contraposición entre «sen- Sin embargo, Jesús, con su auto-inmolación, anula
tado» y «de pie» indica la unicidad del sacrificio de Cris- por completo esta ley de la «violencia sacralizada», ya
to y a la vez su diferencia radical: Jesús, convertido en que «un cambio de sacerdocio forzosamente trae consigo
sacerdote de sí mismo, es el símbolo total y absoluto de un cambio de ley» (7,12). La «nueva ley» de Cristo es
la no-violencia; El no ha inmolado a nadie: ha querido una «nueva alianza que Dios pacta con la humanidad»
que todos los golpes de la violencia, incluso sacrificial, (Heb 9): ya no hace falta derramar sangre, ni propia ni
se pararan en seco contra El, y en vez de divinizar su ajena, para aplacar a Dios ni para engendrar un mundo
propia muerte, ha elevado su superación de la muerte mejor. Jesús, al haber aceptado ser la víctima universal
—la resurrección— al supremo grado de las aspiracio- y última, ha abolido el primer pacto, la primera alianza,
nes humanas. según la cual Dios «permitía» la efusión de sangre. Eso
Según el autor de Hebreos, que hace una minuciosa sí, la inmolación de Cristo no es victimal, ya que se tra-
exégesis rabínica del Antiguo Testamento, el sacerdocio ta de una recuperación de vida, o sea, de una posibilidad
de Cristo no es la culminación celestial del sacerdocio de redención y liberación. De entonces en adelante, el
levítico, sino del sacerdocio de Melquisedec. Para ello mensaje de Dios a los hombres no podría leerse en clave
cita el salmo 116,4 («Tú eres sacerdote eterno según el sacrificial, ya que la fuerza, relativamente «salvadora»,
orden de Melquisedec»), que según la tradición exegéti- de los sacrificios había sido completamente anulada. No
ca se aplicaba al Mesías. Ahora bien, el sacerdocio de más sacrificios. Estos sólo traerán a la humanidad un
Melquisedec era de otro orden: es verdad que «en pri- aumento y una acumulación de la violencia que, lejos de
mer lugar, Melquisedec significa rey de justicia; pero crear condiciones objetivas para un mundo mejor, irán
además es rey de Salem, lo cual quiere decir rey de la deteriorando la historia humana hasta hacerla completa-
paz» (7,2). Por consiguiente, su «sacrificio» no tenía que mente invivible.
ver con las acciones sangrantes en que se inmolaban
Ahora, pues, volvamos a la pregunta anterior: ¿Es
víctimas para sacralizarlas en vistas a una superación de
la Eucaristía un sacrificio? ¿No estaría en contradicción
los males de la humanidad. La ley cultual que regía el
mundo del sacrificio victimal, no sólo en el pueblo de esta afirmación con la tesis tajante de la Epístola a los
Israel, sino en toda la humanidad, presuponía que para Hebreos, según la cual Cristo realizó de una vez para
aplacar a Dios y para engendrar un mundo mejor había siempre el único sacrificio? Según la tradición cristiana,
que pasar por encima de una víctima —inocente o cul- recogida y codificada en el Concilio de Trento, la Euca-
pable—, pero, en todo caso, sacralizable, porque gracias ristía es la actualización del único sacrificio realizado
114 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA EN ACTO, 0 LA EUCARISTÍA 115

por Jesús, tal como nos lo describe la Epístola a los He- una nueva «ley sacerdotal», tal como nos la acaba de
breos. De aquí podemos sacar óptimas consecuencias. describir la Epístola a los Hebreos. Dicho de otra mane-
En primer lugar, ahora entendemos mejor por qué ra: el sacrificio de Jesús es totalmente diferente de los
la Eucaristía es un «recuerdo», un «memorial»: los cris- demás, porque es precisamente «el sacrificio de todo sa-
tianos que se sientan alrededor de la mesa eucarística crificio»: la culminación y la superación de la sacraliza-
se tienen que acordar, tienen que evocar esa realidad úni- ción de la violencia. Jesús, con la aceptación de su muer-
ca y perdurable del sacrificio eliminador de todo sacri- te, quiere matar en sí mismo a toda muerte, como con
ficio, ya que esto es lo que hizo Jesús. El cambió la Ley tanta plasticidad nos describe San Pablo utilizando pa-
al cambiar el sacerdocio: El trastornó las leyes de la labras de Oseas: «Cuando esto corruptible sea vestido
Historia, que hasta entonces había buscado un apoyo, de incorruptibilidad, y esto mortal sea vestido de inmor-
para elevarse, en la victimación cruenta de seres culpa- talidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: La vic-
bles o inocentes, a los que siempre se les agradecería su toria se tragó a la muerte. ¿Dónde está, oh muerte, tu
contribución paradójica al progreso de la siguiente eta- victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» (1 Cor 15,
pa cultural. 54-55).
Rene Girard ! afirma que «los evangelios nunca ha- Pablo, durante todo el capítulo, está hablando de la
blan de los sacrificios sino para marginarlos y negarles
resurrección de Cristo (y de la de todos los que en El
toda validez (Mt 9, 13). No hay nada en los evangelios
creen) como la culminación de la ascensión progresiva
que sugiera que la muerte de Jesús es un sacrificio, cual-
de la Historia. En este sentido, Girard lleva toda la razón
quiera que sea la definición que se dé de este sacrifi-
cuando escribe: «Si la muerte de Jesús fuera 'sacri-ficial'
cio: expiación, sustitución, etc. Jamás en los evangelios
la muerte de Jesús es definida como un sacrificio. En (en el sentido de sacralización de la muerte), la resurrec-
los evangelios se nos presenta como un acto que trae la ción sería el 'producto' de la crucifixión. Ahora bien, no
salvación a la humanidad, pero de ninguna manera co- hay nada de eso, y la teología ortodoxa ha resistido vic-
mo un sacrificio. Ahora bien, gracias a la lectura sacrifi- toriosamente siempre a la tentación de transformar la
cial, durante quince o veinte siglos ha podido existir eso pasión en proceso divinizador. Para la ortodoxia, la di-
que se llama cristiandad, es decir, una cultura fundada vinidad de Cristo, sin ser exterior a su humanidad, no
como todas las culturas, al menos hasta cierto punto, depende de los acontecimientos que se producen en el
sobre las formas mitológicas producidas por el mecanis- curso de su existencia. En vez de hacer de la crucifixión
mo fundador». una causa de la divinidad —cosa que un cierto cristia-
Como hemos visto, esta simplificación no correspon- nismo dolorista ha estado siempre tentado de hacer—,
de a una lectura correcta de los textos neotestamenta- hay que ver en ello una consecuencia de ella. Portarse de
rios. Lo que sí es cierto es que tanto en los evangelios forma verdaderamente divina, en esta tierra presa de la
como en las Epístolas paulinas y en Hebreos se habla de violencia, no es dominar a los hombres, no es aplastar-
un «sacrificio» de Jesús, concebido según los cánones de los con su prestigio, no es aterrorizarlos y deslumhrarlos
progresivamente con los sufrimientos y beneficios que
i Des chases cachees depuis la fondation du monde, Ed. uno es capaz de aportar; no es establecer diferencia en-
Grasset, París 1979. tre los 'dobles', no es tomar partido en sus querellas.
116 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

'Dios no hace acepción de personas'. No distingue ni grie-


gos ni judíos, ni hombres ni mujeres».2
Esta es la Iglesia en acto. La Iglesia que se reúne pa-
ra «dar gracias» y celebrar la «cena del Señor», el gran
acto comunitario. Pero esta comida fraterna «en memo-
ria de Cristo» implica actualizar ese «acto definitivo»
(«efápax»), en virtud del cual Jesús «sacrificó todos los
sacrificios», o sea, inmoló en el altar de su propia muerte
a todas las víctimas sacralizadas. De allí en adelante se-
ría imposible, sin hipocresía, intentar hacer progresar
la Historia a base de consagrar las guerras supuestamen-
te «salvadoras». La violencia, si alguna vez la tuvo, ha
perdido ya toda eficiencia «cultural». Los comensales de
la mesa eucarística, si no renuncian a la «violencia sacra-
lizada», «se están comiendo y bebiendo su propia con- II
dena».
Cuando en los umbrales del tercer milenio nos en- Iglesia "versus" Mundo
contramos, como el aprendiz de brujo, temerosos de que
nuestra violencia progresista (?) nos devore, como Satur-
no a sus propios hijos, los cristianos deberíamos multi- «...siempre dispuestos a responder a cualquiera
plicar nuestras Eucaristías, proclamando en ellas «la que os pida razón de vuestra esperanza».
muerte del Señor hasta que por fin venga», o sea, anun-
(1 Pe 3,15)
ciando en alta voz la peligrosidad de todo «sacri-ficio» que
no sea un «sacrificio de sacrificios», es decir, una supe-
ración de toda violencia pretendidamente creadora de
nueva cultura y de un mundo más desarrollado.
Solamente así, según la más genuina tradición neotes-
tamentaria, se puede poner en acto la Iglesia: a través
de la multiplicación de sus auténticas Eucaristías, crea-
doras de un mundo nuevo donde la paz forme parte de
la constitución humana y de toda forma de cultura.

2 Ibid., p . 256.
8
JESÚS Y EL PODER ESTABLECIDO

El material recogido en los cuatro evangelios nos da


una real posibilidad de definir la actitud de Jesús frente
al poder establecido, en cuyo ámbito estaba El coyuntu-
ralmente encuadrado; pero, al mismo tiempo, nos ofre-
ce unas pautas legítimas para tipificar esta actitud de Je-
sús y considerarla como parte esencial de su mensaje
de anuncio de la Buena Noticia.
Pero antes de entrar en el tema directamente, habría
que sobrevolar el panorama político contemporáneo de
Jesús, precisamente subrayando las tensiones que exis-
tían en aquella sociedad, donde un fuerte poder de ocu-
pación producía actitudes muy dispares entre los propios
dirigentes políticos del pueblo de Israel.

Colaboracionistas y resistentes

Así podríamos definir los dos frentes principales don-


de se agrupaba la militancia activa de los judíos ocupa-
dos por el Imperio romano.
Los saduceos eran los colaboracionistas de aquel
tiempo. Pertenecían a la casta sacerdotal y eran excesi-
vamente liberales con respecto a los contenidos religio-
120 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE JESÚS Y EL PODER ESTABLECIDO 121

sos y a los ritos litúrgicos. Ellos aprobaban todos los 8,4), no podía ser encuadrado entre los altos funciona-
abusos de poder cometidos por el Imperio romano. Qui- rios político-religiosos, cuales eran los saduceos. Además,
zá la razón última y profunda de ello fuera el que care- su condición de corte profético se avenía mal con el cha-
cían de programa religioso y teológico propio, amén de to colaboracionismo de estos señores.
alternativa política. Más bien habría que asimilarlo al movimiento de Re-
Frente a los saduceos se alineaban los fariseos, cuya sistencia y conectarlo de alguna manera con los zelotas.
opción teocrática identificaba al Estado con la comuni- A ello contribuía no poco el hecho indiscutible de que,
dad judía. Partiendo de este ideal, éstos no tenían más como también hemos visto, entre sus propios discípulos
remedio que oponerse categóricamente al Estado romano. íntimos había varios zelotas. Uno de ellos, Simón, es lla-
Pero lo que más nos interesa es el ala extrema del par- mado precisamente «el zelota» (Le 6, 1). Pero es muy
tido de la Resistencia antirromana, los llamados «zelo- posible que otros miembros del grupo de los Doce hayan
tas» (del griego «zelos»: celo, entusiasmo). Aquí es don- sido zelotas o antiguos zelotas. El nombre de Judas Is-
de el ideal teocrático encuentra su más perfecta expre- cariote no ha sido todavía explicado de forma satisfac-
sión: para llevarlo a cabo, los zelotas predicaban la gue- toria. Una lectura de Jn 6,71 descompone «Iscariote» en
rra santa; y no sólo la predicaban, sino que la prepara- «isch Kariot», o sea, «hombre de Kariot». Pero en nin-
ban atacando al poder romano de ocupación. En primer gtma lista se ha encontrado un lugar llamado «Kariot».
lugar, por medio de acciones aisladas, de levantamien- Por eso otros opinan, con bastante probabilidad, que pu-
tos y motines, con el fin de desencadenar una guerra diera ser una lectura semítica del nombre latino «sicarius»
abierta, que finalmente tuvo lugar entre los años 60 y («el que lleva una faca»), con el que también eran deno-
70 d. C. La reacción romana fue contundente: su últi- minados los zelotas. Por otra parte, en la suposición de
mo acto fue la destrucción del Templo y la matanza san- que Judas fuera un zelota, se comprende mejor su trai-
grienta de la Resistencia judía. ción, que habría sido provocada por el desencanto. En
Pero no por ello desaparecieron los zelotas. Su movi- efecto, él tenía del Mesías un ideal distinto del que Je-
miento continuó existiendo, y sesenta y dos años después, sús propugnaba; había creído que su vida estaba com-
bajo el emperador Adriano, estalló una segunda guerra prometida con el ideal del rey-mesías político al estilo
donde Bar Kochbá, el jefe de las tropas de la Resistencia, de un Judas de Gamala o, más tarde, de un Bar Kochbá,
se hizo proclamar a la vez Mesías y rey político de Is- que habría preparado el fin de la dominación romana,
rael. Esta segunda revuelta de los zelotas terminó en la restaurando así el reino de Dios sobre la tierra. Su en-
aniquilación definitiva del Estado judío. trada en el grupo de los discípulos descansaría, pues, so-
El movimiento judío de los zelotas es absolutamente bre un malentendido. Esta decepción de Judas la expe-
importante para comprender el Nuevo Testamento y los rimentaron también otros discípulos al ver a Jesús desa-
acontecimientos que llevaron a la nuierte de Jesús. En rrollar una idea distinta de su propia función y recha-
efecto, en aquel maniqueísmo político (que, por otra par- zar como satánica aquella esperanza mesiánica política
te, sigue siendo patrimonio normal hasta nuestros pro- que era el ideal supremo de los zelotas.
pios días) a Jesús había que encasillarlo. Lógicamente, Podemos también preguntarnos si no habría que
dado su origen popular y campesino y su condición de vincular a Pedro con los zelotas, ya que quiso impedir a
«laico», como ya hemos visto que subraya Heb (7,14 y Jesús que cumpliera su tarea de Mesías en el sufrimien-
122 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE JESÚS Y EL PODER ESTABLECIDO 123

to y no en la gloría terrestre. Jesús mismo lo tuvo que de Pedro se produce solamente cuando ve que Jesús no
rechazar con esta dura expresión: « ¡Quítate de mi vista, se defiende. Ciertamente, hay que explicar esta negación
Satanás! Eres mi piedra de tropiezo, porque no piensas por la debilidad humana de Pedro, debilidad que es pa-
a lo divino, sino a lo humano» (Mt 16,23). trimonio de la humanidad; pero, sin ningún lugar a du-
Finalmente, la misma actitud de los hijos de Zebe- da, proviene también de una decepción final, igual que
deo, Santiago y Juan, hace sospechar sus relaciones con la traición de Judas.
el zelotismo. Su petición de poder sentarse a la derecha Cuando hablamos de la postura de Jesús frente al Es-
y a la izquierda de Jesús cuando venga en su gloria co- tado, no nos podemos limitar al relato de Me 12,13 ss.,
mo rey del mundo (Me 10, 35) es, en todo caso, una pe- relativo al pago de los impuestos; más bien debemos
tición típicamente zelota. Igualmente su petición de que partir de la actitud de Jesús frente a los zelotas.
cayeran rayos y centellas contra los samaritanos rebel- En primer lugar, hay que comprobar que descubri-
des (Le 9,54) implica un subconsciente maduro en la Re- mos en el juicio que Jesús hace del Estado, como en el
sistencia del zelotismo. resto del Nuevo Testamento, la misma dualidad que allí
aparece. Por vina parte, vemos que no considera al Es-
tado como una última instancia divina; pero, por otra,
La tentación de Jesús
lo acepta o, mejor, lo asume y no cree que es función
suya el ofrecer una alternativa de tipo técnico que lo
A decir verdad, Jesús debió de haber ejercido sobre
sustituya sin más o lo suceda.
aquella gente una atracción particular. A partir de aquí
En efecto, lo primero que vemos es que la postura de
comprendemos mucho mejor que el problema zelota se
Jesús frente al Estado es crítica. No lo acepta sin más
hubiera convertido en su pan cotidiano. Y comprende-
como un dato absoluto. Esto se ve sobre todo en la li-
mos también que aquel ideal político-religioso hubiera
bertad de expresión que se permtie para hablar de los
sido para Jesús la verdadera tentación, la que precisamen-
soberanos. En Le 13, 22 no teme tratar de «zorro» al prín-
te inauguró su actividad pública como mesías.1 Según
cipe establecido por los romanos, cuando comprueba que
Le 4, 13, el diablo le ofrece a Jesús, después de su
éste quiere arrojarlo de su territorio por medio de ame-
bautismo, el dominio del mundo, a lo cual Jesús se opo-
nazas. En Le 22, 25 Jesús habla con su peculiar ironía de
ne decididamente; pero el evangelista advierte que el
la costumbre de los soberanos que se vanaglorian del tí-
diablo se retiró de él «hasta otra coyuntura». Efectiva-
tulo honorífico de «benefactores», siendo así que tira-
mente, en Getsemaní se trataba de saber, por última vez,
nizan a los pueblos.
si Jesús iba a ceder a la presión de sus discípulos y re-
A este respecto podríamos poner de relieve que Jesús
sistir a los soldados romanos, que venían temerosos a
se alinea desde el principio entre los que —sobre todo
arrestarlo. Pero Jesús, al final de su oración, triunfa una
fariseos— miraban a los publícanos como odiosos «cola-
vez más; está definitivamente decidido a entregarse a
boracionistas». Los sitúa al mismo nivel que a los peca-
los romanos, cumpliendo así su vocación de Mesías, es
dores, las prostitutas y los paganos (Mt 9, 10; 18, 17;
decir, como el Hijo del Hombre sufriente. La negación
21,21).
1
J. M. GONZÁLEZ RUIZ, El poder popular, tentación de Pero, por otra parte, vemos también que acoge fácil-
Jesús, Ed. Hogar del Libro, Barcelona 1983. mente a los publícanos (igual que a los pecadores) e in-
124 JESUS Y EL PODER ESTABLECIDO 125
LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

cluso introduce a uno de ellos en el grupo restringido de go de los siglos, ha desarrollado ampliamente: el princi-
los Doce, donde había al menos un zelota (Me 2,15; Mt pio de la legitimidad de la desobediencia civil cuando
9, 10; 10, 3). Ahora bien, es imposible imaginar adversa- el poder se absolutiza o se «diviniza», haciéndose con
rios más irreductibles que los zelotas y los publicanos. ello sacrilego.
El hecho de que Jesús haya llamado a seguirlo a los unos En el mismo sentido hay que entender la exhortación
y a los otros demuestra, mejor que nada, que está por a «no resistir al malvado» (Mt 5, 39), que se clarifica bas-
encima del antagonismo de ambos grupos. Esta actitud tante si se piensa en el hecho de que Jesús tuvo que lu-
de Jesús con respecto a los publicanos, como la que adop- char sin cuartel contra el ideal de los zelotas, que que-
tó ante el centurión de Cafarnaúm (Mt 8,5-13), tenía que rían resistir al Estado romano por la fuerza.
desagradar a los zelotas, a pesar de la gran simpatía que Pero, sobre todo, queda muy iluminado, bajo esta
pudiera inspirarles su independencia interior frente a luz, aquel difícil texto: «Desde los días de Juan el Bau-
Herodes. tista hasta el presente, el reino de los cielos está siendo
A partir de aquí nos preguntamos si Jesús tomó pos- violentado, y violentos son los que lo arrebatan» (Mt 11,
turas claras, en sus dichos, con respecto a las aspiracio- 12). Aquí nos topamos .con el viejo dilema de si esta «vio-
nes político-religiosas de los zelotas. Ciertamente lo hi- lencia por el reino de Dios» hay que entenderla por lo
zo, y con abundancia de textos. bueno o por lo malo. ¿Se alaba aquí el «celo» por el rei-
En primer lugar, comprobamos que palabras de Je- no de Dios? ¿Habría que contar al propio Jesús entre
sús que en sí mismas son difícilmente comprensibles no los que luchan con violencia por el reino de Dios? Así lo
encuentran su pleno significado sino cuando se las apli- entendió, por ejemplo, el propio Albert Schweitzer.
ca a los zelotas, como es el caso de Me 12,17: «Pagad a Pero, con muchos otros exegetas, creemos que el tex-
César lo suyo y a Dios lo suyo». La trampa se la ponían to original griego nos conduce a otra lectura. Aquí habría
dos grupos entre sí adversarios: herodianos y fariseos; que tener presente a gente como el jefe zelota Judas.
aquéllos, colaboracionistas; éstos, resistentes. Ambos es- Ciertamente esta frase no encierra solamente un repro-
peraban un sí o un no rotundos: después sería posible che. Jesús reconoce que este tipo de personas se emplea
integrar a Jesús en el propio grupo o, por el contrario, a fondo por el reino de Dios. Sin embargo, desautoriza
combatirlo abiertamente. Pero Jesús es irreductible. La su acción, pues el reino de Dios no vendrá con la violen-
moneda romana tenía por un lado la efigie del César y cia humana y no será instaurado como un reino políti-
la inscripción «Divus Augustus» («El divino Augusto»). co. Esta dualidad la descubrimos constantemente en Je-
Jesús rechaza el puritanismo político de los zelotas, re- sús. Ciertamente, el reino de Dios debe ser para el dis-
comendando el pragmatismo, según el cual habría que cípulo infinitamente más que el Estado, pero es erróneo
pagar el impuesto por la fuerza. Pero, al mismo tiempo, querer combatir al Estado con la intención de instaurar
establece la distancia frente a las pretensiones de abso- el reino de Dios. Entre los «violentos» hay que contar
lutismo del César romano: Augusto no podía ser «dios». también a los que, según Jn 6,15, quieren hacer rey a
En otras palabras: un israelita se podría ver obligado Jesús sin que logren vencer su fuerte resistencia a ello.
a pagar por la fuerza un impuesto a un poder ocupante, El capítulo 10 del cuarto evangelio sobre el buen pas-
pero no debería nunca aceptarlo como última instancia. tor parece contener de alguna manera una interpretación
Jesús, con ello, introduce lo que el cristianismo, a lo lar- de la frase de Mt 11,12. En Jn 10,8 Jesús pronuncia es-
126 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE JESÚS Y EL PODER ESTABLECIDO 127

tas extrañas palabras: «Todos los que vinieron antes de to teocrático: predicaba, en primer lugar, el reino de
mí son ladrones y salteadores». En el v. 11 el verdadero Dios; pero, al mismo tiempo, tomaba distancia con res-
pastor es presentado como antitético a éstos, en tanto en pecto a ambos centros de poder: el nacionalista sacerdo-
cuanto ahorra la vida de las ovejas. ¿No tenemos aquí tal y el imperialista romano.
una alusión a los jefes zelotas que entregaban a sus par- A pesar de que el poder nacionalista proclama oficial-
tidarios a una matanza segura a manos de los romanos? mente su autonomía y sus pretensiones de independen-
En todo caso, es imposible pensar que los ladrones y sal- cia, se adecuaba fácilmente a ciertas alianzas y pactos
teadores, que vinieron antes que Jesús, pudieran ser los con el poder romano de ocupación, que era benigno y
profetas o Juan Bautista. Lo más seguro es que se refiera permisivo y que sabía tener contentos a los líderes nacio-
a jefes zelotas como Judas de Gamala. Y lo más curioso nalistas, gratificándolos debidamente.
es que Jesús sea comparado con ellos, aunque sólo fuera De aquí surgía una ambigüedad sutilísima. El poder
como contrapartida. Vistos desde fuera, debían de pre- nacionalista, por principio, defendía a todos los miem-
sentar rasgos comunes; pero la diferencia radical apare- bros de la Resistencia, incluso a los guerrilleros, y los
ce un poco más adelante: «Nadie me quita la vida, sino amparaba hasta unos límites prudentes. Pero, por otro
que soy yo quien la doy por mi cuenta» (Jn 10, 18). lado, daba garantías al poder romano de que las cosas
no alcanzarían proporciones peligrosas para la ocupa-
ción imperialista.
Jesús, condenado por nacionalistas e imperialistas Y así, por ejemplo, era frecuente que los dirigentes
nacionalistas acudieran al poder romano para obtener
El historiador judío Flavio Josefo calificó de «teocra- el indulto de algún guerrillero zelota o de cualquier otra
cia» la forma de gobierno judía. Era como «un reino de organización de la Resistencia. Así se explica lo que dice
Dios».2 En teoría, Dios mismo estaba en la cumbre, según Mt 27, 15: «Cada año, en la fiesta, el procurador acos-
las viejas teorías tradicionales de Israel (1 Sam 8,7; Sal tumbraba conceder al pueblo la liberación del preso que
47; Is 33, 32; Sof 3, 15). Pero, de hecho, el «reino de Dios» quisiera». Pilato les propuso la alternativa entre Jesús
era reino de la aristocracia sacerdotal. De esta manera, y Barrabás; de este último dice Le 23,19 que «lo habían
no hay que ver contradicción en que Josefo en otro pa- metido en la cárcel por un motín sucedido en la ciudad
saje llame «aristocracia» a la forma judía de gobierno: 3 y por una muerte». Claramente se trataba de uno de tan-
los sacerdotes tenían la pretensión de ser los represen- tos guerrilleros de algún movimiento de la Resistencia.
tantes del reino de Dios. No todos admitían esto, y la La turba, estimulada por los dirigentes nacionalistas, cla-
aristocracia fáctica vino a ser terreno abonado de movi- mó por la liberación de Barrabás y por la condena de
mientos teocráticos radicales en los que la teocracia de Jesús. ¿Qué significa todo esto?
Yahvé se jugó la última baza contra sus mediadores teo- En primer lugar, que el poder nacionalista había con-
cráticos y sus aliados, o sea, sacerdotes y romanos. denado a Jesús por considerarlo un peligroso rival y un
El movimiento de Jesús era ciertamente un movimien- denunciador de su propio dominio político. En efecto,
toda la predicación de Jesús sobre el reino de Dios se
2 Ap. 2, 165. había desarrollado en un ámbito puramente religioso, lo
a Ant. 20, 229. cual no quiere decir que no tuviera incidencias políti-
128 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE JESUS Y EL PODER ESTABLECIDO 129

cas. Jesús proclamaba fundamentalmente que «sólo Dios sotros decís que...») evoca textos del Antiguo Testamen-
es rey» y que, por lo tanto, cualquier poder humano que- to donde el que así habla es nada menos que el propio
da profundamente relativizado e incluso sometido a la Yahvé: «Yo soy...» (Ex 3, 2; 6, 3.28; 20, 2; Ley 26, 1;
conciencia de los propios subditos. La crítica, como con- Dt 5,5 etc.). Esto último da pie a la asamblea para con-
trol decisivo en toda comunidad humana, formaba parte denar a Jesús por blasfemo. Ahora bien, el poder roma-
de la predicación de Jesús: amar al adversario, superar no había dejado en manos del consejo supremo de Israel
toda violencia, incluso la que se consideraba legítima de- la capacidad de condenar a la pena capital por lapida-
fensa o liberación individual o colectiva; y, sobre todo, ción al que fuera sorprendido convicto y confeso de blas-
secularizar el poder sagrado que se atribuían los nacio- femia. Sin embargo, si la lapidación no lograba acabar
nalistas judíos. Y esto último, hasta tal punto que la fi- con la vida del reo, éste podría sobrevivir al castigo.
gura del Mesías quedaba despojada totalmente de sus Ante esta perspectiva, el poder nacionalista no quiere
connotaciones de liderazgo político, como todos pre- exponerse a una posible supervivencia de Jesús y exco-
tendían. gita algo que de suyo ya era incomprensible para una
Así se explica que el consejo supremo del poder na- mente romana: acusar, a Jesús ante un tribunal imperial
cionalista teocrático se concentrara, en el juicio contra de conspirador contra el Estado romano. Lo normal, se-
Jesús, en aquella pregunta significativa: «Si tú eres el gún hemos visto, es que el poder nacionalista acudiera
Mesías, dínoslo» (Le 22, 67). La respuesta de Jesús es de- al romano para pedir clemencia a favor de los residen-
liberadamente ambigua, ya que la simple afirmación de tes. Sin embargo, aquí ocurre lo contrario. Es Lucas el
que él era el Mesías sería entendida por los dirigentes que lo expresa claro cuando expone así la fórmula acu-
judíos como si El pretendiera el liderazgo político de la satoria del consejo judío: «Hemos encontrado a éste sub-
nación contra el poder de la ocupación. Ahora bien, toda virtiendo a nuestra nación y prohibiendo dar tributos al
la predicación de Jesús, como hemos visto, se endereza- César y diciendo que El es Cristo Rey» (Le 23,2). Es cu-
ba a relativizar todo tipo de poder, sin que por ello se rioso que la palabra «diatréfein» («subvertir») era la
le ofreciera ninguna alternativa concreta. El «mesianis- que muy frecuentemente se encuentra en los capítulos
mo» de Jesús dejaba intactos los centros de poder, pero acusatorios contra los resistentes nacionalistas al poder
se situaba ante ellos de una forma absolutamente libre y romano de ocupación.
crítica, arrostrando las consecuencias de tan difícil pos- Pilato no sale de su asombro y quiere él mismo inte-
tura. Era la actitud que habían tomado tradicionalmente rrogar al reo. Jesús le asegura que El es, sí, rey de los
los profetas de Israel. judíos, pero «su reino no es de este mundo» (Jn 18,36).
Por eso los jueces israelitas siguen adelante en su in- El procurador romano comprende que Jesús no pertene-
quisición, preguntándole a quemarropa: «¿Conque tú cía al movimiento de la Resistencia en el sentido corrien-
eres el hijo de Dios? Jesús contestó: Vosotros estáis di- te de guerrillero o conspirador y que, por lo tanto, no en-
ciendo que yo soy» (Le 22, 70). Aquí la ambigüedad lle- traba dentro de las «leyes antiterroristas» que se había
ga a su colmo. Por una parte, «hijo de Dios» en la litera- trazado el Imperio para su propia defensa. Pero aquí so-
tura veterotestamentaria era un título que ordinariamen- breviene algo nuevo.
te se atribuía a las personas piadosas. Pero, por otro la- En efecto, el caso-Jesús se convierte en razón de Esta-
do, la respuesta de Jesús, sin perder la ambigüedad («vo- do. Jesús es ciertamente inocente en punto de partida;
130 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE JESÚS Y EL PODER ESTABLECIDO 131

pero, al ser un personaje tremendamente molesto para Conclusión


la clase dirigente judía, ponía en peligro el difícil equili-
brio conseguido entre ésta y el poder romano de ocupa- En una palabra: Jesús, frente al poder establecido,
ción. Había, pues una seria razón de Estado, en virtud adopta una actitud dialéctica. En primer lugar, se mues-
de la cual se debería sacrificar a un inocente para man- tra profundamente receloso, ya que el poder es, de suyo,
tener a salvo la «pax romana». un indudable polo magnético de lo pecaminoso: El mis-
En una palabra: Jesús muere porque es molesto pa- mo sufrió, según parece, una única tentación diabólica:
ra los dos niveles de poder, originariamente contrapues- la del poder. Sin embargo, Jesús no cree que el poder
tos, que existían en su país. Para el poder judío era un pueda ni deba ser erradicado de la historia humana. El
denunciador de la teocracia aplicada a puros seres hu- poder formará siempre parte de la evolución de esta
manos: el reino de Dios, para Jesús, presuponía que Dios misma historia, ya que ésta está profundamente impreg-
es el único Señor y que, por lo tanto, no tiene en este nada de una dinámica «pecaminosa». El pecado, como
mundo ni vicarios ni sucedáneos. Por debajo de Dios sólo componente intrínseco de la Historia humana, es el re-
hay la horizontalidad de lo fraterno y de lo igualitario. verso de la gran afirmación del Nuevo Testamento: la
Con ello, Jesús no era tan ingenuo como para descono- libertad humana. La libertad presupone que siempre ha-
cer la realidad ineludible de los poderes fácticos. Lógi- brá egoísmo, ambición y, sobre todo, erótica del poder
camente, esta actitud profética irritaba a un poder que con intención de «dominar a los pueblos» (Le 22, 25).
se legitimaba a sí mismo por su supuesta representación Por otra parte, no hay que despreciar la utopía de
divina. Un poder secularizado (tal como lo soñaba Je- convertir o, al menos, mejorar el poder. Pero esto, en de-
sús) quedaba expuesto al control de la conciencia inspi- finitiva, no se puede hacer únicamente desde dentro, o
rada por la gratuita asistencia divina. En este caso los sea, con la sola ilusión de ofrecer una alternativa hones-
dirigentes no podrían manipular el nombre de Dios a su ta a una realidad impía. Al lado de estos intentos, de su-
antojo, para con él cubrir las propias deficiencias y los yo útiles y aceptables, tienen que existir otros de tipo
propios fraudes. diverso: son los profetas. Jesús fue radicalmente un pro-
Para el poder romano, Jesús era un peligro de con- feta. Se plantó ante toda clase de poder, no con la inten-
flictividad. Los judíos habían sellado implícitamente un ción de hacer tabla rasa de él, sino para influir con una
pacto con los romanos para compartir, aunque en forma crítica constructiva en su dirección benéfica.
menguada, el gran poder del Imperio. De la misma ma-
La comunidad de discípulos que él funda tendrá co-
nera los romanos, cuyo Imperio se distinguía por la me-
mo misión no el ofrecer una alternativa «a los reyes de
sura y la permisividad, se aseguraban así su permanen-
las naciones que dominan sobre ellas y dejan sentir so-
cia en la mayor parte del mundo conocido. Casos como
el de Jesús ponían en peligro la solidez y la tranquilidad bre ellas su autoridad hasta atreverse a proclamarse be-
de la «pax romana» y había que eliminar a sus causan- nefactores» (Le 22, 25), sino el presentar un contramode-
tes, aunque fueran en sí mismos inocentes de la acusa- lo que sirva de estímulo, en su sentido literal de «agui-
ción concreta de la que eran objeto. La Razón de Estado jón», contra las inevitables tentaciones de toda clase de
por encima de todo. poder. Por eso, Jesús termina su exhortación a los discí-
pulos diciéndoles: «Pero vosotros, así no» (Le 22,26).
132 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

El cristianismo se erosiona, se deteriora e incluso se


evapora cuando las iglesias, desmemoriadas del ejemplo
y los consejos de Jesús, se homologan con las socieda-
des temporales, donde existe el «poder de dominadores
y falsos benefactores».

9
MANIPULACIÓN EN LA IGLESIA

Cuando hablamos de manipulación en la Iglesia, nos


referimos fundamentalmente al fenómeno, desgraciada-
mente frecuente en la historia del cristianismo, en virtud
del cual la Iglesia no se ha limitado a ofrecer a la huma-
nidad la única cosa que le había sido confiada, o sea:
«Cristo, y éste crucificado» (1 Cor 2, 2), sino que ha pre-
tendido incluir en un lote indesmontable otros valores
coyunturales para cuya aceptación habría que abrazar
también la fe cristiana. Ordinariamente estos valores per-
tenecían a la cultura, al arte y, sobre todo, a la política.
Y así, la transformación del cristianismo en «cristian-
dad» incluye esta manipulación, de la cual a la larga sal-
drá lo esencial de la misión eclesial: el mensaje evan-
gélico.

La primera manipulación:
un cristianismo judaizante

El primer intento de manipulación en la historia de


la Iglesia se da en sus mismos comienzos: el cristianis-
mo había nacido en un ámbito judío, y además se pro-
clamaba como la realización del viejo itinerario comen-
zado por Abrahán, continuado por Moisés y consumado
134 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE MANIPULACION EN LA IGLESIA 135

por los Profetas. Por eso, a primera vista podría pare- cionarla con diferentes tipos de cultura, de tradiciones
cer que para ser cristiano habría que pasar previamente e incluso de religiosidad. Y así, cuando al volver de su
por el túnel del judaismo. Pero el judaismo no era sola- primera misión se integró en la comunidad de Antioquía,
mente la religión del Dios de Abrahán, de Isaac y de Ja- tanto Pablo como su acompañante, Bernabé, anunciaron
cob, sino además un cúmulo de costumbres y de tradicio- a la asamblea las maravillas que Dios había obrado por
nes de tipo cultural, histórico y político que estaban pro- medio de ellos y de qué manera Dios había abierto a los
fundamente imbricadas en la misma religiosidad judía. gentiles las puertas de la fe.
Y esto es lo que en un primer momento no supieron dis- Esto excitó a «ciertos personajes procedentes de Ju-
tinguir algunos miembros eminentes de la primitiva co- dea, que enseñaban así a los hermanos: si no os circun-
munidad de Jerusalén. cidáis según la costumbre de Moisés, no os podréis sal-
El primer choque se produjo en la comunidad judeo- var» (Hch 15,5). Los fariseos cristianos continuaban sin
cristiana de Cesárea de Palestina, al norte de Galilea, que, perdonar a Pablo su «traición» a la antigua secta, al inte-
por lo que podemos deducir, se trataba de un grupo bas- grarse en el ala izquierda del cristianismo. Entonces la
tante progresista que de alguna manera se hallaba en comunidad antioquena decidió enviar a Pablo y Bernabé
conflicto con la comunidad madre de Jerusalén. En efec- a Jerusalén, para que allí se montara una «cumbre» cris-
to, en Cesárea se admitía a los paganos sin hacerles pa- tiana, que posteriormente ha sido considerada como el
sar por los vericuetos religioso-culturales del judaismo, primer «concilio ecuménico».
prescindiendo del gran símbolo de esta identidad: la cir- La discusión conciliar fue larga y llena de tensiones
cuncisión. (Hch 15,7). Pedro, como jefe de las comunidades, defen-
El capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles nos des- dió el principio de la no obligatoriedad de la «judaiza-
cribe la visita que Pedro, considerado ya entonces el lí- ción»: «¿Por qué ahora tentáis a Dios para que se im-
der y arbitro de las comunidades nacientes, hizo a Cesa- ponga un yugo sobre el cuello de los discípulos, yugo que
rea, donde, al ver con sus propios ojos que el Espíritu ni vuestros padres ni nosotros logramos soportar? Lue-
Santo se comunicaba directamente a los paganos sin que go quiere decir que es por la gracia del Señor Jesús por
previamente se tuvieran que hacer judíos, comprendió lo que creemos ser salvos, de la misma manera que aqué-
que lo específico del cristianismo podría muy bien des- llos» (Hch 15,11-12).
montarse del envoltorio religioso-político-cultural del ju- Con todo, aquello fue solamente un primer paso, por-
daismo. Y como buen creyente, no tuvo más remedio que que el mismo Pablo continuó, en su segunda misión, uti-
rendirse ante la evidencia: «¿Es que alguien puede rehu- lizando una especie de predicación que de alguna mane-
sar el agua para que no se bauticen éstos que han reci- ra podríamos llamar «confesional». O sea: se partía del
bido el Espíritu Santo de la misma manera que noso- hecho indudable de que los destinatarios de la evangeli-
tros?» (Hch 10,47). zación eran grupos sociales —ya sea en la metrópolis pa-
El problema de la «judaización» de los gentiles que lestina, ya en la gran diáspora del Asia Menor— que se
pretendían abrazar la fe cristiana se agudizó con moti- tenían por adoradores del Dios de Abrahán o, al menos,
vo de la misión apostólica de San Pablo, que se enfren- afines a los ritos y creencias de los mismos judíos.
taba continuamente con este problema y había compren- En la misma narración evangélica, Lucas —autor de
dido la pureza de la fe cristiana y la posibilidad de rela- los Hechos de los Apóstoles— había presentado a Jesús
136 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
MANIPULACIÓN EN LA IGLESIA 137

en la ciudad como si la ciudad fuera el espacio de la pro- ¿Dos maneras de transmitir el evangelio?
clamación del Reino de Dios (Le 4,43; 8,1.34.39; 13,22;
14, 21, etc.). La gente allí es interpelada por el Evange- Esta es la pregunta que nos hacemos después de la
lio no como individuos privados, sino en su función so- lectura de estos textos del Libro de los Hechos de los
cial, como «seres-en la ciudad». Posteriormente, cuando Apóstoles. Ayer, en Israel con Jesús, se trataba de recti-
el mismo Lucas describe en la primera parte de los He- ficación pública de las injusticias, de trastornar relacio-
chos la actitud misionera de Pedro y de Felipe, continúa nes sociales y funciones públicas, de concentraciones fes-
presentando el mismo esquema de preferencia por la tivas populares. Pero ahora, en Europa, pocos años des-
ciudad. pués, se trata de operaciones privadas, fuera de las mu-
Con todo, desde el momento de la entrada del Evan- rallas de la ciudad (Hch 16, 13), vividas ordinariamen-
gelio en Europa —concretamente en Filipos—, Lucas ha- te en casas «parroquiales» donde cada uno cambia su
bía cambiado radicalmente de estilo, como si las condi- talante ciudadano para revestirse de su identidad reli-
ciones de la transmisión del Evangelio se hubieran modi- giosa. ?oVrwNook.\-y>'\<ia<¿.
ficado profundamente. De aquí en adelante, la transmi- ¿Es que ya entonces los cristianos se dividían en «ca-
sión ha de hacerse así: hay que pasar de la ciudad a la rismáticos» y políticos? ¿Fue Pablo el que corrigió el
casa, que será el nuevo espacio donde la presencia del tono político de la evangelización de Jesús para transfor-
Espíritu se manifestará en este nuevo mundo de la Euro- marlo en carismático? En todo caso, es el mismo Lucas
pa romanizada. el que, paradójicamente, nos ofrece las dos dimensiones
La misma literatura cristiana estructurará la palabra que nos parecen alternativas. ¿Lo son?
«parroquia» («paroikía») sobre la base de la palabra Todo el mundo está de acuerdo en que Lucas es el
«oikía» (casa). La «paroikía» vendría a ser lo que se autor del tercer evangelio y de todo el libro de los He-
reúne en torno a la casa («para ten oikían»). chos de los Apóstoles. Esto es lo que nos sirve de garan-
En el primer proyecto (israelita) de la evangelización, tía para sacar una gran lección de esta doble dimensión
el hombre recibía su identidad, según Lucas, de su nue- paradójica y realista de su relato y planteamiento. De la
vo estatuto y de su nueva función «en la ciudad»: era el obra de Lucas —evangelio y Hechos— hay que hacer
hombre público el que se convertía, el hombre «político» una lectura rigurosamente dialéctica, ya que el autor no
el que había de escuchar y recibir el Evangelio. En Fili- intenta claramente oponer una forma de evangelización
pos, por el contrario, el Evangelio no se dirige primor- a la otra.
dialmente a la función política del hombre, sino a su
Efectivamente, Israel era un pueblo orgulloso de su
búsqueda religiosa. Aquí, lo primero de todo ya no es el
religiosidad nacional, hasta el punto de creerse el pue-
hombre de la ciudad o en la ciudad, sino el hombre de
blo elegido por Dios en función de un imperialismo na-
la casa, el «hermano» de la parroquia. El mismo Pablo,
cional-religioso. Una evangelización de esta sociedad ten-
cuando escribe a los miembros de la comunidad de Ga-
dría que ser social a la fuerza: había que traumatizar al
lacia, emplea una expresión original a este respecto:
hombre de la ciudad. El mensaje de Jesús insistía cons-
exhorta a practicar el bien «sobre todo para los que per-
tantemente en la necesidad de superar este orgullo na-
tenecen a la misma casa de la fe» (Gal 6, 10).
cional-religioso; por eso, a los más representativos de es-
ta mentalidad, a los fariseos, les decía: «No os pongáis
138 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
MANIPULACION EN LA IGLESIA 139
a decir entre vosotros mismos: 'Tenemos por padre a
Abrahán', porque os digo que Dios puede sacar de estas to, no en las plazas públicas y en los mercados, sino en la
piedras hijos de Abrahán» (Le 3, 8). intimidad de las casas y de las reuniones familiares.
Además, Israel era un pueblo que, haciendo caso omi- Lo malo es que después, a través de los siglos, han fal-
so de su tradición «socialista» del Pentateuco, había in- tado los hombres de la talla gigantesca de un Lucas para
tentado y logrado estabilizar las diferentes clases socia- poder relacionar dialécticamente estos dos aspectos —po-
les, creando una auténtica «ideología religiosa» que jus- lítico y carismático— de la sola y única evangelización.
tificara aquella situación. Jesús se rebela contra este se- Y nos hemos ido enrollando en la alternativa penelopea
cuestro de la mejor tradición judía y denuncia a la reli- de cargarlo todo o al estribor de lo «político» o al babor
giosidad contemporánea como encubridora de una es- de lo «carismático», sin comprender que el mensaje po-
tructura intrínsecamente perversa: así se comprende el lítico del Evangelio es precisamente, por este motivo, ca-
acento profundamente social de su mensaje y la reac- rismático. O viceversa: que el mensaje carismático es
ción de las clases dominantes de la nación, que, a pesar precisamente, por eso, político.
de considerarla «ocupada» por el Imperio romano, llega- Y así nos ha ido a todos: la cristiandad se dividió
ban descaradamente a los «colaboracionismos» más ver- muy pronto según esta renuncia a la dialéctica, surgien-
gonzosos cuando se trataba de salvar sus intereses de do, por una parte, la ortodoxia bizantina, que conserva
clases. De esta manera se explica que Jesús muriera bajo su monaquismo evasivo durante mil años en el Monte
la acusación de «subvertir» tanto a la pequeña sociedad Athos, y, por otra parte, la cristiandad occidental, que
israelita como a los intereses del gran Imperio. confunde la cumbre suprema de la evangelización con el
planteamiento de un micro-Estado tan terrenal como to-
La evangelización de Europa, por el contrario, ofre-
dos los del planeta.
cía perspectivas totalmente diversas: allí había una amal-
gama de individuos y de minorías que, al amparo de la
«Pax Romana», intentaban un difícil pero inevitable ecu- Ambigüedades de la «teología política»
menismo. Por lo tanto, el planteamiento pastoral había
de ser forzosamente diferente. Y eso es lo que compren- Prosiguiendo en nuestra investigación de las razones
dieron Pablo, el judío de origen ortodoxo, y Lucas, el profundas en virtud de las cuales la Iglesia cae en la ten-
griego cristiano que lo acompañaba. tación de la manipulación, es bueno recordar lo que muy
En la Europa del Imperio había que construir peque- acertadamente observa Lluís Duch' respecto a la expre-
ños grupos —hoy diríamos «comunidades de base»—, sión de «teología política»: no se trata, en efecto, de una
donde el acento de denuncia contra una religiosidad na- novedad del neoprogresismo cristiano, ni solamente tie-
cionalista estaba completamente falto de sentido. Allí ha- ne sus inicios en el mismo cristianismo. La teología polí-
bía que subrayar el aspecto «carismático» de la evangeli- tica significaba en el mundo la teologización o la legiti-
zación. Yo diría que se trataba de un procedimiento de mación sociológica de las formas existentes del Estado
«termitas»: había que infiltrarse en aquella amalgama in- y de la sociedad.
ternacional e infundirle los principios esenciales del Evan-
1
gelio. Y eso —está claro— había de hacerse por lo pron- Esperanga cristiana i esforg huma, Montserrat 1976, pá-
ginas 118 ss.
140 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE MANIPULACIÓN EN LA IGLESIA 141

El P. Pedro de Rivadeneyra 2 titula así el primer ca- día subyugar a la Iglesia; más bien, al revés. Efectiva-
pítulo de su obra clásica sobre el príncipe cristiano: «La mente —constinúa Rivadeneyra—, «se ha de advertir que
cuenta que todas las naciones y repúblicas del mundo tu- de tal manera deben los reyes y príncipes seglares favo-
vieron con su religión». Y a pesar de dirigir su obra con- recer y defender nuestra santa religión, que cuando se
tra Maquiavelo, está de acuerdo con él cuando hace esta ofreciere alguna duda o grave dificultad en los negocios
afirmación: «La religión es necesaria para conservar al de la misma religión, no se hagan jueces ni quieran de-
Estado; y Roma debe más a Numa Pompilio, por haber terminar lo que no es de su oficio. Guardas son de la
fundado allí la religión, que a Rómulo, que la fundó y le ley de Dios, mas no intérpretes; ministros son de la Igle-
dio principio con las armas; y no puede haber indicio sia, mas no jueces; armados están para castigar al here-
mayor de la ruina de una provincia que ver menospre- je, al rebelde, al sacrilego y al que persigue o inquieta a
ciado el culto divino». la Iglesia; mas no son legisladores y declaradores en las
Con todo esto, Rivadeneyra establece una diferencia, cosas eclesiásticas de la divina voluntad». 5 Aún más, con-
que él estima fundamental, entre la doctrina de Maquia- tinúa preguntándose en el cap. XXII del Libro I, ¿por
velo y la que él considera cristiana: «La diferencia que qué los príncipes seculares, no siendo jueces de la Igle-
hay entre los políticos y nosotros es que ellos quieren sia, hacen leyes que le pertenecen?
que los príncipes tengan cuenta con la religión de sus La razón profunda de todo ello se expresa concisa-
subditos, cualquiera que sea, falsa o verdadera; nosotros mente en el título del capítulo XXIII del mismo Libro I:
queremos que conozcan que la religión católica es la sola «Que es imposible que hagan buena liga herejes con ca-
verdadera, y que a ella sola favorezcan».3 tólicos en una república». Con esto Rivadeneyra no hace
El jesuíta español prosigue, con un rigor lógico e ina- otra cosa que ajustarse a la vieja legislación constanti-
pelable, adentrándose en un itinerario que desemboca fa- niana y teodosiana, que rigió a lo largo de la Edad Media.
talmente en la mayor de las manipulaciones por parte En efecto, según el código de Teodosio y Justiniano,
de la Iglesia. Efectivamente, para él, Constantino acertó el mismo Constantino había legislado de la siguiente ma-
con la verdadera eclesiología: «Constantino emperador, nera: «Los privilegios que hemos concedido por causa
que fue el primero que fundó la religión cristiana en el de la religión, a sólo los católicos deben aprovechar; pe-
Imperio romano y abrió camino a los demás, mudó las ro los herejes y cismáticos no sólo queremos que no go-
águilas del guión y estandarte imperial en la cruz, y con cen de ellos, pero que sean apremiados con diversas car-
ella mandó batir y acuñar las monedas y poner un globo gas y servicios».
del mundo en la mano derecha de sus estatuas, y sobre Como vemos, se trata de una amplísima utilización de
el globo la misma cruz, para que se entendiese que el la fe cristiana como ideología política, sostenedora del
mundo había sido vencido por la cruz».4 orden establecido. Es verdad que la manipulación que
Pero no vayamos a creer que, por el hecho de «haber esta oficialidad del cristianismo ofrecía a la Iglesia tuvo
fundado la religión cristiana en el Imperio», el César po- también sus aspectos positivos, o sea, cuando, en virtud
de este prestigio histórico, papas y obispos pudieron pa-
2
El príncipe cristiano, Lib. I, cap. I.
rar en seco las ambiciones de los emperadores, las tira-
s Ibid.
* Id., Lib. I, cap. XII. s Id., Lib. I, cap. XIX.
MANIPULACiON EN LA IGLESIA 143
142 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

nías de los reyezuelos y la perseverancia de las dictadu- da por intervenciones eclesiásticas que, pocos años des-
ras. Pero, partiendo de una eclesiología evangélica, tal pués, dejan de tener validez incluso en el seno de una
como la hemos visto más arriba, era imposible mantener teología ortodoxa o, al menos, tolerada. Dicho de otra
estos principios. Y así vemos a lo largo de la historia las manera: ¿por qué había de ser pecado militar en un par-
enormes posibilidades que ha tenido la Iglesia en orden tido liberal, socialista o comunista años atrás, mientras
a manipular las estructuras sociales, políticas y econó- que con el paso de los años la misma Iglesia comienza
micas según no ya los principios evangélicos, sino las no solamente a pactar, sino casi a confundirse (en su es-
ambiciones de sus responsables eclesiales, que se convir- trategia política) con los enemigos de antaño? Pensemos,
tieron o en rivales de los príncipes temporales o en su- por ejemplo, qué anacrónico sería hoy el que un obispo
cedáneos suyos. católico condenara los ya amarillentos principios del vie-
jo liberalismo. ¿Por qué no ha de pasar igual con el so-
cialismo y otras ideologías quizá todavía inéditas?
¿Sociedad laica o «nueva cristiandad»? Naturalmente, esto no quiere decir que la Iglesia ten-
ga que renunciar a emitir un juicio ético sobre las reali-
Dando un salto a la edad contemporánea, vemos la dades políticas en las que vive inmersa; pero este juicio
imposibilidad para la Iglesia de mantener la manipula- ha de ser extramanipulatorio. Me explico: un juicio ma-
ción ideológica a través de su situación privilegiada en la nipulado es el que hace la Iglesia cuando ha ofrecido su
estructura política. Y es que a la antigua cristiandad ha ideología a un partido político, a un orden establecido,
sucedido inexorablemente la moderna sociedad laica. y éstos lo han aceptado con mucho gusto en vista de los
J. Maritain quiso enfrentarse con el problema, pero no lo no menospreciables beneficios que les producen. Si, en
resolvió de raíz: para él continuaba siendo válido el prin- tales circunstancias, la Iglesia hace unos determinados
cipio de la cristiandad medieval, pero la prudencia acon- juicios no favorables, es difícil no considerarlos como
sejaba adaptarse a las nuevas circunstancias. Por eso pen- verdaderos chantajes: tanto el partido como el poder
só en lo que llamó «nueva cristiandad» o «cristiandad en respectivo se verán obligados a pasar bajo el arco de la
la diáspora». ortodoxia eclesiástica, so pena de perder las ventajas de
Por su parte, Mons. Dupanloup ya había establecido las bendiciones papales o episcopales.
su propuesta de la «tesis y la hipótesis»: la tesis (o sea,
Pero si la Iglesia renuncia a ser una sociedad homo-
la cristiandad) continuaba en pie válidamente. Pero la
logable a la sociedad civil y se reduce a ser lo que le es
hipótesis (o sea, las coyunturas inevitables) aconsejaba
propio, o sea, una comunidad de creyentes, entonces se
un acuerdo y un pacto.
encuentra en óptimas condiciones para ejercer su oficio
Y de aquí nacieron los partidos católicos, por un la-
de «discernirlo todo», como dice San Pablo.
do, y los concordatos por otro.
Desgraciadamente, las luchas intestinas que hoy día
El partido católico se contentaba con formar parte
se dan en el seno de la misma Iglesia católica no tienen
de un parlamento pluralista, pero en el fondo no renun-
ciaba a su sueño de hegemonía e incluso de monopolio como punto de referencia una auténtica eclesiología evan-
absoluto del poder. Y así se explica que la Democracia gélica. Quiero decir que muchas veces, cuando los papas
Cristiana de Italia hubiera sido vigorosamente fortaleci- y los obispos condenan una «teología política» de izquier-
das (o sea, que pretenda legitimar ciertas actitudes pro-
144 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

gresistas), no lo hacen desde una posición puramente


profética, sino desde «otra» teología política, esta vez de
centro o de derechas. Y así somos testigos del nada edi-
ficante espectáculo de católicos democristianos que con-
denan a católicos socialistas, no porque el socialismo
ponga en peligro la fe o el Evangelio, sino porque el he-
cho de un socialismo abierto a los creyentes le quita al
partido «católico» el monopolio de la clientela de la ma-
sa popular católica.
Y para terminar, una observación: partiendo incluso 10
del presupuesto de que la teología no debe ser política
ISRAEL:
(o legitimadora) ni a diestro ni a siniestro, con todo, he-
mos de poner un atenuante a favor de las teologías po- ¿CONVERTIDO EN EGIPTO?
líticas de izquierdas.
En primer lugar, porque intentan legitimar algo que
tiene que ver con el proceso de liberación humana. Como hemos visto ya, siguiendo la traza de las aspi-
Y en segundo lugar, porque, aunque el peligro de ser raciones mesiánicas que atraviesan todo el Antiguo Tes-
manipulado por un partido de izquierdas o por un poder tamento, se denomina a la Iglesia con el título de Israel
de izquierdas es posible (y temible), sus consecuencias de Dios (Gal 6,16) o de Nueva Jerusálen (Apoc 21).
son infinitamente menos nocivas. En efecto, la derecha Los primeros cristianos y el propio Jesús no preten-
ha pretendido integrar totalmente la fe cristiana como dían establecer una ruptura entre el Israel de las bendi-
ideología de su política y de su praxis; la izquierda, en ciones divinas y el nuevo grupo emergente que se adhe-
cambio, ya tiene su ideología propia, que en un princi- ría a las enseñanzas administradas por Jesús. Más aún,
pio fue incluso antirreligiosa, y por eso se contenta úni- el pueblo que salía a flote después de la resurrección de
camente con atraer a creyentes destacados, con tal de Cristo empalmaba su amor con toda la vieja tradición
que la derecha pierda de una vez para siempre la clien- profética e incluso litúrgica del antiguo Israel. Israel, se-
tela masiva de los católicos innominados. gún el Antiguo Testamento, tenía una misión universal
En todo caso, la manipulación continúa siendo una que cumplir; llegaría una día en que sus fronteras serían
de las más graves tentaciones que padece la Iglesia des- derribadas y ya no habría más discriminación entre «pue-
de que el mismo Jesús fue tentado también de manipu- blo de Dios» y los demás «pueblos» (goyim, gentes o gen-
lar el mundo por medio de la magia deslumbradora del tiles): el mundo entero estaba llamado y convocado por
atractivo de lo religioso. igual a ser el auténtico heredero de las promesas hechas a
Abrahán. Precisamente la Epístola a los Hebreos, según
ya hemos visto, intenta demostrar, con sutileza rabínica,
que estas promesas fueron hechas a Abrahán cuando to-
davía no había nacido el concreto pueblo de Israel: de
aquí su universalidad absoluta.
146 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ISRAEL: ¿CONVERTIDO EN EGIPTO? 147

Pues bien, partiendo de este paralelo que el Nuevo ber creado al hombre libre, o sea, capaz de deteriorar la
Testamento establece entre Iglesia cristiana e Israel, po- propia creación de Dios y de invertir su propio destino.
dremos extraer unas lecciones tremendamente actuales Dostoyevski, en su gran obra «Los hermanos Kara-
para hacer un juicio sobre el momento histórico de nues- mazov», nos presenta la sublime escena del encuentro
tras iglesias cristianas en las últimas décadas de su se- entre el Gran Inquisidor, en la Sevilla del siglo XVI, y
gundo milenio. el propio Cristo reaparecido misteriosamente entre la
turba que iba a presenciar una ejecución del Santo (?)
Tribunal. Después de varios incidentes, el Gran Inquisi-
El Éxodo, invertido dor decide encarcelar al propio Jesús, y va a verle a la
lóbrega prisión, donde le hace amargos reproches. Fun-
Toda la tradición veterotestamentaria se centra en el damentalmente le echa en cara el haber predicado la
fenómeno constituyente del gran Éxodo del pueblo escla- libertad:
vo de Israel, que partió del gran Imperio egipcio para «En vez de incautarte de la libertad humana, Tú la
buscar su libertad a través del desierto y, más tarde, su aumentaste y cargaste con sus sufrimientos el imperio
propia identidad al instalarse en el viejo solar de los espiritual del hombre para siempre. Tú querías el libre
antepasados: la tiera de Canaán. amor del hombre para que espontáneamente te siguiese,
En el Pentateuco, en los Profetas, en los Libros His- seducido y cautivado por Ti (...). Pero ¿es que no pen-
tóricos e incluso en los Sapienciales y Apocalípticos, sub- saste que acabaría rechazando y poniendo en tela de jui-
yace una robusta teología del Éxodo que se convierte en cio tu propia imagen y tu verdad, si lo cargabas con peso
la clave fácil de interpretación de todo el Antiguo Tes- tan terrible como la libertad de elección? (...) Tú te enor-
tamento. gulleces de tus elegidos; pero Tú sólo tienes a tus elegi-
Hay una mística de la marcha incesante, donde el dos, mientras que nosotros a todos les daremos la paz.
punto de partida es siempre lo que simboliza el poder, Y además, otra cosa: ¡cuantísimos de esos elegidos no se
la riqueza y la opresión, y el punto de llegada es la pros- cansaron de aguardarte y aplicaron y seguirán aplicando
peridad compartida, la comunidad de sentimientos y de las energías de su alma y el ardor de su corazón a otro
bienes y la ausencia de privilegios. El camino recorrido campo, concluyendo por enarbolar contra Ti su libre
para llegar de la estación de partida a la de término es bandera! Pero tú mismo levantaste esa insignia. Con no-
difícil y abrupto: el símbolo del desierto está siempre sotros todos serán felices y dejarán de ser rebeldes; no
presente en la ascética veterotestamentaria, no como un se exterminarán unos a otros, como con tu libertad, en
bien en sí, sino como un inevitable tramo que hay que todas partes. ¡Oh! Nosotros los convenceremos de que
recorrer para pasar de un punto a otro. No existe en la sólo serán libres cuando deleguen en nosotros su libertad
Biblia una teología del masoquismo religioso, como si y se nos sometan. ¿Y qué importa que digamos verdad
el desierto y todo lo que él conlleva produjera ex opere o mintamos? Ellos mismos se persuadirán de que verdad
operato (o sea, por lo que tiene de negativo y de duro) decimos al recordar los horrores de la servidumbre y con-
algún tipo de bien espiritual. El desierto era una necesi- fusión a que tu libertad los condujera. La libertad, el li-
dad histórica debida al hecho de la libertad humana: el bre espíritu y la ciencia los llevarán a tales selvas y los
gran misterio del Dios bíblico es precisamente el de ha- pondrán frente a tales prodigios e insolubles misterios,
148 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ISRAEL: ¿CONVERTIDO EN EGIPTO? 149

que los unos, rebeldes y enfurecidos, se quitarán la vida; A) En la «faraonización» de los ministerios: cuando
otros, rebeldes pero apocados, se matarán entre sí; y los la Iglesia es únicamente una comunidad de creyentes que
demás, débiles y desdichados, vendrán a echarse a nues- se reúne para celebrar la memoria de Jesús y para servir
tros pies y clamarán: 'Sí, tenéis razón: sólo vosotros es- de testimonio de amor fraterno a la humanidad, sigue
táis en posesión de su secreto y a vosotros volvemos. siendo un trasunto del viejo Israel cuando trabajaba en
¡Salvadnos de nosotros mismos!». la esclavitud egipcia. Las comunidades cristianas tuvie-
Como vemos, la gran tentación para la Iglesia, como ron que sufrir mucho de los grandes de este mundo, que
lo fue para el propio Jesús, es la de renunciar a la liber- no soportaban la constante actitud crítica y la fuerza de
tad para asegurar el pan y el orden. Dicho de otra ma- la no-violencia activa de unos creyentes robustos que pre-
nera: el tramo del desierto sólo puede ser atravesado a ferían la muerte antes que ceder a su conciencia en fa-
base de una libérrima opción personal que implique un vor de los «amos de este mundo» (Ef 6, 10).
compromiso serio y profundo. Si, por el contrario, la Los «ministerios», de puros «servicios» que eran, pa-
Iglesia, cediendo a las insinuaciones diabólicas del poder saron a ser «poderes», y los ministros o servidores lle-
de turno, acepta la comodidad de los medios de trans- garon a adoptar hasta la indumentaria faraónica de los
porte que éste le ofrece, entonces se realiza lo que pudié- poderosos amos del Imperio romano y de otros ámbitos
ramos llamar una inversión del Éxodo: ya el nuevo Israel de poder.
no escaparía, en condiciones precarias, de la opresión Hasta la propia iconografía produjo, sobre todo en
del Gran Imperio, sino que se convertiría en una especie el Oriente, la figura del Cristo Pantokrátor, ataviado con
de embajador especial de este último, con la misión de vestiduras regias que, según las primeras comunidades,
establecer el Reino de Dios en las mejores condiciones sólo los enemigos pusieron sobre el cuerpo de Jesús pa-
y con los mejores auspicios. ra burlarse de El (Le 23,11). En una palabra: ya la bur-
la había dejado de serlo, y no hacía falta ningún maléfi-
co Herodes para que los que se presentaban como repre-
La egiptización de la Iglesia sentantes de Jesús de Nazaret lucieran como sagradas
unas vestiduras que en su origen fueron sólo una burla
Esta inversión del Éxodo hace que el nuevo Israel, sacrilega.
renunciando a su propia identidad, se contagie de lo egip- Esta actitud faraónica de los ministros de la Iglesia
cio: la Iglesia se egiptiza. Es una triste ley, raramente no se refería únicamente a los símbolos externos, sino
desmentida por la Historia, el que las víctimas, cuando que incluía toda la tramoya del poder en todos sus ám-
dejan de serlo, tienden a imitar a sus antiguos verdugos. bitos: político, social, económico e incluso judicial. De
Por eso fracasan tantas revoluciones: los antiguos escla- todo este proceso nacieron los Estados de la Iglesia, que
vos, al llegar al poder, no hacen más que asumir el turno funcionaron durante siglos con las mismas reglas de jue-
de relevo de los antiguos amos, cayendo a su vez en las go que Maquiavelo asignó al mecanismo de todos los Es-
mismas posturas opresoras, de las que ellos mismos en tados; allí no prevalecían los motivos éticos, sino los de
un tiempo fueron víctimas. eficacia.
Esta «egiptización» de la Iglesia se hace patente en
dos espacios principales: B) En la esclavitud intraeclesiál: al surgir este míe*
150 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
ISRAEL: ¿CONVERTIDO EN EGIPTO? 1S1

vo modelo de comunidad eclesial, es lógico que en el in-


nos» que la misma Iglesia admite; pero de esto hablare-
terior de la misma Iglesia se disipara en gran parte aque-
mos en el capítulo siguiente.
lla «libertad para la que Cristo nos había liberado»
(Gal 5,1).
C) En el imperialismo ecuménico: es un hecho que
Efectivamente, cuando estudiamos el entramado in-
el cristianismo está dividido en grandes grupos confe-
terior de las comunidades cristianas de los primeros si-
sionales que, hasta hace muy poco, se han combatido en-
glos, descubrimos que dentro de ellas había una libertad
carnizadamente, pero que recientemente han mostrado
de expresión y de comunicación que las hacía muy simi-
buenas intenciones de acercamiento mutuo. El Concilio
lares a las comunas utópicas que posteriormente han in-
Vaticano II fue una gran ocasión para este acercamien-
tentado crear los adeptos del socialismo utópico. Es cier-
to de las grandes confesiones cristianas, que se ha llama-
to que había una organización correcta, pero no había
do ecumenismo. Pero no podemos negar que la Iglesia
la menor inhibición entre los miembros de la comunidad
católica, precisamente por su riqueza histórica y por la
con respecto a sus responsables ni entre las diversas co-
amplitud y cohesión de su organización, sufre la fácil
munidades, que guardaban todas ellas una independencia
tentación de lo que podríamos denominar imperialismo
suficiente como para decidir por sí mismas. Así se ex-
ecuménico, o sea: plantarse en el círculo de las iglesias
plica que las liturgias de aquellas comunidades presen-
con la pretensión preconcebida de ser el centro al que
taran rostros tan diversos las unas de las otras. Sólo
deben volver las iglesias descarriadas.
cuando la Iglesia de Roma se autoconvenció de su prima-
cía política sobre el resto de las demás Iglesias, fue cuan- Hasta ahora, en los intentos de entendimiento ecumé-
do se planteó el problema de la unificación de la liturgia. nico apenas se ha salido del ámbito diplomático, y esto
Y así vemos cómo en la Baja Edad Media los mon- a nivel de vértice. Por el contrario, se ha avanzado muy
jes francos de Cluny se constituyeron en poderoso brazo poco en la búsqueda de una praxis eclesial común, en la
del Sacro Imperio para lograr la tan anhelada unifica- que los cristianos de varias confesiones se aventurarían,
ción litúrgica. En este marco se inscribe, por ejemplo, la confiados en el Espíritu, a buscar algo que en punto de
venida, en el siglo XI, a Córdoba del abad Gorze como partida ninguno llevaba inscrito en su calendario.
embajador ante el califa, que tenía por principal objeto Este imperialismo ecuménico ha hecho que, transcu-
el ponerse en contacto con la iglesia local, de rito mozá- rridas sólo dos décadas desde el final del Concilio Vati-
rabe, para empujarla a adoptar el rito romano. Gorze cano II, las posiciones se hayan estancado, llegándose, a
se escandaliza de que el obispo de Córdoba, que le sirve lo más, al envío de embajadores mutuos que de alguna
de intérprete ante el califa, tenga tan buenas relaciones manera se reconocen, como pueden hacerlo potencias po-
con los «infieles»: esto era, sin duda, un pretexto para líticas que en el fondo tienen ideologías antitéticas, pero
demostrarle que sólo la adopción de la liturgia romana que necesitan de una plataforma diplomática, que nun-
podría vacunar a la comunidad cristiana del contagio de ca deja de ser extremadamente precaria.
la peligrosa cultura arábigo-andaluza. Concretamente, habría que decidirse, bajo la acción
Modernamente, esta esclavización intraeclesial se ha- del Espíritu, a buscar la intercomunión entre todos aque-
ce patente en la dificultad que tienen los miembros de la llos que confiasen que Jesús es hijo de Dios y esperan
Iglesia para poder llevar a cabo esos «derechos huma- su segunda venida. La celebración de la Cena del Señor
podría ser el lugar de cita para todas las iglesias, e in-
152 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
ISRAEL: ¿CONVERTIDO EN EGIPTO? 153
cluso para el propio Jesús, que bien pudiera aparecerse
de los suyos. La resurrección no es una fuga, sino una
como a los discípulos reunidos en el cenáculo.
presencia más profunda en la comunidad. Por eso no
hace falta buscarle sucesores o sucedáneos. Eso sí, ten-
La Iglesia como congregación drá que haber ministros —incluso ministros encargados
de la presidencia y de la organización—, pero jamás po-
La Iglesia tiene su única razón de ser en su calidad drán olvidar que ellos no pueden suplir la presencia in-
de «congregación»: visible, pero tremendamente real, de Jesús resucitado.
A veces el entramado jurídico de nuestras iglesias da
A) Convocada directamente por Jesús, Hijo de Dios: la impresión de que no hay lugar para la improvisación
como ya hemos visto, es falso pensar que la Iglesia ten- del único Convocador, de ese Jesús-ladrón que se presen-
ga un origen democrático, que sea el resultado de los es- ta el día y la hora menos pensados (Mt 24, 43; Le 12, 39).
fuerzos y los deseos de una determinada «base» que se
B) Alentada horizontálmente por el mismo y único
reúne y se organiza, de abajo arriba, con un fin determi-
Espíritu: en el capítulo 12 de la Primera Carta a los Co-
nado. Fue Jesús el que primeramente «convocó a los
rintios, San Pablo expone su concepción sobre el entra-
que quiso» para trabajar juntos en la proclamación del
mado de la comunidad eclesial.2 Esta horizontalidad exi-
Reino de Dios.
ge una profunda intercomunicación de todos los miem-
Esta referencia a la primitiva convocación de Jesús
bros y funciones eclesiales entre sí.
es esencial para entender a la Iglesia. Esta no puede bus-
Por eso, cuando los «altos ministerios» se encierran
car legitimación fuera de este punto de partida. Pero es-
en sí mismos, creyéndose autosuficientes, se produce una
to tiene una contrapartida frente a las pretensiones de
involución eclesial y una consiguiente descuartización del
algunos ministros eclesiales que a lo largo de la historia
cuerpo de Cristo: la base, desarticulada, sigue escuchan-
han intentado crear una especie de opacidad entre los
do las voces del Espíritu, pero no puede cotejarlas con
creyentes y la presencia directa de Jesús en medio de
los «altos ministerios», porque éstos han cortado la línea
los suyos.
de comunicación. Y al revés también: los «altos ministe-
La lectura del evangelio de Marcos, concretamente,
rios» pierden todo lo que hay de positivo en esas inspi-
nos enseña que ya en las comunidades primitivas —y ése
raciones que el Espíritu no deja de impartir a los «ba-
era el caso de Jerusalén— había la tentación de pensar
jos ministerios» de la desarticulada comunidad.
en Jesús como «el-que-se-fue», el que está sentado allá
arriba, a la derecha del Padre, y que, por lo tanto, ha
dejado aquí en su Iglesia a unos sucesores o sucedáneos Conclusiones
que se convierten en «convocadores» originales. 1 No, esto
iba contra el origen directamente jesuánico de la comu- Partiendo de esta visión de la Iglesia-que-debería-ser,
nidad: Jesús no se fue, sino que se ha quedado en medio podemos descubrir los motivos profundos que actual-
mente han empujado a muchos cristianos a emprender
un éxodo fuera de las fronteras eclesiales.
i J. M. GONZÁLEZ RUIZ, Evangeto secondo Marco, Ed. Mon-
dadori. Verana 1973, pp. 42-44. 2
Cf. supra, pp. 56 s.
154 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ISRAEL: ¿CONVERTIDO EN EGIPTO? 155

A) La inversión del Éxodo produce en muchos cris- dad que la institución eclesial deja a veces mucho que
tianos la impresión de que la Iglesia ha renunciado a la desear en el reconocimiento y aplicación de estos dere-
libertad para obtener ventajas del poder. Esta pérdida de chos humanos en el seno de su propia organización. Des-
identidad eclesial es para muchos la razón de llamarse pués del Concilio Vaticano II se esperó con ansia el día
«cristianos sin Iglesia»: en general, los que así lo hacen en que la colegialidad episcopal fuera un hecho; sin em-
toman frente a los poderes constituidos una actitud bas- bargo, sólo se ha logrado hasta ahora el modelo insufi-
tante crítica, llegando a poner en solfa los mismos mode- ciente de un Sínodo meramente consultivo, aunque es
los de supuesta democracia, pero que, en el fondo, ama- verdad que Pablo VI tenía la intención de llegar cuanto
gan el viejo sueño del poder indiscutido. Hay, por lo tan- antes al modelo de Sínodo deliberativo, y no lo hizo por
to, un paralelismo entre «cristianos sin Iglesia» y «demó- no encontrar en los Padres Sinodales la suficiente madu-
cratas sin partido». rez para ese grado de responsabilidad. 3 Se esperaba, asi-
mismo, la realidad del presbiterio, que, en unión con
B) La egiptización de la Iglesia ha sido causa (o al el obispo, se hiciera verdaderamente responsable de los
menos ocasión) para que muchos fieles abandonen la grandes problemas de la Iglesia local; y, sin embargo, el
institución; y esto por los tres motivos que hemos ana- presbiterio ha quedado convertido en algo inoperante,
lizado previamente: hasta el punto de no lograr influir ni siquiera en la elec-
a) Cuando los ministerios se «faraonizan», los fie- ción del propio obispo. Se anhelaba igualmente el acceso
les se sienten desengañados: ellos iban buscando en la de los laicos a la corresponsabilidad eclesial; pero de nue-
Iglesia lo contrario de lo que predomina en el ámbito del vo las bellas palabras «pueblo de Dios», «comunidades
poder. Cuando la Iglesia se homologa de alguna manera cristianas» y otras similares no han dejado de ser eso:
con la sociedad civil, automáticamente cae en las mis- bellas palabras. Total: dentro de la Iglesia se limitan
mas trampas, algunas de ellas tan profundamente antie- los derechos de expresión, de autodeterminación, de co-
vangélicas como la justificación de las guerras, la utili- laboración y de corresponsabilidad.
zación de la tortura y, sobre todo, el empleo secular de
c) El fenómeno ecuménico hizo igualmente conce-
la Inquisición. E incluso después de haber sido suprimi-
bir esperanzas a todos los grupos de diversas confesio-
da esta última, ha quedado una especie de Inquisición
nes cristianas, que, luchando contra el inmovilismo áe
amagada en la actitud del vértice eclesial cuando produce
su propia Iglesia, fueron los pioneros de difíciles acerca-
climas de terror teológico entre sus propios intelectua-
mientos mutuos. Pero el ecumenismo se ha mostrado
les y pensadores, dando ocasión a que éstos decidan se-
también, de alguna manera, termostático: ha subido unos
guir por Ubre su investigación teológica, al margen de
cuantos grados, pero ha detenido su profunda dinámica
un necesario diálogo con el carisma del magisterio ecle-
siástico.
b) Modernamente, las sociedades y los Estados se s F. KOENIG, Chiesa, dove vai?, Ed. Borla, Roma 1985, p. 52-
han dejado sensibilizar no poco por los llamados «dere- En la p. 56 afirma el cardenal austríaco que Pablo VI concedió
chos humanos». Es verdad que los «altos ministerios» al Sínodo de 1974 un voto deliberativo sobre el celibato opcional
de la Iglesia se unen al coro de las voces internaciona- de los sacerdotes, pero que la mayoría de los padres sinodales
respondió negativamente. (Trad. casi.: Iglesia, ¿adonde vas?, Ed-
les en defensa de estos derechos; pero no es menos ver- Sal Terrae, Santander 1986).
156 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE ISRAEL: ¿CONVERTIDO EN EGIPTO? 157

que lo empujaba hacia la unidad en el amor y en la fe. Jesús. Esto, lógicamente, hiere el sentido cristiano del
Hoy se puede decir que las diferentes iglesias se han es- creyente profundo y lo va alejando de algo que se va
tabilizado y han trabado entre sí buenas relaciones di- convirtiendo para él en un mero espectáculo que no le
plomáticas, con las que engañar y frenar las esperanzas interesa ni le interpela.
de los creyentes más evangélicos de todas las confesiones. b) Finalmente, la impresión que dan a menudo los
Esto, lógicamente, es ocasión también para un éxodo «altos ministerios» de ser ellos los únicos que tienen hilo
de las instituciones y para la integración de esos cristia- directo con el Espíritu, produce una atrofia del resto de
nos-sin-Iglesia en esa tierra de nadie, donde la nostalgia los carismas o ministerios, hasta el punto de que o se
de lo comunitario y de lo eclesial termina por agostar in- extinguen o pretenden emigrar a un nuevo desierto, en
cluso la fe individual y profunda. busca de otro espacio propicio donde la Iglesia-cuerpo
sea lo que debe ser: un conjunto de miembros articula-
C) Todo verdadero cristiano tiene conciencia de la dos entre sí, pero todos y cada uno de ellos directamen-
necesidad de estar congregado: el cristianismo por libre te inspirados o gobernados por el Espíritu. La hipertro-
puede satisfacer momentáneamente los sueños de un cre- fia de los «altos ministerios» produce la atrofia de los
yente, pero se desvanece fácilmente como sueño de una que pudiéramos llamar «ministerios de base», de suerte
noche de verano. No hay teología sin cristología, y no que la gran carga que el Espíritu había depositado en
hay cristología sin eclesiología. Por eso, cuando hay un éstos no pasa a quéllos, quedando así estos últimos em-
fallo eclesiológico, se tambalea la fe en Cristo y la mis- pobrecidos espiritualmente.
ma fe en Dios. En este sentido, habría que buscar el sen- Como vemos, todos estos motivos que realmente im-
tido del viejo aforismo: «Fuera de la Iglesia no hay sal- pulsan a los cristianos a abandonar la institución ecle-
vación». Fatalmente, la fe cristiana lleva al problema ecle- sial se deben a fallos que presenta la misma institución,
sial. Ahora bien, modernamente se repite el mismo pe- al no adecuarse al único modelo claramente descrito y
ligro de las comunidades cristianas primitivas: reflejado en esos breves trazos de la eclesiología neotes-
a) A veces la institución eclesial presenta a sus mi- tamentaria, tales cuales los hemos descrito muy por
nistros con un excesivo relieve, hasta el punto de olvidar encima.
la presencia real de Jesús en el entramado actual de la
No se trata de espíritu de rebeldía ni de falta de obe-
Iglesia. De Jesús se hace el objeto lejano de veneración;
diencia ni de peligro de secularización, sino simple y lla-
la liturgia se hace nebulosa, enigmática e inasequible.
namente de serios y profundos deterioros producidos en
Los simples fieles apenas si tienen acceso al gran acto
las comunidades concretas donde se han desarrollado y
comunitario, constituyente de la ekklesía o «convocato-
han intentado vivir su fe los cristianos que marchan a
ria», que es la Eucaristía: sólo los presbíteros llevan la
un nuevo éxodo.
batuta, permitiéndosele al llamado pueblo de Dios el
único papel repetitivo del coro en las viejas tragedias En todo caso, con ello no pretendo justificar este éxo-
griegas. Esta excesiva sublimación de Jesús se hace, mu- do, sino simplemente explicar sus causas. El verdadero
chas veces inconscientemente, a favor del mayor relieve creyente, aquél que siempre y en cada instante escucha
dado a los miembros clericales de la Iglesia: de alguna la voz del Espíritu, no abandona la institución eclesial ni
manera se les presenta como sucesores o sucedáneos de siquiera en los peores momentos de su deterioro. Por el
158 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

contrario, se queda dentro, padece injusticias de la mis-


ma institución y trabaja activa e inteligentemente para
superar los fallos y mejorar el rostro de aquella a la que
sigue considerando madre, a pesar de todo.
En una palabra: sigue de rodillas ante el difícil e in-
comprensible misterio que San Agustín expresó con tan-
ta crudeza: la Casta Meretrix, la Casta Ramera.

11
LOS DERECHOS HUMANOS
EN LA IGLESIA

Fundamentación teológica

Toda eclesiología es un reflejo fiel de la cristología.


Cuando en la Epístola a los Efesios se repite machaco-
namente que la Iglesia es «cuerpo de Cristo», «plenitud
de Cristo», «esposa de Cristo», se está diciendo equiva-
lentemente que el modelo de la comunidad eclesial es la
propia realidad existencial de Cristo.
Ahora bien, un apartado esencial de la cristología se
refiere a lo que, con palabra casi intraductible, ha deno-
minado San Pablo, en el capítulo segundo de su Carta a
los Filipenses, la «kénosis» de Cristo. Con esto nos quie-
re decir que el hecho de que el Hijo de Dios se haya he-
cho hombre se ha realizado según un determinado es-
quema. En efecto, el Hijo de Dios se podría haber encar-
nado asumiendo las formas superiores de las cumbres
humanas: el poder, la riqueza, la gloria. Pero ha sido lo
contrario: Jesús —el hombre-Dios— ha asumido la na-
turaleza humana en su postura existencial «de base»: ha
sido un hombre cualquiera, un ciudadano periférico de
una pequeña nación sojuzgada por el mayor Imperio de
la época; no ha pertenecido a las clases privilegiadas del
160 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LOS DERECHOS HUMANOS EN LA IGLESIA 161

país. La Epístola a los Hebreos, según hemos visto ya, germinal es el Espíritu, que inspira directamente a cada
dice en su capítulo siete algo que a los judeocristianos uno de ellos.
les parecía todavía imposible digerir: Jesús no era sacer- Por eso es imposible que entre los poseedores de mi-
dote, porque no era de la tribu de Leví. Jesús era un se- nisterios haya complejos de inferioridad: ningún minis-
glar. No pertenecía al clan de los letrados o escribas; no terio es inferior a otro. Más aún, «los miembros del cuer-
tenía nada que ver con los hombres «religiosos» de la po que parecen más débiles son indispensables».
época, o sea, los fariseos. Por eso no podemos concebir una Iglesia pura y esen-
En una palabra, Jesús se puso en la cola de la vida cialmente piramidal, en la que existencia y funcionamien-
como «un hombre cualquiera». Más aún, no fue excep- to de los diversos ministerios, incluso los periféricos, de-
ción en su misión profética, y acabó como todos los pro- pendan exclusivamente de la existencia e inspiración de
fetas: a manos de aquellos cuyos vicios de arrogancia y los de arriba.
poder denunciaba.
Aplicando todo esto al ámbito eclesiológico, tenemos
que decir a priori que la Iglesia —cuerpo y complemento Derechos humanos y carismas eclesiales
(«pleroma») de Cristo— no puede asumir otra circuns-
tancia humana en el ámbito de lo social diferente de la Partiendo de esta mínima concepción eclesiológica,
que asumió Jesús en el ámbito de lo individual o per- podremos apuntar a la fundamentación teológica de una
sonal. especie de «carta de los derechos humanos dentro de la
Iglesia».
Hay que hablar también de la «kénosis» de la Iglesia.
Recientemente la expresión «derechos humanos» es
Ya el propio Jesús, según leemos en el capítulo 22 de
utilizada ampliamente con un consenso notable: se par-
Lucas, les recriminó a los hijos de Zebedeo el intento sa-
te del presupuesto de que la persona humana está dota-
crilego de superar la «kénosis» eclesial: «No sabéis lo
da de unos derechos elementales, que recíprocamente exi-
que pedís». La Iglesia habrá de ser el contramodelo de
gen unos deberes análogos en los demás. Organismos in-
las sociedades, donde hay «reyes que reinan y tiranizan»:
ternacionales han firmado una carta magna de los de-
en ella, por el contrario, el primado ha de ser ejercido
rechos humanos que no tiene por qué ser exclusiva, ya
por el que tenga una actitud auténtica de servicio.
que la progresiva concientización de la humanidad pue-
Más tarde San Pablo, en el capítulo 12 de la Primera de descubrir nuevas luces donde hoy hay solamente pe-
a los Corintios, siguiendo en su comparación de la Igle- numbra. Sin embargo, partiendo de lo generalmente ad-
sia como «cuerpo», establece una especie de horizontali- mitido, la propia Iglesia católica suscribe estas declara-
dad entre los «servicios» o «ministerios» que en ella se ciones generales de derechos humanos y echa su cuarto
dan. San Pablo parte del presupuesto de que en la Igle- a espadas cuando en cualquier ámbito —por secular y
sia tiene que haber una vertebración, una organización, laico que se presente— no se observan debidamente estos
y de que, entre los diversos ministerios, ha de haber el derechos y sus consiguientes deberes.
de «presidir». Pero ningún ministerio, como hemos ob-
Pero ahora nos preguntamos: ¿es la propia Iglesia un
servado profusamente, tiene fuerza germinal para engen-
ámbito donde tengan vigencia estos derechos humanos?
drar de su seno otros ministerios. Aquí la única fuerza
¿O, por el contrario, está ella eximida, por una especie
162 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LOS DERECHOS HUMANOS EN LA IGLESIA 163

de privilegio divino, de observar con sus propios miem- gar tranquilamente antes de que los pastores eclesiales
bros la actitud que exige a los miembros de las socieda- tomen decisiones precipitadas.
des no eclesiales? Es inútil igualmente que la Iglesia hable de libertad
Dicho de otra manera: la gracia, como realidad sobre- de opción profesional en el ámbito civil cuando, respec-
natural, ¿puede entrar en abierto conflicto con la natu- to a sus propios «profesionales», sigue una disciplina du-
raleza? ¿Puede una jerarquía eclesiástica negar a un sub- ra y rígida que no tiene en cuenta las angustias que el
dito lo que en cualquier sociedad civil se reconoce como ejercicio de ciertos ministerios puede producir a las di-
derecho elemental de la persona? Por ejemplo: todo el versas personas que los realizan. El ejercicio de un mi-
mundo reconoce que un acusado tiene el derecho de co- nisterio en la Iglesia, aunque pase a través de las «ma-
nocer los términos de su propia acusación y de buscar nos de los pastores», viene de la insuflación directa del
un abogado para su defensa. ¿Puede la Iglesia seguir con Espíritu, como dice San Pablo. Pues bien, ¿cómo supon-
sus fieles otros caminos, como son la ocultación al incul- dremos que el Espíritu no es un espíritu de misericordia,
pado de su posible fallo y la recusación de un defensor de comprensión, de amor? ¿Por qué condenar a un mi-
propio por él elegido? nistro de la Iglesia a-ejercer un servicio eclesial que en
Siguiendo la teología clásica, hemos de responder que un determinado momento no se aviene con su itinerario
de ninguna manera. En efecto, hay un viejo refrán teo- psíquico o incluso con su conciencia?
lógico que dice: «La gracia no destruye la naturaleza, si- Igualmente, el derecho al matrimonio es claramente
no que la eleva». Esto quiere decir que la Iglesia no un «derecho natural»: ¿cómo es posible que se niegue al
puede aplicar un esquema a la comunidad eclesial que que ejerce un determinado ministerio eclesial, siendo así
no sea congruente con lo que la naturaleza exige para que no hay ninguna ley de derecho divino que lo exija?
cualquier sociedad meramente natural. Y si los derechos En este aspecto podríamos hacer otra consideración acu-
humanos se realizan en el ámbito de la sociedad natural, mulativa: a más de la inexistencia de esta «ley divina»,
mal podría la gracia destruir esta perfección de la di- sabemos que las leyes eclesiásticas no pueden imponer
mensión comunitaria del hombre privándole de algo que deberes de los que expresamente exime la ley divina.
se considera positivo y ennoblecedor. Ahora bien, el celibato ministerial es presentado por San
Por tanto, la Iglesia debe actuar con sus fieles si- Pablo, en el capítulo 7 de la Primera a los Corintios, co-
guiendo la pauta de los derechos humanos que ella mis- mo un «carisma», como una opción, pero no como una
ma reconoce y exige en otros ámbitos extraeclesiales. necesidad para el ejercicio del mismo ministerio. Por lo
Es inútil, pues, que la Iglesia hable de democracia y* tanto, ¿cómo puede la Iglesia imponer un yugo más duro
de derecho a la libertad de expresión cuando en su pro- que el impuesto por el propio Espíritu? He aquí un in-
pio seno se cultiva una especie de terrorismo teológico terrogante que queda abierto a la consideración de los
que impide a los que tienen el carisma de la «didaskalía» teólogos: ¿Puede la Iglesia hacer una ley que restrinja la
el investigar con holgura y satisfacción. Y no se trata de libertad que expresamente ha concedido el propio Jesús?
negar o minimizar el magisterio de la Iglesia. Ni mucho En efecto, unir necesariamente el celibato al ministe-
menos. Tan sólo hablamos del derecho que, en el seno rio excede con mucho la libertad que Jesús dejó entre
de la comunidad eclesial, tiene el cristiano de ver res- ambas realidades.
petada su libertad de expresión y la posibilidad de dialo- Sin embargo, partiendo del pragmatismo histórico, o
164 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

sea, una vez que las comunidades cristianas están acos-


tumbradas a sus pastores célibes, quizá no se podrá lle-
gar a otra nueva situación existencial de una manera
rápida y contundente. Pero esto no quita para proponer
el problema teológico e intentar dar los primeros pasos
en este itinerario.
En una palabra: la Iglesia no puede predicar y exigir
los derechos humanos en ámbitos meramente naturales
si ella misma no incorpora a su comunidad estas exigen-
cias. Y es que, en caso contrario, fallaría un eslogan teo- 12
lógico esencial: la gracia destruiría a la naturaleza.
LA TAREA DE LA IGLESIA:
DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO

La Iglesia como institución o incluso simplemente co-


mo «movimiento de Jesús» nunca representó una pre-
tensión de alternativa al poder temporal, ni siquiera al
poder romano de ocupación de Palestina. Pero hemos
de ser honestos y patrir de los hechos fríamente auscul-
tados en sus fuentes.
En realidad, podemos decir que el movimiento de Je-
sús fracasó en el conjunto de otros movimientos que die-
ron que pensar a las oligarquías sacerdotales judías y a
las autoridades romanas. Encontró tan escasa resonan-
cia que el historiador judío Flavio Josefo pudo ignorar-
lo completamente. Su fracaso en Palestina pudo estar re-
lacionado primariamente con las tensiones crecientes en la
sociedad judeo-palestina. El movimiento de Jesús nació
en un época comparativamente tranquila. Tácito no supo
escribir de ella más que: «Sub Tiberio quies» («En el rei-
nado de Tiberio hubo sosiego»).1 Las agitaciones subsi-
guientes a la muerte de Herodes (6 a. C.) y la primera rea-
nimación de un movimiento de resistencia antirromano
tras la destrucción de Arquelao (4 d. C.) quedaban muy

i Hist. V. 9.
166 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO 167

atrás. No es que estuviera la situación exenta de tensio-


pedido el poder para el pueblo, ya este «pueblo» ha de-
nes. Estas estaban bastante justificadas, pero no había
jado de ser el grupo de los pobres y de los marginados.
grandes conflictos.
Nunca, en la historia de las revoluciones, los líderes han
Y es que el movimiento de Jesús tenía una tenden-
salido exclusivamente de los absolutamente oprimidos y
cia a la asimilación de todos los contrarios. Es inútil tra-
de los absolutamente exterminados. Siempre ha habido
tar de hallar en los textos del Nuevo Testamento una
unos jefes venidos de fuera que han asumido la causa
polarización absolutizada hacia un sector de la sociedad
de los explotados y les han ayudado en la lucha para con-
judía, ni siquiera hacia el judaismo mismo. El movimien-
vertirse de no-poder en poder. Y cuando el pueblo se con-
to de Jesús tendía a la reconciliación y a la integración.
vierte en poder, vuelve a «reciclarse» el proceso históri-
Hablar de un «movimiento de clase» en el sentido leni-
co habitual: se forma una clase dirigente con formas y
nista de la expresión es un fallo histórico y científico.
rostros nuevos, pero en definitiva deseos de autolegitif
Jesús admitía en su grupo a gentes de todas las proceden-
mación e incluso de autosacralización. Cuando el pueblo
cias. Eso sí, exponía los inconvenientes de las riquezas,
ha sustituido una clase «divina» o «sacralizada», ha pre*
pero no dejaba de reconocer su relativa utilidad. Exalta-
tendido «secularizarse», pero nunca lo ha logrado, como
ba a los pobres, pero no excluía a los ricos, aceptando in-
vamos a verlo inmediatamente.
cluso la invitación de éstos a banquetes suntuosos. Iba
siempre acompañado de toda clase de marginados, pero
no rompía las relaciones con los propios jefes de la so-
ciedad, ni siquiera con las autoridades de ocupación, co- Los dioses vestidos de paisano
mo fue el caso del centurión de Cafarnaún (Le 7,1-10). No vamos a insistir ahora en la lectura de Rom 13,2
En Jerusalén atacó vivamente a la aristocracia sacer- pero sí hay que seguir subrayando que una lectura que
dotal y senatorial, pero no tuvo reparos en admitir a co- atribuyera al Apóstol la sacralización del poder consti-'
loquio íntimo a uno de ellos: Nicodemo (Jn 3,1-21). Y tuido, siendo así que el poder concreto al que se refería
cuando hubo muerto, fue un senador rico, José de Ari- era un poder violento y opresor, carece de fundamento
matea, el que se encargó de su sepultura (Mt 27, 57-60; intrínseco. La única sacralización, en aquellas circunstan-
Me 15,42-46; Le 23,50-53; Jn 19,38). cias, era la que hacía el propio Imperio: la autoridad
Sin embargo, de todo esto se sigue una única conse- constituida no es que provenga de Dios, sino que es dios.
cuencia: Jesús conocía perfectamente los giros impen- Ahora bien, según la concepción judeocristiana de un
sables que da el poder desplazándose rápidamente de Dios que deja al hombre libre incluso para rebelarse con-
una plataforma a otra; por eso relativizaba toda situa- tra El, la aceptación o asunción de la historia empecata-
ción y todo «status» de los evangelizados. Ningún «sta- da no implica, ni con mucho, la plena sacralización de
tus» mereció de él la aprobación o legitimación sacrali- ella. Es una historia manchada, e incluso en este texto de
zante. Solamente se atrevió a llamar «bienaventurados» Rom 13 se da la pauta a los cristianos para luchar contra
a los pobres, porque la pobreza es entendida precisamen- esa mancha del poder, privándolo de su condición divina
te como ausencia de situación estable, como lejanía in- y sometiéndolo «a la propia conciencia» (Rom 13,5).
trínseca respecto de cualquier clase de poder.
En efecto, cuando los movimientos socialistas han 2
Cf. supra, pp. 47 s.
168 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO 169

En una palabra: el cristianismo, lejos de sacralizar


el poder, lo seculariza, o sea, lo ubica en el «saeculum», tiene la exclusiva, y produzca por fin el paradigma del
en el ámbito de las cosas profanas. Por eso, cuando un HOMBRE NUEVO (siempre con mayúscula), que será el
sistema de poder excluye toda referencia a un trascen- final de la prehistoria y el comienzo de la verdadera y
dente, busca afanosamente un «ersatz», un sucedáneo de única Historia.
la sacralización perdida. Naturalmente, cuando todavía Maurice Duverger ha publicado un interesante libro
la sociedad lleva luto por la muerte de Dios, no es opor- titulado «Los naranjos del lago Balaton». 3 El título le
tuno ofrecerle la imagen de ningún heredero suyo. Y viene dado por la siguiente anécdota: en tiempos del sta-
de aquí viene esa sacralización solapada que, a partir de liniano Rakosi, los dirigentes húngaros decidieron culti-
la Revolución francesa, se ha revistido de rostros dife- var naranjos a orillas del lago Balaton. Allí hiela todos
rentes, pero todos ellos con mayúscula y con mal disi- los inviernos, aunque su masa de agua atenúa el rigor
muladas pretensiones de autodivinización: la Razón, la del clima continental y da un talante algo meridional a
Ciencia, el Proletariado, la Técnica... Son los «dioses ves- las orillas abrigadas contra los vientos del norte. Echán-
tidos de paisano», mucho más peligrosos que los dioses dole valor a la cosa, el agrónomo encargado de la empre-
enfundados en sus vestiduras sagradas. sa expuso que era quimérica. Todo fue en vano. En cuan-
to intérprete del materialismo histórico, que expresa la
Estos nuevos dioses no admiten ningún tipo de disi-
verdad científica, el Partido no podía equivocarse. Se
dencia. El propio Dios judeocristiano se presenta como
plantaron, pues, millares de árboles, importados a golpes
misteriosamente respetuoso de la libertad humana. Yah-
de divisas exóticas. Todos murieron. En consecuencia...
vé admite y tolera la disidencia: la cizaña no se puede
el agrónomo fue condenado por sabotaje. En efecto, ¿no
arrancar de inmediato; hay que esperar a que el trigo
había mostrado su mala voluntad desde el principio cri-
llegue a su madurez y se pueda hacer la debida separa-
ticando la decisión del buró político?
ción (Mt 13,24-30).
Y es que, cuando uno se convierte en dios, por muy
Pero nuestros nuevos dioses seculares son mucho más
camuflado que esté, no puede permitirse la menor equi-
implacables: en el seno del grupo político no se permite
vocación.
la menor disidencia; las expulsiones se suceden con fre-
Hace treinta años, un profeta secular —pero verda-
cuencia y apenas se dan razones suficientes de ellas. Des-
dero profeta—, Albert Camus, denunció esta trampa de
de luego, al inculpado se le ofrecen pocas o ninguna opor-
la sacralización amagada, aunque por aquellas calendas
tunidad para defenderse de lo que se le acusa. El Partido
se le acusara de reaccionario e intempestivo: sus dispu-
(así, con mayúscula) siempre lleva razón. Otras veces
tas con J. P. Sartre quedan hoy como paradigma de la
se aducen razones tan perentorias como «los intereses
auténtica libertad del verdadero intelectual. En su libro
de Clase» (también con mayúscula). Mientras tanto, el
«El hombre rebelde»,4 Camus hace observaciones que nos
individuo ha dejado de ser sujeto de la Historia. El ten-
vienen como anillo al dedo. Si los hombres —dice el es-
drá que vivir en un pequeño arco de su vida personal,
critor francés— no pueden referirse a un valor común, re-
sin poder llegar al umbral de la tierra prometida: para
conocido por todos en cada uno de ellos, entonces el hom-
él no hay ningún tipo de compensación. Lo interesante
es que la CLASE llegue algún día a tomar el poder, a
organizar la sociedad según el modelo científico, del que 3 M. DUVERGER, Les orangers du lac Balaton, París 1980.
4
Buenos Aires 1953.
170 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO 171

bre es incomprensible para el hombre. El rebelde exige nados, podrán relativizar el poder que los agobia, ya que,
que este valor sea claramente reconocido en él, porque de no haber ese punto exterior de referencia, los seres
sospecha o sabe que sin ese principio el desorden y el cri- humanos caerían en la tentación de ser dioses.
men reinarían en el mundo. El movimiento de rebelión
aparece en él como una reivindicación de claridad y uni-
dad. La rebelión más elemental expresa, paradójicamen- Frente a los dioses, los pobres
te, la aspiración a un orden.
Eso sí —continúa Camus—, la historia de la rebelión Esta inexorabilidad de las teofanías en los espacios
metafísica no puede confundirse con la del ateísmo. Des- del poder humano es uno de los blancos contra los que
de cierto punto de vista, se confunde también con la his- dispara acertadamente la Buena Noticia traída por Je-
toria contemporánea del sentimiento religioso. El rebel- sús. Y no es que creamos que en los evangelios y en el
de desafía más que niega. Primitivamente, por lo menos, resto del Nuevo Testamento se predique la anarquía, ya
no suprime a Dios: le habla simplemente de igual a igual, que eso se reduciría simplemente a un relevo (la anar-
e incluso llega a luchar con El, como lo hizo Jacob (Gn quía es una de tantas alternativas del poder), sino que se
32,26-31). Por eso se puede decir, sin paradoja, que la ofrece una actitud positiva y liberadora frente al cons-
historia de la rebelión es, en el mundo, inseparable del tante peligro de idolización, que fundamentalmente se
cristianismo. condensa en las cumbres donde destella el poder, cual-
En este sentido, es el Dios del Antiguo Testamento, quiera que sea su rostro.
sobre todo, quien movilizará la energía del rebelde. Por La Buena Noticia es convertible con la expresión «Rei-
su parte, el Nuevo Testamento puede ser considerado no de Dios»: no hay más poder absoluto que Dios. Por
como una tentativa de responder de antemano a todos eso el predicador del Reino de Dios se planta ante los
los Caínes del mundo, suavizando la figura de Dios y sus- «poderes» (las «exousíai») con un talante plenamente re-
citando un intercesor entre El y el hombre. Cristo —con- lativizador: ni los sacraliza ni los sataniza. A un poder
tinúa el filósofo francés— ha venido a resolver dos pro- se le sacraliza o cuando se le identifica con un dios (co-
blemas principales: el mal y la muerte, que son precisa- mo en el caso romano) o cuando se le supone ungido por
mente los problemas de los rebeldes. Su solución ha con- la mano de Dios y garantizado por esta unción en orden
sistido, ante todo, en hacerse cargo de ellos. El dios- al rigor y eficacia de su función.
hombre sufre así con paciencia. Ni el mal ni la muerte Pero también la satanización del poder tiene los mis-
le son ya absolutamente imputables, pues está destroza- mos efectos. No olvidemos que «satán» es el negativo de
do y muere. «Dios»; por eso, al satanizar el poder que sea, nos sale
Todo esto se reduce al gravísimo problema de la ne- sin pensarlo un «positivo» más o menos divinizado: son
cesidad de un sistema de valores para el comportamien- los «dioses vestidos de paisano».
to humano. Si estos valores son puramente inmanentes, Los «pobres», en la predicación de Jesús, son los que
caerán en manos del primer secuestrador avispado que frente al poder y a los ídolos adoptan una actitud pro-
los monopolice. Es urgente tener un punto de referencia fundamente relativizadora. Lógicamente, la riqueza ma-
más allá y por encima del mundo humano que vivimos. terial es un gran impedimento para ejercer con eficacia
Solamente así los oprimidos, los explotados, los margi- esta actitud relativizadora, «aunque para Dios nada es
172 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO 173

imposible» (Le 16,27). Puede haber ricos excepcionales


que lo arriesguen todo en función de la proclamación del para luchar contra la Iglesia y ponerla fuera de juego,
Reino de Dios y de la consiguiente crítica radical de cual- ya que se trata de una conspiración.
quier cumbre humana que pretenda oprimir o explotar. Pero cuando la Iglesia ni sacraliza ni sataniza, sino
Pero éstos son casos, en general, excepcionales. Lo nor- que se queda en su pobreza real, sin capacidad de con-
mal es que la pobreza efectiva sea la buena acompañante vertirse en alternativa de poder, sino simplemente dota-
del proclamador del Reino para llevar adelante esta fun- da del carisma del espíritu y de la realidad de la pobre-
ción de desidolización. za, entonces el poder se aterra ante un fenómeno inasi-
ble, insobornable, no susceptible de chantaje, que defi-
Cuando en Mt 5 Jesús dice: «Bienaventurados los po-
nitivamente se le escapa de las manos.
bres inspirados, porque de ellos es el reino de los cielos»,
está diciendo lo mismo. En primer lugar, no podemos Partiendo de aquí, podríamos analizar la expresión
olvidar que esta parte de Mt está dirigida precisamente «Iglesia de los pobres» o «los pobres como lugar sacra-
a los predicadores, a los proclamadores, a lo que hoy lla- mental de la Iglesia». Yo creo que la primera expresión
maríamos «la Iglesia activa». El «Reino de Dios» es el es susceptible de ambigüedad. La Iglesia, como conjun-
punto referencial máximo para que la Historia humana to de proclamadores del Reino, es radicalmente «católi-
marche hacia adelante y no produzca de su seno víboras ca» o «universal»; por eso, al reducirla al estamento so-
autodivinizadas que devoren la marcha progresiva de la cial de los «pobres», la recortamos en su universalidad.
humanidad. Yo preferiría utilizar la expresión «la Iglesia pobre» en-
tendiendo por «pobre» lo que acabamos de decir.
Pues bien, para proclamar el «Reino de Dios», o sea,
Lo mismo habría que pensar de la otra formulación:
para ser eficaces en orden a reprimir la sacralización o
«los pobres como lugar sacramental de la Iglesia». En
la correlativa satanización del poder, es necesario ser
la historia tenemos el caso de los Ebionitas, que termina-
«pobres inspirados», es decir, «pobres» en el sentido ma-
ron sencillamente en una secta tan dogmática y particu-
terial de la palabra, pero al mismo tiempo «inspirados»,
larista como todas las demás.
o sea, «dirigidos por el Espíritu», ya que no cualquier
La pobreza evangélica es mucho más amplia y mucho
pobreza es creadora por lo que tiene de carencia. La po-
más difícil de llevar. Porque, en primer lugar, es pobre-
breza revolucionaria es la pobreza «espiritual», es de-
za de verdad, es renunciar al «tener» en favor del «ser»:
cir, la animada por el «espíritu de discernimiento», del
un cristiano —sobre todo un cristiano «activo», un pro-
que nos habla San Pablo (1 Cor 12,10), y en virtud del
clamador del Reino— debe tener una actitud constante
cual los poderes de este mundo pueden ser constante-
de renuncia a cualquier tipo de «tener» que en un mo-
mente desenmascarados.
mento dado sea incompatible con el «ser»: aquí, concre-
En efecto, a estos poderes no les importaría nada que
tamente «el ser proclamador del Reino de Dios».
se produjera alguna de estas dos circunstancias alterna-
Ahora bien, esta disponibilidad no puede ser institu-
tivas: 1.a) la Iglesia sacraliza el poder y lo rodea con el
cionalizada: no se puede determinar de antemano qué
incienso de su maravillosa liturgia; 2.a) la Iglesia sata-
porcentaje del «tener» es lícito o conveniente para no
niza el poder y crea un vacío que ella misma tiende irre-
impedir nuestro acceso al «ser». Este ha sido el fallo de
sistiblemente a llenar, llevada de una atracción poderosa.
las congregaciones religiosas con su voto de pobreza: han
En este segundo caso, el poder tiene sus buenas razones
pretendido regular la pobreza, la han codificado y han
174 LA iGLESIA A LA INTEMPERIE
LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO 175

producido un tipo ambiguo de pobre: por una parte, mente al lado de grupos mayoritarios oprimidos por una
carece de propiedad privada, pero, por otra, es solida- clase dirigente opresora, es acompañar a estos oprimi-
riamente poseedor de posesiones a veces notables. dos más allá de la frontera de su opresión. En efecto, lle-
No; la pobreza evangélica en orden al Reino de Dios gará un día en que se cambien las tornas: los oprimidos
es una pobreza incapaz de ser encasillada en ningún có- de ayer lograrán ocupar el «palacio de invierno» e inten-
digo. En cada caso hablará el Espíritu, y veremos dife- tarán (sin conseguirlo nunca plenamente) crear un nue-
rentes paradigmas de pobreza evangélica, todos ellos efi- vo poder que no reproduzca de alguna manera la situa-
caces para proclamar el Reino de Dios y para, en conse- ción periclitada. Una Iglesia que acompañó a sus fieles
cuencia, parar los pies a los poderes opresivos de turno. pobres en la marcha hacia la libertad por el desierto de
Lógicamente, esta pobreza evangélica tiene que ser la opresión debe quedarse siempre «extra muros» de la
«espiritual», o sea, fruto del Espíritu: hay que estar cons- tierra prometida, y desde allí recomenzar su función de
tantemente a la escucha del Espíritu, que va diciendo en proclamadora del Reino de Dios de dos maneras funda-
cada momento de la historia y en cada rincón de la geo- mentales: 1.a) levantando la voz ante los nuevos amos
grafía planetaria cómo hay que realizar la pobreza li- cuando cayan cayendo- en la tentación inherente a todo
beradora. poder; 2.a) volviendo la cara atrás y reuniéndose con los
Pero de ninguna manera hay que formar comunida- nuevos marginados, con rostros distintos, que induda-
des cerradas de cristianos, donde la Pobreza se escriba blemente surgirán en la nueva situación, por liberadora
con mayúscula y se convierta en una nueva diosa en cuyo que parezca. Pero nunca la Iglesia deberá pedir una ca-
altar se inmmole esa paradójica comprensión de Jesús pellanía en el «palacio de invierno» ocupado por sus an-
para con toda clase de marginados: los militares impe- tiguos compañeros de pobreza y de lucha.
rialistas de ocupación, los cobradores de alcabalas, las
prostitutas de lujo, los senadores colaboracionistas, los
miembros del propio sanedrín... La denuncia profética: ¿pasada dte moda?
Esta universalidad de la Iglesia es esencial para que
sea Iglesia «católica». Eso sí, los marginados «por la de- No podemos negar que nos encontramos en un mo-
recha» tienen que entrar en la Iglesia convencidos de que mento de desinflamiento y de desilusión. Cuando en nues-
el Reino de Dios es el gran punto de referencia desde don- tro país no sólo se violaban, sino que ni siquiera se reco-
de la Iglesia se va a plantar frente a todos los poderes, nocían derechos humanos elementales, la Iglesia empezó
que (unas veces más, otras menos) tendrán siempre la a crecerse, abandonó sus posiciones de privilegio y em-
tentación de manipular para sus fines particulares a la pezó a luchar desde diversos frentes (algunos bastante
mayoría de la humanidad. En otras palabras: estos mar- altos y representativos) a favor de estos derechos, su-
ginados «por la derecha» deberán escuchar sumisos la friendo por ello persecución e incluso tortura.
exhortación de Jesús a privilegiar el «ser» sobre el «te-
En efecto, no podemos olvidar lo «noticiable» que era
ner», hasta el punto de que, en un momento dado, el «te-
cualquier acontecimiento que rozara con una acción ecle-
ner» se vea reducido a cero: «padre, madre, hermanos,
sial en favor de los derechos humanos: homilías «sub-
casas...» (Le 18,29).
versivas», encierros de obreros en iglesias, pertenencia
La gran tentación de la Iglesia, cuando lucha valiente- de clérigos a organizaciones sindicales clandestinas, diá-
176 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO 177

logos fraternales con los «otros» (socialistas, comunis- tantemente liberalizadora de la Iglesia, nutrida y estimu-
tas o simplemente liberales). Todo esto ocupaba la pri- lada por el Concilio Vaticano II, supuso uno de los espa-
mera página de los grandes rotativos. Cuando, el 11 de cios más buscados por los profesionales del sensacionalis-
mayo de 1966, un grupo de sacerdotes fue colectivamen- mo informativo. Esto pudo hacer equivocarse a la misma
te a la jefatura de policía de Barcelona para entregar una Iglesia —sobre todo a su ala progresiva—, impulsándola
respetuosa carta de protesta por las torturas a las que a creer que con ello estaba asegurando la fe de nuevos
había sido objeto un preso comunista, fueron seriamen- conversos. Hoy, por el contrario, nos damos cuenta de
te apaleados por las fuerzas del orden y dispersados sin que, en buena parte, los que desde ciertos espacios de
el menor rubor. La prensa dio prioridad a este aconteci- la oposición jaleaban y aplaudían a la Iglesia luchadora,
miento, y un rotativo de Madrid titulaba así su crónica: lo hacían con gusto, pero por motivos políticos: la Igle-
«Los bonzos incordiantes». sia era pieza importante para el próximo futuro. Así se
Sin embargo, al instaurarse el régimen democrático, explica el interés de los partidos de izquierdas por tener
esta actitud de la Iglesia ha dejado de ser noticia, siendo militantes cristianos en su seno, y principalmente sacer-
así que se produce en mayor cantidad y calidad que en dotes, a algunos de los cuales se les confirieron cargos
tiempos de la dictadura. Por eso nos preguntamos: ¿se directivos importantes.
trata simplemente de un fenómeno de opinión pública Yo no hago un juicio negativo de esta actitud de los
amiga del sensacionalismo, o de una disminución de la partidos de izquierdas: ellos hacen un frío análisis socio-
fe de nuestra Iglesia, que piensa haber rellenado sufi- histórico y comprenden que la institución llamada «Igle-
cientemente el cupo de sus luchas por el Reino de Dios sia católica» tiene una fuerza importante en este país y
en la presente coyuntura hispánica? que, por lo tanto, es mucho más rentable políticamente
Yo creo que existen ambos factores. El primero, el tenerla de su lado que en frente. A un político no se le
desinterés de la opinión pública, se inscribe en el viejo puede pedir más. Si no, que lo diga D. Nicolás (quiero de-
anticlericalísmo español, que todavía no se ha extinguido cir: Maquiavelo), que fue lo suficientemente sincero y
entre nosotros, aunque ha disminuido notablemente. No honesto como para afirmar que la política se mueve por
podemos olvidar que en los años de la dictadura el cris- razones de eficacia, no por motivos éticos. Esto es ha-
tianismo no era solamente una fe, sino una ideología de blar claro y despejar incógnitas.
la clase dominante: por eso, cuando esa ideología le Sin embargo, la Iglesia puede tener aquí uno de sus
volvía la espalda a la clase dominante, se producía un más graves escollos. Recordemos que después de la Pri-
desajuste que amenazaba con dar al traste con el «status mera Guerra Mundial, cuando Polonia recobró su inde-
quo». Y esto era noticia de primera plana, tanto para la pendencia, perdida 150 años atrás, la Iglesia, que había
oposición —más o menos clandestina— como para los sido el refugio de los oprimidos, salió a la superficie,
«barones» del poder de entonces. Para aquélla, esta acti- pero con demasiado ímpetu: en seguida se vieron los há-
tud de la Iglesia era una buena esperanza, y por eso la bitos morados episcopales actuando directamente en el
jaleaba con gozo y con buena fe, mientras que para los hemiciclo parlamentario y en otros espacios técnicos de
segundos era un peligro muy serio para su estabilidad. la nueva política de la nación recién rehecha. En los mo-
En una palabra: durante la dictadura, sobre todo en mentos actuales ya hemos visto cómo el líder de la opo-
los últimos años del «boom» económico, la actitud cons- sición obrera, Lech Walesa, fue recibido por el entonces
178 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO 179

cardenal primado Stefan Wiszynski y mantuvo con él re- un producto de una situación histórica, y en nuestro país
laciones cordiales. Hasta ahora, la actitud de la Iglesia el establishment había hecho del cristianismo la principal
polaca ha sido profética, pero ¿resistirá a la tentación ideología en la que apoyaba y de la que extraía su siste-
de ofrecer una alternativa técnica al poder que actual- ma de valores. Así se explica que fuera muy difícil distin-
mente rige en su país o, si llega el caso de un relevo en guir al verdadero del falso creyente. Incluso yo diría que
las cumbres, se quedará extramuros de los espacios del el propio sujeto no lo sabía. Se vivía como impulsado
nuevo poder, volviendo a su tarea profética allí donde el por unos reflejos condicionados, esencialmente para so-
Espíritu le vaya inspirando? brevivir: la asistencia a una misa, la formación «religio-
Lo mismo puede pasar con la Iglesia española. A un sa», la pertenencia a una organización eclesiástica po-
prelado español se le presentó un presbítero de su dió- drían ser absolutamente necesarias para ejercer cargos
cesis a pedirle permiso para pertenecer a un partido de vitales o simplemente para carecer de sospechas frente
izquierdas como militante y dirigente. El prelado, aun- al orden establecido. Por ejemplo, casarse por lo civil o
que a regañadientes, consintió. Pocos días después, una enterrarse fuera de sagrado podrían desencadenar un
organización sindical, relacionada con ese partido, tuvo cerco de abandono con respecto a una persona, a una fa-
que pedirle al prelado ciertos favores materiales; el pre- milia o a un grupo social determinados.
lado accedió y, cuando se disponía a despedirse del gru- En estas circunstancias era muy difícil, por no decir
po que lo visitaba, les dijo con rostro picaresco: «No ol- imposible, distinguir la fe auténtica de la convencional.
viden ustedes que yo tengo ahí también mis bazas». Esto Por eso, ahora que ya no existe esa coerción social, se ha
quiere decir que la Iglesia está permanentemente tenta- producido el fenómeno del desinflamiento. Y yo confie-
da de renunciar a la proclamación del Reino de Dios, pa- so que soy optimista: yo ya veía venir esta pérdida de
sándose a la colaboración con los reinos (o repúblicas) gas de ese globo hinchado del catolicismo protegido y
de este mundo. La proclamación del Reino de Dios exige convencional, pero esperaba que el «resto de Israel» fue-
siempre esa actitud de pobreza entendida como lejanía ra más menguado y mezquino de lo que es.
frente a todo poder constituido, a quien ni se sacraliza Por el contrario, la realidad ha sido mucho más con-
ni se sataniza, sino que se le critica bajo la acción del soladora. El «resto de Israel» del cristianismo español
Espíritu. tiene más vitalidad que en muchos siglos anteriores de
Con esto contestamos al primer interrogante: se tra- su historia. Y esta vitalidad no se debe medir por las ca-
ta ciertamente de una disminución notable de la noticia- tedrales suntuosas, por la literatura hinchada, por las
bilidad de estos fenómenos de choque entre Iglesia y Es- manifestaciones callejeras, donde predomina un innega-
tado, aunque ciertamente siempre estos acontecimientos ble sincretismo pagano-cristiano, sino por tres fenóme-
inspirarán más de una crónica actual. nos principales.
En cuanto a la segunda pregunta, sobre si hay una El primero es la proliferación de comunidades de ba-
disminución de fe o, al menos, una impresión de haber se. Durante la dictadura, este tipo de agrupación tuvo la
llenado el cupo de la denuncia profética, yo diría que no. enorme tentación de reducirse a un puro sucedáneo de
Y la razón es muy sencilla: durante los años pasados, los grupos políticos o sindicales, que no tenían espacio
la fe carecía de espacios libres —e incluso contradicto- vital para desarrollarse. Así se explica el recelo que al-
rios— para manifestarse en su autenticidad. La fe no es gunos obispos demostraban hacia ellas, aunque habrían
180 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
LA TAREA DE LA IGLESIA: DAR UNA BUENA NOTICIA AL PUEBLO 181

debido estudiar más el fondo del problema y detectar la


la voz del Espíritu que andaba amagando por aquellos modélicas. Hoy las tornas se han invertido. Francia, en
«antros» suburbiales. Hoy, sin embargo, cuando los parti- este aspecto, demuestra una cierta decadencia, mientras
dos políticos y los grupos sindicales tienen sus propios en España proliferan publicaciones teológicas muy se-
locales y sus propios cauces de expresión, las comunida- rias, como la cantidad de aportaciones autóctonas ofre-
des de base se han purificado y se van convirtiendo en cidas por editoriales como «Sigúeme», «Editorial Cató-
auténticas células de la única Iglesia de Cristo. A los res- lica», «Marova», «Verbo Divino», «Desclée de Brouwer»,
ponsables de nuestro cristianismo habría que aconsejar- «Cristiandad», «Herder», «PPC», «Sal Terrae» y tantas
les que se relacionaran con los responsables católicos de otras. A esto se añade la publicación periódica, que pro-
Brasil, donde funciona un número altísimo de comuni- duce revistas con números monográficos excelentes, co-
dades de base, bendecidas y mimadas por la propia je- mo son, entre otras, «Sal Terrae», «Misión Abierta», «Igle-
rarquía eclesiástica. Y es que allí, en Brasil, los que tienen sia viva», «Communio», «Concilium», etc.
el carisma de la presidencia han comprendido que el Es- Todo esto quiere decir que nos encontramos en las
píritu estaba también —y muy principalmente— presente mejores condiciones para que la Iglesia española refle-
en esas extremidades del cuerpo eclesial que son las co- xione profundamente, sobre sí misma, corrija sus errores
munidades de base; y fueron allá y se dejaron llenar de ancestrales y comprenda que ahora es el gran «kairós»
ese suplemento de Espíritu que no podía proporcionarles para realizar, quizá por primera vez en dos mil años, el
su propio carisma de la presidencia. ideal evangélico de la proclamación del Reino de Dios:
un mundo tal como lo definió Jesús, dominado por las
El segundo fenómeno es el interés «desinteresado»
tres ambiciones, donde el Reino de Dios será siempre
que muestran hoy los grupos y las personas «laicas» por
el contrapunto de todo intento prometeico de solucionar
oír hablar y discutir sobre temas religiosos. Hoy, cuando
definitivamente, intramuros de la Historia, la plenitud
un ateneo, un club de opinión o un centro docente le in-
de la salvación humana.
vitan a uno a dar una charla sobre temas religiosos, lo
hacen por la presión de los de abajo, y suele haber un
lleno bastante satisfactorio, a veces «hasta la misma ban-
dera». A esto se une la benevolencia con que la prensa
independiente (quiero decir: no vinculada a ningún
grupo religioso) acoge las noticias religiosas e inclu-
so invita a teólogos a tratar temas específicos. Lo mis-
mo digo de la radio y de la televisión, a pesar de los inne-
gables «recortes» que se producen, sobre todo en esta
última.
El tercer fenómeno es más interno a la institución
eclesial. Hace tan sólo un cuarto de siglo, la teología es-
pañola no existía propiamente. Los pocos que nos preo-
cupábamos de ello teníamos que recurrir, sobre todo, a
las publicaciones francesas, que a nosotros nos parecían
III
Iglesia y mujer
13
LA IGLESIA Y «LA MUJER»

No podemos negar que la mariología forma, de cual-


quier manera, parte intrínseca de la eclesiología. Por eso,
aquí nos referimos no a la mujer en abstracto, sino a la
MUJER en concreto: a María, madre de Jesús y madre de
la Iglesia. Para ello recurrimos al primer texto marioló-
gico del Nuevo Testamento (Gal 4,5), donde se desarro-
lla germinalmente una buena eclesiología.
Nos encontramos con Pablo durante su estancia en
Filipos, después de su salida definitiva de Efeso, apro-
ximadamente entre el 57 y el 58. Allí recibe noticias alar-
mantes de las comunidades fundadas por él en la Gali-
cia propiamente dicha —la Galacia del norte— y se dis-
pone a escribirles una carta, toda ella dirigida a subrayar
la gratuidad de la proclamación evangélica. Si se pudiera
condensar en una frase todo el contenido del escrito pau-
lino, la podríamos reducir a esta frase latina: Soli Deo
gloria.
Pues bien, aunque cada día cobra más puntos la opi-
nión de que el evangelio de Marcos pertenece también a
la década de los cincuenta,1 la certeza de la datación de

1
J. M. GONZÁLEZ RUIZ, Evangeío secando Marco, Ed.
Mondadori, Verona 1973, pp. 15 y 59-64.
186 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA Y «LA MUJER. 187

la Carta a los Gálatas nos ofrece la seguridad de que es Este proceso de la encarnación o «humanación» del
allí donde poseemos el primer texto mariológico del Nue- Hijo de Dios tiene como tres momentos fundamentales
vo Testamento. He aquí todo el contexto próximo: que se siguen en una especie de ritmo ternario. El primer
«Volviendo a lo de antes, digo que, mientras el here- momento es la posesión previa de un «plus»: «Cristo es-
dero es un niño, en nada se diferencia de un esclavo, sien- taba en condición de Dios»: no solamente era Dios, sino
do así que es dueño de todo. Sino que está bajo control que, como hombre-Dios, estaba totalmente exento de to-
de los tutores y curadores hasta la fecha fijada por el da miseria humana. Pablo parte siempre del hecho de la
padre. De la misma manera, cuando nosotros también humanación de Dios. Como los demás autores del Nuevo
éramos niños, estábamos reducidos a esclavos bajo el Testamento, él no se asombra de que Dios se haya hecho
control de los Elementos del mundo. Pero, cuando llegó hombre, sino de que este hombre-Dios, Jesucristo, se ha-
la fecha señalada, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, ya despojado de unos privilegios que le correspondían.
nacido bajo la ley, para que liberara a los que estaban Y éste es precisamente el segundo momento de la «en-
bajo la ley, y así pudiéramos recibir la adopción filial» carnación sociológica»: Cristo «se despoja voluntariamen-
(Gal 4,1-5). te» de esos privilegios. La palabra usada por Pablo para
Para comprender y enmarcar este texto paulino, tene- expresar esta idea —«kénosis»— ha sido excesivamente
mos que recurrir a lo que yo he llamado el «ritmo terna- sobada por ciertas corrientes teológicas que no repara-
rio de la salvación», frecuente en diferentes pasajes de ron en el sentido puramente «sociológico» de la expre-
los escritos de Pablo. sión. Pablo no quiere decir que Dios, al hacerse hombre,
El primero y principal de ellos es, sin duda, Flp 2, como que «se despoje de su divinidad». Ni mucho me-
5-11: nos. El siempre está pensando en Jesús de Nazaret, el
hombre-Dios, que bien pudo haber aparecido en la His-
«Tened entre vosotros los sentimientos propios de una toria con la «gloria» de que ahora goza en su estado de-
vida en Cristo Jesús. finitivo. Por el contrario, el hombre-Dios, «despojándose
El, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
de sus privilegios», se ha sumergido en la corriente hu-
al contrario, se despojó de su rango mana. Se ha hecho un hombre cualquiera, sometido a to-
y tomó la condición de esclavo, das las alienaciones humanas, incluso a la muerte; y no
pasando por uno de tantos. una muerte cualquiera, sino la más ignominiosa: la muer-
Y así, actuando como un hombre cualquiera, te de cruz, el «garrote vil» de aquella época. Muy poco
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz. tiempo después, Pablo, rumiando esta idea, se atreverá
Por eso Dios lo levantó sobre todo a afirmar que esta inmersión de Cristo en la miseria que
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre, iba a redimir abarcaba incluso —de una manera miste-
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble riosa— el mismo pecado: «Se sumerge en un clima de
—en el cielo, en la tierra, en el abismo—
y toda lengua proclame:
pecado» (2 Cor 5,21); «bajo figura de carne de peca-
¡Jesucristo es el señor!, do» (Rom 8,3). Naturalmente, no se trata del pecado
para gloria de Dios Padre». en el sentido de «culpa», ya que Cristo era santo e ino-
cente, sino del pecado en sus consecuencias sociológicas,
188 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
LA IGLESIA Y «LA MUJER» 189

o sea, del «empecatamiento» («en homoiómati», Rom 8,


3), de la «figura social del pecado».2 Nacido de mujer = nacido bajo la iey
Volviendo al texto de Gálatas, nos encontramos tam- Para la dimensión mariológica de nuestra reflexión
bién de lleno en el ritmo ternario de la obra salvadora de nos interesa el segundo momento del ritmo ternario: «na-
Cristo: el hombre, de suyo, no puede salir de su aliena- cido de mujer, nacido bajo la ley».
ción (pecado y muerte); pero Dios se le acerca y le pro-
Quizá, para comprender el primer inciso podemos em-
mete darle la mano.
pezar por el segundo, que es ampliamente desarrollado
Esta promesa se realiza en Cristo a través de tres mo- en toda la Epístola. En un primer momento, en Pablo,
mentos sucesivos: como en todos los escritores bíblicos, «Ley» evoca el con-
1) Cristo poseedor de una «fuerza salvadora»; junto de mandamientos y ordenanzas divinas contenidas
fundamentalmente en los Libros Sagrados. En este sen-
2) Cristo completamente inmerso en la tragedia hu- tido, Pablo habla siempre de la Ley con el máximo res-
mana, participando plenamente en ella: peto y no sueña nunca en su derogación (Rom 3,19; 4,
3) Cristo emergiendo de esta tragedia y arrastrando 15; 7, 1). Pero en un segundo momento, la expresión
tras de sí a los que se identifiquen con él a través de la «Ley», como hemos visto profusamente, evoca en Pablo
fe y el bautismo. otro mundo de ideas. En los tres siglos anteriores a Cris-
to, los judíos —sobre todo, en Alejandría— tuvieron mu-
La afirmación de la plena humanidad de Cristo es cla- cho contacto con la filosofía griega. En su afán de adap-
ra y patente en este ritmo del pensamiento paulino; in- tación y diálogo, los rabinos de la Diáspora produjeron
cluso está subrayada abundantemente. Pero en la sima una serie de libros —algunos de ellos pertenecientes al
profunda que Pablo ha abierto —sobre todo en Gal— Canon de las Escrituras— en los que la Ley es como per-
entre la impotencia humana y la «plenitud y exclusivi- sonificada y a veces denominada con un nuevo nombre:
dad» de la acción salvadora de Dios, no cabe colocar un la Sabiduría. En la filosofía griega se buscaban ansiosa-
salvador —un mediador de la salvación— que sea un mente algunos eslabones que enlazaran suavemente la
puro hombre histórico. En este misterioso personaje trancendencia inabordable de Dios con el otro extremo
existe una «carga divina» («en morfé zeoóu hypárjon», de la contingencia humana y mundana: serían el «de-
Flp 2, 6) previa a su existencia humana y a su historia miurgo», los «daímones», los «eones».
mundana. Pero los judíos no podían aceptar este tipo de cosmo-
Así pues, cuando Pablo dice que «Dios envió a su visión, que comprometía seriamente el riguroso mono-
Hijo para salvar», no puede menos que pensar en una teísmo. Sin embargo, se aferraban a la Tora, pensando
preexistencia del «mediador», en una situación previa a que ésta era como una sombra de Dios, como una con-
su entrada en el engranaje de la existencia humana, con- densación de su propia presencia en medio de su pueblo.
taminada e incapaz de autoemerger. Más aún, el hecho de subrayar tan excesivamente el mo-
noteísmo trascendente dejaba a aquellos israelitas como
abandonados a sí mismos y a sus propias obras, cuya
2 J. M. GONZÁLEZ RUIZ, El Evangelio de Pablo, Ed. Maro- codificación era precisamente la Tora.
va, Madrid 1977, pp. 144 s.
Y en este sentido va también la expresión «obras de la
190 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
LA IGLESIA Y «LA MUJER. 191

Ley»: la Ley es el plan de Dios sobre el desenlace feliz dad material o espiritual de un ser humano concreto o de
de la existencia humana en general. La «obra» no es pre- un determinado grupo colectivo.
cisamente lo que el hombre «hace», sino «lo que puede Lo que Pablo considera como una de las grandes alie-
hacer», lo que llamaríamos hoy su «tarea existencial». naciones humanas es precisamente el legalismo, que in-
Así pues, cuando Pablo habla despectivamente de las sensiblemente degenera en tiranía, autoritarismo y tota-
«obras de la Ley», quiere significar al hombre en su pun- litarismo. Pues bien, Jesús nació en un mundo sometido
to cero, antes de iniciar su «tarea existencial», tarea que a la alienación legal. Y, paralelamente, en un mundo don-
está marcada en la Ley, en el proyecto divino sobre el de la mujer era un ser inferior, de suerte que el naci-
desenlace de su propia realización plena. Y por eso la miento de su vientre era «cosa fea», algo «impuro» que
pregunta: ¿podrá el hombre, puesto frente a este pro- debería ser «purificado» por las fuerzas sagradas del
yecto divino, realizarlo por sí solo, con el solo esfuerzo Orden.
de su propia realización? 3 Por eso el Hijo de Dios es un «nacido de mujer»: un
La respuesta de Pablo es negativa; pero hay que te- hombre cualquiera, un hombre integral; y precisamen-
ner en cuenta que, para él, «estar bajo la Ley» equivale te en aquella situación histórica de «estado de maldición
a «estar bajo una maldición», ya que la Ley exige una por la Ley», de la que ya Pablo ha hablado (Gal 3, 3). Es-
conducta que el hombre, con sus propias fuerzas, no pue- ta fórmula —«nacido de mujer»— parece bastante clara
de realizar. La Ley, pues, no es salvadora, sino condena- como expresión normal del «hombre corriente», con una
dora. Con el «sola lege» el hombre es un ser fatalmente especial connotación a su indigencia histórica (Job 14,1;
condenado al legalismo: «el sábado está en función del Mt 11, 11). P. Bonnard 4 reconoce que la postura de aque-
hombre, no el hombre en función del sábado» (Me 2, llos que, como Bossuet, pretenden excluir del sentido del
27 s.; 3,4; Mt 12,8; Le 6,9; 13,16). texto el nacimiento virginal, es inaceptable, aunque hay
Se trata, pues, de la esclavitud a que se ve sometido que admitir que no parece que se afirme precisamente,
el hombre cuando un sistema legalista lo coarta en su ya que la intención de Pablo, como afirma M. J. Lagran-
libertad y en su capacidad de decisión. No es que el Nue- ge,5 no era subrayar aquí las prerrogativas de Jesús de
vo Testamento proponga un modelo anárquico, en el Nazaret, sino poner de manifiesto la participación total
sentido destructivo de la palabra, sino que condena toda del Hijo de Dios en la Historia «manchada» de la hu-
utilización de la ley para recortar la espontaneidad razo- manidad.
nable del hombre, dueño de sus propios destinos. Por
eso, aunque se admite un itinerario en el fatigoso cami-
La virginidad, «impura» y humillante
nar de la sociedad, que se va imponiendo a sí misma un
cierto número de leyes que de alguna manera la auto- Para comprender mejor esta soteriología paulina,
coartan, siempre el Nuevo Testamento da a entender que donde la maternidad de María juega un papel esencial,
estas leyes no pueden ser tiránicas, o sea, que, en un ca-
so concreto, no se puede inmolar en su altar la necesi-
« P. BONNARD, L'Epttre de saint Paul aux Galates, Neuchá-
tel/París 1953, p. 86.
a J. M. GONZÁLEZ RUIZ, Epístola de San Pablo a los Gala- 5
M. J. LAGRANGE, Saint Paul. Epttre aux Galates, París 1926,
tus. Texto y comentario, Madrid 1971, pp. 277 ss.
p. 102.
192 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA Y «LA MUJER» 193

es necesario recordar lo que en el Antiguo Testamento del pueblo escogido, dice que es como una virgen que
implica la idea de «purificación». Lev 10,10 pone en pa- va a morir sin dejar descendencia (5,1-12; cf. Jer 1,15;
ralelo sagrado-profano y puro-impuro. No se trata de 2,13; Jl 1, 8). En hebreo no existe una palabra para de-
una equivalencia. Es sagrado lo que pertenece a Dios; signar al célibe, es incomprensible que un hombre no se
es profano lo que pertenece a la creación. Pero esta dis- case. Jeremías asume el celibato como una señal profé-
tinción no es una distribución estadística: no hay una tica (16,1-4); su estado denuncia la desolación y des-
frontera entre lo trascendente y lo material. Para com- trucción de Israel. Las calamidades que se van a abatir
prender esto hay que apelar a la noción fundamental de sobre Israel hacen absurdo el casamiento y la procrea-
la psicología israelita: el alma o, mejor, la potencialidad. ción (Jer 16,9).
Hay potencialidad de un ser o de un objeto cuando este En este contexto veterotestamentario es donde ha de
ser u objeto manifiesta una eficacia o una intencionali- situarse la virginidad de María, incluso en su sentido bio-
dad; así, en lo profano se revela la presencia de lo sa- lógico. No es ningún valor en sí misma. Por eso canta
grado, de lo divino. Dios es potencialidad absoluta. Y María: «Se ha fijado en la humillación de su esclava»
Yahvé es celoso de toda otra potencialidad. (Le 1,48). Su virginidad se convierte en empobrecimien-
Por eso, todo lo que de alguna manera puede mani- to, despreciado por el mundo que la rodea. María no can-
festar una potencialidad independiente de Dios, como la ta su virginidad. Esta es una disminución ante sus con-
sangre o el misterio de la generación —sobre todo el temporáneos. 6
parto— está sujeto a la purificación. De aquí se sigue que la inserción del inciso «nacido
Aplicando esto al caso de María, nos encontramos de mujer» en el cuadro «kenótico» de la soteriología pau-
con que el hecho de que Jesús naciera de sola mujer im- lina coincide exactamente con la mariología de los evan-
plica dos cosas: a) que participa solamente de lo que gelios de la infancia, sobre todo con la del evangelio de
hay de débil en el misterio de la generación; y b) que Lucas. La mujer era un ser inferior al varón en aquella
excluye lo que pudiera ser rival de la potencialidad de sociedad. Pablo, en la misma Epístola (3,28), va a lan-
Dios: la «potencialidad» del varón. Por eso, en los anun- zar su pregón revolucionario de la igualdad de los dos
cios celestiales a María acerca de su generación sin con- sexos: «En Cristo no hay discriminación entre varón y
curso de varón se subraya la «potencialidad» del Espí- hembra»; pero él sabe muy bien que, cuando Jesús na-
ritu Santo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el po- ció, la mujer era un ser secundario, una especie de sub-
der del Altísimo te envolverá en su sombra; por eso, el hombre. Por eso la expresión «nacido de mujer» incluye
que nacerá será sagrado, será llamado Hijo de Dios» la humillación histórica a la que de hecho se sometió el
(Le 1, 36). Hijo de Dios en su proceso de humanación.
En aquella época la virginidad era comparable a la Sin embargo, partiendo del mismo proyecto de salva-
esterilidad: no tenía ningún valor especial. La hija de ción que implicaba, en su ritmo ternario, la encarnación,
Jefté, cuando sabe que va a ser sacrificada por su pro- era lógico que la «mujer», de la que nace el Hijo de Dios,
pio padre, pide que la dejen ir al monte con sus amigas, participe de esta misma ambigüedad —sombra y luz, im-
no para llorar la pérdida de la vida, sino para «llorar la
virginidad» (Jue 11, 37-40). No ser madre es no realizarse 6
L. BOFF, El rostro materno de Dios, Ed. Paulinas, Madrid
como mujer. Amos, cuando quiere subrayar la miseria 1979, p. 165.
194 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA Y «LA MUJER» 195

puro y puro—, de la que también participó el propio Hi- de forma tiránica contra una parte de la humanidad. Es
j o de Dios. Por eso María fue una «mujer», o sea, un ser el mismo Pablo el que, como veremos en el capítulo si-
«humillado» y despreciado, y al mismo tiempo un ser guiente, aconseja a la pareja que ninguno de los dos ava-
«exaltado» por la «potencialidad divina». La generación salle a la otra parte en la iniciativa del orgasmo: tanto
que se opera en el seno de María no proviene de la pre- el varón como la hembra tienen perfecto derecho a ha-
potencia o arrogancia del varón, sino únicamente de la cer uso de esta iniciativa. Aquí se condena la costumbre,
potencia divina del Espíritu Santo. No se trata, como en desgraciadamente llegada hasta nuestros días, según la
las teogonias paganas, de que un dios viole a una mortal cual la mujer es solamente objeto del hombre y debe es-
y que de esta unión nazca un héroe o un superhombre. tar preparada para cuando la «potencialidad» del varón
No; María es un ser humano humillado indebidamente; quiera ejercer sus propios fueros. Este es el sentido pro-
Dios irrumpe en ella como potencia elevadora, para que, fundo del erotismo moderno y, más concretamente, de
sin ayuda de la prepotencia avasalladora del varón, sea la pornografía. San Pablo equipara al varón con la hem-
madre total de un hombre total. Jesús será solamente bra: ambos son dueños y objetos del otro; ninguno de
hijo de María. los dos debe superar al otro en la iniciativa del orgasmo.
En el primer evangelio (cronológicamente hablando,
o sea, en el de Marcos) sus paisanos llaman a Jesús, con
Conclusión: la mariología
un tono de sorna, «el hijo de María» (Me 6,3), siendo nace en el marco de la kénosis
así que nunca se apellidaba a nadie con el nombre ma-
terno, sino con el paterno. El hecho de que Jesús fuera En una palabra, cuando en el Nuevo Testamento se
hijo de «padre desconocido» era una humillación que empieza a hacer mariología, se la sitúa en este marco
compartía con su madre. Sin embargo, todo esto forma «kenótico» de la soteriología: María forma parte del pro-
parte central de la soteriología cristológica del Nuevo Tes- yecto de la salvación porque participa de la humillación
tamento: es imposible llegar a la salvación sin empezar de todos los humillados y de la opresión de todos los
por el «plus» divino (María, llena del Esípritu Santo), oprimidos. Una mariología triunfalista ha trastornado
pasando por la humillación (la maternidad sin paterni- estos datos esenciales y primitivos, haciendo de la virgi-
dad conocida), para llegar al colmo de la exaltación: la nidad una especie de privilegio elitista, como si el sexo
superación de la muerte. Por eso, desde el principio, los fuera algo maligno que evitar. La virginidad de María,
cristianos, siguiendo la lógica de este ritmo ternario, pen- en su principio, fue una humillación; solamente se con-
saron siempre que María había acompañado a su Hijo virtió en motivo de gozo cuando quedó encuadrada en
en la resurrección anticipada. La Asunción de María es el proyecto de salvación de los humillados y de elevación
una creencia primitiva de las iglesias cristianas, aunque de los oprimidos.
hasta 1950 no se hiciera una afirmación triunfalista de No creo equivocarme al afirmar que en nuestra teolo-
esta vieja fe de todos los creyentes en Cristo. gía ha sido la mariología la peor tratada, ya que se ha
Como vemos, el «nacido de mujer» no lleva consigo cometido el sacrilegio de trastornarla y tergiversarla de
ninguna depreciación del sexo, cosa desconocida en los esa manera tan contraria a los principios del Nuevo Tes-
libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. Todo lo con- tamento. De María se ha hecho la reina, la virgen impo-
trario: se trataba de evitar que el sexo fuera utilizado luta (como si el sexo fuera impuro), la patrona de todos
196 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

los poderes temporales, por tiránicos que fueran, la pro-


tectora de todas las hazañas bélicas contra los indefen-
sos, de todos los abusos de los poderosos contra los hu-
millados.
Por eso, los que queremos hacer mariología verda-
dera y auténtica privilegiamos nuestra inquebrantable
devoción a Nuestra Señora del Magníficat. Y por eso tam-
bién comprendemos cómo un representante tan típico
de los tergiversadores de la mariología, como fue Char-
les Maurras, el creador de la «Action Francaise», dijera
que el Magníficat habría que cantarlo en latín, con muy 14
buena y ensordecedora música y con mucho incienso..., LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»:
para que el pueblo no pudiera enterarse del contenido
peligrosamente revolucionario de las «obras completas» SEXO Y MUJER EN EL «CORPUS» PAULINO
de Nuestra Señora de los Humillados.
Únicamente desde esta perspectiva es no sólo posible,
Cuando se habla de Jesús de Nazaret, todos —creyen-
sino necesario, contemplar a María como «madre de la
tes y no creyentes— están más o menos de acuerdo: se
Iglesia», como la primera y gran comprometida en el pro-
trata de un hombre extraordinario, de un gran profeta,
ceso de evangelización de los pobres y de salvación de
de un faro luminoso para toda la humanidad. ¿Fue Dios?
todos los pecadores y de todos los oprimidos.
¿Fue solamente un hombre extraordinario? Es aquí don-
de comienzan las divergencias.
Por el contrario, cuando se habla de San Pablo, las
divergencias empiezan en punto de partida: ¿quién fue
realmente aquel hombre paradójico?
Algunos no dejan de considerarlo como un fanático
conservador cuyo paso del judaismo al cristianismo no
cambió para nada su nativa actitud de dureza inquisi-
torial.
Otros lo presentan como el prototipo de los guerrille-
ros que pululaban a lo largo del territorio de Israel y de
los países donde la diáspora judía era más fuerte y po-
derosa. No faltan algunos que hacen de él un aliado del
poder, tanto en su forma nacionalista y religiosa como
también en su forma de colaboracionismo con el Imperio
romano, siguiendo en ello una vieja tradición de los he-
breos helenistas.
Muchos, sobre todo, lo miran como un misógino, so-
198 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»: SEXO Y MUJER EN EL «CORPUS» PAULINO 199

bre todo cuando recuerdan con tristeza la lectura de la daba excepcionalmente el caso del celibato, y piensa que
«carta de San Pablo», escuchada de mala gana durante Pablo pertenece «a aquellas naturalezas espirituales que
la ceremonia nupcial: han transformado y sublimado el propio impulso vital
«Por su parte, las mujeres se presenten con traje de- en un celo apasionado por las cosas más elevadas», lo
coroso, arregladas modesta y sobriamente, sin peinados cual habría considerado como un carisma (1 Cor 7,7).
complicados, sin oro, sin perlas y sin vestidos suntuo- Jeremías responde a su contrincante reafirmándose
sos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres en su primitivo punto de vista: en el momento de la con-
que hacen profesión de religiosidad. Durante la instruc- versión Pablo era ya un hombre docto; por lo tanto, de
ción, la mujer debe guardar silencio con plena sumisión. media edad; y, como quiera que la edad del matrimonio
No permito que la mujer enseñe ni que ejerza su autori- entre los hebreos del tiempo de Jesús giraba en torno a
dad sobre el varón: debe mantenerse en silencio. Fue la media de los 18-20 años, Pablo debió de haber sido
Adán el primero en ser plasmado; después Eva. Y no viudo cuando, en 1 Cor 7,7, afirma que no está casado.
fue Adán el seducido, sino la mujer, que, una vez seduci- La postura de los rabinos con respecto al matrimonio y
da, incurrió en la transgresión. Pero, en su función ma- al celibato no ofrece ninguna duda: para un hombre es
ternal, se salvará si permanece en fe, amor y santidad un deber absoluto el casarse; y así se comprende el di-
con toda seriedad» (1 Tim 2, 9-15). cho característico de Rabí Eliezer: «El que no se ocupa
Esta última imagen de San Pablo ha hecho de él, de la procreación es como uno que derrama la sangre».
para una mayoría de cristianos tibios y mal informados, Sin embargo, el argumento de Jeremías no es tan ab-
un tipo más bien repugnante que ha trastocado todo el soluto: efectivamente , conviene recordar también la sen-
vigor del cristianismo primitivo. Sobre este punto hay tencia del célibe Rabí Azaj, a quien se le echaba en cara
que detenerse un poco para eliminar uno de los más su celibato: «¿Y qué he de hacer si mi alma está enamo-
graves malentendidos que han recaído sobre este gran- rada de la Tora? El mundo puede ser conservado por
dioso personaje, sin el cual no se puede entender el cris- otros».
tianismo a lo largo de toda su historia. Volviendo ahora al famoso texto perturbador, hemos
de tener en cuenta que se encuentra en el lote de las
Cartas del Corpus paulino que en el siglo XVII se deno-
Pablo, ¿un misógino? minaron «pastorales»: dos dirigidas a Timoteo y una a
Tito. Las «pastorales» fueron consideradas como de Pa-
En realidad, de verdad no sabemos si Pablo estuvo blo a partir de la segunda mitad del siglo II, ya que fue-
alguna vez casado. El estudioso J. Jeremías sostiene ex- ron utilizadas por Teófilo de Antioquía e Ireneo de Lyon;
presamente la tesis afirmativa: «La frecuente opinión de y además figuran en el «Canon de Muratori» (año 140).
que Pablo durante su vida no hubiera estado nunca ca- Tertuliano dice que los gnósticos Basílides (año 130) y
sado me parece menos verosímil: debía de ser viudo Marción (año 140) las rechazaban, pero en todo caso las
cuando escribió la primera Carta a los Corintios y, qui- conocían. Según Jerónimo, Taciano (año 170) solamente
zá, cuando recibió la primera llamada de Cristo». aceptaba la «Carta a Tito». ¿Fueron realmente escritas
Contra Jeremías se alza E. Fascher, que atrae la aten- por el mismo Pablo?
ción sobre el hecho de que también entre los rabinos se De entre todas las soluciones propuestas, ofrezco mo-
200 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»: SEXO Y MUJER EN EL -CORPUS» PAULINO 201

destamente mi hipótesis de trabajo. Esta hipótesis se cesaría para la encarnación de su magnitud en la fragili-
apoya en la vacilación con que siempre se mueven los dad de la propia historia de la dinámica humana.
exegetas al analizar estos tres documentos: por una par- Partiendo de aquí, podremos ahora remontar la co-
te, se ve en ellos un gran fondo paulino, tanto en el con- rriente arriba y llegar al auténtico Pablo, hasta lograr
tenido como en la expresión; pero, por otra, se nota cla- desenterrar su verdadero mensaje «utópico». El texto
ramente una diferencia de estilo y organización ecle- más descarado es, sin duda, el siguiente:
siales. «En Cristo ya no hay griego ni judío; ya no hay sier-
Partiendo de aquí, podríamos suponer que tanto Ti- vo ni libre; ya no hay varón ni hembra» (Gal 3,29).
moteo como Tito sobrevivieron mucho a la muerte de Pa- ¿Se trata aquí de un programa de reforma interna-
blo, y que uno y otro poseían recuerdos personales su- cional, de igualación social y de emancipación de la mu-
yos, como podrían ser algunos textos escritos por el jer? Para resolver esta cuestión tenemos que tener en
mismo Apóstol. Ya en su vejez, Timoteo y Tito comenta- cuenta los tres pasajes paulinos en que se contiene esta
rían frecuentemente esos textos y esos recuerdos de Pa- enumeración antitética (1 Cor 12,13; Col 3,1; Gal 3,28).
blo en sus homilías dirigidas a sus respectivas comuni- En los tres pasajes la enumeración tiene referencia a
dades de Efeso y Creta. Cristo como «cuerpo» colectivo y universal. En 1 Cor 12,
13 se trata del «único cuerpo»; en Col 3, 10-11, el resul-
Estas homilías podrían haber sido recogidas por la
tado de la fusión de los elementos dispares es el «hom-
comunidad efesia y por la comunidad cretense y haber
bre nuevo», o sea, «Cristo todo y en todos».
entrado en la lista o «canon» de los libros cristianos pri-
Por consiguiente, se trata de un objetivo universal y
mitivos como «Cartas de Pablo a Timoteo y a Tito».
transcendente, que no se limitaba solamente a la discri-
Esta hipótesis, por una parte, da razón de las muchas minación varón-hembra, sino al resto de las fracturas
alusiones personales que ofrecen las Pastorales y que de que impedían la realización del plan primitivo del Crea-
ninguna manera hubieran sido necesarias para que un dor con respecto a la unidad del género humano y a la
anónimo las tuviera que hacer pasar por cartas escritas armonía del hombre con la naturaleza. Jesús, como se-
directamente por Pablo. gundo Adán, venía a restañar las heridas que el prime-
Y, por otra parte, se explica la diferencia de infraes- ro había dejado abiertas en el inmenso seno del cosmos
tructura socio-histórica respecto de las Cartas protopau- y de la historia. Por lo tanto, la integración de la mujer
linas. Efectivamente, la situación histórica implicada en en la unidad trascendente, conseguida por su igualación
las Pastorales no coincide con la que se suele deducir de con el varón, forma parte de lo más entrañable y esencial
las anteriores y de los propios Hechos de los Apóstoles. del gran misterio de salvación que Dios ofreció al mundo
Por lo que se refiere a la vida de la Iglesia, las Pastora- a través de su hijo Jesucristo.
les reflejan una organización diferente: los fervores pri- En una palabra: la elevación de la mujer condiciona-
meros habían dado paso a una estabilización algo buro- ría, en adelante, la marcha positiva y ascendente de Ja
crática y a una especie de involución. Y esto no tiene na- propia Historia de la Salvación.
da de extraño: todo gran mensaje se adelanta a su tiem-
po; por eso se le llama «utopía»: su «des-ubicación» se
debe a la falta de infraestructura histórica y social, ne-
202 LA IGLESIA A LA INTEMPERig
LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»: SEXO Y MUJER EN EL «CORPUS» PAULINO 203

Dialéctica entre utopía y coyuntura Pues bien, en nombre de la caridad, el cristiano «fuerte»,
o sea, de conciencia robusta, tiene que adaptarse a la con-
Una vez que hemos dejado sentado el hecho indiscu- ciencia «débil» de su hermano y ceder en u n caso concre-
tible de que para Pablo la elevación de la mujer al mis- to al derecho que indudablemente le asiste de comer car-
mo nivel de dignidad que el varón constituía parte esen- ne inmolada a los ídolos.
cial del mensaje evangélico, podemos ahora intentar su-
Este caso concreto le da pie a Pablo para subirse a
perar la aporía que ciertos textos suyos nos suministran
la tesis general: a veces la caridad exige la cesión de los
con respecto a la infravaloración de la mujer y a su con-
propios derechos indiscutibles, como es el caso del pro-
dición de ser secundario y sumiso a la potestad del va-
pio Apóstol y de Bernabé, que predican gratis, teniendo
rón. El propio Pablo nos da la clave de la difícil aporía
derecho a vivir de la predicación.
en los capítulos 8-10 de su primera Carta a los Corintios.
En una palabra: no se puede hablar de los «derechos
Según la filosofía estoica, bastaba la «gnosis —el co-
de la Iglesia» en abstracto, desde la pura consideración
nocimiento— para obrar con rectitud. De ahí la ecua-
de unos cánones indiscutibles, sino que hay que atender
ción entre «sabio» y «virtuoso». El gnóstico era posee-
especialísimamente a la circunstancia existencial en la
dor de un recto principio de obrar, y ya no tenía que mi-
que se desenvuelve la acción militante del cristianismo,
rar a otra regla para practicar la virtud.
cuya única meta es buscar la mayor eficacia en la pro-
Pablo admite que el cristiano sea un «gnóstico» en el
gresiva maduración «parusíaca» de toda la vida huma-
más alto sentido de la palabra: posee un conocimiento
na. Y esta circunstancia exigirá muchas veces un plan-
perfecto, no sólo especulativo, sino práctico-moral. Esta
teamiento existencial de la cuestión, según el cual habría
gnosis le permite tener un juicio certero y exacto sobre
obligación grave de ceder unos derechos que esencialmen-
las cosas con mucha mayor solidez que el gnóstico de la
te le corresponden a la Iglesia, considerada en su puridad.
filosofía helenista. En virtud de esta gnosis superior, el
cristiano formado, el «fuerte», el «espiritual», sabía que Podríamos decir que aquí San Pablo está descubrien-
ciertas prescripciones alimenticias, tanto del judaismo do avant la lettre el fenómeno, psicológicamente inevita-
como del paganismo, no obligaban ya a la conciencia. Y ble, de la existencia de los «progresistas» e «integristas»
así, por ejemplo, era lícito comer de las viandas sacrifi- en el seno de la misma Iglesia. Son dos tipos psíquica-
cadas a los ídolos, omitir la observancia de ciertas fies- mente distintos y, por tanto, diferenciados en la emisión
tas judías, etc. Según la moral estoica, al gnóstico ya no de sus juicios morales.
le quedaba nada que hacer para lanzarse decididamente El consejo del Apóstol es que ningún tipo pretenda
a la acción. suprimir al otro. Los «progresistas» sepan comprender
Pablo, por el contrario, trae una novedad cristiana: hasta lo inverosímil la estrechez mental de los «integris-
el gnóstico cristiano no es un individuo aislado y solita- tas», y éstos no vayan tan de prisa en su proclividad a
rio; para la licitud de su obrar no basta con que su gno- condenar a los otros que bordeen los límites de lo hete-
sis sea perfecta en sí, sino que tiene que ensamblarse con rodoxo. El amor no debe suprimir, sino superar esa ine-
la gnosis del prójimo, aun cuando ésta sea imperfecta. vitable diferenciación de la psicología humana.
Había algunos cristianos escrupulosos que se resistían En resumen: la Iglesia tiene que contar con la exis-
instintivamente a comer carnes ofrecidas a los ídolos. tencia del conflicto en su propio seno, sin tender a crear
LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»: SEXO Y MUJER EN EL «CORPUS» PAULINO 205
204 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

tivaciones para justificar la postura secundaria de la


monopolísticamente ni una iglesia del trigo ni una igle-
mujer en las asambleas litúrgicas, Pablo, al final, se en-
sia de la cizaña.
cuentra consigo mismo y da la verdadera razón, en vir-
Además, esta asunción del conflicto no quiere decir
tud de la cual el principio feminista, claramente enun-
que los responsables de la comunidad sean neutrales: el
ciado, no se podía llevar a la práctica en aquélla co-
propio Pablo se coloca decididamente entre «los fuertes
yuntura:
en la fe», indicando que ésta debería ser la solución
«No obstante, si algtino se empeña todavía en discu-
ideal; pero, al mismo tiempo, habría que aceptar la exis-
tir, le decimos: entre nosotros no existe esa costumbre,
tencia de una «derecha» dentro del vasto parlamento ecle-
ni en las demás iglesias de Dios» (11,16).
sial. Lo necesario es que se cumplan las reglas del juego
Esto quiere decir que la discusión seguía abierta y
democrático, que tan claramente expone el Apóstol.
que, por lo tanto, no se trataba de ningún dogma cerra-
Aplicando esta dialéctica utopía-coyuntura al caso de
do y definitivo; y además, que el motivo de su actuación
la posición de la mujer en la Iglesia, nos encontramos
no era propiamente de origen dogmático, sino socioló-
con que en 1 Cor 11,2-16 un grupo de mujeres cristianas
gico y coyuntural.
de Corinto, apoyadas sin duda en la formulación de la
«utopía feminista» a la que hemos aludido, e imitando a Pero ¿encontramos en el corpus paulino textos en los
las mil sacerdotisas del gran templo de Venus en la capi- que claramente se plantee la cuestión de la igualdad de
tal de Acaya, querían también ejercer un ministerio sa- la mujer en aquello precisamente que más la ha humi-
grado en la Iglesia. llado, o sea, en el propio ejercicio de lo más específico
del sexo: en lo particularmente genital? Veamos.
Pablo se ve en un tremendo apuro frente a estas pre-
tensiones. En el fondo, aquellas mujeres no hacían más
que sacar las últimas consecuencias del decidido femi-
Paridad de derechos sexuales
nismo de Pablo; pero, por otra parte, allí delante estaba
la realidad sociológica de una humanidad anclada toda- Antes de comentar el texto fundamental en que Pa-
vía en un estadio evolutivo que no permitía la inmediata blo establece revolucionariamente una igualdad de de-
puesta en práctica del eslogan paulino. rechos sexo-genitales entre varón y hembra, es necesa-
En la respuesta, el Apóstol, lleno de nerviosismo, re- rio conocer el contexto de esta declaración para evitar
curre a las viejas argucias de su antigua etapa de rabino o disipar los equívocos que se han ido acumulando con
judío e intenta hacer una típica exégesis de ciertos tex- una lectura inadecuada del propio texto.
tos bíblicos. Si se lee atentamente el texto, aparece este Efectivamente, en 1 Cor 7,25-40 parece que Pablo
nerviosismo, en virtud del cual Pablo, como un coche sin hace del celibato la gran utopía cristiana, posponiendo
freno, va un poco a la deriva intentando dominar una el matrimonio como una concesión a la fragilidad huma-
máquina que se le escapa de la mano. El texto, primera- na. Ya a priori, nos extrañaría una concepción de este
mente citado, de 1 Tim 2, 9-15 da la impresión de ser una tipo dentro de un corpus paulino donde el matrimonio
recomposición tardía de este pasaje de 1 Cor 11,2-16, pe- es utilizado como el gran símbolo de la unión de Cristo
ro sacado de su contexto concreto, como vamos a ver a con la Iglesia (Cfr. Ef).
continuación.
Parece, en efecto, que aquí se trata de una pregunta
Quiero decir que, tras haber intentado acumular mo-
206 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»: SEXO Y MUJER EN EL «CORPUS» PAULINO 207

que a Pablo le hacen no los fieles en general, sino los se casa, tampoco peca; aunque esos tales, p o r otra parte,
que de alguna manera ejercían ministerios dentro de la tendrán sus luchas en la vida («zlípseis»). Yo, desde lue-
comunidad. Estos eran jóvenes de ambos sexos, que ro- go, no les culpo en nada».
deaban más intimamente al Apóstol y constituían su es- En una palabra, la exhortación al celibato está impe-
tado mayor en la evangelización de Corinto. Como es na- rada por motivos «ministeriales»: es muy conveniente
tural, entre algunos de ellos habría relaciones con miras que haya unos dedicados al apostolado, libres de toda
al matrimonio; pero, en vista de la predicación de Pa- atadura, para que puedan llevar una vida de «perpetuo
blo, se llegaron a preguntar si no sería mejor quedarse riesgo», como debe ser la de un apóstol: «Vivimos en
célibes, como lo era su jefe de equipo. En una palabra: perpetuo estado de riesgo» (1 Cor 15,30). Esta es la ver-
en la iglesia cristiana se empezó a plantear la eterna dadera razón de la motivación del celibato ministerial,
cuestión de la vinculación entre celibato y ministerio. y no una depreciación, de tipo gnóstico, de la vida y re-
Pablo les contesta que, en rigor, no hay un precepto laciones sexuales.
del Señor que disponga que los ministros de la Iglesia Ahora bien, si ahora dejamos este caso concreto de la
guarden el celibato. No obstante, dado que ha empeza- vinculación entre ministerio y celibato (que, a pesar de
do la última fase de la Historia, lo más conveniente es todo, sigue haciendo compatibles ministerio y matrimo-
que el estado mayor de la Iglesia —los ministros— lo nio) y nos dedicamos a leer lo que Pablo dice con suma
deje todo, aun lo lícito, y se consagre plenamente a la claridad acerca de las relaciones sexo-genitales entre ma-
lucha por el reino de Dios. rido y mujer, nos encontramos con una sorpresa, que to-
Sin embargo, si alguno de esos ministros no puede davía sigue siéndolo para muchos manuales modernos de
decentemente guardar el celibato, cásese enhorabuena, ética sexual progresista. El texto fundamental es éste:
sabiendo incluso que podrá continuar en la plana mayor «El marido cumpla su deber con la mujer, y la mujer
de la comunidad, aunque lógicamente su dedicación a la con el marido. La mujer no dispone de su cuerpo, sino
evangelización estará mediatizada por las ineludibles obli- el marido; lo mismo que el marido tampoco dispone de
gaciones del matrimonio y del hogar. su cuerpo, sino la mujer. No os neguéis uno a otro, sino
Para la lectura correcta de este importante texto pau- de común acuerdo, por breve tiempo, para dedicaros a
lino hay que tener en cuenta los siguientes tecnicismos. la oración. Pero volved de nuevo a lo mismo, para que
La palabra «tribulación» («zlípsis») tiene en Pablo una Satanás no os tiente por vuestra incontinencia» (1 Cor
fuerte carga de dedicación apostólica. El apóstol —el mi- 7,3-5).
nistro— debe pasar por un número determinado de «tri- Vamos a traducir a un lenguaje moderno esta densa
bulaciones» para construir la Iglesia. La «tribulación» exhortación paulina. En primer lugar, para Pablo el uso
apostólica es una especie de cemento pesado que va for- mutuo del sexo en su aspecto genital es un deber: varo-
mando los muros de este templo, que se va construyen- nes y hembras deben hacer uso del sexo.
do por la acción de los hombres de Iglesia. Por eso Pa- Ahora bien, en una civilización machista siempre se
blo exhorta a sus compañeros de ministerio a no aban- ha presupuesto que la iniciativa en el uso del sexo le co-
donar su dedicación evangélica por el hecho de haberse rresponde al varón. Para hablar con mayor claridad, po-
casado: demos decir que se ha sobreentendido que la iniciativa
«No obstante, si te casas, no pecas; y si una soltera del orgasmo sexual es cosa del varón: a la mujer sola-
208 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE
LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»: SEXO Y MUJER EN EL «CORPUS» PAULINO

mente se le permite esperar, sumisa y obediente, a que


su «amo» le exija acercarse a él para descargar sobre ca una ausencia de paz. Para vivir juntos, la paz es ne-
ella sus impulsos génito-sexuales. En el mejor de los ca- cesaria: «La vocación que Dios nos ha dado se basa en
sos, las madres más avanzadas (o sea, las que daban al- la paz» (1 Cor 7,15). Pero si la diferencia de religión pro-
gunos consejos a sus hijas antes de casarse) sólo llega- duce un conflicto insoluble entre los dos, «en esos casos
ban a aconsejarlas que estuvieran siempre alerta y que el cristiano o la cristiana no están ligados a nada»
nunca se negaran a sus maridos en sus exigencias (ibid.). Lo curioso es observar que aquí la iniciativa lo
sexuales. mismo puede partir del varón cristiano como de la mu-
Por el contrario, Pablo dice aquí claramente que, en jer cristiana.
la iniciativa del orgasmo sexual, varón y hembra están
al mismo nivel: tanto puede ser él como ella quien for- San Pablo y las mujeres
mule la petición de acoplamiento sexual. La frase utiliza-
da por Pablo es para nosotros algo anacrónica, pero su- Para contemplar el cuadro del pensamiento y la pra-
ficientemente clara: «La mujer no dispone de su cuerpo, xis paulinos en relación con el problema del sexo y de
sino el marido; lo mismo que el marido tampoco dis- la mujer, es muy útil descubrir en el propio epistolario
pone de su cuerpo, sino la mujer». del Apóstol, en el libro de los Hechos de los Apóstoles y
en la propia tradición eclesiástica las huellas del trato
A esto se añade la exhortación paulina a no practicar
que Pablo tenía con diversas mujeres que aparecen a lo
mucho la abstinencia sexual, ya que la naturaleza hu-
largo de su vida apostólica.
mana no está preparada para ello. Solamente «para de-
dicarse a la oración», y esto «de común acuerdo». Es En uno de los escritos más auténticamente paulinos
decir: la abstinencia sexual puede ser un consejo dado y perteneciente a la época de su plena dedicación apos-
desde una inserción en la más alta mística del amor cris- tólica —la Carta a los Filipenses—, termina su exhorta-
tiano. Sería una especie de «carisma del Espíritu». En ción dirigiéndose a dos mujeres de la comunidad:
una palabra: para Pablo el sexo pertenece a algo muy «Tanto a Evodia como a Síntique las exhorto a que
íntimo de la realidad de la persona humana, de esa per- tengan el mismo sentir en el Señor. Y a ti también te
sona que, por designio del Creador, está subdividida por ruego, Sícigo, auténtico 'compañero', que les ayudes, ya
igual en varón y hembra. Solamente por una gracia de que ellas me asistieron en la lucha por el Evangelio jun-
Dios se podrá llegar o a la abstinencia habitual del mi- tamente con Clemente y los demás colaboradores míos,
nisterio eclesial o a la abstinencia temporal de los fieles cuyos nombres están en el libro de la vida» (Flp 4,2-3).
cristianos —y aun de los ministros— unidos en ma- Se trata, como fácilmente se deduce de una primera
trimonio. lectura, de dos mujeres que colaboraron activamente en
la proclamación del Evangelio en la capital de Macedo-
En esta misma línea de igualdad de derechos plantea
nia. Y no tiene nada de extraño, ya que fue precisamen-
Pablo el caso de la separación matrimonial, operada en-
te en Filipos donde Pablo y sus compañeros aceptaron
tre un cónyuge cristiano y otro que no lo es. En punto
el hospedaje de una traficante en púrpura, llamada Li-
de partida —dice Pablo—, el hecho de que uno de los
dia, que les ofreció su casa y sus servicios para la más
cónyuges no sea cristiano no impone la separación: la
fácil penetración del Evangelio en la primera ciudad
condición esencial es que la diversidad de fe no produz-
europea por ellos visitada:
LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»: SEXO Y MUJER EN EL «CORPUS» PAULINO 211
210 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE

«Escuchaba una de ellas, por nombre Lidia, trafican- toles insignes y cristianos más antiguos que yo» (Rom
te en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a 16,7). Aquí Pablo llega al climax de su valoración pasto-
Dios, y a la cual el Señor abrió el corazón para atender ral de una mujer, al aplicarle el título de «apóstol», de
a lo que Pablo decía. Una vez que se hubo bautizado ella tan hondas resonancias en aquellas primeras comuni-
y los de su familia, nos rogó diciendo: 'Si me habéis dades.
juzgado fiel al Señor, entrad y quedaos en mi casa'. Y Quinta y sexta son Trijosa y Trifena, «que tanto han
nos forzó a ello» (Hch 16,14-15). trabajado en el Señor» (Rom 16, 12). La adición de la
Pero donde se ve el tipo de relaciones pastorales expresión «en el Señor» se refiere indudablemente, si-
que mantenía Pablo con las mujeres de las diversas co- guiendo la pauta del lenguaje paulino, a la proclamación
munidades cristianas es precisamente en el capítulo 16 del Evangelio.
de la Carta a los Romanos, donde se dirigen saludos a La séptima es «la carísima Pérsida, que tanto ha tra-
treinta personas, de las cuales diez son mujeres, que ade- bajado en él (en el Señor)» (Rom 16,12). Igual referencia
más son adjetivadas muy positivamente. que a las anteriores.
La primera es Febe: «Os recomiendo a Febe, nuestra La octava es la «madre de Rufo, elegido en el Señor,
hermana, que es diaconisa de la comunidad de Céncreas; que también lo es mía» (Rom 16, 13).
acogedla en el Señor como corresponde en el pueblo de Novena y décima son Julia y la hermana de Nerso:
Dios; y poneos a su disposición en cualquier cosa que «Saludad a Filólogo y a Julia, a Nerso y a su hermana, a
necesite de vosotros, ya que ella misma ha sido protec- Olimpas y a todos los del pueblo de Dios que están con
tora de muchos y de mí mismo» (Rom 16, 1-2). El hecho ellos» (Rom 16, 15). Aquí vemos a estas dos mujeres for-
de llamarla «diaconisa» implica que se trata de tareas mando parte del «pueblo de Dios», lo cual indica proba-
pastorales; por eso es admirable la exhortación a que blemente que tenían responsabilidades dentro de la co-
los romanos «se pongan a disposición de ella»: ¿presi- munidad.
diría Febe algunos actos de la asamblea cristiana? Incluso en las Pastorales encontramos los ecos de ese
La segunda es Prisca: «Saludad a Prisca y Aquilas, buen trato que Pablo daba a las mujeres que colaboraban
mis colaboradores en Cristo Jesús, los cuales arriesga- activamente en la obra de evangelización. Y así se le dice
ron su cabeza por mi vida, cosa que no solamente les a Timoteo: «Me acuerdo mucho de la sinceridad de tu
agradezco yo, sino todas las comunidades del mundo fe, la misma que animaba a tu abuela Loide y a tu ma-
gentil» (Rom 16, 3-4). El título de «colaboradora en Cris- dre Eunice, y estoy seguro de que también a ti» (2
to Jesús» implica igualmente una acción pastoral; a es- Timl,5).
to se añade la alusión al «riesgo» apostólico. Finalmente, no tiene nada de extraño que la alusión
La tercera es María: «Saludad a María, que tanto tra- a las «presbíteros» de Tito 2, 3-5 implique una función
bajo se ha tomado por vosotros» (Rom 16,6). Aquí no directiva en el seno de la propia comunidad.
se explica la calidad del «trabajo», pero en todo caso se Para terminar, me voy a referir a una especie de «no-
destaca su aportación positiva a la buena marcha de la vela», llamada «Hechos de Pablo», que, según Tertulia-
comunidad. no, escribió un presbítero en Asia Menor a mediados del
La cuarta es Junia: «Saludad a Andrónico y a Junia, siglo II, o sea, en la tercera o cuarta generación post-
parientes míos y compañeros de prisión, y además após- paulina. ¿Qué recuerdo había dejado San Pablo en aque-
212 LA IGLESIA A LA INTEMPERIE LA IGLESIA Y LAS «MUJERES»: SEXO Y MUJER EN EL «CORPUS» PAULINO 213

lias comunidades suyas con referencia a su comporta- Como se ve, es una leyenda, pero es tremendamente
miento con las mujeres? La lectura de la leyenda será indicativa de cómo pensaban los primeros cristianos so-
un buen test para ello. bre el comportamiento de Pablo frente a la mujer.
Parece ser que una chica llamada Tecla, novia de un En resumen: una lectura atenta de los textos pauli-
aristócrata de Icario, había escuchado uno de los dis- nos y una atención a la propia tradición cristiana nos ha-
cursos del Apóstol y se había entusiasmado inmediata- ce ver en San Pablo uno de los mayores defensores de
mente con él. La narración nos da una interesante des- los derechos de la mujer e incluso un «atrevido» mora-
cripción del Apóstol: bajo de estatura, calvo, patizambo, lista en el asunto del sexo.
con rodillas gruesas, con ojos grandes, con cejas tupidas, Por lo que se refiere a la posición de la mujer en la
la nariz más bien larga, lleno de encanto, con la aparien- Iglesia, tenemos en estos textos y actitudes paulinas
cia a veces de un hombre, a veces de un ángel. un fundamento suficiente para replantearnos el proble-
En una palabra: el poder mágico de su discurso pro- ma de una incorporación plena de la mujer a los minis-
duce una profunda impresión en la hermosa Tecla, que terios eclesiales, sin excluir los más altos.
renuncia a su novio. Este, a su vez, denuncia a Pablo
ante el prefecto como un hombre que, valiéndose de sus
discursos, induce a las mujeres y a las jóvenes a no ca-
sarse. Pablo es arrestado, pero Tecla logra llegar hasta
su celda y es allí sorprendida en compañía de Pablo. Así
pues, el prefecto condena a Tecla al exilio y a ser quema-
da en la hoguera.
Pero la joven se salva por un milagro: la hoguera se
apaga a causa de una tempestad, que a su vez confunde
y dispersa a los espectadores.
Tecla, una vez libre, sigue las huellas de Pablo, a quien
encuentra en el camino. El la toma de la mano y llega
con ella hasta Antioquía, donde encuentran a un aristó-
crata que inmediatamente se enamora de ella y quiere
arrancarla de la compañía de Pablo, ofreciéndole una
pingüe indemnización por su consentimiento. Pero Tecla
se defiende enérgicamente contra el aristócrata volup-
tuoso, que intenta llevársela por la fuerza. A causa de
esta ofensa es lanzada a las bestias del circo, pero éstas
no le hacen daño, y finalmente se ve libre de nuevo.
Entonces se cubre con vestidos de varón, se corta los
cabellos y reanuda su seguimiento de Pablo, el cual le
confiere además el derecho de bautizar, según parece de-
ducirse de la misma observación de Tertuliano.

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