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Introducción a Hellinger

Índice
Bert Hellinger .................................................................................................................................3
Los órdenes del amor .....................................................................................................................5
Leyes que regulan la relación ......................................................................................................5
La conciencia como órgano para el equilibrio ..............................................................................7
Ordenes del amor .......................................................................................................................8
La conciencia como indicador....................................................................................................... 10
La conciencia ............................................................................................................................ 12
Leyes de la conciencia colectiva................................................................................................. 16
Formas de equilibrar ................................................................................................................. 17

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Bert Hellinger
Datos biográficos

Considera a sus padres y a su niñez en casa la primera, mayor y principal influencia de


todo su trabajo. Su particular manera de Fe le proporciono a toda su familia una
inmunidad en contra de las creencias distorsionadas del Socialismo Nacional. Debido a
sus repetidas ausencias a las reuniones de la Organización de Hitler para la Juventud y
su participación en una organización ilegal católica para la Juventud, fue eventualmente
clasificado por la Gestapo como "Sospechoso por ser un enemigo de la gente". Su escape
de la Gestapo fue paradójicamente posible cuando fue emboscado.
Con tan solo 17 años, se volvió soldado, experimentó la realidad del combate, la captura,
la derrota, y vivió como un prisionero de Guerra en un campo de
Bélgica con los aliados.
La segunda mayor influencia es su niñez, en la cual ciertamente deseaba ser sacerdote. A
los 20 años, inmediatamente después de ser prisionero de guerra entró en una orden
católica religiosa y empezó un nuevo y largo proceso de purificación silenciosa del cuerpo,
mente y espíritu; estudiando, contemplando y meditando. Sus 16 años en Sudáfrica como
misionero del Zulú también labraron profundamente su trabajo. Allí dirigió una escuela
grande, enseñaba y era sacerdote de una parroquia simultáneamente.
Dice con satisfacción que el 13% de todos los negros africanos asistían a la
Universidad en Sudáfrica, y que en ese tiempo eran estudiantes de ésta escuela
misionera. Aprendió el lenguaje Zulú lo suficiente como para enseñar y ministrar, también
cuenta con divertidas anécdotas acerca de la cortés dignidad de los Zulú como cuando
inadvertidamente dijo algo grosero sin saber que lo decía. Con el tiempo empezó a
sentirse como en casa con ellos hasta donde es posible para un europeo.
El proceso de dejar una cultura para vivir en otra, labró sus conocimientos en la relatividad
de muchos valores culturales. Su peculiar capacidad de percibir sistemas de relaciones
interpersonales y su interés en la concordancia humana en contraste a la diversidad
cultural se hicieron notar en esos años; vio que muchos de los rituales Zulú y sus
costumbres tenían una estructura y una función similar a los elementos de la masa.
Señalando las experiencias comunes humanas, experimentó la integración de la música
Zulú y el ritual dentro de la masa. Su compromiso con la buena variedad cultural y
humana es mucho más profundo, con lo cual afirma que hay diferentes maneras de hacer
las cosas. El sagrado es omnipresente.
La siguiente mayor influencia fue su participación en un entrenamiento interracial
ecuménico en grupo dirigido por Clérigos Anglicanos. A través de la práctica en dinámica
de grupos encontró una nueva forma de trabajar en grupos que valoró el dialogo, la
fenomenología y experiencias individuales humanas.
El experimentó por primera vez una nueva dimensión de cómo cuidar de las almas.
Cuenta como uno de los entrenadores le preguntó al grupo, "¿Qué es más importante
para ti, tu ideales o la gente? ¿Cual sacrificarías?" Le siguió una noche sin dormir, debido
a la profundidad de la pregunta. Hellinger dice,
"Le estoy muy agradecido a ese Ministro por haberme hecho eso pregunta. En un sentido,
la pregunta cambió mi vida. Pues esa orientación fundamental hacia la gente ha formado
todo mi trabajo desde entonces. Un excelente pregunta digna de todo."
Su decisión de dejar la orden religiosa después de 25 años fue amigable. Describe como
gradualmente se dio cuenta de que ser un sacerdote no era la expresión más apropiada
para su crecimiento interno. Con una característica impecable y como consecuencia del

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tomar la decisión de renunciar a la vida que bien conocía desde hace mucho tiempo,
volvió a
Alemania y empezó un entrenamiento psicoanalítico en Viena.
El psicoanálisis fue su siguiente mayor influencia. Así como lo hizo con todo, se metió de
lleno en su entrenamiento psicoanalítico, leyendo el trabajo completo de Freud y muchas
de las literaturas relevantes. Pero con un igual amor por la pregunta, cuando su
entrenador analista le dio una copia de “El grito Primal” de Janov quedó fascinado e
intentó conocer el trabajo de Janov y entrenarse en esta disciplina. Visitó a Janov en los
Estados Unidos, y luego terminó un completo entrenamiento de 9 meses con él y su jefe
de formación en Los Angeles, California y en Denver, Colorado. En estos entrenamientos
conoció a su futura esposa, Herta.
La comunidad psicoanalítica en Viena estuvo menos entusiasmada con respecto a esta
manera de incluir una experiencia basada en el cuerpo con fines terapéuticos. El deseo
genuino de trabajar con libertad ganaron, y una separación del psicoanálisis fue
inevitable. No obstante, calificó más tarde para entrar en un instituto psicoanalítico
diferente. Su habilidad en la psicoterapia basada en el cuerpo, le recordó de una o de otra
manera que bebía permanecer como un elemento esencial en su largo trabajo después
de su asociación con Janov empezaran a dar frutos.
Muchas otras escuelas terapéuticas tuvieron mayor influencia en su trabajo. Se pueden
adjuntar la orientación fenomenológica de los grupos dinámicos de los Anglicanos, la
necesidad fundamental de los seres humanos de alinearse a sí mismos con las fuerzas de
la naturaleza que aprendió de los Anglicanos y de los Zulú en Sudáfrica; el psicoanálisis
que aprendió en Viena, y el trabajo del cuerpo que aprendió en América.
Desarrolló un interés en la terapia de Gestalt a través Ruth Cohn y Hilarion Petzold, los
cuales mas tarde combinó. Conoció a Fanita Enlgish durante este periodo, y a través de
ella y con el trabajo de Eric Berne, se introdujo en el Análisis Transaccional. Junto con su
esposa Herta, integró lo que el ya había aprendido de los grupos dinámicos y el
psicoanálisis con la Terapia de Gestalt, Terapia Primal y Análisis Transaccional.
Su trabajo con el análisis de guiones de los cuentos (según Eric Berne) lo llevó a
descubrir que algunos de los mismos funcionan de tal manera que pasan de generación
en generación y se manifiestan en sistemas de relaciones familiares.
Las dinámicas de identificación también se hicieron más notables en durante este periodo.
El libro de Ivan Boszormenyi-Nagy, “Lealtades Invisibles”, le permitió su reconocimiento
de las lealtades ocultas y su necesidad por mantener un balance dando y tomando en
familias también fueron importantes.

Se capacitó en Terapia Familiar con Ruth McClendon y Leslie Kadis.


Ahí fue donde por primera vez encontró las Constelaciones Familiares. "Yo estaba muy
impresionado por su trabajo, pero no podía entenderlo.”,” Decidí que yo quería trabajar
sistémicamente. No voy a renunciar a esto antes de que realmente haya entendido la
Terapia Sistémica Familiar. Así que seguí haciendo lo que había hecho. Un año después
pensé de nuevo en eso, y me sorprendí en descubrir que estaba trabajando ya de una
manera sistémica."
El leer el artículo de Jay Haley acerca de "El triángulo perverso", le permitió descubrir la
importancia de la jerarquía en las familias.
El trabajo adicional en Terapia Familiar con Thea Schönfelder seguido de por el
entrenamiento con Milton Erickson en Hipnoterapia y en
Programación Neurolingüística (NPL) fueron de gran influencia también, Frank Farelly
y su Terapia Provocativa.
El elemento más importante que tomó de la PNL fue el énfasis en el trabajando con
recursos en vez de con problemas.

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El uso de historias en sus terapias se debe a Milton Erickson. La primera historia que
contó en una terapia fue “La Felicidad Dual”.
Las contribuciones de Hellinger son únicas en la integración de diversos elementos,
conceptos y técnicas.
No hay duda en que él ha hecho un nuevo aporte dentro del campo terapéutico.
Tiene una capacidad natural de lanzarse a situaciones totalmente nuevas, y de
sumergirse en ellas, además de eso aprendió que cuando algo ya lo tiene dominado, tiene
que incursionar en otras cosas.
Su insistencia en ver lo que realmente es, es lo opuesto a aceptar ciegamente lo que se
nos ha dicho, combinado con la constante lealtad y confianza en su propia alma; todo
esto es el fundamento en lo cual se ha construido este gran trabajo.

Los órdenes del amor


Introducción
Toda familia posee una fuerte cohesión interna, no importa cómo se vea desde afuera y
aún si los integrantes lo saben o sienten. Los hijos comparten cargas y fuerzas de sus
familias.
Nos encontramos vinculados profundamente con nuestras familias de origen: con
nuestros padres, hermanos, abuelos, antepasados.
A veces es difícil percibirlo, por ejemplo un hijo dice: “No veo a mis padres desde hace
muchos años, en realidad me separé de ellos siendo muy joven.” Esta separación es solo
superficial. A pesar de las distancias, sigue perteneciendo a la familia y compartiendo
enredos, destinos, sentimientos, creencia, prejuicios…
Muchos hijos piensan que son independientes y autónomos y que están libremente
realizando sus propios caminos, sintiendo que lo están haciendo o mejor o de un modo
totalmente diferente a como lo hicieron sus padres.
A veces:
Los vínculos con la familia van mucho más allá de lo que somos.
Los vínculos van más allá de las personas de la familia a las que conocemos, que
queremos o no

LOS VÍNCULOS SON IMPERCEPTIBLES Y SE DAN CON TODOS LOS


MIEMBROS, LOS CONOZCAMOS O NO.
LA FAMILIA ES UN SISTEMA O CAMPO ENERGÉTICO COMPACTO SOBRE EL
QUE RIGEN PRINCIPIOS.

Leyes que regulan la relación

Bert Hellinger menciona tres condiciones para el logro de la relación entre un Yo y un Tú.

El primer Orden es: la vinculación.


Cada ser humano tiene la necesidad de estar vinculado. El niño siente la vinculación
como amor y felicidad, no importa de qué manera se crece y en que circunstancias y no
importa como son los padres. El hijo sabe que pertenece y ese saber y ese vínculo lo

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percibe como amor. Esta vinculación es muy poderosa, porque por ese amor el hijo es
capaz de sacrificar su vida.

El segundo Orden es: el equilibrio entre dar y tomar.


Todo sistema humano tiene la tendencia y la necesidad de lograr un equilibrio.
Esto es una ley natural y se muestra en relaciones como la necesidad de dar y tomar. Hay
que diferenciar diferentes formas de intercambio, por ej., el intercambio entre hombre y
mujer, en las parejas es distinto al intercambio entre padres e hijos.
Una pareja tiene la necesidad de equilibrar el dar y tomar.
Pero en la relación entre padres e hijos no se puede lograr el equilibrio de la misma
manera. Pues, los padres dan y los hijos toman. Los hijos nunca pueden dar a los padres,
lo que ellos recibieron. Porque el equilibrio tiene que ver también con el tiempo y el orden
sigue a una jerarquía: Aquellos que vinieron antes, dan a aquellos que vienen después.
Esto vale también en el vínculo entre hermanos.

El tercer Orden son: las normas y reglas del grupo.


En todas las relaciones se desarrollan normas, reglas, rituales, convicciones y tabúes que
tienen valor para todos. De esta manera se estructura una relación en un sistema a través
de órdenes y reglas. Estos órdenes son conocidos y visibles, pero detrás de estos actúan
órdenes invisibles, ya anticipados, sobre los que no se puede negociar.
Se puede decir que hay tres necesidades elementales que son responsables para el
logro de una relación. La propia conciencia está al servicio de las tres.
Una relación tiene éxito solamente si estas tres condiciones son ejecutadas a la vez.
No hay vinculación sin equilibrio entre dar y tomar y sin reglas. No hay equilibrio sin
vinculación y reglas; no hay reglas sin vinculación y equilibrio.

Cuando uno quiere dar solamente, sin tomar: se queda en la posición de tener
pretensión. Otros, se niegan a tomar. Quieren guardar su inocencia. De esta manera
se siente sin obligación y superior a aquellos que toman.
Esta negación se dirige muchas veces hacia los padres y la persona se siente vacía e
insatisfecha.
Hay muchas formas de equilibrar. Algunos son adecuados, otros no sirven realmente,
porque forman parte de un amor ciego. El equilibrio se puede lograr a través del
agradecimiento o a través del perdón, pero el perdón tiene también una condición: el
que cometió un error tiene que sentir el perdón que significa “lo siento”. Diciendo
“perdóname” no es suficiente, porque no contiene el dolor de sentir la culpa. Aquel que
fue lastimado tiene que sostener el dolor y a su vez perdonar al otro que cometió el error.
En el caso de haber dado algo negativo, sirve la recompensa negativa.
Para que la relación en este caso se equilibre, dice Hellinger, hace falta vengarse, pero
para el bien de ambas partes, hay que vengarse con amor, es decir, con menos de lo que
recibí. Así la relación puede seguir reciclándose.
Hay quienes compensan negativamente por ejemplo sacrificándose por otro, renunciando
a su felicidad o expiándolo.
Entre padres e hijos no es posible llegar a un equilibrio. Respecto a sus padres, los hijos
siempre quedan en deuda, y por esta razón tampoco consiguen desligarse de ellos. “De
esta manera, la vinculación de los hijos con sus padres se fortalece y consolida aún mas,
precisamente por ser irrealizable la necesidad de llegar a un equilibrio.
Otro efecto consiste en que, más tarde, los hijos sienten el impulso de salir de la
obligación, impulso que les ayuda en el momento de separarse de los padres. El que no
tiene la posibilidad de compensar un desequilibrio, tiene a alejarse”. (Fel.Dual 27).

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Aquí la solución es, que los hijos pasan lo que recibieron de sus padres, a sus hijos. Si
una pareja no puede tener hijos o si se trata de una pareja donde ambos tienen el mismo
sexo, o una persona no arma pareja, puede dar desde un compromiso con otras
personas. Esta ley es válida también en otros ámbitos. “Donde quiera que no sea posible
o apropiado llegar a un equilibrio, devolviendo o intercambiando, aún tenemos la
posibilidad de deshacernos de la obligación y de la deuda, si de aquello que recibimos
pasamos algo a otros.
De esta manera, todos, tanto si dan como si toman, se someten a un mismo orden y a
una misma ley”.

La conciencia como órgano para el equilibrio


Bert Hellinger: “Siempre que entramos en relaciones, nos vemos dirigidos por un sentido
interior, que reacciona automáticamente si hacemos algo que podría dañar o poner en
peligro la relación. Es decir, hay un órgano interno que ayuda a regular el comportamiento
sistémico, y mantener el equilibrio.
En cuanto nos salimos del equilibrio, la sensación es de malestar.
Si lo mantenemos la sensación es agradable, de placer.
Por lo tanto, el equilibrio se regula por el malestar o el placer.
Algo similar es válido para sistemas y relaciones.
En relaciones rigen unos órdenes determinados. Si estoy en armonía con el otro, puedo
permanecer en la relación, me siento inocente y en equilibrio.
Si, por lo contrario, nos desviamos de las condiciones que nos permiten conseguir una
relación lograda, hacemos peligrar la relación, surgen sensaciones de malestar que
actúan como reflejo .Este hecho se experimenta como culpa.
A la instancia que controla este proceso, como un órgano de equilibrio, la llamamos
conciencia.
Hay que saber que, por regla general, experimentamos tanto la culpa como la inocencia
sólo en relaciones.
Es decir, la culpa se refiere al otro. Me siento culpable si hago algo que perjudica la
relación con otros, e inocente, si hago algo provechoso para la relación con otros.
La conciencia nos ata al grupo que nos es importante para nuestra supervivencia,
independientemente de cuáles sean las condiciones que éste nos imponga.
La conciencia no está por encima de este grupo, ni tampoco por encima de su creencia o
de su superstición. “Está a su servicio”
“La conciencia vela por las condiciones importantes para nuestras relaciones, es decir,
por la vinculación, por el equilibrio entre dar y tomar y por el orden.
Tan sólo puede conseguirse una relación lograda si estas tres condiciones se cumplen a
la vez. (Vinculación, equilibrio entre dar y tomar y los órdenes y jerarquías.).
Estas condiciones se experimentan en el alma como necesidades elementales.
La conciencia está al servicio de las tres, y cada una de estas tres necesidades se impone
por una sensación particular de culpa e inocencia. Por lo tanto, nuestra experiencia de
culpa difiere, dependiendo de si la culpa se refiere a la vinculación, al equilibrio o al orden,
y por la misma razón sentimos la culpa y la inocencia e maneras diferentes, según la meta
y la necesidad a las que sirven.

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Ordenes del amor
El problema y la desdicha van unidos a una sensación de inocencia y de felicidad. La
solución y la felicidad, en cambio, van unidos a una sensación de traición y culpa. Por
eso, la solución únicamente es posible cuando la persona afronta esta culpa. Si bien no
se trata de una culpa razonable, se experimenta como tal. Por este motivo, el paso del
problema a la solución es tan difícil.
Al estar identificado, me siento enajenado de mí mismo (no estoy libre, muchas veces ni
siquiera sé que estoy identificado). En cambio, siguiendo un modelo no me siento
enajenado (un modelo no es una identificación). Un modelo se tiene presente. Por tanto,
estoy separado del modelo, puedo seguirlo o no; estoy libre)
Lo importante es no hacer más de lo que la persona necesita para la solución (pág.39).
El desprendimiento de lo más próximo nos relaciona con algo mayor, aunque nos cueste
el precio de una mayor soledad
El orden nos viene dado y no es posible sustituirlo por el amor. El amor se subordina a un
orden y después puede prosperar
Confesar las propias culpas y quejarse no es más que aplazar la acción (se impide actuar
y se fomenta la debilidad)
En el seno de un sistema existe la prioridad en función del comienzo de la pertenencia a
ese sistema (el primogénito sobre el segundo, la relación de pareja sobre la paternidad,
etc.) En la sucesión de los sistemas, sin embargo, la nueva familia tiene prioridad sobre
las antigua.
La profundidad de un vínculo puede deducirse del grado de culpa que una persona siente
al abandonar una relación
En terapia familiar el interés se centra sobre todo en descubrir dónde la persona se arroga
(inconscientemente) un derecho que no le corresponde (por ej un hijo que intenta expiar
una culpa en lugar de sus padres)
Un hijo no debe nunca saber detalles que pertenecen a la relación de pareja de los
padres. Eso no le interesa ni al hijo ni a nadie más. El revelar detalles de la relación íntima
constituye un abuso de confianza de graves consecuencias, ya que rompe la relación. Lo
íntimo siempre debe ser un secreto para terceros
En la mayoría de los casos las separaciones (de pareja) se dan sin que haya culpa por
ninguna parte; por regla general, son inevitables
Siempre que algo no funciona bien entre los padres, los hijos buscan la culpa en ellos
mismos. Prefieren tener la culpa ellos mismos que darles la culpa a los padres
Los hijos (después del divorcio) deben ir con aquel de los padres que más respeta al otro
cónyuge en los hijos. Por regla general, éste es el marido. El hombre tiende más a
respetar a la mujer en los hijos, que no a la inversa. No sé por qué es así, pero se puede
ver. Pare el bien de sus hijos, lo mejor es que cada uno de los padres continúe en los
hijos el amor original al otro cónyuge, tal como fue en un principio e independientemente
de lo que resultó más adelante. .
La persona que se decide a favor de algo, por regla general tiene que renunciar a otra
cosa a cambio. Aquello por lo que se decide es aquello que es, aquello que se realiza. En
relación a lo que es y que se realiza, lo otro, a lo que la persona renuncia, es como un no-
ser (no se trata de nada sino de una existencia no realizada, sin la cual lo que es no sería
concebible).
Si menosprecia lo que constituye el no-ser, éste merma lo que es. Si lo valora, la parte no
realizada de su existencia, añade aún algo a aquello elegido, permitiendo que crezca y
aumente. (p. 48).
La persona que admite su culpa tiene fuerza; la culpa se manifiesta como fuerza. El que
niega su culpa y rehuye sus consecuencias se siente culpable y débil.

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En cambio, la persona que toma sobre sí una culpa y sus consecuencias en lugar de otro,
se debilita, al mismo tiempo también debilita a la otra persona, dado que tomando sobre sí
la culpa de otro, también lo priva de la fuerza para hacer algo con esa culpa.
Cuánto más se aleja una interpretación (personal sobre la situación) de la realidad, más
veces hay que repetirla. De lo contrario, la percepción la cuestionaría

La solución duele. También la solución buena duele, ya que la solución buena es humilde.
Esta es la traba
Siempre que alguien fue interrumpido en un movimiento temprano hacia uno de los
padres, el recuerdo surge una y otra vez (el amor acumulado puede provocar dolores de
cabeza)- aunque sólo sea como recuerdo corporal- en cuanto la persona se dirige a otra,
por ejemplo a su pareja. Así en el mismo punto que interrumpió el movimiento en aquel
entonces, también lo interrumpe ahora.
La neurosis nace en el punto en que se interrumpió el movimiento hacia uno de los
padres, y el comportamiento neurótico no es más que el movimiento circular antes
descripto (alejarse del punto de interrupción para después volver a él).
La persona que mata (o quiere matar, o cometió un crimen serio contra otra) a otro
miembro de su sistema, pierde su derecho a la pertenencia. Tiene que marcharse o tiene
que ser excluida. De lo contrario se excluye a otro miembro inocente del sistema
Excluir a una persona significa, por ej, que los hijos despidan a su padre o a su madre de
sus corazones con amor, dejando que se vayan con las víctimas
La solución requiere el gran valor de mirar abiertamente la realidad, valor que, por regla
general, sólo tiene el terapeuta, siempre que se mantenga independiente, conozca y
afirne las órdenes que actúan en los sistemas, y se someta a ellos con respeto. Dejando
que los participantes actúen por sí solos, estos se comportan como si secretamente se
hubieran puesto de acuerdo en mantener el problema.
El terapeuta no debe actuar como si no viera lo que ve, ni ocultar sus conocimientos y
experiencias detrás de frases en subjuntivo, ya que, de lo contrario, engaña a los
participantes formando parte de su complot. La persona que comprende los órdenes ve la
solución
Buscando la solución a partir de un concepto determinado o de una asociación, el
terapeuta jamás encontrará la claridad. Deduciendo no encontrará nunca la solución.
Toda solución, es siempre única e irrepetible. Centrando mi mirada en la persona que
lleva la carga (teniendo presente y respetando a todos los implicados) el terapeuta
encontrará la solución, ya que, de esa manera, tiene presente lo esencial
La imagen final se busca a través de varios pasos. Frecuentemente se señalan primero
los extremos a los que el sistema tiende, para después buscar la solución mejor en varios
pasos. Es preciso, sin embargo, acercarse a la meta con una cierta rapidez. Si la
búsqueda resulta demasiado larga, la energía se pierde
Llamamos “inmortal” lo que ya sabemos perdido y pasado.
Entre otras razones, una persona se convierte en homosexual cuando tiene que
representar a otros miembros excluidos, considerados malos
Sistema: una comunidad de personas unidas por el destino a través de generaciones,
cuyos miembros, de manera inconsciente, pueden verse involucrados en el destino de
otros miembros. El alcance de este sistema se define por el alcance de los destinos
causantes de implicaciones
Para las implicaciones sistémicas la proximidad física (por ejemplo una tía o abuela
conviviente con la familia) no tiene ninguna importancia
El trabajo con constelaciones ha mostrado que entre supervivientes y muertos, y entre
perpetradores y víctimas, se crea un profundo vínculo que, más allá de los afectados
mismos, también tiene secuelas con sus descendientes

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Los cambios en un sistema se producen a través de la imagen interior acertada.
En terapia familiar existe un principio:

En lo que a bueno y malo se refiere, el asunto es justo lo


contrario de lo que se presenta

No es necesario conocer a las personas con las que uno está identificado. La presión que
conduce a la identificación proviene del sistema y actúa sin que se sepa nada de las
personas que uno tiene que representar.
Una persona se vuelve toxicómana cuando la madre le decía: “Lo que viene del padre no
vale nada, toma tan sólo de mí”. En un caso así, el hijo se venga de la madre, tomando
tanto que le perjudica.
(En Occidente) Los hombres están en retirada. Cada vez más las mujeres desprecian
más a los hombres, y con ello aumentan las toxicomanías. Es un proceso muy normal.
Las mujeres no pueden implemente eliminar a los hombres
La intuición únicamente funciona si estoy orientado hacia la solución, ya que, de esta
manera, también estoy orientado hacia el amor y el respeto
En el hijo adulto, el movimiento hacia los padres a veces se obstaculiza por el desprecio
que se siente hacia sus padres, o por los reproches que guarda contra ellos, porque se
considera mejor o quisiera ser mejor, o porque desea otra cosa que lo que ellos le dan. En
este caso, el movimiento hacia los padres debe ir precedido por una profunda reverencia
Cuando una persona está convencida de que tiene razón, muy convencida, en la mayoría
de los casos se trata de una doble identificación (del sujeto y del objeto). Cuando se trata
de los propios derechos de una persona, uno no lucha con tanto fervor como al tratarse
de los derechos de terceros
En su mayor parte, los problemas graves entre cónyuges radican en una doble
transferencia. Todos los esfuerzos por superarlos se verán frustrados hasta que no se
reconozca y solucione la identificación. Sólo entonces puede haber una relación nueva y
buena. En la identificación, la persona vive en un mundo extraño, inaccesible para los
demás, puesto que no es él mismo o ella misma, sino una persona ajena. Asimismo,
tampoco ve a su pareja, sino a una persona ajena. Así, todo está desfigurado
Ninguna persona tiene el derecho de perdonar. Cuando alguien pide perdón, me pasa la
responsabilidad de su culpa, es exactamente esto lo que ocurre en una confesión. En ese
momento se pasan las consecuencias de un comportamiento a otra persona. Algunos se
confiesan con el terapeuta. Si éste lo permite, lo toma sobre él y se lo queda. Pero
también puede protegerse diciendo “No lo quiero saber”. En el perdón siempre se da un
desnivel, de arriba abajo, lo cual impide una relación de igual a igual. Sin embargo,
diciendo “lo siento”, tú guardas tu dignidad y el otro puede dirigirse a ti con más facilidad
que si le pidieras perdón.

La conciencia como indicador


Bert Hellinger distingue entre varias conciencias. La conciencia personal consciente, la
conciencia colectiva y la conciencia colectiva inconsciente.
Por ahora es importante entender de qué manera la conciencia puede ser un indicador del
equilibrio en las relaciones.
Hellinger dice: “siempre que entremos en relaciones, nos vemos dirigidos por un sentido
interior, que reacciona automáticamente si hacemos algo que podría dañar o poner en
peligro la relación. Es decir, hay como un órgano interno para el comportamiento

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sistémico, parecido al órgano interno que nos sirve para mantener el equilibrio. En cuanto
nos salimos del equilibrio, la sensación de malestar producida por la caída nos devuelve
el equilibrio. Por lo tanto, el equilibrio se regula por el malestar o el placer. Si nos
encontramos en equilibrio es una sensación agradable, de placer. Si nos salimos del
equilibrio sentimos malestar, un malestar que nos indica el límite en el que tenemos que
cambiar para que no ocurra ninguna desgracia. Algo similar es válido para sistemas y
relaciones”.

Inocencia
En las relaciones rigen órdenes determinados. Si estoy en armonía con ellos y, en
consecuencia, puedo permanecer en la relación, me siento inocente y en equilibrio.

Culpa
Si, por el contrario, nos desviamos de las condiciones que nos permiten conseguir
relaciones logradas, surgen sensaciones de malestar que actúan como un reflejo y nos
obligan a hacer algún movimiento para recuperar el bienestar. Ese malestar se
experimenta como culpa. A la instancia psíquica que controla este proceso, como un
órgano de equilibrio o indicador, la llamamos conciencia.
Hay que saber que, por regla general, experimentamos tanto la culpa como la inocencia
solo en relaciones. Es decir, la culpa se refiere al otro. Me siento culpable si hago algo
que perjudica la relación con otros, e inocente si hago algo provechoso para la relación
con otros. La conciencia nos ata al grupo determinante para nuestra supervivencia,
independientemente de cuáles sean las condiciones que éste nos imponga. Ella no está
por encima de este grupo, ni tampoco por encima de su esencia o de su superstición.
Está a su servicio
“La conciencia vela por las condiciones importantes para nuestras relaciones, es decir,
por la vinculación, por el equilibrio entre dar y tomar y por el orden. Tan sólo puede
conseguirse una relación lograda si estas tres condiciones se cumplen a la vez (…).
Estas condiciones se experimentan en el alma como necesidades elementales. La
conciencia está al servicio de las tres, y cada una de estas tres necesidades se impone
por una sensación peculiar de culpa e inocencia. Por lo tanto, nuestra experiencia de
culpa difiere, dependiendo de si la culpa se refiere a la vinculación, al equilibrio o al orden,
y por la misma razón sentimos la culpa y la inocencia de maneras diferentes, según la
meta y la necesidad a las que sirven”. (Felicidad Dual, Pág. 45)

La Mirada Pura
Así como de esa manera nos encontramos con otros de otro modo, también podemos
encontrarnos con nuestro cuerpo físico y con nuestra alma de otra manera. Con una
enfermedad, por ejemplo, o con un acontecimiento, una implicación o una culpa propia o
ajena. Miramos más allá de ello. También aquí nos separamos del individuo, permitimos
que algo diferente mire a través de nosotros y comprendemos un contexto más allá de
nosotros mismos. De ese modo podemos observar, por ejemplo, que una enfermedad
puede estar ligada a una persona. A través de ella esa persona nos habla, nos exige
atención, reconocimiento, gratitud quizás y amor, reparación, reconciliación y despedida,
tal vez no tanto de nosotros como individuos, sino de nuestra familia y más allá de ella de
un grupo más grande del cual somos un miembro.
Sin embargo, incluso esa mirada todavía no es lo suficientemente amplia. También aquí
se requiere la mirada pura que mira al todo y que sabe que lo individual está cuidado y es
perfecto dentro del todo. En ese caso la enfermedad quizás merme, con el cuerpo y el

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alma es elevada a lo espiritual, al cuidado de otras fuerzas y es importante al mismo
tiempo que carece de importancia.
De todos modos, es condición previa que en primer lugar demos ese paso de lo material
del alma a lo espiritual o, mejor dicho, que permitamos ser llevados a lo espiritual,
reconociendo y actuando de manera espiritual. Hagamos lo que hagamos con nuestro
cuerpo para ayudarle y también con nuestra alma, permitimos que lo espiritual actúe en
ellos y los eleva por encima de lo estrecho y lo inmediato que agobia.

Unidos y libres
Así también los padres pueden mirar más allá de sus hijos a lo poderoso y espiritual
detrás de ellos, lo mismo los hijos más allá de sus padres. Ambos entonces sueltan
algunas de sus preocupaciones y también sueltan algo de sus expectativas y deseos y en
lo espiritual se hacen uno de otra manera, y al mismo tiempo son libres los unos de los
otros.
Esto aquí es filosofía aplicada en un sentido especial. Sin embargo, es simple, sencilla,
deja atrás lo difícil, es profunda y liberadora. Tiene fuerza sin ser molesta, y es inagotable
porque siempre fluye. Es el amor propiamente dicho.

La conciencia
En primer lugar, la conciencia es un saber instintivo que acompaña toda acción
relacionada con otras personas. Es el saber sobre:
1. Lo que es necesario para pertenecer.
2. Lo que le debo a otro cuando he recibido algo de él y todavía no le he
compensado a través de mi propio dar, o cuando he dañado a otro o le he quitado
algo y en compensación no estoy sufriendo de manera similar o si no he perdido
algo.
3. Lo que le debo a un grupo para que pueda perdurar y actuar como grupo. Es decir,
el saber sobre cuál deber ser mi aportación para la subsistencia y la evolución de
un grupo.

La conciencia tranquila o buena y la mala conciencia


¿Cómo sabemos qué nos exige la conciencia? A través de la sensación de culpa y de
inocencia o, en otras palabras, a través de la mala conciencia y de la conciencia tranquila.
La mala conciencia lleva a que modifiquemos nuestro comportamiento para poder
liberarnos de ella. Después, la sensación de culpa cesa. Nos sentimos inocentes y
tenemos una buena conciencia.
La conciencia no nos dicta ningún tipo de contenido. No es un saber acerca de lo que hay
que hacer, sino acerca de un estado y de una sensación. Lo que debemos hacer
concretamente para dejar la mala conciencia y para conservar la inocencia, o para
restablecerla, no nos es dictaminado por la conciencia. Aquí tenemos cierta libertad en la
elección de los medios. Es decir que podemos probar diferentes posibilidades y a través
de la sensación ir comprobando en qué medida nos sirve para volver a quitarnos de la
mala conciencia de encima.
Es decir que, en primer lugar, la conciencia es una sensación gracias a la cual percibimos
cómo debemos comportarnos para garantizar nuestra pertenencia a un grupo que nos es
importante.

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Podemos comparar la conciencia con el sentido del equilibrio. Gracias a este sentido,
podemos sentir en todo momento cuándo hemos perdido el equilibrio y cuando lo hemos
recuperado. Aquí tampoco se dicta ningún contenido de lo que debemos hacer, sino que
comprobamos mediante nuestra sensación si nuestra conducta ha restablecido el
equilibrio o si no ha sido así.

Los mitos
Alrededor de la conciencia tranquila o buena y mala conciencia se tejen muchos
conceptos y mitos que no pueden ser comprobados. Conceden a la conciencia un lugar
entre las prioridades que, por lo que se puede comprobar, no les corresponde. A esto
pertenece la aseveración de que la conciencia es la voz de Dios en nuestra alma y que
por lo tanto debemos obedecerle bajo cualquier circunstancia. Si eso fuera así, todos los
seres humanos deberían tener la misma conciencia, lo que evidentemente no ocurre. Si
eso fuera así, en una guerra u otros conflictos los enemigos no se combatirían con la
misma conciencia tranquila.
En primer lugar la conciencia asegura nuestra pertenencia a los grupos que son
importantes para nosotros, en especial a aquellos de los cuales depende nuestra
supervivencia. Nos ata a ellos, sea lo que sea que estos grupos nos exigen.

Conciencia y grupo
Originalmente nos sentimos parte de un grupo hasta el punto de que, si quedamos fuera
de ese grupo, nos percibimos como incompletos y perdidos, sobre todo cuando no
podemos adherirnos a ningún grupo similar. En aquellos grupos que son importantes para
nuestra supervivencia cada parte está al servicio del todo. Todos se sienten
pertenecientes al todo y obligados a él, y en caso de necesidad incluso están dispuestos a
sacrificarse por el todo. El individuo sólo encuentra su plenitud en el todo y sobrevive en el
todo, incluso en el caso de que al servicio del todo sucumba.
El decir que la conciencia está al servicio no tanto de supervivencia del individuo sino más
bien de la supervivencia del grupo. En primer lugar es una conciencia de grupo. Sólo si
reconocemos esto y lo tomamos en serio comprendemos muchos comportamientos en
nosotros y en otros, comportamientos que de otra manera parecerían extraños o errados.
Con tal de pertenecer, el individuo realiza todo lo que el grupo que le es importante exige.
Por lo tanto, si dentro de ese grupo sigue a su conciencia, no tiene un YO independiente.
Sea lo que fuere que viva como su propio YO en el grupo, en el fondo es el YO del grupo.
Por ese motivo muchas personas se ponen fuera de sí y pierden su sensatez y su
capacidad de discernimiento estando en un grupo. Sobre todo, a menudo, con la
conciencia tranquila, se vuelven siniestros y peligrosos para otros.

El temor a la conciencia
El dominio del grupo sobre el individuo lleva a convicciones colectivas y a acciones
colectivas que no resisten una observación concreta y que al mismo tiempo la impiden y
la deniegan. Aquí se pone de manifiesto el grado de exigencia que se le reclama al
individuo para liberarse de las garras de la conciencia de grupo y sus mandatos. Debe
superar el temor a las sanciones con las que lo amenazan y que aplican todos aquellos
que permanecen en las convicciones y mandatos de su grupo. Sólo más allá de ese temor
puede exponerse a la realidad tal como se muestra, y más allá de la conciencia puede
adquirir aquellas comprensiones que lo liberen de la ceguera y las imposiciones de la
conciencia, aunque quizás sólo parcialmente.

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La conciencia inconciente
Además de la conciencia que percibimos, hay una conciencia inconsciente cuyas leyes
solamente podemos reconocer a través de sus efectos en un grupo. Esta conciencia está
sustraída de los sentimientos en gran medida. Sobre todo porque aquella conciencia que
percibimos como mala conciencia y como conciencia tranquila o buena se superpone a la
sensación de esta otra conciencia, y de esa manera la desplaza al inconsciente.
Esta conciencia inconsciente es una conciencia de grupos incluyo en mayor medida que
aquella conciencia que nosotros percibimos. Es una conciencia colectiva, una conciencia
común a la familia.

El mismo derecho de pertenencia


Esta conciencia colectiva impone dos leyes fundamentales:
La primera ley dice: Cada miembro del grupo tiene el mismo derecho a pertenecer. En
contraposición a aquella conciencia que sentimos, esta conciencia no permite que ningún
miembro sea excluido. Por esa razón todos los miembros de un grupo pueden sentirse
seguros en el ámbito en el cuál rige esta conciencia. Cuando a pesar de todo un miembro
es excluid- a menudo bajo influencia de la conciencia que sentimos- la conciencia
colectiva reemplaza al miembro excluido por un miembro posterior al grupo. Este miembro
siente y se comporta como el que fue excluido, sin que él ni los demás miembros del
grupo sean conscientes de ello.
Es decir que la conciencia colectiva vela por la integridad del grupo y pretende restituir la
integridad donde se haya perdido. Al hacerlo no toma en consideración las razones que lo
llevaron a la exclusión. Por ese motivo, esta conciencia, a diferencia de la conciencia que
sentimos, es a-moral o, mejor dicho, pre-moral. Es una conciencia arcaica que todavía no
conoce la diferencia entre bueno y malo en el sentido moral.
La conciencia colectiva intenta restituir la integridad del grupo sin consideraciones por la
culpa o la inocencia del miembro que más tarde debe representar al excluido y de esa
manera volver a traerlo al grupo. También en ese sentido es a-moral.
Por otro lado, la conciencia colectiva, desde el punto de vista moral, es superior a la
conciencia que sentimos porque para esta conciencia tiene prioridad la integridad del
grupo y la supervivencia de cada uno de los miembros del grupo. Eso significa que, en
contraposición a la conciencia moral –la que decide sobre la pertenencia y la exclusión de
los miembros de un grupo y, en definitiva, incluso sobre su vida o muerte- esta conciencia
inconciente protege la vida de todos los miembros del grupo incluso en contra de la
decisión de la conciencia moral.
Pero no todos los miembros de la familia son abarcados por la conciencia colectiva y
tomados al servicio. En el capítulo El alma, en el párrafo El alma compartida, he
mencionado cuáles son esos miembros. Pero aquí los vuelvo a repetir. Son:

1. Los hermanos: todos, incluso aquellos que nacieron muertos y lo abortados


2. Los padres y sus hermanos, pero no sus parejas e hijos
3. Los abuelos, pero sin sus hermanos, con algunas pocas excepciones
4. Alguno que otro de los bisabuelos
5. De las generaciones anteriores, los asesinos y sus víctimas, si eran miembros de
la familia.

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Más allá de los enumerados también pertenecen a la familia otros parientes no
consanguíneos. En especial son aquéllos que han hecho lugar para un miembro
consanguíneo de la familia. Por ejemplo:

6. Parejas anteriores de padres o abuelos.


7. Todos aquellos por cuya pérdida la familia obtuvo beneficio.

A ellos pertenecen asimismo:


8. Los asesinos de víctimas de la familia, aún cuando ellos mismos no fueran
miembros de la familia. También las víctimas de asesinos de la familia, aún cuando
no hayan pertenecido a la familia.
¿Cómo es posible reconocer con tanta exactitud el alcance de la conciencia colectiva?
Porque en las constelaciones familiares podemos observar que sólo esos miembros son
representados más adelante por otros miembros de la familia.

Anteriores y posteriores
La conciencia colectiva vela también sobre una segunda ley. Esta ley también es arcaica
y está al servicio de la integridad y la supervivencia del grupo que abarca y contiene. Esta
ley dice: Aquel que ha sido miembro anterior al grupo tiene prioridad ante quienes se
agregaron posteriormente.

¿Cuál es el sentido de esta ley y qué efecto tiene?


Esta ley asigna a cada miembro un lugar de acuerdo de su edad. A pesar de que, visto
desde afuera, esta ley parece ser jerárquica, constituye un modelo perfecto de igualdad.
Porque cada miembro, en el transcurso de su vida, tiene las mismas posibilidades de
evolución y ascenso. No es necesario conquistar o luchar por esas posibilidades. Se dan
por sí solas con el correr del tiempo.
Por esa razón esa conciencia garantiza la paz interna y la unión de un grupo, impide las
rivalidades y la lucha de poder por una posición más encumbrada y por lo tanto es el
principio fundamental del orden para la supervivencia de un grupo en el cual uno depende
del otro.
Quien viola esta ley se transforma para el grupo en un enemigo en sus propias filas que
amenaza la supervivencia del mismo. Por lo tanto, pierde su derecho de pertenencia y
bajo la presión de la conciencia colectiva es excluido del grupo. En la antigüedad eso
también significaba que no podía sobrevivir. Cuando se trata de la supervivencia del
grupo, incluso para esta conciencia se acaba el derecho a la pertenencia de quien pone
en peligro la supervivencia.
Quizás sea importante advertir que todo lo que describo aquí se trata de observaciones.
Porque aún hoy esta ley sigue actuando en las familias con la misma dureza. Las
tragedias familiares comienzan donde un miembro viola esa ley.

Lo trágico
Las tragedias siguen el mismo modelo básico. En el caso de las tragedias griegas, por
ejemplo, y también en las tragedias familiares, somos testigos de cómo una persona que

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se agregó más tarde se inmiscuye en los asuntos de otro miembro que estuvo antes que
ella, en especial al querer hacerse cargo de algo en lugar de ese miembro, cosa que a
ella, por haber llegado posteriormente, no le corresponde. Son sobre todo los hijos o los
nietos quienes quieren hacerse cargo de algo en lugar de sus padres o ancestros, por
ejemplo de una culpa, un encargo o una expiación. Al asumirlo hacen algo por unos y
contra otros de la familia. Al hacerlo siguen su conciencia y se sienten inocentes y
buenos. Al mismo tiempo violan, con ese proceder, la segunda ley de la conciencia
colectiva. Pero no son conscientes porque la conciencia que sienten exige esa trasgresión
y los recompensa con una sensación de justicia y de inocencia. Pero la conciencia
colectiva los castiga mediante un fracaso o la ruina. Por ese motivo las grandes tragedias,
en general, terminan con la muerte del héroe.
Los héroes trágicos en su corazón son niños que quieren hacer algo por quienes
estuvieron antes que ellos. Ese es el atrevimiento y la soberbia con que comienzan todas
las tragedias y con que también acaban todas infructuosamente.

Salidas
Sin embargo, a través de las comprensiones de las funciones de estas dos conciencias
también comprendemos dónde hay salidas y soluciones.
De las comprensiones sobre las funciones de estas dos conciencias que, por un lado, son
opuestas y que, por otro, se complementan, también se deducen consecuencias de gran
alcance para la convivencia de los seres humanos. A través de estas comprensiones
entendemos, tanto en nuestro propio comportamiento como en el comportamiento de
otros, lo que a menudo es irracional, ciego o asesino. A través de estas comprensiones
accedemos también al trasfondo de algunas enfermedades y de suicidios, o de las luchas
de poder en las que al final todos pierden.

La sintonía
Mediante la comprensión que logramos de esta manera crecemos más allá de los límites
de nuestra conciencia, en especial de los límites que le impone nuestra percepción. Y sin
la necesidad de retirarnos de los grupos a los cuales pertenecemos. Porque también
estas comprensiones sirven a nuestros grupos y a su evolución. Ayudan a nuestro grupo
a abrirse a otros grupos y a otras comprensiones y posibilidades ante las cuales, bajo el
mando de la conciencia personal, hasta este momento se había cerrado.
No obstante, la pertenencia a nuestro grupo es un bien preciado y, en ese mismo
contexto, también la supervivencia de nuestro grupo. No podemos ni debemos retirarnos
porque también nuestra supervivencia depende de él. Por ese motivo, aplicamos las
comprensiones adquiridas a través de la conciencia también dentro de nuestro grupo y,
hasta cierto punto, nos sometemos a esa conciencia como fuerza que mantiene unido al
grupo.

Las leyes de la conciencia colectiva

En la profundidad de cada familia existe una instancia que une a todos los miembros
entre ellos. Esta fuerza actúa como conciencia colectiva y es absolutamente inconsciente.

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En esta conciencia familiar rige la ley: nadie debe ser excluido. Cuando un miembro es
excluido, entonces la conciencia familiar elige más adelante a otro integrante de la familia
para representar a esta persona.
La conciencia colectiva actúa sobre la familia en un sentido más amplio, como unidad, e
intenta preservar su integridad. Cada vez que alguien es excluido de esta unión, por las
razones que fuesen, morales o de otra índole, la conciencia colectiva intenta preservar
esa integridad, eligiendo a un descendiente para completar la totalidad.
Es decir: esta conciencia familiar y colectiva tiene tres metas:
1. Dar el mismo derecho a la pertenencia a cada miembro de la familia. Nadie
puede ni debe negarle a uno de los miembros (hijos muertos o abortados, parejas
anteriores, miembros menospreciados). La conciencia colectiva no discrimina
entre bueno y malo. La pertenencia no es cuestión de mérito.
2. Darles el derecho a aquellos que no lo tuvieron en su tiempo. Esta conciencia
busca a un posgénito inocente que imita a aquella persona a través de la
identificación. Pero ella no elige, no se da cuenta y no puede defenderse, ya que
esta imitación se produce bajo la presión del sentido compensatorio.
3. Dar prioridad a los anteriores. El ser se califica por el tiempo, es decir, existe
una jerarquía basada en los que vinieron primero. El que aparece primero en un
sistema tiene prioridad respecto al que llega después.
La conciencia familiar se preocupa sólo por los anteriores y sacrifica a los que
llegan después. Pero la repetición sucede sin éxito, no trae (genera) una solución.
Esto es un hecho y hay que tenerlo presente.

Intentos inconscientes de hacer justicia a una persona excluida

a-Identificación

b- Repetición

c- Doble transferencia

d- Reavivar una suerte ajena

e- La recompensa

f- La expiación

g- La reivindicación

Formas de Equilibrar
Hay muchas formas de equilibrar. Algunas son adecuadas, otras no.
El amor equilibra pero el amor ciego causa un desequilibrio.
El equilibrio adecuado se puede lograr a través del agradecimiento o a través del perdón,
pero el perdón tiene también una condición: el que cometió un error tiene que sentir el
perdón que significa “lo siento”. Diciendo “perdóname” no es suficiente, porque no

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contiene el dolor de sentir la culpa. “Perdóname” es un pedido dirigido al otro que fue
lastimado y entonces éste tiene que aguantar el dolor y a su vez perdonar al otro que
cometió el error
En caso de haber recibido algo negativo: para que la relación se equilibre, hace falta
vengarse. Pero, para no aumentar lo negativo, hay que dar menos de lo malo, es decir:
hay que vengarse con amor.

1. Formas adecuadas de equilibrar:


a. Reconocer lo que es y lo que no es.
b. Agradecer.
c. Tomar a los padres tal cual son y con todo lo que les pertenece.
d. Pasar a los hijos o a otros lo tomado de los padres.
e. La reparación.
f. Incluir a los que pertenecen.
g. Asentir al destino propio y ajeno.
h. Vengarse dentro del amor cuando se ha recibido algo negativo.
i. Ocupar el único y preciso lugar que nos toca en el sistema.
j. Entrar en sintonía con la realidad tal cual es.
k. Respetar. Soltar. Renunciar. Mirar con buenos ojos.
l. Honrar. Bendecir y pedir la bendición.
m. Discernir nuestras propias responsabilidades de las ajenas; asumir y llevar
las propias y dejar las ajenas con aquellos a quienes correspondan.

2. Las formas inadecuadas:

La renuncia a la felicidad; el sacrificio. Estas formas de equilibrar no satisfacen a nadie y


son en vano.
Las tres formas mencionadas implican comportamientos solitarios del estilo del
autocastigo y no sirven a la solución.
La reparación en cambio, incluye al otro y tiene el sentido de proponer una compensación
adecuada a la necesidad del damnificado que sí sirve a la solución.
Puede ser que una persona haya tenido una suerte muy especial: haber sido salvada de
la muerte. En este caso, tiene que tomar la vida como un regalo, sin tratar de equilibrarlo.
Lo mismo vale si el destino exige a una persona experimentar una vida muy difícil,
también tendría que asumir lo que le es dado. Si lo hace puede recibir mucha fuerza de
ese destino.

El equilibrio entre padres e hijos

Entre padres e hijos no es posible llegar a un equilibrio.

Respecto a sus padres, los hijos siempre quedan en deuda, y por esta razón tampoco
consiguen desligarse de ellos. “De esta manera, la vinculación de los hijos con sus padres
se fortalece y consolida aún más, precisamente por ser irrealizable el equilibrio. Más
tarde, los hijos sienten el impulso de alejarse, impulso que los ayuda en el momento de

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separarse de los padres en busca de constituir su propia familia y tener los propios hijos”.
(Felicidad Dual, Pág 27).

La solución es que los hijos pasan lo que recibieron de sus padres, a sus propios hijos. Si
una pareja no puede tener hijos puede tomar un compromiso con otras personas. Esta ley
es válida también en otros ámbitos.

El que no tiene la posibilidad de compensar un desequilibrio, tiene que alejarse y esto es


válido para todos los ámbitos.

El equilibrio entre perpetradores y víctimas

En caso que ya no sea posible la reparación (asesinatos o daños graves) tanto el


autor como a la víctima sólo les queda la impotencia y la sumisión.

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