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TEMA 1: LA JUSTICIA SOCIAL EN EL ANTIGUO ORIENTE

Introducción
Suele ser común entre las personas educadas en Occidente, que tengan la
idea preconcebida de que las normas morales provienen, en principio, por
la revelación de los diez mandamientos, dados a Moisés, y escritos por la
mano de Dios en piedra. Como vamos a ver a continuación, entre los
pueblos del Antiguo Oriente, antes de que se formase el pueblo hebreo,
quedó reflejado en muchos textos el interés que se tenía, no solo por
establecer normas para el gobierno de las gentes de los pueblos, sino que
también se verá demostrada una clara preocupación por la justicia y la
igualdad, el sentido de sociedad plural, el velar por el derecho de los más
débiles y la beneficencia hacia los desfavorecidos.
El obtener una panorámica de todo ese contexto, nos ayudará a
comprender y captar mejor el mensaje que nos dejaron los profetas, como
portavoces de la voluntad de Dios. A continuación haré un resumen de los
textos más famosos de aquellas culturas, para ello me serviré de la
excelente obra de José Luis Sicre, “Con los pobre de la tierra”1, incluyendo
algún breve comentario, cuando sea necesario.

1. Egipto
Según Gardiner, en su trabajo sobre la ética y la moralidad en Egipto, no
resulta fácil plantear el desarrollo de aquel mundo de ideas, de modo que
expone su investigación de manera temática2. Y, cuyo método, consistente
en la aproximación mediante la exposición de textos, es el que vamos a
seguir a continuación.

1.1. El Imperio Antiguo: dinastías 3ª - 6ª (hacia el 2654-2190 a. C.)


Aproximadamente en esta época, fueron levantadas las grandes
construcciones faraónicas, a costa de elevar los impuestos y de usar la
mano de obra de las gentes más desfavorecidas. Aquella dura situación de
vida provocaría el surgimiento de la conciencia social en la quinta dinastía,

1
cf. J. L. SICRE, “Con los pobre de la tierra”, 19-20.
2
cf. A. H. GARDINER, “Ethics and Morality Egyptian”, ERE V, 475-485. cit. por J. L. SICRE, “Con los
pobre de la tierra”, 20.
1
según piensa Max Pieper3. De este período extraemos tres textos de
especial interés.

1.1.1. La autobiografía de Herkhuf.4


Esta obra cuenta las proezas y buenas acciones del protagonista,
poniéndolo como modelo para las gentes de su tiempo:
“ Di pan al hambriento, vestí al desnudo, transporté al que no tenía barca
[...]. Yo era uno de los que dicen cosas buenas y de los que sólo repiten cosas
amables. Nunca dije nada malo a un poderoso contra nadie, porque deseaba
sentirme bien en la presencia del gran Dios”.

Cabe remarcar, en primer lugar, la mención de las obras de misericordia:


dar de comer al hambriento, vestir al desnudo. La mayoría de los cristianos
seguramente piense que fue Jesús el primero en decir estas palabras
(Mt 25, 31-46). Aunque quien conoce bien el antiguo testamento sabe que
también se encuentran en (Ez 18,7; Is 58,7; Job 31,17.19-20). Así es como
este texto egipcio hace retrotraernos dos mil años para mostrarnos una
misma preocupación por la necesidad de las personas.
En segundo lugar, este dicho de Herkhuf pone en interrelación la ética
con la creencia en Dios. Mostrándonos que a la divinidad no se la contenta
exclusivamente a través de oraciones y ritos, sino que más bien se la
contenta por medio de acciones que expresen la bondad y la misericordia
hacia el prójimo.

1.1.2. Textos de los sarcófagos


Pese a que generalmente no resultan de mucho interés, al abundar las
fórmulas mágicas, merece la pena mencionar que éste texto en concreto,
porque contiene unas bellas letras sobre el establecimiento de una igualdad
primigenia para todos los hombres, poniendo en la voz del creador estas
palabras:
“He realizado cuatro acciones buenas en el pórtico del horizonte: he creado
los cuatro vientos, para que todos los hombres puedan llenarse de él los pulmones,
cada uno igual que su contemporáneo; es mi primer beneficio. He hecho la gran
inundación para que el pobre tenga derecho a sus beneficios igual que el rico; es
mi segunda acción. He hecho a todo hombre semejante a su prójimo; nunca les he

3
M. PIEPER, “Die ägyptische Literatur”, 25.
4
LPAE 24-27.
2
ordenado hacer el mal, son sus corazones los que han transgredido mis preceptos;
es mi tercera acción…”.5

Se refleja aquí claramente la idea de un Dios que ha creado todo para un


beneficio igualitario y equitativo para toda la humanidad, sin hacer ninguna
distinción, ni acepción de personas. Vislumbrándose así una clara denuncia
hacia las desigualdades en cuestiones de recursos, dentro de una mismo
grupo social. Porque lo que el Creador ha concedido para todos, resulta
beneficiario tan sólo para unos pocos, no correspondiendose esto al plan
originario de Dios; lo cual acontece a causa de que: “Son sus corazones los
que han violado mis preceptos”.

1.1.3. La autobiografía de Khety6


Este gobernador se jacta de haber “mantenido en vida” a la ciudad,
cuando en otras regiones de Egipto pasaban necesidad:
“Hice que tuvieran grano el ciudadano y su esposa, la viuda y su hijo.
Condene todos los impuestos y todos los tributos que encontré prescritos por mis
antepasados”.

Es la primera vez que aparece en la literatura egipcia la mención a la


viuda y a su hijo, como seres necesitados de especial protección, y que más
tarde mencionará con frecuencia el Antiguo Testamento, incorporándose a
la lista de los hambrientos y desnudos. La anulación de tributos era una
táctica común en el momento de comenzar a gobernar.

1.1.4. Enseñanza para Merikare7


En esta obra de carácter sapiencial, dirigida a un rey de la décima
dinastía, como exhortación política, destacamos el siguiente consejo:
“Sé justo [practica la justicia] todos los días de tu vida. Consuela al que
llora, no oprimas a la viuda, no eches a un hombre de la propiedad de su padre, no
perjudiques a los grandes en lo que respecta a sus posesiones, guárdate de castigar
injustamente. No mates; no te servirá de nada […]. No hagas diferencia entre el
noble y el pobre; valora a un hombre por sus acciones”.

Esta última sentencia se anticipa a expresiones que utilizarán los profetas


y sabios de Israel.

5
LPAE 52, ANET 7s.
6
LPAE 60s.
7
LPAE 83-94; ANET 414-418; BLAO 588s.
3
1.1.5. El oasita elocuente
Es considerada la obra cumbre de este periodo, además de ser de gran
interés para nuestro tema. Se trata de una breve historia que aborda con
pesimismo la justicia social. Y cuenta cómo un campesino, que decide ir a
Egipto por alimentos para su mujer e hijos, tras haber preparado sus asnos,
dirigiéndose a la capital, tropieza por el camino con un tal Tutnakht, un
hombre ambicioso y sin escrúpulos, que había sido puesto como
responsable de zona por el administrador jefe, llamado Rensi. Llegado el
momento, cuando Tutnakht ve llegar los asnos del oasita, planea la manera
de hacerse con ellos. Pues resulta que el camino, de por sí estrechado, se
halla mitad bajo el agua del río y la otra mitad invadida por el campo de
cebada de Tutnakht. Resultando imposible de atravesar sin meterse en el
agua o sin pisar la cebada. Y para colmo, Tutnakht manda que tiendan un
trozo de tela en el camino, para complicarle más las cosas.
Al llegar el oasista, Tutnakht le advierte: “¿no pensarás pisotear mi
vestido?”. Entre tanto Khun-Anup, que es como se llama el campesino,
evidentemente molesto, mientras le muestra que no le quedaría otro
remedio, resulta que uno de los asnos da un bocado a la cebada. Lo cual es
tomado como una declaración de guerra por parte del oficial Tutnakht. Y
que para resarcirse, toma como compensación todos los asnos con la carga
que llevan. Durante diez días el oasista le pide que se nos devuelva.
Cuando ve que es inútil, marcha a Herakleólolis para pedir al administrador
general, Rensi, que se le haga justicia. En su primer discurso es amable y
convincente, elogiando sus dotes y capacidades, para así ganarse su
benevolencia:
“Gran administrador, mi señor […] tú eres el padre de los huérfanos, el
marido de la viuda, el hermano de la mujer repudiada, el seno del que no tiene
madre […]. Tu, que aniquilas la mentira, que haces existir la justicia, acude a la
voz del que te llama”.

Rensi se siente al principio interesado por el caso, pero lo que le llama


más la atención es la elocuencia con la que habla el campesino. Mientras,
sus consejeros, además de desinterés, muestran una clara falta de
sensibilidad social, sin importarles que se practique la justicia. En esto
Rensi avisa al faraón de que había encontrado a tal persona, con semejante
elocuencia. Decidiendo el rey que se le indujera a seguir hablando, todo lo
posible, para recoger posteriormente por escrito sus palabras. Sería este un
entretenimiento para la corte. Y Rensi, finalmente convencido de que el
campesino hablaba con sinceridad, manda que se le aprovisionara lo que
precisase tanto a él como a su mujer e hijos, sin que él lo supiese.
Por otra parte, el ofendido delegado del administrador, Tutnakht, sigue
exigiendo justicia a su superior Rensi, intensificando su denuncia con
4
insultos. Y después de su tercer discurso, el administrador ordena que lo
azoten. Pero no logran acallar al campesino. Y otras seis veces más vuelve
a reivindicar sus propiedades, denunciando ya una injusticia por parte del
tribunal, por la evidente indiferencia, y la consecuente perversión del poder
del gobernante. Finalmente el desenlace de la historia acaba bien, no
obstante lo que a nosotros nos interesa es recopilar algunas de las
sentencias del protagonista.
“Mira, la justicia, expulsada de su sede, vaga lejos de ti. Los funcionarios
hacen el mal, los jueces roban. El que debe apresar al timador, se aleja de él; el
que debe dar respiro a la boca estrecha, se lo quita; el que debe dar alivio, hace
que se angustie; el que debe repartir, es un ladrón; el que debe alejar la necesidad
con sus órdenes, actúa en interés de sus amigos; quien debe rechazar el delito
practica la iniquidad [...]. Eres fuerte y poderoso, tu brazo es valiente, pero tu
corazón es rapaz, la piedad se ha alejado de ti" [de la segunda intervención].
“Eres un barquero que sólo transporta al que puede pagar el pasaje; eres un
justo cuya justicia se ha desmoronado. Eres un inspector de almacenes que impide
el paso al pobrecillo. Eres un halcón para los hombres, te alimentas de los pájaros
más débiles. Eres un carnicero, contento de matar [a los animales] sin que pueda
acusársele por ello. Eres un pastor que no sabe alejar el mal de su rebaño; no has
contado a tus animales [...]. Eres como un policía que roba, un gobernador que se
apodera de lo que quiere, un jefe de distrito que debe reprimir el bandidaje y se ha
convertido en ejemplo para el malhechor” [tercera intervención].

Es comprensible que tras estas acusaciones Rensi tome la medida de


azotar a Khun-Anup. Sus palabras han sido valerosas y en su núcleo nos
recuerdan a otras del Antiguo Testamento: las autoridades que, como
carniceros, descuartizan al pueblo (Miq 3,1-4), como pastores ineptos y
crueles (Ez 34), “amigos de sobornos y de ladrones” (Is 1,23). El
campesino prosigue el resto de intervenciones que hace en el mismo
sentido. Como por ejemplo:
“La ley está arruinada, la regla quebrantada. El pobre no puede vivir, lo
despojan de sus bienes. No es honrada la justicia” [séptima intervención].
“Son salteadores, ladrones, bandidos, los funcionarios nombrados para
oponerse al mal; son un lugar de refugio para el violento los funcionarios
nombrados para oponerse a la mentira” [octava intervención].

Las similitudes entre las palabras del campesino elocuente y las de los
profetas podrían seguir sumándose. Procedamos a ver los siguientes puntos
donde coinciden, siguiendo el estudio de Lanczkowski.8
Para empezar, el lugar de procedencia; el oasita proviene de la zona
limítrofe entre la tierra fértil y el desierto, todavía no influenciada por la

8
G. LANCZKOWSKI, “Aegyptischer Prophetismus im Lichte des alttestamentlichen: ZAW”, 31-38. cit.
por J. L. Sicre, “Con los pobre de la tierra”, 26.
5
civilización; al igual que ocurre con Moisés, Elías, Amós o Juan Bautista.
A continuación, el motivo por el que alza su voz, es el mismo que en las
situaciones de Amós y Natán, denunciar la injusticia. Durante el cuarto
discurso, la escena tiene lugar ante el templo, Cuando Rensi sale de él;
trayéndonos inevitablemente a la memoria las intervenciones de Amós en
Betel (Am 7) o la de Jeremías en Jerusalén (Jr 7; 26). Finalmente, acontece
que el campesino es azotado, sufre represalias, al igual que le ocurriera a
Jeremías, y otros profetas que serían perseguidos, hasta culminar en el
sufrimiento del Siervo de Yahvé (Is 53). Cabe también destacar el
imaginario que emplea el oasita, y que se asemeja al usado por los profetas;
sirviéndose de amenazas, reproches, o frases irónicas. Y por último,
también surge un gran interés por que se conserven dichas palabras en
escritos, como memorial de un ejemplo de vida edificante.
Pero, aunque a partir de estas coincidencias, Lanczkowki entiende que
pudiera haberse dado un movimiento profético en Egipto, sin embargo,
José Luis Sicre, que es el autor que nos guía en este tema, puntualiza cuales
son las diferencias con respecto al movimiento profético en la biblia, y que
son imprescindibles para no confundirse. En primer lugar, el campesino
defiende sus propios intereses, actuando como quien reclama los derechos
que tiene y exige que se le respeten; lo hace en defensa propia, no está
poniendo en juego su integridad para beneficiar, de manera justa, a otras
personas, como Amós, Natán, Miqueas o Isaías.
Otro aspecto a tener en cuenta sería que, los relatos reflejan un género
literario en el que prevalece la cuestión de la elocuencia, como fenómeno
más bien sapiencial, donde prevalece la oratoria frente al tema de la
justicia, más vinculado al profetismo; además de que las intervenciones de
los profetas son cortas y casi esquemáticas, aunque sin falta de imágenes
bien conseguidas y con una gran aplomo en su ponencia. Pero lo más
destacable es que, mientras el campesino fundamenta su querella en un
sentido común por la justicia; los profetas, además de esa sensibilidad, lo
que más los caracteriza es ser portavoces de Dios, justificando su actuación
como dirigida en su nombre, enviados por Él, poniendo de relieve que la
transgresión del derecho es una afrenta a la a voluntad divina.
Y por último decir que, la obra del campesino elocuente, es
mayoritariamente considerada como un cuento, un relato edificante; o
también una enseñanza, o aviso, para futuros gobernantes. A diferencia de
los profetas bíblicos, que traslucen un encarnado carácter histórico, como
bien confirman la contrastada diferencia en el desenlace de sus historias, no
tan afortunadas como la del campesino. Pero aún así, que el texto se
conservara dentro de la literatura egipcia de aquella época refleja un cierto
interés por la conciencia de vida en sociedad, sensibilizada con la justicia

6
igualitaria. Captando la venalidad y corrupción de autoridades y poderosos,
denunciando el menosprecio y abandono hacia los pobres. Resumiendo
brevemente la visión sobre esta época tomo las palabras de Robert R.
Wilson:
“Antes del año 2000 a.C., muchos siglos antes que los profetas Amós y
Oseas, Egipto anduvo muy cerca de comprender que el individuo tiene derecho a
ser respetado. Aunque no llegó a realizar este sueño, aunque pronto dejó de buscar
la justicia social, debemos reconocer que el antiguo Egipto fue capaz de enmarcar
el bien humano en un contexto más amplio. Lástima que haya hecho ese
descubrimiento demasiado pronto en la historia de la humanidad para que pudiese
echar raíces profundas”9.

Y poco después añade: “El texto que más claramente expresa la nueva
tendencia a la igualdad social y las nuevas responsabilidades que implicaba
hacer ma´at [justicia] al prójimo, y no meramente a los dioses, es el relato
del campesino elocuente”10

1.2 Imperio Medio: Dinastías 11ª-12ª (hacia 2040-1786 a.C.)


De este periodo poco podemos extraer para nuestra cuestión, pues
además de divisarse en ella un escaso interés social, la atención se dirigía
hacia la fidelidad al faraón11, y la otra parte de literatura son textos sobre
aventuras orientadas a la recreación. Sólo un texto autobiográfico, la estela
de Montuhotep12, hace alusión a la importancia que merece el aprecio hacia
los más débiles:
“Yo era uno que educaba a los jóvenes, sepultaba a los ancianos y a todos
los pobres. Di pan al hambriento, vestí al desnudo […]. Alimenté a los niños, ungí
a las viudas […]. Conviene preocuparse por todos, no taparse la cara ante un
hombre hambriento […]. Cuando presentan una lista de impuestos adeudados al
tesoro público por los pobres, las viudas, los huérfanos […] deja respirar al que se
ha arruinado”.

1.3 Imperio Nuevo: Dinastía 18ª-20ª (hacia 1542-1069 a.C.)


Durante época anterior a esta, del Segundo Período Intermedio,
aconteció el dominio de los hiksos, que al someter al pueblo egipcio acabó
por provocar una reacción autoritaria, con injusticias de otro tipo. Wilson lo
resume del siguiente modo:

9
J. A. WILSON, “La cultura egipcia”, 175. cit. por J. L. Sicre, “Con los pobre de la tierra”, 27.
10
ibid., 184.
11
G. POSENER, “Littérature et politique dans l´Egypte de la XII dynastie”.
12
LPAE, 130-132.
7
“Cuando, bajo los peligros nacionales del Segundo Período Intermedio y el
nacionalismo agresivo del Imperio, la unidad disciplinada del Estado se hizo más
importante que los derechos y las oportunidades de los individuos, los conceptos
de igualdad y justicia social desaparecieron definitivamente. Es la historia de un
pueblo en un tiempo entrevió claramente, pero a lo lejos, la Tierra Prometida, y
que terminó pagando por el desierto”13.

Sin embargo, el siguiente época, en la cual nos detenemos, aparecen


algunos escritos con una gran aportación en torno a cuestiones sobre la vida
social, y que fueron novedosos en su momento.

1.3.1. El libro de los muertos14


Siguiendo los escritos religiosos más antiguos, la característica
primordial para ser admitido al reino del dios sol era la pureza física, y
aunque el poder de magia también era tenido en cuenta, lo que a fin de
cuentas se exigía, eran las acciones de justicia, lo cual condujo a su afición
por los juicios, viendo el desenlace de la muerte como su juicio definitivo.
Pasemos a entresacar algunas sentencias dentro del capítulo 125 el libro de
los muertos:
“No he cometido mal contra los hombres. No he hecho violencia al pobre.
No he difamado a un esclavo ante su superior. No he aumentado ni disminuido la
medida del grano. No he añadido peso a la balanza. No he disminuido el fiel de
las básculas. No quitado la leche de la boca de los niños. No he detenido el agua
en su estación. No he edificado un dique contra el agua que corre. No he robado.
No he sido codicioso. Nueve practicado la usura. No he robado la ración de pan.
No he sido irresponsable en materia de justicia. El grado pan al hambriento, agua
al sediento, vestido al desnudo. He proporcionado un bote al abandonado en la
costa”.

Estas afirmaciones muestran unas actitudes, que se suponen eran muy


valoradas por los egipcios de aquel entonces, y que ponían de manifiesto la
honorabilidad de una persona al concluir su vida.

1.3.2. La autobiografía de Rekh-mi-re15


Fue un visir del Alto Egipto en el reinado de Tutmosis III, que expuso de
este modo su comportamiento:
“Puse la justicia por las nubes; dice que su belleza se extendiese por toda la
tierra […]. Cuando juzgué no fui parcial. No me molesté con el que venía a
querellarse y le repliqué con malos modos; los soporté cuando estallaba en su

13
J. A. Wilson, “La cultura egipcia”, 189. cit. por J. L. Sicre, “Con los pobre de la tierra”, 28.
14
LPAE 18-20; ANET 34-36; BLAO 604-607. cit. por J. L. Sicre, “Con los pobre de la tierra”, 28.
15
ANET 213a. cit. por J. L. Sicre, “Con los pobre de la tierra”, 29.
8
cólera. Salvé al indefenso de las manos del violento”.Y en otro párrafo recuerda
las orientaciones que le dio el faraón16:
“Cuando se represente alguien con una petición, vigila para que todo se
haga de acuerdo con la ley y todo se haga exactamente, con justicia. Trata a quien
conoces como quien no conoces, al cercano como al lejano […]. No te
despreocupes de un demandante sin haber atendido sus palabras […]. La valía de
un funcionario depende de que practique la justicia, pero la gente no ve con
buenos ojos que sea demasiado temido. No dirán de él: ‘Es un buen hombre’[…].
Lo que hace falta es que el visir practique siempre la justicia”.

1.3.3. Enseñanza de Amenemope17


Finalizamos nuestro itinerario por Egipto con la obra más representativa
de la literatura sapiencial egipcia. Lichtheim resume así la propuesta que
hace su autor, de lo que sería el hombre idílico18:
“Guárdate de robar al pobre y de oprimir al débil. No extiendas tu mano
contra un anciano que se aproxima. Llena el vientre del malvado de tu pan, para
que se harte y se sienta avergonzado” [cap. 2].
“No desplace es el mojón en las lindes del campo, no al interés la posición
de la cuerda de medir, no seas codicioso por un palmo de tierra ni traspases las
lindes de la viuda. Guárdate de quien hace esas cosas; es un opresor del débil; sus
graneros serán destruidos, sus bienes serán arrebatados a sus hijos, su propiedad
será dada a otro. Más vale una medida que se otorga Dios que cinco mil tomadas
ilegalmente. Más vale pobreza en la mano de Dios que riqueza en el almacén”
[cap. 6].
“No codicies la hacienda del pobre y sientas hambre de su pan” [cap. 11].
“No des testimonio con falsas palabras ni apoyes a otra persona de esa
manera con tu lengua. No se te ocurra enriquecerte a costa de los indigentes, los
escribas mentiras con tu pluma. Si encuentras una deuda grande contra un pobre
divide da en tres partes: perdona dos y retén una” [cap. 13].
“No avergüences a un hombre en el tribunal y no ofrendas al honrado. No
prestes atención sólo al que está bien vestido [literalmente: vestido de blanco], no
desprecies el vestido gastado. No acepte soborno del poderoso ni oprimas al débil
en beneficio tuyo, que la justicia es la gran recompensa de Dios” [cap. 20].
“Hace el distraído cuando sorprendas a una viuda en el campo y no dejes de
ser indulgente a su respuesta. No dejes de ayudar al extranjero con tu jarra de
aceite; se duplicará en presencia de tus hermanos. Porque Dios ama que se respete
al pobre más que el que se honre al noble. No dejes que transbordar a un hombre
al otro lado del río cuando tienes espacio en tu barca. No te construyas una nave

16
LPAE 282-284; ANET 213b.
17
LPAE 491-507; ANET 421-424.
18
M. LICHTEIM, “Ancient Egyptian Literature” II, 146.
9
fatigándote por conseguir el peaje; cobrárselo a quien tiene y recházaselo a quien
no tiene” [cap. 28].

1.4. Síntesis de conjunto


Antes de dejar las tierras del gran río para dirigirnos a Mesopotamia, nos
quedamos con las siguientes conclusiones. A pesar de habernos encontrado
con admirables textos, de gran profundidad y calado sobre la cuestión
social, humana y religiosa, hay que advertir que no todo era idílico en el
antiguo Egipto. Pues en algunos textos sapienciales no se percibe interés
por la cuestión de la justicia, e incluso otros textos reflejan un fuerte
pesimismo con respecto a nuestra cuestión. Y con alguna salvedad, en la
que sólo los compatriotas son merecedores de auxilio, difiriendo mucho de
la actitud respecto a los extranjeros.
Pero estos efectos también se pueden percibir tanto en el antiguo Israel
como en cualquier país cristiano. Lo cual no es motivo para negar que la
justicia fue un tema esencial para los antiguos egipcios. Al menos así se
percibe en el entorno de la formación hacia quien ha recibido un cargo de
responsabilidad, y por tanto de administración de la justicia, para mantener
así rectitud en el orden de un mundo deseado por los dioses.
Sin olvidar un claro interés por los más débiles y necesitados, como se
ha visto desde comienzos del Imperio Antiguo, hay una relación de
solidaridad con el hambriento, el desnudo, el que no tiene barca. A esta
lista se sumarán viudas y huérfanos, extranjeros, pobres e indigentes, y toda
clase de gente humilde que acude ante un tribunal sin ningún prestigio ni
protección.
Dentro del ámbito de la moral egipcia, los dioses [Re, Osiris, Toth ...]
son promotores de una conducta justa de comprometerse a imponer el bien
entre sus gentes. Y, aunque se diesen a menudo tendencias de una
religiosidad meramente cúltica, como si los dioses se contentasen con
alabanzas y ofrendas, como refleja la instrucción de Ani; los antiguos
egipcios, en buena medida, mantuvieron la mentalidad ética de la religión.
Pues los dioses no se satisfacen solo con las plegarias y las visitas a sus
templos, porque si falta la justicia, ellos mismos defenderán al oprimido.
Como aspectos negativos, hay que subrayar una carencia a considerar
las faltas de justicia, es decir a explicitar la denuncia social. Exceptuando el
cuento de lo asista elocuente, las alusiones referentes a las injusticias se
ponen de manifiesto en un tono de exhortación, y no en el de acusación. De
modo que no se encuentran personajes que se enfrenten a quien comete
injusticias, arriesgando su vida en favor del oprimido.

10
2. Mesopotamia
Este territorio oriental enmarcado entre los ríos Tigris y Eufrates, ha sido
ocupado por diversas culturas a lo largo del tiempo, comenzando con el
surgimiento de la civilización su media, en torno al 3300 a. C., que luego
cedió su lugar a la política imperialista de Sargón I de Akkad, hacia el 2330
a. C., aunque luego se daría el renacimiento su sumerio, con la famosa
tercera dinastía de Ur; tras el que surgirían el antiguo imperio babilónico,
alcanzando su culmen con Hammurabi; y que tras su caída en manos
hititas, hacia el 1594 a. C., se daría un renacimiento asirio hacia el siglo
XIV, y por fin el nuevo imperio babilónico, entre 626 y el 539, cierra esta
lista de caídas y ascensos de culturas, para dejar paso al dominio de un
pueblo extranjero, los persas.
De modo que nos encontramos ante una variedad de razas, culturas y
lenguas diferentes, con distintas percepciones éticas, políticas y religiosas.
De ahí que Von Soden advierte que “la literatura religiosa de los sumerios
sólo raras veces habla de las exigencias morales de los dioses, mientras que
gran parte de los textos religiosos acadidos concede gran importancia
religiosa a la actitud del hombre para con el hombre”19. Una diferencia
notable es, por ejemplo, la concepción que se tenía del rey en Babilonia
como el buen pastor, designado por los dioses para velar por la justicia en
el país y proteger a su pueblo, mientras que en la silla la misión primordial
del soberano es someter a los países extranjeros al dios Assur.
Debido a estas diferencias y variedades culturales, no solo
prescindiremos del adjetivo “mesopotámico” para encuadrar los textos,
sino también de las sucesivas civilizaciones: sumeria, acadia, babilónica y
asiria. También se añade el problema de la difícil datación de escritos. Por
lo cual es más fácil exponer las obras en bloques temáticos: reales,
sapienciales y religiosos. Reconociendo que algunos textos pueden
contener diversos géneros literarios a la vez. Con todo, nuestra intención no
es delinear una historia de la literatura o de las religiones mesopotámicas,
sino tratar de percibir la sensibilidad social de dichas culturas.

2.1. Textos reales

19
W. VON SODEN, “Religion und Sittlichkeit”, 145. cit.por J. L. Sicre, “Con los pobre de la tierra”, 35.
11

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