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El método de la cartografía en Psicología.

Introducción.

El presente artículo pretende ser un aporte metodológico para la investigación en el área de

las Ciencias Sociales, Humanas y de la Salud, fundamentalmente de la Psicología.

Se apoya en las tesis de Maestría en Psicología Social de los autores. A partir de estas se

presentan problemas metodológicos y una elaboración conceptual que se entiende

novedosa en este campo.

El artículo se estructura en tres secciones: una presentación del concepto de cartografía en

la obra de Deleuze y Guattari; una presentación de los principales antecedentes del mundo

académico a través de los cuáles la cartografía se posiciona como un método válido y

fundamental para cierto tipo de investigación; y, posteriormente, bajo el título Cartografía y a

punto de partida de las Tesis de los autores, desarrollamos algunos problemas y

conceptualizaciones de orden metodológico y epistemológico. Este apartado se organiza del

siguiente modo:

- Sobre el acontecimiento trabajará esta noción y la pondrá como el objeto mismo de la

investigación cartográfica siendo que entre ambos se plantea una relación de presuposición

recíproca.

- Dispositivación trabaja un triángulo conceptual: superficie de registro, dispositivo y

agenciamiento, siendo la dispositivación el movimiento de actualización de los tres

anteriores y a través del cual se habilita lo cartográfico.

- El campo de fuerzas que fuerza a pensar problematiza las nociones de campo y trabajo de

campo, usuales en la investigación social para, a través de la noción de borde, deshacer las

fronteras estructuradas de toda investigación: trabajo de campo - análisis - escritura.

Por último, la conclusión trabaja sobre la delimitación de un campo epistemológico propio de

la psicología donde el acontecimiento se vuelve su búsqueda y su producción y la

cartografía el método fundamental para trabajarlo.

Presentación del concepto de cartografía.


El concepto de cartografía tiene sus raíces en la obra de Deleuze y Guattari. Estos autores

lo presentan en Mil mesetas (1998) como una de las características del rizoma. Por tanto,

es necesario introducir este otro concepto fundamental.

Mil mesetas es un libro que tiene algunas particularidades importantes. Uno de los

elementos fundamentales es el constante ataque a las dicotomías clásicas del pensamiento

occidental: contenido y forma, objeto de conocimiento y sujeto cognoscente, por ejemplo.

Esto, dicen los autores, es propio de un pensamiento cuya figura es el árbol: hay un tronco

principal y luego sus ramificaciones que siempre se remontarán a él.

En Mil mesetas hay una estética especial, que es una política, para presentar la propuesta

del libro: erigir la multiplicidad por sobre sistemas de pensamiento dicotómicos y

arborescentes como el estructuralismo y la dialéctica. Hay un universo conectivo en

despliegue, un universo “Y”. Tal condición no se confunde con una simple sumatoria de

elementos. Eso sería lo múltiple (1+1+1). La multiplicidad implica, fundamentalmente, la

coexistencia de lo heterogéneo, sin un principio organizador jerárquico entre los elementos

en discusión.

La introducción del libro es Rizoma. Allí cuentan el método del libro y la estrategia para

leerlo. Una de las propuesta del libro: operar por conexiones intensivas. Que no se pueda

ingresar fácilmente en el plano racional. La racionalidad opera arborescentemente y es el

modo hegemónico del pensamiento. Este libro trabaja por afección. Esto quiere decir que

estamos en esa zona de no discernimiento entre objeto y sujeto. La percepción es ese

momento en que el objeto es objetivado por un sujeto que se distingue del mismo. La

percepción, por tanto, es distancia, separación. La afección es lo indiscernible: ¿qué es mío,

qué del libro? Diluyendo esta primer distancia entre sujeto y objeto entramos en el plano de

las intensidades y se instala una pregunta: ¿hay conexión?

Para lograrlo se basan en el trabajo estético que rompe una frontera naturalizada de la

escritura, aquella que separa contenido de expresión. Se puede ver la dificultad del libro: el

contenido está en la expresión, es la expresión.


Es difícil leer así un texto de filosofía. No hay que comenzar por la lógica racional sino por la

conexión más intuitiva posible. Esto es: no hay un camino en ascendente complejidad

argumentativa y conceptual donde el lector pueda seguir el hilo del autor. Aquí o uno se deja

tomar por el hilado, sin comprender bien por qué (simplemente comprende sin comprender

racionalmente), o se sale del libro y se lo cierra.

Al libro puede ingresarse por cualquier parte, pues en tanto está escrito rizomáticamente,

siempre se estará en el medio. No hay capítulos que prefiguren un orden (1, 2, 3, etc.), hay

mesetas. Son quince mesetas (incluyendo la introducción y las conclusiones). Una meseta

es un punto de estabilización de las fuerzas. Cada una es un punto donde se puede detener

el movimiento infinito y hablar y escribir y nominar y enunciar y citar y referir y conectar.

Por esto son quince mesetas y son mil. Cada meseta no es más que eso: un punto donde

se puede mirar. Cada meseta lleva un año: marca un momento histórico en que la

humanidad ha señalado una meseta, una estabilización de las fuerzas reducida a una fecha

o un rostro o un evento, por ejemplo, la meseta titulada Rostridad lleva el año 0, momento

donde Dios adquiere rostro a través de su Hijo, la meseta “Aparato de estado” lleva el año

1933, momento en que Hitler asciende al poder en Alemania, la meseta “Uno solo o varios

lobos” lleva el año 1914, en el cual fue presentado por Freud el caso de El hombre de los

lobos, etc. Eso mismo es una meseta. Dicen los autores:

Nosotros hemos escrito este libro como un rizoma. Lo hemos compuesto de mesetas.

Si le hemos dado una forma circular solo era broma. Al levantarnos cada mañana, cada

uno de nosotros se preguntaba qué mesetas iba a coger, y escribía cinco líneas aquí,

diez líneas más allá... Hemos tenido experiencias alucinatorias, hemos visto líneas,

como columnas de hormiguitas, abandonar una meseta para dirigirse a otra. Hemos

trazado círculos de convergencia. Cada meseta puede leerse por cualquier sitio, y

ponerse en relación con cualquier otra. (Deleuze & Guattari, 1988, p. 26)

Ahora bien, esto tiene una complejidad mayor: en cada meseta se dispersan los conceptos

que se presentan durante todo el libro. Muy naturalmente se habla de máquina abstracta sin
que el concepto se haya introducido previamente. En cualquier meseta puede aparecer

cualquier concepto. Ninguno pertenece a ninguna meseta en particular. Y esto se debe a

que la pregunta no es ¿qué quiere decir tal concepto?, sino ¿con qué conecta, con qué

funciona, con qué hace máquina? Y esto también es parte de la política estética del libro.

Un libro tampoco tiene objeto. En tanto que agenciamiento, solo está en conexión con

otros agenciamientos, en conexión con otros cuerpos sin órganos. Nunca hay que

preguntar qué quiere decir un libro, significado o significante, en un libro no hay nada

que comprender, tan solo hay que preguntarse con qué funciona, en conexión con qué

hace pasar o no intensidades, en qué multiplicidades introduce y metamorfosea la suya,

con qué cuerpos sin órganos hace converger el suyo. Un libros sólo existe gracias al

afuera y en el exterior. (Deleuze & Guattari, 1988, p. 10)

Mil mesetas no disocia contenido de forma y por eso logra operar por afectación. Y esto no

quiere decir que no haya una comprensión racional del libro, sí la hay, pero mezclada,

enredada en las diversas intensidades que moviliza el conjunto: o se lo deja o se sigue.

En este marco de enunciación, los autores señalan seis principios del rizoma, uno de los

cuales será el de cartografía.

Primero y segundo: principios de conexión y heterogeneidad: “Cualquier punto del rizoma

puede ser conectado con cualquier otro” (p. 12). No hay una jerarquía de las facultades

(lingüísticas, psicológicas, perceptivas, etc.) de la que se parta y que subordine a las otras.

Ni tampoco un rasgo significante jerárquico desde el que se interpreten todos los signos

posibles de ser desplegados. Las conexiones del rizoma son múltiples y sus componentes

de las más diversa naturaleza: “Un rizoma no cesaría de conectar eslabones semióticos,

organizaciones de poder, circunstancias relacionadas con las artes, las ciencias, las luchas

sociales” (p. 13).

El tercer principio de un rizoma es el de multiplicidad. No hay unidad de la que se parta ni a

la que haya que llegar. La multiplicidad debe abandonar el adjetivo múltiple, pues es

sumatoria a partir de una unidad, y tornarse sustantivo: multiplicidad. “Un agenciamiento es


precisamente ese aumento de dimensiones en una multiplicidad que cambia

necesariamente de naturaleza a medida que aumenta sus conexiones” (p. 14).

Como cuarto principio señalan la ruptura asignificante. Todo rizoma comprende líneas de

fuga (o de desterritorialización), es que “un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier

parte, pero siempre recomienza según ésta o aquella de sus líneas, o según otras” (p. 15).

Al tiempo que los cánones interpretativos que puede otorgar una época histórica o una

disciplina académica, también hay líneas de desterritorializan el sentido y lo abren a nuevas

conexiones, no hay verdad última: “Hay ruptura cada vez que de las líneas segmentarias

surge bruscamente una línea de fuga, que también forma parte del rizoma” (p. 15). Ésta

última parte es una aclaración necesaria: la línea de fuga también es parte del rizoma, por lo

cual no hay dicotomía posible, la fuga rompe, crea algo nuevo y distinto, pero no deja de ser

rizoma y, por tanto, de reinstalar estratificaciones, significancias, etc.

Como quinto y sexto principio del rizoma se señalan el de cartografía y el de calcomanía.

Con estos principios se ataca el elemento representativo de la Imagen dogmática del

pensamiento (Deleuze, 2002). El rizoma hace un mapa, siempre nuevo, siempre creado,

siempre seleccionado, esto es una cartografía. En cambio, el árbol “consiste, pues, en

calcar algo que se da por hecho, a partir de una estructura que sobrecodifica o de un eje

que soporta. El árbol articula y jerarquiza calcos, los calcos son como las hojas del árbol”

(Deleuze y Guattari, 1988, p. 17). El mapa no reproduce como el calco, sino que produce el

propio territorio que mapea. El mapa responde al agenciamiento que lo hace nacer, puede

ser artístico, lúdico, político, revolucionario. Puede deshacerse y recomenzar en cualquiera

de sus trazos. En lugar de calcar un territorio a partir de un eje central ya dado, se construye

un mapa territorializado, que desterritorializa, a su vez, al propio territorio: “Si el mapa se

opone al calco es precisamente porque está totalmente orientado a una experimentación

que actúa sobre lo real. El mapa no reproduce un inconsciente cerrado sobre sí mismo, lo

construye” (p. 18). Ahora bien, todo mapa tiene también sus estratificaciones y sus
redundancias y todo calco no deja de ser, también, una invención y de instalar sus propias

líneas de fuga.

Vemos entonces que el concepto de cartografía aparece como una de las características del

rizoma. La cartografía será el trazado del mapa del rizoma en cuestión y por tanto es

atravesado por los otros principios. Este mapa también será intuitivo en muchas de sus

líneas, se orientará a través de una multiplicidad conectiva, cambiante, asignificante.

También, porque no se trata de reinstalar dicotomías, tendrá sus zonas de repetición, de

redundancias, sus fronteras.

Será un mapa inmanente que construirá el territorio en su mismo trazado. El territorio no lo

preexiste, ni se extiende más allá del dibujo cartográfico. Así mismo este mapa no es

independiente del cartógrafo pues opera por ese punto de indiscernimiento que es la

afección. El cartógrafo se envuelve en las fuerzas del territorio y las sigue. ¿Qué líneas

seguir, hasta dónde continuarlas, cuándo se cortan, etc.? Estas son las preguntas para

hacerse dentro de un rizoma y en la construcción de una cartografía. Pero que el mapa no

pueda ser independiente del sujeto que lo traza, no instala un subjetivismo. Pues

justamente no hay sujeto, en el sentido de que el sujeto en cuestión se torna una fuerza

más del territorio, productora del mismo. Pero en tanto fuerza, no en tanto sujeto, porque un

sujeto es también una meseta, es decir, el punto de estabilización que permite señalarlo

como tal.

La cartografía no irá tras el trazado de las formas de un territorio, pues estas son

estratificaciones de fuerzas, sino sobre las fuerzas mismas que habitan ese territorio. Pero

estas fuerzas nos son interiores al territorio. Todo rizoma está, fundamentalmente, en

conexión con un afuera que lo atraviesa. La cartografía no se pregunta entonces por la

esencia de algo (¿qué es?) sino por su funcionamiento (¿con qué conecta, con qué hace

máquina?).
Por lo anterior, una cartografía es una intervención, lisa y llanamente, por el hecho que el

cartógrafo es otra fuerza, otra exterioridad más que produce junto a las demás fuerzas del

territorio.

Antecedentes y desarrollo de la cartografía como método de investigación.

Primeras pistas

Los primeros indicios de un método cartográfico para la investigación en Ciencias Sociales

lo encontramos en las investigaciones de Néstor Perlongher (poeta, sociólogo y antropólogo

argentino) sobre la prostitución masculina en San Pablo, realizadas entre 1982 y 1985. Dos

artículos en particular nos acercan a una puesta en práctica cartográfica y a una posible

sistematización de la cartografía: Avatares de los muchachos de la noche (2008a),

considerado un precursor del libro resultante de la investigación en San Pablo, O negocio

do michê; y Los devenires minoritarios (2008b), el cual podemos pensar como un breve

manual de un método cartográfico a propósito de la visita de Félix Guattari a Brasil en 1981.

En Los devenires minoritarios Perlongher marca la distancia entre un modo representativo

de investigación (calco) y un modo productivo que surge del movimiento del investigador,

del seguimiento de los flujos de vida.

La tarea del cartógrafo deseante no consiste en captar para fijar, para anquilosar, para

congelar aquello que explora, sino que se dispone a intensificar los propios flujos de

vida en los que se envuelve, creando territorio a medida que se los recorre. El mapa

resultante, lejos de restringirse a las dimensiones físicas, geográficas, espaciales, ha de

ser un mapa de los efectos de superficie (no siendo la profundidad, con Foucault, más

que un pliegue y una arruga de la superficie). (2008b, p. 65)

Esta implicación total e inevitable del investigador, que en vez de simplemente observar

intensifica líneas, lleva a Perlongher a preguntarse por el sujeto como centralidad

argumentativa que solo puede dar cuenta de estados desde una secuencia narrativa, y por

la escritura como productora de ese centro significante y su lugar en la linealidad textual.

“¿Cómo abrirse a todos los flujos cuando el entramado institucional del imperio nos enseña
a cerrarnos, a centralizarnos en un ego despótico, a no dejarnos ir, a controlarnos? Las

condiciones de esa multiplicidad, entonces, no atañen solo al modo de organización de los

textos, sino que afectan la propia producción del sujeto” (2008b, p. 66).

Y al afectar la producción del sujeto, afectan también a la mirada estática, de perspectiva;

en oposición a una mirada absoluta, en movimiento, que se comprende como multiplicidad y

que no puede dejar de producir una realidad heterogénea como línea de fuga, sabiendo que

la captura es inevitable y que, por lo tanto, lo que queda es no dejar de producir mundo y

miradas. “La mirada deseante no ha de ser estática, sino que procederá a una suerte de

descripción activa, diseñando las evoluciones de esos viajes capaces de llevar, si

desgraciados, a formas de recaptura institucional o a la ruina de la muerte” (2008b, p. 67).

La cartografía se comprende como una micropolítica que mapea los devenires minoritarios,

los acontecimientos, las subjetividades diluidas en campos intensivos. Es decir, lo político

de la investigación, antes que en la denominación o elección de los territorios a investigar,

se define en el modo de comprender y producir y abordar esos territorios. La cartografía,

como método de investigación de los devenires minoritarios, no puede más que presentarse

como un devenir ella misma, como una micropolítica.

El vínculo entre la cartografía y la micropolítica puede, a esta altura, tornarse más

preciso. Una micropolítica minoritaria pretenderá, en vez de congelar las diferencias en

paradigmas identitarios estancos, entrelazarlas hacia la mutación de la subjetividad

serializada. Si la crisis no es solo política y económica, sino también una crisis de los

modos de subjetivación, el estallido del orden ha de implotar la propia sujeción del

sujeto que los soporta y garante. Tal la pragmática de la revolución molecular. (2008b,

p. 73)

Por lo tanto, la cartografía no existe antes del territorio que produce, y sus características se

delinean dentro del mismo. Así se puede observar en Avatares de los muchachos de la

noche, donde la descripción/producción del territorio es inseparable de la construcción de la

cartografía. “En el acto de lanzarse a la draga, a la deriva, al vagabundeo, parece estar


implícita cierta disposición hacia lo nuevo, lo inesperado, la aventura. En las palabras de un

prostituto entrevistado, se trataría de “acontecer en la calle”. El deambuleo no es

exactamente caótico” (2008a, p. 49). Al mismo tiempo que se describe un modo de tránsito

callejero del prostituto de San Pablo, se produce una característica de la cartografía como la

deriva, una disposición hacia lo inesperado.

Del mismo modo, la huida a las etiquetas identitarias de los michês, se puede leer como

una necesidad de la cartografía de no determinar sus elementos en estas entidades fijas:

Por regla general los michês no son o no se consideran homosexuales, residiendo en

esa renuencia, demandada por los mismos clientes (que buscan muchachos que no

sean homosexuales), buena parte de su encanto. Los intentos de atribuirle una

identidad sociosexual al prostituto viril fracasan ante esa negación de base. Trátese de

definirlo teniendo en cuenta su representación -tan engañosa cuanto reclamada- como

heterosexual, pese a que su práctica sea, en la mayor parte de los casos, homosexual.

O, atendiendo a su proclamada posición en el coito, como activo -pero se sabe que esa

postura tan estridentemente esgrimida puede cambiar frente a un sobreprecio.

Acorralado por las invectivas de un cliente irritado que le echa en cara su supuesta

homosexualidad profunda, un joven michê, retratado por Damata, estalla: “¡Carajo! ¡Me

estoy volviendo loco! (...) No sé más qué carajo soy (...) Si soy un hombre o soy puto o

qué carajo soy”. (2008a, p. 48)

La propuesta de evitar los etiquetamientos en favor de una intensificación de los flujos de

vida heterogéneos, se opone a la acostumbrada producción de categorías de análisis en las

metodologías representativas, y al mismo tiempo, Perlongher, expresa a través de esta

apertura una fisura en los procesos de subjetivación, que no sabemos si hubiera sido

posible de otra manera.

Se ilustra también, en el pasaje anterior, la textualidad de la cartografía como posible

método de una investigación desarrollada en 1982, al mismo tiempo que se despliega

desde ella características singulares que se suman al objeto de tal investigación.


Características inmanentes al proceso cartográfico, que serán retomadas años más tarde

en la primer producción académica formal sobre la cartografía como método, en Pistas do

método da cartografía (Passos et al., 2009)

Una cartografía sentimental

Cartografía Sentimental (2011) de Suely Rolnik genera avances importantes sobre la

cartografía como método, al realizar una cartografía sobre las noivinhas y entrelazarla a un

completo manual del cartógrafo que, como en toda cartografía, adquiere sus propiedades y

configuraciones del mismo proceso de investigación.

Ya la elección del objeto de investigación se realiza desde una línea de la cartografía.

Noivinhas, sin traducción formal al español, lo podemos traducir noviecitas. Y la noviecita

explicita un rol de mujer, risueña, romántica, delicada, abocada a su pareja, vibrante por su

hombre pero contenida ante él. Aunque también visibiliza un pasaje temporal, un devenir-

mujer de la mujer. Y también un agenciamiento en ese devenir-mujer de la mujer, donde

elementos de la antigua noviecita se sostienen en la mujer moderna.

“Noivinhas”, por fim, porque, com essas mutações, as relações amorosas entre homens

e mulheres, sofreram e ainda sofrem grandes abalos. Todas as cartografías estão

ultrapassadas: a noivinha aqui é figura emblemática deste processo. Novos territórios

vão se criando, múltiplos e desconhecidos; aos poucos esta criação surge não mais da

oposição entre homens e mulheres, mas de tentativas de uma nova cumplicidade, em

construção contínua. (2011, p. 233)

La importancia del campo social investigado o del objeto de investigación no radica por él

mismo en él mismo, sino por el entramado intenso que compone con la cartografía. El

cartógrafo investiga las formaciones deseantes y los supuestos objetos cobran importancia

por la relación maquínica del territorio en estas formaciones deseantes. “A prática de um

cartógrafo diz respeito, fundamentalmente, às estratégias das formações do desejo no

campo social. E pouco importa que setores da vida social ele toma como objeto. O que
importa é que ele esteja atento às estratégias do desejo em qualquer fenômeno da

existência humana que se propõe perscrutar” (2011, p. 65).

Las referencias teóricas ingresan como elementos de la cartografía, por eso no solo le resta

importancia a la consistencia racional del entramado teórico, sino que lo ingresa en la

escritura cartográfica como elementos de un mapa que deben resonar estéticamente con

los otros elementos en juego. “Pouco importam as referências teóricas do cartógrafo. O que

importa é que, para ele, teoría é sempre cartografía - e, sendo assim, ela se faz juntamente

com as paisagens cuja formação ele acompanha” (2011, p. 65).

Para un cartógrafo todas las entradas, todos los elementos, todas las fuentes, alimentan la

cartografía, y por eso ellas no son necesariamente escritas, ni provenientes de encuentros

entre seres humanos. Una charla, un tratado de filosofía, una película, una teoría

matemática, una paseo por el parque; todas las fuentes que expresen conectivamente las

formaciones deseantes de un campo social son parte de la cartografía. “O cartógrafo é um

verdadeiro antropófago: vive de expropiar, se apropiar, devorar e desovar, transvalorado.

Está sempre buscando elementos/alimentos para compor suas cartografías” (2011, p. 65).

Al igual que Perlongher en su cartografía sobre los michês de San Pablo, Suely Rolnik

destaca ciertas características de la cartografía proveniente de la misma investigación. En

una primera observación de las noivinhas ella capta una vibración (2011, p. 31): “No

encontro, os corpos, em seu poder de afetar e serem afetados, se atraem ou se repelem.

Dos movimentos de atração e repulsa geram-se efeitos: os corpos são tomados por uma

mistura de afetos. Eróticos, sentimentais, estéticos, perceptivos, cognitivos…”. Y para que el

cartógrafo pueda captar estas vibraciones, él mismo debe ser parte de la vibración (2011, p.

32): “Você -seu corpo vibrátil- entiende que o que permitiu a formação dessa cena foi o fato

de que as intensidades experimentadas pelos dois em seu encontro compuseram um plano

de consistência”. De esta manera, un mapa, “um desenho pôde se configurar no espírito

das personagens e no seu proprio” (2011, p. 33).


Esta característica del investigador, que pone los protocolos metodológicos en un lugar

secundario o, directamente, los descarta de la investigación, para poner en primer plano

una disposición de cierta sensibilidad hacia el campo, un ojo vibrátil que resuene con las

vibraciones del territorio, se vuelve en la cartografía de Rolnik la primera y única

característica importante del cartógrafo: “o perfil do cartógrafo é exclusivamente um tipo de

sensibilidade, que ele se propõe a fazer prevalecer, na medida do possível, em seu

trabalho” (2011, p. 66).

Finalmente, Rolnik propone comprender al cartógrafo, fundamentalmente, como extramoral,

político y ético. Y desarrolla brevemente estos tres atributos del cartógrafo.

Extramoral pues su principio de orientación cartográfica es la búsqueda de canales de

efectuación y potenciación de la vida. “Pode-se até dizer que seu princípio é um

antiprincípio: um princípio que obriga a estar sempre mudando de princípios. É que tanto

seu critério quanto seu princípio são vitais e não morais” (2011, p. 68).

El atributo político del cartógrafo se distingue de las relaciones de soberanía y dominación y

de una supuesta liberación del deseo (p. 70), para acercarse a un compromiso con la

potencialización del deseo, en su carácter procesual de creador de mundos: “dizer aquí que

a prática de análise é política tem a ver com o fato de que ela participa da ampliação do

alcance do desejo, precisamente em seu caráter de produtor de artifício, ou seja, de

produtor de sociedade” (p. 70).

Para terminar, el atributo ético del cartógrafo le lleva a Rolnik a afirmar que si decimos que

no le corresponde al cartógrafo sostener o impulsar valores, eso no significa que no le

corresponde sostener algo. Y lo que le corresponde sostener es “a vida em seu movimento

de expansão” (p. 70). La ética responde a la potenciación de la vida en el encuentro, y esto

lleva al cartógrafo a usar lo que Rolnik llama máscaras, que no se confunden con disfraces,

pues las máscaras no están disociadas del ser-cartógrafo. Para ser más precisos, el

cartógrafo sólo puede serlo en devenir, y ese devenir lo enmascara en psicólogo social,
micropolítico, esquizoanalista, analista del deseo, etc. (p. 71), como micromovimientos que

no lo posicionan con claridad en ninguna de estas máscaras y en todas a la vez.

Pistas del método cartográfico

Un antecedente importante de nuestro trabajo lo conforma la producción de un equipo

docente de distintas universidades brasileñas (Universidad Federal de Fluminense,

Universidad Federal de Rio de Janeiro, Universidad Federal de Sergipe), quienes

produjeron un libro en el cual señalan algunas pistas del método de la cartografía. A partir

de sus propias experiencias de investigación, articulan conceptos y problemas

metodológicos para pensar la cartografía puesta en juego en la producción de

conocimientos. Uno de los primeros problemas que plantean es respecto a la noción de

metodología:

A metodologia, quando se impõe como palavra de ordem, define-se por regras

previamente estabelecidas. Daí o sentido tradicional de metodologia que está impresso

na própria etimologia da palavra: metá-hódos. Com essa direção, a pesquisa é definida

como um caminho (hódos) predeterminado pelas metas dadas de partida. Por sua vez,

a cartografia propõe uma reversão metodológica: transformar o metá-hódos em hódos-

metá. Essa reversão consiste numa aposta na experimentação do pensamento – um

método não para ser aplicado, mas para ser experimentado e assumido com atitude.

(Passos et al., 2009, p. 10)

Hay un deslizamiento que no es un mero juego de palabras sino que hace a la vida misma

de la cartografía: no será una meta la que defina los caminos a alcanzarla sino que será el

propio camino el que muestre las metas hacia las que seguir avanzando.

Los autores ofrecen ocho pistas, aclarando que las mismas responden a problemas e

invenciones propias de sus procesos de investigación y, por tanto, ninguna de ellas puede

tomarse como Ley de cartografía, sino que justamente, pretenden ilustrar la búsqueda de

problemas y la creatividad inherente a un proceso cartográfico, siendo cada nuevo

cartógrafo quien deba encontrar los propios. Resumimos rápidamente las ocho pistas.
1- A cartografía como método de pesquisa - intervenção (Passos & Benevides de Barros,

2009). Los autores presentan la inseparabilidad de la actividad de conocer y de transformar,

investigar e intervenir. La cartografía es el trazado de un plano de experiencia donde sujeto,

objeto y conocimiento agencian y emergen de ese plano (p. 17). Conocer un territorio es

crearlo y escribir sobre un territorio no es representarlo, sino seguir creando ese territorio.

Lançados num plano implicacional, os termos da relação de produção de

conhecimento, mais do que articulados, aí se constituem. Conhecer é, portanto, fazer,

criar uma realidade de si e do mundo, o que tem consequências políticas (p. 30).

2- O funcionamento da atenção no trabalho do cartógrafo (Kastrup, 2009). La autora trabaja

el concepto de atención en el trabajo de campo. Señala: la obtención de datos de

investigación no es una mera recolección de lo que ya estaba en el campo, sino que es una

producción activa y esto es, fundamentalmente, por el modo en que funciona la atención. La

atención no es una cualidad dada, sino que es una construcción y requiere de un proceso

formativo, siempre basado en la experiencia. La atención puede ser dispersa, selectiva,

voluntaria, involuntaria, enfocada, desenfocada y las combinaciones de estas posibilidades

(p. 33). El cartógrafo debe entrenarse en el funcionamiento de su atención a las fuerzas del

campo. Se propone una atención constructivista, que crea en el mismo acto, las fuerzas que

son aprehendidas y la fuerza que las aprehende (p. 48).

3- Cartografar é acompanhar processos (Pozzana de Barros & Kastrup, 2009). El problema

que trabaja esta pista remite a la constitución de la ciencia moderna y el desprendimiento de

la cartografía con respecto a sus parámetros. Para la ciencia moderna son fundamentales

dos tipos de separaciones: objeto y sujeto y aquella que separa al objeto de las variables

socio-históricas de producción, aislándolo para concebirlo en una pretendida neutralidad.

Para la ciencia moderna lo importante son las formas de los objetos, eliminando las fuerzas

que los tornan porosos. La cartografía se realiza en un campo de fuerzas que ya está en

despliegue cuando el cartógrafo llega, siendo la tarea de éste dejarse tomar por esas

fuerzas. Esto es acompañar procesos, en lugar de aislar los objetos de ese proceso.
Diferente do método da ciência moderna, a cartografia não visa isolar o objeto de suas

articulações históricas nem de suas conexões com o mundo. Ao contrário, o objetivo da

cartografia é justamente desenhar a rede de forças à qual o objeto ou fenômeno em

questão se encontra conectado, dando conta de suas modulações e de seu movimento

permanente. Para isso é preciso, num certo nível, se deixar levar por esse campo

coletivo de forças (p. 57).

4- Movimentos - funções do dispositivo na prática da cartografía (Kastrup & Benevides de

Barros, 2009). Se señala que la cartografía es un método óptimo para el estudio de las

producciones subjetivas, móviles, huidizas a la vez que localizadas, dada la naturaleza

misma de la cartografía que le permite orientarse y producir conocimiento justamente a

partir del movimiento. Todo trabajo cartográfico dispone dispositivos sucesivo y conectivos

de producción subjetiva. En tales dispositivos se efectúan tres ejes: el de referencia, que

permite la repetición y la variación en relativa estabilidad; el de explicitación, que permite

enunciar las fuerzas presentes en el dispositivo; y el de transformación que permite alterar

esa trama de fuerzas (pp. 79-80).

5- O coletivo de forças como plano da experiência cartográfica (da Escóssia & Tedesco,

2009). Se trabaja el concepto de colectivo de fuerzas. Se refiere al mismo como aquello de

lo que se encarga la cartografía: cartografiar es trazar ese colectivo de fuerzas. A partir de

aquí se rompe el dualismo individuo-sociedad, clásico de las Ciencias Sociales. Tal

dualismo se sustenta en investigaciones representativas, donde lo que se observa y analiza

es el plano de las formas: objetos, sujetos, sociedad, etc. Por su parte la cartografía trabaja

con las fuerzas que producen esas formas (siempre tardías en tal sentido) y, por tanto, logra

superar la dicotomía (p. 92). Lo importante no es la interacción sujeto - objeto o individuo -

sociedad, sino las fuerzas del agenciamiento que, en el seno del mismo, los producen.

6- Cartografía como disolução do ponto de vista do observador (Passos & do Eirado, 2009).

Se trabaja un de los punto controversial: ¿si la cartografía no supone la distancia objeto de

conocimiento - sujeto cognoscente, se vuelve entonces un subjetivismo? Ni objetivismo ni


subjetivismo: ambas son dos caras de una misma moneda (p. 129). Si el cartógrafo

pretende representar un objeto como neutro, nos encontramos en el plano de la

representación; si sólo impregna el territorio con su mirada, seguiría dentro del mismo

paradigma, pues, aunque posicionado en el otro polo, no deja de representar, rehuye del

encuentro con el plano de fuerzas, sigue en el mundo de las formas y el reconocimiento.

7- Cartografar é habitar um território existencial (Alvarez e Passos, 2009). La cartografía

implica involucramiento y compromiso del cartógrafo con el territorio. Una cartografía no es

un sobrevuelo teórico de la realidad, conlleva habitar, vivir, el territorio (p. 131). Un territorio

no se define por fronteras determinadas a priori sino por una incesante emisión de signos:

territorio es expresividad. Un territorio no se puede observar, se habita (p. 135). El territorio

es constructivo, conlleva la experimentación para poder definir las líneas del mismo:

expresividad y composición.

8- Por uma política da narratividade (Passos & Benevide de Barros, 2009). La escritura del

texto de investigación es un problema político. La escritura del texto no puede ser separada

de las políticas de investigación, las políticas de salud, las políticas de subjetividad, etc. (p.

150). Cuando uno escribe no está representando una realidad, sino que la está

produciendo, está movilizando fuerzas. La pregunta sobre cómo narrar las narraciones del

territorio se vuelve parte del ethos de investigación. Toda la política de narración académica

se dirige hacia la estabilización de formas. ¿Cómo manifestar lo intensivo, el movimiento, lo

singular, sin caer en lo representativo, en lo significativo, ni en el subjetivismo?

Pistas do método da cartografía es un intento académico de actualizar el concepto de

cartografía como un método de investigación, ideal para las Ciencias Humanas y Sociales.

A través de sus pistas, como vemos, nos deslizamos por problemas, fundamentaciones e

invenciones. Triada que quizá sea el mismo movimiento de cualquier cartografía.

Cartografiar

A continuación, ya presentado el concepto y los antecedentes más relevantes, pasaremos a

poner a jugar nuestros propios procesos cartográficos. Lo haremos a través de algunos


problemas y aprendizajes sobre este método de investigación a partir de nuestros procesos

de investigación para la obtención del título de Magister en Psicología Social de la Facultad

de Psicología (FP) de la Universidad de la República (UdelaR).

La tesis de Javier Rey El acontecimiento en las prácticas psicológicas (2015) trabajó sobre

una tensión inherente a esta disciplina: ¿Cómo es posible la emergencia de un

acontecimiento como algo novedoso, que no caiga en una redundancia ni en un cliché, que

no sea meramente normalizador, en una práctica gubernamental (Foucault 2008 & 2009)?

Para realizarlo atravesó esta tensión por varios espacios: un grupo de investigadores

estudiantes universitarios (a través del Programa de Apoyo a la Investigación Estudiantil, de

la Comisión Sectorial de Investigación Científica) que realizaron un proceso cartográfico en

un liceo en las afueras de Montevideo, laboratorios del desnudo (de los cuales fue

coordinador), el análisis de una consulta clínica con un paciente, el proyecto de extensiòn

Clínica,Territorio y Entramado Social, de la FP, UdelaR, y también tomó como parte de su

trabajo de campo la propia escritura de la tesis. El método seguido para esta investigación

de maestría fue explícitamente cartográfico, basado en mayor parte en las experiencias de

la academia brasileña y en las producciones de Deleuze, Guattari y Michel Serres sobre el

concepto cartografía.

La tesis de Andrés Granese “La invención en la práctica del Maestro Comunitario” (2015)

fue una etnografía realizada en una escuela de Punta de Rieles, un barrio de Montevideo,

durante 9 meses. La investigación buscó comprender cómo dos Maestras Comunitarias

creaban su labor cotidianamente. Si bien fue una etnografía, el sentido orientador a través

del proceso de investigación, fue definido como cartográfico (en el sentido en que lo

trabajaremos en el presente artículo). Los espacios analizados fueron el barrio, la escuela,

la casa de los niños, distintos espacios colectivos (comedor, centro cultural, entre otros), la

calle, la ANEP (Administración Nacional de Educación Pública), la “marcha de las túnicas

blancas” (movilización sindical masiva en pedido de presupuesto para la educación).

Sobre el acontecimiento
Un punto relevante en ambas tesis fue el trabajo sobre el acontecimiento, como noción

teórica a partir de la obra de Deleuze (1988 & 2005) y como experiencia vital, como

pregunta cartográfica, entendiendo que sólo a partir de una disposición de investigación

cartográfica es que el acontecimiento puede emerger en toda su potencia inventiva.

Relación necesaria entre cartografía y acontecimiento, pues aquella no hace sino trazar un

mapa cuyas líneas son lanzadas por el acontecimiento: “Al final la cartografía era el modo

de seguir las líneas de un rizoma y nunca nunca nunca sabemos hacia dónde nos llevan

esas líneas” (Rey, 2015, p. 106).

El acontecimiento nos espera, nos hace señas (Deleuze, 2005). Es impersonal y se escribe

en infinitivo. El acontecimiento no es “yo corro” o “él corre”. El acontecimiento es se corre,

se come, se estudia, se muere, se nace, etc. Cada cual encarna el acontecimiento y esto

hace que nadie pueda decir con exactitud final qué es correr, comer, estudiar, etc. El

acontecimiento al encarnarse se singulariza, se torna privado y subjetivante. “Inventamos el

acontecimiento que nos inventa, dado que todo acontecimiento es singular y que no somos

más que los acontecimientos que vivimos” (Granese, 2015, p. 228).

Encarnar un acontecimiento es actualizarlo, conservando siempre su fondo sombrío

(Deleuze, 1988), su virtualidad infinita. En la tesis “La invención de la práctica del Maestro

Comunitario (MC)” (Granese, 2015), planteamos qué es “lo comunitario” en términos de

acontecimiento. No nos limitamos a una definición terminológica, ni de política educativa, ni

a una conceptualización académica. Ni siquiera a lo que las propias MC pueden referir

como narrativa al respecto. Todo esto sería, aunque muy válido, representaciones.

En otro lugar presentamos un análisis específico de “lo comunitario” como acontecimiento

(Granese, 2016), ésta vez referimos únicamente al hecho de cómo la cartografía necesita

plantear las cosas en términos de acontecimiento. Se vuelve el método del acontecimiento.

Lo interesante es sentir qué nos llevó a cartografiar “lo comunitario”, porque esto no fue

planteado a priori. El trabajo etnográfico realizado para la investigación no se limitó a

recoger y registrar sentidos y significaciones del colectivo con el que se investigó. Esto solo
hubiese sido un acto de reconocimiento, reconocer lo ya conocido (por uno mismo o por los

demás).

Dado que todo acontecimiento es infinito en su virtualidad, cabe preguntarse por qué es que

se actualiza en tal y tal estado de cosas. “Lo comunitario” llamó nuestra atención pues se

manifestó como un cliché: se dice mucho, en muchos lugares, sobre muchas cosas y todos

suponen entender lo mismo.

Cuanto más cliché se vuelve un acontecimiento más nos muestra (aunque ocultándolo) su

infinito virtual. La tesis, fue la investigación sobre este acontecimiento. Pero podría haber

sido otra tesis, pues “la invención en la práctica de los MC” es un rizoma que, en un acto de

plegado envuelve a cartógrafo y acontecimiento en una de sus líneas posibles. Seguir esta

línea es cartografiar, y solo se cartografía en términos de acontecimiento.

Un principio cartográfico es que no se mapean únicamente formas, sino las fuerzas que

producen ese estado de cosas. Un cliché es una forma estabilizada en las prácticas y los

sentidos de un colectivo. Cuanto más rígida se presenta una forma, más debemos

preguntarnos por las fuerzas que, invisibilizadas, han cristalizado de ese modo particular.

Cartografiar es tener un encuentro único con el acontecimiento. Es encontrarse con un no

saber del acontecimiento. Se cartografía los caminos de una ignorancia inaugural que nos

convoca, abriendo una sensibilidad hacia ella. Hace borde con el cartógrafo. Abre un punto

de afectación, de indiscernimiento: habitar la ignorancia como una llamada al pensamiento,

es la imposibilidad de objetivar y, por tanto, de subjetivarse uno mismo como distanciado del

objeto representado. No se traza el mapa de un objeto ni de un sujeto, sino de un borde.

Cartografiar implica un doble movimiento de medio y borde: aquel porque uno ingresa en un

campo de fuerzas ya dado, produciendo; el segundo porque ese borde es el afuera de

ambos. Campo y cartógrafo ingresan en una relación de presuposición recíproca.

Campo no es ese borde, es infinitamente más, al igual que el cartógrafo, pero la cartografía

es ese borde por primera y única vez para siempre. No es la representación de una

realidad, es la construcción de un problema, el despliegue de una de las líneas del territorio.


A esto que nos referimos con el hecho de seguir una afectación. No hay nada romántico, es

un encuentro con un afuera (Deleuze, 2015), con lo impensable mismo del pensamiento. Es

el encuentro con una fuerza fundamental que nos fuerza a pensar (Deleuze, 2002).

En la tesis “La invención en la práctica del MC” se realizó un mapeo de los elementos que

estaban en juego en la labor de las maestras comunitarias (Granese 2015, pp. 107 - 110).

Lo traemos para diferenciar, gráficamente, lo que entendemos por representar y lo que

entendemos por cartografiar. A continuación presentamos aquel registro:


La red total de conexiones es inabarcable, pero resulta interesante el ejercicio de observar

todos estos elementos que se actualizan en las MC ante cada acontecimiento.

Estos elementos son representaciones, se asemejan a cierta actividad de calco (propia,

igualmente, de todo mapa). Muchas inimaginables previo a la entrada al barrio: la

importancia de los perros, de las distancias, del clima, etc. Ver estas cosas y las conexiones

entre ellas es ya una investigación extensa. Sin embargo, no necesariamente una

cartografía. Pues lo que se configura como cartografía es el mapeo, no solo de objetos,

personas, reglamentos, etc., sino de las fuerzas que los actualiza y concatena de modo tal

que se vuelvan importantes, definitorios, de la actividad de ambas maestras comunitarias.

Esa fuerza fue lo que se llamó el acontecimiento de “lo comunitario”. La llave de esta puerta,

aquello que plegó al cartógrafo cartografiando, no decantó de una linealidad entre lo visto,

lo hablado y lo pensado. En este punto se pierde la posibilidad de representar, de calcar.

Experimentar que el cliché de “lo comunitario” escondía elementos como la falta de vidrios

en los espacios de trabajo, la falta de luz eléctrica, la necesidad de construir una labor

educativa con un niño cuya vida cotidiana (que conocíamos) está pautada en gran medida

por la violencia, el robo, las armas de fuego. Todo eso también era “lo comunitario” y

escapaba del cliché, lo desterritorializaba. En todo esto había algo que ya no era

representable. Nos encontrábamos por fuera del reconocimiento: en la afectación.

Si tomamos como afectación, ese punto donde no se puede distinguir sujeto y objeto,

diremos pues que las Maestras Comunitarias no son personas que trabajan en el PMC, ni

que trabajan con niños de la comunidad. Son ellas el acontecimiento de “lo comunitario”. Y

el cartógrafo no es un observador, ni un analizador de un trabajo que se nomina

coloquialmente “comunitario”. Es él el acontecimiento de “lo comunitario”.

La noción de acontecimiento cobra un estatuto especial en estas investigaciones: deja de

ser simplemente algo novedoso, disruptivo, intempestivo en el campo de estudio y pasa a

ser el mismo campo de investigación. Cartografíar no es registrar hechos de un campo


determinado como coleccionando acontecimientos. Carografiar es tomar el campo mismo

como acontecimiento, lo que es igual a decir: tomar el acontecimiento como campo.

Por esto mismo, ya lo veremos, el trabajo de campo no es una instancia distinta a la

escritura de la tesis, pues la escritura sobre el acontecimiento es trabajo de campo también.

Así, la investigación derivó hacia esa pregunta: ¿cómo es el acontecimiento de “lo

comunitario”? y sobre todo ¿hacia dónde nos lleva en sus derivas? Pero más allá de esta

investigación concreta. Toda cartografía comprende siempre una nueva deriva.

La dispositivación en la cartografía

Estas derivas necesitan cierta formación que permita realizar el pasaje de la afectación pura

del acontecimiento a la producción de un conocimiento procesual, que no tiene como fin un

saber, sino como medio un aprendizaje. A este movimiento le llamamos dispositivación.

Tenemos tres elementos: superficie de registro, agenciamiento y dispositivo. Proponemos

dibujarlos como tres puntos en un plano. Devienen tres vértices de un triángulo, no

podemos decir con certeza si equilátero; es decir, si los tres conceptos se posicionan entre

ellos de manera equilibrada. En el curso de las investigaciones aquí trabajadas, surge un

concepto de área, delimitado por los tres ya nombrados: dispositivación.

Para comprender cuál es para nosotros la necesidad de este nuevo concepto, debemos

señalar el proceso que transformó los tres conceptos nombrados en vértices de un triángulo

y cómo dispositivación puede ser pensado como el área encerrada por este triángulo.

Superficie de registro: tomamos este concepto de El Antiedipo (Deleuze y Guattari, 1985).

La superficie de registro del socius es el capital. Al convertirse todo flujo deseante sobre el

socius en flujo capital, se produce sobre este cuerpo una superficie de registro y por lo tanto

de control. “En una palabra, el socius como cuerpo lleno forma una superficie en la que se

registra toda la producción que a su vez parece emanar de la superficie de registro. La

sociedad construye su propio delirio al registrar el proceso de producción” (1985, p. 19). El

proceso de producción se registra al mismo tiempo que se produce, generando la sensación


que el capital no es el final del proceso sino su causa: si registramos sobre el capital, este

se transforma en sostén del registro y en apariencia de la misma producción.

Todo parece (objetivamente) producido por el capital en tanto que cuasi-causa. Como

dice Marx, al principio los capitalistas tienen necesariamente conciencia de la oposición

entre el trabajo y el capital, y del uso del capital como medio para arrebatar el

excedente de trabajo. Sin embargo, a la vez que se instaura rápidamente un mundo

perverso embrujado, el capital desempeña el papel de superficie de registro en la que

recae toda la producción (proporcionar la plusvalía, o realizarla, éste es el derecho de

registro). (p. 19)

La superficie de registro permite no solo llevar un control sobre las relaciones de producción

asegurando así el cierre del ciclo productivo sobre el capital, también efectúa la inversión de

estas relaciones universalizando y esencializando el papel del capital en toda producción.

De la misma manera sucede con el Complejo de Edipo, producido como elemento genético

en la formación deseante del sujeto, a través de la familia y de una producción deseante

desplazada por la imagen de la represión del incesto (Deleuze y Guattari, Antiedipo, p. 125).

La familia da forma al deseo del niño, lo reconduce hacia formaciones establecidas y aptas

para el socius, lo registra y controla; se hace casi-causa de la producción deseante del niño.

En la investigación académica comprendemos los distintos soportes de registro de la misma

manera que la descrita en El Antiedipo. El diario de campo, las fotografías, los videos,

documentos, etc, como la misma escritura de la tesis; funcionan como superficie de registro.

Estos materiales y elementos conforman un conjunto que se conjugan en una tesis. La tesis

es soporte de registro de la producción, imponiendo una forma determinada a esta

producción definiéndose como académica. Generando la idea que ésta es la única

producción de conocimiento posible y al mismo tiempo ejerciendo un control sobre ella.

En el proceso de construcción de nuestras investigaciones comprendimos que no es posible

obviar ni negar estos modos que hacen a la propia academia. Los materiales con los que

contábamos se conciben como superficie de registro, aunque tomaban otro carácter:


Como bloques de afectos y perceptos nos individuamos en diferentes configuraciones

que conectan con otras intensidades que rodean y abordan estas configuraciones,

insistiendo en los cambios, las transmutaciones que nos hacen a cada momento

acontecimiento. El diario, deja de ser superficie de registro, memoria pura, para

tornarse flujos intensos que presionan y componen nuevas materialidades. [...] Este

diario ext-imo se propone de soporte heterogéneo y medios diversos. Se compone de

fotografías, emails, escritas afectivas apresuradas, ensayos cuidadosamente

diseñados, grandes y pequeños esquemas, poemas y canciones… materiales intensos

que danzaban alrededor de la escritura mientras se producía y agenciaban

amorosamente con el texto presente. (Rey, 2016, p. 51)

Si nos restringimos a su uso objetivo y objetivante, no podemos rehuir de la superficie de

registro y control que suponen estos materiales. Pero acercándonos a sus aspectos

intensos se vuelven elementos conectivos de la cartografía. Cuando transformamos los

objetos en fuerzas, la dimensión del control se diluye en la potencia colectiva de los

elementos en juego: “El texto que sigue se construye a través de líneas que pretenden

remarcar, acentuar, sobre todo indicar la existencia de algo que compone la situación

presentada. Tal como si en una habitación uno nombrara las cosas: silla, puerta, escritorio,

lápiz, libro. Indicar fuerzas, esa es la intención” (Granese, 2015, p. 190).

En el concepto de superficie de registro, establecemos el primer vértice del triángulo. Este

puede presentar sus desplazamientos en el plano de inmanencia que delinea

dispositivación como el espacio pasible de formateo y control en sus aspectos objetivos,

aunque es el que aporta la materia esencial de la cartografía si penetramos en sus aspectos

intensivos.

Agenciamiento: hay una comprensión que lograr sobre el relacionamiento de componentes

heterogéneos que producen determinados efectos que no podemos explicar solo por su

cercanía. Hay algo en el movimiento que desborda la idea de puzle. No basta con combinar
los elementos en juego. Hay algo más entre ellos. Quizás lo que denominamos como

novedoso es lo que surge del agenciamiento y por eso su cercanía al acontecimiento.

¿De qué depende que lo nuevo surja? ¿Nuevo para quién? El invento, lo nuevo, así

como el acontecimiento, depende de las composiciones en juego. De los modos de

encuentro entre las materias del espacio, las transformaciones de estos modos y la

producción de nuevos modos (a los modos de encuentro les llamaremos semióticas.

Comprendiendo la semiótica como un régimen de signo particular, que emerge en el

entre de los encuentros, un agenciamiento). También depende de la capacidad de

afectación a la que los agenciamientos preexistentes estén dispuestos. (Rey, 2016, 79)

El concepto surge de las producciones de Deleuze y Guattari, sobre todo en Mil Mesetas

(citar). Lo presentan como el conjunto de relaciones entre elementos heterogéneos y al cual

se le asocia una producción, dividida en dos caras: agenciamiento maquínico deseante y

agenciamiento colectivo de enunciación; o de otro modo, corporales e incorporales. Aunque

esta distinción es posterior al mismo agenciamiento y no constituyente de él. “El

agenciamiento no es agenciamiento de enunciación, no formaliza la expresión más que en

una de sus caras; en la otra, inseparable de la primera, formaliza los contenidos, es

agenciamiento maquínico o de cuerpos” (Deleuze & Guattari, Mil Mesetas, p. 143).

En efecto, los agenciamientos colectivos de enunciación funcionan directamente en los

agenciamientos maquínicos, y no se puede establecer un corte radical entre los

regímenes de signos y sus objetos. En lingüística, incluso cuando se pretende atenerse

a lo explícito y no suponer nada de la lengua, se sigue estando en la órbita de un

discurso que implica todavía modos de agenciamiento y tipos de poder sociales

específicos. (Deleuze & Guattari, Mil Mesetas, p. 13)

Con esta distinción en corporales e incorporales, también distinguen otras dos orientaciones

del agenciamiento. Una cara vuelta hacia los estratos y la otra al cuerpo sin órganos (CsO).

Los primeros son el mismo organismo, son aquellos que maniatan al hombre, pero también

los imprescindibles para continuar con nuestra vida (Mil mesetas, p. 165). El segundo los
autores lo definen como el deseo en su expresión más pura y comprenden que conserva

este estatuto aún en el deseo de aniquilamiento (p. 169). El agenciamiento es el entre de

estas caras: “Pues bien, a este respecto, el problema fundamental es invertir el

agenciamiento más favorable: hacerlo pasar, de su cara orientada hacia los estratos, a la

otra cara orientada hacia el plan de consistencia o el cuerpo sin órganos” (Deleuze &

Guattari, Mil mesetas, p. 137).

No nos explayaremos en esta distinción más de lo necesario como para completar nuestro

segundo vértice del triángulo. Este juego en dos caras permite que el agenciamiento transite

entre las intensidades puras del cuerpo sin órganos, componiendo fuerzas a velocidades

tendientes al infinito, integrando y transformando al mismo tiempo los componentes

heterogéneos estratificados, con velocidades tendientes a cero. Entre estas dos caras, el

agenciamiento, cuyas dimensiones no se agotan en ellas, ya que al componerse en

resonancia, se suponen potenciales no individuados que Deleuze llama simpatía:

El agenciamiento es el co-funcionamiento, la «simpatía», la simbiosis. Contad con mi

simpatía. La simpatía no es un vago sentimiento de estima o de participación espiritual;

al contrario, es el esfuerzo o la penetración de los cuerpos, odio o amor, porque el odio

también es una mezcla, un cuerpo, porque el odio solo es bueno cuando se mezcla con

lo que odia. Simpatía son los cuerpos que se aman o se odian, y que al hacerlo ponen

poblaciones en juego en esos cuerpos o sobre ellos. Y los cuerpos pueden ser físicos,

biológicos, psíquicos, sociales o verbales, pero siempre serán cuerpos o corpus.

(Deleuze & Parnet, 2002, pp. 65–66)

Definimos de esta manera el segundo vértice de nuestro triángulo, como un movimiento

descompuesto en dos dimensiones (maquínica y enunciativa) y en dos direcciones al mismo

tiempo (estratos y cuerpo sin órganos); en una composición que es posible por los efectos

de resonancia que habilitan potenciales no individuados (simpatía).


Dispositivo: El concepto surge de Foucault, aunque él nunca lo definió, lo puso a funcionar

en sus investigaciones. Según Castro-Gómez, podemos entender dispositivo como un

ensamblaje de prácticas discursivas y no discursivas:

Ahora bien, las prácticas (discursivas y no discursivas) son acontecimientos: emergen

en un momento específico de la historia y quedan inscritas en un entramado de

relaciones de poder. Sólo hay prácticas en red. Para Foucault no existen prácticas que

sean independientes del conjunto de relaciones históricas en las cuales funcionan. Por

eso, aunque las prácticas son singulares y múltiples, deben ser estudiadas como

formando parte de un ensamblaje, de un dispositivo que las articula. Y ese entramado

no es la simple sumatoria de las prácticas singulares y heterogéneas que lo conforman,

sino que funciona conforme a reglas. (Castro-Gómez, 2010, p. 29)

Siguiendo este enunciado, podemos visibilizar los tres elementos genéticos de todo

dispositivo descritos por Giorgio Agamben en ¿Qué es un dispositivo? (2011):

1) [El dispositivo] se trata de un conjunto heterogéneo que incluye virtualmente cada

cosa, sea discursiva o no: discursos, instituciones, edificios, leyes, medidas policíacas,

proposiciones filosóficas. El dispositivo, tomado en sí mismo, es la red que se tiende

entre estos elementos. 2) El dispositivo siempre tiene una función estratégica concreta,

que siempre está inscrita en una relación de poder. 3) Como tal, el dispositivo resulta

del cruzamiento de relaciones de poder y de saber. (p. 250)

El agenciamiento se encarna entre los estratos y el CsO, el dispositivo entre el saber y el

poder. En el cruce de sus líneas surge el dispositivo como un modo de subjetivación. “El

término dispositivo nombra aquello en lo que y por lo que se realiza una pura actividad de

gobierno sin el medio fundado en el ser. Es por esto que los dispositivos deben siempre

implicar un proceso de subjetivación, deben producir su sujeto” (Agamben, 2011, p. 256).

Y si el agenciamiento se produce al mismo tiempo que la distinción entre lo maquínico y lo

enunciativo, el dispositivo se hace al mismo tiempo que sus cuatro líneas de composición:
líneas de visibilidad por regímenes de luz, líneas de enunciación, líneas de fuerza y líneas

de subjetivación (Deleuze, 1990, pp. 155-156).

Todas las líneas son líneas de variación que no tienen ni siquiera coordenadas

constantes. Lo uno, el todo, lo verdadero, el objeto, el sujeto, no son universales, sino

que son procesos singulares de unificación, de totalización, de verificación, de

objetivación, de subjetivación, procesos inmanentes a determinado dispositivo. Y cada

dispositivo es también una multiplicidad en la que operan esos procesos en marcha,

distintos de aquellos procesos en que operan en otro dispositivo. En este sentido la

filosofía de Foucault es pragmática, funcionalista, positivista, pluralista. (Deleuze, 1990,

p. 158)

Y cuando Deleuze dice en este sentido, es porque comprende que no se puede capturar a

Foucault en un único sentido. Y algunos autores no han tenido el mínimo cuidado al

encerrar a Foucault en el único sentido que les hacía posible realizar ciertas afirmaciones,

logrando, entre varias cosas, reducir el dispositivo a un mecanismo técnico cuyos elementos

de composición aparecen como individualidades acabadas, materialidades detenidas,

funcionando como un aparato de captura, despreciando la potencia creativa del dispositivo.

¿Qué es un dispositivo? En primer lugar, es una especie de ovillo o madeja, un conjunto

multilineal. Está compuesto de líneas de diferente naturaleza y esas líneas del

dispositivo no abarcan ni rodean sistemas cada uno de los cuales sería homogéneo por

su cuenta (el objeto, el sujeto, el lenguaje), sino que siguen direcciones diferentes,

forman procesos siempre en desequilibrio, y esas líneas tanto se acercan unas a otras

como se alejan unas de otras. Cada línea está quebrada y sometida a variaciones de

dirección (bifurcada, ahorquillada), sometida a derivaciones. (Deleuze, 1990, p. 155)

Dispositivación surge en el área delimitada por estos conceptos. En nuestras

investigaciones comprendimos este movimiento que no restringe sus características a uno

solo de los conceptos descritos. Dispositivación lo comprendemos como superficie de

registro, también en sus aspectos más negativos: como el de un aparato de control,


comprendiendo en este caso que tal superficie es la que aporta, también, la materia prima,

la base de salto y operación transductiva que posibilita la producción de lo nuevo.

El mapa es la superposición de las superficies de registro, sumadas a un elemento

orientador que articule estos diferentes planos, que no busque una unificación material,

sino que mantenga la diversidad perceptiva de la experiencia. Los elementos

orientadores de esta investigación, como ya dijimos, fueron los dinamismos espacio-

temporales (quién, cuándo, dónde, cómo, cuánto), y todo lo que iba sucediendo que se

acumulaba en forma de imágenes-recuerdo e iban produciendo cada vez otras

dispositivaciones a través del reconocimiento atento. (Rey, 2015, pp. 103-104)

Al mismo tiempo no podemos dejar de pensarla como agenciamiento, desde el momento

que opera una composición de elementos heterogéneos en dos movimientos simultáneos,

que permiten distintas operaciones entre los estratos y el CsO, aportando fluidez a

componentes en los primeros, densificando y extrayendo materialidades en el segundo.

En esta composición se produce una trama significacional que lejos se encuentra de una

racionalización, sino que se puede acercar a un modo de funcionamiento. Esta trama

significacional que se presenta indisociable a un funcionamiento es lo que podemos

comprender por dispositivo, como líneas de enunciación, de fuerza y de subjetivación.

Probablemente la característica más relevante de dispositivación resida en la

orientación del concepto. Dispositivación se presenta como acción dirigida hacia el

dispositivo. Como si dispositivo fuera un centro en torno al cual gira dispositivación. Por

otro lado, más allá de este aspecto casi de estratificación, señalemos la otra parte del

concepto. Su naturaleza dinámica, al presentarse como una acción en acción. No es

posible un estado de dispositivación. Siempre un movimiento y más, un movimiento

accionando sobre algo: una fuerza. Podemos pensar dispositivación como una fuerza.

Las formas que toma la burbuja es más un efecto de las fuerzas entre su composición y

el aire que la rodea y la llena, que una característica propia de ella. (Rey, 2015, p. 43)
La tesis El acontecimiento en las prácticas psicológicas se presenta realizada en puras

dispositivaciones. Nos resulta inconcebible la cartografía como método sin pensarla como

una máquina compleja compuesta de una infinidad de dispositivaciones -movimiento,

funcionamiento, entramado significacional de intensidades que delinean un espacio-tiempo;

unas dentro de otras, sobre otras, encadenadas, superpuestas. Dispositivaciones que

surgen, funcionan, producen nuevos modos, significan y se disuelven, dejando un rastro

que resultará base para próximas dispositivaciones.

En esta tesis podemos pensar la producción del concepto desonancia como una

dispositivación, que produce y da cuenta de una trama significacional y un funcionamiento,

del tipo que estamos describiendo:

Después de eso que se pasa, las cosas se siguen pasando. Ya estando en otros

lugares, en otros espacios. El ciclo comienza y recomienza, y aquellas desonancias se

recuperan como resonancias. Resonancias de los efectos de las desonancias. En los

Espacios de Intensificación del Plano de Inmanencia, “soy Mara entera, o casi, en ese

espacio y lo que se mueve en ese espacio se queda moviendo en todos mis ámbitos”

(Participante PAIE, 2014). ¿Cómo se mueve en todos los ámbitos? Como imágenes-

recuerdo de los efectos de la desonancia: la ansiedad, la vibración física, la

incomodidad, la excitación, etc. se pasan como imágenes-recuerdos, desplazando la

idea que el recuerdo solo es visual o sonoro. Estas imágenes-recuerdo, trascienden los

sentidos, ya que son recuerdos vibratorios que se producen como nuevas vibraciones

componiendo con el nuevo presente. “No tuve que pensar, mi cuerpo ahora dolorido

solo recordó las sensaciones, los olores, las caricias, los fluidos, las respiraciones, los

tiempos, la temperatura, los lugares en el espacio y como se habitaron” (Participante

Esp. Desnudo, 2014). La significación no tiene que ver con una racionalización, el

cuerpo trajo los recuerdos que compusieron con el presente doloroso. No es necesario

pensar racionalmente, hay un pensamiento corporal en resonancia de la desonancia

que habita la memoria. Cuanto más agenciado el modo, cuanto más cerca de un
dispositivo con lógicas estratificadas, más reducido el circuito del reconocimiento atento

que nos lleva a traer en forma de imágenes-recuerdo las vibraciones de un acontecer

desonante. (Rey, 2015, p. 139)

En esta investigación mencionamos la producción de determinados espacios como

dispositivaciones. Los llamamos Espacios de Intensificación del Plano de Inmanencia:

dirigido a intensificar afectaciones de un grupo de investigación sobre violencia de género

en el ámbito educativo.

El Espacio de Intensificación del Plano de Inmanencia fue regulado por la misma

dinámica de los equipos de trabajo. Con esto se buscó abrir espacios lisos, entre los

institucionales, donde se intensificó la acción inmanente al encuentro, como un espacio

privilegiado de posibilidad de dispositivación de acontecimientos. [...] El espacio

buscaba poner en suspenso el lenguaje, y rescatar el cuerpo por un no saber sobre

este cuerpo, por un saber que se construye en el mismo momento en que el cuerpo es

rescatado del lenguaje. Un movimiento hacia un ocuparse-de-sí como práctica y no ya

como proceso reflexivo de conocimiento (Foucault, 2003). Esta actividad se acerca más

a un movimiento de dispositivación que a un dispositivo constituido. Se constituyeron

como puntos catástrofes dentro de los procesos institucionales en que se incluía el

trabajo de campo. Y maravillosamente, estos puntos catastróficos, dejaban una marca

en los cuerpos que posteriormente continuaban el proceso de trabajo que veníamos

llevando. (Rey, 2015, pp. 102-103)

Como se aprecia en la cita, aparece la huella de una dispositivación diluida que se pasaba a

los espacios de trabajo institucional en el ámbito educativo. Pero también notamos que

dentro de estos espacios-movimientos que entendimos como dispositivaciones, se

producían a su vez otras dispositivaciones que dejaban también sus micro-huellas en los

participantes, aportando a la producción de nuevas subjetividades:

“Corporeando... en el piso de madera lisa que se perdía en el movimiento ya no

marcaba un abajo, tampoco un límite. Ese fue un encuentro de intenciones


desconocidas iniciales que se volvió una trama de significaciones que conectaban por

algún lado” (Participante PAIE, 2014). En Uexküll la individuación de la materia en un

objeto del mundo circundante del organismo depende justamente de la razón, es decir

que depende de que ese objeto se vuelva un portador de significado o de

características. “Los objetos no son percibidos por causa de su cualidad física, sino

solamente porque trasmiten algún significado que los órganos receptivos del animal

están destinados a reconocer” (Borghi, 2014, p. 17). La materia formada, el objeto, se

individua en la estratificación de una red de relaciones que al resonar le llamamos

modo. A esta red de relaciones, con significado para el organismo, es lo que en el

primer capítulo llamamos dispositivación. La dispositivación se definía por el corte de

flujo que lo codificaba, para esto era necesario una detención, aunque la denominación

de dispositivación daba cuenta de un enlentecimiento al límite de la detención, no una

estratificación absoluta. Corporeando es un movimiento que pierde la percepción de la

madera que hace piso. “El suelo sirve para sostener a los hombres” (Uexküll, 2014, p.

84). Solo que en el corporear, la madera ya no es piso, dado que su utilidad se pierde y

no sostiene nada, por lo que pierde significado y por lo tanto deja de ser un objeto para

quien corporea. Sin embargo, no es que no haya trama de significaciones, de

relaciones, de razones (como lo entiende Deleuze de Spinoza). Se produce una nueva

trama de significaciones, el umwelt se produce a partir de otros puntos de significación.

“Se volvió una trama de significaciones que conectaban por algún lado”. (Rey, 2015, p.

138)

Dispositivación es un movimiento fundamental en la producción de conocimiento en la

cartografía. Ella permite esta producción, tal como puede ser entendida por la línea que

marca el acontecimiento; al comprender un registro productivo, en movimiento entre las

velocidades infinitas y la casi detención, agenciando elementos heterogéneos en una

disposición inédita. En las investigaciones que aquí presentamos la dispositivación aparece

como un elemento genético del método cartográfico, indisociable del mismo.


La dispositivación como productora de los campos de investigación, y estos siendo los

campos de fuerza que la misma dispositivación debe seguir como parte de la investigación.

El campo de fuerzas que fuerza a pensar.

Es necesario cuestionar la noción de campo. Muy naturalmente en Ciencias Sociales

hablamos de campo y de trabajo de campo. Distinguiendo de esta manera un espacio

identificado a través, fundamentalmente, de la población investigada.

Unas veces el campo coincide con un territorio geográfico, es el caso, en términos

generales, de la etnografía. Otras veces esta coincidencia no es tal, o no es tan específica y

amplía su territorio: ciudad, país, región. Lo que sí nuclea ambas situaciones es la población

objetivo de la investigación. Y el trabajo de campo remite a las actividades realizadas con la

misma en el marco de la investigación.

Se distingue, entonces, trabajo de campo de mesa de trabajo: lugar donde el investigador

articula reflexivamente los materiales brindados por el campo (Álvarez Pedrosian, 2011).

Si decimos que la cartografía tiene que ver con el estudio de un acontecimiento, el cual,

siempre es más que las formas y representaciones que cobra, que no se confunde con

ellas; entonces ya no estamos tan seguros ni de cuál es el campo en tanto territorio, ni en

tanto población, ni dónde está el trabajo de campo ni la mesa de trabajo.

Cuando decimos, también, que el trabajo cartográfico sigue una deriva producida por una

afectación, estamos diciendo que esa afectación es el borde del que hablamos más arriba.

Es el pliegue del acontecimiento sobre el cartógrafo. A partir de allí ya no se puede detener

el movimiento de trazado que lleva al cartógrafo a través de ese acontecimiento. Es como

un umbral de sensibilidad: o se lo deja o se lo sigue.

Es complejo hablar de este momento donde cae toda posibilidad de representar porque algo

ha hecho borde, siendo su condición de borde lo que lo define, tornándose inaprensible. Por

esto ya no se puede definir con certeza, como a priori de un trabajo cartográfico, dónde

empieza y termina el campo, quién es y quién no es población objetivo de la investigación.


Estoy rodeado de papeles, de mails impresos con vivencias y reflexiones propias y de

las personas con las que trabajé durante la investigación. Este mismo cuarto está

empapelado de esquemas producto del encuentro con los escritos de los pensadores

que componen también esta tesis. Yo mismo estoy lleno de recuerdos y momentos

particulares de los encuentros en el campo extenso de investigación. ¿Y dónde está el

campo en última instancia? Siempre en última instancia es un agenciamiento que se

produce en esta conjunción donde el pegamento que une todas estas materialidades

heterogéneas es la afectación, la violencia de ellas sobre el pensamiento y que lo obliga

a producir. (Rey, 2015, p. 112)

En este momento una fuerza nos fuerza a pensar. Deleuze:

Lo primero en el pensamiento es la fractura, la violencia, el enemigo; y nada supone la

filosofía, todo parte de una misosofía. No se debe contar con el pensamiento para

sentar la necesidad relativa de lo que piensa, sino por el contrario con la contingencia

de un encuentro con lo que fuerza a pensar, para levantar y erigir la necesidad absoluta

de un acto de pensar, de una pasión de pensar. Las condiciones de una verdadera

crítica y de una verdadera creación son las mismas: destrucción de la imagen de un

pensamiento que se presupone a sí mismo, génesis del acto de pensar en el

pensamiento mismo. (Deleuze, 2002, p. 215)

¿Qué es esta fuerza que fuerza a pensar? Demos un paso más. Mencionamos la etnografía

como una metodología paradigmática en la identificación de campo con territorio geográfico.

Ciertamente, etnografía y cartografía tienen sus puntos de contacto. Incluso, las etnografías,

hace mucho, buscan también salir de lo puramente representativo y descriptivo para

introducirse en senderos más intuitivos, creativos, donde el etnógrafo es parte también de lo

investigado y no un mero observador. Aunque, por supuesto, sigue anclada a su noción de

trabajo de campo, definiendo éste de un modo preciso y delimitado, como así también lo

hace con la población. La cartografía por su parte no puede definir esto de modo estable

pues: cuál es el territorio de una fuerza, cuál es el sujeto de una fuerza.


La cartografía es la pregunta por lo otro. Obsérvese que no decimos “el” otro (tal vez esta

sea la pregunta de la etnografía). Decimos ”lo” otro, marcando lo impersonal de la fuerza,

del acontecimiento, pues esta atraviesa cuerpos, cosas, territorios y es, en sus

cristalizaciones donde se producen las personas y lo personal, pero no se confunde con

esos puntos de estabilización. La fuerza es siempre un afuera. Por supuesto que, desde

hace ya mucho, no se precisa irse lejos, a otra cultura, a investigar la diferencia. Hoy la

pregunta por el otro (en etnografía), por lo otro (cartográficamente), se realiza en la misma

cultura, ciudad e instituciones del investigador.

Pero lo otro, la diferencia, el afuera, remite al borde. Por tanto lo otro es, también, el afuera

en el investigador. Llegar al afuera en uno mismo. Nos extrañamos de lo otro, no lo

logramos circunscribir a nuestras referencias, no lo reconocemos. No lo comprendemos, lo

otro deviene otro no en tanto eso que no somos nosotros, sino otro en tanto presencia de

una diferencia radical en nosotros mismos. Uno deviene otro para sí. Blanchot cita a René

Char: “¿Cómo vivir sin desconocido ante sí?” (2008, p. 379). Recién en este sentimiento de

extrañeza comienza el esfuerzo del pensamiento, recién allí algo nuevo comienza a existir.

Por esto, porque es otro en uno, borde, es que ya no podemos detenernos. Hay que seguir

la línea de fuerza. Hacia dónde, hasta cuándo y cómo, solo el camino cartográfico podrá

decirlo. Pero una cosa podemos asegurar: todo tendrá que ver con ese borde, y esto hará

única a la investigación. Toda la investigación será el despliegue del cartógrafo y tendrá que

ver con sus potencias y con la pasión de su pensamiento.

En la cita de Deleuze de este apartado hay un detalle importante, dice: “una pasión de

pensar”. Pasión, aquí, refiere concretamente a su etimología pathos, de estar afectado por

esta necesidad, este deseo, esta potencia de pensar. Dado que hablamos de pathos,

resulta difícil presuponer un método, algo sistemático que dé cuenta del camino del

pensamiento.

En la investigación sobre La invención en la práctica del Maestro Comunitario, cuando

quedando atrapados en la pregunta por lo comunitario no podíamos pensar, fue un cuento


de Julio Cortázar lo que mostró la línea a seguir. Para dar cuenta de este proceso tomemos

un extracto del proceso del investigador:

En esos dos Diarios de Campo, se aprecia el proceso de la investigación, que no es

otro que mi propio proceso como investigador. En un primer momento el Diario está

construido en base a la descripción de situaciones. También se encuentran muchas

citas de la bibliografía que leía en ese momento. Al finalizar el primer semestre (mitad

del trabajo de campo), comienzan a aparecer extensas reflexiones sobre lo que voy

viviendo. Hay un pasaje de un abordaje teórico a otro más problemático de la vivencia.

Esto es espejo de lo que viví como investigador. Al comienzo, previamente a ingresar al

campo, tenía la idea que lo que quería investigar podía hacerse en cualquier ámbito: mi

interés se centraba en las nociones de acontecimiento e invención, éstas pueden

trabajarse en cualquier escena social. Pero de a poco mi interés cambió, cada vez fui

sintiéndome más parte de la vida escolar, de la problemática escolar. Reivindicaba la

escuela, a los maestros y maestras, a los niños, a la Educación Pública uruguaya. Las

lecturas bibliográficas se fueron reduciendo: solo acontecían en el ómnibus (316

Camino Maldonado) yendo de mi casa a la escuela. Todo empezó a circular en torno a

lo que estábamos viviendo con las MC. (Granese, 2015, p. 103)

¿Qué implica el término “lo comunitario”? ¿Cómo es habitar ese acontecimiento? ¿Qué es

esto de lo que no se puede dar cuenta? La pregunta por “lo comunitario” resultaba

impensable, desesperante, por tanto, apasionante.

La intuición condujo hacia el cuento de Cortázar. Este autor es referencia del investigador.

Se creyó que el reconocido escritor podría ayudar. Se recurrió entonces a los libros,

revisando los índices, buscando un cuento que hablara de una escuela. Allí estaba La

escuela de noche, del libro Deshoras del año 1982.

Remitimos a la tesis para un pequeño análisis sobre el cuento (Granese, 2015, pp. 166 y

sigs.). Aquí queremos mostrar cómo la investigación no es representación de algo externo al

investigador, sino que es inmanente al mismo. También que, en tanto rizoma, éste implica la
articulación de diversas materias (políticas educativas, diagramas territoriales, literatura,

etc.). También queremos ilustrar cómo el campo no puede reducirse a un espacio

geográfico ni a una población específica: la fuerza que se sigue está en Punta de Rieles (en

el caso de esta investigación), en un cuento, en el investigador.

Cuando se siguen son fuerzas el campo se vuelve tan amplio y diverso, lejano e íntimo,

como el propio trazado del mapa lo produzca. Y ese mapa no es más que el despliegue del

pliegue del cartógrafo en el acontecimiento. El despliegue de la implicación del cartógrafo:

El análisis de la implicación no es ni más ni menos que el intento por desplegar la

mayor cantidad de líneas que envuelven (implicare) a quien investiga. Es erróneo

pensar en altos o bajos grados de implicación. Como es redundante realizar un

apartado que hable de la implicación, pues toda la investigación no es más que el

despliegue de esa implicación. Lo que se hace, la palabra utilizada, el texto leído, la

institución que financia, la idea que da fuerza, aquello que se siente. Ni el sustento

económico, ni la ideología política, ni el suceso afectivo son más o menos implicación

uno con respecto al otro. Todos son envolturas del autor. La implicación es toda la

investigación. (Granese, 2015, p. 95)

Cuando lo que se investiga es el acontecimiento, se hace imposible delimitar un campo

donde éste pueda ser ubicado y delimitado. El borde siempre desborda:

Y cuando este investigador, en su propuesta, ingresa al campo, lo vive, lo integra, lo

produce; ese campo se hace vida, vida del investigador. El campo de investigación, es

el campo de la vida. Y la separación de los diferentes campos es casi tan artificial como

cuando distinguimos espacio de trabajo, espacio de ocio, espacio de pareja, espacio de

estudio, etc. Y no se trata únicamente de decir que la investigación se termina llevando

a la vida entera, sino que aunque logremos restringir la investigación a los campos de

trabajo propuestos, estos campos de trabajo terminan siendo la vida del investigador,

porque toda su afectación se juega en ese espacio, así como en los otros por los que

transcurre su día a día. (Rey, 2015, p. 105)


Finalmente el campo fundamentalmente es creación. La cartografía, en su necesidad de

seguir una fuerza debe generar, inventar los modos de intensificarla. Podríamos usar la

metáfora óptica: mostar, echar luz, sacar a luz. Tal vez aplique, pero sigue refiriendo a lo

perceptual, a la distancia. Hay algo en la cartografía que precisa metáforas de ruptura, de

emergente, de discontinuidad. Algo insiste. E insiste justamente porque adquirimos una

sensibilidad particular a ese acontecimiento, es necesario crear el dispositivo y las técnicas

que produzcan el campo por el cual se pueda trabajar con eso que insiste.

Así, en la tesis La invención en la práctica de los Maestros Comunitarios, se creó un “taller

de escritura” con nueve maestros, coordinado por el investigador (Granese, 2015, pp. 111 -

114). El motivo era escribir sobre aquello que no se dice entre todo lo que sí se dice de la

labor de los MC. Este trabajo llevó aproximadamente dos meses. Se hicieron reuniones

semanales para ir trabajando ideas que luego se plasmaban en un documento on-line

colectivo. Finalmente se produjo un artículo llamado “Lo no dicho de lo dicho” que fue

publicado en la revista Hacer escuela entre todos de ANEP (Granese et al. 2013).

El artículo fue un antecedente de la tesis, pero fue, fundamentalmente, el taller donde se

pudo comenzar a trabajar, de modo artesanal, el acontecimiento de “lo comunitario”.

En la tesis El acontecimiento en la práctica psicológica observamos esta característica

inventiva en varias actividades, justamente, porque el objeto de la investigación era el

propio acontecimiento. “¿Cómo investigar el acontecimiento?” es una pregunta que recorre

todo el trabajo. Y esta pregunta (y su respuesta) es inmanente. No se plantea en un

momento y hasta no responderse no se comienza a investigar, sino que la propia búsqueda

plantea la pregunta al tiempo que la responde. Porque el acontecimiento está siempre

aconteciendo y por eso mismo es tan difícil delimitarlo (necesidad intrínseca de cualquier

investigación).

En esa búsqueda se responde la pregunta: el acontecimiento está aconteciendo. ¿Cuáles

son los medios para trabajarlo? La tesis abre varios espacios: Espacio de intensificación del
plano de inmanencia con las estudiantes del PAIE; Espacio experimental del desnudo; el

espacio clínico particular (Rey, 2015, pp. 110 y sigs.).

¿Cómo investigar el acontecimiento? Esta pregunta no pretende fórmulas metodológicas, a

no ser ésta: llevar esta pregunta a través de diversos espacios que habiliten la

intensificación, la amplitud del acontecimiento. Eso es cartografiar.

El último campo a crear es la propia escritura, sea una tesis, un informe, un artículo, etc.

Para lo que sigue es importante entonces comprender que el último campo de

investigación es éste: la escritura. Es un encuentro de materias diferentes, que afectan

de manera diferente y que se conjugan en este espacio y momento para producir un

agenciamiento maquínico y enunciativo, en fin, agenciamiento. Y que este

agenciamiento se produce básicamente a través de la afectación de quién escribe, este

Yo que de alguna manera también es un agenciamiento de todas esas instancias, de

todos esos encuentros, afectado en su momento por ellos. En definitiva, y más que Yo,

Singularidad. (Rey, 2015, p. 113)

La escritura no es transcripción, no es el traslado de lo que pasó en un espacio-tiempo

determinado, a un medio de registro. La escritura no representa un campo siempre

independiente de ella. La escritura es creación de ese campo y es campo ella misma.

Es en los trazos de la propia escritura que se dibuja el mapa cartográfico. Y podemos tomar

como ejemplo la escritura de este artículo: durante el recorrido creamos un vínculo entre los

conceptos de cartografía, dispositivación y acontecimiento. La articulación en una relación

de necesidad entre estos conceptos y en este contexto no es previa a esta escritura. No se

va a encontrar en nuestras tesis.

Este artículo no representa lo escrito en las tesis. Hay elementos que en ellas tienen un

lugar “secundario” y aquí cobran relevancia, pero no porque hayamos planificado hablar de

ellos, sino porque la escritura de este artículo nos llevó a trazar un mapa nuevo, con nuevas

líneas de aquellos otros mapas que son las tesis y, esto, únicamente porque escribiendo

comprendimos nuevas facetas de estos conceptos, encontrando nuevas tesis.


A su vez, en este proceso de escritura se delinean algunos conceptos que comienzan a

mostrar su potencia. Han hecho máquina con nuestro ejercicio de pensamiento. Pero

apenas son incipientes. No estaban antes y solo nuevas experiencias dirán si

definitivamente emergen con plenitud de inteligibilidad o desaparecen. Nos referimos a los

conceptos de borde, afuera, desonancia. Aún no podemos decir lo que pasará con ellos.

Conclusión

Son varios los motivos que nos llevaron a pensar en la cartografía como un método de

investigación válido y necesario para la psicología.

Necesario porque la psicología siempre ha pendulado entre la práctica científica y la

práctica clínica. Cuando se impone la necesidad de producir conocimiento académico en

psicología, la práctica científica ocupa toda la escena, reduciendo la clínica a los elementos

que la ciencia imperante puede concebir e incluir en sus métodos de investigación,

reduciendo, cuando no invisibilizando, cuestiones tales como los acontecimientos, las

intuiciones, los devenires, los saltos, que hacían a la práctica clínica tanto como los estados,

los procesos continuos, los datos comportamentales, los resultados psicométricos, etc. Se

hacía necesario un nuevo método que redimensionara la importancia de la práctica clínica

frente al reduccionismo científico. En este sentido, la cartografía, con sus características

rizomáticas, eran una buena posibilidad de apertura en nuestra búsqueda.

Válido para un campo epistémico no representativo; donde el investigador no se encuentre

excluido de lo investigado; donde las descripciones se tornen productivas del conocimiento;

donde se puedan expresar, a través de la escritura y otros registros, los acontecimientos de

la misma investigación, y no que la escritura represente una serie de estados o un

movimiento del campo.

Epistémicamente la investigación en psicología se despliega en función de la interrogación

acerca de la producción de conocimientos sobre campos de problemas procesuales, en

movimiento y singulares.
¿Cómo se produce conocimiento acerca de un acontecimiento? El acontecimiento no puede

ser capturado, representado, estratificado. El acontecimiento es aquello que se produce

entre dos estados, es la vivencia del movimiento. “Cuando tomo cortes inmóviles sobre los

movimientos, es siempre para reconducirlos a una homogeneidad uniforme de tiempo

abstracto gracias a la cual, precisamente, uniformizo todos los movimientos y ya no

comprendo nada del movimiento mismo” (Deleuze, 2009b, p. 25). De esta manera, no

puede trabajarse esta dimensión sin tener una vivencia del acontecimiento y no una simple

observación del mismo.

Cualquier descripción clásica de una observación no deja de buscar representar lo

observado, cuando de alguna manera lo produce. Así esta pseudo-representación no puede

ser más que la producción de un nuevo movimiento distinto del original, ya que no hay

manera de representar un movimiento, solo vivenciarlo a la misma vez que es producido por

esa vivencia en la que ya estamos insertos.

Esta supuesta representación de estados produce un tipo de conocimiento, el conocimiento

científico clásico representativo, aquel que busca fundamentar una verdad trascendente a

cualquier encuentro, tal como lo enuncia Deleuze en el octavo postulado de la imágen

representativa del pensamiento: “Hay en este principio una subordinación del aprendizaje al

saber. Uno aprende solo para saber, el aprender es un intermediario necesario, pero en esta

imágen debe ser trascendido por el saber. Entonces lo que cobra importancia aquí es el

método racional como la única forma válida de alcanzar este saber” (Deleuze, 2009a, p.

251).

Si lo que buscábamos era producir conocimiento sobre la práctica psicológica, lo que

debíamos tener claro es que hablábamos de un conocimiento procesual, no exclusivamente

acumulativo. En este tipo de investigación, sujeto y objeto se disuelven en el encuentro, por

lo que no hay manera de conservar una posición de exterioridad respecto a lo que se quiere

investigar. Y, lejos de ser un obstáculo, esta disolución es la condición necesaria para


acceder a los acontecimientos, en palabras de Deleuze, “ser dignos de lo que nos ocurre”

(2009a, p. 158).

A través de este trabajo buscamos presentar algunos conocimientos acerca de la

cartografía que se produjeron en nuestras investigaciones de maestría y que pensamos

como un pequeño aporte a las abundantes y profusas producciones sobre este tema que

pudimos apreciar en los antecedentes.

La selección realizada sobre los temas a presentar, nos llevaron a seguir produciendo a

través de la misma escritura, generando de esta manera una línea de sentido que no existía

anteriormente a este trabajo. Así, hasta este mismo artículo se ha vuelto un efecto de

aquellas investigaciones del 2015, produciendo conocimientos que no estaban en ese

momento, ni tampoco cuando nos propusimos escribir este trabajo. Esta línea de sentido la

podemos describir de la siguiente manera y responde a los tres apartados de producción

original presentados:

Siendo el acontecimiento -con sus características de heterogeneidad, discontinuidad y

producción inmanente del campo- un constituyente de toda práctica psicológica a ser

investigada, la cartografía se presenta como un método pertinente a tal tipo de

investigación. Las dispositivaciones, como movimientos de semi-estructuración inmanente

de los espacios y las acciones, se producen como mediadores válidos entre los aconteceres

caóticos, rizomáticos y una producción de conocimiento resultante del seguimiento de

algunas líneas de fuerza, que como ya vimos tienen que ver con las características de las

dispositivaciones que producimos, habiéndose dispuesto en nuestras investigaciones como

las habilitadoras de la cartografía como método posible. A través de las dispositivaciones se

delinean los campos de trabajo de la investigación, que no son otros que los configurados

por estas líneas de fuerza o de potencia, como las describe Suely Rolnik en los

antecedentes, y que llamamos campos de fuerza, los cuales se presentan como

actualizaciones de los campos de la investigación preestablecidos que se transforman en la

inmanencia del acontecimiento.


Finalmente la cartografía, más allá de todo lo escrito, no deja de ser un modo. Un modo de

percibir, accionar y afectarse. Un modo de recorrer líneas de fuerza, donde la fuerza

también es constituida por por la cartografía. No hay huevo antes de gallina, ni gallina antes

de huevo; ambos emergen de un proceso de construcción mutua. Los campos de fuerza,

los relieves topográficos, no nos preexisten. Al menos esos relieves y esas fuerzas.

Seguramente hubieran otros antes de nosotros, pero nunca podremos dar cuenta de ellos.

Quizás la afirmación más importante en la que se basa la disposición cartográfica es la

imposibilidad de dar cuenta de algo sin producirlo al mismo tiempo.

Eso nos pone en un lugar complejo ante la pregunta de para qué investigamos. Ya no es

confirmar una hipótesis, pues no hay hipótesis posible cuando ingresamos de cuerpo entero

a un determinado campo de trabajo, no como observadores u observadores participantes;

sino como componentes productores del campo. La investigación ya no se hace sobre algo

en particular, más que sobre nosotros mismos.

Ese nosotros es un nosotros no individualizante. No se termina el nosotros en el nosotros

físico que nos conforma, sino que incluye los potenciales preindividuales que tarde o

temprano desestabilizan al nosotros para llevarlo a una nueva individuación. Es en este

sentido que toda enunciación es colectiva y distributiva, y solo es posible porque el plano de

consistencia está preparado para que ella pueda ser dicha, aun en la resistencia a este

decir.

Comenzamos centrados en determinadas preguntas, nos enfocamos en determinados

campos, pensamos en determinadas actividades, nos hacemos un cronograma. Y

cuando entramos en la investigación, en los campos propuestos, en las lecturas, en las

vivencias, todo lo anterior funciona como una brújula desimantada, que más o menos

nos orienta en alguna dirección, y solo con bastante esfuerzo logramos recordar eso

que era algo así como nuestro norte, mientras la aguja sigue perdiendo su fuerza

magnética, hasta que ya no importa, pues lo que estamos descubriendo, sintiendo,

viviendo y pensando es lo más importante de nuestra vida y tiene que ser dicho. Sin
importar de manera primordial ni fundamental cuáles eran los objetivos de esta

investigación. Al final, la cartografía era el modo de seguir las líneas de un rizoma y

nunca nunca nunca sabemos hacia dónde nos llevan estas líneas. (Rey, 2015, p. 106)

Referencias

Blanchot, M. (2008) La conversación infinita. Madrid: Arena Libros.

Granese, A. (2016). Psicólogos Lo comunitario: Controversias del término en boca de

sus actores. Psicología, Conocimiento y Sociedad, 6(1), 63-89. Recuperado de

http://revista.psico.edu.uy/index.php/revpsicologia

Granese, A., Luzardo, R., Mazzini, M., Salette, A., Meneses, P., Quartino, Y., Reyes, S.

(2013). Lo no dicho de lo dicho. Hacer Escuela Entre Todos, (4), 57 – 68.

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