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Sí, la Madre más potente. Tú Madre de Dios eres más fuerte que todas las potencias
enemigas de Dios, que amenazan a nuestro mundo y a nuestro mismo país. Tú eres más
fuerte que las tentaciones y los asaltos que quieren arrancar a los hombres de Dios y de
sus mandamientos. Tú eres más fuerte que toda ambición egoísta y personalista, que
oscurece al hombre la visión de Dios y de su prójimo. Tú eres más fuerte porque has
creído, has esperado y has amado plenamente. Tú eres más fuerte porque has cumplido
totalmente la voluntad de Dios y has seguido el camino de tu Hijo obediente y fiel hasta
a cruz. Tú eres más fuerte porque participas con el cuerpo y con el alma en la victoria
pascual del Señor. En verdad Tú eres más fuerte, porque el Omnipotente ha hecho cosas
grandes en ti. El país y el príncipe y el pueblo se consagran a ti. Extiende tu manto, oh
Madre sobre todos nosotros.
Te lo pido fervientemente con todos los fieles: Virgen, Madre de Dios, haz que yo sea
todo tuyo. Tuyo en la vida, tuyo en la muerte, tuyo en el sufrimiento, en el miedo y en la
miseria; tuyo en la cruz y en el doloroso desconsuelo, tuyo en el tiempo y en la
eternidad. Virgen, Madre de mi Dios, haz que yo sea todo tuyo. Amén.
Preparación de la consagración:
Divino Corazón de Jesús, henos aquí postrados ante vuestra santa imagen,
con los sentimientos de la más profunda gratitud por todos vuestros
beneficios y del más ardiente amor por vuestra inefable bondad. Nosotros
os consagramos, oh divino rey, por medio del Corazón Inmaculado de
María y bajo el poderoso patrocinio de san José, toda nuestra familia. Sea
nuestro hogar como el de Nazaret, el asilo inviolable del honor, de la fe, de
la caridad, del trabajo, de la oración, del orden y de la paz doméstica. Sed
vos el modelo de nuestra conducta y el celoso protector de nuestros
intereses.
Nosotros os consagramos, oh divino Jesús, todas las pruebas, todas las
alegrías, todos los acontecimientos de nuestra vida de familia, y os
suplicamos que derraméis vuestras bendiciones sobre todos nuestros
miembros ausentes, presentes, vivos y difuntos. Los confiamos para
siempre a vuestro divino Corazón. Os rogamos también por todas las
familias del universo: proteged la cuna de los niños, la escuela de los
adolescentes y la vocación de los jóvenes; sed la fuerza de los débiles, el
sostén de los ancianos, el esposo de las viudas y el padre de los huérfanos;
velad con vuestro amor infinito la cabecera de los enfermos y de los
agonizantes. Pero sobre todo, oh Jesús, océano de misericordia y de amor,
os suplicamos que nos socorráis en el momento de la muerte; unidos
entonces más estrechamente que nunca a vuestro divino Corazón, sea El
nuestro asilo, nuestro refugio, nuestro lecho de reposo, y después de
dormirnos para siempre en vuestro seno bendito, oh Jesús, encontremos en
el Paraíso y en vuestro Sagrado Corazón, toda nuestra familia. Así sea.
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