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ESCUELA DE OFICIALES

DE LA POLICÌA NACIONAL DE PERÙ

ASIGNATURA:
COMUNICACION
TEMA:
“AL PIE DE LA LETRA”

CATEDRATICA:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

CADETE:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

LIMA-PERÙ
2018

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DEDICATORIA

A nuestros padres: a quienes nos trajeron al mundo, nos han educado y formado
con valores excepcionales, por el gran apoyo, esfuerzo y sacrificio realizado en
cada momento. Ellos fueron nuestros primeros maestros y para siempre lo
seguirán siendo.

2
INTRODUCION

Una de las importantes obras del escritor Ricardo Palma, “Al Pie de la
Letra” de las Tradiciones peruanas - Octava serie; está basada en hechos
históricos debido a que el escritor que vivió dos grandes hechos que vivió nuestro
País.

“Al pie de la letra”, tradición que narra las anécdotas del Capitán Paiva
y su relación con el presidente de la época, Salaverry. Paiva era un indio
cuzqueño que ocupaba el puesto de capitán en la escuadra de guerreros del
presidente y uno de sus más fieles servidores, solo que tenía un gran defecto,
por lo que nunca pudo ascender.

El presente trabajo formulado dentro del marco de las disposiciones


académicas de la Asignatura de comunicación, el esquema metodológico del
presente trabajo tiene características particulares a la misma asignatura puesto
que no se ajusta a los esquemas metodológicos del APA ni de la Dirección de
Educación y Doctrina de la Policía Nacional del Perú.

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OBJETIVO DEL ESTUDIO

Conocer los aspectos parte de las Tradiciones Peruanas principalmente


la octava serie donde trata el tema solicitado en a la presente monografía.

El tema a tratar es importante porque permitirá leer y analizar parte de las


Tradiciones Peruanas, así como conocer un poco sobre el autor.

El presente estudio esta Direccionado ha observar como se comunica el


autor con el lector, para que la lectura sea amena.

Este trabajo se justifica desde el punto pedagógico para la comprensión


lectora.

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CAPITULO I

MARCO TEORICO

BIOGRAFIA DE RICARDO PALMA

Ricardo Palma Soriano nació en Lima el 7 de febrero de 1833. Sus padres


fueron don Pedro Palma y doña Guillermina Soriano. Estudió Leyes en la
Universidad San Marcos. En 1861, participó de un fallido atentado contra el
presidente Ramón Castilla, por lo que fue desterrado a Chile.

Ricardo Palma Soriano

Al regresar, fue elegido senador por Loreto. El 2 de mayo de 1866,


participó en el combate del 2 de mayo, contra la escuadra española que
bombardeaba el puerto del Callao.

Desde muy joven empezó a escribir poemas, cuentos y obras de teatro.


También ejerció el periodismo, trabajando en diario como El Mercurio, El Correo,
La Patria y El Liberal.

En 1872, se publicó la primera parte de sus famosas Tradiciones


Peruanas, una serie de sabrosos relatos con episodios, personajes y costumbres
de nuestro pasado incaico y, sobre todo, colonial. Esta obra le dio mucho
prestigio y reconocimiento internacional.

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Durante la Guerra contra Chile fue corresponsal de varios periódicos
extranjeros. El 15 de enero de 1881 participó en la batalla de Miraflores. Al final
de la batalla los chilenos incendiaron su casa y su biblioteca personal.

En 1884, el presidente Miguel Iglesias lo nombró director de la Biblioteca


Nacional del Perú, cumpliendo una gran labor en su reconstrucción y
equipamiento. De aquellos tiempos viene su apelativo de "Bibliotecario
Mendigo". Ejerció este cargo hasta 1912.

El ilustre tradicionista peruano Ricardo Palma falleció en Miraflores, el 6


de octubre de 1919.

OBRAS DE RICARDO PALMA

De reconocido prestigio en el mundo cultural hispanoamericano, Ricardo


Palma es la figura más significativa del romanticismo peruano y uno de los
escritores mejor dotados del siglo XIX americano. Espíritu polifacético, renovador
y progresista, su actividad literaria se desarrolló en campos muy diversos.

Como poeta siguió la corriente romántica europea de José Zorrilla,


Heinrich Heine, Victor Hugo y Lord Byron. Dentro del género lírico publicó
Poesías (1855), Armonías. Libro de un desterrado (1865), Pasionarias (1870),
Verbos y gerundios (1877) y Enrique Heine. Traducciones (1886). Reeditó gran
parte de su obra poética en el libro Poesías (1887), que llevó como introducción
el estudio "La bohemia limeña de 1848 a 1860. Confidencias literarias".
Posteriormente publicó su poema A San Martín (1890), que originó una protesta
del gobierno chileno por considerarlo ofensivo a ese país. Su último libro de
versos fue Filigranas. Aguinaldo a mis amigos (1892). Fue también compilador
de Lira americana. Colección de poesías de los mejores poetas del Perú, Chile
y Bolivia (1865).

Entre sus trabajos históricos podemos mencionar Anales de la Inquisición


de Lima (1863), el polémico Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la
historia de la independencia (1877) y su Refutación a un compendio de historia
del Perú (1886), cuyo ataque a los jesuitas motivó que el Congreso peruano
declarase la prohibición del establecimiento de esta orden religiosa en el país.
Su labor como principal gestor y presidente de la Academia Peruana de la
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Lengua desde el 5 de mayo de 1887 está representada por los Anales de la
Academia Correspondiente de la Real Española en el Perú (1887), y
especialmente por sus valiosas sugerencias a favor de la admisión de nuevos
vocablos contenidas en sus libros Neologismos y americanismos (1896) y
Papeletas lexicográficas (1903). Publicó además Recuerdos de España (1898),
sobre su viaje a ese país en 1892, que después sería reeditado con el título
Recuerdos de España precedidos de La bohemia de mi tiempo (1899).

TRADICIONES PERUANAS

Párrafo aparte merecen las Tradiciones peruanas, relatos construidas a


partir de hechos históricos o anécdotas populares de carácter ligero y burlesco
que constituyen un género literario particular. Aunque Palma había escrito los
primeros de estos relatos antes de su destierro a Chile, sólo varios años más
tarde se decidió a editar la primera serie de sus Tradiciones (1872).

Primera edición española de las Tradiciones peruanas (1893)

A este volumen le seguirían Tradiciones. Segunda serie (1874),


Tradiciones. Tercera serie (1875), Tradiciones. Cuarta serie (1877), Tradiciones.
Quinta serie (1883), Tradiciones. Sexta serie (1883), Ropa vieja (1889) y Ropa
apolillada (1891). Después de publicar en Buenos Aires la primera edición

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extranjera de estos relatos (1890), publicó una edición en España con el título,
desde entonces célebre, de Tradiciones peruanas (4 vols., 1893-96).
Posteriormente a esta edición aparecieron Tradiciones y artículos históricos
(1899), Cachivaches (1900), Mis últimas tradiciones peruanas y cachivachería
(1906), Apéndice a Mis últimas tradiciones peruanas (1910) y una edición
póstuma con el título El Palma de la juventud (1921). Tras su muerte, las hijas
del escritor llevaron a cabo una edición definitiva de las Tradiciones peruanas
que contó con el auspicio del gobierno peruano (6 vols., 1923-25).

El conjunto de la obra, en once series, es de una evidente grandiosidad,


si bien hay un cierto desorden provocado por repeticiones, remansos fatigosos y
temas muy dispares, entre éstos artículos críticos. Mitad historia y ficción, domina
un fondo socarrón, intercalado con emotivas referencias al mundo americano.
En el dilatadísimo proceso de su composición, Ricardo Palma fue poco a poco
desligándose de la leyenda romántica española y perfilando un característico y
personalísimo mundo, hasta madurar artísticamente en una especie narrativa, la
tradición, en la que supo genialmente enlazar rasgos románticos (la leyenda, la
novela histórica) y costumbristas (humor, espíritu crítico de los usos e
instituciones nacionales, habla popular), enriqueciéndolos con las lecciones de
los grandes satíricos y novelistas picarescos del Siglo de Oro español (con
Quevedo a la cabeza), así como de los ironistas de la Ilustración y el liberalismo
(Voltaire, sobre todo).

Mucho se ha escrito sobre las Tradiciones peruanas y la pretendida


ideología que subyace detrás de la obra. Algunos han querido ver en el escritor
un nostálgico del pasado colonial, y otros han sostenido que la ironía con la que
describe dicho pasado esconde una crítica social. Al respecto el ensayista Luis
Loayza ha sostenido en su libro El sol de Lima (1974) que "Al leer las Tradiciones
se advierte que el autor era un hombre de su tiempo... El mundo de la colonia
era, o pretendía ser, jerárquico: en las Tradiciones hay un sentimiento
democrático, igualitario; se festeja el irrespeto ante la autoridad". En la
actualidad, aun cuando sus méritos literarios sean materia de discusión, no se
deja de reconocer el enorme impacto que tuvieron dentro de la narrativa
hispanoamericana, gozando todavía de gran popularidad.

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Ya la primera reunión de sus Tradiciones peruanas gozó, en efecto, de un
éxito inmediato, refrendado por la enorme acogida que alcanzó dentro y fuera
del Perú. Estuardo Núñez estudió su influencia decisiva en la narrativa
hispanoamericana entre 1872 y 1940, como género que adelanta componentes
del cuento y la novela del siglo XX. Fusionar el costumbrismo y el romanticismo
era una tarea crucial, que se verificó en dos manifestaciones artísticas
sobresalientes: la poesía gauchesca y la tradición palmista. No deja de ser
sintomático, más que casual, que las dos obras cimeras de ambos procesos
creadores, Martín Fierro (del argentino José Hernández) y Tradiciones peruanas,
aparecieran el mismo año, 1872. En ellas palpitan ya rasgos de lo que serán la
poesía novomundista y la narrativa del realismo "mágico" o "maravilloso", así
como la reelaboración de la oralidad y de la óptica del pueblo, tan significativos
en las letras hispanoamericanas del siglo XX.

La trascendencia de la obra de Ricardo Palma ha sido justamente


destacada por la crítica. Luis Leal lo considera el mejor "cuentista"
hispanoamericano de dicha centuria; para Estuardo Núñez fue el narrador
hispanoamericano de mayor influencia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo
XX. Tal envergadura se vincula con la capacidad de Palma para asumir una tarea
pendiente en las letras americanas: efectuar el tránsito de una literatura centrada
en la tradición oral o de carácter ancilar a una literatura que va a ir privilegiando
la modalidad escrita y la ficción.

PIE DE LA LETRA

El capitán Paiva era un indio cuzqueño, de casi gigantesca estatura.


Distinguíase por lo hercúleo de su fuerza, por su bravura en el campo de batalla
por su disciplina cuartelera y sobre todo por la pobreza de su meollo. Para con
él las metáforas estuvieron siempre de más, y todo lo entendía ad pedem litteræ.

Era gran amigote de mi padre, y éste me contó que, cuando yo estaba en


la edad del destete, el capitán Paiva, desempeñó conmigo en ocasiones el cargo
de niñera. El robusto militar tenía pasión por acariciar niños. Era hombre muy
bueno. Tener fama de tal, suele ser una desdicha. Cuando se dice de un hombre:
Fulano es muy bueno, todos traducen que ese Fulano es un posma, que no sirve

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para maldita de Dios la cosa, y que no inventó la pólvora, ni el gatillo para sacar
muelas, ni el cri-cri.

Mi abuela decía: «la oración del Padre nuestro es muy buena, no puede
ser mejor; pero no sirve para la consagración en la misa».

A varios de sus compañeros de armas he oído referir que el capitán Paiva,


lanza en ristre, era un verdadero centauro. Valía él solo por un escuadrón.

En Junín ascendió a capitán; pero, aunque concurrió después a otras


muchas acciones de guerra, realizando en ellas proezas, el ascenso a la
inmediata clase no llegaba. Sin embargo, de quererlo y estimarlo en mucho, sus
generales se resistían a elevarlo a la categoría de jefe.

Cadetes de su regimiento llegaron a coroneles. Paiva era el capitán


eterno. Para él no había más allá de los tres galoncitos.

¡Y tan resignado y contento y cumplidor de su deber, y lanceados y


pródigo de su sangre!

¿Por qué no ascendía Paiva? Por bruto, y porque de serlo se había


conquistado reputación piramidal. Vamos a comprobarlo refiriendo, entre
muchas historietas que de él se cuentan, lo poco que en la memoria
conservamos.

Era en 1835 el general Salaverry jefe supremo de la nación peruana y


entusiasta admirador de la bizarría de Paiva.

Cuando Salaverry ascendió a teniente, era ya Paiva capitán. Hablábanse


tú por tú, y elevado aquel al mando de la República no consintió en que el lancero
le diese ceremonioso tratamiento.

Paiva era su hombre de confianza para toda comisión de peligro.


Salaverry estaba convencido de que su camarada se dejaría matar mil veces,
antes que hacerse reo de una deslealtad o de una cobardía.

Una tarde llamó Salaverry a Paiva y le dijo:

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-Mira, en tal parte es casi seguro que encontrarás a don Fulano y me lo
traes preso; pero si por casualidad no lo encuentras allí, allana su casa. Tres
horas más tarde regresó el capitán y dijo al jefe supremo:

-La orden queda cumplida en toda regla. No encontré a ese sujeto donde
me dijiste; pero su casa la dejo tan llana como la palma de mi mano y se puede
sembrar sal sobre el terreno. No hay pared en pie.

Al lancero se le había ordenado allanar la casa, y como él no entendía de


dibujos ni de floreos lingüísticos, cumplió al pie de la letra.

Salaverry, para esconder la risa que le retozaba, volvió la espalda,


murmurando:

-¡Pedazo de bruto!

Tenía Salaverry por asistente un soldado conocido por el apodo de Cuculí,


regular rapista a cuya navaja fiaba su barba el general.

Cuculí era un mozo limeño, nacido en el mismo barrio y en el mismo año


que don Felipe Santiago. Juntos habían mataperreado en la infancia y el
presidente abrigaba por él fraternal cariño.

Cuculí era un tuno completo. No sabía leer, pero sabía hacer hablar a las
cuerdas de una guitarra, bailar zamacueca, empinar el codo, acarretar los dados
y darse de puñaladas con cualquierita que le disputase los favores de una
pelandusca. Abusando del afecto de Salaverry, cometía barrabasada y media.
Llegaban las quejas al presidente, y éste unas veces enviaba a su barberillo
arrestado a un cuartel, o lo plantaba en cepo de ballesteros, o le arrimaba un pie
de paliza.

-Mira, canalla -le dijo un día don Felipe,- de repente se me acaba la


paciencia, se me calienta la chicha y te fusilo sin misericordia.

El asistente levantaba los hombros, como quien dice: «¿Y a mí qué me


cuenta usted?», sufría el castigo, y rebelde a toda enmienda volvía a las
andadas.

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Gorda, muy gorda debió ser la queja que contra Cuculí le dieron una
noche a Salaverry; porque dirigiéndose a Paiva, dijo:

-Llévate ahora mismo a este bribón al cuartel de Granaderos y fusílalo


entre dos luces.

Media hora después regresaba el capitán, y decía a su general:

-Ya está cumplida la orden.

-¡Bien! -contestó lacónicamente el jefe supremo.

-¡Pobre muchacho! -continuó Paiva.- Lo fusilé en medio de dos faroles.

Para Salaverry, como para mis lectores, entre dos luces significaba al
rayar el alba. Metáfora usual y corriente. Pero... ¿venirle con metaforitas a Paiva?

Salaverry, que no se había propuesto sino aterrorizar a su asistente y


enviar la orden de indulto una hora antes de que rayase la aurora, volteó la
espalda para disimular una lágrima, murmurando otra vez:

-¡Pedazo de bruto!

Desde este día quedó escarmentado Salaverry para no dar a Paiva


encargo o comisión alguna. El hombre no entendía de acepción figurada en la
frase. Había que ponerle los puntos sobre las íes.

Pocos días antes de la batalla de Socabaya, hallábase un batallón del


ejército de Salaverry acantonado en Chacllapampa. Una compañía boliviana,
desplegada en guerrilla, se presentó sobre una pequeña eminencia; y aunque
sin ocasionar daño con sus disparos de fusil, provocaba a los salaverrinos. El
general llegó con su escolta a Chacllapampa, descubrió con auxilio del anteojo
una división enemiga a diez cuadras de los guerrilleros; y como las balas de
éstos no alcanzaban ni con mucho al campamento, resolvió dejar que siguiesen
gastando pólvora, dictando medidas para el caso en que el enemigo, acortando
distancia, se resolviera a formalizar combate.

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-Dame unos cuantos lanceros -dijo el capitán Paiva- y te ofrezco traerte
un boliviano a la grupa de mi caballo.

-No es preciso -le contestó don Felipe.

-Pues, hombre, van a creer esos cangrejos que nos han metido el resuello
y que les tenemos miedo.

Y sobre este tema siguió Paiva majadeando, y majadereó tanto que,


fastidiado Salaverry, le dijo:

-Déjame en paz. Haz lo que quieras. Anda y hazte matar.

Paiva escogió diez lanceros de la escolta; cargó reciamente sobre la


guerrilla, que contestó con nutrido fuego de fusilería; la desconcertó y dispersó
por completo, e inclinándose el capitán sobre su costado derecho, cogió del
cuello a un oficial enemigo, lo desarmó y lo puso a la grupa de su caballo.

Entonces emprendió el regreso al campamento: tres lanceros habían


muerto en esa heroica embestida y los restantes volvieron heridos.

Al avistarse con Salaverry gritó Paiva:

-Manda tocar diana. ¡Viva el Perú!

Y cayó del caballo para no levantarse jamás. Tenía dos balazos en el


pecho y uno en el vientre.

Salaverry le había dicho: «Anda, hazte matar»; y decir esto a quien todo
lo entendía al pie de la letra, era condenarlo al muerte.

Yo no lo afirmo; pero sospecho que Salaverry, al separarse del cadáver,


murmuró conmovido y dijo:

-¡Valiente bruto!

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CAPITULO II

CAPITULO III

ANALISIS

Antes de iniciar el presente ítem es importante establecer la diferencia


entre una tradición y un cuento. La tradición habla de un suceso histórico real,
pero con el toque especial que le da el autor cambiando un poco el rumbo de la
historia o lo que acontece alrededor de esta; el cuento es un hecho fantástico e
irreal, donde el paisaje, la historia y los personajes son inventados.

La valorización y la selección de hechos históricos para la producción


literaria por parte del autor, se debe a que vivió dos grandes hechos (el Combate
del 2 de Mayo y la Guerra del Pacífico), además de la corriente romanticista
procedente de Europa. Un ejemplo claro de la valorización de la historia es “Al
pie de la letra”, tradición que hemos tratado y que narra las anécdotas del
Capitán Paiva y su relación con el presidente de la época, Salaverry. Paiva era
un indio cuzqueño que ocupaba el puesto de capitán en la escuadra de guerreros
del presidente y uno de sus más fieles servidores, solo que tenía un gran defecto,
por lo que nunca pudo ascender. El hecho data de 1835 y el autor lo cuenta
desde un punto de vista personal, ya que afirma que el protagonista era un buen
amigo de su padre, lo que da mayor realismo y credibilidad a la historia.

El lenguaje en la tradición es ameno, popular y pintoresco; es muy de la


época, marcado con muchas frases coloquiales utilizadas por la sociedad de
aquel entonces. En el relato aparecen palabras como acarretear, bribón,
mataperrear, y frases como “no inventó la pólvora ni el gatillo pasa sacar muelas
y el cri-cri”. Este lenguaje permite dar un mayor realismo a las historias, ya que
actúa fortaleciendo el contexto y creando una atmósfera completa donde
intervienen personajes, entornos y lenguaje.

La exageración y la caracterización de los personajes era otra constante


en los cuentos de Ricardo Palma, ya que buscaba encontrar el humor de una

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manera sutil, exagerando alguna característica física o actitudinal del personaje.
En “Al pie de la letra” se exagera un rasgo cognitivo del capitán Paiva. Según la
historia, Paiva era muy bruto y era incapaz de entender metáforas,
comparaciones o cualquier otro tipo de juego de palabras, ya que todo lo
entendía al pie de la letra, conduciéndolo a equivocarse constantemente o a no
entender las indicaciones reales que se le daban. Fue tanta su incapacidad por
comprender las cosas y su lealtad a Salaverry, que cuando el presidente en un
arranque de molestia le dijo que se hiciera matar, así lo cumplió Paiva.

En la tradición ya mencionada también se aprecia la ligera crítica que


hacía el autor acerca de algunas circunstancias de la época. En este caso se
describe textualmente la diferenciación de clases en las palabras del presidente
Salaverry ante la interrogante de por qué Paiva nunca ascendió a coronel.
Salaverry afirma “por bruto, y porque de serlo se había conquistado reputación
piramidal”.

Finalmente hablaremos de la estructura de la tradición, que es una


constante en todos los relatos del autor. Estas se dividen en 4 y son: el
comentario, la trama, el final y la frase. El comentario sirve para contextualizar el
hecho, para este caso el autor comienza la historia diciendo que el protagonista
era amigo de su padre. En la trama cuenta unas tres anécdotas de la vida del
capitán Paiva. El final hace da la resolución de la historia y viene acompañado
del cuarto elemento que es la frase de cierre de la historia, que termina citando
las palabras de Salaverry. Estos elementos hacen que la historia tenga mayor
dinamismo y orden estructural que terminen en una reflexión o fin didáctico para
el lector.

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.

CONCLUSION

1. El capitán Paiva era un hombre fornido de gran estatura. Paiva tenía un


problema: que seguía las instrucciones al pie de la letra, es decir, no entendía
metáforas o expresiones similares. Este problema fue la causa por la cual
Paiva nunca ascendió. Cuentan algunas anécdotas acerca de él

RECOMENDACIONES.

En cuanto a la protección y a fin de minimizar el problema de la explotación, el


niño tiene que sentirse protegido y saber que tiene un lugar al que recurrir. La
protección del niño es un factor clave, y el gobierno es el único sistema que
puede suministrar esta seguridad. Los Estados exhortarán a:

1. Es necesaria una reforma integral del estado en política de protección a


la niñez y la juventud en el Perú que garanticé el desarrollo integral y el
bienestar de los niños y niñas del Perú, y la lucha contra la erradicación
de la explotación y abuso de niños dentro el respecto a la diversidad
étnica, lingüística y cultural. El Congreso de la Republica, el Gobierno, el
Poder Legislativo y Poder Ejecutivo el Ministerio de la Mujer y Niñez, el
Ministerio de Educación, las organizaciones que trabajan con niños y
jóvenes, las municipalidades, los gobiernos regionales, la policía nacional
del Perú, las organizaciones no-gubernamentales, las escuelas y

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universidades, tienen la responsabilidad de establecer política locales,
regionales y nacionales.

2. Las políticas a establecer deben generar un apoyo de la sociedad


peruana, además de establecer una política de especialización laboral en
la lucha por la erradicación de la explotación infantil acorde a los acuerdos
internacionales, así como establece el tratado de libre comercio entre
Perú y los Estados Unidos la lucha contra la erradicaron de la explotación
y trabajo infantil.

3. Entre las políticas a implementar es el establecer a agentes especiales


para la lucha contra la explotación y abuso de menores, la especialización
de trabajadores sociales, sociólogos, enfermeras, médicos, profesionales
de la salud y otros profesionales. El establecer centros de refugios para
niños víctimas de la mendicidad y abuso doméstico. Establecer campañas
educativas locales, regionales y nacionales contra la mendicidad y la
explotación laboral.

4. Adjudicar responsabilidad penal a todos aquellos que provean los


servicios para promover la explotación sexual infantil,

5. Proteger al niño del enjuiciamiento como criminal por este tipo de


actividades.

6. Dar carácter penal al comportamiento de los ciudadanos, sin importar el


lugar donde se cometió el delito y promover la extradición a fin de asegurar
el enjuiciamiento del que cometió el delito,

7. Fomentar la creación de redes nacionales e internacionales, y dar al niño


que huye de la explotación sexual un lugar seguro y proteger a todos
aquellos que ayudan a esos niños.

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BIBLIOGRAFÍA

 Luis Alberto Sánchez (2015). Don Ricardo Palma y Lima.

 Carlos Alberto Perez Garay (2015). Liberalismo criollo. Ricardo Palma,


ideología y política.

 Ricardo Palma. Tradiciones peruanas.

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OBJETIVO DEL ESTUDIO

Trabajo de comunicación con estos pasos: Caratula, Dedicatoria ,Índice


,Introducción ,Objetivos del estudio (Importancia y Dirección del Estudio,
Justificación) ; Capitulo 1 (contenidos teóricos ); Capitulo 2 (Versión y o
Aplicabilidad sobre el tema a desarrollar); capitulo 3 Análisis de información);
Conclusiones; Recomendaciones; Limitaciones; Bibliografía; Anexos sobre la
tradición "AL PIE DE LA LETRA " y mencionar algo corto sobre las sgtes tradiciones
:Historia de un cañoncito ;al Rincón quita calzón ; el Alacrán de Fray Gómez y
Francisco Bolognesi

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