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TRABAJO PRÁCTICO

MATERIA: DERECHOS REALES (PARTE GENERAL)

PROFESORAS:
-BOVIER, María Rosa A.
-LLORENS, Ana María

ALUMNOS:
-GIMENEZ, Daniela
-GRIMALDI, Leonel
-GRAMUNDI, Celso
-DALIBON, Antonella

TEMA: UNIDAD 6 - PUNTO 1 Y 2

Fecha de entrega 24/05/2018


Unidad 6

1-Efectos de la Posesión. Doctrina

La cuestión de los efectos de la posesión es un tema que ha generado grandes


polémicas doctrinarias y una dispar opinión de los autores, que varían entre la
de quienes no admiten efecto alguno y la de aquellos que le acuerdan más de
setenta efectos.

Creemos que, para determinar y desarrollar los distintos efectos que tiene la
posesión en nuestro ordenamiento, es necesario desandar brevemente la
evolución doctrinal que éstos han tenido a lo largo del tiempo.

En su origen, los comentaristas del Derecho romano solían atribuirle varios


efectos: el derecho a invocar interdictos posesorios, el derecho a adquirir la
propiedad por medio de la usucapión, la presunción de propiedad, el derecho a
la legítima defensa de la posesión, entre otros.

Savigny desarrolló el tema en su Tratado de la Posesión, donde expuso que


gran parte de estos efectos no son atribuibles a la posesión en sí, sino que han
sido reconocidos por otras causas ajenas a ella. Es decir, la posesión en sí
misma sólo produce efectos muy limitados, los cuales se ven multiplicados
cuando actúa en forma conjunta con otras instituciones que aparecen como
concausa. Por ejemplo, el hecho de que todo poseedor se presuma dueño sería
la consecuencia de un principio general que exime de prueba al demandado. La
legítima defensa de la posesión sería la consecuencia de un principio general
que permite a los ciudadanos defenderse contra una agresión injusta.

De ello podemos advertir que algunos de los efectos atribuidos a la posesión


sólo tienen lugar respecto a determinadas clases y no son efectos de la posesión
en sí misma, porque ella nunca se da en forma pura en la realidad concreta ni
en la especulación teórica: la posesión sin calificativos es una pura abstracción.
Es por eso que, apenas la nombramos, debemos determinar si ésta es legítima
o ilegítima, si es de buena fe o de mala fe, si es viciosa o no, etcétera.

Savigny dedica largas páginas a demostrar que los efectos de la posesión son
solamente dos y que los enumerados por otros autores no resultan ser sino el
reflejo de otras instituciones que, incidiendo sobre el hecho posesorio, le dan
singular relevancia. Para este autor, los únicos efectos son: otorgar al poseedor
el ejercicio de interdictos y acciones posesorias; y ser condición indispensable
para la adquisición del dominio por usucapión.

Otros autores, como Aubry y Rau, sostienen que la única consecuencia que
tiene la posesión es que hace presumir la existencia del derecho de propiedad
en quien la detenta. Por su parte, Von Ihering afirma que la posesión da
contenido a los derechos reales y configura un requisito para su nacimiento, ya
que se necesita de la posesión para que se efectivice la tradición, la prescripción
adquisitiva y la ocupación. Además, es objeto de protección posesoria.

En general, nuestra doctrina añade a los efectos señalados y reconocidos por


Savigny otros dos de gran importancia: unida a la buena fe, la posesión crea en
favor del poseedor de la cosa mueble (no robada ni perdida) la presunción de
propiedad; y confiere al poseedor de buena fe la propiedad de los frutos de la
cosa poseída. Podemos observar que la posesión aparece unida al elemento
buena fe. Sin embargo, otros autores agregan, por ejemplo, el derecho a ser
indemnizado por las mejoras introducidas en la cosa y el de retenerla hasta que
se le pague tal indemnización al poseedor. Pero se advierte de inmediato que
tales derechos no emergen de la posesión en sí, sino de la realización de las
mejoras o gastos hechos en beneficio de la cosa y que tienen por fundamento
principal evitar el enriquecimiento sin causa de una de las partes.

Nosotros, siguiendo la doctrina mayoritaria, nos limitaremos a considerar, entre


tales efectos, los siguientes:
1. Otorga al poseedor el ejercicio de los interdictos y acciones
posesorias.
2. Es condición indispensable para la adquisición del dominio por
usucapión.
3. Unida a la buena fe, crea a favor del poseedor de la cosa mueble
(no robada ni perdida) la presunción de propiedad.
4. Confiere al poseedor de buena fe la propiedad de los frutos de la
cosa poseída.

Efectos de la posesión mientras subiste


Derechos que atribuye: en primer lugar y ante todo, la posesión atribuye al
poseedor derechos de continuar en la posesión mientras no recaiga sentencia
de juez que le prive de ella.

Efectos de la posesión sucedida la reivindicación de la cosa.


Una persona que hay estado poseyendo una cosa (mueble o inmueble) y es
demandad por reivindicación, una vez sustanciado el juicio y recae una sentencia
que hace lugar a la demanda la que una vez firme (por no haber sido recurrida)
o ejecutoriada (por haberse agorado los recursos contra ella) hace cosa juzgada.
La pretensión reivindicatoria ha triunfado y deben resolverse múltiples
cuestiones que ah generado la posesión.
Hay que distinguir el periodo anterior al momento de la citación a juicio y posterior
a dicho acto, a los efectos de determinar
A) El derecho sobre los frutos
B) El derecho al reembolso de las mejoras y gastos efectuados por el
poseedor
C) La posibilidad de ejercer por tal acreencia el derecho de retención
D) La responsabilidad por la perdida y deterioro sufridos por las cosas
E) El reembolso por disposiciones de cosas muebles accesoria
F) El reembolso de los productos extraídos de la cosa.
Para ellos hay que tener en cuenta
a) Las cualidades de la posesión ( buena fe, mal fe simple mala fe
viciosa)
b) El carácter de las mejoras ( necesarias, útiles, lujosas)
c) El de los gastos ( útiles, necesarios o simplemente conservatorios)
d) Las causas de las perdidas o deterioro sufrido por la coas ( por acto
voluntario, culpable, o por hecho debido a caso fortuito o fuerza mayor)
e) Si la cosa se hubiera deteriorado o perdido estando igualmente en
poder del propietario.

El primer deber del vencido es restituir la cosa demandada, con todos sus
accesorio, pero el legislador no ha podido dejar de contemplar las circunstancias
de que, mineras la coas ha permanecido en poder del poseedor (antes la
citación a juicio) y mientras dura el proceso judicial.

Precio pagado e indemnización: el poseedor de buena de que ha adquirido la


cosa de un tercero, a titulo oneroso y sufre la reivindicación de ella, no tiene
derecho a reclamar el precio pagado a quien se la vendió.
El supuesto no es admisible al caso de la obligación de dar cosa ciertas.
Tampoco tiene relación el caso con la recompensa debida a quien encuentra uan
cosas perdida.

Frutos: (concepto) frutos son los que la cosa regular y periódicamente produce
sin alterar ni disminuir de su sustancia.
Mientras los frutos estén unidos a las cosas fructuarias dormán parte de todo
ella.
El código distingue tres tipos de frutos: los naturales los industriales y civiles.
Los primeros son las producciones espontaneas de la naturaleza, los segundos
los que producen la industria del hombre o cultura de la tierra, y los civiles son
las rentas que la cosa produce. Son frutos civiles los salarios u honorarios del
trabajo material o del inmaterial de las ciencias.
También se distingue los frutos percibidos y los pendientes.

El legislador distingue el poseedor:


Poseedor de buena de: hace suyos los frutos percibidos que correspondiese al
tiempo de su posesión
Poseedor citado a juicio de reivindicación: el poseedor de buena fe que ha sido
condenado a restituir la cosa, debe los frutos percibidos desde el día en que se
le hizo saber la demanda.
Poseedor de mala fe simple: debe los frutos percibidos durante su posesión o
partir del momento en que ceso la mala fe al tener conocimiento “del vicio de su
posesión”
Poseedor de mala fe viciosa: En el rubro que tratamos tiene tratamiento similar
al de la fe simple.
Productos: (objetos que se extraen de la cosa disminuyéndola en su cantidad o
alterándola de su sustancia, el poseedor debe restituirlos, sea de buena fe o de
mala fe y con mayor razón si es vicioso.
La imposibilidad de devolverlos IN NATURA deberán ser indemnizados en su
valor.

Mejoras y Gastos:
Mejoras necesarias son aquellas sin las cuales la cosa no podría ser conservada
Mejoras útiles las que sean de manifiesto provecho para cualquier poseedor de
la cosa
Mejoras voluntarias son las de mero lujo exclusivo uso para quien la hizo.

Poseedor de buena fe: son reembolsables las mejoras necesarias siempre que
estas existan al momento de la restitución de la cosa.

Las mejoras voluntarias no son reembolsables pero pueden ser retiradas por el
poseedor de buena fe siempre que su separación no dañe la cosa poseída.
La ley no solo consagra el derecho de ser indemnizado por los gastos útiles y
necesarios sino que acuerda al poseedor la facultad de retener la coas hasta
tanto le sean pagados tales. A pesar de ello la entrega de la cosa no hace
presumir la renuncia al reembolso de esos gastos.

Poseedor de mala fe: los gastos necesarios indudablemente deben resarcidos al


poseedor. Pero con un límite hasta la concurrencia del mayor valor existente.
También existe diferencia respecto del derecho de retención que el poseedor de
mal fe lo tiene en relación de los gastos necesarios pero no de los útiles.
Poseedor de mala fe vicioso: tiene tratamiento igual al poseedor de mal fe simple
pero no goza en ningún caso del derecho de retención.

Destrucción o deterioro de la cosa: las cosas se encuentra en poder de quien se


encuentren están sujetas al riesgo de sufrir daños. Destrucción totales o
parciales sea por hecho del propio poseedor del un tercero o por caso fortuito o
fuerza mayor.
Poseedor de buena fe; no responde por los deterioros sufridos por las cosas
aunque hubiesen sido causados por el hecho suyo, pero cuando ha obtenido
provecho de ella, responde hasta la concurrencia de ese provecho. Prevalece
la idea del enriquecimiento sin causa.

Poseedor de buena fe notificado de la demanda: responde por los deterioros que


hubiera causado al a cosa pero no por lo que fueran consecuencia de un hecho
fortuito.
Poseedor de mal fe: responde por sus hechos y por los daños provocados por
caso fortuitos pero en este último caso si la cosa hubiera parecido igualmente
estando en poder del propietario no debe responder.

Sucesor: independientemente de que la posición del anterior antecesor sea de


buena fe o mala fe a los efectos de la percepción de los frutos se tiene en cuenta
la buena fe o mala fe del sucesor, sea a titulo singular o universal. Respecto de
la sucesión universal, la solución consagra una excepción al principio de que la
posición es una sola.
“el heredero del poseedor de mal fe, harta suyo los frutos correspondientes a su
posición de buena fe”

2- Efectos de la posesión en cosas muebles: análisis del artículo 1895 del


Código Civil y Comercial de la Nación.

Esta norma se aplica a los subadquirientes de cosas muebles, registrables o no.


Lo que se procura con este artículo es proteger a los terceros, que obtienen la
cosa mueble, de quien no tenía derecho a trasmitirla, en tanto no haya habido
hurto o pérdida. La adquisición de la propiedad por el tercero implica la pérdida
simultánea del dominio por el anterior dueño, quien tendrá contra aquel a quien
había confiado la cosa, las acciones civiles correspondientes por haberla
enajenado indebidamente. Cabe aclarar que, para repeler la acción
reivindicatoria es necesario que el tercero, además de poseer de buena fe, haya
adquirido a título oneroso.
En los supuestos que hay desprendimiento voluntario, se sacrifica al anterior
propietario por su negligencia, es culpable por haber confiado la cosa mueble sin
adoptar las medidas del caso para impedir que su representante la enajene.
Aunque probara la imposibilidad de adoptar tales medidas, fue negligente en la
elección de la persona a quien entrego la tenencia de dicha cosa mueble. En
todo caso, el propietario asumió los riesgos de su actitud, por lo cual debe cargar
con las consecuencias.
Finalmente, nos referimos a las cosas muebles robadas, hurtadas o perdidas, el
subadquiriente de buena fe puede adquirirlas por prescripción breve al cabo de
dos años (arts. 1898 y 2254). Si carece de buena fe, cabe inferir que podrá
adquirir luego de 20 o 10 años de posesión, según el caso (art. 1899)

-Naturaleza Jurídica
La ley hace que el adquiriente de buena fe, que se encuentra en posesión de la
cosa, adquiera la propiedad de ella y pueda repeler cualquier acción de
reivindicación del antiguo propietario, no obstante haberla recibido de quien no
era el dueño.
La adquisición que realiza el tercero es originaria, ya que se basa en la voluntad
de la ley. Hay que tener en cuenta que ningún vínculo jurídico existe entre el
tercero y el anterior dueño; por el contrario, el tercero adquiere contra o a pesar
de la voluntad de dicho dueño. Como consecuencia, el tercero no adquiere el
derecho del anterior propietario sino uno nuevo y distinto, de ahí que, en
principio, no deba cargar con los derechos reales que pudiese haber constituido
el anterior propietario sobre la cosa, a menos que sea de mala fe, es decir, que
supiera de su existencia al momento de la adquisición.

-Cosa hurtada o perdida:


En el caso de que la cosa sea hurtada, robada o perdida, es decir, que el
propietario no se haya desprendido de ella voluntariamente, los terceros no
gozan de la propiedad y no pueden repeler la acción reivindicatoria, aun cuando
sea de buena fe y a título oneroso.
Entendemos que no se le puede imputar al propietario la culpa de haber perdido
la cosa o haber sufrido un hurto.
Cabe aclarar que, las cosas robadas salen del poder del dueño “contra su
voluntad”. Por otra parte, se entiende como cosas perdidas a las que se
extravían por caso fortuito o fuerza mayor y a las que se pierden por negligencia
(por ejemplo, realizo un envío a una dirección equivocada). Salen del poder del
dueño sin su voluntad. Podemos decir que la cosa esta pérdida, cuando
presentan las siguientes condiciones: se haya perdido la tenencia, no esté en el
lugar en el que la haya guardado el poseedor o tenedor y cuando no se haya
abandonado.
Quien halla una cosa tiene la obligación de restituirla y tiende derecho a una
recompensa. En el caso en que decida quedársela, estará expuesto a la
reivindicación del verdadero propietario, y, en caso de enajenarla, también lo
estarán los sucesivos subadquirientes (art 2259).
Las cosas pérdidas no deben ser confundidas con las abandonadas, en estas,
el dominio puede ser adquirido por la apropiación. En el caso de que no se sepa
si la cosa fue perdida o abandonada, se presume perdida.

Requisitos:
El art 1895 protegen a quien adquiere cosa mueble de parte de quien no se
encuentra legitimado, por no ser propietario, o que siéndolo no está legitimado
para transmitir válidamente la propiedad. Para que el tercero adquiriente pueda
invocar este principio deben concurrir los siguientes requisitos

A- Posesión:
El tercero puede invocar la regla del art.1895 en los supuestos de
desprendimiento voluntario, debiendo ser poseedor de la cosa mueble, los
tenedores no pueden valerse de este sistema (ya que reconoce el poder de otro
sobre la cosa)
Surge una presunción iuris tantum de la existencia de la posesión, de manera
que quien pretenda desconocer la calidad de poseedor deberá probarlo.
La posesión del art 1895 que permite la adquisición legal del derecho real puede
ser aplicada a la adquisición de otros derechos reales (Ej. Usufructo).

B- Buena Fe:
La buena fe es una exigencia, habrá buena fe cuando el poseedor, persuadido
de su legitimidad, no haya sabido después de una conducta diligente, que quien
le transmitió la cosa mueble no estaba legitimado para ello. Debe mediar error
de hecho esencial y excusable. Se requiere la buena fe en el momento de
adquirir la posesión, la mala fe sobreviniente no perjudica al adquiriente ye que,
se vería frustrada la finalidad de dar seguridad al comercio jurídico de cosas
muebles.
La buena fe se presume, por lo que quien alegue la existencia de mala fe tendrá
que demostrarlo.
Buena fe y cosas muebles registrables:
No existe buena fe de cosas muebles registrables sin inscripción a favor de quien
la invoca; tampoco existe buena fe, aunque haya inscripción en favor de quien la
invoca, si se previere la existencia de elementos identificatorios de la cosa
registrable y estos no coincidiesen.
El que adquiere una cosa mueble registrable sabe que debe inscribirla en el
registro, ya que el error de derecho no es excusable, si no lo hace no puede ser
considerado de buena fe.

C- Título oneroso:
Además de la posesión y la buena fe, exige el título oneroso del subadquiriente.
Quienes sean poseedores de buena fe, aun cuando lo fuesen a título gratuito,
gozan de la atribución de propiedad que establece dicho precepto, a los efectos
de poder repeler la acción reivindicatoria del anterior dueño propietario, requiere
también una adquisición a título oneroso. Es decir que el poseedor de buena fe,
es propietario frente a todos, aunque si lo fuera a título gratuito lo será frente a
todos excepto frente al propietario anterior, ya que, si el verdadero dueño prueba
que el poseedor de buena fe lo adquirió a título gratito, este no estará en
condiciones de repeler la acción real de aquel. Tendría la cosa dos propietarios:
el dueño erga omnes, y el poseedor de buena fe frente a todos menos respecto
del anterior
Se presume la adquisición a título oneroso, sería la regla, teniendo en cuenta la
carga de la prueba al verdadero propietario que revindica.
El poseedor de buena fe a título oneroso, aun cuando haya recibido la cosa de
quien no estaba legitimado, adquirió por voluntad de la ley el derecho real y
puede repeler cualquier acción real que se intente en su contra. El poseedor de
buena fe a título gratuito es propietario frente a la sociedad, pero no puede
oponerse a la acción reivindicatoria del dueño primitivo.
En este último supuesto puede consolidar su situación, al cumplirse la
prescripción adquisitiva breve de dos años.

Significado de la reforma:
Los instrumentos jurídicos más importantes son la posesión y la inscripción de
ciertas titularidades en registros creados a tal fin.
El derecho tutela la situación emanada de la apariencia (transmisión de cosa
mueble hecha por un poseedor ilegitimo –abuso de confianza- que se comportó
como si fuera el verdadero propietario frente al tercero adquiriente), legitimando
una situación de hecho con el fin de asegurar la fluidez en el intercambio de
bienes. Se protege la apariencia, ahorrando investigaciones sobre la titularidad
de quien enajena, especialmente cuando la cosa no es registrable.
En el nuevo código se establecen reglas precisas sobre la buena fe en cuanto a
adquisiciones de cosas muebles registrables, además se establece la
presunción de la adquisición a título oneroso.

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