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LA ESTRATEGIA POLITICA DEL LIBERTADOR EN LAS GUERRAS DE

INDEPENDENCIA

Por: Pablo Catatumbo

"El día del triunfo vendremos a ofrecer en el altar del Padre americano, el
fruto de nuestra redención y el brillo y el honor de nuestra historia"

José Martí

Sin lugar a dudas fue el Libertador Simón Bolívar la figura histórica más
destacada de nuestra América en el siglo XIX.

Su personalidad fue el espejo que descifra la epopeya emancipadora


anticolonialista y revolucionaria de nuestros antepasados. El más consecuente
y avanzado de nuestros libertadores. Fue él, quien vislumbró por primera vez la
importancia estratégica que para el futuro de su verdadera independencia tenía
la unidad de América Latina, y delineó proyectos concretos para transformar la
sociedad mediante la alianza de los elementos más progresistas de la
incipiente burguesía con los sectores más humildes y explotados, hacia la
construcción de un sistema social más avanzado, equitativo y justo. Bolívar ha
pervivido en el recuerdo de las sucesivas generaciones, no solo como padre de
la unidad latinoamericana, sino también como símbolo de la revolución y de los
oprimidos.

Paradójicamente pese a su arrolladora personalidad, genio político y


victorias militares, no fue su pensamiento el que terminó por imponerse ni su
sueño el que hizo realidad, sino el de sus enemigos políticos, representantes
de los intereses más retardatarios de la sociedad.

El gran propósito bolivariano fue la transformación de la lucha anticolonialista


por la independencia en un régimen revolucionario el que asumiera los
profundos cambios democráticos, por el camino del progreso de la situación
material y social de las masas populares. Pero una correlación de fuerzas
adversas impidió que los revolucionarios de la época (a cuya cabeza estaba
Bolívar) ocuparan el poder de manera definitiva para ponerlo al servicio del
pueblo. En el fondo de la gran frustración histórica nacional sigue trunco el
proyecto bolivariano. Como dijera José Martí: "Lo que Bolívar dejó sin hacer,
sin hacer está hasta hoy. Porque Bolívar tiene que hacer en América todavía".

Tal vez si logramos aclarar bien el contenido revolucionario del pensamiento


bolivariano y comprender las causas que impidieron transformar la
emancipación latinoamericana del dominio de las metrópolis europeas en una
revolución social que redimiera de la explotación y el atraso a los sectores más
pobres de la sociedad, podríamos entender mejor nuestra razón " fariana " de
ser bolivarianos.

CAPÍTULO I

A comienzos del siglo XIX, los territorios actualmente conocidos como


América Latina vivían bajo el dominio de las grandes metrópolis colonialistas de
Europa, que se encontraban en la etapa del absolutismo monarquista feudal.
Los máximos defensores en estas tierras de ese sistema explotador eran:

Terratenientes explotadores de los indios


Los dueños de minas
Los propietarios de esclavos y la Iglesia católica.

En dicha sociedad, además del modo de producción feudal existían rezagos


del esclavismo en su fase de plantación, asomos -valga la palabreja- del
capitalismo, expresados fundamentalmente en los comerciantes (portuarios y
distribuidores del interior del país), propietarios de pequeñas manufacturas, así
como pequeños burgueses urbanos, principalmente artesanos. Esta era la
composición de clases de los propietarios, de los ricos, de los pudientes de
aquella época.

A su vez, las masas populares, estaban compuestas por:

Pequeños campesinos blancos


Arrendatarios de tierras
Mestizos
Indígenas (que servían la servidumbre o vivían en sus tradicionales
comunidades agrícolas) y
Esclavos de origen africano

Tal era el complejo espectro de clases que enfrentó Bolívar al diseñar una
estrategia de unidad contra el enemigo común -el colonialismo- y a su vez por
alcanzar un sistema social más avanzado, equitativo y justo.

Era un hecho -y la posteridad se encargó de constatarlo- que a la hora de


hablar de la lucha contra el colonialismo y por la independencia no había
problemas de unidad entre los patriotas pero a la hora de hablar de cambio
social y tránsito hacia un sistema mejor y más avanzado, aparecían las
diferencias

El genio de Bolívar en materia política consistió en comprender con


perspicacia que el momento exigía una creadora política de alianzas que
evaluara correctamente los intereses y exigencias de cada grupo sin
menoscabo de los objetivos generales. Solo así sería posible erigir un amplio
frente revolucionario y democrático que permitiese superar las posiciones
elitistas de la burguesía y arrastrar a la mayoría de la población. Por este
camino Bolívar confiaba en llevar a cabo su gesta internacionalista que
implicaba profundas transformaciones democráticas para nuestro pueblo.

Estas transformaciones solo serían posibles, a condición de obtener un


cambio en la correlación de fuerzas, aislando los sectores más conservadores,
dentro de la coalición, a favor de los más revolucionarios. La gran tragedia para
nuestro pueblo consistió en que dicha tendencia no pudo imponerse, pues la
correlación de fuerzas entre las distintas clases no permitió materializarla dada
la tenaza resistencia ejercida por los sectores reaccionarios. Para vencer, la
revolución necesitaba reivindicar los derechos generales de la sociedad y
expulsar de su seno a los colonialistas junto a sus aliados internos,
componentes ambos de la reacción feudal. Eso fue lo que no consiguió hacer
Bolívar. De allí provino su fracaso a pesar de su empeño por evitarlo durante
toda la vida.

LOS ORÍGENES DE LA LUCHA


España ofendía a todos los americanos sin excepción creando las
condiciones objetivas para la unidad anti -española, situación esta,
brillantemente percibida por el Libertador cuando en la carta de Jamaica
describía esta situación de la siguiente manera:

" Los americanos en el sistema español que está en vigor, y quizá con más
fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de los propios
para el trabajo y cuando más el de simples consumidores y aún esta parte
coartada con restricciones chocantes: tales son las prohibiciones del cultivo de
frutos de Europa, el estanco de las producciones que el Rey monopoliza, el
impedimento de las fábricas que la misma península no posee, los privilegios
exclusivos del comercio hasta los objetos de primera necesidad, las trabas
entre provincias americanas para que no se traten, entiendan ni negocien; en
fin, ¿quiere usted saber cual era nuestro destino? Los campo para cultivar el
añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras solitarias para
criar ganado; los desiertos para cazar las bestias feroces; las entrañas de la
tierra para excavar el oro que no puede saciar esa nación avarienta....

Estábamos como acabo de exponer, abstraídos y digámoslo así, ausentes del


universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del
Estado.

Jamás éramos virreyes, no gobernadores, sino por causas muy extraordinarias;


arzobispos y obispos, pocas veces; diplomáticos, nunca; militares, solo en
calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin ni
magistrados ni financistas, y casi ni aún comerciantes: todo en contravención
directa de nuestras instituciones... pretender que un país tan felizmente
constituido, extenso, rico y populoso sea meramente pasivo. ¿No es un ultraje
y una violación de los derechos de la humanidad? "

Como se ve, Bolívar confiaba en que solo, mediante la apelación a la


ascendente nacionalidad y a la usurpación de los derechos políticos de todos
los americanos, por parte de los españoles, sería posible agrupar a los ricos
plantadores criollos, ganaderos, comerciantes del interior y algunos
representantes de la aristocracia latifundista en la lucha por la conquista de un
gobierno soberano e independiente de la corona.

Sin embargo, su idea de unidad no se quedaba allí, sabía que no bastaba


unir a los ricos; Bolívar fue el primero en entender la necesidad de incorporar la
gran masa del pueblo a la lucha por las transformaciones revolucionarias.
Estaba convencido que sin el respaldo popular a la guerra independentista, la
revolución sería nuevamente derrotada.

De la misma manera, comprendía que la incorporación de esos sectores a la


lucha contra el absolutismo solo sería posible reivindicando sus necesidades y
derechos. Sabía que resultaba imposible construir un amplio frente
revolucionario sin garantizar a los esclavos el fin de la esclavitud, y la solución
al problema de la tierra exigida por indígenas y campesinos. Era imposible
construir el amplio frente sin contar con la mayoría de la nación: esclavos,
indígenas y campesinos.

Ese es el sentido de toda la estrategia política y militar bolivariana. De allí


sus permanentes llamados a la igualdad y a la abolición de la esclavitud como
condición para sacar adelante su proyecto revolucionario.

La derrota de la primera República Venezolana en 1.812 dejó en el


Libertador la más profunda huella, pero sobre todo, la más honda lección
acerca de la importancia cardinal que la unidad tenía para el triunfo de la
revolución. "Nuestra división y no las armas españolas nos tornaron a la
esclavitud", había escrito en su célebre Manifiesto de Cartagena haciendo el
balance de esos años.

No olvidaba el Libertador que la primera (I) y segunda (II) Repúblicas se


habían derrumbado porque la revolución se había orientado exclusivamente a
la eliminación de los privilegios personales o fueros de naturaleza feudal y a la
proscripción de títulos nobiliarios en beneficio exclusivo de los ricos propietarios
venezolanos o neogranadinos sin tener en cuenta para nada a la masa de
esclavos o campesinos pobres que constituían el grueso del ejército
independentista.

No le extrañaba al Libertador que esa revolución ajena al pueblo, lejana de


sus intereses, poco a poco fuera perdiendo interés para las masas que no
veían ninguna mejora en su situación sino simplemente el cambio de unos
explotadores por otros. Esta situación fue hábilmente por los colonialistas para
alentar al interior, el germen de la contra-revolución mediante el surgimiento de
una terrible fuerza paramilitar que a la postre daría al traste con el régimen
Republicano en Venezuela: los llaneros de Boves . Esos míticos jinetes de las
planicies ganaderas, ubicadas entre las montañas del litoral y márgenes del río
Orinoco se agruparon en torno a un torvo caudillo peninsular llamado José
Tomás Boves , quien apelando a su sentido de Clase, les hacía ver a los
grandes hacendados criollos, dueños de las plantaciones como sus verdaderos
enemigos. Para lograr que los llaneros respaldaran la causa de España, el
astuto Boves proclamó en sus territorios la abolición de la esclavitud y entregó
a la furia de su tropa los bienes y mujeres de los ricos propietarios de
Venezuela. Al poco tiempo había logrado consolidar un poderoso ejército de
raíces populares aunque con fines contrarrevolucionarios.

Ni siquiera los desesperados esfuerzos del Libertador, quien en 1.814 en


San Mateo, otorgó la libertad a sus propios esclavos, logró alterar la situación,
pues, aún la mayoría de sus propios oficiales repudió dicha medida. No podían
aceptarlo, porque ellos mismos eran esclavistas que rechazaban cualquier
ejemplo de disposición contraria a sus intereses de clase.

A partir de ese momento las pugnas internas en el bando revolucionario se


reavivaron y resurgieron las mismas contradicciones políticas que dos años
antes habían derrotado a Miranda. En estas condiciones ante el empuje de
Boves , la segunda República de Venezuela se desplomó poniendo punto final
a todo lo conseguido por el Libertador en su famosa "Campaña Admirable".

Esa experiencia lo marcó para siempre. Por eso en 1.815 cuando Bolívar
comenzaba a trazar nuevamente su estrategia política y militar con miras a la
reconquista del poder, le concedía la mayor importancia a la cuestión de unir
los dispersos contingentes revolucionarios que ya existían en Venezuela para
construir el gran ejército de la revolución.

Lo mismo le había ocurrido a Nariño en 1.813. En Julio de ese año, la


República vivía tiempos difíciles, pues las tropas colonialistas procedentes de
Perú y Quito intentaban enlazar con sus congéneres de Pasto y Popayán.
Avanzando con el propósito de frenar dicha envestida, Nariño decidió marchar
personalmente al frente sur. Por eso anunció el 13 de Junio de 1.813 que se
sometería a las exigencias que le hiciera el Congreso y a los principios de lo
que se llamaba "El acta Federal", con quienes mantenía él agudas
contradicciones, todo esto, a cambio de la aceptación de su proyecto militar,
que consistía en concentrar la fuerza de la Nueva Granada en esta zona, e
iniciar una ofensiva que culminara en el Perú, principal bastión del feudalismo
español.

Tras lograrse un acuerdo en dicho sentido, los contingentes federalistas y


cundinamarqueses partieron hacia la zona de combates bajo el mando de
Nariño, quien a su paso y para acrecentar su ejército, liberaba a los esclavos
negros de las minas, a condición de que lucharan a favor de la independencia.
Esta decisión suscitó el rechazo airado del Congreso Federal, muchos de
cuyos integrantes eran esclavistas que veían lesionados sus intereses. Así fue
que el 3 de Febrero de 1.814, se emitió un decreto prohibiendo que Nariño
tomara medida alguna con respecto a la esclavitud, porque "dicha materia no le
estaba expresamente atribuida por el Acta Federal". Posterior a esto, las
contradicciones se siguieron ahondando y después de la toma de Popayán, los
oficiales que respondían ante la Jefatura del Congreso, se negaron a continuar
su marcha al sur. En estas condiciones, ya divididas y debilitadas las fuerzas,
el asalto cundinamarqués a Pasto fue un desastre que culminó con la captura
del propio Antonio Nariño por parte de los españoles el 14 de Mayo de 1.814.

Estas experiencias las tenía muy presentes el Libertador en su Tercera


Campaña.

No en vano, en su trascendental documento: "Contestación de un americano


meridional a un caballero de esta isla" más conocido como la "Carta de
Jamaica", concluye:

"Yo diré a usted lo que pueda ponernos en actitud de expulsar a los españoles
y de fundar un gobierno: Es la unión, ciertamente; más esta unión no nos
vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y bien dirigidos".

No obstante tener claridad en los objetivos, la vida le tenía reservados otros


obstáculos. Nuevas dificultades confrontaría el Libertador antes de sacar
adelante su proyecto.

De Haití partió con rumbo a la Isla Margarita y a las costas orientales


venezolanas, donde contingentes de mulatos y negros que habían escapado
de su condición de esclavos, mantenían la región fuera del control absolutista.
Tras enviar parte de las armas de su expedición a esos patriotas en Guaira y
los Llanos orientales, Bolívar se dirigió a Carupano en donde proclamó el fin de
la esclavitud. Un mes después en Ocumare reiteró en estos términos sus
planteamientos:

"Esa porción desgraciada de nuestros hermanos que ha gemido bajo las


miserias de la esclavitud, ya es libre. La naturaleza, la justicia y la política piden
la emancipación de los esclavos; de aquí en adelante solo habrá en Venezuela
una clase de hombres: todos serán ciudadanos".

También en este caso la situación volvió a repetirse. Su radical medida


motivó que muchos esclavistas dueños de plantaciones rechazaran a Bolívar y
abandonaran el apoyo a su ejército. A su vez, él sin el apoyo de la opulenta
burguesía exportadora del litoral y carente de fuerza para lograr imponer su
revolucionario decreto que otorgaba libertad a los esclavos, no tuvo más
remedio que regresar a Haití, a solicitar nuevamente la solidaridad de Alejandro
Petión , quien con infinita generosidad se la concedió nuevamente. Así armó su
segunda expedición. Pero ahí no pararon las cosas. De nuevo tuvo problemas
al tocar las costas de Barcelona y fue entonces cuando decidió dirigirse a la
Guyana desde donde intentaría unir los diversos grupos guerrilleros que
operaban en los Llanos Orientales de Apure y Casanare , pues resultaba
imposible construir el frente revolucionario por la zona costera, debido a la
naturaleza reaccionaria de esa burguesía que mantenía inmutable su negativa
a suprimir la esclavitud.

Amargamente había llegado a la trascendental conclusión, de que solo los


llaneros podían convertirse en la fuerza social que arrastrase a los plantadores
y esclavos a la lucha contra el colonialismo. Ambas clases estaban
objetivamente interesadas en liquidar el dominio español aunque tuvieran
contradicciones entre sí. Además ya no defendían el colonialismo como lo
hicieran en vida de Boves sino que militaban en las filas patrióticas. El milagro
lo habían conseguido Páez, Monagas, Zaraza, Cedeño y Santander; al
respecto es interesante leer lo que escribió José Antonio Páez en su
autobiografía, al comentar la organización de su ejército:

"Después de haber con tropas colecticias derrotado a los españoles en todos


los encuentros que tuve con ellos, organicé en el Apure un ejército de
caballería...en su mayor parte se componía de los mismos individuos que a las
órdenes de Boves habían sido el azote de los patriotas...yo logré atraérmelos;
conseguí que sufrieran contentos y sumisos todas las miserias, molestias,
escaseces de la guerra, inspirándoles al mismo tiempo amor a la gloria, respeto
a las vidas, propiedades y veneración al nombre de la patria".

Una vez en territorio venezolano el Libertador reanudó su febril actividad


revolucionaria. Con el propósito de estimular la permanencia de los llaneros en
la tropa, ordenó que los bienes confiscados al enemigo fuesen repartidos entre
los combatientes según su rango y méritos y no mediante la subasta, como era
la costumbre, ya que esta solo beneficiaba a los ricos. La propuesta bolivariana
sustentada en la proporcionalidad de la riqueza y la jerarquía, sin ser perfecta,
si era muy avanzada para su época. Para tal efecto ordenó:

"Artículo Primero: Todos los bienes raíces e inmuebles que se han


secuestrado y confiscado, o deben secuestrarse y confiscarse, y no se
hayan enajenado ni pueden enajenarse a beneficio del erario nacional
serán repartidos y adjudicados a los generales, jefes, oficiales y
soldados de la República en los términos que abajo se expresan.
"Artículo Tercero: Los oficiales, sargentos, cabos y soldados que
obtuvieron ascenso posterior a la repartición tendrán derecho para
reclamar el déficit que hayan entre la cantidad que recibieron cuando
ejercían el empleo anterior y la que les corresponde por el que
últimamente se les hubiera conferido y ejerzan al tiempo de la última
repartición."

Bolívar también dispuso que se interviniera la mayor parte de las


producciones agropecuarias de las regiones que iba liberando para
intercambiarlas por armas y pólvora con el exterior.

Todo esto dentro del más estricto cumplimiento de la Ley. Los transgresores
eran severamente sancionados, aunque se tratase de oficiales de la más alta
graduación:

"Ponga usted en arresto (escribió por esos días al Fiscal militar) al jefe del
Estado Mayor de la Caballería por malversación de los intereses del Estado".

Siempre se mostró inflexible contra quienes abusaban del cargo para


apropiarse de los bienes públicos. Por esos días dirige encendidos mensajes a
todos los jefes guerrilleros, Piar, Mariño, Arismendi , Bermúdez, invitándolos a
la unidad, mientras tanto se reúne con Páez. Tiene la vista puesta en el
objetivo fundamental de unir todas las fuerzas guerrilleras revolucionarias bajo
un mandato político y militar único e indiscutible. Tarea no muy fácil, si tenemos
en cuenta las ambiciones caudillistas de todos ellos.

Un año después, ante el Congreso de Angostura, buscando apoyo a la


ratificación de sus medidas insistió en dos cuestiones que consideraba los
pilares de su estrategia para dotar a la revolución de contenidos populares: la
abolición de la esclavitud y la redistribución de los bienes nacionales.

"Hombres que se han desprendido de todos los goces, de todos los bienes que
antes poseían, como el producto de su virtud y talentos, hombres que han
experimentado cuanto es cruel en una guerra horrorosa, padeciendo las
privaciones más dolorosas y los tormentos más acervos; hombres tan
beneméritos de la patria, han debido llamar la atención del gobierno. En
consecuencia he mandado recompensarlos con los bienes de la nación. Si se
ha contraído para el pueblo alguna especie de mérito, pido a sus
representantes que oigan mi súplica como el premio de mis débiles servicios.
Que el Congreso ordene la distribución de los bienes nacionales conforme a la
Ley que a nombre de la República he decretado a beneficio de los militares
venezolanos".

Refiriéndose a la abolición de la esclavitud hizo este vehemente llamado


ante el Congreso, para que fueran ratificados sus decretos:

" La esclavitud rompió sus grillos y Venezuela se ha visto rodeada de nuevos


hijos, de hijos agradecidos que han convertido los instrumentos de su cautiverio
en armas de libertad. Si, los que antes eran esclavos, ya son libres; los que
antes eran enemigos de una madrastra ya son defensores de una patria. Yo
quiero encareceros la justicia, la necesidad y la beneficencia de esta. Nadie
puede ser libre y esclavo a la vez, sino violando las leyes naturales, las leyes
políticas y las leyes civiles".

Remataba su argumentación con este patético llamado al Congreso:

"Abandono a vuestra soberana decisión la reforma o la revocación que todos


mis estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación de la libertad absoluta
de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República ".

En este contexto y en la perspectiva de amalgamar los intereses vitales de


los plantadores, con los de grupos sociales humildes y explotados, Bolívar
esboza ante el Congreso un audaz proyecto constitucional que resume con
brillantez inusitada sus ideas políticas, democráticas y republicanas. Es tal vez
el discurso ante el Congreso de Angostura, escrito bajo las más difíciles
circunstancias, asediado por las plagas y padeciendo fiebres palúdicas
mientras navegaba por el Orinoco, después de una agotadora campaña junto a
Páez y sus míticos "Centauros del Llano", la más importante pieza política de
cuantas escribiera su pluma iluminada. Todo colombiano debería leer este
documento. Es allí, donde mejor está expuesto el pensamiento bolivariano.

CAPÍTULO II
SU PROYECTO POLÍTICO

Su audaz propuesta de gobierno apuntaba a la búsqueda de una solución


duradera a los problemas que afrontaba la nación, garantizando el dominio
revolucionario y estableciendo un sistema democrático capaz de superar la
anarquía y la tiranía de una minoría oligárquica, puesto que abolía la
esclavitud, la aparcería y la servidumbre feudales.

En esta dirección escribió:

" Un gobierno republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela; sus bases


deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la
proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de todos los
privilegios". El proyecto de Estado propuesto por el Libertador constaba de los
mismos tres poderes planteados por Montesquieu -ejecutivo, legislativo y
judicial- más un cuarto poder, llamado por Bolívar "El poder Moral o Electoral".

"Era una original adaptación creadora del pensamiento de Montesquieu en


relación con el equilibrio de poderes divididos, pero influido por las ideas
democráticas de Rousseau , adecuadas al momento político venezolano", ha
dicho el historiador cubano Prieto Rozos.

El primer poder residiría en la creación de un prestigioso ejecutivo vitalicio,


que fungiese como poder moderador entre un senado burgués hereditario (que
garantizara la hegemonía de esa clase, como en Gran Bretaña) y una Cámara
de Representantes de origen popular, electa mediante sufragio universal.

El Segundo Poder, el Legislativo constaba de tres cámaras electas que


serían: La de Tribunos, encargada de la Hacienda y de la paz o guerra; la de
senadores, referente a la emisión de leyes y de los códigos que rigen la nación,
la de censores, celosa guardiana de la Constitución y de los Tratados públicos
internacionales.

El tercer poder, el Poder Judicial gozaría de la máxima independencia y de


una judicatura inamovible, la Primera Magistratura residiría en la Corte
Suprema de Justicia, que sería nombrada por los censores a pedido de los
Senadores.

El cuarto poder llamado por Bolívar el Poder Moral o Electoral, estaría


integrado por jueces, y recibiría, de los ciudadanos las quejas acerca de las
infracciones a las leyes o sobre el procedimiento incorrecto de algún
magistrado.

Tratando de explicar ante el Congreso el origen de esta nueva concepción


del Estado, el Libertador expuso lo siguiente:

"Meditando sobre el modo efectivo de regentar el carácter y las costumbres que


la tiranía y la guerra nos han dado, me he sentido en audacia de inventar un
poder Moral, sacado del fondo de la oscura antigüedad y de aquellas olvidadas
leyes que mantuvieron, algún tiempo, la virtud entre griegos y romanos.

Bien puede ser tenido por un cándido delirio, más no es posible, y no me


lisonjeo, que no desdeñareis enteramente un pensamiento que, mejorado por
la experiencia y las luces puede llegar a ser muy eficaz".

Siete años más tarde, al hacer la presentación de sus propuestas de


Constitución para Bolivia y refiriéndose al mismo tema escribió:

"El poder electoral ha recibido facultades que no le estaban señaladas en otros


gobiernos que se estiman entre los más liberales. Me ha parecido no solo
conveniente y útil sino también fácil, conceder a los representantes inmediatos
del pueblo los privilegios que más pueden desear los ciudadanos de cada
departamento, Provincia o Cantón. Ningún objeto es más importante a un
ciudadano que la elección de sus legisladores, magistrados, jueces,
Pastores...de ese modo se ha puesto un nuevo peso contra el Ejecutivo, y el
gobierno ha adquirido más garantías, más popularidad y nuevos títulos para
que sobresalga entre los más democráticos."

Se trataba pues, como se puede ver, de un interesante proyecto de creación


de una nueva República, que se adaptara a las condiciones específicas
latinoamericanas y evitara toda imitación servil de algún documento similar
existente y cuyos lineamientos se trasladarán de forma mimética o calcada a
nuestros países.

Finalmente, su alocución ante el Congreso concluía con este vehemente


llamado:

"Legisladores: Dignaos conceder a Venezuela un gobierno eminentemente


popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la
opresión de la anarquía y la culpa. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la
humildad y la paz. Un gobierno que haga triunfar bajo el imperio de las leyes
inexorables, la igualdad y la libertad".

Lo que pasó después era un indicador bien claro que la correlación de


fuerzas no favorecía el proyecto revolucionario, pues a pesar que el Congreso
designó a Bolívar como Presidente Provisional de Venezuela y a Francisco
Antonio Zea como Vicepresidente, la burguesía latifundista que dominaba la
constituyente desestimó el llamamiento del Libertador a erigir una República
Democrática, Centralista e Igualitaria. Tampoco fue aceptada su solicitud de
abolir la esclavitud y al mantener la exigencia de poseer propiedades de valor
superior de 500 pesos para obtener el derecho al sufragio, se arrojaba por la
borda todo el esquema de gobierno propuesto por el Libertador.

En estas condiciones, consideró el Congreso, que ya no era necesaria la


creación de un Senado hereditario, que sirviera de equilibrio a unas cámaras
elegidas democráticamente, en adelante todo el legislativo sería burgués, pues
como ya dijimos, para ser elegidos se requería un altísimo censo. Tampoco
sería necesario el poder ejecutivo vitalicio que sirviera de moderador entre los
otros poderes y mucho menos el poder moral que fiscalizara a las otras ramas.

La Constituyente sancionó pues, la creación de una República ajena totalmente


a los intereses populares. Allí empezaron las dificultades institucionales de la
estrategia política coalicionista bolivariana.

No es de extrañar que esas hayan sido las conclusiones del Congreso de


Angostura si tenemos en cuenta la procedencia de los delegados al Congreso:
de los 30 que componían la totalidad de los delegados, 4 eran generales, 4
coroneles, el intendente general del ejército, 1 edecán del Libertador, 3
Consejeros del Estado, 1 Triunviro del Consejo de Gobierno, 2 de los diputados
del gobierno de la Primera República de 1.811, tres representantes del
Congresillo de Cariaco, 1 redactor del Correo del Orinoco, el periódico fundado
por el Libertador en esos días y el Secretario de la Comisión Electoral. Los
otros 5 provenían y representaban la provincia de Casanare , que aunque
pertenecía a la Nueva Granada se consideraba unida con los venezolanos en
la guerra de Independencia. ¡Ni un solo representante de los pobres en ese
Congreso!

Sin embargo, no todo había sido fatal para el Libertador. Se habían logrado
dos cosas positivas, de enorme trascendencia para la estrategia bolivariana: La
una era la autorización y el respaldo tácito para que Bolívar marchara a la
Nueva Granada a procurar su liberación, aún cuando Venezuela estuviera aún
bajo el yugo español. Y la otra, que el Congreso hubiera elegido como
vicepresidente a un granadino, pues con la elección de Zea se desdibujaban
los criterios fronterizos de la Gran Patria Hispanoamericana.

Pasado el Congreso de Angostura toda la actividad de El Libertador va a


girar en torno a la preparación de su próxima campaña, la de la batalla de
Boyacá que anunció a sí en su Proclama:

"Granadinos ! Reunid vuestros esfuerzos a los de vuestros hermanos:


Venezuela conmigo marcha a libertaos, como vosotros conmigo en los años
pasados libertasteis a Venezuela.

Ya nuestra vanguardia cubre con el brillo de sus armas provincias de vuestro


territorio, y esta última vanguardia poderosamente auxiliada, ahogará en los
mares a los destructores de la Nueva Granada. El sol no completará el curso
de su actual periodo sin ver en nuestro territorio altares a la libertad"

(Proclama a los Granadinos aparecida en el Correo del Orinoco, Agosto de


1.818).

Después del triunfo de Boyacá con el que Bolívar correspondió a la


solidaridad que los granadinos habían depositado en él desde la época de la
Campaña Admirable , regresa nuevamente a Venezuela, (Diciembre de 1.819),
cuando nuevos y graves acontecimientos reclaman su atención.

Los desaciertos de Zea en la conducción del gobierno, uno de los cuales


consistió en devolver a los Estados Unidos las goletas "Tigre" y "Libertad",
retenidas por el Libertador desde hacía más de dos años, suscitó el repudio de
toda la población de tal manera que a los siete meses de instalado en el
cargo, fue depuesto por un golpe militar. El primero que ocurría en Venezuela.
Ante la ineptitud de Zea , el general Arismendi había asumido el mando. Al
enterarse de lo acontecido, Bolívar regresa presuroso a Angostura donde
estaba reunido por segunda vez el Congreso.

Al presentarse ante la Asamblea su voz tronó majestuosa con la autoridad


moral que le daba la victoria: "Cuatro batallas cámpales ganadas, cuatro
millones de hombres devueltos a la libertad y cuatro millones devueltos en las
cajas del ejército; tal ha sido el motivo de mi ausencia".

Ante semejante argumento, nada podían responder los golpistas y los


miembros de la oposición parlamentaria. El propio general Arismendi se vio
impelido a declarar:

"Jamás podremos recompensar dignamente a un héroe que nos ha dado


patria, vida y libertad".

Sin pérdida de tiempo, El Libertador propuso allí mismo la creación de una


vasta república que integrase en una sola nación los territorios de Venezuela,
Quito y la Nueva Granada. A instancias del Libertador, esa nación llevaría el
nombre de COLOMBIA . El Congreso accedió y el 17 de Diciembre de 1.819 se
dicta la Ley Fundamental por medio de la cual se constituye la República de
Colombia. La nueva república se dividirá en tres departamentos: Venezuela,
Quito y Cundinamarca . De los tres, solo Cundinamarca era libre, Venezuela y
Quito aún estaban por liberarse.
Pasado el Congreso Bolívar regresa otra vez a Bogotá, (Marzo de 1.820),
desde donde inició una intensa campaña legislativa. Reglamentó las
confiscaciones de bienes del enemigo, con el mismo criterio de fragmentarlas y
repartirlas, en vez de subastarlas; orientó acerca de las rentas del fisco; la
fijación de precios y la organización de la superestructura del país de manera
centralista; ordenó convertir los conventos en escuelas.

"Tiempo es de hacer ya algún bien a costa de los abusos y de las sanguijuelas


que nos han chupado el alma hasta ahora. Los bienes eclesiásticos nos
pueden ser muy útiles para la educación pública. He dado rentas de los padres
ricos, a los colegios y hospitales pobres, y han quedado ricos, según me dicen",

escribiría después a Santander.

Posterior a esto, dispuso medidas concernientes a la emisión de moneda y a


su circulación. Y el 20 de Mayo de 1.820 en Villa del Rosario de Cúcuta,
expidió su célebre decreto de tierras, tendiente a hacer justicia y restablecer
sus derechos a los indígenas expropiados diez años antes por los
terratenientes. Dicho decreto ordenaba que se le devolviera

"como legítimos propietarios, todas las tierras que formaban los resguardos
según sus títulos, cualquiera que sea el que aleguen para poseerlos, sus
actuales tenedores".

Ahí fue Troya, porque muchos de los "actuales tenedores" eran los mismos
reaccionarios que militaban en el bando republicano y siempre se habían
opuesto a la abolición de la esclavitud y que la revolución implicara algún tipo
de reforma que elevara el bienestar material de las masas. Era obvio que no
iban a aceptar pasivamente que los despojaran de sus privilegios.

El decreto de Bolívar era consecuente con su estrategia revolucionaria y al


mismo tiempo revelaba su comprensión de las necesidades del campesino,
cuyo respaldo a cualquier causa, dependería ante todo de las medidas
concretas que se adoptaran con respecto a la tierra. De ser beneficiados en
ese sentido por los independentistas, El Libertador estaba seguro que las
grandes masas se colocarían para siempre bajo las banderas de la revolución.

Pero de nuevo las viejas disputas de antaño se hacían presentes marcando


las diferencias entre unos y otros. Con su oposición a esta medida los
santanderistas le asestaron un golpe mortal al proyecto bolivariano.

Es ahí donde debe hallarse el origen de la gran contradicción que ha llevado


Colombia como un estigma durante casi dos siglos y aún hoy enfrenta a los
colombianos, entre partidarios y enemigos de la reforma agraria; entre
bolivarianos y santanderistas ; entre reaccionarios y partidarios del progreso
social. Es en esta etapa, cuando empieza a fraguarse la gran traición a las
masas y al espíritu que había inspirado la lucha por la emancipación de España
y cuando se manifiestan con mayor nitidez las diferencias ideológicas, que
separaban a Bolívar y Santander.

Veamos lo que pasó después:

Bolívar, que sí andaba pensando en grande, consideró llegado el momento


para lanzar su ofensiva militar contra la costa y obtener mediante un ataque por
el litoral la definitiva liberación de Venezuela. Los otros, por su parte, andaban
pensando en otras cosas. En cómo encontrar una forma legal y jurídica que
dejara sin piso el decreto de tierras del Libertador. Encontraron la situación
propicia en el Congreso Constituyente de Cúcuta de 1.821.

Argumentando los santanderistas que el Primer Congreso de Angostura,


donde se creó la Gran Colombia , no representaba jurídicamente la voluntad de
Cundinamarca y Quito, y para llenar el vacío que significaba la ausencia de un
ordenamiento legal y administrativo para toda la nación, se convocó para el 6
de Mayo de 1.821 el Congreso Constituyente de Cúcuta, sin la participación del
Libertador.

Al Congreso concurrieron 57 diputados de los 95 que correspondían a las 19


provincias. El quórum se fue completando en el curso de la reunión, con los
representantes indecisos o que con retardo fueron llegando. Un mes después
de instalado el Congreso -sesionó 4 meses- el Libertador libraba la batalla de
Carabobo y conquistaba con ella la independencia de Venezuela.

Obtenido el triunfo exclamó jubiloso:

"La intención de mi vida ha sido una: la formación de la República libre e


independiente de Colombia entre dos pueblos hermanos. Lo he alcanzado.
¡Viva el Dios de Colombia!".

La emoción del triunfo sin embargo no le evitaba la preocupación por lo que


pudiera pasar en el Congreso. El tiempo se encargaría de demostrar que no le
faltaba razón al Libertador para estar preocupado. Su preocupación y su
opinión con respecto al Congreso quedaron reflejados en el mensaje que en
víspera de la Batalla de Carabobo le escribió al mismo Santander:

"Por aquí poco se sabe del Congreso y de Cúcuta...Esos señores piensan que
la voluntad del pueblo es la opinión de ellos, sin saber que en Colombia el
pueblo está en el ejército...Todo lo demás es gente que vegeta con más o
menos malignidad o con más o menos patriotismo, pero todos sin ningún
derecho a ser otra cosa que ciudadanos pasivos...Piensan esos caballeros que
Colombia está cubierta de lanudos, arropados en las chimeneas de Bogotá,
Tunja y Pamplona. No han echado sus miradas sobre las cumbres del Orinoco,
sobre los pastores del Apure, sobre los marineros de Maracaibo, sobre los
bogas del Magdalena, sobre los bandidos del Patía , sobre los indómitos
pastusos, sobre los Guajibos del Casanare y sobre las hordas salvajes de
África y de América que, como gamos, recorren la soledad de Colombia".

¡Cuánta razón hay en estas palabras del Libertador!

El Congreso terminó confirmando a Bolívar como Presidente de Colombia y


a Santander como vicepresidente en oposición a Nariño que era el candidato
del Libertador. Bolívar estaba muy irritado porque el Congreso había
establecido nuevamente altos censos para obtener el derecho a ser elegido
representante a las corporaciones públicas y en abierto desafío a la opinión del
Libertador que proponía una Ley electoral más avanzada y democrática, el
Congreso Constituyente de Cúcuta ratificó la condición para ejercer el derecho
al voto, de poseer propiedades de valor superior a los 500 pesos, con lo que
eliminaba de tajo la posibilidad de ejercer ese derecho a los estratos medios y
bajos de la sociedad. No se le escapaba que así se dificultaba aún más, sacar
adelante su estrategia política.

Así fue como se empezó a imponer la costumbre -después hecha tradición


por las clases dominantes-, de excluir al pueblo de la participación democrática
en la decisión de los asuntos del Estado. Fue así, como se empezó a
configurar una República de "Señores", de letrados y minorías ricas, una
república de camarillas en la que el pueblo no cuenta. Fue así como empezó el
proceso de la revolución frustrada y como empezó a reconstruirse nuevamente,
pieza por pieza, el orden social y económico de la colonia; esta vez bajo el
dominio de la nueva aristocracia criolla.

No sería ese sin embargo, el único golpe asestado a los planes políticos del
Libertador en ese Congreso. Faltaban otros, tal vez más significativos por su
contenido e implicaciones futuras para el proceso transformador.

La verdadera traición a las esperanzas revolucionarias de las masas de ver


mejoradas sus condiciones de vida, se produjo cuando el Congreso abocó las
discusiones de fondo: La abolición de la esclavitud, la abolición de los
privilegios y el problema de la tierra.

A opinión conocida de Bolívar y defendida por sus partidarios era:

Dar libertad a los esclavos.


Abolir el sistema fiscal fundamentado en las alcabalas y los estancos.
Desconocer todos los privilegios originados en la sangre y el poder
económico
Dar cumplimiento al Decreto de tierras dictado por el Libertador.
Abrir la posibilidad democrática en los cuarteles de permitir que cada
persona sin importar su origen social, color o su riqueza pudiese
conquistar por méritos un determinado rango social.

En contraposición, la opinión defendida por Santander y sus partidarios se


aferraba a la tesis que defendía la "invulnerabilidad del derecho adquirido con
justo título". Es decir que anulaba la posibilidad de expropiación, ahogando así
cualquier intento de redistribución de tierras.

En el Congreso, terminó por imponerse la tesis santanderista , legitimando


nuevamente la aberrante institución del esclavismo alegando que sus esclavos
habían sido adquiridos con "justo título". Lo mismo ocurrió con la reforma
agraria. Erigido en principio constitucional el concepto de la "invulnerabilidad
del derecho adquirido...", se echaban por la borda las aspiraciones del
Libertador de devolver la tierra a los indígenas y fortalecer la pequeña
propiedad en beneficio de los sectores más pobres de la población. Las tierras
se adjudicaron en miles de hectáreas para pagar servicios militares y mientras
los beneméritos de la independencia se convertían en una nueva aristocracia y
en dueños de inmensos territorios, los hombres del pueblo que habían regado
con su sangre los suelos de la patria para obtener su libertad, no tuvieron
participación en ese reparto de tierras.

La médula de la estructura política de ese nuevo estado oligárquico y


excluyente, radicaba en que no admitía la participación de negros, mulatos,
mestizos e indios en este juego institucional y solo admitía a los poderosos,
propietarios y a toda la caterva de "letrados", militares y políticos que a su
alrededor iban surgiendo.

Santander a la cabeza de los grandes contra-reformadores de la época, fue


el inspirador de esta legislación que se nos impuso después como camisa de
fuerza, al costo de incontables guerras civiles y golpes de cuartel, que no
obstante su crudeza, dejaron si resolver los grandes problemas sociales, que
aún subyacen en el seno de la sociedad colombiana.

Estos son los hechos históricos que no podrán ser borrados ni disminuidos
por nadie. Es la historia de nuestra formación como Nación.
En este sentido podemos decir que la gran lucha emancipadora encabezada
por nuestro Libertador Simón Bolívar, terminó por ser, primero una revolución
inconclusa y más tarde una revolución traicionada, por una clase dirigente que
no solo no vaciló en arriar todas las banderas sociales que inspiraron ese
formidable esfuerzo revolucionario, sino que terminó traicionando o asesinando
a los mejores hijos de América, para dar paso en el poder a una cúpula
dominante, egoísta y mezquina que se formó en las peores hazañas, en
innumerables traiciones y deslealtades y aberrantes conductas sociales contra-
revolucionarias.

Por eso nuestro planteamiento debe orientarse a demostrar que el Estado


actual no representa legítimamente nuestra continuidad histórica, ni
corresponde al diseño con el que soñaron quienes combatieron y murieron por
darnos Patria y Repúblicas.

Son estas razones, las que explican que nuestro alzamiento armado este
inspirado en las más íntimas tradiciones patrióticas de nuestro pueblo y porque
creemos que es nuestro deber impedir que Colombia siga siendo impunemente
el botín del pirata en manos de una clase dominante de salteadores, que
históricamente le han usurpado los derechos a las grandes mayorías de la
nación y le han arrebatado el futuro de la Patria.

De ahí la importancia del rescate de nuestra historia, porque allí, en su


conocimiento, estudio y divulgación están contenidos los más caros valores de
nuestra nacionalidad. Y porque es a nosotros, los bolivarianos de hoy, a
quienes corresponde terminar esta tarea que los libertadores por las razones
históricas antes expuestas, dejaron sin hacer. Para que nuestro pueblo sienta
nuestra causa como la suya propia, debemos saber rescatar el legado de los
verdaderos padres de la patria, de los mejores hijos de Colombia y seguir
siendo fieles a los ideales del Libertador Simón Bolívar, al sacrificio del padre
Camilo Torres, al optimismo de Jaime Pardo Leal y a la fe en el futuro que nos
inculcó Jacobo Arenas.

He ahí por qué en las FARC-EP , somos bolivarianos y nos reclamamos hijos
de Bolívar.

Mayo de 1.997

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