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Hartmann

Ricardo Maliandi

Enciclopedia del pensamiento esenc

C E N T R O EDITOR D E A M E R I C A LATINA
Estudio preliminar

I. P e r f i l del filósofo

...antes de todo comprender y de toda con-


quista han puesto los dioses el sudor del tra-
bajo. Y el trabajo es lo primero que hay que
llevar a cabo, aquí como en todas partes, lo
mismo al leer que al pensar por cuenta propia.
Sin él se coi/vierte, toda filosofía en especu-
lación.
N. H.

La sobriedad intelectual y el rigor metodológico


son las características permanentes en el pensa-
miento de Nicolai Hartmann. Pero estas cualidades,
lejos de conducir —como ha ocurrido a veces con
otros filósofos— a una aridez insípida o a ininteli-
gibles tecnicismos, se combinan aquí de un modo
feliz con la, riqueza de ideas y con la claridad expo-
sitiva. Cada página escrita por Hartmann rezuma
inteligencia y erudición, a la vez que excluye el
artificio retórico.
En nuestra época febrilmente cambiante, todo pa-
rece volverse arcaico ya antes de alcanzar la plena,
vigencia. Lo "moderno" tiende, entonces, a identifi-
carse con lo insólito. Parecerá, pues, paradójico,
afirmar que en la filosofía de Hartmann coinciden
precisamente la tradición y la modernidad. No se
trata de otro intento de progresar mediante un "re-
torno a lo antiguo", sino del empeño en retomar
con firmeza el hilo de pensamiento que se extiende,
por así decir, subterráneamente -—al margen de las
grandes discrepancias—, a través de toda la filoso-
fía occidental. Pero esto, emparentado sin duda con
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el ideal leibniziano de una philosophia perennis, re-
Centro Editor de América Latina S. A . quiere para Hartmann un constante trabajo crítico,
A v d a . de M a y o 1365 - Buenos A i r e s con el que se eliminen los muchos prejuicios que
Jian ido sedimentando en el pasado y que obstaculi-
Hecho el depósito de ley
zan hoy la investigación objetiva. Así es como, pre-
Impreso en la Argentina - Piintcd in Argenti:

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cisamente vara salvar la tradición, hay que reno-
var: hay que trabajar en una "nueva ontología". miento de Hartmann; tales, por ejemplo, las de
Nicolai Hartmann, el pensador de esa "nueva on- Brentano, Husserl, Lask, Scheler, etcétera, entre los
tología", nació en 1882 en la ciudad de Riga, situa- más próximos, y las de Aristóteles, Kant y Hegel
da a orillas del río Duna, cerca de su desembocadu- entre los clásicos. Incluso el neokantismo dejó en
ra en el Mar Báltico. Provenía de una familia él algunas huellas. El propio Hartmann confiesa
alemana radicada allí. Hizo sus primeros estudios estas y otras influencias en el prólogo de su Grund-
en San Petersburgo (hoy Leningrado); cursó par- legung der Ontologie (Fundamentación de la Onto-
cialmente la carrera de medicina en Dorpat (tam- logía). Pero todas ellas no quitan nada de origina-
bién llamada Yuriev, pequeña ciudad rusa, famosa lidad a la gran tarea llevada a cabo por Hartmann.
¡Air su Universidad) y regresó a San Petersburgo Junto a las constantes alusiones históricas, están,
para estudiar filosofía y lenguas clásicas. La con- siempre presentes la actitud crítica, el replantea-
fusa, y agitada situación política en Rusia, que hizo miento de los problemas capitales, la observación
trists con la guerra contra el Japón y con la revo- detallada y el análisis riguroso, libre de prejuicios.
lución de 1905, obligó a Hartmann a trasladarse a Se trata de una filosofía sistemáticamente desinte-
Alemania. En Marburgo fue discípulo de los jefes resada de los sistemas e interesada, también siste-
de la escuela neolcantiana, Cohén y Natorp. Allí se máticamente, en los problemas. Esta oposición, ca-
doctoró en 1907 y se habilitó en 1909. En la miama racterística desde el comienzo, se mantendrá a lo
Universidad fue profesor extraordinario desde 1917 largo de toda su obra, una obra extensa en la que
Jiasta 1920, y ordinario hasta 1925, en que fue lla- se revela un pensador tenaz, ordenado e incansable.
mado como catedrático a Colonia. Posteriormente Hartmann fue, en general, un filósofo grave, que
enseñó en la Universidad de Berlín, desde 1931 has- desdeñaba el énfasis, pero que se movía impulsado
ta 1945, y en la de Gotinga, desde 194-5 hasta 1950, por un fuerte, pathos teorético, por una sensibili-
año de su muerte.
dad socrática a la problematicidad. Su actitud era
Hay que señalar en la obra de Hartmann un pri- siempre científica, en el sentido de la exigencia de
mer período de orientación neokantiana (aproxima- objetividad y del rechazo de la opinión apresurada
damente hasta 1920). A él pertenecen su extenso o arbitraria. Combatió las tendencias irracionalis-
libro sobre la Lógica platónica del Ser (1909) y tas, pero no rehusó —sino que, por el contrario,
algunos artículos que fueron recogidos después de adoptó como base de su filosofía— el reconocimien-
su muerte en el tomo III de los Kleinere Schriften to de ámbitos irracionales. Sólo que tales ámbitos
tEscritos menores). La presencia del sello ncokan- debían ser, en cuanto tales, motivo de la reflexión
iiano, sin embargo, se complementa ya desde en- racional; debían manejarse con los instrumentos de
tonces con una serie de rasgos que caracterizarán la razón, en la cual se halla, en última instancia,
posteriormente la filosofía liartmanniana propia- el poder de distinguir lo racional de lo irracional.
mente dicha. Su alejamiento del neokantismo va El carácter orgánico de toda la obra liartmanniana
siendo gradual, hasta que alcanza la ruptura defi- se advierte en la referencia común de todos los te-
nitiva con la publicación, en 1921, de los Grund- mas al problema ontológico. No encuadra con pro-
züge einer Metaphysik der Erkenntnis (Rasgos fun- piedad en ninguna casilla, en ningún "ismo", y por
damentales de una metafísica del conocimiento), eso se ha dicho que Hartmann era un "solitario".
que representan una aguda crítica a toda la filoso- Lo fue, en efecto, no en el sentido de un aislamien-
fía neokantiana y, al mismo tiempo, las bases de to o de que haya rehusado el diálogo •—con el cual,
ia ulterior concepción ontológica. Se han señalado por el contrario nutrió constantemente sus ideas—,
con toda razón diversas influencias en el pensa- sino por no haberse adherido intelectualmente a
ninguna de las corrientes filosóficas que prevalecían

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la concepción de que el conocimiento no "eren" ni
en su época y que hoy subsisten. Por eso fallan
"produce" su objeto, sino que consiste en la aprehen-
las fórmulas propuestas desde fuera para designar
sión de algo en sí, vale decir, independiente de que
el complejo conjunto de su filosofía. Quizá la única
se lo conozca. No se trata de una adhesión apresu-
que le cuadre sea la que él mismo propuso, esto es,
rada al realismo gnoseológico, sino de una prescin-
la de "nueva ontología". La denominó también "on-
dencia inicial de todo "punto de vista" (Stand-
tología crítica", porque en ella ha de volverse a los
punkt), un colocarse "más acá de. idealismo y
viejos temas ontológicos, pero éstos deben ser tra-
realismo". Contra la acentuación neokantiana del
tados con el instrumento crítico que nos dejaron los
"idealismo trascendental", sostiene Hartmann que
pensadores de la edad moderna. La radicalidad de
ese aspecto constituye precisamente lo perecedero
esta "nueva ontología" pone a Hartmann, sin em-
en la filosofía de Kant, y que la "crítica" no ataca
bargo, en un constante enfrenlamiento, tanto con
a la metafísica, sino que, precisamente en cuanto
las direcciones filosóficas del pasado como con las
prolegómeno a toda metafísica futura, consistía en
del presente. No sólo el neokantismo, por ejemplo,
esa prescindencia de toda "posición" gnoseológica
es sometido a crítica; también lo son el platonismo, la
para posibilitar por primera vez la verdadera meta-
escolástica, etcétera, y, entre las corrientes contem-
física. La propia "crítica" tiene, además —sostie-
poráneas, la fenomenología y la filosofía de la exis-
ne— carácter metafísico, ya que se fundamenta en
tencia. Dentro del panorama filosófico del siglo XX,
el concepto de la "cosa en sí". Al intentar ahora
la ontología liartmanniana presenta, en suma, un
una "metafísica del conocimiento", Hartmann se
perfil propio e inconfundible, que trataremos de
considera fiel a Kant. Afirma que éste no se había,
mostrar, en la medida en que el escaso espacio dis-
opuesto a la metafísica como tal, sino a la "artifi-
ponible lo permite, recurriendo a la exposición su-
cialización constructiva" de la metafísica. No se ha-
maria de las actitudes con que aborda Hartmann
ce, metafísica elaborando sistemas monumentales
ios problemas centrales de su filosofar.
con la pretensión de conocer lo incognoscible: se la
hace simplemente en la afirmación lisa y llana de
que existe lo incognoscible, es decir, de que la razón
tiene sus límites, más allá de los cuales se extiende
II. E l problema del conocimiento lo irracional, con tanto peso ontológico como lo ac-
cesible a la razón.
La gnoseología de. Hartmann es una "metafísica
Lo imperecedero, lo suprahistórico de cada filoso-
del conocimiento". Ello expresa, de por sí, la opo-
fía se deriva, según Hartmann, de la tendencia a
sición radical al neokantismo de Marburgo, escuela
la problematización y de la fidelidad a los proble-
que pretendía reemplazar toda metafísica por la
mas. Cuando una filosofía hace predominar al siste-
•critica del conocimiento, e incluso ir más allá de.
ma, en cambio, acaba convirtiéndose en "constructi-
Kant, corrigiendo lo que en éste quedara de prejui-
va", esto es: inventando soluciones para problemas
cio metafísico, como la admisión de una "cosa en
planteados sólo a medias. El "pensar sistemático",
si". La exageración del trascendentalismo desembo-
sin embargo, debe exigirse en la medida en que la
caba en un "idealismo lógico" que, reduciendo toda
sistematicidad se refiera al rigor metodológico em-
la realidad a un enjambre de. leyes y relaciones ló-
gicas, reeditaba la vieja concepción de la identidad pleado en la investigación de los problemas. De ahí
entre pensamiento y ser. De tal modo, la ontología la importancia del método, cuyos pasos puntualiza
•resultaba superfina y, por otra parte, toda alusión Hartmann con claridad: fenomenología, aporética y
a un objeto "irracional" era contradictoria. teoría. La previa descripción de los fenómenos per-
mite atenerse a los hechos y es, por tanto, fundd-
Hartmann invierte todos esos términos. Paite de

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mental e imprescindible. Pero es también —y esto gen" (Bild) de aquél, etcétera. Lo aprehendido es
es parte de la crítica que Hartmann dirige a la es- siempre trascendente, tanto en el conocimiento a
cuela fenomenológica de Husserl, a la que acusa de posteriori (que parte del caso real individual), como
"prejuicios idealistas"— insuficiente, ya que su sen- en el conocimiento a priori (que prescinde de la
tido radica en servir de base a la aporética. Esta presencia del caso real). Esto permite hablar de un
consiste en plantear rigurosamente los problemas, "ser en sí" (Ansichsein) del objeto. Lo conocido es
ns decir, las "aporías", lo que equivale a indicar ya siempre un ente, al que el carácter de "objeto" (que
los límites del conocimiento. La aporética continúa supone la correlación con un sujeto) le es inesen-
el análisis comenzado en la descripción fenomenoló- cial (pues sigue siendo lo que es aunque no se lo
gica, y se mantiene, como aquélla, "más acá" de conozca) y fragmentario (pues tiene también un
toda posición filosófica. Pone de relieve lo que hay ser supraobjetivo o "transobjetivo"). Esta afirma-
de cuestionable en los fenómenos, y es de por sí ción, completada con la de que también el sujeto
una ciencia que tiene sus antecedentes en Aristóte- tiene un "ser en sí", configura, por así decir, la
les. Sólo cuando ella se ha practicado correctamen- columna vertebral de toda la filosofía de Hartmann.
te, es lícito pasar al tercer momento del método: El análisis fenomenológica revela también él límite
la teoría, que puede ya intentar soluciones, aunque "móvil" que circunscribe el ámbito de lo "conoci-
difícilmente logre alcanzarlas, pues se trata de do" dentro del de lo "cognoscible", y el límite "fi-
problemas en su mayor parte insolubles. Esta li- jo" (límite absoluto de cognoscibilidad o racionali-
mitación —que debe ser consciente— no convier- dad), que demarca todo lo cognoscible y que, a la
te, sin embargo, a la teoría, es decir, a la labor vez, divide lo "transobjetivo" en dos regiones: la
teórica, en una tarea desesperada o escéptica, de lo "inteligible" y la de lo "transinteligible" o
ya que su finalidad principal no es el hallaz- "irracional". Hay también indicaciones sobre el
go de soluciones, sino el tratamiento (Behand- "progreso del conocimiento", que consiste en el au-
lung) de las "aporías", o sea, la racionalización de mento del ámbito de lo conocido (mediante la mo-
sus términos en la mayor medida posible. Si la in- vilidad de su límite) y del grado de adecuación en-
solubilidad no puede ser anulada, ha de ser por lo tre la "imagen" y el objeto. Tal "progreso" se
menos mitigada mediante la observación minuciosa posibilita por la conciencia de esos límites, es decir,
de los elementos responsables de la dificultad. Ha la "conciencia del problema", el "saber del no saber".
de superarse así toda actitud ingénita frente a los
•problemas, escrutando, "contemplando" todo el ma- Las aporías del conocimiento son los problemas
terial obtenido por la aporética, y reduciendo ese implícitos en cada uno de los aspectos fenomenoló-
residuo irracional —vale decir, lo "metafísico"-— a gicamente descriptos. Cualquier estudio que se quie-
un mínimo, que ya no será tan difícil de manejar. ra emprender acerca de la gnoseología liartmannia-
na presupone una consideración a fondo de todas
La "metafísica del conocimiento" desarrollada por esas aporías y, sobre todo, la comprensión del inte-
Hartmann permite seguir sus consideraciones a rés ontológico que Hartmann tiene en esa problemá-
través de los tres pasos de ese método. Ya la des- tica. Antes de entrar en el "tratamiento" de las
vrirpción fenomenológica descubre una serie de ele- aporías, hallamos un análisis de los diversos "pun-
mentos que constituirán el soporte de la gnoseología tos de vista" e "intentos de solución", que Hart-
y también de la ontología liartmanniana: la corre- mann divide en tres grupos: 1) teorías realistas
lación entre sujeto y objeto, la trascendencia que (realismo natural, científico y metafísico); 2) teo-
los separa, la inmutabilidad del objeto en el acto de rías idealistas (idealismo empírico, trascendental,
la aprehensión y su exterioridad respecto del suje- metafísico, lógico y fenomenológico); y 3) teorías
to, la transformación que en éste determina la "ima- monistas (monismo místico y panteísta). Todas ellas

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han tratado, cada tina a su manera, de resolver el tafísica del conocimiento; la parte cuarta se refiere
problema central del conocimiento: la dualidad su- al conocimiento del objeto real, y la parte quinta
jeto-objeto y la trascendencia que los separa. El re- —que fue añadida a partir de la segunda edición
alismo subordina el sujeto al objeto; en el idealismo (1925)—, al de los objetos ideales. Estos últimos
ocurre lo inverso, y en el monismo ambos son subor- son trascendentes respecto de la conciencia, y su
dinados a una instancia que los abarca. Pero todas conocimiento es siempre necesariamente a priori. Si
son, según Hartmann, teorías insuficientes, porque bien en este caso ya no puede hablarse de una coin-
carecen precisamente de base ontológica. Todas cidencia de sujeto y objeto en la esfera de lo "real",
parten de la hipótesis de que la unidad es origina- el fundamento mitológico sigue presente, ya que, en
ria y primordial, y tratan entonces de explicar el virtud de su "trascendencia", también el objeto ideal
dualismo estableciendo de alguna manera un puente tiene para Hartmann un "ser en sí", que se distin-
entre los términos "sujeto" y "objeto". Semejante gue, por su modalidad, del ser real, pero que lo im-
puente, sin embargo, es una invención, algo que no pregna.
se apoya en los hechos. Además, queda así siempre
El "tratamiento" de las aporías, vale decir, el mo-
algo primordial sin explicar: el realismo no explica
mento específico de la "teoría", cierra esta investi-
cómo, de lo meramente objetivo, puede surgir el su-
gación del problema gnoseológico sin la pretensión
jeto; el idealismo no aclara cómo el sujeto produce
de haber arribado a una solución del mismo. Se
el objeto, y el monismo se aparta de los datos del
mantiene, por el contrario, el carácter problemático
fenómeno del conocimiento, entre los cuales no apa-
que justifica la denominación de "metafísica del co-
rece ninguna esfera superior, a la que se subordinen
nocimiento", esto es: admisión de un residuo inso-
objeto y sujeto, esfera que a su vez queda también
luole-, irracional. Es indudable, sin embargo, el apor-
sin explicar.
te esclarecedor implicado en los muchos recursos
Hartmann trata de eludir todas esas deficiencias hartmannianos que aquí entran en juego, tales como
clásicas mediante una fundamentación ontológica, la concepción de la "identidad parcial de las catego-
en la que se ocupa extensamente del "objeto del co- rías del conocimiento y el ser", o la del "criterio
nocimiento". Tal fundamentación anticipa una serie de verdad", basado en la coincidencia de dos ins-
de temas que serán centrales en la ontología propia- tancias (la del conocimiento a priori y la del cono-
mente dicha; es también la profundización del aná- cimiento a posteriorij, o la explicación de la "con-
lisis fenomenológico y aporético, y pone más clara- ciencia del problema" por medio de la "excentrici-
mente de manifiesto el ser real de la relación de dad" de las esferas del conocimiento a priori y a
conocimiento: la ratio cognoscendi presupone una posteriori, etcétera. En todos los casos estas concep-
ciones se encuentran fundamentadas en la prolijidad
ratio essendi. Lo común entre sujeto y objeto es el
analítica empleada por Hartmann.
ser real de que ambos participan. El conocimiento
se reduce así a un mero aspecto de una relación
mucho más amplia, que lo condiciona: la relación
vital y práctica, el intercambio constante de lo ac-
tivo y lo pasivo. La relación cognoscitiva está allí III. E l problema ontológico
ontológicamente insertada, y sólo artificialmente es
separable. Esta referencia de la dualidad gnoseoló- Ya vimos que el pensamiento de Hartmann está
gica a la unidad ontológica de la esfera del ser real autocaracterizado como una "ontología crítica". Es,
es la base decisiva para el "tratamiento" de las en efecto, una especie de nexo entre los motivos de
aporías del conocimiento. El desarrollo de dicho la antigua metafísica y el espíritu crítico de la fi-
"tratamiento" ocupa las partes IV y V de la Me- losofía moderna; pero no con un ingenuo criterio

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ecléctico, sino sobre la base de una prístina intui- tal neutralidad se ve ahora comprometida por la
ción de los resortes que mueven todo filosofar. necesidad de afirmar radicalmente el "ser en sí" de
La ontología es entendida al modo aristotélico, lo real, optando entonces por un "realismo". Hart-
como "philosophia prima". Ya en el prólogo de la mann lo admite; pero señala también que la expre-
Fundamentación de la Ontología nos confiesa que sión no es del todo adecuada para caracterizar la
hubiera preferido poner a su obra esc titulo, pero posición de la ontología, pues lo trascendente que
que desistió por no ver la perspectiva de "volver a ella investiga no es sólo el ser real, sino también
darle carta de ciudadanía". La ontología es la cien- el ser ideal. Además, el concepto de "ser en sí",
cia del ente en cuanto ente. Se sirve de la "metafí- por aludir a la independencia del objeto respecto
sica" —con la que no debe confundirse—• en la me- del sujeto cognoscente, es un concepto gnoseológico.
dida en que ésta puede señalarle sus límites de La ontología prescinde de él, y lo supera con su
conocimiento, y en la medida en que el ente en concepto del "ente en cuanto ente"; su actitud no
cuanto ente presenta aspectos irracionales. Pero su se dirige al conocimiento del objeto, sino al objeto
mismo. No tiene en cuenta la correlación cognosci-
verdadero ámbito de trabajo está constituido por
tiva; no es un conocimiento que, como el propio de
los elementos cognoscibles del ente, de los cuales es
la psicología, la lógica o la gnoseología, tuerza su
una especie de ciencia descriptiva. Sin embargo, ha
dirección natural para volverse a sí mismo, reflexi-
de distinguirse también, y rigurosamente, de la fe-
vamente. El conocimiento ontológico va directamen-
nomenología, ya que los fenómenos son lo que "apa-
te a los contenidos objetivos. A esta actitud deno-
rece", mientras que el ente es lo que "es". La dis-
mina Hartmann intentio recta, en oposición a la
tinción le parece a Hartmann indispensable para
intentio obliqua, propia de toda consideración gno-
comportarse, frente a los fenómenos, con sentido
seológica. La filosofía moderna, al dar preeminencia
crítico. Los fenómenos son "datos", y de ellos debe
al problema del conocimiento, terminó por adoptar,
partir toda investigación; pero no son la instancia
en general, la actitud refleja, la intentio obliqua,
que decide sobre lo verdadero y lo falso, la cual
quedándose entonces como empantanada allí. La on-
depende de la adecuación con el ente. Esto no sig- tología —dice Hartmann— es ahora la que abando-
nifica, sin embargo, que los fenómenos carezcan de na la intentio obliqua para retomar la intentio rec-
"se?-". Por el contrario, tienen un "ser" propio —co- ta, para restablecer la actitud natural.
mo lo tienen también las representaciones de la fan-
tasía, los pensamientos, etcétera—, pero tal "ser" no El error de casi todas las doctrinas sobre el ente
se identifica con el de aquello que "muestran". Tarea ha sido confundirlo con ciertas determinaciones, co-
de la ontología es, pues, también, especificar las mo la de sustancia, la de "bonum", la del universal,
diferencias que existen entre esas maneras de ser. etcétera. También se han confundido habitualmente
La ontología no es, en todo caso, "fenomenología". los conceptos de "ente" y "ser", lo cual se explica por-
La escuela fenomenológica, por no tener en cuenta eiue la pregunta por el ente es, al mismo tiempo, la
esa distinción, ha caído, según Hartmann, en un pregunta por el ser, ya que éste constituye lo idén-
idealismo que contradice la esencia de la fenomeno- tico en la multiplicidad de aquél. La pregunta fun-
logía y que no es tina "consecuencia", sino una "in- damental de la ontología es, efactivamente, en su
consecuencia" del método. Este, empleado rigurosa- sentido formal, una pregunta por el "ser", pues no
mente, no conduce al idealismo, sino que, inversa- alude a este o aquel ente particular, sino a lo que
mente, debe ser el punto de apoyo para dar el paso hay de común en todos los entes, y eso común no
hacia la comprensión de la esfera del ser real, tras- es otra cosa que él ser. Hartmann critica aquí, de
cendente a la, conciencia. La ontología también par- paso, el planteamiento de Heidegger, quien ha re-
te desde "más acá de realismo e idealismo"; pero emplazado la cuestión del "ente en cuanto ente"

14 ir,
por la del "sentido del ser". Las doctrinas tradicio-
be— son las categorías más universales y fundamen-
nales tienen el mérito de haber visto claramente
tales tanto del ente como también del conocimiento
verdaderas categorías fundamentales del ente; el
error consistió en generalizarlas, identificándolas del ente. Por tanto, la investigación de ellas pre-
con éste. Hay para Hartmann una "indiferencia" cede, con todo derecho, a la de las categorías dota-
del ente respecto de tales categorías (por ejemplo, das de contenido" (MW, Prólogo). Este ca/rácter
respecto de. la sustancia y el accidente, de la per- formal hace a las categorías modales difícilmen-
sistencia y el devenir, de la materia y la forma, del te comprensibles y obstaculiza el análisis: los modos
valor y el contravalor, etcétera). Pero precisamente del ser son indefinibles; sólo pueden ser determina-
en los límites de esa "indiferencia" está el punto dos indirectamente, por sus relaciones recíprocas.
de. arranque de la ontología liartmanniana. Diclios Tal estudio, a su vez, es necesario para aclarar la
límites se dan en las parejas de opuestos que co- oposición entre las "maneras" de ser. La investiga-
rresponden a los "momentos", ios "modos" y las ción de los modos se hace sobre cuatro esferas: la
"maneras" del ser. Al carácter del ser, en cuanto del ser real, la del ser ideal, la del conocimiento
tal carácter, no le son ya indiferentes estos aspectos. (esfera gnoseológica) y la de los juicios (esfera ló-
gica). El primer paso del análisis investiga las
Los "momentos" del ser (Seinsmórnente) son dos
"aporías" y los "equívocos" de los conceptos moda-
conceptos con los que reemplaza Hartmann la tradi-
les. Hay, por ejemplo, ambigüedad en el concepto
cional oposición de "existencia" y "esencia". Tales
tradicional de. "contingencia". Por su parte, la "ne-
"momentos" son los del "ser ahí" (Dasein) y "so-
cesidad" puede ser "lógica", "esencial" (del ser
así" (Sosein); el primero designa el mero hecho de
ideal) "gnoseológica" o "real". La "posibilidad" es
que algo sea; el segundo, lo que ese algo es. Tal
"disyuntiva" (del ser o no-ser) —que desaparece en
sustitución de términos era ya frecuente en la fi-
lo efectivo—, o bien "indiferente" —contenida como
losofía alemana anterior a Hartmann; pero éste in-
supuesto en la efectividad—. También hay una "po-
troduce una serie de aclaraciones originales, como
sibilidad real", distinta de la "posibilidad ideal",
por ejemplo la distinción con el par de opuestos
etcétera. Uno de los equívocos más frecuentes es el
que corresponden a las "maneras" del ser ("reali-
dad" e "idealidad"). Tradicionalmente se tendía a de la confusión de "efectividad" (Wirklichkeit) y 1

confundir la existencia con el ser real, y la esencia "realidad" ( R e a l i t á t ) . El error es aquí doble, por-
con el ser ideal. Para Hartmann son dos dimensio- que lo real también tiene posibilidad y necesidad, y
nes distintas, dos relaciones que se entrecruzan. Lo porque también hay efectividad ideal, y asimismo
real tiene "ser ahí" y "ser así", y lo mismo cabe efectividad lógica y efectividad gnoseológica. Tam-
decir de lo ideal. La relación entre estas dos dimen- bién se ha confundido la "efectividad" con la "ac-
siones se da en el hecho de que, mientras al "ser tualidad" en el sentido aristotélico (htpyeta). Esta
así" le es indiferente la idealidad o la realidad, el
"ser ahí" nunca es neutral en este respecto: al "ser 1
Traducimos aquí, siguiendo el criterio de J. Gaos, la
ahí" le es decisivo su ser real o ideal. palabra alemana Wirklichkeit — q u e , en general, significa
" r e a l i d a d " — por "efectividad". E l l o permite, en alguna
Los "modos" del ser (Seinsmodi), esto es, la "po- medida, subsanar la falta de u n adecuado término espa-
sibilidad", la "efectividad" y la "necesidad", son ob- ñol que designe lo que Hartmann entiende con Wirklich-
jeto del análisis modal que Hartmann lleva a cabo keit, esto es: la realidad actual, efectiva, la realidad como
en su libro Posibilidad y efectividad (Moglichkeit "modo", y que él distingue de Realitüt (la realidal enten-
und Wirklichkeit). Tal análisis es el paso previo in- dida como "manera" o "esfera" del ser), palabra que
dispensable para el estudio de la estructura del debíamos traducir por "realidad". E r a , pues, necesario,
mundo real. "Los grados de la modalidad —escri- distinguir entre ambas. Por el mismo motivo traducimos,
u n poco más abajo, UmuirkUchkcít por "inefectividad".
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al cambio. Están "insertados" en el mundo real;
última se diferencia de aquélla por presuponer un pero ello no afecta su carácter, pues están allí co-
esquema teleológico y por excluir lo imperfecto. La mo "legalidades" (por ejemplo, en las relaciones
"efectividad ideal" es el puro existir en la esfera matemáticas que rigen el mundo físico). La reali-
del ser ideal. La "efectividad real" (Realwirklich- dad, por su parte, comprende elementos muy hete-
keit) es la "efectividad en sentido estricto y pro- rogéneos pero que, en virtud de la unidad de la
pio". Es el modo más difícil de describir y compren- esfera a que pertenecen, se vinculan entre sí como
der, pero también el que se da más directa y drás- "estratos" (Schichten) de un todo. Tales estratos
ticamente, en los actos trascendentes emocionales. son el de las cosas materiales (lo inorgánico), el
Efectividad e inefectividad son modos fundamen- de lo viviente (lo orgánico), el de lo consciente (lo
tales y absolutos; los demás modos son "relaciona- psíquico) y el de lo espiritual. Por eso concierne a
Ies" (consisten en relaciones) y "relativos" (están la "ontología de lo real" —la extensa "Realontolo-
en relación con algo —los modos "fundamentales"—, g i e " — también el estudio de ámbitos especiales, co-
de lo cual dependen). Esta relatividad de los modos mo la "naturaleza" y el "espíritu", a cada uno de
relaciónales a los fundamentales es denominada por los cuales ha dedicado Hartmann un libro capital.
Hartmann "ley modal fundamental". Por otro lado, En la base de esta concepción de la realidad se
hay diversas "relaciones intermodales" (Intermodal- halla la de un "tiempo real", único y unitario, que
verhaltnisse), que se agrupan en tres clases: exclu- es el mismo para todos los estratos. Con ello recha-
sión, implicación e indiferencia. Las relaciones va- za Hartmann toda teoría acerca de tina "plurali-
rían, sin embargo, en las distintas esferas, lo cual dad temporal" (por ejemplo, la distinción entre un
permite el estudio comparativo de los caracteres de tiempo propio del acaecer natural y otro propio de
la realidad y la idealidad, y convierte a estas rela- la historia). La unidad del mundo real coincide con
ciones intermodales en un objeto central de toda la la de la temporalidad. (Cfr. GO, cap. 2S, c)
investigación ontológica. Una de las más importan-
Otras importantes distinciones se advierten en las
tes consecuencias extraídas por Hartmann de su es-
"maneras de darse" lo real y lo ideal. Ya antes de
tudio de tales relaciones, es su afirmación de la
su Fundamentación de la Ontología, había publicado
famosa tesis megárica de la posibilidad, es decir,
Hartmann su conferencia " Z u m Problem der Reali-
la concepción de que sólo es realmente posible lo
tátsgegebenheit", donde exponía su concepción de
que es realmente efectivo. De manera general, ese
la "manera de darse" lo real. El hecho de que el
estudio abre también el camino al análisis de las
"ser en sí" de lo real está "dado" no se discute;
categorías con que se estructura el mundo real.
es un hecho primario, y se revela ya como fenóme-
Las "maneras" del ser (Seinsweisen), es decir, no. De lo que se trata es de saber cómo está dado.
la realidad y la idealidad, son ya consideradas, co- En esto interviene la discriminación de actos "in-
mo vimos, a través del análisis modal. Constituyen, manentes" y "trascendentes". Los primeros, que
por así decir, un hilo conductor que enhebra toda comprenden los actos del pensar, de la imaginación,
la extensa obra liartmanniana y que conviene acos- de la fantasía, etcétera, se desarrollan sólo en la con-
tumbrarse a seguir cuando se la lee. Son las prin- ciencia. Los actos "trascendentes", por el contrario,
cipales dimensiones del "ente en cuanto ente", y reciben ese nombre porque "trascienden" la concien-
se distinguen entre sí, ante todo, en que lo real es cia, la rebasan, remitiéndola a algo que no depende
temporal c individual, es irrepetible, está sometido de ella, a algo que es "en sí". El conocimiento es,
al "proceso", que implica cambio y también, sin desde luego, uno de esos actos. Pero no el único.
embargo, identidad; en tanto que lo ideal se carac- Hay, además, toda una serie de "actos trascendentes
teriza por su intemporalidad y su universalidad: emocionales", en los que, si bien no hay "aprehen-
los objetos ideales son eternos, no están sometidos
19
18
sión", se "da" también el "ser en sí", y que repre- cho de que en él ser ideal dominen los modos rela-
sentan incluso tina relación ónt¿cántente "más fun- . ciónales, y los absolutos pasen a segundo término,
da mental" entre la conciencia y el mundo. El hace de esta manera de ser "un reino de puras re-
conocimiento es imprescindible para comprender el laciones, conexiones, congruencias y leyes", "un ser
contenido proporcionado por los actos emocionales, enrarecido", "un ser sin peso, 'ligero', flotante, for-
pero éstos constituyen el testimonio más fuerte y mal". El ser ideal no es, pues, "superior", sino "in-
más convincente del "ser en sí" de. lo real. Hay ferior" al ser real. La insistencia de Hartmann en
que aclarar que no todos los actos emocionales son este punto indica la importancia que tiene en su
"trascendentes". Hay actos de puro sentimiento, ontología. Ella trata precisamente, de corregir el
que corresponden a "estados de ánimo" y tienen ca- "prejuicio a.riológico" —tradicional desde la teoría
rácter "inmanente". Pero, a la vez, hay tres grupos platónica de las ideas— que suscribe, a lo ideal el
de actos emocionales "trascendentes": los "recepti- "nimbo de la sublimidad". Hay, por cierto, un "con-
vos" ("experimentar", "padecer", etcétera), los dicionamiento" de lo real por lo ideal, pero la je-
"prospectivos'' (la "espera"', la "esperanza", el "pre- rarquía ontológica no se determina por tal "con-
sentimiento", etcétera) y los "espontáneos" ("de- dicionamiento", sino por él mayor contenido y la
sear", "querer", "hacer", etc.) (Cfr. G O , caps. 27-35) mayor determinación óntica. Ocurre que, en general,
La "manera de darse" el ser ideal prescinde de todas las formas superiores están condicionadas, en
los actos emocionales. La excepción es el "senti- virtud de una "ley categorial", por las formas in-
miento del valor" —acerca de cuyas relaciones con feriores.
la experiencia de lo real no es Hartmann todo lo Esto nos conduce a un importante aspecto de la
claro que sería de esperar y desear—, que requiere ontología liartmanniana: la "teoría general de las
también actos emocionales, pero "de otra índole", categorías", es decir, el estudio de los "fundamentos
según Hartmann. En todos los demás casos, la estructurales del mundo real", trabajo que se lleva
"manera de darse" de la idealidad se limita al co-
a cabo en L a estructuración del mundo real (Der
nocimiento, y además, sólo al conocimiento a priori.
Aufbau der realen Welt). Las categorías no se en-
El "ser en sí" ideal (por ejemplo, de los objetos
tienden aquí, al modo kantiano, como "conceptos del
matemáticos) se manifiesta, por lo pronto, en que
entendimiento", sino como "fundamentos" óntieos,
la naturaleza está regida por esos objetos, y la na-
vale decir, como "determinaciones fundamentales
turaleza no se dejaría regir por algo que fuera in-
del ente" respecto de los contenidos. Son lo que de-
manente a la mente humana. Ahora bien, la prueba
termina a cada ente concreto a ser lo que es. Los
del carácter " i d e a l " de ese "ser en sí" se halla, se-
conceptos, en cambio, son nuestro instrumento para
gún Hartmann, en que hay también una "manera
la comprensión de los entes. Tampoco han de con-
de darse." los objetos ideales que es independiente
fundirse las categorías con el ser ideal, aun cuando
de que éstos se hallen contenidos en lo real. Tres
comparten con éste la universalidad y la intempo-
son los argumentos que lo demuestran: 1) "la esen-
cia del apriorismo"; 2) "la posición de la matemá- ralidad. Las categorías se muestran como "sustra-
tica, pura con respecto a la aplicada"; y 3) "la to", lo cual no ocurre con el ente ideal, que agota
indiferencia de lo matemático (y de las esencias en su contenido en formas, leyes y relaciones, y que
general) hacia el caso real". (Cfr. G O , caps. kk-k5) por su parte tiene categorías especiales. Hartmann
hace un extenso análisis de los "prejuicios" —on-
Hay que señalar que, si Hartmann se acerca al tológicos, gnoseológicos y derivados del "sistematis-
platonismo por su, afirmación, de un "ser en sí" de mo filosófico"— que en la historia de la filosofía
lo ideal, también se opone radicalmente a Platón en han retrasado la investigación de las categorías.
la apreciación ontológica de esc "ser en sí". El he- Pero señala también los grandes descubrimientos

20 21
latentes detrás de los errores, y vuelve a hacer re- terial. Pero, a su vez, la ley del " n o v u m " y la ley
saltar la importancia de los aspectos en que la ten- i de la "libertad" impiden toda interpretación "mate-
dencia problemática predominó sobre la sistemática. rialista" de la ontología liartmanniana, que se opo-
La estratificación de lo real, ya mencionada, es ne a todas las metafísicas unilaterales y subraya
el principio fundamental que permite una ordena- el carácter unitario de lo real.
ción de las categorías. El idealismo alemán la había Hay dos tipos de. relaciones entre los estratos:
•interpretado como una mera oposición de "naturale- entre lo inorgánico y lo orgánico, por ejemplo, hay
za" y "espíritu", dualidad que a Hartmann le pare- una "supraconfiguración" (Ueberformung), porque
ce insuficiente frente a la complejidad del mundo las configuraciones del estrato inferior no se pier-
real. Desarrolla entonces su concepción de los cua- den en el superior (lo orgánico es espacio-temporal
tro estratos, la cual fundamenta en el análisis de como lo inorgánico). Entre lo orgánico y lo psíqui-
las categorías, mostrando cómo son éstas las que co, en cambio, la relación es de "supraconstrucción"
determinan y rigen esa estratificación y cómo en (Ueberbauung): también aquí el inferior condiciona
ella el ser real conserva la unidad de su esfera. al superior; pero son heterogéneos, ya que lo psí-
Precisamente, uno de los principales objetivos de quico es inespacial, y carece de la sustancia mate-
la ontología es aprehender esa unidad del mundo, rial y la estructura matemática propias de los dos
que escapa a las ciencias especializadas. La base de estratos inferiores. El "retorno" categorial es sólo
tal unidad está en las "categorías fundamentales" parcial. Este tipo de relación es también el que
—condicionantes y, por tanto "inferiores" respecto existe entre lo psíquico y lo espiritual, ya que el
de las otras, las "especiales" (de lo inorgánico, por espíritu se distingue por la supraindiv¿dualidad de
ejemplo)—, de las que hay tres grupos: categorías sus actos.
"modales", referidas a los "modos" del ser; catego-
rías "elementales", que son de carácter estructural Toda esta "teoría general de las categorías" ex-
y se presentan en parejas de oposiciones, tales co- plica, según Hartmann, el orden del mundo sin re-
mo unidad-pluralidad, forma-materia, cualidad-can- currir a una divinidad creadora: las "leyes catego-
tidad, etcétera, y "leyes categoriales". Estas últimas riales" son el fundamento último de la realidad.
constituyen el andamiaje de toda la "estructura- Tampoco es necesario postular "causas finales": la
ción" —o "fábrica", según traduce J. Gaos la pa- "ontología crítica" no sólo es expresamente antite-
labra "Aufbau"— del mundo real. Son leyes que leológica, sino que le cabe también la tarea de de-
rigen a las categorías mismas y sólo a través de nunciar el prejuicio antropocéntrico que sustenta
éstas, indirectamente, a lo concretum del mundo toda teleología. Hartmann lo intentó en un libro ti-
real. Hartmann las clasifica en cuatro grupos que tulado, precisamente, Pensamiento teleológico (Te-
se fundan en cuatro axiomas respectivos: el de la
leologisches Denken).
"validez", el de la "coherencia", el de la "estratifi-
cación" y el de la "dependencia". Aquí nos limita- El desarrollo de la ontología liartmanniana se
remos a señalar que la ley categorial fundamental cierra con la "teoría especial de las categorías", ex-
es la de la "fuerza", según la cual los estratos in- puesta en el extenso libro Filosofía de la naturaleza
feriores son siempre los más fuertes, por constituir (Philosophie der Natur). Se trata de un análisis
el supuesto necesario para la existencia de los su- que, debido a la infinita riqueza categorial de los
periores. Esta relación inversa entre "fuerza" y estratos superiores, Hartmann reduce a las catego-
"altura" ónticas expresa también la oposición de rías de lo inorgánico y de lo orgánico, que consti-
Hartmann al idealismo alemán, que imaginaba al tuyen lo que se denomina habitualmente "naturale-
Espíritu como supuesto y condición del mundo ma- za". Pretende averiguar las estructuras categoriales
que están supuestas en la ciencia natural positiva.

22 23
No penetra en los detalles del saber científico, pero IV. E l problema del ser espiritual
trata de prescribir a la ciencia los límites hasta
dónde le es lícito extender algunas de las consecuen- Das Problem des geistigen Seins ( E l problema
cias que ella extrae. del ser espiritual) es el título de la obra en que
Toda exactitud reside en lo cuantitativo, pero lo desarrolla Hartmann su filosofía de la historia y
cuantitativo presupone siempre un sustrato último, del espíritu. Si bien su contenido se vincula ínti-
que no puede ser ya cuantitativo. La matemática mamente con toda la concepción ontológica, no se
pura puede prescindir de tal sustrato, no así la trata de una continuación del análisis categorial
física ni la mecánica. Toda magnitud es magnitud (el libro precede cronológicamente —es de 1933—
de "algo" (presión, peso, etcétera) que tiene una cua- a los ya mencionados cuatro tomos de la Ontología
lidad propia, y por "debajo" de lo cual, a su vez, propiamente dicha), sino, como lo expresa el subtí-
hay categorías especiales. La física moderna ha in- tulo, de algunas "investigaciones para la fundamen-
cursionado ilícitamente en el terreno ontológica, por tación de la filosofía de la historia y de, las ciencias
ejemplo, con la "teoría de la relatividad". Hartmann del espíritu". En ellas se procura la fructificación
no le cuestiona su valor matemático, pero si sus de los aspectos verdaderamente fecundos que, en "la
consecuencias metafísicas, por relativizar el sustra- peligrosa herencia de Hegel", fueron desaprovecha-
to de las magnitudes. (Cfr. P N , cap. 18) dos por la mayor parle de las teorías.

En lo referente al reino de lo orgánico, la vieja La Historia —característica común de todo ser


polémica entre "mecanicistas" y "vitalistas" es in- espiritual— presenta tres problemas fundamentales:
soluble, pues ambos puntos de vista son unilatera- el metafísico, el metodológico y el del historicismo,
que conducen, a su vez, al de la estructura y ma-
les. Los primeros hacen una interpretación "desde
nera de ser de aquello que "tiene historia", o sea,
abajo", aplicando un esquema demasiado simple
del "espíritu objetivo". Esta expresión, convertida
—tomado de lo inorgánico— al inundo de lo orgá-
en clásica por Hegel, halla en Hartmann una acu-
nico. Los "vitalistas" interpretan la vida "desde
ñación distinta, que es también la clave de esta fi-
arriba", ideológicamente, por el prejuicio antropo-
losofía del espíritu. Si bien el ser espiritual, en
mórfico que ve en el funcionamiento biológico una
cuanto estrato ontológico, representa una unidad in-
dirección semejante a la de una conciencia que se
divisible, se manifiesta, sin embargo, en tres formas
propone, fines. La explicación, en cambio, estaría en
distintas, analizables por separado: 1) el espíritu
la vigencia de las "leyes categoriales". La "causali-
"personal" o "subjetivo"; 2) el espíritu "objetivo"
dad", por ejemplo, "retorna" en lo orgánico, pero
o "histórico"; 3) el espíritu "objetivado".
subordinándose a leyes propias de lo vital — e l "no-
vura" del estrato superior—. (Cfr. P N , cap. 46, c-d) E l espíritu personal es la única forma espiritual
vincidada con una conciencia, de la cual, sin embar-
La "filosofía de la naturaleza" está dividida por
go, debe distinguirse. Ya vimos que entre el estrato
Hartmann en tres partes fundamentales, que com-
psíquico y el espiritual hay una relación de "supra-
prenden, respectivamente, el análisis de las catego-
construcción" (o sea: la ley del "retorno" se cumple
rías "dimensionales" (espacio y tiempo), de las
sólo parcialmente). La diferencia se advierte en la
"cosmológicas" (sustancia, causalidad, acción recí-
comparación —basada en las ideas de H. Plessner—
proca, devenir, etcétera), y de los "orgavolór/icas". de la conciencia humana con la del animal. Esta
Estas últimas forman un total de 19, repartidas en última parece agotarse en las respuestas instintivas
cuatro grupos: I) el "complexo orgánico"; II) la a las incitaciones del mundo circundante, fuera de
"vida supraindividual"; III) la "filogénesis"; y IV) las cuales nada existe para ella y en relación con
la "predeterminación orgánica". las cuales tiene una posición "frontal". La concien-

24 25
cia espiritual, en cambio, tiene con el mundo una pero lo compara con Colón, quien, sin sospecharlo,
relación "objetiva": no está frente a "cosas", sino había descubierto un nuevo continente. Hegel desfi-
frente a "objetos"; hay una "excentricidad" de esta guró ese descubrimiento al aplicarle el constructi-
conciencia (se autorreconoce como incluida en el vismo de su dialéctica metafísica. Es necesario, se-
mundo y no se siente "centro" de éste). No está gún Hartmann, rescatar al espíritu "objetivo" de
propiamente en un "mundo circundante" (Umwelt), ese idealismo, reemplazando la sistematización cons-
sino en el mundo real. Sobre esta base analiza tructiva de Hegel por descripciones críticas funda-
Hartmann toda una serie de características del es- mentadas en la ontología. El espíritu objetivo, como
pirita "personal". La más importante es, precisa- vimos, no tiene conciencia propia. Mas no por ello
mente, la que lo determina como "persona": el estar es una entidad "inconsciente" o "supraconsciente":
incluido o inmerso en la actualidad de la "conexión carece de las representaciones conscientes propias de
vital" (Lebenszusammenhang). Le es peculiar la ca- sujetos individuales, pero éstas contribuyen a cons-
pacidad de proponerse fines y perseguirlos (la "per- tituirlo. No se dirige a "fines" —como los que se
sona" es la que introduce la teleología en el mun- propone el espíritu personal—; no hay, por tanto
do); tiene espontaneidad para autoconstituirse; está una teleología del proceso histórico. Por ser un es-
vinculada con otras personas; posee identidad y to- trato superior, supone a los inferiores, de los que
talidad (que suponen su fidelidad hacia sí misma depende. La "supraindividualidad" que lo caracteri-
en medio de todos los cambios, y la constante sín- za no implica una desconexión con los individuos,
tesis de sus actos que, en realidad, se dan separa- ya que "vive" en ellos y sus mutuas relaciones.
dos); está siempre "en situación" (lo que la obliga Además, tiene su propia "individualidad" y su "au-
en todo momento a la decisión libre); tiene "expansi- tonomía", que corresponden a las de un determinado
vidad" (se realiza en su autotrascendencia); etcétera. grupo humano. No es infalible. Hartmann hace un
Debe distinguirse de la "personalidad" (Pei'sdn- importante estudio de "lo auténtico y lo inauténtico
lichkeit), que consiste en aquello por medio de lo en el espíritu objetivo". Como éste no tiene "con-
cual cada persona determinada se distingue como ciencia" (Bewusstsein), tampoco tiene "conciencia
única e irrepetible. 2
moral" (Gewissen) con la que pueda autoacusarse.
El espíritu objetivo, verdadero portador de la his- Por eso las personas individuales, que sí la tienen,
toricidad, comparte, con el espíritu "personal" el deben resolverse a veces contra el espíritu objetivo,
rasgo de la temporalidad, pero se distingue de éste cuando advierten en él algún aspecto "inauténtico"
fundamentalmente por su carácter supraindividual (la "moral convencional" de la pura apariencia, el
y por carecer de conciencia y no ser "persona". La arte "cursi", las supersticiones, etcétera). Esta po-
observación histórica lo advierte, por ejemplo, como sibilidad de lo inauténtico y del error en el espíritu
"espíritu del helenismo", o "del Renacimiento", o, objetivo tampoco había sido advertida por Hegel,
en general, como "espíritu de un pueblo", etcétera. para quien la "infalibilidad" de ese espíritu hacía
Se encarna en un conjunto de contenidos objetivos que sólo los espíritus individuales pudieran equivo-
—lenguaje, moral, arte, etcétera— que constituyen carse (precisamente, en la medida en que discrepa-
el estilo de vida de un pueblo o de una época y el ran con el espíritu objetivo). La corrección liart-
aspecto dinámico de la cultura. Hartmann reconoce manniana ofrece un panorama totalmente distinto.
en Hegel al descubridor de esta forma del espíritu;
El espíritu objetivado residía de las "objetivacio-
nes", es decir, de aquello que el espíritu produce y
~ Más detalles de esa distinción se hallarán en el tra-
bajo de Hartmann titulado Das Ethos der Personlichkeit "fija" fuera de sí mismo, como ocurre por ejemplo
(El "ethos" de la personalidad), incluido en la selec- en la obra de arte. Como tal fijación se hace fuera
ción de textos. del tiempo, se trata de un espíritu intemporal o

26 27
neredes, se trata de una sistematización y una co-
supratemporal. A diferencia de las otras dos for- rrección crítica de la "ética material de los valores"
mas, no es, pues, un espíritu "viviente", y escapa elaborada por Max Scheler. Hartmann reconoce a
ya a lo real —que supone la existencia en el tiem- , éste el mérito de haber vuelto la atención hacia los
po—. Su "irrealidad" se caracteriza por la carencia problemas del contenido ético, y de haber logrado
de un "ser en sí": es "ser para" otra cosa —el la síntesis entre, la ley moral kantiana y la multi-
espíritu "viviente"— que le otorga dignidad ontoló- plicidad axiológica divisada por Nietzsche. De tal
gica. Si bien el espíritu "objetivado" no se limita modo devolvió a lo a priori ético su contenido, y
al mundo del arte, es en éste donde se hallan sus mostró a la conciencia axiológica lo que permanece
representantes más "puros", y a ellos recurre Hart- invariable a pesar de la relatividad de las valora-
mann casi constantemente en sus ejemplificaciones. ciones humanas. Pero es necesario, según Hart-
Es así, como esta "filosofía del espíritu" contiene mann, ir aun más allá de Scheler y alcanzar la
ya las bases principales de la concepción desarrolla- síntesis do la ética antigua y la ética moderna.
da más tarde en su Aesthetik. La irrealidad del es-
píritu "objetivado" aparece en la obra de arte como La ética liartmanniana es, en buena parte, una
un "fundamento interno" o "fondo" (Hintergrund), ontología de los valores, que en Scheler estaba qui-
en el que residen los valores estéticos y que se zá sugerida, pero no desarrollada. Ambos pensado-
muestra a través de un "fundamento externo" o res parten de la fenomenología y de la, necesidad
"primer plano" (Vordergrund), de naturaleza real de salvar la objetividad axiológica frente a las ame-
y sensible. En toda manifestación artística —ya nazas del relativismo y el nominalismo. Pero Hart-
sea literaria, plástica o musical— se dan, según mann sobrepasa a Scheler en el análisis de la na-
Hartmann, esos dos planos. Ellos caracterizan al turaleza específica del valor y expone una axiología
"objeto estético". La percepción sensible capta, ante que se ha convertido en clásica.
todo, el "fundamento externo" (por ejemplo: se La pregunta por lo que se "debe, hacer" constitu-
oyen los sonidos, se ven los colores y las formas); < ye la cuestión ética por excelencia, y la que otorga
pero éste se hace transparente en la percepción es- a la investigación ética el carácter de "filosofía N-
tética, que capta entonces el "fundamento interno" práctica". Se nos plantea en todo momento, pues
o "fondo" de la obra, es decir, su contenido espiri- siempre nos hallamos en situaciones ante tas que
tual. En tal sentido, la percepción estética resulta debemos decidir y responsabilizarnos del acto deri-
una "contemplación suprasensible", en virtud de la vado de la decisión. Pero la ética no enseña lo que
cual el contemplador alcanza a comprender la inten- se debe hacer hic et nunc, sino que procura mostrar
ción del creador. Junto al "fundam.ento externo" y cómo está configurado y condicionado aquello que
al "fundamento interno" está, pues, el espíritu mis- en general constituye el deber ser. Como toda au-
mo como factor decisivo en el fenómeno estético. téntica filosofía, ella no enseña juicios hechos, sino
Hay que destacar, finalmente, el hecho de que el a juzgar. Es "práctica" porque hace madurar lo
"fondo" está siempre constituido a su vez por di- práctico en el hombre, estimulando su capacidad de
versos estratos, que no siempre son aprehendidos en ser responsable y la configuración libre de su vida.
su totalidad por el contemplador particular, y que
Una aporía fundamental halla esta investigación
determinan la magnitud artística de la obra.
en el hecho de que el saber que ella persigue no
puede, —a diferencia del saber teórico— ser corro-
borado o ratificado por la experiencia, ya que ésta
V . E l problema ético consistiría en la consumación del acto, y lo que in-
teresa es precisamente cómo éste ha de realizarse.
La filosofía liartmanniana de los valores y de la El conocimiento ético tiene que ser, pues, necesaria-
libertad aparece en su extensa Ethik. En líneas ge-
29
28
mente a priori. Pero no sabemos de qué manera
cristiana, por su parte, desconoce la autonomía del
pueden alcanzarse los principios éticos. Además, la
ethos humano y limita excesivamente lo normativo.
ética no presupone sus fines (como ocurre con otros ,1
La dificultad halla una posibilidad de solución en
conocimientos "prácticos"), sino que debe mostrar-
el tratamiento platónico expuesto en el Menón: lo
los y probarlos. Lo aporético constituye, así, una
"enseñable" y lo que es "innato en la naturaleza
parte de la ética misma, y su gravedad es el corre-
humana" no se excluyen necesariamente. Aprender
lato de la autonomía que caracteriza al ethos hu-
una ley matemática consiste en volver consciente
mano.
un saber que se poseía sin advertirlo. En el con-
Pero la problemática ética no se reduce a la cues- cepto de "anamnesis" —que, en su sentido gnoseo-
tión del "deber hacer". El ethos implica también lógico, nada tiene que ver con la imagen mítico-psi-
una "toma de posición" (Stellungnahme), por la cológica de la "reminiscencia"— ve Hartmann el
cual tiene que "participar" en la plenitud axiológica descubrimiento platónico del aspecto a priori del
del mundo real. Esto no lo vio la tradición ética
conocimiento y, aplicado a lo ético, indica que la
deslumbrada por el "deber". La segunda cuestión
virtud es enseñable en el mismo sentido que la geo-
fundamental de la ética es la de la esencia de lo
metría. El conocimiento ético es también a p r i o r i :
valioso, o sea, la pregunta por el "bien" en general,
enseña qué es lo bueno, pero no determina la con-
pregunta más amplia que la primera, a la que, en
ducta moral. Sin embargo, al conducir a la concien-
cierto modo, implica y subordina.
cia moral a sus propios principios, incide indirecta-
La Etica hartmanniana está dividida en tres par- mente sobre dicha conducta. De ahí el carácter
tes: I) "La estructura del fenómeno ético" (Feno- "normativo indirecto" de la ética: lo estrictamente
menología de las costumbres); II) "El reino de los "normativo" no es ella, sino su objeto: los valores.
valores éticos" (Axiología de las costumbres); y El desconocimiento de la estructura axiológica ha
III) "El problema del libre arbitrio" (Metafísica conducido a numerosos errores, que Hartmann ana-
de las costumbres). Nos limitaremos a mencionar liza detalladamente, para estudiar a continuación
sólo algunos aspectos que nos parecen puntos de esa estructura. Los valores son "esencias" indepen-
acceso a la consideración de esta obra, de la que dientes de los "bienes" —de los que constituyen las
ningún esquema puede proporcionar una imagen fiel. "condiciones de la posibilidad"— y tienen carácter
La Fenomenología de las costumbres comienza a priori; son "absolutos", pese a que presentan cier-
aclarando el sentido "normativo" de la ética, pro- . ta forma de "relatividad"; tienen un "ser-en-sí
Mema que Hartmann vincula con el de la "enseña- ideal", y, finalmente, revisten el carácter de "prin-
bilidad de la virtud". El intelectualismo moral cipios". En vinculación con los valores estudia tam-
socrático (la virtud es saber, y, por tanto, "enseña- bién ontológicamente el "deber". Cuestiones referen-
ble") implicaría la concepción de la ética corno dis- tes a la teleología que el hombre introduce en el
ciplina que enseña y determina lo que se debe hacer. mundo real conducen, a su vez, a una serie de con-
La ética cristiana (el "pecado" es la transgresión sideraciones metafísicas sobre la persona, que actúa
como la mediadora entre el mundo ideal de los va-
de la ley de Dios, conociéndola) enseña, pero no
lores y el mundo real: es el ser "realizador" de los
determina. La ética de Schopenhauer (entendida co-
valores.
mo "teoría pura", semejante a la lógica o la meta-
física) pierde toda "normatividad": no enseña ni La Axiología de las costumbres trata ya proble-
determina. La primera y la tercera de tales concep- mas más especiales, como el de la "tabla axiológica"
ciones son, según Hartmann, extremas y por tanto (Werttafel). Hartmann se opone a la jerarquía uni-
lineal de los valores, propuesta por Scheler, soste-
inadecuadas al verdadero fenómeno ético. La ética
niendo, en cambio, que hay una "pluridimensiona-

30
Udad", en virtud de la cual la jerarquía puede por medio de una "síntesis de valores". Esta idea
variar independientemente de la estructura axioló- se hallaba ya —aunque deficientemente formidada—
gica. También critica los "criterios" establecidos en la teoría aristotélica del "término medio", y Hart-
por Scheler para reconocer la altura jerárquica, en mann la desarrolla admirablemente, aunque insis-
especial el de "fundación" (Fundierung-). Scheler tiendo en el carácter hipotético de sus afirmaciones
había sostenido que los valores superiores "fundan" centrales. (Cfr. E , cap. 2S)
•a los inferiores. Hartmann califica esto como "in- La Metafísica de las costumbres aborda la vieja
tento de fundación al revés" y, aplicando la ley y difícil cuestión del "libre arbitrio" (Willensfrei-
categorial de la "fuerza", establece que ésta, tam- heit). Este constituye la instancia que, más allá del
bién en lo axiológica, varía inversamente con la mero "sentimiento del valor", determina la conducta
"altura": los valores inferiores son los más "fuer- humana frente a los valores: la mera captación de
tes" y, por tanto, "fundan" a los "superiores".
éstos no implica su "realización", ya que el hombre
Un problema central en la ética liartmanniana es puede también no realizarlos. En esto reside, preci-
el de las "antinomias de valores". Una de las for- samente, la libertad humana, con la que se conectan
mas en que los valores de este reino pluridimensio- esencialmente los valores morales. La libertad pre-
nal se relacionan entre sí es la "oposición". Los senta dos "antinomias" fundamentales. La pri-
"conflictos axiológicos" se producen entre valores mera es la "antinomia causal" (Kausalantino-
que se hallan en un mismo nivel jerárquico y que, mie), esto es, la aparente incompatibilidad de la
sin embargo, se oponen; a veces, incluso, excluyén- libertad con la determinación causal. Kant la resolvió
dose mutuamente. El carácter antinómico general parcialmente con su concepto positivo de la libertad,
presenta diversas forinas, que Hartmann explica re- es decir, entendiéndola como una forma especial de
curriendo al esquema de las categorías tradicionales: determinación —precisamente, la forma ideológica,
hay oposiciones "modales", "relaciónales" y "cnali- que estaría ausente en la determinación causal na-
tativo-cuantilativas". La problemática de los con- tural—, proveniente del mundo inteligible. La libertad,
flictos puede seguirse, a partir de aquí, a lo largo según esto, constituiría toda una legalidad que marcha
de toda la Etica, ya que. reaparece constantemente paralela a la legalidad natural: al proponerse fines
en relación con los deméis problemas. En muchos y tratar de realizarlos, el hombre introduce en el
casos, el factor principal del conflicto es la "situa- mundo empírico una determinación teleológica. Pero
ción": puede ocurrir que. los valores mismos, consi- esta solución kantiana sólo disipa una parte del
derados en su idealidad, no se opongan; pero lo ha- problema de la libertad. Demuestra la "autonomía
cen en la situación concreta en que la persona, al de la razón"; asegura la "libertad trascendental",
decidirse en favor de uno, debe lesionar necesaria- pero no la libertad de la persona moral, que se ha-
mente al otro. Hartmann llama "empíricos" a este lla en el individuo humano real. Queda por explicar
tipo de conflictos. En general, el hombre no crea ni la libertad de la persona frente a la ley moral. Ad-
puede anular los conflictos axiológicos; y, sin em- vertimos así el doble aspecto del problema: libertad
bargo, debe "resolverlos" de alguna manera, ya que frente al ser y libertad frente al deber ser. Kant
siempre debe decidir (la abstención es también una resuelve el primer aspecto, pero complica el segun-
manera de decidir). Esta imposibilidad de eludir la do, que constituye la segunda antinomia: la "anti-
responsabilidad, y por tanto la culpa, es un proble- nomia del deber ser" (Sollensantinomie). Si la vo-
ma metafísico del reino axiológico. De modo análogo luntad estuviera forzada por el deber ser, ya no
a lo que ocurría con las "aporías" gnoseológicas, sería una voluntad moral, pues no sería responsable
también la tensión de las antinomias axiológicas de su decisión. Se trata, pues, de una antinomia
puede, por lo menos en algunos casos, disminuirse entre el deber (Sollen) y el querer (Wollen). Fichte

32 33
Los textos
habla advertido esta antinomia, pero propuso, según
Hartmann, una solución "especulativa" que aniqui-
laba la libertad. También las teorías de Schelling,
Leibniz y Schopenhauer contienen, junto a aportes L a selección que sigue tiene intención didáctica,
esclarecedores, errores que Hartmann somete a una en el sentido de que se han buscado fragmentos
crítica rigurosa, tras la cual expone las seis aporías fundamentales, cuya cabal comprensión permite i n -
propias del problema de la libertad moral. Ellas per- troducirse en el pensamiento de Hartmann e iniciar
miten plantear todavía una tercera antinomia de la fácilmente ulteriores estudios más profundos acerca
libertad, que se establece entre los contenidos de las del todo orgánico de dicho pensamiento.
dos primeras: ambas exigen solución; pero, al mar- Nos pertenece la traducción de algunos fragmen-
gen de. las dificultades que cada una ofrece para tos; pero hemos utilizado muchas otras traduccio-
ser resuelta, ocurre que la solución de cualquiera de nes, indicando en cada caso el nombre del traduc-
ellas es incom.patible con la solución de la otra. En tor. Todas éstas fueron atentamente cotejadas con
este antagonismo consiste precisamente la tercera los originales y, cuando lo creímos necesario — y a
antinomia. Hay, en definitiva, un residuo metafísi- fuere por discrepancia de criterio, por advertir erro-
co que ya no puede ser totalmente resuelto. res de imprenta, etcétera, pero, sobre todo, con el
fin de unificar la terminología respecto de las pala-
En el capítulo 85, último de la Etica, expone
bras técnicas propias del lenguaje hartmanniano—,
Hartmann las cinco "antinomias" entre la ética y
hemos introducido pequeños retoques, que en nin-
la religión: 1) entre la "tendencia al más allá",
gún caso afectan esencialmente el contenido.
propia de la religión, y la "tendencia al más acá",
Los corchetes [ ], usados en algunos títulos, en-
propia de la ética; 2) entre la voluntad humana y
cierran agregados aclaratorios, que no figuran en
la voluntad divina; 3) entre Dios como valor abso-
el fragmento original.
luto (al que se subordinarían todos los valores) y
Las obras de Hartmann que se mencionan en el
la autonomía de los demás valores; U) entre la Pro-
estudio, como las que se han empleado para la se-
videncia y el libre arbitrio humano; y 5) entre la
lección de los textos, se citan con las siguientes
posibilidad religiosa del perdón del "pecado" y la
abreviaturas:
imposibilidad ética de la anidación de la cidpabili-
dad moral (que degradaría al hombre en su carácter ARW: Der Aufbau der realen Welt
de ser responsable; lo desconocería como "perso- E: Ethik
na"). Todas estas antinomias son insolubles. Hart- EP: Einführung in die Philosophic
mann insiste así en su oposición a toda doctrina GO: Zur Grundlegung der Ontologie
teísta; tiene, sin embargo, la prudencia de no de- ME: Grundzüge einer Metaphysik der
clarar expresamente una posición "ateísta" que, co- Erkenntnis
mo tal "posición", podría ser acusada de prematura M W : Moglichkeit und Wirklichkeit
y "constructiva", ya que se trata sin duda de un N W O : Neue Wege der Ontologie
problema caracterizable como "no soluble hasta el P N : Philosophie der Natur
fin". Quizá por eso sea también, entre todas las P G S : Das Problem des geistigen Seins
cuestiones filosóficas tradicionales, la única que, por S S : Systematische Selbstdarstellung
las pocas referencias que Hartmann le dedica, ha [Autoexposición sistemática, inclui-
quedado prácticamente excluida del amplio éimbito de da en el tomo I de los Kleinere
sus investigaciones. Schriften pp. 1-51]
R. M.
R. M.

35
34
i>;i.ra el juicio de valor e incluso para el contenido Bibliografía
mural de valor. Constituye un problema metafísico
fundamental del reino del valor. L a responsabilidad
y la imputación, la conciencia moral y la conciencíu Obras de Nicolai Hartmann
de culpa, la aprobación y la desaprobación encuon-
Irán en él una traba que recarga y complica enor> 1. Platons Logik des Seins (Giessen, Tópelmann,
inemente su problema, esto es, el problema moral 1909).
central. También al más audaz concepto metafísico 2. Philosophischc Gmndfragen der Biologic (Góttin-
de la libertad le está puesto aquí el límite. Estos gen, Vandenhoeclc & Rupreclit, 1912; incl. post.
conflictos, en efecto, no son creados por el hombre, en Kleinere Svhriften, III).
quien tampoco puede anularlos. L a libertad y el po- 3. Grundzüge eiwr Metaphysik der Erkenntnis (l? 1

der humanos se extienden sólo a lo real. Pero las ed. 1921; 4» ed. Berlín, W. de'Gruyter & Co.,
relaciones de valores no radican en lo real, sino en 1949; ed. castellana: Rasgos fundamentales de
una metafísica del conocimiento, trad. de J. Ro-
el ser-en-sí ideal; no son de naturaleza ontológica,
vira Armengol, 2 tomos, Buenos Aires, ed. Losa-
sino axiológica. Los conflictos de valores son un
da, 1957).
antagonismo de la determinación axiológica como
4. Die Philosophic des Deutschen Idealismus (Berlín-
tal. Ellos pondrían también un límite a la armonía Leipzig, W . de Gruyter & Co., Bd. I: Fichte,
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sophie (Analecta Gregoriana; Roma, 1953).
Vuillemin, Jules: La dialectíque négative dans la

114 115
Indice

Estudio preliminar 5
I. Perfil del filósofo, 5; II. E l problema del
conocimiento, 8; III. E l problema ontológi-
co, 13; IV. E l problema del ser espiritual,
25; V . E l problema ético, 28.
Los textos 35
E l problema del conocimiento 37
1. E l método, 37; 2. Caracterización gene-
ral de la investigación gnoseológica, 40; 3.
Las aporías del conocimiento, 45.
E l problema ontológico 55
1. L a cuestión ontológica fundamental, 55;
2. Los momentos del ser, 57; 3. Los "modos"
del ser, 61; 4. L a s " m a n e r a s " del ser, 65; 5.
L a "Teoría general de las categorías", 72;
6. L a "Teoría especial de las categorías", 79.
E l problema del ser espiritual 85
1. Las tres formas fundamentales del ser
espiritual, 85; 2. E l ethos de la personalidad,
87; 3. E l objeto estético, 97.
E l problema ético 101
1. E l demiurgo en el hombre, 101; 2. Contra-
dicciones teleológicas y conflictos axiológi-
cos, 103.
Bibliografía 107
Obras de Nicolai H a r t m a n n , 107; Sobre
Hartmann, 109.

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Cabrera 3856, Bs. A s . , en noviembre de 19

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