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ESTUDIOS

China se prepara
para su
gobernanza global
Georgina Higueras

La búsqueda de aliados para consolidar su poder


económico y político en un sistema internacional
en transformación está detrás de la apuesta de
China por la iniciativa de la Franja y la Ruta.

C
ONSCIENTE de ser el país que más se ha beneficiado de la globaliza-
ción, China se prepara para dar forma a una gobernanza global más
inclusiva que le garantice la lealtad de los países con los que está dis-
puesta a establecer un mundo multipolar. Incómoda por la realidad
que revela que no cuenta ni siquiera con un amigo entre sus muchos veci-
nos, Pekín se esfuerza por convencer al mundo de que su ascenso es pacífico
y no persigue un interés económico único, sino que está presto a compartir
sus logros. El objetivo prioritario de la política exterior china sigue siendo el
beneficio económico con el que seguir impul-
Georgina Higueras, escritora y sando su desarrollo y los avances tecnológicos
periodista especializada en Asia, ha que están transformando la realidad del siglo XXI.
participado, como profesora asistente
de la Universidad de Hubei, en el Foro
La crisis de 2008 llevó a Pekín a la conclusión de
Internacional Imperial Springs sobre que el modelo económico de Occidente estaba ob-
Global Governance and China’s soleto y se necesitaba otro más interdependiente,
Perspective, y en el Simposio de capaz de abordar los retos que exige un desarro-
Gobernanza Global y Organizaciones
Internacionales, celebrado por el
llo económico sostenido.
Donghu Forum on Global Governance. Apoyada en el libre mercado y en la apertura al
mundo como condiciones indispensables para su

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ST

Xi Jinping en la ceremonia de apertura del foro sobre la Franja y la Ruta (Pekín, 14 de mayo de 2017). GETTY

objetivo prioritario, China se asoma al turbulento escenario internacional que le


toca liderar convencido de que el regionalismo es fundamental para impulsar la
estabilidad y seguridad que la economía y el desarrollo global necesitan.
Ha hecho frente común con la Unión Europea en la defensa de una alianza
verde para reducir las emisiones de carbono, fomentar la energía limpia e in-
tensificar la lucha contra el cambio climático. Alarmado por la contaminación
generada por tres décadas de crecimiento en las que todo era válido, Pekín ha
convertido la protección del medio ambiente en una “cuestión de seguridad na-
cional”, califica el Acuerdo de París de “logro histórico e irreversible” y entiende
la lucha contra el cambio climático, en tanto que “factor multiplicador de la
fragilidad social y política”, como una prioridad de la gobernanza global.

ALIADOS PARA UN DESTINO COMPARTIDO

E
L 91% de los 1.400 millones de chinos pertenece a la etnia han, que culpa
a la minoría manchú, que gobernó el país de 1644 a 1911 (la dinastía Qing),
del atraso y las humillaciones sufridas por China ante Occidente al no abrir
las puertas a la revolución industrial. Aprendida la lección, Pekín tiene claro

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que la revolución tecnológica le ofrece la oportunidad de la revancha: volver


a situarse en el centro político del planeta. Sin embargo, considera que el
mundo es mucho más complejo que entonces y necesita aliados para afrontar
los grandes desafíos, desde el terrorismo internacional a la seguridad ali-
mentaria y energética, pasando por las armas de destrucción masiva, el cam-
bio climático, las drogas y las epidemias.
Según el economista estadounidense Charles Kindleberger (1910-2003), el
desastre de los años treinta del siglo XX se debió a que Estados Unidos, que
ya era la gran potencia económica, no quiso responsabilizarse de su liderazgo
mundial ni aportar los bienes públicos necesarios para estabilizar la econo-
mía. Pekín no quiere que le echen en cara la misma dejación de compromi-
sos y ha comenzado a pavimentar su ascenso al podio, a través de los vínculos
con los otros grandes países emergentes, integrando los BRICS (Brasil, Rusia,
India China y Suráfrica) y el G-20. Además, ha fundado el Banco Asiático de In-
versión en Infraestructuras y el Nuevo Banco de Desarrollo, y estudia la cre-
ación de otro banco Sur-Sur. Con estas tres instituciones financieras pretende
facilitar el crédito a los proyectos de desarrollo sin los condicionantes neoli-
berales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
Los esfuerzos de China por lograr un “destino común para la humanidad y
una paz y estabilidad duraderas”, según afirmó el presidente Xi Jinping du-
rante el XIX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), celebrado el pa-
sado octubre, se centran en la conectividad y el desarrollo económico real que
propugna la Nueva Ruta de la Seda, denominada oficialmente La Franja y la
Ruta. Investido de la nueva aureola de poder que representa la inserción en
los estatutos del PCCh de su teoría política, al igual que Mao Zedong y Deng
Xiaoping, el secretario general dejó claro a propios y extraños que está dis-
puesto a ejercer su liderazgo tanto en China como en el resto del mundo.
La decisión de adoptar un objetivo económico como bandera de la política
exterior representa un cambio de estrategia con respecto a EEUU, cuya enseña
ha sido la seguridad, aunque esa prioridad no ha impedido a Pekín moderni-
zar sus fuerzas armadas, dotarlas de equipo y armamento avanzados y me-
jorar sus capacidades de combate para garantizar la defensa del territorio
nacional y de las estratégicas vías de tránsito de su gigantesco transporte ma-
rítimo, con el que se abastece de materias primas y exporta productos manu-
facturados. En la primavera de 2017 botó su segundo portaaviones, el 001A,
y estableció en Yibuti su primera base militar en el exterior.
Símbolo de los tiempos que corren, China, hasta el momento, no tiene alia-
dos militares formales, sino que promueve un multilateralismo de socios, con
foros de cooperación, grupos y asociaciones. Solo la Organización de Coope-

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ración de Shanghái (OCS) –que agrupa a China, Rusia y las antiguas repúbli-
cas soviéticas centroasiáticas, además de India y Pakistán, que se unieron en
2016– tiene un cierto carácter militar. La OCS se creó para resolver las dife-
rencias del trazado de fronteras con las nuevas repúblicas de Asia Central, ade-
más de cooperar, a través del intercambio de información entre los servicios
de inteligencia, en la lucha contra el terrorismo, el radicalismo islámico y el
separatismo, los tres grandes males que afectan tanto a esos países como al
oeste de China y, en concreto, a la provincia de Xinjiang, en la que los antiguos
habitantes uigures, de lengua túrquica y religión musulmana, apenas supo-
nen ya el 45% de una población de 22 millones.

EL ESCOLLO DE KIM Y DE TRUMP

P
EKÍN afirma que para encarar los retos de la globalización es necesario
poner fin definitivamente a la guerra fría, cuyo reducto –el enfrenta-
miento cada día más virulento entre EEUU y Corea del Norte–“amenaza
no solo el noreste de Asia sino todo el planeta”. Alejado de su vecino por el em-
pecinamiento en desarrollar armas nucleares, el gobierno chino critica tam-
bién a EEUU por seguir realizando maniobras militares en la zona y no aceptar
su propuesta de congelarlas al tiempo que las pruebas armamentísticas nor-
coreanas para facilitar que Pyongyang y Washington se sienten a negociar una
salida a la crisis que les enfrenta.
China se vio arrastrada a la guerra de Corea (1950-53), que le supuso un
enorme coste humano y material, después de que Kim Il-sung –fundador de
la República Popular Democrática de Corea (RPDC)– invadiera el sur de la pe-
nínsula sin consultar con Mao. Xi ya ha advertido que eso no volverá a ocu-
rrir, pero teme que las provocaciones de Pyongyang para conseguir que EEUU
firme el acuerdo de paz pendiente desde 1953, lleven a Donald Trump a des-
atar una guerra de incalculables consecuencias.
La preparación para lo peor ha comenzado. Días después de que el 29 de
noviembre el régimen de Kim Jong-un probase con éxito un nuevo misil in-
tercontinental, el Diario de Jilin, una provincia que tiene 1.200 kilómetros de
frontera con la RPDC, publicó una página completa de recomendaciones
sobre qué hacer en caso de un conflicto nuclear. El portavoz del ministerio
de Asuntos Exteriores censuró ante los corresponsales extranjeros el ex-
ceso de celo del periódico, pero prestigiosos profesores como Jia Qingguo, de-
cano de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Pekín,
ya han pedido públicamente a China que negocie con EEUU el fin del régi-
men norcoreano.

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Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, Pekín siente como una losa la
presión internacional para que desempeñe un mayor papel en el escenario
mundial. Con la cautela de quien sabe que anda por un terreno minado, y tras
dejar en la cuneta la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
que propuso en 2005 el llamado G-4 (Japón, India, Brasil y Alemania), Pekín
promueve la convocatoria de una gran conferencia que aborde la adaptación
de la ONU a la realidad actual. Mientras, se ha convertido en el principal so-
porte de lo que llama el “gobierno global”: es el segundo contribuyente al pre-
supuesto de la organización y, al contrario que EEUU paga puntualmente su
cuota; ha adoptado e implementa el plan de acción de la Agenda 2030 para el
desarrollo sostenible y es el país que contribuye con mayor número de efec-
tivos a las fuerzas de paz de la ONU. La mayoría de los cascos azules chinos
forman parte de las operaciones de paz en África. Además, Pekín ofreció en
2015 la formación de una fuerza de paz de reserva de 8.000 soldados.

DEFINIR EL LIDERAZGO CHINO

C
UANTO más errática es la dirección de Trump –proteccionismo, aban-
dono del Tratado de Asociación Transpacífico, del Acuerdo de París sobre
Cambio Climático y de la UNESCO, revisión del acuerdo nuclear con Irán
y reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel–, mayor es la obsesión
de China con la gobernanza global. Los círculos académicos de todo el país
están concentrados en dilucidar cómo aconsejar al gobierno y qué debe hacer
para construir “la comunidad con un destino compartido” que propone Xi.
La urgencia por definir la “buena gobernanza” que debe presidir las rela-
ciones entre las naciones recorre todos los rincones de China. Seminarios, foros
y conferencias tratan de atraer a intelectuales y personalidades políticas in-
ternacionales con las que allanar el camino para que el mundo acepte como
positivo el liderazgo chino. Entre los más recientes, destaca el Foro Interna-
cional Imperial Springs, organizado en Cantón por el Club de Madrid, que reu-
nió a finales de noviembre a una veintena de exjefes de Estado y de gobierno
y unos 80 profesores, políticos y empresarios chinos y extranjeros. Los ex-
mandatarios fueron recibidos posteriormente por Xi, con quien departieron
ampliamente sobre las conclusiones.
El exprimer ministro japonés Yukio Hatoyama destacó la urgencia de conse-
guir un acuerdo entre Japón, China y Corea del Sur, para convencer a EEUU de
que se siente a negociar un tratado de paz con Corea del Norte y se evite el es-
panto de una conflagración que podría dejar cientos de miles de muertos. El ex-
secretario general de la ONU Ban Ki-moon también señaló que el mantenimiento

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de la paz exige “mayores esfuerzos para cambiar el sistema de gobernanza in-


ternacional”. Ban insistió en que renovarlo “requiere mejorar el liderazgo in-
ternacional de los grandes poderes” en un mundo en transición, cuyo proyecto
de regeneración no se ha concretado y obstaculiza el populismo, mientras el
terrorismo y el extremismo violento se expanden como un tumor.
Los dignatarios aplaudieron la voluntad de China de estudiar las distintas
realidades antes de instaurar una nueva gobernanza global. “Más que instau-
rar nuevas normas, lo que se necesita es la implementación de las existentes”,
señaló el exprimer ministro italiano y expresidente
de la Comisión Europea, Romano Prodi, quien con-
sideró que Pekín debe emplearse a fondo en la
puesta en práctica del Acuerdo de París y en la lucha
contra la desigualdad. “Es urgente un acuerdo con- «Cuanto más errática
tra los paraísos fiscales”, afirmo también Prodi. Por es la dirección de
primera vez en su historia, la Unión Europea publicó
Donald Trump, mayor
en diciembre de 2017 una lista negra de los 17 paí-
ses o áreas que menos cooperan en la lucha contra es la obsesión de
la evasión fiscal y advirtió a otros 47, incluidos te- China con la
rritorios de ultramar británicos y dependencias de
gobernanza global»
esa corona. Macao y Hong Kong, antiguas colonias
de Portugal y Reino Unido, respectivamente, –que se
rigen desde su devolución a China por el principio
de “un país, dos sistemas” instaurado por Deng para
facilitar su transición– se encuentran entre las zonas
declaradas opacas por la UE o por ONG especializadas en la lucha contra el
fraude fiscal, como Oxfam y Tax Justice Network. El presidente Xi facilitó en 2015
la consecución de un acuerdo entre 44 países (los del G-20 y la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, más Colombia y Letonia), que
representan el equivalente al 90% de la economía mundial, sobre un nuevo
sistema global de intercambio automático de información de transacciones
transfronterizas tanto de delincuentes internacionales como de los contribu-
yentes. Sin embargo, aún no se ha puesto en práctica dicho acuerdo.
Entre los compromisos adquiridos por Xi al iniciar su segundo mandato
como secretario general del PCCh, se encuentra mejorar la calidad de vida de
los ciudadanos y erradicar para 2020 la pobreza absoluta que aún padecen,
según el gobierno, 43,35 millones de chinos, cuyos ingresos anuales están por
debajo de 2.300 yuanes (306 euros, menos de un euro al día). Lo alarmante, sin
embargo, es el despiadado crecimiento de la desigualdad y la pobreza relativa
de cientos de millones de chinos que malviven con salarios de miseria frente

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al enriquecimiento de una minoría. El 1% de los hogares más ricos posee el


33% de la riqueza nacional, mientras que el 25% de los hogares más desfavo-
recidos apenas alcanza el 1%.
Según la revista Hurun, especializada en medir la opulencia, en 2016 China
sobrepasó a EEUU en el número de milmillonarios en dólares; con 568 frente
a 535. La desigualdad creciente se ha convertido en el gran problema de la glo-
balización y más que ningún otro asunto exige una acción coordinada mun-
dial para impedir que una minoría amparada en la opacidad financiera y los
paraísos fiscales siga aumentando sus ganancias a costa de la mayoría que
tiene que proveer al Estado de los impuestos que no pagan las grandes cor-
poraciones y fortunas individuales. Los más ricos del mundo, aquellos adul-
tos con 100.000 millones dólares en activos (sin incluir la primera vivienda,
ni los bienes de consumo), suponen el 8,6% de los 5.500 millones de individuos
mayores de 15 años, y poseen el 85,6% del total de la riqueza mundial.
El expresidente de Guyana Donald Ramotar también se refirió durante su
intervención en el Imperial Springs a la necesidad de que la gobernanza glo-
bal aborde la desigualdad de la que en buena medida se nutren el extremismo
y el populismo. Ramotar abogó porque en el futuro que China pretende cons-
truir no haya una moneda global, debido al alto precio que ha supuesto una
economía mundial dolarizada para países en vías de desarrollo. Pidió la im-
posición de un impuesto al mercado internacional de armas que manejan las
grandes potencias y el desarme nuclear total.
En septiembre de 2017, el Banco Central de China ilegalizó las Ofertas Ini-
ciales de Monedas (ICO), plataformas que utilizan las nuevas empresas para
conseguir financiación a través de criptomonedas, y días después prohibió el
bitcoin, de carácter especulativo e impredecible que, según el premio Nobel
de Economía Joseph Stiglitz, debería ilegalizarse porque “no tiene ninguna
función social útil”.
Las criptomonedas no cuentan con regulación internacional y, al igual que
los paraísos fiscales y la opacidad financiera, favorecen la corrupción, por lo
que no es de extrañar la hostilidad de Xi a este nuevo instrumento financiero.
Desde que llegó al poder en noviembre de 2012, Xi ha desatado una extensa
campaña contra lo que ha denominado “el cáncer” del desarrollo chino. Más
de 170 ministros, generales, viceministros y altos mandos locales, junto a un
millón de funcionarios y miembros del PCCh han perdido sus cargos y muchos
de ellos se encuentran encarcelados. Además, ha conseguido la extradición de
decenas de corruptos huidos.
El gobierno chino, defensor a ultranza de la tecnología de la información pese
a que controla con puño de hierro los medios de comunicación, tiene un am-

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plio dominio de las redes sociales, lo que le permite estar informado de las
tendencias sociales. Para ello cuenta con la policía cibernética más numerosa
y preparada del mundo, capaz no solo de censurar lo que circula por una red
con 740 millones de internautas, sino también de elaborar análisis de opinión
sobre “la sociedad del conocimiento” y sus tendencias. Xi sabe que su popula-
ridad procede en buena medida de la lucha contra la corrupción. La decisión
de empeñarse en la lucha contra la desigualdad procede del conocimiento de
la creciente ira de los chinos cuando comparan su situación. “Nunca antes ha-
bían aumentado tanto las demandas de los ciudadanos para mejorar el nivel
de vida”, reconoció Xi. La “nueva era”, prometida en el XIX Congreso del PCCh,
debe hacer frente al reto “entre un desarrollo inadecuado y desequilibrado y
las crecientes necesidades de la gente para una vida mejor”, añadió.
La conciencia de que la sociedad soporta cada día con más resentimiento la
desigualdad está forzando el cambio del modelo económico. Por primera vez
desde que comenzó hace más de 30 años el desarrollo masivo de las infraes-
tructuras, se han paralizado varios proyectos de construcción de líneas de
metro que estaban iniciadas, como las dos de la ciudad de Baotou, en Mongo-
lia Interior, de una longitud total de 42 kilómetros. Se ha suspendido también
el inicio de muchos otros proyectos, con lo que se pretende no solo frenar la
abultada deuda de las administraciones locales, sino destinar más fondos a
educación, sanidad, seguridad social y pensiones.

REGIONALISMO Y MULTILATERALISMO

S
IN embargo, Pekín ve fundamental impulsar la conectividad global a tra-
vés de la creación de una intensa red ferroviaria y de carreteras, puer-
tos y aeropuertos que faciliten los intercambios y el movimiento de
mercancías y pasajeros, además de gasoductos y oleoductos para el transporte
energético y tendidos de fibra óptica para impulsar el desarrollo de los países.
Para consolidarse como hegemón económico, China precisa propulsar el co-
mercio internacional, para lo que ha adoptado la Franja y la Ruta no solo como
su nueva carta de identidad, sino también como eje del regionalismo y multi-
lateralismo que considera fundamentales tanto para el desarrollo como para
evitar conflictos.
Para Pekín, la mejor forma de proteger su gigantesco comercio global y sus
inversiones en infraestructuras es la estabilidad regional y global, a través
de normas claras de gobernanza. Aunque su nueva política asertiva en el mar
del Sur de China parece haber entrado en conflicto con alguna de esas nor-
mas, como la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar, pretende la

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reforma más que la abolición, de manera que se adapten no solo a los intere-
ses de EEUU sino también a los de China, e insiste en la necesidad de estable-
cer una “buena gobernanza” en lugar del dominio militar.
Con la infinidad de problemas internos que ha ido resolviendo, incluido
sacar de la pobreza a 800 millones de personas, Pekín cree que su experien-
cia interna le facilita impulsar la gobernanza global. Especialmente ahora que
ha declarado que el sistema democrático occidental no es apropiado para
China, pero que el “socialismo con características chinas” puede ser de utili-
dad a los países en vías de desarrollo.
“Necesitamos construir confianza, reforzar nuestros compromisos, elabo-
rar consensos y demostrar voluntad política para ceder la parte de soberanía
que requiere la aceptación de reglas creadas para una buena gobernanza glo-
bal”, afirmó Ouyang Kang, decano del Instituto de Gobernanza Estatal, durante
el Simposio de Gobernanza Global y Organizaciones Internacionales, celebrado
en Wuhan (centro de China) a primeros de diciembre de 2017.
En ese mismo simposio, Sun Jianhang, profesor del Instituto Internacional
de Estrategia de la Escuela del Partido, destacó que el liderazgo chino “debe
defender la diversidad cultural, escuchar atento y no tratar de imponer su mo-
delo, sino fomentar la interacción con los demás”.
En medio del desconsuelo que sacude a un Occidente sin liderazgo y azo-
tado por el populismo y el nacionalismo, la oferta de Xi Jinping de ligar los
intereses nacionales a los regionales y globales para crear un mundo multi-
polar más inclusivo, democrático, dialogante, innovador y efectivo suena a
cántico de sirenas en todo el mundo. Solo con el intento de llevarlo a la prác-
tica, la humanidad dará un paso de gigante. ●

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