Professional Documents
Culture Documents
13.1
1:3, 15; Mt. 2:13, 19; Hch. 8:26); proporciona advertencia anticipada
acerca del nacimiento de Sansón (Jue. 13:3ss), Juan el Bautista (Lc.
1:11ss) y Jesús (Mt. 1:20, 24; Lc. 2:9). En Jue. 13:3ss no se lo
reconoce de inmediato, y para Balaam (Nm. 22:22ss) ni siquiera resulta
visible; pero mayormente cuando aparece a los hombres se lo reconoce
como un ser divino, si bien en forma humana, (teofanía) y se le dirige la
palabra como a Dios (Gn. 16:13, etc.). Y en algunos casos recibe
adoración.
Aparte del “ángel del Señor”, el ejecutor o, incluso, la
manifestación de Yahvéh (teofanía), los ángeles son seres espirituales
separados (criaturas) de Dios.
13.2
discernimiento en los pasajes que hacen referencia a esta expresión
“hijos de Dios”, porque también se refiere a los fieles (Lucas 20:36 y
Romanos 8:14).
36
Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son
hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
14
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios.
La angelología del AT alcanza su mayor desarrollo en Daniel, el
Apocalipsis judaico más antiguo. Aquí los ángeles primeramente reciben
nombres propios, y adquieren una especie de personalidad. Gabriel le
explica muchas cosas a Daniel, en forma muy semejante al visitante
divino de Zacarías (Dn. 8:16ss; 9:2ss). En ambos libros el ángel es el
fluido portavoz de Dios, a quien también se puede interrogar; pero el
Gabriel de Daniel está más desarrollado y es más convincente. Miguel
tiene una función especial como ángel guardián de Israel (Dn. 10:13,
21; 12:1), y otras naciones están equipadas en forma semejante (Dn.
10:20). Esto se hizo un lugar común entre los rabinos. Hay una visión
pasajera de los lugares celestiales, donde hay incontables legiones de
ángeles alrededor del trono (Dn. 7:10; cf. Dt. 33:2; Neh. 9:6; Sal.
68:17 para ecos menos marcados).
El material examinado hasta aquí es en general preexílico, por lo
menos en su origen.
En los libros posexílicos, el ángel adquiere incuestionablemente
firmeza. El “varón” que actúa como guía de Ezequiel, divinamente
designado para mostrarle el templo ideal, es un concepto intermedio
(cap(s). 40ss); su contraparte se transforma explícitamente en Zac.
cap(s). 1–6 en un ángel que interpreta. El ministerio intercesor a favor
de Israel en Zac. 1:12-14 requiere mención especial.
También, si se tiene presente que en ese contexto “santos”
significa “hijos de Dios”, (apartados para Dios) las últimas palabras de
Zac. 14:5 constituyen lectura interesante a la luz de las predicciones
sinópticas de la segunda venida.
13.3
El concepto del ángel guardián personal se ha agudizado, igual
que en la literatura rabínica (Mt. 18:10; cf .Hch. 12:15). No faltan
misiones especiales de comunicación a individuos: la visita de Gabriel a
Daniel puede compararse con la que se efectuó a Zacarías (Lc. 1:11–
20), y a María (Lc. 1:26–38; cf. Mt. 1–2; Hch. 8:26; 10:3ss; 27:23,
etc.). El papel de socorro activo a la humanidad se percibe en Hch.
5:19s; 12:7–10, que recuerda a Elías debajo del enebro. El trono de
Dios está rodeado de incontables legiones de ángeles, como ya lo había
declarado Daniel (He. 12:22; Ap. 5:11, etc.).
En el NT están íntimamente asociados con la promulgación de la
ley (Hch. 7:53; Gá. 3:19; He. 2:2), y no resulta incongruente
vincularlos con el juicio final (Mt. 16:27; Mr. 8:38; 13:27; Lc. 12:8s; 2
Ts. 1:7s, etc.). Quizá sea también función especial de ellos trasladar a
los justos al seno de Abraham cuando mueren (Lc. 16:22s).
Pocos intentos hay de describir directamente como son los
ángeles. Hay insinuaciones sobre rostros y vestimenta brillantes, de una
belleza deslumbrante, que el arte cristiano ha intentado expresar a su
modo (Mt. 28:2s y par.; Lc. 2:9; Hch. 1:10). El AT evidencia una
reticencia comparable cuando se refiere a los querubines (Ez. 10; Is. 6).
El esplendor del rostro de Esteban cuando fue condenado refleja la
hermosura angelical (Hch. 6:15).
Fue indudablemente a raíz de errores doctrinales por parte de sus
lectores que el escritor de Hebreos recalcó tan enfáticamente la
superioridad del Hijo con respecto a cualquier ángel (He. 1).
13.4
13.2. Demonio
13.5
incidente de Hch. 19:13ss es una excepción.) Aparentemente se trataba
de un fenómeno asociado especialmente con el ministerio terrenal de
nuestro Señor. Seguramente debe interpretarse como una violenta
oposición demoníaca a la obra de Jesús.
Los evangelios presentan a Jesús en permanente conflicto con los
espíritus malos. No era cosa fácil echar a tales seres de los hombres.
Los que se oponían a Jesús reconocían que él lo podía hacer, y
también que se requería un poder más que humano para hacerlo. Por
esta razón atribuían su éxito a la presencia de Satanás en él (Lc.
11:15), exponiéndose así a que se les respondiera que proceder de ese
modo no haría sino provocar la ruina del reino del maligno (Lc. 11:17s).
El poder de Jesús era el del “Espíritu de Dios” (Mt. 12:28) o, como
lo expresa Lucas, “si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios…”
(Lc. 11:20).
La victoria que Jesús obtuvo sobre los demonios, la compartió con
sus seguidores; cuando envió a sus doce discípulos: “les dio poder y
autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades” (Lc.
9:1).
Más adelante, cuando los setenta volvieron de su misión, pudieron
informar diciendo: “Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu
nombre” (Lc. 10:17). Otros que no eran del círculo íntimo de los
discípulos podían invocar su nombre para echar fuera los demonios,
hecho que causó cierta perturbación a algunos de los integrantes de
dicho círculo, pero no al Maestro (Mr. 9:38s).
13.6