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Agradezco a Ramiro Tomé, editor del IGHECS, la trabajosa tarea de editar este
apéndice, en particular, ordenando las notas.
Notas completas
A continuación se presentan los notas completas del libro, que por razones
editoriales que allí se explican, no fueron incluidas en la versión final. El número
inicial es el correlativo a todas las notas. A continuación, se indica la página y la
línea del impreso al que corresponde la nota. Los números entre corchetes
corresponden a las notas que han permanecido en la publicación.
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO 5
200 [1] ∙ p. 200, l. 2 ∙ 3/12/61, en AM, t. XII, p. 84-5. También en Los Taboada, t. I,
p. 198-9; aparentemente, tomada de su publicación en El Nacional, pero no
indica fecha.
201 [2] ∙ p. 201, l. 3 ∙ Mitre a Sarmiento, 14/12/1861, Museo Nacional Sarmiento,
Archivo (en adelante, MS), carpeta 18, n.º 1809.
202 ∙ p. 202, l. 14 ∙ 20/9/61, en AM, IX, p. 361.
203 ∙ p. 202, l. 35 ∙ Ver Ruiz Moreno, El misterio…, op. cit.
204 ∙ p. 203, l. 24 ∙ El Nacional, 19/10/1861.
205 ∙ p. 203, l. 29 ∙ 24/10/1861.
206 ∙ p. 203, l. 34 ∙ Sarmiento a Mitre, 3/10/1861, en AM, IX, p. 365.
207 ∙ p. 204, l. 12 ∙ Gelly y Obes a Mitre, 21/11/61, en AM IX, p. 44.
208 ∙ p. 204, l. 26 ∙ 22/9/1861, en AM, T. X, pp. 10-11.
209 ∙ p. 205, l. 2 ∙ Ibid., pp. 13-14.
210 ∙ p. 205, l. 14 ∙ 25/10/61, AM, X, pp. 27-8.
211 ∙ p. 205, l. 35 ∙ El ejecutivo envió el 28/5/1861 una nota sobre el conflicto y un
proyecto de ley. La legislatura lo aprobó como Minuta de Comunicación; ACA,
t. IV, pp. 1303-1321. Cabe mencionar que Nicolás Avellaneda, además de
Sarmiento, estuvieron entre quienes defendieron la propuesta del gobierno.
212 ∙ p. 206, l. 33 ∙ Mitre a Manuel Ocampo, 22/10/61, AM, X, p. 22.
213 ∙ p. 207, l. 13 ∙ 29/10/61, AM, X, p. 30.
214 ∙ p. 207, l. 35 ∙ AM, X, pp. 35-62.
215 ∙ p. 208, l. 11 ∙ 25/11/61, en AM, X, p. 32.
216 ∙ p. 209, l. 2 ∙ La primera carta el 2/12/61, AM, IX, p. 48, y la segunda,
26/12/61, AM, IX, p. 56.
217 ∙ p. 209, l. 12 ∙ Gelly a Mitre, 31/10/61, en AM, IX, p. 44.
218 ∙ p. 209, l. 13 ∙ 5/11/1861, en Los Taboada…, t. III, p. 328-33.
219 [3] ∙ p. 211, l. 16 ∙ Este proceso se aborda en la obra sobre las provincias y la
unificación nacional.
220 ∙ p. 212, l. 16 ∙ 27/12/61, en Correspondencia Mitre - Elizalde, cit., p. 82.
221 ∙ p. 212, l. 25 ∙ Registro Oficial, t. 4, pp. 425/6, Buenos Aires, 1883.
222 ∙ p. 213, l. 30 ∙ Registro Oficial, T. 4, pp. 445, Buenos Aires, 1883.
223 ∙ p. 214, l. 11 ∙ Pedro R. Alcorta (Gobernador de Santiago del Estero) a Mitre,
13/6/1860, en AM, t. XXI, p. 91.
224 ∙ p. 214, l. 30 ∙ 6/3/1862, AMP, t. II, pp. 286/7.
225 ∙ p. 214, l. 33 ∙ Posse a Sarmiento, 2/11/1862, en Epistolario…, t. I, p. 113.
225 [4] ∙ p. 215, l. 13 ∙ Un tratamiento más extenso de este tema, en el libro sobre
las provincias y la organización nacional.
226 ∙ p. 216, l. 5 ∙ AM, t. XI, pp. 109-213, passim; Archivo Paz, t. II, pp. 271-280 y
345- 351, passim, y t. III, pp. 10-87, passim.
227 ∙ p. 216, l. 18 ∙ El Acuerdo en Archivo Paz, t. II, pp. 314-316; la carta de Mitre
citada, 5/4/1862, pp. 333-4. La aprobación oficial del acuerdo en p. 349.
228 ∙ p. 216, l. 27 ∙ Paunero a Mitre, 20/4/1862, en AM, XI, p. 75.
229 ∙ p. 217, l. 16 ∙ Mitre a Paunero, 27/1/1862, en AP.
230 ∙ p. 217, l. 31 ∙ 4/3/1862, en AM, X, p. 42.
231 ∙ p. 217, l. 36 ∙ Mitre a Paunero, Nota Oficial, 12/5/1862, en AP.
232 ∙ p. 218, l. 14 ∙ 13/5/1862, AM, T. X, p. 212.
233 ∙ p. 218, l. 22 ∙ Posse a Mitre, T. X, p. 20/5/1862.
234 [5] ∙ p. 219, l. 15 ∙ Mitre a Paunero, 8/8/1862, en AP.
235 ∙ p. 219, l. 25 ∙ Mitre a Paunero, 30/11/1861 en AP, y Mitre a Sarmiento,
14/12/1861, en AS. El sanjuanino intentó en sus cartas justificar la actitud de
Vélez, y en mayo del año siguiente felicitó a Mitre por su reconciliación con él.
236 ∙ p. 222, l. 1 ∙ Victorica a Urquiza, 4/6/60, citada en Scobie, p. 282.
237 ∙ p. 222, l. 6 ∙ Según ella, la moneda mala desplaza a la mejor, ya que todos
prefieren pagar con ella para no reternerla.
238 ∙ p. 222, l. 25 ∙ Mitre a Gelly Obes, 21/1/62, en AM, IX, p. 74.
239 ∙ p. 223, l. 36 ∙ Mitre a Paunero, 16/2/62, en AP.
240 ∙ p. 224, l. 2 ∙ AM, XI, p. 37.
241 ∙ p. 225, l. 6 ∙ 2/11/62, Epistolario…, p. 112. Otras cartas entre ellos tratan el
tema y sugieren que la principal causa para que Sarmiento desistiera de su
candidatura fue la oposición de Mitre. Ver. p. 111.
242 ∙ p. 226, l. 19 ∙ Por ejemplo, El Nacional, 16/6/62, 18/6/62, 20/6/62, en que se
discuten las diferentes propuestas sin una conclusión clara.
243 ∙ p. 227, l. 26 ∙ Citado en Scobie, op. cit., pp. 385-6.
244 ∙ p. 229, l. 2 ∙ 10/11/1862, en AP.
245 [7] ∙ p. 229, l. 8 ∙ Mitre a Paunero, 10/11/1862.
246 ∙ p. 229, l. 23 ∙ Luis Jorge Gimenez, Mitre y el gobernador Mariano
Saavedra , en Academia Nacional de la Historia, Cincuentenario de la muerte
de Mitre, Buenos Aires, 1957.
CAPÍTULO 6
TERCERA PARTE
301 ∙ p. 277, l. 6 ∙ 30/11/1874, Juan María Gutiérrez a Mariano Sarratea, De
Marco, Bartolomé Mitre, p. 418.
302 ∙ p. 277, l. 10 ∙ La Patria degli Italiani, 20/1/1906.
303 ∙ p. 277, l. 13 ∙ El Pueblo, de Saladillo, reproducido por La Nación, 20/1/1906;
citado por Sandra Gayol, Los despojos sagrados: Funerales de Estado, muerte
y política en la argentina del centenario , en María Inés Tato y Martín Castro,
Del centenario al peronismo. Dimensiones de la vida política argentina, Imago
Mundi, 2010; también en
http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/rituales_gayol.pdf, consultado
3/1/2016.
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
439 [1] ∙ p. 388, l. 11 ∙ AM, t. XX, Barros Arana a Mitre 28/8/1875, p. 45, y Mitre a
Barros Arana, 20/20/1875, pp. 49-50; considero que la forma en que la larga
cita refleja cómo Mitre define su acción política justifica su inclusión.
440 ∙ p. 390, l. 1 ∙ cf. José Carlos Chiaramonte, Nacionalismo y Liberalismo
Económicos, Buenos Aires, Solar/Hachette, 1971, hay edición de Edhasa de
2012; Roberto Cortés Conde, Dinero, Deuda y Crisis, Buenos Aires,
Sudamericana, 1989.
441 ∙ p. 391, l. 18 ∙ La Nación, nº 1826, 26/8/1876, p. 1, col. 1.
442 ∙ p. 391, l. 23 ∙ El proteccionismo aduanero y el impuesto , discurso en la
Cámara de Diputados del 10/9/1879, en OC, XVII, pp. 232-237.
443 ∙ p. 393, l. 4 ∙ Roca y Tejedor (2º parte de Entre Dos Batallas); Buenos Aires:
Talleres gráficos Mario, 1927, pp. 76-89.
444 ∙ p. 393, l. 23 ∙ Op. cit., p. 87.
445 ∙ p. 395, l. 10 ∙ Buenos Aires en Armas , Tulio Halperín, Entrepasados, Nº 35,
2009.
446 ∙ p. 395, l. 22 ∙ María José Navajas y Laura Cucchi, Garantizar el orden:
debates sobre el derecho de revolución y el federalismo en el Congreso
Nacional durante la intervención a Corrientes de 1878 , en Polhis, revista
digital, año 6, Nº 11, primer semestre de 2013.
447 [2] ∙ p. 396, l. 17 ∙ La Nación lo descalificaría como un ministro en busca de la
construcción de un candidato presidencial; desde luego, él mismo.
448 ∙ p. 397, l. 1 ∙ Un relato reciente, detallado y fluido de la revolución de 1880
en Hilda Sabato, Buenos Aires en armas. La revolución de 1880, Buenos Aires:
Siglo XXI, 2008; merece leerse complementariamente el largo y elogioso
comentario de Tulio Halperín Donghi, Entrepasados, nº 35, 2009.
449 [3] ∙ p. 397, l. 33 ∙ Si bien Wilde tuvo destacada actuación en Buenos Ares, era
nacido en Tarija, y su familia tenía raíces norteñas.
450 [4] ∙ p. 398, l. 12 ∙ Como se sabe, Alem era hijo del jefe mazorquero
(literalmente) Leandro Antonio Alen, aunque lo rechazaba hasta el punto de
cambiar su apellido.
v Ver el capítulo 2.
452 [5] ∙ p. 399, l. 29 ∙ Con la barra poblada de fanáticos porteños armados y listos
a disparar contra los diputados roquistas, se habría interpuesto, logrando
evitar la agresión y permitiéndose la evacuación del recinto. La anécdota es
relatada por Felipe Yofré, El Congreso de Belgrano: año 1880, Buenos Aires:
Lajouane, 1928, y retomada en numerosos textos, por ejemplo, Félix Luna, Soy
Roca, p. 165.
453 [6] ∙ p. 400, l. 17 ∙ En el Archivo Mitre se conserva el poder que le otorgara el
gobierno de Corrientes para representarlo en la firma del tratado.
454 ∙ p. 401, l. 25 ∙ Según versiones, tampoco Alberdi habría tenido conciencia de
la nueva situación durante el mismo proceso, y su actitud irresoluta, al no
seguir al congreso a Belgrano, sería el fruto de su temor a reiterar situaciones
del pasado. Si así fue, su La república argentina consolidada –hay múltiples
ediciones, por ejemplo, Buenos Aires, Librería La Facultad, 1915, editado por
Joaquín V. Gonzalez– da cuenta de que pronto percibió el significado de lo
ocurrido.
455 ∙ p. 402, l. 8 ∙ Un ejemplo elocuente es la guerra civil de EEUU. El mayor
triunfo de la Unión, derrotados los secesionistas y abolida la esclavitud, fue
lograr que los segundos volvieran a sentirse parte de ella.
456 ∙ p. 402, l. 13 ∙ Como se sabe, el sobrenombre con que se conoció a Roca.
457 [7] ∙ p. 403, l. 8 ∙ La expresión es un poco anacrónica, ya que, si bien las
noticias principales solían encabezar los diarios, faltaban aún años para la
aparición de los grandes titulares.
458 ∙ p. 404, l. 13 ∙ 5 de julio de 1883. Una recopilación de las posturas atribuidas
a Mitre, realizadas desde un laicismo militante, que incluye este y otros
artículos de La Nación, en Atilio E. Torrasa, Mitre, paladín del laicismo,
Buenos Aires, Ediciones de Sarmiento, 1957; el prologo de Américo Ghioldi
marca el vínculo de la publicación con el partido Socialista Democrático. Las
notas, sin embargo, no llevan firma y la mayoría de ellas no parecen atribuibles
a su pluma; su destacado lugar al comienzo de la primera página del diario, en
cambio, marca que la postura es asumida por el diario con vigor.
459 ∙ p. 404, l. 24 ∙ 3/6/1884, p. 1., col. 1.
460 ∙ p. 404, l. 27 ∙ La Nación, 20/6/1884, p. 1, col. 1.
461 [8] ∙ p. 405, l. 10 ∙ Hasta la década de 1960, por lo menos, mucha de la
sustancia de la historia escolar y de los tropos de las efemérides patrias nacían
de allí.
462 ∙ p. 409, l. 32 ∙ Agradezco a José Carlos Chiaramonte la referencia.
463 ∙ p. 410, l. 34 ∙ Vale decir, con intervención de la caja de conversión,
vendiendo divisas para sostener el peso.
464 ∙ p. 412, l. 9 ∙ 20/8/1889.
465 ∙ p. 414, l. 32 ∙ Se recordará que Marcos Paz gestionó ante Mitre la
incorporación del padre de Roca al ejército en 1862 para aliviar su estrechez, y
que Julio recibió una beca para sus estudios en el colegio del Uruguay. Las
buenas inversiones rurales de él y sus hermanos, el contexto expansivo de los
ochenta y un buen casamiento en Córdoba crearon una sólida fortuna familiar.
Mitre no parece haberse inclinado por acrecentar su riqueza con inversiones,
más allá de su diario. No se ha estudiado, hasta donde sé, el destino del
patrimonio familiar en Uruguay.
466 ∙ p. 415, l. 6 ∙ Mis primeros ochenta años, Buenos Aires, Plus Ultra, 1965, p.
130.
467 ∙ p. 415, l. 23 ∙ Es la interpretación que sugiere la biografía de Mitre de
Miguel Ángel de Marco, siguiendo un trabajo de Carlos Segreti: El acuerdo
Mitre-Roca: aspectos de su formulación y contenido , en La Gaceta, Tucumán,
26/10/1997.
468 ∙ p. 415, l. 29 ∙ Siendo esta una biografía política, no nos hemos ocupado de la
salud de Mitre. Valga mencionar que solía quejarse con frecuencia de
problemas digestivos y respiratorios (estos últimos lo afectaron en Francia, y
pasó una temporada en baños termales para recuperarse). Sin embargo, su
larga vida, sobreviviendo a la grave herida de 1853 y a las enfermedades de los
campos paraguayos, dan muestra de una constitución biológica resistente.
469 ∙ p. 416, l. 11 ∙ Se atribuye la frase al senador por Córdoba, Manuel Pizarro.
470 ∙ p. 417, l. 27 ∙ Alem a Mitre, 17/5/1891 y Mitre a Alem, 20/5/1891, CLHP,
Tomo III, pp. 263-67.
471 ∙ p. 419, l. 12 ∙ Irigoyen a Mitre, 5/6/1891, y Mitre a Irigoyen, 6/6/1891, en
AM, AP, docs. nº 12018 y 12028.
472 ∙ p. 419, l. 17 ∙ Relato de estos hechos en Etchepareborda, Tres revoluciones,
Buenos Aires, Pleamar, 1969, pp. 115-119.
473 ∙ p. 419, l. 24 ∙ L.N., 5/7/1891; el texto completo, ibid., 26/7/1891.
474 ∙ p. 419, l. 37 ∙ Ibid.
475 ∙ p. 421, l. 7 ∙ 27/4/1891, AM, AP, doc. 12017.
476 ∙ p. 421, l. 28 ∙ Mitre a Próspero García, 18/4; 14/5; 1/6; 12/6; 22/6; 2/7; 25/7;
22/8; 5/9 y 16/9/1891, AM, AP, docs. 11399 a 11408. La cita textual es de 22/6,
doc. 11402. Mitre retoma la correspondencia con García en 1892.
477 ∙ p. 421, l. 36 ∙ LN, 22/7/1891.
478 ∙ p. 422, l. 10 ∙ AM, AP. doc. 12019.
479 ∙ p. 423, l. 2 ∙ 17/19/1891, AM, AP. doc. 12021.
480 ∙ p. 423, l. 16 ∙ Roberto Etchepareborda, Tres Revoluciones, p. 139, citando a
Jorge Brown Arnold, La Caída de la República, Buenos Aires, 1892, p. 246.
481 ∙ p. 424, l. 5 ∙ Adolfo Mitre, Mitre periodista, Buenos Aires: Institución Mitre,
1943, p. 222, citando a Mariano de Vedia, Roca [Paris: Cabaut y Cía, 1928].
Juan R. Aguirre Lanari, Bartolomé Mitre , en Gustavo Ferrari y Ezequiel
Gallo, La Argentina del ochenta al centenario, Buenos Aires, Sudamericana,
1980; p. 45; refiere la cita a Octavio R. Amadeo, Vidas argentinas, Buenos
Aires, 1934, p. 248, dando una versión ligeramente distinta.
482 ∙ p. 426, l. 22 ∙ De Marco, op. cit. pp. 489 y 492. De Marco cita el diario de
Mantilla contenido en su archivo.
483 ∙ p. 428, l. 33 ∙ Un interesante relato y análisis de los mismos, que hemos
aprovechado generosamente aquí, se encuentra en Sandra Gayol, Los
despojos sagrados: Funerales de Estado, muerte y política en la argentina del
centenario , en María Inés Tato y Martín Castro, Del centenario al peronismo.
Dimensiones de la vida política argentina, Imago Mundi, 2010; también en
http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/rituales_gayol.pdf, consultado
3/1/2016.
484 ∙ p. 429, l. 4 ∙ José Niño, Mitre, Buenos Aires, 1906.
EPÍLOGO
1
“Bartolomé Mitre. El hombre, el soldado, el historiador, el político”, en Investigaciones y Ensayos, N11,
Julio/dic. 1971.
2
Imprenta de la Nación, Buenos Aires, 1906.
3
Urquiza y Mitre : contribución al estudio histórico de la Organización nacional, Buenos Aires: Librería
Nacional, 1906.
4
Debe señalarse, sin embargo, que a Niño se lo cita en general en un sentido elogioso para su
biografiado.
5
Vicuña Mackenna a Mitre, 31/8/1865, en Archivo Mitre (en adelante, AM), Tomo XXVII, pp. 101-2.
propio Mitre, que sin embargo, junto al consabido encomio del personaje, solo reitera lo
conocido, y reproduce sucesivamente los discursos y panfletos de su biografiado.6
Práctica frecuente en muchos textos, que más que analizar la trayectoria de su objeto, se
limitan a relatarnos lo que dijo en cada oportunidad. Lo más valioso en esta etapa fue,
como se ha señalado, la publicación que hizo la imprenta de La Nación entre 1911 y
1913 de 28 tomos de unas 250/300 pgs cada uno, con documentación de su archivo de
los años que van de Caseros al fin de su presidencia, y una selección de correspondencia
en tres volúmenes publicada por el Museo Mitre.7 Mucho más tarde el Congreso
Nacional haría publicar las Obras Completas.8
Seguramente, la más curiosa de las biografías de Mitre es la que escribió el
general Urbano de la Vega. Este integrante del GOU (el Grupo de Oficiales Unidos del
que surgió Perón para alzarse con el poder), que sin embargo no se hizo peronista, si fue
un ferviente nacionalista anti-liberal, y autor de una de las clásica hagiografías de Don
Bartolo. Ella revela un elemento llamativo de la trayectoria póstuma de Mitre. Aquella
temprana generación de nacionalistas divorciados del liberalismo no podían romper sin
embargo su vínculo con el principal actor en la consolidación efectiva de la Nación.
Notable, en este sentido, es el ejemplo de Carlos Ibarguren, un escritor más reconocido
que de la Vega. Sería solo más tarde, desde fines de la década de 1930 y las obras de
Ernesto Palacio y José María Rosa, y en especial a partir de los años 1940, que los
nacionalistas de derecha o de izquierda hicieron de Mitre blanco de sus ataques.
La imagen de Mitre reforzó así su carácter polémico, denostado por estas nuevas
corrientes, en tanto era firmemente defendido por otros. La vigencia del diario que
fundara, siempre en manos familiares, aseguró que su culto no declinara (la edición por
La Nación el 19 de enero de 2006, a 100 años de su muerte, de “Bartolomé Mitre. Un
siglo de vigencia”, es un ejemplo de ello). Ni detractores ni admiradores, sin embargo,
emprendieron la tarea de escribir una biografía acabada del personaje. Lo más cercano
en ese sentido fueron las dos obras de Campobassi, primero, una en que apareaba a
Mitre con Sarmiento, y en la que se intuye el mayor apego del autor por el más joven de
sus biografiados, y luego, la biografía de Mitre. Pero aunque esta fue en su momento la
obra más completa sobre el primer presidente de la Argentina unificada, no dejaba de
ser una defensa del personaje ante los embates que por entonces sufría del revisionismo.
Sería recién en este siglo que Miguel Ángel De Marco se propusiera en un libro amplio
y documentado poner a Mitre al alcance del lector común, en una visión que busca
tomar distancia y dar una imagen equilibrada.
Por la misma fecha, sin embargo, la publicación de Eduardo Duhalde
recapitulando sobre todo lo escrito contra “Don Bartolo”, muestra que el personaje aun
despierta pasiones. Frente a los admiradores, que como su bisnieto Adolfo, pensaban
que Mitre “carecía de defectos morales”, sus detractores de viejo cúneo, que solo veían
en él porteñismo, soberbia y ambición personal, o sus enemigos más recientes, que lo
ven como un agente del imperialismo y/o de las minorías oligárquicas excluyentes,9 la
perspectiva del historiador no se interesa por un pronunciamiento ético.
6
Buenos Aires: Talleres gráficos Molinari, 1919.
7
Archivo Mitre, tomos I a XXVIII, Buenos Aires, Imprenta de La Nación, 1911-1913 (en adelante, AM);
Correspondencia literaria histórica y política del general Bartolomé Mitre, tres tomos, Buenos Aires:
Museo Mitre, 1912, en adelante, CLHyP.
8
Obras Completas de Bartolomé Mitre, publicadas por orden del Honorable Congreso de la Nación,
tomos I a XVIII, Buenos Aires, Guillermo Kraft Limitada, 1938-1972, en adelante, OC.
9
No deja, sin embargo, de ser curiosa esta visión, ya que para estándares de su tiempo, como hemos
tratado de mostrar, Mitre destacaba por su ideario democrático – pobre, es socialista, es un niño – diría
En el plano biográfico, siempre hay una tensión entre la dimensión social y la
individual de la ambición. Mitre puede ser juzgado por su acción, coherente con su
pensamiento. Pero también puede serlo por aquellas acciones que resultan de su
ambición personal, y que pueden llevar a decisiones que no guardan acuerdo con sus
proyectos sociales. Una cosa, sin embargo, no puede deslindarse totalmente de la otra,
porque las mismas fuerzas que lo impulsaron a llevar a cabo su proyecto social son las
que lo impelieron al logro de su ambición personal. Frente a esta paradoja, tenemos la
ventaja de la perspectiva del historiador, y no del juez. Intentamos comprender esa
tensión, no dictar sentencia sobre ella. A diferencia de Isahia Berlin10, no creo en el
juicio de la historia. Me aproximo más a las ideas de Benedetto Croce cuando señalaba
que la historia no podía impartir justicia, si no solo tratar de comprender a los actores.11
Más aún, aunque no podemos renunciar totalmente a la compresión individual del
personaje, por lo que algo debimos avanzar ocasionalmente en el intento de evaluar la
conducta personal de Mitre, el interés se centró mucho más en las consecuencias
sociales de sus decisiones que en la motivaciones personales de las mismas.
El papel de político no era el que mejor le calzaba a Mitre. Si bien siendo un
hombre de indiscutible lucidez, y un buen juez de personalidades, no carecía de
habilidad para la vida política, su ambición por trascender las condiciones de su tiempo
lo impulsaron a intentar eludir las miserias de la contienda cotidiana. En ocasiones,
como en la elección de 1868, ello exigía sacrificios a sus seguidores, desairados por la
ambición personal de su líder. Ambición personal no en términos de la búsqueda de
logros inmediatos, si no, por el contrario, la disposición a sacrificarlos para preservar lo
que Mitre juzgaba su propia superioridad moral. En otras ocasiones, tales como la
revolución de 1874, debió resignarse a las demandas más urgentes de sus acólitos, y
posiblemente, también a su propio “lado oscuro”, porque no hacerlo hubiera destruido
definitivamente su papel como líder partidario. En una perspectiva más amplia, sin duda
sustraerse a la practica concreta de su oficio político era imposible, y su ambición por
trascenderlo solo una vana ilusión.
Si como político, en especial despues de 1865, Mitre se muestra vacilante, las
causas de esas vacilaciones lo impulsan a buscar ser estadista. Y ese fue un papel que
Mitre intentó ocupar, aunque la fortuna no siempre lo acompañara. Cuando con la suerte
de su lado, alcanzó la gobernación de Buenos Aires en el momento exacto para liderar
la unificación de la nación, estuvo a la altura del desafío. Hay sin duda una amplia
historiografía que así lo ha reconocido. Pero mucha de ella presenta serias dificultades
en disciplinar sus pasiones. La amplia mayoría de quienes han escrito sobre esta
coyuntura, incluyendo una sólida historiografía académica, y más aún una historiografía
militante, sea de cuneo liberal o revisionista, se han dejado llevar por sus propias
pasiones, que proyectaron sobre las pasiones de los objetos de sus trabajos. Estas obras,
defienden o critican las actitudes de Mitre y Urquiza (de manera más directa o más
sutil), y de los demás actores que en torno a ellos desempeñaron sus roles, según escalas
de valores que asocian las vigentes en el pasado con las de los propios autores, y donde
destaca el nacionalismo (incluso de autores no argentinos, como se puede notar en el
excelente libro de James Scobie). Muchas veces sin percibir la profundidad y
Bibliografía
Tal como se señala en la introducción a la breve bibliografía que se incluyó en el libro
impreso, la cantidad de escritos sobre Mitre es exuberante; como allí se menciona, la
bibliografía publicada en un número homenaje de Investigaciones y Ensayos en ocasión
del cequís centenario de su natalicio, en 1971, por Guillermo Furlong, incluía bastante
más de 2000, y mucha otra se ha publicado desde entonces. No es el propósito de esta
obra hacer un exhaustivo trabajo de recopilación bibliográfica. Por otro lado, en ese
extenso número, abundan los textos que entre panegíricos o denigraciones nada aportan
al conocimiento del personaje y su contexto, reiterando solo consabidos lugares
comunes. Lo que aquí hemos incluido son las obras que nos han sido útiles en nuestra
tarea, ya sea por sus referencias a Mitre, o por su análisis del contexto histórico, las
fuentes éditas de las que nos hemos valido, los textos a los que hemos referido en las
notas al pié de página, y algunos de los trabajos más clásicos, tanto de sus admiradores
como de sus detractores, solo para ilustrar estos géneros tan abundantes.