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Por ello, podemos decir que una primera diferencia del hombre respecto del
animal radica en su capacidad de adoptar una postura con respecto de sí mismo,
haciéndose necesariamente una imagen de sí, esto es, una fórmula de interpretación.
Decir que el hombre asume posición frente a sí mismo significa valorar los impulsos y
propiedades que percibimos en nosotros mismos (pensamientos, deseos,
sentimientos, emociones, etc.) y también con respecto de nuestros semejantes, los
demás hombres, ya que el modo de tratarlos dependerá de lo que pensamos acerca
de ellos.
Puesto que nos proponemos reflexionar sobre el ser del hombre, parece
oportuno tratar de describir al ser humano utilizando algunos conceptos que sean muy
específicos y que sólo a él le puedan ser aplicados. Esto es muy importante si
queremos averiguar por qué el hombre es un ser necesitado de una imagen de sí
mismo, mientras que ningún otro ser viviente se ve forzado a hacerlo. En esta
dirección un hombre sabe que es un hombre y en cuanto tal defiende sus derechos
apelando a "derechos humanos inalienables", como el derecho a la vida y a la libertad.
Ningún perro hace eso, y no sólo porque no pueda hablar, sino porque él no puede
concebirse como perro, ni mucho menos como haciendo parte de la "perridad".
Sin embargo, esta es una labor muy compleja, porque el hombre ha sido
estudiado por muchas ciencias cuyos enfoques son muy distintos entre sí; piénsese
solamente en la biología, la psicología, la sociología, la fisiología, la política, la
economía... El mero hecho de orientarse en medio de ciencias tan diversas no es fácil,
y más difícil aún es encontrar un punto de vista, compartido por estas disciplinas,
desde el cual abarcar la totalidad de los enfoques en un solo tema. Lo que debemos
hacer es derribar los muros existentes entre dichas ciencias, pero de un modo
productivo, ya que de ese derribo se conseguirán materiales nuevos para la
construcción de una única ciencia.
De esta manera, mientras no tengamos una visión total del hombre tendremos
que quedamos en la contemplación y comparación de las características individuales,
y mientras permanezcamos ahí no existirá una antropología independiente, ya que no
habrá un ser humano propiamente.
Luego, si queremos establecer con firmeza ese ser humano, tendremos que
reconocer una "totalidad" al hombre. Una respuesta clásica al problema de la totalidad
humana nos dice que el ser humano está dotado de un cuerpo y de un alma, pero
este dualismo no nos aclara en lo más mínimo el problema, pues cabe preguntarse
¿por qué se le ocurrió a la naturaleza engendrar un ser expuesto a tan descomunal
capacidad de "error y de perturbación de la conciencia? Es decir, ¿por qué hay
conciencia y no más bien instintos seguros y firmes que guíen al hombre como a
cualquier otro animal?
Esto último nos lleva a proponer como tesis que en el hombre nos encontramos
con un proyecto absolutamente único de la naturaleza, con el gran experimento de la
misma. De esta manera, conforme a lo visto, cualquier intento de hacer proceder al
hombre directamente del animal (grandes monos, chimpacés) bloquearía el
planteamiento de la cuestión.
Más aún: el propósito de buscar tal procedencia imposibilitaría el punto de
partida de un pensamiento auténticamente antropológico.
Así pues, cuando se trata del hombre, un estudio biológico no puede reducirse
sólo a lo corporal, sino que hay que preguntar por las condiciones de la existencia del
ser humano, es decir, preguntamos: ¿ante qué tareas se halla tal ser, si quiere
simplemente mantener su vida, prorrogar su supervivencia, sacar adelante su
existencia?
Aquí se involucra de modo lógico y necesario, nada menos que toda la
amplitud de la interioridad humana elemental, a saber: pensamientos y lenguaje, las
fantasías, las pulsiones, formadas de un modo especial, que no tiene ningún animal,
una movilidad y una motóricas únieas (formas de moverse en el espacio). Es decir, se
niega la idea de que la interioridad es un simple reflejo, una añadidura de la
corporalidad, defendiendo la tesis de que sin interioridad, dada la estructura corporal
del hombre, éste no sobrevive.
El hombre ha tenido que producir por sí mismo las condiciones necesarias para
el mantenimiento de su propia vida. En efecto, ya vimos que la no especialización
significa carencia de un medio ambiente que le sea propicio por naturaleza y con el
que vivir en equilibrio biológico. Esto es lo que señalamos como el fenómeno de la
ruptura. El hombre debió y debe abrirse camino mediante una auto-actividad, sin ser
movido por algo ajeno, que hace posible su existencia física mediante acciones
experimentales y controladas.