You are on page 1of 2

Alabado sea Jesucristo.

Comienza la última semana de Adviento. Dentro de siete días habrá nacido el Divino Niño.
Otra vez. El Emmanuel renueva su presencia, su grande y final promesa. El que Es y siempre está,
viene para hacerse carne y hacerse sangre, volviendo a nacer del vientre siempre puro y nuevo de
María, Madre de la Eucaristía.
El Infatigable, cada vez y siempre, se hace presente, actual, para que la esperanza del
peregrino en el camino no se duerma, no se marchite ni se intimide. Es por eso que la enseñanza se
inicia con la visión de rostros de jóvenes: porque también el hombre siempre se renueva en los niños.
Aunque no siempre renueve en ellos la esperanza ni el camino.
El camino del hombre es en el tiempo, la historia; y en ellos, convive el hombre con todas las
edades.
El camino es para todas las edades porque la responsabilidad, la tarea y la misión son
siempre las mismas; y porque en toda edad el hombre puede tropezar con las tribulaciones del
mundo.
"Dile a tus hermanos que no se dejen seducir por el maligno…"
El engañador conoce el plan de Dios; conoce también la frágil naturaleza humana; conoce el
tiempo. Pero de todos ellos, sólo puede manejar la frágil naturaleza humana. A través de ella, puede
retrasar los tiempos y obstaculizar el Plan. Y nada más. Pero nada menos. Pues, el engañador,
entonces, no puede ganar, pero el hombre sí puede perder.
Seducir es persuadir mediante engaños, a realizar algo malo. Y el punto de mayor conflicto del
engañador es precisamente el tiempo, pues sabe que está irremediablemente perdido. Por eso su
conflicto con Dios, trata de resolverlo desviando al hombre del buen camino y haciéndole apresurar
sus propios tiempos, que es retrasar el Plan. Camino y tiempo van de la mano como condiciones
-entre otras- para la salvación.
"…que no elijan el camino corto y fácil…"
El pueblo argentino siempre ha caminado su camino, siempre largo y difícil. Largo porque
anhela su libertad en Dios; difícil porque la Patria no es para sí, sino para todos los hombres de
buena voluntad. Largo porque abarca la eternidad y el universo; difícil porque alcanza a toda la
humanidad. Largo y difícil porque ha preferido la paz, como acceso a la libertad y la justicia.
Hubo etapas y momentos en los que se tomaron "atajos", caminos cortos y fáciles. La
oclusión, el despilfarro, la iniquidad fueron sus consecuencias. El sufrimiento y el sacrificio jamás
pueden ser remedio a ninguno de los males del hombre, de los pueblos, de la historia. Los caminos
cortos y fáciles siempre se transitan sobre el sacrificio y el sufrimiento, bien del espíritu, bien del
cuerpo, o bien de ambos.
Por más disfrazada por la propaganda que esté; más fuerte que las palabras que prometen
derrames de bienestar, la injusticia se mide por el sacrificio y el sufrimiento. La alegría, la esperanza
activa, el esfuerzo compartido caracterizan la justicia.
Por eso el pueblo argentino tiene mucho de Quijote. Me viene a la memoria el período
1972/73. De entre tantos recuerdos, prefiero extraer uno que es común a tantos argentinos que, en
diversos lugares de la Patria eligieron transitar con similitud de modos de proceder. Pero lo voy a
relatar -sólo como síntesis de muchos otros- centrándome en lo ocurrido con la Lista Gris de la
Capital Federal.
"…Elijan el camino largo, les costará llegar; pero por más que cueste, no se desvíen del
camino del Señor. Hazlo conocer"
Se llevaban no menos de cinco años de trabajo sostenido en el territorio; de presencia
constante en el medio de nuestras gentes, adoctrinando… y siendo educados por ellas. Dando
testimonio vivo de fidelidad, de lealtad y consecuencia.
Los fariseos de entonces eran, igual que antes, igual que hoy, poderosos. No dejaban
resquicio estructural y hasta operativo, pues, a diferencia de hoy, en aquellos días también ellos
estaban ligados a nuestro pueblo. El dilema era: la subordinación o la autonomía, el arreglo o la
confrontación. Se eligió el camino largo, la confrontación y la autonomía.
Se eligió seguir caminando el camino largo. Y se triunfó. La diferencia con hoy es una y
simple: ya antes de la decisión se caminaba dicho camino. Era costoso, era doloroso, había llevado
no menos de cinco años; pero no era ni sacrificado ni sufrido. Y todo dolor y esfuerzo, se
compensaba con la satisfacción del deber cumplido.
También hoy hay quienes prefieren elegir los caminos cortos y fáciles. Y me pregunto: ¿Con
qué creen que podrán caminarlos, si no cuentan con el "combustible" que sólo la fe encarnada, y el
pueblo pueden dar? Pareciera que aún no han comprendido que los caminos de "la política" son muy
diversos que los de la Fideipolítica.
La Fideipolítica comprende, ampara, protege, pero no arregla. Confronta. Y puede aplicarse a
la política, pero si ésta se nutre allí donde están los nutrientes verdaderos. Entonces me pregunto
¿Por qué se piensa antes en el arreglo que en el trabajo? Tal vez no se comprenda que con trabajo y
tiempo, aún en el campo de la política, de los partidos y las instituciones, también se pueden obtener
triunfos que contribuyan a la autonomía. Y hoy, esto es mucho más fácil que hace treinta años atrás.
Pero, igual que entonces, sólo el trabajo, dedicación, disciplina, fidelidad y lealtad pueden encarrilar
los triunfos.
Muchos de los que así piensan y obran, descreen del Plan. Se posicionan individualmente con
supuestas "lecturas" que sólo esconden antigüedades tales como "poder interno", "maniobra",
"influencia", "recursos", "cargo", "velocidad", "estrategia", etc. Buscan permanentemente "estar en el
riñón de las decisiones" y sólo alcanzan a mezclarse con el chinchulín de los actos ajenos, pues viven
"trenzando".
Este plan que tenemos es producto de tantos años de experiencia, propia y ajena. Ha sido
elaborado por varias generaciones, incluso las actuales; amasado por pequeños logros y grandes
frustraciones colectivas. Generado, en fin, en un gran sueño y alentado por una más grande
promesa.
Pero por sobre aquello, es una enorme invitación, para todos. Para obedientes y distraídos.
Todos pueden contribuir a la libertad de la Patria y la salvación de los argentinos. Pero hace falta el
coraje y la templanza de los hombres de leyenda, de los fundadores. Porque fundar es doloroso.
Hace falta la valentía y la humildad de los grandes hombres, que aún con pequeñas acciones
se proponen grandes cosas. Siempre. Y las grandes obras exigen grande trabajo y tiempo, tal como
que hasta el más ordinario de los hechos, sea hecho de modo extraordinario.
Cualquier obra humana requiere de compromiso. Pero no hay compromiso alguno que pueda
realizarse sin previas renuncias.
Este plan requiere de compromiso y alienta renuncias. Está basado en el crecimiento personal
y colectivo; y éste, el crecimiento, depende de la expansión, personal y colectiva. Fundación y
edificación de Comunidades, por hombres y mujeres fuertes y templados dispuestos a peregrinar,
hacia abajo, hacia arriba, hacia ambos costados. Así es el movimiento de Dios.
Por eso Él lo hizo suyo. Y Lo hizo propio del modo más simple, categórico y rotundo:
"¡Ejecútenlo!"
Vale para los distraídos -que son entre tibios y divertidos-, por cuanto lo de ellos es difícil, pero
no imposible. Si también lo hicieran propio, íntegro, se allanarían un sin fin de sus dificultades. Al
menos la de la simulación de algunos.
Vale más que nada para los obedientes, por cuanto para ellos el ¡Ejecútenlo!, tiene casi el
mismo alcance del originario "¡Hágase!":
Recrear la Patria en libertad y justicia, sobre la sólida roca de la conducción del Divino
Niño, Rey en el pesebre de las Comunidades de la Nación Argentina. Una estrella las
ilumina, la Sagrada Familia está reunida; los pastorcitos lo alaban. Habrán de llegar los
reyes magos, trayendo en sus manos la ofrenda que cosecharon en el camino: su propia
candidatura al reino tejida con hebras fideipolíticas.
Roguemos al Altísimo que esta Navidad sea el amanecer de la esperanza en el corazón de
todos los miembros de la Orden. Los desposeídos de esta tierra estamos en laboriosa vigilia.
Un abrazo en Cristo, con Su bendición desde el Inmaculado Corazón de María, Madre de la
Eucaristía.

You might also like