Professional Documents
Culture Documents
Confutatis maledictis,
Flammis acribus addictis:
Voca me cum benedictis
De rodillas te suplico
Con el corazón roto y a cenizas reducido:
ayúdame en la hora final
Hemos hablado ya sobre el mito del Perú rico y de los ricos, el mito del "pueblo
joven", el mito de la salvación a través de la unión latinoamericana, el mito de
que el cholo es bruto y flojo. Hay otros mitos igualmente malsanos: el mito de
nuestros héroes, el mito del Perú católico, el mito del esplendoroso imperio
incaico donde todos comían en paz, el mito de que nuestro origen español
tiene la culpa de todo o que el culpable es el imperialismo yanqui, o la CIA. Nos
hemos atribuido triunfos de batallas que perdimos. Éxitos de política
internacional desconocidos en el exterior.
..........................................
..........................................
..........................................
..........................................
Otro general de Manco Inca, llamado Titu Tupanqui bajó desde Jauja dispuesto
a acabar con todos los españoles de Lima o morir. La asedió, la atacó y murió
en el intento. Estos héroes de la resistencia indígena están relegados a
páginas de libros de historia. Ningún homenaje público, ninguna palabra oficial.
Las consecuencias del silencio son tristes porque late en el fondo de la sangre
de nuestros pobladores un revanchismo peligroso contra el blanco y el criollo.
Una larga avenida lleva su nombre, recorre el sector más pobre de nuestra
capital. Millones de peruanos viven alrededor de ella queriendo testificar que de
nada sirvió la inmolación del mayor héroe de nuestra historia.
***
***
La primera invasión chilena fue el año 1837 y la segunda con más éxito en
1838, sólo 50 años antes de la deshonrosa Guerra del Pacífico. La riqueza del
guano y el salitre venía siendo explotada desde hacía mucho tiempo. Nuestros
militares estaban dedicados a dar golpes de estado, como ha sido ya su
costumbre, en vez de preparar a su tropa, adquirir a tiempo material de guerra
y espiar las actividades de un vecino agresivo.
Bolognesi, que peleó hasta quemar su último cartucho, fue tan engañado como
los indios peruanos que creían, y esto está documentado por testigos
presenciales, que venían a pelear por un "general Perú" en contra de un
"general Chile". El sacrificio de Bolognesi fue inútil, Arica estaba perdida desde
hacía mucho tiempo.
Alfonso Ugarte, aunque sea verdad que se tirase al abismo para defender que
la bandera cayera en manos enemigas, fue otro engañado. Una bandera es un
símbolo, pero trapo a fin de cuentas. La Patria nunca le hubiese pedido que se
matase por eso. ¡Cuántas banderas se ven en los museos militares del mundo
que han sido símbolos fetichistas de hombres engañados!
Todos los héroes de la Guerra del Pacífico han sido valientes y hemos tenido
muchos más, pero la valentía es una cosa y el machismo es otra. Una nación
valiente no es aquella que tiene un puñado de suicidas que se inmolan
engañados por cobardes dirigentes. Una nación valiente es aquella que tiene
ciudadanos que cumplen el deber cívico de hacerla rica y poderosa para que
no sea atacada, sino respetada, cuando no temida. Yo les aseguro que si hoy
se descubriera una riqueza grandiosa en el Perú, nuestro territorio sería
avasallado sin el menor reparo por los chilenos o por cualquier país que tenga
la mano larga.
***
Sólo para completar el cuadro de esta dolorosa etapa, me veo obligado a decir
que la batalla de Tarapacá no la ganamos. Eso es una invención de los
militares coludidos con los historiadores. Una batalla se gana cuando pasan
una de tres cosas: o el enemigo es aniquilado, o se rinde, o huye y uno se
apropia del territorio en disputa. Pues bien, ninguna de esas tres cosas ocurrió
en Tarapacá.
Las fuerzas peruanas venían huyendo del enemigo que nos había infligido la
catastrófica derrota de San Francisco una semana antes. La ineptitud y
cobardía de varios jefes de la alianza peruano-boliviana fue la única causa.
Estaban muertas de hambre y sed, sin caballería, sin artillería, sin municiones y
con la tropa sin zapatos. El destino era llegar a Arica por Tiliviche, sin embargo
se perdieron y tomaron la dirección de Tarapacá. Los chilenos nos dieron
alcance y nos trataron de envolver. No esperaban nuestra reacción, peleamos
en condiciones desesperadas. Los atacamos, nos apoderamos de parte de su
artillería, haciéndoles retroceder. Los peruanos no pudieron avanzar. Los
chilenos no estaban derrotados ni mucho menos, se reagruparían y por estar
mejor comidos, armados y equipados, nos aniquilarían al día siguiente, por eso
se decidió huir esa misma noche, no pudimos retener nada, ni los cañones
capturados que los enterramos, ni el árido y escarpado campo de batalla. La
extenuada tropa tuvo que caminar 500 kilómetros a través del desierto. Muchos
no llegaron. El 27 de Noviembre de 1879 perdimos para siempre la provincia de
Tarapacá. Festejar la batalla de Tarapacá es como si Napoleón celebrase su
retirada de Rusia. Lo siento mucho, pero es verdad.
Repito: léase bien que por falta de valor no hemos perdido nunca, nuestras
derrotas se han debido a la falta de honradez gubernamental y a la docilidad
del pueblo que no los echó a tiempo.
Avenidas importantes de Lima llevan el nombre de extranjeros que nos
ayudaron a recuperar diplomáticamente Tacna o que evitaron que nos dieran
una paliza peor: Wilson, Pershing, Petit Thouars. Cualquier cambio reciente de
nombre de estas arterias no invalida lo que he dicho.
***
Siglos después hubo un limeño que llegó muy joven a ser Oidor de la Audiencia
de Lima y acosado por la Inquisición se fugó primero a España y después a
Francia, llegó a ser amigo de Voltaire y de los enciclopedistas, sus escrito
influyeron a todos los movimientos revolucionarios de la época incluyendo a los
"padres de la patria" de Estados Unidos. Tiene una importante plaza en Madrid.
En el perú creo que hay un colegio secundario que lleva su nombre y una
callecita en el distrito de Miraflores, ¡qué injusticia!. Se llamaba Pablo Olavide.
***
El siglo XIX fue rico en militares y pobre en intelectuales. Más que pobre, fue
nulo en ideas como es de suponer. Ningún modelo estruendoso salen de los
primeros ochenta años de República, más nos hubiera valido adoptar la
monarquía nativa propuesta por Bernardo Monteagudo y San Martín y no la
república impuesta por Faustino Sánchez Carrión y Bolívar. Quizá hubiéramos
tenido más estabilidad y orden para poner paulatinamente las cosas en su sitio
y no tirar al pueblo a las fauces de los aventureros militares que nos
esquilmaron.
Al final del siglo XIX aparece la primera luz del pensamiento político: Manuel
González Prada delató constantemente la corrupción y expuso en su obra el
conocimiento de la realidad nacional que le obligaba a rebelarse.
Poetas hemos tenido muchos y buenos, como José Santos Chocano, José
María Euguren, Magda Portal, Alberto Guillén. Destaca, sin embargo, Cesar
Vallejo entre todos. Al Perú le regaló sus Heraldos Negros y al mudo, Trilce.
Dicen los más destacados críticos de nuestra época que no se puede entender
la poesía moderna sin haber estudiado Trilce. Vallejo es sin exageración el
Rimbaud o el Baudelaire del siglo XX. Un poeta que marcó época. Su vida
coincidió con sus principios.
Se puede ver que flaqueo. En este momento admito sin ambages que soy
incapaz de sugerir nombres de destacados hombres y mujeres que
contribuyeron al desarrollo de nuestras profesiones liberales clásicas como la
medicina, ingeniería, educación, o en otras más modernas tales como
sindicalismo (no debíamos celebrar el 1 de Mayo. No se sabe si es en recuerdo
a los mártires de Chicago o al partido comunista), gestión empresarial,
transporte público, medios de comunicación, fotografía, etc.
Lamento que no haya un monumento importante a Felipe Pinglo, "el hijo del
pueblo, el hombre que supo amar", que nos deleitó con sus valsecitos porque
llevaban un mensaje testimonial profundo. Y qué me dicen de Daniel A. Robles,
su "cóndor pasa" ha volado por todo el mundo. Me gustaría saber los nombres
de los autores de waynos como "Jauja", "Adios pueblo de Ayacucho", y de
tantos carnavalitos y pasacalles que siguen siendo cantados y bailados por
millones de nuestros compatriotas andinos. Si estuvieran hablando de la
segunda parte de este siglo no dudaría en sugerir a Chabuca Granda que tuvo
la suerte de morirse antes de ver el asco en que se convirtió "el puente y la
alameda".
***
¿Qué nos ofrecen los modelos militares?, ¿ir a la guerra a morir porque
estamos mal armados. Sabiendo que estamos mal armados porque se han
robado el dinero?
- Sí.