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Y CONSIDERANDO:
1° ) Que el hecho que se le atribuye a Hugo Villalba Ortiz, a estar
al requerimiento de elevación a juicio de fs. 117 a 119 es el siguiente:
“…los tocamientos que realizó a la menor F.S.S.R.D. de trece
años de edad, en la zona de los senos por encima de la ropa, a la vez que le
manifestó que si contaba lo ocurrido le pasaría algo malo a su hermana menor”.
“Dicho suceso tuvo lugar durante el mes de noviembre de 2008,
en la llamada ‘Feria de los Pájaros’, sita en la intersección de la calle Iriarte y la
calle Luna de esta ciudad”.
“En aquella oportunidad en momentos en que la menor se
la situación abusiva que dijo haber padecido de niña; se colocó como testigo
presencial de lo ocurrido en la feria. Esta referencia aparece subrepticiamente
en el debate y no constaba en su declaración anterior ni en las declaraciones de
los otros actores de este proceso.
Otro aspecto necesario de abordar es el informe mental favorable
realizado respecto del imputado Hugo Villalba Ortiz que descartó la existencia
de patologías sexuales. Sobre este aspecto puso el acento la defensa al
momento de requerir la convocatoria al debate de las profesionales
intervinientes.
La Dra. Virginia Berlinerblau en la obra ya citada explica este
equívoco.
“No hay un denominador común que conforme un perfil de
personalidad característico o patognómico del victimario. Pueden ser
ingenieros, pediatras, jueces, abogados, comerciantes, policías, maestros,
porteros, etc. Están unidos por características emocionales (interés sexual
hacia los niños/as y/o adolescentes) más que socioculturales, económicas o
raciales. La respuesta a la pregunta de si una persona ha cometido o no una
ofensa sexual no puede surgir de la clínica psiquiátrica. No hay técnicas o test
psicológicos que indiquen si alguien ha tenido una experiencia sexual con un
niño/a”. (Cfr. autora citada en “Violencia familiar y abuso sexual” pag. 196 y 107,
Ed. Universidad, segunda edición año 2003).
En idéntico sentido apunta Karina Zucconi en su artículo “El
Derecho Procesal Penal y los exámenes periciales psicológicos y psiquiátricos
en los delitos de abuso sexual” publicado en “Cuadernos de Medicina Forense”
que “…las particulares circunstancias de los hechos que se ventilan en las
investigaciones de delitos contra la integridad sexual, determinan que la
adquisición probatoria se vea muchas veces limitada. Ello porque los actos
abusivos pueden no verse reflejados en un examen físico, porque tienen lugar
muchas veces en la intimidad, o porque ni siquiera la víctima pueda manifestar
acerca de su ocurrencia. Es por ello que en muchas ocasiones
se recurre al auxilio de los psicólogos y psiquiatras. Agrega entonces: “la tarea
científica que se les encomienda a los expertos gira en torno a la evaluación de
una personalidad en sus diferentes facetas, que a los efectos de valoración
probatoria nunca podrá estimarse como prueba directa sino meramente
indiciaria en la construcción del razonamiento jurídico-penal”. Yendo al caso
que nos ocupa anota la autora: es muy probable que en una investigación de
un hecho tan grave como el denunciado abuso sexual de un niño en el que
aparece imputado nada menos que su padre, un razonamiento de atribución de
autoría pueda construirse a partir de indicios que, ciertos, concordantes,
indicador para reformular las obtusas interpretaciones a que había dado lugar el
término honestidad”. En la página siguiente rotundamente afirma “la nueva ley
protege de manera exclusiva la libertad sexual…No se protege entonces la
normalidad sexual sino la libertad. Ello es absolutamente lógico pues en una
democracia cada uno vive su sexualidad como lo desea”. El ejemplo que utiliza
el autor para poner el acento en la mutación del bien jurídico protegido es más
que elocuente: “la mujer casada ha de tener relaciones con su esposo si
realmente es lo que desea…” (Ob. Cit. pág. 12). Oscar Estrella en su
contribución al tema –Editorial Hammurabi, pág. 112- es contundente: “Una
parte de la doctrina, y a cuyas conclusiones adherimos, sostiene que el acceso
carnal violento, mantenido por el marido en contra de la voluntad de su
cónyuge, es típico del delito de violación, cualquiera haya sido la razón del
disenso de la mujer”, citando en su apoyo la opinión de Jofré, Gómez, Laje
Anaya y Moras Mom.
Villada en su obra de Abeledo Perrot, pág. 13, incorpora una arista
novedosa al sostener: “Así, el bien jurídicamente tutelado en general no sólo
está conceptuado desde la perspectiva del ataque a la libertad o
autodeterminación sexual, sino además desde la prevención de los terribles
efectos dañosos comprobados en la víctima de este tipo de criminalidad y su
repercusión mediata o inmediata en la sociedad toda”.
Donna, en su libro “Delitos contra la integridad sexual”, –pág. 12-, dice que se
tutela “la libertad sexual de la persona mayor de dieciocho años y el libre
desarrollo sexual de los menores de esa edad, dado que nadie puede
introducirse en la esfera sexual ajena sin el consentimiento de la otra persona o
en la de persona que no puede consentir”.
Finalizando esta recorrida sobre las obras publicadas Carlos
Parma, en su análisis de la reforma –Ediciones Jurídicas Cuyo, pág. 20- dice:
“En definitiva, esta variante introducida…criteriosamente resguarda la libertad
en su proyección hacia la sexualidad y la integridad física, psíquica y espiritual
de la persona, valores supremos, de protección constitucional”
Por todo ello, y de acuerdo a lo establecido por los arts. 399, 403 y
concordantes del código de rito, el Tribunal
RESOLVIÓ:
I) CONDENAR a HUGO VILLALBA ORTIZ, de las condiciones
personales ya referidas, a la pena de UN AÑO DE PRISIÓN cuyo
cumplimiento se deja en suspenso Y COSTAS, por resultar autor penalmente
responsable del delito de abuso sexual simple (arts. 26, 29 inciso 3°, 45 y 119
párrafo 1°del Código Penal y artículos 403 y 531 del Código Procesal Penal de
la Nación).
MARCELO ALVERO
JUEZ
Ante mí: