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de autosatísfechos, y porque no tenía ni desde Pablo (ver 1 Cor lO, 8.11) hasta co-
admitía la pretensión de querer inter- munidades inspiradas en la teología de la
pretar los planes de Dios hasta el detalle liberación.
de adivinar en qué paso o momento de A partir de aquí me parece que em-
ellos ocurrirían determinadas cosas. piezan a aparecer los problemas que
Entre los primeros cristianos estuvo hoy podríamos reconocer como más
muy extendida esta clase de apocalípti- nuestros. Tal como yo los veo se referí-
ca, como 10 testimonian los textos de rían a la articulación estructural de la
Marcos 13, Mateo 24 y Lucas 21, 5-36, comprensión teológica de la historia, a
además del Apocalipsis de Juan. Se la clase de teleología universal que le es
comparte una fe sin fisuras en que las propia, a la autoría de la historia que
imágenes apocalípticas revelan un plan esa comprensión puede reconocer y a la
de Dios para el bien de todos los que unidad y continuidad del devenir total
acogen a Jesús, plan gracias al cual se de los hechos del mundo con que ella
acercan los creyentes por sus pasos acepta contar para sus indagaciones. De
cumplidos a un vivir esplendorosamen- un modo especial se me hacen presen-
te bendecido -por cierto que imagina- tes estos problemas respectivamente en
do muy terrenalmente." Agustín. Bossuet, la historiografía del si-
Ello ha legado para la reflexión cristia- glo XIX, la de los católicos progresistas
na más o menos rigurosa de siglos poste- del xx. Hoy estaríamos asistiendo al na-
riores una orientación que algunos píen- cimiento de nuevos enfoques.
san que pertenece esencialmente a la teo- De Agustín suelen recordarse sobre
logía de la historia, como paso previo a todo, con relación a las relaciones fe-
la construcción de los intentos interpreta- historia, los libros sobre «La Ciudad de
tivos de ésta: el establecer los «tipos» o Dios». La perspectiva desde la cual és-
imágenes del devenir que pueden consi- tos discurren le viene dada a su autor
derarse sólidamente anclados en la tradi- por la crítica del cristianismo dispersa
ción de la fe, por su enraizamiento en las entonces en la sociedad romana y ex-
«escrituras sagradas» y en la práctica presada por Celso: con la recepción de
aceptada de las Iglesias," Por ejemplo el la fe se han acumulado los problemas
éxodo o salida de Egipto. las «plagas» en la sociedad romana y se ha acelera-
atormentadoras de los malos, el destierro do su decadencia; el cristianismo como
(¡de Babilonial), la exaltación de los hu- fuerza histórica es una amenaza.
mildes (en la figura de David o de Ana, Frente al optimismo oficial de los je-
madre de Sarnuel), la justificación de los rareas cristianos, los cuales en Occidente
injustamente condenados (como la de creen que la cristianización del imperio
José, vendido por sus hermanos y encar- ha sido un bien para el mundo, esta criti-
celado por el faraón), el adelgazamiento ca levanta la cuestión de cómo se articula
de los colectivos portadores del futuro de con el proceso histórico la dinámica de
Dios (eresto de Israel»), etc. Estas imáge- existencia de la Iglesia. Vistas las cosas
nes del devenir señalarían modos com- desde la fe, ¿no es la Iglesia portadora de
probadamente divinos de reconducírse lo las esperanzas del mundo? ¿No debe es-
escandaloso de la historia y de hecho tructurarse la lectura de lo terreno dife-
muchos colectivos creyentes se han ins- renciando 10 dependiente de la institución
pirado constantemente en ellos para dar- eclesial, que siempre induciría efectos
se razón de su lugar en la sociedad y en positivos, de 10 que pervierte o dificulta
la Iglesia y para explanar sus esperanzas: la marcha de esa institución eclesial?
Agustín no acepta ese enfoque, Anun- las cosas y qué ocurre con la humani-
ciada la fe de Jesús, dos ciudades (o más dad. En la literatura cristiana ha tenido
bien ciudadanías, modos' de convivir en especial repercusión lo elaborado por
sociedad) existirían en la historia: la de Bossuet acerca de ello en su «Discurso
Dios y la terrena (nosotros diríamos «la sobre la Historia Universal». 13
terrenísta»), La primera originada por el Agustín pensaba a partir de unos he-
amor de Dios hasta el desprecio de uno chos y desafíos concretos; para Bossuet
mismo, la segunda originada por el amor el desafío lo constituye el todo de la his-
de uno mismo hasta el desprecio de toria, pues ésta se plantea en su tiempo
Dios. La ciudadanía de Dios no se co- como espectáculo total. Además Agustín
extiende con la pertenencia a la Iglesia pensaba crístológica y eclesialmente,
institucional ni con esta misma, porque Bossuet por una parte piensa desde el
la Iglesia es pecadora a la vez que santifi- Dios de la filosofía, elevado excelsamen-
cada. Sin embargo el poseer esa ciudada- te sobre el mundo, y comprende a Jesús
nía no es una cuestión puramente místi- desde esa idea de Dios en vez de com-
ca e interna: implica un amor a Dios ac- prender a Dios desde Jesús; por otra
tivo en 10 terreno, polarizado hacia la parte toma su pensar eclesial por el
unión en comunidades de fe socialmente pensar razonable de cualquier persona
visibles, sin lo cual se desmiente a sí mis- del mundo. El Dios, pues, de Bossuet es
ma. En orden a leer la marcha de la his- el Dios providente y bueno con todos, y
toria teniendo en cuenta a Dios no es Jesús manifiesta en el tiempo el ser y
acertado el estructurar esa lectura por re- voluntad de Dios -pero ni rompe el
ferencia autoconfiada (o agresiva) a lo tiempo ni lo innova. Un mundo hecho
institucional de la Iglesia, pero sí es me- por ese Dios no puede sino encaminarse
nester estructurar tal lectura en relación al bien y la lectura creyente de la histo-
con el llamamiento desafiante de Jesús a ria lo descubre cuando es posible y 10
un amor activo, potenciado por la fuerza cree por fe cuando no entiende.
de una fe vivida con otros. «Todo va bien», eso es lo que la lectu-
En la concepción creyente de la bue- ra creyente de la historia le hace decir a
na lectura del devenir se incorpora con Bossuet, absorto en la necesidad de re-
esto el convencimiento de que lo ocurri- conocer una teleología oculta en los he-
do con Jesús divide y estructura a la chos. «La mano invisible» de que más
historia. Pero no se extrae de ese con- tarde hablará Adam Smith es aquí la
vencimiento la consecuencia de que lo mano de Dios. La lectura de la historia
bueno de la historia viene de la Iglesia parece con ello refugiarse en un subli-
visible, o de que nada hay en ésta que me no saber. Pero ha comenzado un
dañe a la marcha de la historia. tiempo en que la cultura quiere saber. Y
La Edad Media no produce puntos de como en la física de Newton los plane-
vista nuevos, si es que no contamos en- tas han comenzado a orbital' conforme
tre ellos los reflorecimientos de la apo- a leyes propias, trazadas en el principio
calíptica aparecidos a principios del se- de la creación por un Dios que desde
gundo milenio" Pero a partir del siglo ese inicio deja marchar sólo al mundo,
XVI, con la multiplicación de los cam- también la lectura de la historia va a
bios de la imagen del mundo y los dra- buscar la dinámica interna de un acon-
máticos efectos de un ejercicio recreci- tecer en que el contar con algún inter-
do del poder, va a intensificarse la de- calarse de intervenciones divinas empie-
manda de comprender hacía dónde van za a resultar absurdo.
En el campo profano sabemos que es- gos profano del devenir en una parte, el
to llevó a elaborar una ciencia de la his- lagos supernaturalista del devenir en
toria centrada en conocer las variables de otra. Hemos llegado a comprender que
que internamente debe depender el curso en ambos casos se escondía detrás de
y desenlace del desarrollo de las naciones todas las explicaciones una razón parti-
y de toda la humanidad: de su poder, de dista, legitimadora de algún poder.
su prosperidad, de su cultura y artes, últi- Si en el siglo XIX la discusión eclesiásti-
mamente de su economía. El instrumen- camente viva trató sobre la autoría de los
tal de conceptos y métodos requerido encaminamientos históricos (y por eso
para ello se afina paso a paso. Y viene a las autoridades eclesiásticamente siem-
construirse un lagos del acontecer que pre habrían intentado decir «no 10 pre-
preside sobre los agentes históricos, por tendemos nosotros, es Dios quien 10
él ahora despojados, al parecer para quiere y en su nombre juzgamos»), en el
siempre, de su privilegio de decidir auto- siglo xx alcanza a los cristianos la pro-
crátícamente sobre el mundo. blemática de la totalización de la historia
que había tomado forma fuera de la Igle-
Las orientaciones oficiales de la Iglesia sia a fines del xvm. Primero participan
católica, en la medida en que persisten de ella solamente unos pocos creyentes
en mirar con sobrenaturalismo y volun- progresistas y entre ellos nace una lectu-
tarismo al curso de la historia, parecen ra del devenir del mundo, antropológica-
volverse más anacrónicas que nunca. Y mente fundada, desde la cual se determí-
sin embargo creo que paradójicamente na el significado de Jesús y el modo de
no están sino demasiado penetradas por descifrar y valorar lo aportado por la fe
la cultura de su tiempo. También ellas cristiana. Esa antropología es por su-
miran al devenir del mundo corno nece- puesto, hasta en sus versiones marxistas,
sariamente sujeto a un lagos que se so- un esencialismo humanista englobante
brepone a los intentos humanos. Lo que de todo pensar teórico y práctico. De
precisamente ocurre es que ellas creen conformidad con dicho esencialismo ca-
tener demasiado claro ese logos: lo dan rece de sentido en la historia 10 que no
por expresado en una revelación cristia- implique para toda ella, por decirlo con
na legitimadora, en favor de ellos, de una palabras de Hegel muchas veces recogi-
clarividencia y un poder superiores. Por das por los teólogos, lU1 avance unitario
eso creen poder y deber hablar con una de la razón y de la libertad.
autoridad que pasa por alto lo que no son No es extraño que en este contexto la
sus elevadas ideas: los análisis precarios lectura creyente de la historia haya veni-
de la sociedad y del poder, la aportación do a querer practicarse como «análisis de
de lo que luego se han llamado ciencias la realidad» susceptible de compartirse
humanas, en una palabra: la legitimidad por toda persona honesta. También en
de la autoría humana de la historia. cuanto a esto muchos cristianos han
En una cosa se parecen por tanto los querido pensar y han pensado corno hi-
análisis del acontecer nacidos de la pri- jos de su tiempo. Entre ellos la historia
mera historiografía profana y los ope- profana del mundo es una ÚIÚca historia,
rantes en la oficialidad de la Iglesia du- y por supuesto la única verdadera hísto-
rante el siglo XIX: unos y otros minimi- ria que podría interesar a la teología. «La
zan el peso de las originales aportacío- . separación de una historia de salvación
nes de los agentes humanos en aras de centrada en Cristo del conjunto de la his-
un logos que impera sobre éstos: el 10- toria del mundo y la afirmación de que
NOTAS
1. Ver artículo de O. Plóger y E. Dinkler respec- 10. Es lo que se ha llamado «milenarismo». So-
tivamente sobre el concepto de historia en el Anti- bre el sentido y la difusión que él tuvo en los prin-
guo y en el Nuevo Testamento. el Real Lexikon für cipios del cristianismo ver A.J. Visser «A Bird's eye.
Geschichte und Gegenwan, t. Il, ed. 3, col. 1.473- View of Ancíent Chri.stían Eschatology», Numen, t4
1.482. (1967), 4-22.
2. Una excelente investigación sobre el trasfondo 11. Ver artículo «Typos in der Schrift», en Lexi-
histórico-religioso de la comprensión del «jesed» o kon [ur Theologie und Kirche, tomo lO, col. 422 seco
gracia en que creían los cristianos primitivos está 12. Diversas alusiones de E. Bloch y la novela El
incluida por E. Schíllebeeckx al principio de su nombre de la rosa han relanzado el interés por la
obra Cristo y los cristianos, traducida en Cristian- lectura de la historia que hicieron Joachím de Fiare
dad, Madrid, 1982, y diversos grupos posteriormente muy relacionados
3, Gen 18,3, 17·19. con los franciscanos, Esa lectura habría alimentado
4. Ver Ex 33, 18-23 con 34, 5-9, la ideología de sectores sociales marginados. empe-
5. Ver el 136, que recitaban los judíos después fiados en distintas formas de subversión.
de las ceremonias de la Pascua hasta la época 13. Todavía el afio 1940 se reeditó en castellano
evangélica y que probablemente recitó Jesús mis- el «Discurso...» de Bossuet en Barcelona, Cervan-
mo según Mc 14, 26. tes, Es curioso que en 1589 el jesuita Pedro de ID·
6. Lucas pone bajo el signo de ese «beneplácito vadeneyra, que había escrito un discurso-arenga
divino> la aparición de Jesús en 2, 14; el mismo para los participantes en la expedición de la Arma-
Lucas en 10,21-22 YMateo en 11,25-27 hacen en- da Invencible, publique un Tratado de la tribulación
trar en éxtasis a Jesús con el reconocimiento de en cuya segunda parte trata de explicar los «desas-
que el «bjesed» o bondad de Dios elige sobre todo a tres» históricos de los buenos católicos en sus lu-
los pobres, etc. chas con los herejes. Hace desde luego una rudi-
7. Ver por ejemplo el mismo salmo 136 antes ci- mentaria teología de la historia que se pregunta
tado. más bien por lo que él en la historia no comprende
8. Lucas alude a cómo es tarea obvia para quien como progreso; por los sufrímíentos y los absurdos;
piensa desde la fe el rastrear esa sabiduría en las el individuo desempeña por supuesto un papel muo
apariencias contradictorias del proceder austero de cho más importante que en Bossuet.
Juan Bautista y el abierto y relajado de Jesús (cap. 14, W. Kreck, Die Zukun{t des Gekommenen,
7, 28-35). Ver también Pablo a los Romanos 11. Munich, Kaíser Verlag, 1966, p. 31.
33-36, sobre el rechazo del pueblo judío, 15. Entre ellas incluiría diversos trabajos de
9, Los Evangelios insisten mucho en lo primero, Rahner, Pannenberg y Schillebeeckx, Me he ocupa-
mediante la parábolas del trigo y la cizaña o, por do de ello en mi ESCfltolog(a I, Madrid, Publicacio-
ejemplo. la del hijo prodigo. Ello lleva consigo la nes de la Universidad Comillas, 1989, p. 128-130.
salvaguarda de los inocentes, que está muy logra- Una revisión más amplia de la teología de la histo-
damente expresada en el cap. 4 del libro de Jonás. ria hasta los afias sesenta puede consultarse en W,
Kasper, «Grundlinien eíner Theologie del' Geschí- crisis de la idea de historia universal, es actualmen-
chte», TheolQuanalSchrifi, 144 (1964), 129·169. te objeto de activa reflexión teológica. Me he ocu-
16. Sobre todo en De ¿'llltegration-Aspects a'WM pado de ello en EscatologÚl I, op. cii., p. 137-163.
Théologie de L'Histoire, Brujas, Desclée de Brouwer, 18. Puede consultarse sobre el tema a W. Pannen-
1970, por ejemplo, p. 185. berg, «The Doctrine of Creation and Modern Scien-
17. Cómo podría fundarse en la fe cristiana una ce" Zygon, 23 (1988), 3-21 Y a R.J. Russell, «Contín-
esperanza de alcance universal. en el contexto de gency in Physícsand Cosmology-, ibtd. 23-43.
Se exponen dos modalidades de reconstruc- sible desde las actuales experiencias narrati-
ción estética de la historia, entretejidas con los vas como experiencias históricas. Su prolon-
avatares de un programa romántico para el gación (no realizada aquí) mostraría algunos
que la libertad sólo es posible en la belleza y la límites de las estéticas contemporáneas de la
tarea del Arte consiste en la edificación de una resistencia, los supuestos de esos discursos
nueva sociedad ético-política. El diálogo entre históricos, así como el ethos que subyace a la
ambos autores, de talantes tan diversos, es po- vacilante pérdida de la nonnatividad ética.