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Dentro de todos los temas que se tocaron durante la clase como la definición y la génesis de la
ética en la filosofía griega, su relación y diferencia con la política, el concepto de filosofía
práctica, la motivación ética detrás de las investigaciones filosóficas, la separación de la
política y la ética, los temas y problemas de la ética contemporánea, los derechos políticos, la
diferencia entre la vida pública y la vida privada y un gran etcétera; hubo uno en especial que
tocó directamente el corazón de la investigación que busco emprender, ya que es un concepto
ético que posee una relación intrínseca con el tema a tratar en dicho proyecto. Se trata del
concepto de libertad ontológica, que, como vimos, plantea el hecho de que como seres a-ser y
a-hacer que somos cada uno de nosotros, nos encontramos constituidos por el mecanismo de
la construcción de la propia existencia a partir de nuestras posibilidades más propias que se
van actualizando en el devenir de nuestra vida. En este sentido, el ser humano es concebido
ontológicamente como un ser indeterminado, pues su existencia consiste justamente en ese
hacer-se a sí mismo que nunca alcanza una forma definitiva.
En este contexto pensé en un texto muy sugerente de Heidegger titulado Y para qué poetas, el
cual plantea que justamente la poesía es capaz de dirigirnos hacia lo esencial de las cosas. Es
decir, la poesía es un medio para conocer, expresar y, en ocasiones, develar complejidades del
mundo, develar verdades, verdades fundamentales de las que muchas veces nos alejamos con
el devenir de los tiempos. La poesía se encarga de expresar lo inexpresable2, y es así como
ésta se constituye en una especie de representación de lo originario.
Es en este sentido y por esa razón por la que Heidegger va a realizar la interpretación de un
poema de R. M. Rilke llamado «versos improvisados», del cual será posible extraer una
reflexión profunda sobre el carácter de la libertad ontológica.
1
¿Y para qué poetas? Fue una conferencia pronunciada en memoria del veinte aniversario de la muerte de R.
M. Rilke, considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal, ante un
pequeño auditorio privado. (Nota de los Traductores)
2
HEIDEGGER, Martin, ¿Y para qué poetas? en: Caminos de Bosque, Alianza Editorial, Madrid, 20122, p. 202.
tampoco nosotros somos más queridos; nos arriesga. Sólo
que nosotros, más aún que la planta o el animal,
marchamos con ese riesgo, lo queremos, a veces (y no por
interés) hasta nos arriesgamos más que la propia vida, al
menos un soplo más...»”3
Estos son los versos que marcarán la línea que Heidegger explicará. Inmediatamente, lo
primero que el pensador alemán destaca de este poema de Rilke es:
Estas palabras de Heidegger nos dicen que el anterior es un poema que versa sobre el ser,
sobre el ser del hombre y la naturaleza. Al principio, el poema dice que la naturaleza
abandona a los seres al riesgo. Podríamos decir que la naturaleza abandona a su suerte a los
seres vivos. Este abandonar de la naturaleza muestra al riesgo como algo que es fundamental
en la vida. No se puede entender la vida sin el riesgo. La vida es riesgo. El ser se forja, se
moldea desde el arriesgarse. Aquí naturaleza significa el ser de lo ente5 y el ser de lo ente es el
riesgo.6
Entonces, si la naturaleza es el ser de lo ente y el ser de lo ente es el riesgo, el ser del hombre
es un constante estar en riesgo. El ser nos arriesga a nosotros, los seres humanos y arriesga a
los seres vivos. El ser es el riesgo por excelencia.
3
Ibid., p. 205. (Extracto del poema de L. M. Rilke «versos improvisados»)
4
Ibid., p. 206.
5
Id.
6
Ibid., p. 207.
Pero, pregunta Heidegger, ¿qué podría arriesgarse que fuera todavía más arriesgado que la
propia vida, esto es, el riesgo mismo, es decir, algo más arriesgado que el ser de lo ente?, a lo
que responde: debe ser algo que ataña a todo ente, en la medida en que es ente, esto es, el ser.7
Y surge otra pregunta: ¿Con qué se puede superar al ser, si el ser es lo único propio de lo
ente?
Es así como podemos concluir que el ser del hombre se hace, es hacerse, arriesgarse en ese
hacerse, trascender en ese hacerse y retornar a sí mismo en esa constante dinámica que
implica la acción de su libertad ontológica. La libertad así entendida como optar por riesgo
nos sitúa claramente en el plano de la indeterminación ontológica en la que nuestra
experiencia originaria de la libertad es vivida como angustia. El Dasein se halla frente a sus
posibilidades como frente a un abismo y tiene que hacer frente a ese abismo por medio del
riesgo que significa la experiencia cotidiana de su libertad.
7
Cfr. Ibid., p. 230.
8
Ibid., p. 231.