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ciencia

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A n d ró P run ier: ¿ I t -e t ó n o
C a m u '? Los lim ites di la re­
■r
belión . — Juan F errer: V alor
perm anen te del sin d ie a 'ism o
'■ revolu eion iirio. -J o s é P ;:ra t3 :
Más sobre la preten dida erisis
Vi
del an a rq u ism o. — U g o F edell
La reb elión de C ron stadt.
l . C ron sta d t y la re v olu ción
rusa.— A lfo n s o M a rtín e z R izo:
Kn m em oria : .M fonso ^ la rtin ei
R izo y la epop eya ca n to n a l.—
José M a rtí: I 'n re p o rta je _ de a
b a ce sesenta y cu a tro anos.
José M a rti, testigo de la é p o ­
ca. se o cu p a del crim en de
C h ica go. -R e d a cció n : O jo s y
oídos del m u n d o .—C a m p ío C a r­
pir R e p o rta je a] com p a ñ ero
Edm undo I.a tela ro. V ice n t-
G . C ortés: La v id a y los i b '! -.
Camus V n u estro tiem p o— Eu-
een R elgis: E ncuesta A m erict-
E uropa. - M ig u e l B ak un in . F.
B astia t. A lfre d o C alderón . B- -
n edetto C rece y P e d io K n jp it -
kin: F rag m en tos escogid os.
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tís- é.!

. E n e ro
1952
A
R E V IS T A MENSU.AL
Ayuntamiento de Madrid i
POríAD^A
O lrecem os a nuestros lectores un cuadro de A- Renuir (1841-19191 q u e lleva
por título «Jeune fem m e au soleil», d e técnica impresionista.
M . L ah y-H ollebecqu ,' ha dado la siguiente definición del im presionism o en
p iiit iiia ;
«E l im presionism o es contem poráneo d e los descubrimientos de la fisica sci-
Ivre los elementos constitutivos de la materia y el m ovim iento que .los anima.
D a d o q u e tod o vibra, se agita, se mueve, la misión d e la pintura es revelar, por
nuevos procedim ientos técnicos estos Juegos d e la descom posición de la luz y
esta m obilidad de las cosas. D e ahí los procedim ientos y las innovaciones que
han desconcertado al pú blico, tan tradicional y conform ista, d e la época, quien
ha criticado sin com prender y hasta podría decirse q u e sin mirar. Pues, en estas
tendencias geniales para captar la vid a secreta y animada d e la materia, Monet,
Pissarro, Sirley, Renoir, Van G ogh y, recién llegado a esta rebusca del «ton di­
visé». Seurat, todos han creado a su manera la vibración de la luz y sus r.tlejos
en las cosas inanimadas y de los seres. Y de ahí esas maravillas que, faltos de
espacio, n o podem os describir; las «M eu les», los «Peupliers», las «N ym pliéas», el
«Seine», la «T am isc» de M onet. rehechos a cada hora del día para notar la forma
y las tonalidades b a jo diferentes efectos d e la lu z; los «Paysages» d e la O ise y
del Sena, de V exin y d e M otet, d e Pissarro y d e Sirley; «L es Baigneuses», el
«M oulin de la G alctte» v los retratos d e Renoir, los «A liscam ps». los . T iium e-
sols» el «Restauraiit de j a Siréne», de V an G ogh , d e una tan grande violencia
lírica; d «C irque», la «G rande Jatte», la «Parade», de Seurat. concebidas com o
im ágenes decorativas y- en q u e el procedim iento «pointillisle» ac--ntúa la tensión
rítmica. ,
Es sin em bargo contra esta interpretación dinámica de la naturaleza que
reaccionan los pintores d e temp.-ramento diferencial, tales corno Puvis d e C.ha-
vannes (1824-1903), decorador d e vastos frescas murales, más inspirado» por las
ideas q u e p o r la realidad, y c-uyos ütulos indican el prejuicio sim bólico: «L e
Bois sacté ch er aux M uses», «M arseille porte d e l’ O rient». «Lvidus pro Patria»...,
Gauguin (1848-1903), individualista feroz quien, h uyen do de los hombres pinto
en tonos cálidos y en form as simplificadas «Les fem m es de Tahiti» y <Papeete»,
y, en fin, Cezanne (1839-1906), otro solitario que, lejos de com placerse en la busca
fugitiva d el m ovim iento, tienta de conseguir lo esencial, lo permanente, y se
obstina a pintar durante años tal natura muerta o tal paisaje: «L a M ontagne»,
«Sainte V ictoire», « L ’ Estaque» o « L e Vas.' Bleu».

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RE¥ISIA D£ S O C I O I O S I A . CIÉI'ICIA Y lilE R A T U R A
Ano Toulouse, Enero 1 9 5 2 N .- 13

& & a m iíA ?

IO S i m m s p i m i m m
AS divergencias que opone e l jefe de los rias, p o r m anlíestacclones enigm áticas, a llw o to s .
surrealistas al autor de «rH om m e Ré- proclam aciones ultra-subversivas; la creación de
volté», publicado recientem ente por la una galería de antepasados, considerados com o los
Editorial G allim ard, n o son com o para santos del surrealismo: Sade, Petrus Borel, Lau-
d e ja m o s indiferentes. Aquellos que fun­ tream ont, Rimbaud, etc., e l enjuiciam iento y exclu­
dam entan, esencialmente en la rebe­ sión resonante de los m iem bros de ánim o caído:
llón de la conciencia, la «resistencia» la busca de lo irreal: ocultism o, magia, etc. En su­
a la integración totalitaria com o ob je­ ma: la creación de una especie de religión negra,
tivo; luego la «revolución» necesaria en la capilla un tanto herética adosada a la Iglesia
(ccmcebida com o un cam bio radical d e orientación de Moscú. Hay que reconocer en los m iem bros del
en el desenvolvim iento hum ano m ás bien que una grupo surrealista, que n o llegaron a pasar de la
redistribución sangrienta de privilegios) esos, creo treintena una suma considerable de energía y de
yo, darán sin duda la preferencia a la tesis defen­ talento, t o m ayor parte han h ech o camin<» y han
siva: a la defensa d el hom bre del m odo que la co n ­ logrado im poner a la cultura ambiental, en una
cibe A lbert Camus. Otros, que cifran su com etido medida n o despreciable, las form as de espirituali­
en una subversión, en un desarralgam lento y liqui­ dad y la m arca del m ovim iento. De hech<>. miles
dación, lo más radical posible, del viejo m undo—o de jóvenes, del 1925 a l 1930. han recogido y con­
a lo menos, en la afirm ación literaria y p oética de servado algo del vigorcso ejem p lo e irradiación
una insurrección ilim itada—restarán fieles a An- personal de B retón y de sus am igos. Es de concebir
dré Bretón. ¿C onflicto de tem peram entos? SI, sin el apego de este últim a a un pasado tan brillante
duda, p ero tam bién con flicto de generacáones, lo y su deseo de perpetuarlo, n o obstante la disper­
que n o parece haya sido destacado p o r la critica. sión de sus fundadores, co n nuev<® elem entos. De
El surrealismo h a surgido d el m ovim iento «dada» hecho, tras de su eclipse, el gru p o surrealista se
y sus orígenes ee les puede situar a fines de la ha reconstituido, compuesto, sobre todo, de gentes
primera guerra m undial, entre los jóvenes a quie­ m uy jóirenes, entre los cuales Bretón y Péret ha­
nes aguardaba otra guerra, com o la que n o habten ce n figura de antecesores gloriosos. Vale la pena
hecho, y en cuya posibilidad n o creían. La crisis de relacionar, p or el contrario, la actitud de Ca­
de pubertad de esa juventud burguesa, les había m us a la experiencia directa de la guerra. Ella
hecho pasar de u n conform ism o social y de una pertenece m ás bien a aquellos que fueron hundidos
patriotería exacerbada, a u n a total decepción y a en la barbarie totalitaria del prim er conflicto
la voluntad de afirm ar su independencia absoluta mundial; a aquellos también que h an vivido el fas­
con reiacjón a un m u n do d e valores, del que ell<® cismo, el nazismo, el -bolchevismo, co m o sistem a de
renegaban. Luego, su necesidad de protestar contra poder, en la edad de las responsabilidades: a aque­
una civilización corrom pida, tom ó la form a más llos, e n fin, que—com o es el ca so de CJamus-- han
«constructiva» de una doctrina y de^ una práctica, alcanzado en plena catástrofe mundial núm ero 2,
im plicando, entre otras, la incorporación al bol­ su madurez intelectual en la clandestinidad o en
chevism o (espantajo núm ero uno para la burgue­ el exilio. A ellos les es natural com prender y ma­
sía), el uso de la dialéctica de Hegel y de M arx n ifestar la actitud esencialm ente defensiva del
(com prendida en un sentido bastante esotérico) la rebelde, cuya vida y valores se hallan amenazados,
adopción de un estilo d e vida ostentosam ente «es­ m ás bien que la actitud de ofensiva absoluta del
candaloso», m anifestado por aventuras espirituales elem ento subversivo, a quien in d ign a tod o com pro­
de todas las variedades literarias y extra-litera­ m iso c o n la realidad, y que saluda el naufragio

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general, com o en vanguardia hacia una misteriosa cosas, que encarna la razón (o por la Naturaleza
redención, o com o tratándose de un fenóm eno de la que él se hace oficiante y verdugo), su her­
magníficamente «gratuito»). mano extraviado, rebelde, «absurdo» com o él. El
Se ha querido ligar, de un m odo falso por cierto, hom bre insurreccionado n o debe usurpar las fun-
el pensam iento de Camus c o n el existenciaíism o ciernes de la Naturaleza o de la historia; debe ate­
ateo de Jean-Paul Sartre; y algunos han visto en nerse a la afirmación creadora de solidaridad; (cYo
el con flicto Camus-Breton una querella de escuela, me rebelo, pues nosotros somos.» Debe reconocer
Es a la vez m ucho menos y m ucho m ás que esto. que su rebelión 'es aquella, no del y o absoluto, sino
En el plan m etafisico, Bretón y Camus son, los de la naturaleza humana, y que ella imjplica, con
dos, ateos en el sentido m oderno de la palabra; es la intransigente pureza de los medios, la lim ita­
decir, inclinados a ver y a com batir un deísmo ción de objetivos. La disposición d el otro por el yo,
oculto d en tro del racicnalism o, Poco nos im porta, la transform ación dei o tro en co s a -o en propiedad
en el fondo, que sitúen la irracionalidad m ás b ijn del U nico stírneriano es pues, desechada. M ás aún:
en el hom bre o bien en el mundc^ la ideología es Camus ve en ello la raíz del m undo social de la
con frecuencia com plem entaria y com pensativa autoridaii y de lo arbitrario, en ta n to que se opone
más bien que expresiva de las tendencias. al m undo del libre contrato. Es una exigencia de
L o más im portante aqui es más bien el esta Naturaleza la que Camus form ula al constatar
cou flicto entre el tem peram ento clásico, que tiende que aquel que mata so lo mata una vez, habiendo
a la econom ía y a la concen tración de los m M los por adelantado ofrecido vida por vida— ley P i j a ­
en torno de un objetivo preciso, y el rom ántico, mente interior que hace realm ente del hom icidio
apasionado p or lo desmesurado, lo que e n la prosa el gesto más desesperado que existe y que excluye
de B retón está en perpetua tensión con el múnu- radicalm ente la pena de muerte tal com o nosotros
cioso rigor de la escritura, y que tasca el freno, la conocem os.
patalea y llega a encabritarse com o un caballo fo-
gosó, haciendo exhibición a la vez de su cólera
y de su docilidad al propietario que sobre él
cabalga. «Le Mythe de Sisyphe» gira en torno d el suici­
dio; « l’Homme R évolté» en torno d el hom icidio. En
el uno, deduce la perseverancia en el «error d=
ser hom bre». E n el o tr o libro propone al hombre
«absurdo» de concentrar, y por consiguiente, de
En «Le M ythe de Sisyphe», el mediterráneo que lim itar su rebelión racionalizándola. ¿Q ué necesi­
es Albert Camus, nos traza la imagen de un m un­ dad y qué m edios poseo para transform ar el mun­
d o arm onioso, ia Naturaleza, regida por leyes y que d o? Este deseo, de un alcance inm enso, n o puede
repara por si misma sus «injusticias» (sus azares por m enos dar lugar a la desesperación o a una
y pérdidas de equilibrio) por un retorno espontáneo nueva y com pleta enajenación. Se trata de cam­
de cada cosa a su medida, a su límite. Sólo el hom ­ biar la vida, lo que tiene su punto de pariúda en
bre es un ser de pasión incoercible, en lucha contra el ego, esa realidad verdaderamente individual
el universo racional, al cual n o se somete su natu­ factor desconocido por M arx y por Stirner, y que
raleza. El hom bre es «absurdo», y su actividad es Preud ha reconocido com o periférico—c c m o lo es
parecida a la de! condenado en el Infierno m ito­ esencialmente el sistema nervioso en el conjunte
lógico, que em puja un peñasco hasta la cim a de del cuerpo— . Aparte esta actividad consciente, in­
una m ontaña para ver cóm o rueda al o tro lado; cluida en los lim ites del ser, la transform ación del
luego lo sube de nuevo, y asi eternamente. Igual­ m undo se hará siempre contra nosotros: e lla será
mente el hom bre impulsa su destino de un error la ob ra de una especie o de la historia, pero n o la
al error contrario; lucha sin fin con tra esa fuerza nuestra. Ella tendrá co m o tema la abolición del
de gravedad que le incita a la desesperación. La yo, es decdr, de hecho, de esta pluralidad; los yo
solución de la excepción hum ana a las leyes uni­ humanos, c o n sus relacloines interindividuales.
versales supone dos aspectos; el suicidio o la sumi­ Se ha escrito, dejando suponer qve Camus, de
sión. A l suicidio (que n o es más que la form a vio­ «Sisyphe» a «THomme R évolté» se contradice, pre­
lenta de la busca d e un búdico nirvana, de la cisamente com o él acusa a Lautream ont de ha­
ataraxia, de un n o ser, por la extinción de deseos) cerlo, pasando de un extrem o al otrc, es decir, de
Camus op on e la rebelión occidental, luciferiana «M aldoror» a las «Poesías», Por m i parte n o veo
Errare humanum, perseverare diabolicum . El hom ­ una tal contradicción, n oto una evolución que va
bre. absurdo ante la Naturaleza, debe perseverar de la rebelión teórica y generalizada, a una rebe­
en su «absurdidad». Mas la rebelión del hombre lión práctica y localizada, tanto m ás auténtica que
más allá del suicidio, contiene también su tenta­ resulta defendible, mientras que la rebelión ilim i­
ción. Esta tentación es la muerte, por la cual ei tada n o lo es.
hombre se identifica a la necesidad histórica y
sacrifica, en su lucha ciega contra la razón de las André PRUNIER

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WAML0 IP IPIEIPI^flAXMIEINTIE
DIEIL SIIIXIIDIICA\ILIiSN€ IPIE\V0 ILI1JCII0 IXIA\IPII0
X ISTE tá cito acuerdo, al parecer, en con tra enfermedades, por ser asunto grave que la
clasificar los fenóm enos derivados de miseria acechara el hogar royendo la salud im pres­
teda m anifestación hum ana en co­ cindible en el padre de fam ilia, Pero la salud ¿h o
rrientes puras e impuras, n o esca­ era fácilm ente perdible sometiéndose a jom a d a s de
pando e l sindicalism o, en su acepción doce y trece h oras de trabajo diarias, resistidas a
general, a la ley impuesta—en esta pan duro y arenque salado? ¿Qué problem a solu­
ocasión com o e n otras—por la co s­ cionaba e l explotado asociado percibiendo o entre­
tumbre. Asi, para el sindicalista im ­ gando unos ochavos en con cepto de auxilio a reci­
penitente el sindicalism o se basta a bir o a prestar?
si mismo, y para el sindicalista o ca ­ Todo el m undo está expuesto a pillar una enfer­
sional, oportunista, el sindicalism o n o es más que medad y a m orir a consecuencia de la misma. Pero
un medio. He aqui discusión para largos tiempos, los patronos desconocían la m iseria y los estados
sin posibilidades de solución hasta que la idea m a­ de salud precaria m otivados por exceso laboral y
triz del Sindicato se haya acreditado o desacredi­ deficiencia nutritiva. Existían, pues, enfermedades
tado en el m om ento de asentar, sobre bases sóli­ de pobre que habia que elim inar, no diluyendo
das, la Sociedad Futura que se tiene prevista. energías en prácticas mutualistas, sino reconquis­
A nuestro entender, el Sindicalismo, ccitid toda tan do el derecho a la salud, beneficio que n o se •
especulación de origen ideológico, no es una enti­ obtendría sin lograr m ayor im portancia adquisiti­
dad m ítica y determ inante a la vez, sino lo que las va y sin recortes operados en el cartel de horas de
voluntades hum anas que lo nutren quieran que sea. trabajo. De aqui la prim era rebelión del obrero: la
Sindicarse es simplemente un hecho de agremia­ huelga, y de aqui también la incom prensión mani­
ción, d e acum ulación de energías, de concertación festada por la burguesía asesorada por la fuerza
de impulsos—proletarios en este caso— para resis­ del Estado; declarar los ceses voluntarios 'de traba­
tir al Capitalism o prim ero, p ara vencerlo después. jo problem a de Guardia civil.
Cuando un teorizante n o lo entiende asi y jefatu- T al es el inicio, sencillo y trascendente a la vez,
rlza, cuando las masas obreras se sienten tales y del Sindicalism o. Las masas obreras in a sistid a , o
por encim a se com placen en -sentirse a si de espe­ m ejor, entregadas a la voracidad patron al por los
sas y sin espíritu, entonces se entra, irremisible­ siglos de los siglos, se capacitan de su derecho a la
mente, en e l estadio de la disgregación por corru p­ vida y reaccionan al m argen de Dios, d el Am o y
ción de propósitos. El Sindicalism o es concebible del Gobernante, b ajo cu yos señuelos habriase eter­
m anteniendo Intacta su personalidad reivindicati- nizado el suplicio de la esclavitd. S in presencia de
va, su con dición de n exo com ún y necesario a la directores y abogados, el censo p roletario se fué
clase trabajadora. Fuera de esoi se convierte en organizando, tom ando con cien cia d e su va lor so­
instrum ento de am biciosos desem bocando en innú­ cial y com bativo, y a la inocencia de los prim eros
meras y reducidas—si n o villanas—finalidades. pasos sucedió el desarrollo de la com prensión y de
la inteligencia que dieron m otivo a la fijación de
EXTEM PORANEIDAD DEL SINDICALISMO un M-opósito que, enm ienda tras enm ienda, llega­
AMORFO.— La agrem iación obrera invertebrada ría S la sana conclusión de que con dueños y auto­
perecerá con la m ism a p < ^ sal con que tardía­ ridades la vida norm al del hom bre resulta im po­
mente vino al m undo. No im porta que grandes su­ sible.
mas de trabajadores proporcionen visibilidad y Irritadas por un tal atrevim iento, impedidas de
a liento a una Federación Sindical Mundial y a una m antener su derecho al abuso a pesar de la defi­
C onfederación Internacional de Sindicatos Libres. nición rom ana sobre la posesión particular de los
Paltos de ideología intrínseca, careciendo de m oti­ bienes de la tierra, las autoridades civiles, religio­
vo vital para mantenerse en pié, ambos organis­ sas y m ilitares (concreción; el Estado) se decidieron
m os y cuantos pudieran sucederles están destina­ p or la réplica violenta que siempre llevó—aún lle­
dos al fracaso porque los productores, cada vez me­ va— carne abatida a los cem enterios y carne su­
nos engañables (hoy los engaños son fatales, pues­ friente a los hospitales y a los antros carcelarios.
to que cada uno de ellos se paga con una guerra Argum entación tajante, dolorosa, pero a todas lu­
mundial con tod o su cortejo de calamidades), se van ces nefanda y nada convincente. A partir de esa
repitiendo con aum ento de fuerza expresiva; No, cruel eim eriencia los trabajadores se sabían pose­
n o es eso. sores de la razón y conocedores de un brutal aviso:
Y claro está, no es eso. El Sindicalism o nació y para hacerla prevalecer seria necesario recurrir a
se desarrolló en su prim era edad en cuna proleta­ la fuerza bruta, puesto que a ello im pelía la cegue­
ria, al m argen de todo interés p olítico y religioso. ra de su feroz contrincante, verdad que sigue abo­
Las multitudes explotadas, com prendiendo que par­ nando la presencia d el Sindicalism o revolucionario
te de su desgracia radicaba en la descohesión, en o de acción, en e l panoram a político del dia, puesto
el abandono de si mismas, iniciaron pacto solida­ que la m oral burguesa n o ha variado de tono ni
rio dando concreción a unas sociedades de apoyo sus mandatados de procedim iento, separándonos

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del nacim iento y represión del Sindicalism o algo p or las bases igualitarias previstas, n o se explica
más de un centenar de años, esto es, una diferen- que grandes masas de explotados sirvan de pedes­
d a m aterial de tiem po, quedando el problem a sin tal a las políticas de desvio, que se sientan prote­
la solución debida a pesar de ciertas y obligadas gidas p o r un Estado que p oco a poco las absorbe,
transigencias de los partidos estatales. que se avengan a servir de bulto, de escabel, de es­
Con la aparición del Sindicalism o, el productor cudo de arribistas y em baucadores; que sean fuerza
ha podido pensar en el in icio de una era de reiyin- alquilable, suprimible, en lugar de potencial cons­
dicaciones sociales, en la cristalización de m últi­ cien te e irreprim ible que se dirige, im placable, a la
ples y dispersos deseos en una idea de redención cla­ realización de un m agno propósito de justicia
sista prim ero, hum ana después; y sobre todo, en la social.
obtención de una fuerza considerable y propia capaz Y ahí tenemos, gracias a esta inexplicable m ixti­
de revolucionar, por em puje y sentido justiciero, las ficación de intereses, de rectificación absurdísima
concepciones sociales tradicionallstas m antenidas de conducta, com o la realización social m ás m ara­
por las viejas y nuevas escuelas autoritarias. villosa que h a de registrar la H istoria: e l com unis­
De todo lo cual se deduce que Autoridad y Sin­ m o libertario, se aplaza peligrosamente dan do re­
dicalism o están frente a frente, y que el sindica­ curso a sus impugnadores, que bien se aprovechan
lism o que aducen los organism os obreros lideristas del grave descuido de nuestras confiadas multitu-
es una corrupción de la agrem iación proletaria pri­ 'des. Duchos en el arte de confundir, los sacerdotes
m itiva, una degeneración de principios valede­ del Estado utilizan las turbaciones de la clase obre­
ra para desarticular una fuerza libre que so­ ra .para distraerle las consignas, rem edarlas, y
metida a l Estado por los buenos oficios de los con ­ devolvérselas con significado torcido, si bien pre­
ductores de masas, deja de ser una fuerza de opo­ sentadas con voces altisonantes y declam aciones
sición y redención para convertirse en un soporte de gracioso estilo.
más de las instituciones enemigas del bienestar ge­ Espantó a la clase dom inadora la capacidad con s­
neral, y, p or ende, del derecho indeclinable del tructiva de los trabajadores asociados. Vieron los
hom bre que trabaja. estadistas de toda laya que la inocen cia de un au­
m ento de sueldo y la m enos inocente rebaja de unas
¿ESTA EN M IN ORIA DE EDAD EL OBRERO ?;— horas en la jorn ada diaria de trabajo, p odrían con ­
Con lo definidas que están las ideas y p or lo m ucho d u cir a los parias a abrir los ojos hasta el punto
que la sociología Ubre se h a ocupado de ellas, pa­ de ver claro en su lógico destino: el de la em anci­
rece que las multitudes productoras de todo el orbe pación de su clase c o n la consiguiente y profunda
deberían mantenerse en un estado de avance tal, reform a de la sociedad. Con anarquistas de por
que el poder capitalista resultara hallarse a l borde medio, el Sindicalism o se convertía e n enfímigo
de la quiebra. ¿R or qué n o ocurre así? ¿Por qué la peligroso, a la postre invencible yendo a la con ­
evidencia de los hechos parece desm entirnos? quista de los útiles de trabajo y al reparto equita­
Sin que ningún explotado crea que debe el pan tivo de los frutos resultantes d el mismo. Con, opor­
de su boca al fetiche celestial ni al patrón todopo­ tunistas en el Sindicato, la asociación de los tra­
deroso, la vida económ ica de los pueblos transcurre bajadores entrarla en una fase degenerativa al co n ­
estancada e n el vicio de siempre, es decir, que con fiar éstos la defensa de sus intereses a l líder, a l
facultades a veces para adquirir una m otocicleta, diputado, al m inistro, que le aportarían abundante
un televisor y una casita prefabricada, el trabaja­ libertad económ ica y política en bandeja rebosando
d or com ún continúa adherido a la organización so­ legalidad. Prim ó esta argucia, y el Sindicalism o
cia l que m entalm ente, y en alguna ocasión c o n h e­ quedó desconocido, y si n o ello, reducido a la expre­
chos, ha superado. C ontradicción que podrían sión actual de una A.I.T.
explicar el en ojo p or las determ inaciones violentas ¿El bel sindicalism o? ¡Oh, s i ! Muy compuesto,
si otra violencia— terriblemente inútil, además: la muy fotogénico, muy «ch ic» p ara ser ostentado en
guerra—n o afeara frecuentem ente la con du cta de revistas de papel couché, con presidentes, estrella
los hombres: o una m aduración extrem adam ente y taquim ecanógrafas para flirtear. Y alsgrem ente
prom etedora capaz de hacer caer sobre m an o la multitudinarias sus BW eraciones, y encantadora­
m ejora caudal que los im pacientes juzgam os ha de m ente m illonarias sus Internacionales. Pero todo
adquirirse rápidam ente y con esfuerzo. Pero, lejos esto, sufriendo elefantiasis, precisam ente, resiente
de encontrarnos en el pretil de las grandes reali­ la falta de vértebras, la carencia absoluta de san­
zaciones sociales; lejos de estar en sazón la co n ­ gre. pongam os idealidad. Menos sombrías, m ás vo­
ciencia de los hom bres, a h í tenemos al Estado más luntarias d el esclavaje dorado al que por som eti­
fuerte y avasallador que nunca gracias al desnivel m ien to al capitalism o se deben, las m asas obreras
producido p or el abandono obrero de la experiencia de los países dem ocráticos se parecen com o un nabo
y el aprovecham iento capitalista de la misma. La esférico a otro nabo longitudinal (form a diferente
situación m oral de los trabajadores, h oy es de una con idéntica sustancia) a las masas felices p or de­
absurdidad evidente, y pron to nos apercibirem os de creto em anado de gobierno bolchevique. Demócrar
ella con fron tán dolos con los incipientes sindica­ tas y totalitarios (sin om isión de «führers« y «du-
listas de ayer, muy verticales en sus decisiones, com ­ ces») han atron ado los espacios asegurando dispo­
pensadoras las m ás de las veces del tiem po que ner de la voluntad obrera organizada, consistiendo
perdían en tanteos m otivados por la carencia óe el dram a en que eso. tan dispar y v e r g o ñ o s o , h a
ejem plos vividos. sido casi verdad a causa de la m odernización (pu­
Pero h oy que esta experiencia ha sido r e a liz a s trefacción) d el Sindicalism o. Es a causa de esa
en todos los extrem os; que los ensayos h-an sido bifu rcación inaudita, de esa absurda transigencia
prodigados en todo sentido: que no queda trabaja­ de los obreros am ontonables que desgraciadamente
dor asalariado ignorante de cuál es 4a verdadera parecen estar en m ayoría, que la espléndida op or­
reform a social: la destrucción de los regímenes es­ tunidad libertaria atisbada a fines d el siglo pasado
tatales im perantes para sucederlos c o n otro regido y a principios d el presente por los grandes teóri-

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lista com o abunda por la tierra desde que los tra-


eos del socialism o integral, h a sido disuelta en la ibajadores n o creem os en el Cielo,
más odiosa de las inanidades, en el P or retum bantes y trompeteadas que
V oedregoso de los paramos: el de la política. victorias del m undo viejo y dei
Y c o S míe al llegar a esta áspera conclusión com unista bolchevique, conseguidas en lucha ron-
n o somos presa ni del rencor ni de un s e n t i^ r a t o , tra el igualitarism o y al fa v or de todas las rutinas
podríamos decir religioso, afectan do a l Sindicahs antiguas y modernas, las soluciones perim nentos
^ en su estado prirmtiyo. p or cuya nra del anarquismo siguen intactas p or no
guardaremos m ucho de fustigar a las m^ltitudra radas, prestas a su aplicación en vista, de
ereearias y de declarar, por o tr a parte, que el Sin- d'ssarrollo cada vez m ás aberrativo de las
d lr a lJ S o se basta a si m ism o. Son j^ to s s o n ^ n e - des autoritarias está a punto de situar a la Huma­
te<i sin oizca de originalidad, muy adecuados para nidad en un im pace terriblem ento ^rág d e l^
m orir m S u r a n ^ i . El proletariado no está pervertí- n o saldrá sin volver sus pasos h acia el sindicalis­
d o y s i X a con tra sus intereses d ^ n it lv o s e s ^ Q u e m o prim ario, instintivo, tan m agistralm ente puli­
nn ha com prendido aún su m isión de aunar el esfuer m entado y enriquecido por los m aestros que de la
z o d e h o r c ó n to posibilidad d e m añana ni la excep-
experiencia sindical h an sacado la maraviJlroa con­
c T o n a l i m ¿ r t o n c ia de acogerse a una fórm u la sm -
secuencia del com unism o libertario.
dicalista idealizada, im antada to-
ffar de deiarse estancar y entum ecer iror la pato Juan FERRER
bra lideresca. estátista, de ta n to diocesillo materia­

los demás. N o cubre con su protección sm o a sra


La existencia de un solo Estado propios ciudadanos, n o reconoce el derecho h u m ^
necesariam ente la existencia y en caso de necesidad n o la humanidad, 1a civilización sino en el inte­
la form ación de otros E s t a d o s ^ r q u e ra rior de sus propios limites; n o r e c o n o c ie ^ o ningim
muy natural que los individuos que se hallan fue­ derecho fuera de si m ism o, se arroga
ra L él amenazados por él eu su e x is te ^ ia y en el de la más feroz inhum anidad con tra todas las
su libertad, se asocien a su vez contra el. He ahí. poblaciones eictranjeras que p u ^ e saquear exter­
pues, a la hum anidad dividida en un num ero inde­ m inar o esclavizar a su capricho. Si se m u e ^ a
finido de Estados extraños, hostiles y amenazantes generoso hacia ellas no es jam as por deber.
unos para otros. No existe en m odo alguno d j w h o que n o tiene deberes sin o h acia si m ism o ante troo,
com ún, con trato social entre elle®, pues ® y después h acia aquellos de sus m iem bros que libre­
tiera cesarían de ser Estados absolutam ente iM ep en - mente lo han form ado, que continúan constituyén­
dientes u n o de otiP, se convertirían en miem bros d o lo librem ente, o aun, com o suce<^ a la \argo que
federados de un solo Estado. Pero a este h an llegado a ser sus súbditos, C om o el derecho
gran Estado n o abarque a 1a hum anidad entera, internacional n o existe, y com o n o podría existir
tendría con tra él 1a m ism a actitud de h o s t ilid ^ jam ás de una manera seria y real sm m in ar en sus
necesaria de otros grandes Estadcs interiorm ente fundam entes m ism os el principio de 1a absoluta
federados; eso seria siempre la guerra com o ley su­ soberanía de le® Estados, el E stado n o puede tener
prema y com o una n e c e s id ^ inherente a la exis­ deberes frente a las poblaciones extranjeras. Por
tencia m ism a de 1a humanidad. consiguient. si trata hum anam ente a un P ^ W o
Interiorm ente federado o n o federado, cada K - conquistado, si n o lo despoja y no
tado, b a jo pena de perecer, debe, pues tratar de m ás que a medias y si n o lo reduce al ultim o grado
hacerse el m ás poderoso. Debe devorar para n o ser de esclavitud, será p or política o por prudencia tel
devorado, conquistar para n o ser conqui^stado, es­ vez o por pura m agnanim idad, pero jam as por
clavizar p ara no ser esclavizado, pm que d o s poten ­ d eter, pues tiene el derecho absoluto de disponer
cias similares y a l mismo tiem po extrañas una a de él a su capricho. ,. .
otra n o podrían coexistir sin estar en oposicion. Esta negación flagrante de la humanidad, que
El Estado es. pues, la negación m as tlagram e, constituye la esencia mism a del Estado,
más cínica y más com pleta de la humanidad. R om ­ e l punto de vista d el Estado el supremo deber y
pe to universal solidaridad de todos los hom bres to m ayor virtud.
sobre la tierra, y no asocia a una p arte de eUos M iguel BAKUNIN
sino para destruir, conquistar y esclavizar a todos

Ayuntamiento de Madrid
MAS SOBRE LA PRETENDIDA CRISIS DEL ANARQUISMO
r- A S IA M O S afirmado q u e las constataciones del antirreformistas o anticolaboracionistas, com o se viene di­
inventario sobre actividades anarquistas no ciendo ahora.
dem ostraban otra cosa que un deficiente ren­ P or lo q u e respecta a marxistas y dem ócratas n o hay que
dim iento proselitista y n o el fracaso de la dejarse llevar por lo que podríam os llamar su « c o b a » pro-
con cep ción filosófica, política y social que es anarquista. Por lo q u e a los primeros se refiere n o hay má.s
el anarquismo. N o vamos a insistir m ucho en que leer el «M anifiesto Com unista» para ver q u e el mar­
las razones, ya apuntadas, d e «quella de xismo reivindica com o propio e l . objetivo finalista d e una
ficiencia. Nos limitaremos a concretar los as­ sociedad sin clases: comunista en el sentido gen érico d e la
pectos ya tratados: las terribles represiones palabra. «S on s o lo los m edios o m étodos tácticos lo q u e se­
del E stado y la réplica con la «propaganda para a anarquistas y marxistas ortodoxos», se viene d icien ­
por el h e ch o » (lerrorism o anarquista); el sindicalism o puro do. Las d os tendencias en que s e dividió más tarde el mar­
o aufosuficíente; el espejism o del m ilagro revolucionario; la xismo, principalm ente con m otivo d e la prim era gu^-rra mun­
a b dicación p o r el anarquismo d e su misión fundam ental y dial y p o r la aparición del. bolch evism o ( 1 ), n o descartan
permanente; el circunstancialism o posibilisla y la crisis ge­ tam poco este objetivo suprem o que los socialistas llaman
neral d-‘ valores de nuestros tiempos. «socialism o» y que siguen denom inando «com u n ism o» los
1 .a decadencia arranca, pues, d e im ponderables más o stalinUtas y leninistas. Pero a estas alturas ya n o es posibl.'
m enos violentos y d e la desviación hacia tácticas n o con es- prestarse a engaños en cuanto a la sinceridad d e aquella
pondienfes con el anarquismo, n o del fracaso de sus prin­ declaración. D el m ism o m od o q u e hace tiem po q u e s e ha­
cipios. bla d e «socialistas sin socialism o» podem os decir lo propio
E ste problem a de tácticas y principios tiene capital im ­ d e quienes, retóricamente, m onopolizaron el com unism o. Si
portancia para el estudio d e las diversas tesis revisionistas. las tendencias marxistas n o tienden a reprocham as más que
Aparentemente la ofensiva revisionista va dirigida contra las la cuestión de tácticas, ello es una táctica más con miras a
tácticas y no contra los principios. D ecim os «aparentemente» la galería. Estos imitan a m uchos católicos en in vocar cons­
porque los diferentes adversarios del anarquismo han tenido tantemente a un dios en e ! que n o creen. L a verdad es que
un especial interés en d q a r al rftargen d e la contienda lo demuestran ser tan incrédulos d e nuestras tácticas q u e de
q u e son nuestros principios fundamentales. Tenem os razo­ nuestras finalidades. N o hablem os ya de los principios. Las
nes para suponer q u e esta con cesión ob ed ece más bien a «bases científicas» d el socialism o, q u e niegan ¡a conciencia
razones estratégicas y n o a lo q u e m ich o s anarquistas vienen determinativa de] hom bre y afirman el automatismo d e los
aun suponiendo. A saber: q u e en tratándose d e los princi­ fenóm enos econ óm icos, políticos y sociales, están a cie n le­
p ios del anarquismo, éstos desafian tod o posible contraste. guas de nuestras concepciones básicas. Y si n o existe entre
O lo q u e es lo mism o, q u e em plazados al terreno d e la nosotros un m ism o p u n lo .d e partida ni coin ciden cia en los
lógica o del razonam iento tod o el m u n do tiene que rendirse m edios d e locom oción , n i un objetivo com ú n , ¿que es lo que
a la evidencia d e q u e l o m ejor es to nuestro. nos une a los llam ados vástagos d e la fam ilia socialista? El
Esta suposición es ilusoria. En prim er lugar porqu e el mism o con cep to de «fam ilia socialista» tiene su la d o so­
anarquismo, c o m o toda doctrina hum ana, n o explica satis­ fístico. El m ovim iento anarquista tiene más de com ún con
factoriam ente todos los probTémas q u e se agitan en la cons­ el liberalism o histórico q u e ccm el jaeobinisriK) y babeufism o
cien cia d el hom bre. N o existe una teoría que d é la fórmula d e la revolución francesa, m ovimientos estos últimos a los
absoluta del sentido de la vida. N i la ha h abido n i la habrá que se atribuye la paternidad d el com unism o. E l liberalismo
jamás. E n el fon d o d e tod a teoría, en las teorias científicas, histórico tu vo c o m o punto d e m ira la n egación d e la autori­
existe la hipótesis, L a hipótesis n o es otra cosa q u e una dad y d el centralism o del Estado: «E l m ejor gobierno es el
verdad provisional (y com o tal arbitraria), sobre la cual se q u e gob iern o m enos», o «el m ejor gobierno es el q u e n o g o ­
construye tod o el edificio d e la teoría. Para justificar su tesis bierna» (1). En cam bio, el jacobin ism o y el bebeufism o son la
voluntarisía, M alatesta tuvo q u e contender con los determ i­ exaltación d el gob iern o fuerte d e l p u eb lo frente al go ­
nistas d e su é p oca q u e negaban la existencia científica d e la bierno aristocrático y burgués. En B ebeu f han encontrado
voluntad. Malatesta dem ostró q u e la existencia d e la volun­ marxistas, leninistas y stalinistas los gérm enes d e su «d ic­
tad determinativa n o tenia más peros en contra q u e los tadura del proletariado».
tiene la tesis contraria. Y q u e puesto q u e era esta «verdad» Para dejar zanjado este aspecto q u e estamos tratando, di­
a lgo a establecer en su d ia p o r la cien cia, cabía partir ahora remos q u e los propios dem ócratas nos hacen constantemente
d e verdades provisionales. Malatesta reivindicaba el mismo el hom enaje de q u e n o tim en ninguna ob jeción a op on er a
trato d e igualdad científica para su voluntarismo q u e para nuestros proyectos, q u e los consideran humanos y bellos pero
el determinísmo. que irrealizables da d o el acervo d e im perfecciones y prejui-
Este problem a d e «determ inísm o» o «voluntarism o» lo h e­
m os considerado siem pre com o el más profu n d o en la c o n ­
cep ció n d e la teoría anarquista. N o com prendem os que ha­
(1) En Alemania, sed e d el «socialism o científico» la cri­
ya todavía anarquistas q u e pu edan pronunciarse p o r el prin­
sis d el tnartísm o la planteó e l llamado •'movimiento d e tos
cip io determinista, y zarandear al m ism o tiem po c o n osten­
jóv en es». E stos fu eron expulsados d el Partido Socíaldem ó-
sib le m enosprecio la tesis contraria q u e es a nuestro enten­
crata en u n congreso celebrad o e n 1S91. D e este m ovim ien­
der lo q u e da categoría al pensamiento anarquista e n todas
t o partieron ram ificaciones toles com o e l anarquismo y el
sus manifestaciones.
com unism o alemanes. E l viejo E n geis tra tó a estos jóv en es
Tenem os, pues, unos principios anarquistas discutibles
d e «espías policiacos y anarquistas disfrazados».
co m o tod o lo hum ano y divino. Los discuten n o s o lo los re­
form adores abiertos del anarquismo sino m uchos anarquistas (2) Jefferson y Thoreau.

Ayuntamiento de Madrid
391
CENIT

conservan todavía Ira creyentes escépticra a título d e que


d o s q u e atosigan al género hum ano. Y hasta serian capaces
«los santos n o com en pan».
de transigir— u nos co m o otros— c o n nuestros principios, con ­ Si nuestros reformistas pueden muy bien atacar las tácticas
siderados éstos c o m o pura entelequia. del anarquismo y especialm ente la «acción directa» sm que
E l fuerte d e la condenación reca e siempre sobre Ira tác­ les hagan estorbo los principios, a nosotros
ticas del anarquismo. Marxistas y dem ócratas d e todos los defenderlas sin plantear en toda su crudeza esto problem a
colores n o quieren verse achicados en cuanto a lo q u e son de fon d o: q u e es im posible atacar esas tácticas sm atacar los
promesas a sus correligionarios y electorado. P or inverosí­ principios y que es contra esos mismos principios que v^a
miles que parezcan las llam adra utopias de los anarquistas, dirigida la verdadera ofensiva. Es por esto que
siempre quedan éstos en mantillas ante las falsas promesas pezado este trabajo co n una especie d e reto a ^
de los políticos en tiempos d e elecciones, quienes n o se in ­ demuestre q u e la depresión anarquista internacional ob ed ece
mutan por un ofrecim iento más o menos. a causas consubstanciales c o n la doctrina de que estamos tra
P ero las arremetidas más peligrosas d el revisionismo son í l Z y n o a sus propias desviaciones, a causas mayores de
aqueOra que nos vienen d el propio ca m p o anarquista. Y es­ violencia, y a la estupidez humana.
tas arremetidas coin ciden también, por rara paradoja, con Procedam os, pues, com o si el anarquum o en «tu
los argumentos q u e se esgrim en desde el exterior. «N ada te­ riera en causa y nos fuera en com en dado a nraotrra el de
nemos q u e objetar— se nos dice— en cuanto a principios y fenderio- E n tal supuesto ca b e empezar por « ‘ abl®c«r cua­
finalidades; consideram os a éstos in am ovibks: el problem a les son sus puntos d e vista fundam entales y que h a s id o d -
a reconsiderar es d e orden táctico.» Y aquí sigue tod a una « - elíra en su trato c o n las realidades. H e a q u í una sen e de
tie d e consideraciones basadas en el realismo circunstancial. afirmaciones del anarquismo; . . , •
N os sabemos d e mem oria esta salmodia. L a habíam os apren- I. U na d e las mayores calam idades sociales es el pnn
d id o d e labios d e marxislra y dem ócratas m ucho tiem p o an-
cip io de autoridad. , , , j
tes d e q u e los revisionistas dom ésticos— los de nuestra pro­ II.— E l E sU do es la autoridad sistematizada.
pia casa— pasaran p o r ese trance d e vértigo. Estos, Ppr T j £ _ E i órgano d e la autoridad sistematizada tiene que
q u e se deduce, n o tienen ni siquiera el m én to d* haber s 't forzosam ente un instrumento de opresión sistemática.
atwrtado' algo nuevo. Su ú n ico trabajo h a sido cop ia r al m í­ IV .— E s im posible utilizar el Estado (órgano d e opresión)
n im o detalle a todos los adversarios sistemáticos o smceros pata fines sociales y d e libertad.
del anarquismo. , , . . i V .— Estado y sociedad son dos cosas diametralmenle
Para poder enjuiciar razonadam ente las tácticas d el anar­ opuestas y antagónicas. . , 4 .,
quism o habría q u e em pezar p o r dem ostrar cuáles d e aque­ V I — T odas las auténticas libertades se han conquistado
llas son o n o conform es co n el cu erp o doctrinal d e esU i d ^ ccmtra la voluntad d el E stado y en lu cha contra el Estado.
lo g ia P orqu e seria m u ch o atrevim iento suponer que los V II — A l E stado n o se l e conquista o dom estica y menra
procedim ientos d e acción del anarquismo militante fueron se le destruye desde dentro. E l E stado tam poco se suicida.
incorporados a éste por la ley del capricho. Y esto solo se V III — E l E stado tiende a hacerse ca d a vez mra tuerte, a
les p u e d e ocurrir a quien es, tienen la osadía d e aparentar centralizarlo lo d o en sus m anos, a minim izar al in dividuo y a
desenvoltura sobre cosas q u e desconocen. aniquilarle moral y materialmente por la servidum bre ciega
N o seremos nosotros quienes neguem os que en los raares
d e la lucha hem os id o acum ulando una serie d e adheren­ o p o r la guerra. .„ , . j
IX . N o es cuestión d e é s t o .o aquel Estado, sino d e lo-
cias extrañas a nuestros principios y finalidades. ¿Es a ello
a lo q u e se refieren nuestros revisionistas dom ésticos.’’ Veai-
gan. pues, los argumentos y las dem ostraciones y estaremos ‘^‘ para S t e S r estas premisas
cuelas autoritarias seria preciso salimos d el limite del articrto.
al cabo de la calle. P orqu e en el anarquismo abundan esas
abordar e l ensayo, el opú sculo o quizas el ‘ 'bro. Nos reí
adherencias extrañas co m o extrañas son tam bién ciertas pre­
d e este trabajo podem os R e a r a r co n una de las r a c u e ^
tensiones innovadoras. Existen igualm ente varias interpreta­
que más ha sutilizado en la defensa d el Estado, y esta es
ciones d el anarquismo dentro de la com ún coin ciden cia co n .
tra k autoridad, contra d Estado y contra la coía b ora cito ru^l^ 65 ^1 marxismo» . i...« « i
V am os a om itir d e hacer hincapié en las prolijidades de
política que es colaboración c o n el Estado. Y sólo las m enta­
principio sobre Ira cuales el propio m a ra sm o ha v fn 'd o Ok-
lidades chalas han p o d id o ver discrepancias fundamentales,
cutiéndose a sí mism o. L a interpretación m atenalisU d e la
criterios irreconciliables entre los anarquistas individualistas y
historia y las clásicas revelaciones sobre Ira c o n s e c u ^ ^
los que militan e n la organización obrera; entre los anarco-
de la concentración capitalista están en cnsis— desd e los t i e ^
coleclivistra y los com unistas libertarios. A n inguno d e estra
pos d e Berstein y Kautzky— entre los ptopira m a ^ t r a .
anarquistas se le ocurriría, b a jo ningún pretexto, ru, a titulo
ra b ien , sob re el papel h istórico del E stado y la definieron
circunstancial, admitir Ira decantadas virtudes providencia-
d e éste com o «órga n o de opresión al servicio d e una clase»,
listas del E stado. * los propios marxistas ratodoxos lo h a n e n c a d o a sus g e -
T o d o lo q u e han sa b ido decir los revisionistas d e nues­ n e r a c i o L de discípulos a través deJ « M a ^ r a t o C o m u n «U »
tras tácticas es q u e éstas son dem asiado tigidra, a n t i c u a ^ , aue todavía se vien e reeditando. Y a con fraión d e parte n o
m u y «para todos los tiem pos». Y hem os t « i i d o q u e » b t e - hay por qué repetir que una m ayoría d e las premisas anar-
entender q u e la pesadilla d e sus ensueños o la causa d e sus quUtas sob re la contextura y esencia d el ^ ^ a d o s e h d an
desvelos no p u e d e ser otra q u e la llam ada «a cción directa». confirm adas p o r sus antagonistas g lob ^ es. El análisis, pura,
Aunque si s e les apura acabarán p o r con ced er q u e la mis­ q u ed a sim plificado o más b ie n red u cid o a un solo rapecto
m a «acción directa - está en su lugar... p eto a con m ción de fundamental, aquel en q u e los marxistas otorgan al ^ t a d o
q u e en algunas circunstancias h ay q u e darle una cierta fle­ la virtud realizadora de! socialism o y q u e el anarquismo dis­
xibilidad. Y d e ahí se sigue tod o aquello de q u e «Ira acon ­ cu te c o n las fórmulas transcritas más arriba, especialm ente
tecimientos evolu cion an », y d e q u e «a nuevas realidades nue­
en la IV , V II, X III y IX . .
vos procedim ientos de acción ». D eb em os a socialistas políticos y comunistas autontanra
Nuestros revisionistas dom ésticos pueden decir todra rafas (a sus ensayos por conquistar el E stado para tiansfonnarlo
cosas, en m ed io d e estentóreas adhesiones a los prmmpios, desd e dentro), la prueba d e la firmeza de ira previsiones
a las finalidades y a las mismas tácticas de acción directa. anarquistas. S on principalm ente a retener Ira
E l m ism o co n ce p to elástico q u e tienen sobre las tácticas de­
de la socialdem ocracia y d el com unism o
muestra q u e para ellos tod o lo demás es una entelequia, una do táctícas diferentes— la colaborac-ión y el golp e d e Estado,
abstracción; algo sem ejante a esas imágenes o amuletos que

Ayuntamiento de Madrid
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la conquista progresiva y el a s^ to frontal— , socialistas y c o ­ m ocrático-politico. L u ego n o había q u e soñar en el socialismo.


munistas han p o d id o llegar a creerse dueños d e l Estado y A sí es cóin p razonaba Engels en p erfecto rig or dialéctico.
con potestad para hacer d e él lo q u e bien se Ies antojare. ¿Es necesario m encionar q u e Engels fu é el padre espiri­
Pero esta conquista y el consiguiente dom eñam iento n o han tual d e Lenin y que éste fu é e l gran artífice d d experi­
pasado d e ilusión. E l conquistador d e conquistadores ha sido m ento soviético? ¿En q u é consiste este experim ento? Precisa­
siem pre el Estado. Entre los socialistas, su pa so p o r los órga­ m en te en la tesis contraria a la dialéctica d e Engels. Las
nos d e colaboración les ha h ech o perder com pletam ente la condiciones económ icas y políticas d e la Rusia zarista here­
n oción d e algo fundam entalm ente marxista com o es el dogm a dadas p o r los bolcheviques eran m u ch o más inapropiadas para
d e la «lucha d e clases» y la propia revolución proletaria fu é el socialism o q u e las q u e criticaba Engels en los cantonalis­
trocada por el teform ism o )■ nacionalism o más aném icos. Los tas españoles. E l E stado zarista era ya n o absolutista c o m o el
socialistas reformistas terminaron echando sobre sus débiles español, sino despótico c o n todos los agravantes asiáticos. D es­
espaldas e l d ifícil papel de contentar a dos clases cu yos in­ d e el punto d e vista e co n ó m ico el industrialismo era allí m u­
tereses son profundam ente antagónicos. Aquellas terribles con . c h o más precario q u e en España. Cw npatibilizar las contra­
tradicciones del sistema capitalista d e q u e nos habla Marx dicciones d e la dialéctica cc® esas contradicciones e c o n ó ­
en «E l C apital», y q u e tan acertadam ente calificó d e irre- m icas y políticas fu é el gran em peño de Lenin. Y d e ahí una
ducUbles, se habían com prom etid o sus discípulos predilectos nueva ram ificación d el marxismo: el leninism o. E ste había
en armonizarlas y compatibiliz.arlas. ¿A q u é pu n to lograron d e con du cim os al stalinismo.
.'u em p eño tras h aber cabalgado a la jineta en la mayoría E l leninism o se caracteriza, a pesar d e to d o su fárrago
d e los Estados eu ropeos? E l fascism o y el nazismo— y las dos sofístico, en el h ech o d e quem ar todas las etapas interm e­
guerras mundiales— podrían aquí pedir la palabra. E l fen ó­ dias entre los fundam entos del «m aterialism o histórico» y la
m eno fascista n o es sino la consecuencia d e la agudización «dictadura d el proletariado». A l echar por la borda al g o ­
de aqueUas contradicciones en los planos nacicmal e inter­ bierno d e Keiensky, Denin pasa p o r encima d e l proceso d e ­
nacional. Es decir, la trágica dem ostración d el fracaso social-
m ocrático, industrialista y d e la concentación d el capital;
dem ócrata en e l pla n o social, p<Jílico, econ óm ico y dip lo­
prescinde igualm ente d el proceso de prolefarización y .se
m ático. Las contradicciones d el sistema capitalista enfren­ atiene solam ente al penúltim o a cto d e la trama dialéctica:
tan n o t ó lo a las clases sociales sino a unos c o n otros Es­ a la tom a d el p od er p olítico p o r la clase proletaria (? ), a la
tados. 1 estas contradicciones n o tienen arm onización p o ­
dictadura d el proletariado. Según el leninism o, d e acuerdo
sible sino con la supresión de las clases mismas q u e rige y
aqui c o n la ortodoxia marxista, a partir d e este m w nento,
fom enta el Estado en tanto q u e clase central dom inante.
el Estado, instrumento d e una clase para oprim ir a otra cla ­
L a persistencia d e estas contradicciones—p o r falta d e auda­ se, puesto éste en manos d e los trabajadores, oprim irá hasta
cia revolucionaria— h ace q u e el Estado, a hogado en ellas, in­
hacer desaparecer los últim os vestigios d e la clase burguesa
capaz d e suicidarse y menos dispuesto a soportar interferen­
y d el capitidism o. T o d a la enjundia doctrinal d e Lenin se basa
cias, aun b a jo form a d e reformas, las re-uelva a su manera,
e n querer con ven cem os d e la naturaleza m aleable del Estado.
buscan do salidas heroicas aunque transitcrias. L a gran crisis
D e ahí su inquina contra el anarquismo q u e llega a con ­
capitalista que su ce d ió al armisticio d e 11T8, crisis d e super­
vertirse en obsesión m orbosa en él com o en sus discípulos.
p rodu cción , de saturación d e los mercad.®, d e paro obrero
Vam os, pues, a ver c ó m o el Estado, cuya naturaleza d e ca*.-
en p r t ^ r c io n e s espantosas, d e con flictos d e orden pú H ico,
ta y represiva le favorecen en el caso, p u ed e ser utilizado
de quiebras financieras, n o tenía otra salida q u e la revolu­
para los fines d e em ancipación d e l proletariado. Basta para
ción (transform ación radical *del sistema econ óm ico, financiero
ello c o n q u e los q u e le cabalgan n o sean burgueses n i re­
y político) o la reacción desesperada q u e el Estado tuvo: la
accionarios sino proletarios y revolucionarios. E l E stado no
contrarrevolución nacional y la guerra internacional. E l E s­
es, pues, otra cosa q u e la im agen y sem ejanza d e los que
tado, asesinando a m illones d e súdbitos, o aniquilándoles fí­ lo manejan o dirigen.
sicam ente c o n el peso de su brutalidad, o batiéndose con
Renunciam os a exponer m inuciosam ente el p ro ce so de
otros Estados en d os guerras univeisales, h a id o superando
desencanto o desilusión de este m ilagro frustrado. Salvo eí
transitoriamente la crónica crisis de su sistema consubstan­
partido stalinista dom inante e n Rusia y en los Estados saté­
cial, y estará dispuesto a recurrir a los niísmos y expeditivos
m étodos cada vez q u e vuelva a aguditarse la presión d e lites d e Rusia, y salvo los apéndices del stalinismo ramifica­
dos p o r tod os los países, todas las escuelas autoritarias y las
aquellas contradicciones. Mientras el st cialism o se obstina
marxistas d e oposición al E stado soviético han tenido que
en armonizar lo inarm onizable el Estado tiene su fórm ula in­
reconocer:
falible para superar sus trances más difíciles; el fascism o y la
guerra, q u e equivale a echar to d o p o r l.i borda— oposiciones Q ue Rusia se halla h oy más lejos q u e nunca del socialismu.
tibias o reformas— para salvar su posúáón privilegiada d e Q ue lo q u e se llama com unism o oficial n o es otra cosa que
clase dcaninante. un Estado nacionalista más c o n todos los agravantes im ­
perialistas.
L a revolución soviética es u n o do los experimentos más
a l^ io n a d o r e s sobre la supuesta du ctilidad del Estado. L a Q ue la dictadura d el proletariado se ha con vertid o en d ic­
p it o e r a constatación a retener es 'aquí cíe orden doctrinario. tadura con tra el proletariado.
Los precursores d el com unism o d e Estado habían doctrinado Q ue en ningún pais d el m undo s e tasa a más b a jo p recio
a sus discípulos en_ la tesis dialéctica hegeliana. Seeún ésta el valor d e la libertad y del in dividuo q u e en Rusia.
d proceso de transición d el capitalism o al com unism o (so­ Q ue el E sta d o es allí el to d o absoluto y n o un m ero
cialism o integral) tenia sus etapas mateadas d e antemano. instrumento.
D os d e esas etapas prefijadas eran el proceso d e dem ocrati­ Q ue la llam ada dictadura d el proletariado ito ha supri-
za ción política y el desainillo y concentración industrial. F e ­ d o las clases, ni política ni económ icam ente.
d erico Engeís, en su requisitoria contra los cantonalistas es­ Q ue perm aneciendo en p ie las clases persisten sus pri-
pañoles (1873) afeaba a los anarquistas su pueril pretensión v il^ io s , y en consecuencia las mismas contradicciones p e ­
de querer forzar los acontecim ientos sin tener en cuenta aque­ culiares al sistem a capitalista, c o n la única particularidad
llas dos etapas previas. Según él España n o podía pensar en q u e sieaido el E stado el am o absoluto, estas con tradiccio­
una transform ación socialista saltando del feudalism o polí­ nes les resu d ve p o r el procedim iento de la más brutal
tico y econ óm ico al federalism o d e los cantonalistas. En viola icia.
España n o se había dado todavía el fen óm en o de concentra­ Q ue el com unism o soviético n o ha p o d id o ta m poco re­
ción industrial y capitalista y apenas el fenóm eno industria­ solver estas mismas contradicciones en el plano diplom áti­
lista. España n o había co n o cid o tam poco el fen óm en o d e ­ c o . y d e ahi q u e intervenga activam ente en la batalla per-

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 393

tencia q u e engendra en ésta el Estado robustece más y más


manente a que s e libran los Estados capitalistas, com o un
a éste y engendra d e ca d a vez más im potencia.
Estado capitalista o nacionalista más.
Y este circulo vicioso n o s e rom pe c o n la cultura q u e el
Q ue sus intereses s e hallan involucrados en la perm anente
lucha por las materias primas, p o r los m ercados, p o r el ex­ Estado entorpece, n i c o n la resistencia pasiva qim e l Estado
reduce, ni p o r la em ulación d e los buen os ejemplos que
pansionism o y p o r la necesidad de zonas estratégicas do
cada dia abundan menos.
seguridad y de influencia.
Sólo la fuerza d e las armas y el p od er d e la dinamita
Q u e el com unism o ha agravado, en vez d e aportar so­
p u ede hacer volar los diques d e recontención de esta situa­
luciones, el problem a d e la paz y d e la guerra.
Por consiguiente, para p od er hablar afirmativamente y ció n viciosa.
Repetim os que al apoyar o com batir esta tesis o el punto
con responsabilidad d e una crisis del anarquism o en e ! as­
d e vista contrarrevolucionario n o se a ^ y a n o com baten
pecto doctrinal habría q u e probar c o m o m ínim o q u e esttó
sino tendencias diferenciales dpi anarquismo. Por lo tanto
conclusiones, refrendadas p o r los cam peones d el Estado
n o se ataca n i se defiende al anarquismo en la persona de
que son los marxistas, son falsas. N o hay q u e insistir en
una d e sus tendencias. Sin. em bargo, tod os los anarquistas
que las constataciones aquí expuestas son justas y, com o
están d e acuerdo en q u e el E stado es n o civ o y q u e hay
consecuencia, el pu n to d e vista anarquista sobre la natu­
q u e com ba tirlo directam ente q u e quiere d ecir desd e enfren­
raleza y tendencias, d el E sta d o n o h a perdido actualidad.
te, sin aceptar tratos c o n él d e ninguna especie, sin hacerle
Pasemos a examinar ahora el aspecto táctico.
con cesiones: aislándolo, desobedeciéndole, boicoteándolo.
D a d a la definición h echa d e l Estado por el anarquismo,
Los revisionistas tienen p erfecto derecho a sublevarse con ­
cae p o r su p e s o q u e u no d e los principales objetivos d e
tra cu alqu iera d e las tendencias d el anarquism o y apoyarse
éste es la destrucción de aquél. P ero da d o que, c o m o h e­
en la q u e m erezca su preferencia. Pero las tácticas funda­
mos visto, al E stado n o se le destruye desde el Estado, m
mentales d e l anarquismo exigen el respeto d e todos aquellos
ob v io tam bién q u e la destrucción hay q u e llevarla a ca b o
q u e se llaman anarquistas. Y la acción directa, el antipar­
desde fuera. L os anarquistas h an llam ado a la acción anti­
lamentarism o, la n o colaboración, la oposición al reform is-
estatal desde fu era d el E stado «a cción directa». L a acción
m o en lo q u e tiene éste d e escam oteo d e las soluciones ra­
directa n o es sinónim o d e acción violenta o tevolucionana,
dicales q u e la existencia d el Estado y el capitalism o plan­
aunque abundan bastante los q u e l o entienden así. A c ­
tean, pertenecen a esas tácticas fundamentales y permanen­
ción directa antíestatal expresa sim plem ente n o contem po­
tes. P on er pegas a la rigidez d e la a cción directa s o pretex­
rización, n o colaboración , n o beligerancia con el Estado.
to d e oportunism os y circunstancialismos es remedar a los
Si el anarquismo es to d o aquello e n q u e con vergen todas
socialdem ócratas, hacer oposiciones a sus vicios, contrasen­
las' tendencias q u e se reclam an d e este m ovim iento, la lla­
tidos y fracasos, con la única diferencia, en h onor esta vez
m ada «acción directa revolucionaria o violenta» n o cuenta
de los socialdem ócratas, d e q u e éstos n o se engañan ni
con la con form idad d e todos los anarquistas. E l anarqutó-
engañan a nadie en n om bre d e los principios, de las fina­
mo, en la parte q u e representa a todas las tendencias, ha
lidades y d e las tácticas d el anarquismo.
h e ch o contra la tendencia revolucionaria aseveraciones tan
E l oportunism o y el circunstancialism o dejan todas las
concretas co m o las siguientes;
puertas abiertas a las interpretaciones más captichostó. A b o ­
Q u e la violencia n o p rod u ce más q u e violencia. cados p o r esta pendiente es m uy d ifícil volver atrás. D es­
Q u e la violen cia es autoridad quím icam ente pura. pués d e unas «circunstancias excepcionales», suscepübles de
Q ue n o sabemos d & id e termina la violen cia revolucio­ aconsejar las posiciones más extrañas, vienen otras circuns­
naria y dónde em pieza la violencia cMttrarrevoiucionaria. tancias tanto o más categóricas que las anteriores. Y las
Q u e lo m ism o p u e d e decirse d e la violencia a título d e ­ desviaciones justificadas o consentidas dejan siem pre una
fensivo. perniciosa herencia.
Q ue la violen cia a titulo transitorio h ace buena la teo­ U n o d e los q e m p lo s más ilustrativos es el d el anarquis­
ría d el Estado transitorio. m o español durante la revolución y la guerra civil. ^ des­
Que el Culto a la violen cia revolucionaria deform a la viación com ienza allí con e l circunstancialism o d e la gue­
m entalidad d e sus feligreses com o deform a la mentalidad rra. L os anarquistas in t w ie n e n en el G obiern o para ganar
d e los políticos el ejercicio d el m ando. la guerra y para conservar o ampliar las conquistas revolu­
Q u e la. violencia es u n arma d e dos filos. cionarias. E l ob jetivo fundam ental es la revolución, y cuan­
Q u e todas las revcrfuciones han p erecido asesinadas eit d o la revolu ción se hunde con m otivo d e los h echos de
manos d e los propios revolucionarios o que, « co m o N ep- m ayo d e 1937, cu ando son expulsados del G ob iern o central
tuno, devoran a sus h ijos». los propios ministros anarquistas, la C .N .T . y la F .A .I. si­
P o r su lado, los partidarios de la acción directa revolu­ guen encontrando circunstancias que les aconsejan m ante­
cionaria han defen dido su tesis definiendo la sociedad del nerse en los órganos oficiales d e colaboración en q u e aún
Estado co m o u n círculo v icioso q u e hay n e c ^ id a d d e rom ­ se les tolera. Las conquistas revolucionarias q u e todavía
per violentamente, a falta d e otro m e d io practicable, para subsisten viven d e prestado al amparo d e la situacióu m i­
q u e todas las cosas recobren su cu rso normal. Según ellos; litar desastrosa. Las ofensivas del com unism o dom inante
E l Estado n o es solam ente la violencia organizada o contra las colectividades, las vejaciones d e q u e s e nace
sistemática sino la miseria, la ignorancia y la abyección. ob jeto a la C .N .T . y la F .A .I., son nada si se piensa en lo
P o r m edio d e la violencia, d e la ignorancia y d e la m i­ que ocurriera d e haberse liq u id a d o la guerra favorablem en­
seria, el E stado corrom pe desde la cuna a la tum ba a te, o bien d e h aber sid o satisfactoria la marcha d las ope-
ca d a nueva generación. rpciones m ilita ra . Las escasas victorias logradas en los fren­
E l Estado es una escuela perm anente de r o b o en todas tes fueron siempre seguidas ^ fuertes p ^ i o n e s contrarre­
sus gradaciones, d e v icio, d e egoísm o y d e crimen. volucionarias en la retaguardia. E llo perm itía prever lo que
E l Estado corroe los sentimientos solidarios y d e socia­ hubiera sid o para el anarquismo el fin victorioso d® la gue­
rra. Y sin em bargo, «al triunfo de la guerra, máxima ga­
bilidad de! hom bre.
rantía d e la revolu ción » se sacrificaba to d o p o r el ^ ^ r -
E l Estado nubla el entendim iento, mata la sensibilidad,
quism o. L a colaboración, el desviacionism o circunstancialis-
destruye la dignidad y castra la virilidad.
E l Estado estanca y corrom pe la cultura y obstruye el la, fu é perm anente durante tod a la duración d el drama.
P ero n o termina con la pérdida d e la guerra la s u g « -
progreso.
tión circunstancialista. A l producirse la reorganización de
Sin la muerte a cualquier p recio d el Estado n o hay es­
fas fuerzas confederales y anarquistas en España y en el
peranza d e redención para la hum anidad, ya que la im p o­

Ayuntamiento de Madrid
(O

LA R EB ELIO N DE C R O N S T A D T

<2 )
G td n á ta d t y. La Q le M L u cié n ^ a á a
La insurrección de los cam pesinos ukranianos— vó a éste a adaptar una serie de medidas represi­
que tuvo su expresión m áxim a en el M akhnovis- vas, hasta el punto de declarar, que si Cronstadt
mo—no habia sido aun ahogada com pletam ente n o acataba sus órdenes (entre otras cosas se exi­
en sangre, p o r las tropas del gobierno boichevique, gía la libertad immediata de los oficiales zaristas,
cuando Cronstadt, la ciudad que fué siem pre la detenidos por los marineros) proclam aría la lev
roca fuerte de la revolución, enarboló a su vez la m arcial e iniciaría las acciones m ilitares pertinen­
bandera de la tercera revolución (3). Este nuevo tes con tra la población. Kerensky creía po­
hecho reafirm aba en su program a los principios der aniquilar por la violencia el im pulso revolu­
de un sistema de «Consejos libres», al m argen de cionario de los habitantes de Cronstadt. Pué enton-
la influencia sofocante generada por la suprema­ ces, cu an do la situación se fu é agravando, que al­
cía de un partido que, con su obra, n o habia sabi­ guna d e las unidades navales ancladas en
do hacer otra cosa que transform ar aquellos órga­ el puerto de Cronstadt, enarbolaron la bandera
nos que podían ser los de la nueva sociedad, en de la resistencia y se dispusieron a la lucha. Ante
un sistema burocrático que, desde sus inicios, h a ­ esta actitud decidida los periódicos burgueses in­
bía revelado los efectos nefastos que h abría de tentaron denigrar el espíritu y la acción revolu­
originar. cionaria de los m arineros y com enzaron a escan-
Cronstadt era para el Norte de Rusia lo que dalizar la opinión pública voceando que: «Cronstadt
Ukrania significaba para el Sur: un centro de efer­ se separaba de Rusia declarándose república inde­
vescencia revolucionaria. Son los trabajadores y pendiente»; que «Cronstadt em itía m oneda propia»;
los m arineros de Constadt quienes, entre los pri­ que «C ronstadt negociaba c o n los enem igos de la
meros rebeldes, em puñan la bandera de la revo­ patria p ara obtener la firm a de una paz separa­
lución en febrero del 1917. Fueron ellos los que im ­ da», etc.
pulsaron al «Soviet» de Cronstadt—por entonces
En realidad los revolucionarios de Cronstadt que­
constituido e n su m ayor parte p or los socialistas- rían im pedir que las fuerzas reaccionarias entor­
rcTOlucionarios y los social-dem ócratas (los maxi- pecieran el desarrollo de la revolución, por lo que
malistas y lee anarquistas n o participaban aún en
el sóviet)i—a oponerse a la p olítica de ingerencia trataban de hacer adoptar ciertas resoluciones ca­
pitales. La prim era de todas habría de ser la de
del gobierno de Kerensky que era el J|ue regia por
conceder «la tierra a los* cam pesinos» y «las fá ­
entonces. No se detuvieron ahi sino que. iuando
bricas a los obreros». Y acto seguido habrían de
les pareció que la actitud del Soviet local n o era
otorgarse las garantías esenciales p ara que la re­
lo suficientemente enérgica, reclam aron nuevas
volución pudiera adquirir un m ayor im pulso hasta
elecciones para la constitución de otro Soviet de
su desarrollo radical.
m ayor confianza, en el que habrían de participar,
en mayoría, representantes anarco-slndicalistas. Y son tam bién los obreros, los soldados y los
bolcheviques y maximalistas. m arineros de Cronstadt, y n o ningún partido,
La oposición firme a la p olítica reaccionaria y quienes organizan la gran m anifestación armada
guerrera desarrollada j » r el gobierno cen tral ke- fren te al palacio de gobierno, el 4 de ju lio d el 1917,
renskiano, (con antelación a Octubre del 1917) lie- desem barcando en las m árgenes del Neva doce mil
hom bres en armas, que se dirigieron h acia el pala-
exilio, un im portante sector d e estos m ovim irntos sigu e pro­
clam ando «la persistencia de las mismas circunstancias p r o ­
d i Esta es la segu n da parte d e l tra b a jo que F ed é ll ha
ducidas durante la guerra». Y aun a trueque d e tener qu e' escrito c o m o co n trib u ció n a l estu d io d e lo s a co n te cim ie n ­
afrraitar las consecuencias d e una dramática escisión, el to s y p roblem a s de la R e v o lu c ió n R u sa (ver ios n ú m eros
anarquismo circunstanciaiista llega al extremo ridículo, b u ­ 9, 10, 11 y 12 d e «C é n it».— N .d .T .
fonesco, d e nom brar ministros en el G obierno d el exilio.
(2) C ron sta d t s e h a lla situ ada e n la Isla de C lo tin e , a
L o cual h ace suponer q u e la sugestión circunstanciaiista per­ 26 k ilóm etros d e p e tro g ra d o , a 7 d e O rian em baum , a 13
sistirá c o n mayores m otivos el dia que se produzca el es­ d e L issy-N os y a 21 d e T e rla k i. P u é con stru id a e n el
petado cam bio p olítico en España, c o n l o cual d circuas- 1710 p o r P ed ro t í G ra n d e p a ra la defen sa d e P etrogra d o.
tancialismo habrá y a tom ado carta d e permanencia.
(3) L a p rim era , la que d ló pa so a K eren sk y ; la segu n ­
L a s repetidas ofensivas revisionistas apuntan a este o b ­ da, la d e O ctu b re; la tercera, a q u ella que an sia b a lib e­
jetivo. ra r a l p u eb lo ru so de tod o y u g o esta tal, u n a vez co m p ro ­
José PEIRATS bados los d e fe cto s d el «Ebtado p roleta rio».

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 395

c ío al grito de «N o tenemos nada que defender en manas supenores en número, suvuínbe en una lu­
los frentes, puesto que e l poder económ ico se halla cha desigual. Ninguna de nuestras unidades recha­
en m anos de la burguesía»; «La unión libre entre zará el com bate. Ningún m arino tocará tierra fir­
las ciudades y los cam pos es la única garantía de me en la derrota. Estamos obligados a defender
la revolución triunfante»; «T od o el poder a los con decisión nuestro frente de com bate y a vigi­
Soviets locales, constituidos ^ r los representan­ lar las rutas que conducen a Petrogrado. Cumpli­
tes de los obreros, los cam pesinos y los soldados»; rem os co n nuestro deber, pero n o b ajo e! m ando de
«Las fábricas a los obreros, las tierras a los cam ­ cualquier ridiculo Bonaparte ruso. N osotros n o va­
m os a la lucha en virtud de les tratados conveni­
pesinos»...
Las protestas del pueblo atem orizan siem pre a dos entre nuestro gobierno y la Etente. Adoptamos
los gobernantes, quienes, ante su p ropio pánico, se el m andato sacrosanto d ictad o por nuestra con ­
vuelven feroces y recurren al terror, a la m a c e r e . ciencia revolucionaria. Nuestra lucha con tra los
En un d ia del mes de julio del 1917, se realizaba invasores de nuestra patria nos otorga el derecho,
una m an ifestación a lo largo de la Perspectiva ahora que nos hallam os cara a cara co n la muer­
Liteiny. La p olicía de Kerensky h abla tom ado po­ te, de invitaros, con voz autorizada, a la insurrec­
sición en los techos de las casas, anticipándose ^ ción con tra todos los opresores. Lanzam os nuestro
acto, parapetándose en los sitios p or donde habría llam am iento en los m om entos en que l a s ondas
de pasar la m anifestación. En un m om ento dado del B áltico se tiñen co n la sangre de nuestros her­
rom pieron fuego, haciendo numerosísimas victimas m anos y en que las negras y turbulentas aguas se
(entre las que se encontraban m uchísim os anar­ cierran sobre sus cadáveres».
quistas). Pasada la prim era sorpresa, los m anifes­ La guerra era solamente un juego de diversión,
tantes lograron rehacerse y atacar a su vez hasta alim entado por parte del gobierno, para destrozar
dispersar a los asaltantes en vergonzosa derrota. p or procedim ientos represivos toda aspiración re­
En aquellos m om entos, las orientaciones de los volucionaria, aprovechándose de los m om entos en
bolcheviques oscilaban entre el deseo de una par­ que el peligro se cernía sobre todos. Pero, de la
ticipación activa en la «{Constituyente» y e l de m ism a m anera que en U krania los cam pesinos o r­
Inclinarse por la afirm ación del postulado opues­ ganizaban la resistencia con tra el invasor, con sti­
to, encarnado p or la fórm u la de; «T odo el poder tuyendo form acion es de guerrilleros Insurrectos,
al Soviet», Por el contrario, los anarquistas, fuer­ los m arineros de Cronstadt se preparaban a com ­
tes ya en esta opinión en la región de Petrcgrado, batir sobre dos frentes: con tra los enem igos de
se declaraban en el plano nacional p or un robus­ fuera y contra los d el interior que anidaban en el
tecim iento del Soviet local, en tanto que en el gobierno. Asi fué que, cuando en su ceguedad
terreno de la acción intern acion al opinaban que: reaccionaria, éste trató de destruir antes que nada
«En cu an to a la guerra—que se reproducía nueva­ los Comités de soldados, Cronstadt reinició los pre­
mente com o consecuencia de la p olítica de Kerens- parativos p ara la insurrección:
k y _ n o debían de abandonarse los frentes, que de­ «Cuando Kerensky, con el pretexto de reforzar
bían mantenerse pero sin atacar de ningún modo, el fren te d e Riga, decidió retirar de Cronstadt y
es decir, a la defensiva. Si una vez derribado e l go­ de sus fuertes las piezas, de artillería pesada, la
bierno quedando el Soviet com a único poder cons- indignación y la cólera de los m arineros llegaron
tituido (cuando la tierra se h allara en posesión de a l colm o. Estos se daban perfecta cuenta de que
los campesinos y las fábricas en manos de los tra­ éste género de artillería n o podía ser de ninguna
bajadores) las potencias im perialistas no aceptaran utilidad en el frente. Además, sabían que la flota
las proposiciones dim anantes d el pueblo revolucio­ alem ana se preparaba para atacar Cronstadt y,
narlo y expresadas por interm edio de sus Soviets, p o r su parte, los m arineros querían cerrarle el pa­
y si por consecuencia n o daban orden a las fuerzas so, cosa de todo punto im posible sin la artillería.
invasoras de d eja r libre y lim pio el territorio ruso, N o pudiendo adm itir por parte de las personali­
se reiniciarla el ataque p or la liberación del ter­ dades del gobierno una sem ejante ignorancia de
los hechos, estos velan, en la intención de desar­
ritorio» (4).
A pesar de todo, Kerensky, de acuerdo con los m ar a Cronstadt en las vísperas del ataque, una
aliados, desencadenó una nueva ofensiva en todos traición directa con tra la revolución. Se hallaban
ya definitivam ente convencidos de que el gobierno
los frentes. -
El 6 de Octubre, cuando la guerra se habia reini- d e Kerensky h abia decidido sofocar la revolución
ciado co n todas sus terribles consecuencias y en apelando a todos los medios, sin excluir la entre­
circunstancias en que Petrogrado se hallaba en g a de Cronstadt y hasta de Petrogrado a los ale­
m ayor peligro que nunca, los representantes de la manes.
escuadra del B áltico adoptaron la siguiente reso­ «Entonces, Cronstadt n o vaciló más. Se realiza­
lución, que lanzaron p or radio a «T odos los pue­ ro n reuniones secretas en los navios, en las fá ­
blos del m undo», en la que decían: bricas, en los frentes, a fin de elaborar un plan de
«¡Herm anos!.,. En la h ora fa ta l en que las trom ­ revuelta y de resistencia .CDorrelativamente, al pro­
petas resuenan en signo de m uerte, os enviamos p io tiem po, decenas de m arineros se apersonaban
nuestros saludos y el testam ento dictado antes de diariam ente en Petrogrado para hacer el recorrido
m orir. Nuestra escuadra, atacada por fuerzas ale- de las fábricas, de los astilleros y de los cuarteles,
propagando abiertam ente la insurrección» (5).
Llegamos asi a las vísperas de la insurrección
(4) « C ro m ta d t, su s ig n ific a c ió n en la R ev olu ción ru sa », de Octubre, que debía derribar el gobierno de K e­
de E . Y a r ch u rck , p g 59. (E d ición espa ñ ola . B a rcelon a rensky sustituyéndole .por los «Consejas de Crore-
1927, B ib lio te ca « V é r tic e », 172 p á gin a s. ros, cam pesinos y soldados».
En esta obra colosal, y particularm ente en Pe­
(5) «L a R e v o lu c ió n I n c o n n u e » , d e V olln e (ver p á g in a
trogrado, «los m arineros de Cronstadt, llegados a
419.>

Ayuntamiento de Madrid
396 CENIT

la capital para tom ar parte en la lucha decisiva, tre otros, los propios miembros de las organizacio­
ejercieron un rol particularm ente im portante. nes libertarlas de C ronstadt» (6).
Entre ellos los anarquistas se en contraron com ba­
tiendo en gran número, hallándose presentes, en- Ugo FEDELI

(6) T a m b ién e n M oscú la p a rticip a c ió n d e los a narqu is­ ce la d o e n los d ia s d e K e re n sk y p o r negarse a tom a r p a i ­
tas e n la lu ch a d e O ctu b re, c o n tr a K eren sk y , íu é in m en ­ te en l a o fe n s iv a Im perialista, e n el ír a n te a u stro-a le­
sa. Véase « R e p re s ió n d el a n a rq u ism o en la R u sia S ovié­ m á n . A le g a n d o que lo s ca d etes d eb ía n ser a le ja d o s d el
tica » (h o y a g o ta d o , fu é p u b lica d o p o r la L ibrería Socia l, K re m lin , lo s « D v in tz i» se e n co n tra ro n siem p re e n a cció n
en P a rís, 1923, a c a r g o d e l g ru p o de lo s ex ila d os rusos e n lo s sitios m ás p eligrosos de M oscú , c o m o el «M e tro -
residen tes e n A lem a n ia , c o n la tra d u cción d e V olín e y p o le » y e l p r o p io K rem lin . C u a n d o lo s «cadets»-, r e fo r ­
una in tro d u cció n de A n drés C olom er. 128 pá gin a s). A z a d o s d e im p ro v is o , reem p ren d ieron la ofe n siv a , les c o ­
través d e u na req u isitoria c o n tr a el g o b ie rn o b olch ev i­ rresp on d ió ta m b ié n recon q u ista r la s p osicio n e s. T o d o s
que a ca u sa de la rep resión a n tia n a rq u ista , en la p á g in a ellos se lla m a b a n a n a rq u ista s y co m b a tía n a la s órdenes
33 d el c ita d o lib r o se d ice: « E n M oscú , la m isió n más d e lo s d o s v ie jo s lib erta rios, G r a t c h o íf y F e d o ro ft. L a
peligrosa y decisiva e n la s lo m a d a s d e octu b re corres­ F ed era ción A n a rq u ista d e M oscú fh é la p rim era en* la n ­
pon d ió a l fa m oso « D v in tzl* , el reg im ie n to que íu é en ca r- za rse a l co m b a te c o n tr a el g o b ie rn o de co a llccíó n » .

El hombre es h ostil a la fatiga y al sufrimiento. bos se sitúa un interm ediario, y éste es el ^ t a d o .


Sin embargo, está condenado por la Naturaleza es decir, la misma ley. ¿Hay nada m ás propio para
al sufrim iento de la privación si n o se tom a la acallar nuestros escrúpulos y, lo que es m ás de
molestia de trabajar. Tiene que escoger entre dos apreciar, para vencer ¡as resistencias? Asi, pues,
males. ¿Cóm o evitar am bos? Hasta aqui n o h a en­ co n uno u otro titulo, co n uno u o tro pretexto, nos
contrado, ni en con trará en lo sucesivo, m ás que dirigim os al Estado, dlciéndole: «Y o n o encuentro
un medio: vivir a costa del trabajo ajeno, hacer de que haya, entre mi trabajo y m is sati^acciones.
m odo que la fatiga y la satisfacción no incumban una proporción que me satisfaga. Quisiera, para
a cada uno según la proporción natural, sino que establecer el equilibrio deseado, tomar algo d el bien
toda la fatiga sea para unos y t<^as las satisfac­ ajeno. P ero esto es peligroso. ¿N o podrías darme
ciones para otros. E)e a h í la esclavitud; de a h i tam­ un buen empleo, o dificultar la industria de mis
bién la explotación, sea cual fuere la form a qus com petidores, o prestarme gratuitam ente capita­
revista: guerras, imposturas, violencias, fraudes, et­ les que tu quitarlas a sus poseedores, o criar mjs
cétera abusos monstruosos, pero consecuentes con hijos a costa del público, o concederm e prim as de
el pensam iento que les d ió vida. Se debe odiar y estim ulo, o asegurarme el bienestar cuando tenga
com batir a 1(^ opresores, pero n o se puede decir cincuenta años? Por este m edio conseguiré m i o b ­
que son absurdos. je to con toda tranquilidad de conciencia, pues la
La esclavitud va desapareciendo, y, por otra par­ núsm a ley habrá obrado por m i y tendré todas las
te nuestra propensión a defender nuestra hacien­ ventajas de la expoliación sin correr sus riesgos
da hace que la expoliación directa y cán dida no ni hacerm e odioso».
sea ya tan fácil. Pero contin úa subsistente una Siendo cierto que, por un lado, todos dirigim os
cosa, y es la malhadada inclin ación prim itiva que al Estado una petición parecida, y que, p or otro,
tienen todos los hom bres a hacer dos partes del está probado que el Estado n o puede procurar la
lote com plejo de la vida, endosando el trabajo a satlsíación de unos sin recargar el trabajo de otros,
los dem ás y reservándose el ocio. Palta saber bajo en espera de una m ejor definición d el Etado, me
qué nueva form a se manifiesta esta triste tenden­ cre o autorizado a d a r la mía. Hela aquí;
cia. El Estado es la gran ficción mediante la cual
E l opresor n o ob ra ya directam ente con sus pro­ (ctodo el m undo» procura vivir a expensas de «todo
pias fuerzas sobre el oprim ido. No; nuestra con ­ el mundo».
ciencia se ha vuelto demasiado m eticulosa para eso
Existe aún el tirano y la victima; pero entre am­ F. B A S T IA !

Ayuntamiento de Madrid
ALFONSO MARTINEZ RIZO y la epopeya cantonal
d el destierro. Q u ed ó aüt, en España,
D esd e e l interior d e España acaban d e anunciarnos la
¡a suerte d e tantos otros, la d e M auro Ba,atierra V
m uerte d e A lfonso M artínez R izo. Para la joven generación bero. Y y a le dábam os por desaparecido c u a » ^ p or propia
libertaria form ada en el exilio e s p osib le q u e este nom bre iniciativa nos señaló su presencia e n Cataluña, m m ifes án
sea d esconocid o. L o era para la veterana rMhíanma anar- danos al mism o tiem po su firm e p r e d i s p o ^ n d e e m p e ­
nuista española cmfes del segu n do period o republicano
rré, con arreglo a su s posibilidades en el .f ,
ririerto el 14 d e abril d e 1931. E s a partir d e esta época Franco U na ininterrumpida serie d e traba}os penodtstícos
q u e em piezan a co n o cerse los trabajos d e d i v u l g a c ^ cien­
le han sido publicados en ia prensa deí
tífica d e este h om b re d e cien cia llegado al anm quisnw com o
m en te e n e l paladín ju ven d >Ruta», b ^ o los
s e acercaron otras destacadas persorvdulades d e las letras y
seudónim os. L a interrupción d e esta labor
d el íofcoraiorio, tales co m o Isaac P u en te, G onzdlo d e R epa­ con su m ueríe. a los 74 años d e edad, q u e al a r r e b m r r m
ras., A lberto Carsi. C om as y Solé, estos «Üftmos ya a v e ­ a un e x celen te com pañ ero d e lucha y d e pensam iento nos
zado el periodo revolucionario abierto co n e l 29 d e Julw.
ha dejado intacta 2a em oción d e su
El ingeniero M artínez R izo inició su obra d e cHculgación H em os h ech o un parangón en tre A lfonso M artínez R iz o y
popular d e una fo rm a ind epen dien te a través d e u na ^ e L ó p ez M on ten egro. A m b o s fu ero n militares y acabaron m
d e folletos m onográficos so b re los m otivos más sob res^ ten - a Z q u i s t a s . a 4 o s abandonaron una p o ^ t o n *
tes d e la época. V ersaban estas m on ogrí^ a s sob re el na-
inquietudes econ óm icas por la a i r o s a de
cionalismn, e l fascism o, d com unism o, d anarqutSTW, el d7l mUitante revolucionario. A m b os rectificaron a tiem po
sindicalismo, e l m arxismo, etcétera . Seguidam ente m icío uiia m a vida y carrera eq u ivocas para reivindicarse plenam ente
serie d e colaboraciones sobre trabajos d enítficos e n pa­
co n sus servicios prestados d p u eb lo. A m ^ s
ninos d e la p restig o sa revista valenciana <>Estudios». A l sur­ con ocim ientos q u e habían adquirido para fm e s d e destruc­
gir m los m edios anarquistas españoles la p r e o c u ^ c io n por ción para volearlos donosam ente en fa v or d e la ca m a do
los aspectos constructivos d e nuestras ideas, m ovim ien to en ­
cabezado p o r e l d o cto r Isaac Puente, M artínez R izo, com o la libertad.
E usebia C . C arbó e H ig n io N oja R uiz, da a c o n o ^ en C om o hom enaje al em ocionante
nosotros la desaparición física d e Alfonso M artiW ,. Hizo,
nuestras pubUcacioties sus p ropios pu n tos d e vista sob re las
publicam os, sob re uno d e los m ovim ientos populares mas
posibilidades econ óm icas d e nuestro pais r e h c t o n r ^ s c o n .
el suprem o ob jetiv o revolucionario d el anarcostndicdtím o característicos d e nuestra historia, e l «cantonalism o», las li­
ib éftco; el com unism o liberum o. Sin emfcorgo, el de neas q u e s e seguirán.
M artínez R izo son los temad d e divulgación cientiftcA bu
demostrada preparación en este dom inio y su p e r s ^ e n lc
trabajo e n este sen tid o fu é d e un interés fundam ental para
la preparación cultural del gran m ovim iento proletario y
popular influidos por e l anarquismo. N o hay rnas q u e re­ UANDO ocurrieron los sucesos que voy
pasar las co leccio n es d e nuestras publicaciones d e aquella a narrar, aun n o habia nacido yo
ép oca, d esd e los trágicos albores d e la R epública h ^ a el pero me encuentro i n t im ^ e n t e li­
final d e la revolución y d e la guerra, para l u z ^ r d el gado á ellos por cuanto y o soy «h ijo
lento u profundo am or al p u eb lo d e A lfon so M artínez Rfáo, del Cantón». Efectivam ente; naci en
quien, com o L ó p e z M on ten egro, su po trocar io s l ^ i t o s enero del 77 y m i padre salió d el Pe­
militares p o r la m odesta y civil indumentaria d el mriitante nal de Cartagena, a punto de ser de­
revolucionario. . r,- í i portado a las Carolinas, en la p ri­
O tro d e los distintivos brillantes de M artínez R izo fu é su mavera del año anterior. Surgió mi
l aliosa coop eración en c ! fren te d e H uesca, enrolado en vida d el abrazo que se dieron mis
la Colum na A scaso— d espués Colum na Roja y N egro—en nroKenitores al volver a reunirse en el h ogar fam i­
la q u e cum plió duranie cerc a d e un a ñ o e l triple p a pel a e liar tras d e cerca de dos años de separación, obra
miliciano, técn ico milifar y cronista o corresponsal d e nu€5- de la represión monárquica con tra cuantos m as o
tra prensa. . , m enos directam ente hablan intervenido en el m o­
L o s achaques propios d e la edad tuvieron q u e restituirle
a la retaguardia, donde hasta e l final d e nuestra ep opeya
vim iento cantonal. ,
Mi cá d re era un honrado y consecuente republi­
reem prendió el trabajo d e divulgación en q u e se había ca­
ca n o federalista de toda la vida, Com o los días
lificado co m o m aestro. Pero a estos últim os m éritos hay que vienen’ u n o tras o tro indefectiblem ente, llegó el
agregar u no 'más. , . 11 de febrero de 1873 y en las Cortes fué leíd a la
C o m o con secu en cia del desastre militar d e 19J9 y aet
atídlcación de la coron a presentada por el rey
paso ai exilio d e cerca d e m edio iriiUón d e antifranquistas,
Am adeo y las Cortes proclam aron la RepubUca
habíamos perdido con tacto con e s te q u erid o com pañ ero. Las
por 319 votos con tra 32. Los 32 eran los e n e im g ^
con diciones físicas n o permitieTon a M artínez R izo seguir­
de la República sinceros y honrados. M uchos de
nos al grueso d e la mililancia por ¡os infaustos derroteros

Ayuntamiento de Madrid
398 CENIT

los 319 fueron em itidos per enem igos de la Repú­ pública fueron vencíaos por la energía del gober­
blica que la votaron pensando en apoderarse de n ador de Madrid, capitán don Nicolás de Estéba-
ella, desvirtuarla y term inar lo antes posible defi­ nez. El 28 de ju n io fo rm a Pi y Margall un Mlnis-
nitivam ente con su vida. iterlo del que excluye a todos sus partidarios y a
Mi padre, el ciudadano Isidoro M artínez Rizo, prim eros de julio se retiran d el Parlam ento los
fu é p rim ero con ceja l encargado de Consumos, lo federalistas p ara llevar la reivindicación de sus
que le acarreó enconadas enem istades de los co ­ derechos al terreno de la lucha viril. La República
merciantes matuteros, tan ricos y 'poderosos com o E spañola debia ser federal según voto de las Cons­
«púnicos» y cínicos. Más tarde íu é diputado pro­ tituyentes y deseos de la m ayoría de la nación,
vincial y estos cargos los occupaba a regañadien­ G ranada estaba ya sublevada a favor de 1<» fe ­
tes p o r tem peram ento y convicciones. Frente a él deralistas. Cataluña actuaba de hecho com o Estado
estaba don José Preíum o, republicano centralista independiente y los oficiales d el E jército eran a<»-
de los que velan en la Federal un «p eligro Bocial». gid os por los soldados con gritos de «iQ u e baile!».
M i padre, que ürñcamente am bicionaba el triunfo C arvajal recorría toda Andalucía al fren te de un
de sus ideales, aunque era e l presidente d el Club gran contingente de M ilicianos Federales, Siguen
de los Amigos de la Libertad, o Club de la Calle las sublevaciones de Málaga. C órdoba y Sevilla y
de Jara, dueño m ayoritario de la p ob la ción y pre­ continúan la de San Lúcar de Barrameda, A lcoy
parador del m ovim iento cantonal, indignado p or la y Cádiz. Por fin, el d ía 12 de ju lio de 1873, 65 años
cam paña de calum nias propaladas p or Prefum o y y sieíp dias del 19 de Julio de 1936, es proclam ado
los suyos, para dem ostrar que n o le anim aba la en Cartagena el Cantón M urciano autónom o e
am bición se separó de la p olítica a ctiva dos o tres independiente, pero dispuesto, p or voluntad propia
días antes de ser proclam ado el C antón Murciano, a federarse co n los dem ás Cantones A utónom os de
Pero continuó en Cartagena m andando dos com ­ E spaña para form ar el Etado Cantonal Español.
pañías de m ilicianos federales y sufriendo los rigo­ Proclam ado el Cantón M urciano que habia de
res d el asedio. resistir heroicam ente una lucha denodada p or los
Precisamente la lucha entablada entre cen tra­ ideales defendidos, fué nomibrada la siguiente Jun­
listas y federalistas giraba en torno a un postulado ta de G obierno: Ciudadano Presidente, Pedro G u­
o principio ideológico que es fundam ental para tiérrez de la Puente: vicepresidente, José Banet;
n osotros y cuya defensa entusiasta p or parte de vocales. Pedro R oca. José Ortega, Juan Cobachos.
aquellos federalistas los califica indiscutiblemente P ablo Meléndez, Francisco Ortufio, Pedro Alemán,
com o los precursores de los actuales comunistas Juan José Maculé y José G a r d a Torres; secretarios,
libertarios. Tal postulado rechazado de plano por F rancisco M inguez T rigo y Miguel Moya.
los centralistas era «el m andato im perativo» para Este mttsmo d ia l l ^ ó el diputado constitucional
los diputados elegidos, quienes en las Cortes n o po­ A nton io Gálvez, «T oñ ete G álvez» com o le decia la
drían defender sus opiniones particulares, sino gente,' huertano de Murcia de pura cepa popular,
única y exclusivamente los acuerdos d e sus e lecto­ hom bre in cu lto pero de grandes dotes morales, de
res, la que. podría discutirlos en cualquier m om en­ energía y de inteligencia natural. Y a habla estado
to. Este es precisamente el ¡x in to fronterizo corres­ en C artagena el d ia 25 de febrero y habia sido
pondiente al h ech o diferencial que separa a ^ r l a - llevado en hom bros p or una multitud entusiasta a
m entarios y plebiscitarios. C on e l m andato im pe­ . través de la población hasta la casa del ciudadano
rativo, las Cortes de aquellos federalistas hubieran Estebán Nicolás Eduarte, donde se alojaba. Y el
sido idénticas a nuestras asambleas nacionales. d ia 12 de julio, al Incorporarse a la lucha en de­
La flam ante República Española vivió unos pri- fensa del cantonalism o en la ciudad de Cartagena
mieros dias muy accidentados. Atravesó el- 24 de es nom brado com andante general interino del Can­
febrero el intentado golpe de Estado de Cristiano tón, siendo elegido p ara segundo jefe Cristóbal
Nartos y la suspensión de las sesiones de la Asair»- G a rd a , com andante retirado de In fan tería de
blea Nacional el 23 de marzo.. Después pasó por Marina.
e l 23 de abril con otro intento de los amadelstas El dia 13, la Junta Cantonal dirige una alocu­
que se hablan sumado al espadón del general ció n al pueblo y se presenta en Cartagena el ge­
Pavía, m ás borrach o que el actu a l charlatán neral Contreras, procedente de Cataluña, dispues­
de Sevilla (1). El 1.' de junio s e reunieron ta a asumir la dirección técnica de las operaciones
las Cortes Constituyentes, a las que el fracaso del m ilitares y que' com o superior jerárquico conmina
23 de abril habla d ad o cohesión republieana y que al brigadier Guzm án, com andante m ilitar de Car­
aprobaron el acuerdo de transform ar a España en tagena, para que entregue la plaza y castillos, a lo
«R epública Federal», aunque esto era solamente de que accede Guzmán tras de muchas vacilaciones
palabra, com o lo fué lo de «R epública de T rabaja­ firm ando las órdenes para que al dia siguiente fue­
dores», y, pocos dias después, el Presidente del P o­ ran relevadas las guarniciones m ilitares de la
der Ejecutivo Estanislao Pigueras abandonó su plaza p or fuerzas del Batallón de M óviles y Vo­
cargo sigilosamente y desaparecía de Madrid. La luntarios de la Libertad.
política se le habla indigestado y hubo de ser subs­ P or la n och e I l e ^ de in cógn ito el m inistro de
tituido por don F rancisco Pi y M argal!, el hombre Marina, señor Anrich, h ijo de Cartagena, y pene­
d e hielo, com o decían d e él sus contemiporáneos, tra sigilosamente en e l Arsenal. Al d ía siguiente
jefe de los federalistas. El 10 de junio intentó su­ tien e que abandonar Cartagena sin haber logrado
blevarse el capitán general de Madrid, S odas. Es convencer a los m arinos para que se opongan a la
de notar que todos los intentos de asesinar la Re- sublevación, adheritodose al m ovim iento revolucio­
nario las fragatas «Alm ansa», «N um ancia», «M én­
dez Núñez». «V itoria» y «Tetuán»; los vapores
«F e m a d o el C atólico» y «V igilante» y la corbeta
( f j Alusión a Q u eip a d e Llano. E sie trabajo d e R izo fu é «F errolana», asi com o el Arsenal y las dependen­
publicado en 1937. cias de Marina.

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 399

de Cazadores de M endigorria al m ando de su jefe,


En la tarde de este dia 14 de ju lio entró suble­
teniente coronel, natural de Cartagena, don Pedro
vado en la plaza el R egim iento de Iben a, que el
Gobierno habia enviado a Cartagena al m ando del del Real. , ,
El año 1910 conocim os en Melilla al coron el don
coronel Pem as p ara em barcar con rumbo a
Pedro del Real, ya muy aviejado y qansado de in­
laga para com batir la sublevación cantonal de d i­
contables persecuciones sufridas p or su cantona­
cha plaza. . , , X lism o, a pesar de haberse acogido a la amnistía
Por la noche, tras de ser despo'jado de su auto­
concedida más- tarde a cuantos intervinieron en
ridad salió de Cartagena el ex-gobernador mihta.r
los sucesos cantonales. Llevaba 34 años de coronel
brigadier Guziiián que n o quiso sumarse a l m ovi­
de infantería ocupando m uchísim os años e l numero
m iento cantonal. uno del escalafón de coroneles, postergado siste-
Empiezan a circular en Cartagena rumores alar­
m áticam ente por su republicanismo. T al v «
mistas sobre los propósitos del G obierno de
la única excepción del antediluviano general Wei-
drid de enviar con tra el Cantón M urciano grandes
contingentes de tropas y los asustadizos com ien ­ 1er, cuantos el año 10 ejercían m ando sobre él ha­
bían sido anteriorm ente sus inferiores y subordi­
zan a escapar h acia los cam pos durante los días
nados. Y 'todos se dedicaban a vejarlo y a m orti­
15 y 16 d€ julio, teniendo la Junta Cantonal que
prohibir la salida de hombres de la población. Por ficarlo para hacerle a si pelotillas a S, M. El gene­
ra ! M arina reunía en su despacho Junta de ccffo-
la noche del d ia l e se opera una reacción entre las
neles y le endilgaba a P erico d el R eal una filípica
clases acom odadas en vista de las noticias que lle­
ga n de Madrid y casi se term inó el éxodo. P or la incalificable por lo grosera e injusta. P ero nuestro
hom bre se encontraba ya cu rtid o y sabia ser sordo
m añana se llegó a pagar a los cocheros, w r un
de conveniencia, y cuando el general M arina ter­
viaje a Puente Alamo, 32 duros; a San Javier, 50;
minaba de ponerle de vuelta y media, en voz baja
a la Pinilla, 80 y 30 a La Palma.
El d ia 17 la Junta pide a los contribuyentes que de sordo que se oye en todas partes, le preguntaba
a su vecino; «¿Q ué h a d ich o ?». U n p a r de años
adelanten el im porte de un trim estre de las con ­
después, p o co antes de m orirse, ascendió, p or nn,
tribuciones que venían obligados a pagar y se soli­
citan recursos a la provincia por la misma Junta. a genera! de brigada, cuando ya los re p u b h ^ n o s
h istóricos eran una birria so lo adecuada para hacer
El 18 de julio, Pi n o se decide a emplear la fia r t e
contra sus correligionarios y dim ite. He o íd o de<nr rsir*
varias veces que un hom bre tan d ign o y tan recto E l dia 20 salia de Cartagena la fra ga ta «V itoria»
oon rum bo a Alicante, llevando a su bordo a To-
com o Pi y M argal!, contam inado por la política,
llegó hasta hacer bom bardear a los federales en flete Gálvez y al coronel Pernas. llegando el mismo
Cartagená. No es cierto, p ero la p olítica le < »lig ó a dia a la plaza varios personajes federales com o los
diputados a Cortes Carvajal y Araus. E l 21 pasó e!
realizar muchas tonterías, com o la de excluir a los
suyos de form a r parte del G obierno, dificultando general Contreras en el Arsenal revista a las fuer­
así que fuera un hecho el acuerdo constituyente de zas cantonales y se aseguró que habla llegado
clandestinam ente im a elocución de P refum o cot-
que España fuese una República Federal.
Y a tenemos a toda España ardiendo en ansias denando el m ovim iento. E l d ia 22 llegan noticias
liberadoras federales. Andalucía, Murcia, Valencia. de que el G obierno d e M adrid habia declarado pi­
ratas los barcos al servicio de los cantonales. R e­
Cataluña y otros pueblos de Castilla y h asta de
León, m ientras en el Norte y en Navarra, donde gresó de A licanto, que quedó sublevado, la fragata
el clericalism o tiene hondas raíces, se levantan los «V itoria», acom pañada p or un vapor a p r e s t o en
carlistas en arm as, y m ientras las clases conserva­ aquel puerto, m ientras el G obierno de M adnd
nom braba a l general M artínez Campos, canitán
dores que representan los intereses b a s ta rd a del
general de V alencia y genera! en jefe d.el ejercito
oapitalismo. tras de engañar a Pi y M ^ g a ll. lo­
gran también engañar a Salmerón, al fren te üei de operaciones con tra el can tón m urciano. Este
nuevo G obierno y se preparan a adobar e l tn u n fo d ia aparece el prim er número de «E l Cantón Mur­
contra los anhelos del pueblo explotando la idiotez ciano». periódico declarado por la Junta Cantonal
de Castelar, que actú a de G il Robles, pero n o oM su órgano oficial. . , x , x i
E l d ia 23 emnieza la farsa equivalente a la actual
m alicia, sino borrach o de anhelos de m ando y opio
«n o Intervención», y una fragata prusiana, de
del llam ado orden. . . x acuerdo con la declaración de piratas hech a por
Y en toda España va venciendo al m ovim iento
cantonal el G obierno centralista de Madrid, utili­ los centralistas, apresa el vapor «V igilante», en el
que iba A nton io Gálvez, dejan d o a éste y a la tn -
zando los resortes que el Poder pone en sus manos
fmlaciito en libertad, pero conservando prisionero
menos en Cartagena, plaza fuerte guarnecida por
unos bravos conscientes de los deberes histórico®,
24 la Junta Cantonal replica a la decla­
puestos entre sus m anos, dirigidos por excelentes
técnicos m ilitares y en preparación para escribir ración de barcos piratas declarando traidores a la
natria a los ministros d el G obierno de Ma<md.
una página gloriosa en la historia del revoluciona-
Tam bién decreta la creación de un Directxmo P ro­
rism o español. ' visional de la República Federal Española, com ­
• Y van afluyendo Cartagena todas las persona­
puesta de los ciudadanos Juan Contreras, Antonio
lidades conspicuas del federalism o y todos deciden
Gálvez. Eduardo R om ero Germes y los delegados
vencer o morir... I j o s ' cantonales se juzgaban due­
que nom bren los demás cantones. Por la tarde sa­
ños del mar El mismo d ia 18 de julio, mientras
len de Cartagena fuerzas del M endigorria y Móviles
dim itía Pi y M argall y se encargaba d el Poder
a pronunciar a Lorca en fa v or d el C antón Mur-
Nicolás Salmerón, salia del puerto de Cartagena
el vaixir «F em a d o el C atólico» con rumbo a Ma- ^^^^26. p o r D ecreto del D irectorio Provisional de
zarrón y a A guilas con instrucciones de las auto­
la Federación Esnañola en Cartageiua. en tran a
ridades cantonales. El d ia siguiente, 19 de julio,
itormar parte de él los ciudadanos A lberto Araus,
entró sublevado con tra iQs centralistas el Batallón

Ayuntamiento de Madrid
400 CENIT

diputado por Aragón; Félix Ferrer y Mora, maris­ ria» y «A lm am a» en actitud de com bate y la pru­
cal de c a m i » del Cuerpo de Ingenieros: Nicolás siana «F ederico Carlos» cruza a l largo sin hostili­
Calvo Gauyti, m iem bro de la Junta de Salud Pú­ zarlas. Este d ia queda nom brado el G obierno -can­
blica de Madrid; A lfredo Sauvalle, dipu tado del ton a l en la siguiente form a: Presidencia y Marina,
Cantón de Murcia, diputado etector por Almansa. general Contreras; Guerra, Ferrer; Ultramar, A n­
E l 27 llegó a Cartagena el con ocido propagandista ton io Gálvez; Hacienda, Sauvalle; Fom ento, Rom ero
Roque Barcia, hom bre notable que sobre una cul­ Germes; Gobernación, Alberto Araus; G racia y Jus­
tura general enorm e tenia a lgo de p rofeta bíblico, ticia e in terin o de Estado, Nicolás Calvo Guayti.
d e rom ántico a lo V íctor Hugo y de Jesús de Na- P or la salida de Contreras queda- encargado de la
zareth, a quien se parecía por la figura y p or sus Presidencia, provisionalm ente, Roque Barcia. El 29
sermones llenos de parábolas. Se sabe que Lorca salió A ntonio G álvez al frente de una colum na c « i
ha proclam ado el Cantón a la llegada de la co­ ñnaldad desconocida. El 30 fu é nom brado com an­
lumna y, entre tanto, huye m ucha gen te de Carta­ dan te de A rtillería de la plaza el coronel de dicha
gena tem iendo las consecuencias que puede traer Arma, Pablo Mariné Perrellé. El 31 fin alizó el mes
la falta de avenencia en las negociaciones entabla­ co n el regreso de Gálvez y su colum na tras haber
das entre las autoridades cantonales y el jefe de sorprendido y derrotado en Orihuela a algiaias
la escuadra prusiana. fuerzas de la Guardia civ il y carabineros a l mando
El d ia 28, últim o dia del plazo señalado por ¡a del brigadier Plfiero, com andante m ilitar de Ali­
escuadra prusiana para que los cantonales desis- cante.
1®ri del em pleo de los buques de guerra españoles,
sale el general Contreras con las fragatas «V ito­ A lfon so M ARTINEZ RIZO

El Estado m ata. Es hom icida, es asesino, Mata ju rar continuo. Si h ay quien, siguiendo las ense­
con prem editación, con alevosía, con ensañam ien­ ñanzas del Cristo, rehúsa quebrantar el segundo
to. M ata por instrum ento de m ano mercenaria m andam iento, los tribunales le sientan la mano,
M ata sin pasión, sin obcecación, sin arrebato; por «considerando» que la ley de Enjuiciam iento cri­
conveniencia, por egoísm o, p or cálculo. M ata con m in a! es derogatoria d el Decálogo,
escándalo, en público, jactándose de ello. El Estado... Pero ¿a qué seguir? Si la mar fue­
El Estado roba. G asta lo que se le antoja, y para ra de tinta y el cielo de papel doble, n o se podría
pagar sus deudas mete m ano sin tasa en la bolsa escribir todo lo que de m alo h ace el Estado, Más
del contribuyente. Si el dinero a jen o n o basta para breve seria proceder p or exclusión, y enum erar los
satisfacer a sus deudores, n o les p aga y en paz delitos, infracciones o pecados que deja de com e­
Perpetra periódicam ente quiebras fraudulentas. V i­ ter. No deshonra a sus padres, porque n o los tie­
ve en grande a costa ajena. Arruina a la nación, ne. No es bigam o, porque n o puede contraer m atri­
consciente, deliberadamente, tranquilo, con la son­ m onio. P or la m ism a razón n o es adúltero, ni de­
risa e n los labios. sea la m ujer de su prójim o. T a m p oco cod icia las
El Estado juega. Es empresario, es banquero cosas ajenas, porque se suele quedar c o n ellas.
es «croupier», es gancho. Sostiene una gran «tim ­ D e todos los pecadillos a que se entrega ese gran
b a» nacional, de la cual saca n o p oco provecho. tuno abstracto y colectivo, nin gun o h ay que le
Juega con ventaja, asegurando la ganancia. Y es dom ine com o el fe o vicio de la mentira. ¡Qué m en­
lo bueno que tiene estancado el juego, com o el h o­ tir, cielos divinos! Comparados con el Estado, Ma-
m icidio. com o el despojo. Sólo él puede hacer aque­ n o lito Gázquez o el protagonista de «L a verdad
llo que prohíbe a los particulares. Quiere el m ono­ sospecíiosa» son verdaderos dechados de veracidad.
polio de los delitos. No admite com petencia. E n la vida oficial es m entira todo: m entira el pac­
El Estado huelga. La ociosidad, m adre de todos to constitucional, m entira las ficciones legales del
los vicios, es su predilecta. O frece a la pereza el sistema, m entira la ley fundam ental d el Estado
holocausto del tiempo. Su vida es un bostezo. E n­ m entira la «G aceta», m entira la representación
tre santos civiles y eclesiásticos, esteros y deseste­ parlam entaria, m entira los votos de la m ayoría
ros. Pascuas, Navidades, carnavales y veraneos, ha m entira el «D iario de Sesiones», m entira las pro­
convertido la m itad de los dias del a ñ o en fiestas mesas, m entira los program as, mentira la adhe­
de precepto. La otra m itad la consagra al descan­ sión, m entira la disciolina, m entira la ley, m en ­
so. Sólo que, a l revés de lo que pasa c o n los ante- tira el presupuesto... Hay m entira administrativa,
rioires vicios de los cuales se reserva la exclusiva representativa, eclesiástica, m ilitar, naval, acadé­
pretende generalizar la holganza e im poner, bajo m ica, jurídica, penal, procesal, bancaria, bursátil
graves, penas, la observancia del ocio. aristocrática, dem-ocrática. m oral, estética, higiéni­
El Estado obliga a tod o Dios a jurar en vano el ca, médica, alim enticia... E l Estado entero es una
santo nombre del mismo, Jura el m onarca, jura gran m ixtificación, un colosal «infundio».
el m inistro, jura el senador, jura el diputado, jura
el testigo, jura el jurado. Es un jurar y un per­ A lfredo CALDERON

Ayuntamiento de Madrid
tGpú^ttafG íLc f^ucc ácáGtttíi ^ c u a it ú. a h&á

ChiCQQO
OSE MAR te é tig .6 - d e

se ocupa del crimen d e ^


La ép & ea ,

dan do vueltas en el aire, em butidos en sayones blancos. Ya,


Mártir d e la libertad d e C u b a , José M arti, pensador y p oe-
sin que haya más fu e g o en las estufas, ni más p a n en las
ta, es bien con ocid o d e las gen era cion es actuales. H o m b re e d -
despensas, ni más justicia en el reparto social, n i más salva­
m o y seguro, observad or sereno y preciso, hallábase en t e ­
guardia en los tugurios, ni más bálsam o para t ^ o lo que
tados Unidos cuando cin co cam peones d e las O ch o H o f ^ fu e ­
hierve y pa d ece, pusieron en u n ataúd d e n ogal los pedazos
ron sacrificados y otros tres con den ad os a largo cw U y erio .
mal juntos d el que, creyendo dar sublim e ejem plo d e am or a
Seguram ente e l íecto r observará, e n e l trabajo de Marlt, una
los hom bres, aventó su vida con el arma q u e creyó revelada
dureza d e trato hacia los h éroes q u e tanta simpatía y e m o ­
para redim irlos. Esta república, p o r el cu lto d esm edid o a la
ción supieron despertar en las capas proletarias e intelectua­
riqueza, ha caldo, sin ninguna d e las trabas d e la tradición,
les d e tod o el o rb e. Pero ello n o e s m alquerencia, sino asom­
en la desigualdad, injusticia y violencia d e los países m o ­
bro d el idealista práctico q u e n o llega a com pren der com o
unos idealistas d e l o lejano consum an tan vorazm ente sus nárquicos. - , -
existencias en e l presente. José M arti n o era anarquista, y
C om o gotas d e sangre q u e se lleva la m ar eran en los
tal p a rece que se esfu erza en n o q u erer com prender a los
Estados U nidos las teorias rev olu cion a ria d el obrero europeo,
onarouisfds, siendo asi q u e iras inútSes intentos c o n fin a d o s
mientras c o n ancha tierra y vida republicana, ganaba aquí
para minirttizar la personalidad d e los mártires d e C h i e ^ ,
el recién llegado su pan, y en su casa p ropia pom a d e lado
la pluma s e le va tras e l m otivo y se le des f fren a y sublimi­
una parte para la vejez. Pero vinieron lu e g o la guerra co-
za hasta dejarlo quintaesenciado, José Marti, pensador y p o e ­
• rniptora, el h ábito de autoridad y dom inio q u e es su dejo
ta, futuro mártir a su v ez d e las libertades d e C u ba , n o p o ­
amargo, el crédito q u e estimuló la cre a cito d e fo r tu n ^ c o ­
día p ro ced er d e otra guisa. losales y la inmigración desordenada, y la holganza d e los
Lean ahora nuestros lectores, y se percataran d e q u e, tras desocupados d e la guerra, dispuestos siem pre, ^ r sostener su
haber catado innúm eras e iguales lecturas relatando e l evoca­
bienestar y p o r la afición fatal d el q u e ha olid o sangre, a
dor y signtficativo drama d e C h icago, en la i ^ o r i m c i f d e
servir los intereses impuros q u e nacen d e ella.
José M arti hallarán, en e l m ism o lem a, novedad, profundidaa, D e una apacible aldea pasm osa se convirtió la rep ú b lica en
y b elleza d e estilo. una m onarquía disimulada. L o s inmigrantes e u r o p ^ denun-
ron, c o n renovada ira, los males que creían h a ^ t dejado
E n procesión solemne, cubiertos los féretros d e f l o r « v 1<^
tras si en su tiránica patria. Júzganse c o m o bestias acorra­
rostros de sus sectarios d e luto, acaban de ser llevadtw a la ladas. T o d o lo q u e va crecien do les p a rece q u e crece w n -
lum ba los cuatro anarquistas q u e sentenció r a ic a g o a la nor- tra ellos. «M i hija trabaja q u in ce horas para ganar quince
ca y el q u e p o r n o morir en ella h iz o estallar en su o to p io centavos». « N o h e tenido trabajo este invierno, porqu e perte­
cu erp o una b om b a d e dinamUa, que lleva b a oculta en los ri­ n ezco a una junta de obreros.» E l juez los sentencia. L * p o .
zos espesos d e su ca b ello d e joven, su selvoso ca b ello castaño.
licía. co n el orgullo d e la levita d e pañ o y la a u t o n d ^ , te­
Acusados d e autores o cóm plices d e la muerte espantable
m ible en el h om b re inculto, los aporrea y asesina. Tienen
de u no d e los policías q u e intim ó la dispersión d el con curso frío y ham bre, viven en casas hediondas. ¡A m érica es, pues,
reunido para protestar contra la m uerte de s p obreros, a
manos d e la p olicía , en el ataque a la única fábrica q u e tra­ lo m ism o q u e E uropa! ,
Cree el obrero tener derecho a cierta seguridad para el por­
b a ja b a a pesar de la h uelga; acusados de haber p u ^ t o y ayu­ venir, a cierta holgura y lim pieza para su casa, a alimentar
da d o a lanzar, cu a n d o n o lanzado, la b om b a d e l tamaño de
«in ansiedad los hijos que engendra, a una paite mas equi­
una naranja q u e ten dió p o r tierra las f il^ delanteras de ic» tativa en los produ ctos del trabajo d e q u e es factor indis-
policías, dejó a uno m uerto, causó después la muerte de seis
nensable, a alguna hora d e sol en q u e ayudar a su m ujer a
más y abrió en otros cincuenta heridas graves, e l juez, c o n ­ plantar un rosal en el patio d e la casa, a algún rincón para
form e al veredicto del jurado, con d en ó a uno d e los re(B a
vivir q u e n o sea un tugurio fétid o don de, corvo en 1 ^ ciu ­
quince años d e penitenciaría y a pen a de horca a siete. dades de N ueva York, n o se p u ed e entrar si^n bascas. Y cada
T res voces n ada más habían osado hasta entonces m terce-
vez q u e e n alguna form a pedían esto en C ^ i c a p . 1 « obre­
der fuera de sus defensores d e oficio y sus amigos naturales, ros, com binábanse los capitalistas, castigándoles el trabajo que
c o r los que, s o pretexto de una acusación concreta que n o para ellos es la carne, el fuego, la luz; echábanles encim a la
lleep a probarse, s o pretexto d e h aber procurado establecCT
policía, ganosa siempre de ceb a r sus porras en c a ^ a s de
el reino del terror, morían víctimas d el te n o r social; H owells,
gentes m al vestidas; mataba la policía a veces a algún <Mado
el novelista bostoniano q u e al mostrarse generoso s a ctó ic ó la ­
que le resistía c o n piedras, o algún niño; led u a a n los al tm
m a y amigos; A dler, el pensador de nuestro siglo y d el m un­
por ham bre a volver a su trabajo, c o n el alma torva, con la
d o nuevo, y Train, un mcmom aniaco q u e vive en la plaza miseria enconada, c o n el d ecoro ofendido, rumiando ven-
pú blica dan do pan a los, pájaros y h ablando con los niños.
Ya n o cabe intefbesión, YA, en danza horrible, murieron ganza.

Ayuntamiento de Madrid
402 CENIT

Parsons, celoso de E ngel q u e le em ula en pasión, se une


a Spies, com o el héroe d e la palabra y am igo d e las letras.
E scuchados sólo p o r sus escasos sectarios, año sobre año
Fielden, vien do subir en su ciu d a d de Londres la cólera p o ­
venían reuniéndose los anarquistas, organizados en grupos,
pular, creía, prendado d e su patria, cu yo egoísta am or prohíbe
en cada uno d e los cuales habla una sección armada. E n
su sistema, ayudar con el fom en to de la anarquía en Am éri­
sus tres periódicos, d e diverso matiz, abogaban públicam ente
c a el triunfo d ifícil d e los ingleses desheredados. Fielden,
p or la revolución social; declaraban, en nom bre d e la hum a­
q u e v e levantarse, con fu so y tem ible de un mar a otro de
nidad, la guerra a la socied a d existente; decidían la in efica­
los Estados Unidas la clase trabajadora, determinada a p e ­
cia d e procurar una conversión radical por m edios pacíficos.
dir c o m o prueba d e su p o d e r que el trabajo se reduzca a
L os dom ingos, t í americano Parsons, propuesto una vez
o ch o horas diarias, recorre lo s grupos, unidos sólo hasta en­
p o r sus amigos socialistas para la presidencia d e la R epú ­
tonces en el od io a la opresión industrial y a la policía que
blica, creyendo en la hum anidad c o m o en su ú nico D ios,
les d a ca za y m uerte, y repite: «Sí, am igos; si n o n os dejan
reunía a sus sectarios para levantarles el alma hasta el valor
ver a nuestros hijos al sol, h a llegado la hora.»
necesario a su defensa. H ablaba a saltos, a latigazos, a cu chi­
lladas, o llevaba, lejos d e s i la palabra encendida.
Spies, el director d el «A rbeiter Z eitu ng», escribía com o des­
d e la cá m a ra -d e la m uerte, con cierto frío de huesa: razo­
n aba la anarquía; la pintaba c o m o la entrada deseable a
E ntonces vino la primavera amiga d e los pobres; y sin el
la vid a verdaderam ente libre; durante siete años explicó
m ied o al frío, con la fuerza d e la luz, c o n la esperanza de
sus fundam entos en su p eriód ico diario, y lu eg o la n e ­
cu brir c o n los ahorros del invierno las primeras ham bres, de­
cesidad d e la revolución, y p o r fin, com o Parsons en el
cid ió u n m illón d e obreros repartidos p o r toda la república,
«A la im », e l m o d o de organizarse para hacerla triunfar. L eer­
dem andar a las fábricas q u e n o excediese el trabajo de las
lo es co m o pon er el p ie en el va cio. ¿Qué Je pasa al m undo
o ch o horas legales. E n C h ica go, adolorido y colérico, .segura
q u e da vueltas?.
d e la resistencia q u e provoca b a c o n sus alardes, alistaba el
Spies seguía sereno, d o n d e ia razón más firme siente que
fusil d e motín la policía, y n o con la calm a de la ley, sino
le falta el pie. R ecorta su estilo c o m o si descascarase un
c o n la prisa del aborrecim iento, con vidaba a los obreros a
diamante. N arciso, fúnebre, se asom bra y com place de su
duelo.
grandeza. M añana le dará su vida una pob re niña, una niña
L le g ó marzo. Las fábricas, com o quien echa perros sar­
q u e se prende a la reja d e su ca la b ozo com o la mártir cris­
nosos a la calle, echaron a los obreros q u e fueron a presen­
tiana se prendía en la cruz, y él apenas dejará caer d e sus
tar su dem anda. En masa, com o la orden de los caballeros
labios las palabras frías, recordando q u e Jesús, ocu pado en
d el trabajo lo dispuso, abandonaron los obreros las fábricai.
redim ir a los hom bres, n o am ó a M agdalena.
Pero en aquella sorda calm a, com o el oriflam a triunfal del
C uando Spies arengaba a los obreros, desem barazándose
p od er industrial q u e ven ce a! fin en todas las contiendas,
d e la levita que llevaba bien, n o era h om b re lo q u e hablaba,
salía d e las segadoras d e M e Corm ick, ocupadas p o r obreros
sino silb ido de tem pestad, lejano y lúgubre. Era palabra sin
a quienes la miseria fuerza a servir d e instrumentos con ­
carne. Tendía el cu erpo hacia sus oyentes, c o m o un árbol
tra sus hermanos, u n h ilo d e hum o q u e com o negra serpien­
d ob la d o p o r el huracán; y parecía d e veras q u e un viento
te s e tendía, se enroscaba, se acurrucaba sobre el cie lo azul.
h elad o salía de entre las ramas, y pasaba p o r sobre las c a ­
A los tres días de cólera, se fu é llenando una tarde nu­
bezas de los hombres.
b la d a el C am ino N egro, q u e asi se llama el de M cC orm ick,
M etía la m ano en aqueUos pechos revueltos y velludos, y d e obreros airados q u e subían calle arriba con la levita al
les paseaba por ante los ojos, les exprimía. Ies daba a oler h om bro, enseñando el pu ño cerrado al h ilo d e hum o- Y hasta
las propias entrañas. C u an do la p olicía acaba d e dar muerte o c h o m il fueron llegando, ya al caer d e la tarde, sentándose
a un huelguista en una refriega, lívid o subía al coch e, la en grupos sobre las rocas peladas; andando en hileras por
tribuna vacilante d e las revoluciones, y con el h orrendo in­ el cam ino tortuoso; apuntando con ira a las casuchas mise­
cen tivo su palabra seca relucía pronto y caldeaba com o car­ ras q u e se destacan, c o m o manchas d e lepra, en el áspero
caj de fu ego. paisaje.
E ngel, celoso d e Spies, pujaba por tener al anarquismo en Y el que habla, levantando com o c o n las propias manos
pie d e guerra: é l a la ca b eza d e una com pañía, él don de se los dolores más recónditos d e aquellos corazones iracundos,
enseñaba a cargar el rifle o a apuntar; él en e l sótano, las excitando a aquellos ansiosos padres a resistir hasta vencer,
noches d e ejercicio, «para cu ando llegu e la gran h ora »; él a unque los h ijos les pidan pa n en van o, por el b ien dura­
con su «Anarchist» y sus conversaciones acusando a Spies d ero d e los h ijos; el q u e habla es Spies. Primero lo aban­
d e tibio, p o r envidia d e su pensam iento; él sólo era puro, donan, después lo rodean, después se miran, se recon ocen en
el inm aculado, el d ig n o d e ser oído. aquella im placable pintura, lo aprueban y exclam an: «¡E se,
¿Y L in g ? N o consum ía su viril hermosura en los amorzue- q u e sa b e hablar, para q u e h able en nuestro nom bre con las
los enervantes q u e suelen dejar sin ju g o al hom bre en los fábricas!» Pero y a los obreros han o íd o la campana d e la
años gloriosos d e la ju ven tu d; sino q u e, criado en una ciu dad suelta en el m olino; ¿qué im porta lo q u e está diciendo Spies?
alemana entre e l padre inválido y la m adre hambrienta, c o ­ ¡Arrancan todas las piedras d e l cam ino, corren sobre la fá­
n oció la vid a p o r d on d e es justo q u e un alma generosa la brica, caen en trizas todos los cristales! ¡P or tierra, al ím ­
odie. Cargador era su padre, y su m adre lavandera, y él bello petu d e la m uchedum bre, el policía q u e le sale al paso! Lbs
co m o Tanhauser y Lohengrin, cu erp o d e plata, ojo s d e amor, obreros del m olino, en la torre, don de se juntan medrosos,
cabello opulento, ensortijado y castaño. ¿A q u é su belleza, parecen fantasmas; vom itan do fu ego vien e camino arriba, bajo
siendo horrible el m undo? p ed rea rabiosa, u n coch e de patrulla d e la policía, uno al
L&ng, el recién llegado, odiaba co n terquedad de n ovio a estribo vaciando el revólver, otro al pescante, los d e adentro
Spies, el h om b re de idea, irresoluto y m oroso; Spies, el filó­ agachados se abren paso a balazos en la turba, q u e los ca­
sofo del sistema, lo dom inaba p o r aquel m ism o entendimien­ ballos arrollan y atropellan; saltan d el coch e, fórm anse en
to superior; pero aquel arte y grandeza q u é aún en las obras batalla, y cargan a tiros sobre la m uchedum bre, q u e a p e ­
d e destrucción requiere la cultura, excitaba la ojeriza del gru­ dradas y disparos locos, se defiende. C u a n d o la turba, aco­
p o exiguo de irreconciliables, q u e en Engel, enam orado de rralada por las patrullas q u e d e toda la ciu dad acuden, se
L in g , veían, su jefe prop io. Engel, contento d e verse en gue- asila, para n o dorm ir, en los barrios d on d e las mujeres co m ­
n a c o n el Universo, m edía su valor p o r su adversario. piten en ira c o n los hom bres, a escondidas, a fin de que

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 403

plicar en la prensa y en la tribuna las doctrinas cuya p r o ­


no triunfe nuevam ente el enem igo, entierran los obreros seis
paganda les perm itía la ley.
cadáveres.
O C f> Pero n o han de morir los siete. E l año pasa. L a suprema
corte, en dictam en indigno d e l asunto, confirm a la senten­
¿N o se ve hervir todos aquellos p ech os? ¿Juntarse a los
cia de m uerte. ¿Q ué sucede entonces, sea rem ordim iento o
anarquistas? ¿Escribir Spies un relato ardiente en el «A r-
m iedo, q u e C h icago p id e clem encia c o n el m ism o ardor
beiter Z eitu n g»? ¿Reclam ar E n gel la declaración de que
q u e p id ió antes castigo, que los grem ios obreros d e la re­
aquélla es por fin la hora? Y d e la im prenta d e l «A rbeiter»
p ú b lica envían a C h ica go sus representantes, para q u e m -
salió la circular q u e invitaba a los obreros, con perm iso del
tereedan p o r los culpables d e h aber am ado la causa obrera
corregidor, para reunirse en la plaza d e Haymarket, a pro­
testar contra los asesinatos d e la policía. c o n exceso? .
« ¡N o l» , grita un je fe d e la p olicía a N ina van Zan dt, qua
Se reunieron en núm ero d e cincuenta mil, con sus mu­
va con su m adre a pedirle u na firma de clem encia, sm po­
jeres y sus hijos, a o ír a los que les ofrecía n dar v o z a su
der hablar d el llanto. ¡Y n i una m ano recog e d e la pob re
d olor; p ero n o estaba la tribuna, c o m o otras veces, en lo
criatura el m em orial que. a u n o p o r u no, mortalm ente p á ­
abierto d e la plaza, sino en u no d e sus recodos, p o r donde
daba a dos oscuras callejas. Parsons, en los instantes mis­ lida, les v a presentando! .......................... , j .
E n rom ería van los abogados d e la defensa, los diputados
mos en .que el corregidor presenciaba la junta sin intenum -
d e los grem ios obreros, las madres, esposas y hermanas de
pírla, declam ó, sujeto por la ocasión grave y lo vasto dei
los reos, a im plorar p o r sus vidas, en recep ción interrum­
concurso, u no d e sus editoriales cien veces im punemente
pida p o r los sollozos, ante el gobernador. «Señor— d ic e un
publicados. Y en el instante en q u e F ielden preguntaba, en
obrero— , ¿condenaréis a siete anarquistas a morir porqu e
bravo arranco, si, puestos a morir, n o era l o m ism o acabar
un anarquista lanzó una b om b a contra la p o lic i^ raando
en u n trabajo bestial o caer defen dién dose contra el ene­
los tribunales n o h an querido condenar a la policía da Pm-
m igo, nótase q u e la multitud se arremolina; que !.i
kerton. p orq u e u no d e sus soldados m ató sin provoca ción
policía, co n fuerza de cien to ochenta, viene revólver en ma­
n o calle arriba, l i e g a a la tribuna; intim a la dispersión; n o a un n iñ o obrero?
OOO
cejan pronto los trabajadores. «¿Q ué hem os h ech o contra
la p a z »? , d ice F ielden saltando d el c o c h e ; rom pe la policía
el fuego. Allí está L in g tendido vivo, despedazado, la ca ta en un
Y entonces se v ió descender sobre sus cabezas, caraco­ ch arco d e sangre, los dos ojo s abiertos entre la masa roja;
leando por el aire, u n h ilo rojo. T iem bla la tierra, húndese se pu so entre los dientes u na cápsula d e dinamita que
el p royectil cu atro pisos e n su seno; caen rugiendo unos tenia ocu lta en el lujoso cabello, c o n la bu jía en cendió la
sobre otros los soldados d e las d os primeras líneas; los m echa, y le llevó la cápsula la barba; l o cargan brutalm en­
gritos d e un m oribun do desgarran el aire. Repuesta la p o ­ te lo dejan caer en el suelo del b a ñ o; cu a n d o el agua ha
licía con valor sobrehum ano, salta p o r sobre sus com pa ­ barrido los coágulos, p o r entre los jirones d e carne caída
ñeros a bala graneada contra los trabajadores q u e le resis­ se le v e la laringe rota, y c o m o las fuentes d e u n manan­
ten. «H uim os sin disparar un tiro», dicen irnos; «Apenas tial, corren p o r entre los rizos de su cabellera vetas d e san­
intentamos resistir», dicen otros; «N o s recibieron a f u ^ g re íY escribió! ¡Y p id ió q u e lo sentaran! ¡Y m u n ó a las
raso», d ice la p o licía . Y p o c o s instantes después n o habia seis horas, cu ando ya F ielden y Schwab estaban perdona-
en el recod o fun esto más q u e camillas, pólvora y hum o. dos, cu ando convencidas de ]a desventura d e sus hombres,
Por zaguanes y sótanos escondían otra vez los obreros a las m ujeres, las mujeres sublim es, están llam ando p o r ulti­
sus muertos. m a vez, n o con flores y frutas com o en los días d e la
¿Pintar el terror d e C h ica go y de la R epú blica? Spies les esperanza, sino pálidas com o la ceniza, a aquellas barbaras
parece R obespierre; E ngel, M arat; Parsons, Danton. ¡A b ^
jo la borca, las lenguas y los pensamientos! Spies, Schw ab ^ Y ya entrada la n oche y tod o oscuro en el corred or de
y Fischer caen presos en la im prenta. A Fielden, herido, le la cárcel pintada d e ca l verdosa, por sobre el paso de los
sacan d e su casa. A E ngel y a N eeb e, d e su casa también. guardias c o n el fusil al h om bro, por sobre el v o c e o y risas
Y a Ling, d e s u cueva. Trescientos presos ea u n día. Esta d e los carcelw os y escritores, m ezclados d e vez en v e z a
espantado el país, repletas las cárceles. un repiqu e de llaves, p o r sobre el golp eo incesante d el telé­
gra fo q u e el «Sun» d e N ueva Y ork tenía establecido, en el
m ism o corredor, y cu lebreaba, reñía, se drabocaba imitan­
do, c o m o u na dentadura d e calavera, las inflexíonra d e la
¿E l proceso? L o s testigos fueron los policías mismos, y v o z d el hom bre, p o r sobre el silencio q u e encim a de todos
esos ruidos se cem ia , oíanse los últim os m artillazos del car­
cuatro anarquistas com prados, u no d e ellos con feso d e per­
pintero en el cadalso. « ¡O b , las cuerdas son buenas, va
jurio. E l fué quien dijo, y desdijo lu ego, que v ió a Spies
as p r o b ó el a lcaidel» «E l verd u go halará, escondido en a
encender el fó s fo ro con q u e prendió la m echa d e la b om ­
garita d el fon d o, d e la cu erda que- sujeta el pestillo d.- la
ba. L o que sí se p ro b ó co n prueba plena fué que, según
tram pa.» « L a trampa está firm e, a unos diez pasos del
todos los testigos adversos, el q u e arrojó la b o m b a era un
descon ocido. L o q u e si suced ió fu é q u e Parsons, hermano suelo.» « N o : los maderos d e la horca n o son n uevos: los
am ado d e un n o b le general d el Sur, se presentase un dáa han repintado d e ocre, para q u e parezcan bien en esta
oca sión ; porqu e to d o h a d e hacerse decen te; muy d e c e n te »
espontáneam ente en el Tribunal a com partir la suerte d e
sus com pañeros. L o que si estrem ece es la desdicha de la «Si: la m ilicia está a mano, y a la cárcel n o se dejará acer­
car a nadie.» « D e veras q u e L in g era h erm oso.» Risas,
leal N ina van Z andt. q u e, prendada d e la arrogante her­
mosura y del d og m a hum anitario d e Spies, se le ofreció d e tabaco, brandy, h u m o que ahoga en sus celdas a los reos
despiertos. E n e l aire espeso y h úm edo, chiporrotean, co-
esposa en el um bral d e la muerte, y d e m ano d e su madre,
de distinguida fam ilia, ca s ó en la persona d e su hermano cean. boquean, ]ss luces eléctricas. Inm óvil sobre la baran­
c o n el preso, lle v ó a la reja, dia sobre día sor a la d e ­ da d e las celdas, m ira el cadalso un gato... jC uando
fensa, la autobiografía b reve y soberbia de su desposado, pronto u na m elodiosa voz, llena d e fuerza y sentido, la voz
y s e fu é a echar d e rodillas a los píes d el gobernador. ¿El d e u n o d e estos hom bres a quienes s e supone fieras huma­
proceso? Los siete fueron condenados a la horca, y N eebe nas, trém ula primero, vibrante en seguida, pura lu ego y se­
a la penitenciaría, en virtud d e un cargo especial d e cons­ rena, ccsn o quien y a se siente Ubre d e p o lv o y atadurra,
piración d e h om icidio d e ningún m od o probado, por ex­ rescmó en la celd a d e Engel, que, a n eb a tad o p o r el éxtasis.

Ayuntamiento de Madrid
404 CENIT

sea un asesinato ju dicial? ¿Cabe en un h om b re que ha abra­


recitaba « E l tejeor». de H enrich H eine, com o ofreciendo
zado una causa tan gloriosa com o la nuestra vivir cuando
al cie lo el espirili, c o n los brazos en alto;
p u ed e morir p o r ella ?» « N o ; alcaide; n o quiero drogas;
C o n los ojos secos, lúgubres y ardientes, qu iero v in o d e O p orto.» Y u no sobre otro se b e b o tres
R ech inaiio ios dientes. vasos. .
«Si, alcaide— d ic e Spies— , beberé un vaso de vino del
S e sientí en su telar el tejedor:
R h in .» Fischer, Fischer alemán, cuando el silencio com enzó
Germ ani; vieja, tu capu z zurcimos-
a ser angustioso, e n aquel instante en q u e tas ejecuciones
Tres m aiiciones en la tela urdimos.
co m o en los banquetes callan a la vez, com o ante solemne
¡AdelanU adelante el tejedor!
aparición, los concurrentes todos, prorrum pió, iluminada la
M aldito ú falso D ios q u e implora en vano. faz p o r venturosa sonrisa, en las estrofas de «L a Marselle-
sa», q u e cantó c o n la cara vuelta al cielo... Parsons, a gran­
E n invicno tirano
M uerto ie ham bre el jayán en su obrador. des pasos, m ide el cuarto: tiene delante un auditorio enor­
¡E n van fu é la queja y la esperanza! m e, u n auditorio d e ángeles q u e surgen resplandecientes de
Al D ios que nos burló guerra y venganza. la brum a, y le ofrecen, para que c o m o astro purificante
¡Adelant, adelante el tejedor! cru ce el m undo, la ca p a d e fu e g o del profeta Elias.
Salen de sus celdas al pasadizo angosto. «¿B ien ?» «¡B ien !»
Se da n la mano, sonríen, crecen. «¡V a m os!» Les leen la
¡M alditoel falso rey del poderoso
sentencia, a cada u no en su celd a; les sujetan las manos
C u y o p c h o orgulloso
por la espalda c o n esposas plateadas; les ciñ en los brazos
Nuestra angustia m ortal con m ovió!
al cu erp o co n u na faja d e cu ero; les echan sobre Ja cabeza,
¡E l ú ltiio d o b ló n nos arrebata,
Y c o m o a perros lu ego el rey nos mata! co m o la rúbrica d e los catecúm enos cristianos, una mortaja
blanca. ¡A bajo, la concurrencia, sentada en hileras de sillas
¡Adelant, adelante e ! tejedor!
delante del cadalso en un teatro! Ya vien en por el pasadizo
M aldito el falso Estado en q u e florece, d e las celdas, a c u y o rem ate se levantara la h o rca ; delante
Y com oyedra cre ce va el alcaide, p á lid o; al la d o de cada reo marcha un ccr-
V asto y sin tasa el p ú b lico baldón; chete.
D o n d e i tem pestad la flo r avienta Plegaria es el rostro d e Spies; el d e Fischer, firm eza; el
Y e ! guano con podre se sustenta. d e Parsons, orgu llo radioso; a Engel. q u e hace reír con un
¡A delan;, adelante el tejedor! chiste a su corch ete, se le ha hundido la cabeza en la es­
palda. Y resuena la v o z d e Spies, mientras están cu briendo
las cabezas d e sus com pañeros, con un acento q u e a los
¡C orre, ¡orre sin m iedo, tela mía!
q u e le oyen Ies entra en las carnes; «L á voz q u e vais a
¡C orre >ien n o ch e y día,
sofocar será más poderosa en lo futuro q u e cuantas pala­
tierra raldita, tierra sin honor!
C o n m o o firm e tu ca p u z zurcim os, bras pudiera decir y o ahora.» Fischer dice, mientras atien­
Tres vees, tres, la m aldición urdim os; d e el corch ete a E ngel: «¡E ste es el m om ento más feliz de
m i v id a l» « ¡H u n a por la A narquía!» d ic e Engel, q u e habia
¡Adelan?, adelante el tq e d o r!
estado m oviendo b a jo su sudario h acia el alcaide las ma­
nos amarradas. «H om bres y mujeres d e m i querida Am é­
Y rom piendo m sollozos, se d ejó E ngel caer sentado en
rica,..», corñienza a decir Parsons. Una seña, un ruido, la
su litera, h un diado en las palmas el rostro envejecido. M u ­
trampa ced e, los cuatro cuerpos caen a la vez en el aire,
da l o había escrh a d o la cárcel entera, los unos corno oran­
dan do vueltas y ch ocand o. Parsons h a muerto al caer, gira
do, los presos isom ados a los barrotes, estrem ra dos los
d e prisa, y cesa; Fischer se balancea, retiembla, quiere za­
escritores y los ilcaides, suspenso el telégrafo, Spies a m e­
far el n udo d el cu ello entero, estira y encoge las piemus,
d io sentar, Parsns d e p ie en su celd a, con los brazos abier.
m uere; E ngel se m ece en su sayón flotante, le su b e y baja
tos co m o q u ien /a a em prender el vuelo.
el p e d io c o m o la marejada, y se ahoga. Spies, en danza es­
E l dia sorprodió a E ngel h ablando entre sus guardas,
pantable, cuelga girando c o m o un sa co d e muecas, s e en­
c o n la palabra .olu ble d el con d en ad o a muerte, sobre lan­
corva, se alza d e lado, se da en la frente co n las rodillas,
ces curiosos d eiu vid a d e conspirador; a Spies, fortalecido
sube una pierna, extiende las dos, sacude los brazos, tarn-
p or el largo su óo; a Fischer, vistiéndose sin prisa las ropas
b orilea ; al fin expira, rota la nuca hacia adelante, saludando
q u e se quitó £ em pezar la n oche, para descansar m ejor;
a Parsons, cu yc labios se m ueven sin cesar, saltando sobre c o n la cabeza a los espectadores.
sus vestidos, depués de un corto sueño histérico.
¡O h, Fischer. c ó m o puedes estar U n sereno, cuando el
alcaide q u e h a d e dar la señal d e tu m uerte, rojo p o r n o
llorar, pasea cono una fiera la alcaldía! «P orqu e— responde
D os dias después, dos días de escenas terribles en las ca­
Fischer, clavanío una m ano sobre e ! brazo trémulo del
sas, d e desfile constante d e amigos llorosos, ante los cadá­
guarda y m iiáriolo d e llen o en los ojos— creo q u e mi muer­
veres amoratados, d e señales de du elo colgadas en puertas
te ayudará a 1 causa c o n q u e me desposé desde que c o ­
miles bajo una flor d e seda roja; m uchedum bres reunidas
m encé mi vída.y am o más q u e a m i vid a misma la causa
con respeto para pon er a los pies d e los ataúdes rosas y
d el trabajador, y p o iq u e mi sentencia es parcial, ilegal e
guirnaldas. C h ica go, asombrado, v ió pasar tras las músicas
injusta». fúnebres, a q u e precedía un soldado lo co agitando co m o
¡Pero, E ngel, ahora q u e ya son las o ch o d e la mañana,
desafío, un pabellón americano, el ataúd d e Spies, ocu lto
cuando ya sólc te faltan dos horas para morir, cuando en
b a jo coronas; el d e Parsons, negro, con catorce artesanos
la b on d a d de is caras, e n el a fe cto d e los saludos, en los
detrás que cargaban presentes sim bólicos d e flores; el de
maullidos lúgures d el gato, en el rastreo d e las voces y
Fischer, ornado con guirnalda colosal de lirios y c la v e l^ ;
los pies, están eyendo q u e la sangre se te hiela, c ó m o n o
los d e E ngel y L in g, envueltos en banderas rojas; y los
tiemblas, E n g é «T em b la r porqu e m e h an ven cido aquellos
carruajes d e las viudas, recatadas hasta los pies por velos
2 quienes y o lubíera querido ven cer? Eiste m undo n o m e
d e lu to ; y sociedades, gremios, veteíns, orfeones, diputacio­
parece justo; y yo h e batallado, y batallo ahora c o n morir,
nes, trescientas mujeres en masa, con crespón al brazo; seis
para crear un lu n d o justo: ¿qué m e importa que mi muerte

Ayuntamiento de Madrid
405
CENIT

d e pino iban bajando los cin co ajusticiados a la £<»a, saho


m il obreros tristes y descubiertos que llevaban al p ech o la una voz q u e s e adivinaba ser d e barba espesa, y d e cora­
rosa encarnada. j j j zón grave y agriado; « ¡Y o n o v « i g o a acusar m a ese ver­
Y cu ando desde el m ontículo d el cem enterio, rod ead o de d u go a quien llaman alcaide, n i a la nación q u e h a estado
veinticinco m il almas amigas b a jo el cie lo sin s o l 9 “ ® h oy dan do gracias a D ios en sus templos p orq u e han m uer­
corona estériles llanuras, h abló el capellán Black, el pálido to en la horca estos hom bres, sino a los trabajadores de
defensor vestido d e negro, c o n la m ano tendida sobre los C h icago, q u e h an perm itido q u e les asesinen a cin co de sus
cadáveres; «¿Q ué es la verdad— decía en tal silencio, que más nobles am igos!» La noche, y la m ano d e l defensor so ­
se o y ó gem ir a las mujeres dolientes y al c o n c u r s ^ , qué b re aquel h om bre inquieto, dispersaron los concurrentes y
es la verdad, q u e desde que el Nazareth la tra)o al m undo los burras: flores, banderas, m uertos y afligidos, p erdlin »e
n o la co n o ce el h om b re hasta q u e con sus brazos la l e v i t a en la m ism a negra som bra; com o d e olas de mar venia d e
V la paga con su muerte? ¡Estos n o son felones abom ina­ lejos el ruido d e la m uchedum bre envuelta a sus h ogire:,.
bles, sedientos d e desorden, sangre y violencia, sino hom ­ Y decía el «A rbeiter Z eitu ng» de la n och e, que al entrar
bres q u e quisieron la paz, y corazones llenos d e ternura, en la ciu d a d recib ió el gentío á vido: «¡H em os perdido una
amados por cuantos los con ocieron y vieron d e cerca el batalla, am igos in felices; pero verem os a! fin el m u n do or­
poder y la gloria de sus vidas; su anarquía era el rem ado denado con form e a la justicia; seam os sagaces com o las ser­
del ord en sin la fuerza; su sueño, u n m undo n uevo sin
pientes, e inofensivos com o las palom as!»
miseria y sin esclavitud; su dolor, e d e c r e « q u e el egoís­
m o n o cederá nun ca por la p a z a la justicia; ,oh , cruz de
Nazareth. q u e en estos cadáveres se h a llam ado cadalso^» José M A RTI
D e las tinieblas que a tod os envolvían, cuando del estrado

a la vida m oral y muchas veces elogia, y admira,


El Estado, politicam ente entendido, es decir el y ama, y celebra a los rechazados del gobierni^ a
Estado sin más. coincide, com o sabemos, co n el tos condenados y ,a los vencidos, y
S f i i m o y Vs una relación de autoridad y consen-
mártires d e la idea. Para ella
S S e m o ¿ e tiene fren te a si en em as y n a voluntad sirve a la causa de la cultura y del
trata oom o a tales, a aquellos que n o la aceptan progreso a su manera y todos en concordia dis-
o tratan de cam biarla. Estos son declarados,
los casos traidores, rebeldes, conspiradores inde­ ^ ° ^ ^ e b i d a la «m oralidad» com o «estado é tico » e
seables y enviados a la muerte, a las prisiones, a identificado éste c o n el E stado p olítico o «Estado»
destierro, y de otras m aneras to e r a secas se llega a la con cepción (que n o eluden
gados. Y por la tendencia que tiene y debe tener los teóricos de esa escuela) de que la m oral wn_
Isa relación política, o sea creta está toda en los Que gobiernan, en el ^ t o
ft conservarse, son ademas de eso vigilados y te en que gobiernan, y sus advérsanos deben con si­
nidos por sospechosos todos los espíritus libres derarse adversarios de la m oral e n acte, m e r « « d a
n d t ó l^ V S a los críticos y pensadores que. res n o só lo de ser, según la ley y fuera de la ley,
tenieñdo’ a la vista lo eterno, van siempre m as alia castigados (lo que se com prende o
£ L existente y d el presente. Itos derse) sin o de uiia alta condenación m oral.
alternando las intim idaciones con ja s lisonjas por d ecirlo asi. una con cepción «gubernativa» de
procuran hasta con stru ir la am istad J ? ’? m oral, cu yo prim er origen hasta se puede
bres y ganárselos; y los mas diversos regímenes s relativam ente, es decir, en relación c o n la p o t ó l a
r ^ e a n de «literatos» y. com o se ^ o r a , de a que se sintió arrastrado Hegel con tra
«intelectuales», que lu e p , por .enante llegan a ser la vaporosidad y la presuntuosidad rojn án tica de
dóciles y se prestan a los sern cios del ^ t a d o y a las alm as bellas y sensibles (en la ^
Piahorar teorías, y poem as útiles al Estaüo, n c oportu n o elogiar a l hombre genial y al heroe a
pueden ser. com o es lá c il j j ^ a g i n a ^ m ^ que ^ e - aquel buen ciudadano), y, si no justificarse,
tas e intelectuales de cualidades p oco fi^as. P ^ a explicarse en lo demás con la tendencia personal
los de buena casa y fino temple, para los i n d ^ conservadora de Hegel, súbdito d el Estado Prusia­
les para los atorm entadores y perturbadores de m n o de la restauración, Pe^® 9 ue_no
y de los demás, para los tentadores y re- cóm o podía seguir siendo todavía objeto de tanto
ductores de almas, el poeta de los ^ e t a s ha fervor com o sienten los escritores de la escuela, que
en boca del político la frase: H e thm hs to o much. parecen em briagarse y ca er en éxtasis ante la im a­
such m en are dangerous; y un teórico h a í c f “ ^|a gen sublim e d el Estado. No obstante estas ®r^a‘ja -
do la sentencia; Omnis p h ilosop h i^ cum ciones y este dionislaco delirio estatal o guberna-
m unem hom inum cogitandi facultatem ab m e S tll es m enester mantenerse firme en conside­
optimatibus non iniura sibi «^‘ «‘ ‘“ a t u r ^ r n r o io s a rar al Estado en lo que es verdaderamente. í o r ^
Pero la vida m oral abarca en si a los hombres pipmpnta,! v angosta de ia vida practica, d e la cual
de gobierno y a sus adversarios, a los conserva­ to “ d a m o ra fflu y e por todos los costados y escapa
dores y a ios revolucionarios, y a éstos quizá m ^ esparciéndose en arroyos copiosos y fecundos,
oue a los prim eros, porque m ejor que otr^
abren las vías d el porvenir y procuran e l progre^M
de las sociedades humanas. Para ella n o h ay mps Benedetlo CROCE
r e y e f que S u e llo s que n o se h an elevado todavía

Ayuntamiento de Madrid
©ICS ¥ ©IDCS
7
En septiembre últim o, el profesor Sidney Suirm, UU. de Europa y_del Parlam ento del Hombre. Ito
seguido de un equipo de técnicos, aterrizó en Ma­ especie de am ontonam iento im puesto por Stalin
drid procedente de los EE.XJU. O bjeto d el viaje, a sus naciones vasallas ha estimulado este em­
estudiar la econom ía española de acuerdo co n el peño de la Federación Occidental. Las negociacio­
plan de defensa occidental. D icha com isión ^ a b anes se han venido llevando a ca b o estos últimos
de cum plir su com etido. Ha recorrido el país du­ tiem pos hasta culm inar en la asamblea de Stras-
rante m ás de dos meses, cotejad o estadísticas ofi­bourg. en la cu al el líder federalista Spaak dim i­
ciales de produ cción de dudosa veracidad y com ­ tió la presidencia de la Asamblea Consultiva del
probándolas a lo largo de un recorrido por las Clonsejo de Europa en vista de las discrepancias
fuentes hidroeléctricas pirinaicas, cordillera can­ surgidas. Se produ jo esta dim isión en el preciso
tábrica y Guadarram a. Asim ism o fueron inspec­ m om ento en que el parlam ento francés se pronun­
cionadas las cuencas carboníferas de Asturias y ciaba p or el llam ado Plan Schuman.
Galicia, los centros agrícolas, pesqueros y navales Durante cin co años—declaró Spaak—hem os vi­
y las factorías. Se ja cta Sufrln de haber levantadovido bajo el terror de los rusos y de la caridad de
€l priínero y más com plsto inventario sobre los re-los am ericanos.' Sin em bargo perm anecem os indi­
cursos agrícolas e industriales de España mediante ferentes com o si la historia pudiera esperar, conm
iníorm e de 180.000 palabras. Se hace con sta r en si dispusiéramos de tiem po, de décadas y más dé­
él que España, ten ido com o país al borde de la cadas para transform ar nuestra mentalidad, para
bancarrota, es uno de los pocos que reúnen con ­ suprim ir nuestras barreras arancelarias, para
diciones de autarquía económ ica. Sin embargo. abandonar nuestro egoísm o nacional.
Suírin establece e l estandard de vida d el español Los entorpecedores de la Federación Europea ba­
medio en 160 dólares anuales, y ello a causa de san su escepticism o en lo siguiente; En el m osaico
los siguientes factores: nacionalista que Europa ofrece; en que esta es una
B abel de lenguas y tradiciones; y en que—punto
1.—El pésim o sistem a de distribución de los p ro­
de vísta británico—no se puede com parar la si­
ductos. tu ación europea co n la que h izo posible la fede­
2.—El pern icioso con trol del Estado.
ración norteam ericana en 1788.
3 . in atraso de la agricultura y a sus prim itivos
Spaak, en su discurso atacó a los ingleses y es­
procedimientos.
4 —La escasez de m ano de obra calificada. pecialm ente a Mr, Churchill, cam peón an tañ o de
Suírin cree que esta situación n o puede ser su­la federación y representante h oy del aislacionis-
perada con solo la ayuda financiera. «España— m a Pero la tesis belga ha quedado en el aire al
d ice—, n o m orirá nunca de ham bre; pero p od n a plantearse la cuestión del ejército europeo com o
m orir de indigestión de dólares.» Sus recom enda­ un derivativo del plan Schuman. El própósito de
ciones ccnsisten en un plan escalonado de rehabi­ un ejército europeo h a fracasado al plantearse la
cuestión de un com ún presupuesto m ilitar entre
litación: ..
1 ' Puesta en m archa al m áxim o de su rendi­ las naciones occidentales. B élgica cre e que este
miento del utillaje industrial existente. (Este ren­com ún presupuesto afectaría el standard de vida
dim iento es de un 20 % de su capacidad real). de su país—que es de los más altos de Europa—
2“. Abastecim iento de materias primas. y que el ejército com ún absorbería a su propio
3'. A portación financiera progresiva. ejército nacional.
4".Readaptación de la m an o de obra. El Plan Schum an parece ofrecer mejores pres-
5". D rástica transform ación de los sistemas hi­pectivas. Consiste este plan en la puesta en co ­
munidad por seis Estados europeos, de sus recur­
dráulicos y de transportes.
Sufrin resume sus Impresiones con estas pala­ sos en carbón y acero; 220 millomes de toneladas
bras: «D e inclinarse los EE.UU. por un plan posi­ de carbón anualmente y 38 m illones de toneladas
tivo h acia España, e l aum ento d el standard de de acero. El «p o o l» trae consigo abrogaciones con­
vida debiera tener prioridad; la ciencia económ ica certadas de tipo diplom ático y arancelario. Pero
demuestra que un obrero indigente es forzosam en­ la cuestión planteada es la siguiente; ¿P odrán los
fervientes patriotas—SS.MM. los Reyes d e ! Acero
te un m al obrero». ,
(3on lo cual Mr. Suírin h a descubierto el Medi­y d el Carbón—trabajar en perfecta armonía. Por
terráneo, A esta m ism a con clusión llegaron hace de pron to Bélgica y Luxem burgo se resisten. Y
muchos siglos los mozos de muías. Alem ania h a pospuesto su resolución. Y sm el
concurso de Alem ania el Plan Schum an es im prac­
Desde Cjésar a Napoléon, pasando por Hltter, so­ ticable.
ñaron m uchos p olíticos en el ideal de una Europa —o—
unida, o am ontonada, b ajo la égida de un EstMO
único. Responden a ello las consignas de los EE. M ientrastanto, ruge en EE. UU. la polém ica so­

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 407

campesinas del pueblo de Shansi—provincia del


bre el ritm o de la producción de armamentos. Tres
Noroeste—, Entre latiguillos llam ativos (supresión
grupos intervienen en ella: e l que cree que la pro­
de accidentes entre la población infantil, reducción
ducción es insuficiente y con retardo: el que cree
de la prom iscuidad sexual en un 74 aum ento de
que se produce m ucho y dem asiado pronto; y ei
la produ cción y del nivel cultural) el inform e re­
que coin cide con el prim ero en la necesidad de un
vela detalles sintom áticos com o los siguientes; que
intensivo rearm e y con el segundo en cu a iflo al
una sexta parte de las fam ilias h an vendido «ile-
peligro dé una dislocación económ ica que el hecno
galm ente» parte de la tierra; que un 20 % de jefes
nroducirla. Se sobreentiende que este tercero es la
de fam ilias se h a id o enriqueciendo, n o co n los
propia Casa B lanca. Es tam bién de la misma
productos de la tierra, sino en calidad de presta­
fuente el supuesto de que Rusia y sus satélites pa­
m istas al interés usuraria del 60 % anual, y que
san por dificultades internas cuya gravedad
im probable la guerra antes de m ediados de 1953. el resto vive en la miseria.
Transcribim os aqui las últim as manifestaciones
ante las Naciones U nidas del representante sovié­ —o —
tico, M. W ishinsky;
«L os EE.UU. planean m ovilizar un ejército de El descubrim iento de las fuentes d el O rin oco ha
«•im inales de guerra con tra la Unión S w iética . sido el deporte favorito de los escrutadores de las
Pero n o hay fuerza capaz en la tierra de abatir ei selvas suramericanas. Los conquistadores españo­
Krem lin Vuestros tanques, vuestros cañones, y les buscaron alli, en las vírgenes m ontañas de Pa-
vuestros aviones n o pueden medirse con nuestros rim a, el fabuloso Eldorado. Los m isioneros jesuí­
tanques, nuestros cañones y nuestros aviones...» tas llevaron el evangelio rio arriba hasta llegar a
Esm eralda En 1800, H um boldt venció todos los re­
Y M oeslavia fue el prim er país com unista de cords de profundidad y e l m undo de la botánica
Dostguerra en acusar y condenar a un prel_^o de se enriqueció co n más de 6.000 nuevas espectes-
la Iglesia. Se tra ta del arzobispo Stepinac, líder de Pocos a ños después un am bulante brasileño afir­
la iglesia catóUca que dice con tar allí c o n siete m ó haber recorrido todo el curso del rio. E n 1931,
m illones de adherentes. Stepinac fue detenido el am ericano H. Spencer Dickey, estableció por
acusado y condenado, en 1946, p or colaborador del coordenadas la posición de las fam osas fuentes.
Estado títere croa ta (nazista) a 15 años de traba­ Recientem ente, un rriilitar venezolm io ha h ech o
jos forzados y pérdida de sus derechos c i v i ^ . con ocer por radio la posesión definitiva, en nom ­
Posteriorm ente cu n dió el rum or de que T ito ha­ bre de su país y de la Sociedad G eográfica Am eri­
bia propuesto una transacción al V aticano, o sea cana.
liberar al arzobispo b a jo con dición de que este
abandonara el pais. Pío X II, según la misma ver­
sión, rechazó la proposición. El m isterio de los prisioneros de guerra por la
La prensa oficia l yugoeslava acaba de publicar cam paña coreana acaba de ser desentrañado, 3,196
el siguiente com unicado; «Aloysius Stepinac, ex­
fam ilias, entre las que abundaban los deudos des­
arzobispo de Zegreb, h a sido liberado provisional­ a p a re cid o s-m u e rto s oficialm ente—en acción de
mente. Residirá en K rasic, su villa natal.» guerra, h an recibido com o aguinaldo de prim ero
C on lo que Pío ha ganado en tozudez a T ito.
d e a ñ o una feliz sorpresa; sus m uertos han resu­
citado. Figuran co m o «vivos» en la lista norteco-
reana de sus prisioneros. La em oción ha sido, pues,
«¡Enriqueceos!» Fue esta la prim era con sign a del enorm e, especialm ente entre las supuestas viudas,
La m ás afectada por esta em oción ha sido, sm
bolchevism o dirigida a los campesinos. Estos em-
duda, la dam a norteam ericana Agnes Sasser, de
nezaron a enriquecerse pero no p or m ucho tiempo.
22 años. Casada co n el oficia l W alter B. D ixon en
Les «kulaks» fueron despojados por los nuevos
1950 un a ñ o después fue dado éste com o muerto
amos. Pero la clásica paternidad soviética se ex­
tiende actualm ente sobre el cam pesinado chino. en el cam po de batalla, E l gobierno am ericano en­
tregó a la viuda una prim a de 10.000 dólares a ti­
Los señores feudales fueron alli eliminados, proce-
tulo de indemnización, oue fue utilizada por la do­
diéndose al rep a rto de tierras, animales y herra­
lorida dam a para casarse de nuevo en septiembre
mientas. , X J de 1951- W alter B. D ixon figura en la liste de los
U n inform e h ech o público p or las autoridades
resucitados. Y la encopetada dam a com o candida
com unistas ch in a s expone el balance de la refor­
m a agraria sobre el caso típico de 600 fam ilias ta a la d iíu nción p or adulterio.

Ayuntamiento de Madrid
REPORTAJE AL COMPAÑERO

r o s -c o n t e s t a L a t e la io - c o n los grupra autoritarios a base


L com pañero Edm undo Latelaro es un
de concesiones nuestras, que n o term inó en 1907, al surgir
viejo mUitante de la Federación O brera B e-
el sindicalism o, y la d e ponerle m otes al anaiquismo.
eiona! Argentina, q u e actuó en sindicatos de
»Para mí, se es o n o se es anarquista. L o dem ás, el so­
la F ederación O brera L o c a l Bonaerense y con
cialism o, el com unUm o, el coletivism o, es más bien, por no
diversas intermitencias tam bién en varias pro-
decir tan solo, fa cto r d e la post revolución. Tales a,pela-
. vincias <iel país. H om b re h e ch o a la lucha
tívos, para mi, n o m odifican en nada lo fundam ental del
i^ j I - y ¿en tro d e los cuadros d e la Federación, ha anarquismo. Es decir, n o cam bian la con cepción n i la con ­
tcimado pa rle en gran núm ero d e actos orga-
ducta d e la acción antiestatal justa y d e paz verdaderam en­
nizados por federaciones locales, provinciales e
te real Pero lo q u e si cam bia fundam entalm ente y n o se
instituciones afines, en los que ha mantenido pu ede admitir en nom bre d el anarqutemo. es ese ser y no
bandera d e la F.O-R-A-, cu y a trayectona levoiu cion an a tan­ ser. el térm ino m ed io tan explotado por los políticos para
ta influencia ha ejercido en la orientación del m ovnm i^ to estar a bien con dios y con el d iablo y tener siem pre ra­
obrero en len gua castellana tanto en esta parte de A m én ca zón . E so es sofisticar las ideas, ya q u e con tal renuncia­
co m o d e Europa- , m iento n o se practica el anarquismo, sino q u e se « s e n a -
Albañil d e profesión, roba a sus descansos el tiem po ne llam enle antianarquista». C u an do se afirma a\ Estado y las
cesario para intervenir en los problem as d e su s m ic a t o y codificaciones, aunque sea en mínim a parte, se llega a « a
para instruirse, en ese afán singular d e los a narqu ista que desgraciada conclusión- Lam entablem ente, el jrauitico «d i­
buscan los m edios d e identificarse co n todos los problerora v id e y vencerás» se ha venido aplicando en el ca m p o de
sociales d el m undo contem poráneo, para forrnarse u m con la lu cha revolucionaria con tan ingratos resultados co m o Ira
ciencia y pod er, de ese m od o, r e ^ r el m ejor produ cto a q u e palpam os h o y cuando, e n nomlire d e no se q u é da*® de
la causa d e la revolución. C on oced or del m ovim iento ob ro- anarquismo periódicam ente nos salen c o n una n ovedad, con
re revolucionario d el país, y tam bién en cierto m od o del una reforma, c o n una innovación, para sepraam os más de
m undo en general, sus especulaciones responden a los prin­ nuestros objeHvos y alejarnos d e la verdadera revolución.
cipios bakuninistas en cam ados en la Primera Intem acioiia!, Y por si los ejem plos n o fueran d e p o r sí abundantes, vea­
p¿sición a la cual es fiel por entender q u e s ó lo ™ e d m te mos los resultados de tal confusión: separación d e nuestro
la capacitación logrará formarse el m edio d e lu cha p e p ca m p o hacia la politica, dejando latentra los problem as pro­
da con du cim os a la libertad c o m o la entendem os los anar­ pios de las clases revolucioimrias que d e este m o d o se dis­
quistas. D en tro d el m ovim iento obrero d el país, ha sost gregan, desorientadas. Parediera ésta obra de la contrarre-
n id o el criterio que interpreta la Federación xolu ción q u e actúa para dividitnra, con fu ndim os y uncir­
nal Argentina, d e lu cha frente al autontansm o y a la polteca
nos al y u go d e la reacción. . i . j„
rémorra q u e esterilizan el sentimiento revolucionario de las » C o n tales especulaciones, cada vez estamos más lejos de
entendem os y com prender los problem as de nuratra lib e­
*^ *T d es'pm tra de vista los sustenta E dm un do Latelaro desde ración de las ga n as del capitalism o para establecer una
hace más d e un cuarto d e siglo en q u e milita en los cuadros sociedad d e productores libres. Da polém ica d a la d e lejos
d e la F .O .R .A . Colaborador en nuestra prensa revoluciona­ y después d e tanto discutir n os. encontramos en el cam ino
ria sobre los temas más variados, posee u n conocim iento de las interpretaciones, en detrim ento d e la revolución. El
personal d e todos los grandes a con tecirm p tos historíeos d ^ liem po marcha, pero en este le n e n o hay quien evoluciona
anarquismo mundial, y en virtud d e e llo le interrogainra hacia atrás, pese a los ejem plos historíeos y a Ira mfortu
para q u e los lectores d e C E N IT se enteren d e su p e g a ­ nadas experiencias obtenidas en cuanto a la nuhdad abso
miento sobre las siguientes cuestiones latentes en la « l e r a luta d el ratatismo y d e to d o leform ism o, j » r negativos d el
d e actividades de la propaganda: , ^ , ________, . progreso. Y o a cepto q u e la realización total del anarquismo
T u experiencia, com pañero, te habra h ech o co n c .b ir u L r lo intrínseco n o será posible. Para mi, e anarquismo
con ce p to propio respecto de un sector d el a n a rp is m o que. ^ 0 Ira espuelas d e la inquietud clavadas en los ijares del
después d e los intem acionalistas: Bakumn, GuUlaume Fa pensam iento hum ano. P ero n o se p u e d e aceptar q u e q u ie­
nelli Lbrenzo, Malatesta, etc., se h a id o inclinando hacia nes digan tener una idea, una con du cta y una con cepción
la socialdem ocracia, en una evolu ción a la inversa J Z Iorai- social, de paz, justicia y libre con ^ v en cia , la V
derando el porvenir c o m o m ovim iento d e revotoción, que exponga a medias, alegando q u e raí se llegara m ^ °
todos p o r igual esperam os, ¿ d e ^ m o s los anarquistas ratem a la meta y será más fácilm ente d ig e n b le para el pueblo.
der ese m ovim iento c o m o resultado de una capacidad l »E sto significa tanto c o m o chapotear en un pan tfflo, y a
tai, c o m o lo entiende el socialism o politm o, o q u e n o con d u ce a ninguna parte buena. E l anraquista pata
tado d e la a cción directa q u e p r e c o n iz a b a los integrantes m i es pensam iento y a cción : separar una cosa d e otra, sera
d e la Primera Internacional y sitó discípulos y q u e parece tanto com o seccionar la cabeza del tronco. B a jo con cepto
ser la razón de la m ism a historia? algu no se pu ede llam ar anarquista quien renuncie a la ac­
— D os cosas m e parecieron siempre m c o edificantes, p w o ció n directa, y n o debem os entender com o tal el h echo m a-
constructivas: aquella vieja polém ica d e nuestros com pañe­

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 409

g ico q u e nos preocu p e a todos y nos torture, ya que sig ­


terial tan sólo, sino la negación d e protectores, de interme­
nifica mantener ardiendo la hoguera d e don de salen los m i­
diarios, d e abogados entre la esclavitud y la revolución.
litantes. ¿C óm o hacer para que la juventud adquiera con ­
»Ija capacitación para nuestro m ovim iento, com o para
cien cia de s í m ism a? P or la propaganda y n ada más que
tod o otro, es fundam ental, pues de lo c o n t r ^ o n o se p o ­
p o r la propaganda. N o sabría responder d e otra manera.
drán form ar militantes d e conducta, d e con ciencia, d e per­
sonalidad responsable d e sus a c c ió n ^ . P eto el armatoste es­ C laro está q u e ta m poco es fácil, cu a n d o hoy som os forjadc>
íe s en hierro frío y n o nos q u ed a otra posibilidad que gol­
tatal, el andam iaje d e la codificación y aun de las cos­
tumbres jamás nos dejarían llegar al punto revolucionario pear. Pero DO olvidem os q u e som os c r e a d o r a d e una orga­
n ización responsable y n o d e partidos políticos y para elto
que esperamos, si la a cción directa n o elim ina los yalla<k-
o b lig a d o es realizar una edu cación integral. L a juvOTtud,
tes q u e n os es preciso salvar. L a sofisticación y distancia-
c o m o la infancia, tiene su m u n do propio. N osotros debem os
míMito d e las normas, ideas y prácticas d e la Primera In­
ir a tíla . E n nuestro ca m p o tenem os buenas figuras q u e p o ­
ternacional, constituyen, para el anarquism o una verdadera
drían prestar un con cu rso valioso c o n sus conocim ientos so­
tragedia, por sus consecuencias en detrim ento d e la revolu ­
ciales y literarios para ir afirmando m entalidades. L o difícil,
ción ». com o siem pre, reside en los m edios d e divulgación. E n este
— C om pañero Latelaro, ¿cóm o ves el porvenir anárquico
aspecto bien p o c o h a h e ch o el anarquismo hasta ahora.
inm ediato frente al acelerado avituallam iento gu en ero d e los
C u an to con ocem os, cuanto se escribe, cuanto se trata, esta
dueños d el m undo y , cóm o d eb em os r¿accionar los anar­
d irigido a personas form adas, a hom bres c o n convicciones.
quistas— representantes d el pensam iento lib re mundial si la
H em os dejado d e lado—«in hacer hincapié en las causas—
próxima guerra estalla p o r la com peten cia d e los dos c.olosos
a la juventud, q u e mañana será u n produ cto d e nuestra
del capitalism o burgués y com unista? conducta, y con viccion es. L os apuros, com o las concesiones,
Ese avituallamiento tiende a destruirlo to d o ; p ero aun
n o con du cen a n ada bu en o en la generalidad d e los casos.
siendo asi, o quizá p o r eso mism o, dem uestra que o el mun­ L a parábola de R od ó «pam pa d e granito» n os da en este
d o capitalista-com unista se destruye o el anarquism o triun­
ca so una buen a lección . _
fa. M e in clin o por l o últim o. Atravesamos por una hora de — C om pa ñ ero; cam biando de tema, c ó m o ves la acción
prueba, d e afirmaciones sin titubeos n i m edias tintas. Nunca
resistente d e l m ovim iento anarquista español a g l o b a d o en
más negativa la duda para el anarquismo que en estos m o ­ la C N T ., frentq a la indiferencia de la socialdem ocracia
mentos. C uanto más contundentes en afirmaciones, concretos, capitalista y el apoyo d e las N acion es Unidas al régiraen
y más lim piam ente procedam os los anarquistas, más p io io e - nazifascisla d el franquism o, por implantar una socied a d de
tedor será el porvenir. Las concesiones suponen renuncia­
productores ibéricos libres? _
miento. Q ue renuncien los otros, pero n o quienes, c o m o los — Da ep op éyica acción insurgente del p u eb lo ibérico— con ­
anarquistas, tenemos por n orte la libertad. Atravesamos por testa el com pañero Latelaro— tien e tanto d e ejernplaiiz’.dora
u n p eríod o d e descom posición, d e rdajam ien to m ora!, de com o de lóg ica la indiferencia d e la llam ada socia ldem ocia -
desprecio p o r cu anto suponga responsabilidad. En esta n o ­ cia capitalista. M edítese sobre los objeHvos d e una y otra y
ch e negra, nuestras ideas tienen q u e iluminar c o m o faros, s e aceptará q u e n o p u ed e ser d e otra manera. E n cuanto a
con luz brillante. Fraternales, com prensivos, tolerantes, si; las llamadas Naciones «U nidas», m e parece q u e es dem asia­
pero firmes en nuestras con viccion es, en nuestra conducta da ingH iuidad esperar a lgo b u en o y justo d e ellas, sobre
co m o anarquistas. lo d o teniendo en cuenta los principipos de acción y objetivos
¿C óm o debem os reaccionar los anarquistas? Si la guerra
q u e encarna la C .N .T .
se extendiera— prosigue el com pañero Llatelaio— hasta c o n ­ L o que y a n o resulta igual es la actitud del anarquismo
vertirse en contienda mundial, n o ca b e otra resolución que mundial que. en mi opinión, n i cu ando se estaba constru­
p tíea r p o r l o nuestro, crean do focos revolucionarios aqui y ye n d o allí un m u n do nuevo, n i ahora, q u e se lucha para
allá en form a d e m aquis, p e t o jamás servir a ningún Es­ retomar las directivas d e esa acción , estuvo a la altora de
tado, p o r m u y enem igos que seam os d e ! stalinismo, quinta­ sus ideales universalistas n i d e los acontecim ientos. D ijim os
esencia d e lo antihumano, anliproletario y aniquilador d e las entonces q u e si la revolu ción españ ola n o salía d e sitó fron­
conquistas d e la revolu ción . L a historia nos enseña q u e el teras, sería ahogada en sangre. H o y afirmamos q u e el tnun-
m ejor E stado q u e p u ed e crearse es la destrucción d e todos. f o d e esa a cción insurgente, n o s ó lo para el anarquismo
Alguien estimará c o m o suicida la respuesta, p ero es el único ibérico, sino para el anarquismo m undial, es b á sico para
cam ino q u e corresponde. N osotros n o pod em os tom ar par­
tid o p o r ninguno d e nuestros enem igos sempiternos. Seamos éste.
S i n o l o entendiéram os así. talcual la situación se pre­
para él, co m o dijo el poeta, una perm anente zozobra, si no
senta, a la larga la revolu ción quedaría siem pre expuesta al
podem os ser otra cosa. neligro. E l capitalism o ruso, q u e parece h ab er perdido la
L a A sociación Internacional d e Trabajadores, q u e en su partida en Europa, transfirió sus avanzadas al capitalism o
últim o con greso celeb ra d o en Francia parece haber entrado
yanqui. Y esto nos d ic e l o dem ás. .. , , j
en el cam ino de las realidades ideológicas, aunque sin una T u experiencia te habrá h ech o con ceb ir e l futuro de
determinación concreta en cuanto a la acción de lucha, bien
España después de la ca ída d e! régim en franquista.
pudiera encaminar su actividad futura a esta premisa, agre­
Si e! puntapié lo da el proletariado, será decisivo para
ga el com pañero Latelaro. L a A .I.T . d e b e estar presente con
la hum anidad, porqu e será por la acción revolucionaria y
tod o su peso ante este problem a. D e b e tom ar con ta cto con
marcará una nueva era h istórica..P or los principios q u e ani­
toda inquietud, desd e ahora m ism o, en u na acción decidida,
m an al proletariado ibérico, to d o indica que n o podrá ser
concreta, terminante. N o ocu ltan do quiénes somos, lo que
pensamos y l o q u e queremos, llegaremos al corazón del mis­ de otro m od o. Y lo esperamos vivamente.
— Finalizando esta entrevista, ¿podrías d ecim os, co.n pa-
m o pueblo. Y, co m o anarquistas, es lo ú nico q u e corresponde
ñero, cu á l h a sido la m ayor satisfacción o em oción, com o
ante tal situación. anarquista, experimentadas durante tus m u y respetables años
¡Bien! D inos ahora, com pañero Latelaro: ¿Q ué p o i r a -
mos hacer los anarquistas p o r esa juventud h oy descarriada de militante?
Podría decir que, para mí, m ililai h a sid o siempre una
m erced a la política y que es carne d e cañón en todas las
satisfacción, aun desde la cárcel o el c á a b o z o Pero una
guerras, para q u e adquiera con ciencia y responsabilidad de
d e las m ayores m e la brindó el p u eb lo d e San Cristóbal, en
sí misma, en defensa d e su p ropia vida y de la humam_dad?
ia Provincia d e Santa F é : después de h aber ganado una
— ¿Q ué po<¿íam os hacer? Esta pregunta la form ulé desde
huelga, al s a b e n e q u e y o qu ed a ba preso, b a jo proceso, la
q u e tom é parte, e n 1911, e n nuestras luchas, y es m uy ló­

Ayuntamiento de Madrid
>4LA VIDA ^ a m u á y n u e s tro iie m p o
Y LO S LIBROS
lirio absorbente, ccn trario a la libertad, de todos
S de estim ar en el autor de «Les Jus­
los pontífices de las religiones.
tes». ese anhelo, esa honda preocu- Estudia Cam us en su obra el sentido de «negación
ción que le induce a escrutar la co n ­ absoluta», que halla su expresión en las concep­
ciencia del hom bre actual frente a ú n a
cion es del Marqués de Sade.
tremenda crisis de valores. Tiene la igual en el bien que en el mal. La tesis de S t u ^ r .
sinceridad de con fesar las propias con tra todo aquello que tiende a n e ^ r el ^ e r
incertidumbres, los tanteos en pos ae del individuo, exaltación esta que acaba e n factor
r a ^ W Y l S ) un punto de apoyo, de una e s j^ r ^ - de egolatría. El nihilism o de Niettzsche. El sentido
za, de ese «espoir» que h a puesto c o ­
de rebellón entre los p o e tp .
mo lem a al frente de la notable seiro- en Rimbaud. La expresión de rebeKha p la s m ^ a
ción de libros, de diversos autores y co n t e m ^ de en e l arte de los surrealistas, refractarios a la oeo-
niiPKtrfi tiemno. cuya edición dirige. Y es co n el cia y con form ism o de tipo burgués.
norte puesto en esa esperanza, susceptible de a t r ^ Escrutando los arcanos de la Historia, se nota
v S S l o s . que se e sfu ^ z a en d o ^ ^ r la an­ cóm o el hom bre se subleva a v e c ^
gustia, el desaliento, que Camus ha escrito su ul de incoherencia, cuando n o con afanes
tim o libro «L ’Homme révolté». de seguir idénticos procedim ientos a ¿«s e m p le a d a
E l análisis, el exam en de la por aquél contra quien se levanta Y el autor de
□ue nrevalece en nuestra ép oca le hace creer que, «L'H om m e révolté» muestra la diferenciación de
llegados al con fín de la duda. la impulsividad, a veces ciega, d el individuo que se
deteniendo el Im pulso hacia un subleva a la acción d d revolucionario acorde ron
mo. Asi dice en las paginas de su unos principios. Ambos, no obstante, p u ^ e n ha­
«T?oto el esneio. va n o resta nada que pueda ser llar una convergencia en el afan de reivin dicación
vim os para responder a cuestiones M enciona el escritor que se cita, el “ ’ ^ u jo que
absurdo com o la duda m etódica, han h roh o tabla abarca el pensam iento del Rousseau del «C ontrato
r a « Nés 1 ^ d eja d o en un callejón sin salida. S o d a l» Le considera dogm ático, pues si bien pone
S d u d T puede orientar un nuevo exam en » en duda y hasta descarta todo poder divino, no
Y con todo y recon ocer e l descalabro de la por ello d e ja de sentar una posición, ceñida a m o­
zación. cree que es inevitable fi^e nos e s fo r c e m « dalidades coactivas. «El C ontrato Sccials—manifles-
en luchar, a fin de que b n lle una luz en las time ta Caimis—term ina co n la descripción ds una re­
ligión civil y hace de Rousseau un precursor de las
espíritu de rebelión, el inconform ism o, brota sociedades contem poráneas que excluyen, no sola­
ya del fondo del individuo contra mente la oposición sino incluso la_ n eutralida^»
poderlo de esencia m etafísica que t i ^ e su expro Es el sino; de todo cuanto lleva ca ra ct:r de im po­
S en t ^ a s las religiones. Asi el sición aun y co n todo hacer que se escude co n la
Fjiniiilo se enfrenta con tra la om nipotencia del
Zeus olim picó de la m itología heléniro. Asi L u a fe r
S S n d e n c i a de la Razón... Y por de Saintvía
Just, tom an carta de naturaleza, en la RevoluGon
^ b f e v X con tra Jehová en el «ch ef d'm uvre» de Francesa, las ideas de Rousseau en su «C ontrato

^ A lu d e Camus a los terroristas rusos, a les n ihi­


lista^ a los revolucionarios d el 1M5- M enciona
ront“ rcx S o IS ? ;^ r £ r á s ^ ic a s tam bién a Bakunin. haciendo resaltar su ardor
revolucionario. Pero quizás acentúa un ta n to ^
frenesí esa especie de fan ática insurgencia que
otros tam tóén han señalado^ e n Bakunin, sm p a ­
rarse a exam inar, com o hacia l ^ x Nettteu, la f i­
b ra de pensador, el hondo espíritu analítico que
organización tnandó un ulhraatura a la d e PoUc^a^
vibraba en el con ocido anarquista t'uso.
d u d ó l e dos horas para que m e pusiera en libertad. Cuanflo El agudo análisis de las prédicas d e m a g ó g i^ de
H itler y Mussolini. nos lleva a la c o n c is i ó n de
se cu m plió el plazo, continuaba y o d e t ^ id o , sonó la sim M
que inevitablemente, el cesansm o, la interpreta­
d e los talleres d el Ferrocarril del Estado, se ‘ « io s
lo s trenes, y el p u eb lo en p len o se d m g io a la Jrfatura. a
ció n absolutista del Poder, h alla c o m c id e n c i^
consecuencia de cu ya actitud fu i puesto en l i b r a d . puntos de con ta cto entre lo que se
Sin em bargo, la m ayor d e todas la tuve cu ando estallo !a polos opuestos: .comunismo y íaacism o p
que en una y en otra tendencia totalitaria existe
revolución española, en julio de
tanta realizaci<ki d el anaiquUmo. L a dem ostración definitiva el espíritu absorcionista. llam ado a yugular p a o
d e q u e el anarquismo n o es una mera utopia, la h e visto intento d e disidencia. De ahí la conclusión ^
apunta, en el libro de referencia, arorca del d « t ^
entonces. funesto de toda revolución imipulsada p or cualquier
Cam pio CARPIO modalidad estatal.

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CENIT 411

Albert Camus hace en su ob ra una critica verda­ p reveir el térm ino de ese Estado provisional y que,
deramente dem oledora del m a r x i ^ o , y lo haíie ron p or añadidura, a nadie se le ha ocurrido prom eter
argum entación ceñida a la líb ica m ás inflexible; que h a de haber un término. Después de ello es
«B a jo la presión, n o obstante previsible, de los lógico que la autonom ía de los soviets sea com ba­
imperialismos adversos, nace en realidad con Le- tida, M akhno traicionado, y los m arinos de Crons­
nin, el im perialism o de la justicia. Pero el im te - tadt aplastados p or el Partido.»
riallsmo. Incluso el de la justicia, n o tiene o tro nn Ahogado en Rusia el público sentir insurgente y
avasallador poder d el Partido. Triturado por la
que la derrota, o el im perio del mundo. H a ^ a en­
tonces, n o hay otro m edio que la injusticia. De ahí técnica del m ecanism o estatal; m alogradas las po­
la doctrin a se identifica definitivam ente r o n la sibilidades de una transform ación social, que pudo
profecía. Por uito justicia lejana, se legitim a la in­ haber en la pasada revolución, la corriente de im
justicia durante tod o el transcurso de la historia, con form ism o queda, evidentem ente, rezagada. Y
acaba p or resultar esa m ixtificación que el otra vez, com o Sisifo, el hom bre sublevado se halla
Lenin detestaba m ás que tod o lo d el mundo. Ella en el trance de perder sudor y sangre, arriesgando
hace aceptar la injusticia, e l crim en y_ la mentira la existencia en el esfuerzo en pos de la libertad.
a cambio la prom esa del milagro. Aun mas pro- El m undo h a llegado a una tal insensibilidad, en
ducción y aún m ás poder, el trabajo ininterrumr lo que con ciern e a los valores morales, a lo qus
pido, el dolor incesante, la guerra perm anente, y son fuerzas del sentir hum anitario, que ya incluso,
un m om ento vendrá en que la servidumfiire gene­ com o dice Camus. las victim as han llegado al ex­
ralizada en el in fortun io total se cam biara m ara­ trem o de su desgracia; el que resulte fastidioso,
villosamente en su contrario; el libre asueto en una aburrido e l presenciarla. Pero, con todo, la viaa
república universa!. La m ixtificación pseudo revo­ nos im pulsa a luchar. Y Camus, que a veces diriase
lucionaria tiene ahora su fórm ula; hace falta m a­ nos presenta un desolado panoram a del vivir, m o­
tar toda la libertad para conquistar el Im perio; y vido de la fe en el porvenir, nos invita a la c o m -
tancia, a la generosidad, a la nobleza de rorazón.
el Im perio será un dia la libertad».
La le cd ó n que ofrece el desenvolvim iento del Asi en las últim as páginas de su libro escribe;
«Estado proletario» muestra de un m odo harto evi­ «La sublevación prueba que es el p ropio m ovi­
dente. c o n sus constantes depuraciones, con la yu­ m ien to de la vida y que uno no puede negarlo sm
gulación de toda tesis, disidente de la ortodoxia de renunciar a vivir. C ada vez que se m anifiesta a
partido, con el adiestram iento rebañego de 1 ^ m a­ Dureza de su grito hace erguirse al individuo. Ella
sas "I sofisma m arxista que pone de relieve Camus es pues, am or y fecundidad o no es nada. La revo­
en las citadas lineas. En los albores de la revoli> lución sin h on or, la revolución hecha a calculo,
ción rusa, sabido es que se habla repetido com o Dreflriendo el hom bre abstracto al hom bre de ca r­
un «slogan», que ya en la fase superior del crani^ ne niega el ser tantas veces com o cree necesario
nism o» seria una realidad aquello de «A cada uno r>oniendo el resentim iento en el lugar d el amor.
según sus necesidades». H asta entonces existiría el T an p ron to com o la rebelión, olvidando sus gerie-
Estado. He ahi las consideraciones que hace Camus rosos orígenes, se d e ja con tam in ar por el « s e n t i ­
m iento, niega la vida, corre a la destrucción y hace
a este respecto;
«.C u á l será la rapidez de desarrollo hacia esa surgir esa cohorte, sem illa de esclavos, que se o fre ­
fase superior del com unism o, donde cada u n o po­ cen en todos los m ercados de Europa para no im ­
drá tom ar según sus necesidades? Esto, no lo p - p orta qué servidumbre. Ella ya n o es asi ni rebe­
bemos y n o podem os saberlo... No poseemos datos lión ni revolución sin o rencor y tiranía. Entoncro.
que nos perm itan el decidir estas cuestiones. Para cuando la revolución, en nombre de la fuerza y de
más claridad. Lenin afirma, siem pre arbitraria­ la historia, conduce a esa m ecánica desmesurada­
mente. que «n o h a llegado a la mente de ningún m ente hom icida, una nueva religión se hace nece­
socialista prom eter e l advenim iento de la fase su­ saria en nom bre de la mesura y de la vida.» «Mas
perior d el com unism o». Puede, de ahi, decirse que a llá del nihilism o, todos, entre rumas, preparemos
ha muerto definitivam ente la libertad. Del rem o un renacim iento.» ,
de la masa, de la n oción de revolución proletaria, Y asi el autor de «L ’Homme révolté» abre la
se llega a la idea de una revolución, hecha y diri­ puerta á la esperanza, tras un exam en h ech o a
gida por agentes profesionales. La critica se coti- conciencia, del pasado y de! presente.
cllia entonces con la necesidad, aunque provisional,
de ia dictadura d el proletariado en la persona de V icente G. CORTES
sus jefes. Y a la postre se dice que n o se puede

Ayuntamiento de Madrid
ENCUESTA

/ll> 1 E iílC A -iU R C P fl


ONCEBIDA después de m i encuesta q u e d esem p eñ a la A m érica en la síntesis d e la cultura
m undial icLos Caminos d e la Paz», a universal?
la que han respondido 160 personali­
dades culturales y que h a sido publi­ 3) En el con jun to d e las corrientes sociales, eípfriíuoles,
cada en varios idiom as e n 1930-32, he etcétera , d e tendencia universalista, ¿córrio piensa usted
em prendida otra encuesta titulada q u e se podría realizar e l pu en te d e unión, p o r encim a
(lAmérica-Europa)). d el A tlántico, en tre el A ntiguo y e l N u evo con tin en te?
Esta encuesta com prende dos par­
— pregun ta com plem entaria. ¿C ree u sted q u e la N u eva
tes. La primera, ya realizada, con tie­
Europa encontrará su resu rgm ien to gracias a ios m a­
ne 50 respuestas de las cuales algunas
nantiales de. e n e r g a m ateriaí y espiritual d el con tinen te
están firm adas por nom bres pasados a la historia
am ericano y esp ecialm en te d e la A m érica d el Sur? ¿O
>de las ideas y de las acciones que caracterizan el
bien renacerá p o r sus solas fuerzas e n la gran lucha
periodo 1920-1935. Algunos nombres: Stefan Zweig,
social y m oral en q u e e l m undo está em peñ ad o?
John G alsw crthy, prof. Charles Gide, Arthur Pon-
sonby, Henrl Barbusse. Hermán von Keyserling,
M ax Nettlau, Fierre Ramus, Luigi Bertoni, María Doy a conocer aqui unas cuantas respuestas,
Lacerda de M oura (por n o cita r m ás que a los que esccgidas para CENIT entre las 45 colaboraciones
han muerto), son suficientes para indicar el valor recibidas aqui en M ontevideo, de 1948 a 1950. El
docum ental de esta encuesta. La segunda parte, solo nom bre de esta ciudad suram ericana es sufi­
que debe com pletarla, tendrá el interés de la ac­ cien te para com prender el por qué de la n o publi­
tualidad transportada a los grandes problem as cación de la encuesta hasta el m om ento actual,
surgidos después d e la segunda guerra m undial ya en un volumen, ya en las páginas de una revis­
ta- No h ay aquí ni editores ni revistas
accesibles para las obras n o «am ericanistas»,
EL CUESTIONARIO ES EL SIGUIENTE es decir, espectaculares o de diversión. En cuanto
a m is colaboradores tengo a bien excusarme por
l } — ¿C óm o considera usted la posición d e A m érica con rela­ este involuntario retraso. Sus textos n o han per­
ción o E uropa y viceversa? (L a respuesta a esta pregunta d id o nada en cuanto a actualidad. Se trata de tex­
p u ed e abarcar cualquier pu nto d e vista: social, econ ó­ tos inéditos a excepción del correspondiente a)
m ico-político, lUerarío-estétíco, ético, etc ., segú n sus m alogrado R o d o lfo González Pacheco, quien lo pu­
preferencias o especialidad.) b licó directam ente en «La Obra», de Buenos Aires,
en uno de sus incisivos y substanciales «Cartele.s».
2)— ¿P u ed e observarse una misión especifica d e la A m érica
d el Sur (civilización latina) y d e la A m érica d el N orte
(civilización a n ¿o -sa ¡o n a y técn ica ?) ¿Cuál e s el papel
Eugen RELGIS

clases), la guerra colonial y la guerra interracial.


Darla a todos los pueblos el bienestar, base de la
T od o problem a concerniente a la paz com o al paz. la cual es el estado en el cual pueden en con ­
bienestar de los hom bres debe, según m i opinión, trar su lugar todas las reform as deseables,
encontrar lc« elem entos de su resolución en la si­ La guerra—sea cu al sea, es decir, b a jo una de las
tuación dem ográfica del m edio considerado, se trate form as precitadas—es un fenóm eno de orden de­
de cierta nación o de la tierra entera. Esto ya lo m ográfico. La causa prim ordial de las guerras es
habia dicho cuando vuestra precedente encuesta; la sobrepoblación; dicho de o tr o m odo, el desequi-
Los Caminos de la Paz. N o h e cesado de pensar asi; brio entre la cifra de la población y la suma de
al contrario, considero el problem a en este sentido, los medios de vida disponibles sobre cierto territo­
todo el resto viene m ás tarde. rio, en la nación o en la tierra entera. P or tcdo un
En numerosos artículos de periódicos y revista, proceso que me es imposible detallar aqui, la sobre-
en diversos folletos y principalm ente en un libro: población conduce a l odio y a la guerra entre los
¡Crecer y multiplicarse es la guerra! (París, 1933), hombres, las naciones y las razas.
he expuesto la doctrin a del «pacifism o científico». El m edio de establecer la paz y tam bién la liber­
Aplicado, éste aboliría la guerra, y n o sólo la gue­ tad y la igualdad entre todas las naciones del mun­
rra internacional, sino la guerra social (o lucha de do (y también en los hombres tom ados individual-

Ayuntamiento de Madrid
413
CENIT

donde los Estados U nidos encararían oficialm ente


mente), está prim ero en preocuparse ^ g esta realización y m ilitarian por ella e n el
sobrepoblación de las n a c ip e s su p erp > b p ia s y entero, darla un gran y fecundo ejem plo a toda la
una roz llegados a la cifra óptim a de población en
cada nacióm m antener esta cifra p o r una ^roión Toda vida social racional, toda cultura, toda ver­
vigilante y por m edio de m edidas apropiadas, a p dadera civilización estando subordinadas al proble­
de que la población n o sobrepase el nivel perm itido m a tratado más arriba, creo que si los Estados Um-
por los m edios de vida disponibles. d os (com o adem ás el resto del m undo anglosajón)
En consecuencia, la enseñanza y la educación de aue me parecen calificados para esto, quisieran in ­
las generaciones futuras d eben a m spirarte en e tervenir en este sentido en el desorden nmdial, las
pacifism o científico, es decir, enseñar » virtualidades existentes en A m érica del Sur com o
desde la edad razonable, cual es la causa p n m p - tam bién en la del Norte, se realizarían libremente
dial de la guerra y, progresivam ente, cuales son los V narticiparian por si mismas, a esta síntesis de
S S i o s prácticos d e prevenirla, dada esta primera la cultura universal a la cual usted hace alusito.
Si existe un deber hum ano, es éste el que se im -
*^^Nateralmente, esta enseñanza, esta ^ u ^ i ó i v Done al continente am ericano, pero m as especial­
estos m edios prácticos deberían ser a p lic a d ^ en m ente a los Estados Unidos, en lo f
cada nación, en virtud de una convención e t e r n a la resurrección de Europa. Europa se desliza fata l­
cional; de ahi la necesidad de una acción mundial mente a la guerra b ajo todas sus form as, esta per­
no sólo en los pueblos, sin o sobre los gobiernos dida por su sobrepoblación en aumento, que cada
Esto debería ser, ante t ^ o , la misión p dia agrava voluntaria y estúpidamente. Se puede
nism o sem ejante a la Organización tam bién decir otro ta n to de Asia.
nes Unidas, com o hubiese sido el de la
Naciones si hubiera com prendido y cum plido la mi
Manuel DEVALDES
sión Que le incumbía.
Dicho esto, que m e h a parecido n eceten o, Puedo
responder en con jun to y brevemente, a vuestras
diversas cuestiones. ,
Am érica es un contin ente aun r e la t iv ^ e m e nue­
vo. sea desde el punto de vista d em ográflcaeccn ó- II
m ico que en el punto de vista cultural, aunque co_
m ience a envecejer en algunas de s ^ 5* ,t f ’
Estados Unidos p or ejem plo. No habiendo h e g ^ o No conozco lo suficiente la literatura actual de
al punto de saturación dem ográfica que han alcan­ ambas Am éricas para dar una op in ión v a l i e r a o
zado Europa y Asia; m enos l i g ^ o que n^one. com parativa. ¿Qué genio universal, ®n P®«sia. pue
europeas y asiáticas a tradiciones a menudo sin de presentar Am érica desde Edgard Pro y W alt-
valor; disponiendo m ás que ellas, en Withnxan? Europa ha con ocido a Cari fapiueier
de la libertad de juicio; saturado aun en gran pa^te, Asia a Tagore. En el d om in io del resplandecim ien­
en el estado de experim entación en la vida econó_ to individual, desde H. D. T h o r e a u -a W e n puede
m ica y social, puede hablar al m enos en un plan de com pararse con un Kagawa y
igualdad con Europa tt,, L eón T olstoi. Si los Estados U nidos Pu^® n enor­
Pero h ay ahora d o s Europas. De una parte, Eu­ gullecerse de haber dado asilo a un Albert Eins­
ropa occidental se estanca en sus prejuicios y tra­ tein, ¿qué sabio am ericano puede oponérsele? Asi
diciones en desuso; está sojuzgada a form as socia­ Europa, n o parece aun dispuesta a pasar a otros
les y corrientes de pensam ientos y sentimientos la antorcha lum inosa de las diversas culturas que
tradicionales que la im piden de encarar h a producido, com o tam poco el Asia, N o puedo dec.r
mente los problem as que le im pone su innegable si existe una m isión especifica «técn ica» o «estéti-
sobrepoblación, m ientras que largas perspectivas ca » en particular a un continente o una «mviliza-
de racional ju icio se abren ante la joven Am érica clóri». Concerniente al punto de vista especialmen­
sobre todo a la Am érica del Norte, y mas particu­ te filosófico, quisiera rem itirle a un articu lo lumi-
larmente a los Estados Unidos. rioro de Han Ryner: «F ilosofía íranco-germ anica»
Europa oriental, además, igualmente sobrepobla- aparecido en el núm ero 9 de los «Cuadernos^ de les
da y esforzándose en sobrepoblarse aun mas, se na Am igos de H an R yner», No cre o que n^p^un m o­
deslizado al socialism o, o m ás bien ^ vim iento filosófico nuevo, haya sobrevenido
lismo; el socialism o de Estado, que PO<lria t i b i e n muerte de este pensador profundo, el cual
denom inársele capitalism o de E s t ^ o . Cuando d podido m odificar su op in ión en este asunto. Al co n ­
ideal es el socialism o individualista que favorece trario. dado que el sólo m ovim iento que haya hecho
el libre albedrío de la personalidad_ hum ana y que hablar de él es el existencialismo. representado por
n o sabría realizarse sino en un país en donde reí- alemanes co m o Jaapers y Heidegger y franceses co
n a r f eí óptim o de población, el régim en de Europa
oriental sojuzga a los in d iv^ u os, a la ™ Pero^iitoguna síntesis filosófica profu nd a n o ha
humana, a una concepción dogm ática y autoritaria llegado aun de A m érica y ¿conoce ésta pensadores
de la vida en com ún, absolutam ente anti-indivi- com o J. H. R osny prim ogénito, genial autor del
«Pluralism o», com o Louls Prat, fundador del Ar
Estados U nidos son los antipodas de esta c o n ­ m onism o, que escribió la m agnifica «R e li^ ó n de la
cepción, ES. pues a ellos que pertenece el A rm onía» y, en fin, com o nuestro
a la cabeza del progreso hum ano, If prim ero en descubrir y n ^ b r a r la «V oluntad de
reform a dem ográfica, la lim lta ció^ de los n ^ im ie n - Arm onía», el Sabio de O ccidente, padre d el «Subje­
tos y la realización del óptim o de población. Mu tivism o» ético, y narrador filosófico m aravilloso en
chos de sus intelectuales lo hacen, y «L os viajes de Psicodoro»?
esto muy im portante, n o es suficiente.. El día en

Ayuntamiento de Madrid
414 CENIT

El m-utido n o puede encontrar su equilibrio y su m ada ni de la fuerza militar, sino de la fuerza


plena realización sino en el conocim ien to de los lepresentada por una élite de escritores y sabios,
verdaderos valores humanos, De ]o que se deduce cuyci genio estará al servicio de la paz,
que ningún pueblo puede rem plazar a o tro pueblo. t'Qué será del porvenir? ¿Qué saldrá del crisol
Es la lección de «La Torre de los Ptieblos» de Han donde se elabora el mund-o futuro? ¿El odio y la
R yner Es necesario aceptar estas profundas dife­ violencia serán reem plazados por el amor?
rencias y el libre vuelo de los diversos genios. Sólo Pueden los homlbres sensatos ayudar al nacim ien­
puede ser esto posible por un espíritu de tolerancia to de un m undo m ejor, que no realizarán ni los
y libertad. Sólo pueden ayudar a las reconciliacio­ ejércitos ni la técnica m al dirigida.
nes necesarias, la com prensión y el amor, com o asi
a los mutuos reconocim ientos. Arriba com o abajo, G érard de LACAZE-DUTHIERS
por los espíritus unidos y fraternales, por la unión
de las m anos de los trabajadores en la obra de paz,
sin violencia, debe cum plirse la empresa de concor­
dia y belleza humanas. Es por los libres cambios IV
y la amistad que se preparará la renovación del
mundo.
Luis SIMON Para responder a la encuesta, seria necesario
acordar un valor cualquiera a las civilizaciones
«latin a » o «an glosajona». Por consiguiente, y o no
puedo co n teda conciencia acordar un valor a toda
civilización que co lo ca al individuo bajo la depen­
III dencia politica o econ óm ica del Estado, que lo ro-
juzga a las fuerzas de policía y justicia o que los
som ete a los privilegios y a los m onopolios de las
La posición de América en relación a Francia potencias financieras e industriales. Soy profunda­
sólo puede ser una posición amistosa, y viceversa. m ente pesimista, lo confieso sin ninguna restricción
Com o lo proclam aba V íctor Hugo en 1849. en el de pensam iento, concerniente al punto de vista so­
Congreso de la Paz celebrado en París, los Estados cial N o apercibo la salvación, sino es en la fo r ­
Unidos de Am érica no deberían desinteresarse de m ación de una especie aparte, que nom braré la
Europa, y particularm ente de Francia En el punto especie individualista anarquista, cuya actividad
de vista espiritual, ético y estético estrecham ente principal consiste en defender la personalidad y las
ligados, los pensadores de América deben ayudar asociaciones de personalidades por todos los m e­
a los de Francia a tom ar conciencia de si mismos, dios, con tra la usurpación del Estado, sus institu­
y redprfocam en te. Todo se puede esperar, en el ciones. y su clientela de privilegiados y m onopou-
dom inio cultural, de u n pueblo que d ió a l mjindo zadores. A esta especie pertenecen o p u ^ e n perte­
a un Emerson y a un W alt W hitm an. Es sobre todo necer, com o es lógico, latinos o anglosajones, blan­
en esto que me parece debe existir entre Francia y cos. am arillos o negros y rojizos, A h i está la salva­
América una estrecha colaboración, m ás fecunda ción , para m i, y n o en otro lugar. Dicho d e otro
para la paz del m undo que la fabricación de la m odo, la salvación no está ni en una coridlción
bom ba atóm ica. La ciencia americana, c c n la lite­ m ás que en otra, ni en una u otra de las civiliza­
ratura y el arte am ericanos salvarán al mundo, si ciones, ni en una influencia cultural o técnica, sino
actúan pacificamente. Esperemos de tod o corazón en nosotros, aislados o asociados. (10 de juüo de
que una posición a á restablezca el equilibrio nece­
1933).
sario a la seguridad d el planeta.
La Am érica del Sur y la Am érica d el Norte re­
presentan los dos aspectos de una civilización hu­ Se puede decir que las civilizaciones tienen los
mana' aspecto m aterial (técnico), aspecto espiritual gobiernos que m erecen, p or consiguiente, por defi­
(humanismo). Que Am érica realice la síntesis de n ición y por doctrina, los anarquistas n o conocen
estos dos aspectos, para su p ro p io bien y el de gobiernos m ejores o peores. Los gobiernos se com ­
portan co n m ás o m enos hipocresía, cin ism o o bru­
U n puente n o es realizable entre el Antiguo y
talidad Se llam a «dictadura» al gobierno menos
Nuevo Continente, si de antem ano la paz n o existe
hipócrita, más cín ico y más brutal. Existen, natu­
en am bos. Los Estados U nidos de A m énca y los ralmente, m atices en el com portam iento de las dic­
Estados U nidos de Europa fraternizando, cam bian­
do sus productos com o sus ideas y renunciando a taduras. ....
No veo la necesidad de discutir o exponer publi­
las conquistas de la m ateria p or las del espíritu, cam ente la actitud a adoptar fren te a tal o cual
utilizando el m aquinism o a los fines de la concien­
gobierno de con du cta m ás o m enos d icta tcn a l o
cia tal es la clave de los Estados U nidos del mun­ totalitaria. Son las circunstancias quienes deter­
do. al fin pacificado en una atm ósfera de acuerdo m inarán esta actitud. En todo caso, en lo que con ­
y concordia. cierne a los individualistas anarquistas, es una
Am érica es susceptible de ayudar, poseyendo sus
inagotables recursos y riquezas, a la hunranización cuestión de «obstáculo a con torn ear» (Stirner dixit),
del planeta, particularm ente A m érica del Sur, d o ­ y acaecerá a cada u n o el determ inar su linea de
ble civilización, más espiritual que m aterial, ha­ conducta personal, Nada se gana con abastecer de
biendo producido ya felices efectos. Europa y Fran­ antem ano arm as a nuestros adversarios.
Se sabe que la propaganda individualista-anar­
cia n o pueden pasarse sin ella, com o asi, ademas,
ningún pueblo Es necesario que el ensueño y la uto­ quista n o es espectacular y que se hace en general
pia de la unión de los pueblos se vuelva una rea­ de b oca a oreja. Siendo constatada la actitud re-
bañiega, partidaria o am orfa de las masas y su
lidad. Esta realidad n o vendrá ni de una paz a r­
Ayuntamiento de Madrid
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patria, a los ideales falsificados y con trarios a las


realidades de la Naturaleza.
Deben expulsar al m aterialism o, causa de la « -
en estos momentos, otra cosa no sienao ui cadencia europea, y subsistuirlo por su sana
S s S filosófica y ética, personal o de medio. cepción dei esfuerzo y de la ^ esp on sab illd ^ m di
(Febrero 1948). viduales. El Estado sólo debe ser un le^slador...
• • * Cuando sale de ese ro l ya suficiente, solo es un
m onstruo im potente, corruptor, desorganizador De
Creo que actualmente no se atribuye e| mismo nuevo, Europa debe ser espiritualizada,
zada en el noble sentido de la palabra. Am bas AmÉ-
ricas son solo capaces de llevar a bien esta tarea
inm ensa Europa n o puede levantarse sin o <mn la
ayuda tecnica de América del Norte y el ideal ^ p i-
tual de Am érica del Sur. más próxim a de la lati­
nidad preponderante en Eurcqia.
No veo otra salvación para el Viejo M undo sino
en esta com un ión total con am bas Américas. No
con cib o una reconstrucción real sin esos apartes
iF S t í r f a T S r a i f SuTL” l ¿ ° a S ^ conjugados. E l Norte n o podrá im ponerse victorio­
desde lejos, com o un país en el cual ^««■«cen ^ sam ente sin el Sur. y viceversa. A la
técnica de aquélla, debe unirse el ensueño Y j a ^
S X “ un « n j u m o d e ' ! ^ u X r n ^ ^ ^ tim entalidad de ésta. La existencia es diversa com o
lo son los hom bres que la sufren. Existe la parte
de acción que es energía, creación m aterial, y la
(y el resto del m undo), un malestar, d e l^ r a t ó n ^ y la del espíritu, que es am or y vibra­
wielve indecisos a quienes deben responder a Itó ció n Los sonidos, colores y perfum es se co r e e ^ o n -
pnriiestas en cuanto a lo que deben contestar. Les den, ha escrito Baudelaire. En el í ^ m a <ie días,
ejem plos dem ostrados por unos n o son mejores es necesario colorear al acto m ecánico, y flv e r ^ -
oue los dados 'por ios otros. ¿Ha oído hablar u s im sicales las necesidades cotidm nas; de este r ^ o e
^el m ovim iente 3ary DaVis? Me P^|f' atardecer de una dinám ica jorn ada tendrá su per-
terreno individualista. (5 de abril de 1949). S f p ela r de lodo. E l hom bre más viril, más
a ctiv o está ávido de esperanzas. La esperanza n o
^ t á en l i rralidad que siempre decepciona, sin o
R. A R M A N D en el ensueño a quien n o puede nada acusártele.
Tam bién e n la edad atóm ica las ^ e c a r g ^ d ^ u -
saciones son espirituales, com o en los tiem pos de

'° L a * A ^ r i r a d el Norte, la técnica. A la América


d el Sur, la espiritualidad y e l arte. “
u nan para rehacer a Europa, que iw Pue^®.
más oue en si misma. Tras la transform ación, ven­
T odo m archa h acia la Unidad. En la concentra­ d rá el «R en acim ien to», para nuestro continente
ción universal de todo lo que vive. Europa n o pue­ desgastado, m om entáneam ente decaído.
de existir com o entidad independiente. ^ dirlg
autom áticam ente h acia la Raymond OFFENER
lítica de las verdaderas dem ocracias. ¿Q uién enra
berará este m ovim iento? Los
para m ucho tiem po del tim ón, ^ ^ o serán un a ^
te «tra ba jo», pero el mas im portante de todos, Los
S t i S tam ¿o^o pueden p r e tc n ^ rlo . Su r o l ^ s t r ^
taroente esoiritual, hace de ellos unos guias, s e ­ VI
rán la luz y la con ciencia del grupo. Q u ^ ^ 1<»
anglosajones. Serán los anim adores y d om in a d ora ,
por la fuerza de su destino. 1) Am érica es el com plem ento de Ei^opa. Es su hi­
litico Inglaterra ocupara la punta de ^ m a ,_ P r ^ i ja. alim entada de su espíritu. Pero Europa « h oy
cía y ’ Alemania los d o s polos de una vieja m adre muy enferm a, casi moribunda, que
vo entreveo la Federación de los Estados V entos necesita asistencia de la parte de su «rjatura, hoy
de Europa, que debe fa c e rs e ante de que este cum ­ talm ente crecid a y vigorosa h asta el p u n te de ter
plida la próxim a decada 1950-1960. el árbitro del destino del m undo. Agotada en sus
Esta Europa, l o repito, n o es viable si se q u ^ a recursos, arruinada por sus m onstruotes guerras,
aislada. Su porvenir n o está en un esclavism o ^ desgastada p or sus ideologías que la dividen trági­
ninotente, que adem ás n o será nunca otra fate camente, Europa, sin la ayuda de las energías de
del determ inism o histórico. No puede P ^ os^ rar América, está destinada a perecer,
sinft está ligada a otro continente; el de am bas 2) Am érica latina procede de la ei^iU zacito ca­
Américas Le falta, más o menos, cu an to le perm i­ tólica española. Los teólogos arm ados del siglo X V l
tirla realizar una «autarquía» m onstruosa e im po­ le im pusieron el credo católico y crearon un ^ t ü o
sible, vista la evolución de los mundos. de vida y pensam iento que aun prim a eii las
Ambas Am éricas son pues indispensables ^ r a sociates d e América del Sur, a pesar d el soplo del
Europa. Es un simple retorno de las m odernism o. Además, los anglo-sajones—p r o t e s t ó ­
piirfinea exilada, está llamada a volver a dar la les, calvinistas, cu á qu eros-colon iza ron y poblaron
vida del cuerpo y del espíritu a la agotada madre

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416 CENIT

Am érica de! Norte, ^engendrando la nueva sociedad rica d el Norte, que un latino de un anglosajón de
técnica y progresista con las m aravillas que admi­ Europa.
ramos. Sin embargo, esta práctica dirección da 3) Para responder de una manera cualquiera a
lugar a un cierto «m aterialism o» con sus Insuficien­ esta cuestión, sólo podem os impulsar, Intensificar
cias e inconvenientes. Am bas Américas (latina y las relaciones— ideales, técnicas, com erciales—entre
anglosajona) reflejan los dos espíritus de Europa, el V iejo y el Nuevo Continente, A las alianzas poli-
latina y anglosajona. ticas—pasajeras y sólo expresión de la voluntad de
No obstante, el espíritu latino de Am érica del una m in oría—preferim os los lazos que establecen
Sur está m ás cercano, p o r sus caracteres de flexi­ de m odo m ás espontáneo las afinidades naturales
bilidad, vivacidad, etc,, del espíritu de buena parte y que, por consiguiente, tienen posibilidades de du­
de Europa. Tam bién los latinos de Europa se sien­ rar más.
ten más próxim os de los latinos de A m érica por 4) L o repetimos: Europa, tal com o se encuentra
los lazos d e la ra 2a y del lenguaje. Por consiguiente, ahora reducida, jam ás podrá levantarse sin el con ­
Am érica latina puede aproxim arse de una manera curso y apoyo d el contin en te am ericano. Las felices
útil a Europa, com o lo constatam os de hecho, por condiciones físicas de este último, sus posibilidades
la colonización m oderna, sobre tod o italiana. sin lim ites son capaces, si son colocadas al servi­
El rol de América en la síntesis de la socialidad cio de una sincera voluntad, de d a r a Europa su
universal, es justam ente el de poder ofrecer a Eu­ prosperidad y salvarla a si de su definitiva ruina,
ropa, com o m odelo práctico, una fusión, o m ejor es decir; de la guerra venidera,
dicho, una «in tegración » de am bos elementos (la­
tin o y anglosajón) que ella posee. Esta integración
existe ya y se desarrolla aún, creemos, entre am­ Prof. Edmondo M ARCU CCI
bas Américas: creem os que un latin o de América
del Sur está menos lejos de un anglosajón de Amé­ (Jesi, Italia).

Société Générale d’Impression. — Le Cérant : Charles DURAND

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KROPOTKIN Y EL ESTADO
Entendámonos a n te todo sobre lo que queremos el om nisciente, el dios del im perio. Cada provin­
com prsnder bajo el nom bre de Estado. cia, cada distrito tenía su Capitolio en miniatura,
Existe, todos lo sabéis, ia escuela alem ana que se su pequeña porción del soberano rom ano para di­
com place en confundir el Estado con la Sociedad, rigor su vida. Una sola ley, la ley im puesta por
Esa confusión se encuentra en los m ejores pensa­ R om a, reinaba eu el Im perio; y ese im perio no re­
dores alemanes y muchos franceses, que no pueden presentaba una confederación de ciudadanos: no
concebir la sociedad sin la concentración estatal; y era sino un rebaño de «súbditos».
por eso se reprocha habltualmente a los anarquis­ Hasta el presente aún, el legista y el autoritario
tas querer «destruir la sociedad», predicar el retor­ adm iran la unidad de ese im perio, el espíritu uni­
no a la «guerra perpetua de todos contra todos». tario de sus leyes, la belleza, la arm onian—dicen—
Sin embargo, razonar asi es ignorar com pleta­ de esa organización.
mente los progresos realizados en el dom inio de la Pero la descom posición interior, secundada por
historia durante los últim os años: es ignorar que la invasión de los bárbaros, y la muerte de la vida
el hom bre ha vivido en sociedades durante millares local, desde ese m om ento incapaz de resistir a los
de años antes de haber conocido el Estado; es olvi­ ataques de fuera y a la gangrena que se extendía
dar que, en cuanto a las naciones europeas, ei Esta­ desde el centro, hicieron pedazos el imperio, y so­
d o es de origen reciente (data apenas d el siglo XVD; bre sus ruinas se desarrolló una nueva civilización,
es desconocer, en fin, que los periodos más glorio­ que es h cy la nuestra
sos de la humanidad fueron aquellos en que las li­ Y si. dejando de lado las civilizaciones antiguas,
bertades de la vida local n o estaban aún destruidas estudiamos los orígenes y los desenvolvimientos de
por el Estado, y en que masas de hom bres vivian esta joven civilización bárbara, hasta los periodos
en m uniclpics y en federaciones libres. en que dió origen, a su vez a nuestros Estados m o­
El Estado n o es m ás que una de las form as reves­ dernos, pcdrem os com prender la esencia del Esta­
tidas por la Sociedad en el curso de la historia do. La com prenderem os m ejor que la habríam os
¿Cómo, pues, confundir lo permanente y lo acci­ com prendido si nos hubiéramos lanzado al estudio
dental? del im perio rom ano, o al de Alejandro, o aun al
Por otra parte, se ha confundido también el Esta­ de las monarquías despóticas del Oriente.
d o con el Gobierno. Puesto que no puede haber Es­ Tom ando a esos poderosos dem oledores bárbaros
tado sin gobierno, se ha dicho algunas veces que es del im perio rom ano por punto de salida, podremos
a la ausencia de gobierno, y n o a la abolición del con tar la evolución de nuestra civilización desde
Estado, a lo que h ay que tender. sus orígenes hasta su fase Estado.
Me parece, no obstante, que en el Estado y el go­ ...En la corriente del siglo X V I, bárbaros m oder­
bierno tenemós des nociones de orden diferente. La nos vienen a destruir toda la civilización de las
idea de Estado im plica cosa muy distinta que la ciudades de la Edad Media. Esos bárbaros no la
idea de gobierno. Comprende n o solam ente la exis­ aniquilan acaso, pero la detienen, al menos, en su
tencia de un poder colocado por encim a de la so­ m archa para dos o tres siglos. La lanzan en una
ciedad, sino tam bién una concentración territorial nueva dirección.
y una concentración de muchas funciones de la vi­ Som etiendo al individuo, le arrebatan todas las
da de las sociedades en m anos de algunos. Implica libertades, le exigen olvidar las uniones que basa­
ciertas relaciones nuevas entre los miembros de la ba antiguam ente en la iniciativa libre y el libre
sociedad, que n o existían antes de la form ación del acuerdo. Su fln es nivelar la sociedad entera en
Estado. una misma sumisión al am o. Destruyen todos
Esa distinción, qu3 escapa, tal vez, a primera vis­ los lazos entre los hom bres, declarando que
ta, aparece sobre tod o cuando se estudian los orí­ sólo el Estado y la Iglesia deben en ade­
genes del Estado. lante fcrm ar la unión entre súbditos; que sólo
Para com prender bien el Estado no hay, por otra el Estado y la Iglesia tienen m isión de velar por
parte, más que un medio: estudiarle e n su desenvol­ los intereses industriales, com erciales. Judiciales
vimiento histórico... artísticos, pasionales, para los cuales los hom bres
El Imperio rom ano fué un Estado en el verdadero del siglo X I I tenian costum bre de unirse direc­
sentido de la palabra. Hasta nuestros dias, es aún tamente.
el ideal para el legista, Y ¿quién son esos bárbaros? Es el Estado: la tri­
Sus órganos cubrían con una tupida red un vas­ ple Alianza, p or fln constituida, del jefe militar,
tísim o dom inio. T odo afluía hacia R om a; la vida del juez rom ano y del socerdote. Los tres form an
económ ica, la vida militar, las relaciones judicia­ un seguro m utuo para el dom inio, les tres se unen
les, las riquezas, la educación, y aun la religión. en un m ism o poder que ordenará en nom bre de los
D» R om a veiiian las leyes, los magistrados, las intereses de la sociedad, y aplastará a la sociedad.
legiones para defender el territorio, los gobernado­
res. los diosrs. Toda la vida del im perio rem on­
taba al senado, más tarde al César, el omnipotente. Pedro KROPOTKIN

Ayuntamiento de Madrid
SE HALLA EN VENTA EL PRIM ER TOMO
DEL TAN ESPERADO LIBRO

Lfl (.N.T. EN LOREVOLUCION ESFílÑOLa


Se trata del estudio m ás com pleto y do­
cum entado sobre el origen y proceso histó­
rico del anarcosindicalism o español /
Son resumidos en esta im portante obra
las ansias, las luchas y los m artirios del
obrerism o español durante las épocas de la
monarquía borbónica, durante el periodo de
la dictadura m ilitar, durante el agitado ré­
gimen republicano, cuyos antecedentes con­
dujeron a la gloriosa epopeya del 19 de Ju­
lio de 1936.
416 páginas de texto con ilustraciones in­
tercaladas sobre papel couché. Fotocubierta
a dos colores. Precio de la o b r a : 600 francos.
Pedidos a todos los delegados de propa­
ganda de las FF. LL. de la C.N.T. Servi­
cio de librería de la C.N.T. 24, rué Ste-
.Marthe. París (X). Editoriales libertarias, y
a -Martin Vilarrupla, 4, rué B elfort. Tou-
louse. (Haute-Oaronne).

R E V IS T A M EN SU AL
D E SO C IO LO G IA . CIEN CIA
Y LITER-ATU RA
C om isión de R e d a cc ió n : F on ta u -
r a . Peirats, Ferrer.
.Adm inistrador: J. C a zorla . — 4,
rué B elfort, T ou lou se (H aute-G a-
ron ne).
P recios de su scrip ción ; F'rancla,
180 fra n co s tr im e s tr e : E xterior,
210 fra n cos.
N úm ero suelto. 70 fra n co s .
Paqueteros. 15 p o r 100 d e des­
cu e n to a p a rtir de c in c o ejem ­
plares.
G ir o s ; ciCNT», h ebd om ad aire.
C .C .P . 1197-21, 4, ru é B elfort,
TO U L O U SE (H.-G.1.

ro frs

Ayuntamiento de Madrid

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