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EL ENTE SEGÚN LAS FIGURAS DE LAS CATEGORÍAS

Cuestiones disputadas sobre la verdad, q. 1, a. 1:

“Aquello que primeramente concibe el intelecto como lo más evidente, y en lo


cual resuelve todas las concepciones, es el ente, como dice Avicena en el principio de
su Metafísica. Por consiguiente, conviene que todas las otras concepciones del
intelecto se obtengan a partir de la adición al ente. Ahora bien, al ente no se le puede
añadir nada que le sea extraño, al modo como la diferencia se añade al género, o el
accidente al sujeto, porque cualquier naturaleza es esencialmente ente; a partir de
esto, el Filósofo prueba que el ente no puede ser un género; en cambio, se puede decir
que algunas cosas se añaden al ente, en cuanto expresan un modo del mismo ente que
no está expresado en el nombre ‘ente’.
Ahora bien, esto puede suceder de dos maneras. De una manera, tal que el
modo expresado sea algún modo especial del ente. Pues hay diversos grados de
entidad, según los cuales se toman los diversos modos de ser, y de acuerdo con estos
modos se toman los diversos géneros de cosas. Pues la sustancia no añade al ente
ninguna diferencia que designe alguna naturaleza sobreañadida al ente, sino que el
nombre ‘sustancia’ expresa cierto especial modo de ser, a saber, el ente por sí [per
se]; y lo mismo sucede con los demás géneros”.

Comentario a los libros metafísicos, lib. 11, l. 3, n. 2197:

“Se llama ‘ente’ absolutamente a lo que tiene el ser en sí, es decir, a la


‘sustancia’. En cambio, a las demás cosas se las llama ‘ente’ en tanto que son o
‘pasión’ o ‘hábito’ o algo por el estilo de aquello que es por sí. Pues no se llama ‘ente’
a la cualidad, a no ser porque en virtud de ella se dice que la sustancia está dispuesta.
Y lo mismo sucede con los demás accidentes.
A causa de esto se dice que son ‘del ente’ [entis]. Así, es evidente que la
multiplicidad del ente tiene algo común, a lo cual se reduce”.

Cuestiones disputadas sobre la potencia de Dios, q. 9, a. 1, c.

“Hay que considerar que el Filósofo afirma que de dos modos se habla de la
‘sustancia’: pues de un modo se llama sustancia al mismo sujeto último, que no se
predica de otro: y esto es lo particular en el género de la sustancia; de otro modo se
llama sustancia a la ‘forma’ o ‘naturaleza’ del sujeto.
La razón de esta distinción reside en que encontramos que muchos sujetos
comparten una única naturaleza, como muchos hombres tienen una única naturaleza
de ‘hombre’. Por eso fue conveniente distinguir lo que es idéntico [en todos ellos], de
aquello que es múltiple: pues la naturaleza común es aquella que se significa por
medio de la definición, que indica ‘qué es’ la cosa; por lo cual, a la misma
‘naturaleza’ común se la llama ‘esencia’ o ‘quididad’. Por consiguiente, todo lo que
en la cosa pertenece a la naturaleza común, está contenido bajo la significación de la
‘esencia’, pero no todo lo que hay en la sustancia particular es de tal índole.
En efecto, si todo lo que hay en la sustancia particular perteneciera a la
naturaleza común, no podría haber distinción entre las sustancias particulares que
tienen una misma naturaleza. Ahora bien, lo que hay en la sustancia particular,
además de la naturaleza común, es la materia individual, que es el principio de la
singularidad y, como consecuencia, también los accidentes individuales, que la

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mencionada materia determina. Por consiguiente, la esencia se relaciona con la
sustancia particular como la parte formal de la misma, al modo como la ‘humanidad’
[se relaciona] con ‘Sócrates’.
Y por eso en las cosas compuestas de materia y forma la ‘esencia’ no es
exactamente lo mismo que el ‘sujeto’; por lo cual no se predica del sujeto: pues no se
dice que Sócrates sea la humanidad. Pero en las sustancias simples no hay ninguna
diferencia entre la esencia y el sujeto, dado que no hay en ellas ninguna materia
individual que produzca la individuación de la naturaleza común, sino que la misma
esencia es en ellas subsistente. Y esto es evidente por el Filósofo y por Avicena, quien
dice en su Metafísica que la ‘quididad’ de lo simple es lo simple mismo.
Ahora bien, la sustancia en tanto que es ‘sujeto’ tiene dos propiedades: la
primera de las cuales es que no necesita un fundamento extrínseco en el cual
sustentarse, sino que se sustenta en sí misma; y por eso se dice que subsiste, como
existiendo por sí y no en otro. La otra [propiedad] es la de ser el fundamento de los
accidentes que se sustentan en ella; y por tanto se dice que está debajo [substare]”.

Comentario a los libros metafísicos, lib. 5 l. 9 n. 5-8:

“Dice pues en primer lugar que aquellas cosas que se dice que ‘son’ por sí,
algunas significan las figuras de la predicación. Es pues, preciso saber que el ente no
puede contraerse a algo determinado al modo como el género se contrae en las
especies por medio de las diferencias. Pues la diferencia, dado que no participa del
género, está fuera de la esencia del género. Ahora bien, nada puede estar fuera de la
esencia del ente, de forma tal que constituya alguna especie del ente por adición al
ente: pues lo que está fuera del ente no es nada, y no puede por tanto ser diferencia.
Por eso en el capítulo tercero de este libro el Filósofo prueba que el ente no puede ser
un género. Por consiguiente, conviene que el ente se contraiga en los diversos géneros
según el diverso modo de predicar, que es consiguiente al diverso modo de ser;
porque cuantas veces se dice ente, es decir, de cuantos modos algo se predica, tantas
veces se significa el ser, es decir, de tantos modos se significa que ‘algo es’. Y por
esto aquellos [géneros] en los cuales primeramente se divide el ente se llaman
‘predicamentos’, porque se distinguen según el diverso modo de predicar. Por tanto,
dado que de las cosas que se predican algunas significan el ‘qué’, es decir, la
sustancia, algunas el ‘cuál’, algunas el ‘cuánto’, y así sucesivamente, conviene que,
para cada modo de predicar, el ser signifique lo mismo; de tal forma que cuando se
dice ‘el hombre es animal’, el ser significa la sustancia. Pero cuando se dice ‘el
hombre es blanco’, [el ser] significa la cualidad, y así en los demás casos.
Es pues preciso saber que el predicado se puede relacionar con el sujeto de
tres modos. De un modo, cuando [el predicado] es aquello que el sujeto ‘es’, como
cuando digo ‘Sócrates es animal’. Pues Sócrates es aquello que es animal. Así, se dice
que este predicado significa la ‘sustancia primera’, que es la sustancia particular, de la
cual todas las [demás] cosas se predican.
De un segundo modo, tal que el predicado se tome según aquello que inhiere
[o está en] en el sujeto: este tipo de predicado, ciertamente, o inhiere por sí y
absolutamente, como consecuencia de la materia, y así tenemos la ‘cantidad’; o bien
como consecuencia de la forma, y así tenemos la ‘cualidad’: o bien inhiere en él no
absolutamente, sino en relación a otro, y así tenemos la ‘relación’ [ad aliquid]. De un
tercer modo, tal que el predicado se tome por aquello que está fuera del sujeto: y esto
[puede darse] de un doble modo. De un modo, tal que esté completamente fuera del
sujeto: lo cual, ciertamente, si no es una medida del sujeto, se predica al modo de un

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‘hábito’, como cuando se dice que Sócrates está calzado o vestido. Pero si se trata de
una medida del sujeto, dado que la medida extrínseca es o bien tiempo o bien lugar, se
toma el predicamento o bien por parte del tiempo, y así será el ‘cuándo’: o bien por
[parte del] lugar, y así [será el] ‘dónde’ [ubi], sin considerar el orden de las partes en
el lugar, de cuya consideración resulta la ‘situación’ [situs]. De otro modo, tal que
aquello por lo cual se toma el predicamento, esté según algo en el sujeto del cual se
predica. Y, ciertamente, si [se predica de él] como principio, así se predica en tanto
que ‘actúa’ [agere]. Pues el principio de la acción está en el sujeto. Pero si [se predica
de él] como término, así se predicará en tanto que ‘padece’. Pues la pasión tiene su
término en el sujeto.
Ahora bien, dado que en algunas cosas de las que se predican no se aplica
expresamente el verbo ‘es’, no se crea por eso que aquellas predicaciones no
pertenecen a la predicación del ente, como cuando se dice el hombre camina. Por eso,
consecuentemente, descarta esta opinión diciendo que en todas las predicaciones de
este tipo se significa que ‘algo es’. Pues todo verbo se resuelve en el verbo ‘es’,
también el participio. Pues en nada difiere el decir que ‘el hombre es convaleciente’ y
‘el hombre convalece’, y así en los demás casos. Por esto es evidente que cuantos son
los modos de predicación, de tantos modos se dice ente”.

Comentario a los libros físicos, lib. 3 l. 5 n. 15

“Es necesario saber que el ente se divide en predicamentos no unívocamente,


sino según diversos modos de ser. Ahora bien, los modos de ser son proporcionales a
los modos de predicar. Pues predicando algo de algo otro decimos que ‘esto es
aquello’: por lo cual a los diez géneros del ente se los llama diez predicamentos.
Ahora bien, toda predicación se lleva a cabo de tres modos. Ciertamente, uno de esos
modos es cuando de algún sujeto se predica aquello que pertenece a su esencia, como
cuando digo ‘Sócrates es hombre’, o ‘el hombre es animal’; y según esto se toma el
predicamento ‘substancia’. Otro modo es aquel mediante el cual se predica de algo
aquello que no pertenece a su esencia, y sin embargo inhiere en ella. Esto,
ciertamente, o bien se obtiene por parte de la materia del sujeto, y así tenemos el
predicamento ‘cantidad’ (pues la cantidad propiamente es consecuencia de la materia;
por lo cual también Platón sostuvo que lo ‘grande’ proviene de la materia); o sigue a
la forma, y así tenemos el predicamento ‘cualidad’ (por lo cual también las cualidades
se fundan sobre la cantidad, como el color en la superficie, y la figura en las líneas o
en las superficies); o se obtiene por relación a otro, y así tenemos el predicamento
‘relación’ (pues cuando digo ‘el hombre es padre’, no se predica del hombre algo
absoluto, sino la relación que hay en él hacia algo extrínseco). Un tercer modo, en
cambio, de predicar, es cuando se predica de algo algo extrínseco, por modo de cierta
denominación: así pues, también los accidentes extrínsecos se predican de las
sustancias; sin embargo, no decimos que ‘el hombre es la blancura’, sino que ‘el
hombre es blanco’. Ahora bien, el que algo se denomine a partir de algo extrínseco es
algo que ciertamente se encuentra comúnmente en todos, y de un modo especial en
aquellas cosas que sólo conciernen a los hombres. Comúnmente, pues, encontramos
que algo es denominado a partir de algo extrínseco o bien en razón de la causa, o bien
en razón de la medida; pues algo se dice ‘causado’ o ‘medido’ a partir de algo
exterior. Ahora bien, dado que son cuatro los géneros de causas, dos de los cuales son
partes de la esencia, a saber, la materia y la forma, por esa razón la predicación que
puede hacerse a partir de estas dos [causas], pertenece al predicamento ‘sustancia’,

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como cuando decimos que ‘el hombre es racional’ o ‘el hombre es corpóreo’. Ahora
bien, la causa final no causa con independencia del agente, pues el fin sólo tiene razón
de causa en cuanto mueve al agente. Por consiguiente, sólo queda la causa agente
como aquella a partir de la cual algo pueda ser denominado como a partir de algo
exterior. Así, pues, según que algo se denomina a partir de la causa agente, tenemos el
predicamento ‘pasión’, pues ‘padecer’ no es más que recibir algo del agente; ahora
bien, en cuanto, inversamente, se denomina a la causa agente a partir de su efecto,
tenemos el predicamento ‘acción’, pues la ‘acción’ es el acto del agente sobre otro,
como se ha dicho más arriba. Por otra parte, alguna medida es extrínseca y alguna
intrínseca. Intrínseca, ciertamente, según la propia longitud, latitud y profundidad de
cada cosa; pues a partir de estas cosas algo es denominado como a partir de algo
intrínseco e inherente; por lo cual [estas cosas] pertenecen al predicamento ‘cantidad’.
Las medidas exteriores, en cambio, son el tiempo y el lugar; por tanto, según que algo
es denominado a partir del tiempo, tenemos el predicamento ‘cuándo’; pero según que
se denomina a partir del lugar, tenemos el predicamento ‘dónde’ [ubi] y el
[predicamento] ‘situación’ [situs], que añade al ‘dónde’ el orden de las partes en el
lugar. No era necesario, en cambio, añadir esto por parte del tiempo, porque el orden
de las partes en el tiempo se incluye en la misma razón del tiempo; en efecto, el
tiempo es la medida del movimiento según lo anterior y lo posterior. Por tanto, se dice
que algo es ‘cuándo’ o ‘dónde’ en virtud de una denominación extrínseca, tomada del
tiempo o del lugar. Ahora bien, en los hombres se da algo especial. Pues a los otros
animales la naturaleza le ha provisto suficientemente de aquellas cosas que
conciernen a la conservación de la vida, como los cuernos para defenderse, una piel
gruesa y pilosa para cubrirse, garras y otras cosas por el estilo, para trasladarse sin
sufrir lesiones. Y así, dado que tales animales se dicen ‘armados’ o ‘vestidos’ o
‘calzados’, de algún modo no se denominan [tales] en virtud de algo extrínseco, sino
en virtud de algunas partes suyas. Por eso en ellos estas cosas se refieren al
predicamento ‘substancia’, como si dijéramos que el hombre está ‘manado’ o
‘piedado’. Pero esta clase de cosas no podían ser otorgadas al hombre por la
naturaleza, ya porque no convenían a la sutileza de su complexión, ya a causa del
carácter multiforme de las operaciones que convienen al hombre en cuanto está
provisto de razón, para las cuales la naturaleza no podía acomodar algún instrumento
determinado; en cambio, el lugar de todas estas cosas reside para el hombre en su
razón, por medio de la cual prepara para sí las cosas exteriores que en los otros
animales son intrínsecas. Por lo cual, cuando se dice que el hombre está ‘armado’ o
‘vestido’ o ‘calzado’, se denomina a partir de algo extrínseco, que no tiene razón ni de
causa ni de medida; por eso, constituye un predicamento especial, y se llama ‘hábito’.
Hay que considerar, no obstante, que este predicamento también se atribuye a los
demás animales, no según que se los considera en su propia naturaleza, sino en cuanto
son usados por el hombre, como cuando decimos que el caballo está ‘ornamentado’, o
‘ensillado’ o ‘armado’”.

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