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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

Centro Universitario de Noroccidente


Carrera: Ingeniería forestal
Curso: Suelos
Ing. Carlos Estrada

“Rocas, Cristales y Minerales”

Brandon Josué Recinos Carrillo


Carne: 201740171

Huehuetenango, Agosto de 2018


Las Rocas
En geología se le denomina roca a cada uno de los
diversos materiales sólidos, formados por cristales
o granos de uno o más minerales, de que está hecha
la parte sólida de la Tierra y otros cuerpos
planetarios. En la Tierra el manto y la corteza están
hechos de roca. El estudio de las rocas se
denomina petrología.

Las rocas se forman por procesos diversos (procesos petrogenéticos), según un ciclo
cerrado, llamado ciclo litológico o ciclo de las rocas, en el cual pueden intervenir
incluso seres vivos.

Las rocas están constituidas, en general, por mezclas heterogéneas de diversos


materiales homogéneos y cristalinos, es decir, minerales. Las rocas poliminerálicas están
formadas por granos o cristales de varias especies mineralógicas y las rocas
monominerálicas están constituidas por granos o cristales de un solo mineral. Las rocas
suelen ser materiales duros, pero también pueden ser blandas, como ocurre en el caso
de las rocas arcillosas o las arenosas.

Tipos de rocas

Las rocas se pueden clasificar atendiendo a sus propiedades, como la composición


química, la textura, la permeabilidad, entre otras. En cualquier caso, el criterio más usado
es el origen, es decir, el mecanismo de su formación. De acuerdo con este criterio se
clasifican en ígneas (o magmáticas), sedimentarias y metamórficas, aunque puede
considerarse aparte una clase de rocas de alteración, que se estudian a veces entre las
sedimentarias.

Rocas ígneas

Se forman gracias a la solidificación del magma, una masa mineral fundida que incluye
volátiles y gases disueltos. El proceso es lento, cuando ocurre en las profundidades de
la corteza, o más rápido, si aparece en la superficie. El resultado en el primer caso son
rocas plutónicas o intrusivas, formadas por cristales gruesos y reconocibles, o rocas
volcánicas o extrusivas, cuando el magma llega a la superficie, convertido en lava por
desgasificación.
Las rocas ígneas intrusivas son las más
abundantes, forman la totalidad del manto y las
partes profundas de la corteza. Son las rocas
primarias, el punto de partida para la existencia en la
corteza de otras rocas.

Las estructuras originales de las rocas ígneas son los plutones, formas masivas
originadas a gran profundidad, los diques, constituidos en el subsuelo como rellenos de
grietas, y coladas volcánicas, mantos de lava enfriada en la superficie. Un caso especial
es el de los depósitos piroclásticos, formados por la caída de bombas volcánicas, cenizas
y otros materiales arrojados al aire por erupciones más o menos explosivas. Los conos
volcánicos se forman con estos materiales, a veces alternando con coladas de lava
solidificada (conos estratificados).

Rocas Sedimentarias

La historia de una roca sedimentaria comienza con la


alteración y la destrucción de rocas preexistentes, dando
lugar a los productos de la meteorización, que pueden
depositarse in situ, es decir, en el mismo lugar donde se
originan, formando los depósitos residuales, aunque el caso
más frecuente es que estos materiales sean transportados por el agua de los ríos, el
hielo, el viento o en corrientes oceánicas hacia zonas más o menos alejadas del área de
origen. Estos materiales, finalmente, se acumulan en las cuencas sedimentarias
formando los sedimentos que, una vez consolidados, originan las rocas sedimentarias.

Las rocas sedimentarias se forman en las cuencas de sedimentación, las concavidades


del terreno a donde los materiales arrastrados por la erosión son conducidos con ayuda
de la gravedad. Las estructuras originales de las rocas sedimentarias se llaman estratos,
capas formadas por depósito, que constituyen formaciones a veces de gran potencia

Rocas Metamórficas
En sentido estricto es metamórfica cualquier roca
que se ha producido por la evolución de otra
anterior al quedar está sometida a un ambiente
energéticamente muy distinto de su formación,
mucho más caliente o más frío, o a una presión muy
diferente. Cuando esto ocurre la roca tiende a
evolucionar hasta alcanzar características que la hagan estable bajo esas nuevas
condiciones. Lo más común es el metamorfismo progresivo, el que se da cuando la roca
es sometida a calor o presión mayores, aunque sin llegar a fundirse (porque entonces
entramos en el terreno del magmatismo); pero también existe un concepto
de metamorfismo regresivo, cuando una roca evolucionada a gran profundidad —bajo
condiciones de elevada temperatura y presión— pasa a encontrarse en la superficie, o
cerca de ella, donde es inestable y evoluciona a poco que algún factor desencadene el
proceso.

Las rocas metamórficas abundan en zonas profundas de la corteza, por encima del
zócalo magmático. Tienden a distribuirse clasificadas en zonas, distintas por el grado de
metamorfismo alcanzado, según la influencia del factor implicado.

El ciclo de las rocas o ciclo litológico

En el contexto del tiempo geológico las rocas sufren transformaciones debido a distintos
procesos.Los agentes geológicos internos dan lugar a las rocas ígneas y metamórficas,
mientras que los agentes geológicos externos producen la meteorización y erosión,
transporte y sedimentación de las rocas de la superficie, dando lugar a las rocas
sedimentarias.

Se llama meteorización a la acción geológica de la


atmósfera, que produce una degradación, fragmentación
y oxidación. Los materiales resultantes de la
meteorización pueden ser atacados por la erosión y
transportados. La acumulación de fragmentos de roca
desplazados forma derrubios. Cuando cesa el transporte
de los materiales, éstos se depositan en forma de
sedimentos en las cuencas sedimentarias, unos sobre otros, formando capas
horizontales (estratos).

Cristales

La mayoría de los cristales naturales se forman a partir de la cristalización de gases a


presión en la pared interior de cavidades rocosas llamadas geodas. La calidad, tamaño,
color y forma de los cristales dependen de la presión y composición de los gases en
dichas geodas (burbujas) y de la temperatura y otras condiciones del magma en el que
se formen.

Aunque el vidrio se suele confundir con un tipo de cristal, en realidad no posee las
propiedades moleculares necesarias para ser considerado como tal; el vidrio, a diferencia
de un cristal, es amorfo. Los cristales se distinguen de los sólidos amorfos no solo por su
geometría regular, sino también por la anisotropía de sus propiedades, que no son las
mismas en todas las direcciones, y por la existencia de elementos de simetría. Los
cristales están formados por la unión de partículas dispuestas de forma regular siguiendo
un esquema determinado que se reproduce, en forma y orientación, en todo el cristal y
que crea una red tridimensional. En un cristal, los átomos e iones se encuentran
organizados de forma simétrica en redes elementales, que se repiten indefinidamente
formando una estructura cristalina.

Tipos de cristales

Cristales sólidos

Excepto el vidrio y las sustancias amorfas, cuya estructura no aparece ordenada sino
desorganizada, toda la materia sólida se encuentra en estado cristalino. En general, se
presenta en forma de agregado de pequeños cristales (o policristalinos) como en el hielo,
las rocas muy duras, los ladrillos, el hormigón, los plásticos, los metales muy
proporcionales, los huesos, etc., o mal cristalizados como las fibras de madera corridas.

También pueden constituir cristales únicos de dimensiones minúsculas como el azúcar o


la sal, las piedras preciosas y la mayoría de los minerales, de los cuales algunos se
utilizan en la tecnología moderna por sus sofisticadas aplicaciones, como el cuarzo de
los osciladores o los semiconductores de los dispositivos electrónicos.

Cristales luminosos

Algunos líquidos anisótropos (ver anisotropía), denominados a veces "cristales líquidos",


han de considerarse en realidad como cuerpos mesomorfos, es decir, estados de la
materia intermedios entre el estado amorfo y el estado cristalino.

Los cristales líquidos se usan en pantallas (displays) de aparatos electrónicos. Su diseño


más corriente consta de dos láminas de vidrio metalizado que emparedan una fina
película de sustancia mesomorfa. La aplicación de una tensión eléctrica a la película
provoca una intensa turbulencia que comporta una difusión local de la luz, con la cual la
zona cargada se vuelve opaca. Al desaparecer la excitación, el cristal líquido recupera su
transparencia.

Cristales iónicos

Los cristales iónicos tienen dos características importantes: están formados de enlaces
cargados y los aniones y cationes suelen ser de distinto tamaño. Son duros y a la vez
quebradizos. La fuerza que los mantiene unidos es electrostática. Ejemplos: KCl, CsCl,
ZnS y CF2. La mayoría de los cristales iónicos tienen puntos de fusión altos, lo cual refleja
la gran fuerza de cohesión que mantiene juntos a los iones. Su estabilidad depende en
parte de su energía reticular; cuanto mayor sea esta energía, más estable será el
compuesto.

Cristales covalentes

Los átomos de los cristales covalentes se mantienen unidos


en una red tridimensional únicamente por enlaces
covalentes. El grafito y el diamante, alótropos del carbono,
son buenos ejemplos. Debido a sus enlaces covalentes
fuertes en tres dimensiones, el diamante presenta una
dureza particular y un elevado punto de fusión. El cuarzo es otro ejemplo de cristal
covalente. La distribución de los átomos de silicio en el cuarzo es semejante a la del
carbono en el diamante, pero en el cuarzo hay un átomo de oxígeno entre cada par de
átomos de silicio.

Cristales moleculares

En un cristal molecular, los puntos reticulares están


ocupados por moléculas que se mantienen unidas por
fuerzas de van der Waals y/o de enlaces de hidrógeno. El
dióxido de azufre (SO2) sólido es un ejemplo de cristal
molecular al igual que los cristales de I2, P4 y S8. Con
excepción del hielo, los cristales moleculares suelen empaquetarse tan juntos como su
forma y tamaño lo permitan. Debido a que las fuerzas de van der Waals y los enlaces de
hidrógeno son más débiles que los enlaces iónicos o covalentes, los cristales moleculares
suelen ser quebradizos y la mayoría funden a temperaturas menores de 100 °C.

Cristales metálicos

La estructura de los cristales metálicos es más simple


porque cada punto reticular del cristal está ocupado por un
átomo del mismo metal. Los cristales metálicos por lo regular
tienen una estructura cúbica centrada en el cuerpo o en las
caras; también pueden ser hexagonales de
empaquetamiento compacto, por lo que suelen ser muy
densos. Sus propiedades varían de acuerdo a la especie y van desde blandos a duros y
con puntos de fusión de bajos a altos, pero todos en general son buenos conductores de
calor y electricidad.

Mineral

Un mineral es una sustancia natural, de composición química definida, normalmente


sólido e inorgánico, y que tiene una cierta estructura cristalina. Es diferente de una roca,
que puede ser un agregado de minerales o no minerales y que no tiene una composición
química específica. La definición exacta de un mineral es objeto de debate,
especialmente con respecto a la exigencia de ser abiogénico, y en menor medida, a que
deba tener una estructura atómica ordenada. El estudio de los minerales se llama
mineralogía.

Hay más de 5300 especies minerales conocidas, de ellas más de 5070 aprobadas por la
Asociación Internacional de Mineralogía (International Mineralogical Association, o IMA).
Continuamente se descubren y describen nuevos minerales, entre 50 y 80 al año

La definición general de un mineral comprende los siguientes criterios:2

1. ser de origen natural;

2. ser estable a temperatura ambiente;

3. estar representado por una fórmula química;

4. ser generalmente abiogénico (no resultado de la actividad de los organismos


vivos);

5. y tener disposición atómica ordenada.

El primer criterio significa que un mineral se tiene que formar por un proceso natural, lo
que excluye compuestos antropogénicos. La estabilidad a temperatura ambiente, en el
sentido más simple, es sinónimo de que el mineral sea sólido. Más específicamente, un
compuesto tiene que ser estable o metaestable a 25°C. Son ejemplos clásicos de
excepciones a esta regla el mercurio nativo, que cristaliza a -39°C, y el hielo de agua,
que es sólido sólo por debajo de 0°C; puesto que estos dos minerales se habían descrito
con anterioridad a 1959, fueron adoptados por la Asociación Internacional de Mineralogía
(IMA). Los avances modernos suponen un amplio estudio de los cristales líquidos, que
también concierne ampliamente a la mineralogía. Los minerales son compuestos
químicos, y, como tales, pueden ser descritos por una fórmula fija o una variable. Muchos
grupos de minerales y especies están compuestos por una solución sólida; las sustancias
puras generalmente no se encuentran debido a la contaminación o sustitución química.

El requisito de que una especie mineral para ser válida ha de ser abiogénica también se
ha descrito como similar a que sea inorgánica; sin embargo, este criterio es impreciso y
a los compuestos orgánicos se les ha asignado una rama de clasificación separada. Por
último, la exigencia de tener una disposición atómica ordenada es generalmente sinónimo
de cristalinidad; sin embargo, los cristales también son periódicos, por lo que se utiliza en
su lugar el criterio más amplio.

La diversidad y abundancia de especies minerales es controlada por la química de la


Tierra. El silicio y el oxígeno constituyen aproximadamente el 75% de la corteza terrestre,
lo que se traduce directamente en el predominio de los minerales de silicato, que
componen más del 90% de la corteza terrestre. Los minerales se distinguen por
diversas propiedades químicas y físicas. Diferencias en la composición química y en la
estructura cristalina distinguen varias especies, y estas propiedades, a su vez, están
influidas por el entorno geológico de la formación del mineral. Cambios en la temperatura,
la presión, o en la composición del núcleo de una masa de roca causan cambios en sus
minerales.

Los minerales pueden ser descritos por varias propiedades físicas que se relacionan con
su estructura química y composición. Las características más comunes que los identifican
son la estructura cristalina y el hábito, la dureza, el lustre, la diafanidad, el color,
el rayado, la tenacidad, la exfoliación, la fractura, la partición y la densidad relativa. Otras
pruebas más específicas para la caracterización de ciertos minerales son el magnetismo,
el sabor o el olor, la radioactividad y la reacción a los ácidos fuertes.

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