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“¡Oh, no! En calma no se puede hablar de aquel que no vivió jamás en ella: ¡De
Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna o entre relámpagos y rayos,
o con un manojo de pueblos libres en el puño, y la tiranía descabezada a los
pies...!
José Martí (Discurso en honor a Simón Bolívar)
Prohibido Olvidar
La verdadera historia colombiana se resiste a quedar guardada en el baúl estéril
de los recuerdos. Esa historia viva, plena de palpitaciones guerreras que han
recorrido la sangre luchadora de nuestros ancestros, de nuestros abuelos y
padres, es la historia que reivindicamos los JÓVENES BOLIVARIANOS. En
momentos en que la memoria de los pueblos tiende a ser borrada por la barbarie
de los poderosos, de los usurpadores que niegan la identidad popular, la vida y lo
humano, y que convierten al dinero en Dios y Ley, deben volver a retumbar en las
conciencias juveniles los llamados que evocan su infinita rebeldía; esa misma
rebeldía de nuestros Taitas indígenas que valientemente enfrentaron la
colonización española. Ese espíritu rebelde que se hizo presente de manera plena
en cada compatriota que junto al Libertador Simón Bolívar combatió firme en la
gesta de nuestra Primera Independencia.
Las balas asesinas que silenciaron las vidas de Gonzalo Bravo Pérez en 1929, de
jóvenes y estudiantes que sentaron sus voces de protesta en las jornadas del 8 y
9 de junio de 1954 y de aquellos que han caído en las ultimas décadas a manos
del terrorismo de Estado en Colombia; la de las juventudes de nuestra América
que armadas de valor, amor al pueblo y bravura, desafiaron la envestida de los
tiranos y su dictadura ignominiosa. Esas balas criminales habrán apagado la luz
de sus vidas pero no han podido destruir sus sueños, los mismos que siguen vivos
en cada joven bolivariano de corazón.
Hemos sido víctimas de una educación que se plantea de espaldas al trabajo, una
educación de espaldas a las realidades y necesidades de nuestra tierra, de
espaldas a la formación espiritual e intelectual de los jóvenes y de espaldas a la
ciencia. Ésta, más que educación es una alienación, produce seres malformados,
dogmáticos y sin conciencia de su espacio, de su época y de las circunstancias en
que vive su pueblo.