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Biblioteca Basica de Historia

-Monografías-
wm
l imperialismo colonial es, sin

E duda, uno de los fenómenos


claves de la historia contemporá­
nea: en 1914 las tres quintas par­
tes del planeta estaban bajo do­
minio europeo. Factores econó­
micos, políticos, de prestigio in­
ternacional e ideológicos - a ve­
ces con un fuerte sustrato racis­
t a - determinaron esta frenética
carrera por la conquista de nue­
vos mercados y el reparto del
mundo, provocando conflictos
entre las naciones y trastocando
de raí; a los pueblos colonizados.
ARTURO COLORADO CASTEILARY es
Doctor en Filosofía y Letras, Ca­
tedrático de Geografía e Historia
de Bachillerato y Profesor de la
Universidad Complutense de M a­
drid. Ha publicado diversos libros
así como numerosos artículos pa­
ra revistas especializadas.
imperialismo
y colonialismo

Arturo Colorado
Colección: Biblioteca Básica
Serie: Historia

Diseño: Narcís Fernández


Edición gráfica y maquetación: Rosa Gallego

Coordinación científica: Joaquim Prats i Cuevas


(Catedrático de Instituto y
Profesor de Historia de la
Universidad de Barcelona)

Coordinación editorial: Olga Escobar

Primera edición, septiembre de 1991

© del texto. Arturo Colorado


© 1991, de la edición española, Grupo Anaya, S. A.
Telémaco, 43. 28027 Madrid
I.S.B.N.: 84-207-4311-9
Depósito legal; M-24.186-1991
Compuesto en PUNTOGRAPHIC, S. A. L,
Sol Naciente, 31, 28027 Madrid
Impreso en ORYMU. S. A. Ruiz de Alda, 1
Polígono de la Estación, PINTO (Madrid)
Impreso en España - Printed in Spain

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el artículo 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados
con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren
o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica
fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización.
Contenido

E l reparto del m u n d o 4

1 El im perialism o en la Historia 6

2 El im perialism o co n tem p o rá n eo 10

3 L o s factores de la expan sión


eu rop ea 18

4 L o s ca racteres de la colonización 34

5 L a carrera im perialista
(1 8 7 0 - 1 9 1 4 ) 42

6 L o s im perios coloniales 56

7 L as co n se cu e n cia s del colonialism o 78

8 L o s im perios en fren tad os


(1 9 0 4 - 1 9 1 4 ) 86

D a to s para una historia 90

G losario x 93

Indice alfabético 94

Bibliografía 96
El reparto del mundo
En el últim o cu arto del siglo XIX, los países
e u ro p eo s se lanzaron a la co n qu ista del m u n ­
d o . L as principales p o ten cias, G ran B reta ñ a y
Francia a la cabeza, consiguieron construir im ­
perios intercon tinen tales.
Este fen ó m en o , d en om in ad o «im perialism o
co n tem p o rá n eo » , es un elem en to clave para
en ten d er el m undo de nuestro tiem p o.
L o s países industriales, n ecesitaban u na s a ­
lida h acia el exterior para dar ca u ce a sus p ro ­
d u ctos y a los capitales qu e se habían fo rm a ­
do en la P rim era R evolu ción Industrial y, al
m ism o tiem po, solucionar, gracias a la em igra­
ción qu e ello traería co n sig o , el p roblem a del
e x ce d e n te de p oblación producido por el e x ­
traordinario au m en to d em ográfico del siglo.
Fu e una ép o ca repleta de cam bios en la cien ­
cia y en la técn ica, en las m entalid ad es, en las
con d icion es de vida, en la estrategia de las p o ­
ten cias qu e alcanzaban en to n ces una p ersp ec­
tiva m undial. F u e tam bién una é p o ca qu e lla­
m aba a los eu ro p eo s a la aven tu ra; los e x p lo ­
radores llegaron a tierras desconocidas — llenas
de le y e n d a s— del interior de Africa y de Asia,
cruzaron grandes ríos y desiertos, a scen d ien ­
do a las cordilleras y alcanzan d o los polos.
El im perialism o lo transform ó to d o, incorpo­
ró a multitud de pu eblos a la órbita o ccid en tal,
destruyendo sus m entalidades, creen cias y for­
m as de vida. T ras su p a so , el m undo será dis­
tinto.
En 1 9 1 4 , m ás de la mitad de las tierras em er­
gidas y el 6 5 por ciento de la población del pla­
neta estaban bajo control eu ro p eo . Eu rop a d o ­
4 m inaba el m un d o.
5
El imperialismo en la Historia
¿Qué es el imperialismo? En sentido amplio, po­
dríamos definirlo com o toda política encaminada
a unificar territorios y poblaciones bajo un mando
único. Analizando la historia desde esta perspecti­
va de expansionismo territorial, nos encontram os
con diversos momentos de práctica imperialista. Es­
tos períodos no son idénticos, sino que cada uno
de ellos tiene caracteres específicos:
El imperialismo esclavista, correspondiente a la
Antigüedad, fue llevado a su máximo exponente
por los romanos, aunque ya otras civilizaciones —la
egipcia o la mesopotám ica— lo habían practicado
anteriormente. En efecto, las conquistas romanas
de todo el mundo conocido tenían un doble obje­
tivo: de un lado, los territorios sometidos proveían

Los territorios con­


quistados por Ro­
ma eran sometidos
a su poder econó­
mico, político y mi­
litar. Divididos en
provincias y, al
mismo tiempo, co­
municados por la
extensa red de cal­
zadas, los romanos
trasladaban sus
costumbres, leyes y
estructuras de pro­
piedad. De esta
manera, Roma po­
día mantener su po­
der en amplias zo­
nas del mundo co­
nocido y enrique­
cerse de los aportes
económicos de las
tierras sometidas y
del trabajo de sus
esclavos. En la
imagen, soldados
de la guardia preto-
6 riana.
de materias primas y de riquezas obtenidas como
botín de guerra; unas y otras confluían hacia Roma; Imperialismo
por otro, los pueblos conquistados eran reducidos antiguo
al esclavismo, constituyendo la mano de obra pri­
mordial del sistema.
Tras la caída del poder romano y la aparición en
Europa de multitud de reinos, el imperialismo m e­
dieval, cuyo mejor ejemplo lo podemos encontrar
en la figura de Carlomagno, supuso el intento de
reconstruir la unidad del antiguo Imperio Romano,
sometiendo a los diversos pueblos bajo el mando Carlomagno, hijo
de un poder temporal único, el Emperador, y de de Pipino el Breve,
un poder espiritual también único, el Papa. En la había heredado ya
práctica, se convirtió en luchas permanentes por de su padre amplios
territorios que fue
la hegemonía europea. ampliando a través
El imperialismo precapitalista de los siglos XVI de numerosas gue­
al XVIII es considerado com o la primera fase de la rras de conquista;
se apoderó de las
tierras de su her­
mano Carlomán,
tomó la Lombardía,
sometió a los sajo­
nes, los ávares y los
bávaros, y ocupó
Cataluña en lucha
contra los musul­
manes. El Papa
León III, deseando
estrechar su rela­
ción con el podero­
so rey franco, le co­
ronó emperador y
la nobleza romana
le saludó con el
nombre de Augus­
to. En sus guerras
había conseguido
crear un gran impe­
rio con todas las
tierras situadas en­
tre el Imperio Islá­
mico y el Imperio
Bizantino. En la
im agen, co ro n a­
c ió n de C a r l o ­
magno, en el 800. 7
expansión europea en el descubrimiento y con ­
Imperialismo quista de nuevos territorios. Su base económica fue
antiguo el mercantilismo y su objetivo principal la posesión
de recursos naturales de las colonias y el dominio
de las rutas marítimas esenciales para el aprovisio­
namiento de las metrópolis. El control de los terri­
torios conquistados, a los que el colonizador tras­
ladó su cultura y formas de vida, fue esencialmente
económ ico y su administración fue encomendada
a las grandes compañías comerciales (como la ho­
landesa y la británica de las Indias Orientales). Por
ello, la posesión territorial solía limitarse a las zo­
nas costeras, pues lo que importaba era la creación
de enclaves desde donde transportar las materias
obtenidas, careciendo de interés en esa época la
conquista continua de territorios. Esta fue la prác­
tica iniciada por Portugal en la costa de Africa y

Todavía a princi­
pios del siglo XIX no
existía una concien­
cia de conquista
continua de nuevos
territorios por parte
de las potencias
europeas; cuando
éstas se decidían a
actuar fuera de su
ámbito territorial,
se debía a razones
de preservación de
sus rutas comercia­
les, como fue el
caso del bombar­
deo de Argel por la
armada británica al
mando de lord Ex-
mouth en 1816, en
represalia por los
ataques de la pira-
8 tería berberisca.
continuada por españoles, franceses, ingleses y ho­
landeses, que competían en la posesión de zonas Imperialismo
comerciales en América y Oceanía y en el control antiguo
de sus rutas.
El caso español fue una excepción, ya que, casi
desde el principio, se puede hablar de conquista
territorial en América. En efecto, en un primer mo­
mento, Colón, creyendo que había llegado a Asia,
limitó sus objetivos a la creación de colonias com er­
ciales; más tarde, al comprobar que no había sedas,
especias, ni nada con qué comerciar, los españoles
se lanzaron a la empresa de conquista y coloniza­
ción sistemática de América, apareciendo com o
precedente del imperialismo contemporáneo.
A partir de 1 8 7 0 se produjo una serie de cam ­
bios en la política colonial europea que nos permi­
te hablar de un nuevo imperialismo.

Será en 1830 cuan­


do Francia decida
enviar una expedi­
ción para ocupar
Argel, Bona y Orán
a consecuencia de
unos incidentes sur­
gidos con el rey ar­
gelino por los ata­
ques berberiscos en
el Mediterráneo.
Esta conquista res­
tringida a puntos
del litoral africano
continuó con la
toma francesa de
Costantina (1837) y
con la fundación de
estab lecim ien tos
comerciales en la
costa de Senegal y
del golfo de Guinea. 9
El imperialismo contemporáneo
La expansión europea que se desarrolló a partir del
último cuarto del siglo XIX tenía bases diferentes.
En primer lugar, el desarrollo del capitalismo exigía
el dominio territorial, ya que la industria necesita­
ba un aprovisionamiento estable de las materias
primas a un bajo costo. Por otra parte, la acum u­
lación de capital llevaba a inversiones cada vez más
importantes, cuya consecuencia era un aumento
considerable de la producción, haciéndose n ece­
saria la búsqueda de nuevos mercados donde co ­
El desarrollo de la locar los productos. Las potencias se lanzaron a par­
industria europea
lanzó a las poten­ tir de entonces a la conquista sistemática, que no
cias al expansionis­ se limitaba a las franjas costeras, sino que se aden­
mo mundial en la traba en el interior de los continentes todavía no
búsqueda de fuen­
depredados por las metrópolis —Asia y Africa—
tes permanentes de
m aterias prim as para controlar y poseer el mayor número posible
baratas. de territorios.
Al hambre insaciable de nuevas colonias se unía
también la dominación total de los territorios con­ Imperialismo
quistados, que eran asimilados económica y polí­ contemporáneo
ticamente a la metrópoli. Si a ello añadimos la pre­
sencia militar activa de los ejércitos coloniales, la
importancia estratégica concedida a las colonias
y las fuertes connotaciones nacionalistas de las
metrópolis que soñaban en convertirse en grandes La conquista militar
potencias mundiales, podemos comprobar que el fue el sistema más
eficaz para el con­
imperialismo entraba en una nueva etapa de una trol de nuevos terri­
magnitud sin precedentes en la historia. torios. En la inva­
El viejo continente europeo se lanzó a la con ­ sión británica de
Afganistán (1878),
quista del mundo, llegando a controlar las tres quin­
el general Browne
tas partes del globo y a más de la mitad de su po­ entra en la ciudad
blación. de Jellalabad.

11
Definir y delimitar los conceptos de imperialis­
Imperialismo mo y colonialismo no es una tarea fácil. Entre los
contemporáneo historiadores encontramos diversas posturas: para
unos, estos términos son prácticamente sinónimos
y muchos historiadores actuales prefieren hablar,
a! referirse a este período, de los imperios colonia­
les, uniendo, por lo tanto, los dos vocablos en un
solo concepto.
Pero es necesario delimitar por separado estos
dos fenómenos —el imperialismo y el colonialis­
m o— porque pueden darse unidos o separados en
la historia. Por ejemplo, hoy día, el imperialismo
sigue actuando y, sin embargo, ya no existen sino
simples vestigios del pasado mundo colonial.

El caso de Australia
es un claro ejemplo
de la capacidad co­
lonizadora de las
grandes potencias.
Si en un principio la
Gran Bretaña se li­
mitó a potenciar las
colonias fundadas
en el siglo xvin, ba­
sándose en el desa­
rrollo de la ganade­
ría, en 1855, el des­
cubrimiento de ya­
cimientos auríferos
provocó una inmi­
gración en masa.
En pocos años más
del 75 por ciento de
la población austra­
liana era europea.
Bahía de Hobson,
12 Melbourne.
El imperialismo
Podríamos identificar el imperialismo contemporá­ Las bases
neo com o un fenóm eno complejo que tiene sus
precedentes en el viejo imperialismo mercantilista,
se desarrolla a partir de mediados del siglo XIX y
se extiende hasta la actualidad utilizando medios
diferentes de actuación. La palabra clave para en ­
tender el imperialismo es la dominación: las rela­
ciones de dominio que las potencias desarrolladas
ejercen sobre los países y territorios menos desa­ El papel del capital
rrollados del mundo; estas relaciones de dominio es esencial para la
com prensión del
pueden alcanzar los procesos económ icos, políti­ imperialismo; una
cos, sociales e incluso culturales. acumulación exce­
Pero nos queda aún un elemento esencial: el im­ siva de dinero que
perialismo contemporáneo tiene como base primor­ no encuentra salida
de inversión obliga
dial el capitalismo monopolista, que consiste en el al Estado a buscar
control del mercado por un número reducido de nuevos territorios
grandes empresas. Desde el inicio de la Revolución donde poder situar­
lo. En la imagen.
Industrial, a mediados del siglo XVIII, el capitalis­
Asamblea de accio­
mo defendía la doctrina liberal de la libre com pe­ nistas en el Banco
tencia, donde las pequeñas y medianas empresas de Francia (1846).

13
luchaban en el mercado según la oferta y la deman­
Las bases da. Pero en el último tercio del siglo XIX, el capi­
talismo fue abandonando el viejo liberalismo, las
empresas más importantes aumentaron de tam a­
ño, acudiendo a capitales cada vez mayores y a pro­
cesos de concentración (Holding, Troust, Konzern,
etc.), llegando a dominar el mercado y marginando
El desarrollo eco­ a las pequeñas y medianas empresas. El capitalis­
nómico de la bur­ mo monopolista desempeñó un papel decisivo en
guesía tiende a la la vida económ ica y en la política colonial de los
concentración en
grandes empresas
gobiernos.
industriales o co­ En esta fase del capitalismo, la exportación de
merciales; satura­ capitales, com o alternativa o procedimiento com ­
dos sus propios plementario de la simple exportación de mercan­
mercados, presio­
nan a los gobiernos cías, se convierte en instrumento esencial del impe­
a lanzarse a la rialismo. Mediante este sistema se crean economías
aventura colonial. sucursales de los monopolios en otros territorios.
En la imagen, edifi­ Al mismo tiempo, los monopolios se reparten el
cio de la Commer-
ciaI S t r e e t en mercado si ello entra en sus intereses, otras ve­
Londres. ces luchan por la hegemonía, llegando a arrastrar

14
a los gobiernos a guerras imperialistas por el re­
parto o redistribución del dominio del mundo. En Principales
muchos casos, es tal la fuerza de los monopolios características
que los intereses de éstos y de los Estados se con­
funden, y así se explica la intervención directa y
dirigente de los gobiernos en la política expansio-
nista.
De todo ello podemos concluir que el imperia­
lismo contemporáneo tiene unos rasgos específicos:
— Tiene su origen en el último cuarto del si­
glo XIX y se extiende hasta nuestros días.
— Las potencias capitalistas desarrolladas ejer­
cen su dominio sobre los territorios menos desa­
rrollados del mundo. Esta nave de una
fábrica textil en Or-
— Responde a los intereses del capitalismo leans (1874) es un
monopolista. ejemplo de la pro­
— El Estado interviene en la conquista de mer­ ducción fabril a
gran escala de la
cados y de territorios.
segunda fase de la
— La importancia que adquiere la exportación Revolución Indus­
de capitales. trial.
El colonialismo
El término colonialismo apareció a principios de
nuestro siglo con un sentido polémico. Para unos
autores designa el poder absoluto que una nación
ejerce sobre otro territorio, se encuentre alejado
geográficamente o no. Para otros, el colonialismo
es un fenómeno que debe quedar limitado a un mo­
mento histórico concreto: a la expansión europea
de la segunda mitad del siglo XIX. Sin ánimo de
entrar en polémica, nosotros vamos a adoptar am ­
bas concepciones, pues no son excluyentes: el co ­
lonialismo es la posesión directa de tierras con­
quistadas por las potencias industriales, en las que
ejercen un control político, económico y social to­
En este cuadro de
T. Baines podemos tal, y que tiene su desarrollo principal en el último
comprobar el atrac­ tercio del siglo XIX.
tivo aventurero y Desde este punto de vista, el colonialismo es el
exótico de las imá­
genes coloniales
instrumento que utiliza el imperialismo para ejer­
para el público de cer su dominio sobre amplios territorios en un m o­
la época. mento determinado de la historia.

1
16
Para un mejor esclarecimiento de los concep­
tos, podemos dividir la historia del imperialismo Colonialismo
contemporáneo en tres etapas fundamentales:
1. La formación (18 7 0 -1 9 1 4 ), en la que el im­
perialismo utiliza fundamentalmente el colonialismo. La permanencia del
2. La crisis (1 9 1 4 -1 9 4 5 ), provocada por las imperialismo se
guerras de redistribución del mundo colonial entre hace patente en
esta plantación del
las potencias imperialistas (I y II Guerras Mundiales). Camerún: antigua
3. La descolonización (a partir de 1946), don­ colonia alem ana,
de el imperialismo busca nuevas formas para lle­ dividida, después
de 1 9 1 8 , e n tre
var a cabo el control de los nuevos países libera­
Francia y Gran Bre­
dos de la tutela de las metrópolis, hipotecando por taña, y que obtuvo
vías indirectas (aunque a veces acuda a las direc­ la independencia en
tas) la econom ía, la práctica política y la sociedad 1959. Hoy día es un
país en el que la
de los países subdesarrollados. Esta nueva estrate­ agricultura ocupa
gia del imperialismo contemporáneo recibe el nom­ un 80 por ciento de
bre de neocolonialismo. la población y que
depende del exte­
En el presente libro nos limitamos al estudio de
rior para abastecer­
la primera etapa de formación e implantación del se de productos in­
imperialismo colonial. dustriales.
Los factores de la expansión europea
Una serie de profundas transformaciones impulsa­
ron a las potencias europeas a lanzarse a la con ­
quista del mundo. Entre ellas destacan las razones
económicas como las más importantes para explicar
el colonialismo, pero, al mismo tiempo, las razones
demográficas, ideológicas, el avance tecnológico,
etc., nos permiten adentrarnos en este fenóm eno
del reparto del mundo.
La transición del imperialismo precapitalista al im­
perialismo contem poráneo se produjo por la de­
cadencia del antiguo colonialismo de los siglos XV
al XVIII, cuyos elementos fundamentales de crisis
se manifestaron en la abolición de la esclavitud y
en la desaparición del viejo mercantilismo. Sus he­
chos más significativos fueron la independencia
Como ya antes los
de los Estados Unidos (1776) y de la América es­
Estados Unidos se
habían independi­ pañola (1 8 1 0 -1 8 2 5 ). El viejo colonialismo había
zado del viejo colo­
nialismo británico,
los a m e r ic a n o s
bajo dominio espa­
ñol lucharon por su
liberación destru­
yendo los lazos que
les unían a la me­
trópoli. En ese fres­
co de J. O’Gorman
se representa al
cura párroco de la
ciudad mexicana de
Dolores, Miguel Hi­
dalgo, que amotinó
a sus feligreses con­
tra las autoridades
virreinales. El lla­
mado «grito de Do­
lores» prendió pron­
to entre los indíge­
nas, que se unieron
a los sublevados en
una guerra al mis­
mo tiempo indepen-
dentista, racial y de
clases.
muerto, pero en ocho decenios Europa controlará
y dominará el mundo. ¿Por qué se produjo este Factores
cambio? económicos
Las razones económicas aparecen, sin ninguna
duda, com o factor fundamental. Por un lado, la
Segunda Revolución Industrial, cuyo inicio suele
situarse en 1870, posibilitó el crecimiento de algu­
nas empresas que producían a gran escala y con
costes más bajos; a causa de esta enorme produc­
ción, los mercados nacionales se vieron rápidamen­ El gobierno francés,
bajo el mando del
te saturados; es decir, com o la población no podía político colonialista
comprar todos los artículos que se fabricaban, la Jules Ferry, justifi­
burguesía industrial se vio obligada a buscar nue­ caba su expansio­
vos mercados en otras tierras donde poder colo­ nismo por la nece­
sidad de nuevas sa­
car los productos sobrantes. Por ello podemos con­ lidas comerciales y
cluir que si la Primera Revolución Industrial creó la obtención de ma­
el mercado nacional, la Segunda impulsó la crea­ terias primas para
ción de un mercado mundial. Por otra parte, la la industria. La ofi­
cina del algodón en
industria necesitaba nuevas materias primas en La N ouvelle-O r-
abundancia (algodón, lino, aceite, madera, mine- leans. de Degas.

19
rales, etc.) y fuentes de energía (carbón y petró­
Factores leo) y Europa, que no poseía en cantidad estos
económicos productos, tuvo que buscarlos en nuevos territo­
rios. Por último, los capitales, tanto privados como
públicos, obtenidos en la Primera Revolución In­
dustrial, necesitaban ser invertidos en otros conti­
nentes para la construcción de redes ferroviarias,
puertos, compañías de comercio, plantaciones y
empresas, o lo que es lo mismo, para crear una
infraestructura en los territorios conquistados que
permitiera cubrir más eficazmente las necesidades
de la industria europea. El político colonialista fran­
cés Jules Ferry explicaba así la necesidad de la ex­
pansión colonial:

«Europa puede considerarse como una casa de comer­


cio que desde hace algunos años va viendo decrecer su
volumen de negocios. El consumo europeo está satu­
rado; es preciso hacer surgir de nuevas partes del mun­
do nuevas capas de consumidores, si no queremos ver
la quiebra de la sociedad moderna.»

P ara el político
En 1873 se produjo una crisis económ ica de su­
francés Jules Ferry perproducción que provocó un descenso de los
(1832-1893) las co­ precios y las potencias europeas aplicaron medi­
lonias eran merca­ das proteccionistas para salvaguardar sus m erca­
dos esenciales para
los excedentes de la dos; dicho de otra manera, había un exceso tal
industria europea y, de productos en el mercado que los fabricantes,
al mismo tiempo, para venderlos, se vieron obligados a bajar más
p ro p o rc io n a b a n
y más los precios; el problema alcanzó proporcio­
materias primas y
alimentos baratos; nes tan importantes que los países europeos tuvie­
el fantasma de la ron que aplicar medidas (creación de aranceles o
revolución social impuestos aduaneros) para evitar que los produc­
era otro de los te­
mores que arrastra­
tos de otros países entraran en sus propios m erca­
ban a los dirigentes dos ya saturados. Estas medidas proteccionistas
a la expansión colo­ provocaron una paralización del comercio interna­
nial. Sobre estas lí­ cional que lanzó a las potencias europeas a una
neas, monumento
e rig id o a Ju le s auténtica carrera por la conquista de nuevos mer­
20 Ferry en París. cados ultramarinos.
La presión demográfica aparece también como
un factor determinante. Durante el siglo XIX se pro­ Factores
dujo la llamada «explosión demográfica blanca» demográficos
provocada por el descenso de la mortalidad, gra­
cias a los avances de la medicina y de la higiene,
y al mantenimiento de un alto índice de natalidad.
Europa aumentó su población entre 1800 y 1870 Las duras condicio­
de 187 a 3 0 0 millones de habitantes, alcanzando nes de vida de la
clase obrera se
en 1914 los 4 5 0 millones. Muchos individuos y fa­ muestran en este
milias enteras se vieron obligados a emigrar a otros grabado de Doré
continentes para buscar unas mejores condiciones (1872), en el que se
de vida. El político inglés Cecil Rhodes defendía representan las vi­
viendas de un ba­
así en 1 8 9 5 la necesidad del imperialismo: rrio fabril londinen­
se. La insalubridad,
«Ayer estuve en el East End (barrio obrero londinense) el paro y la presión
demográfica arro­
y asistí a una asamblea de parados. Al oír en dicha reu­
jaron a muchos tra­
nión discursos exaltados cuya nota dominante era “pan, bajadores a la emi­
pan", y al reflexionar, cuando regresaba a casa, sobre gración colonial.
lo que había oído, me convencía, más que nunca, de
Factores la importancia del imperialismo. La idea que yo acari­
demográficos cio representa la solución del problema social; a saber:
para salvar a los cuarenta millones del Reino Unido de
Un elemento clave una guerra civil funesta, nosotros, los políticos colonia­
del imperialismo lo les, debemos posesionarnos de nuevos territorios para
constituye el gran
éxodo europeo ha­
colocar en ellos el exceso de población, para encontrar
cia las colonias y nuevos mercados en los cuales colocar los productos de
los países nuevos. nuestras fábricas y de nuestras minas.»
La pobreza rural,
las malas cosechas
y la presión demo­ Cuarenta millones de europeos emigraron en­
gráfica son los ele­ tre 1850 y 1914 hacia los países nuevos y las colo­
mentos que poten­
ciaron la salida de nias, alcanzando las mayores cifras los años 1887
millones de emi­ (8 0 0 .0 0 0 ) y 1907 (1 .4 0 0 .0 0 0 ). Nunca en la his­
grantes. Inglaterra toria se ha dado una emigración de tal magnitud.
aparecía a la cabe­
L o s factores políticos se basaban fundamental­
za con 17 millones
de emigrantes a lo mente en razones estratégicas y de prestigio inter­
largo del siglo XIX. nacional. La creación de una red de escalas fue

]
22
preocupación principal del expansionismo británi­
co, que, desde 1850, disponía de puntos esencia­ Factores
les en las grandes rutas comerciales: Gibraltar, Santa políticos
Elena, El Cabo, isla Maurico, Adén y Ceilán en la
ruta de las Indias; en el Mediterráneo, partiendo
Funchal, capital de
siempre de Gibraltar, poseía Malta, Corfú y las la isla de Madeira.
islas Jón icas; y en la ruta de China, Singapur y Los portugueses
Hong-Kong. Para los marinos era fundamental te­ fueron los adelanta­
dos en la creación
ner escalas estratégicamente situadas en sus viajes,
de una ruta maríti­
esencialmente en los estrechos y en las islas. Tam ­ ma con diversos en­
bién este factor fue determinante en la conquista claves e stra té g i­
del interior d e jo s continentes, com o se planteó en cos, pues ya en el
siglo XV se lanzaron
el reparto de Africa y en la lucha de las potencias a una serie de des­
por conseguir un imperio continuo de costa a costa. cubrimientos geo­
El factor del prestigio no puede ser desdeña­ gráficos, impulsa­
do, tanto dirigido a las relaciones internacionales dos por la necesi­
dad de hallar una
com o a la propia opinión pública nacional; para vía de comunica­
Francia, la conquista colonial fue una salida hon- ción con Asia.
rosa a la vergüenza de la derrota sufrida en la gue­
Factores rra de 1 8 7 0 contra los prusianos. Era un principio
políticos ampliamente aceptado que un país alcanzaba el gra­
do de gran potencia cuando poseía extensos terri­
torios colonizados en el mundo.
Las relaciones internacionales de este período
estaban marcadas por la importancia del imperia­
lismo. Las potencias se reunían en conferencias
para establecer las reglas del reparto colonial, y gran
parte de las tensiones y conflictos internacionales
tenían claras implicaciones coloniales. Por último,
las guerras mundiales de nuestro siglo han tenido
una base imperialista incuestionable. La diploma­
cia y las relaciones entre naciones estaban regidas
por la preocupación imperial.
Al frente de los estados encontramos grandes
políticos defensores del imperialismo. Es el caso del
francés Jules Ferry que, com o ministro de Asun-

Sir Samuel White


Baker (1821-1839)
fue uno de los más
famosos explorado­
res ingleses de la
época colonial; en
una expedición a
los países del Alto
Nilo descubrió el
24 lago Alberto (1864).
tos Exteriores o Presidente del Gobierno, desarro­
lló una activa política colonial; los británicos Joseph Otras
Chamberlain o Cecil Rhodes; los monarcas L eo­ causas
poldo de Bélgica, que presidía la sociedad inter­
nacional que colonizó el Congo, y Guillermo 11, im­
pulsor de la Welpolitik o «política mundial» del
imperio alemán.
Las causas expuestas hasta aquí —económ icas,
demográficas y políticas— aparecen com o los fac­
tores determinantes de la expansión europea, pero
otras causas, valoradas por los historiadores en ma­
yor o menor medida, estuvieron también en la base
de este fenómeno. La pasión exploratoria del hom­
bre del siglo XIX produjo importantes descubrimien­
tos geográficos; Africa era el continente ignoto, des­
conocido excepto en sus costas, que comenzó a
ser explorado a partir de los grandes ríos y de los
desiertos. Las empresas de exploración apasiona-

Los gobiernos euro­


peos, con el apoyo
de la prensa, crea­
ron en la opinión
pública un patriotis­
mo entusiasta en
apoyo de las explo­
raciones y de las
conquistas colonia­
les. En la ilustra­
ción, la salida hacia
el lago Alberto de
Baker con una es­
colta nativa. 25
ron a la opinión pública, que seguía de cerca a los
Las nuevos héroes del momento. El caso más conoci­
exploraciones do es el del misionero belga Livingstone, que ha­
bía organizado una expedición para descubrir las
míticas fuentes del Nilo. El periódico New York He-
raid organizó otra expedición dirigida por Stanley
que consiguió encontrar al misionero. Las aventu­
ras del periodista americano fueron las más popu­
lares de las exploraciones africanas.
Hitos importantes fueron también la exploración
de Australia atravesando su desierto, la penetra­
El desarrollo de los ción en Asia hasta alcanzar la cordillera del Himala-
estudios geográfi­ ya, o la travesía de Siberia. Por último, la aventura
cos y el espíritu ex­
ploratorio impulsa descubridora tuvo com o punto final los dos polos,
a los europeos a la a pesar de las dificultades climáticas y de alimenta­
aventura del conici- ción en un medio tan hostil. Peary alcanzó el Polo
miento del mundo. Norte en 1909 y Amundsen el Polo Sur en 1911.
Expedición al Polo
Norte de Peary en El hombre, por primera vez en su historia, conocía
1909. la totalidad del globo.
En numerosos países europeos surgieron socie­
dades geográficas que impulsaron los descubrimien­ Las
tos por interés científico y contribuyeron a la pro­ exploraciones
pagación del ideal expansionista. En Francia, Italia,
Gran Bretaña, Portugal, España, además de Ale­
mania y Bélgica, estas sociedades alcanzaron un
gran prestigio y un número creciente de socios apa­
sionados por los estudios geográficos.
El espíritu de aventura impulsado por las explo­
raciones geográficas cundió en la opinión pública,
y fueron muchos los que marcharon a tierras des­
conocidas atraídos por el riesgo y la pasión por los
pueblos exóticos y los paisajes desconocidos. Sur­
gía al mismo tiempo una literatura que respiraba
este espíritu de fantasía y aventura. Las obras de Las numerosas no­
.Julio Verne, con su pasión por la exploración cien- velas de Julio Verne
(1828-1905), uno
de los autores más
traducidos y leídos
de toda la literatu­
ra, han sido califi­
cadas como antici-
patorias de la cien­
cia ficción por sus
sueños de invencio­
nes imposibles. La
pasión por lo desco­
nocido, el deseo de
libertad en el ancho
mundo, las explora­
ciones sin límite,
con insólitas aven­
turas viajeras, han
hecho soñar a va­
rias generaciones
de jóvenes lectores,
invitándoles a sentir
el mismo espíritu
de búsqueda y de
exploración que in­
flamaba a los hom­
bres de su época
por el conocimiento
del mundo. Ilustra­
ción para El viaje
de El Chacelor. 27
tífica y búsqueda de lo desconocido, y de Rudyard
Las misiones Kipling, que ensalzaba la raza y el temperamento
anglo-sajones para la misión civilizadora en un mun­
do salvaje y mítico. El italiano Emilio Salgari fue
el creador de numerosas novelas de viajes y aven­
turas en mundos exóticos.
Las misiones de católicos y protestantes actua­
ron como una avanzadilla del colonialismo. Las igle­
sias cristianas, en pleno apogeo, vieron en los nue­
vos territorios una oportunidad para su propia ex­
pansión por todo el mundo. En 1900 había en las
colonias más de 6 .0 0 0 misioneros y numerosos
centros de enseñanza católicos y unos 1 6 .0 0 0 mi­
sioneros protestantes. Estas misiones competían en­
tre sí utilizando medios diferentes de expansión.

E mi l i o S a l g a r i
(1863-1911) es el
prolífico escritor,
con cerca de cua­
trocientos relatos y
ochenta novelas,
que ha alimentado
las ansias juveniles
de aventuras de un
numeroso público
lector, con un esti­
lo de acción desen­
frenada y simplici­
dad de personajes,
en ambientes de la
jungla, de los pira­
tas asiáticos o de
las praderas nor­
teamericanas. Ilus­
tración de su nove­
la Los tigres de
Mompracem.
Al principio, las misiones, con un objetivo evange-
lizador, y la expansión colonial tuvieron vías dife­ Las misiones
rentes de penetración, pero pronto estas vías con­
fluyeron. Los misioneros aportaron conocimientos
geográficos y la pacificación de las poblaciones con­
La labor desarrolla­
vertidas al cristianismo y, por otro lado, la domi­ da por los misione­
nación colonial garantizaba a las misiones la esta­ ros católicos o pro­
bilidad necesaria para la propagación de su fe. En testantes fue un fac­
tor esencial en la
muchas ocasiones la muerte de misioneros a m a­ colonización de
nos de los indígenas servía com o justificación para nuevos territorios.
que el ejército colonial se apoderase de un territo­ Contribuyeron al
rio. El asesinato de un misionero alemán en China conocimiento geo­
gráfico, antropoló­
permitió al gobierno alemán tomar el puerto de gico y lingüístico de
Kiao-Chow. La opinión pública de las metrópolis las poblaciones in­
veía justificadas estas acciones encaminadas apa­ dígenas, suminis­
trando datos de in­
rentemente a defender a sus misioneros.
calculable valor
La ideología del imperialismo es, por último, para las fuerzas co­
el factor teórico que pretendía justificar el expan- lonizadoras.

29
sionismo europeo. En la base se encontraba el
Factores nacionalismo, pero no aquel nacionalismo revo­
ideológicos lucionario que había dado lugar a movimientos
de afirmación nacional durante la primera mitad
El personaje de
Tarzán, creado por del siglo XIX. A partir de 1848, se fue convirtien­
Burroughs, ha me­ do en un nacionalismo conservador y agresivo,
recido saltar de la en ocasiones racista, basado sobre todo en un sen­
literatura a innume­
timiento de superioridad y, al mismo tiempo, de
rables versiones ci­
nematográficas. En desprecio hacia otros pueblos o razas consideradas
él se manifiesta el com o inferiores (los habitantes de las colonias).
mito del buen sal­ Desde este punto de vista, la política expansionis-
vaje (blanco) rodea­
do de los malos sal­ ta aparecía com o la tarea pretendidamente hu­
vajes (negros); la manitaria de las naciones «superiores» de llevar
superioridad racial a cabo una misión «civilizadora» entre los pueblos
le permite sobrevi­ salvajes.
vir y reinar en un
mundo hostil y a la En la literatura de la época encontramos num e­
vez exótico y libre. rosos ejemplos que ensalzan esta «noble» misión

30
de la raza blanca. Entre los británicos, Rudyard Ki-
pling (autor de El Libro de la Selva) hablaba de Factores
«la responsabilidad del hombre blanco»; Carlyle rei­ ideológicos
vindicaba la anchura del mundo para la expansión
de las ya demasiado pequeñas islas británicas; y Dil-
ke ensalzaba el heroísmo de los colonizadores. En
Francia, Leroy-Beaulieu afirmaba que «una gran
porción del mundo está habitada por tribus bárba­
ras o salvajes que no saben explotar su tierra y sus
riquezas naturales», y concluía que el imperialismo
«es una de las tareas impuestas a los países civili­
zados». Los políticos no eran ajenos a esta «teori­
zación» de la necesidad del expansionismo euro­
peo, com o es el caso de Jules Ferry, que calificaba
de «impulso irresistible» el que empujaba a las gran­
des naciones europeas hacia la conquista de nue­
vas tierras. El imperialismo llegó a calar en nume-

El periodista y es­
c r ito r b ritá n ico
Rudyard Kipling
(1865-1936) se ins­
piró en sus prime­
ras obras en la vida
exótica de la India
(El libro de la S el­
va, 1894), para ce­
lebrar en sus poe­
mas y novelas pos­
teriores las cuali­
dades viriles y civi­
lizadoras del impe­
rialismo anglosajón
(Kim, Capitanes
Valientes). Su espí­
ritu caló de tal ma­
nera en la mentali­
dad de la época que
fue Premio Nobel
en 1907. Ilustración
para El Libro de la
Selva.
rosos políticos ai margzn de su afiliación partidis­
Factores ta, com o el conservador Disraeli o el liberal Cham-
ideológicos berlain. Pero el pragmatismo de la política hizo que
estos hombres no pudieran dejar de traslucir sus
auténticos objetivos; Chamberlain afirmaba sin re­
cato que «el imperio es el comercio» y Cecil Rhodes
que «es una cuestión de estómago».
Lo más curioso es cuando la política y la teoría
hicieron uso de las ciencias biológicas para justifi­
car el expansionismo. Lord Salisbury dividía las na­
ciones entre «vivas y moribundas» y afirmaba que
las primeras «se irán apropiando gradualmente de
los territorios» de las segundas. Incluso se utilizó,
falseándolas, las teorías evolucionistas de Darwin,
concretándose en la idea de que sólo conseguiría
sobrevivir en la lucha por el dominio del mundo
aquel que estuviera mejor dotado, el más fuerte,
Rosa Luxemburgo
de tal modo que las razas que prevalecían era por­
(1 8 7 1 -1 9 1 9 ) es, que tenían un derecho natural a ello.
junto a otros desta­ El racismo hizo, pues, aparición entre los pen­
cados dirigentes so­ sadores imperialistas. El francés Gobineau publicó
cialistas como Le-
nin o Kautsky, una un libro denominado E nsaco sobre la desigualdad
de las principales de las razas humanas, cuyo título es suficiente para
voces críticas del comprender su contenido. El inglés H. S . C ham ­
imperialismo al que
berlain mantuvo en una obra publicada en Alema­
condenó sin amba­
ges. Para Rosa Lu­ nia que la «raza de amos», que había conseguido
xemburgo, el impe­ desarrollar sus cualidades en la lucha por la exis­
rialismo se origina tencia, tenía una misión que cumplir en el mundo.
por la propia inca­
pacidad del capita­ La superioridad de la raza blanca aparecía, pues,
lismo de producir com o uno de los fundamentos del expansionismo.
riqueza sin crisis, Lo grave fue que estas ideas cundieron rápidamente
teniendo que en­ en varios países europeos calando profundamen­
contrar en territo­
rios nuevos una sa­ te en el subconsciente de amplios sectores de la
lida que le permita población.
prolongar su exis­ ¿Hubo también una oposición política y teórica
tencia, pero que a
la larga sucumbirá al imperialismo? La hubo, pero minoritaria; por un
bajo la presión re­ lado, los marxistas, con Rosa Luxemburgo y Le-
volucionaria de to­ nin a la cabeza, denunciaron el colonialismo y acu­
das las clases tra­
32 bajadoras. saron al capitalismo monopolista del saqueo siste­
mático al que sometían a los pueblos subdesarro­
llados; por otro lado, surgieron sociedades filantró­ Factores
picas que lucharon contra los abusos cometidos ideológicos
por los colonizadores y por la supresión de la es­
clavitud.
Pero la superioridad de las grandes potencias y
sus éxitos coloniales, que al fin y al cabo propor-
i ionaban un mayor bienestar a los países «civiliza­
dos», acallaban fácilmente estas voces discordan­
tes, que casi no encontraron eco en la sociedad. El ambiente bur­
Al contrario, se formaron numerosas sociedades co­ gués, pacífico y
loniales que agruparon a políticos, comerciantes e edulcorado, de este
cuadro de Dendy
industriales y cuyo fin radicaba en la promoción de Sadler, titulado Ho­
la empresa colonialista. Proliferaron en Francia gar, dulce hogar.
(Union Cobniale Française) , en España (Sociedad contrasta con la
realidad agresiva
Española de Africanistas y Colonialistas), en Ale­
de los gobiernos
mania, Gran Bretaña, Bélgica, etc., agrupando a europeos en la polí­
veces a un gran número de socios. tica colonial.

33
Los caracteres de la colonización
La conquista
La ocupación de nuevos territorios fue la primera
tarea con la que se enfrentaron los países europeos,
empresa que no presentaba excesivas dificultades
si comparamos la diferencia profunda entre el de­
sarrollo armamentístico y de organización militar de
los colonizadores y los pueblos indígenas, muchos
de ellos todavía en una fase primitiva de desarro­
La asimilación co­
lonial incluye al llo. Los avances técnicos de la industria eran pues­
propio ejército que tos al servicio de la conquista militar; los barcos de
se nutre de solda­ vapor permitían el transporte rápido de las tropas
dos de la región so­
metida, fieles cola­ y la penetración a través de los grandes ríos (Con­
boradores que al­ go, Nilo, Zambeze) hasta el corazón de los conti­
canzan así un sta­ nentes. A veces incluso, las potencias crearon cuer­
tus superior y do­
pos de ejércitos indígenas que conocían mejor el
minador sobre el
resto de los indí­ medio y que se convertían en peones fundamen­
genas. tales para los invasores.

34
La conquista militar se aplicó a los territorios que
carecían de una organización política, com o ocu­ La Conquista
rrió en Africa; pero existía otro tipo de conquista militar
que después, en la segunda mitad del siglo XX,
se generalizará; se trataba de la penetración eco ­
nómica, mediante la exportación de capitales y
creación de empresas extranjeras en países sub­
desarrollados que contaban con un gobierno
propio.
Algunas potencias —Gran Bretaña o Francia— La superioridad mi­
litar — táctica y
poseían un potencial económ ico y militar tan im­ arm am entística —
portante que pudieron plantearse con éxito la con­ de las potencias co­
quista de un imperio mundial; otras — más modes­ loniales se muestra
en este combate de
tas— optaron por especializarse en zonas concretas
tropas coloniales
del globo. Fue el caso de Bélgica, Portugal, Italia bajo mando británi­
o España. co contra nativos.
La administración colonial
Las colonias Tras la empresa de conquista, la organización del
de explotación territorio podía revestir varias modalidades según
los caracteres del lugar ocupado y los intereses de
la metrópoli. Constituía el marco jurídico implan­
tado por las metrópolis para el gobierno y aprove­
chamiento económ ico de la colonia.
La colonia de explotación fue el modelo más ge­
neralizado, donde una minoría blanca imponía su
poder a la población indígena y controlaba com ­
pletamente el teritorio. Inicialmente se encargaba
la administración a una compañía privada que or­
ganizaba la colonia y explotaba sus recursos en su
provecho, ahorrando al Estado su función rectora
y los gastos que de ella se derivaban. Pero este sis­
tema fue sustituido en seguida por la acción direc­
ta de los Estados metropolitanos, que enviaron a
sus funcionarios civiles y militares, los cuales im­
plantaron un Gobierno colonial con la exclusión to­
tal de los indígenas, aunque las compañías seguían
beneficiándose de la explotación económ ica. Fue
un elem ento más de la crisis del viejo liberalismo
Las economías co­ y del creciente intervencionismo estatal. Al frente
lonizadoras se ba­
de estas colonias se situaba al Gobernador, que de­
saban en las explo­
taciones agrícolas, pendía directamente de la metrópoli. Este fue el
mineras y ganade­ modelo preferentemente utilizado para el Africa
ras dentro de un es­ negra.
quema capitalista.
La diferencia entre La colonia de poblamiento blanco respondía a
la economía avan­ territorios donde existía una escasa población indí­
zada de los coloni­ gena y un clima benigno que atraía a un importan­
zadores y la econo­
mía de subsistencia te contingente de emigrantes europeos, que se ins­
de los indígenas talaban definitivamente com o colonos. En ella, la
creaba contrastes metrópoli aplicaba un modelo administrativo y de
evidentes y la co­ gobierno calcado del europeo y que tendía progre­
existencia de dos
formas radicalmen­ sivamente a la autogestión.
te opuestas de rela­ En el Imperio británico, este tipo de colonias tuvo
ción con los medios gran importancia — Canadá, Australia, Nueva Ze­
de producción. En
la imagen, campe­ landa, El Cabo (la actual República de Sudáfri-
36 sino hindú. ca )— que contaron con parlamento y gobierno
propios, aunque la política exterior era com peten­
cia exclusiva de Londres. A partir de 1907 estos
Los dominios
territorios tomaron el nombre de «dominios».
Francia también optó por este modelo para al­
gunas de sus colonias (Antillas y Argelia), aunque
con un menor grado de autogobierno, dada la fuer­
te tendencia centralizadora de la administración
gala. El sistema francés fue el de la asimilación po­
lítica a la metrópoli, implantando en las colonias El descubrimiento
de yacimientos au­
las mismas leyes que en Francia y reservando va­ ríferos en Australia
rios asientos en el Parlamento para los diputados provocó la creación
en ellas elegidos. de una importante
colonia de pobla-
Pero los beneficios del autogobierno colonial miento blanco con
—tanto en el sistema británico como en el francés— una escasa pobla­
quedaban reservados al colono europeo. La po- ción indígena.

37
blación indígena permanecía excluida de la vida po­
El lítica y sometida al poder de la sociedad blanca.
protectorado El protectorado fue la tercera alternativa del po­
der colonial, aplicándose cuando en un territorio
existía una administración indígena suficientemente
organizada. Entre la conquista militar —con el es­
fuerzo humano y económ ico que suponía— y el
sometimiento del gobierno local, la metrópoli op­
taba por lo segundo. El protectorado era un esta­
Tras la conquista
militar, el tratado tuto que en teoría respetaba al gobierno indígena
del Bardo de 1881 que era puesto «bajo la protección» de la metró­
instituía el protecto­ poli, pero las autoridades coloniales se reservaban
rado francés sobre
Túnez, por el cual el dos resortes fundamentales del poder: la política
bey abandonaba a exterior y el ejército, lo que permitía evitar un po­
Francia la política sible levantamiento y la competencia de otras po­
extranjera y la ad­
ministración de su
tencias coloniales. Francia creó protectorados en
país. El palacio del Túnez, Camboya y Vietnam, y Gran Bretaña im­
Bardo en Túnez. plantó este modelo para una parte de la India. Pero

38
el protectorado tampoco garantizaba la integridad
territorial del país «protegido», com o fue el caso de Las concesiones
Marruecos que, tras la conferencia de Algeciras
en 1 9 0 6 , fue dividido en dos protectorados, uno
bajo el poder francés y otro bajo el español.
Las concesiones eran ciertas ventajas o m ono­
polios comerciales que las potencias europeas
arrancaban a países demasiados extensos y con un
poder político organizado, pero no el suficiente para
oponerse al acoso europeo. Este fue el caso de Chi­
na, a la que se le impuso la dependencia econó­
mica de las potencias colonialistas a través de los
«tradados desiguales» que obligaron al Gobierno
de Pekín a abrir sus principales puertos al com er­
cio occidental. Al mismo tiempo, obtenían la c e ­
sión de puertos estratégicos, com o es el caso de La entrada de las
fuerzas británicas
Hong Kong por Gran Bretaña, sin necesidad de in­ en Chau-Kiang se
tervenir en el resto del territorio. remonta a 1842.

39
La explotación
Explotación
El aprovechamiento económ ico sistemático de las
colonial
colonias fue el objetivo primordial de todas estas
diferentes formas de organización de los territorios
sometidos. La metrópoli necesitaba crear una in­
fraestructura para la mejor utilización económica de
la colonia, y así es com o surgieron redes ferrovia­
rias, carreteras y puertos por donde transportar y
expedir las mercancías. Los territorios colonizados
fueron sometidos a una asimilación aduanera que
eliminaba las trabas arancelarias con la metrópoli,
pero que creaba una barrera proteccionista con res­
pecto a terceros. Sólo Gran Bretaña, líder del libe­
ralismo, practicaba hasta cierto punto el librecam-
bismo, seguida por Holanda. La otra excepción
fue el caso de Marruecos, donde las potencias euro­
peas —enfrentadas por el dominio de la zona— im­
pusieron la política de «puertas abiertas». El resto
de metrópolis —Francia, Italia, Alemania, Bélgica,
España, e tc.— implantaron el proteccionismo en
sus colonias.
Pero las relaciones económ icas entre colonias y
potencia colonizadora no se establecían en un pla­
no de igualdad, pues la primera se limitaba a pro­
veer de materias primas y a convertirse en un mer­
cado reservado para los productos industriales de
la segunda. Este intercambio desigual venía acom ­
pañado de otras medidas; era la metrópoli la que
fijaba los precios de compra y venta y la que esta­
blecía los productos, haciendo que algunas colo­
nias se especializasen en ciertos tipos de cultivo y
La explotación eco­ tuvieran, por lo tanto, que proveerse de los pro­
nómica de las colo­ ductos necesarios a través del comercio colonial.
nias com enzaba
En este caso, la dependencia económ ica de la co ­
habitualmente con
la construcción de lonia llegaba al grado máximo.
una infraestructura Las metrópolis impedían la industrialización de
ferroviaria, portua­ las colonias y desmantelaban la artesanía existen­
ria y de carreteras.
En la ilustración, fe­ te. Fue el caso de la India, donde los ingleses des­
40 rrocarril en Kenya. truyeron los tradicionales telares, a la vez que crea-
ban enormer plantaciones de algodón; de esta ma­
nera, la India consumía su propio algodón, que Explotación
había sido exportado en bruto e importado manu­ colonial
facturado desde Inglaterra. Las únicas actividades
La Compañía Britá­
permitidas fueron las extractivas y la producción de nica de Sudáfrica,
materias primas. controlada por Ce-
S e producía así un proceso en el que el saldo co ­ cil Rhodes, había
mercial era cada vez más ventajoso para la metró­ conseguido en 1890
los derechos de ex­
poli. Desde finales del siglo XIX las importaciones plotación durante
europeas procedentes del mundo colonial dismi­ veinticinco años de
nuyeron en la misma proporción que aumentaban las minas de Africa
del Sur. En su ex­
las exportaciones con el mismo destino. Si a ello
pansión territorial
añadimos los monopolios que se reservaban las me­ los británicos cho­
trópolis (Francia mantenía en la Unión Indochina c a r o n c o n lo s
la exclusiva del comercio de la sal, el alcohol y el bóers, sobre todo a
partir del descubri­
opio), que producían grandes beneficios, entende­
miento de y a ci­
remos que el saldo comercial se inclinaba siempre mientos auríferos
a favor de la potencia colonizadora. en Transvaal.

41
La carrera imperialista (1870-1914)
A partir de 1870 la expansión imperialista europea
alcanzó su máximo apogeo. Las novedades que
aporta este período histórico hasta 1 9 1 4 son im­
portantes. En primer lugar, el número de países par­
ticipantes en la búsqueda de nuevos territorios en
el mundo aumentó. A Francia y Gran Bretaña, que
se habían adelantado al resto de potencias y en
1 870 poseían ya un importante imperio, se suma­
ron en Europa, Rusia, Alemania, Italia, Bélgica, Es­
paña, Portugal, y, fuera de Europa, Japón y Esta­
dos Unidos. Com o consecuencia de esta carrera
por llegar el primero que se entabló entre los paí­
Uno de los pocos ses «avanzados», surgieron numerosos conflictos
éxitos coloniales del entre ellos que las diplomacias respectivas apenas
colonialismo italia­ pudieron solucionar. La rivalidad se acentuó y los
no: tropas italianas
en la ocupación de conflictos y odios entre naciones se multiplicaron.
Massana, Eritrea. Era la carrera colonial.
La primera oleada colonizadora
Esta etapa parte de 1 8 70 y concluye en 1885, con Primera
dos momentos de impulso provocados por las cri­ etapa
sis económ icas de 1873 y 1882 que arrastraron a
numerosos europeos a emigrar a los territorios ul­
tramarinos.
Sin duda, fueron Gran Bretaña y Francia las
grandes protagonistas de este período, caracteri­
zado por un avance lento en amplios territorios, al­ La expansión fran­
gunos todavía por descubrir. cesa en el Congo
fue debida a la a c­
En Africa, las potencias europeas se limitaron al ción de un aventu­
asentamiento costero en zonas de valor estratégi­ rero aislado, Pierre
co o comercial pero sin que existiera un plan claro Savorgnan de Braz-
de conquista continua hacia el interior del continen­ za. En la ilustra­
ción, Brazza es re­
te. A pesar del carácter poco organizado del avan­ cibido por el rey
ce, esta etapa es fundamental, pues en ella se es­ Makoko: el gran
tablecieron las bases de la futura expansión. brujo sacraliza el
acuerdo de protec­
Al mismo tiempo, aparecieron figuras de políti­
torado firmado en­
cos colonialistas de gran prestigio que en sus res­ tre su rey y el oficial
pectivos países crearon una opinión general favo- francés.
rabie a la expansión imperialista. Fueron el inglés
Primera Disraeli, primer ministro de 1874 a 1880, el fran­
etapa cés Jules Ferry, en el poder desde 1879 hasta 1885
com o ministro o presidente del gobierno, o el rey
belga Leopoldo II (1 8 6 5 -1 9 0 4 ).
Pero pronto las primeras fricciones entre metró­
polis impusieron la necesidad de crear unas reglas
del juego del reparto colonial.
El antagonismo entre las potencias surgió por la
concurrencia de varios países — Bélgica. Francia,
Portugal y Alemania— en torno al Congo (actual
Zaire). Ante la compleja situación, el canciller ale­
mán Bismarck convocó la Conferencia de Berlín,
que se celebró en los años 1 8 8 4 -1 8 8 5 . En ella se

En la costa occi­
dental africana las
potencias penetra­
ron en el continen­
te a través de tres
grandes ríos, el Se-
negal, el Níger y el
Congo. Fue en esta
última región don­
de surgieron pronto
los problemas; los
belgas habían con­
quistado gran parte
del Congo, en la
orilla derecha se es­
tableció el francés
Brazza, y en la de­
sembocadura los
portugueses crea­
ron el enclave de
Cabinda, mientras
los alemanes inten­
taban establecerse
en el Camerún. En
el grabado, vista
general de la ciu­
dad de B an sa o
San Salvador del
44 Congo.
estableció la preponderancia belga sobre la zona,
la libertad de comercio en la cuenca del Congo y Primera
zona circunvecina y la libre navegación en los ríos etapa
Níger y Congo.
Pero la importancia de la conferencia radicó en
la «Declaración relativa a las formalidades esenciales
que habrán de cumplirse para que se consideren
efectivas las nuevas ocupaciones en las costas del
continente africano», que establecía las normas para Una reunión de la
las nuevas posesiones. Conferencia de Ber­
Según lo acordado en dicha conferencia, cuan­ lín (1884-1885) con
do una potencia ocupaba un territorio colonial o los delegados de las
potencias coloniza­
establecía un protectorado, debía comunicarlo a las doras. La impor­
otras potencias de inmediato y, lo que es aún más tancia de esta cum­
importante, sólo la ocupación efectiva mediante la bre diplomática fue
esencial para mar­
implantación de una «autoridad competente» otor­ car las reglas del
gaba el derecho a la posesión, reconocida por to­ juego del reparto
dos, del territorio. del mundo.
La segunda oleada colonizadora
Segunda Tiene su punto de partida en la decisión adoptada
etapa en Berlín en 1885, que aceleró la carrera por la ocu­
pación de nuevos territorios. La entrada en esce­
na de otras potencias que hasta el momento se ha­
bían mantenido al margen o que habían iniciado
solamente su expansión colonial, com o es el caso
de Italia y Alemania, hizo necesario una serie de
acuerdos bilaterales que completaron el reparto co­
lonial. En la década de los noventa, Africa había
sido dividida por los nuevos ocupantes y lo mismo
E x p lo ració n del
lago Tanganika por
ocurrió en el Pacífico. El sudeste asiático sufrió en ­
un destacamento tonces el turno de la ocupación progresiva.
alemán. La región El proceso de expansión colonial de este perío­
de Tanganika en do conoció numerosas conquistas y ocupaciones
la antigua Africa
Oriental Alemana, de nuevos territorios. Gran Bretaña se anexionó Be-
tras acceder a la in­ chualandia y Birmania (ambas en 1885); dos años
dependencia (1961), después estableció su protectorado sobre el norte
se unió al ex-sulta-
de Borneo; y en 1895 fundó Rhodesia (la actual
nato de Zanzíbar
para convertirse en Zimbabwe). Francia estableció su protectorado so­
Tanzania (1964). bre Madagascar (1885), que en 1896 fue conquis-

46
tada militarmente y anexionada com o colonia de
explotación; en 1887 creó la Unión Indochina; y Segunda
en 1 8 8 9 hizo de Costa de Marfil un protectorado; etapa
finalmente, Dahomey también fue convertido en
protectorado francés (1892). Alemania se anexio­
nó Tanganika y Zanzíbar (1885) y Kiaochen (1897). El imperialismo
Los italianos consiguieron ocupar Massana (1885), ruso tuvo otra línea
pero no tuvieron tanto éxito al atacar Abisinia, sien­ de expansión hacia
el sur, en conflicto
do derrotados en Adua (1896). Rusia comenzó en con Turquía y en
1891 la construcción del transiberiano en su expan­ competencia con
sión hacia Oriente. Finalmente, el Jap ón — que Gran Bretaña. En
1859, en una dura
había optado por la conquista colonial entre sus lucha contra los
vecinos— entabló una guerra en China, de la que pueblos montañe­
obtuvo la isla de Formosa (1895). ses, los rusos some­
tieron la región del
Consumado el reparto, las potencias coloniales
Cáucaso, lo que les
se dedicaron entonces al sometimiento sistemáti­ permitió amenazar
co de las colonias, a la «pacificación» interior, so­ a Turquía en Arme­
focando cualquier levantamiento indígena, y a im­ nia y abrir una vía
de penetración en
plantar «la autoridad com petente para hacer res­ Persia. Línea férrea
petar los derechos adquiridos», tal com o estable­ rusa en el Cáucaso,
ciera la Conferencia de Berlín. en 1873.

47
Los noventa y ocho
Hasta finales de los años noventa, las grandes po­
conflictos tencias se repartieron el planeta sin que surgieran
entre ellos grandes conflictos. Habían puesto en
marcha una gran empresa de expansión a la bús­
queda de nuevos mercados o de materias primas
sin encontrar una resistencia indígena capaz de pa­
ralizar el avance arrollador de los países industria­
les, ni tampoco se habían producido enfrentamien­
tos entre las metrópolis porque era mucho el mundo
El com andante a colonizar y las potencias se encontraban difícil­
francés Marchand
mente en sus zonas de expansión. Cuando surgían
al frente de la expe­
dición hacia el Nilo las fricciones, los diplomáticos se encargaban de
en 1897, con el ob­ crear las normas de actuación en el reparto.
jetivo de ocupar la Pero a partir de esta década comenzaron a pro-
población de Fas-
hoda en competen­ liferar los conflictos entre potencias coloniales, plan­
cia con los británi­ teando una competencia entre las grandes y las
cos. El vapor Faid- pequeñas y produciéndose una nueva situación in­
herbe fue desmon­ ternacional.
tado y transportado
pieza a pieza por S e denomina los noventa y ocho a los conflictos
los indígenas. surgidos entre las potencias coloniales latinas —Es-

48
paña, Portugal, Italia y Francia— con las potencias
anglosajonas —Gran Bretaña y los Estados Uni­ Los
dos— a finales del siglo XIX, que se resolvió con conflictos
la redistribución colonial en la que los segundos
obtuvieron avances considerables y los primeros
sufrieron una importante frustración colonial.
A pesar de que el reparto colonial se había aca­
bado en los años anteriores y se habían paralizado
las ocupaciones territoriales porque ya no queda­
ban tierras para conquistar, la carrera imperialista
continuó; las grandes potencias industriales deci­
dieron seguir con su expansión poniendo en mar­
cha una política de rapiña con los territorios de las
potencias coloniales menos desarrolladas. Era la
manifestación práctica de la teoría de lord Salisbury
Desembarco de sol­
de las «naciones vivas y las naciones moribundas». dados españoles en
Tres potencias europeas —Francia, Portugal y Filipinas en 1896
Gran Bretaña— se enfrentaron en Africa para rea­ para luchar contra
la insurrección ¡n-
lizar el sueño colonial de un «imperio continuo» que dependentista. De­
atravesase el continente de costa a costa. El desig­ talle de un cuadro
nio británico radicaba en dominar el continente de de Brugada.

49
Norte a Sur, desde El Cairo a El Cabo. Cecil Rho-
Portugueses des, Primer Ministro de El Cabo desde 1890, se
y británicos proponía unir estos dos puntos, mediante líneas fé­
rreas y telegráficas, sobre territorios británicos.
Portugal, la nación con mayor tradición coloni­
zadora en el continente africano, poseía dos impor­
tantes enclaves costeros, Angola y Mozambique,
y soñaba con unir ambos territorios de Este a O es­
te en otro «imperio continuo» a través de Zambia
y la futura Rhodesia. En 1887, el ministro de Asun­
tos Exteriores portugués, Enrique Barros Gom es,
presentó al Congreso de los Diputados un mapa
del «Africa Meridional Portuguesa», donde en co ­
lorido rosa se dibujaba la pretensión portuguesa.
El mapa fue conocido con el nombre de «Mapa co ­
lor Rosa», que simbolizaba la frustración portuguesa
Inaguración en El en el ámbito colonial porque los objetivos lusos no
Cabo de un monu­ pudieron cumplirse por la denominada crisis del ul­
mento a su Primer
Ministro Cecil Rho- timátum. En 1890 el Gobierno de lord Salisbury
des. envió un comunicado al Gobierno de Jo s é Lucia-
no de Castro exigiendo la retirada de las tropas por­
tuguesas que actuaban entre los territorios de An­ Portugueses
gola y Mozambique, con la amenaza de romper las y británicos
relaciones diplomáticas con Lisboa; se vislumbra­
ba la declaración de una guerra y Portugal se so­
metió. Las consecuencias políticas, económ icas y
morales de este duro golpe de la tradicional aliada
fueron enormes en Portugal (crisis sucesivas de go­
bierno, ascenso del republicanismo, profunda cri­
sis económ ica y frustación nacional ante la derrota El amplio territorio
situado entre Ango­
moral sufrida). En 1 8 9 8 los gobiernos británico la y Mozambique,
y alemán se pusieron de acuerdo, en un tratado lo que hoy constitu­
secreto, para repartirse las colonias de la «mori­ ye los países de
Zambia y Zimba-
bunda» Portugal. Aunque este tratado no llegó a bue, era codiciado
aplicarse, estuvo vigente hasta 1914, cuando las por portugueses y
dos potencias signatarias se enfrentaron en la Pri­ británicos para po­
mera Guerra Mundial. der crear un impe­
rio africano conti­
nuo. A principios
del siglo X I X se
asentaban en él dis­
tintos pueblos, don­
de los árabes ha­
bían establecido la
trata de esclavos.
Tras la crisis del ul­
timátum que apar­
tó definitivamente a
los portugueses de
la zona, la British
South Company de
Cecil Rhodes firmó
un tratado con Le-
wanika, rey de los
lozis, que le conce­
dió la exclusiva de
la explotación co­
mercial y minera,
primer paso en la
im plantación del
protectorado britá­
nico. En la imagen,
las cataratas Victo­
ria, del río Zambe-
ze, entre Zimbabue
y Zambia. 51
Francia es la segunda potencia latina que tuvo
La crisis que retroceder ante el poderío británico. Los fran­
de Fashoda ceses controlaban los territorios del Africa occidental
y su objetivo consistía en crear un imperio conti­
La p e n e tra c ió n nuo desde el Atlántico al mar Rojo y el índico. Fran­
francesa, al mando cia ya había sido apartada por Gran Bretaña del
de Marchand, ha­ canal de Suez y de Egipto en 1875, y la única vía
cia el Alto Nilo (en
la imagen) y el pro­ que le quedaba era la ocupación del Sudán y la
yecto de crear una instalación en el Alto Nilo. Las tropas francesas
colonia en Sudán avanzaron desde el Oeste bajo el mando del capi­
provocó la crisis de
tán Marchand llegando a Fashoda, en el Nilo, en
Fashoda con Gran
Bretaña (1898). A julio de 1898. Desde el Norte y el Sur el ejército
pesar de la negati­ inglés, al mando del general Kitchener, acudió al
va de Marchand a mismo punto en septiembre. Cuando se encontra­
e v acu ar la zona
ante la presencia de ron los dos ejércitos se produjo la famosa crisis de
las tropas británi­ Fashoda, que a punto estuvo de provocar una gue­
cas, la orden de re­ rra abierta entre las dos potencias coloniales. La
tirada del gobierno retirada de Marchand por orden de su gobierno de­
francés puso punto
final a la cris is mostraba la fortaleza británica, permitía el control
abierta. exclusivo del valle del Nilo por parte de Gran Bre-
taña y la creación del imperio continuo de El Cai­
ro a El Cabo, como pretendiera Cecil Rhodes, con Cuba
la sola interrupción del África Oriental Alemana.
En el tercero de los noventa y ocho se enfrenta­
ron España, una pequeña potencia que mantenía
a duras penas los últimos vestigios de su pasado
imperio colonial, y los Estados Unidos, que des­
puntaba ya como la primera potencia industrial. En
este caso la crisis derivó en una guerra abierta que
para el país latino supuso el Desastre del 98.
Desde 1 8 9 5 se había extendido por Cuba una
insurrección emancipadora («Grito de Baire»), y
desde 18 9 6 en Filipinas, contra el poder español.
Dominado el levantamiento filipino, en Cuba la in­
surrección independentista se reecrudeció, cuyo di­
rigente Jo s é Martí lanzó una terrible guerra de gue­
rrillas. Los generales españoles Martínez Campos
y Weyler no pudieron pacificar la isla, ni siquiera

Caperucita Roja: la
crisis de Fashoda
desencadenó en
Francia una violen­
ta campaña contra
«la pérfida Albión»,
rep resen tad a en
esta caricatura co­
mo un terrorífico lo­
bo británico dis­
puesto a tragarse a
una encan tad ora
C ap eru cita Roja
francesa. Las rela­
ciones bilaterales
sufrieron un duro
golpe y la reina Vic­
toria, ante la xeno­
fobia antibritánica,
tuvo que renunciar
a su veraneo en la
Costa Azul. 53
con la dureza aplicada por el segundo para aplas­
tar a los insurrectos. Los Estados Unidos, a pesar
Cuba
de su pretendido humanitarismo en defensa de la
libertad cubana, vieron en las posesiones españo­
las la posibilidad de su expansionismo y su avance
agresivo en el dominio del Caribe y en el control
del comercio con el Lejano Oriente. El Gobierno
estadounidense propuso al español la compra de
Cuba, a lo que Madrid se negó. Cuando España
concedió a Cuba un régimen autonómico en 1897,
ya era demasiado tarde para retener la colonia. El
Gobierno McKinley provocó la guerra contra Es­
paña: primero envió, en febrero de 1898, un ulti­
mátum al Gobierno Sagasta exigiendo la venta de
Desembarco de tro­
pas estadouniden­ Cuba a los Estados Unidos por 3 0 0 millones de dó­
ses en Cuba. El ex­ lares o, en caso contrario, se atuviese a un ataque
pansionismo de la armado. Después se produjo la extraña voladura
a d m i n i s tr a c ió n
del acorazado americano Maine en el puerto de
Mackinley jugó un
papel esencial en la
decisión de entrar
en guerra; se trata­
ba, por un lado, de
evitar la indepen­
dencia de la colonia
española, que, de
esta manera, pasa­
ba a una nueva de­
p e n d e n c ia ; por
otro, al eliminar a
España de Cuba y
Filipinas se abrían
las puertas de dos
puntos esenciales
para la expansión
militar, económica
y política de los Es­
tados Unidos en el
Caribe y en el Pací­
fico. En el caso de
Cuba se trataba
simplemente de la
aplicación de la
doctrina Monroe:
«América para los
54 americanos*.
La Habana que fue utilizada por los Estados Unidos
para declarar la guerra. En Filipinas, la escuadra El desastre
española, en una batalla de una hora, fue barrida del 98
por la escuadra norteamericana al mando del al­
mirante Dewey. En el Caribe, la flota española al
mando del contralmirante Cervera también fue des­
truida. En la Paz de París (diciembre de 1898), Es­
paña perdió Cuba y cedió a los Estados Unidos el
archipiélago filipino, la isla de Guam y Puerto Rico
a cambio de 2 0 millones de dólares. El desastre fue
completo cuando España se vio obligada a vender
a Alemania las Carolinas, Marianas y Palaos, en
el Pacífico, por 2 5 millones de marcos.
El Desastre del 9 8 tuvo en España hondas re­
percusiones, puso en entredicho el propio sistema
de la Restauración, provocando agrios debates so­
bre las responsabilidades políticas y militares. J o a ­
quín Costa encabezaba la corriente regeneracionista Firma de la Paz de
París entre España
que clamaba por un cambio profundo en una Es­ y los Estados Uni­
paña todavía anclada en el pasado. dos (1898).
Los imperios coloniales
El Imperio británico
Fue el más importante de los imperios coloniales,
extendiéndose por los cinco continentes. En 1914
constaba de los siguientes territorios:
En Africa: Egipto, Sudán, Uganda, Kenia, Rho-
desia del Norte (actual Zambia), Rhodesia del Sur
(Zimbabue), Nyasalandia (Malawi), Bechuanolan-
dia (Botswana), Unión Sudafricana, Nigeria, C os­
ta de Oro (Ghana), Sierra Leona, Gambia.
En Asia y Oceanía: Unión India (India, Bangla
Desh, Pakistán y Birmania), Afganistán, Beluchis-
tán, Cachemira, Ceilán (Sri Lanka), Malaca, Aus­
tralia, Tasmania, Nueva Zelanda, norte de Borneo,
sur de Nueva Guinea.
Muhammad Alí re­
En América: Canadá, Bahamas, Trinidad, Gua-
cibiendo a una em­ yana, Honduras Británica.
bajada británica en Cadenas de escalas, con innumerables islas y ba­
Alejandría, 1839. ses de apoyo en todas las rutas y mares: Gibraltar,
El comienzo de la
penetración colo­ Malta, Corfú, islas Jónicas, Santa Elena, islas Mau­
nial en Egipto. ricio, Adén, Singapur, Hong Kong.
Gran Bretaña poseía un imperio de 3 3 millones
de kilómetros cuadrados donde habitaba la cuarta Gran
parte de la población mundial (450 millones). Fue, Bretaña
sin duda, la nación europea que tuvo una práctica
imperialista más desarrollada y de más largo alcan­
ce, una organización colonial más acabada y una
mayor emigración hacia las colonias (unos 2 0 0 .0 0 0
ó 3 0 0 .0 0 0 ingleses cada año a finales del XIX).
Desde 1 8 5 4 disponía de un organismo guberna­
mental especializado, el Colonial Office, dependien­
te del Ministerio de la Guerra.
Fue también el país que se adelantó al resto de
la potencias en la conquista de nuevas tierras, pues
en 1 8 5 0 , cuando el fenóm eno colonial apenas se
había iniciado, disponía ya de numerosos enclaves Tras dos siglos de
e importantes colonias (Canadá, Australia. Africa dura competencia
del Sur, la India). A partir de la década de los 70 entre franceses y
británicos sobre la
llamada Gold Coast
(Costa de Oro), en
la que ambos explo­
taban un lucrativo
comercio de escla­
vos, los británicos
consiguieron hacer­
se con el control de
la zona. La aboli­
ción del esclavismo
(1807) y la gran ri­
queza del territorio
(diam antes, oro,
bauxita y mangane­
so) impulsaron a
los colonizadores a
cambiar su política,
sometiendo a los je­
fes locales bajo la
fórmula del protec­
torado. En la ilus­
tración, la recep­
ción del embajador
británico Bowdith
en Kumassi, capital
de los ashanti (ac­
tual G h an a), en
1817. 57
se lanzó a la conquista de nuevas colonias, impul­
Gran sada por los políticos imperialistas (Disraeli, Glad-
Bretaña stone, Salisbury, Chamberlain) ávidos de encon­
trar mercados y materias primas para la industria
y lugares donde situar el excedente de población
que sufría Gran Bretaña.
La organización de tan vasto imperio no respon­
dió a una fórmula única, adaptando una solución
diferente en cada caso. Comprendía protectorados,
dependientes del Ministerio de Asuntos Exteriores,
bases y enclaves, bajo el control del Almirantazgo,
y colonias propiamente dichas que habían perte­
necido a compañías privadas («Compañías de Car­
tas») 'y que después pasaron a depender directa­
mente de la Corona.
Los dominios eran colonias de poblamiento blan­
co, es decir, donde los emigrantes se instalaban de
forma definitiva. Gozaban de una amplia autono­
mía con una estructura política semejante a la m e­
tropolitana, aunque el Parlamento inglés, en el que
las colonias no estaban representadas, tuviera la po­
testad de legislar sobre el imperio y las colonias ca­
recieran de independencia en asuntos exteriores;
ningún acto de política internacional podía realizarse
sin la aprobación del Gobierno de Su Majestad. Sin
embargo, en caso de guerra, los dominios goza­
Retrato de Benja­
ban de la capacidad de decisión de entrar o no en
mín Disraeli (1804-
1881), primer con­ el conflicto. Las Conferencias Imperiales reunían
de de Beaconsfield, al premier británico y a los de los distintos domi­
por John Everett nios, en un intento de crear una estructura federal.
Millais. Uno de los
políticos conserva­ Así fueron surgiendo progresivamente los diferen­
dores más destaca­ tes dominios: en 1867 Canadá, Australia en 1900,
dos del reinado de Nueva Zelanda en 1907 y la Unión Sudafricana en
la reina Victoria;
1910. La abundante población europea que acu­
varias veces Canci­
ller del Tesoro y Pri­ día a los dominios creó una sociedad blanca que
mer Ministro, fue arrinconó a la indígena, que se mantuvo discrimi­
uno de los más im­ nada y apartada de los beneficios del autogobierno.
portantes impulso­
res de la política co­ El caso de la Unión Sudafricana merece un es­
58 lonial británica. tudio especial. En el sur de Africa existía un impor­
tante contingente de colonos de origen holandés
(ios bóers) que se había instalado en la próspera Gran
factoría de El Cabo en la segunda mitad del siglo Bretaña
XVII y se había extendido hacia el interior en lucha
con los indígenas. En 1805 los ingleses arrebata­
ron a los bóers El Cabo y éstos se dirigieron hacia
el Norte, donde crearon dos repúblicas indepen­
dientes, Orange y Transvaal, estados soberanos de
configuración europea. Pero su nueva libertad duró
poco, pues, en 18 8 0 , los británicos los cercaron al
anexionarse Swazilandia y Basutolandia, y Cecil
Rhodes ordenó la conquista de Bechuanalandia y Los reyes ashanti
Rhodesia. (actual Ghana) se
Los descubrimientos mineros de oro y diaman­ someten al poder
de los representan­
tes en 1 8 8 4 atrajeron definitivamente a los ingle­ tes del gobierno bri­
ses a los territorios bóers. El choque se hizo inevi- tánico (1896).

59
table y, en 1 8 9 9 , cuando Paul Kruger, Presidente
La Guerra de la República de Transvaal, exigió a los británi­
de los bóers cos el cese de envío de tropas, estalló el conflicto.
La Guerra de los bóers duró tres años (1899-1902);
el primer año, los británicos sufrieron derrotas con­
tinuas que pusieron en entredicho a la primera po­
tencia colonial. El Gobierno Salisbury puso al frente
de las tropas británicas al general Kitchener, al que
hemos visto com o vencedor en la crisis de Fasho-
Los planes británi­ da, el cual consiguió derrotar al ejército enemigo.
cos de un imperio
continuo chocaron Pero los bóers continuaron una dura guerra de gue­
con la oposición en­ rrillas durante dos años, que sólo pudo ser aplas­
carnizada de los tada con una durísima represión. Con la Paz de
bóers, colonos ho­
Pretoria los estados bóers fueron integrados en el
landeses de Trans-
v a a l y Or a n g e . dominio británico que, en 1910, se convertiría en
Aunque el derecho
internacional impe­
día que una poten­
cia se anexionara
estados soberanos
habitados por po­
blación de origen
europeo, los britá­
nicos no tuvieron
problemas en alte­
rar esta norma y
empeñarse en una
costosa guerra de
conquista. La lucha
revistió una dureza
extraordinaria
(2 2 .0 0 0 muertos
por parte británica)
pero finalmente los
bóers fueron ven­
cidos y anexiona­
dos a la colonia de
El Cabo. En la ilus­
tración, Paul Kru-
ger. Presidente de
Transvaal, saluda
al general Botha,
uno de los más des­
tacados militares
de la s f u e r z a s
bóers.
la Unión Sudafricana, aunque se les permitió man­
tener su lengua y recibieron la promesa de gozar La India
de cierta autonomía.
Las colonias de explotación carecían de las ven­
tajas del autogobierno de los dominios. Tenían un
estatuto acordado por el Parlamento británico que Reunión de ia Cá­
instituía la figura del Gobernador, representante de mara de los Comu­
la Corona, al que asistía un Consejo donde podían nes británica en
1882. El Parlamen­
figurar algunos jefes indígenas. Fue el caso de Africa
to de la metrópoli
—con la excepción de la Unión Sudafricana— y tuvo un papel des­
del resto de colonias, con el caso especial de la In­ tacado en la organi­
dia. Esta colonia, con sus trescientos millones de zación del imperio
británico, tanto en
habitantes y su gran capacidad de producción de la concesión de es­
materias primas en sus casi cinco millones de kiló­ tatutos para las co­
metros cuadrados, fue, sin duda, la de mayor va­ lonias de explota­
lor del imperio británico. De esta manera, en 1877, ción como en el
otorgamiento del
la reina Victoria fue coronada emperatriz de las autogobierno de los
Indias. dominios.

61
La enorm e colonia de la India planteaba proble­
La India mas especiales. En primer lugar, por su dualidad:
la India de los Príncipes, que comprendía 7 0 0 prin­
cipados protegidos y teóricamente independientes,
y la India Inglesa, donde el dominio británico era
total, pero cuya diversidad étnica y religiosa crea­
ba numerosas dificultades al gobierno. El segundo
problema provenía del nacimiento del movimien­
to nacionalista; ya en 1 8 5 9 se produjo la revuelta
de los cipayos en el sur de la India, que costó dos
años a la Administración británica poder sofocar.
La penetración bri­ En 1 8 8 5 nacía un partido, El Congreso Nacional
tánica en Asia data Indio, que reclamaba la conversión de la colonia
de fechas muy tem­ en dominio con un alto grado de autonomía. El sec­
pranas. Residencia tor más radical de los nacionalistas preconizaba el
británica en Haida-
rabad, grabado de boicot o la resistencia pasiva, pero los británicos se
1813. negaron a soltar las riendas de una colonia tan im-
portante para su econom ía. Finalmente, en 1909,
Londres concedió la India Council Act, que inicia­ Las relaciones
ba una leve reforma; se creaba un cuerpo legislati­ comerciales
vo cuya mitad estaba integrada por indígenas ele­
gidos y el virrey contaba con un consejo ejecutivo
donde se daba acceso a un hindú.
El papel económico del imperio fue la base del
poderío británico. La exportación de capitales en
las colonias alcanzaba la mitad de las inversiones
británicas en el exterior; se construyeron puertos, Un ejemplo de la
carreteras y vías ferroviarias, se fundaron grandes presencia británica
en la llamada India
obras de irrigación en la India o Egipto y se crearon de los Príncipes. A
enormes plantaciones. El imperio suministraba, al iniciativa y con
mismo tiempo, las materias primas necesarias para apoyo británicos un
nuevo marajá ocu­
la industria y el consumo británico: algodón de la
pa el trono en Burd-
India y de Egipto, carbón de Australia, Sudáfrica wan, Bengala, al
y la India —el más barato del mundo— , té de Cei- norte de la India.

63
lán, hevea (planta de la que se obtiene el látex) de
Las relaciones Malasia, yute de la India, oro, diamantes, cobre,
comerciales estaño, carne, trigo, lana...
En las relaciones comerciales los territorios del
imperio recibieron un trato diferente: la metrópoli
fijaba los precios para las colonias de explotación,
pero los dominios gozaban de una autonomía adua­
nera muy amplia.
Varios fueron los sistemas de control de los in­
tercambios: el comercio se realizaba en barcos in­
gleses, el centro del sistema bancario y bursátil se
encontraba en Londres y las monedas tenían como
cambio fijo la libra esterlina. En 1913 el imperio co­
lonial absorbía casi el 4 0 por ciento de las exporta­
ciones británicas.

Sala de contrata­
ción del New Stock
Exchange de Lon­
dres. La economía
británica gozaba de
una pujanza y auto­
nomía extraordina­
rias gracias al mer­
cado colonial, mo­
nopolio imperialista
que era controlado
desde Londrçs, im­
pidiendo la indus­
trialización de las
colonias y la com­
petencia de los pro­
ductos de otras po­
64 tencias coloniales.
El imperio francés
Fue el segundo en importancia, aunque a distan­ Francia
cia del imperio británico. También Francia consi­
guió una colonización de extensión mundial, con
4 8 millones de habitantes sobre un territorio de 11
millones de kilómetros cuadrados:
En Africa: Túnez, Argelia, Marruecos, Maurita­
nia, Senegal, Guinea, Níger, Alto Volta, Costa de
Marfil, Dahomey, Chad. Ubangui-Chari (Repú­
blica Centroafricana), Congo Medio, Madagascar,
Djibuti.
En Asia: Unión Indochina (Vietnam, Laos,
C am boya).
Los franceses ini­
En América: Guayana francesa, Martinica, Gua­ ciaron la ocupación
dalupe. de la costa^ medite­
Además, diversos enclaves y archipiélagos en los rránea de Africa en
fechas muy tempra­
tres océnos.
nas. Puerto y ciu­
El colonialismo francés se dirigió en primer lu­ dad de Argel en
gar al dominio del norte de Africa, cuyo centro era 1830.

65
Argelia, la gran colonia de poblamiento blanco,
Africa adonde acudió un gran contingente de emigrantes
de la metrópoli. Argelia fue conquistada en la pri­
mera mitad del siglo XIX, teniendo que acudir al
ejército para aplastar la oposición indígena. Pacifi­
Franceses y británi­
cos tenían numero­
cado el territorio, se repartieron tierras entre los co­
sos puntos de fric­ lonos franceses, al mismo tiempo que una obligar-
ción en su expan­ quía blanca se asentó en los nuevos barrios de las
sión colonial, anta­ grandes ciudades (Argel y O rán), comenzando así
gonismo que llegó a
su punto culminan­ la explotación sistemática de la colonia.
te por el control de Una iniciativa francesa en la línea de control del
la cuenca del Nilo. Africa mediterránea fue la construcción del Canal
Tras la inaugura­
de Suez con capital francés y proyectado por el in­
ción del Canal de
Suez, las dos poten­ geniero Ferdinand de Lesseps. Fue inaugurado en
cias rivalizaban por 1 869, dando a Egipto una importancia estratégica
imponer su influen­ hasta ese momento inusitada, lo que provocó el
cia en esta región
capital para las re­ enfrentamiento de intereses entre británicos —que
laciones internacio­ necesitan el canal para su tráfico con Asia— y los
nales. Abajo, llega­ franceses, que lo controlaban. Egipto era un esta­
da a Alejandría de
do tributario del Imperio Otomano, regido por una
invitados a la inau­
guración del Canal dinastía de sultanes renovadores que se había ido
de Suez (1869). endeudando progresivamente. Gran Bretaña logró
afianzar su poder en Egipto al comprar al Sultán
sus acciones del canal, estableciendo un condomi­ Asia
nio franco-británico sobre todo el territorio. En
1888, las potencias coloniales aceptaron el predo­
minio británico en Egipto, con la condición de que
Inglaterra garantizase la libre circulación por el canal.
La segunda zona preferente de expansión fue el Ante el aumento de
sudeste asiático. Codiciada por franceses y británi­ la presencia franco-
cos, Indochina fue conquistada progresivamente británica un levan­
tamiento naciona­
por los primeros. Partiendo de Cochinchina, re­
lista en Alejandría
montaron el río Mekong buscando una nueva vía (1881) provocó la
para el mercado chino, pero en seguida las rique­ muerte de sesenta
zas de la zona decidieron a los colonizadores a ins­ europeos. La res­
puesta fue el bom­
talarse definitivamente. Con la ocupación de los bardeo de la ciudad
actuales Vietnam, Camboya y Laos, los franceses por la flota británi­
crearon la Unión Indochina, de la que obtenían ca. En la ilustra­
estaño, zinc, carbón, maderas, seda y arroz. ción, la entrada de
las fuerzas británi­
El sistema administrativo del imperio francés es­ cas en Alejandría
tuvo marcado por la centralización, aplicando fór- en 1882.

67
muías distintas según los territorios. En general, las
Administración colonias formaban parte de Francia y pertenecían
colonial al Estado. Sus habitantes eran considerados fran­
ceses, pero no ciudadanos. El papel de los gober­
nadores se limitaba a ejecutar las órdenes proce­
dentes de París. Finalmente, los indígenas estaban
apartados de la vida política, que pertenecía en ex­
clusiva a la comunidad blanca.
A finales de siglo el gobierno francés decidió se­
guir en parte el modelo de los dominios británicos,
concediendo cierta descentralización económ ica y
administrativa a algunas colonias, con el objetivo
de proceder a su asimilación política. Fue el caso
de Argelia y, en menor medida, de Indochina. En
1 9 1 4 el imperio francés se dividía en cuatro tipos
de territorios: las colonias antiguas (Antillas, Gua-
yana, Reunión), cuyos habitantes tenían la consi­
deración de ciudadanos franceses y, por lo tanto,
plena capacidad jurídica y política; las colonias nue­
vas, cuyos habitantes no gozaban de derechos po­
líticos y formaban una mayoría sometida al domi­
Guerrero yembi del nio de una minoría blanca; los protectorados, de­
Congo. Los indíge­ pendientes del Ministerio de Asuntos Exteriores, se
nas de las colonias
tuvieron que sufrir encontraban sometidos al poder de la metrópoli y,
un sistema de ex­ por último, el caso especial de Argelia, que depen­
plotación que con­ día del Ministerio del Interior y donde el proceso
ducía, en muchos
de asimilación fue más intenso.
casos, al pillaje de
las compañías con­ La explotación económ ica de las colonias fran­
cesionarias —como cesas fue intensiva, pero distaba mucho de la im­
ocurrió en el Congo
portancia de las británicas, si exceptuamos el caso
francés— y a la mi­
seria de la pobla­ de Indochina. S e introdujeron nuevos cultivos en
ción. Los levanta­ Africa del Norte (lino, tabaco, trigo), y especialmen­
mientos anticolo­ te la vid en Argelia; Costa de Marfil producía ca ­
niales —más nume­
rosos de lo que cao, aráquidas Senegal, caucho Indochina. Pero
suele pensarse — la mayor preocupación francesa, dada su escasez
eran fácilmente en minerales, fue la obtención de recursos mineros.
aplastados, dada la Com o en muchos otros casos, las colonias care­
clara superioridad
militar de los colo­ cían de industria propia y se limitaban a suminis­
68 nizadores. trar materias primas abundantes.
Otras potencias coloniales
En menor escala que Inglaterra o Francia, otras po­ Bélgica
tencias europeas entraron en el siglo XX con im­
perios, más o menos extensos, que suponían el
control de importantes territorios donde obtener
materias primas y alimentos y donde colocar los ca­
pitales.
Bélgica limitó su dominio colonial al Congo (ac­
tual Zaire), territorio pretendido por varias potencias
Stanley acompaña­
pero donde el rey Leopoldo II supo adelantarse do de los explora­
enviando al explorador Stanley para que abriera dores portugueses
nuevas vías de penetración. Apenas unos cuantos Serpa Pinto Ivers y
Capello en 1877.
miles de belgas se instalaron en el Congo, pero Los viajes de Stan­
pronto se descubrieron sus enormes riquezas: la ley fu e ro n una
producción de caucho, que representaba el 9 por auténtica hazaña al
atravesar el Africa
ciento de la producción mundial, además del mar­
Central en casi tres
fil, cobre, estaño, oro y diamantes. Administrada años, valiéndose la
la colonia por la Asociación Internacional del Con- gloria internacional.

69
go, presidida por Leopoldo II, pasó a colonia bel­
Alemania ga en 1909.
Alemania se lanzó tarde a la conquista colonial,
aunque su asentamiento fue el más rápido, consi­
guiendo puntos clave en Africa. Bismarck, el árbi­
tro de Europa de 1870 a 1890, se mostró reacio
a la empresa colonial, pues prefería centrar sus es­
fuerzos en el continente europeo y no vio las ven­
tajas económ icas de una empresa de conquista ul­
tramarina. Cuando Bismarck se decidió a iniciar la
política colonial lo hizo obligado por asociaciones
de comerciantes alemanes, al mismo tiempo que
se erigía en árbitro del reparto colonial al convocar
la Conferencia de Berlín. Con la caída de Bismarck

En este grabado
(1884) se caricatu­
riza la indeferencia
de Bismarck ante
la política colonial,
m ás preocupado
por sus proyectos
de reforma social
en Alemania.
se inició una mayor agresividad alemana con la lla­
mada política mundial (Weltpolitik) del emperador Alemania
Guillermo II. Cuatro fueron las zonas de expansión y Holanda
colonial alemana: en el golfo de Guinea con los
protectorados de Topo y Camerún, Africa del su­
doeste (Namibia), África Oriental (Tanzania) y
Oceanía, donde obtuvieron, en com petencia con
ingleses y americanos, el nordeste de Nueva Gui­
El África Oriental
nea, las islas Bismarck, Marshal!, Carolinas, Ma­ Alemana (actual
rianas y Palaos. Tanzania) fue con­
Holanda, antigua potencia del colonialismo co ­ vertida en protecto­
rado en 1885. La
mercial, controló importantes extensiones en Asia.
fuerte presencia
Su imperio se extendió por Sumatra, Borneo, Mo- árabe en la zona fue
lucas, Célebes y Sonda (Indonesia), además de la combatida por los
Guayana y algunas islas de las Antillas. Las lla­ alemanes con la
creación de tropas
madas Indias holandesas proporcionaban estaño auxiliares formadas
(el 2 0 por ciento mundial), oro, petróleo, además por soldados indí­
de hevea, tabaco... genas.

71
Italia, país que acababa de conseguir su unifica­
Italia ción, también pretendía participar en la conquista
y Portugal colonial en Africa Occidental asentándose en Eri-
trea y Somalia, pero al intentar la conquista de Abi-
sinia (Etiopía) — uno de los dos únicos estados li­
bres de Africa, junto a Liberia— sufrió la derrota
de Adua (1896), a manos del ejército indígena.
Para compensar la única derrota que sufriera una
potencia europea en la expansión colonial, Italia
ocupó Libia a principios del siglo XX.
Portugal, país de antigua tradición colonial afri­
cana, poseía dos importantes enclaves costeros en
Angola y Mozambique que no consiguió unificar
en un territorio continuo por la oposición británica
Nómadas somalíes.
La ocupación euro­ en la «crisis del ultimátum». A estas posesiones aña­
pea de Somalia es dió la Guinea portuguesa y Cabo Verde.
un claro ejemplo de
la rivalidad de las
potencias en su ex­
pansión colonial y
del reparto en zo­
nas de influencia,
en este caso entre
Gran B retañ a,
Francia e Italia. Los
británicos ocuparon
las poblaciones de
Brara (1822) y Ber-
bera (1 8 5 6 ), los
franceses se esta­
blecieron en el nor­
te con el ánimo de
continuar su expan­
sión. Fue entonces
cuando los italianos
—apoyados por los
británicos con el
ánimo de hacer fra­
ca sa r el avance
francés— adquirie­
ron algunos puertos
de la costa de Be-
nadir. De esta ma­
nera se constituyó
la Somalia italiana
72 (1905).
España, además de perder el resto de sus anti­
guas colonias a manos de los Estados Unidos, poco
obtuvo del reparto en la Conferencia de Berlín
(1 8 85). Sus posesiones se limitaron a Río de Oro
(antiguo Sahara español), Guinea Ecuatorial y la
isla de Fernando Poo. Tras la Conferencia de Al-
geciras (1906), obtuvo el protectorado del norte de
Marruecos.
Rusia optó por un expansionismo diferente al del
resto de potencias europeas. El avance se dirigió
hacia el Este, incorporando extensas zonas de Si-
beria al territorio nacional, llegando a arrebatar a
China su provincia siberiana de Ussuri y creando
la ciudad de Vladivostok. Al llegar al océano P a­
cífico, Rusia entró en colisión con el Jap ón . La
expansión rusa por el Asia central (Afganistán y Vista de Fernando
Poo, posesión espa­
Persia) provocó el choque de intereses con Ingla­ ñola, a finales del
terra. siglo XIX.

73
El imperialismo extraeuropeo
Japón Dos países, uno americano y otro asiático, despun­
taban a finales del siglo XIX com o potencias indus­
triales de primer orden. Ambos se lanzaron tam­
bién a una política de expansionismo imperialista.
Japón estaba realizando, desde el año 1868, un
proceso profundo de transformación política y eco­
nómica para poder defenderse del acoso de las po­
tencias occidentales. En pocos decenios pasó del
feudalismo al capitalismo avanzado. Fue la época
del Japón Meijí (gobierno iluminado) bajo el po­
der ilimitado del emperador Mutsu Hito. Para los
Unidad del ejército reformadores japoneses la experiencia sufrida por
japonés en 1904: la sus vecinos —especialmente C hina— demostraba
modernización y que había que seguir el ejemplo de las potencias
europeización del
Japón se muestra europeas si no querían ver a su país convertido en
en esta ilustración, una colonia o repartido comercialmente; la alter­
donde uniformes, nativa era colonizar o ser colonizado. Al mismo
disciplina y arm a­ tiempo, su propio desarrollo económ ico y el cre­
mento responden a
esquemas occiden­ ciente nacionalismo nipón impulsó a Japón a la bús­
tales. queda de nuevos mercados, puertos estratégicos

74
y a una ampliación territorial donde canalizar la emi­
gración de una población que crecía de forma con­
Japón
tinua. De esta manera, se lanzó a una empresa
imperialista en su propia área de influencia, entran­
do en guerra primero con China (1 8 9 4 -1 8 9 5 ), ob­
teniendo Formosa (Taiwan), las islas Pescadores,
Liao Tung y Port Arthur. S e enfrentó también con
Rusia, a la que consiguió derrotar en 1905 en una
victoria sorprendente que obligó a Moscú a entre­
gar Manchuria a los japoneses. También obtuvo las
islas Sajalín y las Kuriles y estableció un protecto­
rado sobre Corea. Las tropas rusas
Los Estados Unidos, antigua colonia inglesa que atrincheradas en
había conseguido su independencia en el último Mukden, Manchu­
ria, resisten a duras
cuarto del siglo XVIII, se lanzaron durante el si­
penas el asalto de
glo XIX a un expansionismo con la incorporación lo s j a p o n e s e s
de nuevos territorios a la soberanía americana en (1905). Esta batalla
una marcha permanente hacia el Oeste. Este «im­ supuso la pérdida
rusa de Manchuria
perialismo interior» utilizó varios métodos, desde y un paso más en el
la compra (la Luisiana en 1803, la Florida en 1819 e x p a n sio n ism o
y Alaska en 1 8 6 7 ), la anexión de zonas pobladas nipón.

75
por tribus indias que fueron arrojadas de sus tierras,
Los Estados hasta la guerra con Méjico, que se vio obligado por
Unidos el tratado de Guadalupe Hidalgo (1848) a ceder
la mitad de su territorio a su vecino del norte.
Concluida la etapa de construcción nacional a
finales del siglo XIX, los Estados Unidos, que po­
seían un mercado de gran desarrollo y no habían
tenido necesidad de mirar al exterior, emprendie­
ron una política imperialista en el Caribe y en el Pa­
cífico (en 1 8 9 8 se anexionan las islas Hawai).
Dos son las causas que provocaron este cambio:
1 8 9 8 : Theodore
la primera parte de 1898, cuando los Estados Uni­
Roosevelt al frente
de un cuerpo de vo­ dos vencieron a España en una guerra desigual por
luntarios estadouni­ la que obtuvieron el control de Cuba, que pasó a
denses. La guerra ser ocupada militarmente. El tratado de París
hispano-norteame-
ricana puso fin al
(1 8 98), que puso fin a la guerra, permitió a los Es­
dominio español en tados Unidos la compra de Filipinas y la anexión
América y dio co­ de Puerto Rico. Por otro lado, la industrialización
mienzo al imperia­ americana durante la segunda mitad del siglo XIX
lismo de los Esta­
dos Unidos en el había llegado a tal grado de desarrollo que impul­
mundo. só a buscar nuevos mercados.

76
El abanderado del expansionismo americano fue
el presidente Roosevelt, quien en 1904 reinterpre­ Los Estados
tó la doctrina Monroe («América para los ameri­ Unidos
canos») afirmando la intervención —directa o in­
directa, según los casos— en los países america­
nos que tuvieran problemas de orden político o
Trabajos de cons­
económ ico. La doctrina Roosevelt permitió, pues, trucción del Canal
todo tipo de acciones en el continente, que poco de Panamá. Tras su
a poco pasó a ser controlado desde Washington. implantación en
Los americanos del Norte provocaron la separación Cuba y en Puerto
Rico, los Estados
de Panam á de Colombia en 1903, para iniciar, el Unidos decidieron
año siguiente, la construcción del canal interoceá­ ampliar su dominio
nico, tras arrancar al gobierno panam eño la con­ al conseguir de Pa­
namá la concesión
cesión y explotación del territorio del Canal. En Ibe­ perpetua de una
roamérica, el imperialismo americano optó por el banda de diez mi­
neocolonialismo con la exportación de capitales y llas para la cons­
la intervención en la vida política de los gobiernos, trucción del canal
interoceánico, a
creando una dependencia real sin tener que acu­ cambio del pago de
dir a la conquista colonial. un canon anual.

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77
Las consecuencias del colonialismo
Los cambios producidos en las sociedades indíge­
nas por el proceso expansionista europeo fueron
profundos y su incidencia afectó a todos los ámbi­
tos: económ ico, de clases sociales, ideológico, in­
telectual y religioso, de formas de vida, costumbres
y demográfico. Las transformaciones fueron tan
grandes que puede decirse que, después del colo­
nialismo, el mundo había cambiado radicalmente
para la mayoría de sus habitantes.
S e produjeron cambios en las comunicaciones,
con la construcción de puertos, carreteras y redes
ferroviarias que transformaron la fisonomía del pai­
La construcción de saje, uniendo pueblos y civilizaciones separadas tra­
carreteras y redes
ferroviarias unió dicionalmente.
pueblos y civiliza­ Los cambios en la economía perseguían convertir
ciones que habían las colonias en centros de explotación sistemática
permanecido tradi­ de los recursos naturales al servicio de las metró­
cionalmente inco­
municadas. Ferro­ polis. S e propició el monocultivo o el cultivo bási­
carril en Sudán. co en una agricultura de plantación —café en Tan-

f?t

78
zania, arroz y caucho en Indochina, cacao en Ni­
geria, algodón en la India, etc. — . En Argelia se Consecuencias
extendió la vid, multiplicándose por cuatro su cul­ económicas
tivo. S e creó una economía extractiva cuyo obje­
tivo prioritario era la obtención de minerales. Al
mismo tiempo se prohibió o se puso trabas a la in­
dustrialización. Todos estos cambios se realizaban
desde una óptica capitalista que introdujo la eco­
nomía de mercado en un mundo donde domina­
ba en gran parte una economía de subsistencia. Esta
dualidad se mantenía cuando así interesaba a los
colonizadores: la yuxtaposición de la economía mo­
netaria a la economía precolonial determinada por
el trueque; las grandes plantaciones coloniales en
relación con las estructuras agrarias tradicionales,
cuando los indígenas no habían sido simplemente
despojados de sus tierras.

El monocultivo será
heredado por las
colonias tras su in­
dependencia, pro­
longando y persis­
tiendo la dependen­
cia económica del
mundo desarrolla­
do com o países
proveedores de ma­
terias primas y ali­
mentos baratos. 79
Los cambios en la demografía fueron, si cabe,
Consecuencias más profundos. La introducción de los adelantos
demográficas médicos y de higiene occidentales produjo el re­
troceso de algunas enfermedades endémicas y epi­
démicas —el paludismo, la lepra— lo que conlle­
vó un descenso de la mortalidad y un crecimiento
vegetativo importante, a pesar de que, en algunos
casos, fueron los europeos los que trajeron nue­
vas enfermedades desconocidas en las colonias.
Pero si el avance de la población no iba acom pa­
ñado de un progreso económ ico, se producía un
gran desajuste que ocasionaba epidemias de ham ­
bre. La explosión demográfica y el subdesarrollo
del Tercer Mundo, fenóm enos que hoy presencia­
mos, son herederos en gran parte del colonialismo.
Interior de un hos­ Los cambios en la sociedad afectaron en primer
pital en Senegal: la lugar a la destrucción de las estructuras tribales, a
introducción de la
medicina occiden­ la implantación de la vida urbana y a la aparición
tal. de una nueva estratificación social.

80
Al mismo tiempo que los colonizadores decre­
taron la abolición jurídica de la esclavitud, se im­ Consecuencias
plantó en muchos casos el trabajo (orzado (Africa). sociales
Los nativos eran tratados de diversas maneras; en
unos casos se practicaba el exterminio de pueblos,
com o ocurrió en Australia y en los Estados Unidos
con los indios. En otros, después de despojarlos
de sus tierras, fueron confinados en «reservas».
Pero, en todo caso, los indígenas sufrían la segre­
gación , marginados en barrios especiales en las nue­
vas poblaciones. Los europeos estaban convencidos
de la superioridad de su raza y de su civilización;
ellos eran los conquistadores y hacían padecer al
indígena su inferioridad. Nunca se mezclaron y la
separación en barrios claramente diferenciados se
complementaba con «clubes» y centros de reunión
y diversión europeos, donde el indígena no tenía Indígenas africanos
acceso, a no ser com o sirviente. celebrando la aboli­
ción de la trata de
Las antiguas tribus fueron destruidas por varios esclavos por el Tra­
fenóm enos; en primer lugar, al introducir la pro­ tado de Viena de
piedad privada de corte capitalista, despojando a 1815.
la tribu de su antigua propiedad comunal y obli­
Consecuencias gando a sus miembros al éxodo.
sociales A veces se fomentaba el odio entre las tribus para
debilitarlas con guerras; otras, se utilizaba una tri­
bu com o aliada para la campaña de conquista.
Surgieron nuevas clases, que produjeron una es­
tructura social mucho más compleja y dividida. La
burguesía de funcionarios y com erciantes se insta­
ló en el nivel más alto, aprovechándose de los be­
neficios de la colonización. El campesinado fue la
gran masa sometida a una dura explotación colo­
nial. Los pequeños y medianos propietarios, debi­
do a la com petencia de las grandes plantaciones
y la política de bajos precios, perdieron en muchos
casos sus tierras y sufrieron la proletarización. Por
último, las obras públicas, la construcción y la es­
casa industria crearon un proletariado minoritario,
al que los colonizadores prohibieron la sindicación,
reservándola a los trabajadores blancos.
Los cambios en la cultura afectaron a las lenguas,
Pigmeos y nativos
de Zanzíbar con ofi­ creencias, costumbres, normas y valores autócto­
ciales británicos. nos, con la pérdida de identidad que conllevaba
la implantación de otra civilización, otra religión —el
cristianismo— y el predominio de los idiomas y las Consecuencias
costumbres europeas. Los colonizadores adopta­ culturales
ron una actitud etnocéntrica, de superioridad y de
desprecio por las culturas indígenas, procediendo
a un proceso de aculturización con la implantación
de los valores occidentales. El capitán Osborn acon­
sejaba en 1880 respecto a China: «tratadlos com o
a niños. Hacedles creer que lo que sabemos es en
su beneficio y en el nuestro. Hacedlo así y todos
los problemas de China habrán terminado.»
S e utilizaron dos vías: las misiones y la educa­
ción; las primeras, mediante la cristianización, los
hospitales y dispensarios, las escuelas y otros ser­
vicios, presentaban la cara humana de los europeos.
La escolarización en las colonias fue muy escasa,
más importante en los territorios británicos (5 mi­
llones de niños en 1913 en la India) que en las co-

Sobre estas líneas,


mujer de la tribu de
los masai de Tanza­
nia. A la izquierda,
vista del poblado
indígena de Mali en
un recodo del río
Níger, pueblo de los
dogom. La tribu y
al aldea eran dos
elementos claves de
la civilización indí­
gena del Africa cen­
tral, que se tamba­
learon ante la im­
plantación del mo­
delo m aterial y
cultural europeo.
lonias francesas (en el África negra oscilaba entre
Consecuencias el 1 y el 12 por ciento de los niños). El analfabe­
políticas tismo se redujo levemente, pero no existió una
planificación educativa y, en algunos casos, sim­
plemente se impidió. El Congreso de los colonos
argelinos, celebrado en marzo de 1 9 0 8 , al consi­
derar que la instrucción de los indígenas hacía co ­
rrer a Argelia «un verdadero peligro, tanto desde
el punto de vista económ ico com o del de la segu­
ridad del poblamiento francés», acordó suprimir la
instrucción primaria para éstos. La inmensa mayoría
de la población indígena fue mantenida al margen
de toda formación educativa.
Los cambios políticos afectaron especialmente a
los países o territorios donde existía una estructura
de poder organizada. El advenimiento de los colo­
nizadores extranjeros supuso la destrucción y so­
metimiento de los poderes establecidos (mediante
la conquista o el protectorado) o la concesión de
ventajas comerciales abusivas. En todas ellas ios in­
dígenas sufrieron la humillación de ver a sus reyes
y jefes bajo el dictado extranjero.
Cuando los colonizadores se reunían para pro­
David Livingstone
leyendo la Biblia a ceder al reparto en las conferencias diplomáticas,
los nativos. Misio­ no tenían en consideración a las civilizaciones o a
nero y explorador los territorios tribales, que quedaban así partidos a
esco cés (1 8 1 3 -
conveniencia de las divisiones en zonas de influen­
1873), inició en
1849 una serie de cia colonial.
viajes por Africa, A pesar de que muchos colonizadores esta­
descubriendo el
ban convencidos de la labor civilizadora que cum ­
Zambeze, el lago
Victoria y la zona plían, nunca se preocuparon de educar a los indí­
de los grandes la­ genas para el autogobierno. Es curioso comprobar
gos, y, junto a cóm o países que gozaban de un sistema dem ocrá­
Stanley, marchó a
la búsqueda de las tico reservaban para sus colonias la tiranía. Sin em ­
fuentes del Nilo. bargo, no todo fue fácil para el colonizador, ya que
Destacó también fueron numerosas las revueltas que estallaron en
por su labor en la li­
diferentes puntos contra el poder imperialista (los
beración y evange-
lización de los es­ cipayos en la India, o la insurrección de los bóxers
84 clavos africanos. en China, etc.).
El balance de las consecuencias de la expansión
colonial para los territorios sometidos no puede ser
El Balance
sino negativa, aunque no deben olvidarse ciertas
aportaciones positivas (medicinas, higiene...). Sin
embargo, para las metrópolis la valoración es muy
diferente, a pesar de los gastos y esfuerzos que su­
puso la conquista en un primer momento. Pudie­
ron situar en los nuevos territorios a la población
excedente, reduciendo el paro y los conflictos so­
ciales; encontraron nuevos mercados donde situar
sus productos industriales, al mismo tiempo que in­ La guerra de los bó-
virtieron sus capitales y obtuvieron materias primas xers es un caso in­
baratas y abundantes. De la colonización se bene­ sólito de la unión de
fició la totalidad de la población de la metrópoli, varias potencias
para aplastar un
aunque las mayores ventajas fueran siempre para movimiento inde-
los grupos y compañías directamente relacionados pendentista. A fina­
con la explotación imperialista (bancos, grupos fi­ les del siglo XIX, la
mayor parte de na­
nancieros, empresas y funcionarios).
ciones europeas ha­
bían obtenido de
China puertos y
concesiones de mi­
nas y ferrocarriles.
Una reacción na­
cionalista contra
«Los diablos extran­
jeros» dirigida por
la sociedad secreta
«El Puño de la con­
cordia y de la justi­
cia» (boxer en in­
glés) y a cuya cabe­
za se encontraba la
emperatriz Ts’eu-
hi, provocó, en
1900, el asesinato
de europeos y el
asedio de las lega­
ciones extranjeras
en Pekín. Las po­
tencias europeas
enviaron una expe­
dición internacional
de 18.000 hombres
que aplastó la insu­
rrección.
Los imperios enfrentados (1904-1914)
En el plano internacional, los imperios dieron pres­
tigio a las metrópolis pero, al mismo tiempo, pro­
dujeron conflictos entre ellas. Y a hemos visto que
las numerosas fricciones surgidas por el reparto del
mundo, fueron unas aplacadas por la diplomacia
(Conferencia de Berlín de 1885), otras provoca­
ron frustración en las potencias perdedoras («los no­
venta y ocho»), y, finalmente, otras degeneraron
en el enfrentamiento bélico (guerra hispanonortea-
mericana, guerras ruso-chinas, etc.).
De 1904 a 1 9 1 4 estas tensiones imperialistas
aumentaron en un ambiente de intensificación de
la conflictividad internacional. A este período los
historiadores lo denominan de La Paz Armada, por
ser una paz quebradiza, llena de tensiones, donde
se produjo la carrera de armamentos que condu­
cirá a la 1 Guerra Mundial.
Marruecos fue el ámbito principal donde choca­
ron los imperialismos. Francia buscaba la unifica­
ción de sus territorios del norte de Africa y firmó

Soldados británicos
en el frente de gue­
rra en el año 1916.
La carrera de arma­
mentos fue uno de
los fenómenos que
contribuyó a crear
el estado psicológi­
co de enfrentamien­
to que desencade­
nará la Gran Gerra.
El armamento mo­
derno exigía una in­
dustria desarrolla­
da, y, al mismo
tiempo, el imperio
colonial de cada
potencia aportaba
las fuentes esencia­
les de materias pri­
mas para una gue­
86 rra prolongada.
con Inglaterra, Italia y España unos acuerdos donde
se reconocían sus derechos sobre Marruecos. Pero
Alemania, decepcionada por el poco interés eco ­ enfrentamientos
nómico de sus colonias e impulsada por la políti­
ca mundial (Welpolitik) de Guillermo II, tenía pues­
tos sus ojos en Marruecos y en sus riquezas mineras
En 1 9 0 5 estalló la primera crisis marroquí, cuando
el emperador alemán, en una visita política a Tán­
ger, se proclamó defensor de la independencia de
Marruecos. En la Conferencia de Algeciras (1906)
las potencias europeas acordaron mantener la in­ Desembarco de un
dependencia de Marruecos, pero afirmando el pre­ batallón de solda­
dominio de Francia en la zona. En estas fechas se dos argelinos en
Marruecos (1911).
perfilaban ya los dos bloques que luego se enfren­ La intervención ar­
tarían en la I Guerra Mundial; mientras que Inglate­ mada francesa pro­
rra, Rusia e Italia defendían a Francia, constituyen­ vocó un nuevo con­
flicto internacional
do un año más tarde la Triple Entente, Alemania
con Alemania en la
contaba con el apoyo de Austria-Hungría, su com ­ denominada segun­
pañera en la Triple Alianza desde 1882. da crisis marroquí.
Paralelamente surgieron otras fricciones imperia­
Hacia listas. En Persia, entre rusos e ingleses que acaba­
la guerra ron repartiéndose el país en dos zonas de influen­
cia. En Etiopía, italianos, ingleses y franceses se
dividieron el país en tres zonas de influencia eco ­
nómica. En Turquía, franceses y alem anes no lle­
garon a un acuerdo y el conflicto de intereses se
mantuvo latente. En Asia estalló una nueva gue­
rra entre Rusia y Japón (1905).
En este ambiente se produjo la segunda crisis ma­
rroquí. En abril de 1911, un cuerpo de ejército fran­
cés entró en Marruecos para consolidar al sultán
en el trono. Alemania, aduciendo que Francia no
se atenía a los acuerdos de Algeciras y acusándola
de no permitir el principio de «puertas abiertas» al
comercio internacional, envió el acorazado Pan-
ther al puerto de Agadir, exigiendo a Francia una
parte del Congo francés en com pensación. Ante
la presión alemana el gobierno francés cedió, exa-

En la imagen, esce­
na de la I Guerra
Mundial. Resulta
muy complejo tra­
tar de clarificar las
causas que llevaron
al d esencadena­
miento de la Gran
Guerra y la impor­
tancia de los distin­
tos factores, fueran
económicos, terri­
toriales o ideoló­
gicos.
cerbando el nacionalismo en los sectores conser­
vadores franceses que acusaron a sus mandatarios Hacia
de haberse doblegado bajo amenaza. El mismo año, la guerra
Italia atacó Turquía, consiguiendo Libia y las islas
del Dodecaneso. Viendo la derrota turca, los esta­
dos balcánicos se apresuraron a la guerra para des­
menuzar al viejo enemigo. La posibilidad de un con­
flicto de alcance mundial se hacía cada vez más
manifiesta.
Observamos que en la marcha hacia la I Guerra
Mundial actuaron dos componentes: el primero fue
el enfrentamiento entre imperios, en el que Ale­
mania reclamaba la porción del reparto que no
había conseguido; en segundo lugar, el viejo con ­
flicto de los Balcanes se avivaba por la rapiña co ­
lonial de otra potencia, Italia, que había llegado
tarde al expansionismo imperialista. En la base del
estallido de la guerra se encontraba el choque de
hegemonías por el dominio del mundo.

Sin embargo, el
componente impe­
rialista, el choque
de potencias por la
hegemonía mun­
dial, la rivalidad en­
tre Gran Bretaña y
Alemania por el
predominio maríti­
mo y, por lo tanto,
por el control del
mundo colonial, tu­
vieron una inciden­
cia decisiva en el
estallido del conflic­
to bélico de 1914. 89
Datos para una historia
Años || Metrópolis Mundo colonial

1870 Las tropas italianas ocupan el Estado Insurrección china en Tiensin: envío de
Pontificio. un ejército europeo de represalia.
1871 Unidad italiana.
Unidad alemana: II Reich.
Abolición del feudalismo en Japón
1872 Liga de los tres emperadores Japón se anexiona las islas Riu-Kiu
1873 Crisis económica internacional.
1874 El gobierno Disraeli impulsa la política im­ Por el Tratado de Hué Francia establece
perialista. su protectorado sobre Annam.
1875 Crisis franco-alemana tras el rearme Gran Bretaña adquiere las acciones egip
francés cias del Canal de Suez.
Crisis de los Balcanes. Rusia adquiere las Sajalín a cambio de la
cesión de las Kuriles al Japón.
1877 Guerra ruso-turca. La reina Victoria es coronada emperatriz
de las Indias.
1878 Congreso de Berlín sobre los Balcanes. Gran Bretaña adquiere Chipre.
Sometimiento de las tribus afganas al po­
der británico.
1879 Doble Alianza austro-alemana. Guerra de Inglaterra contra los zulúes.
1880 Jules Ferry dirige la política colonial fran­ Los británicos se anexionan Swazilandia
cesa. y Basutolandia.
Los alemanes se instalan en Nueva
Guinea.
1881 Renovación de la Liga de los tres empe­ Protectorado francés en Túnez.
radores. Penetración francesa en el Sahara.
1882 Fundación de la Liga colonial alemana. Gran Bretaña ocupa Egipto y establece
Triple Alianza austro-italo-alemana. su protectorado.
1884 Conferencia de Berlín sobre el reparto co­ Descubrimiento de oro y diamantes en los
lonial. territorios bóers.
Alemania establece el protectorado en
Africa del Sudoeste, Camerún y Togo.
1885 Conferencia de Berlín. Fundación del Congreso Nacional Indio.
Ocupación británica de Bechualandia y
de Birmania.
Francia establece el protectorado sobre
Madagascar y sobre Tonkin.
Alemania conoliza Tanganika y Zanzíbar.
Ocupación italiana de Massana.
1887 Acuerdo secreto ruso-alemán (Tratado de Protectorado británico sobre el norte de
Reaseguro) Borneo.
Francia crea la Unión Indochina.
1888 Guillermo II Kaiser de Alemania: im- Rhodes inicia la conquista de la futura
plantación de «la política mundial». Rhodesía.
Años Metrópolis Mundo colonial

1889 -rancia establece un protectorado en


Costa de Marfil.
Anexión italiana de Somalia.
1890 Destitución de Bismarck. Crisis del Ultimátum.
1891 Creación de la Asociación Pangermánica. -iusia comienza la construcción del Tran-
siberiano.
Gran Bretaña finaliza su campaña de ane­
xión de Birmania.
1892 Bancarrota de la sociedad Lesseps en el Protectorado francés en Dahomey.
Canal de Panamá.
1893 Protectorado francés en Laos.
1894 Alianza franco-rusa. Comienzo de la guerra chino-japonesa.
1895 Joseph Chamberlin potencia la política de ñmdación de Rhodesia.
la hegemonía del imperio británico; po­ Japón obtiene Formosa en guerra con
lítica de armamento y abandono del ti- Shina.
brecambismo. nsurrección en Cuba («Grito de Baire»),
1896 Derrota italiana en Adua.
Francia toma Madagascar y la anexiona
como colonia de explotación.
Insurrección en Filipinas contra la domi­
nación española.
1897 Alemania se establece en Kiao-Chow y
en Tsingtao (China).
1898 Affaire Dreyfus en Francia. Kitchener derrota al Mahadí en Sudán
Ley alemana de impulso de la construc­ Crisis de Fashoda
ción de buques de guerra. Estados Unidos se anexiona las Hawai.
Primer salón del automóvil de París. Diversas potencias europeas consiguen
Guerra hispano-norteamericana. del gobierno chino la concesión de va­
rios puertos.
1899 Creación de la United Fruit Company. Se inicia la guerra de los bóers.
Por el Tratado de Windsor Gran Bretaña Condominio anglo-egipcio sobre Sudán.
garantiza la integridad colonial de Portugal. Los Estados Unidos intervienen en Nica­
España vende a Alemania sus posesiones ragua e imposición del Tratado Hay-
en Oceanía. Comes.
1900 Asesinato de Flumberto I de Italia. Levantamiento de los bóxers en China que
Von Bülow, canciller de Alemania. es aplastado por un ejército internacional.
Concesión a Australia del estatuto de Do­
minio.
Los Estados Unidos imponen el Tratado
Hay-Calvo a Costa Rica.
1901 Muere la reina Victoria. China es obligada a pagar una indemni­
Theodore Roosevelt, presidente de los zación por el levantamiento bóxer y a ad­
Estados Unidos; política imperialista del mitir la presencia de tropas extranjeras.
«garrotazo» (bigstik).
Datos para una historia
Años Metrópolis Mundo colonial

1902 Gran Bretaña y Japón firman una alianza Fin de la guerra de los bóers.
defensiva.
Mayoría de edad de Alfonso XIII.
1903 Expedición británica al Tibet
Ijos Estados Unidos provocan la separa­
ción de Panamá de Colombia y obtienen
la soberanía sobre la zona del canal.
1904 Francia y Gran Bretaña firman la Entente Se inaugura el ferrocarril transiberiano.
Cordial. Convenio hispano francés sobre el repar
Guerra ruso-japonesa. to de Marruecos.
1905 Primera crisis marroquí. Fundación en la India de la Liga Mu­
Paz de Potsmouth entre Rusia y Japón. sulmana.
Fundación en China del Kuomitang
1906 Conferencia de Algeciras sobre Marruecos. Ocupación estadounidense de Cuba.
Francia ocupa Fez.
1907 Gran Bretaña y Rusia se aproximan diplo­ Levantamiento en Ffersia y reparto del país
máticamente. en zonas de influencia entre Rusia y Gran
2° Conferencia de La Haya sobre regla­ Bretaña.
mentación de la guerra.
1908 Formación de la Triple Entente. Leopoldo 11 lega a Bélgica el Congo.
Nuevo programa de rearme naval alemán Levantamientos antifranceses en Indo­
china.
1909 Crisis internacional por la cuestión de Levantamiento en el Rif contra el domi­
Bosnia. nio español.
Pacto secreto italo-ruso sobre stotu quo de Intervención anglo-rusa en Persia.
los Balcanes. Gran Bretaña concede la India Council
Act.
Intervención estadounidense en Nica-
ragua.
1910 Formación de Ja Unión Sudafricana.
Creación del África Ecuatorial francesa.
El Japón se anexiona Corea.
Intervención de los Estados Unidos en
Honduras.
1911 Guerra Ítalo-turca. Ocupación italiana de Libia.
Segunda crisis marroquí. Proclamación de la República en China.
1912 Fin de la guerra Ítalo-turco por la paz de Desembarco norteamericano en Cuba
Lausana para aplastar la revolución de indígenas de
Primera Guerra Balcánica. color.
1913 Segunda Guerra Balcánica. Acuerdo secreto anglo-alemán sobre el re­
Leyes militares en Alemania y Francia. parto de las colonias portuguesas.
1914 Estallido de la 1 Guerra Mundial. Protectorado británico en Egipto.
Desembarco norteamericano en Haití.
92 Inauguración del Canal de Panamá.
Glosario
Arancel mental ni intervención del Estado, consideran­
Sistema de cobro de derechos por el paso de do que la propia economía se regirá por la li­
una mercancía extranjera por una aduana. La bre competencia.
asimilación aduanera de las colonias supone la
eliminación de estos derechos en el tráfico co­ Librecambismo
mercial entre colonias y metrópoli. Teoría económica que se opone al proteccio­
nismo y que propugna un mercado libre entre
Bóers naciones sin trabas arancelarias.
Colonos holandeses asentados en el sur de Afri
ca Tras su expulsión de El Cabo por los bri­ Mercantilismo
tánicos (1834). constituyeron las Repúblicas Doctrina económica imperante en Europa du­
independientes de Orange y Transvaal (1852- rante los siglos xvil y parte del xvm, según la
1854). Pero el descubrimiento de diamantes cual la riqueza de un país depende de la acu­
en la región de Kimberley y de oro en Trans­ mulación de metales preciosos De aquí la obli­
vaal incitó a los británicos a la ocupación, lo gación del Estado en aumentar el tesoro, adop­
que provocó la encarnizada guerra de los bóers tando una política económica de protección
(1899-1902), con la victoria británica. arancelaria de la industria y de potenciación de
las exportaciones. Esta teoría se encontraba en
Bóxers la base del colonialismo precapitalista de crea­
Sociedad secreta china, denominada «El Puño ción de enclaves comerciales
de la concordia y de la Justicia» (boxer en in­
glés). que dirigió un movimiento xenófobo, de­ Monopolio
bido a las humillaciones que había sufrido su Situación en la que una empresa controla el
país a manos de los europeos. mercado de un producto, lo que le permite es­
tablecer las condiciones de venta, precios y ca­
Cipayos lidades. En el caso del colonialismo, el control
Soldados indígenas al servicio del ejército bri­ del mercado en exclusiva lo ejerce la metró­
tánico en la India. La revuelta de los cipayos poli sobre sus colonias.
(1857-1858) puso en peligro la presencia bri­
tánica en la zona; de corta duración pero de Proteccionismo
gran crudeza, acabó con el aplastamiento de Teoría económica opuesta al librecambismo,
los sublevados. que propugna la protección de la producción
nacional —o del imperio colonial—frente a la
Concesión competencia de los productos extranjeros a tra­
Ventajas comerciales o cesión de puertos ob­ vés de la aplicación de aranceles, impuestos,
tenidos por una potencia colonial en un país control de cambios, etc.
considerado como soberano.
Protectorado
Doctrina Monroe Situación de un Estado que es situado bajo la
James Monroe (1758-1803), quinto presidente autoridad de otro Estado extranjero, reserván­
de los Estados Unidos en 1816 y reelegido en dose el segundo los resortes fundamentales del
1820. La doctrina que lleva su nombre se co­ poder, especialmente los asuntos exteriores y
noce por la frase «América para los america­ la seguridad interior.
nos». destinada a impedir cualquier interven­
ción europea en América, pero, de hecho, se Segregación racial
convirtió en la coartada para el dominio de Política encaminada a separar a las personas
todo el continente americano por los Estados de orígenes o razas diferentes en el interior de
Unidos. un país; basándose en la creencia de la supe­
rioridad de la raza blanca, se mantiene a los
Liberalismo económico indígenas en barrios separados o en reservas
Doctrina económica que predica la libertad ple­ y se les impide el acceso a los órganos guber­
na en la economía, sin planificación guberna­ namentales.
Indice alfabético
Administración colonial, 68 Colón. 9 Exmouth. 8
Adua. derrota de. 72 colonia de explotación. 36, 61 expansionismo. 10, 19, 23,
África. 4, 8, 10, 23, 25, 35, colonia de poblamiento blanco, 30-32. 42. 73-75, 85, 89
36. 41, 43, 46. 49. 52. 53, 36, 37, 66. 68 exploraciones, 4, 25-27
56-58. 61. 65. 66. 68-72, Colonial Office, 57 explotación, 14. 40. 41.47,
81. 84. 86 comercio, 63, 64 51. 66. 68. 85
agricultura, 17 — de esclavos, 57
Alejandría, 67 «Compañías de Cartas». 58
Alemania. 27. 32. 33, 40, 42, comunicaciones, 78 Ferry. Jules. 19.20.24.31.
44. 46. 47, 55, 70. 87-89 concesión. 39, 90 44
América. 9, 18. 56. 76, 77 Conferencia de Algeciras, 39, feudalismo, 74
Amuntsen, 26 73. 87. 88 Filipinas, 76
Angola. 50. 51. 72 — de Berlín, 44-47. 70. 73. Francia, 4. 9, 17,23, 27,31,
árabes. 51, 71 86 35, 37. 38, 40. 44, 46.
aranceles, 20, 40 Conferencias Imperiales. 58 49, 52. 53. 65. 67-69. 72,
ashanti. 59 Costa, Joaquín, 55 86-88
Asia. 4. 9. 10, 23. 26. 56. 65- crisis de Fashoda. 52, 53, 60,
67. 71. 73. 88 67
Australia, 12, 26, 36. 57. 58, crisis del ultimátum, 50, 51.72 Gladstone. 58
63. 81 crisis económicas. 43. 51 Gobierno Mckinley. 54
ávares, 7 — marroquí. 87. 88 — Sagasta. 54
Cuba. 53-55. 76, 77 Gobineau, 32
cultura, 82, 84 Go/d Coast, 57
Balcanes, conflicto de los, 89 Gran Bretaña, 4. 12. 17, 22,
Bardo, tratado de, 38 27.33,35,38-43.46,49.
Barros Gomes. 50 Chamberlain Joseph, 25. 31. 52.57-59. 67.69. 72,73.
bávaros, 7 32 58 87. 89
Bélgica. 27, 33. 35, 40. 42, 44 China. 39, 47. 73-75. 84. 85 «Grito de Baire». 53
berberiscos, 8. 9 Guadalupe Hidalgo, tratado
Bismarck. 44, 70. 71 de, 76
bóers, 41, 59. 60. 90 Darwin, 32 guerra de los bóers. 60
Botha, 60 demografía, 18. 21, 22, 25, 80 guerra de los bóxers, 85
Bowdith, 57 Desastre del 98, 48. 53, 55, 86 — hispano-norteamericana.
bóxers. 84. 90 Dewey, 55 76, 86
Brazza, 43. 44 Dilke. 31 — ruso-china, 86
Browne, 11 Disraeli, Benjamín. 32. 44. 58 Guillermo II. 25, 71, 87
burguesía, 14. 19, 82 doctrina de Monroe. 54. 77. 90
Burroughs, 30
Hidalgo. Miguel. 18
economía, 18-20. 25, 36, 64. Holanda. 40. 71
Cámara de los Comunes, 61 78, 79 Holding, 74
Canal de Suez. 66 — de mercado, 79
Capello, 69 — de subsistencia, 79
capitalismo.'10, 13-15, 32, 74 educación, 83, 84 ideologías, 18, 30-33
Carlomagno, 7 Egipto, 63, 66, 67 imperialismo esclavista, 6
Carlomán, 7 emigración. 4, 21. 22. 57, 66, imperialismo medieval, 7
Carlyle, 31 75 imperialismo mercantilista. 13
Castro, José Luciano de. 50 esclavitud, 7. 18. 57, 81. 84 imperialismo precapitalista. 7.
Cervera, 55 España. 27, 35, 40, 42, 52. 18
cipayos. 62, 84, 90 54, 55. 73. 76, 87 imperialismo ruso. 47
clase obrera, 21, 32 Estados Unidos, 18, 42, 49. imperio africano, 51
9 4 «clubes», 81 53-55, 73, 75-77. 81 — bizantino. 7
imperio británico. 36, 56. 61. Martí. José. 53 proteccionismo, 20. 40. 90
65 Martínez Campos, 53 protectorado. 38, 39, 43, 45-
«imperio continuo». 49. 50, 53, marxistas, 32 47. 51, 57. 68, 73. 84, 91
60 mercado mundial, 19
imperio francés. 65 — nacional, 19
— islámico. 7 mercantilismo, 8, 18, 90 racismo, 32
— romano, 7 metrópoli. 8, 11, 17. 29, 36- republicanismo, 51
India, 31. 38, 40, 41, 61-63, 3 8 ,4 0 ,4 1 ,4 4 .4 8 ,6 1 ,6 4 . Restauración, 55
83. 84 66, 68. 78. 85, 86 Rhodes, Cecil, 21. 25. 31,
India Council Act. 63 misiones, 8, 28. 29, 83 41, 50. 53. 59
India de los Príncipes, 62. 63 monocultivo, 78, 79, 90 Roosevelt, Theodore, 76. 77
India Inglesa, 62 monopolio, 14, 15, 39, 41, 64, Rusia, 42. 47. 73, 75. 87, 88
Indias holandesas. 71 90 sajones, 7
industria, 10, 19, 20, 34, 58 Mozambique, 50, 51. 72 Salgari, Emilio, 28
industrialización. 40. 64, 76, 79 Muhammad Alí, 56 Salisbury. 32, 49, 50, 58, 60
Italia, 27. 35, 40, 46, 49. 72. musulmanes, 7 segregación racial, 81. 91
87, 89 Mutsu Hito, emperador, 74 Segunda Guerra Mundial.
17, 24
— Revolución Industrial, 15,
Japón, 42, 47, 73, 74. 88 nacionalismo, 30, 62, 74, 89 19
Japón Meijí. 74 neocolonialismo, 17, 77, 90 sociedad blanca, 58
New York Herald, 26 sociedades coloniales, 33
— geográficas, 27
Kautsky, 32 Stanley, 26, 69, 84
Kipling, Rudyard, 28, 31
Kitchener. 52, 60 Oceanía, 9, 56, 71
Kon2ern, 14 organización militar, 34, 35, 38 Tercer Mundo, 80
Kruger, Paul, 60 Osborn, 83 tribus. 82
Triple Alianza, 87
— Entente, 87
La Paz Armada, 86 Panther, 88 Troust, 14
Lenin, 32 París, tratado de, 76 trueque, 79
León III, papa, 7 — Paz de, 55 Ts’euhi, 85
Leopoldo II, 25, 44, 69. 70 Parlamento británico, 58. 61
Leroy-Beaulieu, 31 Peary, 26
Lesseps, Ferdinand. 66 Pinto Ivers, Serpa. 69 Unión Sudafricana, 58, 71
Lewanika, 51 Pipino el Breve, 7
liberalismo, 14, 36, 40 política expansionista, 15
Liberalismo económico, 90 Portugal, 8, 27, 35.42, 44.49- Verne. Julio, 27
librecambismo, 40. 90 51. 72 Victoria. Reina. 53, 58. 61
Livingstone, David. 26, 84 Pretoria, paz de, 60 Viena, Tratado de, 81
lozis. 51 Primera Guerra Mundial, 17,
Luxemburgo. Rosa, 32 24, 51, 86, 87, 89
Maine, 54 — Revolución Industrial. 4. Weltpolitik, 25, 71, 87
Marchand, 48, 52 13. 19, 20 Weyler, 53
Marruecos, 40, 65, 73. 86-88 proletariado. 38, 39, 82 White Baker, Samuel, 24, 25

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