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ÍNDICE:
3. La mirada estética.
• Nikolay Hartmann
8. Bergson
• El tiempo
• La duración
• Evolucionismo no cientificista
• Bergson y metafísica
• Memoria
• Recuerdos voluntarios
• Inteligencia
• Intuición
• Dialéctica
• La sociedad es un hábito
11. El cuerpo
• Transmisión de las emociones coordinadas por una idea
• El cuerpo es una imagen
• Los cuerpos
• El cerebro
• Mis estados afectivos
• La imaginación y el sueño se nutre de la memoria
18. Bibliografía
1. INTRODUCCIÓN. ESTÉTICA Y ARTE. SE TRATA DE UNA FUGA
(2.Bibl.)
La Estética es una disciplina. Como ciencia, estudia y nos ayuda a entender y clasificar
el conocimiento sensible. El objeto de su estudio es el arte y las actividades artísticas.
Nuestra actitud será la de pensar y reflexionar, porque el dominio de la estética
pertenece al de la filosofía.
Deberíamos querer saber algo más sobre cómo mirar lo que nosotros mismos
producimos, hablar sobre la belleza y sobre cómo enjuiciamos nuestro gusto. Nosotros
mismos somos creadores porque interpretamos o directamente inventamos los valores y
las verdades de las realidades que pertenecen a la vida a nuestra sociedad y a la cultura.
El objeto de estudio de la estética es el arte.
Desde el estudio histórico de cualquier disciplina podemos saber que las ideas
evolucionan y cambian según las épocas. Es así porque las circunstancias mismas de
nuestro entorno lo hacen. Al estudio de la Estética habrá que enfrentarse desde la
Historia del Arte dado que la belleza y el gusto, así como las distintas maneras de
interpretarlos están íntimamente ligados al arte. No son los mismos componentes
estéticos que nos encontramos en diferentes estilos o periodos artísticos. Siempre habrá
que buscar el modo propio de la hermenéutica, del arte de la interpretación que, por otro
lado e inevitablemente, no dejará nunca de estar acorde con algún tipo de interés.
El arte tiene un poder catártico. Nos libera de las tensiones negativas, esas que las malas
acciones de la vida dejan o directamente incrustan en nosotros, en nuestras almas, hasta
sentir a veces dolor físico; esa consecuencia del mal moral o, simplemente, del efecto de
algún accidente. El arte nos ayuda a olvidarnos de la muerte, de sentir miedo...
Sin embargo, el arte no es libre; no mientras está en y entre nosotros. Hay mucho
sufrimiento que pertenece al mismo proceso creativo y, una vez entregado al mundo, el
objeto que ya le pertenece es, a veces, de nuevo sustraído, enajenado, valorado,
despreciado, apreciado, comerciado, perdido para siempre.
Un artista podría ser un hombre escéptico, pesimista, porque sufre. Dicen que el que
conoce al hombre suele mirar escépticamente al mundo. El auténtico conocedor de los
hombres tiene preparado todo un sistema de catalogación de tipos humanos acuñado
para cada caso, pero ese sujeto no ve la auténtica individualidad humana.
¿Qué es la felicidad?
Sólo es una mosca dorada
que al atardecer roza con prisas tu cabeza,
que ronda tus sienes y se oculta entre los rizos
y tú, mientras, apoyas la cabeza en las manos
que aplastan los mechones, su escondite..
La felicidad es como el rocío que brilla sobre las flores,
pisadas repentinas, las gotas suspiran y pierden todo en las nubes,
quizás con heladas matutinas, en tu cabello volverán a ocultarse ... (5.Bibl., trad. Jana
Vlacilova)
La felicidad existe porque existen testigos que la han experimentado. Se puede captar y
retener por uno o más instantes... y ya, poco a poco, nos vamos percatando de que
aquello que pensamos sobre la suerte o la felicidad también es nuestra creación.
Más allá del momento secuestrado no hay nada. La imagen de ese momento forma parte
del mecanismo. El movimiento se detiene por chocar con el foco de nuestra atención.
La razón del movimiento interrumpido es puramente mecanicista. Pertenece a una
máquina hecha, artificial, al servicio del otro, a una cosa, según una idea deformadora.
Existen seres cosificados -en el sentido de la descripción hecha por Sartre del destino de
los amantes-; existen cosas producidas sin plasticidad y profundidad suficiente a las que
no pudo serles insuflada una dosis de vida suficiente; existen abandonos en vida a la
propia vida; existe el momento de imitar deseos ajenos alienantes o mostrarlos al mundo
como testimonio. Hay hombres y mujeres que viven sus vidas como un recuerdo.
También aquí se maneja una imagen rescatada del fluir transformador, del caudal cuyo
principio es la causa junto con intereses y deseos que señalan la finalidad.
Lo que nos queda en esta situación descrita es una posibilidad puramente especulativa.
En teoría podemos negar el movimiento. Nos unimos al viejo Zenón y buscaremos
ejemplos parecidos a las flechas disparadas que nunca llegarán a incrustarse en ningún
blanco. Pero eso significa negar el movimiento. ¿Por qué hablamos de esto? Porque el
arte vive del y gracias al movimiento. Sin el movimiento dejaremos hablar del arte. ¿Por
qué hablar de esto en el sentido de la estética? Porque para la teoría de la estética el
objeto de interés es el arte. Éste no puede más que imitar a la vida. La actitud imitativa
es fundamental en todos los procesos naturales.
El artista debería tener una rica experiencia propia para configurar convincentemente un
cierto idealismo y sentir el ethos del arte, porque tendrá que resaltar las debilidades y
maldades de la naturaleza humana, y reconocer lo noble y sacarlo.
El carácter se forma en las relaciones vitales y éstas, a su vez, lo son en función del
carácter de quienes las conforman. La intuición ayuda aprehender las situaciones en su
plasticidad.
La Estética de algún modo nos enseña. Su tarea es sacar a la luz la unidad, lo que
cohesiona a una obra de arte. En el fondo yace una necesidad interna a partir de la cual
se abre el espacio de juego, surge la libertad de creación.
Deleuze afirma que ‘debemos responder si hace falta con una huida’. El pensador no
produce el movimiento; éste pasa en cualquier momento de lado, por detrás o
atravesándole. Eso sí, hay que planear líneas de fuga, hay que poder crear nuestras
propias preguntas, hay que saber todo esto... y no es fácil, porque se trata de una
traición. De tener valor de abandonarlo todo, para volver de nuevo hacia un encuentro,
una coexistencia.
En la vida y en el arte se trata de los devenires. Esos procesos en los que la realidad y la
verdad llegan a cumplirse. Todo evoluciona, pero también puede adoptar una velocidad
máxima de involución. Algo como una quietud asumida dentro del propio movimiento.
Las personas y las cosas no experimentan su movimiento en paralelo. A veces las cosas
devienen una en otra. La abeja deviene de una parte del aparato de reproducción de la
orquídea y la orquídea deviene en órgano sexual para la abeja.
Se trata de una ida, expresada en un estilo. Quizás las historias no son lo importante,
una puede sustituir a la otra. Una puede ser cambiada por otra si no nos gusta, si no nos
conviene.
Las personas están compuestas de líneas. Se trata de toda una geografía con líneas
duras, líneas flexibles y líneas de fuga.
Según decía Lawrence: ‘un perro nunca puede juzgar a una jirafa’. Así están las
personas, unas dicen que aman a otras, pero en realidad confunden el amor con el odio,
así de fácil. Es cuestión de instintos y de hábitos.
En todos nosotros hay algo como una ascesis, en parte dirigida en contra de nosotros
mismos. Somos desiertos pero poblados de tribus. La experimentación con uno mismo
es nuestra única identidad, la única posibilidad para todas las combinaciones que nos
habitan.
Deleuze insiste en que el pensador no produce el movimiento. ¿Quiere decir que somos
meros testigos o simples transmisores? Se percibe ahí una contradicción, algo
incompleto e inexacto. El pensar sí produce movimiento en nosotros, en las cosas o en
el otro. Si no fuera así, sería imposible un encuentro.
Un encuentro para Deleuze con alguien a quién se ama es con alguien que viene a
poblarnos; son ideas que nos invaden, movimientos que nos conmueven, sonidos que
nos atraviesan. Hay que reconocer ese conjunto de sonidos repetidos, gestos decisivos,
ideas secas y ardientes, de una atención extrema y de una cerrazón repentina, de risas y
de sonrisas que se presienten ‘peligrosas’ en el mismo momento en que uno siente su
ternura y todo ese conjunto como una única combinación a la que da nombre.
El modo son las afecciones de una sustancia, aquello que es en otra cosa, por medio de
la cual es también conocido. Libre es aquello que existe en virtud de la sola necesidad
de su naturaleza y es determinado por sí solo a obrar, y necesario o compelido, a lo que
es determinado por otra cosa a existir y operar de cierta y determinada manera.
Bergson es otro de los que siguen a Spinoza, pero le critica por estar preso del
cartesianismo porque él mismo quiere superarle. Parte del cuerpo, pero no para
quedarse en él sino para mostrar que no puede explicarse por sí mismo. Para
comprenderlo es preciso hacer intervenir otra realidad. No hay que retroceder al
dualismo cartesiano entre la extensión y el pensamiento, el cuerpo y el alma, porque
ambos no pueden pensarse separadamente. A Bergson le interesa su unión vivida, ese
otro dato inmediato de la conciencia. Se opone tanto al racionalismo idealista como al
empirismo positivista.
Así, un pensador del siglo XVII declara abiertamente sobre la libertad. El cuerpo dotado
de espíritu o fuerza está legitimado a obrar. Este pensamiento es fundamental para
declarar principios de cualquier actividad artística si se da el caso. Porque, según
Delueze y como más tarde declaran Hartmann y tantos otros, no existen unas leyes para
la creación, sólo una larga preparación.
3. LA MIRADA ESTÉTICA
La Estética, los saberes difusos o estelares sobre la belleza, el arte y las manifestaciones
del mismo tienen su origen ya en el pensamiento de Platón y de Aristóteles. Las dos
categorías que son la Belleza y la Mímesis presiden su historia. La primera, junto a la
Verdad y la Bondad, fueron elevadas a la condición de una idea universal y hasta a una
propiedad objetiva de los seres. La segunda legitimó el arte occidental y encarnó el
modelo clasicista y los posteriores realismos.
El arte, en realidad, es una actividad y como tal produce objetos. Una obra de arte es
objeto para la teoría estética, es un producto, resultado de un determinado tipo de
actividad.
El hombre es quien promueve este oficio. ¿Por qué? Quizás por la gravidez que siente a
veces -poblado de ideas, movimientos y sonidos-, necesita alumbrar esa misma gravidez
que le rodea. Según Platón, sentirá una gran necesidad de hacerlo en la belleza. Según
Deleuze, uno trabaja en absoluta soledad, aunque poblada de encuentros. Para
encontrarlo no hay método, tan sólo se necesita una larga preparación para la acción
artística.
Si hablamos, por ejemplo, del arte de la danza, en ella lo que protagoniza la acción
artística es el cuerpo físico. Más adelante se pondrán dos ejemplos, dos historias
representativas del hacer artístico de la danza.
En su libro ‘Estética’ habla del proceso de formalización en una obra. Se trata de una
estructura estratificada. El autor dice que lo esencial se encuentra básicamente en las
capas del medio. Allí acontece la verdadera nutrición, el enriquecimiento del producto.
Se trata también del orden. Según Aristóteles, el orden y la perfección son por lo que se
caracteriza la naturaleza. Las causas material, formal, final y eficiente sirven para que se
dé la economía del cosmos en las producciones naturales y también en las artificiales.
La forma acabada de un organismo es la causa final de su desarrollo y lo que lo
provoca.
Pero en una situación alejada del equilibrio, en vez de comprobar una vuelta a la
situación inicial vemos una ampliación de las fluctuaciones, y ésta lleva a una situación
nueva que da lugar a una serie de posibilidades variadas. Esto lo ha empezado a
explorar la física actual. Pero hay que ir por partes. Primero debemos comprender algo
más sobre el movimiento.
4. QUÉ ES EL MOVIMIENTO Y POR QUÉ NOS MOVEMOS
El Movimiento (9.Bibl.)
Se trata de que las formas que corresponden a la naturaleza del móvil sean actualizadas.
Las formas determinan el cambio. Nada se mueve a sí mismo. Cuanto se mueve, se
mueve por otra cosa, pues no hay efecto sin causa. El movimiento exige el contacto
entre el móvil y el motor. En el movimiento intervienen factores cinemáticos y
dinámicos que lo provocan y lo obstaculizan.
Emprender la marcha quiere decir ponerse en movimiento. Nos vemos movidos por un
impulso, a veces por una sencilla idea de tamaño insignificante. Puede ser una frase de
apenas cinco o seis palabras, o puede tratarse de una única palabra, de una única
imagen. Será una idea sencilla, de tamaño de un átomo errante, que pasa durante largos
períodos de tiempo desapercibida porque nadie repara en ella, por falta de interés, por
desconocimiento de lo verdadero, por ausencia de una intuición que sirva de guía. Hasta
que llame la atención de un buen cazador. Un cazador marchante de ideas, que se atreve
a entrar en el mundo, donde las ideas sobreviven no en un estado latente y en espera, a
modo platónico –o, mejor dicho, según la interpretación que se le da a la teoría de las
ideas en Platón- sino en un mundo vivo de lo potencialmente visible, donde lo que
siempre está se hace visible para un buen observador.
Nos movemos para sentir la libertad. Bergson afirma que la libertad es el momento en
estado puro en el que se vive y siente el surgimiento del movimiento, la relación que le
sigue y la conciencia de la diferenciación. El hombre se convierte a la libertad
retornando a la duración real del yo profundo. Al ser obra del espíritu y de su libertad, la
duración es un hacer que hace que todo se haga.
‘Somos libres cuando nuestros actos emanan de nuestra personalidad entera, cuando la
expresan, cuando tienen con ella ese indefinible perentesco que encontramos a veces
entre la obra y el artista’.
Heráclito emplea un modo más poético para definir el cambio: ‘Todas las cosas se
mueven y nada está quieto’. Así nos traslada Platón a las ‘palabras que dijeron otros’.
Heráclito compara las cosas existentes con la corriente de un río. Insiste en que nadie se
puede sumergir dos veces en el mismo río.
Cada movimiento parte de una situación básica de quietud y, más tarde, vuelve a estar
en otra situación de quietud. Sin embargo, el término de quietud es relativo. La llamada
posición de quietud en un organismo no existe. No hay más que pensar en procesos
como la respiración o la actividad cardíaca. En este sentido lo explica Aristóteles,
destacando lo implícito en Platón: ‘Las cosas experimentan cambios invisibles
inadvertidos, incluso las que parecen ser estables. Algunos incluso afirman, (...) que
todas las cosas están en constante movimiento, aunque este hecho se escapa a nuestra
percepción sensorial’.
Según Platón, cada ser mortal desea la inmortalidad, existir eternamente. Del hombre,
desde su niñez hasta su muerte, se dice que es el mismo aunque no tenga el mismo pelo,
la misma carne, los mismos huesos, la sangre, el cuerpo entero... los pierde; el hombre
vuelve a surgir de nuevo una y otra vez. Igual pasa con el alma: actitud, carácter,
opiniones, deseos, alegrías, dolor, preocupaciones... nada permanece, unas cosas nacen,
otras desaparecen.
La misma imagen aducida por Heráclito, la del río, nos llega por parte de otros autores
doxógrafos. Plutarco lo poetiza así: ‘Aguas distintas fluyen sobre los que entran en los
mismos ríos’. Se esparce y se junta… se reúne y se separa... se acerca y se va. Este
pensamiento, que todavía no está al servicio de lo conceptual, traslada de una manera
más literaria lo observado, lo que se quiere transmitir después de haber sido ordenado.
Las ‘figuras’ dependen de destinos muy históricos. Las configuraciones están elevadas a
la idealidad que aparece. Esa idealidad une el estar separado de los tiempos y las
relaciones reales con la evidencia más concreta.
Hay una relación entre forma y materia; la materia informe no es ‘contenido’. El
‘contenido’ siempre consiste esencialmente en la forma. La comprobación de la relación
formal oculta en la relación del aparecer sólo puede darse descriptivamente a partir de la
estructura de estratos de la obra de arte.
El cambio sucede entre las cosas y dentro de ellas. Es un cambio de relaciones externas
e internas. El movimiento pertenece a la materia, es su característica más básica e
inseparable de ella. En el atomismo de Leukipo y Demócrito se entendía el movimiento
como un atributo objetivo de la materia mediante determinaciones, que le daban
carácter mecánico. Los átomos existen en el vacío. A éste le pertenece la quietud.
Movimiento y quietud existen objetivamente, independientes de sí.
Sin embargo, Heráclito insiste que ‘todas las cosas son una’. No es tanto la significación
‘lo mismo’, en tanto que ‘idénticos’ sino ‘no esencialmente distintos’. También
Aristóteles interpreta que la experiencia no es el conocimiento más o menos directo de
hechos singulares espacio-temporalmente sino la captación de algo universal común a la
superposición de sensaciones particulares. A raíz de la experiencia se elabora la teoría,
luego todo se desarrolla deductivamente.
Para Heráclito, hay una coherencia subyacente a las cosas y el hombre debe
comprenderla. Entendemos que para Heráclito es ‘logos’ lo relacionado con el
significado general de ‘medida’, ‘cálculo’ o ‘proporción’. La forma. En la danza serán
los gestos, esas simples formas visibles que están en medio de unas transformaciones
continuas que cesan o desaparecen finalmente, después de haber producido el
encadenamiento pertinente y completo. Se trata de un proceso coherente e irreversible.
¿Por qué buscar la coherencia? Doxógrafos como Sexto e Hipólito dicen que ‘Los
hombres se quedan sin comprender que el logos es así, como yo lo describo. Lo mismo
antes de haberlo oído que una vez que lo han oído. Pues aunque todas las cosas
acontecen según este logos, se parecen los hombres a gentes sin experiencia, incluso
cuando experimentan palabra y acciones tales cuales son las que explico, cuando
distingo cada cosa según su constitución y digo como es. Al resto de los hombres les
pasan desapercibidas cuantas cosas hacen despiertos del mismo modo que se olvidan de
lo que hacen cuando duermen’.
Por lo tanto, es necesario seguir lo común. Pero, aunque el logos es común, la mayoría
vive como si tuviera una inteligencia particular. A través de Hipólito sabemos que
Heráclito prefería las cosas que se pueden ver, oír y percibir. Pero advierte, como más
tarde hizo Demócrito, sobre la mera sensación y la interpretación inteligente de los
datos de los sentidos. ‘Malos testimonios son los ojos y las orejas para aquellos
hombres que no entienden su lenguaje’. Habla de las almas ‘bárbaras’, de aquellos que
no son capaces de entender el lenguaje de los sentidos o que no pueden interpretarlo
correctamente, sino que se dejan engañar por las manifestaciones superficiales.
Así, si es necesario seguir lo común es que hay algo que subyace. Sin verlo no dejamos
de percibirlo. Pero nuestras almas son bárbaras y, a veces, insisten ellas mismas en
permanecer en la condición de no percatarse. Hay almas incluso que tergiversan su
propia condición lamentándose de sus propias insistencias. Pero eso es otra historia. La
moraleja de este cuento sería otra. Se trataría de otro camino hecho al andar. En el Libro
‘Nacimiento del tiempo’ de Ilya Prigogine veremos que algo que nosotros llamamos
tiempo también puede ser considerado un nexo, un vínculo que une las cosas, los
hechos, nuestros recuerdos.
Debido a la unidad estética algo se convierte en una obra de arte. Crear una unidad
superior pertenece al arte. En oposición a lo dado, debe ser contemplada intuitivamente;
debe ser inventada auténticamente en la visión interior. Con cuánta facilidad nos
hacemos una imagen falsa sobre lo vivido, lo oído, lo intuido… de hecho es lo usual.
No lo es tanto en la orientación a lo esencial en la vida, pero en el arte requiere una
fuerza asombrosa. Y no es para menos, el arte nos pone como por arte magia otro
pedazo del mundo ante los ojos.
Cada par de opuestos forma una unidad y una pluralidad. Pares diferentes resultan estar
también interconexos. Las cosas en conjunto son todo y no todo idéntico y no idéntico,
armónico y no armónico, lo uno nace del todo y del uno nacen todas las cosas.
Volviendo con Hartmann a la forma estética ¿qué tipo de oposiciones se dan en ella? El
autor insiste en que entre la materia y la forma hay oposición. Cada arte posee su propia
materia y cada material permite tan sólo determinados tipos de formación. El material
se forma en temas y es diferente a la formación de la materia. El tratamiento de
determinados materiales no es posible en cualquier materia. Al lado de la belleza, en
relación al aparecer, se da otra belleza en el juego puro de la forma. En un solo producto
se da a la vez la formación del material y la formación de la materia.
En la vida los conflictos humanos se dan mezclados con mil cosas que nos desvían de
ellos. El autor de una obra de arte muestra los indicios concentrados, depurados. Con
ello orienta toda la fantasía que completa hacia una meta, lo hace intuitivamente.
La guerra (4.Bibl.)
La guerra en Heráclito. El fuego y la guerra, un elemento como el primer principio y
una actitud cohesionadora.
El autor cuyos pensamientos nos llegaron de forma fragmentada pone a la actitud bélica
como un factor común a todas las cosas. La justicia es discordia y todas las cosas
sobrevienen por la discordia y la necesidad. La guerra es una metáfora que emplea
Heráclito para expresar el dominio del cambio en el mundo. La mayoría de las claves
del cambio pueden resolverse en un cambio entre opuestos. La guerra que subyace a
todos los hechos es común, es universal y es la responsable de las condiciones
diferentes y opuestas de los hombres. Una tensión en una dirección origina
automáticamente otra equivalente en el sentido opuesto, de lo contrario el sistema se
deshace. El equilibrio total del cosmos sólo puede mantenerse si el cambio en una
dirección comporta otro equivalente en la dirección opuesta, si hay una incesante
discordia entre opuestos.
La vida
Todo lo vivido llega un día a nuestra memoria y tiene formas. Son imágenes, partículas
que forman el universo grabado en la memoria.
Así que nada está quieto. Si a algo llamamos quietud, es a algo relativo; es más bien un
estado de no quietud, que es formación y disipación continua. Es algo vivo. Cuánto
empeño y esfuerzo hay que emplear para quedarnos en un aparente estado de quietud.
Se trata de un ejercicio sumamente difícil. Jugar a las estatuas es un juego complicado.
Pierde quien primero se mueve. Ese juego es un capricho, una broma, una provocación.
No es fácil mantener ciertas apariencias. ¿Cómo llevar una máscara que representa la
‘nada’? ¿Se trata de una máscara que lleva el nombre de la ‘nada’ o se trata de una
máscara que no es tal? Estamos delante de una contradicción o, quizás, hablamos de un
sinsentido. Ya sabemos que de una contradicción puede resultar cualquier cosa.
Si nos movemos, percibimos esa tendencia, nos sabemos en movimiento y así sabemos
que estamos ahí.
6. HANNAH ARENDT. HEIDEGGER (11.Bibl.)
Aunque H. Arendt expresará la sospecha de que también Heidegger con su ‘La historia
del ser’ finalmente ha sucumbido a esta tentación, la de encontrar una auténtica lógica
detrás del enredo del tiempo.
Frente al ‘punto de vista de los hechos naturales’, prosigue Arendt, y de los procesos
automáticos que parecen determinar inequívocamente la marcha del mundo, la acción
ocupa una posición especial ‘como algo curioso o prodigioso’. Actuar significa poder
tomar la iniciativa, poner un inicio, un comienzo.
Vivir la vida en sociedad y poder tomar la iniciativa para comenzar un principio propio,
esta es la verdadera receta que podría funcionar. Sin embargo, el comienzo continuo,
una y otra vez, es la verdadera condición de la posibilidad de crear, para que los
hombres muestren lo que son y qué quieren hacer consigo y de sí. La libertad humana es
un comienzo continuo. En la acción se representan los hombres y así viven su libertad.
Sabernos en acción, en movimiento, es saber que estamos ahí. Así nos damos cuenta de
la existencia de las cosas, de lo que somos, de las acciones, de todo lo que compone el
tiempo vivido. Percibimos lo irreversible de la corriente histórica y no lo aceptamos. No
contentos con marchar, con fluir, queremos hacerlo contra la corriente, intentamos
volver una y otra vez, pero es imposible.
Prigogine sugiere que también fuera de los campos físico-químicos los procesos de
auto-regulación espontánea dependen de la irreversibilidad. En condiciones alejadas del
equilibrio, la materia tiene capacidad de percibir diferencias en el mundo exterior y de
reaccionar con grandes efectos a pequeñas fluctuaciones. Sugiere la posibilidad de una
analogía con los sistemas y con la historia.
Esto hace ver claramente que la actitud imitativa es un fenómeno fundamental en todos
los procesos naturales. Siempre nos acordaremos de lo que dijo Platón sobre el arte y el
arte como imitación, la mímesis.
¿Qué sería el arte sin la mímesis? También Hartmann en su ‘Estética’ repite lo ya
conocido: ‘la naturaleza es lo más perfecto. El hombre sólo puede imitarla. Lo mismo
en el mundo humano, conflictos, destinos, acciones reales, ningún autor puede
imaginarlos, sólo representar lo vivido’.
Desde el punto de vista de la ciencia hoy se produce una nueva alianza para vincular la
concepción estática de la naturaleza y la concepción dinámica, entre un universo
gravitacional, la concepción dinámica y el universo termodinámico. Ello implica una
drástica revisión del concepto de tiempo que en la ciencia actual ya no es solamente un
parámetro del movimiento sino que mide ‘evoluciones’ internas hacia un mundo en no-
equilibrio.
Aristóteles afirma que el tiempo es el estudio del movimiento en la perspectiva del antes
y del después. Pero si preguntamos por la procedencia de esta perspectiva, Aristóteles
podría respondernos que tal vez es el alma la que efectúa la operación.
Einstein afirmaba que el tiempo no está en la física, se trata de una mera ilusión. Sin
embargo, Prigogine considera que hoy estamos en un proceso de resistematización
conceptual de la física. Vemos cómo se forman estructuras, vemos cómo algunas
regiones del espacio se organizan gracias a la irreversibilidad. Fenómenos irreversibles
pueden dar perspectiva del antes y del después. El tiempo conduce al hombre no es al
revés. El hombre crea parte de esta corriente de irreversibilidad, que es uno de los
elementos esenciales, constitutivos del universo. El papel de la ciencia es encontrar
estos vínculos que unen al hombre con el universo y el tiempo es uno de ellos.
No sabemos si el mundo está lleno de dioses. Quizás el mundo está lleno de ríos
invisibles. Y nunca se trata del mismo río, ni el hombre es el mismo siempre cuando
entra y cuando sale del mismo río. Y que este río no es el de ayer, ni es el que será
mañana. Y que nosotros no podemos dejar de entrar de nuevo cada día en la corriente
que nos envuelve. Tampoco es importante cuántos ríos nos sumergen en cada momento,
sólo a veces sabemos que estamos ahí y que este hecho como cualquier otro se debe a la
existencia del todo. Tiene sentido hablar de la existencia de las partes sólo si éstas
conforman un todo.
¿Y por qué? Cuando estamos lejos del equilibrio las ecuaciones no son lineales. Hay
muchas propiedades posibles, muchos estados posibles, que son las distintas
‘estructuras disipativas’ accesibles. En cambio, si nos acercamos al equilibrio, la
situación es la contraria. Todo resulta lineal y no hay más que una solución. Ésta es una
concepción que tardó en cuajar. Ahora se ha añadido la sensibilidad a las condiciones
iniciales o el azar determinista.
La vida expresa mejor que cualquier otro fenómeno físico algunas leyes esenciales de la
naturaleza. La vida es el reino de lo no-lineal; la vida es el reino de la autonomía del
tiempo, es el reino de la multiplicidad de las estructuras.
La vida es el dar paso. Al hacer este simple ejercicio corporal nos enganchamos a una
dirección y la idea de andar nos pone en movimiento. El deseo, nuestra intención, nos
afirma en la decisión, seguimos. Si todo lo viéramos desde la perspectiva de un pájaro, a
veces nos ahorraríamos el esfuerzo o al contrario, nos convertiríamos en el ave más
veloz que existe. Al ver o adivinar qué nos espera o acecha en el camino no
necesitaríamos de actitud escéptica o idealista. Sin embargo, al no poder considerar de
antemano toda la multitud de posibles procesos sólo nos queda imaginar. Toda una
condición de posibilidad para crear.
El universo está formado por fotones, productos de ‘desecho’ que se van enfriando con
la dilatación del universo, y por barriones, que son objeto de no-equilibrio,
supervivientes de los primeros momentos del universo. El universo es el resultado de
una transformación irreversible y proviene de ‘otro’ estado físico.
Con los atractores fractales uno puede esperar comportamientos muy irregulares,
caóticos y continuas fluctuaciones. La menor perturbación proveniente del mundo
externo o de fluctuaciones internas puede hacer oscilar, por ejemplo, de un clima frío a
un clima cálido y viceversa.
El tiempo
Según Bergson, existen accidentes felices porque surgen hombres cuyos sentidos o
conciencia están menos adheridos a la vida. La naturaleza ha olvidado fijar su facultad
de percibir a su facultad de actuar. Éstos son creadores. Podemos serlo todos.
Distanciando la vida práctica de la memoria. La conciencia no queda absorbida por la
percepción de las cosas. Éstas no están en ella sino ‘hechos’ imbricados en la duración.
La duración es la memoria en sí, el pasado se presenta como continuamente presente,
como una ‘bola de nieve’.
Merleau Ponty critica a Bergson por no saber mostrar que hay un espacio vivido junto al
tiempo vivido y no oposición del tiempo al espacio. La concepción bergsoniana del
tiempo huye del espacio y se basa fundamentalmente en la memoria.
Evolucionismo no cientificista
La libertad que el élan vital inyecta en el universo material es indefinible. Decir qué es
implica ‘espacializarla’ mediante el lenguaje, transferirla al plano de los objetos físicos
en el que precisamente no hay libertad sino determinismo, porque ha desaparecido la
duración real, que es constitutiva de la conciencia.
Junto con la libertad, la voluntad prolonga nuestro ser gracias a ese impulso vital que
nos hace sentir que la vida encierra una parte de invención y que cualquier movimiento
posee cierta espontaneidad. Eso es la creación perpetua en la que consiste la realidad.
La vida no elige y no sigue una única línea de evolución. La unidad de las distintas
direcciones de ésta no obedece a una finalidad preestablecida, ya que la vida es creación
imprevisible. Su unidad no está al final sino al principio; ella es la que posibilita la
pluralidad de las líneas de evolución.
Él insiste en el impulso como algo original, un empuje interno que conduce a la vida
pasando por formas cada vez más complejas. La vida es un élan que se expresa en la
duración del universo.
Bergson y la metafísica
La vida espiritual va más allá del cuerpo limitado por su concepción instrumental del
mismo, del cerebro y de la materia a la que se reduce. El espíritu se sirve de ella cuando
la duración de la conciencia sintetiza los momentos de la materia para manifestarse por
acciones, que son la razón de ser de su unión con el cuerpo.
El filósofo distingue el cuerpo del espíritu en función del tiempo, no del espacio. El
cuerpo se afinca en el presente y el pasado en la memoria espiritual. Las almas
preexisten, lo hacen en la materia, desbordan el cuerpo, dan más de lo que tienen.
Reconocemos los objetos presentes por los movimientos. Al sujeto lo reconocemos por
las representaciones. Pasamos por grados insensibles de recuerdos dispuestos a lo largo
del tiempo y por movimientos, que dibujan la acción de los mismos, ya sea ésta naciente
o posible, en el espacio.
Recuerdos voluntarios
El pasado puro que existe en sí conserva la totalidad de todas las memorias en una sola
conciencia virtual. Sólo la percepción actual es presente, todo lo demás, incluso el
cuerpo, es memoria, conciencia y duración.
Proust no parece de acuerdo. Actuamos, hacemos uso de algo del pasado, ignoramos
gran parte de esa dimensión de nosotros mismos, que también constituye la esencia de
nuestro tiempo. El pasado que se vive no lo encontramos ni en el presente ni en el
futuro sino unido a la reviviscencia emocional que produjeron determinadas sensaciones
y que sólo vuelve como un recuerdo involuntario. Este recuerdo involuntario es el
acceso al pasado tal como es en sí, no como un recuerdo del que no podemos
acordarnos.
Proust desea aprehender la esencia del tiempo. Este pasado es difícilmente pensable
desde la perspectiva bergsoniana, oscila entre la duración y la acción, y si lo
entendemos de modo absoluto acaba identificándose con el presente.
Inteligencia
Crea de nuevo sin cesar a la materia y a la memoria, y las reúne. Lo vivo goza de
inteligencia y aprovecha la experiencia pasada.
Establece relaciones entre las cosas con vistas a la utilidad. Instaura conceptos
abstractos sin captar la unidad de lo real.
Intuición
Dialéctica
La inteligencia actúa y nos guía en el seno de un flujo del que proviene nuestra fuerza
para vivir y actuar. Si se da una ruptura entre inteligencia y realidad, ésta no es
irreparable.
Antes de filosofar vivimos, ignoramos todo lo que no tiene que ver con la acción.
Nuestro interés práctico define nuestro cerebro, que sólo acepta los recuerdos que
pueden ser útiles. Los otros se quedan en el subsuelo de la conciencia. La intuición en
Bergson es un método, permanece en la duración moviente. Con ella superamos la
visión superficial y accedemos a la profundidad, a otra dimensión.
¿Por qué hay algo en lugar de nada? La existencia no es susceptible de una definición
lógica. Hay que vivirla desde la libre elección. La imagen de la nada no ha sido nunca
formada por el pensamiento.
¿Quizás la nada sea una idea? Sin el sujeto no existiría la palabra ‘nada’. Como
supresión de ‘todo’, es una idea destructiva de sí misma. El recuerdo es virtual, no es
algo que existe en la idea sino algo que se conserva en estado latente en el inconsciente.
La nada no es absoluta, igual que toda negación, es parcial. Es una afirmación de
segundo grado, una aserción de otra afirmación.
No hay oposición entre el ser y la nada. El movimiento lo invade todo, impide que el ser
permanezca tal y como es, que siempre lleve en sí una especie de bosquejo virtual del
devenir. El ser está afectado de negatividad, pero ésta es afrontada con el esfuerzo que
lleva trascenderla.
La sociedad es un hábito
Cada uno de estos hábitos de obedecer ejerce una presión sobre nuestra voluntad.
Aunque el hábito se adquiere con parecida intensidad y regularidad que un instinto,
difiere de éste en que no nos determina completamente a actuar sino que deja margen
para cierta elección y acomodación a las contingencias.
9. SEGUNDA MIRADA DESDE LA ESTÉTICA. CUESTIONES DE
PERSPECTIVA (3.Bibl.)
Hartmann
Toda conducta humana delata algo en su interior, lo quiera el hombre o no. Lo decisivo
es que el corte elegido delate en su conducta justo aquello que ha de mostrarse. La
delación es idéntica a la relación del aparecer.
Esto recuerda a Aristóteles cuando dice que el hombre, a través de la acción, hace de sí
lo que es. Pero Hartmann habla de la conducta en el hacer del ámbito artístico.
Así es como aparece, así se forma lo que llamamos un producto de arte, un objeto
artístico. Así es como transcurre una interpretación, una acción artística.
Siguiendo con las divisiones, hay que nombrar dos tradiciones, porque las obras
contemporáneas de arte se inspiran en dos culturas, dos mundos. Son las ciencias
humanísticas, las letras, y las ciencias llamadas exactas.
Parece claro que la actitud creativa del hacer artístico es obra de un individuo, pero no
como un elemento aislado sino perteneciente a la sociedad.
El hijo, al construirse una casa, la quiere como la que tenía su padre, tal como la conoce
desde su niñez, y la siente como algo apropiado y adecuado.
Esta sensibilidad es decisiva a la hora de valorar los gustos. Éstos, al igual que el
carácter de las obras de arte, son algo adquirido y procesado a lo largo de la vida en
común. Los gustos son producto de la misma sensibilidad, sin mezclarlos con las
necesidades de la búsqueda de la belleza y el bien particulares a modo teleológico de
Aristóteles. Los gustos expresan algo de carácter y del modo de ser del hombre dentro
de la comunidad. El hombre no conoce otra cosa y si la conoce y quiere imitarla, se
desorienta y equivoca fácilmente.
También al estudiar una obra de arte nuestro análisis apelará a la visión viva, estética,
del observador. Hartmann dice que hay que ponerse frente al luchador y preguntarse qué
detalles dejan aparecer esa tensión de la lucha vital. Existe algo así como un derecho a
la riqueza del detalle y eso siempre se mantiene.
No hay otro arte tan representativo para reflejar el flujo de la vida como la música. La
vida musical está emparentada con la vida anímica en el punto en que ambas se
extienden temporalmente. Consisten en fluir en un continuo tránsito, en el movimiento.
Ambas se encuentran en el contrajuego de tensión y distensión, excitación y alivio. La
música, animada, se opone en ese sentido a las artes plásticas.
Aunque hablaremos pronto de la belleza y dónde hay que buscarla en una obra de arte,
primero hay que hacer un pequeño alto en Platón. Éste, a través de Pausanías, habla de
los valores y dice que éstos no se encuentran en las cosas sino que son dados a las cosas.
Esto significa que el hombre puede satisfacer cualquier deseo y pasión, intentando
regular tal satisfacción de la manera más oportuna.
La manera de obrar nos enseña la peculiaridad moral y el carácter del hombre hasta lo
anímicamente preformado, lo que permanece en su esencia.
La teoría de estratos de Hartmann trata de lo que revela el ethos del hombre, el mérito y
la culpa, la responsabilidad y la conciencia. En él se abre la profundidad de los
conflictos, que estriba siempre en el sentido conflictivo entre valores, en el sentido
moral. Se mezclan fatalmente la falta de libertad y la no libertad. Hay una presión
resultante para la libre decisión.
Belleza
Pero el principio del sentido de la forma reside en la bellaza ‘geométrica’. La razón por
la que dichas figuras son bellas no reside en finezas metafísicas o psicológicas sino en
relaciones sencillas y primitivas. Las aclaraciones psicológicas retraen el fenómeno de
lo bello y de la alegría que proporciona a relaciones extra estéticas.
La curva que traza una piedra al ser lanzada es algo bello. Experimentamos
intuitivamente el equilibrio entre la fuerza del lanzamiento y la fuerza de gravitación.
Antes de conocer sobre líneas aerodinámicas, el hombre intuía la ley interna de esta
forma.
Desde la estética se considera que existen dos clases de belleza: lo bello que aparece
y lo bello formal. Entre ellos no existe una oposición abismal. Se dan en una gran línea
de gradación. Lo continuo va desde el efecto estético más plano hasta el más profundo.
Hay un predominio de la relación del aparecer o del juego de formas.
La belleza descansa en el estrato más profundo. Uno tras otro se dejan aparecer en la
serie de estratos mismos, en su diferencia, su multiplicidad, sus detalles. La riqueza y la
multiplicidad de los detalles en el estrato particular y su unidad crean el valor estético.
No lo hace la belleza formal en él. Elegimos u omitimos el material, lo sacamos del
contexto real.
Lo feo puede estar contenido en lo bello. La formación de cada estrato individual, en sí,
no tiene por qué ser bella. En las artes, la aparición de lo feo en ciertos estratos
intermedios puede tener un efecto aumentador, profundizador y engrandecedor de la
belleza de toda la obra. En todo contenido subyace un fenómeno de contraste. La
fealdad puesta junto a lo bello hace que este último destaque. Los estratos del
movimiento y de la música, la acción y la situación pueden contener mucho de lo feo,
aun el estrato de la formación de caracteres. Esto no impide que surja una belleza de
trasfondo.
Existe una regla que dice que lo moralmente no bello obra también como lo no bello
estéticamente. Son la irreverencia, la debilidad, el desorden, la inconsideración, el burdo
egoísmo.
Es así como el amante logra ver a un ser humano. La mirada amorosa tiene la
compenetración sentimental interior con el objeto del amor. El escritor hace lo mismo.
El supuesto es un cierto amor por el objeto, un penetrar, una entrega, pero sin el acento
personal, sin la puesta real por la persona que exige el verdadero amor.
La exigencia de lo bello
Originalmente la tarea del arte era divertir. Pero en ciertas circunstancias la verdad
sobre la vida humana puede ser ingrata, hasta opresiva y atormentadora, puede herir
nuestro placer de vivir.
Existe la exigencia de lo bello. Ésta se opone a la tendencia hacia la verdad, hacia
ciertas exigencias axiológicas contrarias, como pueden ser determinadas tendencias
políticas, intereses y circunstancias sociales, trastornos en la conciencia de los valores.
Objetivación
Algo que existe no objetivamente en nosotros se nos hace apreciable sólo por la
formación y la objetivación. La formación libremente inventada hace apreciable ese
flujo y oleaje de la vida anímica, que no es apreciable de ninguna otra manera, sus
emociones más delicadas y leves, su vacilar y padecer, su fuerza y su lucha, sus ímpetus
y rendición.
Arte es poiesis
El arte es creación, es obra del espíritu. De esta actividad nace un producto artístico que
va a ser algo que la naturaleza y la vida no conocen, música, arquitectura,
ornamentación...
La acción del artista frente a las formas naturales bellas es el descubrirlas por primera
vez. Lo mayor, lo primordial es aprender a ver, a descubrir, a aprender a intuirlo
detenida y amorosamente. Un pintor descubre paisajes, un retratista aprende a ver
rostros, el escritor crea caracteres y destinos, crea la dinámica del cuerpo.
En Schelling vemos la idea de que la obra no nata del artista es su destino. La obra
nacida sólo produce la impresión de la grandeza meditada, callada. Pero no podemos
penetrar en el secreto del hallazgo de la forma. Eso son los misterios del acto creador
del artista. El deseo del artista sólo adquiere figura en la obra misma.
El azar, la física cuántica, lo introduce como factor a tener en cuenta para la ciencia. En
el arte se cuenta con él. Los incentivos como la materia, el tema, no aclaran por qué se
apodera el artista de lo que le sale al encuentro y en lo que reconoce su idoneidad. De
modo oscuro el telos preexiste y el incentivo ‘le sale al encuentro’. El azar es lo que no
tiene una meta, lo opuesto al telos, lo indeterminado. Lo que se debe al azar es lo
ónticamente necesario.
El estilo representa al carácter o esquema formal y se configura por toda una época.
Reina en ella, fija cierto carril particular, local, de una generación, de un maestro. El
estilo es el aspecto formal del ‘gusto’ estético. Cambia con éste. Surge y desaparece.
Los individuos artísticos, los que logran el cambio con su obra, abarcan el todo. El
estilo artístico es un límite del libre hallazgo de formas o de la fantasía configuradora y
juguetona. Él mismo es ya una forma encontrada y acuñada. Es un tipo de formación.
Existe algo como intención o efecto pedagógico, político y religioso en el arte, y esta
intención pertenece a la educación estética. Es el lugar donde tiene un papel la
configuración estética ideal.
Necesidad y unidad
Cada tipo de arte tiene su propio tipo de necesidad. Ésta, como la verdad inmanente, es
interna y tiene su ley; es la que expresa la conformidad de toda la construcción. Con
algunos miembros dados, el resto quedan determinados y no pueden surgir casualmente.
Libertad
Realismo
La grandeza de una obra se mide en función del grado de realismo. Siempre intentamos
mitigar la verdad vital pesada. También para la obra existe un requerimiento de
superación. Es lo feo y repugnante lo que debe acoger y superar una forma superior.
Todo el sistema requerido puede resumirse en tres verbos: ‘levantar’ (todavía es
negativo), ‘conservar’, termino aportado por Hegel, y ‘ser elevado por encima de sí’,
como una especie de síntesis.
El artista eleva algo visto en forma realista hacia el lugar que él mismo ha visto
previamente en la idea. Puede ser un ideal ético o religioso. La situación y la forma en
la que se presenta ante el individuo que actúa. Cuanto mayor sea la oposición, mayor
será la oportunidad de encontrar la solución significativa.
Teniendo ante los ojos el abismo de la miseria humana vemos lo pequeño y cotidiano, el
padecer y el esfuerzo humano, lo grande y lo ideal. El brillo de lo bello, lo grande y lo
significativo humano destaca más claramente en las oscuras profundidades.
Se trata de una forma interna que funciona desde dentro hacia fuera. Esta formación
hace que el contenido, la materia formada, sea vitalmente verosímil o inverosímil. Ella
puede ser realista o embellecedora.
La calidad, junto con la verdad, están en los contenidos esenciales. Las situaciones y
escenas se extienden desde el enraizamiento de la verdad esencial.
Antes de la moral y del decoro las reglas contenían menos verdad vital. Hoy se ha
producido un aumento de la capacidad del lector para soportar lo real y la obra tiene
mayor capacidad para soportar la verdad vital. El arte sintetiza el máximo posible de
verdad vital recogido de forma necesaria para que aparezcan los aspectos sensibles y
profundos. Todo ello sin hacer estallar la forma.
La verdad vital y la esencial en la pintura. En la vital, el realismo está limitado. Se elige
lo que se queda fuera. Se da lo que el artista considera y no todo lo que apresa el ojo. La
manera de ver determina, se debe al momento esencial interno dentro del objeto
representado y a la correspondencia de la presentación con él.
El cuerpo se mueve entre otros cuerpos materiales. Instituido como centro, reacciona de
modo apropiado a estos cuerpos separados. El cuerpo perceptor está en movimiento
progresivo desde el pasado al presente y es transformado en un comportamiento.
Los cuerpos
‘Del mismo modo que las herramientas y los miembros del cuerpo son para algo, para
alguna acción, el cuerpo en su conjunto ha de ser obviamente por razón de alguna
acción compleja. De alguna manera el cuerpo es para el alma y cada una de sus partes
es para alguna función subordinada a la que se adapta. Según su funcionalidad, es útil
para nosotros agrupar los rasgos comunes.
Los cuerpos vivos son excitados. Elaboran y eligen sus reacciones sin tenerlo previsto.
Todo lo vivido y experimentado les inspira, y aparecen en el recuerdo situaciones
análogas. Lo seleccionado son imágenes, no son ideas, ni cosas. Dónde si no en los
recuerdos rebuscaríamos entre las sensaciones pasadas, allí perviven y se actualizan con
la percepción. Hay un lugar donde el pasado vive en el presente y es la materia. La
necesidad lo determina así. Si indagamos cómo se ha depositado allí será justo el modo
de dar con él.
Ya hemos dicho que el cuerpo es un medio. Recobra datos hace aflorar los recuerdos
sobre todo lo vivido. Todo se conserva en la memoria. ¿Y los sueños? Ese es en
apariencia un mundo más libre. Recordando materializamos todo lo que el cerebro
reactiva del pasado. La memoria bergsoniana es el devenir espiritual porque conserva y
recrea. El recuerdo se posa en la materia, que es el cuerpo que actúa.
El cerebro
Es el que conserva lo útil. Rechaza casi todo el pasado inconsciente. Así lo rechazado se
esconde, permanece oculto, inhibido. La necesidad de la acción presente es la que priva.
La personalidad imprime la forma a las acciones que se servirán del pasado hecho
materia, aunque sólo el ahora permite realizar una acción. Para ello el cuerpo utiliza el
equilibrio sensorio-motor. Pero ese equilibrio no fija un estado como es el sueño.
Sentir y moverse tiene que ver con el presente. La sensación se prolonga en la acción.
Mi presente es sensorio-motor porque soy consciente de que tengo cuerpo. Cuando algo
atrae mi interés eso me incita a actuar. La posibilidad se refleja en la percepción.
Nuestro cuerpo puede actuar sobre los otros. Esta potencia readapta el sistema de
imágenes. El cuerpo escoge los movimientos y los transmite a los mecanismos motores,
que le permitirán actuar sobre los objetos.
El sueño está formado también por elementos del pasado. El pasado en sí es impotente,
pero tiene cierta eficacia en el presente sin determinarlo completamente. Existe algo
como la completa supervivencia del pasado. La conciencia se encuentra en un estado de
alerta; el relajamiento se produce cuando se separa de la acción presente.
Los acontecimientos se desarrollan según un orden real y así los vivimos en los sueños.
Las imágenes-recuerdo tienen existencia virtual y nos traen el pasado en sí y el recuerdo
puro. Están dentro de la percepción a la que completan e interpretan. La memoria no
está contaminada por imágenes. La memoria contemplativa, que recuerda las
diferencias, y la memoria motora, que es la perceptora de los parecidos, se penetran
íntimamente. La idea general aparece cuando confluyen las dos.
La acción nace en el cerebro y es impulsada por la memoria. Los recuerdos se
convierten en motores, prolongan una percepción actual y retoman percepciones
pasadas para reconocerlas con vistas al futuro.
Cuando bailamos, ¿lo hace nuestro cuerpo o nuestra mente? Existe un estudio científico
de los investigadores de la University College London (UCL) sobre la existencia de un
‘sistema espejo’ en nuestro cerebro. Debemos preguntarnos sobre la importancia de este
hallazgo, ya que este trabajo demuestra la existencia de los genes de la danza.
Por ejemplo, en el caso de una lesión, los bailarines pueden continuar entrenando
mentalmente. En realidad, el análisis científico afirma que existen dos genes: uno
contribuye a la experiencia espiritual y otro modula nuestra capacidad de comunicación
social. Ambos son genes vinculados al aspecto emocional del baile.
De estos estudios científicos se desprende que junto a las otras inteligencias existe una
inteligencia corporal o cinestésica, que puede definirse como la habilidad para controlar
los propios movimientos corporales y manipular los objetos.
Según Howard Gardner, es el tipo de inteligencia que está detrás de la capacidad del
bailarín para ‘ver y hacer’, transformando una imagen visual dinámica o ciertas órdenes
sonoras en una acción física.
También se han encontrado relaciones del baile con las matemáticas. Existen
coreografías basadas en las matemáticas del caos. En la década de los noventa un
estudiante de Ingeniería en Massachussets utilizó las matemáticas del caos para
componer música de piano. Recientemente también se utilizó este experimento en la
danza. Dos científicos norteamericanos han creado recientemente varias secuencias de
movimiento basadas en el caos, partiendo de piezas clásicas. Este experimento se hizo
para motivar a los estudiantes en su aprendizaje sobre las matemáticas del cuerpo
rígido y del caos.
El autor afirma sobre su obra que ha buscado ‘el momento en el que los sueños invaden
nuestras vidas o cuando nuestras vidas invaden nuestros sueños’.
Hartmann hace referencia también a la cercanía del arte a la vida. Para él, las artes
figurativas deben buscar la cercanía concreta a la vida, ya que de otro modo parecerían
falsas. La cercanía a la vida sólo puede lograrse aceptando lo feo en lo material. Cierto
realismo obra como riqueza y plenitud, indiferente de su belleza o no belleza. Sólo se
trata de meterlo en el marco dispuesto. (3.Bibl.)
Entremos ahora en el escenario del cuadro ‘El jardín de las delicias’. Este va a ser el
marco del transcurrir. Esta obra de El Bosco nos da ciertas respuestas para comprender
mejor el alcance argumental de la pieza de ballet a la que nos referimos.
Kyliàn se inspiró en la tabla central. Como él mismo dijo buscaba ahí el momento en el
que el sueño invade nuestras vidas y nuestras vidas invaden nuestros sueños.
¿El sueño puede ser la vida o la vida es sólo un sueño? Existe una relación de
reciprocidad. El cuadro ofrece a la izquierda unas imágenes aparentemente
tranquilizadoras. A la derecha están las pesadillas. En medio, todo lo que puede ocurrir
realmente y que también ocurre. Es una cuestión geométrica, de ingeniería útil y
necesaria.
Ciertos detalles nos llevan a interpretar que el idílico escenario del Jardín del Edén se ve
truncado por la irrupción de varios signos de hostigamiento. El demonio está escondido
entre los estanques y las rocas, que es la guarida, según Bosco, de los espíritus
malignos. Los extraños contornos indican una posible perturbación de la pacífica
convivencia.
Hay una obsesión por presentar a los animales y a las personas en posiciones invertidas.
Uno de los personajes aparece con la cabeza y el torso sumergidos en el agua mientras
que abre las piernas en forma de Y. Existen otras imágenes que desafían a la gravedad.
Todas las escenas muestran que nos encontramos en un falso paraíso en el que todo lo
que en él se representa no es lo que parece. Muchas de estas figuras son las que utiliza
Kyliàn en su composición. La interpretación tiene mucho que ver con la que se le da al
cuadro del pintor holandés.
Tampoco hay una presencia del tiempo. Éste sería el paraíso ideal, en el que Eva no
pecaría aunque no hubiese seguido las órdenes de Dios. Lo desnudo no sentiría rubor
alguno.
A pesar de la época en la que está creada la obra las preocupaciones y los deseos de los
humanos no pierden parecido. El marco histórico cambia, el hombre es y no es el
mismo.
¿Y la música? Su elección la ilumina la tercera parte del tríptico con sus oscuros tonos.
En él, el infierno se vincula a lo musical. No está claro por qué ha asociado El Bosco la
música con el pecado. Describe un mundo onírico, demoníaco, opresivo, de
innumerables tormentos. Todo transcurre en la sombra. La atmósfera resulta totalmente
demoníaca.
La música deja resonar los misterios del alma. En los estratos se despliega la riqueza de
las formas, que son lo que ayuda a la composición de la unidad musical. Es un puro
juego con la forma y experimentado como tal. (3.Bibl.)
El interés por su obra crece después de la II Guerra Mundial. Según algunos estudiosos
su obra adquiere ‘un santo, una aura visionaria’. Sus composiciones en la madurez, en
las que utiliza la técnica dodecafónica schoenbergiana, tienen una claridad textual y una
frialdad emocional. Toda su obra influyó en posteriores compositores.
Los serialistas, fascinados por su obra, destacan no tanto su contenido audible sino más
bien la transparencia de sus resultados. Señalan su claridad analítica. Las texturas de su
música son muy espartanas. En ellas cada nota puede escucharse con claridad, con unos
timbres cuidadosamente elegidos, unas instrucciones muy precisas a los ejecutantes, un
gran uso de las técnicas, amplias líneas melódicas, con saltos de más de una octava y
con notable brevedad.
En su técnica recurre a las filas de tono para aprovechar las simetrías internas. Por
ejemplo, una serie dodecafónica puede ser divisible en cuatro grupos de tres
lanzamientos que son variaciones tales como inversiones y retrógrados, de uno al otro,
creando así la invariancia. Esto da a la obra una unidad de motivo aunque, a menudo,
oscurecida por la fragmentación de las líneas melódicas. Esta fragmentación se produce
a través del desplazamiento de la octava y moviendo la línea rápidamente de un
instrumento a otro, en una técnica conocida como ‘Klangfarbenmelodie’.
Aristóteles considera que ‘Incurren en un error los que afirman que las ciencias
matemáticas no dicen nada acerca de lo bello ni del bien’. Es una afirmación que
aparece en la ‘Academia’. Platón insiste en que las matemáticas hablan del bien y de lo
bello para darlos a conocer en grado sumo. Es cierto que no los nombra explícitamente,
pero indican sus efectos y sus razones, y así no puede decirse que no hablen de ellos.
Las formas supremas de lo bello son el orden, la simetría y lo definido. Las matemáticas
resaltan estas formas más que cualquier otra ciencia. Estos atributos los percibimos
claramente en la disposición estética de la obra de Kyliàn.
El orden, lo definido y su justa medida son aquello que revelan las diversas ciencias,
abriendo así el horizonte del Bien y de lo Bello en el sentido más amplio, como
estructura básica de la realidad en todos sus aspectos.
Así se comprende el motivo de que Platón, en su obra ‘La República’, imponga a las
matemáticas y a las ciencias vinculadas a ella como vía de acceso a la dialéctica. Lo
hace por su unidad en la búsqueda de lo Bello y del Bien. Por eso a la entrada de la
Academia se puede leer: ‘No entre quién no sepa de geometría’.
Qué sería de la música sin las matemáticas. El sonido y las matemáticas logran juntos
una primera síntesis entre el arte y las ciencias. Fue el primer caso de la aplicación de
las ciencias para ordenar una manifestación fisiológica. Orden y medida ayudan a
generar la belleza. Así lo expresa Platón a través de Erixímaco, cuando éste habla sobre
eros y música: ‘El acuerdo entre sonidos antes discordantes, al igual que lo procura la
medicina, lo proporciona la música, infundiendo eros y concordancia recíproca’.
(4.Bibl.)
Pero, ¿qué hay en nuestra conciencia? Dentro de ella hay deseos. Surgen en nosotros
reaccionando a lo percibido. El proceso de cualquier formación va desde dentro hacia
fuera. Existen muchas clases de requerimientos. Ahí fuera hay algo que tira de nosotros.
Cuando nace el deseo es imposible no hablar de la belleza. Según Platón, ésta existe en
los cuerpos, en las almas, en las normas de conducta, en las leyes, en las ciencias, para
luego llegar a la cumbre de la visión de la belleza absoluta.
Las figuras y los movimientos de cambio de estado que utiliza Kyliàn son bellas, son
estéticamente satisfactorias según el canon universal elaborado acorde al valor de la
belleza.
El deseo, pues, sería la motivación. En Fedro, Platón dice lo siguiente: ‘La motivación
se busca en el efecto’. Al hacer algo deshonroso y ser visto por alguien amado, el
hombre experimenta mucho más dolor. Eros sería quien infunde en los hombres lo que
puede hacerlos vivir bellamente.
Fedro considera que a través de los ojos pudo, por su naturaleza, llegar hasta el alma.
Tras haberla alcanzado y haberla requerido ‘irriga los conductos de las plumas y las
hace renacer y llena a su vez de amor el alma del amado’. El amado ama, pero no sabe
qué. Ni sabe qué le sucede, ni puede explicarlo. Pero al igual que quien se ha contagiado
de otro de una enfermedad ocular no acierta a explicar su causa, él se ve a sí mismo en
el amante como en un espejo, aunque no lo sabe. Cuando el amante está presente, se le
acaban sus sufrimientos de la misma manera que a aquél. Cuando está ausente, también
del mismo modo que aquél desea y es deseado, pues tiene en sí una imagen de Eros,
aunque es sólo un reflejo del Eros. No lo llama, ni lo considera Eros, sino amistad.
El eros sexual es sólo el primer peldaño de la escalera del amor entendido como puro
estímulo de la belleza física. Vemos que Eros filosófico conduce muy por encima de los
sentidos y de lo sensible hasta la unión con la belleza absoluta.
Según Bergson hay que hablar de la libertad porque ella es la que piensa en nosotros.
Sin libertad no podemos crear. La creación es invención, es sinónimo de la
intelectualidad que coexiste con los instintos. Lo psíquico, sin ser sustancia, se adapta a
la materia, la atraviesa. La inteligencia conoce las formas y en ella se suceden imágenes
instantáneas, inmóviles, aprendidas. Para ella el tiempo no es una variable
independiente sino partes distintas yuxtapuestas, consideradas cuantitativamente por
analogía con el espacio.
El movimiento es una serie de posiciones y el cambio una serie de estados, mientras que
la conciencia humana es, sobre todo, inteligencia. La intuición es la que sigue la
dirección de la vida, pero la inteligencia va en sentido inverso porque está regulada por
el movimiento de la materia. Una humanidad perfecta debería desarrollar ambas formas
de actividad consciente. La conquista de la materia lo impide porque exige la
especialización de la inteligencia y porque la conciencia debe adaptarse a los hábitos
materiales.
Antes y después de Sócrates hablaríamos del alma, refiriéndonos tanto a lo que está en
la conciencia como a lo que está en el subconsciente. En los fragmentos oraculares de
Heráclito leemos que ‘el alma es una centella de la sustancia esencial de las estrellas’,
en ellas se concentra el éter. Tanto la vigilia como el sueño están en relación con el
grado de ignición del alma. Durante el sueño el alma está parcialmente separada del
mundo y su actividad disminuye.
Sin embargo, al ser el alma una araña, lo es por dirigirse con rapidez a cualquier parte
de su tela dañada. El hombre enciende por la noche una luz cuando no puede ver.
Cuando duerme está en contacto con lo que está muerto y, despierto, con el que
duerme. Esta bonita metáfora confirma la antigüedad de la creencia en el poder
reparador de lo psíquico en el hombre. Incluso cuando el hombre duerme nada se para,
todo sigue su curso, pero de otro modo.
P. Valéry dice que ‘el cerebro es la inestabilidad misma’. Si el pararse durante la noche,
durmiendo y soñando, quiere decir que es el turno de quietud que sustituye a la
actividad diurna. Es entonces un estadio de quietud aparente. En nuestro subconsciente
hay actividad. Cada percepción se convierte en un valioso material que será ordenado y
estructurado. La mente seguirá procesando los argumentos de sus deseos. El hombre
sueña con sus sueños. Cuando dormimos, seguimos vivos. En el transcurrir del día, en
nuestra fase activa, el tiempo está destinado a la búsqueda, a un pleno y nuevo proceso
irreversible. Así nos encontramos con fuerzas que el deseo requiere para su
cumplimiento, para cumplir lo deseado, lo abstraído en los sueños, mientras nuestro
cuerpo descansaba. En los sueños está lo todavía no emergido, no revelado para nuestra
conciencia.
¿Qué caracteriza al ser humano? Es aquello que pretende elevar. Es lo que Nietzsche
llama ‘la voluntad del poder’. Es la lucha de la que habló Heráclito. El hombre sueña y
desea, retiene lo memorizado, recuerda. Pitágoras, según los doxógrafos, dijo que el
hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos. El temor, lo negativo,
acompaña una fase de nuestro tiempo que nos alarma sobre algo que necesitamos
superar, para avanzar.
Si finalmente el saber es recordar fue así desde el principio. Las primeras reflexiones
que nos han llegado eran una especie de híbrido. El empeño es una mezcla entre la
búsqueda de la certeza por observar lo dado y necesario, y un modo poético, una forma
creativa para expresarlo. En cualquiera de los razonamientos de Heráclito encontramos
una visión poética de lo que percibía.
Heráclito cree que la divina razón, el logos, es inhalado mediante la respiración. Nos
hacemos inteligentes y nos olvidamos mientras dormimos, pero recuperamos de nuevo
nuestros sentidos al despertar. Pues al estar cerrados durante el sueño los canales de la
percepción, nuestra mente, se separan de su parentesco con lo circundante, conservando
su única vinculación a través de la respiración como si fuera una especie de raíz. Por
esta causa pierde la capacidad de memoria que antes tenía. Durante la vigilia se asoma
de nuevo a través de sus canales perceptivos como si fueran ventanas y tomando
contacto con lo circundante se reviste de su poder de razón. (4.Bibl.)
Desde que nacemos desarrollamos las habilidades motrices para conocer aquello que
nos rodea. Inicialmente nos confiamos a los reflejos y, más adelante, a la combinatoria
de las capacidades sensoriales y emocionales. Aparecen los primeros conocimientos y
surge la preparación para luego poder pensar con imágenes y conceptos.
Justo a ello es el carácter lo que está en el fondo y siempre emerge de nuevo, y nos
impulsa. La capacidad del arte, según Hartmann, es el percibir y aparecer de la esencia
moral de la personalidad en su peculiaridad e idealidad, su carácter inteligible a la vez.
Todo hombre tiene momentos felices en los que aparece su idea individual. El artista
apresa uno de estos momentos y lo retiene. Algo humano general que todo el que lo ve
experimenta en sí mismo. Es lo simbólico lo que da a las figuras individuales, a lo
especial de sus vidas y sus destinos, el peso verdadero. Las grandes obras de arte
obtienen justo de este último estrato profundo su grandeza y su significación
permanente. Esto es comprensible, porque es lo general, lo que habla siempre a los
hombres de todas las épocas. Esto es el dejar aparecer. Se nombra en su reconocimiento.
Es lo significativo, la idea, el sentido profundo. (3.Bibl.)
El artista en su actividad, en cada estrato del contenido de una obra que aparece, debe
determinar en cada caso el otro. El estrato del trasfondo determina. Hay una gran
variación en los estratos. Lo externo está determinado por lo interno. Esta
determinación pasa por todos los estratos hasta tomar forma perceptible en el primer
plano.
Heráclito insiste que en la vigilia es la razón la que guía al hombre. Entonces, ¿de qué
materia están hechos los sueños? Están hechos de imágenes, están llenos de actividad o,
simplemente, los entendemos así. El mismo Heráclito critica en otra parte de su obra a
las almas bárbaras que no entienden el lenguaje de los sentidos. Esto significa que en un
estado de vigilia, con plena capacidad de percepción, todo depende de nuestro modo de
interpretar lo percibido. En ese sentido, la facultad creativa se encuentra en todo hombre
y es parte de todos los procesos cognitivos. Mientras dormimos estamos físicamente en
modo del funcionamiento restringido, pero la actividad sigue.
Quizás, como dice el presocrático, estamos en contacto con los muertos. Se trata de otra
pluralidad de procesos, posibilidades que nos atraviesan y que experimentamos
necesariamente. Un episodio, un sueño soñado mientras dormimos, es una reacción, una
interpretación, una creación. El mundo de los sueños no deja de ser un mundo de ideas,
otro lugar donde las ideas viven su vida. Se trata de un lugar en el que acontecen, en el
que se desarrollan múltiples procesos irreversibles. Emerge y desaparece una y otra vez,
cada noche con y para nosotros.
Un deseo nace y es lo que nos mueve. Ése es el motor, pero si él mismo nace, él mismo
es movimiento puro, es movimiento en sí.
13. EL DESEO EN PLATÓN, ‘EL BANQUETE’. DISCURSO DE
ARISTÓFANES (9.Bibl.)
Originariamente se decía que los hombres eran de forma esférica, con cuatro manos,
cuatro piernas y dos rostros. Se movían a gran velocidad, girando en círculo y
apoyándose sobre ocho miembros.
Zeus, con el fin de defenderse y tras celebrar un consejo con las demás divinidades,
decidió cortar a cada hombre por la mitad produciendo una serie de modificaciones en
su estructura según la lógica de la división en dos.
Eros es el remedio que deriva del mal de la división en dos. Es la búsqueda de la otra
mitad, el hacer de dos ‘uno’ y el intento de curar de este modo. Es decir, la escisión
diádica de la naturaleza humana en función de uno.
En el amor cada uno busca a su congénere y desea unirse a él lo máximo posible. Los
amantes no saben expresar lo que pretenden con tal unión, pero lo que buscan es aquel
todo originario, aquella unidad de su antigua naturaleza. Si alguna vez el dios herrero
Hefesto les preguntara si querían que los reuniera y los fundiera convirtiéndolos en un
solo ser, ellos responderían que esto era lo que deseaban desde hacía tiempo, es decir,
convertirse sólo en uno, fundiéndose el uno con el otro.
Por tanto, aspirar a convertirse de dos en uno significa aspirar al Bien, que es el uno
trascendente. Es la medida suprema de todas las cosas, que lo unifica todo a diferentes
niveles y de diversas maneras, como Platón explicaba precisamente con sus ‘doctrinas
no escritas’.
Platón presenta a eros como ‘copula mundi’, como aquello que conecta las cosas y
unifica el todo. Él expulsó a los artistas de su República ficticia. Sin embargo,
expresaba su pensamiento por imágenes, no menos profundo que pensar por conceptos.
Sin ser una división violenta, se abre una brecha entre dos cuestiones: no podemos decir
que ser artista es igual a pensarse artista; no existe un vínculo necesario de identidad
entre ambos estados. Mantendremos este dualismo, porque la dualidad en los tipos de
relaciones entre las premisas es sólo una de las posibilidades.
Seguimos en el mundo de la danza. ¿Por qué danza el hombre? Lo hace porque existe el
vacío y porque éste es infinito. La materia se forma por determinación. Los hombres
son diferentes en forma y tamaño, poseen un movimiento innato. Al crear arte en
movimiento se forman infinitos mundos que más tarde se disuelven; se crean
posibilidades infinitas en un espacio y tiempo infinitos.
Esta podría ser una descripción del movimiento en la danza según la física de los
atomistas. Lo que observamos es complejo y ordenado, es resultado necesario de tales
combinaciones. La apariencia de inteligencia y finalidad es uno de los resultados de la
ciega necesidad. Leucipo decía que ‘todas las cosas suceden por necesidad’. (10.Bibl.)
Si lo que danza es el cuerpo, ¿qué sucede entre tanto con el alma? Las funciones
psicológicas se atribuyen al alma, que es mortal y que está hecha del mismo material
que el fuego y, además, es actividad. Sus átomos redondos se restauran mediante la
respiración. Si falta el cuerpo, se duerme, si faltan del todo, significa la muerte.
(10.Bibl.)
Una emanación atómica procedente del cuerpo impacta con el alma directamente o a
través de medios interpuestos. ¿Cómo? Eso no lo sabemos.
14. PINA BAUSCH. ‘LA CONSAGRACIÓN’
La segunda pieza elegida para ejemplificar el tema del movimiento en el arte es la ‘La
Consagración de la primavera’, una versión coreográfica de Pina Bausch. Antes de
consagrarse a la primavera, el hombre o la mujer se perciben a sí mismos, perciben sus
cuerpos como causas.
¿Dónde existen los cuerpos? Lo que rodea a los cuerpos posee movimiento, está activo.
Los estoicos hablaban del quinto elemento, un gas vivificador que lo rodea todo. Su
actividad se debe a un movimiento perpetuo y periódico, hacia dentro y hacia fuera. Es
vibración o latido. Estas dos pulsaciones constituyen una tensión o tono. Este medio
continuo, dotado de tensión, envuelve y penetra la materia pasiva dotándola de cohesión
y de propiedad. (10.Bibl.)
¿De qué realidad hablamos? Vamos a hablar de los ritos, de los cuerpos que sacrifican y
de los que son sacrificados. Todo transcurre con dinamismo y ritmos acordes a la
situación. El acontecimiento emotivo culminará en un estado de exaltación.
Antes, en la obra de Kylián, no lo hicimos con tanto detenimiento puesto que ahora es el
momento de hablar más detenidamente sobre los atributos de la dimensión estética del
movimiento.
Encontrar alimento, el deseo de poseer una fuerza engendradora, era la finalidad que se
reflejaba en los ritos mágicos y de culto al ritmo del trabajo diario del hombre en toda la
historia y en la prehistoria. El hombre se autorealizaba gestual y mímicamente
participando en los ritos. Buscaba la forma de iniciación en la sociedad totémica.
Diferentes cultos y culturas aportan nuevas miradas y nuevas formas de vivir la parte
expresiva de la danza. El ser humano es parte de la naturaleza y de su actividad desde
los primeros estados de la civilización. El comportamiento del hombre y del animal
comparten ciertos principios. En el mundo animal encontramos danzas de encuentro, de
llamada, de victoria y de lucha. Según el hombre evolucionaba en su entorno natural,
cultivaba sus juegos de movimientos inspirados por sus instintos. Con su
comportamiento activo en la comunidad humana buscaba respuestas a sus preguntas.
Preguntaba por el sentido de la existencia, por el sentido de él mismo. Sentía el miedo a
la existencia y de los elementos naturales.
Las danzas guardaban dentro de sí los movimientos elementales del cuerpo humano, los
movimientos espontáneos de los juegos infantiles, los que imitaban al mundo animal y a
la naturaleza.
La música funcionaba siempre como un decorado sonoro para estas creaciones mímicas.
Al principio fueron gritos, luego cánticos, ruidos, imitación de sonidos animales. La
danza y la música se desarrollaron como actividades conjuntamente. La segunda facilitó
el desarrollo de la primera.
El contenido temático son el nacimiento, los símbolos o los cultos. El culto al sol está
estrechamente unido al de la fertilidad y el calor del fuego tenía que atraer
analógicamente el calor del sol y de la luz.
La obra está inspirada en un gran ritual pagano. En este acto sagrado los ancianos sabios
estaban sentados en círculo y contemplaban la danza de la muerte de una joven que iba
a ser sacrificada. Iba a renacer el dios de la primavera.
Se acerca la hora del sacrificio. Transcurre el día y la noche. El paisaje son monumentos
dedicados a las divinidades donde los adolescentes practican juegos antiguos. Mientras
buscan el lugar sagrado pretenden glorificar a aquellos elegidos para el sacrificio antes
de ser entregados a los dioses. Los testigos de esta entrega van a ser los
antepasados. Serán llamados y venerados. Estos sabios contemplarán el sacrificio para
Larilo ‘el magnífico’, extravagante dios eslavo de la naturaleza. Las danzas proseguirán
y la protagonista es la tierra sagrada.
Los grandes temas de los que se compone esta obra son la Adoración y el
Sacrificio. Aunque ésta es la descripción del argumento original, Pina, en principio,
mantiene estos dos grandes bloques, pero también su significado argumental.
Pina ofrece su versión antes de la fundación del Tanztheater Wuppertal. Los bailarines
en un escenario cubierto de turba. Éste se convierte en un lugar de luchas encarnizadas.
Los seres humanos se quedan hasta el momento del sacrificio de acuerdo con el rito
pagano.
Las relaciones entre los hombres son complicadas y, a veces, el desenlace de una vida
humana depende de un simple acuerdo entre ‘otros’, de una convención que la
‘mayoría’ respeta. Son cuestiones de algún tipo de fe. El ser humano puede ser un
medio, en este caso, un vehículo para que los demás consigan supuestos favores de un
dios, refiriéndose en realidad a la naturaleza.
Pina concibe esta historia como un drama. Acierta porque lo que acontece en la historia
conlleva hechos que son injusticias. En la elaboración de Pina la historia queda desnuda,
sin justificación. Ella desprende al ritual de su revestimiento; no hay ninguna
perspectiva ideal; la belleza se ausenta y queda reflejada la crudeza.
Como dice Hartmann, la gente recibe su dosis de realidad. Los personajes no van
disfrazados. Lo que mejor percibimos es la desnudez de los hechos. Las formas no
cubren, facilitan la transmisión directa de lo esencial, de los hechos, tal como
sucedieron una y otra vez mientras duró el poder espiritual de semejante ritual, mientras
duró la fe en él.
Quizás ahora sea interesante volver a lo que Hartmann opina del drama. Dice que su
sobriedad lo limita. El drama no puede describir, tejer, pero puede trabajar con los
medios del suceder corriente. El desarrollo de una escena dramática es una serie
apretada de situaciones, cada una comprensible de inmediato. Las maneras de actuar
sólo son comprensibles a partir de las situaciones. De las maneras de actuar depende la
culpa, el merecimiento, la responsabilidad, las decisiones más importantes. (3.Bibl.)
Hay que apresar auténticamente una singularidad individual en una idea. Sócrates
afirma que una idea apresada por razón de una experiencia profundamente vivida por
una persona real es vista como lo ideal, más allá de lo empírico. Apresar una
singularidad individual es lo que, bajo mi punto de vista, busca Pina. Es lo que
finalmente consigue y no solamente en esta obra sino en toda su forma de entender la
danza. Así es como ella entiende la expresión corporal artística.
Todo el conjunto son doce antiguas melodías eslavas utilizadas para celebrar ritos
primaverales. Es una manifestación extrema de la tradición nacional de la que se deriva.
15. LOS CONTRASTES Y LOS CUIDADOS DEL ALMA (9.Bibl.)
Antes de terminar hay que hablar de los contrastes. Se dan tanto en el arte como en la
vida. Lo que contrasta necesita una fuerza mediadora. Según Platón, lo que sintetiza, lo
que une, tiene una fuerza dinámica, mediadora entre los opuestos. Platón personifica a
esta fuerza en el personaje de Eros, hijo de Penía, que siempre está en condición de
aporía, carente de Poros. Eros es duro y rudo como su madre, no es bello, ni delicado,
va descalzo, sin hogar y duerme a la intemperie. Gracias a su padre acecha a los buenos
y bellos porque, como su padre, es valeroso, audaz, impetuoso, cazador, trama intrigas,
está ávido de sabiduría, es fértil en recursos y en filosofía.
Según Paula Philippson, la forma popular del pensamiento ve, concibe, modela y
organiza el mundo en parejas de contrarios y como unidad. Los contrarios tienen su más
íntima exigencia lógica, polar, en su propia condición. Si pierden el polo opuesto,
pierden su propio sentido porque son partes de una unidad mayor. En términos
geométricos, son puntos de una esfera perfecta en sí misma. (9.Bibl.)
Eros es la función que caracteriza al alma. Jan Patocka, filósofo checo, destaca en
Platón el tema de los cuidados del alma. El hombre es lo que se sirve del cuerpo y éste
es el alma. De ahí que la exhortación que Apolo hiciera al hombre en el templo de
Delfos, el ‘conócete a ti mismo’ signifique exactamente ‘conoce tu alma’.(7.Bibl.)
Este es uno de los caminos en los que destaca el papel que el filósofo tiene en la
sociedad. Es aquella figura que se desenvuelve entre la sabiduría y la ignorancia. El rol
que desarrolla es el de mediador.
Hay una forma concreta del Eros vinculada a lo bello. El resto de las múltiples formas
que representa Eros tiene diferentes nombres, aunque todas ellas son una búsqueda del
bien.
Por este motivo, cuando el ser grávido se acerca a lo bello se alegra y se derrama
regocijado, genera y alumbra. En cambio, cuando se aproxima a lo feo, se entristece y
afligido se contrae y se encierra en sí mismo. Se repliega y no genera, y al tener dentro
de sí aquello de lo cual está preñado, padece mucho. De ahí que nazca una fuerte pasión
por lo bello en quién está grávido y abultado, porque sólo lo bello libera de los dolores
al que lo posee.
Eros es deseo de generar, de actualizar aquel nacimiento continuo que constituye lo que
en el mortal es inmortal. El bien supremo es eterno, implica inmortalidad. Si Eros es
deseo del bien es, asimismo y necesariamente, deseo de inmortalidad. Para los griegos
la muerte era la mayor carencia e indigencia del hombre. A los dioses se les llamaba los
inmortales; a los hombres, los mortales. Eros es la aspiración a remediar esa indigencia,
intentando vencer la mortalidad mediante la generación. Con este medio ‘¡Oh
Sócrates’!, lo mortal participa de la inmortalidad, tanto el cuerpo como todo lo demás,
lo inmortal, participa de ella de otro modo.
Desde la función mediadora, Eros impulsa a ascender cada vez más alto. Ejerce su
fuerza sintética y mediadora, y actualiza su obra en lo bello, en el principio mediador
entre lo sensible y lo inteligible.
El ‘Bien’ es ‘Uno’ y ‘Medida’ suprema de todas las cosas. Se muestra como ‘Bello’ en
distintos niveles entre lo corpóreo y lo inteligible. La proposición, el orden y la armonía
son sus relaciones. El Eros mediador ejerce y hace ver la finalidad por la que
perseguimos el bien. Se trata de encontrar la paz. Así llegamos a la conclusión de que el
verdadero poeta es el filósofo y el auténtico arte es el de la verdad. El arte engloba lo
trágico y lo cómico y lo sabe expresar de manera adecuada.
El pudor oculta amor y generosidad con ingeniosa astucia, provocando violencia sobre
los testigos oculares ofuscando su memoria, incluso la suya propia.
Detrás de una máscara se puede esconder un engaño maligno o, por el contrario, algo
muy delicado y valioso. Algo oculto con gran sagacidad unida a la bondad. El hombre
escondido emplea por instinto el hablar para callar y silenciar. Es inagotable en escapar
a la comunicación, quiere y procura que sea una máscara la que circule en su lugar por
los corazones y las cabezas de sus amigos.
Todo espíritu profundo necesita una máscara. En torno a todo espíritu profundo va
creciendo continuamente una máscara. Procura que la interpretación de toda señal de
vida, paso o palabra que da sea falsa. La máscara es una construcción. Pertenece al
lenguaje. Nos invita a estudiar, descifrar, descubrir... buscar.
Utilizamos el lenguaje para orientarnos midiendo y calculando los objetos del mundo
del que formamos parte. Observamos, luego reflexionamos sobre nuestras experiencias.
Las figuras surgen como ideas dentro de nosotros. Las figuras son aquellos objetos que
tenemos delante y a los que observamos continuamente.
Para Wittgenstein el espacio está diseñado como el escenario de la vida. Una mujer, un
mueble, pueden cambiar constantemente aunque el ‘espacio elemental’ permanezca
inmutable.
Jan Patocka
Como bien apunta Thúkydidés: ‘la situación del hombre en el mundo es frágil, su
destino es incierto’. La dicha mientras vivimos no es duradera. Es una casualidad que
irrumpe en la felicidad y la puede destruir. Hay decisiones que están en nuestras manos
y otras que dependen de algo exterior. Nacemos con ciertas disposiciones, pero
conseguir independencia y autosuficiencia es algo que depende de lo que hagamos de sí.
A veces lo perdemos todo y debemos lanzarnos a conquistar de nuevo.
Hay que distinguir entre la suerte y la dicha. La primera depende de algo exterior, de
una casualidad. Pero la dicha se consigue desarrollando las aptitudes y actuando de
acuerdo con ellas.
Los antiguos griegos entendían la aptitud como virtud, el bien, areté, y para ellos era un
estado en el que el hombre distinguía plenamente sus posibilidades y llegaba a
conseguir el máximo de sus fuerzas, a cumplir con el valor de su espíritu, a cuidar su
alma. La meta de la naturaleza humana es sobre todo la razón, la facultad de pensar y
entender las cosas.
La autosuficiencia, la independencia, el derecho y la posibilidad de autogobierno, la
aptitud personal, la virtud, la posibilidad del entendimiento son cualidades y valores,
son acciones que encomiendan al hombre a la sociedad, a vivir conjuntamente con los
otros. El deseo, el requerimiento que parte del hombre, a veces lo aíslan de la sociedad,
lo extraditan.
Lo que interesa no es solamente vivir una vida sino una buena vida. La comunidad debe
cuidar de la virtud y garantizar a sus miembros el bien, la justicia y la libertad.
La libertad en el sentido de la cultura griega no dice: ‘tú puedes hacer lo que quieras’.
La libertad de hacer lo que cada uno quiere no es capaz de vigilar el mal que radica en
cada uno de nosotros (Aristóteles). Un hombre libre no actúa como un esclavo, ni según
el deseo ni la necesidad sino que debe estar asegurado materialmente para poder poseer
el tiempo libre. Es muy importante lo que cada uno hace con éste. El tiempo libre lleva
al hombre a desarrollar sus aptitudes particulares y a interesarse por la vida política, que
debería ser llevada de tal manera para que pueda traducirse en un bien para la sociedad.
La virtud del hombre reside en que vive en armonía con el orden, encuentra su sitio
natural y escucha la voz de su razón, que es lo que hace posible ver el todo y su
ordenación. Por eso la razón no reprime a los deseos ni a las otras partes del alma sino
que las educa y las guía. Sólo así el hombre se pertenece a sí mismo y no se doblega a
nada extraño y ajeno. A esto le corresponde la vida política como un uso del tiempo
libre para el bien de la comunidad.
Para acabar hacemos referencia a Paul Valéry. Él nos dice qué es ese objeto del arte
llamado arte. Deja claro que primero fue una manera de hacer. Luego designa la forma
de hacer en todos los géneros de la acción voluntaria o instituida por la voluntad. Un
arte puede ser la medicina, una montería, la equitación, una conducta en la vida, un
razonamiento, el andar, el respirar, el callarse.
El autor tiene una aptitud singular y un saber expresable y transmitible. Pero, ¿y las
circunstancias? Es necesario tener un don para adquirir, porque la aptitud más notoria y
mejor inscrita en una persona puede quedar sin efecto o sin valor en relación a terceros;
incluso puede permanecer ignorada por su propio poseedor si algunas circunstancias
exteriores o un medio favorable no lo despiertan, o si los recursos de la cultura no lo
alimentan.
El arte es la calidad de la manera de hacer, cualquiera que sea el objeto, lo que supone la
desigualdad de los modos de operación, de los resultados.
Por otra parte, la inmensa mayoría de las impresiones que recibimos de nuestros
sentidos no nos sirven para nada y son inutilizables para el funcionamiento de los
aparatos esenciales para la conservación de la vida.
Vemos demasiadas cosas, entendemos demasiadas cosas con las que no hacemos ni
podemos hacer nada. Los medios de relación con la vida, nuestros sentidos, los
miembros articulados, las imágenes y los signos que dirigen nuestras acciones y la
distribución de nuestras energías que coordinan los movimientos de nuestra marioneta
podrían emplearse únicamente al servicio de nuestras necesidades fisiológicas.
Podríamos llevar una vida ocupada sólo en nuestra máquina para vivir, indiferentes,
insensibles a todo lo que no interpreta ningún papel en los ciclos de transformación que
componen nuestro funcionamiento orgánico, no sintiendo, no realizando nada más que
lo necesario.
Pascual dice lo siguiente sobre nuestra dignidad: ‘Toda nuestra dignidad está en el
pensamiento, pero este pensamiento que nos edifica a nuestros propios ojos por encima
de nuestra condición sensible es exactamente el pensamiento que no sirve para nada’.
Nuestra curiosidad más ávida, nuestra actividad más excitable se desarrolló hasta la
invención de las artes, de las ciencias. Pero a esa invención y a esa producción libre y
gratuita nuestros sentidos y nuestras potencias se han encontrado poco a poco con una
especie de necesidad y de utilidad. La creación artística es una creación de la necesidad
de las obras.
El filósofo se pregunta: ‘¿Qué es la danza?’ San Agustín se preguntaba: ‘¿Qué es el
tiempo?’, dudando sobre la respuesta. Se dice que la danza es solamente una forma del
tiempo. La creación de una clase de tiempo o de un tiempo de una clase completamente
distinta y singular.
El filósofo mira, transforma todo lo que ve en alguna presa del espíritu abstracto.
Considera, descifra a su antojo el espectáculo.
El bailarín se encierra en una duración que él mismo engendra. Se trata de una duración
hecha de energía; no es nada que pueda durar. Surge así la idea de un estado
excepcional hecho de acción, consolidada por medio de una producción incesante de
trabajo. El cuerpo entra en una clase de vida inestable, regulada, espontánea, sabia,
elaborada. No hay equilibrios ordinarios. El hilar es fino, rápido, esquiva la gravedad a
cada instante.
Todas las artes son formas muy variadas de acción. Las manos de un pianista por
ejemplo, danzan. Dicha acción está sometida a una regla bastante compleja. Sin
embargo, la libertad del movimiento está restringida.
Las figuras, los medios, las rimas, las inversiones, las antítesis son usos de todas las
posibilidades del lenguaje que nos separan del mundo práctico para poder formarnos
nosotros nuestro universo particular.
18. BIBLIOGRAFÍA