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China se prepara
para su
gobernanza global
Georgina Higueras
C
ONSCIENTE de ser el país que más se ha beneficiado de la globaliza-
ción, China se prepara para dar forma a una gobernanza global más
inclusiva que le garantice la lealtad de los países con los que está dis-
puesta a establecer un mundo multipolar. Incómoda por la realidad
que revela que no cuenta ni siquiera con un amigo entre sus muchos veci-
nos, Pekín se esfuerza por convencer al mundo de que su ascenso es pacífico
y no persigue un interés económico único, sino que está presto a compartir
sus logros. El objetivo prioritario de la política exterior china sigue siendo el
beneficio económico con el que seguir impul-
Georgina Higueras, escritora y sando su desarrollo y los avances tecnológicos
periodista especializada en Asia, ha que están transformando la realidad del siglo XXI.
participado, como profesora asistente
de la Universidad de Hubei, en el Foro
La crisis de 2008 llevó a Pekín a la conclusión de
Internacional Imperial Springs sobre que el modelo económico de Occidente estaba ob-
Global Governance and China’s soleto y se necesitaba otro más interdependiente,
Perspective, y en el Simposio de capaz de abordar los retos que exige un desarro-
Gobernanza Global y Organizaciones
Internacionales, celebrado por el
llo económico sostenido.
Donghu Forum on Global Governance. Apoyada en el libre mercado y en la apertura al
mundo como condiciones indispensables para su
Xi Jinping en la ceremonia de apertura del foro sobre la Franja y la Ruta (Pekín, 14 de mayo de 2017). GETTY
E
L 91% de los 1.400 millones de chinos pertenece a la etnia han, que culpa
a la minoría manchú, que gobernó el país de 1644 a 1911 (la dinastía Qing),
del atraso y las humillaciones sufridas por China ante Occidente al no abrir
las puertas a la revolución industrial. Aprendida la lección, Pekín tiene claro
ración de Shanghái (OCS) –que agrupa a China, Rusia y las antiguas repúbli-
cas soviéticas centroasiáticas, además de India y Pakistán, que se unieron en
2016– tiene un cierto carácter militar. La OCS se creó para resolver las dife-
rencias del trazado de fronteras con las nuevas repúblicas de Asia Central, ade-
más de cooperar, a través del intercambio de información entre los servicios
de inteligencia, en la lucha contra el terrorismo, el radicalismo islámico y el
separatismo, los tres grandes males que afectan tanto a esos países como al
oeste de China y, en concreto, a la provincia de Xinjiang, en la que los antiguos
habitantes uigures, de lengua túrquica y religión musulmana, apenas supo-
nen ya el 45% de una población de 22 millones.
P
EKÍN afirma que para encarar los retos de la globalización es necesario
poner fin definitivamente a la guerra fría, cuyo reducto –el enfrenta-
miento cada día más virulento entre EEUU y Corea del Norte–“amenaza
no solo el noreste de Asia sino todo el planeta”. Alejado de su vecino por el em-
pecinamiento en desarrollar armas nucleares, el gobierno chino critica tam-
bién a EEUU por seguir realizando maniobras militares en la zona y no aceptar
su propuesta de congelarlas al tiempo que las pruebas armamentísticas nor-
coreanas para facilitar que Pyongyang y Washington se sienten a negociar una
salida a la crisis que les enfrenta.
China se vio arrastrada a la guerra de Corea (1950-53), que le supuso un
enorme coste humano y material, después de que Kim Il-sung –fundador de
la República Popular Democrática de Corea (RPDC)– invadiera el sur de la pe-
nínsula sin consultar con Mao. Xi ya ha advertido que eso no volverá a ocu-
rrir, pero teme que las provocaciones de Pyongyang para conseguir que EEUU
firme el acuerdo de paz pendiente desde 1953, lleven a Donald Trump a des-
atar una guerra de incalculables consecuencias.
La preparación para lo peor ha comenzado. Días después de que el 29 de
noviembre el régimen de Kim Jong-un probase con éxito un nuevo misil in-
tercontinental, el Diario de Jilin, una provincia que tiene 1.200 kilómetros de
frontera con la RPDC, publicó una página completa de recomendaciones
sobre qué hacer en caso de un conflicto nuclear. El portavoz del ministerio
de Asuntos Exteriores censuró ante los corresponsales extranjeros el ex-
ceso de celo del periódico, pero prestigiosos profesores como Jia Qingguo, de-
cano de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Pekín,
ya han pedido públicamente a China que negocie con EEUU el fin del régi-
men norcoreano.
Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, Pekín siente como una losa la
presión internacional para que desempeñe un mayor papel en el escenario
mundial. Con la cautela de quien sabe que anda por un terreno minado, y tras
dejar en la cuneta la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
que propuso en 2005 el llamado G-4 (Japón, India, Brasil y Alemania), Pekín
promueve la convocatoria de una gran conferencia que aborde la adaptación
de la ONU a la realidad actual. Mientras, se ha convertido en el principal so-
porte de lo que llama el “gobierno global”: es el segundo contribuyente al pre-
supuesto de la organización y, al contrario que EEUU paga puntualmente su
cuota; ha adoptado e implementa el plan de acción de la Agenda 2030 para el
desarrollo sostenible y es el país que contribuye con mayor número de efec-
tivos a las fuerzas de paz de la ONU. La mayoría de los cascos azules chinos
forman parte de las operaciones de paz en África. Además, Pekín ofreció en
2015 la formación de una fuerza de paz de reserva de 8.000 soldados.
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UANTO más errática es la dirección de Trump –proteccionismo, aban-
dono del Tratado de Asociación Transpacífico, del Acuerdo de París sobre
Cambio Climático y de la UNESCO, revisión del acuerdo nuclear con Irán
y reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel–, mayor es la obsesión
de China con la gobernanza global. Los círculos académicos de todo el país
están concentrados en dilucidar cómo aconsejar al gobierno y qué debe hacer
para construir “la comunidad con un destino compartido” que propone Xi.
La urgencia por definir la “buena gobernanza” que debe presidir las rela-
ciones entre las naciones recorre todos los rincones de China. Seminarios, foros
y conferencias tratan de atraer a intelectuales y personalidades políticas in-
ternacionales con las que allanar el camino para que el mundo acepte como
positivo el liderazgo chino. Entre los más recientes, destaca el Foro Interna-
cional Imperial Springs, organizado en Cantón por el Club de Madrid, que reu-
nió a finales de noviembre a una veintena de exjefes de Estado y de gobierno
y unos 80 profesores, políticos y empresarios chinos y extranjeros. Los ex-
mandatarios fueron recibidos posteriormente por Xi, con quien departieron
ampliamente sobre las conclusiones.
El exprimer ministro japonés Yukio Hatoyama destacó la urgencia de conse-
guir un acuerdo entre Japón, China y Corea del Sur, para convencer a EEUU de
que se siente a negociar un tratado de paz con Corea del Norte y se evite el es-
panto de una conflagración que podría dejar cientos de miles de muertos. El ex-
secretario general de la ONU Ban Ki-moon también señaló que el mantenimiento
plio dominio de las redes sociales, lo que le permite estar informado de las
tendencias sociales. Para ello cuenta con la policía cibernética más numerosa
y preparada del mundo, capaz no solo de censurar lo que circula por una red
con 740 millones de internautas, sino también de elaborar análisis de opinión
sobre “la sociedad del conocimiento” y sus tendencias. Xi sabe que su popula-
ridad procede en buena medida de la lucha contra la corrupción. La decisión
de empeñarse en la lucha contra la desigualdad procede del conocimiento de
la creciente ira de los chinos cuando comparan su situación. “Nunca antes ha-
bían aumentado tanto las demandas de los ciudadanos para mejorar el nivel
de vida”, reconoció Xi. La “nueva era”, prometida en el XIX Congreso del PCCh,
debe hacer frente al reto “entre un desarrollo inadecuado y desequilibrado y
las crecientes necesidades de la gente para una vida mejor”, añadió.
La conciencia de que la sociedad soporta cada día con más resentimiento la
desigualdad está forzando el cambio del modelo económico. Por primera vez
desde que comenzó hace más de 30 años el desarrollo masivo de las infraes-
tructuras, se han paralizado varios proyectos de construcción de líneas de
metro que estaban iniciadas, como las dos de la ciudad de Baotou, en Mongo-
lia Interior, de una longitud total de 42 kilómetros. Se ha suspendido también
el inicio de muchos otros proyectos, con lo que se pretende no solo frenar la
abultada deuda de las administraciones locales, sino destinar más fondos a
educación, sanidad, seguridad social y pensiones.
REGIONALISMO Y MULTILATERALISMO
S
IN embargo, Pekín ve fundamental impulsar la conectividad global a tra-
vés de la creación de una intensa red ferroviaria y de carreteras, puer-
tos y aeropuertos que faciliten los intercambios y el movimiento de
mercancías y pasajeros, además de gasoductos y oleoductos para el transporte
energético y tendidos de fibra óptica para impulsar el desarrollo de los países.
Para consolidarse como hegemón económico, China precisa propulsar el co-
mercio internacional, para lo que ha adoptado la Franja y la Ruta no solo como
su nueva carta de identidad, sino también como eje del regionalismo y multi-
lateralismo que considera fundamentales tanto para el desarrollo como para
evitar conflictos.
Para Pekín, la mejor forma de proteger su gigantesco comercio global y sus
inversiones en infraestructuras es la estabilidad regional y global, a través
de normas claras de gobernanza. Aunque su nueva política asertiva en el mar
del Sur de China parece haber entrado en conflicto con alguna de esas nor-
mas, como la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar, pretende la
reforma más que la abolición, de manera que se adapten no solo a los intere-
ses de EEUU sino también a los de China, e insiste en la necesidad de estable-
cer una “buena gobernanza” en lugar del dominio militar.
Con la infinidad de problemas internos que ha ido resolviendo, incluido
sacar de la pobreza a 800 millones de personas, Pekín cree que su experien-
cia interna le facilita impulsar la gobernanza global. Especialmente ahora que
ha declarado que el sistema democrático occidental no es apropiado para
China, pero que el “socialismo con características chinas” puede ser de utili-
dad a los países en vías de desarrollo.
“Necesitamos construir confianza, reforzar nuestros compromisos, elabo-
rar consensos y demostrar voluntad política para ceder la parte de soberanía
que requiere la aceptación de reglas creadas para una buena gobernanza glo-
bal”, afirmó Ouyang Kang, decano del Instituto de Gobernanza Estatal, durante
el Simposio de Gobernanza Global y Organizaciones Internacionales, celebrado
en Wuhan (centro de China) a primeros de diciembre de 2017.
En ese mismo simposio, Sun Jianhang, profesor del Instituto Internacional
de Estrategia de la Escuela del Partido, destacó que el liderazgo chino “debe
defender la diversidad cultural, escuchar atento y no tratar de imponer su mo-
delo, sino fomentar la interacción con los demás”.
En medio del desconsuelo que sacude a un Occidente sin liderazgo y azo-
tado por el populismo y el nacionalismo, la oferta de Xi Jinping de ligar los
intereses nacionales a los regionales y globales para crear un mundo multi-
polar más inclusivo, democrático, dialogante, innovador y efectivo suena a
cántico de sirenas en todo el mundo. Solo con el intento de llevarlo a la prác-
tica, la humanidad dará un paso de gigante. ●