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La historia de las brujas

La creencia en la brujería es compartida por numerosas culturas a lo largo de


la historia, y cada una de ellas la interpreta de una manera distinta. Las brujas
han tenido una gran importancia en el folclore de muchísimas culturas;
creando a su paso en igual medida fascinación y terror.
Pero son muchos los autores que coinciden en que la brujería es un producto
del pueblo para buscar remedios a sus males y desgracias. Ciertamente, es
inevitable relacionar los oscuros periodos de carencia y desgracias con la
aparición de la brujería y los espíritus a los que adorar y servir.
Quizás la imagen más recordada de las brujas sea la dada durante la Edad
Media y la caza de brujas, sin embargo, según parece, la brujería ya existía en
la prehistoria.
Antes de la aparición de la religión cristiana, el hombre adoraba al cielo, la
luna, los bosques, el sexo y los antepasados. Todo en el mundo estaba
poseído de un espíritu benévolo o malvado. Ya desde el comienzo de la
humanidad ha existido el miedo a la muerte, lo que dio lugar a la necesidad de
creer en la continuidad de la vida más allá.
De esta manera, los ritos cristianos tuvieron que convivir con los paganos, y
esta confusión de lo sagrado y lo profano fue algo que duró hasta muy entrado
el s. VII.
Pero poco a poco el cristianismo fue ganando terreno a lo largo de Europa, y
los antiguos paganos fueron sustituyendo sus amuletos por crucifijos.
Sin embargo, siguieron existiendo las curanderas que lo sabían todo de las
hierbas y los festivales para celebrar cada estación del año y pedir por la
fertilidad y la abundancia de las cosechas.
Pero llegó el día en el que todo esto se consideró una amenaza para la religión
católica. En el año 959 el rey Edgar proclamó:
“Cada sacerdote debe promocionar con gran celo el cristianismo, y buscar la
extinción total de toda práctica pagana; de modo que han de prohibirse los
actos celebrados en las fuentes y pozos, la necromancia, la adivinación y los
encantamientos”.
A aquellos que seguían celebrando estas prácticas comenzó a
considerárseles brujos.
Así, los campesinos empezaron a depositar su fe por entero en la Iglesia,
creyendo con fervor todo aquello que el sacerdote quisiera contarles. Su única
meta era ganar el favor del cielo.
A mediados del siglo X, aparecieron algunos grupos religiosos como los
cátaros que afirmaba una dualidad creadora entre Dios y Satanás y predicaba
la salvación a través del estricto rechazo del mundo material y el ascetismo.
Ellos supusieron una gran amenaza para la Iglesia.
Así se inició una Cruzada sangrienta e implacable con el fin de exterminar a
este grupo de herejes. Los que no morían en la batalla eran torturados y
quemados vivos, eliminando cualquier resquicio del Catarismo (aunque no
hay que olvidar que sus ideales han sobrevivido hasta nuestros días,
procuraremos hablar de ellos en futuras entradas).
Aquí comienza la famosa caza de brujas en la que todo aquello que supusiera
una amenaza para la supremacía de poder de la Iglesia era erradicado y
“purificado” en la hoguera.

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