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Poder Judicial de la Nación

TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL NRO. 24 DE LA CAPITAL FEDERAL


CCC 45283/2009/TO2

///nos Aires, 8 de octubre de 2015.


Y VISTOS:
Se reúnen los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal N° 24 de
la Capital Federal, Marcelo Roberto Alvero, como presidente del debate,
Horacio Barberis y María Cecilia Maiza, con la presencia de la secretaria María
Elina Debenedetto Regueira, para dar a conocer la sentencia en la causa n°
45.283/09 (Int. N° 3492) seguida por el delito de abuso sexual simple, a HUGO
VILLALBA ORTIZ, paraguayo, con residencia legal en nuestro país, nacido el
28 de abril de 1963 en Caazapá, República del Paraguay, casado, de profesión
constructor, hijo de Emilio y de Juana Ortiz, con Documento Nacional de
Identidad n° 93.112.368, titular del Legajo de la Policía Federal Argentina, de la
Serie A.G.D. n° 264.927 y con domicilio real en la calle Lavardén, Manzana n°
14, casa 103 de la Villa 21 del barrio de Barracas, de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
Intervienen en el proceso el Fiscal General Dr. Jorge López
Lecube y la abogada de confianza del imputado, Dra. Patricia Viviana Croitoru.
A modo de aclaración, se deja constancia que a los efectos de dar
cumplimiento con lo dispuesto por la corte Suprema de Justicia de la Nación a
través de las Acordadas n° 15/13 y 24/13 en relación a la publicación de las
sentencias emanadas por los tribunales orales, así como también lo previsto por
la ley 26.586, a fin de preservar y resguardar los datos y derechos
personalísimos de la menor y sus familiares involucrados en el proceso (cfr. art
2 del “Protocolo de Registro de Sentencias, Acordadas y Resoluciones
Administrativas” aprobado mediante Acordada 24/13 CSJN), se dispuso de la
siguiente sigla para abreviar la referencia de sus nombres y familiares:
F.S.S.R.D., I.L.R.D. y S.S.R.D; para verificar su correspondencia las partes
podrán remitirse al decreto obrante precedentemente.

Y CONSIDERANDO:
1° ) Que el hecho que se le atribuye a Hugo Villalba Ortiz, a estar
al requerimiento de elevación a juicio de fs. 117 a 119 es el siguiente:
“…los tocamientos que realizó a la menor F.S.S.R.D. de trece
años de edad, en la zona de los senos por encima de la ropa, a la vez que le
manifestó que si contaba lo ocurrido le pasaría algo malo a su hermana menor”.
“Dicho suceso tuvo lugar durante el mes de noviembre de 2008,
en la llamada ‘Feria de los Pájaros’, sita en la intersección de la calle Iriarte y la
calle Luna de esta ciudad”.
“En aquella oportunidad en momentos en que la menor se

Fecha de firma: 08/10/2015


Firmado por: MARCELO ROBERTO ALVERO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MARIA CECILIA MAIZA, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: HORACIO BARBERIS, Juez de Cámara
Firmado(ante mi) por: MARIA ELINA DEBENEDETTO, SECRETARIO DE CAMARA
encontraba en la citada feria, al acercarse al imputado a fin de saludarlo, este le
tocó un seno por encima de la ropa, a la vez que le refirió las frases antes
descriptas”.

Para el fiscal de grado la calificación que correspondía es la de


abuso sexual simple, todo ello en virtud de lo normado en los artículos 45 y 119,
primer párrafo, del Código Penal de la Nación.

2° ) Que en oportunidad de alegar sobre el mérito de la prueba, en


la instancia del artículo 393 del Código Procesal Penal de la Nación, al expresar
sus conclusiones finales el Sr. Fiscal General dijo que se encontraba
acreditada la materialidad del hecho y la responsabilidad que le cupo al
acusado en el mismo.
Para ello realizó una valoración conjunta de la prueba tal como
desde antaño lo viene pregonando la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.
Es así que la testimonial, pericial y documental acredita en forma
fehaciente la ocurrencia del hecho.
Da por probado entonces que un domingo de noviembre del año
2008 en la feria de los pájaros y de manera sorpresiva, Villalba Ortiz le tocó los
pechos a la menor F.S.S.R.D. y le advirtió que si contaba lo sucedido algo le
pasaría a su hermana menor.
Para arribar a esa conclusión tiene en cuenta especialmente la
declaración testimonial de la víctima en la audiencia de debate, de su madre, de
la persona que colaboraba con esta última en tareas de limpieza y del padrino
de la damnificada Sr. Víctor Álvarez. Por otra parte los distintos informes
elaborados por el Cuerpo Médico Forense terminan por dar certeza a las
manifestaciones de la denunciante.
Repara en que el Sr. Álvarez fue contundente al señalar que él vio
el tocamiento de los senos de la niña por parte del imputado. F.S.S.R.D. no
relató por temor este episodio pero Álvarez se encargó de ponerlo en
conocimiento de su madre quien a partir de ese momento comenzó a prestar
atención en el comportamiento que asumía respecto de su hija Villalba Ortiz
quien solía ir a almorzar a su vivienda.
Fue así que se desencadenó el episodio un mediodía y en el mes
posterior. En esa oportunidad I.L.R.D. y Mónica Herminia Núñez sorprendieron
al imputado cuando entregándole dinero pretendía ingresar con violencia a la
niña en el interior del baño de la finca.

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Firmado por: MARCELO ROBERTO ALVERO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MARIA CECILIA MAIZA, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: HORACIO BARBERIS, Juez de Cámara
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Este episodio fue el desencadenante de la denuncia formulada.


El testimonio de Álvarez aparece libre de cuestionamientos.
Es el padrino de la niña y tenía un puesto en la feria cerca del acusado.
Su relato escueto y preciso arrimó el convencimiento necesario como para
fundar este juicio de reproche.
En el curso de la audiencia la Sra. Flores también dijo haber visto
la situación abusiva sufrida por F.S.S.R.D.
Y justamente la menor abusada viene repitiendo este episodio en
todas las ocasiones en que fue interrogada.
Explicó la víctima en la audiencia que merced al tratamiento
psicológico que fue obligada a realizar intentó olvidar lo ocurrido supliendo esa
situación con bonitos recuerdos.
El 2 de noviembre del año 2009 se realizó la denuncia por parte
de la Sra. I.L.R.D.. Recepcionada por la Brigada específica de la dependencia
policial expresó la víctima que su padrino Álvarez había observado cuando el
imputado le tocaba los pechos.
En la posterior entrevista con la Licenciada Barchieto relató
nuevamente esta circunstancia.
La peritación realizada por la Dra. Virginia Berlinerblau
especialista en la materia incluye un relato de lo ocurrido. La profesional del
Cuerpo Médico Forense afirma que F.S.S.R.D. no quiere tocar el tema y que
padece stress postraumático.
Ante la aparente divergencia existente entre los estudios técnicos
realizados por dicha profesional y la Licenciada Orgatti se consultó la opinión
del Licenciado Legaspi. A fojas 86 y 87 el psicólogo afirma que el relato de
F.S.S.R.D. aparece como espontáneo, lógico y coherente.
Entiende el acusado público que la actitud oposicionista de la
damnificada debe de obedecer necesariamente a su concurrencia a terapia
psicológica.
En suma, pese al transcurso de los años F.S.S.R.D. mantiene su
versión lo que evidencia una conducta coherente.
Está claro en su relato que el recuerdo que más impacto le ha
dejado es lo ocurrido en su vivienda pues allí sufrió castigo físico de parte de su
progenitora y además observó como el imputado era echado a los golpes de la
vivienda.
Afirma que no se visualiza interés en perjudicar a Villalba Ortiz,
máxime cuando era un pariente. No existió interés en fabular lo que no ocurrió.
Frente a este armónico cuadro cargoso se yergue la negativa del
imputado que no alcanza a desvirtuar la acusación.

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Firmado por: MARCELO ROBERTO ALVERO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MARIA CECILIA MAIZA, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: HORACIO BARBERIS, Juez de Cámara
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En tren de adecuar típicamente la conducta endilgada entiende
que estamos en presencia de un abuso sexual simple del que el imputado debe
responder como autor (arts. 45 y 119, inciso 1° del Código Penal).
Para graduar la sanción a solicitar tiene en cuenta las
características del hecho, sus consecuencias, que la víctima conserva un
recuerdo de lo sucedido que intenta taparla, el ámbito de confianza existente
dado que la esposa del imputado era tía de la damnificada. Todo ello
constituye agravante del comportamiento. También en su detrimento valora que
el hecho se desarrolló en un lugar público y con trascendencia a terceros.
En su favor tienen en cuenta la falta de antecedentes
condenatorios, sus hábitos laborales y el resto de la información personal
suministrada en la audiencia y la que se desprende de su legajo.
Por todo ello, requirió que al momento de fallar se le imponga la pena de un año
de prisión y el pago de las costas del proceso.

A su turno, la Sra. defensora de confianza Dra. Croitoru,


expresó sus conclusiones finales.
Dejó planteado su disenso con la hipótesis acusatoria.
Argumentó que no se acreditó el hecho y ni siquiera el aspecto
subjetivo requerido por la figura.
Justamente la valoración conjunta de la prueba que evoca el fiscal
de juicio le permite sostener que no se halló certeza sobre lo ocurrido.
Existen fisuras en el relato de la menor y de los testigos.
Las afirmaciones de Álvarez no se condicen con las de F.S.S.R.D.
Por otra parte es ingenuo pensar que Núñez haya visto el episodio
sin decirlo durante todos estos años. Ello no surgía del expediente y aparece
recién en su boca en su declaración en el juicio.
Señala que el acusador se equivoca cuando afirma que la menor
declaró ante la brigada móvil de la dependencia policial, pues esta presentación
fue realizada por su madre.
Rechaza todas las conclusiones que sostuvo la Dra. Berlinerblau
pues ella no recibió relato de la menor. En cuanto al stress postraumático que la
profesional afirma puede deberse a la situación vivida en su casa. Por otra parte
la aparente alteración de su rendimiento escolar fue contradicha por su propia
madre.
Afirma que las conclusiones del psicólogo Legaspi tienen poco
valor pues no tuvo acceso al DVD que documentaba la entrevista que con
F.S.S.R.D. tuvo la Licenciada Barchieto.

Fecha de firma: 08/10/2015


Firmado por: MARCELO ROBERTO ALVERO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MARIA CECILIA MAIZA, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: HORACIO BARBERIS, Juez de Cámara
Firmado(ante mi) por: MARIA ELINA DEBENEDETTO, SECRETARIO DE CAMARA
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En cuanto al informe de Tagliaferro aquí tampoco la niña dio un


relato de lo ocurrido.
Hace hincapié en el testimonio brindado en la audiencia por la
Licenciada Orgatti quien descartó la existencia de secuelas o indicadores de
violencia sexual calificando su versión como probable.
Afirma que la denuncia formulada por I.L.R.D. obedeció según ella
misma admite a que el episodio ocurrido en su vivienda no se repitiera pero
este hecho no forma parte de la imputación a su pupilo.
Agrega que Villalba no mintió al momento de desconocer el hecho
y por el contrario el testimonio de la pretensa damnificada se reveló como
inconsistente y carente de verosimilitud.
Existen divergencias en cuanto a lo ocurrido entre lo afirmado por
F.S.S.R.D. y por el Sr. Álvarez. El lugar y las circunstancias aparecen disímiles.
En relación a las amenazas que son sostenidas por la acusación
para fundar el reproche la Srta. Samaniego las ha negado. Afirmó tajantemente
que Villalba Ortiz jamás la amenazó.
Por lo tanto la existencia de declaraciones contrapuestas no
ameritan prueba útil e idónea como para fundar una conclusión condenatoria.
Así entonces, requirió la absolución de su asistido.
A mayor abundamiento entendió que no se encontraba acreditada
la existencia del aspecto subjetivo requerido por la figura “el desahogar la
lujuria” que predica doctrina y jurisprudencia. Para ello cita en su apoyo un
precedente de la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal en la causa
“López, Walter”. Se trataron en todo caso de actos preparatorios que no
alcanzan el umbral mínimo que pueden llevar a una sanción penal.

3° ) Que en el debate se produjeron las siguientes pruebas:

a) La Srta. F.S.S.R.D. declaró fuera de la vista del imputado.


Requirió hacerlo así por temor. Villalba Ortiz permaneció oculto en la sala de
audiencia y pudo oír todas sus manifestaciones.
Interrogada por el Sr. Fiscal afirmó que ella tenía 13 años, estaba
en primer año. Estaba con su primo. Estaban haciendo algo, no recuerda bien.
De repente sube Villalba Ortiz que es su padre y le dice al primo que vaya a
comer. Ella se quedó y preparó sus cosas para ir al colegio.
Al salir para el colegio, el acusado le dijo que se acerque y ella se
acercó pues le tenía confianza. Le dio 5 pesos, le dio un beso en el cachete, él
la agarró del brazo y la manoseó mucho no se acuerda.

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Firmado por: MARIA CECILIA MAIZA, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: HORACIO BARBERIS, Juez de Cámara
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Después llegó su madre y a ella le pegó una cachetada y lo bajó a las
trompadas a Hugo y lo echó de la casa.
Le pidió que le cuente que le había pasado, le pidió disculpas, fue
al colegio y a la vuelta hicieron la denuncia.
Nunca le había pasado algo así. Ella fue al psicólogo, luego le
dieron el alta. Al principio fue complicado, ella era más chica y no se animaba a
contar nada. Después nunca más.
Cuando tenía 17, siempre fue su vecino, mucha “pelota” no le
daba. Él estaba borracho en una esquina y empezó a insultar.
Aclaró que el manoseo consistió en agarrarla del brazo y del
cuello y le quería levantar la remera, mucho no se acuerda le había tocado un
pecho o algo así, le da vergüenza contarlo.
Ella no recuerda otro episodio. En el barrio hay una feria. Ella iba
a ayudar a la madre que vendía comida. Ella vendía con la madre. Funcionaba
de 6.00 a 17.00 horas.
Villalba tiene un puesto de yuyos, como medicamentos. En esa
época se juntaba con ellos.
Preguntada concretamente por el Fiscal por si allí pasó algo
señala que hubo momentos en que él la quería abrazar y ella no quería, le
ofrecía plata, ella a veces la agarraba porque era su tío. Él la abrazaba y le
decía que estaba grande. Ella no se dejaba abrazar. Ella le contaba a su tío
Víctor Álvarez. Ella tenía 9 y le contó que él la quería apretar y a Víctor no le
gustó para nada.
Ella no se dejaba. La tocó cuando pasó esto de la casa.
Nunca antes que ella se haya dado cuenta.
Calcula que ella tenía 11,12, 13. En la feria no se acuerda.
Ella recuerda el episodio que contó, el de la casa. Recuerda que la
madre le pegó a ella una cachetada porque él le había dado plata y ella la
agarró y pensó que había pasado algo más grave.
También recordó que cuando se hizo la denuncia hubo un
conflicto familiar; que no tiene motivo alguno para mentir respecto de ello.
Le preguntó entonces la Sra. Defensora, ¿quién es Quique?
Responde que es un abogado que ella tuvo, casi se muere tuvo
problemas de salud. Les dijo para que hagan la denuncia y no dejen pasar el
episodio. Eso se lo dijo a su mamá y la acompañó cuando hicieron la denuncia.
A preguntas del Sr. Fiscal aclara que Villalba Ortiz nunca la
amenazó, él no es de mucho hablar. Ella era muy amiga del hijo de él, su primo.
Siempre iba a la casa.

Fecha de firma: 08/10/2015


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Firmado por: MARIA CECILIA MAIZA, JUEZ DE CAMARA
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Nunca había pasado esto. Nunca se había zarpado. Ese día


estaba en pedo. Somos una familia y estábamos siempre juntos, le molestó
como a cualquiera.
Explicó que el psicólogo le había dicho que ella tenía que tapar
esos momentos con cosas buenas. Agregó que no desea mentir, que no quiere
agregar cosas que no haya dicho, y que en el año 2008 tenía 12 años.
El Fiscal entonces con la anuencia del presidente procede a dar
lectura al informe de fs. 26/8. F.S.S.R.D. entonces responde que cree que
mintió sobre la edad y sí recuerda que le tocó un pecho y le dijo que le contaría
a la madre y él le dijo que si contaba le iba a pasar algo a su hermanita. Nunca
le dijo nada a nadie de eso. Le contó lo de los abrazos y que Hugo la quería
apretar a su padrino. Álvarez le dijo que no lo haga más, que ella es una
criatura, que él está grandecito. Es verdad que le tocó un pecho.
Ante la lectura de otro párrafo por parte de la Sra. defensora la
testigo dice: le negué todo porque me habían dicho eso. No recuerdo como fue
la secuencia. No sabría decirle si fue así porque no recuerdo. Atrás de su casa
hay una cancha.

b) Las peritos del Cuerpo Médico Forense Dra.


GuillerminaTavella de Riú y Licenciada Adela Orgatti, brindaron su
testimonio en forma conjunta.
Ambas ratifican sus informes.
Comienza con el interrogatorio la Defensa. La pregunta estuvo
dirigida a la Dra. Tavella y en relación a la conclusión de fs. 82 del expediente,
punto 2 de su informe. En particular cómo llegan a concluir que Hugo Villalba
carezca de perturbación sexual.
La profesional respondió que a través del interrogatorio, a través
de eso obtienen el diagnóstico que no hay perturbaciones desde el punto de
vista médico. Las disfunciones o parafilias o trastornos de identidad sexual. No
surgen esos indicadores en el interrogatorio.
Le pregunta entonces la Dra. Croitoru si eso no permitiría
descartarlo pero permite determinar que hubiera actuado de determinada
manera?, a lo que responde: no hay alteración. Por lo tanto no se descarta ni
se afirma la ocurrencia del hecho.
De seguido la defensa interrogó a la Licenciada Orgatti por las
conclusiones de fs. 40 del expediente y en cuanto se afirma que la menor no
presenta indicadores y no se objetivaron indicadores de victimización o de
haber vivenciado una situación traumática.

Fecha de firma: 08/10/2015


Firmado por: MARCELO ROBERTO ALVERO, JUEZ DE CAMARA
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Orgatti dice que es por la evaluación efectuada, tanto la entrevista
clínica, como la recolección de datos biográficos de la joven y de la mamá,
desde el nacimiento, infancia, etc. Después de la evaluación de las técnicas que
usó, entrevistas y técnicas gráficas proyectiva e inventario de personalidad
(Minesotta), pero hay una versión para adolescentes que es aplicable al caso.
No surgía elemento alguno que pudiera establecer indicadores ni trastorno
emocional como stress postraumático. Entiende que los puntos de pericia iban
orientados a saber si había victimización sexual o stress postraumático.
La defensora le pregunta entonces ¿Por qué cree que no hizo
relato?
La psicóloga responde: estaríamos en el terreno de las hipótesis.
Ella no le dice que no quiere hablar por un motivo, lo que daría indicio de
motivación consciente.
Supone y es una suposición que la reiteración de las preguntas y
tener que estar relatando un hecho denunciado en general no les gusta a niños,
jóvenes y adultos.
Los adultos pueden volver a narrarlo pues consideran otros
elementos. Tal vez si hubiese insistido, no lo sé, hubiera hecho un relato.
Ella tiene una modalidad de trabajo con jóvenes y niños, como
antes de ella tienen la entrevista de declaración, si espontáneamente cuenta,
ella les pregunta. Es una modalidad amplia que no induzca el relato en
particular.
Sino ella no insiste porque igual tiene la entrevista de declaración
realizada que la tuvo previa a la evaluación psicológica. Ella no estuvo presente
en esa entrevista, se ha ido ajustando el sistema. Para
entonces había una designación para la toma del testimonio y no sabían. La
designación era posterior. Ahora se está tratando de participar, de ver la toma
de la Cámara Gessell. Está video grabada. Ella tomó conocimiento de los
dichos en esa oportunidad.
A preguntas de la defensa sobre si pudo estar influenciado el
testimonio dijo: que no le dio esa impresión.
Se le preguntó a la profesional si cuando se habla de interferencia
de factores emocionales, hay un solo origen o puede haber otros orígenes que
intervengan?
Orgatti dice que en la mayoría de los casos hay factores
emocionales, pues no es una situación común y corriente ser entrevistada por
un desconocido en un contexto no habitual. No es un consultorio, y este
abordaje está en un contexto judicial. Las emociones están presentes.

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En cuanto a la evaluación de la joven no es posible establecer


unívocamente la relación de factores emocionales.
Esta joven había presentado algunos problemas no comunes,
como alopecia en la infancia, había tenido consulta psicológica en el período de
la escolaridad primaria.
La madre la describía como una joven cerrada. Había vivido
situaciones familiares conflictivas. No puede decirse que sólo las dificultades
emocionales estuvieran vinculadas con el episodio.
A preguntas de cuándo estamos frente a un caso de probable
verosimilitud? Explica que no puede responder sino que a ello se dedican otros.
No sabe qué elementos tomó la colega.
A preguntas de la fiscalía de por qué primero relata y luego se
niega, Orgatti dice que no es inusual y que si hubo otra evaluación como pasa
otras veces, es posible que haga un relato o comentario.
Puede ser que se mantenga en la negativa, hay distintas
respuestas. No es inusual que relate en una circunstancia y que después –unos
meses más adelante- no lo haga.
Cree que ella la evaluó en febrero y el testimonio había acontecido
meses antes. Hay que considerar otros factores complejos, la edad, pues hay
muchas variaciones en el crecimiento y en el desarrollo, estaba en la entrada de
la pubertad. Se dan situaciones de cierta hostilidad o enfrentamiento. Lo digo
cuando quiero o no lo digo. Son reacciones esperables.
Agregó que la circunstancia de que el denunciado sea un familiar
o casi familiar, a veces tiene influencia y otras veces no.
En este caso le parece que la familiaridad o parentalidad no tenía
nada que ver, sino con los momentos subjetivos de la joven.
Mencionó Orgatti que el inventario de personalidad de Minnesota,
tiene distintas escalas, que es muy confiable, que tiene escala de validez que
permite establecer si el resultado es válido o no.
Esto le da confiabilidad. Luego están las escalas clínicas en que
están los distintos cuadros psicopatológicos que deben ser superiores a 60 o 65
puntos para ver si hay trastorno. En el caso no estaban elevadas. También se
evalúan ansiedad, depresión, conflictos familiares, potencial conducta adictiva.
Eso podía indicar que aunque las escalas no estén elevadas, por ahí se puede
saber por vía secundaria. Pero en el caso no pasó.
Posteriormente la Dra. Croitoru la interrogó sobre la peritación
realizada sobre su asistido Villalba. En particular por las conclusiones de fs. 78.
Concretamente por la conflictiva psicosexual a la que se alude,
¿cómo llega a esa conclusión?

Fecha de firma: 08/10/2015


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Orgatti menciona en el párrafo la prueba proyectiva, fue el test de
Roschard que tiene que ver con el contenido de las respuestas, que si bien no
da un elemento taxativo, indica que algún tipo de conflictiva existe en esa área.
Que haya una conflictiva no quiere decir que haya una patología.
Coincide con lo que dijo Tavella, que no hay desviación ni patología.
Posiblemente se asocie a cierto rasgo de inmadurez en la
personalidad, y que el aspecto psicosexual no queda exento.
Es esperable en esta técnica que haya repuestas con contenido
humano. La técnica evalúa humano, humano parcial. Es esperable que las
respuestas sean de humano completo. Si son de humano parciales indican que
hay un estadio anterior de desarrollo psicosexual.
La conclusión “de que no se pueda concluir”. Tiene que ver con
esto.

c) Posteriormente depuso la Sra. I.L.R.D.


. Aclaró previamente en cuanto al conocimiento del imputado que
su esposa es la prima de su marido, el Sr. Samaniego.
A preguntas del Sr. Fiscal la testigo refirió que la ‘Feria de los
Pájaros’, en realidad se llama Feria de la Villa 21.
Recordó que el padrino de la nena, el Sr. Víctor Álvarez le dijo que
no le permita más acercarse a la nena junto a esta persona porque él vio cosas
que no le gustaban. Su hija es muy chica. Él la abrazaba y le tocaba el pecho.
Ella venía controlando a su hija para que no tuviera mucho
acercamiento. Esto fue en los primeros tiempos. Ella le dijo a su hija que no
vaya más con la tía y con el tío político que es él, que no lo salude con un
abrazo, que tome en cuenta eso. Su hija le respondió que estaba bien.
El Sr. Álvarez lo vio en dos oportunidades hacer eso.
Ella le dijo que no se acerque, que ella es grande, que no es una
criatura.
Señala que tenía un puesto de comida y Villalba también vendía
yuyos. Víctor Álvarez atendía otro puesto de comida.
Desde ese momento ella aconsejaba a su hija. Aclara que tiene
una hija más pero es más chica. Hasta que pasó lo de su casa.
Hizo la denuncia después de lo que pasó en su casa. Ella
acompañó a su hija a la Brigada de Violencia hasta que no quiso ir más, no
quería ir a contar más. Ella habló con la psicóloga, le faltaban tres o cuatro
sesiones.

Fecha de firma: 08/10/2015


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A preguntas del Fiscal sobre si tuvo que relatar su hija muchas


veces lo sucedido, responde que ella no entraba. Su hija le dijo que no quería ir
más pues estaba cansada.
La dicente después de lo de su casa, no mantuvo relación con esa
persona, aunque se crucen. Esta persona no le dio jamás ninguna explicación
En uso de la palabra la defensa le preguntó a la Sra. I.L.R.D. si
Álvarez le dijo mucho antes que cuidara a su hija de lo que sucedió después en
su casa.
La testigo respondió que su hija iba creciendo. No tiene certeza de
cuánto tiempo antes se lo dijo Álvarez, pero fue mucho antes.
Era habitual que Hugo fuera a su casa, ella le servía almuerzo, mate, etc. Él es
Hugo, y ella es I.L.R.D. que le da de comer. Él se quiere zarpar con palabras
con ella, y ella “le paraba el carro”.
En cuanto al episodio ocurrido en su casa consiste en que Hugo
fue, se sentó a almorzar, ella le sirvió y le pidió que le dé de comer al hijo que
estaba con su hija en su habitación. Ella le iba a dar pues es su sobrino
también.
Entonces Hugo se levantó y le reiteró que le diera de comer al hijo.
Ella hizo sus cosas, tenía una señora que la ayudaba de viernes a domingo
(Mónica Herminia Núñez), que justo estaba allí. Se levantó y en vez de salir,
ella presentía que alguien subía la escalera.
Ella le preguntó a la señora si el tipo subió o salió? Y para qué?
Ella esperó unos minutos, bajó el hijo al baño y le preguntó por el
padre, qué estaba haciendo? El chico dijo nada.
Como no bajaba, ella subió la escalera. La puerta de su habitación
estaba cerrada, el baño apagado cuando es generalmente al revés. Ella vio que
su hija agarraba la plata y con la otra mano la tiraba para el baño.
Ella le pegó a su hija porqué agarraba la plata y con qué
intenciones iba al baño. Ella le pegó al señor, él dijo “no pasó nada”.
Ella lo bajó a patadas de la escalera. Encontró una piola y lo
agarró del cuello, ella se descontroló. Hugo hasta abajo le decía que no pasó
nada. Ella tomó un cuchillo, y entonces la Sra. Núñez que la ayudaba, la frenó.
Desde ese momento nunca más entró, ni hablaron más. Al día
siguiente ella conversó con la esposa de él que llegó de viaje el sábado. Es tía
de su hija y prima de su marido. No le creyó. Después decidió hacer la
denuncia.

d) Posteriormente se escuchó a la Sra. Mónica Herminia Núñez.

Fecha de firma: 08/10/2015


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A preguntas formuladas por el Fiscal aclaró que conoce a la
víctima porque trabajó con I.L.R.D., su madre, mucho tiempo, en su casa.
I.L.R.D. era muy buena patrona. Ella limpiaba e I.L.R.D. hacía comida en su
casa.
A Villalba lo veía poco en lo de I.L.R.D., sabe que es pariente del
marido de I.L.R.D..
El día de lo sucedido le prestó atención, sino no se la prestaba.
Ella ese día aún no había limpiado las habitaciones. Estaba
limpiando abajo.
Él había ido a lo de I.L.R.D. a comer, se levantó y se despidió
como que se iba.
A ella le llamó la atención que subió a la habitación y muy rápido
lo hizo. No había ido a la calle, pasó como una ráfaga.
Tuvo una intuición de madre y le dijo a I.L.R.D. que no sabía si
Hugo salió. Que en realidad no lo vio salir, que le pareció que subió, fue como
un relámpago, que se quiere escurrir, que se esconde.
Luego sintió los gritos. I.L.R.D. subió rápido. Está segura, sí lo vio.
I.L.R.D. le pegó a la nena un cachetazo. Cuando bajó I.L.R.D. le preguntó qué
pasaba y ella le dijo que él había agarrado a la nena. Quiso ir y ella la echó, fue
muy rápido.
Ella le dijo que se quede abajo que era un problema familiar. Lo
que pasó es que la nena estaba con el primito, que era chico. Él le había dado
plata, Hugo la quería meter al baño a la nena, de “prepo”. I.L.R.D. le preguntaba
a la nena porqué agarró la plata.
Adicionó a su relato que hubo algo anterior. Que esto lo sabe
porque una vez que fue I.L.R.D. estaba muy nerviosa y ella le preguntó. I.L.R.D.
le comentó que fue a vender la comida y que lo cruzó en el camino y la saludó
y le preguntó por F.S.S.R.D. y le dijo que cuando volvió a la casa supo que él
había andado por el techo.
Aclaró que conoce al Sr. Víctor Álvarez, dado que ha trabajado en
su casa. No sabe que Álvarez haya hecho cometario sobre algún suceso. Es
muy cerrado. Además F.S.S.R.D. es su ahijada.
Con anuencia de la presidente el Fiscal dio lectura a un tramo de
la declaración anterior de la Sra. Núñez. En ella se afirma que tuvo
conocimiento que en una ocasión le tocó un pecho.
La testigo dice que sí, que lo supo. Agregó que lo supo porque ella
los fines de semana vendía en la feria. Ella lo vio. Le duele recordarlo. Ella fue
abusada y por eso le duele. Ella no fue escuchada y espera que esta chica sí lo
sea.

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e) Finalmente se escuchó al testigo Víctor Álvarez.


A preguntas del Sr. Fiscal afirma que el imputado es conocido de
vista. Eran vecinos. F.S.S.R.D. es su sobrina. Que los fines de semana funciona
una feria en el barrio.
Remarcó el dicente que tenía un puesto de venta de chipá y sopa.
Villalba tenía un puesto frente a la casa, a unos 20 metros. Vendía yuyos.
En cuanto a I.L.R.D., ella cocinaba en la casa y vendía. F.S.S.R.D.
iba a visitar a la mamá para vender, pero no hacía nada.
Manifestó que en ese lugar observó a Villalba que le tocaba por el
pecho a su ahijada, la toqueteaba. Al menos dos veces el dicente lo vio y le
avisó a la madre. Dos veces y en distintas oportunidades.
I.L.R.D. no reacciono nada, a él no le dijo nada.
Aclaró que no sabe lo que pasó en su casa porque no estaba
presente. “Lo que ví fue hasta ahí”.
Sintió un rumor sobre lo de la casa, pero lo que no vio, no lo sabe.
Conoce a Mónica y ella también trabajaba en la feria.
La Sra. defensora le preguntó si lo que vio fue un domingo, a lo
que el testigo responde que fue hace más de cinco años. Hace cinco o seis
años. La chica tendría 13 años. Lo de la feria fue antes de lo del rumor de lo
ocurrido en la casa de I.L.R.D..

Mediando conformidad de las partes se incorporó la siguiente


prueba a través de su lectura:
f) el informe realizado por la especialista abuso sexual infantil,
Dra. Virginia Berlinerblau del Cuerpo Médico Forense. Data del 14 de abril de
2010.
Allí después de dejar constancia de los datos personales de la
menor entrevistada dio cuenta de la metodología pericial consistente en un
examen psíquico, una entrevista clínica investigativa forense, la recolección de
antecedentes personales, heredofamiliares del caso, la lectura del expediente y
entrevistas complementarias de carácter informativo con la madre de la niña
Sra. I.L.R.D..
En el capítulo destinado a los antecedentes heredofamiliares y
personales en función de la información suministrada por la progenitora la Dra.
Berlinerblau consigna que F.S.S.R.D. se hallaba cursando el 2° año en una
escuela estatal, jornada completa con rendimiento muy bueno. También que no
presentaba trastornos de conducta en la escuela ni repitió de grado. Aclaró que
había recibido con anterioridad tratamiento psicoterapéutico a los 8 y 10 años

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por agresividad. También dificultades en el sueño.
Consignó textualmente la opinión de su madre sobre la menor:
“Es una chica buena, no es de andar mucho en la calle, va de la
escuela a la casa. Tiene algunas amigas. La controlo mucho”.
Posteriormente consigna el relato de los hechos que le suministró
la Sra. I.L.R.D. coincidente con el referido en su testimonio en el juicio.
Nos detenemos en el punto 3. Examen psíquico individual de la
niña, estado actual.
La Dra. Berlinerblau anota:
“Se presenta a la entrevista correctamente vestida y aseada. La
actitud es de colaboración. El lenguaje es rico, acorde a edad. Se expresa con
palabra clara”.
“Sensopercepción sin particularidades. No refiere alucinaciones.
Memoria y atención sin particularidades”.
“El contenido ideico es coherente y presenta características
normales”.
“No se detecta fabulación patológica ni exacerbación imaginativa
patológica. El criterio de realidad es suficiente”.
“En la esfera afectiva revela incontinencia, inhibición, bloqueo,
depresión, con hipertimia displacentera al relatar los presuntos hechos de
autos”.
“El área volitiva se presenta sin particularidades. El caudal de su
agresividad se halla latente”.
“El desarrollo madurativo y cognitivo encuadra dentro de lo
esperado por la edad cronológica y medio sociocultural”.
“A la fecha no se encuentra medicada con psicofármacos y no
realiza tratamiento psicoterapéutico”.
“Refiere mantener buena relación con ambos padres, aunque se
reconoce poco comunicativa en general, aún con grupo de pares. Afirma: ‘yo
arreglo mis problemas sola’.
“Niega inicio de relaciones sexuales consentidas”.
La especialista recibió posteriormente un relato de los hechos de
boca de la menor.
“Sí, quisieron abusar de mí. Mi tío en mi casa. Fue un viernes de
octubre de 2009”.
“Me quiso meter al baño pero mi mamá no lo permitió, porque
justo subió ella y lo vio que me estaba empujando y no lo permitió”.
“El tío se llama Hugo Villalba. Es esposo del primo de mi papá. Lo
conozco desde los 8 años. Yo salía a jugar con su hijo, de 10 años Daniel

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Villalba, en mi pieza: jugábamos a la play station, mirábamos tele”.


“Yo había notado desde antes acercamiento, mucho: buscaba
excusas para quedarse solo conmigo, pero yo nunca me quedé sola con él. Yo
siempre estaba con su hijo y él le decía que vaya al cyber o a comprar cosas y
él no quería”.
“Mis padres estaban en casa. Mi casa tiene P.B y 1° piso. Mi
cuarto queda arriba, junto con la pieza de mi hermana y un baño y el cuarto de
mis padres”.
“Yo no decía nada por vergüenza, por miedo de que me reten, que
me digan cosas y porque no le quería contar nada a nadie”.
“Mi mamá subió la escalera para ir a buscarme para ir a la escuela
de tarde, a la mañana no tenía taller. Y vió que él estaba tirando de mí. Me
agarraba el brazo. Yo estaba mirando la tele en mi cuarto, con mi primo, pero
justo él bajó. Yo subí a buscar mi mochila y lo ví a él y le pregunté qué estaba
haciendo en el baño que queda frente al cuarto, porque hay baño abajo”.
“Me dijo: entrá, entrá, y yo no quería entrar. Me agarraba del brazo
y me empezó a tirar. Y ahí subió mi mamá y lo vió. Y yo no quería gritar, no
quería decir nada, yo me iba a defender sola. Él se asustó cuando la vio a mi
mamá y me soltó. Mi mamá pensó mal y me pegó una cachetada. Por eso yo
no le quería decir nada. No me pidió disculpas, me da un poco de bronca, pero
si le digo se enoja más. Después le pegó a él. Él decía: no, no, no. Yo no hice
nada. Yo agarré mi mochila y me fui a la escuela”.
“Yo esa tarde estuve con estrés, muy nerviosa, no quería hacer
nada, estaba pensativa, no quería hacer las cosas. Y eso a mis profesores les
parecía raro. Yo quería estar sola, no quería estar con nadie, quería pensar.
Después de unos días los profesores me preguntaron qué me pasaba. Después
me calmé y se me pasó. Pero igual yo pienso y pienso: qué me podría haber
pasado o si mi mamá no hubiera aparecido. Una amiga mía, Paola, de mi
misma edad, me preguntó qué me había pasado, pero le dije que no quiero
hablar del tema”.
“Por eso, ahora soy más cerrada todavía, más cerrada que antes.
Ahora no me puedo acercar a ningún hombre porque les tengo miedo, de que
me pase de nuevo, de los desconocidos y más de los conocidos”.
“Ahora ya no hablo casi nada con mis padres, llego de la escuela,
saludo y me voy a la pieza”.
“Ya no quiero salir a la calle, no salgo sola, solo con amigas, aún
para ir a la escuela. Tengo miedo de que me hagan lo mismo y no me pueda
defender. Así que ahora me cuido más”.
“Dice mamá que estoy rebelde, porque quiere conocer a mis

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amigas y hablar con ellas, es mentira”.
Con todos esos elementos elaboró las siguientes consideraciones
y conclusiones:
“Las facultades mentales de la niña F.S.S.R.D., al momento
del examen, encuadran dentro de la normalidad, desde la perspectiva
médico legal”.
“No se detectan signos compatibles con fabulación
patológica respecto de los hechos que se investigan”.
“Presenta signos de estrés post traumático compatible con
Abuso Sexual Infantil: inicialmente secreto, vergüenza y temor, con
ansiedad aguda, retraimiento, tristeza, alteración brusca del rendimiento
escolar, aislamiento. Actualmente refiere que persisten los temores a ser
revictimizada, desconfianza relacional hacia el género masculino, y
actitud de hipervigilancia al salir a la calle”.

g) El informe producido por la Licenciada Mariana Tagliaferro


agregado a fojas 48/9.
A la profesional le fue derivado el caso para proceder al
tratamiento de la menor. Dio cuenta de haber realizado un total de 9 entrevistas
con frecuencia semanal. En relación a la niña consigna:
“…desde el inicio de las entrevistas sostuvo una actitud
oposicionista y poco colaboradora. En todo momento manifestó comprender el
motivo de su asistencia a las sesiones refiriendo que concurría en contra de su
voluntad, dejando en claro que su madre la obligada a hacerlo. Expresó no
desear hablar acerca de su vida ni de lo acontecido con el Sr. Hugo. Sólo en
una oportunidad, describió brevemente lo sucedido coincidiendo plenamente
con el relato de su madre pero sin lograr trabajar acerca de ello, ni aportar
ningún otro dato significativo al respecto”.
“Se deja constancia que ante la falta de demanda por parte de la
menor y tras haberse registrado reiteradas inasistencias en el transcurso de
este período de evaluación, se procedió a otorgar la baja institucional al
presente caso por deserción, con fecha 28 de abril del corriente año”.

h) La licenciada Adela Orgatti presente en la audiencia efectuó


distintas precisiones en relación a su informe de fojas 36 a 40 que también se
incorporara por lectura.
En este estudio realizado el 26 de febrero de 2010 dio cuenta de
la modalidad de abordaje. Consistió en entrevistar a la madre y evaluación de la
niña mediante entrevistas clínicas diagnósticas y administración de tests

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gráficos proyectivos, T.G.V., de Bender y dibujo de persona bajo la lluvia.


También inventario de personalidad.
De la entrevista realizada por su progenitora anotó también la
consulta psicológica anterior de la menor por descenso en el rendimiento
escolar relacionado con conflictos familiares. Asimismo que en la actualidad
concurría a consulta psicológica y que la niña se resistía a la concurrencia.
En relación al análisis del material obtenido la profesional explica:
“Al examen se presentó con actitud tranquila y distante. Adoptó
una modalidad comunicacional pasiva, sin organizar de modo espontáneo sus
relatos y respondió de modo escueto a lo solicitado, con manifiesto rechazo al
abordaje de los sucesos que originaron la presente denuncia”.
“El desempeño verbal resultó correcto, con estilo descriptivo,
simple y con predominio de la cualidad concreta, en el tipo de pensamiento, sin
evidenciar fallas lógicas”.
“Resultó el estilo ideacional con elementales recursos asociativos
y abstractivos, con un rendimiento intelectual promedio, de similar nivel de
instrucción y sociocultural”.
“Evidencia distanciamiento afectivo, en el vínculo comunicacional
y en la narrativa, resultando empobrecida la expresión de sentimientos y
emociones. No evidenció ni manifestó desborde emocional”.
“El rendimiento visomotor resultó conservado, con disímil precisión
en el copiado de las figuras propuestas para el copiado, sin evidencia de
indicadores de psicoorganicidad, ordenado y prolijo, esmerándose en los
trazados. Mostró tendenia expansiva, sin manifiesta falla en el control de las
tendencias internas, ni rasgos de impulsividad”.
“El diseño de la figura humana, resultó simple y elemental en la
consideración de detalles, con asociación proyectiva que sugiere alguna
tensión y presión –interna y/o externa-, que impresionó asociada al período
evolutivo por el que atraviesa, de elección y definición del futuro personal y
social”.
“Dio muestra de potencial defensivo para afrontar situaciones de
tensión o presión ambiental”.
“Su producción en el inventario de personalidad administrado, dio
cuenta de un protocolo confiable, con apropiado balance entre la admisión y la
negación de faltas sociales comunes, con una postura de confianza en sí
misma y sentimiento que no necesita ayuda de nadie”.
“No presentó elevación del puntaje en las Escalas clínicas, ni
suplementarias, ni de contenido ni en las subescalas, y por ende ausencia de
sintomatología que indique psicopatología, o reacción emocional que oriente en

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el sentido de vivencia de situación traumática alguna”.
“No efectuó relato espontáneo en relación a lo denunciado,
negándose a hablar de lo acontecido en relación al episodio denunciado,
contando con el relato efectuado en la declaración testimonial de conformidad
con lo normado en el art. 250 bis del CPPN.”.
Con base en todo este material la profesional concluyó que:
“De la evaluación efectuada resultó una producción cognitiva, sin
alteraciones que signifiquen pérdida del criterio de realidad o características de
índole psicótica”.
“No resultaron presentes indicadores de fabulación, en lo general
de su producción, dado que en lo particular de la temática abusiva no efectuó
relato alguno”.
“No se objetivaron indicadores de victimización sexual en el
presente examen, ni caracterización emocional compatible con situación
traumática”.

i) El informe producido por el Licenciado en psicología Leandro


María Legaspi. El profesional intervino por decisión de la fiscalía interviniente y
con el fin de establecer si la niña presentaba “signos compatibles con abuso
sexual”.
Consigna textualmente en su informe agregado a fojas 86/7.
“…Además de haber observado particularmente la grabación en
DVD de la entrevista de declaración testimonial en Cámara Gessell realizada
por la Lic. Ana Barchietto, se concluye en relación al relato de F.S.S.R.D. que:
Reconoce haber sido víctima de maniobras físicas por parte de un
tercero, a las que le asigna carácter abusivo de índole sexual. Identifica un
único autor, al que reconoce por el nombre y parentesco, con quien tendría un
trato frecuente. En relación al evento ocurrido en su casa, señala que antes y
luego del episodio hubieran estado presentes su primo y su madre
respectivamente. Asimismo, en relación al episodio del tocamiento de su pecho
hay divergencias entre lo manifestado por la joven y lo expresado por terceros
en el expediente, en cuanto al lugar donde hubiera sucedido”.
“A su vez, define con claridad un tiempo en el que hubieran
sucedido los hechos que narra. Logra identificar los lugares donde ocurrieran, a
pesar de la divergencia señalada ut supra. Expresa con claridad el modo en
que se hubieran sucedido los hechos, aportando detalles centrales y
periféricos. La resonancia afectiva que refiere es acorde a lo que relata.
Particularmente destaca temor y enojo por lo vivenciado”.

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“De acuerdo a los criterios de realidad conforme a los


parámetros de la Psicología del Testimonio se observa que el relato de la
joven fue espontáneo, con elaboración inestructurada, posee estructura
lógica, brinda detalles, describe interacciones físicas agresivas y de
connotación sexual; y manifestaciones verbales amenazantes de las que
se siente víctima. Sus reacciones emocionales resultan coherentes con el
contenido de lo expresado. Se advierten contradicciones en relación al
lugar de uno de los hechos. Por los criterios mencionados, luego del
análisis realizado se concluye que el relato de F.S.S.R.D. resulta
compatible con la categoría de Probable verosimilitud, coincidiendo en un
todo con lo expresado oportunamente por la Lic. Ana Barchietto”.

j) Y para concluir esta faceta del abordaje de la víctima debe


computarse el informe producido por la Licenciada Ana María Barchietto a
fojas 26 a 28.
Ella fue la encargada de escuchar a la menor en la cámara
Gessell en los términos previstos por el art. 250 bis del código adjetivo. El
informe está fechado el 30 de diciembre de 2009.
Las manifestaciones de la niña se encuentran reflejadas en el
disco compacto agregado a estas actuaciones como prueba.
La reseña de esas afirmaciones fue reflejada por la profesional a
fojas 27.
Allí se anotó textualmente:
“Esto pasó en octubre, un viernes…Yo me voy a la escuela a las
14.30 hs., y ese día yo estaba con mi primo, es el hijo de este hombre, Daniel
Villalba, él tiene 10 años y viene a hacerme compañía…Este hombre, Hugo
Villalba, fue a comer, iba a comer a mi casa y mi mamá estaba con una amiga
limpiando la cocina…Este hombre se escondió, se hizo el vivo, y subió y mi
mamá se dio cuenta pero no hizo nada porque pensó que iba a buscar al hijo…
Entró a mi pieza, yo estaba con mi primo y le decía que se vaya a comer, al
baño le decía que fuera abajo…Y él bajó, porque le hizo caso y le dije que se
vaya de la pieza porque tenía que cambiarme, él se fue al baño. Salí apurada,
él empezó a…me agarró el brazo y me empezó a estirar para el baño y yo grité.
Y vino mi mamá y le empezó a gritar y a pegar cachetazos a decirle cómo me
iba a hacer esto…Ese día mi papá estaba trabajando en Avellaneda y mi mamá
le contó a mi madrina, a su hermana y nos fuimos y ella le contó a mi padrino y
él dijo que lo denunciara…Yo soy chiquita, pero tengo el cuerpo grande y
entonces al otro día hicieron la denuncia…Él se escapó y se fue a la provincia.
Él se fue el 2, entonces esto pasó el 23 de octubre. Me acuerdo porque tenía

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unos 15 años…Mi papá le dijo a su prima que quería hablar con ella y con su
esposo. Yo no me quise acercar a él…Él antes que yo iba, me silbaba y yo no
le hacía caso, mi abuela le dijo algo…Mi abuela, ellos dijeron que yo lo
provocaba y eso no es verdad…Antes, mucho antes, en el año 2008, en
noviembre, él se quiso aprovechar de mí, me tocó un pecho y me dijo que si yo
decía algo le iba a pasar algo malo a mi hermanita…él me molestaba, pero yo
no decía nada hasta que pasó esto. Y yo ahí le conté a mi mamá”.
En pos de obtener mayores precisiones en su relato y a distintas
preguntas efectuadas por la psicóloga la menor relató:
“Esto pasó en octubre del 2009 en mi casa, en Iriarte…9. En mi
pieza, que está arriba, frente de la escalera y enfrente del baño”.
“Hugo Villalba es la pareja de mi tía, es la prima hermana de mi
papá, se llama Graciela Mareco”.
“Iba a comer, porque mi mamá hacía comida rica. Y a tomar van
amigos de mi mamá y mi papá. Mi mamá hace comida para que coman. Hugo
Villalba le pagaba a mi mamá la comida”.
“La amiga de mi mamá se llama Mónica, no sé el apellido”.
“Mi mamá me contó que se hacía la distraída y lo primero que hizo
es que fue al baño, al de abajo”.
“Cuando yo salí, la puerta del baño estaba abierta y la mitad del
cuerpo estaba adentro y la mitad afuera. Ni hizo nada más…Me estiraba del
brazo para el baño…Yo pensé que me iba a hacer algo malo por eso me asusté
y grité y mi mamá subió”.
“Fue ese mismo día que yo fui a la escuela y a las 17.30 hs. Fui al
supermercado y me silbaba”.
“Y me tocó el pecho…Estábamos,…Yo venía de la cancha de
jugar, él vive al lado de mi casa y me llamó, yo creía que era decente y me
estiró y me entró y me tocó el pecho…Sobre la ropa y justo pasaba mi padrino
y le vio que me hacía eso. Y yo le negué todo porque él me había dicho eso”.
Al momento de elaborar las conclusiones y valoración del
testimonio en relación a la categoría de verosimilitud la profesional sostuvo que:
“Aplicando al testimonio efectuado por la menor los criterios
de contenido y los parámetros de Psicología del Testimonio, se halla que
el relato tiene estructura lógica y coherencia interna”.
“Posee el relato rasgos de elaboración inestructurada y
aporta detalles”.
“El nivel de recuerdo se presenta vívido con presencia de
signos perceptivos y signos semánticos, es decir aquellos a los que la
menor otorga una significación”.

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“Expresa adecuación contextual con descripción de


interacciones”.
“Se hallan alusiones al estado subjetivo de la menor y
atribuciones al estado mental del presunto agresor”.
“Se halla en el discurso y en la conducta observada, una
resonancia afectiva negativa displacentera, a los que suma los dichos
discrepantes de personas de su entorno social por lo que asume una
conducta defensiva, con posibles errores de omisión y/o de comisión”.
“Se advierte en los antecedentes de autos, circunstancias y
detalles que no concuerdan con lo relatado por la menor”.
“Se manifiesta que la experiencia de recuperación de los
recuerdos posee características de una recuperación que responde al
proceso de activación de una representación mental que facilita la
accesibilidad de la información almacenada”.
“Por estos criterios de contenido o de realidad la valoración
de este relato testimonial es compatible con la categoría de Probable
Verosimilitud”.

k) Como prueba documental se agregó la copia de la partida de


nacimiento de la damnificada de fojas 4.

l) De singular interés también resulta el informe de fojas 6 y 7


confeccionado por la Brigada Móvil de Atención a Víctimas de Violencia Sexual.
Las profesionales allí intervinientes refieren haber efectuado la contención de la
Sra. I.L.R.D. de 46 años de edad por la victimización de su hija F.S.S.R.D.
Allí, en consonancia con la denuncia se relata que:
“I.L.R.D. tiene un negocio de venta de alimentos y su vecino y
pariente Hugo Villalba concurre diariamente a tomar café o comer. El día
viernes próximo pasado Hugo concurrió a comer a su casa y subió al baño de
ésta y llamó a su hija F.S.S.R.D. de 13 años de edad ofreciéndole dinero y
tironeó su brazo forzándola a entrar al baño. En ese momento I.L.R.D. vio la
situación y echó al Sr. Hugo. Refiere que hace unos meses un pariente (padrino
de su hija, Víctor Álvarez) le contó que cuando F.S.S.R.D. concurrió a llevarle
un termo con café al Sr. Hugo, quien trabaja en la feria, este la manoseó en sus
pechos, sobre su ropa y en otra ocasión su hija menor S.S.R.D. le dijo ‘mamá el
tío Hugo miró a F.S.S.R.D. cuando subía la escalera porque tenía puesto un
short’. I.L.R.D. manifiesta su temor debido a que este Sr. Hugo vive al lado de
su casa y pueden pasar muchas cosas más graves. Se le informa y asesora
sobre los servicios del CAVVS (PFA)”.

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m) También se incorporaron los exámenes psiquiátricos y
psicológicos realizados al imputado.
Sobre ellos tuvieron ocasión de pronunciarse en el debate tanto la
Dra. Guillermina Tavella de Riú, como la Licenciada Orgatti.
El de la psicóloga que sirvió de base al dictamen de la médica
psiquiatra concluyó que (fojas 75 a 78):
“…el entrevistado, al momento del examen no presentó trastornos
de índole psicótica, que indique pérdida del criterio de realidad”.
“Presentó indicadores de psicoorganicidad”.
“De sus producciones resulta un proceso de desarrollo deficitario,
con descenso en el rendimiento intelectual, que lo ubica en rango inferior al
término medio”.
“El déficit condiciona la estructuración de la personalidad,
destacando la inmadurez cognitiva, afectiva y defensiva así como el estilo
comunicacional y relacional”.
“De su producción en la prueba proyectiva administrada surge
indicio de conflictiva psicosexual, sin que se pueda concluir desajuste o
desviación sexual con traducción en el comportamiento”.
Esto llevó a que la Dra. Tavella de Riú concluyera que:
“1)…en las facultades mentales de VILLALBA ORTIZ HUGO, en el
momento de su examen, no se revelan alteraciones morbosas (no enajenado)”.
“2) Que no surgen del examen realizado evidencias médicas
fehacientes que presente algún tipo de perturbación sexual manifiesta y
cualitativa como cuantitativa”.
“Ello no perite descartar el protagonismo en el hecho investigado”.

4° ) Que en la oportunidad prevista por el art. 378 del Código


Procesal Penal de la Nación, Hugo Villalba Ortiz hizo uso de su derecho de
brindar un descargo.
Manifestó que quiere defender su inocencia.
Respecto a lo de la Feria “el Pajarito” dice que la chica F.S.S.R.D.
repartía café en el lugar. Él trabaja allí junto con su esposa y su hijo. Había
mucha gente. Siempre le compraban café y saludaban con todo respeto, nunca
le tocó nada.
Nunca tuvo problemas con los chicos de la feria.

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CCC 45283/2009/TO2

En referencia al suceso que ocurrió en la casa de I.L.R.D.aclaró


que él comía allí y Hugo Daniel jugaba con F.S.S.R.D.. Él fue a llevar a su hijo
para que vaya a la escuela.
Respecto de la ausencia de su hogar para viajar a la provincia
explica que él trabajó con su cuñado, y siempre se fue a provincia a trabajar y
se quedaba a dormir ahí porque le quedaba cerca y después iba a su casa.
A preguntas formuladas por el Sr. Fiscal agregó:
La feria funcionaba los domingos. Su Sra. tenía un puesto y
vendían yuyos. El negocio de ahora está al lado de I.L.R.D.. Hace poco que
compraron la carnicería. Después de la denuncia no volvieron a tener trato,
aunque viven al lado. Aclara que él se quedaba tres o cuatro días en lo de su
hermana, y luego iba a su casa.
Reitera que F.S.S.R.D. vendía café con su hermanita. No repartían
volantes. De la denuncia en su contra supo por la cita de la policía.
Él no sabía nada antes. No seguía yendo a la casa. Él iba a lo de
su hermana pues su cuñado le daba trabajo. Su cuñado es Víctor Acuña.
Iba a comer a la casa de F.S.S.R.D., pues su madre tenía un
comedor. No fue más a partir de la denuncia. Antes igual no iba más porque
trabajaba mucho en ese tiempo y se quedaba en el trabajo.
Guardó silencio al momento de conferírsele el derecho de pronunciar sus
palabras finales.

5°) Criterios generales para la evaluación de la prueba.


En la causa n° 8236 la Sala I de la CNCP “Herrera Hoyos, Marcelo
A. s/recurso de casación” se ha trabajado el concepto de sana crítica racional.
Allí se dijo:
“Esta es por otra parte la pauta que impera en los tribunales
internacionales en el sentido de que tienen la potestad de apreciar y valorar las
pruebas según las reglas de la sana crítica evitando adoptar una rígida
determinación del quantum de la prueba necesaria para sustentar un fallo (cfr.
Corte Interamericana de Derechos Humanos in re: Bulacio vs. Argentina,
sentencia del 18 de septiembre de 2003, parág. 42; Myrna Mack Chang vs.
Guatemala, Sentencia del 25 de noviembre de 2003, parág. 120; Maritza
Urrutia s. Guatemala, sentencia del 27 de noviembre de 2003, parág. 48; y
“Herrera Ulloa vs. Costa Rica”, sentencia del 2 de julio de 2004, parág. 97)”.
Como allí se afirma: “el principio de razón suficiente implica que
las afirmaciones a que llega una sentencia deben derivar necesariamente de
los elementos de prueba que se han invocado en su sustento. Son pautas del

Fecha de firma: 08/10/2015


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correcto entendimiento humano, contingentes y variables con relación a la
experiencia del tiempo y del lugar, pero estables y permanentes en cuanto a los
principios lógicos en que debe apoyarse la sentencia (cfs. su voto in re: “Di
Fortuna, Juan Marcelo s/ recurso de casación”, causa n° 3174, rta. el 20/5/02,
reg. n° 4923 de la Sala II).
El razonamiento empleado por el juez en su fallo debe ser
congruente respecto de las premisas que establece y las conclusiones a que
arriba, debiendo expresar por escrito las razones que condujeron a su decisión
para posibilitar el control de legalidad.
En este orden de ideas la Corte Suprema de Justicia de la Nación
ha puntualizado que si se verifica que se han ponderado testimonios, prueba de
presunciones e indicios en forma fragmentada y aislada, incurriéndose en
ciertas omisiones en cuanto a la verificación de hechos que conducen a la
solución del litigio, sin haberse efectuado una visión de conjunto ni una
adecuada correlación de los testimonios y de los elementos indiciarios, ello se
manifiesta como causal de arbitrariedad con afectación de las garantías
constitucionales de defensa en juicio y el debido proceso (L.478.XXI, “Liberman,
Susana por sus hijos menores c/ Instituto Nacional de Tecnología Industrial –
INTI-“, del 28 de abril de 1988 y J.26.XXIII, “Jaurena, Ramón Avelino s/
homicidio culposo” –causa n° 1192, del 2 de abril de 1992).
De la doctrina que emana de Fallos 30:540 –“Luis Zarabozo”- y
311:948 –“Saturnino Martínez”- surge que no resulta admisible la interpretación
de la prueba que se limite a un análisis parcial y aislado de los elementos de
juicio, sin integrarlos ni armonizarlos debidamente en su conjunto. En forma
contundente señala que ello llevaría a desvirtuar la eficacia que, según las
reglas de la sana crítica, corresponde a los distintos medios probatorios.
Aún en vigencia del sistema de pruebas legales el Máximo
Tribunal ha sostenido en Fallos: 300:928; 305:1945; 306:1095 y 1785 que la
valoración de la prueba de cargo a través de indicios depende de la valoración
de conjunto que se hiciera de ella teniendo en cuenta su diversidad, correlación
y concordancia, pero no su tratamiento particular pues, por su misma
naturaleza, cada uno de ellos no puede fundar aisladamente ningún juicio
convictivo, sino que éste deriva frecuentemente de su pluralidad.

7°) De la materialidad y autoría de los hechos.


Hemos adquirido certeza positiva del hecho denunciado y del que
resultó víctima F.S.S.R.D., entonces de 13 años de edad, un domingo del mes
de noviembre del año 2008 y en el interior de la Villa 21 del barrio de Barracas
de esta ciudad, en que el imputado Hugo Villalba Ortiz le efectuó tocamientos

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inverecundos en sus senos.


Para predicar ello partimos del testimonio que la niña brindó en la
Cámara Gessell ante la profesional del Cuerpo Médico Forense Ana María
Barchietto.
Este relato se encuentra corroborado por las manifestaciones
efectuadas por la damnificada. Y vuelve a estar presente en la entrevista
practicada, por la Dra. Virginia Berlinerblau, una consagrada profesional en la
materia y cohonestada por el psicólogo Leandro Legaspe en su informe.
Entonces y en el análisis de la prueba partimos de los nutridos
testimonios recibidos en este expediente.
Eduardo Padilla, profesional con sobrados antecedentes en la materia advierte
que “siempre hemos sostenido y seguimos sosteniendo que la primera actitud
ante un niño que nos habla debe ser la de creerle. Más aún cuando lo que nos
dice es de una materia tan grave como la del abuso sexual. Así pues, luego de
escuchar al niño con todo respeto y cuidado debemos ponderar sin prejuicios
sus relatos. La ponderación es siempre de rigor y ésta no es una tarea
fácil...Entre sostener erróneamente que la palabra infantil carece de valor y el
extremo opuesto de sostener que los niños no mienten y por lo tanto todo lo
que dicen ha sucedido, existe un camino diferente, razonable, que es el que
aquí proponemos como recorrido”.
Debemos comenzar por recordar que la menor ha sido abordada en referencia
a estos hechos en múltiples oportunidades. A saber:
* Entrevista realizada por la Licenciada Ana María Barchietto al
momento de ser escuchada en Cámara Gessell;

* Entrevista con la psiquiatra forense Dra. Virginia Berlinerblau;

* Entrevista con las psicólogas Orgatti y Tagliaferro.

La situación descripta habla por sí sola. La revictimización


constante y reiterada que ha sufrido la niña, incluso ha desnaturalizado las
principales recomendaciones del “informe Cleveland”, en cuanto a que debe
haber una, y no más de dos entrevistas con el propósito de evaluación, y éstas
no deben ser largas.
La Licenciada Diana Sanz, de cuyo trabajo nos ocuparemos en
extenso, agrega, como si estuviese hablando de la joven F.S.S.R.D., que la
pérdida del norte en los niños abusados lleva a “numerosas revictimizaciones
secundarias por parte del sistema”, traducidas en las innumerables peritaciones
y entrevistas a las que fueron sometidas las menores.

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Merece especial consideración el panorama que el victimólogo
Emilio Viano (referencia efectuada por Villada en su obra “Delitos contra la
integridad sexual”, de la Editorial Abeledo Perrot), ha descrito y en cuanto a las
etapas más comunes que transita la persona afectada por un delito sexual. Sin
duda servirá de marco de referencia en el análisis de la credibilidad del
testimonio.
La primera es la del shock, incredulidad y negación. Es un período
de desorientación o letargo inicial, que le permite absorber el impacto por la
situación sufrida. Ello se ve perfectamente reflejado en la actitud asumida por la
menor quien ante la advertencia que su padrino Víctor Álvarez le efectuó a sus
padres, negaba la situación pues según lo manifestado en forma reiterada a las
profesionales “yo sabía cómo manejarlo” o “quería arreglar mis problemas sola”.
La segunda es conocida como la etapa de retroceso de
sentimientos intensos, en la cual revive la experiencia y entra en gran tensión
con sentimientos de miedo, ira, culpa e impotencia. Hay en el relato de la niña
la licenciada Barchietto y a la Dra. Berlinerblau reflejos de esta marcada
tensión. Hugo Villalba era casi un pariente de la familia, no podía, ni debía
causar un disgusto revelando una situación tan ingrata que todavía pensaba
que podía manejar. Por otra parte le iba a ser reprochado su comportamiento,
como lo hizo su abuela, según recuerda la niña sosteniendo que “ella lo había
provocado”, en una visión machista y lindante con la violencia de género.
F.S.S.R.D. no tenía la culpa de crecer y menos de desarrollarse en edad tan
temprana. Cómo se lo recordaba su padrino “vos sos muy chiquita” y por ende
no debía nunca sentirse culpable del comportamiento consciente de un adulto.
La tercera es la de resolución, en la que lejos de paralizarse,
expresan sus problemas y buscan ayuda, lo que se vio reflejado en los relatos
que la joven realizó a su madre I.L.R.D. y a las profesionales que se animaron a
bucear en su interior tratando de extraerle ese relato, esa situación que tanto la
atormentaba.
Y fue el episodio ocurrido en el interior de la vivienda de la calle
Iriarte donde habitaban la familia Samaniego y donde I.L.R.D. tenía instalado un
comedor para conocidos como una manera de sustentar la economía familiar,
donde se produce la revelación. El hecho que su madre no había querido ver, el
que le había sido alertado por Víctor Álvarez: el acometimiento sexual del que
estaba siendo víctima su hija F.S.S.R.D. Y es que estamos convencidos en el
análisis global de la situación, en esa valoración conjunta de la prueba y de los
hechos que la situación fue “in crescendo” y que este tocamiento inverecundo
por el cual Villalba Ortiz hoy recibe una sanción penal, no se trató de un

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episodio aislado. Limitados por el alcance de la acusación no podremos


avanzar en esta consideración aunque sin desconocer que tanto del testimonio
de la Srta. F.S.S.R.D., como del de su padrino Víctor Álvarez se desprende
claramente que la situación se repitió y se fue agudizando con el desarrollo de
la menor y la cotidianeidad de los encuentros.
Los que empezaron siendo tiernos abrazos de la pareja de su tía
paterna, a quien tenía en su consideración como un familiar, pasaron a ser
roces inapropiados a los que F.S.S.R.D. pensaba poder controlar. Sin embargo,
y siendo una niña, su voluntad pretendía ser comprada mediante la entrega de
dinero. Los 5 pesos en manos de la menor aparecen descriptos al menos en
dos situaciones. En la visualizada por Víctor Álvarez en el contexto de la feria
de la Villa 21 aquél domingo de noviembre (tenía un billete de cinco pesos en la
mano refirió), así como también en el hecho desencadenante de la denuncia
ocurrido en el propio domicilio de la niña y cuando fue sorprendido en un intento
de abusarla, por la propia madre de la menor, quien al observar a F.S.S.R.D.
con un billete de 5 pesos en su mano le propinó inmediatamente un cachetazo.
Si se pretendiera cuestionar la habilidad de los niños para brindar
testimonio, la Dra. Virginia Berlinerblau en su trabajo “Abuso sexual: Evaluación
psiquiátrica forense en denuncias de niños”, publicado en los Cuadernos de
Medicina Forense, Año 2, nº 2, pág. 33 y ss., explica que: “debemos resaltar
que gran cantidad de investigación científica, basada en evidencia empírica,
sustenta la habilidad de los niños para brindar testimonio de manera certera. Es
decir que, si se les permite contar su propia historia con sus propias palabras y
sus propios términos, los niños pueden dar testimonios altamente precisos de
cosas que han presenciado o experimentado, especialmente si para ellos son
personalmente significativos o emocionalmente remarcables”
En este plano de la argumentación la misma profesional citada en
la obra “Violencia familiar y abuso sexual” de Editorial Universidad, agrega que:
“el abuso sexual infantil puede ser definido como el contacto genital entre un
menor de edad (18 años o menos) y un adulto que lo manipula, engaña o
fuerza a tener comportamientos sexuales”. Agrega que “se presume que el
consentimiento no existe o no es válido cuando el menor de edad tiene 15 años
o menos y la otra persona 19 años o más”.
Superado el problema que acarrea su conceptualización la Dra.
Berlinerblau se detiene en los elementos que resulta necesario valorar a los
efectos de obtener la prueba que acredite la existencia del abuso.
Así explica que: “en estos casos, en los cuales no suele haber
testigos oculares ni evidencia física, el veredicto, la convalidación del relato del
niño, la aceptación por parte de sus cuidadores y hasta la supervivencia

Fecha de firma: 08/10/2015


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emocional de la víctima dependen del conocimiento, de la comprensión y de la
habilidad del profesional que lo asiste y también de su capacidad para
transmitir, como es esperable, las explicaciones y los razonamientos por los
cuales ha discernido que el abuso sexual ha ocurrido. El abuso sexual infantil
es diagnosticable sobre la base de la historia previa, del examen clínico-genital
y del examen psíquico, que debe incluir la obtención y el análisis del testimonio
del niño.”
Indicadores fehacientes de la veracidad del testimonio del menor, resultan a
criterio de la autora “el relato de abuso sexual consistente en el tiempo”, “la
descripción detallada”, “el relato idiosincrásico de abuso”, “la descripción del
abuso relatando presión o coerción”, “la estructura lógica”, “el afecto congruente
con el material explicitado por el niño”, “las circunstancias del contexto” y “la
experiencia subjetiva”, entre otros. Todos estos elementos fueron debidamente
analizados por la especialista al momento de producir su contundente dictamen
de fojas 29 a 35 y se presentan en la situación que nos ocupan. Asi han
quedado debidamente reflejados en varios de los informes elaborados por los
distintos profesionales intervinientes.
En todos los informes se resaltó las características de
verosimilitud que presentaba el testimonio.
Emparentado con ello, la profesional en aquel trabajo citado y
publicado por el Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional explica los
motivos por los cuales el niño puede presentarse reacio a hablar de la situación
abusiva. Así ejemplifica:
“-dependencia económica o emocional del abusador;
-el abusador amenazó al niño o a la madre;
- la familia no le ha brindado continencia, no le cree y/o lo culpabiliza;
-el niño se culpa a sí mismo o tiene vergüenza por lo que ocurrió;
-el niño tiene miedo de no ser creído, tanto porque el abusador es una
persona familiar y/o respetable y creíble o porque no tiene lesiones
físicas;
-al niño se le dio el mensaje que los temas sexuales nunca se discuten;
-el niño no tiene palabras para explicar lo que pasó (él siempre me está
molestando”), y los adultos del entorno no son capaces de interpretar lo
que el niño está diciendo;
-el niño presenta amnesia del incidente o de algunos aspectos del mismo,
al operar la represión por efecto del trauma del abuso;
-el niño se niega e evocar y/o a comunicar el presunto abuso para evitar el
trauma de la reviviscencia.
Sin duda que varios de estos motivos se encontraban presentes

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en F.S.S.R.D. como para explicar el tiempo que le llevó la revelación.


Aquí se encuentra la explicación a la aparente divergencia y al
silencio que la víctima mantuvo ante la Licenciada Orgatti que ha sido parte del
sostén del argumento defensista.
Está claro que en esta porción de hechos probados, la veracidad
de los testimonios se encuentra por demás validada por la opinión de los
cuantiosos expertos que han declarado a lo largo de este juicio y los exámenes
incorporados por lectura
Como colofón de la opinión traída a estudio de los especialistas,
conviene reparar en la contribución efectuada por la Licenciada Diana Sanz, a
la obra de la Editorial Universidad ya evocada “Violencia familiar y abuso
sexual”.
Así como si se pensara en un molde en donde puede analizarse el
presente entuerto, en su “Alegato de abuso sexual infantil en casos de divorcio”,
pág. 267 y ss., advierte la profesional que en estos casos “el proceso de
evaluación adquiere características especiales porque, a diferencia de otras
situaciones en la clínica, el profesional debe decidir acerca de los hechos
ocurridos en la situación más que enfocar la mirada sobre el funcionamiento de
los individuos involucrados”. Coincide con la Dra. Berlinerblau en cuanto al
aspecto crucial que conlleva el alegato realizado por el niño, simplificando y
entendiendo que los hitos que sustentan una verdadera acusación son:
“1) La habilidad de la víctima para demostrar en palabras o conductas las
acciones sexuales a las que estuvo sometida.
2) La descripción del contexto en el cual ocurría.
3) Todo esto acompañado de una reacción emocional concordante con el
abuso sexual descrito (angustia, ansiedad, temor, paralización, vergüenza,
tristeza, etc.) –el resaltado es propio-.
De todo esto hay cabal corroboración por sobre todo en el
contacto con su madre y en las entrevistas mantenidas con la licenciada
Barchietto y la Dra. Berlinerblau
El relato lejos estuvo de ser asintomático, mecánico o inducido.
Y por si cabe alguna duda basta con observar la entrevista a la
menor reflejada en el disco compacto incorporado a la audiencia.

Han existido referencias en el expediente dando cuenta que la


situación abusiva hacia la niña ya le había sido advertida por Víctor Álvarez a su
madre.
Tratando de explicar Sanz el por qué de la demora en la detección
del abuso de parte del padre no ofensor, dice que: “tomar la decisión de creer

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en la factibilidad del abuso lleva tiempo para la mayoría de las personas. En
general hay una fuerte tendencia a descreer que el padre y/o la madre (en este
caso el pariente político que era visto como integrante de la familia)
sospechados puedan ser capaces del abuso sexual del hijo/a. Esta sería una
actitud prudente en contraposición con la reacción de arribar a conclusiones
desde el principio, donde el clínico tiene la impresión de que no han venido a la
consulta para tratar de esclarecer lo que puede estar pasando, sino que, por el
contrario, vienen en busca de una confirmación bastante instantánea de sus
sospechas”.
Sin embargo, y pese a no haber actuado en consecuencia al
recibir tal anoticiamiento I.L.R.D. extremó sus sentidos, se situó en guardia
como para prevenir y/o confirmar la sospecha referida. Ello fue lo que le
permitió impedir la ocurrencia de otro acometimiento sexual hacia su hija en el
interior del baño de su propia vivienda.
Ahora bien, reforzando lo que ha sido la motivación que llevara a
los peritos de oficio a validar la existencia de un abuso, la Licenciada Sanz
plasma su experiencia al relatar que “en los casos en que concluí que el
alegato era falso el niño no pudo sostener el discurso, brindar detalles
específicos o mostrar una gama de emociones concordantes con lo relatado. El
discurso era monotemático, con ausencia de datos puntuales que pudieran
describir cuándo, cómo, dónde, con qué frecuencia, con imposibilidad de
relatar, dibujar o expresar cualquier otra conducta que no fuera la inicialmente
denunciada. ..la calidad de los recuerdos era pobre, …el recuerdo infantil
fragmentado…”, para concluir que “en los casos en los cuales el universo
infantil estuvo influenciado por la manipulación adulta, los niños/as mostraron
una total internalización de la realidad que contaban como verdadera; no había
en ellos una conciencia de estar fabricando hechos; los hechos estaban, pero
su interpretación era totalmente distorsionada, gracias a la persuasión
emocional coercitiva por parte de los adultos influyentes”.
Esta situación descripta se presenta como claramente contraria a
la realidad explicitada por los reiterados informes y pericias realizados en la
causa.
La certeza a este respecto es absoluta.
Asiste razón a Michele Taruffo cuando afirma:”la narración del
testigo va emergiendo de las respuestas que da, sin que exista un texto
espontáneo y continuo: la historia es fragmentaria y lo que resulta de su
testimonio son pequeñas piezas dispersas de un mosaico”.
Y agrega el filósofo y procesalista italiano que esas piezas tienen
“una fuerte pretensión de verdad”, el testigo está obligado a decir la verdad por

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Firmado por: MARCELO ROBERTO ALVERO, JUEZ DE CAMARA
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lo que siempre debe estarse “prima facie a favor de la veracidad de lo que el


testigo relata”. (“Simplemente la verdad”. “El juez y la construcción de los
hechos”. Editorial Marcial Pons, Madrid, Barcelona, Buenos Aires, 2010, pág. 63
y ss).
Por lo tanto la prueba demuestra no sólo que la denuncia del
abuso sexual sufrido por F.S.S.R.D. es verosímil sino que también existe una
correspondencia fáctica con lo en verdad ocurrido.
Volvemos sobre la importancia del análisis conjunto de la prueba.
Esto es lo que nos permitirá reconstruir ese “mosaico” (en los términos de
Taruffo) o “rompecabezas” sin espacios libres ni juntas defectuosas (en
palabras de Mittermaier).
En ese contexto es que podremos afirmar la verdad, o la certeza
que apuntamos.
Es que “cada parte individual de un discurso adquiere su sentido
en función de su ubicación en el todo al que pertenece, con la consecuencia de
que el todo es algo más y algo diferente respecto de la simple suma de las
partes que lo componen. Un mosaico vale más que la suma de sus piezas”
(Taruffo, ob. Citada, pág. 253).
Así entonces podemos afirmar que esta narración de los hechos,
de estos enunciados fácticos, ha sido racionalmente valorados y han permitido
una conformación probatoria suficientemente fuerte.
Necesariamente la prueba indica como falaz la versión traída al proceso por el
imputado.
La principal línea de defensa transitó por pretender demostrar la
existencia de divergencias o fisuras en el relato de la menor.
Al respecto es sumamente ilustrativo lo referido por Eugenio
Florian “De las pruebas penales”, Tomo II, Editorial Temis, pág. 347 “tampoco
han de impresionarnos las posibles discordancias y contradicciones entre la
deposición escrita (particularmente si fue tomada por los órganos de la policía
judicial) y el testimonio oral; antes bien, en este caso el juez debe rechazar la
tendencia tradicional y casi instintiva de irritarse ante cualquier discordancias
entre la una y la otra, creyendo que la deposición escrita constituye un
evangelio del que no puede separarse el testigo, so pena de la imputación de
mentira. En cambio, es importante tener en cuenta los diversos momentos en
que se han rendido las declaraciones. Así, si la escrita se dio en el momento de
la denuncia inmediata presentada por la víctima, cuando aún vibraba la onda de
la emoción, puede suceder que sea más exacta la segunda, la oral, en la cual
el ánimo tranquilo pudo recapacitar y someter a críticas las impresiones
recogidas”.

Fecha de firma: 08/10/2015


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Y con sumo criterio ya anotaba las posibles discordancias que
podían existir entre los diversos testimonios reunidos en un expediente
aclarando con razón que “las dificultades a que hemos aludido en relación con
los testimonios y la experiencia común demuestran que es raro que pueda
alcanzarse el pleno acuerdo entre los testigos, al paso que son frecuentes, por
no decir inevitables, las discordancias, así sean en cuanto a matices y detalles.
Empero, casi siempre hay un denominador común, en el cual concuerdan y al
cual confluyen los testimonios; se trata de ciertas circunstancias importantes,
que surgen aquí y allá y que terminan por tomar consistencia y por presentarse
libres de toda duda. El número de testigos que afirmen determinada
circunstancia, puede merecer consideración en el sentido de que la cantidad de
las afirmaciones sustancialmente conformes hace menos probable el error.
Pero ya se sabe que en este caso tampoco hay reglas y esto con plena razón,
lo que hace que el juez con muy buen acuerdo pueda atenerse a un sólo testigo
frente a una multitud de testigos que afirman lo contrario” (ob. Cit. Pág. 350).
Y esto es justamente lo que se verifica en estos actuados, la
homogeneidad de las manifestaciones de los distintos profesionales y en cuanto
al abuso sufrido por la menor.
En todo caso, las pequeñas diferencias o presuntos olvidos son
plenamente explicables por las reiteradas exposiciones de la niña a revivir esas
situaciones traumáticas. Ello está referido por la víctima en la entrevista
mantenida con la terapeuta Tagliaferro:
“…desde el inicio de las entrevistas sostuvo una actitud
oposicionista y poco colaboradora. En todo momento manifestó comprender el
motivo de su asistencia a las sesiones refiriendo que concurría en contra de su
voluntad, dejando en claro que su madre la obligada a hacerlo. Expresó no
desea hablar acerca de su vida ni de lo acontecido con el Sr. Hugo…”.
Es por ello entendible que en la entrevista realizada por la
Licenciada Orgatti haya estado ausente el relato. Esta peritación se produce
después de haber sido sometida ya a varios interrogatorios sobre el punto.
Pero recogiendo el guante de las críticas que la defensora
realizara a la aparente divergencia en los relatos debe recordarse que ddiversos
estudiosos en la materia afirman que incorrectamente se piensa que la persona
almacena en la mente una secuencia de imágenes (como si fuera una
filmación) y que al evocarlas voluntariamente es capaz de relatar lo que
visualiza en esa supuesta pantalla interna. En realidad, se estima, el recuerdo
no funciona así. Lo que acopia la memoria es el conocimiento que se tiene de
un suceso, motivo por el cual el relato puede ir acompañado de imágenes
mentales turbias, fragmentadas e incompletas; reconstruyendo los

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acontecimientos cada vez que el sujeto precisa de su recuperación. Al respecto,


Zazzali afirma que en la imaginación popular persiste una concepción bastante
antigua y espacial de la memoria. Recalca que en la mente no se depositan
figuras y voces, sino lo que se guarda o almacena es el conocimiento de ellas.
Destaca que cuando alguien relata hechos pasados narra el conocimiento que
tiene sobre el hecho, declaración que podrá ir acompañada de ciertas imágenes
mentales convocadas por las palabras. Según este especialista, primero surge
el conocimiento que al ser evocado se expresa verbalmente y después, como
acompañado, algunas pocas imágenes intramentales de algunas escenas
deslustradas, fragmentadas, incompletas, que aparecerán espontáneamente
atraídas por su relato.
De este modo trabaja la memoria. Y sabemos algo de cuando la
memoria funciona bien, lo que es estudiado por la psicología. Y sabemos algo
de cuando trabaja mal, lo que es estudiado por la psicopatología y la
psiquiatría”.
Por los motivos expuestos acerca de cómo funciona el recuerdo
en el ser humano acertadamente se afirma que “ni siquiera la memoria de un
hombre completamente sano es fiel” (Lucero, Inés. “El testimonio de niños en el
proceso penal” de editorial “Ad Hoc”, págs. 34 y ss.).
Cohonestando este proceso descripto vaya como demostración el
testimonio producido en la audiencia por la víctima.
En su mente, en su recuerdo, quedó grabado el episodio ocurrido
en el interior de su vivienda el que relató en forma fidedigna con lo expresado
hace ya más de cinco años. La situación traumática sufrida, la violencia a la que
fue sometida por el imputado, el tironeo, los gritos, la presencia de su madre, el
cachetazo recibido, los golpes con los que echó a Villalba Ortiz de la vivienda,
fueron lo suficientemente conmovedores como para evocarlos en el juicio.
Empero la situación abusiva, es decir el tocamiento de sus senos, permaneció
asociada en su memoria a ese acontecimiento. Afirmó que fue en esa
oportunidad y en el baño cuando la manoseó. Fue recién después de
recordársele por lectura las manifestaciones efectuadas varios años antes a la
Licenciada Barchietto en que admitió que se trataba de un suceso ocurrido en
otra circunstancia de lugar y tiempo.
En relación con los delitos sexuales, Lucero sostiene que es muy
poco probable que un menor pueda mentir en tales temas, mucho más cuando
mencionan detalles concretos de la sexualidad adulta. Expresa que los
preescolares carecen de la capacidad intelectual y cognitiva para inventar
historias -que- incluyan detalles sexuales adultos con el objetivo de incriminar a
terceros. También destaca que, por más que los adolescentes dispongan ya de

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estas capacidades, la utilización de falsas acusaciones para dañar a otras
personas es poco frecuente. Por un lado, sostiene, se trata de un asunto
demasiado humillante para que cualquier joven —independientemente de su
sexo— se atreva a exponer de esta manera su intimidad, corriendo el riesgo de
ser investigado y que su relato sea puesto en tela de juicio. Por otro lado, en la
adolescencia hay una necesidad de no ser demasiado diferente al resto de sus
pares. Tampoco es sencillo ni placentero para una persona joven tolerar las
presiones familiares, sociales y la exposición pública que necesariamente
conlleva un relato de abuso sexual

Es que como lo afirma Daniel Gustavo Gorra en su contribución al


Suplemento de Jurisprudencia Penal de La Ley del 19 de septiembre de 2011
“la pericia psicológica, a diferencia de una pericia mecánica, como la que puede
efectuarse sobre un arma o una pericia química como un ADN, no cuenta con
el grado de certeza de ésta, por carecer de la exactitud de los medios de
medición y control con los cuales se realiza la misma. Sumado a ello la
variedad de terapias que utiliza cada psicólogo según la escuela que siga,
totalmente opuestas entre sí, llegando a derivar en distintas interpretaciones y
conclusiones ante un testimonio” (La credibilidad de la pericia psicológica, pág.
14 a 24).
Y con precisión se apunta que “ante esta problemática generada por la
complejidad de una pericia psicológica, es donde el Derecho no debe apartarse
de la exigencia científica y el carácter certificable de las pruebas”.
Porque en definitiva señala con justeza Gorra que “en aquellos
procesos penales donde no existen pruebas biológicas (ADN) o físicas
(lesiones) los hechos que se investigan deben reproducirse en base al
testimonio de la propia víctima o de testigos que pueden ser presenciales o de
oídas. Al no haber evidencias tangibles es mayor la complejidad probatoria.
Para poder evaluar la línea discursiva de los testimonios y su correspondencia
con la realidad de los hechos, provenientes del informe de los peritos tiene que
ajustarse a procedimientos científicos que permitan avalar los mismos y su
credibilidad”.
Esos informes y esta versión de los hechos introducida por
F.S.S.R.D. y su madre I.L.R.D., se ve robustecida y complementada por el firme
testimonio brindado en la instrucción y sostenido en la audiencia del Sr. Víctor
Álvarez, testigo presencial de lo ocurrido.
Dejamos fuera de esta consideración las manifestaciones de la
Sra. Mónica Núñez pues tal vez inspirada por el episodio que le tocó presenciar
en el interior de la vivienda cuando colaboraba con las tareas de limpieza, y por

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la situación abusiva que dijo haber padecido de niña; se colocó como testigo
presencial de lo ocurrido en la feria. Esta referencia aparece subrepticiamente
en el debate y no constaba en su declaración anterior ni en las declaraciones de
los otros actores de este proceso.
Otro aspecto necesario de abordar es el informe mental favorable
realizado respecto del imputado Hugo Villalba Ortiz que descartó la existencia
de patologías sexuales. Sobre este aspecto puso el acento la defensa al
momento de requerir la convocatoria al debate de las profesionales
intervinientes.
La Dra. Virginia Berlinerblau en la obra ya citada explica este
equívoco.
“No hay un denominador común que conforme un perfil de
personalidad característico o patognómico del victimario. Pueden ser
ingenieros, pediatras, jueces, abogados, comerciantes, policías, maestros,
porteros, etc. Están unidos por características emocionales (interés sexual
hacia los niños/as y/o adolescentes) más que socioculturales, económicas o
raciales. La respuesta a la pregunta de si una persona ha cometido o no una
ofensa sexual no puede surgir de la clínica psiquiátrica. No hay técnicas o test
psicológicos que indiquen si alguien ha tenido una experiencia sexual con un
niño/a”. (Cfr. autora citada en “Violencia familiar y abuso sexual” pag. 196 y 107,
Ed. Universidad, segunda edición año 2003).
En idéntico sentido apunta Karina Zucconi en su artículo “El
Derecho Procesal Penal y los exámenes periciales psicológicos y psiquiátricos
en los delitos de abuso sexual” publicado en “Cuadernos de Medicina Forense”
que “…las particulares circunstancias de los hechos que se ventilan en las
investigaciones de delitos contra la integridad sexual, determinan que la
adquisición probatoria se vea muchas veces limitada. Ello porque los actos
abusivos pueden no verse reflejados en un examen físico, porque tienen lugar
muchas veces en la intimidad, o porque ni siquiera la víctima pueda manifestar
acerca de su ocurrencia. Es por ello que en muchas ocasiones
se recurre al auxilio de los psicólogos y psiquiatras. Agrega entonces: “la tarea
científica que se les encomienda a los expertos gira en torno a la evaluación de
una personalidad en sus diferentes facetas, que a los efectos de valoración
probatoria nunca podrá estimarse como prueba directa sino meramente
indiciaria en la construcción del razonamiento jurídico-penal”. Yendo al caso
que nos ocupa anota la autora: es muy probable que en una investigación de
un hecho tan grave como el denunciado abuso sexual de un niño en el que
aparece imputado nada menos que su padre, un razonamiento de atribución de
autoría pueda construirse a partir de indicios que, ciertos, concordantes,

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coincidentes permitan obtener una conclusión lógica y, por tanto, susceptible de
confrontación. Así es como, de una parte, se intenta develar si del examen de
la personalidad de un imputado se evidencian trastornos o desajustes en la
esfera psico-sexual para que esa conclusión, analizada conjuntamente con
otras evidencias indirectas con que el instructor debe contar, pueda conducir a
la posibilidad de que el hecho denunciado haya tenido lugar”. A partir de allí
explica con razón que: “dentro de este análisis, suelen sopesarse las
conclusiones que hacen al control del caudal impulsivo, la madurez, o
perturbaciones que puedan verificarse en esa esfera. Mas no debe olvidarse
que, como en todo razonamiento lógico, la aseveración de que un trastorno de
esa índole se verifique, no autoriza a establecer correlación de causa-efecto
con un hecho en particular que se investigue. Sostener lo contrario, no sólo
implicaría la obtención de un razonamiento falaz, sino que significaría admitir la
aplicación de castigo penal por lo que se es, y no por lo que se hizo, en franca
adscripción al Derecho Penal de Autor, tan repugnante al Estado de Derecho”.
“Ello tampoco permitiría, de contrario, sostener que si el
diagnóstico del profesional no revelara desajustes, deba descartarse la
ocurrencia y autoría del investigado, si hay otros elementos de valoración que
desvirtúan tal afirmación” y agrega “los propios expertos se han manifestado
acerca de las dificultades que planteará el diagnóstico y en esa dirección
sostienen que se puede tener el peor perfil y no por eso haber cometido el
delito que se le enrostra; o tener características de madurez y haber cometido
conductas sexuales delictivas”
Insistimos una vez más y por resultar una circunstancia
fundamental para predicar la veracidad del testimonio de F.S.S.R.D. que el
revelamiento se produce merced al traumático episodio acontecido en su
vivienda.

8° ) Para adecuar típicamente la conducta atribuida a Hugo


Villalba Ortiz, entendemos que resulta ser autor del delito de abuso sexual
simple (artículos 45 y 119, 1er párrafo del Código Penal).
Corresponde que demos las razones que nos han llevado a tal
conclusión.
Al respecto, debemos detenernos brevemente en el estudio del
cambio operado a la luz de la reforma introducida por la ley 25.087.
Adrián Tenca en su obra específica sobre la materia, de Editorial
Astrea, pág. 13 tuvo ocasión de referenciar:
“El cambio tiene connotaciones importantes…es un claro

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indicador para reformular las obtusas interpretaciones a que había dado lugar el
término honestidad”. En la página siguiente rotundamente afirma “la nueva ley
protege de manera exclusiva la libertad sexual…No se protege entonces la
normalidad sexual sino la libertad. Ello es absolutamente lógico pues en una
democracia cada uno vive su sexualidad como lo desea”. El ejemplo que utiliza
el autor para poner el acento en la mutación del bien jurídico protegido es más
que elocuente: “la mujer casada ha de tener relaciones con su esposo si
realmente es lo que desea…” (Ob. Cit. pág. 12). Oscar Estrella en su
contribución al tema –Editorial Hammurabi, pág. 112- es contundente: “Una
parte de la doctrina, y a cuyas conclusiones adherimos, sostiene que el acceso
carnal violento, mantenido por el marido en contra de la voluntad de su
cónyuge, es típico del delito de violación, cualquiera haya sido la razón del
disenso de la mujer”, citando en su apoyo la opinión de Jofré, Gómez, Laje
Anaya y Moras Mom.
Villada en su obra de Abeledo Perrot, pág. 13, incorpora una arista
novedosa al sostener: “Así, el bien jurídicamente tutelado en general no sólo
está conceptuado desde la perspectiva del ataque a la libertad o
autodeterminación sexual, sino además desde la prevención de los terribles
efectos dañosos comprobados en la víctima de este tipo de criminalidad y su
repercusión mediata o inmediata en la sociedad toda”.
Donna, en su libro “Delitos contra la integridad sexual”, –pág. 12-, dice que se
tutela “la libertad sexual de la persona mayor de dieciocho años y el libre
desarrollo sexual de los menores de esa edad, dado que nadie puede
introducirse en la esfera sexual ajena sin el consentimiento de la otra persona o
en la de persona que no puede consentir”.
Finalizando esta recorrida sobre las obras publicadas Carlos
Parma, en su análisis de la reforma –Ediciones Jurídicas Cuyo, pág. 20- dice:
“En definitiva, esta variante introducida…criteriosamente resguarda la libertad
en su proyección hacia la sexualidad y la integridad física, psíquica y espiritual
de la persona, valores supremos, de protección constitucional”

Con el fin de delimitar el alcance del tipo penal previsto en la


figura del art. 119 del Código Penal, Parma advierte que este abuso (el del
primer párrafo) tiene mucho que ver con la antigua figura, por lo que parece de
buen cuño mantener la construcción doctrinaria ya elaborada en torno al abuso
deshonesto y enriquecerla con nuevos aportes que surjan del análisis. Sostiene
que el “abuso sexual sugiere tocamientos o contactos corporales del autor o de
un tercero con la víctima”, descarta por ende otras formas de abuso dado que
“no puede cometerse a distancia o de palabra”. Critica la posición de Creus,

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quien sostiene comprendido en el concepto el “acercamiento pues el texto legal
no alude en absoluto al mentado acercamiento, el cual además tiene la
cualidad de ampliar en demasía la criminalidad de la acción”.
En coincidencia con este criterio, Estrella en la obra citada
acuerda en que el abuso sexual “importa acciones materiales de contacto,
tocamientos o aproximaciones realizados sobre el cuerpo del sujeto pasivo”.
Agrega que “son típicas también las acciones que el agente logra que la víctima
ejecute sobre el cuerpo de aquél o sobre el de un tercero”.
Los tocamientos se produjeron en un contexto intimidatorio. La
víctima refirió a las profesionales que la advertencia era que en caso de
revelación, algo malo le ocurriría a su hermana más pequeña.
Han existido entonces amenazas entendidas como el temor que
se infunde a la víctima, merced al anuncio de producirle un mal grave e
inminente (por todos Andrés José D’alessio, director del “Código Penal de la
Nación. Comentado y anotado”. 2ª.edición actualizada y ampliada. Editorial La
Ley. Parte Especial. Tomo II. Buenos Aires, 2011, pág. 233); y violencia,
entendida como el ejercicio de fuerza física o energía sobre la damnificada del
abuso sexual (ibídem).
En cuanto a la faz subjetiva existe consenso doctrinario en que se
trata de un delito doloso y que no requiere un dolo específico, basta con
conocer el significado impúdico que el hecho tiene para la víctima. Es por ello
que rechazamos la argumentación defensista en cuanto a que sea exigible la
intención específica del autor de “desahogar su lujuria”, como se afirmara.
Basta con la acreditación del conocimiento y voluntad que se está afectando la
integridad sexual de la víctima mediante el tocamiento inverecundo en sus
zonas pudendas a los que se ve sometida.
No existen dudas entonces que este hecho probado, satisface
ampliamente la adecuación típica exigida por la figura del art. 119 inciso 1° del
Código Penal, en la medida en que constituyen abuso sexual simple.

9°) No se ha invocado ni demostrado la existencia de alguna


causa de justificación o que elimine la reprochabilidad de la conducta de Villalba
Ortiz.
El Tribunal debe avocarse a la graduación de la pena que le cabe
al enjuiciado.
Al respecto venimos sosteniendo que “en un Estado social y
democrático de Derecho, una pena podrá ser legítima sólo en la medida en que
sea compatible con el principio material de justicia, de validez a priori, del

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respeto a la dignidad humana y con el postulado del respeto al libre desarrollo


de la personalidad. Ciertamente no puede negarse que una pena que se
destinara a fines distintos de la protección de bienes jurídicos carecería de
legitimidad” (Luis Gracia Martín, “Fundamentos de dogmática penal” Editorial
Atelier, Barcelona, 2006, pág. 195).
Asiste razón a Mario Magariños cuando afirma “como
consecuencia de la vinculación normativa al principio de acto de la garantía
constitucional de legalidad, es evidente que si la pena debe fundarse en lo que
la ley establece (art. 18, C.N.) y la ley sólo puede seleccionar acciones (art. 19,
C.N.), la imposición de una pena sólo adquiere legitimidad cuando constituye la
respuesta a la realización del acto que la ley prohíbe y por el contrario, carece
de legitimidad si aparece como una derivación, aún parcial, de la personalidad,
la actitud interna o la peligrosidad del autor” (Los límites de la ley penal en
función del principio constitucional de acto”, Editorial Ad Hoc, Bs. As., 2008,
pág. 112).
Existe coincidencia al afirmar que la pena debe ser proporcional al
delito cometido. Sin embargo, como lo advertía Jeremías Bentham, esta idea no
nos ofrece ningún criterio objetivo de ponderación.
Es que, la estructura misma del razonamiento que debe
efectuarse a los fines de la individualización de la pena es "aplicación del
derecho", y por ende, al igual que los restantes aspectos de la sentencia, debe
fundamentarse en criterios racionales explícitos que permitan que la correcta
aplicación de las pautas evaluadas pueda ser jurídicamente comprobada." (Del
voto del Dr. Hornos) "ROMANI, Darío Jorge s/recurso de casación" - CNCP -
08/11/2006.
Existe consenso en doctrina y en cuanto a que la imprecisión
legislativa ha determinado que el acto de determinación de la pena traduce una
decisión discrecional de los jueces (por todos, Jiménez de Asúa, La Ley y el
delito, pág. 446), por lo cual deberemos de extremar nuestra prudencia para
evitar que la exigencia de motivación se traduzca en simples enunciados o
meras referencias, como lo advierte Patricia Ziffer y menos aún el libre arbitrio o
arbitrariedad que apontoca Mario Magariños en su artículo “Hacia un criterio
para la determinación judicial de la Pena”.
Como se ha señalado la individualización de la pena constituye,
junto con la apreciación de la prueba y la aplicación de un precepto jurídico
penal a hechos probados “la función autónoma del juez penal por la que le
compete para cada caso concreto determinar la pena aplicable y su duración,
en función de todos los elementos y factores reales conjugables del hecho y del
autor” (Eduardo Demetrio Crespo; “Notas sobre la dogmática de la

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individualización de la pena” en Nueva Doctrina Penal, Editores del Puerto,
1998 A, pág. 22.
No resulta un tema menor la decisión sobre la dosimetría punitiva
aplicable al caso. Como lo recuerda Tatjana Hornie en su obra “Determinación
de la pena y culpabilidad”, pág. 34 y ss., de la editorial Di Plácido:”Los jueces
en su trabajo diario deben determinar la responsabilidad de los distintos
sujetos. Necesitan criterios respecto de qué circunstancias del crimen hacen al
mismo más grave...Necesitan establecer claramente si el crimen que tienen que
evaluar hoy, merece mayor o menor castigo que el que tuvieron que evaluar el
día anterior”, formulando páginas más adelante la siguiente advertencia: “el
monto de la pena debería reflejar la culpabilidad, es decir, la severidad del
delito. Si la sanción no es proporcional con la severidad del delito, la
característica de la culpa se distorsiona”.
Para determinar la pena a imponer al acusado conviene señalar
en primer lugar que conforme el sistema legal que rige su individualización, la
pena debe ser decidida tomando en cuenta la gravedad del hecho y la
personalidad del autor; en este sentido, el art. 41 del Código Penal en su inc. 1 °
hace una clara referencia al injusto, al señalar que es “la naturaleza de la acción
y de los medios empleados para ejecutarla y la extensión del daño y del peligro
causados" lo que permite “cuantificar” el injusto conforme al grado de
afectación del bien jurídico tutelado. En este sentido deben rechazarse todos
los intentos de reducir el análisis del caso concreto a variables matemáticas de
las cuales resultaría una pena determinada. Esto no es algo posible y tampoco
deseable (Eduardo Demetrio Crespo, ob. cit. pág. 32).
En referencia a esta cuestión, conforme lo señala Patricia Ziffer, el
artículo 41 deja en claro los límites al principio de individualización de la pena:
“la pena debe adecuarse a la personalidad del autor, pero sólo en la medida de
que continúe reflejando la gravedad del ilícito concreto” (“Lineamientos de la
determinación de la pena”, pág. 116 Ed. Ad Hoc, 2da. edición, Julio 1999).
Dentro de este contexto es el ilícito culpable el criterio decisivo
para determinar la pena, y las razones de prevención especial deben servir
como correctivo, en el sentido de que la única culpabilidad que puede ser
tomada como criterio de individualización es la de acto, rechazando la
culpabilidad de autor por ser contraria a la constitución - art. 18 y 19 de la
C.N.-, con este criterio ha señalado la Corte Suprema de Justicia de la Nación
que “la medida de la pena no puede exceder la del reproche que se le formule a
la persona por haber escogido el ilícito cuando tuvo la posibilidad de
comportarse conforme a la norma, o sea, que la pena debe ser proporcional a

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la culpabilidad de autor, y esta culpabilidad se determina según el ámbito de


autodeterminación que éste haya tenido para ejercer su conciencia moral en la
constelación situacional en que hubiese actuado y en relación a sus personales
capacidades en esa circunstancia..... No se pena por lo que se es, sino por lo
que se hace, y sólo en la estricta medida en que esto se le pueda reprochar al
autor” (CSJN “Maldonado Daniel Enrique”, rta. 7/12/05).
Y en esta orientación se ha sostenido con razón que “la
culpabilidad jurídica se basa siempre, incluso en el autor por convicción, en la
inobservancia de normas ético individuales de compromiso con el orden ético-
social…aceptado esto, creo que la norma ético-individual desatendida por el
sujeto es ya un punto de partida importante para determinar las necesidades
concretas de aplicación de la pena. Dicha norma ético-individual representa sin
duda una referencia importante para la determinación del grado de
socialización o integración ético-social del individuo y, por ello, una importante
referencia para el juicio de pronóstico sobre el comportamiento futuro del
individuo…Sólo un concepto de culpabilidad eminentemente individualizador…
está en condiciones de penetrar hasta las raíces del fracaso individual del autor
frente a las exigencias ético-sociales y, por ello, para determinar racionalmente
las necesidades de prevención especial en el caso concreto” (Luis Gracia
Martín, “Fundamentos de dogmática penal” Editorial Atelier, Barcelona, 2006,
pág. 197).
Esteban Righi señala con justeza (“Teoría de la Pena” de Editorial
Hammurabi, pág. 204) que la retribución exige que la medida de la sanción
debe depender de la gravedad del injusto y la mayor o menor culpabilidad que
el hecho cometido ha puesto de manifiesto, y será este fundamento el que
deberá prevalecer en supuestos de antinomia con los fines preventivos que
pudiesen invocarse.
En esta línea acudimos a los fundamentos del voto del juez
Horacio Días (sentencia del 16 de abril de 2007 “Coniglio, Analía y otra sobre
robo agravado, causa n° 2236/2359 del registro del Tribunal Oral en lo Criminal
n° 21) cuando afirma “Lo que se quiere decir con esto es que resulta reñido con
un derecho penal de acto, el único constitucionalmente posible, el cuantificar
una pena determinada de manera proporcional a la gravedad del ilícito
culpable, dentro de la escala legal aplicable, para luego, y desde allí,
desplazarse hacia un incremento punitivo dada la comprobación, en el caso, de
alguna de las circunstancias enumeradas en los arts. 40 y 41 del C.Penal, con
potencialidad para agravar la reacción penal ante el delito, fundando ello en la
peligrosidad demostrada por el agente en el hecho juzgado”.
En palabras de Horne “con la puntualización de que el injusto del

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hecho es el factor determinante de la medida de la pena por regla general se
simplifica la relación entre la culpabilidad en la fundamentación y en la medición
de la pena: por regla general, la primera no influye en la segunda, porque
concurriendo la plena culpabilidad que fundamenta la pena, carece de
importancia para su medición. en el fondo, el concepto de culpabilidad en la
medición de la pena es superfluo, aunque pertenezca a la nomenclatura usual,
lo mismo cabe decir de la expresión pena adecuada a la culpabilidad. Sería
preferible hablar sólo de injusto culpable o de la pena adecuada al injusto y la
culpabilidad” (ob. cit. pág. 70).
Sosteniendo esta afirmación allí se agrega que “esto viene a
demostrar que es errado pensar en que pueda existir un punto de ingreso a la
escala penal aplicable, sea el mínimo legal, la mitad, o el máximo, que
prescinda de las circunstancias que agravan el injusto y la culpabilidad por el
hecho, pretendiéndolas justipreciar después, en un segundo momento de
desplazamiento dentro del marco legal. Por el contrario, tengo claro que a
mayor gravedad del injusto típico, mayor culpabilidad por el hecho; y a mayor
culpabilidad, mayor pena. La anchura de la culpabilidad ha de verse reflejada
dentro del marco legal aplicable, en una anchura determinada de pena. Podrá
ser el mínimo de la figura en trato como no serlo, y ello dependerá de la
gravedad del ilícito culpable. Esta es la función que cumple el
principio de proporcionalidad en la medición judicial de la pena”.
Así, con apoyo en Welzel el Magistrado establece a priori una
serie de postulados que deben ser respetados por los jueces en tan difícil tarea:
a) Considerar los criterios generales de orientación retributivos y preventivos,
que son consecuencia de los fines de la pena.
b) Determinar los factores previstos en los arts. 40 y 41 del Código Penal que
concurren en el caso concreto, y también la forma como inciden.
c) Como se trata de una actividad que no es libre, sólo relativamente
discrecional y por lo mismo jurídicamente vinculada, es además necesario que
expresen los considerandos que fundamentan su decisión.
Al respecto ya David Baigún en su trabajo “Naturaleza de las
circunstancias agravantes”, de Editorial Pannedille. Bs.As., 1970, pág. 91 y ss.,
advertía que existen circunstancias genéricas que no pertenecen al tipo legal,
que constituyen aspectos complementarios de ésta, y le asignan naturaleza
típica a todas aquellas agravantes que coadyuvan a la formación de la figura y
forman parte de su contenido. En especial referencia a la naturaleza de la
acción, a los medios empleados para ejecutarla, a la extensión del daño y
peligro causados, a la participación que haya tomado el individuo en el hecho, a
los vínculos personales y en fin a la calidad de las personas.

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Y en lo que respecta a las circunstancias agravantes de la


culpabilidad, el autor puntualizaba la referencia que el legislador realiza a las
motivaciones del sujeto y las características de su personalidad (sus
circunstancias personales como ser edad, educación y los motivos que lo
llevaron a delinquir). Debe enfatizarse que la peligrosidad no es más que un
elemento del juicio de culpabilidad, en donde se analizarán las circunstancias
de tiempo, modo y ocasión. Apunta con razón Gracia Martín que “ha de
aspirarse a la mayor individualización posible, y esto requiere que se atienda en
todos y cada uno de los casos, a las posibilidades y capacidades del autor
concreto tomando en cuenta su formación, profesión, educación, posibilidades
económicas, situación familiar, para enjuiciar en tal sentido concreto la
conexión personal real existente entre él y el hecho tipificado como delito, es
decir tomando en cuenta, entre otras cosas, las relaciones sociales del autor”
(ob. cit. pág. 197).
Está claro entonces que en cierta forma, tomando partido por las
distintas concepciones dogmáticas ensayadas (teoría del ámbito de juego,
teoría de la pena puntual o teoría del valor relativo) que el fiel reflejo entre la
medida de la culpabilidad y la medida de la pena, ha de ser un marco, antes
que un punto exacto.
Con todo este bagaje teórico podemos señalar que los ítems que
debemos tener en cuenta son:
1) magnitud del injusto y la culpabilidad por el hecho.
En cuanto a la gravedad de los hechos, debe tenerse particularmente presente
la normativa supra-nacional.
No debemos perder de vista la responsabilidad que asume el
Estado en esta materia al incorporar con jerarquía constitucional diversos
documentos que aseguran la protección integral del niño y el castigo de toda
forma de violencia hacia ellos.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso
“Velazquez Rodríguez” de 1988 ha sostenido que los Estados están obligados a
“Investigar toda situación que entrañe una violación de los derechos protegidos
por el derecho internacional”.
Ley 23.849 que incorporó con jerarquía internacional la
Convención sobre los derechos del niño resulta de fundamental consulta.
En aquel instrumento se mencionan importantes cuestiones que
los jueces no podemos pasar por alto.
Así el art. 1 establece:
“Para los efectos de la presente Convención, se entiende por niño
todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que en virtud de la

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ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.
Por su parte el art. 3 indica:
“1.- En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las
instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las
autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración
primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.
2.- Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la
protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en
cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas
responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas
legislativas y administrativas adecuadas.
Agrega el art. 6 que:
“1.- Los Estados Partes reconocen que todo niño tiene el derecho
intrínseco a la vida.
2.- Los Estados Partes garantizarán en la máxima medida posible
la supervivencia y el desarrollo del niño”.
Y en el art. 9 se indica
“1.- Los Estados Partes velarán porque el niño no sea separado
de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de
revisión judicial, las autoridades competentes determinen, de conformidad con
la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en el
interés superior del niño. Tal determinación puede ser necesaria en casos
particulares, por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de maltrato o
descuido por parte de sus padres o cuando éstos viven separados y debe
adoptarse una decisión acerca del lugar de residencia del niño…
4.- Cuando esa separación sea resultado de una medida adoptada
por un Estado Parte, como la detención, el encarcelamiento, el exilio, la
deportación o la muerte (incluido el fallecimiento debido a cualquier causa
mientras la persona esté bajo la custodia del Estado) de uno de los padres del
niño, o ambos, o del niño, el Estado Parte proporcionará, cuando se le pida, a
los padres, al niño o, si procede, a otro familiar, información acerca del
paradero del familiar o familiares ausentes, a no ser que ello resultare
perjudicial para el bienestar del niño. Los Estados Partes se cerciorarán,
además, de que la presentación de tal petición no entraña por sí misma
consecuencias desfavorables para la persona o personas interesadas”.
Finalmente el art. 19 establece:
“1.- Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas,
administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra
toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente,

Fecha de firma: 08/10/2015


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malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se


encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de
cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.
2.- Esas medidas de protección deberían comprender, según
corresponda, procedimientos eficaces para el establecimiento de programas
sociales con objeto de proporcionar la asistencia necesaria al niño y a quienes
cuidan de él, así como para otras formas de prevención y para la identificación,
notificación, remisión a una institución, investigación, tratamiento y observación
ulterior de los casos antes descritos de malos tratos al niño y, según
corresponda, la intervención judicial”.
Sobre el tema en estudio, corresponde advertir que el interés
superior del niño no sólo apunta al reconocimiento a él –en tanto persona
humana- de todos los derechos que asisten a los adultos, sino también exige
proporcionar a ese niño una “protección especial”, un “plus de derechos”, dada
su situación de vulnerabilidad; y ello en razón de que no han completado
todavía la “constitución de su aparato psíquico”. Una y otra arista están
estrechamente ligadas dado que esa “protección especial” esta destinada
precisamente a dar efectividad a todos los derechos que se le reconocen los
niños a tenor de la Convención Internacional que les atañe. (CSJN, 2/12/2008,
“Fallos”, 331:2691; 2/8/2005, “Fallos”, 325:2870).
En referencia a la culpabilidad como otro de los factores a
considerar debe tenerse presente la relación previa que unía a víctima y
victimario que si bien no constituye una figura calificada, es una pauta de
mensuración en detrimento del justiciable.
También las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se
llevó a cabo el comportamiento en relación a una niña de 13 años a quien se le
entregaba dinero para vencer su resistencia.

2) La participación que el sujeto haya tomado en el hecho.


Hugo Villalba Ortiz ha sido considerado autor del hecho.

3) calidad de los motivos que lo llevaron a delinquir.


No existen aspectos computables que permitan aminorar la
sanción.
Sin embargo no podemos dejar de considerar lo apuntado por
Hilda Marchiori en su obra “Determinación judicial de la pena”, publicada por
Lerner; en su pág. 35 advierte que “El daño emocional-moral es el que
experimenta o siente la víctima por la lesión en su personalidad, en sus
afecciones legítimas, en su intimidad. La extensión del daño y del peligro

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causado es la circunstancia que permite conocer el grado de vulnerabilidad de
la víctima, y la peligrosidad y responsabilidad del autor, teniendo en
consideración la relación con otras circunstancias que menciona el artículo 41
del Código Penal, especialmente en función de la determinación de la conducta
delictiva en cada caso concreto”.

Prosiguiendo entonces con el esquema trazado por Righi los ítems


a tratar con criterio de prevención especial son:
1) personalidad del autor. Está claro, como lo señala Stratenwerth
que no sería posible considerar al autor desde dos puntos de vista, el de la
culpabilidad y el de la prevención especial. La personalidad del autor no debería
tener ninguna relevancia para el ilícito, sino sólo en una segunda fase para
determinar necesidades preventivas. Aquí entraran a tallar aspectos relativos a
las circunstancias personales del autor, tales como situación familiar, profesión,
origen social, infancia, educación en general.
2) antecedentes penales.
No se computan condenas anteriores del acusado. Es cierto que
alguna voz autorizada señala que “no siempre el primer delito condenado es el
primer delito cometido, por lo tanto no importa tanto una vida sin antecedentes,
sino una vida sin tachas” (Zipf).
Sin embargo entendemos que a la luz del derecho penal de acto,
la falta de condenas anteriores es sin duda un atenuante que debe ser valorado
a favor del enjuiciado.
3) edad, educación, costumbres, calidad de las personas y
conducta precedente.
En este aspecto rescatamos en su favor las conclusiones del
informe socio ambiental realizado por la Licenciada en Trabajo Social Inés Lara
quien anotó:
“El entrevistado es hijo de una unión constituida legalmente”.
“Los progenitores se hicieron cargo de la educación y crianza de
él y sus hermanos”.
“Tiene once hermanos de la unión de sus padres”.
“Mantiene buen vínculo con su familia de origen”.
“Tiene estudios primarios cursó hasta el sexto grado”.
“Es de estado civil soltero, está en pareja, de dicha unión tiene un
hijo adolescente”.
“Mantiene buena relación con su núcleo propio”.
“Vive con su pareja, y un hijo, la vivienda que habitan les
pertenece, no logra cubrir sus necesidades de manera satisfactoria”.

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“En su tiempo libre, visita a sus familiares o descansa”.


“Goza de buena salud, carece de cobertura médica”.
“No consume drogas, bebe alcohol ocasionalmente”.
También las referencias que nos ha suministrado al momento de
realizarse la entrevista personal en el acto de su indagatoria en el debate.

Por todo lo expuesto es que consideramos justo imponerle a Hugo


Villalba Ortiz la pena de UN AÑO DE PRISIÓN.
En cuanto a la modalidad del cumplimiento valorando
debidamente la extensión del daño causado, la conducta posterior y la
impresión que nos causara al momento de conocerlo, es aconsejable dejar en
suspenso el cumplimiento de la pena privativa de libertad impuesta.
Villalba Ortiz es padre de familia, y con hábitos laborales, por ello
no se advierte el fin benéfico desde el punto de vista preventivo que podría
conllevar el encierro efectivo.
Debemos recordar que la Corte en Fallos 327:3816, lo que fue
reiterado en “Squilario”, resuelta el 8 de agosto del año 2006, ha sostenido que
“el instituto de la condenación condicional previsto en el art. 26 del Código
Penal tiene por finalidad evitar la imposición de condenas de efectivo
cumplimiento en casos de delincuentes primarios u ocasionales imputados de la
comisión de conductas ilícitas que permitan la aplicación de penas de hasta tres
años de prisión. Tal aserto encuentra explicación en la demostrada
imposibilidad de alcanzar en tan breve lapso de prisión el fin de prevención
especial positiva que informa el art. 18 de la Constitución Nacional”.
Afirma a renglón seguido que “si bien surge del citado art. 26 de la
ley de fondo el mandato expreso de fundamentar la condenación condicional,
no por ello el magistrado deberá dejar de lado el mandato implícito que lo
obliga, con el fin de asegurar una debida defensa en juicio, a dictar sus fallos en
términos de una derivación razonada del derecho vigente conforme las
constancias de la causa, para resolver sobre una pena a cumplir en prisión”.
Corresponde sí, que a tenor del art. 27 bis del Código Penal, y
manteniendo el plazo de la sanción, sea sometido a reglas de conducta,
considerando aconsejable que ellas se reduzcan a la fijación de domicilio y al
sometimiento al control del Patronato de Liberados, pues el acusador público no
ha requerido específicamente la realización de ningún tratamiento ni la
realización de curso específico sobre la temática.

10º) La naturaleza sancionatoria de este pronunciamiento


implicará que el imputado deba hacer frente a las costas causídicas.

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Debemos proceder a determinar la regulación de los honorarios profesionales
de su abogada defensora.
En el caso se justiprecia que lo acompañó durante todo el
proceso y con una profusa actividad a favor de su cliente.
La actividad desplegada fue nutrida. Realizó numerosos planteos
y peticiones que tuvieron parcial acogida.
Asimismo desplegó una febril actividad durante el debate.
Tampoco podemos dejar de lado la extensa tramitación que
demandó esta actuación remontándose la primera intervención de la letrada al
acto de la indagatoria ocurrida el 1° de junio del año 2011.
Por todo ello y en mérito a la cantidad, calidad y extensión de la
tarea desarrollada sus emolumentos profesionales ascenderán a la suma de
cincuenta mil pesos ($ 50.000).

Por todo ello, y de acuerdo a lo establecido por los arts. 399, 403 y
concordantes del código de rito, el Tribunal

RESOLVIÓ:
I) CONDENAR a HUGO VILLALBA ORTIZ, de las condiciones
personales ya referidas, a la pena de UN AÑO DE PRISIÓN cuyo
cumplimiento se deja en suspenso Y COSTAS, por resultar autor penalmente
responsable del delito de abuso sexual simple (arts. 26, 29 inciso 3°, 45 y 119
párrafo 1°del Código Penal y artículos 403 y 531 del Código Procesal Penal de
la Nación).

II) IMPONER a HUGO VILLALBA ORTIZ, por el PLAZO DE DOS


AÑOS las siguientes reglas de conducta conforme lo establece el art. 27 bis inc.
1° del Código Penal, consistentes en fijar residencia y someterse al control del
Patronato de Liberados que corresponda.

III) REGULAR LOS HONORARIOS de la Dra. PATRICIA


VIVIANA CROITORU, por la labor desempeñada, en la suma de cincuenta
mil pesos ($50.000) (art. 8, 10 y concordantes de la ley 21.839 según la
reforma de la ley 24.432; art. 534 del CPPN).

Notifíquese y firme que sea, practíquense las comunicaciones del


caso.
Satisfecha la tasa de justicia, archívese la causa.

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MARCELO ALVERO
JUEZ

HORACIO BARBERIS MARÍA CECILIA MAIZA


JUEZ JUEZA

Ante mí:

MARÍA ELINA DEBENEDETTO REGUEIRA


Secretaria

Fecha de firma: 08/10/2015


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