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HISTORIA
DE LA
HISTORIOGRAFÍA
MODERNA
271% 3 3
IMPRESO EN LA ARGENTINA
PRINTED IN A R G E N T IN A
B IB LIO T E C A H IST O R ICA
Dirigida por
L uis A z n a r
LA HISTORIOGRAFÍA DE LA ILUSTRACIÓN
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C A P I T U L O P R I M E R O
CONSIDERACIONES GENERALES
9
HISTORIOGRAFÍA DE LA ILUSTRACIÓN
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Reproches al iluminismo
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HISTORIOGRAFÍA DE LA ILUSTRACIÓN
Les livres d’histoire moderne utüisés par Montaigne 1908, 68 s.)· Pas
cal había dicho que la faz del universo hubiera cambiado si la nariz de
Cleopatra hubiera sido más corta (Pensées 1* parte, art. 9, § 46; cf. la
nota análoga sobre Cromwell, art. 6, § 87). Esta teoría no es, pues, una
invención de la Ilustración s u p e r f i c i a l . Por el contrario, Voltai
re fue el primero en alzarse (en oposición a BolingbrökÄpor ejemplo)
contra esta concepción y en conceder una gran participación, en el desa
rrollo histórico, a la influencia inconciente de las condiciones geográficas
y de los caracteres nacionales.
En c u a r t o lugar, los reproches se han dirigido a menudo a la crítica
iluminista de las h i s t o r i a s d e m i l a g r o s .
Y bien, no es exacto que ella haya inventado o practicado con ligereza
la torpe corrección r a c i o n a l de las leyendas. Se distinguió precisa
mente de las antiguas escuelas porque rechazó completamente los relatos
maravillosos y corrigió algunos detalles. La opinión corriente se debe
a que se ha tomado como tipo de la historiografía iluminista en general
la historia eclesiástica (protestante) de la Aufklärung alemana. Nada
autorizaba esto.
Es un hecho característico el que ciertos teólogos osaron extender a
la historia eclesiástica y aún a la historia bíblica el método de interpre
tación iluminista proveniente de la filosofía popular de los antiguos, apli
cada desde hacía tiempo a la historia profana y constantemente por los
humanistas italianos. Pero los jefes del movimiento iluminista no man
tuvieron esa posición moderada. Fueron más que simples continuadores
de los humanistas italianos. No sólo infundieron a su polémica contra los
relatos maravillosos de la Iglesia con ironía anti-religiosa, sino que los
rechazaron enteramente, sin distinguir si las leyendas que atribuían al
engaño de los sacerdotes eran relatadas o no por un escritor canónico.
No es preciso juzgar a la crítica radical de la Ilustración, tal como fue
practicada en Francia sobre todo, según las tímidas transacciones de los
teólogos de las universidades alemanas.
Como críticos, los iluministas tenían sobre los humanistas la ventaja
de que las modernas ciencias de la naturaleza habían conmovido la fe en
la autoridad de los antiguos. La crítica iluminista, en el sentido corriente |
de la palabra, tenía su apoyo más firme precisamente en los historia- \
dores de la Antigüedad. Frente a las historias maravillosas el historia
dor romano clásico ¿no recurría voluntariamente, a ensayos de expli
cación racional? Autores antiguos de historia universal, como Diodoro
y otros, ¿no acostumbraban a transformar los mitos en hechos vulgares
y gestas dramáticas? Los estudios polihistóricos de los siglos XVI y
X V II tienen pocas fallas que no puedan ampararse en la autoridad
de ios antiguos. Desde que ésta, mientras entraban en juego las ciencias
naturales, se encontraba definitivamente anulada, los historiadores ins
truidos descartaban fríamente las historias sobre el origen de los pue
blos modernos, parcialmente inventadas por analogía con las antiguas
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HISTORIOGRAFÍA DB LA ILUSTRACIÓN
I Huta i enría, por lo demás, ya fué combatida por Voltaire ( Essai sur les
mocurs, cap. L X X X II).
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Teoria de las catástrofe·
ÎSTo era un mal programa de historia. Pero, para realizarlo, habría sido
Necesario un trabajo paciente y asiduo, que la mayor parte de los his
toriadores iluministas no llevaban a cabo. No se preocupaban mucho.
Algunos de ellos habían tomado una tarea tan grande, que nunca hubie
ran terminado siguiendo el método de los benedictinos. Y ellos preferían
trabajar sobre el presente más que preparar los elementos a los futuros
investigadores. Se redujeron, pues, a la forma de trabajar de los huma
nistas, prefiriendo apoyarse en las narraciones precedentes que recoger
ellos mismos los hechos en las fuentes originales. Criticaron a los antiguos
historiadores. Pero es de ellos de quienes extrajeron el material para su
crítica, y no de los documentos dejados de lado por la tradición.
Sin embargo había pasado el tiempo del trabajo despreocupado y
rápido. Los iluministas sintieron siempre una especie de resquemor fren
te a los trabajos de los benedictinos. Creían que sus investigaciones,
sobre todo en lo que se refiere a la Edad Media, tocaban problemas
complicados que no podían resolverse por apresurados juicios de dile
tantes. No es sin razón que evitaron deliberadamente la historia de la
Edad Media. Cuando se aventuraron sobre ese terreno, calificaron sus
trabajos de Ensayos, como Voltaire, o los ocultaron bajo una introduc
ción, como Robertson, o trataron de disimular su inseguridad, como
Jean de Muller, con salidas desdeñosas contra los sabios anteriores.
Trabajaron con preferencia sobre los siglos XVI y XVII, donde se en
contraban en terreno seguro y donde casi no tenían que temer la acción
de la historiografía erudita. Como los grandes florentinos, las obras
más sólidamente fundamentadas son las que sacaban su teoría del pa
sado más reciente y para las cuales la tradición oral podía suplir los
eruditos estudios preparatorios : no es por azar que Le siècle de Louis
X I V de Voltaire, con excepción de Móser y Winckelmann, representa
la obra histórica de la Ilustración más digna de confianza por sus
detalles.
La falta de método de los historiadores iluministas y su arbitraria
elección de los materiales se advierte sobre todo allí donde ellos quedan
reducidos a sus propias fuerzas.
En la historia de la civilización, en consecuencia, más que en la.
historia política. En aquella trataban ellos temas nuevos. Los historia
dores anteriores no dedicaban a la historia del comercio, de la industria,
de la cultura espiritual, más que noticias aisladas. A decir verdad, no se
habían ocupado nunca de esos temas y sólo los habían mencionado
cuando la narración de los hechos políticos los obligaba. La primera
tarea a realizar había sido, pues, estudiar metódicamente las fuentes.
La Ilustración esquivó generalmente ese trabajo. Se contentó a menudo
con reunir los datos sobre la civilización que encontraba ocasionalmente
en los historiadores políticos o en los de la Iglesia, sacando conclusiones
generales. En ningún otro dominio se proveyó ella de tantos impulsos
y de tan pocos resultados adquiridos como en la historia de la civiliza
Retroceso·
ción. Si ésta, aún en el siglo XIX, se detuvo por largo tiempo en los en
sayos de aficionados, la falta se debe quizá a los ensayos brillantes,
pero ligeros, de la Ilustración. Las faltas cometidas en la aplicación de la
teoría catastrófica provienen en gran parte también de un estudio insu
ficiente de los materiales. La Ilustración no hizo, aquí tampoco, obra
durable más que en el terreno de la c r í t i c a : anuló por lo menos la
autoridad de una historia de la civilización fundada en la Biblia y en
la Antigüedad.
La historiografía de la Ilustración acusa también otro retroceso: se
la utilizó para la propaganda de ciertas t e n d e n c i a s .
Los historiadores eran libres frente al Estado y a la Iglesia. No es
cribían por orden y para la glorificación de un príncipe o de un partido.
No dependían ya más que de su doctrina. Sus obras eran instrumentos
de combate en la guerra por la verdadera fe. No querían sólo demos
trar una tesis (política) como Maquiavelo y Commines; sus trabajos
debían servir para divulgar las ideas de la Ilustración. Montesquieu, que
pertenecía a los iluministas p o l í t i c o s , no temía decir que Voltai-
re, como historiador, escribía como un monje para su convento. Los
iluministas no estimaban los acontecimientos del pasado de acuerdo con
su valor histórico, sino de acuerdo al valor que les proporcionaba para
la polémica. Y no sólo los franceses y los alemanes. También los ingle
ses usaban en sus obras una cierta ironía, sino contra el orden político
establecido, por lo menos contra las ideas tradicionales de la religión y
de la historia eclesiástica. Empleaban un estilo más medido que los
otros, pero su actitud no es por ello menos hostil. No atacaban abierta
mente la interpretación teológica de la historia, la pasaban en silencio,
combatiéndola tan eficazmente como los franceses. Tampoco se engaña
ban los creyentes. Léanse las acotaciones que el jefe de los metodistas
Wesley hace en su diario sobre las obras históricas de Robertson, y se
verá en qué sentido los contemporáneos interpretaban las prudentes ex
presiones del historiador escocés.
No hay necesidad de demostrar detalladamente el mal que debían
hacer esas tendencias transportadas a la historia. La mayor parte de
los defectos de la historiografía iluminista provienen del abuso que se
hizo' de la historia utilizándola en casos que hubiera sido mejor dejarlos
a la literatura periodística. Precisamente porque aplicaba por primera vez
principios científicos y sociológicos, esta recaída en los hábitos de la
historiografía teológica, era de mal augurio. ¡Qué de comentarios fue
ra de lugar, qué de juicios precipitados son debidos únicamente a in
tenciones polémicas!
Por otra parte no hay que olvidar que el carácter cosmopolita, es
decir de política científica, de la historia iluminista, quedó asegurado
precisamente por el predominio de las tendencias antirreligiosas. ¿Podía
el historiador quedar en las fronteras de su patria cuando colaboraba
en la lucha internacional contra la superstición y_el engaño de los sa-
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y
^STORIOGRAFÌA DH LA ILUSTRACIÓN
VOLTAIRE
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HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTÀ
tica exterior, finanzas, religión, arte, etc.), están muy exactamente dis
tribuidas en anaqueles; pero Voltaire estaba obligado a mostrar las re-^
laciones orgánicas y, al desdeñar el orden cronológico, ha tratado de las
causas de muchos acontecimientos después que de ese mismo aconteci
miento; de la política comercial de Colbert, por ejemplo, después de las
guerras a las que ella dio lugar.
Estos reproches no carecen de justicia, pero son muy exagerados.
Como todos los iluministas, Voltaire no siguió más que las conexiones
inmediatas que aparecen exterior y materialmente. Pero la influencia
de la situación financiera y del sistema comercial de Colbert sobre la
política de Luis XIV está tratado con mucha claridad y si en los pri
meros capítulos consagrados a las guerras del Rey, Voltaire debe dejar
para después las razones que las hicieron estallar, apenas hay en ello
falta. ¿No es una limitación de la historiografía el no poder relatar
sino uno después de otro acontecimientos que se han desarrollado si
multáneamente? Es necesario reconocer también que Voltaire no ha
sondeado nunca las relaciones íntimas que existen entre el estado po
lítico y la civilización. No se preguntó jamás si la arquitectura de los
jardines de Versalles o la de las tragedias clásicas y el régimen de go
bierno del Rey Sol no procedían del mismo espíritu. Y tal vez no tenga
tanta culpa: su cerebro lúcido, al menos, no se perdía en las construccio
nes imaginativas de las que el siglo XIX no se libró del todo sino des
pués de su progreso.
Otros dos puntos son más importantes. Primeramente era de la más
alta ini|>ortancia que la administración del Estado fuera concebida co
mo un todo y que la política exterior ya no estuviera separada de la
interior, de las finanzas, del comercio y de la industria. Es necesario
remontarse a Maquiavelo para encontrar algo semejante. Y todavía la
Istorie fiorentine no da más que indicaciones ocasionales. En segundo
lugar, el desarrollo ulterior de la historiografía ha mostrado que no es tan
fácil, a pesar de los defectos del plan de Voltaire, sustituirlo por otro.
Una de las más grandes obras históricas del siglo XIX, la Historia ro
mana de Mommsen, ¿no adoptó enteramente el plan ideado por Voltaire?
Se puede censurar con más severidad las concesiones hechas por el
autor, en la ordenación del asunto, a las t e n d e n c i a s i l u m i n i s
tas.
La obra, en su primera forma (1739), ya manifestaba en su dispo
sición su programa histórico y político. Después de una introducción
que ilustra con el ejemplo de la Fronda el estado de anarquía feudal del
reino antes del régimen absoluto, describe luego las guerras y el régi
men interior de Luis XIV, la historia del comercio, de las finanzas y
de los asuntos eclesiásticos. Presenta, en cierto modo como consecuen
cia de ese régimen absoluto, un brillante cuadro del estado floreciente
en que se hallaban las letras y las artes bajo Luis XIV. Se insertaban
capítulos referentes a la vida privada del rey, a las costumbres, a las modas,
Voltair«
turales (la marquesa dé Châtelet), concebido como una réplica del Dis
cours de Bossuet (véase I, p. 317), tiene por objeto, más que dar una
exposición nueva y científica de la historia, mostrar lo absurdo de la con
cepción teológica, de la idea de que una Providencia divina conduce hacia
el bien los destinos de los hombres. El Essai sur íes mœurs debía ser
un arma en la lucha contra el fanatismo y no debía servir precisamen
te para un conocimiento desprevenido de la historia.
Pero sera injusto negarle todo valor histórico. Del mismo modo si
se quiere hacer abstracción de los inmensos servicios que Voltaire ha
prestado por su crítica de la tradición.
El Essai sur les mœurs es, además de la primera historia universal,
el primer libro de historia que haya tomado en serio el punto de vista
universal en la historia. Voltaire no solamente ha descartado la inter
pretación teológica, sino también la concepción e u r o p e o c é n t r i -
c a que le sirve de base. Sin duda, la historia europea ocupa todavía el
lugar más importante. Pero es porque la información de Voltaire era
mayor sobre los pueblos de Europa, no porque le reconociera una pre
eminencia, sobre todo respecto de los pueblos del Asia Oriental. No
teme comparar las naciones exóticas a las europeas, ni menos ponerlas
delante de éstas. No como lo hizo más tarde Rousseau. Tenía demasiado
ingenio para creer en las representaciones que podían hacerse de ino
centes niños de la naturaleza. No opone el noble salvaje al hijo corrom
pido de la civilización, pero no tiene escrúpulo en herir a los europeos
en lo que ellos tienen de más suceptibles, en su orgullo de civilizados.
Fué el primero quizás en señalar lo que debe a los árabes la cultura de
la Edad Media. No vacila en comparar las ejecuciones numerosas que
tuvieron lugar en Inglaterra bajo Enrique V III a las inmolaciones en
los templos mexicanos. Se atreve a decir que nos parecemos en la Edad
Media a los chinos en que nos creíamos el único pueblo razonable. La
india, según él, estaba gobernada en siglo X V II como Europa en los
tiempos de los grandes estados feudales. Una sublevación contra el Gran
Mogol tiene analogías manifiestas con las luchas entre Luis el Bondado
so y sus hijos. La historia del siglo X V II está por completo dividida
geográficamente y la mirada de Voltaire se extiende de Francia hasta
la China y el Japón.
La misma historia de Europa le debe mucho. Es el primero que in
tenta resumir la historia de la Edad Media, de resumirla en sus grandes
lincamientos. Trata asimismo de poner la historia política en relación
con la historia económica y financiera. De una manera ligera y muy
poco satisfactoria, es verdad. Pero ha emitido una cantidad de ideas
en las que se inspiraron ya los historiadores de la Ilustración. Su obra,
(‘onio lo indica el título, es un simple ensayo, frecuentemente prema
turo, con más frecuencia enteramente insuficiente. Pero aplica por pri
mera vez principios que, cuidadosa y prudentemente aplicados, han hecho
liacer a la historia enormes progresos.
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HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
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V o 11 a i r t
Voltaire podía hacer valer tanto más esa nueva concepción realista,
cuanto que su estilo también estaba liberado por completo del clasicismo.
Diferente en eso de los historiadores florentinos del Renacimiento,
rompe enteramente con el estilo antiguo. Lo hemos indicado ya a pro
pósito del Siècle de Louis X I V . En el Essai sur les mœurs y en las demás
obras va más lejos aún. En el Siècle todavía-mantiene sofrenada su ma
ravillosa naturaleza de azogue. Más tarde, da rienda suelta a su tempe
ramento. El Essai está lleno de chanzas y picardías, que convendrían más
a un folletín que a una obra científica.
Se puede censurar a Voltaire. Pero no se deberá olvidar, a pesar de
todo, que él tomaba en serio sus trabajos históricos y que éstos repo
saban, sino en úna erudición muy extensa, al menos sobre un respetable
trabajo de reflexión. A su manera era más consciente que muchos eru
ditos que no hacían más que copiar sus fuentes o dar a la tradición una
forma literaria. Pesaba cuidadosamente todas las cosas. No se conforma,
por ejemplo, con repetir simplemente la noticia de que en la batalla de
Crécy se emplearon por primera vez cañones; él se dice: si este dato es
exacto se debe poder descubrir en las batallas siguientes el uso de esta
invención. Como eso no ocurre, hay sin duda error en la tradición; ra
zonamiento que tiene su importancia para llegar a una idea más exacta
de la poca influencia de la pólvora de cañón sobre el arte de la guerra
en campaña, hacia el final de la Edad Media.
tiempo de una gloria inmerecida. Raynal era un hábil periodista que sa
bía acomodarse a las corrientes del día. En su obra superficial se encuen
tra n noticias sobre la historia del comercio como las apetecía la época
»de las teorías económicas, mezcladas sin fundirse con tiradas sobre el
»despotismo y el estado de naturaleza, al estilo de Rousseau. De los asun
tos religiosos habla con el tono de un grosero desprecio. Plagios desca
rados o disimulados son el menor defecto del libro. Raynal no carece de
talento, pero no pasa de ser un escritorzuelo frívolo.
II
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Hum«
explica por sus premisas comunes. Mas puede considerarse como cierto
el que deba a Voltaire la iniciatiya de su obra. La analogía de ésta con
su modelo salta a la vista al considerar que no trataba originariamente
más que el siglo X V II, completando así, en cierta forma, el Siècle de
Louis X I V del lado inglés.
Como historiador, Hume es un representante típico de la antigua
Ilustración inglesa. (Cf. más arriba p. 10). La historia, según él, no
ofrece una enseñanza, sino, ante todo, un entretenimiento para el espí
ritu inclinado a la filosofía que quiere recrearse en el espectáculo cam
biante de la ambición y de las pasiones humanas. La historia carece de
importancia política y sociológica. Hume nunca pensó, como Montes
quieu, buscar en el pasado materiales para la mejor forma de constitu
ción o de Ja legislación. ¿ Para qué habría deseado seriamente cambios
esenciales en el sistema de gobierno inglés ? El poder de un déspota ilus
trado le era simpático del mismo modo que a los franceses, más simpá
tico quizá que el gobierno de sectas fanáticas. Pero en las condiciones de
entonces, un triunfo del puritanismo no era de temer y además parecía
asegurada la dominación de una aristocracia esclarecida.
La elección del tema es significativa. Voltaire escribió una historia
universal y su pensamiento abrazaba la universalidad de la historia. H u
me se ocupó del tema que más llega al corazón del lector ordinario, la
historia (moderna) de su propio país. No tenía, como el francés, la
intención de dar una contribución más a la historia de la humanidad.
No se encuentran en Hume los rastros de todas las profundas consi
deraciones históricas que se encuentran en Voltaire. Desconoce esas
fuerzas mudas que, junto con los personajes de primer plano, pueden
determinar la marcha de la historia. No se informa sobre la influencia
del comercio, de la industria o de la situación geográfica. Queda más
atrás de Guicciardini ; no sólo hacer actuar a los individuos de acuerdo
con sus bien calculados intereses, sino que no da importancia a los cam
bios en las relaciones de las fuerzas que pueden por sí solas hacer com
prender la conducta de los estadistas. No se interesa por la cultura ar
tística; le es completamente indiferente lo que otras épocas hicieron por
las artes o las ciencias.
3. R O B E R T S O N
este género. Su criterio histórico y político, el método que mide todas las
organizaciones políticas por la administración bien ordenada y racional
del despotismo ilustrado, es tomado enteramente de Voltaire. Pero Ro-
bertson es el primero que ha fundido a este respecto la materia histórica
medieval y expuesto metódicamente el desarrollo progresivo de la anar
quía feudal al orden político de la monarquía territorial moderna. Ha
intentado describir por primera vez en sus grandes lineamientos concor
dantes, la historia constitucional de los Estados europeos en la Edad
Media, y ha sabido mejor que muchos de sus sucesores señalar al mis
mo tiempo las transformaciones generales y particulares del desarrollo
de cada uno de los grandes Estados. Donde Voltaire sólo había visto
c a p r i c h o s , m o d a s , a r b i t r a r i e d a d e s , él hizo ver una tra
bazón, una acción continua y consciente. Los investigadores que le si
guieron no siempre han estado felices al alejarse de su ejemplo.
Robertson abandona completamente el punto de vista insular de H u
me. Como Voltaire, tenía espíritu cosmopolita. En su introducción, In
glaterra desaparece por completo. Elige como asunto la historia de
Carlos V porque “desde su tiempo las potencias europeas forman un
sistema ρo!ítico,, (Prefacio), es decir, a causa de su importancia para la
totalidad de Europa. Y hasta lo que es más, superó los prejuicios de ia
concepción protestante de la historia. Había aprendido de Voltaire a
estimar la Iglesia de la Edad Media como potencia civilizadora; es qui
zás el primer historiador protestante que se siente liberado del espíritu
tendencioso de los centuriadores. Chateaubriand {Gente du Christianisme
p. IV, lib. 6 cap. II) tiene plena razón de oponer a las tiradas de los
discípulos de Rousseau contra los sacerdotes instrumentos del despotis
mo, el protestante escocés que, en su Historia de América (lib. V III)
había señalado elogiosamente los esfuerzos filantrópicos del clero español
en favor de los indígenas. Robertson, por otra parte, no fué alcanzado
por las ideas de Rousseau. Colma de elogios a Guicciardini y se abstiene
de practicar la moral patética. En las luchas de la nobleza medieval con
tra la corona, él no vió sino un conflicto entre la libertad y el despotismo.
Por lo demás, Robertson es un discípulo bien dotado antes que un pen
samiento original. Sus obras históricas no tienen con frecuencia otro
mérito que el "de transportar a un tema nuevo el método de la historio
grafía de la Ilustración. En la crítica de fuentes no alcanza a Voltaire,
su modelo. No carece tanto como él de respeto por la tradición y no
estaba en estado de hacer como él una crítica objetiva. No se le puede
adjudicar como un gran mérito haber hecho algunas concesiones a la
escuela erudita y citar en general sus testimonios con exactitud.
Robertson es el representante quizás más importante de la teoría ca
tastrófica (ver p. 18 s.). Parece que procede de él la costumbre mante
nida durante mucho tiempo de exaltar las cruzadas. Ya su introducción
a la Historia de Carlos V hace entrar en contacto, por conducto sola
mente de ellas, a los europeos con la civilización bizantina y árabe. In-
41
»mumr 1' y h *;·/
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
Eduard G ibbon nacido el 1737 en Putney, Sur rey, muerto el 1794 en Londres,
relata que concibió estando en Roma en 1764 el p‘an de su Histor y o f the Decline
and Fall o f the Román Empire (hasta 1453), 1» edición, Londres 1776-1788. De
sus otros escritos no citaremos más que la autobiografía, porque esta obra extre
madamente característica no era conocida hasta hace poco sino en la forma mu
tilada que le impuso la familia del editor, Lord Sheffield (en Miscellaneous
W orks de Gibbon, 1796). Los siete bosquejos originales no fueron publicados
hasta 1896, bajo el título de The Autobiographie of E. G. Printed from hithcrts
unpublished Manuscripts, edited by John Murray. Cf. además la edición de la
biografía de Birkbeck Hill, 1901 y el artículo de Fr. Harrison en su Tennyson,
Ruskin, Mili, etc. (1899) p. 199 ss. Sheffield, por lo demás, había dispuesto tam
bién arbitrariamente de las cartas de Gibbon: cf. Prívate Letters o f E. G. edited
by R. E. Prothero, 1896. Buena semblanza de Gibbon en el libro de J. C. Mo-
rrison, English Men o f Letters 1878. Proceeding of the Gibbon Commemorafion,
1792-1894 (Royal Histor. Soc.) 1895; M. Read, Historie Studies in Vaadf Berne
and Savoy 1897. M. Ritter en la Histor. Zeitschrift CX II (1914), 118 ss.
1. O B S E R V A C IO N E S G E N E R A L E S
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blece sobre los datos surgidos de las fuentes literarias, sino de acuerdo
con las familias lingüísticas; regla peligrosa pero que vale más que el
antiguo método.
No puede decirse que Schlózer haya sido un gran pensador en his
toria. Nunca dió trascendencia a las consideraciones de Voltaire sobre
la filosofía de la historia; se contentaba con registrar y reseñar los
hechos históricos. Sus analogías son groseras y completamente exteriores.
Estaba poco dotado para escribir historia. La imaginación histórica
le hacía mucha falta. No cuidaba la manera de expresarse. Creía hacer
la historia popular introduciendo en ella un lenguaje trivial.
Por muchas de sus obras se comprende que la negligencia de la for
ma está de acuerdo con su naturaleza. Un libro destinado a servir de
guía en los cursos universitarios, no puede tener al mismo tiempo pre
tensiones de artístico. Pero en las obras destinadas al gran público,
Schlózer no se cuidaba de los lectores cultos. No pensaba más que en
sus estudiantes. Estaba satisfecho cuando había ordenado la materia
en borrador y tratado de facilitar la memoria con toda la clase de me
dios (por ejemplo, dar las fechas en cifras redondas). Efusiones de
una moral muy chata reemplazan al razonamiento político.
3. G A T T E R E R
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Schmidt
4. S C H M I D T
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HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
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6. P L AN CK
que ocurría entonces no tenía otro fin que el de facilitar a Inocencio III
y a Bonifacio V III sus planes de acción. Cf. Baur, Epochen der kir-
chliccn Ccschichtschreinbung (1852) 174 ss.
7. F E D E R IC O EL G R A N D E
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CAPITULO TERCERO
LA ESCUELA DE MONTESQUIEU
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Heeren
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C A P Í T U L O C U A R T O
1. W IN C K E L M A N N
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HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
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Wincktlmanii
2. M Ö S E R
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
LA HISTORIOGRAFÍA DE LA ILUSTRACIÓN EN
ALEMANIA BAJO LA INFLUENCIA DE ROUSSEAU
72
Influencia de Rousseau en Alemania
Es fácil ver en qué esas proposiciones bien conocidas, que sólo bos
quejamos aquí, se distinguen de las doctrinas de Voltaire y de Montes-
quieu. Parten de un punto de vista completamente diferente, Voltaire
y su escuela querían apartar el abuso que se oponía a una administración
racional del Estado. En Rousseau, el móvil es el sentimiento de digni
dad herido del hombre, es la cólera exasperada contra la dominación
de personas disolutas, es la compasión por las víctimas de la injusticia.
Rousseau no se pregunta si los sufrimientos de los que se quejan son
inseparables de la naturaleza del Estado. Si la naturaleza es buena ¿por
qué un .pueblo n a t u r a l m e n t e libre no podría llevar una vida pa
radisíaca ?
Rousseau manifestaba sentimientos que no podían encontrar nin
guna satisfacción bajo el antiguo régimen. Sentimientos que, a decir
verdad, hacían completa abstracción de las condiciones reales de las or
ganizaciones humanas. Los partidarios del despotismo ilustrado tenían
muy poco en cuenta el tiempo y la resistencia natural de la tradición.
Iban demasiado rápido. Los discípulos de Rousseau eran utopistas. En
sus obras la declamación ocupa un lugar mayor que el razonamiento.
Es precisamente por eso que su influencia fué mayor. Recurrían a
la pasión y no a la reflexión. Encontraron adherentes sobre todo en las
clases mantenidas alejadas del gobierno y que sufrían los caprichos del
despotismo. No sólo el propio Voltaire, sino algunos de sus discípulos
alemanes como Spittler, estaban en estrecho contacto con los círculos
gubernamentales. El bohemio Rousseau se mantenía alejado de los dés
potas a quienes combatía. No encontró entre los soberanos de su época
ningún partidario sincero. Pudo despertar en grandes damas una piedad
sentimental por las víctimas de la injusticia social. Pero esas emociones
no tuvieron serias consecuencias. No ganó verdaderos discípulos más que
en la pequeña burguesía y entre los profesionales liberales, sobre todo
en la gente que estaba a un nivel social demasiado bajo (modestos abo
gados, médicos de campaña, proletarios instruidos, etc.).
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
del Estado. El burgués alemán tampoco poseía, por otra parte, la igual
dad social de que gozaban sus semejantes en Inglaterra y Francia. La
diferencia de Werther y la Nouvelle Héloise es característica a este res
pecto. La burguesía, ávida de igualdad, consciente de su dignidad, cho
caba en Alemania con barreras muy fuertes, con privilegios más fuertes
que en los dos grandes Estados. Se siente la ausencia de una gran capi
tal con su inflencia niveladora. No es por azar que en Berlín la burguesía
tenía socialmente libertades más grandes que en otras partes. Pero Ber
lín no era más que la capital de uno de los Estados, no era el centro
intelectual de todo el imperio.
He aquí porque Rousseau no encontró entre los historiadores fran
ceses un solo sucesor notable, mientras que hizo escuela entre los ale
manes. Es preciso agregar que la falta de fines políticos positivos llevó
a los partidarios de Rousseau en Alemania a volverse hacia la historia.
Este era para ellos el medio de agitación más cómodo. En cuanto a hacer
programas de reformas prácticas, no se les daba ocasión para ello. ¿ Dón
de hubieran podido mejor que en la historia versar sus efusiones senti
mentales? Eligieron pues temas favorables a sus tendencias; la historia
de una lucha por la libertad o bien la historia de un régimen corrompido
de sultán, en cuyos vicios hacían resaltar con brillo inmaculado las vir
tudes de la burguesía.
2. SCHILLER
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Schllltf
i
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
Principios histó* La historia era para Schiller una función demasiado ac-
ricos y métodos, cesoria para que haya podido desplegar allí todo su ta
lento de historiador. El poeta dificultó a menudo el ca
mino al historiador, j Qué lleno de promesas está en comienzo de la His
toria de la guerra de treinta años, su obra m aestra! Una exposición clara
e imparcial con datos sobre la situación general, a la que la historiogra
fía de la Ilustración no tiene nada comparable. Mas pronto la suerte y
la psicología de los principales héroes, de los i n d i v i d u o s , absorbe la
atención (leí dramaturgo neto. No hay derecho a pesar las palabras por las
cualei Schiller trató de excusar la brevedad desproporcionada de su con
clusión. Quizá sólo pensaba en el público al escribirla: Gustav Adolph und
Wallensiein, dio II cid en dieses kricgerischen Dramas, sind von der Bühne
verschwundcn, und mit ihnen verldsst uns die Einheit der Handlung,
welche dio Übersicht der Begebenheiten bisher erleichterté. (Cf. Werke
edición del centenario XV, 461). No es menos característico que Schiller
tome aquí el tono del autor dramático y provoque la desproporción del
último libro por una circunstancia que puede valer para el artista, pero
no significa nada para el historiador.
Además, Schiller fué obligado a apurarse. Se le podría perdonar
el haber leído a los autores a la ligera y no haber recogido sistemática
mente los testimonios, tanto más cuanto que no está a ese respecto tan
por debajo como se ha pretendido del término medio de los historiado-
re« iluministas. Una falta más grave es no haberse tomado tiempo para
meditar y elaborar mentalmente sus temas históricos, tan concienzuda
mente como lo hacía con sus proyectos dramáticos. Aportaba a su tarea
cualidades extremadamente preciosas: una inteligencia penetrante y la
ausencia de toda prevención confesional. Pero sólo sacó un pequeño
partido de esas disposiciones.
76
Mül l er
Schiller escritor. Por la forma de su exposición, Schiller volvía en apa
riencia al estilo humanista. Como los clásicos, ponía a
los individuos en primer plano. En sus obras narrativas, a diferencia
de Voltaire, no hablaba más que de guerra y de política. Pero en sus
manos la forma pseudopoética de la historiografía humanista se elevó
a un nivel superior. Es un verdadero artista y no un retórico abordando
la historia. Y un artista moderno; sólo algunos detalles recuerdan di
rectamente la forma antigua. Todavía inserta discursos; pero no los
inventa completamente ni los conduce tan metódicamente como acos
tumbraban los clásicos. Más empleo de anales. Utilizaba los recursos
del estilo humanista; pero lo que para otros eran preceptos de escuela,
para él era expresión natural y viviente. La narración está construida
con una seguridad admirable. La mano experta del dramaturgo intro
dujo gradaciones y tendió a la variedad; los hilos principales son man
tenidos con mano firme, sin hacer en general violencia a la materia. La
lengua es viva, vigorosa y plena de un hálito poético, raramente cae en
una hueca retórica. Schiller realizó lo que la antigua tendencia quiso
realizar, y lo que su contemporáneo Juan de Muller trató en vano. Una
historia política era contada de modo que satisfaciera igualmente las ne
cesidades históricas y estéticas.
Schiller fué, es verdad, más independiente frente a su tema que la
mayor parte de los historiadores anteriores. No escribía la historia, como
la mayor parte de los humanistas, como un publicista a sueldo. Era libre
de tratarla como artista, sin ninguna otra preocupación.
3. MÜLLER
77
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
N aturalm recep· No era más que esto. Pero tenía una receptividad y
tiva da Müller. una memoria incomparables. No existe autor o docu
mento que Müller no haya leído y citado; ninguna idea
de la historiografía iluminista francesa e inglesa que no haya dejado
rastros en él. Mas la materia recogida en innumerables fuentes no fué
pasada por cedazo ni metódicamente trabajada; los pensamientos de los
más diferentes géneros tomados a historiadores anteriores, no fueron ma
durados ni aún seguidos hasta el final; fueron reproducidos con el falso
brillo retórico, sin que las contradicciones fueran resueltas.
Müller había oído y leído mucho (sus amigos le reprochaban ya su
a n s i a d e e n g u l l i r t o d o ; c f . Henking I, 218); había conocido
todas las corrientes de la A ufklärung; pero no había reflexionado se
riamente sobre ellas. No se tomaba el trabajo de escrutar los fundamentos
de su concepción histórica. Tenía a veces ideas espirituales, pero no se
conformaba con ello. Como todas las naturalezas receptivas, estaba bajo
la dependencia de lo que lo rodeaba y de las impresiones del momento.
Era en general discípulo de Rousseau, enceguecido como él de libertad
y de igualdad; —glorificaba en alguna parte, a despecho de la historia,
"die schweizerischen Grundsätze der Gleichheit” ( Gesch. Schweiz. Eidg.
lili, II, c. 7 ) ; hu entusiasmo por la constitución de Berna, que sus amigos
arlMtócratuH de dicha ciudad le habían sugerido, concordaba con lo ante
rior como puñetazo en el ojo. Unía sin dificultad el s e n t i d o c o m ú n
de Sehlozer (del que había seguido los cursos como estudiante) al en-
78
fu I nw' HinKniÉÉÉftMliüwni
v ’,r ■! "■*.
Mülltr
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
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HISTORIOGRAFÍA ¡LUMINISTA
82
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Influencia de su Es ella sobre todo a la que se debe el carácter contra
educación te o ló - dictorio de las Ideas. Herder era eclesiástico muy avan-
gica. zado. Llegaba hasta a defender a Gibbon contra la crí
tica inglesa y a encontrar que el historiador inglés había
tratado al cristianismo dulcemente {Ideen, lib. X V II, cap. I I I ) . Estaba
familiarizado con el iluminismo enemigo de la Iglesia y no retrocedía
ante el sacrificio de las obras exteriores cuando se trataba de salvar la
e s e n c i a de la religión. Pero ante todo Herder no se libró nunca de
la teología cristiana. La desembarazó de las fórmulas dogmáticas tradi
cionales, la modernizó, pero no liberó de ella su espíritu. El plan mismo
de las Ideas remonta a los modelos teológicos y es una contradicción con
sigo misma. Herder ve en la historia una educación del género humano*
conducida por una potencia superior. En otros términos, le da como base
un plan divino de salvación. Esta concepción se justifica perfectamente
desde el antiguo punto de vista teológico. Mientras se tenían en cuenta
únicamente los datos de una religión, única salvadora, y se identificaba
la historia universal con la historia de los creyentes, es decir, de los pue
blos cristianos de Asia Menor y de Europa, se tenía derecho a orientar la
historia universal hacia el cristianismo. Pero hacia fines del siglo X V III
¿cómo podía un historiador que se ocupaba de China y de Japón, que
tenía como antecesores a Voltaire y Schlozer, partir de la ficción de que
el género humano cumplía una evolución colectiva? Herder estaba en una
alternativa. Ya quiere reconocer a cada nación un valor independiente y
habla de leyes naturales de la historia política, es decir de encadenamien
tos de causas que intervienen siempre bajo ciertas condiciones, ya (sobre
todo en los últimos libros) no piensa más que en Europa y abandona la
idea de la humanidad. Su reflexión histórica está orientada teológicamen
te. Su hombre ideal, en quien se encarna la humanidad, es una creación
de la especulación abstracta, como también el hombre sin pecado (antes
de la caída) de los teólogos. Su apología de la Providencia y su hábito
de referirse a sus motivos insondables para el hombre, es una nueva
edición de la apología de Dios para los teólogos. La historia bíblica de
la creación (que racionaliza y moderniza todo lo posible), no es defen
dida por él en nombre del dogma de la inspiración ; pero quiere que die
mosaische Urkunde represente la más antigua tradición de la humanidad.
Se extiende sobre el parentesco físico de los hombres con los animales,
pero traza una separación tan arbitrariamente marcada entre los monos
y los hombres como el primer teólogo aparecido. Voltaire, en su Essai sur
mœurs, contraparte histórica de Candide, había mostrado a cada instante
cuantos acontecimientos históricos son debidos al azar ; a un error o a la
tontería humana y qué insostenible es la creencia de que la historia está
dirigida por una Providencia divina : Herder realiza una apología en regla
de la Providencia, que en ocasiones se acerca al tono bastante desagra
dable de una polémica oficiosa. Herder trata muchos problemas más pro
fundamente que Voltaire. Se contenta menos fácilmente con las llanas
83
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
5. SCH LOSSER
85
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
Universalhistorische Übersichte der Geschichte der Alten W elt und ihrer Kultur
(1826 a 1834). La Weltgeschichte fü r das deutsche Volk (1844 a 1856) publicada
en colaboración con Kriegk, tiene un carácter popular. Su obra principal fue Ges
chichte 18. Jahrhunderts in gedrängter Übersicht (1823), más tarde corregida y
continuada, bajo el título de Geschichte des 18. Jahrhunderts und des 19. bis zum
Sturz des französischen ICaiserreichs, mit besonderer Rüchsicht auf geistige Bil
dung (1836 a 1849).
Pura la biografiadla mejor obra es G. Weber, Fr. Ch. Schl., 1876 (donde está
rcimprcHa la autobiografía de Schlosser, primero publicada en las Zeitgenossen
1826), Kl mejor retrato ha sido hecho por O. Lorenz en Die Geschichtswissenschaft
(1886, arreglo de un artículo aparecido en las Sitzungsberichten der philosophisch-
historischen Klasse der Wiener Academie 1877). Cf. además B. Erdmansdörffer, S.
1876 (discurso de solemnidad) ; E. Mareks en los Heidelberger Professoren I, 1903,
287, ss.
1
joquena ciudad alemana a fines del siglo X V III. Es un hecho extrema
damente característico que Schlosser viera en la Divina Comedia un
modelo eterno para la historia (Lorenz I, 49). El historiador, así como
el poeta de cultura teológica no emite su juicio de acuerdo a la impor
tancia política c histórica de una acción, no tiene más que decir si es, o
no, un pecado individual. No existen problemas históricos, es decir so
ciológicos. Schlosser, es preciso reconocerle este mérito, realizó su pro
grama (orno raramente lo hiciera otro historiador. Si sacaba de Dante
la imparcialidad, tenía el derecho de considerarse como su sucesor. Apli
caba loa principios del imperativo categórico a los grandes y a los pé-,
queñoa, a loa amigos y a los enemigos, sin más preocupación que el gran
poeta florentino explicando los principios éticos de San Tomás de Aquino.
86
Sii mondi
HISTORIOGRAFÍA ILUMINISTA
88
LIBRO QUINTO
k
C A P IT U LO P R IM E R O
é
Reacción contra el iluminiimo
por lo mismo que en aquél había fuerzas vitales. Querer oponerse y crear
algo por sus propias fuerzas era condenarse a la esterilidad. Faltaba a
creaciones semejantes el movimiento de la vida; no tenía más verdad in
terior que los Estados fundados por la Revolución Francesa o que la po
esía artificial del siglo X V III.
No es este el lugar para criticar esta teoría. Haremos algunas anota
ciones acerca de los autores que la profesaron. La historia misma ha
mostrado luego con superabundancia sobre qué fundamento incierto re
posa la doctrina de la invariabilidad de las cualidades propias de las
razas. Se ha visto claramente que su derivación de un hipotético genio
del pueblo oculta en muchas ocasiones el desconocimiento de la historia
o de la sociología. Por otra parte la doctrina de un espíritu nacional ha
tenido algo de bueno. H a forzado a los historiadores a llevar su atención
sobre el conjunto. No fué ya posible tratar de la religión, del derecho,
del arte de un pueblo sin considerar las circunstancias generales en
medio de las cuales se habían producido. Se reconoció que instituciones
que, según la antigua opinión, habían existido extrañas la una a la otra,
podían estar unidas por un lazo interior.
Lo que ya Voltaire, y sobre todo Herder, no habían hecho más que
señalar, fué sistemáticamente deducido, con la diferencia de que lo que
ellos habían presentado como una simple observación, fué elevado a la
categoría de precepto. Los historiadores anteriores habían podido hacer
notar que el espíritu de un pueblo excluía ciertas instituciones. Los
románticos pretendieron dogmáticamente que s o l a m e n t e era pro
vechoso lo que había nacido del espíritu nacional. Doctrina que, desde
un comienzo, es formulada muy claramente (¿en qué puede reconocerse
el espíritu de un pueblo?) y que, si se le quiere hacer decir que las imi
taciones de modelos extranjeros son siempre dañosas, está en contra
dicción absoluta con la historia.
Esta concepción tuvo numerosos adeptos en Francia, pero sobre
todo se extendió por Alemania. No fué por casualidad. En Alemania,
en la época de la Restauración, la lengua y la civilización eran los úni
cos lazos comunes. En armonía con ellas, la filología había tomado gran
desarrollo, junto con la filosofía. E ra propio extender a la historia en
general las nuevas apreciaciones sobre el desarrollo independiente de
las lenguas. La tesis de que las lenguas no se transforman sino de acuer
do con sus leyes propias e intrínsecas, no era completamente exacta;
pero era tan superior a la grosera concepción de antaño, que se podía
confiar haber encontrado con ella la clave de los enigmas de la historia.
Muchos historiadores alemanes se entregaron entonces con provecho
a los estudios filológicos. Construyeron la historia del derecho, por
analogía con la historia de las lenguas. Exageraron la importancia de
la comunidad lingüística. Creyeron que la historia de las instituciones
y de la civilización de los diferentes pueblos era susceptible de una dis
tinción tan marcada como la historia de las lenguas. El presente ¿no
96
La teoría romàntica
102 ss.).Por desgracia Eichhorn era demasido poco escritor para me
recer aquí algo mas que una breve cita.
Justamente lo contrario sucede con Friedrich Karl V. S a v i g n y ,
nacido el 1779 en Framrfort-sur-le-Mein, en 1803 profesor en Marbur-
go, en 1808 en Landshut, en 1810 en Berlín, en 1842 ministro en Pru-
sia, muerto en 1861, quien fué uno de los mejores escritores de la
escuela romántica.
, Como historiador ocupa un curioso lugar. Se sabe que, como pu-
4 bllcistn, en su escrito über den Beruf unserer Zeit zur Gesetzgebung
98
La teoría romántica
99
2. LA ID EO LO G IA H ISTÓ RICA
100
Lé ideología hiitórlca
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
La ideología hiitórica
103
L·
3. LAS NUEVAS CO NSID ERA CIONES SOBRE LA IM PO R
TANCIA NACIONAL Y PO L IT IC A DE LA LITER A TU R A
plano creaciones que todavía estaban más bajo la dependencia del arte
francés que las obras contra las cuales se ponían a la defensiva. La
literatura y el arte de la Edad Media no pueden pasar por exclusiva
mente cristianos y europeos ni aún en general, sino en un sentido res
tringido. Hemos debido mencionar aquí las apreciaciones del Romanti
cismo sobre la literatura y el arte porque, más aún que las teorías polí
ticas, dejaron hondas huellas en la historiografía. No se puede tampoco
dejar de anotar aquí cómo todas esas teorías románticas dependen de
Rousseau. El optimismo de Rousseau, según el cual el hombre aban
donado a sus instintos naturales hace espontáneamente el bien, está táci
tamente supuesto por la doctrina romántica de que sólo el desarrollo
natural librado a sí mismo, conduce al bien en la vida de la política y
del derecho. Solamente los románticos limitaron a la nación las ideas
de Rousseau: nada está bien más que lo que proviene de la nación y
está de acuerdo con su naturaleza.
V 111 · m a i n
107
LA INTERPRETACIÓ N ESPIR ITU A LIST A D E LA H IST O R IA
BAJO LA IN FL U E N C IA DE HEGEL
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
110
La s coiíisdiruc- Las apreciaciones de Hegel sobre la importancia de la
dones de Hegel. tradición espiritual constituyen casi todo el fruto que la
ciencia histórica debe a sus inspiraciones. Desgraciada
mente no se contentó con construir una fórmula con sus ideas de desen
volvimiento, que en circunstancias n o r m a l e s debía reglamentar el
curso de la historia; quiso ver realizado en la historia, en todo sentido y
siempre, su plan ideal. El progreso del pensamiento filosófico que lleva a
la síntesis por la tesis y la antítesis, debía cumplirse siempre también en la
realidad empírica.
Hegel cayó así en construcciones completamente fuera de la historia.
Su mismo esquema no está demostrado, es falso. Aún en el caso incon
cebible de que un desarrollo espiritual se cumpla aislado en el espacio
—sin choques externos, sea por consecuencia de cambios políticos y so
ciales imprevistos, sea por el efecto de ideas extranjeras nacidas alrede
dor— de acuerdo con la ley de la persistencia, habría en circunstancias
normales no un desarrollo sino un estancamiento. Puede haber allí perso
nalidades distinguidas que avancen por caminos nuevos. La gran masa,
que sin embargo históricamente y sobre todo para la filosofía de la histo
ria, entra sola en consideración, está firmemente ligada a las opiniones
tradicionales, cuando circunstancias exteriores no la fuerzan a cambiar.
Pero aunque fuera cierta esta hipótesis de Hegel, no sería admisible que
el desarrollo de conceptos del espíritu se cumpliera siempre de acuerdo con
su esquema dialéctico. El espíritu del mundo no procede de una manera
tan simple, tan lógica. De las brillantes construcciones de Hegel no hay
más que llevar rápidamente la mirada sobre la historia empírica, para que
su teoría, c o m o l ey, se derrumbe. Aún si se quisiera excluir el azar en
el sentido corriente de la palabra, y la influencia imprevisible de ciertas
personalidades, subsistiría el hecho de que todas las relaciones humanas
(fisiológicas, políticas, intelectuales, económicas, etc.), son demasiado in
dependientes y se cruzan muy frecuentemente en sus efectos, para que
se pueda admitir la validez normativa de una fórmula cualquiera de desa
rrollo, que toma su punto de partida en una sola necesidad y reúne en
lema ios esfuerzos para satisfacerlo.
2. H E G EL H ISTO R IA D O R
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
3. LA ESCUELA DE H EG EL
masas. Seguía bien aquí y allá la acción de los sistemas filosóficos so
bre la doctrina cristiana, pero se quedaba ahí.
Los historiadores políticos contemporáneos no analizaban de buen
grado más que las ideas de las personalidades dirigentes y no se repre
sentaban como poderes activos nada más que los gobiernos y los par
lamentos : del mismo modo, para Baur, el pueblo, los laicos y las comu
nidades, desaparecían tras los teólogos creadores del dogma. Todo lo que
hoy se califica de superstición, todas las fantasías populares que son
de importancia capital para la historia de la religión, todo eso no existe
para él. No hay historia de las prácticas religiosas ni historia de la pie
dad cristiana. Se puede excusar que haya omitido la historia de la ad
ministración eclesiástica, la del derecho eclesiástico, etc., diciendo que
su único objeto era exponer la historia de los dogmas. Pero esta última
también la ha colocado en el aire, dejando completamente en la oscuri
dad la fe real y que obra en favor de las fórmulas por las cuales los
teólogos habían buscado reconciliar las ideas cristianas con las lecciones
de la filosofía antigua.
Baur adelantó grandemente la comprensión de la historia eclesiás
tica. Infligió al pragmatismo, siguiendo a Hegel, una derrota definitiva.
Mostró relaciones orgánicas allí donde no se había visto hasta entonces
más que una yuxtaposición arbitraria. Creó la historia de los dogmas
del mismo modo que Hegel la historia de la filosofía. Pero independien
temente del esquematismo de su fórmula de desarrollo, en lugar de resol
verlo, dió vuelta al problema que había provocado el pragmatismo.
Los pragmatistas habían derivado las variaciones de la dogmática
exclusivamente de contingencias personales y de cálculos políticos. Baur
cayó en el otro extremo: sus ideas tienen existencia independiente como
seres supraterrenales. No busca vencer a los pragmatistas siguiendo su
investigación y combatiéndolos con sus propias armas. Hubiera tenido
derecho de insistir frente a ellos sobre el valor i n d e p e n d i e n t e de
la tradición religiosa. En lugar de eso la dejó como estaba y descuidó
buscar la acción de los elementos políticos, sociales y económicos sobre
la Iglesia y la religión.
b) ZELLER
Eduardo Zeller es, con Baur, uno de los representantes más distin
guidos de la escuela de Hegel. Marca la reacción que se produjera en
el seno mismo de la escuela contra el esquematismo del maestro. En
su obra principal, la Historia d e la filosofía griega en su desarrollo his
tórico, dedicada a Baur, quería, como lo dijo en su prefacio, “conservar
el equilibrio entre las investigaciones eruditas y las consideraciones es
peculativas sobre la historia”. Rechazaba tan resueltamente como Hegel
el viejo método de pura compilación; pero no sentenciaba que la historia
debía ser construida lógicamente. Veía con mayor claridad que otros
discípulos de Hegel que la historia no ofrece jamás un caso empírica
mente aislado. Empleó la crítica filológica, pues, con más independencia
todavía que Baur. No rechazó radicalmente la filosofía de la historia
de Hegel, pero la modificó en provecho de la realidad objetiva.
No es una casualidad que la escuela de Hegel tenga su mayor éxito
en la historia de la filosofía griega. Ninguna materia soporta relativa
mente tun bien como ésta, construcciones a la manera de Hegel. En
efecto, 1a filosofía helénica se ha desarrollado con una gran indepen
da respecto del Estado y de la Iglesia. En la exposición de la filosofía
griega, Hegel había dado ya su mejor contribución a la historia.
El color local
De Hegel procede también, como se sabe, la c o n c e p c i ó n m a t e
r i a l i s t a d e l a h i s t o r i a , de la cual no podemos ocuparnos aquí,
aunque ha sido bien formulada teóricamente en nuestro tiempo (quizá
por primera vez en la Miseria de la filosofía de Karl Marx 1841),
pero sin servir todavía de fundamento a obras históricas. Cf. I. Plege,
M arx und Hegel 1911. Sobre los precursores véase W. Sulzbach, Die
A u f äuge der materialistischen Geschichtsauffassung 1911.
III
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
bozado una imagen tan vigorosa de los puritanos ingleses y sabido mar
car con una impresión tan pintoresca la oposición política y religiosa
entre los “caballeros” y los “cabezas-redondas”, como Walter Scott
en P everil of the Peakî ¡ Cómo para no aniquilar los razonamientos
políticos de Clarendon y los fríos epigramas de Hume!
El éxito clamoroso de las novelas del autor de Weverly arrastró a
todos los historiadores. Se sabe lo que Ranke debe —-positiva o negati
vamente— a Walter Scott (ver p. 125) y es algo más que una hipótesis
afirmar que sin Ivanhoe (1820) la Conquête de VAngleterre par las
Normands de Augustin Thierry (1825) no hubiera sido escrita o hu
biera tomado una forma completamente distinta.
La doctrina del color local fué elevada a la categoría de dogma.
Guardar fielmente las vestimentas fué el primer deber del historiador.
No se hizo más pesado reproche a la antigua escuela que el de haber
descuidado el color local. Es casi exclusivamente desde ese punto de
vista que Thierry, en sus Lettres sur Vhistoire de France, critica a los
historiadores antiguos. Contra la introducción a la Historia de Carlos
Quinto de Robertson, quizá la obra maestra de la historiografía ilumi-
nista, Villemain lanzó la objeción de que ella contrariaba “la verdad
local y pintoresca” ; porque había excluido de la narración los detalles
originales y característicos, relegándolos a las notas. ( Tableau du X V I I Le
siècle, 2* parte, 4’ lección).
2. LA ESCUELA NA RRATIVA
a) BARANTE
b) T H I E R R Y
1 S i se crey era a R an ke, no se trataría en este caso de u n a sim ple coin cidencia,
sino de un a dependencia. E n el d iscu rso que pronu nció en la celeb ración de su 909
a n iversario, se le e : “D ecla ro que lo s prim eros lib ros de A . T h ie rr y ex cita ro n m i
ad m iración por su form a. Y o d e c ía : N o som os capaces de h acer otro tan to”. ( Leop.
v. R. an seinetn 90 Geburstag, 1886, p. 26, y tam b ién en el volu m en de su s obras
Zur eigenen Lebensgeschichte) . S e g ú n el con tex to , se debería adm itir que R an k e
h ab ía tenido con ocim ien to de T h ie rr y an tes de escrib ir su p rim era obra. P er o eso
es casi im posible. L a s fech a s están un p oco co n fu sa s en la m em oria del anciano.
E l prim er lib ro de T h ierry ap areció u n añ o d esp ués de lo s Germanische und roma-
nische Volher . C on an teriorid ad T h ie rr y no había publicado m ás que a rtícu los p erio
d ístic o s y fra g m en to s que no podían pasar por m od elos desd e el punto de v ista d e la
fo rm a . L a s sem eja n zá s en tre las dos h istorias se ex p lic a m ás que nad a por el h ech o
de que lo s dos dependían de W a lte r S c o tt ( C f. R an k e en el m ism o p a s a je ).
125
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
Entre los historiadores alemanes, Leo es quien mejor puede ser ubi
cado en la escuela narrativa. Contó en su mejor obra, siguiendo la doc
trina del color local, la historia de los Estados italianos de la Edad Media,
«iguiendo el estilo de las crónicas contemporáneas. Fué bien calificado
por eso. Empleó sus fuentes sin crítica y frecuentemente extrajo datos
127
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
a) M I C H E L E T
128
Michelet
(v o l. su p lem en ta rio ), 1 ss. (1 9 0 8 ) ; La place de M. parmi les historiens du XIXe.
siècle en la Bibliothèque Universelle L X I I ( 1 9 1 1 ), 449 ss. C f. a d em ás: M ad. Q u i
net, Cinquante ans d'amitié; M., Quinet (1 8 9 9 ) ; J. S im on, Mignet, M. Henri Mar
tin 1899; J. B runh es, Étude sur Michelet 1898; A . F er ey , /. Michelet et Ilippolyte
Taine (1 9 1 0 ) ; G. L an son sobre el Tableau de la France de M ich elet en las Mélan
ges de philologie romane et d'histoire littéraire offerts à M M . Willmotte (1 9 1 0 ),
267 ss.
b) C A R L Y L E
pero tenían menos valor intrínseco. Si por lo menos tuvo una acción
sobre el continente eso proviene de que, abstracción hecha de su talento
de artista, hizo de un tema de explicaciones políticas e históricas, una
cuestión personal.
El Romanticismo alemán había combatido el Aufklärung porque sus
procedimientos a n t i h i s t ó r i c o s parecían conducir a la disolución y
a la ruina del Estado, de la Iglesia y de la sociedad. Este problema atañía
poco al inglés Carlyle. Tenía un pleito estrictamente personal con la
Ilustración.
Su mal era la inquietud interior, el escepticismo. Los antiguos ideales
estaban destruidos (sobre todo, según creía él, por culpa de la Ilustración)
y no tenía confianza en los nuevos, en los de su época. No podía com
prender mejor la fe en el poder de salvación exclusiva de la libertad,
que la fe en el efecto bienhechor de las ciencias de la naturaleza. T ra
bajaba sin advertir la finalidad de su trabajo. Para esta discordia interior
buscaba un remedio en la historia. El entusiasmo por grandes héroes
de fe firme, lo ilusionó sobre la inconsciencia de la suya. Buscó para
su turbación interior un alivio en los sarcasmos sangrientos con los que
él destruyó a los escépticos que había invertido a la ligera los antiguos
ideales, y las honradas gentes que tomaban como remedio ideales nuevos
muy superficiales.
Es de imaginarse qué historiografía salió de allí. Fué todavía más
subjetiva que la de Michelet. El nacionalismo democrático del francés
era unilateral, pero podía servir a la historia de punto de partida. Las
consideraciones históricas de Carlyle no tocaban problemas sociológicos
y políticos. No tenían otra razón de ser que un conflicto íntimo, comple
tamente individual, sufrido con el temperamento sanguíneo de un descen
diente de numerosos antepasados puritanos.
132
¿Y cómo hubiera sido de otra manera? Carlyle sólo disponía de co
nocimientos históricos completamente deshilvanados. Firth ha señalado
con razón, que si la historia de Inglaterra antes y después de Cromwell
estaba sumergida para Carlyle en una sombra espesa, era porque él no la
conocía. Reducía la complicada historia de la Revolución Inglesa a una
sola situación simple: la lucha de un héroe con grupos incapaces. Se
pueden ver allí reflejos de los sueños imperialistas de los tories, tales
como los alimentaban hacia 1840 los adversarios del constitucionalismo;
no se podría encontrar allí una teoría histórica de algún valor.
Por lo menos Carlyle fué lo bastante honesto como para no presentar
su obra como una biografía de Cromwell, sino como una edición anotada
de sus cartas y discursos. Aún así, la obra resultó incorrecta: el texto de
las cartas, y más aún el de los discursos, estaban modificado arbitraria
mente; groseras falsificaciones como los llamados Sqtdre Papers, con
respecto a los cuales lo engañó un chistoso de mal gusto, son admitidos
como verdaderos. Sin embargo, estas imperfecciones se debían más a
falta de método y de crítica de Carlyle que a sus debilidades historiográ-
ficas. Pero cómo extrañarse cuando su obra anterior, la Revolución
Francesa, que no es más que un conjunto de cuadros emotivos, es llamada
por él, como desafío, Historia.
Carlyle hizo de la necesidad virtud. No había nacido para ser ana
lista sino narrador. Y no narrador épico de gran estilo como Michelet.
Era un novelista del género de Dickens, un pintor costumbrista, un in
térprete de los sentimientos familiares que los ingleses designan con la
palabra intraducibie de homely. En sus obras históricas dió libre curso
a su inclinación.
Tomó del Romanticismo su entusiasmo por el color local. Pero no
dejó de acrecentar la doctrina de Walter Scott. Suprimió todo lo que
no comportaba descripciones coloristas. Como historia de la revolución
dió una serie de cuadros inconexos, cuya unión debe buscar el lector en
otra parte. Aderezaba escenas de novelas presuntuosas sin inquietarse
por saber si ellas tenían o no alguna importancia histórica.
Es natural que aún sus defectos hayan causado enorme efecto en las
personas que no tienen temperamento político y que no saben bien qué
hacer con la historiografía anterior. La diversidad de juicios sobre su
Cromwell es muy característica. Un filósofo doctrinario como Taine lo
ensalzó como modelo de biografía; un historiador al servicio del Estado
como James Stephen, padre de Leslie Stephen, escribió poco después de
la aparición del libro (1846) . . . that poor jargón, that conjuring with
words, is a flim sy Business,■the instrument of all bitterness, scorn and
self-worship in disguise and a mere veil to hide from Carlyle himself
the essential poverty of his thoughts. Phrase-making is not thought-fin-
ding ( M a it l a n d , L ife and Letters of Leslie Stephen, 1906, p. 13.).
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
134
Froude
velo o Richardin. Por otra parte carecía tanto como Carlyle de la sufi
ciente comprensión por las necesidades políticas y económicas de un
Estado. A decir verdad ni siquiera conocía las necesidades religiosas de
la masa.
No 1c bastaba probar que EnriqueVIII y sus consejeros habían sos
tenido prudente y vigorosamente los intereses de Inglaterra. La moral
anglosajona exigía más. Era necesario que los Tudor y sus ministros
hubiesen obrado siempre correctamente; que se hubieran conducido de
tal modo que un clubman del siglo X IX hubiera podido frecuentarlos
sin escándalo. Tesis absolutamente insostenible. Sólo por miserables
artimañas de abogado, pero capaces de confundir al lector inexperto,
Fronde puede probar que los Tudor, en sus esfuerzos por separar de
Roma a la iglesia de Inglaterra, procedieron constantemente según las
formas más estrictas del derecho y observando todas las conveniencias.
Los adversarios de sus héroes salen de esto bastante mal. Froude,
como Carlyle, traza una línea rigurosa de separación entre la luz y las
tinieblas. Jamás reconoció que movimientos que no le eran simpáticos
pudiesen ser justificados históricamente. Persiguió con odio ciego a
la Contrarreforma; sus jesuítas son traidores de melodrama.
Le faltaba la educación práctica de Macaulay. No sabía manejar
documentos políticos. La historiografía del continente conoce muchos
casos en que los eruditos inexpertos en estos asuntos, han comprendido
nuil las piezas diplomáticas. Pero es peor aún el caso de este historiador
inglés que manifiesta que, para comprender las tendencias de los legis
ladores ingleses del siglo XVI, no hay más que dejarse llevar de los
preámbulos de sus decretos. He aquí la premisa: un caballero jamás
miente: en consecuencia, el gobierno inglés ha debido decir siempre la
verdad en sus decretos.
Froude negó en principio que se tenga el derecho de proponer a la
historiografía exigencias científicas (sociológicas). Era de opinión que
el drama de Macbeth, de ser cierto, sería una historia perfecta (Macbeth,
were it literally true would be perfect history). Ponía al historiador
en competencia con el dramaturgo. Concepción peligrosa: condujo muy
fácilmente a proceder por contrastes forzados, como la teoría que quie
re aproximar la historia a la novela. En cuanto a la filosofía de la his
toria, conduce a una cómoda glorificación del resultado.
IV
Tendencia primi- El método de crítica filológica (que era llamado por sus
tlvft d#l método, adeptos método de c r í t i c a h i s t ó r i c a ) no nació
de la reflexión científica. Parece que tiene raíces, so
bre todo, en la oposición inglesa que se manifiesta en el siglo X V III
contra el clasicismo (humanista) de los epígonos de la poesía francesa.
138
TTW:
i j n s
El método filológico
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
2. N I E B U H R
3. RA NK E Y SU ESCUELA
a) R A N K E
148
R a n k #
quecido con una conclusión sobre el Concilio del Vaticano 1878) y Deutsch* G ii-
chicote im Zeiltalter der Reformation 1839 a 1847 (W erke 1 a 6). La obra sobre
los papas está completada con Die Osmanen und die spanische Monarchie im 16. und
17 Jahrhundert 1877) en un principio publicada parcialmente en Fürsten und
Völker von Südeuropa im 16 und 17 Jahrhundert.
A la historia de los siglos X V I y X V II pertenecen igualmente por lo esen
cial Französische Geschichte vornehmlich im 16 un 17. Jahrhundert (1859 a
1868), Englische Geschichte vornehmlich im 17. Jahrhundert (1859 a 1868), Ges
chichte Wallensteins (1869) y numerosos escritos menores: Don Carlos (1829),
luego como segunda parte de Historisch-biographische Studien, Werke 40-41;
artículos sobre la historia de V e n e c i a : Die Verschwörung gegen Venedig im
Jahre 1618 (1831) ; Venedig im 16. Jahrhundert und in der ersten H älfte des 17;
Die Venezianer in Morea, 1685 a 1715 ( W erke 4 2); sobre la historia de F lo
r e n c i a : Savonarola, Filippo Strozzi y Cosimo Medici (en Historisch-biographische
Studien, que contienen también el artículo sobre Consalvi 1877; Zur geschichte
der italianischen Poesie 1837 ( W erke 51 a 52) etc. Muchos de estos artículos apa
recieron primero en Hist, polit. Zeitschrift.
Los trabajos de Ranke sobre la historia de Prusia se refieren, en general,
a la historia de los siglos X V III y X IX :. Neun Bücher preussischcr Geschichte
1847 s .; retocada más tarde como Z w ö lf Bücher preussischcr Geschichte 1847
(hasta la guerra de los siete años) ; Der Ursprung des Siebenjährigen Krieges
1871; Die deutschen Mächte und der Fürstenbund 1871 s .; Ursprung und Beggin
der Revolutionskriege 1875. Después la publicación de los Denkwürdigkeiten H ar
denbergs (1878 s.) y de A us dem Briefwechsel Friedrich Wilhelms I V mit Bunsen
1873) ; Federico Guillermo fué tratado también por Ranke en Allg. Deutsche
Biographie. La Serbische Revolution 1829 está a parte.
Ranke termina su actividad historiográfica con una Weltgesghichte que que
dó inconclusa (hasta la muerte de Otton I) 1881 a 1885, los volúmenes V I a IX
(hasta la mitad del siglo X V ) fueron compuestos más tarde sobre notas de Ran
ke (hasta 1888). Se le dió como complemento en cierta forma las conferencias
de 1854 en Berchtesgaden ante el rey Maximiliano I I de Baviera sobre Epochen
der neueren Geschichte (Weltgesch. I X 2. Abteil. 1888).
Ranke tomó parte considerable en la fundación de los Jahrbücher des deutschen
Reiches y de la Historische Commission de Munich (1858).
L ite ratura . — Ella es muy abundante sobre Ranke en general, pero poca ha
sido la preocupación por el historiador. Es una excepción casi única la fina necrología
de A. Von Reumont en el Historisches Jahrbuch der Görresgesellschaft V III
(1886) 608 ss.
P ara la biografía: artículos de Ranke sobre su propia vida y una parte de
sus cartas se encuentran editados por A. Dove en los volúmenes 53 y 54 de los
SämmtUche W erke (1890). E. ,Gugla, Rs. Leben und W erke 1893; A. Dove,
Rankes Leben im Umrriss (Ausgewählte Schriften 1898, p. 150 ss.). Informes
fragmentarios: Th. Töche, L. v. R. an seinem 90. Geburtstage 1806; C. Rethwisch,
R. als Oberlehrer in Frankfurt a, O. 1908; Th Wiedemann, 16. Jahre in der W erk
stätte L. v. R . s. en Deutsche Revue 1891; M. Ritter en H ist. Ztschr. 103 (1909),
276 ss. (sobre su participación en la Comisión histórica de Munich) ; A. Dove, R.
und Sybel in ihrem Verhältniss zu König M ax (discurso de circunstancias) 1895;
la biografía de su hermano Ernst Konstantin R. por E. Hitzig (1906) y Jugende
rinnerungen de Heinrich Ranke (2$ edic. 1886) ; cartas publicadas en diferentes re
vistas (a Stenzel editadas por Gothein en Beilage zur Allgem. Zeitung 22-23 marzo
1892; a Gentz editadas por Salzer en Histor. Zeitschrift C V III (1912), 333 ss.;
cartas dirigidas a Ranke por otros historiadores, editadas por Varrentrapp H ist.
Zeitsch. CV [1910] 105 ss., CV II [1911] 44 ss. etc.).
149
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
150
Rink«
cierra en el círculo de las naciones civilizadas que, a pesar de sus muy
marcadas diferencias, podían ser miradas como formadoras de una
unidad política, en el sentido elevado de la palabra, por otra parte trató
preferentemente el período en que, como en su tiempo, una misma y
única tendencia dominaba la historia de los pueblos románicos y ger
mánicos. Con el conocimiento de sus fuerzas, que no le abandonó jamás
hasta su vejez, eligió por tema especial de estudios el período de la
Reforma y de la Contrarreforma.
La originalidad de Ranke no reside en su concepción de la importan
cia de las ideas en la historia./Es el más distinguido de jos historiadores
que así hicieron aprovechar a la historia de las experiencias de la Revo
lución Francesa; pero no es ni el primero ni el último. Ciertamente llevó
a cabo con mayor fineza y miramientos que ningún otro el programa
de la escuela. Más que ningún otro defendió la opinión de que las ideas
que obran en la historia no son fuerzas trascendentes, sino creaciones
inmanentes, las exigencias concretas de ciertos hombres. Se abstuvo con
mayor rigor que otros de la crítica de las i deas, / ; estaba persuadido
de que el historiador sólo debía describir, no juzgar las tendencias do
minantes, como otras fuerzas vivas, j Pero no se separaba en principio
de los simpatizantes de la ideología. \Se inclinaba, como muchos de sus
contemporáneos a espiritualizar luchas materiales de intereses con la
ayuda de ideas supuestas. Casi no ha buscado más que ellos el origen
de esas i d e a s ; creía encontrar allí alguna cosa inexplicable, dispo
siciones de la Providencia : “aquí todavía hay teología”. ( Zur eigenen
Leb ensges chichi e, 273).
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
Rechazó los juicios banales de la moral burguesa tanto como las exte
rioridades poéticas de la psicología romántica. No descansó hasta que
vhubo puesto al descubierto la vida psíquica de los personajes históricos,
hasta en sus más finas ramificaciones. Poseía en grado sorprendente la
aptitud para p e n e t r a r , como él de,cía, los pensamientos y los senti
mientos ajenos. Es notable que se haya atado a simples proyectos tanto
como a realizaciones; para el psicólogo que se interesa en las intencio
nes, los unos son tan importantes /como las otras. Demasiado frecuente
mente los proyectos pueden ilustrar sobre el carácter de las personas
mejor que los actos, los cuales obligan ordinariamente a modificar la
fuerza de las circunstancias.
También el análisis psicológico de Ranke tenía, sin duda, sus lími
tes. Sólo era plenamente satisfactorio cuando se aplicaba a naturalezas
que tenían afinidad interior con la suya. Hecho característico, triunfó
sobre todo con los representantes de una religiosidad culta. A las natu
ralezas ásperas en las que dominan instintos primarios, los políticos
cínicos e impíos, no las reconstruye sino debilitándolas. E ra demasiado
artista, demasiado ansioso de objetividad para rechazar simplemente
personalidades que no le eran simpáticas. Trataba de comprenderlas en
lo posible. Pero no llegaba a expresar más que una parte de su ser; su
dibujo no fracasa, sino que necesita ser completado con trazos más vi
gorosos. No es por azar que el libro sobre los p a p a s , obra maestra
de la historiografía psicológica esté consagrado principalmente a la Con
trarreforma. En ninguna parte mejor que en los papas y en los carde
nales de los siglos XVI y XV II encontraba Ranke representantes de su
propio género de piedad semi-devota, semi-racionalista. En desquite
j cuánto deja desear la pintura de las rudas fuerzas populares en su
Deutsche Geschichte im Zeitalter der Reformation!
Rankt
Esta teoría tuvo como consecuencia un vuelco total de la opinión
acerca del valor de los historiadores (modernos). Hasta entonces se ha
bía tomado ingenuamente a los historiadores más distinguidos por las
mejores fuentes. Opinábase que el hombre más inteligente, casi diría
mos el mejor estilista, debía ser el más seguro informante de los sucesos
históricos. A veces se había hecho desconfiar al público de algunos auto
res, conocidos con razón o sin ella, como embusteros o investigadores
poco serios. Pero no se encaraba entonces más que casos de impostura
grosera o de imaginación desbordada. Ranke tenía otras necesidades. Y
fué mucho más severo. Buscó ante todo reconstruir la psicología del
mismo historiador y sus intenciones en el momento de la redacción. No
sigue solamente las deformaciones voluntarias sino las alteraciones in
conscientes del recuerdo, que involuntariamente modela los motivos de
las acciones pasadas sobre los hechos subsiguientes. Pone fin con esto
a la crítica estéril que llevaba al contexto pasajes aislados de diferentes
autores para oponerlos uno a otro. Mostró que para apreciar el grado,
de fe que merecen tales datos es necesario haber fijado el carácter de^
la obra histórica í n t e g r a m e n t e .
Cuanto más fuertemente impresa está la individualidad de un his
toriador, más sirve su libro a los fines del publicista, menos, en el
sentido de Ranke, sirve para utilizarlo como fuente. Lo mejor sería no
prestar atención a historias escritas y atenerse exclusivamente a testi
monios directos. El mismo Ranke no sacó esta conclusión, pero le fran
queó el camino con su método; empleó abundantemente relatos diplomá
ticos, escasamente fuentes narrativas, tanto como lo permitía el material
conservado. Originalmente partió del método de Niebuhr. En el apén
dice crítico de su primera obra que está fundado sobre fuentes impresas
y sobre todo narraciones, buscaba, como el autor de la Römische Ges
chichte, distinguir las relaciones originales de las derivadas y descom
poner éstas en sus elementos primarios. Disfrutaba de la inmensa ven-¡
taja de ño tener que reconstruir por hipótesis las fuentes de las autori- ;
dades reconocidas hasta entonces. Del mismo modo, si cometió en su
obra crítica inicial muchos errores (corregidos en gran parte en la 2?
edición), pudo asentar su trabajo de crítica filológica sobre un terreno
mucho más sólido que el de Niebuhr.
Pronto abandonó Ranke esta posición. Su atención sobre la impor
tancia histórica de los relatos venecianos del siglo XVI fué despertada
probablemente por Juan de Müller ( Werke V III [1810] 421 p.). i Qué
tesoro de informaciones auténticas cayó así entre sus manos! ; Cuántas
finas observaciones psicológicas podían ser tomadas de estas noticias!
¡Cómo introducían mejor esos diplomáticos avisados en plena realidad,
que los historiadores verbosos y patéticos o que los pragmáticos a los
cuales se estaba reducido para la historia de los siglos XVI y X V II!
¡ Cuánto mejor podía penetrar el historiador las intenciones de los go-
155
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
Estados en forma tan exclusiva como algunos de sus discípulos. Las ideas
directrices cuya historia trataba de escribir, se realizan por todas partes,
y no únicamente en los círculos pertenecientes al gobierno de los organis
mos políticos. Ni nacen en la mente de los estadistas ni deben a ellos su
fuerza. Pero en sus exposiciones históricas, Ranke llegaba finalmente a
mostrar cómo gobernantes y diplomáticos se ponían de acuerdo con las
tendencias dominantes de su tiempo. No le preocupaba el origen de esas
tendencias, ni su acción en otros dominios aparte de los del Estado y qui
zá de los de la Iglesia. Volvió a caer pues, por lo menos en apariencia en
la vieja historia de las cortes y de la diplomacia. La historia de los perso
najes ocupa de nuevo un gran lugar. En las últimas obras, sobre todo a
medida que Ranke se mostraba accesible a las influencias cortesanas, el
relato de los hechos que tienen lugar fuera del mecanismo gubernamen
tal oficial está cada vez más relegado a magros capítulos de conclusión.
Esto no es todo. Evidentemente el método de Ranke no puede apli
carse más que a una sección poco considerable de la historia. Depende
en absoluto de la existencia y de la conservación de informes diplomá
ticos continuos. Por lo tanto, sólo puede ser utilizado para la historia
europea a partir del siglo XVI. Únicamente da resultado cuando está en
presencia de fuentes que no sean narrativas. Ranke, quizá el más sagaz
de todos los historiadores, sabía bien porqué en su madurez no abando
naba el único período en el cual podía emplear su método con éxito.
En la interpretación de las fuentes históricas, siempre se mostró filólogo.!
Desde el momento en que un escrito tiene algún carácter literario, nin
gún matiz se le escapa. Pero no sabía qué hacer con los documentos de
asuntos materiales. Sus disertaciones sobre la monarquía española y
los venecianos en Morea no son más que pobres recapitulaciones sin
crítica de relatos antiguos. Muestran, que Ranke se atenía —errónea
mente— a narraciones elaboradas, precisamente allí donde habría debido
remontarse a los materiales de primera mano (libros de cuentas, regis
tros de impuestos, etc.). No creía que se pudiera solamente reconocer
por documentos, el carácter de un sistema de gobierno o de un perso
naje. Medio siglo después de la Osmbrückische Geschichte de Móser,
hablaba con desprecio de colecciones de documentos de convento “que casi
no se ocupan más que de objetos sin vida.,, (Cf. Guglia, p. 74). Cuando
Lorenz trabajaba en su Historia de Alemania en los siglos X I I I y X IV ,
Ranke le escribía: “Usted quiere tratar a su rey Ottokan como a un Car
los V ; pero no hay fuentes para conocer a este hombre.” (Lorenz, Ges-
chichtwissensch. II, 123 nota). Sus discípulos que, de magras fuentes para
la historia de los emperadores de Alemania en la Edad Media quisieron,
mediante la interpretación filológica, sacar datos acerca de la persona
lidad y de los principios políticos de los soberanos, aplicaron el método
del maestro a un tema que éste, en sus buenos tiempos, había evitado
prudentemente.
157
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
A u g u ste S a in t e - B euve , n acido el 1804 en B o u lo g n e-su r-M er, prim ero estud ian te
d e m edicina, d esp ués literato, bajo N a p o leó n I I I p r o fe so r en el C olegio de F ran cia,
d e 1851 a 1857 en la E scu ela N o rm a l, en 1865 senador, m uerto en 1869 en P a rís.
S ó lo p erten ece a la h isto r io g r a fía propiam ente dich a por su Histoire de Port-Royal
161
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
/c> D IS C ÍP U L O S D E RANKE j
Wa l t *
16 3
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
4. G IE S E B R E C H T
5. F R E E M A N
5. D R O Y S E N Y L A F U N D A C IÓ N D E L A E S C U E L A P R U S IA N A
I
Droysen y la cicutla pruflana
L
169
LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA
VI
dono hacia las cosas dadas, a las cosas establecidas. Pero evitaba recu
rrir como ellos a las fuerzas místicas, de empleo cómodo. Él y su discí
pulo Ratzel pusieron frecuentemente en primer plano, de modo demasiado
exclusivo, las condiciones geográficas, y refirieron erróneamente a cau
sas geográficas sucesos políticos que les eran imperfectamente conocidos.
Pero sus opiniones estaban fundadas en la realidad. La historiografía
nunca estuvo en buena postura creyendo poder dejar de lado las ense
ñanzas de la geografía.
Karl R itter (1779 a 1859) no puede ser objeto aquí de un estudio detalla
do, no más que Montesquieu o Rousseau. Lo nombramos por la influencia sobre
la historiografía de su Erdkunde (primera edic. 1817-18, completamente reto
cada en la segunda edic. 1822 a 1859; las dos inconclusas, la segunda sólo trata
el África y el Asia). Las relaciones de Ritter con sus predecesores están estu
diadas en el trabajo del discípulo de Ratzel A. Wünsche, Die geschichtliche
Bewegung und ihre geographische Bedingtheit bei C. R. und bei seinen hervo
rragendsten Vorgängern in der Anthropogeographie 1889 (conferencia de Leip
zig). Sobre la especulación antigua cf. R. PÖhlmann, Hellenische Anschauungen
über den Zusammenhang zwischen Natur und Geschichte 1879.
2. C U R T I U S
Ritter encontró entre los historiadores menos sucesores que los que
se hubieran podido esperar. Fué olvidado por los representantes de la
Ideología. Los otros (como Leo por ejemplo) no le han pagado tributo
nada más que en las introducciones o en las notas ocasionales, pero sin
someterse a su inspiración. Uno solo entre los grandes historiadores pue
de ser señalado como su discípulo: Ernest Curtius.
Ernest C u r t iu s , nacido el 1814 en Lübeck, filólogo, conoce como estudiante
a Grecia por una larga permanencia allí, enseña en el gimnasio francés y en
el gimnasio de Joachmistal de Berlín, en 1844 profesor en la Universidad de
Berlín y preceptor del futuro emperador Federico III, en 1856 profesor de fi
lología clásica y arqueología en Gotinga, en 1868 llamado a Berlín como pro
fesor de historia antigua, muerto en esta ciudad en 1896. Además de su Gries-
chiche Geschichte ( bis zuna Ende der Selbstständigkeit Griechenlands) 1857 a
1867 (muy retocada en las ediciones siguientes), abordó frecuentemente temas
históricos en los discursos recogidos bajo el título de Artentum und Gegenwart
(1875 a 1889). Su principal obra geográfica es Peloponnesos 1851-52.
Biografía en Lebensbild in Briefen publicada por su hijo Friedrich Curtius
1903 (nueva edición retocada en 1913). Además: CH. Broicher Erinnerungen
an E. C. 1897; L. Gurlitt id, 1902; F. Hashagen. E. C, (se refiere a la L e
bensbild) 1904; H. Geizer Ausgewahlte Kleine Schriften (1907) 239 ss.; Necro
logía de A. Michaelis en Allgemeine Zeitung, 1896 números 182 a 184; Hodg
kin E. C. 1905.
175»
C A P I T U L O II
179
II
1. R A U M E R
181
LA HISTORIOGRAFÍA LIBERAL
2. GUI ZOT
3. T H I E R S
III
EL LIBERALISM O CONSECUENTE 1
1. IN G LA TERRA
a) C O N S ID E R A C IO N E S GENERALES
188
b) MACAULAY
sentía este interés científico. Ante todo veía en los hechos políticos prue
bas de la grandeza a que habían llegado los ingleses de su tiempo. Su in
terés histórico resultaba, así, limitado en extensión. No era lo que se
llama un patriotero; pero, ateniéndose al convenio que habían concluido
los whigs por el acto de reforma para el ideal de la sabiduría política,
no había razones para ocuparse en detalle de las empresas fracasadas de
los cstudislas extranjeros. Para él sólo valían los sucesos que habían con
tribuido a la felicidad del tiempo actual, sobre todo la historia de Ingla
terra desde la “gloriosa revolución”.
Macaulay, en efecto, casi no se ocupó más que de este período. Un
escaso número de sus ensayos, proporcionalmente, tratan temas de la
historia anterior de Inglaterra o de la historia extranjera. Su gran obra
histórica está consagrada exclusivamente a su época favorita. Está des
tinada a demostrar, con un ejemplo típico, las ventajas del sistema whig;
a hacer ver que la prosperidad de Inglaterra reposa sobre el hecho de
que, contrariamente a los esfuerzos igualitarios de los puritanos y al
régimen absolutista de Jacobo II (quien estaba en oposición con la vol-
luntad popular), la victoria quedó para la política inteligente y moderada
de los whigs y de Guillermo III. La salvación de Inglaterra no reside en
la revolución o en el despotismo sino en un gobierno parlamentario li
beral.
Macaulay vió de tal modo facilitada la tarea de probar su tesis, que
su obra no puede tener gran valor científico (sociológico). Aplicó un caso
especial a la historia universal, sin tratar siquiera de fijar exactamente
sus particularidades. No explica por qué el absolutismo no triunfó en
Inglaterra; se contenta con describir su caída.
Es su género en general. No sabe fundamentar históricamente el ori
gen de las instituciones, no sabe más describirlas. El primer capítulo de
su Historia de Inglaterra, que quiere dar una visión analítica de la an
tigua historia, es el más insignificante de toda la obra; critica la Edad
Media inglesa exclusivamente desde el punto de vista del siglo XIX.
El capítulo tercero, erróneamente tan alabado, que contiene el cuadro
de Inglaterra en el año 1685 es del mismo género. Macaulay no trató
de sacar de la época misma la descripción del estado social del sigloXVII,
es decir, de mostrar la dependencia recíproca de las diferentes condicio
nes ; nada de hacerlas entrar en el desarrollo que se extiende desde la época
de los Tudors hasta la del industrialismo. Compara todo, hasta los míni
mos detalles, con el tiempo actual. Ni siquiera tiene la idea del carácter
relativo de las cifras. Describe, no hace un estudio histórico.
Su historia, como obra de arte, no. puede imitarse en mayor medida que
una poesía de Heine.
c) GROTE
LA HISTORIOGRAFÍA LIBERAL
2. LOS ESTADOS UN ID O S
nían las opiniones de los viejos liberales burgueses, más que sentimien
tos democráticos, y rechazaban resueltamente la dominación del pueblo-.
Pero estaban convencidos de que sólo la república americana había sa
bido reglamentar de modo satisfactorio las relaciones entre el Estado
y la Iglesia. No se preguntaban si otras condiciones no hubieran hecho
necesaria otra actitud del Estado hacia la Iglesia. Medían sobre su dog
ma inmutable los gobernantes de todos los tiempos y de todas las naciones.
Se comprende ahora por qué la historia de España ejercía una atrae-
ción particular sobre los historiadores estadounidenses (Prescott, Ticknor,
Lea, hasta Motley). España no sólo era el país que había descubierto
el continente americano y lo había colonizado en gran parte. Su historia
romántica no sólo ofrecía un abundante alimento a la ingenua necesidad
de sensaciones del público norteamericano. Era el país con el cual se
podía demostrar irrefutablemente (al parecer) los males que ocasiona
ron las iglesias de Estado y el furor de las persecuciones religiosas.
Aquí el desarrollo de la libre América, allá la tierra del despotismo y
de la Inquisición condenada a la decadencia: el contraste era demasiado
fecundo para no ser explotado bajo una forma absolutamente refinada.
¿Por qué habría de adoptarse un tono agresivo? Los historiadores nor
teamericanos no tenían que convencer a su público. Contemplaban desde *
puerto seguro las violencias de los déspotas y de los clérigos, con una,
compasión mezclada de curiosidad pero sin odio. Todo aquello estaba tan
lejos de ellos que no podían indignarse. Naturalmente no podían mos
trarse sin corazón; elocuentes tiradas debían manifestar de tiempo en
tiempo el horror del historiador. Pero esas observaciones tenían carácter
completamente académico; no se proponían ningún objeto práctico,
b) PRESCOTT
195
LA HISTORIOGRAFÍA LIBERAL
c) BRANCROFT
197
d) MOTLEY
b) ROTTECK
199
LA HISTORIOGRAFÍA LIBERAL
c) GERVINUS
200
Ge r v l n i » ·
Geschichte der Angelsachsen 1830; Shakespeare 1849 a 1852, etc.; Grundaüge der
Historik 1837.
P ara la biografía, cf. la autobiografía G. G. G. Lehen (hasta 1836) 1893.
Sobre el historiador: R. Gosche Gervinus 1871; E. Lehmann id. 1871; Ranke en
Hist. Zeitschr. 27 (1872) 134 ss.; J. D orf el G. als historischen Denker 1904
( Geschichtliche Untersuchungen ed. Lamprecht II, 2).
202
Straun
204
«V '"’ 7. r · ' 1 ' r> J \ · « . ’ ’
L I B R O S E X T O
CO NSIDERACIONES GENERALES
207
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
U n e j e m p lo c lá s ic o d e m u e s tr a q u e lo s p o lít ic o s e s tr ic t a m e n te lib e
r a le s m ir a b a n la p a r tic ip a c ió n d e la s c la s e s in f e r io r e s e n lo s a s u n to s ,
c o m o a lg o in fin it a m e n te im p o s ib le y q u e c o n d u c ir ía a u n a a n a r q u ía ; e s
e l d is c u r s o p r o n u n c ia d o p o r M a c a u la y e l 3 d e m a y o d e 1 8 4 2 e n la C á m a r a
d e lo s C o m u n e s o p o n ié n d o s e a la a d m is ió n d e lo s p e tic io n a r io s p a r a la
C a r ta d e l P u e b lo , People’s Charter ( im p r e s o e n lo s Speeches). N o s o t r o s
lo te n e m o s a ú n m á s e n c u e n ta , d a d o q u e p r o v ie n e d e u n h is to r ia d o r y
c o m p r o m e te m á s o m e n o s a t o d o e l p a r tid o d e lo s w h ig s .
El efecto producí- A n t e r io r m e n t e a l a ñ o 1 8 4 8 e s a s o p in io n e s h a n s id o c r i
do por la Revolu- tic a d a s. N o e s la R e v o lu c ió n d e F e b r e r o la q u e c r e ó el
c¡ón de Febrero· m o v im ie n to c o m u n is ta y s o c ia lis ta e n el c o n tin e n te . S o
la m e n te t u v o in flu e n c ia s o b r e la h is t o r io g r a f ía c u a n d o
tr a tó d e a p o d e r a r s e d e l p o d e r p o lític o o f ic ia l.
H a s t a e s e m o m e n to s e h a b ía c r e íd o q u e s e le p o d ía d e s c u id a r , c o n
s id e r á n d o lo c o m o e l s u e ñ o d e a lg u n o s te o r iz a d o r e s m e d io lo c o s . L a
r e v o lu c ió n d e 1 8 4 8 e n F r a n c ia m o s tr ó q u e el c u a r to e s ta d o p o d ía se r
ta m b ié n u n a fu e r z a p o lít ic a in d e p e n d ie n te . L o s h is to r ia d o r e s q u e f u e
ro n t e s t ig o s d e e s e a c o n te c im ie n to , a u n a ed a d e n la q u e p o d ía n c o m p r e n
d e r lo , n o o lv id a r o n ja m á s la im p r e s ió n q u e p r o d u jo e s ta p r im e r a r e v o lu
c ió n so c ia l. L a h is t o r io g r a fía c r e y e n d o q u e p o d ía p a sa r e n s ile n c io la s t e o
r ía s s o c ia lis ta s , f u é o b lig a d a a s e g u ir o tr a o r ie n ta c ió n c u a n d o la e s p e
c u la c ió n f ilé r e e m p la z a d a p o r lo s a c to s p o lític o s . S i s e h u b ie r a e s tu d ia d o
m e jo r la h is to r ia d e I n g la te r r a a n te s y d e s p u é s d e la r e f o r m a e le c to r a l,
HUI of Ucformation, s e h a b r ía p o d id o a d q u ir ir m e jo r e s te c o n o c im ie n to .
P e r o e n el c o n tin e n te , lo ú n ic o q u e in te r e s a b a era la h is to r ia d e l P a r la
m e n to y la h is t o r io g r a fía in g le s a d e e n to n c e s e s ta b a d e m a s ia d o d o m in a d a
p o r la o p o s ic ió n d e lo s d o s g r a n d e s p a r tid o s p a r a o t o r g a r u n a s e r ía
a te n c ió n a lo s m o v im ie n to s q u e s e p r o d u c ía n fu e r a d e e llo s . Y a d e m á s
el c a r á c te r e s p e c ia l d e c o m p r o m is o q u e te n ía la p o lític a in g le s a d e l m o
m e n to , e s d e c ir , la a c e p ta c ió n p o r p a r te d e lo s w h i g s d e u n a s e r ie d e
r e iv in d ic a c io n e s r a d i c a l e s , p e r ju d ic a b a la in te lig e n c ia d e l a lc a n c e
q u e - t e n ía el m o v im ie n to d e lo s a s a la r ia d o s .
E l e s c r ito q u e q u iz á h a c a p ta d o m á s n e ta m e n te y h a d a d o a la R e v o
lu c ió n d e F e b r e r o e s e c a r á c te r s o c ia l n u e v o , s o n lo s Sonvenirs d e T o c -
q u e v ille , r e d a c ta d o s e n 1 8 5 0 y p u b lic a d o s e n 1 8 9 3 . P a r a la in flu e n c ia
d e la r e v o lu c ió n s o b r e la h is t o r io g r a f í a c ita r e m o s e n tr e o tr a s , la s o b s e r
v a c io n e s d e S y b e l s o b r e la s la g u n a s d e la s h is to r ia s p r e c e d e n te s so b r e
la r e v o lu c ió n e n s u Geschichte der Revolutionszeit, lib r o I I , c a p ítu lo I V .
S o b r e T a in e , c f . G ir a u dEssai sur Taine, 4* e d ic ió n ( 1 9 0 9 ) , p . 2 4 .
L a R e v o lu c ió n d e F e b r e r o t u v o c a s i ta n ta in flu e n c ia s o b r e la h is t o
r io g r a f ía c o m o la r e v o lu c ió n f r a n c e s a d e 1 7 8 9 .
S u p r im e r a c o n s e c u e n c ia f u é e x t e n d e r s o b r e e l p u e b lo la m ir a d a d e l
h is to r ia d o r . S e r e c o n o c ió e n la s c o n d ic io n e s e c o n ó m ic a s u n v a lo r in d e
p e n d ie n te , p a r a le lo a la s fo r m a s p o lític a s . L o s h is to r ia d o r e s b u sc a r o n
La revolución de 1848
d e te r m in a r la s f u e r z a s s o c ia le s q u e a c tu a b a n e n lo s c a m b io s p o lític o s .
M ó s e r y N ie b u h r h a b ía n in te n ta d o a lg o p a r e c id o . P e r o s u s e n s e ñ a n z a s
a p e n a s h a b ía n lla m a d o la a te n c ió n d e la h is t o r io g r a f ía p o lític a y la h is
to r ia m o d e r n a , s o b r e to d o , n o h a b ía sa c a d o n in g ú n p r o v e c h o d e e lla s.
L o s h is to r ia d o r e s c o m p r e n d ie r o n , s in e m b a r g o q u e n o c o n v e n ía m ir a r
u n a p a r te d e l p u e b lo s o la m e n te c o m o c a p a z d e a c c ió n y d a r c o m o p e r te
n e c ie n te s a la h is to r ia la s lu c h a s in te s tin a s d e e s ta p a r te . C o m p r e n d ie r o n
q u e la h is to r ia n o s e r e d u c ía a lo s c o n f lic t o s e n tr e la n o b le z a y la b u r
g u e s ía , e n tr e la in d u s tr ia d e la s c iu d a d e s y la p r o p ie d a d a g r íc o la ; c o m o
ta m p o c o la h is t o r ia e c le s iá s tic a s e r e d u c ía a la s q u e r e lla s e n tr e la s r e
v is t a s o r t o d o x a s y lib e r a le s , e n tr e c o n s is to r io s y c a n d id a to s d e c u ltu r a
m o d e r n a . E l lo s h a b ía n v is t o e n a c c ió n , fu e r a d e la s c la s e s p u d ie n te s y
c u ltiv a d a s , f u e r z a s q u e r e v o lu c io n a b a n la c o n c e p c ió n tr a d ic io n a l d e la
h is to r ia . L e s p a r e c ió q u e er a p a r te d e su ta r e a m o s tr a r ig u a lm e n te la a c
c ió n d e e s a s fu e r z a s e n el p a sa d o ;
U n a s e g u n d a c o n s e c u e n c ia s e r e la c io n a c o n a q u é lla . L a s m a s a s q u e ,
e n c o n tr a p o s ic ió n c o n t o d o s lo s c á lc u lo s d e lo s c o n s titu c io n a lis ta s , in
v a d ie r o n la p o lític a en 1 8 4 8 , n o q u e d a r o n s a t is f e c h a s c o n e s o s p r in c ip io s .
P id ie r o n la s a t is f a c c ió n d e n e c e s id a d e s r e a le s. L o s d e r e c h o s c o n s t it u c io
n a le s q u e e lla s r e iv in d ic a b a n n o er a n m á s q u e u n m e d io p ara lle g a r a
u n fin . Y el f in er a p a ra e lla s q u e el E s ta d o la s a y u d a r a m a te r ia lm e n te ,
le s p r o c u r a r a tr a b a jo y g a n a n c ia a e x p e n s a s d e la b u r g u e s ía y d e l d e r e
c h o d e p r o p ie d a d e x is te n t e .
L a e s p ir itu a liz a c ió n id e a lis ta d e la h is to r ia , q u e d e s a te n d ía la s n e
c e s id a d e s c o n c r e ta s i n f e r i o r e s d e lo s g r u p o s h u m a n o s , e r a in s o s t e
n ib le . Y a n o e r a p o s ib le c o n c e b ir la s id e a s - f u e r z a d e la h is to r ia c o m o p o
t e n c ia s p u r a m e n te in te le c tu a le s . L a h is t o r io g r a f í a ( a l m is m o t ie m p o
q u e la s b e lla s le tr a s ) s e t r a n s fo r m ó e n r e a lis ta . N o s e a b a n d o n ó la id e a
d e q u e e l d e s a r r o llo h is tó r ic o e s a m e n u d o d e te r m in a d o p o r fu e r z a s
ir r a c io n a le s , p e r o n o s e la s h iz o o b je to d e u n c u lto , c o m o lo h a b ía h e c h o
el R o m a n tic is m o . E n lu g a r d e v e r e n e lla s m is t e r io s a s e m a n a c io n e s d e l
e sp ír itu del m u n d o se p r e f ir ió e s f o r z a r s e p a r a d e f in ir la s c o n
c a lm a y r e d u c ir la s a la s n e c e s id a d e s p r á c tic a s.
S e p r o d u jo u n a tr a n s fo r m a c ió n c o m p le ta d e la s o p in io n e s a c e r c a d e
lo s d e b e r e s d e l E s ta d o . S e h a b r ía c o m p r o b a d o la in s u f ic ie n c ia d e la s a n
t ig u a s te o r ía s . N i la c o n c e p c ió n id e a lis ta d e l E s ta d o c o m o la e n c a r n a c ió n
d e la m o r a l, n i la fó r m u la lib e r a l q u e n o p e d ía al e j é r c it o y a l g o b ie r n o
m á s q u e u n s e r v ic io d e g e n d a r m e s , p o d ía n p a sa r c o m o la e x p r e s ió n d e
la s r e iv in d ic a c io n e s q u e d e s p u é s d e 1 8 4 8 la s c la s e s d o m in a n te s d ir ig ie
r o n a lo s g o b ie r n o s . N a c ió el a n h e lo d e u n E s t a d o f u e r t e y al m is m o
tie m p o p r e o c u p a d o p o r la s u e r te d e to d a s la s c la s e s .
E n p o lític a , p r e c is a m e n te lo c o n tr a r io d e l g o b ie r n o b u r g u é s q u e e n
tu s ia s m a b a a lo s lib e r a le s. E l E s t a d o d e b ía s e r f u e r t e p a ra p r o te g e r
a la b u r g u e s ía d o m in a n te c o n tr a e l a s a lto d e la s c la s e s i n f e r i o r e s ; d e b ía
o to r g a r p r é s ta m o s m a te r ia le s a lo s q u e n a d a p o s e ía n , p a ra im p e d ir le s
209
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
r e c a e r e n a c to s r e v o lu c io n a r io s . C o m o er a n a tu r a l, e l c a m b io s e c u m p lió
p r im e r o e n F r a n c ia , d o n d e la b u r g u e s ía s e a r r o jó m á s r e s u e lta m e n te
q u e e n o tr a s p a r te s en lo s b r a z o s d e l a b s o lu tis m o . P e r o la a c c ió n d e la
R e v o lu c ió n d e F e b r e r o n o q u e d ó r e s tr in g id a a s u p a ís d e o r ig e n .
S e h a b ía r e c o n o c id o q u e la s c la s e s in f e r io r e s d e l p u e b lo e x c lu id a s
h a sta e n to n c e s d e la p o lític a ( o b r e r o s a s a la r ia d o s y p e q u e ñ o s a g r ic u lt o
r e s ) p o d ía n in te r v e n ir e n la v id a d e l E s t a d o ; s e e s ta b a d is p u e s to a a m
p lia r el s ig n if ic a d o d e la p a la b r a n a c i o n a l . P o r p r im e r a v e z s e lo
e x t e lid ió , e n c ie r to m o d o , a l p u e b lo e n te r o . S in d u d a e l R o m a n tic is m o
h a b ía h a b la d o d e m a s ia d o d e l p u e b lo y d e l e s p ír itu n a c io n a l. P e r o e l v e r
d a d e r o p u e b lo , p o r lo m e n o s p a r a la h is t o r io g r a f ía p o lític a , c a s i n o
h a b ía e x is t id o . H a b ía fo r m a d o e l o s c u r o te r r u ñ o d e d o n d e sa lía n
lo s g é r m e n e s f e c u n d o s ; n o h a b ía to m a d o p a r te d ir e c ta m e n te e n e l d e
sa r r o llo h is tó r ic o . P a r a t e n e r a lg u n a e fic a c ia , s u s a s p ir a c io n e s s ie m p r e
h a b ía n te n id o q u e s e r c o n v e r tid a s e n h e c h o s p o r lo s m ie m b r o s d e la s
c la s e s g o b e r n a n te s o c u ltiv a d a s . A h o r a lo s h is to r ia d o r e s c o n s id e r a b a n
a la s c la s e s in fe r io r e s c o m o c o la b o r a n d o a c tiv a m e n te e n e l d e s a r r o llo
n a c io n a l. E n a d e la n te p u e b lo y E s t a d o fo r m a n u n a u n id a d .
L a h is t o r io g r a fía n e c e s itó m u c h o m á s t ie m p o a ú n p a r a sa c a r p r o
v e c h o d e la n u e v a o r g a n iz a c ió n d e m o c r á tic a d e lo s p a r tid o s u ltr a m o n ta
n o s y p a r a c o m p r e n d e r q u e la h i s t o r i a e c l e s i á s t i c a n o d e b e o c u
p a r s e ú n ic a m e n te d e lo s p r e la d o s y d e lo s t e ó lo g o s , y q u e c o n s is te e n
a lg o m á s q u e e n ela b o r a r n u e v o s s is te m a s d o g m á tic o s , n u e v a s lit u r
g ia s y o r d e n a n z a s e c le s iá s tic a s . L a s n e c e s id a d e s r e lig io s a s d e la s m a s a s
( l a i c a s ) p a r a la s q u e la s id e a s r e lig io s a s e s tá n a m e n u d o e x t r a ñ a m e n te
m e z c la d a s c o n c o n s id e r a c io n e s p r á c tic a s , h a b ía n s id o ta n d e s c u id a d a s
h a s ta e n to n c e s p o r la h is to r ia d e la I g le s ia c o m o la s n e c e s id a d e s p o lític a s
d e la s m a s a s , p o r la h is t o r ia p o lític a . S ó lo p o c o a p o c o , e l m o v im ie n to
u ltr a m o n ta n o d e u n la d o y el m o v im ie n to c r is tia n o s o c ia l ( i n g l é s ) p o r
o tr o , c a m b ia r o n la s itu a c ió n .
J. R. Green. E s s in d u d a e l h is to r ia d o r in g lé s J . R . G r e e n q u ie n m e
jo r h a r e u n id o la s d if e r e n t e s te n d e n c ia s h is t o r io g r á fic a s
d e la n u e v a g e n e r a c ió n . N a d ie c o m o é l h a sa b id o c o n d u c ir a r tís tic a m e n te
la id e a d e la u n id a d d el p u e b lo e n te r o a t r a v é s d e t o d a s la s v ic is it u d e s
d e la h is to r ia n a c io n a l. E n e l r e la to d e lo s a c o n te c im ie n to s n a d ie m o s tr ó ,
c o n ta n ta in s is t e n c ia c o m o é l d e tr á s d e la C o r te , la a d m in is tr a c ió n y
lo s p a r tid o s , a la s g r a n d e s m a s a s a n ó n im a s c u y a h is t o r ia c o n s t it u y e e n
r e a lid a d la h is t o r ia n a c io n a l. N a d i e h a sa b id o d ar, ta n b ie n a lo s j e f e s
d e lo s m o v im ie n to s e s p ir itu a le s y r e lig io s o s s u lu g a r e n la h is to r ia d e
la n a c ió n .
E l e j e m p lo d e G r e e n m u e s tr a , s in e m b a r g o , q u e e n lo s h is to r ia d o r e s
d e la n u e v a e s c u e la , la in te n c ió n v a lía m á s q u e la e j e c u c ió n . D e s d e el
p lin to d e v is ta d el e s tilo su o b r a é s u n a o b r a m a e s tr a . L o s e le m e n to s
d U |¥ tr e s en su Historia del pueblo inglés, e s tá n a r tís tic a m e n te fu n d id o s
210
Green
e n u n s o lo h a z ; la le n g u a n o b le y a p a s io n a d a d a a l r e la to e l c a lo r d e la
v id a . P e r o n o h a c e s in o in d ic a r e l p r o f u n d o e n c a d e n a m ie n to c a u sa l. S u
p le a m e n u d o la s a f ir m a c io n e s p r e c is a s p o r c o n s id e r a c io n e s d e m a s ia d o
g e n e r a le s . Q u ie r e s e r s o c ia l c o n e l c o r a z ó n p e r o c a r e c e d e la e d u c a c ió n
e c o n ó m ic a q u e le h u b ie r a p e r m itid o a p r e c ia r c o n e x a c t itu d la im p o r
t a n c ia d e lo s c a m b io s e n e s e g é n e r o . S u s c o n o c im ie n to s e n h is t o r ia d e
la s id e a s y e n e t n o g r a f ía n o s o n ta m p o c o lo b a s ta n te p r o f u n d o s c o m o
p a r a c a p ta r e n t o d o s u a lc a n c e lo s m o v im ie n to s e s p ir itu a le s . L o s p r o
b le m a s d e u n a c o n te c im ie n to c o m o la R e f o r m a , s o n m á s p r e s e n tid o s
q u e r e c o n o c id o s .
P o r o tr a p a r te s u c o n c e p c ió n h is t ó r ic a d e p e n d e d e m a s ia d o d e la s
c ir c u n s ta n c ia s a c tu a le s . F u é e n s u m a u n a v e n t a ja q u e G r e e n f u e r a lle
v a d o p o r s u a c tiv id a d d e p a s to r d e lo s p o b r e s y p o r la s a s p ir a c io n e s d e
c r is tia n o s o c ia l a d ir ig ir s u a t e n c ió n ta m b ié n e n la h is to r ia , h a c ia la s
c o n d ic io n e s s o c ia le s . P e r o tr a n s p o r tó d e m a s ia d o a l p a s a d o la s id e a s m o
d e r n a s s o b r e e l to d o a is la d o q u e f o r m a u n a n a c ió n . L a h is t o r ia d e l p u e
b lo in g lé s y d e la I g le s ia d e I n g la te r r a ( e n la E d a d M e d ia ) n o c o n s t i
t u y e n p a r a é l u n a p a r te d e la h is to r ia e u r o p e a , s in o q u e e s a lg o c o m p le
t a m e n t e a is la d o . P o d e m o s p a s a r p o r a lto e s te a is la m ie n to e n e l te m a
q u e tr a ta b a m á s q u e e n la h is t o r ia d e o tr o s p u e b lo s . N o e s u n a fa lla ?
la o b r a e s tá d e m a s ia d o lig a d a a u n f e n ó m e n o q u e p e r te n e c e a u n t ie m p o
d a d o , la id e a m o d e r n a d e n a c io n a lid a d .
211
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
tn e n te o r ie n ta d a e n c o n tr a b a u n a m u ltitu d d e p r o b le m a s d if í c il e s q u e
•habían sid o p o c o o n a d a tr a ta d o s . S i s e le s q u is ie r a p r o f u n d iz a r n o s e r ía
íie c e s a r io p e n sa r en a m p lia s e x p o s ic io n e s . N o s e sa c ó e s ta c o n s e c u e n c ia .
L a tr a d ic ió n y la n e c e s id a d d e e j e r c e r u n a a c c ió n e d u c a d o r a s o b r e
e l p ú b lic o le tr a d o se o p u s ie r o n ig u a lm e n te a ta l in n o v a c ió n . L a m a y o r ía
’d e lo s h is to r ia d o r e s a le m a n e s e s ta b a d e m a s ia d o h ip n o tiz a d a to d a v ía p o r
la s o b r a s d e K a n k e p a ra a r r ie s g a r el sa lto d e la h is to r ia d ip lo m á tic a a
la h is to r ia so c ia l.
S e c o n te n ta r o n a la f u e r z a : c a m b ia r o n la h is t o r ia s o c ia l p o r e l r e la to
d e ta lla d o d e la s c o m p lic a c io n e s p o lític a s e x t e r io r e s , c o m b in a c ió n e n la
cu al la h is to r ia d ip lo m á tic a t u v o o r d in a r ia m e n te la p a r te d e l le ó n . N o s e
s o m e tie r o n a la s s e v e r a s e x ig e n c ia s d e la n u e v a te n d e n c ia s in o e s p e c ia
liz á n d o s e m u c h o m á s q u e la g e n e r a c ió n d e R a n k e . E s m u y ta r d e , r e la ti
v a m e n te , q u e su r e p r e s e n ta n te m á s d is tin g u id o , M o m m s e n , p a s ó d e la
n a r r a c ió n d e ta lla d a a la h is t o r ia d e s c r ip tiv a .
E l a p o g e o d e e s ta n u e v a h is t o r io g r a fía s e c o lo c a e n lo s a ñ o s 1 8 5 0
a 1 8 7 0 . E r a la é p o c a d e la s o s a d a s s ín t e s is c ie n tífic a s , d e la s e s p e r a n
z a s c ie n t íf ic a s ilim ita d a s . E l n u e v o m é to d o e m p ír ic o y r e a lis ta h a b ía
d a d o r e s u lta d o s ta n a s o m b r o s o s , q u e s e c r e y ó p o d e r r e s o lv e r c o n é l to d o s
lo s e n ig m a s . U n a v e z a b a n d o n a d a s la s c o n s tr u c c io n e s id e a lis ta s d e m a
s ia d o lig e r a s d e la e s c u e la r o m á n tic a , n o s e r ía d if í c il lle g a r p o r el c a m in o
d e la e x a c ta in v e s t ig a c ió n a r e s u lta d o s s e g u r o s . S e o lv id a b a q u e lo s p r in
c ip io s s a c a d o s d e la o b s e r v a c ió n d e c a s o s a is la d o s , p r in c ip io s q u e s e fcreía
p o d e r c o lo c a r c o m o b a se s ó lid a d e u n a h is t o r io g r a fía c ie n tífic a , n o e s
tab an n a d a m á s q u e d e m o s tr a d o s y q u e m á s h u b ie r a v a lid o e x a m in a r lo s
d e c e rc a en lu g a r d e e x t e n d e r lo s a la h is to r ia u n iv e r s a l. E r a la é p o c a
d e D a r w in . IF oy e s ta m o s p r e d is p u e s to s a d e s ta c a r s u s d e b ilid a d e s m á s
q u e s u s m é r ito s . L a h is to r ia d e la h is t o r io g r a fía d e b e e n t o d o c a s o
h a c e r o b s e r v a r q u e sin la f e o p tim is ta d e la v a lid e z d e la s e r u d ita s i n v e s
t ig a c io n e s h is tó r ic a s , la s g r a n d e s o b r a s d e la é p o c a — la Historia romana d e
M o m m s e n , la Historia de la época revolucionaria d e S y b e l, lo s Orígenes del
cristianismo d e R e n á n , la Historia de la literatura inglesa d e T a in e — j a
m á s h u b ie r a n sid o e s c r ita s .
II
l i s en A le m a n ia d o n d e la n u e v a c o n c e p c ió n d e la h is t o r ia s e m o s tr ó
m á s fe c u n d a . A n t e to d o e n e l s e n o d e la e s c u e la q u e u n ía lo s p e n s a
m ie n to s n a c io n a le s d el lib e r a lis m o a la s e x ig e n c ia s n u e v a s d e u n E s ta d o
fu e r te . S y b e l, su j e f e y su p o r ta v o z , la r e p r e s e n ta d e u n a m a n e r a ta n
tip le a , q u e p or sí s o lo la c a r a c te r iz a .
212
1. S Y B E L
H ein rich S ybel, nacido el 1817 en D ü sse ld o r f, alum no de R an ke, en 1840 Pri-
vatdocent en B onn, p r o feso r ibid. 1844, llam ad o en 1845 a M arb urgo, en 1856 a
M unich, en 1861 a B onn, nom brado en 1875 d irector de los arch ivos del E stad o
prusiano, en 1876 m iem bro de la A cad em ia de B erlín , fa llecid o el 1895 en M arb urgo.
Geschichte der Revolutionszeit, en la prim era ed ición (185 3 -1 8 5 8 ) llevad a hasta
1775, continuad a m ás tarde (1872 a 1879) h asta 1800. C f. a d em ás: Entstehung des
deutschen Königtums (1 8 4 4 ) y Geschichte des ersten Kreuzzuges (1 8 4 1 ), el m ejor
estu d io de c rític a h istó rica que h aya salido de la escu ela de R an ke, así com o Be
gründung des deutschen Reiches durch Wilhelm I (1 8 8 9 -1 8 9 4 ). ín d ic e cron ológico
de su s escrito s en C. V arrentrapp , Vorträge und Abhandlungen von H. v. Sybel
1897 (c o n introd u cción b io g r á fic a ).
E n tre sus pequeños escritos los m ás im portantes s o n : Die deutsche Nation
und das Kaiserreich 1862 y el p rogram a publicado en 1856 de la n u eva h isto rio
g r a fía : Ueber den Stand der neueren deutschen ¡Geschichtschreibung, repetido en
el prim er volum en de Kleine historische Schriften (1863 a 1 8 80).
S eñ a lem o s en esta ocasión que este últim o trabajo no tiene m ás que el valor
de un testim in io personal. N o s in fo rm a m uy claram en te sobre las intencion es que
perseg u ía n S yb el y los hom bres de su partido en su actividad de h istoriad ores
(so b re todo la opo sición a Hanke está claram ente form u lad a) ; pero no se puede
adm itir con fia d a m en te lo que dice sobre el desarrollo de la nueva h isto rio g ra fía
(S y b e l, por ejem plo, traslada a las guerras de la independencia alem ana la aten
ción dada a la h istoria de la civ iliza ció n , una de las m ás gran d es conqu istas de
la Ilu s tr a c ió n ). E qu ivocad am en te, pues, se ha tom ado la in trod u cción a esta obra
com o una autoridad en la h istoria de la h isto r io g ra fía .
Syb el adem ás ha m erecido el reconocim iento de la h isto r io g ra fía por la fu n
dación de la Historische Zeitschrift y por su colab oración en d iversas p u b licacio
nes h istó rica s ( Publikátionen aus den preussischen Staatsarchiven, Politische Ko
rrespondenz Friedrichs des Gr., Deutsche Reichstagsakten, e t c .) .
C f. sobre Syb el, adem ás de V arrentrapp , ante todo F . M ein eck e en Hist.
Zeitsch. 75 (1 8 9 5 ), 390 s s . ; d esp ués G. W o lf en Neue Jahrbücher für das klassis-
che Altertum IX (1 9 0 2 ), 279 ss., y A . G uilland, U Allemagne nouvelle et ses his-
toriens 1899 (q u e habla tam bién de N ieb u h r, de R an ke, de M om m sen y de T r eits-
c h k e ) . Sob re el o rig en de la Begründung des Deutschen Reiches, interesan tes
n o ticia s en J. v. E ck ard t Lebenserinnerungen II (1 9 1 0 ), 124 s. A . Lübbe, Frie
drich Gents und H. v. S. (1 9 1 3 ) trata de probar que, en su concep ción del origen
de las g u erras de la revolu ción , S yb el depende de G entz.
R e l a c i o n e s de S y b e l r e c o r r ió la s e ta p a s d e la h is t o r io g r a f ía h a s ta e n -
Sybel con Ranke. to n c e s d o m in a n te e n A le m a n ia , a n te s d e r e la c io n a r s e
Tendencias depu- c o n la n u e v a h is t o r io g r a f ía p o lític a . S e in ic ió c o m o a lu m -
blicista de Sybel. n o c o r r e c to d e R a n k e e n s u Historio} de la primera cru
zada. L u e g o o c u p ó u n lu g a r e n tr e lo s a n tig u o s d is c íp u lo s
m a e s tr o , a d o p ta n d o su e s p ír itu h a c ia la h is to r ia c o n s titu c io n a l d e A l e
m a n ia . S ó lo d e s p u é s d e 1 8 4 8 se se p a r ó r a d ic a lm e n te d e R a n k e .
R a n k e h a b ía r e n u n c ia d o c o n s c ie n te m e n te a la s v a lo r a c io n e s e n h is
to r ia y e n p o lític a . E l h is to r ia d o r , s e g ú n s u o p in ió n , d e b e d a r c u e n ta d e
la s id e a s q u e a c tu a r o n s o b r e la h is to r ia y n o c r it ic a r la s ; n o tie n e d e r e c h o
d e m e d ir lo s a c o n te c im ie n to s h is t ó r ic o s d e a c u e r d o c o n la s e x ig e n c ia s
d e la é p o c a a c tu a l. É l m is m o h a b ía s a c a d o d e la h is to r ia c o n te m p o r á n e a
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
s u c o n c e p c ió n h is tó r ic a , p e r o n o la h a b ía o r ie n ta d o h a c ia e l p r e s e n te .
S u s o b r a s m a n ife s ta b a n u n a d m ir a b le e s f u e r z o d e o b s e r v a c ió n o b je tiv a .
L a fa lla d e su te o r ía e s u n a c ie r ta o s c u r id a d e n la s p r e m is a s . E l
h is to r ia d o r n o d eb e a p r e c ia r la s te n d e n c ia s d e l p a s a d o d e s d e e l p u n to
d e v is ta r e s tr in g id o d e la p o lític a d ia r ia d e s u p a ís. ¿ P e r o n o h a y ta m b ié n
id e a s y te n d e n c ia s in c o m p a tib le s c o n la s c o n d ic io n e s n a tu r a le s d e la s o r
g a n iz a c io n e s p o lít ic a s ? ¿ N o e x i s t e n c o n d ic io n e s p o lític a s p r e v ia s q u e
d e b e n se r lle n a d a s p a r a q u e la e x is t e n c ia d e u n E s t a d o e s té a s e g u r a d a ?
K l h is to r ia d o r ( p o lí t ic o ) ¿ t ie n e d e r e c h o d e a d m itir q u e la s id e a s q u e
h a n a c tu a d o s o b r e la h is t o r ia t ie n e n ig u a l v a lo r ?
K a n k e n o r e s p o n d ía a e s ta s p r e g u n ta s . E n t o n c e s e s c u a n d o in te r v ie n e
Sybel.
B a j o la im p r e s ió n d e l m o v im ie n to s o c ia lis ta d e 1 8 4 8 . S y b e l s e f o r m ó
fir m e s o p in io n e s so b r e la ta r e a d e l E s ta d o . U n g o b ie r n o , s e g ú n é l, tie n e
c o m o d e b e r p r im o r d ia l p r o te g e r la s c la s e s c u lta s c o n tr a e l a s a lto d e la s
c la s e s b a ja s y c o n tr a el d e s o r d e n q u e s e o r ig in a e n lo s a s u n to s f in a n c ie
r o s y m ilita r e s . D e b e m o s tr a r s e f u e r t e f r e n t e a la s g e n t e s d e r a n g o
in f e r i o r y tr a ta r lib e r a lm e n te a la s c u lta s . E s a s e x ig e n c ia s , p ie n s a , e s tá n
f u n d a d a s e n la e s e n c ia m is m a d e l e s ta d o y n o d e b e n s e r c o n s id e r a d a s
c o m o te n d e n c ia s p a s a je r a s . E lla s c o n s t it u y e n la n o r m a s e g ú n la c u a l el
h is to r ia d o r d e b e a p r e c ia r lo s a c o n te c im ie n to s h is t ó r ic o s .
E n e s a s m á x im a s q u e , e n o p o s ic ió n a R a n k e , a c e n tú a e l c a r á c te r d e
p o te n c ia d e E s ta d o ta n t o e n e l in te r io r c o m o e n e l e x t e r io r , p u e d e r e c o
n o c e r s e u n p r o g r e s o . D e s g r a c ia d a m e n te S y b e l c a y ó a l m is m o tie m p o e n
lo s c a m in o s a b a n d o n a d o s p o r R a n k e , e n la h is t o r io g r a fía te n d e n c io s a d e
la p r e n s a p o lític a . C o m o lo s ilu m in is ta s , n o s e c o n te n ta b a c o n v e r c ó m o
o c u r r ía n la s c o s a s , q u e r ía h a c e r la e d u c a c ió n p o lític a d e s u p ú b lic o , c o n
v e r tir lo a s u s id e a s .
R e t r o c e d ió m á s a llá d e la I lu s t r a c ió n p u e s to q u e , p a r a fo r m u la r s u
p r o g r a m a h is t ó r ic o -p o lít ic o , ú n ic a m e n te tu v o e n c u e n ta la s itu a c ió n d e l
m o m e n t o e n s u p r o p io p a ís . N o lo c o n s id e r a e l p r im e r E s ta d o s u s c e p tib le
d e ^ r e a liz a r e l id e a l p o lític o d e la n u e v a te n d e n c ia . S o la m e n t e u n E s t a d o
c o n s t it u id o e n n a c i ó n p u e d e c u m p lir s u s d e b e r e s . E s d e c ir q u e P r u -
s ia y n o A u s t r ia d e b e to m a r la d ir e c c ió n e n A le m a n ia . “ L a p o lític a d e l
b ie n e s ta r lib e r a l c o m ú n y la m o n a r q u ía n a c io n a l” 1, n o p u e d e p a sa r en
lo s h e c h o s m á s q u e s i t r iu n f a e l p r o g r a m a d e l p a r tid o d e la P e q u e ñ a
A le m a n ia .
C o m o . s e v e , la s v a lo r a c io n e s d e S y b e l n o s e r e m o n ta n m á s q u e e n
p a r te a c o n s id e r a c io n e s p u r a m e n te c ie n t íf ic a s ( s o c i o l ó g i c a s ) . E s t á n al
s e r v ic io d e te n d e n c ia s p o lític a s a c tu a le s . E l p r o p io h is t o r ia d o r n o te n ía
c o n c ie n c ia d e e s a m e z c la d e e le m e n to s h e t e r o g é n e o s . T o d a s s u s o p in io
n e s e r a n p a r a é l la r e s u lta n te d e in v e s t ig a c io n e s p u r a m e n te c ie n tífic a s .
N o c r e ía q u e lo s p r e j u ic io s in te r v in ie r a n f r e c u e n te m e n t e e n la e la b o r a -
214
Syb c1
c ió n d e s u s m a te r ia le s . S in d u d a , n o r e tr o c e d ía a n te la e x p r e s ió n d e su
j u ic io . R e h u s a b a tr a ta r la h is t o r ia e n f a t a l i s t a ( R e v o l I, 3 2 5 ) ,
c o m o u n a lu c h a d e p r in c ip io s d e ig u a l v a lo r , y c o n s id e r a r a lo s p r ín c ip e s
y a lo s e s ta d is t a s ú n ic a m e n te c o m o r e p r e s e n ta n te s d e la s i d e a s ; é l q u e r ía
c r itic a r s u s a c to s . C r e ía q u e e s t a c r ític a n o p r o c e d ía d e u n a te n d e n c ia
s u b j e t iv a s in o d e la h is t o r ia m is m a . “ A te n u a r la r e s p o n s a b ilid a d [e n
lo s g ir o n d in o s ] e s r e n e g a r y a s e a d e la e x a c t itu d e n la s in v e s t ig a c io n e s ,
y a d e l d e b e r m o r a l d e la h is t o r ia ” ( I , 3 2 5 ) .
Su m é t o d o ; la E s t a c o n v ic c ió n d e la e x a c t itu d c i e n t í f ic a d e s u s j u i-
historia de la épo- c io s p r e s e r v ó a S y b e l d e l e s tilo lig e r o d e o tr o s h is t o -
ca revolucionaria, r ia d o r e s t e n d e n c io s o s . N o e r a d e a q u e llo s q u e s ó lo b u s
ca n la s p r u e b a s c o m o a p o y o d e o p in io n e s p r e c o n c e b id a s ,
s a c á n d o la s a r b itr a r ia m e n te d e lo s d a to s d e la tr a d ic ió n . N o e r a ta m p o c o
d e a q u e llo s q u e , p o r te m o r d e flu c tu a r e n s u s o p in io n e s , n o u tiliz a n
m á s q u e u n a p a r te d e te r m in a d a d e s u m a te r ia l. S u Historia de la época
revolucionaria s e a s ie n ta s o b r e e s tu d io s c r ític o s ta n c u id a d o s o s c o m o
c u a lq u ie r o tr a o b ra e r u d ita . L a n a r r a c ió n e s tá e n s u m a y o r p a r te c o n s
tr u id a c o n m a te r ia le s d e lo s a r c h i v o s ; lo s t e s t im o n io s d e lo s r e la to s n u n c a
s o n r e c ib id o s s in u n e x a m e n c r ític o . C o n f o r m e a la s in s tr u c c io n e s d e
R a n k e , S y b e l n o s e c o n te n tó c o n lo s d a to s d e s e g u n d a m a n o ; s ie m p r e
q u e le f u é p o s ib le s e r e m o n tó a lo s d o c u m e n to s m e j o r e s y m á s a n tig u o s .
S u Geschichte der Revolutionszeit e s la p r o d u c c ió n h is t o r io g r á fic a
m á s im p o r ta n te d e la e s c u e la n a c io n a l lib e r a l. E l te m a e s ta b a m u y h á b il
m e n te e le g id o . Q u iz á d e m a s ia d o h á b ilm e n te . N in g ú n o tr o p e r m itía , c o
m o é s te , d e s ta c a r la in s u f ic ie n c ia d e la c o n c e p c ió n p u r a m e n te p o lític a
h a s ta e n to n c e s im p e r a n te , te m a q u e , p r e c is a m e n te , n o h a b ía s id o tr a ta d o
a n te s d e 1 8 4 8 m á s q u e p o r h is to r ia d o r e s d e te n d e n c ia s p o lític a s . H a s t a
e n t o n c e s s e h a b ía c o n s id e r a d o c a s i ú n ic a m e n te e l p r im e r p l a n o : la s lu c h a s
c o n s titu c io n a le s , c o n s id e r á n d o la s c o m o u n c o n f lic t o d e p r in c ip io s p o lí
t ic o s . H a s t a u n s o c ia lis ta c o m o L o u is B la n c n o h a b ía o s a d o r o m p e r c o n
la m a n e r a d e v e r tr a d ic io n a l. S y b e l e s e l p r im e r o q u e n o s ó lo p o n e e n u n
p r im e r p la n o la s c o n s e c u e n c ia s s o c ia le s d e la r e v o lu c ió n , s in o q u e e s c r ib e
u n a h is to r ia n a c io n a l d e la r e v o lu c ió n . N o se lim ita ú n ic a m e n te a c o n ta r
lo q u e p a sa b a e n P a r ís y e n la C o n v e n c ió n . N o p ie r d e j a m á s d e v is t a
q u e la v e r d a d e r a h is t o r ia d e la r e v o lu c ió n n o c o n s is te e n lo s d e b a te s y
p r o y e c to s d e c o n s titu c ió n d e l P a r la m e n to , s in o e n la s tr a n s fo r m a c io n e s
d e la p r o p ie d a d . L a e x p o s ic ió n d e te o r ía s p o lític a s o c u p a e n él m e n o s
lu g a r q u e e n s u s a n te c e s o r e s . E n o p o s ic ió n c o n lo s r e la to s a n te r io r e s ,
S y b e l p u e d e a tr ib u ir s e e l m é r ito d e h a b e r tr a ta d o lo s le v a n ta m ie n
t o s o b r e r o s y la s lu c h a s d e lo s c a m p e s in o s : “ D e s d e h a c e a lg u n o s a ñ o s
la m ir a d a s e h a a g u d iz a d o p a r a e s o s p r o b le m a s ” ( I , 2 1 1 ) .
E l v a lo r d e e s e p r o g r e s o f u é a p e n a s d is m in u id o p o r e l h e c h o d e q u e
S y b e l b u s c ó , d e u n a m a n e r a m á s c ó m o d a , e x p lo t a r p a r a s u te o r ía p o lí
tic a la h is to r ia d e la r e v o lu c ió n .
215
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
S y b e l r o m p ió c o m p le ta m e n te c o n la s a n tig u a s id e a s s o b r e la R e v o
lu c ió n F r a n c e s a . N o d e f e n d ió n i e l p r in c ip io c o n s e r v a d o r n i e l r e v o lu
c io n a r io . L a r e v o lu c ió n s ó lo le s ir v e p a r a p r o b a r la n e c e s id a d d e u n
g o b ie r n o lib er a l y fu e r te a la v e z . M ie n tr a s la r e v o lu c ió n s e lim itó a
tr a s tr o c a r el v ie jo E s ta d o fe u d a l, ir r a c io n a lm e n te o r g a n iz a d o , e s tu v o
en su j u s t o d e r e c h o . C u a n d o tr a tó d e d e b ilita r la p o te n c ia e s ta ta l d e
m o d o <|tie la s m a sa s p o p u la r e s p u d ie r a n in te r v e n ir y q u e to d a s la s p u e r
ta s s e a b r ie r a n a la a n a r q u ía e c o n ó m ic a , s e p u s o e n c o n tr a d ic c ió n c o n
lo s s a n o s p r in c ip io s d e la p o lític a . E s d e c ir q u e e l j u ic io d e la h is to r ia
p a rtía (le lo s s e n tim ie n to s d e la b u r g u e s ía lib e r a l q u e , b a jo la im p r e s ió n
d e la s in s u r r e c c io n e s o b r e r a s d e 1 8 4 8 , s e h a b ía a r r o ja d o e n lo s b r a z o s
d el a b s o lu tis m o . I n s e n s ib le m e n t e la c r ític a c ie n t íf ic a y la p o lít ic a s e
m e z c la b a n .
E n p r in c ip io , e s m e n o s im p o r ta n te q u e S y b e l h a y a in s e r ta d o p o r
p r im e r a v e z , m e tó d ic a m e n te , la h is t o r ia d e la r e v o lu c ió n e n la h is to r ia
d e la p o lític a e u r o p e a . E s t a in n o v a c ió n (in d ic a d a y a p o r e l t í t u lo ) n o e s
in s ig n if ic a n te . P e r o S y b e l n o h iz o s in o a p lic a r a la h is t o r ia d e la R e v o
lu c ió n F r a n c e s a el m é to d o e m p le a d o p o r R a n k e p a r a la h is t o r ia d e la
R e f o r m a a le m a n a . N o s e p o d r ía v e r e n e llo u n r a s g o c a r a c te r ís tic o d e
la n u e v a te n d e n c ia . T a m p o c o s e n e g a r á q u e S y b e l n o h a y a sa b id o , ta n
h á b ilm e n te c o m o su m a e s tr o , c o lo c a r j u n to s lo s a c o n te c im ie n to s e x t e
r io r e s e in te r io r e s . N o c o n s e r v a ta n a r tís tic a m e n te la s p r o p o r c io n e s . P o r
o tr a p a r te e s m e n o s o b je tiv o . C o m o Kleindeutscher q u e r ía h a c e r la p r o
p a g a n d a d e P r u s ia y n o s e d is c u tir á q u e c o n c e d e a la p o lític a p r u s ia n a
c ir c u n s ta n c ia s a te n u a n te s , c o n m a y o r lib e r a lid a d q u e a la p o lític a a u s tr ía
ca o a la lu s a . T a m b ié n e s a s p a r te s d e su h is to r ia e s ta b a n a l s e r v ic io
d e s u s id e a s n a c io n a le s .
S y b e l e r a u n e s c r ito r d is tin g u id o . S u e x p o s ic ió n n o e r a d e u n c o lo r id o
ta n p e r s o n a l c o m o la d e lo s o tr o s h is to r ia d o r e s a le m a n e s . N o u s a v o lu n
ta r ia m e n te , c o m o R a n k e , el t o n o f ilo s ó f ic o . E l e s p ír itu b r illa n te y la
ir o n ía d e M o m m s e n le s o n ta n e x t r a ñ a s c o m o el r e lie v e y e l é n f a s is d e
T r e its c h k e . P e r o su e s tilo t ie n e to d a s la s b u e n a s c u a lid a d e s d e l e s tilo
c i e n t í f ic o . R e la ta b a e n u n a fo r m a v iv a , c la r a y v ig o r o s a y e x p o n ía n e ta
m e n te su p e n s a m ie n to . S u s o b r a s s o n c u id a d a s y d e u n a c o m p o s ic ió n
o r d e n a d a . S i se h a d e c la r a d o , c o m o r e p r o c h e , q u e s u e s tilo e s d e m a s ia d o
lla n o , e s to s ó lo v a le p a r a la p r o d u c c ió n d e su v e j e z . N o s e p o d r ía r e p r o
c h a r a la Historia de la época de la revolución u n e u fe m ism o ' a n tic ie n t íf ic o .
216
D ahlm ann
2. D AHLM ANN
4. T RE I T S C H K E
H ein rich von T k kit sch k e , n ád elo el 1834 en D resd e, h ijo de un g en eral de
di visión sajón , en 1858 Privatdozent de h istoria en L eip zig, en 1863 fu é llam ad o
n E rib u rgo en U risgau a una cáted ra que abandona en 1866, yendo a B e rlín ; el
m ism o uño filé llam ado a K iel, en 1867 a H eid elb erg, en 1874 a B e r lín ; de 1871
n 1888 fué m iem bro del R eich sta g alem án, desp ués de la m uerte de R an ke fu é
nom hrudo h isto r ió g ra fo de P r u sia ; m uerto el 1890 en B erlín . A u to r de Deutsche
Geschichte im 19, Jahrhundert (1879 a 1894) : com en zad o en 1871 e inconclu sa lle g a
hasta 1848. M uchos de los trab ajos h istó r ico s están reu nidos en lo s Historische
und politische Auf ätze (1865 a 1 8 9 1 ).
Su a ctivid ad en la prensa p o lítica está señ alad a por lo s artícu lo s recogid os
bajo los títu lo s d e Zehn Jahre deutscher Kämpfe (18 74 y 1 8 7 9 ), y Deutsche
Kämpfe; Neue Folge (1 8 9 7 ). C f. adem ás lo s cu rsos sobre Politik (1 8 9 7 ) publi
cados desp ués de su m uerte por C ornicelius.
L a litera tu ra sobre T reitsch k e está ind icada en form a com p leta al fin a l del
artículo, poco sa tisfa cto rio por lo dem ás, de H . v. P e te r s d o r ff en la Allg. Deutsche
Biographie 55 (1 9 1 0 ), 263 ss. C f. sobre todo T h . Schiem ann, H. v. T-s Lehr-und
W anderfahre (1834 a 1867) 1896; G. B ailleu , Η. v, T. en la Deutsche Rundschau
1896, o ctu b re-n o v iem b re; G. Freytag und Η, v. T, Brief Wechsel ed ición D o v e
1900. E . L. S ch u rig , Die Entwckhmg der politischen Anschauungen Η. ν, T-s
1909 (c o n fer e n c ia en H eid e lb e rg ) ; M . L enz, Η . ν. Τ. en lo s Kleine historische
Schriften 1910.
D e las Cartas de T reitsch k e publicadas por M a x C orn iceliu s, aparecieron
Imstu 1912-1913 dos volúm enes, que llegan h asta el añ o 1866.
por los liberales tiene como consecuencia el reinado de una débil me
diocridad.
Estas opiniones eran muy naturales en Droysen, que partía de la
doctrina política de Hegel y había crecido en un medio totalmente pru
siano. Se apropió de su teoría sin lucha. Treitschke hizo todo lo con
trario. Se encontró como publicista y como historiador en contradic
ción con su familia, con muchos de sus amigos íntimos, con más de
una de sus anteriores opiniones. No hay que asombrarse de que haya
forzado un poco el tono. Se sentía siempre en oposición, ya con los
otros, ya 'consigo mismo. Fue agresivo sólo para acallar las objeciones
que no le parecían carentes de fundamento. Fué conscientemente estrecho
porque no creía poder corregir las limitaciones de la teridencia liberal
sino llevando su opinión al extremo.
No se juzgará bien a Treitschke sino midiendo su historiografía de
acuerdo con los fines que ella perseguía. No quería ser solamente un
educador político, como los otros historiadores de la “Pequeña Alema
nia”. Se sintió un poco apóstol y predicador. La historia era su cátedra.
Ardiente patriota alemán, veía con envidia los Estados consolidados del
occidente, y con confusión el culto que los políticos liberales alemanes
profesaban al régimen parlamentario de Inglaterra y de Francia, con
siderado como un modelo. Estaba particularmente celoso de la confianza
en sí misma y de la cohesión nacional de la civilización británica. Sus
esfuerzos tendían a crear algo semejante en Alemania. El inglés co
rriente se inclinaba a poner por encima de todos los méritos de su pue
blo: ¡y bien! renunciando con sus sueños cosmopolitas, Alemania tam
bién debía considerar únicamente, por sobre todas las cosas lo que pasaba
en su país. Y principalmente lo que pasaba en Prusia; pues el único
Estado que por su tradición y pujanza podía colocarse al mismo nivel que
los grandes Estados extranjeros era Prusia.
Treitschke no olvidó más que una cosa: que una cultura nacional y
una historiografía tal como él la exigía, no se crea a la fuerza. En el
prefacio del cuarto volumen de su Historia de Alemania estableció, como
se sabe, la tesis de que los alemanes tienen, como otras naciones, el
derecho de poseer una historiografía nacional. ¿No era esto dar como
fin de los esfuerzos conscientes, lo que no puede ser más que el resultado
de un desarrollo histórico común (relativamente) y del sentimiento na
cional que de él se desprende? ¿Escribió Macaulay, en quien Treitschke
pensaba sobre todo en ese pasaje, partiendo· exclusivamente del punto
de vista inglés? ¿Quiso implantar por intermedio de su historia un sen
timiento nacional en su pueblo? ¿No se sentía Macaulay identificado de
antemano con la gran mayoría de sus compatriotas? ¿Pensó alguna vez
que un inglés pudiera considerar la historia nacional desde otro punto
de vista que no fuera inglés? Todas estas Condiciones preliminares de
bían ser creadas artificialmente por Treitschke para sí mismo y para
su pueblo. Era preciso convertir a sus lectores a su concepción nacional.
221
' . -
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
5. ERD M A N N SD Ö RFFER
226
7. LORENZ
22?
fP P % W ^ W ' V Y « T * ' '‘r í T V " ^ ' '· T;'.
8. H. M A R T I N
III
228
/ Mommsen
llegan hasta la muerte de César, aparecieron por primera vez desde 1854 a 1856;
a partir de la segunda edición (1856 s.) no fueron esencialmente modificados. De
la Historia del Imperio, Mommsen no escribió más que la segunda parte, que
apareció en 1885, como quinto volumen, bajo el título: Die Provinzen von Cäsar
bis Diokletian. La historia de los emperadores mismos y del gobierno central no
fué escrita. Los suplementos eruditos a la Historia se ofrecen en los Römische
Forschungen (1864 a 1879).
Las otras obras de Mommsen no pertenecen ya a la historiografía. Las más
importantes son Römisches Staatsrecht (hasta Diocleciano) 1871 a 1888, (Abriss
des römischen Staatsrechts (1893) y Römisches Strafrecht (hasta Justiniano)
1899. Como grandes trabajos en las ciencias auxiliares, es necesario citar: Ges~
chichte des römischen Münzwesens (1860; en la primera edición de 1850, titulado
Ueber das römische Münzwesen) ; Römische Chronologie bis auf Cäsar (1858),
Oskische Studien (1845), Unter italienische Dialekte (1850). Los numerosos ar
tículos de Mommsen están reunidos ahora en las Gesammelte Schriften (1905 ss.),
que hasta este momento están repartidos en tres secciones, jurídica, histórica y
filológica. Los artículos que no se refieren a una especialidad científica han sido
recogidos por O. Hirschfeld en Reden und Aufsätze (1905).
Cf. la Bibliografía de K. Zangemeister, continuada por E. Jacobs, Th. M'omm-
sen als Schriftsteller, segunda edición, 1905
Se conocen los servicios prestados por Mommsen como editor y organizador
en el dominio de la epigrafía latina y de las investigaciones históricas. El Corpus
Inscriptionum Latinarum, que comenzó a aparecer en 1863, es sobre todo su obra;
él había dado muestras de su método en las Inscriptiones regni Neapolitani la-
tinae (1852) y las Inscriptiones Confoederationis helveticae latinae (1854). Momm
sen ha realizado además numerosas ediciones críticas de textos antiguos (la célebre
edición de los Digestes, en colaboración con P. Krüger 1866 a 1870). Para la
historia, debe considerarse sobre todo la dirección de la publicación de los A uc
tores Antiquissimi en los Monumenta Germaniae.
L iteratura . Biografía por L. M. Hartmann 1908 (extracto aumentado del
Deutscher Nekrolog de Bettelheim IX [1906], 441 ss.). Allí y en K. J. Neumann,
Entwicklung und Aufgaben der alten Geschichte (1910), p. 63 y ss., abundantes
indicaciones literarias. C. Bardt, Th. Mommsen, 1903 (aparecido primeramente
en 1875 en el Daheim) ; F. Jonas en la Deutsche Rundschau, 93 (1897), 339 ss.
O. Hirschfeld en los Abhandlungen der Berliner Akademie 1904. Los mejores tra
bajos sobre la Römische Geschichte en las Necrologías de las revistas especiales,
sobre todo J. Kärst en Hist. Vierteljahrschrift (1904), 313 s. y J. K. Neumann
en la Hist. Ztschr., 92 (1904) 193 ss., luego O. Seeck en la Deutsche Rundschauλ
118 (1904), 175 ss., y Schwarz en los Gött. Nachricht. Geschäftl. Mitteil, 1904>
1 ss. La necrología de Eduard Meyer (de la Gartenlaube) está reimpresa en sus
Kleine Schriften (1910), 539 ss. Th. Gomperz, Essays und Erinnerungen (1905),
133 ss., (de la Nation, 1887) ; E. Landsberg, Geschichte der Deutschen Rechts
wissenschaft, III, 2 (1910): 865 ss. La mejor caracterización del 59 volumen de
la Römische Geschichte en Pöhlmann A us Altertum u. Gegenwart, segunda edi
ción (1910).
231
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
Mommiin
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
libre de toda falsa piedad histórica, a la cruda luz del día. El lenguaje
con pretensiones filosóficas de la antigua escuela, con sus eufemismos,
había dejado fácilmente al lector en el vacío sobre la verdadera natura
leza de las potencias históricas. Mommsen no conoció ningún arreglo
de ese género. Desenmascara la grandeza usurpada mirándola muy de
cerca. Los críticos que le reprochaban un mal estilo periodístico olvidan
que si su lengua gusta servirse de palabras de la prensa cuotidiana, está
exenta de los defectos del alemán de los diarios. Su estilo no cae ni en
el énfasis, ni en la fraseología oscura y en el oropel vacío del folletón.
Indudablemente, Mommsen debe mucho a su actividad de periodista.
Su expresión es más ágil, su estilo más flexible que el que está en uso
entre los sabios. Su cinismo bien puede también haber sido nutrido por
el periodismo: para juzgar a Cicerón con tanta competencia hacía falta
posiblemente haber visto entre bastidores cómo los políticos tratan de
crear, por los periódicos, un estado de la opinión. Pero su lengua está
más libre de los defectos de los patéticos artículos de fondo, que la de
la mayor parte de los historiadores contemporáneos.
La manera de escribir la historia de Mommsen es la expresión per
fecta de sus convicciones históricas y políticas. Habla de los personajes
históricos en el estilo de los políticos contemporáneos, porque quiere
aplicar un criterio político a todos los fenómenos de la historia. El his
toriador no pregunta sino una cosa: ¿qué servicios políticos ha prestado
un hombre de Estado ? Él no se inquieta por saber si en la tradición ese
personaje ocupa, por sus méritos artísticos o morales, un rango elevado
como escritor o como hombre.
La valiente aplicación de este principio le valió a Mommsen muchos
enemigos entre los filólogos: en especial, nunca le fué perdonado su
juicio riguroso sobre Cicerón. Es injusto. Se puede debatir la cuestión
de si un historiador debe expresar juicios políticos (es la opinión de la
escuela Kleindeutsch) o si él no hará mejor en satisfacerse con la des
cripción de la serie de acontecimientos y de explicarlos medianamente.
Pero he aquí lo que no es dudoso: una vez que el historiador critica los
actos políticos desde el punto de vista de su oportunidad, debe aplicar
sus críticas a todos los personajes por igual, sobre todo cuando él sabe,
como Mommsen, distinguir el valor artístico de un trabajo de su alcance
político o nacional.
Es verdad que Mommsen, como crítico literario, no lo era sin pre
venciones. Profesó los principios de la estética romántica, y puso sin
vacilación el arte nacido natural y orgánicamente por encima de la poe
sía artificial. Pero jamás confundió las cuestiones de arte con las cues
tiones políticas; jamás como Droysen sostuvo el dogma de que una
elevada cultura nacional sólo podía mantenerse sobre el fundamento
de un estado fuerte.
234
l
D rumann
235
IV
2. T O C Q U E V I L L E
238
Fustel de C o u U ' n g l l
3. F U S T E L DE COULANGES
239
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
minada por la oposición que, según él, se debía hacer, por razones cientí
ficas, al hábito anti-histórico de hipostasiar y generalizar los conceptos
modernos. Ante todo el concepto de nacionalidad, que los románticos
transportaban fácilmente de las luchas nacionales contemporáneas a la
historia del pasado. Así, Fustel fué llevado al extremo de no admitir
como actuantes en la historia, sino las fuerzas que podían probarse
directamente por los testimonios del pasado, por los t e x t o s . Elimi-
nalm en forma racial los axiomas históricos. Tanto los modernos co
mo los románticos. Evitaba establecer paralelos etnográficos, y sostener
por ejemplo la teoría de que todos los pueblos deben recorrer ciertos
grado» de civilización o de derecho. “Hay —decía— una filosofía y
una historia, pero no existe una filosofía de la historia”.
La» potencias que Fustel coloca en lugar de las fuerzas místicas del
Romanticismo ¿son capaces de explicar tan completamente como creía,
el curso de la historia? Puede dudarse de ello. Su mayor falla era la
simplificación. Subordinaba demasiado fácilmente las relaciones com
plicadas a una tesis única. Veía una línea simple donde se encontraban
varias curvas. Pero una cosa es segura: no pidió explicaciones a cons
trucciones imaginarias, sino a fuerzas r e a l e s , y si sus tesis dejaron
algunos puntos de lado, pusieron siempre de relieve una p a r t e de
las condiciones en las que es necesario buscar la causa profunda de las
vicisitudes históricas.
Fustel representaba como Mommsen la oposición realista al doctri-
narismo ideológico del romanticismo y del liberalismo. Antes se había
hablado mucho de la influencia histórica de las ideas filosóficas y reli
giosa». Fustel concedió menos importancia a los productos de la especu
lación teológica que a las imaginaciones concretas y supersticiosas que
reinaban en las masas. En la formación del Estado franco se complació
en ver la acción de las ideas germánicas. Fustel hizo conscientemente
abstracción de los principios e hizo surgir el desenvolvimiento histórico
únicamente de la realidad de las condiciones sociales. Paralelamente se
desarrollaba una interpretación realista de las fuentes desconocidas
hasta entonces. Fustel no se dejó deslumbrar por el prestigio romántico
de la antigüedad. Partía de la suposición de que cada expresión de las
fuentes tenía un sentido preciso que designaba algo real. Si aparente
mente subsisten contradicciones, ello se debía a que no habíamos com
prendido el sentido de las frases.
Naturalmente, otros han practicado este método. Pero nadie lo aplicó
tan ingeniosamente. Las admirables disgresiones de Fustel sobre el sen
tido exacto de las expresiones en apariencia simples, por ejemplo en
(iregorio de Tours, son verdaderos modelos de interpretación histórica,
lis de desear que alguna vez se haga un índice de las mismas.
242
F u s t e l de C o u U n g i l
245
V
246
Riehl
2. R I R II L
Wilhelm Heinrich Rimú, nació en 1823 en Biebrich sobre el Rin, fue pri
mero periodista, en 1854 profesor de Staats-und Kamerahvissenschaft en Munich,
en 1859 de historia de la literatura, en 1885 director del Museo Nacional de Ba-
varois, murió en 1897. Lo consideraremos aquí como autor de obras de política
social: Die bürgerliche Gesellschaft 1851; Land und Leute 1853; Die Familie
1853; Kulturstudien aus drei Jahrhunderten 1859 (muy aumentadas en las ediciones
posteriores). Cf. H. Simonsfeld, W. H. Riehl als Kulturhistoriker (discurso de
circunstanscias) 1898. Gothein en los Preussische Jahrbücher, 1898, de abril.
Riehl habla de las impresiones del año 1848 en la conclusión autobiográfica
de sus Religiöse Studien eines Weltkindes (2* adición 1894, p. 468) ; “El año
1848 fue decisivo para mí. Los espectáculos de cada día me iniciaron en la vida
247
1
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
i
F rcy t a g
3. F R E Y T A G
i
Janssen
4. J A N S S E N
251
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
25 4
VI
1. CONSIDERACIONES GENERALES
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
J
Influencia de las ciencias naturales
2. B U C K L E
259
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
4. L E C K Y
2.60
Stephen
5. S T K P II E N
6. T A I N E
262
Taine
R ela cio n es con Comte tuvo mucha menos influencia en Francia que en
Comte y el Ro- Inglaterra. Mientras que del otro lado de la Mancha
manticismo. podía contar como alumnos a algunos de los historia
dores y filósofos más distinguidos, sólo un gran his
toriador se une a él en su patria. Y todavía éste dió a sus opiniones
sociológicas un giro tan original y las mezcló con tantos elementos
extranjeros, que únicamente con una gran reserva se íe puede colocar
en la escuela de Comte.
Taine conoció relativamente tarde a Comte. Cuando comenzó a es
tudiarlo seriamente, sus opiniones filosóficas e históricas estaban ya
formadas. Su verdadero punto de partida no fué el sistema sociológico
del fundador del Positivismo, sino la doctrina del Romanticismo sobre
la nacionalidad y, en ésta, particularmente la teoría proclamada por
Mme. de Stáel de la diferencia fundamental entre el espíritu latino y
el espíritu germánico.
Solamente que Taine, a la manera de su generación, concibió esas
ideas de una manera más realista y más científica de lo que lo había
hecho el Romanticismo. Lo que éste sentía por intución él quiso demos
trarlo con la ayuda del método de las ciencias naturales. Separó el
ropaje especulativo con que los filósofos románticos habían adornado
sus ideas. El mismo Hegel que, siendo el racionalista más grande entre
los románticos, ejerció una influencia muy grande sobre él, no pudo
satisfacerlo. Era ya demasiado optimista para él. Los acontecimientos
de los años 1848 y siguientes, así como sus estudios de medicina, le
hicieron ver la verdadera naturaleza, la naturaleza a n i m a l del hom
bre bajo otra luz que la del filósofo estatista de Berlín. Seguramente
que el historiador, como el naturalista, no debe ni alabar ni atacar las
fuerzas cuya acción examina; debe tomarlas tal cual son. Pero esto no
quiere decir que deba, como el Romanticismo, glorificar todo lo que
pasó en la historia. Faltaba a las especulaciones de los románticos un
fundamento positivo, la observación exacta y el contacto con el estudio
de las ciencias naturales.
Taine quiso evitar ese defecto. Se situó sin reservas en las c i e n
c i a s p o s i t i v a s . Era preciso terminar con las construcciones idea
listas de la historia del espíritu. El historiador debería partir de la ob
servación de lo particular para llegar a la consideración del conjunto
y mirar las virtudes y los vicios nacionales como productos naturales,
lo mismo que el azúcar o el vitriolo. Creyó haber encontrado en Comte
al pensador que podía ser su guía en su tarea. “Por primera vez —dice
263
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
El método de Pero todo eso no es más que apariencia. Las ideas con
Taine. las que Taine operaba eran, en el fondo, buscadas por
el camino de la especulación pura como las de los histo
riadores filósofos del Romanticismo. Se basaba igualmente en rápidas
generalizaciones, en abstracciones de ciertos fenómenos de la actualidad,
insuficientemente observadas. Taine no dejaba que la masa de los fe
nómenos históricos actuara sobre él, imparcial y lentamente; los abor
daba con ideas preconcebidas y sólo veía lo que estaba de acuerdo con
su teoría. lira honesto. No falseaba la historia por amor a ciertos pen
samientos de publicista. Pero estaba a tal punto dominado por su pode
rosa facultad de sistematización y de abstracción que procedía por sín
tesis antes de haber comenzado con las investigaciones. Sabía de antemano
qué resultado le daría su experiencia.
Y eso no es todo. Reprochar a Taine, como lo han hecho sus críticos,
el recoger arbitrariamente los hechos que citaba como pruebas, y no
conservar sino aquellos que parecían confirmar su teoría, no es hablar
mal de su sistema. Muchas p r u e b a s de Taine no serían admitidas
como h e c h o s . Creía que los h e c h o s i n s i g n i f i c a n t e s consti
tuían la materia de toda "ciencia” (Prefacio de la Intelligence) : pero
aplicando ese principio a la historia, no reflexionaba que si su analogía
con oirán ciencias debía tener algún valor, era necesario examinar por
lo menos tan minuciosamente como en las ciencias naturales la verdad
y el valor de Ion hechos sobre los que se apoyaba. No sólo explotaba
sus h e d í oh sin crítica, sino que lo que él tomaba como tales no me
recían a mental·» ese nombre. En primer lugar no se inquietaba por el
origen ni la veracidad de los datos que empleaba como hechos caracte
rísticos, Las anécdotas deben ser usadas con precaución, aún cuando
se encuentren en fuentes fidedignas: Taine recogía los elementos de ese
264
T ai ne
LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
7. B R U N E T I É R E
8. S O R E L
V II
1. C O N SID E R A C IO N E S G EN ER A LES
genio sería inútil y el gran arte imposible. ¿Qué es lo que “la Escocia
puritana del siglo XVII, que representa poco más o menos el sueño de
los unitarios”, podía ofrecer a la humanidad, en comparación con la
Italia del Renacimiento, que “es ciertamente el país donde el ideal de
Channing ha sido menos practicado” ? (Études d’histoire religieuse
7· ed. 11804J, 393).
Como se ve, el valor artístico de una civilización es decisivo para
juzgarla. No sólo se consideran las creaciones artísticas que ella produce
directamente o inspira. Es preciso que la época tenga un sello artístico
y pueda despertar en el observador impresiones poéticas; que deje un
lugar para los nobles placeres espirituales y para las virtudes heroicas
que están fuera de la prosaica moral de la burguesía. En este punto los
historiadores estetas se separaban absolutamente de los iluministas. Te
nían de común con ellos (especialmente con el epicúreo Voltaire) la
preferencia por los grandes siglos del arte (por ejemplo el de los Mé-
dicis). Pero no compartían su simpatía por el Estado racional y buro
cráticamente organizado y sobre todo habían aprendido del Romanticismo
que pueden existir, además de las creaciones artísticas, otras cosas b e
l l a s . Una moral elevada aunque falta de razón, una mitología poética
aunque falsa, pueden ser (por lo menos para aquel que no crea en ellas)
el objeto tanto de un placer artístico como de una obra poética. Placer
mayor quizá: la estética del siglo X IX valora más las creaciones espon
táneas, repentinas que las que surgen de un cálculo reflexivo; la reli
gión y la moral son tanto más susceptibles de belleza cuanto menos as
piran conscientemente a ello.
Se comprende que los estetas hayan tenido un gusto particular por
las personalidades creadoras. Eran demasiado escépticos frente a las
teorías de la filosofía de la historia para predicar el culto de los héroes.
Conocían demasiado bien al mundo para creer en la influencia predo
minante de un reducido núcleo de individuos. Pero experimentaban ma
yor satisfacción artística al contemplar los personajes aislados en su
libre actividad, que en seguir en su trabajo penoso y menudo a los
escribas anónimos. Los tiranos italianos del siglo XV, que creaban sus
efímeros Estados c o m o o b r a s d e a r t e , les atraían más que los
burócrotas franceses de la Edad Media, que erigieron con un áspero y
secular trabajo el andamiaje de la monarquía francesa. No es por azar
que los historiadores estetas trataron preferentemente, no siempre con
exclusividad, los períodos en que se o r i g i n a un movimiento.
2. R E N A N
275
HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
rel, Le système historique de Renán (1909, con bibliografía, tesis para la Facultad
de Derecho de la Universidad de Paris) ; H. Parigot, Renán, Vegoïsme intellec
tual, 1910.
censurar agriamente, separar las ovejas de los carneros, las opiniones útiles
y verdaderas de las falsas!
Ese diletantismo permitió a Renán reconstruir el pasado tan inte
gralmente y con tanta vida como ningún otro historiador. La mayor
parte de éstos experimentaban fuertes antipatías contra ciertos fenó
menos históricos y sólo estaban cómodos en un terreno particular. Nie
buhr fracasó cuando quiso describir la evolución del Estado agrario de
Roma como imperio del mundo; Ranke marchaba a pasos inciertos cuan
do dejaba los círculos de los diplomáticos y prelados y daba con el
pueblo. Renán se movía tan seguro en la civilización de gran ciudad de
la Roma de un Nerón, como en el círculo del discípulo de los rabinos,
San Pablo. Describía al m u n d o con tanta competencia y amor, como
las luchas interiores de los mismos cristianos. ¡ Con qué finura, con qué
sentido impecable del matiz está dada cada pincelada! jCómo el detalle
no hace olvidar jamás el conjunto! ¡Con qué amor, quizá demasiado in
dulgente para las opiniones fanáticas, trataba Renán de filiar la impor
tancia histórica de los acontecimientos! Qué felices son, en general,
las analogías sacadas de la vida moderna, de las que a menudo se le
reprochó su familiaridad irrespetuosa, que recordaba a Voltaire (él se
defendió en el Prefacio del tercer volumen de la Historia del pueblo de
Israel) ! ¡ Qué vivos colores tienen sus cuadros de ambiente!
Renán tocaba un punto débil de sus antecesores, los historiadores de
la Escuela de Tubinga, que él veneraba como sabios y críticos, al re
procharles el juzgar a los primeros cristianos con el criterio de un pro
fesor de una pequeña ciudad alemana. Estaba en su derecho al formular
esta crítica, pues ningún historiador se consideró culpable de las cons
trucciones eruditas extrañas al mundo real. Fué el primero en transformar
la historia eclesiástica; de una historia de las ideas dogmáticas o teológicas
hizo una historia de la vida religiosa.
A diferencia de la mayor parte de los investigadores franceses de
su generación, Renán debe a sus estudios de filológo y de orientalista,
el haber conocido a fondo el método filológico y crítico. No siempre
lo aplicó con éxito: cuando se aparta de las tesis de Tubinga, raramente
cae del buen lado; su tentativa de rehabilitar el evangelio de Juan como
fuente histórica, no podría considerarse más que como una regresión.
Pero las faltas que cometió en el uso del método no deben hacernos
olvidar que lo aceptaba, en principio, en toda extensión. En fin, es pre
ciso reconocerlo, para los acontecimientos sobre los que poseemos una
tradición tan fragmentaria como sobre la historia de Israel o los oríge
nes del cristianismo, todo historiador deseoso de redondear su exposi
ción está obligado a recurrir a riesgosas hipótesis. Renán no trabajaba
descuidadamente o con escaso espíritu crítico, como otros investigadores.
Pero como los narradores que sólo tienen a su disposición materiales
defectuosos, se esforzaba muy a menudo en detenerse en datos que no
277
HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
Jakob B u rck h rdt , nacido en 1818 en Basilea, fué primero teólogo durante
poco tiempo, después se dedicó a estudios históricos, especialmente de historia del
arte, a excepción de un corto profesorado en el Polytechnikum federal de Zurich
(1855-1858), de 1845 a 1893 profesor en la Universidad de Basilea de historia e
historia del arte (esta última cátedra la obtuvo solamente después de 1886), murió
en 1897 en Basilea. Pertenece a nuestro asunto sobre todo por sus dos obras: Die
Zeit Constantins des Grossen, 1853 y Die Cul tur der Renaissance in Italien 1860,
(únicamente las dos primeras ediciones pueden ser miradas como auténticas: des
pués de la 3&; el libro fué corregido por L. Geiger). Luego de su muerte J. Oeri
publicó, en gran parte de acuerdo con los cuadernos de curso, Griechische K ul-
tergeschichte (1898 a 1902) y Weltgeschichtliche Betrachtungen (1905, el título
se debe al editor; Burckhardt había llamado a ese curso Über Studium der Ge
schichte). Entre sus trabajos sobre historia del arte nombraremos Geschichte
der Renaissance in Italien 1868 (que forma parte de la publicación comenzada
con W. Lübkc de la Geschichte der neueren Baukunst) y Bertrage sur Kunstge
schichte von Italien, 1898.
Los mejores datos biográficos en los artículos de H. Trog, Basler Jahrbuch
1898 y en Deutscher Nekrolog de Bettelheim, II, 1898. Sobre el historiador, E.
Gothein en Preussische Jahrbücher 90 (1897), R. Neumann en la Deutsche Rund
schau, 1898 marzo, 1907 octubre-noviembre, y en la Hist. Ztschr. 85 (1900) 385 ss. ;
F. Meinecke en Hist. Ztschr. 97 (1906), 557 ss.; Andler en la Revue de Synthèse
histôrique, XV y X V III; W. Gôts en la Histor. Zeitschrift, X C V III (1907),
40 ss. ; H. Geizer, Ausgeswählte kleine Schriften (1907) 295 ss. ; K. Joël, J. Burck
hardt als Geschichtsphilosoph en Festschrift sur Feier der 450-jährigen Bestehens
der Universität Basel (1910). Adolfo Philippi, B egriff der Renaissance (1912),
54 ns. Cartas de Burckhardt fueron publicadas en diferentes lugares; V. sobre todo
el Basler Jahrbuch 1910 y 1914. Sus Briefe an einen Architekten (Alioth) y el
Briefwechsel mit II. von Geymüller, ed. E. Neumann, 1913 se refieren princi
palmente a temas de historia del arte, no aportando nada nuevo al conocimiento
del historiador Burckhardt.
HISTORIOGRAFÍA SOCIAL
Las ideas centrales del libro, las tesis de Burckhardt sobre la im
portancia fundamental del Renacimiento italiano en el desarrollo intelec
tual del mundo moderno, poseían la fuerza de sugestión propia de los
pensamientos profundamente sentidos, en oposición con los principios
que sólo son aceptados por la inteligencia. Sus tesis tuvieron importancia,
sobre todo en Alemania, en los m e d i o s c u l t o s . Puede decirse que
creó el paraíso para la religión moderna: para el esteticismo. Lo que
lo distingue como historiador es que haya podido hacerlo. Si se hubiéra
contentado con analizar científicamente el período de que trata su libro,
nunca hubiera producido un efecto semejante. Pero escribía inspirado.
No con ciego entusiasmo; está lejos de ser responsable de las exagera
ciones periodísticas de sus obtusos imitadores. Sin embargo, el lector
sentía que el sueño magnífico que él describía, era un trozo de su vida.
Y el bosquejo compuesto con un gusto distinguido, parecía el mejor vaso
para contener ese sueño de artista.
Un estado paradisíaco no tiene historia; tampoco sabemos cómo na
ció la civilización del Renacimiento ni cómo se desenvolvió. Burckhardt
no da una idea justa de la lenta expansión del humanismo y del Rena
cimiento. Cuando habla de historiografía humanista pone en un mismo
plano fundadores y continuadores, creadores y epígonos. No toca la base
material de la cultura italiana. Sólo muy arbitrariamente observa la
frontera del lado de la Edad Media; cita como específicamente italia
nos rasgos típicos de la civilización (francesa) de la Edad Media. No es
este el lugar para discutir las tesis de Burckhardt. Pero las investiga
ciones que inspiró permiten establecer con certeza, que también en Ita
lia, el límite entre la Edad Media y la cultura moderna no es tan fácil
de trazar como él creía.
4. G R E G O R O V I U S
280
ConildtMcion·· flnâUi
arte ocupaba un gran lugar en. la vida. Fracasaba cuando se contentaba
con reproducir sin crítica, las pinturas desprovistas de valor, cuando las
buenas fuentes para la historia de la civilización eran raras y hubiera
sido necesario recurrir a combinaciones de derecho constitucional o de
historia económica. No era tarea suya realizar profundas investigacio
nes de ese género. Sabía a maravilla escribir como hombre de mundo,
es decir, sólo tocaba superficialmente cada tema sin agotar ninguno. Era
buen pintor, buen narrador, pero no gran historiador. Su principal obra
es: Geschichte der Stadt Rom im Mittelater, 1859 a 1871. Siguió más tar
de: Geschichte der Stadt Athen im Mittelalter, 1889. Mencionaremos
además Lucrezia Borgia 1874 y Athenais, Geschichte einer byzantinis
chen Kayserin, 1882. Cf. Krumbacher en sus Populäre Aufsätze, 1909.
VIII
CONSIDERACIONES FINALES
286
INDICE
DE NOMBRES Y DE ASUNTOS
A b g a ro rey de E d e sa : I, 278. JE neas S y lv iu s (E n e a s S ilv io P ic c o lo -
abso lu tism o (d esd e el sig lo X V I al m in i), papa P ío I I : I, 54, 62, 111,
X V I I I ) : I, 69, 132, 137 s.f 143, 147, 116, 129-131, 206, 214, 219, 256-257,
162 s., 363. II , 9-11, 13, 17, 26, 38 s., 324.
45, 49-51, 72 s., 91 s., 93 s., 106 s., 109, an a lo g ía s y com paraciones h istó r ic a s : I,
130, 179, 236-238. 321, 360. I I , 46 s., 145, 167, 192, 232,
A c cia iu o li, D . : I, 30, 115, 116. 277.
A c c o lti, B . d’ : I, 37. A n d ré, B .: I, 180.
A ch en w a ll, G. : (1 7 1 9 -1 7 7 2 ) p ro fe so r en anécdotas ( e n la s ob ras d e h isto r ia ) :
G otin g a d esd e 1748, autor de Abriss I, 54, 148, 234, 240, 268 s., 286, 289. I I ,
der neuesten Staatswissenschaft der 49 s., 146, 167, 178, 191, 232, 276.
vornehmsten europäischen Reiche und an alística, m ateria ordenada por anales.
Republiken (G o tin g a 1779) : I, 228. V é a se ta m b ién : d isp o sició n h istórica,
A c h e ry , d ’ (D a c h e r iu s) L u c : I, 343. s ig lo s : I, 33 s., 47 s., 61, 105, 125,
A c o sta , E . : I, 311. 135, 165, 186 s., 191, 192, 203, 204,
A c o sta , J. d e : I, 362. 233 s., 238, 248 s., 251, 278, 287, 289,
A cq u a v iv a , g en era l de lo s je su íta s: I, 291, 314, 317, 329, 331 s., 343 s. I I ,
313. 27, 77.
Acta-Sancforum: I, 342, 356. A n n iu s de V ite rb e (G io van n i N a n n i).
a d m in istra ció n : I, 264. II , 27, 28, 67 s., V é a se ta m b ié n : fa ls ific a c io n e s : I, 137,
230 s., 236. 150, 162, 191, 203, 212 s., 217, 245,
A d ria n i, G. B .: I, 133. 362.
Á f r ic a : I, 264, 322. II , 45. A n q u etil, L o u is P ie r r e : I, 165.
a g n o stic ism o : V é a se C om te. A n sh elm , V .: I, 236-239, 242, 244, 288.
A lb an zan i, D . d e g li: I, 16. A n tig ü ed a d : V e r h isto ria de la.
A lb erti, L. B .: I, 64, 118 s. A n to n in u s de F lo r e n c ia : I, 201.
A lc ia ti, T . : I, 302. árabes (h isto r ia y c iv iliz a ció n d e lo s ) :
A lc u in o : I, 122. I, 247, 265. I I , 31, 41, 181.
A leja n d ro el G ran de: I, 15 s., 18, 47. A r a g ó n y C atalu ñ a: I, 266, 258-259.
I I , 168-171. arq u eología c lá s ic a : I, 120 s., 361 s.
A leja n d ro I I I , p ap a: I I , 25. arch ivos (su ap ertura en el sig lo X I X ) :
A leja n d ro V I I , p ap a: I, 302. II , 99, 268.
A lem á n , E .: I, 276. A rctin o, P . : I, 68.
A lem a n ia (h isto r ia d e ) , h istoriad ores A retin u s, L . : V é a se B ru ñ í, L.
a lem a n es: I, 128, 150, 201-228, 316, A r g e la ti, F . (1 6 8 5 -1 7 5 5 ) au tor de Bi
341, 347-350, 353, 362. II , 16 s., 23, bliotheca Scriptorum Mediolanensium
33, 35 s., 44-55, 59-71, 73-88, 97 s., (M ilá n 1745) : I, 29, 146.
124 s., 127, 139 s., 142-166, 168-175, A r io sto , L .: I. 113. I I , 228.
182, 199-204, 212-226, 228-235, 246-254, A r is tó fa n e s : I I , 168, 193.
267 s.. 278 s. p rovin cias d e: I, 203 s., A r is tó te le s : I, 82, 96. I I , 167, 259.
210, 211, 213-218. II , 224, 247 s. A rlu n o , B . : I, 60.
A lsa c ia : I, 206. A rn old , G . : I, 259 s.
A m é ric a : I, 68, 218, 255, 320-337. I I , a r te: V e r h isto ria del.
194-198. A rtu ro, leyen d a d e : I, 184 s.
A m m ira to , S cip io n e: I, 41, 146 s. A u b ign é, A . d’ : I, 167.
287
índice de nombres y de asuntos
288
índice de nombres y de asuntos
193, 202, 211, 213, 216, 220, 230, 237 s., Cartas (historias en forma de) : I, 255-
241, 245, 250, 255 s., 336. II, 9, 80. 257.
Brunswick: I, 347. Casimiro I II rey de Polonia: I, 268.
Brunus, C.: I, 290. Casiodoro: I, 46, 128.
Brutus, G. M .: I, 50, 82 s. Castilla: I, 246, 250-254.
Buchanan, G. : I, 166, 193 s., 218, 248 s., Castruccio Castracani: I, 77-78, 115, 143.
284, 336, 363. II, 18. Catalina II, zarina: II, 46.
Buckle, H . T h.: II, 34, 35, 258-259, 260, catastrófica (teoría) : II, 18, 19.
265. Catón el Censor: I, 17, 150.
B uffon: II, 285. Catulo : I, 108, 193.
Bullinger, H. : I, 230, 287-289. Cavalcanti, G. : I, 70, 76.
Bünau, H . conde de: I, 349 s. II, 63.
Buonaccorsi, B. : I. 101. Cellarius: I, 209.
Buonaccorsi, F. (Callimachus) : I, 82. Cellini, B. : I, 118 s.
267. Celsus Julius, pretendido autor de los
Comentarios de César sobre la guerra
Burckhardt, J .: I, 29, 71. II, 174, 249, de las Galias: I, 16, Í8.
275 278-280 celta (raza) : II, 228.
Burke, Edmond (1729-1797) autor de Celtis : I, 210.
Reflections on the Revolution in Fran censura, Index, libertad de prensa : I, 43,
ce (1790) : II, 95, 97, 172, 268. 56, 62, 68, 124, 144, 146, 231, 232, 252,
Burleigh Cecil, sir William (muerto en 303 ss.
1598) : I, 186. centuria (la expresión) : I, 276.
Burnet, G. : I, 199-200, 293. Centuriadores (ver protestantismo e his
Busch, W .: I, 184, 189. toriografía del) : I, 194, 196, 207, 242,
Busini, G. S. : I, 98, 103. 273-286, 290-294, 296. II, 39, 41, 53.
Bzovíus, A. : I, 291. Cepio, C. : I, 45.
Cerezeda, M. G. : I, 263.^
Calchi (Calco) : I, 39, 55, 74, 123-125, Cerretani, B. : I, 92.
158, 159, 216, 232, 238, 244, 259 s., Cervantes: II, 228.
278, 339. César: I, 16, 17, 18, 50, 188, 235, 323,
Calderón: II, 104. 338. II, 145, 230.
Calderwood, D. : I, 285, 286. Cicerón, ciceronismo: I, 7, 24, 117, 252,
Callimachus: Ver Buonaccorsi, F. 256. II, 234. Ver también purismo.
Calvino: I, 286, 290, 294. II, 52. Cieza de León: I, 333.
Camden, W. : I, 186, 187, 192, 225, 231. Ciriaco d’Pizzieoi li (de Ancona) : I,
Campanus: I, 116. 128, 129.
Campbell, J. : I, 354.
Campeggi, cardenal : I, 145 s. Cirot: I, 248.
Canisius, P. : I, 290, 314. civilización: Ver historia de la.
Capponi, L. : I, 104, 105. Clarendon : I, 42, 92, 142, 196-199, 353.
Capponi, N. : I, 40, 94, 105. Clemente I : I, 62, 346.
Capra (Capella) G. : I, 60. Clemente V II: I, 64, 75, 82. Ver tam
carácter nacional y raza: I, 160. II, 15, bién: Medicis.
17, 35, 80 s., 84, 103, 130, 146-148, Cleopatra: II, 17.
151 s , 171, 230, 232, 242, 247-251. clima (influencia del) : II, 56 s., 64, 82,
Caraffa, A. : I, 291. 171-173.
Carion, J. : I, 207. Codretto (du Coudray) : I, 309.
Carlos el Temerario: II, 16. Colbert, J. B. (1619-1683) : I, 163. II,
Carlos I rey de Inglaterra: II, 23 s. 28, 30, 70.
Carlos II rey de Inglaterra: I, 336. Coloma, C. : I, 262.
Carlos V : I, 210, 253 s., 257, 263, 326. Colón: I, 255, 323 s., 325, 327, 330.
II, 40 s., 157, 195, 225. commentarius: I, 41.
Carlos V I emperador: I, 306. color local: I, 158. II, 80, 88, 119-123,
Carlos V III rey de Francia: I, 59 s., 123-128, 133, 153, 157, 179 s., 191, 251.
70 s., 168-170. comercio: II, 12, 18, 20, 38, 42, 58, 59-
Carlos IX rey de Francia: I, 160. 62, 95, 123, 159, 181.
Carlos X rey de Francia: II, 176, 183, Commines : I, 27, 42, 80, 85, £7, 92, 142,
235. 168-171, 171-174, 194, 196-199, 223. II,
Carlos X II rey de Suecia: II, 23, 27. 21, 55, 167, 186.
Carlyle, Th. : II, 129, 131-134, 135, 191, Compagni, Dino : I, 26, 31 s., 69.
267. composición: Ver disposición.
289
Indice de nombres y de asuntos
290
Indice de nombres y de asunto·
291
7 γ * - ’” " ' *<
Franck, S. I, 291. 230, 231 s., 244, 265, 324, II, 17, 31,
francos (historia de los) : I, 161, 164, 38, 46, 81 s., 84, 170, 171-173, 177, 249.
344, 349. Il, 121, 124, 127, 162, 239- Gervinus: I, 30, 75, II, 189, 200-202,
244. Ver también: Francia. 225, 266.
Francia (Historia de), historiadores Gessner, K. : I, 276.
franceses: I, 59, 60, 70 s., 76, 140 s., Ghiron: I, 350.
158-179, 197 s., 221, 222, 280 s., 286, Giannone, P. : I, 164, 303-306.
289, 293-295, 338-347, 349, 351, 354- Giannotti: I, 71, 99.
362, 364 s. II, 10 s., 21, 22, 23-36, Gibbon, E .: I, 341 s. II, 42-43, 65, 83,
36-59, 64, 72-74, 87, 95, 99, 106 s., 88, 188, 196.
120-123, 140, 148, 161-162, 177, 178, Giesebrecht, W. : II, 165-166, 217.
180-187, 198, 204, 210, 212, 213-220, Gildas: I, 184.
228, 239-244, 262-272, 275-278. Gilles, N .: I, 159.
Francisco I rey de Francia: I, 172. Giovio, B.: I, 65.
Fredegario: I, 164. II, 243. Giovio, P. : Ver Jovius.
Freeman, E. A. : II, 166-168. Giraldi : Ver Gyraldus.
Freytag, G : II, 223, 224, 249-251, 252, Girad, B. de:
254, 279. Giustiniani, Ag. : I, 137.
Fricker, Th. : I, 267. Giustiniani, B. : I, 43, 46, 47, 127-129, II,
F ritz: Ver Irenicus. 33.
Froissart : I, 223. Giustiniani, Leonardo: I, 127.
Froude, J. A. : II, 131, 134-136, 167. Gíutz-Blotzheim : II, 78.
fuentes literarias (empleo de las) : I, Gobellicus: I, 130.
44, 49, 56, 59, 74, 82, 84, 91, 101, 160, Godofredus (Jacques Godefroy, 1587-
166, 171, 173, 189, 197, 204 s., 210, 1652).
219, 249, 255, 267, 274 s., 303. II, 19- Gomara: I, 322, 328-330, 331, 336.
20, 186, 284. Gonzaga: Ver Mantua.
- documentos : I, 39, 50, 82, 91, 145- González, L. : I, 309.
147, 164, 166, 172, 190, 191, 217, 222- Gonzalo de Córdoba: I, 261.
225, 233, 239, 244, 253, 259, 280, 282 s, Gonzalo de Santa M aría: I, 258.
291, 293, 299, 308, 315, 340, 342, 348, Graevius, Johann George Greife (1632-
351, II. 49, 51, 70, 80, 98, 125, 156-158, 1703) editor del Thesaurus antiquita
170, 182, 186 s., 215, 221, 284. tum et Historiarum Italiae (Leyde
-monumentos: I, 147, 217, 247, 345, 1704-1723) : I, 57.
361, II, 65, 231, 243 s., 279. Grafton, Richard (muerto hacia 1572)
-citad as: I, 124, 147, 210, 257, 259, 282, editor de Abridgment o f the Chronicles
305, 340 s. —en el texto : I, 59, 121, of England (1563) y de A Chronicle
145, 190, 234, 253, 280, 282 s., 286, II, at Large (1568) : I, 185.
Grandidier. Ph. A .: I, 362.
Gray, J. : I, 354.
Grecia y griegos: I, 16, 19, 21, 29, 35,
Gaguin, R .: I, 160. 47. II, 118, 147, 166, 173-175, 192-194,
Galileo, G.: I, 338. 226, 231, 278-280. Véase también his
Gallati, J. J .: I, 232. toria de la Antigüedad.
Gailia Sacra (Paris 1715-1865, comen Green, J. R. : II, 210.
zada por los benedictinos) : I, 361. Gregorio V II, papa: I, 147, II, 52.
galicanismo : I, 159, 164 s., 166, 346. Gregorio X III, papa: I, 311.
Garcilaso de la V ega: I, 321, 334-337. Gregorio de Tours: I, 21, 160, 164, 168,
Gaspary, Adolphe (1849-1892), autor de II, 243.
la Histoire [inconclusa] de la L itté Gregorovius: II, 280-281.
rature italienne (1885-1888) : I, 29. Grimm, Jakob (1785-1863) : II, 247.
Gatterer, J. Chr. : I, 209. II, 47 s., 49. Grocio, H. : I, 268 s., 294.
Gebhart, E .: I, 73. Grote, G. : II, 173, 192-194, 226.
Gelli, G. B.: I, 111. Grünpeck, J. : I, 211.
Gelzer, H. : II, 275. Guamán Poma de Ayala: I, 336.
genealogía: I, 143, 341 s. II, 188, 236. guerras (historia de las) : I, 50.
género histórico (cuadro del) : II, 133, Guicciardini, F. : I, 42, 56, 60, 67, 69, 70,
158 223 73, 79-82, 84-92, 95-96, 138-143, 148,
Génova: I, 63, 134-136, 144. 167, 170, 175, 188, 193, 199, 225, 238,
Geoffroy de Monmouth: I, 184, 282. 259, 264, 301-302, 331, II, 14, 30, 38,
geografía: I, 130, 131, 143, 149, 214 s., 41, -138, 154, 167, 186 s.
292
índice de nombre· y de amato·
Guillermo de T iro: I, 37. 107, 117, 162, 177, 187, 240 s., 313,
Guillermo III, rey de Inglaterra: J, 317 s., 340, 348, 351, 356 s., II, 12,
199 s. 20, 24-28, 29, 38, 41, 47-49, 58, 69, 84,
.Guillimann, F . : I, 234. 96, 139, 182-185, 189 s., 193, 213, 222 s.,
* Guizot, F .: II, 107, 129, 182-184, 185, 232, 246-254, 258-267, 278-280, 283.
189, 236, 238, 240, 246. - d e las costumbres: II, 40, 260, 279,
Guthrie, W .: I, 354. 283-284.
Gutiérrez, J. Rufo: I, 265. -contemporánea. Ver también memo
Gyraldus: I, 148. rias: 64, 66, 68, 87-91, 99 s., 135, 150
s„ 165 s., 255-257, 363. II, 19, 53-55.
Hahn Simón Frédéric (1692-1729) 1717 -diplom ática: I, 90, 225-227, 308. II,
profesor en Helmstedt, más tarde bi 40, 156, 212, 222.
bliotecario e historiógrafo en Hannó- - de los dogmas: I, 276 s., 282. II, 50
ver: I, 227 s. s„ 113, 194-197.
Hall, Edward (muerto en 1547) autor - Edad Media (historia y juicios sobre
de una crónica titulada The Union of la) : I, 16, 19, 42, 120-123, 144, 298,
the two Noble and Illustre Families 316, 341, 346-349. II, 18, 31, 33, 38,
o f Lancaster and Y o r k : I, 185. 40, 49, 51, 68, 80 s., 94, 105, 121 s.,
Hallam, H .: I, 185. 125, 130, 157, 162-164, 180 s., 248, 252,
Hannover: II, 50 s. 284.
Hardyng, John (muerto hacia 1465) au -económica: I, 32, 34, 39, 72, 98, 187-
tor de una crónica rimada hasta 1461, 191, 228, 273, 320 s, 348, 353, 358. II,
que fue continuada en prosa por Ri 12, 18, 24-26, 32, 88, 95, 145, 148,
chard Grafton (aparecida en Londres 156, 169, 183, 193, 208 s„ 219, 223-
en 1543) : I, 181. 224, 231, 248, 253 s„ 281, 284.
Harrison, Frederic (nacido 1831) : II, - d e la filosofía: I, 26, 71, 101, 107,
131, ‘135, 167 s., 189. 189, 199 s., 318 s., 338, 348, 364. II,
Hartmann, M. L .: I, 45. 15, 16 s., 57, 64, 86, 93, 108-115, 118,
Háusser, L .: II, 218-220, 226, 230, 249. 168, 183, 192, 194, 255-258, 260, 269.
Hayward, J . : I, 190. - d e las finanzas: I, 73, 87, 226. II, 24-
Hechos y gestas del esforzado Godefroy. 28, 43, 49, 69, 87, 103, 123, 126, 159,
I, 38. 186, 231.
Hegel: II, 52, 66, 84, 100, 108-115, 116- - d e la Iglesia. Ver Iglesia, cristianismo.
119, 140, 150, 152, 168, 203, 221, 238, - de la literatura: I, 66, 105, 106, 117 s.,
283. 256, 345 s., 354-356. II, 57 s., 61, 63 s.,
helenismo (historia del) : II, 166-171. 83, 86, 95, 104-107, 158, 162, '185, 195,
Hénault, presidente: I, 164-165. 200-202, 215, 247, 262-266, 267, 270,
Herbert de Cherbury: I, 119, 190, 195. 271.
Herder, J. G.: II, 59, 81-85, 96, 143, -m oralizante: I, 19, 21, 36, 67, 72, 89,
246. 94, 100, 104, 112, 115, 118, 169, 172,
H erodoto: I, 234, 318. 188, 207, 238, 240, 249, 256, 293, 318,
H errera: I, 330-332, 335. 346. II, 55, 85 s„ 135 s., 143 s., 160,
Hervey, lo rd : II, 22. 164, 198 s., 222, 235, 254, 273-275.
Hessel, A .: I, 145. -d e l Papado: I, 28, 60-62, 77, 116, 122,
Heuterus, P . : I, 268. 131, 147, 273-276, 278 s., 281, 288, 302,
Hinderbach, J . : I, 129. 310, 351. II, 25, 52 s., 77, 140 s., 154,
H intze: II, 62. 158, 366.
historia : - d e la reform a: I, 186 s., 199, 223-225,
- d e la antigüedad, ver también Grecia, 230 s., 279-290, 293-296, 299. II, 49,
Roma, bíblica, bizantina: I, 16, 25, 29, 101, 151, 154, 159, 184, 251-254.
42, 44, 127 s., 133-136, 148 s., 195, 219, - de las religiones: I, 14, 38, 48, 76, 87,
316-319, 345 s., 353, 358, II, 33 s., 46, 132, 141, 185, 188, 206, 227, 297, 320,
58-62, 85, 142, 226, 239-240, 283. 324. II, 26, 58, 68, 83-85, 106, 121, 255,
-b íb lica: I, 19, 47, 316-318, 353 s., II, 272-278, 279, 285.
21, 33, 46, 83, 275-278. - d e la Revolución Francesa: II, 128 s.,
-bizantina: I, 266. II, 42-43, 181, 192, 152, 185, 212-217, 236, 239, 267-270,
281 272
- d e l ’ arte: I, 65, 106-111, 117 s., 188, -so cial: I, 36. II, 61, 69 s., 143-146,
361. II, 63-66, 105, 110 s„ 181, 183, 207-213, 215, 226, 228, 241, 253.
247, 262, 265 s„ 278. -universal: I, 1, 21, 24 s., 27, 34, 42,
- de la civilización: I, 34, 46, 68, 105- 44, 46-48, 69, 123, 166, 202, 204-210,
293
Indice de nombres y de asuntos
236, 292, 317-319, 353 s. II, 22 s., 45- humanidad (palabra de orden históri
48, 74, 77, 80-85, 108 s., 113-115, 148, co) : II, 82, 109, 153.
176, 199-202, 278, 282. humanismo, historiografía humanista: I,
historia* (el nom bre): I, 41. 273-276, 278, 290, 306-308, 310-313, 316,
historiografía: 322, 324 s., 338-340, 412 s. II, 11, 12,
-antigua, su influencia. Ver también 14, 16, 17, 19 s., 33, 37, 58-71, 74-77,
Tito Livio, Suctonio, traducciones: I, 77-81, 119, 125, 138, 153, 184, 223.
16-19, 21, 23-25, 27 s., 30-36, 38 s., 44, Humboldt, W. de: II, 100, 101, 103, 150,
46 64, 75, 77. 104-107, 113, 117, 125, 178, 183.
190, 193, 249, 259, 262, 263, 267, 306, Humphrey, duque de Gloucester: I, 180.
310, 314, 317 s., 321-324, 325, 326, 338, H ungría: I, 268.
358, 363-364. II, 17, 21, 32, 33, 43, 47, Hus, J .: 1, 280.
118, 146, 181. Hutchinson, John (muerto en 1664) : I,
-confesional: I, 67, 95, 125, 131, 187, 353
212, 223, 242, 269, 277, 284. II, 26, Hutten, U. de: II, 202.
136, 204. H uyter: Ver Henterus.
-eclesiástica: Ver Iglesia, Cristianis
mo. Ibarra, F . : I, 262.
-eru d ita : I, 29 s., 46, 55 s., 73, 120-125, ideología dialéctica o teológica (la ideo
163, 290, 338-362, 363. II, 12, 14, 19 s., logía de Hegel) : I, 278. II, 52, 108-
41, 65 s., 80, 137, 139, 162-168, 187, 115, 116-118, 150, 152, 255 s., 278.
191, 192, 646 s. ideología histórica (de Humboldt) y de
-escritos sobre la historia de la: I, 29, R a n k e): I, 293 s. II, 15, 100-103, 150
43, 158, 203 s., 322 s. s., 155, 157-160, 172, 180, 183, 207,
-g ala n te: I, 165, 363-365. II, 16, 27. 213-216, 236, 241, 246, 253, 255, 285.
- humanista. Ver humanismo. Iglesia, cristianismo (historia e historio
- medieval: I, 1, 19, 24, 25, 26, 33, 40 s., grafía eclesiástica: I, 19, 24-28, 46,
58, 69, 74 s., 86, 159 s., 169, 182, 191, 61 s., 94, 98, 107, 111 s., 123 s., 128 s.,
201, 202, 229, 236 s., 245-247, 252, 139, 140 s., 145, 147, 161, 184 s., 187,
258, 268, 280 s., 310, 322. II, 20, 119, 189, 192-194, 198-200, 206 s., 217, 224 s.,
121, 124. 230 s., 238, 241, 249, 251, 268 s., 273-
-oficial y oficiosa. Ver también parti 319, 339-347, 351, 356, 362. II, 9 s., 12,
dos, censura: I, 18, 22, 25-30, 36, 40- 14, 16 s., 21 s., 28, 30, 35, 42, 45, 50,
• 43, 46-64, 66 s., 86 s., 96-99, 101, 105
s., 114-117, 120, 122, 128, 132-136, 137, 51 s., 81, 84 s., 100, 115-117, 139, 157,
139-141, 143, 146 s., 155, 158 s., 162, 158 s., 160 s., 162, 168, 181, 194, 197,
172, 181-183, 194, 201, 210 s., 215-218, 202 s., 210, 226, 244 s.^
221-225, 230, 233-239, 243 s., 245, 247, inconsciente (desenvolvimiento) : II, 91.
250-258, 262-268, 298, 302, 305, 308, Ilustración, iluminismo de los siglos
315, 325, 331, 333, 347, 351. II, 10-12, X V II y X V III: I, 47, 145, 163 s.,
^ 2 3 , 44, 45, 91, 114, 285 s. 316, 338, 341, 348, 353, 356-359, 360,
iT d e los partidos: I, 87, 91, 193-200, 283, 364. II, 9-88, 93-105, 108-111, 119,
300, 351. II, 182-183, 187-194, 208. 122 s., 126 s., 132, 139, 152, 159, 171,
- d e los publicistas: I, 23, 27, 36, 70 s., 176-188, 194-197, 200, 203, 212 s., 225,
166. II, 21, 131, 133, 146, 159, 166, 260-262, 269, 274 s., 282.
171, 182, 185, 214-222, 224, 225, 230 ilustraciones en las obras históricas: I,
a., 272 s. 65, 68, 109.
-so cial: II, 247-249, 253. imperiales (ciudades) : I, 218.
Holland, W . Η .: I, 254. India: I, 311, 321, 322. II, 24, 42 s.,
Holinshcad, R. (muerto hacia 1580) edi Π2, 189.
tor de Chronicles o f England, Scotland individuos (su posición en la historia) :
and Ircland (1577): I, 185, 201. I, 31, 51, 73, 80, 97, 217, 241, 251,
H olthruter: I, 276. 279, 329, 330, 348. II, 13, 34, 38, 52,
Homero: II, 138 s., 147. 65, 69, 76, 101, 108, 110-111, 116, 132,
Horacio: I, 109. II, 145. 155, 183, 207, 232, 240, 251, 257, 265
Horn, G .: I, 209. s., 271.
Hotman, F . : I, 161. Inglaterra y Gran Bretaña. Ver también
Hottingcr, J. Η .: I, 280. los nombres de los reyes: I, 180-191,
Htibner: I, 209. 193-200, 275 s., 280-285, 294, 310, 339
Hugo, G .: II, 97. 352-354, 366. II, 9, 10, 36-43, 58, 95,
hugonotes: I, 141 s., 161, 167 s., 280 s. 99, 124-127, 131-136, 164-168, 174, 177
294
Indice de nombres y de asuntos
s., 182 s., 184, 187-194, 208, 210 s., Laderchio, J. de: I, 291.
216 s., 221, 224 s., 257-262, 265 s. Ladislao III rey de Polonia: I, 268.
Inocente III, papa: II, 54. Lagomaggiore, C .: I, 4y.
inquisición: II, 195, 197. Lalaing, J. de, Crónica (Molinier, Sour
inscripciones, su utilización: I, 124, 129, ces n9 3.941) : I, 169.
217, 232, 249, 345. II, 231. Ver tam Landino, C. : I, 56.
bién método epigráfico, Lange, F . : I, 27. II, 259.
interior (historia política) : ver consti Las Casas, B. d e : I, 321, 326, 327.
tucional. latín (uso del) en las obras de historia:
Irenicus: I, 211. I, 74, 135, 156, 187, 217, 219, 238, 241,
Isabel, reina de Inglaterra: I, 188, 190, 247-249, 254 s., 258, 307, 350. Ver tam
366. bién: purismo.
Isabel, zarina: II, 24. L aw : II, 35.
Iselin: I, 232. Lainez, J . : I, 310.
Islam : II, 282. Lea, H. G : II, 195, 196-197.
Italia Sacra (Roma 1644-1662) edita Lebrija (Nebrissensis) : I, 255.
da por F. U ghelli: I, 361. Lecky: II, 260 s.
Italia (historia de), historiógrafos ita Lecointe: I, 348.
lianos: I, 15-151, 155, 158, 170, 183 s., Le Féron: Ver Ferronus.
212, 216, 255-257, 267, 290-292, 310, Leibniz, G. W .: I, 342, 347 s., 350. II,
315, 320-323, 339, 347, 350-352, 400 s. 140.
II, 87, 127, 148, 273, 278-280. “leal servidor” : I, 262.
Historias de: 88-92, 95 s., 102, 120 s., Leland, J .: I, 185, 275.
134 s., 138 s., 188. Le N ain: Ver Tillemont.
Leo, H .: II, 127 s.
Jacobo I rey de Inglaterra: I, 186, 190. León X papa: I, 64, 159. Ver también:
Jacobo II rey de Inglaterra: II, 189. Medicis, siglo de los.
Janitschek, H . : I, 119. Leopoldo duque de Lorena: II, 29.
jansenismo, jansenistas: II, 162. Leslie, J .: I, 192 s.
Janssen, J .: II, 74, 140, 251-254, 279. Lessing, J. E .: I, 116. II, 72, 110.
Japón: II, 31, 82, 282. Leti, G.: I, 366.
Jahrbücher des Deutschen Reiches: I, léxicos: I, 120, 187, 233, 339, 357, 358,
361. 361, 364. II, 235.
Jenofonte: I, 30, 35, 171, 317. II, 27, 32. Licurgo: II, 140, 147, 194, 226.
jesuítas: I, 139, 163, 285, 289, 302, 306- Líber pontificalis: I, 61, 122.
314, 342, 356, 361. II, 136. liberales (viejos) : II, 179-187.
Joachimsen (Joachimsohn, P.) : I, 204, Libro de los m ártires: I, 283 s.
213, 219. Lingard, J . : II, 188.
Job, Libro de: II. Lipse, Juste (1547-1606) : I, 345.
literatura: Ver historia de la.
Jordanis: I, 213. Liutprand de Cremona: II, 165.
Jovius (Giovio, P .) : I, 64-69, 83, 89, Livius (Titus) de F errara: I, 180 s.
91, 109, 132. 136, 137, 149, 165, 166, Longinus: V er Dlugosz.
173, 225, 275, 290, 307, 308. II, 11. Lope de V ega: II, 104.
Juan II rey de Aragón: I, 258. Lorenz, O .: II, 74, 86, 157, 218, 227, 230.
Juana de A rco: I, 47, 113. II, 130, 228.
Lorenzo de Medicis: I, 38, 87. II, 25.
Juana (papisa) : I, 278. Louvois: II, 30.
Judex, M .: I, 276. Loyola: I, 308, 309 s., 312-314, 316.
jurisprudencia: I, 164, 352. II, 56-59, Lübke, W .: II, 278.
93, 97, 235, 237. Lucano: I, 109, 346.
Justi, C .: II, 63. Lucca (Lucques) : I, 115, 350.
Justino: I, 40, 124 s. Lucius rey: I, 282.
Lucrecio: I, 108.
Kallab, W .: I, 109. Luis X IV rey de F rancia: I, 163 s., 177-
Kampschulte: I, 223, 225. Luis X I rey de Francia: I, 76, 168-171,
Kant, E .: II, 86 s., 112, 201. 188. II, 25.
Kessler, J . : I, 242. Luis X II rey de Francia: I, 159.
Knox, J . : I, 193, 283-286. Luis X III rey de F rancia: I, 177. II, 23.
Kostka, Stanisla: I, 314. Luis X IV rey de Francia: I, 163 s., 177-
Krantz, A .: I, 213-215. 179, 293, 351. II, 10, 21 s., 25, 27 s.
Krüger, P .: II. 229, Luis XV rey de Francia: II, 23, 24, 25.
295
Indice de nombres y de asuntos
Luis Felipe rey de los franceses: II, 177. Maximiliano II rey de Baviera: II* 149.
Lumby, J. R .: I, 181. Mecklenburgo : I, 215.
Lupo Gentile, M .: I, 96, 101. Medicis: I, 38 s., 41, 65, 70 s., 75 s., 96,
Lutero, M .: I, 95, 139, 274 s., 276, 286- 102, 147. Ver también: Clemente V il,
289, 316. II, 30. León X, Lorenzo.
Mégiser, H. : I, 150.
Mahillon, J . : J, 314, 342, 343 s., 345 s., Mejía, P. : I, 253 s.
350 355, 358, 361 s. II, 19, 140. Meiners, Ch. : II, 59.
Macaulay, T. B .: II, 123, 135, 136, 185- Meisterlin: I, 218 s.
187, 189-192, 194, 198, 208, 217, 218, Melanchthon, Fh. : I, 207-209, 215, 276,
219, 221, 267. 294. II, 203.
Macbeth: I, 284. II, 136. Meló: l\ 226.
Maffci, (i. I \ : I, 311-322. memorias: I, 25, 35, 36, 57, 101, 129-
Maffei, R .: Ver Raphael Volaterranus. 131, 167-179, 197, 200, 220-221, 243,
Mahan, A. T. (nacido en 1840) autor 256, 260-263, 266, 286, 330. II, 13, 54 s.
de Influence of Sea Power upon H is Mendoza, B. de: I, 143, 262.
tory (1890). Mendoza, D. Hurtado de: I, 190, 263-
Mailícs, J. d e : I, 262. 266.
Maimbourg, L .: I, 294-295. Menéndez y Pelayo, M. : I, 323, 324, 335.
Major (M air), J . : I, 191. Mercurian, general de los jesuítas : I,
Maitland, F. W .: II, 244-245. 311.
Maitland, S. R .: I, 281. merovingios: I, 350, 359, 360. Ver tam
bién: historia de los francos.
Malespini: I, 147. Merula (M erlani) : I, 57 s., 59, 61, 63,
Malthus, T. R .: II, 60, 103. 82, 123 s. II, 80.
Manetti, G.: I, 39-40, 116. método epigráfico: II, 231, 284.
Manethon: I, 150. método filológico y crítico: II, 33, 62,
Mantua: I, 63. 113, 118, 124, 137-142, 146-148, 154-
Manucio, A. (Manatius) : I, 143. 158, 161, 166, 170, 181, 188, 193, 215,
Maquiavelo: I, 26, 28, 41, 49, 69-73, 75- 218, 231, 242, 250, 253 s., 265 s., 277.
82, 86-87, 93-105, 106, 110, 115, 135, Ver también: Stenzel.
140, 141, 142, 146-147, 167, 170, 175, Mexia: Ver Mejía.
188 s.j 194, 197, 212, 237, 240, 303, 308, México: I, 324, 326, 328-333, 337.
365. II, 12, 14. 21, 24, 28, 56, 64, 70, Meyer, Edouard: II, 62, 226.
76, 135, 145, 154, 167 s. Mézeray : I, 162, 163 s. II, 24.
Marcial: 1, 193. 11, 285. Michaelis, Johann David (1717-1791) :
Margar it, J . : Ver Girona. II, 85.
Maria Estuardo: I, 192-193. Michelet, J .: II, 128-131, 132 s., 204.
Mariana, J. de: I, 202, 246, 248 s., 331, Milán: I, 41, 42 s., 55-60, 114, 123-125.
347, 363. medio ambiente: II, 256-257, 270.
M arinaos Siculus: I, 246 s. Mili, J. S. : II, 192, 261.
Marckwart, O .: I, 220. Milton, J. : I, 185 s.
Mármol: I, 264-266. Minuti, A .: I, 56.
Marténe, D. E. (1654-1739) benedictino: milagros: I, 289.
I, 343. Mitford, W .: II, 169, 188, 192, 193.
Martin, H .: II, 228. Mocenigo, A .: I, 51.
Martin de Troppau: I, 61, 124. mogoles: II, 45, 46.
Martyr, P.: I, 251, 253, 255-257, 322, Molucas (islas) : I, 260.
324 325, 331. Mommsen, T. : II, 28, 33, 166, 170, 216,
Marx, K.: II, 119. 218, 224, 228-235, 236, 240, 284.
Mascardi, A.: I. 175. Moneada, L. : I, 266.
Mascov, J. J.: I, 349 s. II, 140. Monluc, B. de : I, 166, 173 s., 197.
mafias cu la historia: Ver individuos. Monnard, Ch.: II, 78.
M asstict: I, 343. Monod, Gabriel: I, 158. II, 128, 240.
Mastícelo Salrm ltano: I, 304. Montaigne, M. de: I, 156 s. II, 16, 279.
materialismo histórico; íí, 119, 282. Montesquieu: I, 164, 352, 353, 360. II,
Mathrsiits, J ; t, 286, 21, 36, 38, 56-59, 60, 63-64, 73, 75, 82,
Mal leu di («iovenaRRo: I, 137, 95, 145, 168, 172, 176, 179, 236, 238.
Matthias ( orviu: f, 268. Montfaucon, B. de: I, 343, 361.
Maximiliano 1 emperador: I, 202, 206, Monumento Germanice: I, 361. II, 229.
210, Monzani, C. : I, 30.
296
Indice de nombres y de ssunto·
297
γηνψττΐ-'ζί 'vr* p-ι,, ψ>'φ**\ ’ Τ*7»Τ'Γ , ί r · ·,-ί
298
*f * ' vr \
Renán: II, 33, 118, 212, 266, 273 s., 275- Saint-Gall: I, 230, 239-243.
278. Saint-Réal: I, 137, 365 s. II, 27,
Renée: II, 88. Saint-Simon (duque de) : I, 177-179. II,
retratos literarios: I, 197, 198, 200, 251, 13, 29.
315. Sainte-Beuve: I, 176. II, 134, 161 s.
Retz, cardenal de: I, 175. Sainte-Palaye: II, 356.
Reumont, A. de: I, 104. II, 149. Salat, H .: I, 289.
Revolución de Febrero de 1848 y sus Sale, G .: I, 354.
consecuencias: II, 208 s., 213-217, sálica (ley) : I, 160.
237 s., 246, 247, 263. Salustio: I, 28, 40, 238, 264. II, 80.
Revolución francesa: I, 355. II, 10, 87, Salutati, Coluccio: I, 23, 30, 41, 107.
91-107, 151 s., 171, 176, 207 s. Ver San Agustín: II, 114. Ver también: con
también: historia de la. cepción teológica de la historia.
Ribadeneira, F .: I, 310-311. San Gerónimo, padre de la Iglesia: I,
Ricardo: II, 103. 109.
Ricardo III rey de Inglaterra: I, 181. San Pablo: I, 61, 278, 292.
Riccio: Ver Crinitus. Sanders, N .; I, 187, 199.
Ri ehi, W. H. : II, 69, 223, 224, 247-249, Sandoval, P . : I, 253.
253 Santacruz, I. de: I, 336.
Ritter, C. : II, 171, 172, 249. Santo Tomás de Aquino: II, 86.
Rivet de la Grange : I, 354. Sanuto, M. el mayor: I, 37.
Robertson, W .: I, 323. II, 21, 36, 40-42, Sanuto, M. el menor, autor de los Diai-
44, 49, 51, 122, 127, 181, 183, 195. rii que van desde 1496 a 1533 (impr.
Roland, Madame: II, 73. 1879-1903) : I, 50, 66.
Rolando: I, 117, 159, 184. Sarmiento de Gamboa, P . : I, 334.
Rollin, Ch. : I, 318. Sarpi, P .: I, 294, 299-302, 304. II, 154.
Roma (historia romana) : I, 15-22, 29, Sassetti, F . : I, 143.
108-109, 120-123, 125, 240, 345, 358. II, Savigny, K. de: II, 98.
9, 42, 58, 98, 115, 128, 142-148, 228-235, Scala, B. dclla: I, 38-39, 59.
241, 284. Ver también: antigüedad. Scott, W alter: I, 158. II, 81, 120, 123,
Romanticismo : I, 360. II, 37, 52, 68, 80, 125, 133, 153, 154, 158, 179, 191, 196,
81, 84, 88, 91-97, 100-103, 104-107, 108- 251, 267.
115, 119-136, 143, 146-147, 150-154, Scriptores Historice A u g u sta : I, 21.
157, 160-163, 171, 172, 179, 183, 185, Schedel, H .: I, 204-209.
187, 191, 207-208, 217, 229-231, 233, Schiller, F .: I, 175, 365. II, 74-77, 79,
241-242, 246, 249-254, 258, 263, 266, 222.
268, 272, 274-277, 282. Schilling (Diebold, de Berna) : I, 237.
Roscoe, William (1753-1831) historiador Schlegel, F .: II, 143.
inglés que, después de Voltaire, glorifi Schlosser, F . : II, 85-87, 201.
có la cultura medicea y a los papas Schlözer, A. L .: I, 228. II, 45-47, 49,
patronos de las artes y de las ciencias. 78, 83.
(Life o f Lorenzo de) Medici, 1795 y Schmidt, M. J . : II, 45, 49.
sobre todo L ife and Pontificate of Schneider, C. E. C h.: I, 16.
Leo X , 1805: II, 36. Schröckh, Jean Mathias (1733-1808) au
Roset, M .: I, 244. tor de una Christliche Kirchenges
Rotteck, K. de: II, 199-200. chichte (Leipzig, 1768, ss.) : II, 52.
Rousseau, J. J. : I, 165. II, 31, 36, 41, Schütz, Kaspar (muerto en 1594) escri
59, 60, 72-74, 75-88, 106, 120, 126, 129, bano de Danzig, autor de Historia re-
144. rum Prussicarum (Zerbst 1592) : I,
Rucellai, B. : I, 87, 94-95. 215.
Rüeger, J. J. : I, 244. Sckendorf, L. de: I, 295.
Rusia: II, 46, 216. Scgni, B .: I, 74, 96, 98-100, 133.
Rymer Thomas, editor de Foedera (Lon Seignobos, Charles (nacido en 1856):
dres, 1704-1735): I, 352. II, 240, 284.
Séneca: I, 24, 61, 109, 278, 364. II, 119.
Sabadini degli Aricnti: I, 113-114. Sepúlvcda, J. G.: I, 257-258.
Sabellicus (M. A. Croccio) : I, 26, 42, Serres, J. de: I, 161.
44-48, 51, 58, 66, 89, 127, 135, 145, 150, Servet, M.: I, 296.
204, 316, 317, 328, 331, 354. Seta, L. della: I, 16.
Sacchini, F. : I, 314. Sforza: I, 54, 59. Ver también: Milán.
Sahagún, B. de: I, 323. Shakespeare, W .: I, 183. II, 266.
299
1í||y*5T!·.}! 111 1I T W P
Sheffield, lord: II, 42. Tácito : I, 19, 21, 146, 190, 215, 249,
Sicilia: I, 149, 262, 264, 266, 269, 346. II, 32, 80, 232.
Siena: I, 63. Taine, H .: II, 95, 97, 133, 140, 191,
siglos (división por) : I, 278, 292, 294, 208, 212, 243, 253, 262-270.
298. II, 52. Tallemant de Reáux : I, 176.
Sigonius, C .: I, 145 s., 340. Tegrimi, N. : I, 115, 143.
Silvestre II, papa: I, 278. Teil (fábula de Guillermo) : I, 231, 235,
Sirnmlcr, J . : I, 234. 241 s. II, 49, 79.
Simonetta, G .: I, 43, 56-57, 59, 63, 74. teológica (concepción — de la historia) :
Sismondi, S. de: II, 87-88. I, 19, 25-27, 31, 38, 48, 61-62, 166,
Sixto Quinto, papa: I, 311, 366. 202, 204-210, 215, 217, 222, 238, 278,
Sleidan: I, 161, 166, 208, 223-225, 226, 282, 285, 291 s., 297, 310, 316-319, 322,
287, 295, 317. II, 48. 341, 354. II, 11, 81-85, 108-110, 113,
Smith, Adam : II, 59-60. 239, 260 s., 283.
Smollet, Thomas (1721-1771): II, 37. teológica (teoría — de los imperios) : I,
Soave, P . : Ver Sarpi. 26, 48, 202, 205-210, 316, 353. II. 46.
Theiner: I, 291.
social: Ver historia social, historiogra Thierry, Amédée: II, 124.
fía social. Thierry, Agustín: I, 158. II, 122-123,
sociología: Ver Comte. 124-127, 131, 158, 181, 191, 204, 251.
Solis, A. de: I, 332. Thiers, A. : II, 185-187, 188, 189, 219.
Sorel, A .: II, 271-272. Thirlwall, C. : II, 194.
Spittler, L. E .: II, 50-52. Thomas Becket: I, 280.
Spondlé, H .: I, 291. Thou, de : I, 69, 139, 142, 165-167, 255,
Spottiswoode, J . : I, 285-286. 265.
Stäel, Mme. d e : II, 106, 202, 263. Thoyras: Ver Rapin Thoyras.
Stenzei, Gustav Adolf Harold (1792- Ticknor, G.: II, 195, 196.
1854) el primer historiador que apren Tillemont: I, 339, 342, 345 s., 348-352,
dió de Ranke el método de crítica fi 355, 358, 361. II, 19, 43, 137, 140.
lológica e histórica y dispuso sobre el Tillet, J. du: I, 160.
modelo de los “Pueblos romanos y tipos: I, 72 s. II, 27, 30, 70, 158-159.
germanos” su Geschichte Deutschlands Tiraboschi, G.: I, 29, 66, 355. II, 80,
unter del fränkischen Kaisern (1827- 140, 145-146.
28) : I, 149. Tito Livio : I, 17, 21, 24-25, 28, 40, 48,
Stephen, James (1789-1859) autor de 61, 105, 126, 130, 159, 190, 193, 203,
Essavs in Ecclesiastical Diography 241, 250, 256, 259, 264, 315, 317, 325,
(1849) : II, 133. 338, 359. II, 27, 37, 57, 80, 81, 115,
Stephen Leslie: II, 22, 133, 211, 245, 121, 139, 143, 144, 147, 262.
261-262. Tocqueville, A. de : II, 208, 237-239, 240,
Stettier, M .: I, 244. 243, 269.
Stow, John (1525-1605) autor de Sum Toledo, Francisco de, virrey del P erú:
marve of English Chronicles (1561) : I, 334.
I, 185. Tor quemada: I, 337.
Strabón: I, 64. Torres (Turrianus) : I, 290.
Strada, R : I, 315. tradición (influencia de la) en historia,
Strauss: II, 202-204, 223. continuidad histórica: I, 352. II, 66,
Strozzi, L .: I, 104. 91 s., 97 s., 108-111, 117, 152, 188, 224,
Stubbs, W ,: II, 164, 188, 244. 238.
Stumpf. J.: I, 230-231, 232, 236, 242- traducciones de historiadores antiguos :
244, 288. I, 21, 29, 35, 156, 262.
Suecia: I, 214, 225. II, 27. Treitschke, H. de: II, 171, 213, 216,
Suctonio: I, 18, 40, 61, 105 s., 109, 115, 220-225, 230, 249.
338, 346. II, 32, 232. Trento (concilio de) : I, 139. Ver Sarpi,
Pallavicino.
suevos: I, 213. T riantafillis : I, 75.-
Suiza: I, 220 s , 229-244, 286-289. II, 77, Tritheim: I, 212.
81, 278, 282. Trogus Pompeïus: I, 124.
Swift, J.: 1, 200. II, 193. Tschudi, A .: I, 59, 110, 146, 231-234,
Sybcl, H .: I, 37. II, 150, 163 s., 208, 212, 236, 243, 267, 340.
213-217, 219, 220, 225-231, 236, 249, Tubinga, escuela de: Ver Baure y
282. Strauss.
300
índice de nombres y de asuntos
Tucídides: I, 33, 35, 72, 106, 171. II, Voigt, George (1827-1891) autor de
27, 37, Die Wiederbelebung des klassischen
turcos: I, 65, 68, 134, 140. II, 46, 149, Altertums (1859, 3^ ed. 1893) y Enea
157, 192. Silvio de’ Piccolomini (1858-1863) : I,
Turena: II, 30. 29, 54, 107, 120.
Turpin: I, 160. Voltaire : I, 164, 178, 341, 351, 357, 360,
364. II, 13, 16, 20, 23-36, 36-55, 56-59,
Ughelli, F. (1595-1670) : Ver Italia sa 67, 69-74, 75, 79, 82, 83, 87, 95, 104, 119,
cra. 123, 125, 126, 145, 159 s., 169, 170,
Uker t, F r iedr ich-August (1780-1851), 176-181, 183-185, 196, 200, 228, 232,
geógrafo. 236, 274, 277, 282.
universal. Ver historia. Vossius (G. J. Voss, 1577-1649) autor
de De historiéis latinis l. III. (Ams
Vadian, J. de W att : I, 230-231, 235, 239- terdam 1627) : I, 345. Ver también
243 Zeno.
Vagad, F. de: I, 259. Vulliemin, L. : II, 78.
Val era, D. : I, 246.
Valerio Máximo : I, 16, 19. Wagner, M. : I, 276 s.
Valerius Antias: I, 47. Waitz, G. : II, 163-164, 217, 244.
Valesius (Valois), H. : I, 342, 360. Walpole, Horace : I, 191.
Valla, L.: I, 51-52, 54, 125 s., 127, 130, Watson Robert (1730-1781) autor de
292, 301, 304, 306. History o f the Reing o f Philip I I
vándalos: I, 213. (Londres 1777) : II, 36.
Varchi, B.: I, 67, 85, 101-103, 133, 138, W att, J. V. : Ver Vadian.
194. Wattenbach, Wilhelm (1819-1897) :II,
Varillas, A. de: I, 365. 227.
Vasaeus (Vasscc), J. : I, 248. wendcs : I, 214.
Vasari, G. : I, 66, 109-111. II, 66. Wesley, J o h n : IT, 21.
Vauban : II, 30. W ieliff : I, 280, 281.
Velleius Paterculus : I, 19. Wigand, J .: I, 276.
Velly, abate: I, 165. Wiliam do Newburgh : I, 184.
Venecia: I, 35-36, 42 s., 64, 65, 71, Wimpfeling, J. : I, 205 s.
84, 127-128, 135, 139 s.f 261, 299-302, Winckelmann J. J. : I, 361. II, 20, ‘44,
365. II, 148, 152, 155, 192. Relaciones 63-66, 70 s., 110-112.
venecianas: I, 43, 105. II, 150, 155. Wolf, F. A. : II, 139, 147, 203.
Vettori, P. : I, 74, 95-96. Wolsey: I, 183.
Vibanco, B. de: I, 262. W ürttemberg: II, 50, 51.
Vico, G. B. (1668-1744) : II, 111.
viejos liberales : II, 100-187. Zárate. A. de: I, 334.
Vigo, P .: I, 350. Zavarisi. D. : I, 158.
Villani, Filippo: I, 31, 100, 107, 111. Zeno, Apostolo (1688-1750) autor de
Villani, Giovanni: I, 26, 28, 31, 32, 37- Dissertazioni Vossiane (Venecia 1752-
39, 45, 69, 82, 100, 125, 147, 183, 221. 1753), notas críticas agregadas a los
Villani, Matteo :I, 100, 107. capítulos sobre los historiadores ita
Villari, Pasquale: I, 75 s., 77, 83. lianos en el libro I II de los Historici
Villemain : II, 87, 107, 122, 202. latini de Voss (1627) : I, 29.
Vincent de Beauvais : I, 124, 204. Zúñiga, F. de: I, 254.
Virgile : Ver Polvdore. Zurita, G. : I, 190, 253, 254, 259 s., 340.
Virgilio: I, 24, 109, 364. II, 121, 139. Zwingli, H .: I, 287-289.
301
Iτ ν 'Ύ ν '^ ^ π -π ^ γ ^ /γ 'π φ π · νπ* rr^ v« ~ ^ * -
ÍNDICE DEL TOMO II
L IB R O C U A R TO
L A H I S T O R I O G R A F I A DE LA I L U S T R A C I Ó N
Pác.
Cap. P CO N SID ERA CIO NES G E N E R A L E S ................................................ . 9
Relaciones de la historiografía iluminista con la Ilustración (9). La
nueva orientación de la historia (11). Los nuevos problemas histó
ricos (12)f Reproches hechos en el siglo X IX a la historiografía de
la Ilustración (13). La teoría de las catástrofes (18). Retrocesos de
los que es culpable la historiografía iluminista (19). Literatura (22).
Cap. 29 LA CREACIÓN DE LA H IST O R IO G R A FÍA IL U M IN IS T A Y
LA ESCUELA DE V O L T A I R E ............................................................. 23
< I. VOLTAIRE............................................................... ... .......................... 23 y
El punto de partida: tendencias políticas y religiosas de Voltaire (24).
La aplicación de esas teorías a la historia. El Siècle de Louis
X I V (27). Imparcialidad nacional y política de Voltaire (29). El
Essai sur les mœurs (3 0 ).·La crítica histórica de Voltaire (32).
Su concepción realista de la historia (33). La filosofía de la histo
ria de Voltaire (34).
IL LA ESCUELA DE VOLTAIRE EN INGLATERRA.................................................. 36
1. Observaciones g en e rale s..................................................................... 36
2. H u m e ............................................................................................................ 37
Relaciones entre Hume y Voltaire (37). Su manera de tratar la
historia de Inglaterra (38).
3. Robertson .. .............................................................................................. 40
t 4. Gibbon . .................................................................................................... 42
III. LA ESCUELA DE VOLTAIRE EN ALEMANIA..................................................... 44
1. Observaciones g e n e ra le s...................................................... ? ............... 44
2. Schlözer .. ................................................................................................. 45
3. G a tte re r........................................................................................................ 47
4. S c h m id t....................................................................................................... 49
5. S p ittle r ......................................................................................................... 50
Relaciones con Voltaire (50). Spittler historiador de la Iglesia (51).
6. P la n c k .......................................................................................................... 52
7. Federico el G ra n d e ................................................................................... 54
Cap. 39 LA ESCUELA DE M O N T E S Q U IE U .......................... ..... . . . . 56
1. Consideraciones g e n e ra le s................... ... ................................... . , . 56
Teorías políticas e históricas de Montesquieu (56). Su falta de crí
tica (57). Su influencia sobre la historiografía (57).
2. H e e re n ................... ·... ............................ ....................... .. .. 59
Relaciones con Adam Smith y Montesquieu (59). La historia del
comercio tratada por Heeren (60). Método y estilo (61).
303
índice de nom bres y de asuntos
P ág .
Cap. 4* T E N D EN C IA S IN D E N P E N D IE N T E S EN A LEM A N IA (W IN -
CKELM ANN Y M Ó S E R ) ................................................... . ............. 63
1. W inckclm ann......... ................................................................................. 63
Su oposición al iluminismo y a la historia arqueológica del arte
(64). Su concepción de la historia del arte (65). El arte de es
cribir de Winckelmann (66).
t 2. M ó s e r .......................................... .. ...................................................... 67
Oposición a la historiografía de Voltaire (67). Móser y la historia
social (69). Métodos de trabajo y exposición (70).
Cap. 50 LA H IST O R IO G R A FÍA D E LA ILU STRA CIÓ N EN A LEM A
N IA BAJO LA IN FL U EN C IA D E R O U S S E A U .......................... 72
1. Consideraciones generales................................. 72
Rousseau (72). Rousseau y la historiografía alemana (73).
2. Schiller . . ................................................................................... .. 74
Schiller y Rousseau (75). Principios históricos y métodos (76).
Schiller escritor (77).
3. M ü lle r ................. ........................................................................................ 77
Naturaleza receptiva de Müller (78). Estilo y método (80).
V
. H e r d e r ...........................................................
Relaciones de Herder con Rousseau; la idea de humanidad (82).
81
L IB R O Q U IN TO
L A H I S T O R I O G R A F I A DE L R O M A N T I C I S M O Y DEL
LIBERALISMO
Cap. 1* LA REACCIÓN CONTRA EL ILU M IN ISM O BAJO LA IN
FLU EN C IA DE LA REVOLUCIÓN FRA NCESA Y LA ESCUE-
LA R O M A N T IC A ........................................................................................ 91
I. Consideraciones generales..................................................................... . .. 91
^Nuevas opiniones acerca del valor político de la historia (91). La
protección oficial de los estudios históricos (92). Cualidades y de
fectos de la teoría histórica del romanticismo (93). La reacción
contra la historia iluminista; el dogma de la nacionalidad (95). La
teoría romántica y la historiografía (97). Algunos investigadores
(97).· Apertura de los archivos (99).
2. La ideología h istó ric a ............................................................................... 100
Orígenes de la Ideología histórica (100). La Ideología histórica
y el Romanticismo (101). Defectos de la Ideología histórica (102).
3. Las nuevas consideraciones sobre la importancia nacional y polí
tica de la lite r a tu r a .............................................. 104
Importancia política de la literatura (104). La literatura, creación
nacional (105). Obras particulares (106).
II. La interpretación espiritualista de la historia bajo la influencia de
Ilrgel .............................................. 108
1. La filosofía de la historia y la ideología de Hegel ....................... 108
El presente, punto de llegada de la filosofía de la historia (109).
Las nuevas ideas sobre la importancia de la tradición (110). Las
construcciones de Hegel (111).
2. Hegel historiador..................... 111
La historia de la filosofía (112). La Filosofía de la historia (113).
3. La escuela de H e g e l........................... ............................................... 115
304
Indice de nombres y de ssuntOl
Páf,
a) B a u r ........................................................................................................ 116
Baur discípulo de Hegel (116). Baur y la crítica filológica (117).
b) Z e lle r ...................................................................................................... 118
III. La narración romántica y la doctrina del color lo c a l.......................... 119
1. Observaciones g e n e ra le s................................................. 119
El color local en los escritores de otras escuelas y en los román
ticos (119). influencia de Chateaubriand y de W alter Scott (120).
Defectos de la doctrina del color local (122). Sus partidarios (123).
2. La escuela n a r r a tiv a ................................................................................ 123
a) B a ra n tc ................................................................... 123
\ b) T h ie rr y ............................................................................................... 124
«»Thierry y Ranke: diferencia de sus métodos (124). Tendencias
políticas de Thierry (126). El estilo (126).
c) L e o .......................................................................................................... 127
3. La escuela del lirismo subjetivo; la historia resurrección y el cua
dro sentim ental........................................................................................... 128
a) M ich elet.......................................... 128
b) C a rly le ................................................................................................. 131
El punió de partida de Carlyle historiador (131). Las obras
sobre Cmmwell v sobre la Revolución francesa (132). Carlyle
escritor (134). Su valor historiográfico (134).
c) F ro n d e .................................................................................................... 134
IV. La unión de las ideas románticas con el método de crítica filológico
y la historiografíacien tífic a s...................................................................... 137
%1. El método de crítica filo ló g ica............................................................... 137
Naturaleza de este método y su aplicación (137). Tendencia pri
mitiva del método (138). El método de crítica filológica y la
historia de la civilización (139). La difusión del método (140). Ob
jeciones contra el método (140).
j*2. Niebuhr .. ............................................. ............... .. ............... .. 142
Niebuhr crítico destructor (142). Niebuhr romántico (143). Nie
buhr discípulo de Móser (144). La crítica positiva de Niebuhr
(146). Niebuhr escritor (146). Wolf, Ottfried, Müller y Nietzs-
che (147).
^*3. Ranfc£^y~«su e sc u e la ................................................................................. < 148 \
Ranke3 .................................................................................................i. 148 J
Ca ideología de Ranke (150). Ranke adversario de las teoría>s,WM/ ^
nacionalistas de la historia (151). La concepción artística de la
historia (153). La psicología histórica de Ranke (153). Ranke
maestro del método filológico-crítico (154). Su modo defec
tuoso y unilateral de emplear las fuentes (156). Ranke escritor
(158). La oposición secreta de Ranke a las tendencias del día
y sus consecuencias (160). Tendencias análogas en los contem
poráneos (160).
■\ b) Saint-Beuve 161
“ c) Discípulos de R a n k e ........................................................................... 162
4. W a itz ........................................................................... 163
William Stubbs (164).
5. G iesebrecht.................................................................................................. 165
6. F re e m a n ....................................................................................................... 166
7. Droyscn y la fundación de laescuelap ru sia n a ..................................... 168
VI. La tendencia geográfica yCharles R i t t e r ................................................. 171
1. Consideraciones g en e rale s................................................................ .. 171
2. C u r tiu s .......................................................................................................... 173
Cap. 2^ LA H ISTO R IO G R A FÍA DEL LIBERA LISM O Y LOS CO N TI
NUADORES DE LA H IST O R IO G R A FÍA IL U M IN IS T A . . . . 176
I. Consideraciones generales........................................................................... 176
El liberalismo y la Ilustración (176). Influencia del constitucionaüs-
305
Indice de nom bres y de asuntos
L IB R O S E X T O
L A REAC CIÓN R E A L I S T A C O N T R A L A H I S T O R I O G R A F I A
R O M A N T I C A Y L A I N F L U E N C I A DEL M O V I M I E N T O SOC IAL
Cap. único. LA REACCIÓN R E A L IST A CONTRA LA H IST O R IO G R A
F ÍA R O M A N T IC A .......................................................................... .. 207
I. Consideraciones generales...................................... .......................... .. 207
El pueblo llano en la historiografía liberal y romántica (207).El efec
to producido por la Revolución de Febrero (208). J. R. Green (210).
La ejecución del programa de la nueva escuela (211).
II. La escuela nacional liberal en Alemania (La historiografía de la “Pe
queña Alemania,>) ..................................................... ................................... 212
“ 1. S y b e l............................................................................................................. 213
Relaciones de Sybel con Ranke. Tendencias de publicista de Sybel
(213). Su método; la historiografía de la época revolucionaria
(215). La discusión con Ficker (216).
2. D ahlm ann.................................................................................................... 217
3. H a u s s c r ......................................................................................... 218
• 4. T ritachke................................................................. 220
Oposición con los otros representantes de la tendencia “Pequeña
Alrnianiu“ (220). El estilo y el lenguaje (222). Treitschke his
toriador de la civilización (222). La influencia de Treitschke
(224). Baumgarten (225).
5. lírdiiiannaddrffer....................... 225
0. b u n c k e r............................................... 226
7. ¡.o ren * ................................................................................................... 227
8. 11. M a rtin ............................................................................... 228
306
Indice de nom bre· y de ftiuntOl
Vit,
• I I I . La combinación de la historia política realista con el método epigrá
fico (M o m m se n )............................................................................................. 228
Opiniones políticas; relaciones con la escuela de la ‘‘Pequeña Ale
mania” (229). Su método (231). La Historia Romana (232). Momm
sen escritor (233). Mommsen jurista (235). Mommsen y Drumann
(235).
IV. La transformación de la historia constitucional en Francia bajo la
influencia del movimiento s o c ia l................................................................. 236
1. Consideraciones g e n e ra le s....................... . .. ..................................... 236
2. Tocqueville.................................................................................................. 237
3. Fustel de C oulanges.................................................................................. 239
Fustel historiador social (240). Su oposición a las teorías del Ro
manticismo (241). Su crítica defectuosa de las fuentes (243). La
forma y el estilo (243).
4. M a itla n d ....................................................................................................... 244
V. La historia no política de la civilización en A le m a n ia ....................... 246
1. Consideraciones g e n e ra le s............................................................ ..... .. 246
2. R ie h l............................................................................................................. 247
3. F r e y ta g ....................................... 249
Las tendencias políticas y nacionales de Freytag (249). Su depen
dencia del romanticismo (250). La forma y el estilo (251).
4. J a n s s e n ......................................................................................................... 251
La originalidad historiográfica de Janssen (252). Tendencia y mé
todo de Janssen (253).
VI. La historiografía bajo la influencia de teorías de las ciencias natu
rales y de sistemas sociológicos.................................................................. 255
1. Consideracionesg en e rale s............................................................ 255
Oposición al romanticismo (255). Defectos de la historiografía na
turalista (256). Consecuencias felices de la tendencia (257). La
influencia de Comte (257).
2. B u c k le ........................................................................................................... 258
3. D r a p e r .................................................... 259
4. L e c k y .......................................................................... 260
5. S te p h e n ................................................................ 261
6. Taine ............................................................................................... 262
Relaciones con Comte y el romanticismo (263). El método de
Taine (264). Taine y la historiografía del arte (265). La H isto
ria de la literatura inglesa (265). La psicología de Taine (266).
Los Orígenes de la Francia contemporánea (267). Tainc escri
tor (269).
7. B ru n etiére.................................................................................................... 270
8. S o r e l............................................................................................................. 271
V II. La historia objeto de placer a r tístic o ..................................................... 272
1. Consideraciones g e n e ra le s................................................................. . .· 272
La tendencia estética (272). Estrechez de su juicio (273). Su ac
titud frente a la moral (274).
2. R e n á n ........................................................................................................... 275
3. Burckardt .. . . ......................................................................... 278
4. G regorovius................................................................................................. 280
V III. Consideracionesfin a le s .................................................................. 281
El desarrollo de la historiografía, desde 1870, las consecuencias de la
guerra franco-alemana y de las luchas económicas (281). La influen
cia de la política mundial (282). Influencia de las investigaciones etno
gráficas modernas (283). Método y forma de la historiografía ac
tual (284).
índice de nombres y temas (Correspondiente a los dos to m o s ) ................... 287
307
ERRATAS NOTABLES
T O M O
Pág. L ínea D ice: Debe