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Introducción a la deontología
1.1. Definición
Etimológicamente, el término “Deontología” equivale a “tra-
tado o ciencia del deber”. Está constituido por los vocablos grie-
gos deontos, genitivo de deon, que significa deber, y logos, equi-
valente a “discurso o tratado”. Fue empleado por vez primera por
el filósofo inglés, de la escuela utilitarista, Jeremías Bentham, Deontología como a
aquella exposición “de
en un libro titulado Chestomathia. En este escrito se refiere a la lo que es correcto”,
Deontología como a aquella exposición “de lo que es correcto”, “lo que debería ser”,
“lo que debería ser”, tanto a nivel privado como público3. tanto a nivel privado
como público.
Ya se ha señalado que, etimológicamente, Deontología equi-
vale a Teoría de los deberes4. Sin embargo, de forma progresiva,
1
López Quintas A. El amor humano. San José: Promesa, 2009: 24.
2
Aparisi A. Ética y Deontología para Juristas. México: Porrúa, 2009; XXXVIII.
3
Bentham J. Chestomathia. En: Smith MJ; Burston WH (eds.), The Collected Works of
Jeremy Bentham. Oxford: Claredon Press, 1993; 19.
4
Según Battaglia, se trata de “aquella parte de la filosofía que trata del origen, la
naturaleza y el fin del deber, en contraposición a la ontología, que trata de la naturaleza,
15
Deontoeoría rarmacsutica apeicada
el origen y el fin del ser”. Battaglia S. Grande dizionario della lengua italiana. Torino:
Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1966; 168.
5
Vid. Martín Barea MP; Suñé Arbussa JM. Deontología farmacéutica. El Farmacéu-
tico; 57: 82; y Valverde JL, Arrebola P. Código español de deontología farmacéutica.
Offarm,1991; 10 (7): 83.
6
Lega C. Deontología de la profesión de abogado. Madrid: Civitas, 1983; 23.
7
López Moratalla, N.et al. Deontología Biológica. Pamplona: Facultad de Ciencias, Uni-
versidad de Navarra, 1987; 3.
8
Farmacéuticos, 2001; 250: 29-32.
16
Introducción a ea deontoeoría
9
Rodríguez Luño A. Ética General. Pamplona: Eunsa 1991; 17-18. Asimismo vid. Re-
verte Coma JM. Las fronteras de la medicina. Madrid: Díaz de Santos 1983; II.
10
André EL. Deontología. Deberes Éticos y Cívicos. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra,
1928; 7.
11
Sin embargo, parece que el término “moral” posee en nuestra cultura una connotación
religiosa. En este sentido, según Alonso Muñoyerro, en el siglo XIX se sustituyó, en
determinados ámbitos, el término “moral” por el de “ética”, con el objetivo de excluir
de las acciones humanas la idea de Dios (Alonso Muñoyerro L. Código de deontología
farmacéutica. Madrid: FAX, 1950; 23).
17
Deontoeoría rarmacsutica apeicada
12
Aparisi A. Ética y Deontología para juristas. México: Porrúa; 2009: 99.
13
Valverde JL. Deontología farmacéutica. Offarm 1988; 7 (1): 64.
18
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14
Fernández E. Derecho y otros órdenes normativos. En: De Lucas J et al. Introducción
a la Teoría del Derecho. Valencia: Tirant lo blanch 1992;42.
15
Vid. sobre la discusión actual de este tema Vivian JC, Brushwood DB. Legal cases that
raise ethical issues. En: Haddad AM. Teaching and Learning Strategies in Pharmacy
Ethics. New York: The Haworth Press 1997; 1-17.
16
Vid. Rodriguez Luño A. Ética General. Pamplona: Eunsa 1991; 190 y ss.
17
Aristóteles. Ética a Nicómaco, Libro II, Capítulo 2, Madrid: Gredos, 1995.
18
Aparisi A. Ética y Deontología para juristas. México: Porrúa, 2009; 102.
19
Deontoeoría rarmacsutica apeicada
Por otro lado, no hay que olvidar que la norma jurídica exis-
te desde su positivación. Su formalización, aunque no su funda-
mento, aparece como resultado de un consenso histórico o social.
Frente a ello, la norma moral preexiste a cualquier tipo de forma-
lización o positivación. Tampoco puede olvidarse que el Derecho
suele garantizar su cumplimiento con la presencia de sanciones.
En este sentido, puede señalarse que, en el ámbito jurídico, la san-
ción se encuentra, como destacó Kelsen, “institucionalizada”19.
En efecto, en el ámbito del Derecho es fundamental el elemento
de la coacción. Por ello, existen ciertos órganos e instituciones
cuyo fin es, específicamente, la aplicación de sanciones: jueces,
En el ámbito de la policías, cárceles, funcionarios de prisiones, etc. Sin embargo,
Ética profesional, si
bien pueden existir la Ética genera, fundamentalmente, deberes de conciencia y ata
sanciones, no son ellas al hombre con la obligatoriedad que reviste la ley moral. En el
el fundamento de su ámbito de la Ética profesional, si bien pueden existir sanciones,
obligatoriedad. no son ellas el fundamento de su obligatoriedad. Por otro lado,
como ya se ha señalado, una gran parte de la Ética profesional
tiene un carácter eminentemente positivo. No impone, obliga-
toriamente, un concreto comportamiento, sino que propone un
modelo de profesional al que se debe de tender. En resumen, la
norma ética es “una guía para descubrir el bien. No es una norma
en el sentido de un precepto que obliga como una ley de tráfico,
o en el sentido de que se pueda deducir de ella qué hay que hacer.
Lo habitual es que las normas pongan unos preceptos negativos
claros (hay cosas que nunca se deben querer y ejecutar), y otros
preceptos positivos, pero ambos dejan un margen de acción am-
En en la actualidad
son muchos los farma- plísimo. Del deber de no matar y de ayudar a los demás no se
céuticos que entien- deduce qué tengo que hacer en concreto ahora”20.
den que la correcta No obstante, en la actualidad son muchos los farmacéuticos
actuación ética se
alcanza con el mero que entienden que la correcta actuación ética se alcanza con el
cumplimiento de los mero cumplimiento de los preceptos jurídicos establecidos21. Se
preceptos jurídicos convierten así en fieles cumplidores de una legislación que, por
establecidos.
19
En palabras de Kelsen, a diferencia de la moral y los usos sociales, “el orden jurídico
determina las condiciones bajo las cuales debe seguirse el recurso a la fuerza, así como
los individuos que la utilicen” (Kelsen H. Teoría Pura del Derecho. Universidad Nacional
Autónoma de México, 1986 (5º); 51).
20
Pardo A. La Ética en la Medicina. Persona y Bioética, 2011; 15 (2): 168-9.
21
En un plano general, Jiménez y López afirman que “la legalidad no marca las normas
de ética y no puede ser el fundamento de criterios doctrinales de actuación, pero es un
hecho que, una vez establecida una legalización, los modos de pensar progresivamente
van cambiando, y la gente llega a adaptarse a la nueva situación de modo que pierden
toda capacidad de valoración moral”. Vid. Jiménez Vargas J, López García G. Aborto y
contraceptivos. Pamplona: Eunsa 1983; 159.
20
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22
De igual modo ocurre con los médicos si no tienen bien definidos los principios éticos
que orientan su profesión. Beresford EB. Uncertainty and the shaping of medical deci-
sions. Hastings Center Report 1991; 21: 6-11.
23
López Guzmán J. Objeción de conciencia farmacéutica. Barcelona: EIUNSA, 1997.
24
García Herrera MA. La objeción de conciencia en materia de aborto. Vitoria: Servicio
de Publicaciones del Gobierno Vasco, 1991; 30.
25
También hay que destacar las apreciaciones islámicas. Plana J. Argumentos de Bioética
en el Islam. Revista de Bioética y Derecho, 2012; 25: 85-8.
21
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26
Vid., entre otros, Messner. Ética social, política y económica a la luz del derecho na-
tural. Madrid: Rialp 1967; 79-80; Rodríguez Luño, A. Ética. Madrid: Cívitas 1983; 23 y
Cafaro A, Cottini G. Ética medica. Milano: Ares 1991.
27
Lega C. Deontología de la profesión de abogado. Madrid: Civitas, 1983; 26; Gómez
Pérez, R. Introducción a la ética social. Madrid: Rialp, 1988; 30-31.
28
Viola F. Laicidad de las instituciones, sociedad multicultural y religiones. Persona y
Derecho, 2005; 53: 85.
22
Introducción a ea deontoeoría
1.5. La conciencia
Al hacer referencia a Ética o Moral se apela, en palabras de
J.W. Benavente33, a “un orden de la vida humana que busca, en
definitiva, la bondad del sujeto que actúa”. Por ello, y muy liga-
da a esta noción, se encuentra la de conciencia. Ésta es el punto
de encuentro entre ciertos principios morales objetivos y válidos
para todos, y la singularidad personal. La conciencia es un órga-
no que nos permite ver y escuchar, captar la realidad externa, “la
realidad en cuanto moralmente relevante. En el juicio de concien-
29
Ollero A. Un Estado laico. Persona y Derecho, 2005; 53: 46.
30
Viola F. Laicidad de las instituciones, sociedad multicultural y religiones. Persona y
Derecho, 2005; 53: 82.
31
Fernández Sánchez FC. El “Code of Medical Ethics” (1847): Principios de Ética y
proceso de codificación. Cuadernos de Bioética 1993; 13: 19.
32
Herranz G. El código de deontología y ética médica. Cuadernos de Bioética 1994; 20:
330.
33
Benavente JW. Moral y Derecho: Estudio en perspectiva funcional. Persona y Dere-
cho, 1991; 25: 265.
23
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34
Laun A. La conciencia. Barcelona: Ediciones Internacionales Universitarias, 1993; 86.
35
Newman JH. Carta al Duque de Norfolk. Madrid: Rialp, 2005; 79.
36
Rodríguez Luño A. Ética. Pamplona: Eunsa, 1986; 99.
37
Messner. Ética social, política y económica a la luz del derecho natural. Madrid:
Rialp, 1967; 30 y ss.
24
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38
Vila-Coro MD. Bioética. En: Simón Vázquez C. Diccionario de Bioética. Burgos:
Monte Carmelo, 2006; 128.
25
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39
Ballesteros J. Sobre el sentido del Derecho. Madrid: Técnos 1986, 94.
40
Vid. Henkel H. Introducción a la Filosofía del Derecho. Madrid: Taurus, 1968.
41
Como es bien conocido, la concepción dualista de la persona hunde sus raíces en los
orígenes de la modernidad. El pensamiento de Descartes, con su famosa distinción entre
res extensa y res cogitans, influyó decisivamente en la misma. Este autor sienta las bases
del dualismo, al sostener que todo cuanto existe, a excepción de la mente humana, puede
ser reducido a la consideración de objeto. Vid. López Guzmán J, Aparisi A. Justicia y
Ecología. En: Ballesteros J, Fernández-Ruiz Gálvez E, Martínez AL (coord.). Justicia,
Solidaridad, Paz. Valencia: Quiles, 1995 (Volumen I); 232.
42
Kant se refirió, en su Metafísica de las costumbres, a “la dignidad de un ser racional
que no obedece a ninguna otra ley que aquella que él se da a sí mismo…como legislador
en el reino de los fines, como libre respecto de todas las leyes naturales y obedeciendo
sólo a aquellas que él mismo se da…la autonomía es, pues, el fundamento de la dignidad
de la naturaleza humana y de toda naturaleza racional” Kant E. Fundamentación de la
metafísica de las costumbres. Madrid: Espasa-Calpe, 1983 (8ª ed.); 92-4. Ciertamente, la
autonomía y la racionalidad son cualidades esenciales del ser humano. Pero el sentido en
el que Kant entiende la autonomía es distinto. Lo extiende hasta incluir una idea heredada
de Rousseau: sólo es libre el que obedece a las leyes que él mismo se da o, lo que es lo
mismo, el que se otorga a si mismo sus propias leyes. Rousseau JJ. Contrato social. Ma-
drid: Espasa Calpe, 2001; 47-48 y 53.
43
González AM. La dignidad de la persona, presupuesto de la investigación científica.
En: Aparisi A. Ballesteros J. Biotecnología, Dignidad y Derecho: bases para un diálogo.
Pamplona: EUNSA, 2004; 24.
44
González AM. El estatuto de “lo moral”. Reflexión histórico-crítica. Anuario Filosó-
fico, 1997; 30: 720.
26
Introducción a ea deontoeoría
45
González AM. La dignidad de la persona, presupuesto de la investigación científica.
En: Aparisi A, Ballesteros J. Biotecnología, Dignidad y Derecho: bases para un diálogo.
Pamplona: EUNSA, 2004; 30.
46
Hervada J. Lecciones propedéuticas de filosofía del derecho. Pamplona: EUNSA,
2000; 447.
47
Santos Ruiz A. Discurso de presentación del Código deontológico español elaborado
por la Real Academia de Farmacia. Acofar, 1991; 291: 33.
27
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48
Palazzani L. La fundamentación personalista en Bioética. Cuadernos de Bioética
1993; 14 (2): 49-50.
49
Bea E. Justicia y Derecho. En: De Lucas J et al. Introducción a la Teoría del Derecho.
Valencia: Tirant lo blanch 1992; 364.
50
Ruiz Retegui A. La Ciencia y la fundamentación de la Ética. I: La dignidad de la
persona. En: López Moratalla N et al. Deontología Biológica. Pamplona: Facultad de
Ciencias de la Universidad de Navarra, 1987; 17. En palabras de Palazzani, el utilita-
rismo “fundamenta la propuesta ética sobre el criterio de la utilidad social, o sea, de la
maximización del placer y la minimalización de lo desagradable para el mayor número
posible de individuos”. En definitiva, el utilitarismo y el contractualismo “intentan una
superación del individualismo a través de la búsqueda de un criterio ético que, aunque no
universal, pueda al menos fundarse sobre una condivisión intersubjetiva”. Palazzani L.
La fundamentación personalista en Bioética. Cuadernos de Bioética 1993; 14 (2): 49-50.
51
Bea E. Justicia y Derecho. En: De Lucas J et al. Introducción a la Teoría del Derecho.
Valencia: Tirant lo blanch 1992; 364-365.
28
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52
Del Barco JL. Pluralidad de sistemas éticos. Excelencia de la ética personalista: Bioé-
tica y Ciencias de la Salud 1995; 3(1): 33.
53
Hervada J. Lecciones propedéuticas de filosofía del derecho. Pamplona: Eunsa 1995;
413.
54
Vid. Polo, L. Ética. Madrid: Unión Editorial 1997; 18, 25,63.
29
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55
Aristóteles. Ética a Nicómaco, Libro II, Capítulo 2, Madrid: Gredos, 1995. Vid. Balles-
teros J. Sobre el sentido del Derecho. Madrid: Técnos 1986; 81.
56
Aristóteles. Ética a Nicómaco, Libro II. Madrid: Gredos, 1995; 58 y ss.
57
Aristóteles. Ética a Nicómaco, Libro II, 1. Madrid: Gredos, 1995; 160.
58
Según Pardo bien es “lo que todos apetecen, lo que atrae la acción. Si no hay un ob-
jetivo, no hay acción. Pero distinguir el bien no es una acción automática, como sucede
en una máquina, ni tampoco una reacción instintiva, como la que se da en los animales.
Para obrar el bien hay que recibir una educación moral. El bien se aprende, como todas
las cosas. No nacemos sabiéndolo. Ese aprendizaje del bien sucede primordialmente en la
familia, en la que nos inculcan las normas morales básicas: nos dicen que ciertas acciones
están mal, que otras no son censurables, y nos alaban por llevar a cabo las genuinamente
buenas”. Pardo A. La Ética en la Medicina. Persona y Bioética, 2011; 15 (2): 168.
59
Informe Belmont. Principios y guías éticos para la protección de los sujetos humanos
de investigación. http://www.unav.es/cdb/usotbelmont.html (accedido el 6 de junio de
2011). La aplicación de los principios en casos farmacéuticos se puede consultar en:
Campbell CS, Constantine GH. The normative principles of Pharmacy Ethics. En: Wein-
stein B. Ethics Issues in Pharmacy. Washington: Applied Therapeutics, 1996; 29-66.
60
Beauchamp TL, Childress JF. Principles of Biomedical Ethics. New York: Oxford Uni-
versity Press, 1979.
30
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61
Edgar A. Principios de la ética respecto al paciente. En: Salek S, Edgar A. Ética far-
macéutica. Barcelona: Ediciones Mayo, 2004; 33.
62
Rodríguez Luño A. Ética. Pamplona: Eunsa, 1986; 101-2.
63
Doral JA. La cláusula de conciencia. En: Libro de conferencias y ponencias del I
Simposium Internacional de Ética en Enfermería. Pamplona: Universidad de Navarra,
1990; 300.
31
Deontoeoría rarmacsutica apeicada
1.7. Conclusión
En la Deontología de cualquier profesión ocupan un lugar
El trabajo profesional
implica el ejercicio
destacado las exigencias de fidelidad a la verdad, constante pre-
de un derecho que, paración y responsabilidad, honestidad, confianza, sentido social
a su vez, conlleva y rechazo de todo tipo de fraude. En definitiva, se podría afirmar
la asunción de unos que el trabajo profesional implica el ejercicio de un derecho que,
deberes correlativos,
jurídicos o éticos, cuya a su vez, conlleva la asunción de unos deberes correlativos, jurí-
última razón de ser se dicos o éticos, cuya última razón de ser se encuentra en el servi-
encuentra en el servi- cio a la sociedad65.
cio a la sociedad.
No hay que contemplar la reflexión ética como algo abstracto,
etéreo ni complicado a lo que se apela desde el ámbito académico
o cuando existe un irresoluble conflicto profesional. El razona-
miento ético forma parte de lo ordinario ya que como bien indica
López Quintás “la vida ética comienza cuando uno se pregunta
que va a ser de él. Y lo decide al optar por un ideal. Esa decisión
determina el signo de las mil decisiones que ha de tomar cada
día”. Y “actúa libremente –con libertad creativa– el que es capaz
64
Hay que señalar que si la persona considera inmoral una acción concreta que, por otra
parte, es objetivamente honesta, y la realiza, estará obrando contrariamente a lo que le
exige su condición de persona, ya que su disposición subjetiva es de quebranto de la ley
moral.
65
Aparisi A. Ética y Deontología para Juristas. México: Porrúa, 2009; 97.
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66
López Quintas A. El amor humano. San José: Promesa, 2009: 157.
67
Herranz G. Epílogo. En: Valverde JL, Arrebola P. Estudios de ética farmacéutica. Ma-
drid: Doce calles, 1999; 257.
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