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INTELIGENCIA EMOCIONAL EN ADOLESCENTES

La adolescencia es un periodo particularmente inestable, producto de grandes


cambios físicos, psicológicos y cognitivos. La rebeldía adolescente es esa
manifestación frente a la dicotomía que supone dejar la niñez y acercarse al umbral
de la vida adulta.

¿En qué trabaja la IE en los adolescentes?

1. En su autoconocimiento. Implica reconocer los propios estados de ánimo,


recursos, fortalezas, debilidades e intuiciones. Conciencia emocional.
Correcta autovaloración. Autoconfianza.

2. En su autorregulación. Aprender a gestionar los propios estados anímicos,


emociones perturbadoras e impulsos. Autocontrol. Responsabilidad.
Integridad. Adaptabilidad.

3. En su automotivación. Conocer las tendencias emocionales que guían o


facilitan el cumplimiento de las metas. Compromiso. Iniciativa. Optimismo.

4. En su empatía. Implica tener conciencia de los sentimientos, necesidades y


preocupaciones de los demás. Comprensión. Asertividad.

5. En sus habilidades sociales. Comunicación. Liderazgo. Colaboración.


Escucha Activa.

El adolescente con inteligencia emocional sobresaliente:


Ejerce el control sobre sus vidas.
Visualiza las metas en la mente.
Aumentar los niveles de percepción emocional.
Mejora sus relaciones en todos sus entornos.
Toma mejores y más prudentes decisiones.
Disminuye sus niveles de estrés social.
Desarrolla su productividad personal.
Potencia su seguridad y su confianza.
Logra un mayor nivel de bienestar psicológico y social.

Desde el punto de vista de la teoría de las inteligencias múltiples, la inteligencia


emocional se entiende como aquella relacionada con la capacidad de comprensión
de los sentimientos, tanto de los propios como de los demás. Comprensión que,
además, implica el manejo apropiado de estos sentimientos.

Es por esto que la inteligencia emocional juega un papel principal en el desarrollo


de las habilidades sociales y las competencias interpersonales de las personas, por
lo que resulta esencial que exista un entrenamiento de la inteligencia emocional
desde todos los ámbitos y desde edades tempranas.

Entre los factores que afectan al desarrollo de esta inteligencia se encuentra la


educación de tipo afectivo que se recibe en los centros educativos, por lo que
implantar dinámicas en las aulas que den sentido a las experiencias y emociones
va a influir tanto en la forma que tienen los adolescentes de relacionarse como, en
un futuro, aquellas que desarrollen como adultos.

Goleman, uno de los autores más importantes en el campo de la inteligencia


emocional (junto con Salovey y Mayer o Gardner), defiende que la educación de las
emociones puede tratarse de forma transversal a otro tipo de conocimientos y
habilidades, tales como “la lectura, la escritura, la salud, la ciencia, los estudios
sociales” entre otras (2006: 170).
De esta forma, el autor explica que no es necesario desarrollar un programa
enfocado únicamente al desarrollo de la inteligencia emocional, sino que es posible
integrarlo en el currículum académico general.

Paralelamente, se puede destacar el concepto de salud emocional, del que hablan


Soler y Conangla. Estos autores explican que “la salud emocional se consigue a
base de abrirnos a nosotros mismos, a los demás y al entorno” (2005: 28). Desde
este punto de vista, poder comunicar y expresar las propias emociones a los demás
resulta fundamental para conseguir una plena salud emocional, dado que lo
contrario puede llevar a la insensibilidad.

Si bien es cierto que controlar las emociones es prácticamente imposible (debido a


que están provocadas por cambios incontrolables a nivel fisiológico), no lo es tanto
su expresión, hecho que resulta fundamental para poder llevar a cabo conductas
adecuadas al contexto.

Desde estas bases teóricas, las de la inteligencia emocional y la salud emocional,


se debería crear en el aula un entorno seguro de expresión emocional, en el que los
alumnos puedan expresarse con libertad y con la certeza de que sus sentimientos
serán recogidos por el resto del grupo.

Así, la inteligencia emocional de las aulas se debería de desarrollar desde dos


puntos de vista diferentes. Cuando se propone la expresión de las emociones en el
aula, en un primer lugar, cada uno de los alumnos necesita llevar a cabo un trabajo
de introspección para descubrir qué sentimientos despierta en él emociones
relacionadas con su historia de vida.

Así mismo, al escuchar las intervenciones de los compañeros, es necesario que los
alumnos lleven a cabo un entrenamiento en empatía, con el fin de comprender por
el porqué de lo que su compañero relata. Este doble aspecto de la inteligencia
emocional es lo que Howard Gardner (un psicólogo que acuñó por primera vez el
término inteligencias múltiples.

Inteligencia Emocional para Adolescentes


La adolescencia corresponde a un período evolutivo complejo, tanto por los cambios
de tipo fisiológico que se producen, como por los de tipo social que aparecen y a los
que se tienen que enfrentar. Es tiempo de cambios.

Tanto por la edad, como por ser novatos ante algunas situaciones, los adolescentes
se enfrentan a situaciones de riesgo, que tienen que ver con el sexo, las drogas, las
relaciones intensas con los amigos, las bases de su futuro profesional y vocacional,
etc.

El capacitarles de una manera adecuada es una responsabilidad importante y está


limitada a un tiempo cronológico concreto y a unas características especiales
determinadas por lo influenciables que aparecen a estas edades, pero a su vez, por
lo poco permeables que son a informaciones y consejos que les vienen del contexto
familiar y educativo.

Esquema de comportamiento
Autocontrol emocional y Ansiedad
Entrenamiento en control de la respuesta de ansiedad.
Entrenamiento en asertividad para el manejo de conflictos.

Respuestas humanas
 Control Emocional. Desarrollo del autocontrol. Objetivos y emociones tienen
que estar equilibrados.
 Control Fisiológico /Manejo de Ansiedad. Aprender a controlar la
sintomatología de ansiedad, que como respuesta puede bloquear y
condicionar enormemente sobre todo a estas edades.
 Asertividad. Expresión clara de sus necesidades y derechos.
 Habilidades Sociales. Repertorio básico de estrategias de competencia
social.
 Relaciones Interpersonales. Red de personas con las que establece amistad.
 Interacción Familiar. Cómo se relaciona con cada miembro de la familia.
 Interacción Escolar. Cómo se relaciona con los profesores / as, compañeros
/ as y personas vinculadas con el instituto.
 Responsabilidad. Saber anticipar las consecuencias de su conducta.
 Obtención de esfuerzos. Obtiene los refuerzos por él mismo o a través de
otras personas. ¿Ha aprendido a demorar el refuerzo?
 Autocuidado y Salud:
 Hábitos de cuidado personal, Vestido,
 Apariencia física.
 Hábitos de comida, descanso
 Cuidado y control del espacio personal.
 Habitación, espacios comunes, material escolar, objetos de casa, etc
 Ocio, tiempo libre y planificación de actividades.
 Las Redes Sociales
 Aspecto Cognitivo. Elaboración de pensamientos, solución de problemas,
preocupaciones, etc..
 Autoestima y Autoconcepto. Cómo se percibe y se valora a sí mismo.
Tips autoestima

• Resalte y reafirme sus dotes y características especiales

• Acepte que su hijo adolescente exprese sus propias ideas, anímele a ello,
aunque sean diferentes que las que usted tenga.

• Transmita su aceptación, incluso cuando haya que censurar su


comportamiento.

• Descubra aspectos positivos en las ideas o en las conductas no habituales


que manifieste, y alábeselos.

• Acepte la experimentación por parte de él con distintos trabajos actividades


o ideas.

• Respete sus puntos de vista , su singularidad, intimidad y sus pertenencias.

• Déjele llevar a cabo tareas que supongan responsabilidad, de forma que vaya
adquiriendo conocimiento de sus habilidades singulares.

• Estimule su responsabilidad personal.


• Ayúdelo a ser consciente de su propio proceso de toma de decisiones.
• Evalúe su procedimiento para resolver las situaciones problemáticas.
• Reafirme los éxitos que obtenga.
• Respete el grado actual de competencia del adolescente.
• Estimule al adolescente a fijarse objetivos personales, tanto a corto como a largo plazo.
• Reafírmele cuando influya en otros de manera positiva
• Resalte y reafirme sus dotes y características especiales
• Acepte que su hijo adolescente exprese sus propias ideas, anímele a ello, aunque sean
diferentes que las que usted tenga.
• Transmita su aceptación, incluso cuando haya que censurar su comportamiento.
• Descubra aspectos positivos en las ideas o en las conductas no habituales que
manifieste, y alábeselos.
• Acepte la experimentación por parte de él con distintos trabajos actividades o ideas.
• Respete sus puntos de vista , su singularidad, intimidad y sus pertenencias.
• Déjele llevar a cabo tareas que supongan responsabilidad, de forma que vaya
adquiriendo conocimiento de sus habilidades singulares.
• Preste atención a su hijo cuando le necesite.
• Demuestre afecto en lo que usted diga o haga.
• Elógiele de manera concreta.
• Demuéstrele su aprobación cuando se relacione bien con los demás.
• Respete sus amistades dándole la oportunidad de que las reciba en casa y demuéstrele
que usted las aprueba.
• Comparta sus sentimientos con él, que vea cómo le afectan las cosas.
• Comparta intereses, aficiones y algunas de sus preocupaciones con el adolescente.
• Haga de cuando en cuando algo especial que satisfaga sus intereses o necesidades
particulares.
• Pase algún tiempo solo con él, sin que las necesidades de otros miembros de la familia
le sirvan de distracción.

En su autoconocimiento. Implica reconocer los propios estados de ánimo, recursos,


fortalezas, debilidades e intuiciones. Conciencia emocional. Correcta autovaloración.
Autoconfianza.

En su autorregulación. Aprender a gestionar los propios estados anímicos, emociones


perturbadoras e impulsos. Autocontrol. Responsabilidad. Integridad. Adaptabilidad.

En su automotivación. Conocer las tendencias emocionales que guían o facilitan el


cumplimiento de las metas. Compromiso. Iniciativa. Optimismo.

En su empatía. Implica tener conciencia de los sentimientos, necesidades y


preocupaciones de los demás. Comprensión. Asertividad.

En sus habilidades sociales. Comunicación. Liderazgo. Colaboración. Escucha


Activa.

Los adolescentes aprenderán a:

 Ejercer el control sobre sus vidas.


 Visualizar las metas en la mente.
 Aumentar los niveles de percepción emocional.
 Mejorar sus relaciones en todos sus entornos.
 Tomar mejores y más prudentes decisiones.
 Disminuir sus niveles de estrés social.
 Desarrollar su productividad personal.
 Potenciar su seguridad y su confianza.
 Lograr un mayor nivel de bienestar psicológico y social.

La finalidad es generar líderes comprometidos con sus vidas y sus entornos, que
identifican y logran sus metas a corto y largo plazo y, sobre todo, toman conciencia
sobre la contribución tan importante que ellos le pueden generar a la sociedad y al
mundo.

Y dejo esta maravillosa cita del inolvidable Nelson Mandela, para todos quienes ya
pasamos esta etapa (incluso hace tiempo): No hay nada como volver a un lugar que
no ha cambiado, para darte cuenta de cuanto has cambiado tú.

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Recupera la atención y la capacidad de reflexión.
• Hablar de las emociones. Durante la adolescencia es importante, al igual
que en la infancia, hablar de las emociones. Sin embrago, en esta etapa es
interesante hablar acerca de cómo se manifiestan ahora y en qué se
diferencia de la etapa infantil. Sin agobiarles, sin presionarles, dándoles
espacio para hablarlo y haciéndoles sentir libres de expresar sus emociones.

• Comunicación sí, pero sin altas expectativas. La comunicación debe ser


bidireccional, pero nuestro papel debe ser también comprender que esa
comunicación puede no cumplir a veces con las expectativas que tenemos.
En ocasiones se nos olvida que la comunicación con un adolescente ya no
es la misma que con un niño.

• Emplear herramientas adaptadas. En el post ‘5 libros sobre inteligencia


emocional que no te puedes perder’ os recomendábamos el
libro “Emocionario” para trabajar las emociones. Es un libro apto para todas
las edades (niños, adolescentes y adultos) gracias al que podemos poner
nombre a las emociones que sentimos ; en función de la edad adaptaremos
su lectura de una forma u otra, profundizando más o menos y prestando
atención a unas u otras emociones.

• Respetar su espacio y necesidades. Debemos aceptar que los cambios


internos y la búsqueda de su individualidad pueden marcar unas necesidades
muy distintas a las que esperamos. Respetar su espacio y lo que necesitan
en cada momento también es vital en el desarrollo de la inteligencia
emocional. Somos su guía, su apoyo, su ejemplo.
INDEPENDENCIA EMOCIONAL

o Autoestima
Sin extenderme mucho, (pues podéis leer el artículo “cómo mejorar la autoestima”), subrayaré
que, alguien con poca valoración, amor y cuidado hacia a sí mismo, estará muy lejos de ser
autónomo emocionalmente, pues dependerá excesivamente de su entorno para mantener en
alza una valía en continua fluctuación.
Aunque la autoestima se forja en gran medida en la infancia y adolescencia (por el tipo de
crianza), puede y debe mejorarse y reconfigurarse durante toda la vida ¿cómo? incorporando
hábitos que refuercen nuestra valía, y evitando aquellos que dañen o confirmen nuestras
viejas creencias “desvalorizadoras”.
hábito para subir la autoestima son los gestos que nos ayudan a recuperar la autoridad sobre nuestra
vida, a través de hábitos que nos proporcionan disfrute y cuidado hacia nosotros mismos. Esto,
ayudará a afianzar la idea de “no depender únicamente de otros para disfrutar”. Aumentará nuestra
seguridad para ponerle límite a ciertas personas. Ahí comienza nuestro sentimiento de libertad: “estoy
junto a ti porque te quiero, me quieres y me tratas bien, aunque sin ti también me iría bien, por eso te elijo
libremente”. Esto nos ayuda actualizar “viejas lealtades” forjadas en la necesidad de sentirnos
protegidos, cuidados o queridos por gente de trato a veces inadecuado. Estas personas pueden ser un
amigo, la pareja, un padre, incluso un jefe.
Para ello es importante hacer cosas placenteras por y para ti mismo, y en solitario. Ser capaz de
procurarte cuidados, disfrute y placer, aunque sea en pequeñas dosis es esencial para recuperar
nuestra autoridad emocional. Desde pequeños gestos a grandes retos, cada uno en su estilo, desde
hacer el Camino de Santiago, a darte paseos por tu barrio, cocinar tu plato favorito sólo para ti, leer
un libro o darte un masaje. Lo importante es que sean gestos regulares en tu rutina, y que tengan
significado para ti, y que aprendas a disfrutar de ellos de verdad. Si no estás habituado, al principio
te resultará extraño, y con el tiempo, poco a poco llegarás a echarlos de menos cuando te falten.
Hasta aquí todo parece muy lógico: “si soy capaz, en ocasiones, de proporcionarme satisfacción por
mí mismo, seré más selectivo y libre de elegir con quién disfrutar en compañía”, porque estaré menos
temeroso de perder su afecto.
Vayamos con la segunda parte de la fórmula: el compromiso y su compañero el apoyo

o Compromiso
Para ser autónomo emocionalmente es necesario comprometerse con tu entorno, que en
última instancia es un compromiso contigo mismo. Ser autónomo no significa ser
independiente, porque la independencia absoluta no existe.
Es importante “comprometerse en varias facetas de la vida” ¿Comprometerse significa
depender? No! Comprometerse significa asumir que hay necesidades que sólo el entorno
puede cubrir, pues somos seres sociales.

Todos nos nutrimos de los compromisos propios y de los ajenos


Necesitamos, y si prefieres el término dependemos de nuestro entorno en gran medida para
ser felices. El autónomo emocional depende de su entorno afectivo, del mismo modo que el
autónomo laboral depende de un entorno comercial, sin apostar sus cartas a una sola
jugada. No hay nada malo en necesitar (y por tanto depender) en cierta medida de otros,
pues vivimos en sociedad, y además a la mayoría, esto nos agrada.
Detrás de una persona aparentemente muy independiente, que no se “moja” o compromete
con nada, nadie o casi nadie, con apariencia de “alma libre como el viento”, si hurgamos,
hay un trasfondo de inseguridad y dependencia, si lo dudas lee este planteamiento
sobre: “falsa independencia emocional”.
El error radica en el significado que damos a la palabra “dependencia”. La persona que
quiere acercarse lo más posible a la independencia emocional, precisamente asume su
dependencia para cubrir ciertas necesidades y deseos con madurez, y esta dependencia la
distribuye entre diferentes áreas y opciones.
Esta persona consciente de sus necesidades intelectuales, profesionales, afectivas, sexuales,
de autoestima, lúdicas, de arraigo, de supervivencia, etc., decide buscar la manera de
satisfacerlas equilibradamente: repartiendo la responsabilidad entre sí mismo y un entorno
amplio y plural.
En resumen: cuanto más compromisos elijo (dentro de un límite), menos dependenciatendré
en cada uno de ellos, siendo más rica mi personalidad, sintiéndome más seguro debido a
esta red de apoyo que me da seguridad en mí mismo y sensación de libertad.
“¿seguro? La red de compromisos me aporta libertad ¿pero no era al revés?…
¿?”
o Libertad:

En contra de lo que algunos (estancados en la inmadurez de Peter Pan) sugieren con


respecto a la libertad: que ésta va en contra de los compromisos, precisamente se nutre de
estos compromisos.
La vida, en la madurez, nos dice que para ser libre, es fundamental sentirse seguro, pleno y
arraigado, en un entorno cambiante y a veces hostil. Esto es muy difícil sin una red de
compromisos que nos dé apoyo y seguridad.
Desde mi libertad, elijo los tipos de compromisos en mi vida, porque sin compromisos mi
vida estará vacía, y mi personalidad hueca, carente de raíces. Desde mi libertad compongo
mi puzzle de compromisos y entregas: con la ONG, mi grupo de música, mis lecturas, mis
amigos, mis hijos, mi pareja, mi profesión, mis cursos, mi nutrición, mi salud, mis
momentos de descanso, mi deporte, mi equipo de fútbol, mi empresa, mis juergas, mi
viajes, conmigo mismo …
Cuando tomo conciencia de mis necesidades, decido el combo de compromisos conmigo
mismo y con el resto que las cubre. Esto configura mi personalidad, mi sentido de
pertenencia, mi identidad. Es decir, quién soy yo.

o Apoyo
Cuando me apoyo en diferentes roles, fuertes y firmes, si uno se tambalea, la angustia o
malestar generado, se compensa por el resto de apoyos. Por ejemplo, si tengo malestar en
mi faceta de padre, pero tengo fortalecido otros roles afectivos: esposo, hijo, amigo,
hermano… viviré sin sentimiento de fracaso la situación; si además de mi faceta afectiva,
tengo comprometidos otros roles: estudiante, empleado, activista social, militante político,
alumno de piano, compañero de trabajo, vecino, etc la vivencia negativa de ese malestar se
amortigua. Elijo mis compromisos desde mi libertad, con más o menos dudas según la
faceta, pero respetando mi instinto, mi decisión.
Esto me hace autónomo emocionalmente, porque me otorga una personalidad rica y porque
contribuye a tener una fuerte autoestima.
Muchas veces apoyo emocional y compromiso coinciden: como puede suceder por ejemplo con la
pareja. Pero a veces nuestro mayor compromiso no es precisamente nuestro principal apoyo.
Por ejemplo mi mayor compromiso puede ser la paternidad y mi mejor apoyo mi pareja y
mis amigos. Es importante distinguir qué compromisos son también apoyo, porque
conviene cuidar varios apoyos en la vida, para cuando nos falle alguno, evitar
desmoronarnos.
Los apoyos sirven para sentirnos acompañados en nuestros dolores y alegrías: por un
terapeuta, un amigo, un hijo, un grupo de terapia, una asociación, el grupo de teatro, mi
vida intelectual, mis creencias espirituales, etc.

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