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La cuna de nuestra civilización desarrolló una idea del tiempo muy distinta a la que
actualmente manejamos. Los griegos, en efecto, sobre todo a partir del pensar de Sócrates y
Platón, tenían una noción circular del tiempo. Eso porque tomaron como base el movimiento
astral. De ese modo desarrollaron una conciencia temporal orientada hacia la repetición
Pero aquella visión circular del tiempo era también compartida por algunas religiones
mistéricas como las egipcias, frigias y la misma religiosidad griega. En la misma Biblia
contamos con el libro de Eclesiastés que expone esa visión temporal que se daba, como dice
el autor “bajo el sol”, es decir entre los hombres que habitan el mundo.
“Nada hay nuevo bajo el sol”. Lo que ocurre es lo que ya ocurrió y lo que ocurrirá es
lo que está ocurriendo. La conclusión a la que el autor de Eclesiastés llega es que una visión
semejante del tiempo carece totalmente de sentido. La palabra por él empleada es “vanidad”.
Vanidad significa más lo banal, frívolo, inútil, estúpido por carecer de sentido. Y es
que si el tiempo es un ciclo interminable de lo mismo, entonces la vida y todo lo que ocurre
sensación de angustia y vacío que semejante forma de ver el tiempo genera. Albert Camus
en su obra El mito de Sísifo (1942) plantea precisamente lo vano que resulta todo esfuerzo
humano, la insignificancia de la vida, el poco valor que la existencia humana tiene y la total
carencia de sentido del mundo, la historia y el vivir. Por ello la pregunta única que importa,
A esa visión griega del eterno retorno la tradición juedeocristiana opondrá una forma
(continuará…)