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Bloque I: “El saber filosófico” Filosofía-1.

º bachillerato

Bloque 1: El saber filosófico


Índice del tema
0.- Introducción

1.- Definición de Filosofía.

2.- Orígenes de la Filosofía.

3.- El saber filosófico a través de su historia. Características de la Filosofía.

4.- Funciones y vigencia de la Filosofía.

Anexo: selección de textos.

0.- Introducción
En este primer bloque introductorio al curso y a la materia llevaremos a
cabo un acercamiento al significado de la Filosofía, como asignatura y como
término (lo que se llama “etimología” de la palabra, origen lingüístico de la
misma). Veremos, por su propio origen histórico, que en este saber se
condensaban todos los descubiertos y cultivados por los hombres hasta el
momento; el hombre culto, el sabio, era filósofo y en él recaían todos los saberes
que interesaban a los hombres: matemáticas, medicina, poesía, astronomía,
física…
La manera en que los seres humanos filosofaban y sus temas de interés
eran propios de unos cuantos y de una cultura determinada; por ello,
analizaremos estos orígenes geográficos y su difusión.
También veremos que el saber filosófico no es el más antiguo ni
primigenio en el hombre; lo compararemos con otros saberes e intentaremos
averiguar por qué nace este, qué necesidad había en el humano de él. Haremos
un recorrido por otras explicaciones pre-filosóficas o, lo que es lo mismo, pre-
racionales. Nos detendremos en las capacidades mentales que emplea la
filosofía a la hora de constituirse como saber sobre la realidad, trataremos la
racionalidad y la sensibilidad.
Haremos una distinción entre aquellas disciplinas o saberes que
permiten a la filosofía hacer un estudio desde una vertiente más teórica y la que
se vincula más con la acción humana, lo que dará una visión unitaria a los
bloques que componen este temario.

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Por último, aunque se llegue a pensar en el desfase e incluso en la poca


utilidad o práctica de la filosofía, asignaremos a ésta algunas funciones que
creemos que le hacen tener vigencia todavía.

1.- Definición de Filosofía


¡Apresurémonos a popularizar la filosofía!
Diderot

La filosofía es para el hombre un esfuerzo por alcanzar la sabiduría, esfuerzo


que nunca acaba.
Kant

La filosofía es una actividad que, mediante discursos y razonamientos, nos


procura la vida feliz.
Epicuro

La filosofía es, por de pronto, algo que el hombre hace, que ha hecho. Lo
primero que debemos intentar es definir ese quehacer, tarea, labor que
llamamos Filosofía.
La palabra “filosofía” está compuesta por dos vocablos griegos:
▪ “philos” que significa “amigo, amante”, pertenece a la familia de
“philia” que significa “amor”, que deriva del verbo “philein” que
significa amar. Para formar la palabra tomamos el significado de la
philia.
▪ “sophía” que significa sabiduría.

Por ello, atendiendo a la etimología de la palabra (a su origen o


composición lingüística) podemos decir que “filosofía” significa “amor a la
sabiduría”. La palabra “sabiduría”, que venía a tomarse como sinónima de
“filosofía”, fue definida de tres maneras complementarias:
- Aristóteles la define como el conocimiento superior y más excelente.
- Las Escuelas Helenísticas la entienden como el conocimiento de los
medios que llevan al hombre a la virtud y a la felicidad.
- En la Modernidad se define como una investigación acerca de las grandes
cuestiones que preocupan al ser humano. Estas cuestiones suelen señalarse
como el mundo o cosmos, el hombre y la trascendencia (Dios o dioses).

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Montaigne dice acerca de la sabiduría: Aunque podamos ser eruditos por


el saber de otro, solo podemos ser sabios por nuestra propia sabiduría.1
Ya la etimología griega de la palabra significa amor o búsqueda de la
sabiduría. No se trata de una teoría sino de una práctica. Es más bien una unión
de las dos (theoria o contemplación más phronènis o praxis).
La filosofía es saber pensar y es el camino; la sabiduría es saber vivir y es
la meta. Luego, la filosofía nos acerca a vivir bien pretendiendo, siempre, la
sabiduría.
Tenemos que aceptar en nuestro quehacer la fórmula de Horacio que
Kant convierte en el lema de la Ilustración Sapere aude, incipe! (¡Atrévete a
saber, atrévete a ser sabio, empieza!).
Hemos de filosofar porque nadie puede pensar ni vivir por nosotros.
La cuestión con la que se enfrenta la filosofía desde sus inicios es ¿Cómo
he de vivir? La respuesta es la sabiduría, pero una sabiduría encarnada, vivida,
en acto; corresponde a cada cual inventar la suya. Es un compromiso y una
acción transformadora.
Íntimamente vinculada a la palabra “filosofía” está la de “filósofo” que se
define como “el amigo o amante del saber”, el que procura la sabiduría. Éste
está siempre en camino hacia la sabiduría, apartándose de la ignorancia y
acercándose al conocimiento, que es lo propio de los hombres. Los filósofos son
aprendices (eternos) de la sabiduría.
Por tanto, aproximativamente, podemos decir que la filosofía viene
caracterizada por esa inquietud o búsqueda de la verdad (la razón de ser de las
cosas) o de las razones verdaderas de las cosas que se ven a nuestro alrededor y
que nos preocupan.
La filosofía es, pues, una búsqueda de una explicación racional acerca del
mundo y del hombre (se distingue de las ciencias particulares porque estas son
una explicación racional de una parcela o trozo de la realidad, no de la totalidad
de la misma).
La filosofía no es nunca un saber terminado. Lo más esencial de este
hacer es el planteamiento de problemas; en ello reside la importancia de dicho
saber y ahí mismo radica su ser fundamental y universal (válido para todos).
Aquí las cuestiones, las preguntas son más importantes que las respuestas
mismas, las cuales son particulares y, por tanto, pueden no ser compartidas por
todos los miembros de la comunidad filosófica. En esto difiere de la ciencia,
entre otras cosas; la comunidad de científicos acepta la misma respuesta, que se
considera solución (por comprobación) a un problema. Los filósofos coinciden
en la pregunta, y responden pero no de manera unitaria, definitiva y conclusa.
Podemos decir que las preguntas y las propias respuestas son estímulos para

1Algunas de las notas empleadas para este tema están sacadas del libro: Invitación a la filosofía
de André Comte-Sponville, Barcelona, Ed. Paidós, 2007. Col. Paidós Contextos, nº 74.

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seguir preguntando, indagando en la búsqueda de un saber que nunca se da por


terminado, por concluido.
A la pregunta ¿qué es filosofía? la posibilidad de darle una respuesta
encierra un enojoso problema: es la filosofía misma la que tiene que decir lo que
es la filosofía. Es decir, se trata de lo que se llama “metafilosofía”: hacer filosofía
–indagar, descubrir, investigar…- sobre lo que es la filosofía. Y aquí existe un
aparente círculo vicioso. Se explica, por tanto, que cada filósofo (según sea su
propia filosofía) tenga una opinión distinta de lo que pueda ser la filosofía. Ello
no quiere decir que su razonamiento no sea serio, de interés y respeto general,
sólo que no hay solución o visión unánime. La grandeza está en la pregunta.
Filosofar es saber preguntar. Como dice el filósofo español Fernando Savater:
“Filosofar no es salir de dudas sino entrar en ellas”.
Cerrando este apartado del tema, lo hacemos con las siguientes palabras
del filósofo francés A. Comte-Sponville. Filosofar es pensar por uno mismo;
pero nadie puede lograrlo verdaderamente sin apoyarse en el pensamiento de
otros, especialmente en el de los grandes filósofos del pasado. La filosofía no es
solamente una aventura; es también un trabajo que no puede llevarse a cabo sin
esfuerzo, sin lecturas, sin herramientas.
La filosofía no es una ciencia, ni siquiera un conocimiento; no es un saber
entre otros: es una reflexión sobre los saberes disponibles. Por eso la filosofía no
se aprende, decía Kant: sólo podemos aprender a filosofar. ¿Cómo? Filosofando
nosotros mismos: preguntándonos por nuestro propio pensamiento, por el
pensamiento de los demás, por el mundo, por la sociedad, por lo que la
experiencia nos enseña, por lo que ésta nos oculta…
La filosofía es una dimensión constitutiva de la existencia humana.
Desde el momento en que somos seres dotados de vida y de razón, todos
nosotros, inevitablemente, nos vemos confrontados con la tarea de articular
entre sí estas dos facultades (vida y razón). Y ciertamente podemos razonar sin
filosofar (en las ciencias, por ejemplo), vivir sin filosofar (en la ignorancia o en
la pasión, por ejemplo). Pero, sin filosofar, no podemos en absoluto pensar
nuestra vida y vivir nuestro pensamiento: la filosofía es precisamente esto.
Filosofar es vivir con la razón, que es universal.
Toda filosofía es una lucha. ¿Sus armas? La razón. ¿Sus enemigos? La
ignorancia, el fanatismo, el oscurantismo –o la filosofía de los demás-. ¿Sus
aliados? Las ciencias. ¿Su objeto? La totalidad, con el hombre en su seno. ¿Su
meta? La sabiduría: la felicidad, pero en el seno de la verdad (realidad pensada).
Por eso hay que filosofar: porque hay que reflexionar sobre lo que
sabemos, sobre lo que vivimos, sobre lo que queremos y porque, para ello,
ningún saber nos es suficiente ni nos dispensa de hacerlo. ¿El arte? ¿La
religión? ¿La política? Son materias muy importantes, pero también ellas han de
ser objeto de reflexión. (…) También la filosofía es objeto de reflexión. Pero
reflexionar sobre la filosofía no es salir de ella, es entrar en ella.
El ser humano es un animal “filosofante”: solo puede renunciar a la
filosofía renunciando a una parte de su humanidad.

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Hemos de filosofar: ¿con qué fin? Para lograr una vida más humana, más
lúcida, más serena, más razonable, más feliz, más libre…
Se trata de pensar mejor para vivir mejor.

TEXTOS del 1 al 6.

2.- Orígenes de la Filosofía


Históricamente podemos situar los orígenes de la Filosofía entre finales
del siglo VII y principios del VI a.n.e. o a. C. En estos momentos hubo una crisis
de carácter religioso e ideológico en las culturas a nivel mundial, dando paso a
los grandes reformadores en las diversas culturas: Zoroastro en Persia, Confucio
en China y es cuando aparecen en Grecia los primeros filósofos, llamados
también Presocráticos y fisiócratas. En estos últimos nos situamos y a ellos nos
referiremos al ser Grecia la cuna de la cultura occidental.
Esta crisis de la cultura griega supuso una marca para la civilización
occidental. Empiezan a crear los griegos colonias en las costas jónicas de Asia
Menor y sur de Italia (llamada la Magna Grecia), y enseguida sobresalen por su
riqueza gracias al gran auge y desarrollo del comercio, lo cual ayudó a fomentar
y difundir dicha cultura.
Con anterioridad a la filosofía existían otras formas de explicar aquello
que preocupaba a los hombres. Estas explicaciones venían de la mano de la
magia, la religión y el mito. En la Grecia Arcaica (anterior a la filosofía, hasta el
siglo VII a.n.e.) la educación estaba en manos de los poetas, quienes llevaban al
pueblo sus explicaciones morales y religiosas (ejemplo de ello son Homero y
Hesíodo, poetas griegos).
La filosofía comenzó mezclada con la cosmogonía (sistema de teorías
que habla sobre la formación del universo; de ella recoge la filosofía su primer
tema de estudio, el cosmos, universo) y la mitología (ciencia o estudio del
mito).
Se llama mito a un conjunto de narraciones tradicionales sobre el
mundo, dioses, hombre, sociedad que pretende ser una explicación total de la
realidad. El mito es un relato de algo fabuloso que se supone acontecido en un
pasado remoto y casi siempre impreciso; son narraciones o relatos simbólicos
con los cuales se pretende explicar el origen ya sea del mundo o de cualquier
otro aspecto de la cultura de un pueblo. En ellos se personifican (carácter
antropomórfico) y divinizan las fuerzas y fenómenos naturales.
Cuando el mito es tomado alegóricamente (ficción en virtud de la cual
una cosa representa a otra), se convierte en un relato que tiene dos aspectos,
ambos igualmente necesarios: lo ficticio y lo real. Lo ficticio consiste en que, de
hecho, no ha ocurrido lo que dice el relato mítico. Lo real consiste en que de

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algún modo lo que dice el relato mítico responde a la realidad (a una explicación
sobre un suceso de la misma).
Hay quienes sostienen que es clave a la hora de hablar de filosofía señalar
el paso del mito al logos, que es aquí precisamente donde comienza
verdaderamente la filosofía. Sin embargo, no podemos mantener esta idea de un
modo radical y definitivo. Es cierto que entre quienes primero filosofaron es
empleado más el logos en lugar del mito, pero ello no significa que se abandone
este último definitivamente. Aún se sigue empleando en filosofía, si bien con un
carácter más ilustrativo o ejemplar que explicativo. Prueba de ello es Platón
(mito de Eros, mito de la caverna, mito del carro alado…).
Los presocráticos, aquellos filósofos entre quienes se sitúa el comienzo de
la filosofía, se caracterizaban por dejar, de alguna forma, a un lado la
explicación mitológica de la realidad, lo que hasta ahora se había venido
haciendo, por una explicación esta vez racional de la misma. Para designar a la
RAZÓN emplean el término griego logos que se traduce por “palabra”,
“pensamiento”, “discurso”, “estudio”, “tratado”, “ciencia”, “concepto”,
“inteligencia”… En definitiva, el logos es el principio de explicación racional de
las cosas, lo que las hace inteligibles, entendibles.
Por tanto, es cierto que cada vez la filosofía viene más caracterizada por
la explicación lógica, o racional, que por la mitológica. El mito responde al caos,
al desorden y desorganización con la que ocurren las cosas debido a la
arbitrariedad o capricho de los dioses; el logos responde al cosmos, al mundo
ordenado, entendible, a la necesidad y racionalidad que explica siempre de la
misma manera el proceder de las cosas.
Este logos o explicación racional lo emplean los presocráticos para dar
razón de todo aquello que les rodea y por lo cual se preocupan. La primera
preocupación de los filósofos, su primer tema de estudio, fue la naturaleza, que
en griego se designa con el término physis. Emplean dicho término para
referirse a la naturaleza cambiante, en continua transformación y dar una
explicación de la multiplicidad de cosas que hay en el mundo. Pero a la vez
buscan y se preocupan por encontrar un principio que dé explicación de estas
transformaciones y de esta multiplicidad. En griego el término que viene a
designar “principio” es el de argé o arjé (también arché). El arjé es el
principio del cual derivan todas las cosas, que las constituye. Para Tales de
Mileto era el agua, para Anaxímenes el aire, para Heráclito el fuego y para
Empédocles los cuatro elementos (aire, agua, fuego y tierra).
Podemos concluir este apartado diciendo finalmente que se señala que la
filosofía nace de la admiración, la curiosidad y la extrañeza, de la inquietud por
explicar y comprender aquello que nos rodea y a lo cual pretendemos dar una
explicación satisfactoria, racional. Nace, por tanto, del amor desinteresado a la
sabiduría, por el puro saber sin ninguna otra finalidad. La filosofía no tiene por
objeto ser útil al hombre en su vida de “negocio”, sino que se trata de una

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actividad especulativa, de una reflexión teórica. Aunque, posteriormente


además de esto sería considerada la filosofía como norma adecuada para el
actuar del hombre, para conducir su vida según los ideales filosóficos (los más
racionales, convincentes y adecuados a la vida en común). Esta visión fue clave a
partir de las Escuelas Helenísticas (aunque ya lo era con Sócrates, Sofistas,
Platón y Aristóteles).

TEXTOS 7 y 8.

3.-El saber filosófico a través de su historia. Características


de la Filosofía.
Dejamos definida la filosofía como sabiduría o el saber mismo. Ahora
debemos preguntarnos qué clase de saber es el filosófico. Porque existen
muchas clases de saberes: el que nos da el mero contacto con la vida, el saber
científico, el religioso, el artístico… El saber primario y más básico de todos es el
que tenemos sin necesidad del estudio; a ese saber le llamamos saber vulgar,
cotidiano u ordinario. Está constituido por el conjunto de creencias de
origen tradicional y popular (refranes, sentencias, etc.). No responde a ningún
estudio comprobable sobre las cosas, pero es el trampolín o punto de partida
para cualquier otro tipo de saber.
Sobre él se asienta y levanta un cuerpo de saber que forma el llamado
saber filosófico o científico (son palabras sinónimas en el mundo griego, ya
que empleaban para este saber el término episteme). Este saber responde a
una forma de estudio e investigación ordenada, rigurosa y demostrable.
Los filósofos griegos, y sobre todo desde Platón, hacían una clara
distinción entre lo que era el saber o el conocimiento y la ignorancia, términos
estos que se oponían por completo.
Un sujeto (persona que desea conocer) podía tener acerca de un tema una
ignorancia absoluta, no saber nada sobre el mismo; un conocimiento profundo y
bien fundamentado, o bien una mera opinión subjetiva y particular. Para esto
último empleaban los griegos el término doxa (opinión), que era un
conocimiento superficial, parcial, subjetivo, limitado, vinculado a la percepción
primaria, sensorial (a lo que nos ofrecen los sentidos). El conocimiento dóxico
versa sobre las apariencias, no sobre la realidad. De ahí que sea catalogado
como un conocimiento inferior característico de la gente no instruida, inculta.
Hoy en día se le llama a este saber vulgar conocimiento ordinario que, por su
carácter contradictorio y fuera de toda regla, se opone al conocimiento
científico: explicativo, sistemático, metódico y crítico. El conocimiento ordinario
responde al deseo inmediato de adaptarse al medio; forma parte de la sabiduría
popular, lo que se denomina folclore: costumbres, hábitos y remedios
populares. No están desprovistos de cierta racionalidad ya que responden al

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deseo humano de descubrir y explicar el mundo que nos rodea, pero lejos de
demostraciones rigurosas.
Los griegos utilizaban para referirse al verdadero conocimiento el
término griego episteme, que suele traducirse como conocimiento científico,
pero no en el sentido actual de ciencia, como un saber especializado en un tema
en concreto y como vinculado a la idea y práctica de la experimentación. Los
griegos no distinguían entre ciencia y filosofía; para ellos estos términos eran
equivalentes.
La episteme, conocimiento científico o filosófico, era un saber
absolutamente necesario y profundo, porque penetraba hasta las causas y
fundamentos de las cosas; objetivo porque no dependía de la opinión o visión
particular sino de la naturaleza, de cómo eran las cosas, fiel a ellas; era
ilimitado, no se agotaba nunca; racional, explicativo y demostrativo.
Esta distinción entre el saber vulgar y el saber filosófico-científico se
asienta sobre la base de las capacidades humanas para el conocimiento. En
general, los primeros filósofos griegos –los Presocráticos- emplean los sentidos
y la razón para el conocimiento, aunque luego Platón relegue los sentidos a una
forma de conocimiento imperfecta, pues nos engañan al mostrarnos las cosas
como cambiantes. La razón, que unifica, que obtiene una comprensión de las
cosas a través de lo que hay en común, necesita que las cosas sean iguales, no
diferentes (porque de este modo se explican siempre de la misma forma, y eso es
lo coherente). En cambio, los sentidos, captan las cosas en su diversidad, nos
muestran la pluralidad. Los sentidos mediante la observación captan lo
variable, la diversidad, las apariencias, el cambio; la razón mediante la
comprensión e interpretación capta lo permanente, la unidad, la esencia
(aquello que hace que una cosa sea lo que es y no otra cosa).
Abarcando en la Historia el saber, podemos decir que desde el mundo
griego se abren dos grandes campos: el saber vulgar o doxa (que se mantendrá
en todas las épocas de la Historia) y el saber científico o filosófico, o episteme.
En la Edad Media se mantiene el saber vulgar y cobra especial relevancia
otro tipo de saber: el saber teológico, al que se subordinará el filosófico-
científico. El saber teológico responde a los conocimientos revelados por Dios a
los hombres mediante la fe o la creencia, basta con creer para conocer. Hay
tentativas por parte de la filosofía en esta época por mantener el conocimiento
epistémico, racional sobre el mundo y el ser humano, aunque es muy difícil su
defensa, estará enormemente vinculado al teológico.
Llegada la Modernidad (siglos XVI, XVII y XVIII), comienza a separarse
en el seno de la episteme ciencia y filosofía. Esto ocurre de la mano de los
científicos modernos (Galileo, Kepler, F. Bacon, Newton…). La filosofía seguirá
su curso interesándose por la totalidad de la realidad y no dando por agotado el
terreno que estudia, nunca concluye. En cambio, la incipiente ciencia se
caracterizará por la especialización y la experimentación: hay que situarse

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en un tema, acotar la realidad para conocerla (que es posible) y comprobar que


lo que se sostiene en leyes y teorías es cierto para todos.
De este modo el saber filosófico, ya separado del científico, seguirá un
camino que, aunque vinculado a todos los demás saberes (recuérdese que la
filosofía es fiel al espíritu humano de la pregunta), tendrá unas características
que las diferenciarán de los demás saberes, por su peculiar forma de acceder al
conocimiento.
Este saber filosófico se caracteriza por su universalidad y su carácter
reflexivo; es una investigación racional sobre la verdad o la causa de las cosas,
aquello que les da sentido, que las hace entenderlas.
El preguntar del filósofo es un preguntar intencionadamente ilimitado:
pregunta por la verdad más profunda, radical o última acerca de todo.
A la filosofía corresponde investigar las razones últimas y las causas
últimas del universo y del comportamiento humano.
Los rasgos fundamentales de este saber son:
1) Universalidad: no le es ajeno ningún ámbito de la realidad y de la
experiencia humana; se interesa por todo.
2) Ultimidad: se ocupa de los problemas últimos de fundamentación,
poniendo al descubierto y analizando críticamente todos los
supuestos en que se basa nuestra actividad. Pretende llegar hasta la
raíz más profunda de las cosas, no dando nunca por terminada la
investigación.

TEXTO 9

4.- Funciones y vigencia de la Filosofía


Al plantearse la filosofía como una actividad permanente que intenta
cuestionarse los problemas que más interés suscitan en la vida del hombre,
existen y hay que señalar unas tareas o funciones que asignar a esta disciplina y
que la vinculan de alguna manera con cualquier otro saber.

Estas tareas en la actualidad, aunque de difícil seguimiento en un mundo


donde cobra cada vez mayor protagonismo la tecnología y los resultados
estadísticos que buscan respuestas concretas y soluciones rápidas, podemos
decir que son las siguientes:

1. Cuestiones “metacientíficas” y similares

Es objeto de la filosofía investigar los fundamentos en los que se asienta


cada uno de los saberes que existe. De este modo, trata de averiguar y justificar

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racionalmente el punto de partida de cada saber, por qué tiene ese objeto, sus
planteamientos, sus conclusiones, etc. De este modo surge la llamada “Filosofía
de…”, dependiendo del campo concreto de investigación será “filosofía de la
ciencia”, “filosofía del derecho”, “filosofía del lenguaje”, “filosofía del arte”.

En este sentido, la filosofía pretende ir más allá de los límites


establecidos a otros saberes. Analiza y cuestiona conceptos y métodos del saber.

2. Problemas “últimos” de la humanidad

La filosofía se ocupa de ciertos problemas que escapan al ámbito de la


ciencia, por ser generales, globales, por querer abarcar mucho más de lo
comprobable. Así, la filosofía se dedica a temas tales como el mundo en su
totalidad, la trascendencia, el hombre (el sentido de su vida, la libertad, el tema
de la muerte…). De todo ello, aunque planteado desde la racionalidad, sólo
existen especulaciones, creencias, opiniones más o menos coherentes o cercanas
a nuestra manera de visionar las cosas, pero no hay respuesta última,
demostrada, definitiva.

La filosofía, por tanto, se ocupa de aquellos problemas últimos a los que


ningún otro saber puede responder.

3. Crítica de ideologías y dogmatismos

La filosofía, sobre todo desde la Ilustración, se impone la tarea de


liberarnos de los prejuicios dogmáticos e ideológicos que se vienen arrastrando
en nuestra cultura. Los dogmas, propios fundamentalmente de las religiones,
son artículos de fe o de creencia que no se pueden someter a juicios racionales.
Se aceptan por convicción propia. Las ideologías, más propias del terreno
político, son un conjunto de ideas establecido desde la racionalidad, o bajo la
convicción de que ha de ser perseguido y cumplido porque son seña de
identidad del grupo. Aunque se pueda someter a debate, es difícilmente objeto
de cambio, ya que señala la identidad de ese grupo o forma de parecer. Es
propio de la filosofía intentar que cada individuo piense por sí mismo, obligar al
pensamiento, a la conciencia a decidir tras sopesar todas las opciones posibles.
Ni dogma ni ideología permiten la opción dentro de su campo.

Nos enseña, así, pensar, razonar y argumentar. Nos aleja de prejuicios.

4. Interpretación de la Historia

La filosofía ha de responder a una necesidad humana: comprender el


mundo en que vivimos. El mundo es concebido desde la biografía humana como
Historia y ésta es un texto que debemos interpretar: los hechos que acontecen
están relacionados con nuestras vidas y es en contacto con ellas como adquieren

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sentido para nosotros. La parte de la filosofía que se dedica a este menester (la
interpretación) se denomina hermenéutica: nos permite encontrar y descifrar
el significado de las cosas y los acontecimientos, a la par que nos ayuda a
“comprender” nuestro pasado y nuestro presente. Interpretar no significa
“aceptar” sin más lo que hay; debe permitir la crítica del presente y la apertura
hacia el futuro.

5. Problemas prácticos

Son problemas de la filosofía práctica los planteados en el ámbito de la


ética y la política. Aquí el discurso filosófico no versa sobre el ser (lo que se da,
lo que ocurre y tal y como ocurre en la realidad), sino sobre el DEBER SER: se
trata de encontrar los medios, las formas o maneras que puedan servir para que
el ser humano fundamente las normas o criterios sobre la vida moral (normas
de conducta personales, en la vida privada de cada uno) y política (normas que
regulan el comportamiento del grupo, la vida en común).

A través de la filosofía aprendemos a vivir, a orientar nuestra conducta


individual y social.

TEXTOS del 10 a 12.

ANEXO: Selección de textos.

TEXTO 1:
"Por esta razón, la primera respuesta a nuestra pregunta <¿Qué es filosofía?> puede
sonar así: <La filosofía es una cosa... inevitable>... Pero, ¿tiene buen sentido plantearse
problema tan descomunal como es el filosófico? Si se empieza a hablar aquí de probabilidades
fuera menester declarar que el buen éxito del intento llamado filosofía es lo menos probable
del mundo. Parece una loca empresa. ¿Por qué intentarla? ¿Por qué no contentarse con vivir y
excusar el filosofar? Si no es probable el logro de su empeño, la filosofía no sirve de nada, no
hay necesidad de ella. Perfectamente; mas, por lo pronto, es un hecho que hay hombres para
quienes lo superfluo es necesario... La filosofía no brota por razón de utilidad, pero tampoco
por sinrazón de capricho. Es constitutivamente necesaria al intelecto... Mas, ¿por qué ese
afán? ¿Por qué no contentarnos con lo que sin filosofar hallamos en el mundo, con lo que ya es
y está ahí patente ante nosotros? Por esta sencilla razón: todo lo que es y está ahí, cuanto nos
es dado, presente, patente, es por su esencia mero trozo, pedazo, fragmento, muñón. Y no
podemos verlo sin prever y echar de menos la porción que falta..."
ORTEGA Y GASSET, J.: ¿Qué es filosofía?

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TEXTO 2:
"La filosofía es la mera idea de una ciencia posible que no está dada en concreto en
ningún lugar, pero a la que trata de aproximarse por diversos caminos (...). Mientras esa meta
no haya sido alcanzada, no es posible aprender filosofía, pues, ¿dónde está, quién la posee y
en qué podemos reconocerla? Sólo se puede aprender a filosofar, es decir, a ejercitar el
talento de la razón siguiendo sus principios generales en ciertos ensayos existentes, pero
siempre salvando el derecho de la razón a examinar esos principios en sus propias fuentes y
refrendarlos o rechazarlos."
KANT, I.: Crítica de la razón pura

TEXTO 3:
"Tras quedar admirado León del talento y elocuencia de Pitágoras, le preguntó en qué arte
confiaba más, a lo que éste replicó que no conocía arte alguno, sino que era filósofo. Asombrado
León por la novedad de la denominación, le preguntó quiénes eran los filósofos y en qué se
diferenciaban de los demás. Pitágoras le respondió que la vida de los hombres se parece a un
festival celebrado con los mejores juegos de toda Grecia, para el cual algunos ejercitaban sus
cuerpos para aspirar a la gloria y a la distinción de una corona, y otros eran atraídos por el
provecho y lucro en comprar o vender, mientras que otros, no buscaban el aplauso ni el lucro, sino
que acudían para ver y observar cuidadosamente qué se hacía y de qué modo. Así también
nosotros, como si hubiéramos llegado a un festival célebre desde otra ciudad venimos a esta vida
desde otra vida y natura; algunos para servir a la gloria, otros a las riquezas; pocos son los que,
teniendo a todas las demás cosas en nada, examinan cuidadosamente a la naturaleza de las cosas.
Y éstos se llamaron amantes de la sabiduría, o sea, filósofos, y así como los nobles van (a los juegos)
a mirar sin adquirir nada para sí, así en la vida la contemplación y el conocimiento de las cosas con
empeño sobrepasa en mucho a todo lo demás. En realidad, Pitágoras no fue el mero inventor del
nombre, sino el que amplió el campo de las cosas mismas."
HERÁCLITO: Pont., fr.88 wcic., Tusc V,3,8-10.

TEXTO 4:
"El Amor es hijo de Penía (la Pobreza) y de Poros (el Recurso), y se encuentra en la
situación siguiente: en primer lugar es siempre pobre, y está muy lejos de ser delicado y bello,
(...). Mas por otra parte, según la condición de su padre, (...) es valeroso, intrépido y diligente;
cazador temible que siempre urde alguna trama; es apasionado por la sabiduría y fértil en
recursos; amante de la filosofía a lo largo de toda su vida y es un charlatán terrible, un
embelesador y un sofista (...). No es pobre jamás el Amor, ni tampoco rico. Se encuentra en el
término medio entre la sabiduría y la ignorancia. Pues he aquí lo que sucede: ninguno de los
dioses filosofa ni desea hacerse sabio, porque ya lo es, ni filosofa aquel que es sabio. Pero, a su
vez, los ignorantes ni filosofan ni desean hacerse sabios, pues en esto estriba el mal de la
ignorancia: en no ser ni noble ni bueno, ni sabio, y tener la ilusión de serlo en grado suficiente
(...). Sólo filosofan los intermedios entre unos y otros, entre los cuales también está el Amor.
Pues es la sabiduría una de las cosas más bellas, y el Amor es siempre amor de lo bello, de
suerte que es necesario que el Amor sea filósofo, y, por ser filósofo, algo intermedio entre el
sabio y el ignorante. Y la causa de estas tendencias ingénitas en él es su origen, pues es hijo de
un padre sabio y rico en recursos, y de una madre que no es sabia y carece de ellos."
PLATÓN: El Banquete

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Bloque I: “El saber filosófico” Filosofía-1.º bachillerato

TEXTO 5:
"Se cuenta de Tales que, absorto en la astronomía y mientras contemplaba el cielo,
cayó en un pozo y que una criada tracia muy graciosa se burló de él, diciéndole que quería
saber lo que pasaba en el cielo y no veía lo que estaba delante de sus pies. Esta burla puede
aplicarse a todos los que emplean su vida en filosofar. En efecto, un filósofo no sólo no sabe lo
que hace su vecino, sino que además ignora casi si es un hombre u otro tipo de animal. En
cambio, investiga y se esfuerza en descubrir qué es el hombre, y qué caracteres distinguen su
naturaleza de las demás por la acción y la pasión."
PLATÓN: Teeteto

TEXTO 6:
“Un filósofo es alguien que constantemente vive, ve, oye, sospecha, espera, sueña
cosas extraordinarias; alguien al que sus propios pensamientos lo golpean como desde fuera
(...); parece un hombre fatal, rodeado siempre de acontecimientos inquietantes. Un filósofo:
ay, un ser que con frecuencia huye de sí mismo, que con frecuencia tiene miedo de sí –pero
que es demasiado curioso para no volver a sí una y otra vez-.”
NIETZSCHE, F.: Humano, demasiado humano

TEXTO 7:
“La filosofía nace de nuestro asombro por la existencia del mundo y de nuestra propia
existencia, que se imponen a nuestro entendimiento como un enigma cuya solución no ha
dejado nunca de preocupar a la humanidad.”
SCHOPENHAUER, A.: El mundo como voluntad y representación

TEXTO 8:

“Lo que en un comienzo lanzó a los hombres a la reflexión filosófica fue la admiración;
al principio, admirados por los fenómenos más comunes; luego, avanzando poco a poco y
planteándose problemas mayores intentaron explicarse los cambios de la luna y los relativos al
sol y a las estrellas, finalmente la formación del universo...

Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. Por lo tanto,


si filosofaron para huir de la ignorancia, está claro que buscaban el saber en vista del
conocimiento y no por alguna utilidad. Un hecho lo prueba: esta disciplina comenzó a buscarse
cuando ya existían casi todas las técnicas (artes) que están relacionadas con las necesidades, el
bienestar o el placer. Es, pues, evidente, que no la buscamos por ninguna otra utilidad, sino
que la consideramos la única ciencia libre, pues solo la estudiamos por ella misma. Así pues,
todas las ciencias son más necesarias que ésta; pero mejor, ninguna.”

ARISTÓTELES: Metafísica, L.I.

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Bloque I: “El saber filosófico” Filosofía-1.º bachillerato

TEXTO 9:

"Cúmplenos decir, ante todo, que la filosofía se acuesta más a la poesía que a la
ciencia. Cuantos sistemas filosóficos se han fraguado como suprema concinación de los
resultados finales de las ciencias particulares, en un periodo cualquiera, han tenido mucho
menos consistencia y menos vida que aquellos otros que representaban el anhelo integral del
espíritu de su autor.
Y es que las ciencias, importándonos tanto y siendo indispensables para nuestras vidas
y nuestro pensamiento, nos son, en cierto sentido, más extrañas que la filosofía. Cumplen un
fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros...
La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del
mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre
una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser
consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, esto es, nuestro modo
de comprender o de no comprender el mundo y la vida, brota de nuestro sentimiento respecto
a la vida misma. Y ésta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconscientes, inconscientes tal
vez."
UNAMUNO, M.: Del sentimiento trágico de la vida

TEXTO 10:

"El campo de la filosofía se resume en las siguientes preguntas:

1. ¿Qué puedo saber?


2. ¿Qué debo hacer?
3. ¿Qué me está permitido esperar?
4. ¿Qué es el hombre?

De la primera pregunta se ocupa la metafísica; de la segunda, la moral; de la tercera, la


religión; y de la cuarta, la antropología.
Pero, en realidad, todas ellas se podrían incluir en la antropología, pues las tres
primeras preguntas se refieren a la última."
KANT, I.: Logik; Cassirer, VIII, pp. 343-344

TEXTO 11:
“La filosofía debe ser estudiada no por las respuestas concretas a los problemas que
plantea (...), sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas
amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y
disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la investigación; pero, ante todo,
porque por la grandeza del Universo que la filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez
grande, y llega a ser capaz de la unión con el Universo que constituye su supremo bien.”
RUSSELL, B.: Los problemas de la filosofía

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Bloque I: “El saber filosófico” Filosofía-1.º bachillerato

TEXTO 12:

"Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva, ya
que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia,
que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para
<entristecer>. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve
para detestar la estupidez, hace de ésta una cosa vergonzosa. Sólo tiene este uso: denunciar la
bajeza del pensamiento en todas sus formas.
¿Existe alguna disciplina, fuera de la filosofía, que se proponga la crítica de todas las
mixtificaciones, sea cual sea su origen y su fin? Denunciar todas las ficciones sin las que las
fuerzas reactivas no podrían prevalecer. Denunciar en la mixtificación esta mezcla de bajeza y
estupidez que forma también la asombrosa complicidad de las víctimas y de los autores. En fin,
hacer del pensamiento algo agresivo, activo y afirmativo. Hacer hombres libres, es decir,
hombres que no confundan los fines de la cultura con el provecho del Estado, la moral o la
religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia, que ocupan el lugar del pensamiento.
Vencer lo negativo y sus falsos prestigios. ¿Quién, a excepción de la filosofía, se interesa por
todo esto? La filosofía como crítica nos dice lo más positivo de sí misma: empresa de
desmixtificación. Y, a este respecto, que nadie se atreva a proclamar el fracaso de la filosofía.
Por muy grandes que sean la estupidez y la bajeza, serían aún mayores si no subsistiera un
poco de filosofía que, en cada época, les impide ir todo lo lejos que querrían, que
respectivamente les prohíbe, aunque sólo sea por el qué dirán, ser todo lo estúpida y lo baja
que cada una por su cuenta desearía. No les son permitidos ciertos excesos, pero, ¿quién,
excepto la filosofía, se los prohíbe? ¿Quién les obliga a enmascararse, a adoptar aires nobles e
inteligentes, aires de pensador?
Ciertamente existe una mixtificación específicamente filosófica; la imagen dogmática
del pensamiento y la caricatura de la crítica lo demuestran. Pero la mixtificación de la filosofía
empieza a partir del momento en que ésta renuncia a su papel desmixtificador, y tiene en
cuenta los poderes establecidos: cuando renuncia a detestar la estupidez, a denunciar la
bajeza. Es cierto, dice Nietzsche, que actualmente los filósofos se han convertido en
<cometas>. Pero desde Lucrecio hasta los filósofos del siglo XVIII debemos observar estos
cometas, seguirlos todo lo posible, hallar su camino fantástico. Los filósofos-cometas supieron
hacer del pluralismo un arte de pensar, un arte crítico."
DELEUZE, G.: Nietzsche y la filosofía

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