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El docente como líder pedagógico: elementos a considerar desde la

dimensión de convivencia escolar.

- .

Hugo Díaz Otárola


Asistente Social Licenciado en Trabajado Social
Magister Gestión en Política Nacionales
Mención Educación y Cultura
Universidad de Playa Ancha

El presente artículo, intenta ahondar en la relevancia del liderazgo


pedagógico, desde la dimensión de convivencia escolar que surge en los
espacios educativos, que se caracterizan por su naturaleza comunitaria-
formativa, en el que los/as docentes se constituyen en un referente, desde su
rol como agente socializador y promotor de cambios sociales.

Desde esta perspectiva, se parte de la hipótesis que todos los docentes


son por formación y perfil, líderes pedagógicos en diversos grados y escenarios
en los cuales les toca desempeñarse, pudiendo desarrollar esta cualidad en
mayor o menor medida dependiendo del contexto en el que se desenvuelvan,
ya sea en cargo de docentes de aula, directivos, coordinadores, encargados de
convivencia escolar, entre otros. No obstante aquello, si bien es posible
verificar variadas funciones en la cual ejercer dicho liderazgo, existe
transversalmente un espacio en el que diariamente esta cualidad se pone en
ejercicio: el aula.

Es en razón a esto, que la sala de clases cobra una importancia


insospechada en todo sentido, pero principalmente en la formación integral de
los alumnos y salud mental del profesor, en consideración que son los
docentes quienes, desde su accionar, determinan el tipo de aula y vínculo que
establecen con sus alumnos.

Visto lo anterior, los factores vinculantes de la convivencia escolar que


se ahondarán en este capítulo, dicen relación con; interrelación docente-
alumno; enfoque pedagógico y normativa educacional, elementos
necesarios a considerar, dadas sus característica, interconexión y construcción
paralela, que permiten aportar a una comprensión más amplia del liderazgo
pedagógico (avanzando más allá de lo meramente técnico pedagógico), en
relación al rol que desempeñan los profesionales de la educación, desde su
formación, perfeccionamiento y ejercicio docente.
abstrac

This article tries to deal with the relevance of educational leadership,


from the perspective of the school climate that emerges in educational spaces
characterized by their community - formative in nature, in which teachers make
a difference from their role as a socializing agent and promoter of social
change.

From this perspective, we start from the assumption that all teachers,
thanks to their training and professional background, are educational leaders in
various grades and stages they perform, so they are able to develop this quality
to a greater or lesser extent depending on the context. Nevertheless, there is a
space where they daily perform that leadership: the classroom.

That is the reason why the classroom takes an unsuspected importance


in every way; mainly in relation to the students´develpoment and the teacher´s
mental health when considering that teachers are the ones who, due to their
actions, determine the type of classroom and relation they get with their
students.

Considering the above, the binding factors of school life developed in this
chapter are related to teacher- student relationships ; pedagogical approach
and educational standards necessary to be considered as key elements, given
their characteristics , interconnection and parallel construction , as they allow to
contribute to a broader understanding of school leadership (moving beyond the
merely technical and pedagogical discussion) when looking at the role played
by professional education, training, development and teaching practice carried
out by professionals at the educational field.

Pensar en la labor docente, desde su implicancia en el sistema


educacional e impacto en la formación de niños, niñas y adolescentes, conlleva
necesariamente ahondar en los procesos, lógicas y sentidos que tiene el
liderazgo pedagógico en la promoción y generación de aprendizajes
significativos de los alumnos y alumnas en sus contextos escolares.

Evidentemente, esta cualidad puede ser concebida desde múltiples


perspectivas, pero en virtud de un análisis vinculante con aquellos factores que
de acuerdo a las investigaciones en materia de eficacia escolar más inciden en
el aprendizaje de los alumnos/as (Murillo, 2003;Cornejo, Redondo, 2007;
UNESCO, 2008), se considerará la dimensión de la convivencia escolar como
elemento rector de análisis, tomando en cuenta que el componente clima
escolar, es un factor determinante, no solamente la generación de aprendizaje
de los estudiantes, sino que además es indispensable el entorno laboral y
socioemocional de los profesores.

Poder ahondar en aquello, en primer lugar se debe considerar que el


“liderazgo pedagógico” es entendido como cualidad que se traduce en una
práctica de mejora permanente (Elmore, 2008), con resultados favorables en
términos de calidad y resultados, en tanto, se centra principalmente en
procesos de innovación en las metodologías de aprendizaje (Leithwood, Harris
y Hopkins, 2008), que repercuten en una alta valoración desde la comunidad
educativa hacia los docentes, principalmente por la influencia que tienen, tanto
en el aula, como en la escuela (Molina, 2011). Gros, Fernández, Martínez y
Roca (2013), señalan que este tipo de liderazgo, genera condiciones que
construyen contextos proclives y facilitadores del proceso enseñanza-
aprendizaje y por lo mismo, se requieren ciertas condiciones o competencias
básicas para su verificación, que Robinson (2010) define como 1) amplio
conocimiento pedagógico (currículum, administrativo y gestión); 2) capacidad
resolutiva ante problemáticas o conflictos se presenten en la organización
escolar y 3) habilidades sociales para generar lazos de confianza con
integrantes de la comunidad educativa.

A dichos elementos, hay que adicionar la evidencia señalada en el


Informe Mackensey, el cual plantea que “que el principal impulsor de las
variaciones en el aprendizaje escolar es la calidad de los docentes” (Barber, M.
y Mourshed, M, 2008 ,p.12), por cuanto está comprobado que los estudiantes
asignados a docentes con alto desempeño lograrán avances tres veces más
rápido que los alumnos con docentes con bajo desempeño. Lo anterior, citando
el mismo estudio, implica contar con las personas más aptas para ejercer la
docencia y convertirlas en instructores eficientes, situación que de acuerdo a
Beatriz Avalos (2003) debe entenderse como un proceso paulatino y cíclico,
con momentos de latencia y otros de crecimiento en el cual se debe tomar
contacto y entender el mundo en el que se va a enseñar, y tener alguna
oportunidad de acción.
Todos los elementos conceptuales antes referidos, permiten suponer
que el docentes es en sí, un líder pedagógico, por cuanto logra desarrollar
capacidades para gestionar procesos en el aula y escuela, movilizando a varios
actores de la comunidad educativa entorno a objetivos comunes, para lo cual
requiere desarrollar competencias propias de la labor pedagógica, tales como
planificación de clases, trabajo en aula, manejo de la disciplina, evaluación de
aprendizajes, elaboración de instrumentos pedagógicos, aplicación de
metodologías de enseñanza, didáctica, trabajo en equipo, etc., todos,
elementos muy presente en el ejercicio de los profesores/as y que permiten
sostener que este tipo de liderazgo es una factor que además de asociarse a la
gestión de una escuela, tiene una evidente vinculación en el trabajo de aula.

Desde esta lógica, es posible señalar que el liderazgo pedagógico se


sustenta en una dimensión técnico-pedagógica/disciplinaria, que le otorga
sentido y particularidad al rol docente. No obstante aquello, si tomamos en
cuenta los desafíos de convivencia que hoy deben enfrentar los profesores en
su relación diaria con alumnos/as, esta primera dimensión no es suficiente,
cuando comúnmente los mismos docentes plantean que “los estudiantes de
hoy no son los mismos que hace 10 o 20 años”, y efectivamente eso es verdad,
dado que los niños, niñas y jóvenes de esta época, se han socializado en un
mundo donde lo relacional se configura entre lo inmediato y lo virtual producto
de los procesos de globalización y uso innato de los medios tecnológico.

Si a este escenario, le agregamos los problemas de violencia escolar y


dificultades resolver conflictos, en el que los docentes no cuentan con las
herramientas idóneas para atenderlos de manera adecuada, el concepto de
liderazgo pedagógico, requiere necesariamente considerar una segunda
dimensión de sustento: competencias para trabajar y/o desarrollar
relaciones interpersonales armoniosas con los estudiantes ajustado a
derecho.

En la investigación desarrollada el año 2012 por el autor de este


capítulo, en torno a los conflictos entre docentes y estudiantes de 4°año de
enseñanza básica del sector municipal en la comuna de Quilpué, se indagó
entre otras categorías, la relación docente alumno entorno al reconocimiento de
aspectos positivos de sus profesores y trato recibido. Del análisis de la
información obtenida, se logró desprender que los alumnos ven en sus
profesores/as un adulto significativo y que el trato que les otorga, es
fundamental para el establecimiento de las relaciones positivas entre ambos,
hecho que desde los estudiantes, demanda la generación de vínculos de
respeto y afectividad que confiere un estilo particular a la escuela, aula y
especialmente a las percepciones que se configuran entorno los estudiantes.
En relación a los aspectos positivos, los alumnos reconocen (y demandan) en
los profesores, cualidades tales como, simpatía, sentido de humor, buen trato y
capacidad para enseñar y explicar las materias que trabajan en clase.

Dichas características, conllevan necesariamente percibir el liderazgo


pedagógico, desde una perspectiva más integral, en el que al ámbito de la
convivencia escolar, cobra especial relevancia en el entendido que aquella se
define como “la coexistencia pacífica de los miembros de la comunidad
educativa, que supone una interrelación positiva entre ellos y permite el
adecuado cumplimiento de los objetivos educativos en un clima que propicia el
desarrollo integral de los estudiantes”(Ley General de Educación, Art.16 A), y
que en virtud de dicha definición, se desprende que este liderazgo es un factor
facilitador de la generación climas nutritivos en el contexto escolar, lo que se ve
reforzado por el Marco de la Buena Enseñanza (2008) cuando en el dominio b,
plantea la creación de un ambiente propicio para el aprendizaje, como pilar del
buen ejercicio docente, cuyos criterios define como clima de aceptación,
solidaridad, equidad y respeto; altas expectativas en los aprendizajes de los
alumnos; establecimiento de normas y organización de espacio y recursos.

En tales consideraciones y dado que el ámbito de la convivencia escolar,


se compone de diversos factores, para efecto de este análisis se considerarán
solamente los componentes; interrelación docente- alumno; enfoque
pedagógico y normativa educacional, elementos los que contribuyen
concretamente a considerar el liderazgo pedagógico desde un enfoque más
integral y pertinente a las demandas del actual sistema educacional y que
desde la práctica, permiten avanzar:

Desde A

Liderazgo pedagógico Liderazgo pedagógico


vertical horizontal

Centrado en el Centrado en la formación


conocimiento formal integral

Distanciamiento de la Utilización de norma como


normas herramienta pedagógica
I. Interacción docente alumnos: desde la mirada ellos (aprendiz) y
yo (maestro) al NOSOTROS

Un primer elemento a considerar en el desafío de reconocer el liderazgo


pedagógico, dice relación a la lógica de “lo común sobre lo individual”, que
busca instalar y posicionar la figura del docente, como un sujeto que construye
su liderazgo en base a la construcción de procesos educativos con otros
(estudiantes) como sujetos activos de la generación de aprendizaje, función
que implica avanzar en los paradigmas tradicionales de “experto” en la
generación del conocimiento (liderazgo pedagógico vertical), al reconocimiento
de un contexto en el que el aprendizaje no solamente recae en la realización de
clases unidireccionales, si no en la construcción de aprendizajes colectivos y
recíprocos (liderazgo pedagógico vertical).

Lo anterior, se debe a que la escuela es entendida como institución


social que atañe a docentes y alumnos en un espacio en común, el cual
entreteje un escenario caracterizado por conductas, rutinas y jerarquización,
así como también situaciones particularidades e incertidumbres, sustentadas
en símbolos y normas que determinan roles, derechos, prácticas, procesos y
deberes para cada uno de estos sus actores. En este sentido, la relación
docente – alumno, en tiempos post modernos donde lo cibernético, las redes
sociales y las sub-culturas que se instalan a propósito de la globalización,
demandan replantear la lógica funcional-estructuralista, en el que un profesor
(adulto) impone obligaciones académicas, sanciona y evalúa como
representante legitimado del orden social y eficacia del entorno escolar, y a
través de lo cual “se generan prácticas de control de tiempo, uso de espacios,
reglamentos, estrategias diversas para enfrenar situaciones diversas” (Llaña,
2009; 45), a una lógica donde el alumno y el docente conviven de forma
armónica y se transforman en sujetos activos de la generación de aprendizaje y
desarrollo mutuo, cuya intención es la formación integral del estudiante en un
contexto con otros.

Lo complejo de este desafío, radica entre otros posibles factores, en uno


que sitúa al docente en la permanente disyuntiva de trabajar en la tensión de
lidiar entre lo ideal con la realidad de vincularse a estudiantes que han sido
socializados en contextos que difieren de la figura de alumno/a deseable, por
cuanto demuestran conductas que requieren replantearse diariamente el cómo
convivir con ellos, en el marco de la búsqueda de respeto y tolerancia, situación
que desde los alumnos también se convierte en un desafío cuando tienen que
asistir a clases que les genera aburrimiento y desmotivación.

Amidon y Hunter, (1966) señalan que el proceso de enseñanza es ante


todo, el diálogo que se origina entre estudiantes y maestros, planteamiento que
se reconoce igualmente en Paulo Freire, al sostener que en el marco la
interacción comunicacional, se generan condiciones para que el ser humano
pueda transformar su entorno y por lo tanto, desde esta premisa las
interrelaciones entre docente y estudiante, demanda el establecimiento de una
relación bidireccional que considera una participación conjunta y una
implicancia activa de ambos actores en el proceso de aprendizaje, desde una
influencia mutua y simultánea, basada no sólo en “una respuesta a” sino
también en “una anticipación de”, lo cual se sustenta en procesos afectivos,
comunicacionales, cognitivos, culturales y normativos, que se dan entorno a
una construcción y deconstrucción cíclica, de la vinculación profesor-alumno.

Este escenario, demanda en el líder pedagógico ser consciente del uso


del lenguaje como instrumento de creación (habilidad social), así como también
tener la capacidad para generar ambientes participativos, como condición clave
en la formación del estudiante y a través de su uso y co-construcción, cimentar
una la interrelación con sus alumnos, en base a valores compartidos y respeto
mutuo.

Lo anterior implica reconocer que la interrelación profesor/a-alumno/a, es


la pieza clave en todo proceso educativo, en tanto, involucra espacios de
mediación en la relación interpersonal, el aprendizaje y desarrollo humano
(Pozo; 2003, Bruner ; 1991, Vygotsky; 1998), por cuanto, “para lograr la buena
enseñanza, los docentes se involucran como personas en la tarea, con todas
sus capacidades y sus valores. De otra manera, no lograrían la interrelación
empática con sus alumnos, que hace insustituible la tarea docente” (MINEDUC;
2003: 7).

Desde esta perspectiva, resulta clave destacar lo señalado por Juan


Casasús, en cuanto a que “la educación y los aprendizajes, son
fundamentalmente el resultado de la interacción entre profesores y alumnos. Es
decir, los aprendizajes ocurren donde ocurre la acción y en las condiciones
cognitivas y emocionales que afectan esa interacción. Si se quiere mejorar los
aprendizajes, hay que basarse en los conocimientos y los compromisos,
motivaciones e intereses de los profesores y de los alumnos en interacción”
(Casasús J; 2010: 9).

Finalmente y en cuanto a este primer factor, resulta conveniente tener


presente que el líder pedagógico debe siempre actuar en consideración a un
contexto diverso y que instala el desafío de afrontar el conflicto como variable
permanente e inherente de las relaciones humanas (Díaz, 2013), lo cual
requiere percibirlos desde un punto de vista neutral y natural, debiendo para
ello tener las herramientas y habilidades necesaria para afrontarlos como una
oportunidad de mejora y aprendizaje en su quehacer profesional.

En virtud de lo anterior, es necesario considerar que los tiempos actuales,


demandan a las docentes capacidades que van las más allá de impartir una
disciplina, por cuanto se interrelacionan con estudiantes, que cargan con
culturas proveniente de sus contextos familiares, pares o de sus barrios
(normas difusas, supervivencia, ley del más fuerte, etc) , que muchas veces no
encajan en la lógica de escuela (estructura, jerarquía, disciplina, etc) y
requieren necesariamente reconfigurar y/o replantear el desafío de como
interactuar para lograr los objetivos de aprendizaje. Este contexto, requieren
que junto con el desarrollo de una disciplina, se generen condición de aprender
a convivir en un marco de respeto, tolerancia y solidaridad, por cuanto la
escuela se debe entender como un espacio multisimbólico y heterogéneo en
escencia, donde se aprende y demanda permanentemente el desarrollo de
estrategias para resolver diferencias entre alumnos y profesores, a través de la
mediación, arbitraje pedagógico, negociación o técnica de formación
conductual que pueden variar dependiendo del enfoque que a estas
caractericen.

El desafío que surge entonces para todos los docentes que diariamente
deben liderar y relacionarse con los alumnos, es enseñar no solamente
conocer una disciplina, si no también desarrollar competencias en el plano
interrelacional, comunicacional y formación valórica (Bravo y Pereira, 2013).

II. Enfoque Formativo: El objetivo de docente es la formación del


estudiante como un sujeto integral, que aprender permanentemente

Se podría suponer que lo esencial en la labor de todo docente, es siempre


la formación de los estudiantes, lo cual implica uno de los desafíos más
relevantes a nivel social y una tremenda responsabilidad de los líderes
educacionales que continuamente trabajan en torno a esta tarea.

Lo anterior, requiere reflexionar sobre cómo se desarrolla o se espera que


sea la labor de un líder pedagógico, tanto en el aula como fuera de esta,
cuestión que innegablemente implica tener presente variables como tiempo,
instrucción, manejo grupal, tipo de metodologías de enseñanza, conocimiento,
funciones, etc., elementos que hacen compleja la búsqueda de una respuesta
que sea pertinente a cada realidad escolar. No obstante aquello, lo que si hoy
en día cobra sentido, es la lógica del enfoque formativo y su asociación al
quehacer pedagógico, que complementa la lógica de clase frontal
(Schiefelbein, 2008) con a una interaccional, así como también mejor gestión
en el uso del tiempo disponible en la escuela (Eyzaguirre, 2008) y naturalmente
considerar las lógicas sobre las cuales se perciben los conflictos y como estos
son resueltos por los docentes y estudiantes.

Desde este punto de vista, si la razón de ser del líder pedagógico son los
alumnos, el enfoque formativo es sin duda una perspectiva central en la
pedagogía, lo cual queda manifestado en relevancia que la Política de
Convivencia Escolar le concibe, al entenderlo como un proceso de enseñanza
aprendizaje continuo, permanente y participativo, que busca desarrollar
armónicamente todas las dimensiones del ser humano (ética, espiritual,
intelectual, afectiva, estética y física) y que por su característica requiere que
las y los profesores enfaticen enseñar y aprender con sus alumnos
conocimientos, habilidades y valores que permiten poner en práctica la
interacción armónica, tolerancia e inclusión.

El desafío que hoy se instala y que frecuentemente deben lidiar los lideres
pedagógicos, es la relación de violencia-resolución, ya que el impacto que tiene
la violencia en la escuela, que sigilosamente se ha instalado e inclusive
naturalizado en los espacios educativos, requiere reflexionar sobre cómo
abordarla y convertir aquellos hechos que perturban la convivencia, en una
oportunidad para desarrollar, fortalecer o reconfigurar prácticas y acciones
pedagógicas que denoten ante todo la prioridad del aprendizaje, sobre la
sanción.

En el enfoque formativo, el centro de la acción pedagógica es la dimensión


humana y social, en el cual la premisa es que las personas tienen
permanentemente la capacidad de aprender y mejorar, a través de la
articulación de las experiencias y conocimientos provenientes de las disciplinas
de estudio establecidas en el curriculum, con el conocimiento experiencial del
estudiante, para de esta forma impactar y dejar aprendizajes significativos que
perduran a lo largo de existencia de las personas. Lo anterior, cobra sentido
cuando los docentes tienen que tomar decisiones respecto a situaciones
conflictivas que son un oportunidad de aprendizaje para el estudiantes y que al
momento de tomar una decisión, deben considerar las demandas
socioculturales de “sanciones ejemplificadoras punitivas” o tener la convicción
de abordarlo desde lo formativo cuyo objetivo es el aprendizaje.

Es, en razón de esta y otras tensiones con que frecuentemente deben


lidiar los docentes, que surge la interrogante de ¿cómo aplicar el enfoque
formativo en el quehacer pedagógico?

Dicho cuestionamiento, que innegablemente no tiene respuestas aun del


todo desarrolladas y consensuadas desde las investigaciones, en una
consideración lógica, debiese en primer lugar considerar la posibilidad cierta de
analizar el quehacer profesional en cuanto tipo de relación, lenguaje,
estructuras, normas y objetivos propuestos por los docentes, para luego
generar condiciones necesaria que le permitan a éste, actuar convencido que
todo niño, niña o adolescente (y también el mismo como líder pedagógico), es
un individuo que se autoconstruye y construye con otros en todo momento , por
lo tanto, toda acción, palabra o gesto que realice un docente, tiene impacto en
la formación de sus alumnos y sí mismo, pudiendo generar cambios inclusive a
aquello que considera indeseable (Caldero, y Bustos, 2014)
Como elemento a favor del enfoque formativo, se debe señalar que este
contiene una dimensión preventiva, expresada en el desarrollo de
conocimientos, habilidades y actitudes que permiten formar personas
autónomas, capaces de tomar decisiones personales y de anticiparse a las
situaciones que amenazan o alteran el aprendizaje de la convivencia,
cautelando en todo momento el proceso formativo y las estrategias
pedagógicas (MINEDUC, 2013), lo que conlleva superar la noción de riesgo,
desde el limitar, informar o prohibir, a formar para actuar con anticipación.

III. La normativa al servicio de los docentes.

El ámbito legal que regula el sistema educacional, es para un importante


número de docentes, una dimensión desconocida y ajena a su quehacer
profesional cotidiano, pero también tremendamente relevante y sin duda, se
constituye en un mundo amplio que se debe descubrir, por su relevancia
innegable en los actuales tiempos, en tanto, desde el marco de convivencia
escolar en el que actúan los docentes, existen responsabilidades asociadas,
que requieren que todos los lideres pedagógicos conozcan y actúen
respetando la normativa vigente, por cuanto son los docentes quienes en
participación con los alumnos establecen normas que facilitan y regulan la
convivencia, contribuyendo a la creación de climas sociales nutritivos para el
buen trato (Aron y Machuca, 2007)

Uno de los fundamentos para hablar de la leyes asociadas a la


convivencia escolar y el quehacer del líder pedagógico, es justamente porque
el profesor y principalmente aquel que está dentro del aula, no ha tenido una
formación en lo que respecta al marco legal que regula la educación, en cuanto
a sus derechos, responsabilidades legales y menos aún en materia de
convivencia escolar.

Es por esta necesidad, que el líder pedagógico requiere en lo deseable,


tener un conocimiento básico y claro de cuáles son las leyes o decretos que
regulan la convivencia escolar y que rol o responsabilidad asume aquel frente a
las mismas, por cuanto muchas veces deben lidiar con hechos que requieren
tomar decisiones no solamente desde el enfoque pedagógico, sino también
porque tras aquellos sucesos, hay responsabilidades legales que implica tener
a lo menos el conocimiento mínimos de ciertos procesos, protocolos o acciones
a ejercer y que le permiten a los profesores, tener la convicción que actúa,
(junto con el criterio formativo) en base a un fundamento legal.

Desde esta perspectiva, la norma se convierte en una determinante que


a través de las distintas leyes y decretos, demandan a cada establecimiento
educacional y sus docentes, ser responsables de promover relaciones
armoniosas en el marco del respeto, tolerancia, cooperación y a su vez,
construir comunidades educativas con climas escolares positivos (Ley sobre
Violencia Escolar).

En virtud de lo anterior, se presenta un cuadro descriptivo de aquellas


materias, en las cuales se considera que los líderes pedagógicos tienen alguna
vinculación y de allí su necesidad de describirlas y asociarlas al quehacer
pedagógico.

Cuadro N°1: Normativa Educacional vinculada al ámbito de Convivencia


Escolar.

NORMATIVA INSTRUMENTOS VINCULACIÓN CON EL LÍDER


PEDAGÓGICO
Ley General de Establece que todo El proyecto Educativo Institucional,
Educación, N° establecimiento es el marco que orienta todos los
20.370/2009, Art. educacional debe procesos que ocurren en un
46 letra B y D tener un establecimiento educacional,
Decreto Fuerza Reglamento Interno clarificando las metas de
Ley N° 2 /1998 en lo referido a mejoramiento, para efecto de tomar
Ord. 476/2013 Convivencia Escolar decisiones pedagógicas y
y contar con un curriculares, en torno a objetivos
Proyecto Educativo compartidos1

El reglamento Interno es el
instrumento que regula las
relaciones entre los integrantes de
la comunidad educativa, el cual
precisa que medidas adoptar frente
a situaciones en las cuales se
vulnere o se destaque el
cumplimiento de una norma. Lo
anterior, implica que ante la
aplicación de alguna medida que
adopte un/a docente, estas siempre
deben estar estipuladas en dicho
reglamento y registradas en el libro
de clase.
Ley General de Determina que cada El Plan de Gestión de la
establecimiento convivencia escolar, es un
Educación N°
educacional cuente instrumento que permite ordenar y
20370/2009 y con: sistematizar todas las acciones que
Plan de Gestión de un establecimiento, sus docentes y
sus
la Convivencia asistentes de la educación, realizan
modificaciones Escolar. para promover el buen convivir en
Encargado de una comunidad escolar.
por la Ley N°
convivencia escolar. Este Plan en cuanto a su
20.536/2011 Comité de Sana construcción y ejecución es liderado
Convivencia por el Encargado de Convivencia

1
Ministerio de Educación (2012). Proyecto Educativo Institucional. Marco legal y estructura básica.
Sobre Violencia Escolar. Escolar, quien es el responsable de
Protocolos de la implementación de este
Escolar.
actuación en caso instrumento, el cual debe contener
de maltrato escolar. acciones de carácter formativo que
Políticas de implican acciones en el contexto
prevención. aula- escuela y comunidad.
Los protocolos de actuación, son
instrumentos que permiten al
docente saber qué acciones adoptar
ante situaciones de maltrato o
accidentes escolares, debiendo
guiarse por estos para no incurrir
en la improvisación y resguardar su
labor ante cualquier denuncia.
Ley Nº Regula la Los consejos escolares, son una
19.979/2004 de conformación del instancia de carácter pedagógico y
Jornada Escolar Consejo Escolar, el por esencia; participativos, en los
Completa Diurna cual se constituye cuales los lideres pedagógicos
(JEC). con representantes deben ante todo instalar la
Decreto de cada uno de los necesidad de ver el proceso de
N°24/2005 integrantes de la enseñanza –aprendizaje como eje
comunidad central que articule el resto de las
educativa acciones que surjan desde este
espacio. Es importante que las
materias que trate este consejo,
deben estar presente entre otras,
los logros de aprendizaje de los
alumnos e informes de visita de la
Superintendencia de Educación, así
como también, ser consultados por
el Proyecto Educativo Institucional,
gestión educativa anual, metas
institucionales y programa anual de
actividades.
Decreto Regulan con Estos decretos, fundamentan la
N°524/1990 confirmación de los conformación de los centros de
Decreto Centros de Alumnos alumnos y alumnas, siendo una
N°501/2006 de Establecimientos instancia fundamental para
Educacionales de promover desde el líder
Educación Básica, pedagógico, valores y fundamentos
en su segundo ciclo cívicos, que potencien la
y de Educación participación democrática de los
Media, reconocidos alumnos, a través de su propio
oficialmente por el estamento.
Ministerio de
Educación.
Ley Subvención Permite que cada El Plan de Mejoramiento Educativo
Escolar establecimiento (PME), es un instrumento que se
Preferencial cuente con una Plan construye en torno a las áreas de
(SEP) de Mejoramiento Gestión del Currículum, Liderazgo
N°20.248/2008 Educativo el que Escolar, Convivencia Escolar y
incluye un área Gestión de Recursos, basado en el
específica en “Modelo de Calidad de la Gestión
materia de Escolar”, en el cual los líderes
convivencia escolar) pedagógicos, no pueden quedar
excluidos de su construcción,
implementación y evaluación, ya
que su principal objetivo se
relaciona con el aprendizaje de los
alumnos.
Fuente: elaboración propia.

El conjunto de estas normas, presentadas en una síntesis muy


resumida, permite sostener que el líder pedagógico es un actor que se
configura como un referente en torno a lo técnico pedagógico y que además
actúa guiado por un marco legal, el cual requiere ser comprendido y aplicado,
por el carácter simbólico que representa su figura. Esta dualidad técnico –
normativa, se transforma en un desafío no menor, toda vez que se asocia a
competencias que se aplican en el marco de un contexto escolar, donde
cotidianamente se interrelaciona con otros y que supone analizar, como desde
la formación de pregrado y en el ejercicio profesional mismo, permite a los
docente desarrollar habilidades, destrezas y conocimientos en la comprensión
y aplicación de normas, que le sean pertinente a su quehacer práctico en
coherencia con sus objetivos pedagógicos.

Unos de los desafío frente a este último punto, tiene que ver con cómo
hacer de la normativa un elemento colaborativo, estratégico y pertinente a la
labor del líder pedagógico en su interacción con otros, para de esta forma
romper con aquellos paradigmas que asocian las leyes solamente al mundo
abogaril e instalarlo como una herramienta de trabajo diario, que se refleje en
un actuar correcto de los docentes frente a situaciones que afecten la sana
convivencia en las escuelas. Esto, conlleva necesariamente replantearse desde
el ámbito escolar, el sentido de la aplicación de la norma (por qué y para qué),
con tal de entenderla no como una herramienta de carácter punitivo carente de
toda lógica a través del “castigar por castiga”, si más bien con un carácter
formativo que permita generar cambios deseables y aprendizaje significativo
mediante la aplicación de medidas pedagógicas.

Conclusiones preliminares

A modo de poder sustentar algunas ideas básicas sobre los temas tratados,
se proponen algunas consideraciones que permiten sintetizar las principales
ideas de este capítulo y a su vez, señalan algunos temas que se ha de esperar
sirvan para el proceso reflexivo y analítico del liderazgo pedagógico:
1. El liderazgo pedagógico debe superar lo netamente “pedagógico”, por
cuanto requiere desarrollar competencias para trabajar en torno a la
convivencia escolar, dado que en la medida que se desarrollen ambientes
proclives para el aprendizaje, se darán las condiciones para el trabajo de
enseñanza-aprendizaje de la disciplina. Lo anterior, implica que los profesores,
tengan formación o puedan estar capacitados en materia de resolución de
conflictos, herramientas comunicacionales, manejo de violencia escolar y
conocimiento de la normativa educacional.

2. El liderazgo pedagógico como cualidad de los profesores/as, se


sustenta, entre otros posibles elementos, en la capacidad de relacionarse
armónicamente con otros, asociado fuertemente el uso lenguaje, por lo cual
este aspecto ha de relevarse en la búsqueda de una comprensión más
profunda del concepto y ejercicio de la profesión docente.

3. Finalmente, las leyes y normativa educacional, deben ser vista como un


insumo pedagógico y de gestión para los profesores, debiendo buscar el
sentido y finalidad de las mismas orientadas a la formación del estudiante y no
a la aplicación de aquellas centradas en un enfoque punitivo.

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