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EL TESTIMONIO MORAL DEL NUEVO TESTAMENTO

R. SCHNACKENBURG

Rialp, Madrid 1965.

Por:

Efraín Huanca
INTRODUCCIÓN

El teólogo Rudolf Schnacknburg que ahora nos ocupa es “quizás” como dice el
Papa Benedicto en su libro Jesús de Nazaret uno de los más importante exégetas del
siglo XX en lo que al habla alemana se refiere. Tal figura, requiere de muchas
herramientas para poder acceder a la profundidad de sus ideas. El autor se propone
estudiar las exigencias morales de Jesús y cómo estas repercuten en los discípulos y
primeras comunidades.

Desde nuestro tiempo podemos distinguir que en el Nuevo Testamento está


compuesto por diversos pilares, sea la predicación de San Pablo o San Juan. El esfuerzo
del autor no es partir lo que hemos recibido sino entablar y construir puentes entre las
diversas enseñanzas de los apóstoles que la Sagrada Escritura recoge en sus líneas.

¿Qué es lo que enseña Jesús en lo que a moral se refiere? Cuántos no se harán


esta pregunta llevados por la búsqueda de lo más cercano a la tradición, la respuesta
terminará por increpar el comportamiento; porque aquel que escucha a Jesús no queda
igual, la palabra y la fuerza que contiene es única.

La teología moral se enriquece con este trabajo de investigación, la Sagrada


Escritura es fuente de la ciencia divina, este acercamiento a las enseñanzas de Jesús y
de las primeras comunidades es una gran oportunidad para poder descubrir que la
moral de la Iglesia se basa en el amor a Dios y al prójimo.

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PRIMERA PARTE
LAS EXIGENCIAS MORALES DE JESÚS

1. La proclamación del reinado de Dios y fundamentales exigencias religioso-morales

Si bien el Nuevo testamento no contiene un puro moralismo, tampoco se puede


afirmar que la piedad esté desvinculada de todo comportamiento moral.
Encontraremos a lo largo del texto sagrado una proclamación y una invitación. Jesús
anuncia “ha llegado la plenitud de los tiempos”.

Cristo se presenta como la plenitud y anuncia la salvación para todos los


hombres. Él es el Mesías esperado del pueblo de Israel, el ungido y elegido. Sus palabras
contienen salvación y por ello es necesario que los hombres acomoden sus vidas a la
predicación del maestro. Jesús, se preocupa por despertar, disponer y ayudar a los
hombres para que se decidan por una entrega definitiva.

Será necesaria la conversión de corazón, una actitud interior antes que externa;
una actitud total que se debe expresar en las obras de amor y ayuda al necesitado. Una
autentica conversión será cuando el hombre se considera como un niño frente a Dios
abandonando todo tipo de pretensiones. Es decir, todos los oyentes, toda la humanidad.
El anuncio de Jesús requiere una respuesta pronta y permanente que se puede expresar
en dos palabras “convertíos y bautizaos”.

Jesús exige la fe, no del tipo milagrera sino una actitud del espíritu. Se trata de
confianza en Jesús y en Dios evitando caer en aquella que es puramente emocional y
pone toda su fuerza en la razón. En definitiva la fe es reconocida como una gracia que
se debe de pedir y hacer crecer como lo atestiguan los diálogos que tienen con sus
discípulos en los momentos de prueba. Después de la resurrección la fe será aun más
necesaria y estará unida a la conversión, condición para comenzar a ver la luz y empezar
por medio del bautismo a ser hijo de la luz.

Jesús, muestra a sus discípulos que Él es el camino, se formará entonces en torno


a Él una comunidad y los que forman parte de esta comunidad están llamados a tomar
parte en el anuncio del reino, será la misión de su vida.

2. La moral judía y las exigencias morales de Jesús.

Jesús es judío, llamado a cumplir la ley, como maestro, nos presenta su doctrina
en el Sermón de la Montaña que no dista de ser una amplia compilación de sentencias,
pensamientos y exhortaciones. No busca abolir la ley judía sino descubrir la voluntad
divina, dándole así una pureza que había menguado por la práctica de los hombres, para
Él los preceptos morales estarán siempre por encima de los culturales y rituales. De
este modo, Jesús libera a los hombres del peso de los preceptos y prohibiciones que se
habían formado alrededor de la ley de Moisés. Quiere Jesús dar a la voluntad de Dios el

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total sometimiento de los hombres y todo lo que impidiese el camino hacia este ejercicio
debe purificado.

3. La unificación de todas las exigencias religiosas – morales en el precepto


fundamenta del amor a Dios y al prójimo.

La Iglesia siempre entendió el mensaje de Jesús como muy original, pero


estudios recientes parecen cuestionar esta afirmación. El aporte es que Jesús da una
conexión indisoluble e interna, reduce la ley a este doble precepto y la interpretación
universal del amor. Un precepto fundamental entonces estaría al servicio del
esclarecimiento, purificación de la ley y de la práctica legal. Se trata de cumplir con
espíritu de obediencia y de fe todas las condiciones que Dios ha propuesto para su reino.

Para la religión este precepto implica que la comunión con Dios no se alcanza
con una contemplación estática sino con la manifestación en obras, especialmente
concretados en el amor a los hermanos. La moral a su vez, queda enriquecida con la
simplificación y la interiorización del amor al prójimo fundamentado en el amor a Dios,
se supera de este modo el amor “eros” y por medio de la gracia se nos concede llegar al
amor ágape.

4. Las exigencias de Jesús para la vida en las condiciones de este mundo.

Existe la necesidad de poner nuestra vida terrena acorde a las exigencias de los
gobernantes temporales de este mundo, no será necesario pretender el poder. Una
actitud correcta del discípulo será la de anteponer siempre la autoridad de Dios no
dejando desviarse por nadie de este mundo. La pobreza es presentada como sinónimo
de libertad de seguimiento, como requisito para dedicarse a Dios y condición para una
entrega total a Él.

Jesús además reconoce la voluntad originaria de Dios para los esposos “ser la
fuente y el medio vital de una santa y feliz vida familiar, en que ambos esposos y sus hijos
sirvan a Dios con idéntica dignidad y en amor recíproco” superando todo menosprecio y
desvinculación de la vida conyugal y familiar del centro de la vida religiosa.

5. Los motivos de la exigencia de Jesús.

Si tratamos de buscar un “principio” unitario a la predicación de Jesús


encontraremos que lo más parecido es el supremo bien de la salvación. Así, quien es
discípulo del maestro y se entrega a la predicación de la buena nueva tendrá parte en
la salvación que es esencialmente de naturaleza escatológica y consiste en la
participación en el reino de Dios. Es de destacar que Jesús ofrece una recompensa de
gracia; podemos acceder a esta recompensa por la bondad de Dios, que no tiene medida,
así también el castigo por Él conminado.

Otro intento es el de “imitación”, debemos amar a los enemigos porque Dios ama
y no deja a ninguno fuera de su inmenso amor, sólo así podemos imitar a Dios. El mismo

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Jesús con su vida imita el amor del Padre a los enemigos y se presenta a su vez Él mismo
como modelo a imitar. De este modo Dios ya no es una majestad incomprensible con
aterradoras exigencias sino “Aquel que está sobre todos los valores dignos de amor y cuyo
amor debe ser imitado por todos los creyente en Cristo” (Pág. 138).

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SEGUNDA PARTE
LA DOCTRINA MORAL DE LA IGLESIA PRIMITIVA EN GENERAL.

1. La actitud escatológica de la Iglesia Primitiva y su Repercusión en la doctrina


Moral.

Podemos afirmar que el gran protagonista de la comunidad cristiana primitiva


es el Espíritu Santo, su presencia otorga fuerza a los discípulos, los lleva a la misión y es
guía en las persecuciones. Es un auxilio para la naturaleza inclinada al pecado y por
tanto principio de edificación de la Iglesia primitiva, el Excelso que dirige pensamiento
y vida de cada cristiano bautizado.

Este protagonismo representa un fuerte impulso moral para la vida práctica de


la comunidad superando las instituciones o costumbres humanas y dejando paso a la
conciencia colectiva de la elección de Dios. Esta comunidad será reflejo de: seriedad
moral, amor fraterno, castidad, el amor a la paz y la capacidad de sufrimiento; llevando
al éxito del cristianismo frente a las fuerzas morales de su tiempo. Se trata de una
comunidad primitiva que está en constante vigilancia y vive en sobriedad, teniendo una
conducta responsable y una esperanza viva.

2. La Iglesia primitiva como administradora de la herencia de Jesús.

La Iglesia primitiva no seguía la ley judía respondiendo a la predicación de San


Pablo que reconocía la impotencia de ésta para ponerla en práctica en la vida. En torno
a este tema, se forma una disputa que arrojará interesantes reflexiones. Para San Pablo
el camino es el Evangelio de la gracia salvación. No se trata de un intento de liberación
de la ley sino de una propuesta de entrega espontánea de servicio a Dios. La ley es
necesaria como expresión y forma estable de la ley divina sin que nos conduzca a
legalismos que destruyan la vida en el espíritu y la libertad de los hijos de Dios.

Es interesante resaltar como la Iglesia primitiva recogía las enseñanzas de Jesús.


El libro Los Hechos muestra una narración “idealizada” sobre el tema de la comunión
de los bienes distinta a la carta de Santiago dónde la máxima atención se pone en la
caridad. La virginidad tiene un carácter de llamado que se inicia de manera espontánea
y personal, expresión genuina del cristiano que espera la parusía y la íntima unión con
el Señor. El ayuno sigue el mismo camino y se resalta su práctica a momentos especiales
sin olvidar que todo nos viene de Dios y debe ser tomado con gratitud.

El fundamento moral de Jesús es el doble precepto del amor a Dios y al prójimo.


Se debe de vivir bajo este precepto por la fuerza del Espíritu Santo que lleva al cristiano
a profundizar e interiorizar y obra en él una transformación. El cristiano tiene una vida
moral según la efusión del Espíritu.

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3. Nuevas directrices y decisiones.

En la Iglesia primitiva resaltan: el sentido de unidad, la intensa oración de los


miembros, la búsqueda de la edificación, referencia constante a Cristo, la profesión de
fe y la celebración de la Cena del Señor. Conforme el cristiano vivía y tomaba parte en
estas realidades de la vida de la comunidad iba tomando una actitud moral que los
distinguía de los demás.

Se puede encontrar algunos indicios de la formulación de una ética de estado, se


busca una pureza en la vida. La predicación gira en torno al dominio y disciplina de la
vida sexual. Se debe huir de las impurezas para unirse al Señor. Resalta la doctrina de
la indisolubilidad del matrimonio elevando la moral cristiana por sobre la judía y la
pagana. Las relaciones entre padre e hijos se enmarcan en la autoridad llevada con
disciplina y practicada con amor. Frente a la condición de esclavitud la Iglesia primitiva
los anima a vivir las virtudes particulares de su estado y a considerar su trabajo como
un servicio a Cristo.

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TERCERA PARTE
LA DOCTRINA MORAL DE LA IGLESIA PRIMITVA EN SUS REPRESENTANTE MAS
DESTACADOS

1. San Pablo

Para entender a San Pablo y su predicación debe de tenerse en cuenta la


antropología y sus conceptos sobre la carne y vivir en la carne, estas no tienen carácter
negativo sino que expresan de manera neutra nuestra existencia terrena y la Ley actúa
como un estímulo del pecado porque despierta la concupiscencia dormida en la carne.

Para San Pablo la salvación es obra de Dios y llega por medio de la gracia. El
hombre tiene ante él una invitación que puede responder por medio del bautismo que
lo vincula con un nuevo Señor. Así las motivaciones morales llegan por medio de la fe
y la elección. Tiene en su predicación una constante perspectiva escatológica y los
dones recibidos que obligan a cumplir lo que es debido.

Un gran don es la “libertad” fruto de la justificación operada por Dios


permitiendo al cristiano poder vivir la ley en el amor. El Espíritu de Dios que obra en
nosotros nos lleva a una actividad moral en el ámbito de la comunidad. El obrar moral
del cristiano no es otra cosa que la exteriorización de las fuerzas divinas que nos han
sido dadas, un dejarse llevar por el Espíritu Santo.

Para San Pablo la sindéresis es el testigo insobornable que acompaña nuestras


acciones y garantiza la autenticidad de los actos externos. La conciencia decide en
último término la calidad moral de una acción y esta debe ser formada, según la escala
cristiana de los valores. San Pablo se preocupa en la formación de la pureza sexual y la
honestidad en la vida de los negocios. El cristiano en la tierra debe de estar unido a
Cristo y configurado con él, el Cristo glorioso es la imagen final de la humanidad
redimida. Con su predicación busca que el cristiano vaya maduro e intachable al
encuentro del Señor.

2. San Juan

La teología de San Juan se centra en la Cristología. Expresa con sus textos una
imagen de Cristo, su gloria de ser revelador y salvador escatológico, por quien se puede
encontrar un verdadero conocimiento de Dios de mundo. Todo lo que existe ha sido
creado por Dios a través del logos. La misión de Jesús es una obra de amor, que supera
todo obstáculo. La fe del cristiano debe llevar a aceptar la voluntad de Dios y la única
obra exigida por él es creer en Él, a quien envío y acreditó. Guardando fielmente sus
palabras y los mandamientos, condensados en la imitación del amor mutuo y a la
permanencia en su amor.

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Vemos que en la fe en Jesús el mesías e Hijo de Dios, es el único medio y camino
posible para alcanzar la vida y el amor como fruto de la unión con Cristo en la fe. Pero
todo esto implica algunas exigencias como la conversión y la imitación de Jesús,
llevando esta unión hasta las últimas consecuencias, como los es el sufrimiento y el
martirio. Hace una constante llamada a la fe y el amor, en ellos se contiene todo lo que
Dios pide para sus hijos en este mundo. San Juan hace presente el amor fraterno,
dándole así una marca especial a su moral. El seguir a Jesús implica el ejemplo y deber.

Todo hombre está invitado a ser parte de la salvación ofrecida por Dios, en su
caso contrario será objeto de la ira de Dios. Cristo es el único camino, portador de la
salvación, y esta respuesta es personal. La unión del individuó a la comunidad de los
santos es una disposición de Dios, para que juntos caminen a la salvación. La Iglesia no
se excluye del mundo sino que se separa de él. La Iglesia lucha en el mundo en cada uno
de sus miembros, así la comunidad de los hermanos en la fe, en la Iglesia protegida y
amparada por el Espíritu Santo, alcanza cada uno su fuerza y situación de salvación.

El cristiano al estar presente en el mundo tiene la misión de la superación del


pecado, para tener la unión con Dios, ser y vivir en Él. Con el bautismo el cristiano
siembra la simiente de Dios en su vida, como la fuerza que permanece en su vida, para
poder caminar sin pecado, pero también para ello es necesaria la cooperación humana.

3. Santiago.

Centra sus textos en la Ley, una concepción de la ley como algo sagrado, el vivir
la ley lleva al hombre al encuentro con Dios y eso lo lleva a la salvación en el amor al
prójimo como en la vida de todas las realidades que le rodea.

Las obras son el complemento de la fe, y ellas las perfeccionan la fe. Las obras
representan una fe viva en el cristiano. El amor y la misericordia deben de estar
presente en el hombre que cree, no solo una piedad o palabras dirigidas a Dios. Su
predicación no es para vivir un cristianismo cómodo sino que traza un camino uniendo
conocimiento (fe) y acción (amor), de la piedad a su acrisolamiento moral.

Ha tomado un estilo moral común de su tiempo, pero le da un sentido más


cristiano, exige más y presenta motivaciones más profundas, hace presente que las la
fuente del desorden y de las malas acciones se encuentran en la interioridad del
hombre. Resalta la realidad de los pobres sobre los ricos, mostrándolos como herederos
del Reino de Dios. Los cristianos deben de servir a Dios con piedad pura y sencilla y
esperar la venida de su Señor.

4. Otros testimonios del la predicación cristiana primitiva.

La primera carta de San Pedro; se encuentra en un contexto de un clima de fe


más ardiente, tiene una mayor profundidad teológica, contiene ideas impregnadas de
ideas comunes a toda la Iglesia primitiva, enriquecida con detalles exclusivos. El
anuncio de la buena nueva lleva a configurarse como hijos obedientes, los cristianos

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deben de configurarse con la voluntad de Dios, ser santos como Él es santo. Así la meta
del cristiano, próxima y fundamental de la santificación es un sincero amor fraterno. La
esperanza tiene un papel importante, de ella brotan los impulsos morales y por la
resurrección de Cristo recibiremos la herencia incorruptible reservada en el cielo. El
cristiano ha de estar dispuesto al sufrimiento, se le pide mantener la obediencia y el
respeto a las autoridades, vale la pena sufrirlo por ser llamado cristiano.

La carta a los hebreos; recibe el mensaje de los testigos oculares, es una


comunidad que han sufrido por la pruebas de fe, están viviendo un decaimiento del
espíritu de fe, piedad y fortaleza moral, corren el peligro de desfallecer, sus espíritus
decaen. Para ellos desarrolla una nueva comprensión de la fe y un nuevo fervor por ella,
coloca a Cristo como punto central, bajo la imagen del Sumo Sacerdote. Es fuerte su
preocupación por lo que pecan gravemente, ya que tienen el conocimiento de la verdad.
También hace ver que la comunidad se debe de preocupar que ninguno de sus
miembros se vea privado de la gracia de Dios.

Las siete cartas del Apocalipsis de San Juan; estas comunidades también vivían
momentos difíciles, de prueba, han visto ya correr la sangre de los mártires, por ello el
texto busca generar un nuevo ardor en la fe y animar para enfrentar el sufrimiento hasta
el mismo martirio. Las obras son el modo de medir la religiosidad de la comunidad. La
exhortación a la conversión esta en vista a la escatología, es el último tiempo antes del
a parusía. El apocalipsis es un libro abierto a toda la Iglesia, su contenido está abierto a
todos los creyentes y solo ellos podrán dar fruto del mensaje. Solo el creyente espera
con seguridad la venida del Reino de Dios que ha de venir. Y desde allí sacar las fuerzas
necesarias para enfrentar las dificultades del mundo y seguir a Cristo.

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CONCLUSIONES

Jesús no viene a abolir la Ley sino a darle plenitud nos dice la Sagrada Escritura;
esta enseñanza es el fundamento de la predicación de Jesús, el viene a levantar lo que
los hombres han hecho con la Ley, levantar lo que no dejaba comprender la Ley de su
Padre que está en el cielo. Se presenta Jesús como Hijo y los mismos discípulos y
testimonios lo recogen así; “realmente este era Hijo de Dios.”

De este lugar de Hijo de Dios en la filiación proviene la fuerza de la predicación


que Jesús ejerce y transmite a los discípulos, no se trata de una enseñanza de un profeta
mas o de un visionario, se trata del Hijo de Dios que nos ha hablado a nosotros en el
Sermón de la montaña.

“No sentíamos como ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las escrituras”
y en este ambiente pascual se pude comprender mejor aún la recepción de las
comunidades y la tensión escatológica que los llevaba a la radicalidad de la vida
cristiana, esa misma que desde aquí dos mil años de distancia el mundo parece haber
perdido, el que lee con el mismo espíritu que los primeros cristianos los textos
evangélicos puede llegar sin lugar a dudas a esta realidad, a esta cercanía y exigencias
morales de las primeras comunidades del Nuevo Testamento.

No debemos olvidar que para una respuesta correcta es necesario pedir la luz
del Espíritu Santo que nos da la posibilidad de obrar con entera libertad, la libertad de
los Hijos de Dios.

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