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BION WILFRED (1897-1979) MÉDICO Y PSICOANALISTA INGLÉS.

Clínico erudito y brillante, reformador de la psiquiatría militar, gran clínico de las psicosis y los estados
límite, fue discípulo de Melanie Klein, cuyo dogmatismo rechazó, para construir una teoría refinada del
self y la personalidad, sobre la base de un modelo matemático y atravesada por nociones originales
(pequeño grupo, función alfa, continente/contenido, objetos bizarros, presupuestos básicos, grilla,
etcétera), las cuales, en cierto sentido, se asemejan a las de Jacques Lacan, su contemporáneo.
No sólo hizo escuela en Gran Bretaña, sino también en Brasil, sobre todo en San Pablo, donde
marcó en profundidad a sus discípulos. En su juventud tuvo el privilegio de ser el terapeuta del escritor
Samuel Beckett (1906-1989), con el cual se identificó fuertemente.
Nacido en Muttra, en el Pendjab, de madre india y padre inglés, ingeniero en irrigación, fue criado
por una nodriza y pasó su infancia en la India, a fines de la era victoriana y en el apogeo del período
colonial. No sin humor, admitirá de buena gana que los miembros de su familia estaban "completamente
chiflados". En su autobiografía presenta a la madre como una mujer fría y terrorífica que le recordaba
las gélidas corrientes de aire de las capillas inglesas.
Desde los ocho años fue enviado a Inglaterra como pensionista en un colegio. En 1916 fue
incorporado a un batallón de blindados, y pronto se encontró en el campo de batalla de Cambrai, en
medio de los obuses y el fuego de la guerra. En 1918 salió de ella con el grado de capitán y una sólida
experiencia de la fraternidad humana y de las trapacerías de la jerarquía militar, de la cual se servirá
años más tarde. En la prestigiosa Universidad de Oxford se formó en filosofía y literatura, pero estudió
humanidades, a fin de dominar la lengua francesa.
A continuación de un fracaso amoroso, decidió someterse a una psicoterapia, lo que lo llevó a la
psiquiatría y después al psicoanálisis. En 1932, contratado como médico asistente en Londres, trató a
adolescentes delincuentes o afectados por trastornos de la personalidad, y durante dos años,
aproximadamente, se ocupó del tratamiento de Samuel Beckett.
En 1937 Bion se integró a la historia del freudismo inglés al conocer a John Rickman. Miembro de la
British Psychoanalytical Society (BPS), y analizado por Melanie Klein, Rickman se convirtió en su
analista, lo inició en las tesis kleinianas y, le permitió comprender mejor sus problemas sexuales. A
principios de la guerra Bion se casó con la actriz Betty Jardine, quien iba a morir algún tiempo
después.Más tarde volvió a casarse.
Movilizado al entrar Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, participó con Rickman y otros médicos
en la reforma de la psiquiatría inglesa que daría origen a la famosa teoría del pequeño grupo, inspirada
en la experiencia de Maxwell Jones (1907-1990) con las comunidades terapéuticas.
Fue en un hospital militar en el que se recibía a pacientes afectados de neurosis de guerra,
donde Bion y Rickman experimentaron el principio del "grupo sin líder", que consistía en organizar en
pequeñas células a hombres considerados inadaptados o inútiles. Cada grupo definía el objeto de su
trabajo bajo el patrocinio de un terapeuta, el cual apoyaba a todos los hombres del grupo sin ocupar el
lugar de un jefe ni el de un padre autoritario. La experiencia dio resultado, pero fue brutalmente
interrumpida, porque cuestionaba el principio mismo de la jerarquía militar.
En 1945, cerca de los cincuenta años, Bion realizó un tercer análisis con quien iba a marcar
definitivamente su orientación: Melanie Klein. La cura duró ocho años. A partir de 1960 comenzó a
publicar una serie de obras que sorprendieron a la comunidad psicoanalítica por su complejidad, y cuyo
objetivo era revisar filosóficamente la obra freudiana (y su lectura kleiniana), concibiendo un
inconsciente fundado en el lenguaje. Basándose en la filosofía de Kant, dividió el aparato psíquico en
dos funciones mentales: la función alfa, correspondiente al fenómeno, y la función beta, correspondiente
al nóumeno (la cosa en sí, la idea). Para Bion, la función alfa preserva al sujeto del estado psicótico,
mientras que la función beta lo pone al desnudo.
La experiencia de los pequeños grupos le permitió a Bion abordar el dominio de la psicosis, con la
ayuda de diferentes conceptos kleinianos, a los cuales él añadió sobre todo los de "objeto bizarro"
(partícula desprendida del yo, que lleva una vida autónoma) e "ideograma" (inscripción preverbal de un
pensamiento primitivo). Por otra parte, desarrolló la idea de que los grupos y los individuos están
compuestos de un continente y un contenido. Si bien, para un sujeto dado, el grupo funciona como un
continente, cada sujeto tiene también en sí un contenido, o presupuesto básico, que determina sus
emociones. En cuanto a la personalidad psicótica, es una componente normal del yo. En algunos casos
lo destruye, impidiendo toda forma de acceso a la simbolización, y en otros, por el contrario, coexiste
con otros aspectos del yo sin convertirse en un agente destructivo.
Después de la muerte de Melanie, Bion prefirió instalarse en California. A partir de 1968 vivió en
Los Angeles, y desde allí realizó numerosos viajes a Brasil y la Argentina, donde el impacto de su
enseñanza, su doctrina y su técnica psicoanalíticas tuvo una gran importancia para la difusión de lo que
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no tardó en considerarse un neokleinismo. La obra de Bion fue entonces traducida a numerosos
idiomas. Al final de su vida, volvió a Inglaterra, donde murió, afectado de leucemia.

El modelo del pensamiento y el pensar en Bion

Su modelo está constituido a través de sus experiencias en la cura psicoanalítica con adultos psicóticos.
Siguiendo a Melanie Klein se interesa en los mecanismos psicóticos y no neuróticos. Es decir, los
mecanismos que se instalan en la primera parte de la vida. Los mecanismos neuróticos están más
ligados al momento del Edipo, tal como lo describe Freud.
Melanie Klein se interesó por un período mas precoz que lo que estudió Freud. Con respecto a la
pulsión de saber (epistemofílica) por ej., Freud piensa que empieza cuando el niño se plantea la
pregunta acerca del origen de los niños, al ver llegar a otros hermanos, entre l os 3 y 5 años. Para él no
es una pulsión primera. Para Klein la pulsión es más precoz, tiene como origen el momento en que el
niño quiere explorar el interior del cuerpo materno. Pulsión temprana que está mezclada con sadismo.
Esta teorización nos sirve para comprender los sucesos que se dan en la pulsión del saber.

Para Bion la pulsión de saber es una pulsión elemental. En realidad no utiliza la palabra pulsión sino
que habla de “vínculo”.
Vínculo: del latín “vinculum” que significa atar, atadura o unión de una persona o cosa con otra.
Varios autores lo conciben como una construcción básica para la construcción de la subjetividad. Es
una ligadura estable entre yoes deseantes con características de extraterritorialidad. Se diferencia de la
relación de objeto que es intrasubjetiva. El vinculo es una organización inconsciente constituida por dos
polos, dos yoes y un conector o intermediario que los liga.
El vínculo es registrado por los yoes como un sentimiento de pertenencia. Para Bion (1965) el vinculo
describe una experiencia emocional en la que dos personas (vinculo interpersonal) o dos partes de una
personalidad (vinculo intrapsíquico entre distintas representaciones, entre pulsión y representación o
entre pensamiento y afecto) están relacionadas unas con otras, con la presencia de emociones básicas.
La investidura libidinal entre la madre y el lactante sería la base de todo vínculo. Selecciona tres
grandes grupos de emociones: amor (L), odio (H) y conocimiento (K) intrínsecas al vínculo entre dos
objetos que se afectan mutuamente. Considera que ninguna experiencia emocional puede ser
concebida fuera de una relación.

Bion señala tres vínculos elementales: amor, odio y conocimiento. Para Klein estaban el amor y el odio.
Bion es el primer psicoanalista que piensa estos tres vínculos en la base del desarrollo en la formación
del psiquismo.
Para el “Vínculo de Conocimiento” utiliza los siguientes signos: “x K y “, que significa que x conoce a
y. señala en esta fórmula un vínculo activo, ya que no quiere decir que x posee el conocimiento sino que
x está a punto de conocer y. Es un vínculo de aprender a conocer y no de saber en tanto una
posesión de saber, habla de un proceso activo.
El modelo de Bion explica cómo se construye este vínculo de conocimiento (K), este aparato que nos
permite pensar. Su modelo está inspirado en el aparato digestivo. Dice que si la mente no se alimenta
adecuadamente de elementos que puedan ser digeridos, muere de debilidad. Este alimento, el alimento
mental, es para Bion el conocimiento. Se basa en la noción de identificación proyectiva de Klein.

Identificación proyectiva: es un término introducido por M. Klein para designar un mecanismo que se
traduce por medio de la fantasía en las que el sujeto introduce su propia persona (el self- imagen de sí
mismo) en su totalidad o parte, en el interior del objeto para dañarlo, poseerlo y controlarlo. Este
mecanismo guarda relación con la posición esquizo- paranoide, la cual consiste en una proyección
fantaseada al interior del cuerpo materno de partes escindidas de la propia persona del sujeto, con el fin
de dañar y controlar a la madre desde su interior. Esta fantasía es fuente de angustias tales como la de
“hallarse aprisionada y perseguido en el interior del cuerpo materno”, o también la identificación
proyectiva puede acarrear a cambio, que la introyección sea sentida “como una penetración forzada
desde el exterior al interior en castigo por una proyección violenta.
Proyección: expulsión al exterior de lo que el sujeto rechaza en sí, es proyección de lo malo.
La identificación proyectiva es un mecanismo de naturaleza psicótica que se encuentra en todos los
sujetos.

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Para M. Klein en el principio de la vida, durante unos meses se da la posición esquizo- paranoide, en la
cual el yo del bebé está sometido a mecanismos de clivaje, de escisión, separación, un mismo objeto
tiene dos características contradictorias. Ella lo relaciona con objeto bueno y objeto malo. Este
mecanismo se aplica al objeto y el primer objeto en el niño es el seno, el pecho de la madre, la madre.
El bebé separaría su yo en partes buenas y malas y proyectaría sus partes malas sobre la madre, que
considera a veces como buen objeto y otras como mal objeto, es decir, a veces buena y a veces mala.
Progresivamente, va a tener una visión más completa del objeto, su madre, y va a ir hacia la posición
depresiva, una posición en la que aceptará la ambivalencia. Entonces madre buena y mala; esto se
vuelve a su yo y su yo será también bueno y malo.

Posición depresiva: de la elaboración de esta posición se desprenderá el desarrollo normal del niño y
su aptitud para amar. Durante los primeros meses de vida, una parte esencial de la vida emocional del
bebé está determinada por la lactancia. Ella se caracteriza por la sucesión y repetición de experiencias
de perdida y reencuentro. Así nace en el niño el sentimiento que existe un objeto bueno (el pecho, la
madre) que gratifica y es amado, y un objeto malo, perseguidor que frustra y es odiado. Paralelamente a
estas experiencias que implican factores externos, los procesos intrapsíquicos (proyección e
introyección) contribuyen a reforzar estas escisión del objeto primitivo. Entonces el bebé proyecta sus
mociones amorosas y las atribuye al pecho gratificador (bueno), así como proyecta al exterior sus
mociones destructivas y las atribuye al pecho frustrante (malo). Al mismo tiempo, por introyección, se
constituye en su interior un pecho bueno y un pecho malo.

Bion retoma este mecanismo y piensa que el aprendizaje se hace por experiencia. Por la manera en
que el bebé aprovecha esta experiencia se construye en el niño, a través de la introyección un elemento
que llama Alfa. Al mismo tiempo que es capaz de transformar, el niño vive una experiencia sensorial y
emocional. Para Bion se construye progresivamente en el interior del niño una capacidad abstraída de
esa experiencia que permitirá tomar de ella elementos de los cuales nutrirse. Estos elementos van a
ligarse entre sí (función Alfa) representando la capacidad de aprendizaje. Entonces las experiencias que
se acumulan hacen crecer el aparato del aprender.
Al mismo tiempo, el niño no puede digerir algunos hechos. Estos constituyen los elementos Beta. En
lugar de guardarlos dentro de sí los expulsa al exterior por el mecanismo de identificación proyectiva.
Estos elementos van a parar a la madre que es el objeto con quien se relaciona. Es ahí donde se hace
importante el rol de la madre porque esos proyectiles la atacan, la destruyen psíquicamente. Ella puede
ser capaz de contener estos malos elementos, se ser empática con lo que el bebé siente y va a poder
usar su propia pulsión para transformar los elementos beta, para tratarlos y darlos por su identificación
proyectiva al bebé, pero ya digeridos. Así de esta manera, vuelven al bebé como elementos buenos.
Esta capacidad de la madre se conoce como Reverie.
Este esquema lo podemos llevar a la situación de formador de formadores, o sea ver cual es la
importancia del formador para desarrollar una serie de cosas que se parezcan a esta capacidad.
Otro aspecto de este modelo tiene que ver con la operación del pensar y el aprendizaje de pensar.
Existe una disposición innata: una preocupación. La espera del seno sería innata. Habría un mecanismo
innato de esperar algo que va a alimentarnos y en esta expectativa el bebé puede ser satisfecho o
frustrado. Es cuando esta expectativa encuentra una frustración que va a aparecer un pensamiento. Es
la ausencia del objeto que falta lo que hace nacer el pensamiento. Es necesario que el bebé soporte la
frustración. Para Bion si la frustración no es tolerada en lugar de desarrollarse un “aparato de pensar”
se desarrolla la identificación proyectiva, se hipertrofia el aparato.
Si la frustración es tolerada hay aprendizaje por experiencia, nacimiento del pensamiento y se construye
un aparato para contenerlo. El aparato de pensar es posterior al pensamiento. Este aparato del
pensamiento ayuda a llenar la separación entre la falta y más tarde la acción a desarrollar por esta falta.
Es la tolerancia de la ausencia del objeto y la postergación lo que da lugar al pensamiento. La ausencia
de satisfacción de deseo, la insatisfacción de la expectativa en este espacio de ausencia provoca
pensamiento.

Es importante la idea de tolerar la frustración para entender nuestra actitud como docentes. Nosotros
como formadores, docentes, tenemos que soportar un retorno: la frustración de no haber sido
entendidos totalmente y tenemos que poder acompañar a los estudiantes y a los formados para
soportar esta frustración de no haber entendido todo y de manera inmediata. Es posible que el formador
de algo para aprender que este demasiado lejos del limite de tolerancia del alumno o que éste tenga
sentimientos de reivindicación fuertes.
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También el bebé puede tener una ambición muy grande frente a lo que su madre le da o que no da en
el momento justo.
En relación a esto podemos llegar a una situación donde se vana expulsar los elementos beta sobre el
otro, serán los elementos que no se pudieron digerir. Los elementos alfa van a ser tomados en esta
experiencia y van a nutrirlos, pero si hay demasiados elementos beta en un momento dado, los van a
devolver porque no pueden digerirlos.
Este es un momento en el que el formador tiene que recurrir a su función alfa o continente, es decir,
aceptar sus proyecciones, soportarlas, para volver a trabajarlos y transformarlos poco a poco en buenos
elementos alfa que puedan ser digeridos.
Dos puntos importantes: Bion piensa que en vez de aprender, uno puede ponerse en la posición de
“creer saber”, sentirse omnisciente (saberlo todo), en vez de tolerar la frustración, se puede decir “se
todo”, lo que nos protege de tener que aprender. Por otro lado, la experiencia de tener que soportar la
frustración induce a un sufrimiento psíquico para el sujeto, y es por eso que muchas veces se prefiere
no aprender y se dice: “se todo”, quedándose uno con esa fantasía omnisciente, o bien siguiendo la
solución que Bion propone: dar vuelta el vínculo K y convertirlo en un vínculo – K. En un vínculo de no
comprensión, tomar una posición en la que podamos decir que uno no entendió y, por ende, volver
impotente al formador en vez de sufrir para aprender.
Puede haber momentos en que para los docentes lo más importante es reivindicar el “no entiendo
nada”, poner al que enseña en una situación de impotencia y hacerle pensar que él no puede ayudarlo.
¿Qué relación hay entre lo visto y los problemas de aprendizaje?
Pueden ocurrir disfuncionamientos en esta construcción primitiva del aparato del pensar. La dimensión
de los trastornos del aprendizaje escolar, no fue tenida en cuenta en el sentido de aprendizaje a partir
de la experiencia emocional. Los pedagogos que tratan de remediar este disfuncionamiento escolar
están más familiarizados con trastornos de orden neurótico que con los elementos que Bion nos aporta.
Que están del lado de “lo se todo” o prefieren decir “yo lo se” para no pasar por el dolor del aprender. O
en el caso contrario, en la evitación del pensamiento: tengo mido a pensar, miedo a aprender, quiero
saber inmediatamente sin aprender y sin pensar.
El aparato de aprendizaje nunca queda terminado. Y aun aunque haya sido construido correctamente
en un principio, siempre queda por desarrollarse en cada uno de nosotros.
El enseñante puede por momentos sentirse abatido ante la intolerancia a la frustración de parte de los
que aprenden.
El enfoque y la perspectiva de Bion parecen adecuarse a las situaciones áulicas de nuestros días. La
profesión de docente se volvió muy difícil en algunas clases y como consecuencia también la del
formador. Nuestra sociedad está sometida a fuertes excitaciones que vienen del entorno, en particular
para el niño con la masa de información audiovisual. En segundo lugar, el lugar donde este debería ser
contenido, la familia, es cada vez mas deficiente, y en tercer lugar, la educación liberal hace que
seamos más intolerantes frente a la frustración. Es así como en las clases hay muchos más alumnos
que antes que reclaman, reivindican y proyectan elementos beta.
¿Qué pasa en los casos en que los docentes tienen deficiencias en los conocimientos?
Si en los docentes hay una falta real objetiva de conocimientos hay que formarlos académicamente. A
veces los docentes tienen saberes y no pueden usarlos porque se encuentran en situaciones difíciles,
por ej. ante la angustia de no saber por la novedad de la situación misma o porque se vuelven
impotentes en esta situación. El problema es que el docente reconozca su ausencia de saber.
En muchos casos los docentes son buenos poseedores de conocimiento, pero eso no significa que
tengan una posibilidad desde el punto de vista psíquico de elaboración de ese conocimiento y ese
vínculo. Si los formadores no ponen en claro ese vínculo que tienen con el conocimiento, es casi
imposible poder llegar al otro y al vínculo que tiene el otro con el conocimiento.

La relación con el saber nunca queda clara, esta siempre siendo trabajada. Lo que es importante es el
cuestionamiento, lo que permite preguntarse sobre la relación con el saber del otro, siempre es un
trabajo permanente. Nunca se termina de elaborar la propia relación con el saber porque cambia con el
transcurso de la vida, necesita de tiempo.

Actitud y rol del docente


Es de importancia establecer una actitud frente al propio lugar, al propio rol de cada uno como
formadores, es decir, si uno es capaz de cuestionar, de establecerse en esta búsqueda constante, si
uno es consciente que todavía falta mucho para aprender.
La relación que establecemos con el saber es un proceso infinito, como sostiene Bion: “siempre en
devenir, siempre a punto de conocer, pero nose lo que es conocer”. La relación de saber se da
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siempre en contextos prácticos, en contextos de enseñanza y aprendizaje. No podemos acceder a este
proceso en forma directa, sino a través de las diferentes situaciones de enseñanza- aprendizaje. La
relación con el saber es la relación con los contenidos. Para aprehenderla en un alumno o adulto hay
que hacer un desvío metodológico o trabajar sobre su discurso, sobre lo que dice u observarlo en una
situación ya que es, en una situación en la que se manifiesta su relación con el saber.
Es de importancia dos actitudes que Bion recomienda con respecto al trabajo con el otro: hacerlo sin
memoria y sin deseo. Es útil como actitud no detenerse en las cosas pasadas, confiar en lo imprevisto,
en lo que está vivo, lo que puede surgir sin un proyecto prefijado para el otro. Si bien podemos planificar
o tener un proyecto de enseñanza pero no es un proyecto sobre el otro. Lo que él privilegia es que cada
uno llegue a pensar por sí mismo en el sentido fuerte de la palabra: “poder pensar”, estar en la
búsqueda de todo lo que impediría pensar.

Con respecto al análisis que podemos hacer de nuestra propia práctica como enseñantes, formadores,
Bion establece que hay una gran diferencia entre lo que uno cree que hace en la situación y lo que se
hace efectivamente. Y esta distancia no podemos encontrarla solos. Es a través de las palabras y la
mirada de los otros que se puede tomar consciencia de la diferencia entre lo que creía hacerse y lo que
se hizo en la situación.

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