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“La fuga de cerebros”, es una expresión que se utiliza para referirse a la migración de
profesionales de los países “subdesarrollados” a los países más ricos. Y esto, implica una
pérdida de capacidades en los países en vía de desarrollo. Frente a esto, las naciones
desarrolladas justifican que la migración de profesionales, se debe a las problemáticas en
las economías en vía de desarrollo.
Este fenómeno se aprecia claramente al comprobar que las cifras de la educación superior
muestra que el acceso a esta, es un beneficio de unos pocos, una exclusividad y un
privilegio que determina en el futuro cercano mejores posibilidades de calidad de vida
para una “élite” que puede alcanzar mejor empleabilidad, acceso a bienes y servicios o
capitales socio-culturales. Y, aunque no se garantice en un 100% todos los beneficios
directos e indirectos antes mencionados al recibir una educación profesional, si se
considera que al estar más educado es más probable conseguir un empleo mejor
remunerado o disfrutar de más bienes. Es por esta razón, que hoy en día muchos
colombianos se van del país porque consideran que “hay mejores oportunidades para
entrenarse en el extranjero” y/o, consideran que el único modo de surgir laboralmente es
en países extranjeros.
Así, en este momento cabe preguntarse, ¿Cómo está aportando la educación superior de
Colombia, en la formación integral de ciudadanos que aporten a la construcción de la paz
y el desarrollo económico y cultural del país?
Para responder a esta pregunta el siguiente trabajo se basara en el análisis del enfoque
utilizado actualmente en las universidades privadas de la capital. Ya que, según cifras
estatales, para la demanda por servicios de educación superior en el año 2015, Colombia
contaba con 290 instituciones, de las cuales 62 son oficiales, 207 privadas y 19 de régimen
especial; siendo Bogotá, la ciudad con mayor cobertura en el país.
Fuente: MEN
*A partir del año 1826 se fundaron las universidades centrales y públicas de Quito,
Bogotá y Caracas (aun pertenecientes a la gran Colombia).
*En 1886, la orientación del sistema educativo por parte de órdenes religiosas generó
resistencia entre los intelectuales y profesores de pensamiento liberal que impulsaron la
fundación de la Universidad Externado de Colombia.
*En 1934 se da un vuelco a la política educativa del país. En educación superior se intenta
fortalecer los nexos entre la formación académica de los estudiantes y la realidad
económica del país, caracterizada por el proceso de industrialización.
*En esta década, se asignan recursos para mejorar la calidad y la práctica docente, se
ordena la construcción de una Ciudad Universitaria y se amplía el número de facultades
de la Universidad Nacional
Con el marco anterior, se puede evidenciar que “Las instituciones de educación superior
colombianas privilegian la enseñanza académica y dejan de lado la formación integral.
Si queremos construir la paz, hay que equilibrar esta situación.” (Zubiría, 2017)
Es por esto, que la crítica más generalizada por parte de los ciudadanos sigue siendo la
misma. En las universidades (dicen los empresarios) no se desarrolla la inteligencia
emocional de los jóvenes, debido a lo cual suelen presentar problemas de empatía,
tolerancia, persistencia y capacidad para trabajar en equipo; este pensamiento no solo se
ve reflejado en empleadores, también lo comparten varios grupos sociales. Ya que les
preocupa la ausencia de formación en competencias ciudadanas vinculadas con el respeto
a la diferencia y la responsabilidad social de los egresados del sistema.
Pero pese a las reiteradas críticas de los sectores sociales y empresariales, no se hace
evidente ningún cambio significativo en las universidades que siguen concentradas, casi
de manera exclusiva, a un trabajo técnico, académico e individualista. Además, no existe
una conexión clara entre las necesidades del sector productivo y la formación profesional,
lo cual constituye una limitación para el desarrollo económico del país.
Según un estudio, el porcentaje de jóvenes que emigran del país en la región Caribe es
del 20,4%, del Pacífico, Amazonía y Orinoquía es 22,2% y de Bogotá 39%. Según esto,
casi un tercio de los estudiantes no vuelve al país, y en particular, las aéreas de
administración y negocios e ingeniería tienen las tasas de no retorno más altas entre todas
las aéreas de estudio en Colombia.(Dinero, 2012)
Por todo lo expuestos anteriormente, Las universidades de la capital tienen la obligación
de asumir de manera íntegra el compromiso que el momento histórico les demanda. La
tarea para la educación en las próximas décadas tendría que ligarse a la construcción de
la paz e impulsar un cambio que permita superar una crisis cultural venidera. Un trabajo
integral exigiría abordar propósitos y contenidos que ayuden a los jóvenes universitarios
a pensar, valorar y hacer en cada una de las carreras y asignaturas, una estrategia para el
óptimo desarrollo del país. Es indispensable tener profesionales que puedan aportar a la
construcción del país, enriqueciendo su cultura y raíces, pero sobre todo dando soluciones
a problemas del país que requiere de atención para poder seguir en un crecimiento
económico exponencial no solo a nivel regional, con sur américa, sino también a nivel
global.
Bibliografía
Dinero. (18 de 04 de 2012). Dinero. Recuperado el 2018, de Economia:
https://www.dinero.com/economia/articulo/el-caso-fuga-cerebros-
colombia/149043
Gaviria, A., & Barrientos, J. (2001). Determinantes de la calidad de la
Educación en Colombia (Archivos de Economía 159). Bogotá: Departamento Nacional
de Planeación