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DIOS

en la poesía actual
Selección de poemas españoles
e hispanoamericanos

POR

ERNESTINA DE CHAMPOURCIN

SEGUNDA EDICIÓN REVISADA Y AUMENTADA

BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS


MADRID • MCMLXXII
ÍNDICE GENERAL

Págs.

NOTA EDITORIAL, xix

Introducción
Algunos comentarios en torno a este tema. 3
Nota a la segunda edición 27

E L MODERNISMO
Joan Maragall
Goigs a la Verge de Nuria 31
Cant espiritual 33
El mal cacador 34
Miguel de U n a m u n o
Hermosura 37
Salmo 1 39
Libértate, Señor 43
El Cristo de Velázquez (fragmentos) 46
La oración del ateo 49
Authadeia 49
A una pajarita de papel 50
R a m ó n del Valle-Inclán
Cantigas 51
Prosas de dos ermitaños 52
La trae un cuervo 53
La trae una paloma 54
Rubén Darío
Canto de esperanza 55
A Francisca 56
La Cartuja 56
A m a d o Ñervo
La hermana agua (fragmento) 59
© 1972. La Editorial Católica, S. A. Ofertorio 60
Mateo Inurria, 15. Madrid-16 El signo 61
¿Le buscas? Es que le tienes 61
Si amas a Dios 62
CON CENSURA ECLESIÁSTICA
¿Cómo es? 62
Depósito legal M 1)217-1972 Le tienes. 63
Impreso en España. Pritited in Spain Pastor 64
La oración 64
VI Índice general Índice general VII
'""j Págs. Págs.
Manuel Machado' ' - • -—•—— Caries Riba
Jesús del Gran Poder 64 Amor, adesiara sentó mon pensament 91
A Nuestra Señora de la Esperanza 65 Que jo no sigui mes 92
La saeta 65 Omne animal 93
Las Concepciones de Murillo 66
Joan Salvat Papasseit
Antonio Machado Nadal 93
Anoche cuando dormía 1. 67
Juana de Ibarbourou
Profesión de fe 68
La saeta 69 Amor divino 94
En tren 7o Ruta 95
Divino amor 95
R a m ó n Cabanillas Enríquez
Oración 71
GENERACIÓN DEL «27»
Paz 72
Silenzo 72 José Crecente Vega
Enrique Díez-Canedo Oración 95
1919 •. 73 Luis P i m e n t e l
Oración de los débiles al comenzar el año 74
O meu refuxio 96
Juan R a m ó n Jiménez Oración derradeira 96
Granados en cielo azul 77 Oración e gabanza dos nosos pes 98
Enfermo 78 Oración al terminar mi iglesia 98
Lo que vos queráis, Señor 78 Oración para que no se muera un pájaro 99
Amaneceres 79 Oración al poeta muerto 99
La transparencia, Dios, la transparencia 79 Oración del comisionista 99
Dios deseado y deseante 80 Jorge Guillen
Esa órbita abierta 81
Viernes Santo 103
Josep Carner Sábado de Gloria 104
Preservació 82 Una exposición (San Francisco) 105
Nabí 82
César Vallejo
Josep María López Picó Los heraldos negros 109
Entre la mort i Déu 85 La de a mil 110
La vida en dos camins 86 El pan nuestro 110
Espergesia 111
Gabriela Mistral
Juan de Contreras y López de Ayala
Credo 87
Nocturno 88 ¿Quién recuerda el aroma de las flores ? 112
Interrogaciones 89 Sonetos 113
Josep Massó i Ventos José Bergamín
L'oració del pa 90 Sonetos a Cristo 114
VIII índice general índice general ix
Págs. Págs.
Gerardo Diego
Emilio Prados
Creer 116
Adoración al Santísimo Sacramento 117 Sangre de Abel (fragmentos) 155
Salmo de la transfiguración 120 Nostalgia de la uva 157
Marta y María 123 Abril de Dios 158
Juan José Domenchina 124 Canción 160
Memorias sin presencias (meditaciones) 116
Félix García
Carlos Pellicer
Mal de ausencia 125
. La Samaritana 125 En medio de la dicha 162
La tarde se ha desangrado 126 Sonetos de esperanza 164
A la Virgen de la Soledad 165
José María Pemán
Vicente Aleixandre
Canto a la Eucaristía 127
Dialoguillo y cantar de las bodas místicas 131 Al cielo 166
Oración a la luz 13 2 No basta 167

Federico García Lorca Ángel Martínez


Pero escondido 170
Paso 133
Cayendo en tu presencia 170
Saeta !33
Ser más 171
Madrugada 134
Por la iluminación de aquel instante 171
Oda al Santísimo Sacramento del altar 134
Gozos de presencia 172
Mundo 135
Coloquio en voz de canto y llanto 173
Romaxe de Nosa Señora da Barca 136
Francisco Luis Bernárdez
Dámaso Alonso
Estampa de San Juan de la Cruz 175
A la Virgen María 137 Poema del Pan eucarístico 176
Las alas 14 o Soneto a la Natividad de la Santísima Virgen 178
Sonetos sobre la libertad humana 145 Palabras a una cruz de palo 179
Concha Méndez José Gorostiza
¿Hacia qué cielo, niño? 146 La luz sumisa 180
Fue 147 Muerte sin fin (fragmento) 181
Juan José Domenchina Pedro Garfias
T e busco desde siempre 148 Motivos del mar 184
Estás solo, sin Dios 149 Oye al árbol 184
La vida, que se nos va 149 Primavera en Eaton Hastings 185
Sonetos 15°
Aquí tienes la vida 1S1 Alvaro de las Casas
La tarde iS1 Salaio 186
Oración 1S 2
Dolor humano IS3 Rafael Alberti
Yo sé que tu silencio 153 A la pintura 187
T e devuelvo mi voz 154 Basílica de San Pedro 190
Los labios tiemblan 154 Entro, Señor, en tus iglesias 190
x índice general Índice general XI
Pdgs. Pdgs.
Luis Cernuda José Filgueira Valverde
La visita de Dios 191 Da seguida dos anxos 219
Atardecer en la catedral 193 Cápela viva 220
Angela Figuera Aymerich Carmen Conde
El barro humilde 195 Arrebato 221
Destino ' 197 Nostalgia de mujer 222
Unidad 199 Plegaria 223
Dios y mar ... . . 224
Cristina de Arteaga Ya a los pies de Jesús 224
Coronas 200
Bartolomé Mostaza Rodríguez
Amor contra amor 201
Entrega total 201 Acaecer 225
Entrar en el silencio 226
Cipriano Torre Enciso ¿Hasta cuándo, hasta dónde? 227
Miña campia 202 Nuestro vértice 228
San Xosé foi carpinteiío 203
¡Meu Manoeliño! 204
GENERACIÓN DE LA POSGUERRA

Antonio Oliver Bel más Agustí Bartra


La paz íntima 205 El nou día 229
Misa en el mar 205
Del nacer y el morii (casi ovillejos) 206 Octavi Saltor
Del buen arder 207
Pentecostés 231
Súplica 207
Leopoldo Panero
Sebastiá Sánchez Juan
Invocación 235
Nadal 208 Escrito a cada instante 236
Plenitud de Nadal 208 El templo vacío 236
Camins 209 T ú que andas sobre la nieve 237
Como la hierba 239
Ernestina de Champourcin
Guillermo Díaz-Plaja
Décima 210
Hora santa 210 Vencedor de mi muerte 240
El nombre que me diste 212 Magníficat 241
Emaús , 212 Las nochebuenas de la tierra 244
Y te quise traer 213
Poemas del ser y del estar 214 Aquilino Iglesia Alvariño
Lugares del encuentro 215 Oración do sapo 245
Panxoliña 246
Manuel Altolaguirre
Miguel Hernández
Centro del alma 216
Soneto a un cántico espiritual 217 Eclipse celestial 247
Escribir es nacer 218 La morada amarilla 248
Eternidad 218 El silbo del dale 250
XII Índice general índice general xm
Págs. Págs.
Luis Rosales
Misericordia 251 Poema IV 274
De cómo fue gozoso el nacimiento de Dios Nuestro Poema LXXXIX 275
Señor 255 Alfonsa de la Torre
De cuan graciosa y apacible era la belleza de la Vir-
gen 255 Defensa de las virtudes 275
De cómo vino al mundo la oración 256 Himnodia de las espigas 278

Concha Urquiza Manuel Casado Nieto


U n soñar con el pálido ramaje 256 I afinal todo amor 280
Dicha 257 A noite 280

Rafael de Balbín Lucas R a m ó n de Garciasol


Canto a la tierra 258 Mala lluvia 281
Con la tarde que huye 258 Hombre en soledad 282

José Camón Aznar Bartomeu Rosselló-Porcél


El Greco 259 Brollador 285
Deseos enormes 260
En la Eucaristía 260 Concha Zardoya
La hermosura sencilla 286
Juan Bautista Bertrán Subida a la montaña 287
Oración desde una azotea ciudadana 261 ¡Más alto! 289
Oración de una tarde de otoño 262 Aquel secreto valle 290
Bendición nupcial 262
José García Nieto
Concha Lagos Gracias, Señor 291
Duda y desolación con Dios al fondo 263 El Hacedor 292
Oración 264 La red 293
Como pan cotidiano 264
Caita a lo azul 265 Gerardo Rosales
Dale oficio a mis manos 266 Búsqueda 294
Noche sombría 295
Enrique Azcoaga Aceptación 296
De un muerto puesto a prueba soy testigo 267
Celso Emilio Ferreiro
El rumor 267
Oración polos parvos 297
Dionisio Ridruejo
. Confesión 269 José María Díaz Castro
Nocturno 270 Transfiguración 299
Cristo Crucificado 271 O verme y a estrela 299

D u l c e María Loynaz Blas de Otero


La oración del alba 271 Hombre 300
Señor que lo quisiste. ,,. 273 Estos sonetos . 300
xiv índice general Índice general XV
Págs. Págs.

Salmo por el hombre de hoy 301 Soneto sombrío 327


Serena verdad 301 El sueño del carpintero 327
El clavo 328
Francisco Giner de los Ríos
Nueva primavera 303 R a m ó n González Alegre
Los romances de San Ángel 304 A eirexa 329
Pura Vázquez O reloxio de Dios 329
Dios 307 Faustino Rey R o m e r o
Prisión total 307
Nostalgia de Dios 308 María-Eucaristía 33°
Distante plenitud 309 O merlo que cantou a eternidá a San Ero de Armen-
Noite 310 teira 33°

Vicente Gaos José Hierro


Atardecer 311 Oración primera 33 1
Dios mío 312 Viento de invierno 332
Ómnibus vitae 313 Yepes cock-tail (fragmento) 333
Más que eterno 315 La sombra 334
Mi creación 315 Las nubes 335
Alucinación en Salamanca 335
José Luis Hidalgo
Muerto en el aire 316 Carlos Bousoño
Esta noche 317 Salmo desesperado 339
Amanecer 317 Dios sobre España 34°
Mano de Dios 318 La luz de Dios 34°
T e busco 318
Decidme 34 1
Dios en la piedra 319 Oda en la ceniza 343
Rafael Morales Cuestiones humanas acerca del ojo de la aguja 345
Los ateos 320 Bartolomé Lloréns
Invocación al Señor 321
Los niños muertos 321 Amor de la tierra 34&
Pecado y resurrección 347
Gloria Fuertes Amor de Dios 347
Noche 348
Oración 322
Presencia del Señor 348
Otros pobres 323
Tracoma por el alma 323 Guadalupe A m o r
Vamos a ver 324
El poeta 324 Décimas 349

Bernardo Casanueva Clara Silva


Creación 325 Despiértate, Señor 3 51
La fuente de tres caños 326 T e pregunto, Señor 35 1
Soneto sediento 326 Las bodas • 352
XVI Índice general índice general xvil
Págs. Págs.
Ernesto Cardenal Antonio Murciano
Como en la rueda de un alfarero 353 Nochebuena del astronauta 382
No se ensoberbece, Señor, mi corazón 358 A solas con mi alma 383
El cosmos es su santuario 358 Villancico triste por lo que ocurrió aquella noche. . . 384
José María Valverde Carlos Murciano
Salmo inicial 359 Todavía 385
Oración por las rosas 360 8 de diciembre 385
Oración por nosotros los poetas 360 22 de marzo 386
Salmo de la mano de Dios 362 La puerta 387
Hablando claro 387
Luis Jiménez Martos
Dios encontrado 388
Dos sonetos esenciales 363
Plegaria donde se pide tiempo libre 364 Antonio y Carlos Murciano

Emilio del Río Corpus Christi 390

Secuencia del laurel 365 Nicolás Ormaetxea («Orixe»)


Centauro 366 Miramar 1954 392
El juego 366 Jainkoagan bat 394
Una cárcel y un ciervo 367
Jaime de Kerexeta
Blai Bonet
Biotza Jaunagan 398
Déu company 368
Juan María Lekuona
José Luis Martín Descalzo
Jainkoa il da 400
Sonetos del alba 369
Xabier Azurmendi
Manuel María Teijeiro Txistu balasta 408
Percurei e chamei o Señor cando me oUei magoado.. 370
Maiteminduen 410
E liberou ó probé da probeza 371
Porque van é a salvación que ven do home 372 Joxe Azurmendi
Deus, botáchenos e desfixéchenos 372
Otoitza 412
Pilar Paz Pasamar Berbizkunde 418
El reclinatorio 373
Mundo nuevo 374
Los que no te conocen 375
A un crucifijo de hierro forjado 375
Violencia inútil 376

María Elvira Lacaci


La cuchilla 377
En el jardincillo 378
Dios soñado 380
Las cosas viejas 381
NOTA EDITORIAL

D A R Á responder a la excelente acogida que el pú-


*• blico ha dispensado a este volumen, la B A C
ha querido que la segunda edición se ajuste al doble
criterio de ampliación sensible y de idéntica de-
puración en calidad.
Al criterio ampliatorio obedece la presencia de
una selecta representación de todas las lenguas
de España. Se ha aumentado el número de poetas
de habla castellana y también se ha visto incremen-
tado el número de poemas de algunos autores que
aparecían ya en la primera edición.
Pero además—y éste es el enriquecimiento más
importante de la obra—surgen en este volumen la
claridad cadenciosa y mediterránea de la lengua
catalana, la eufonía ancestral y dinámica de la poe-
sía vasca moderna y la dulzura, transida de sauda-
de, del habla gallega. También ha visto acrecido
su caudal la nutrida representación de la poesía
hispanoamericana.
La autora de este volumen, ERNESTINA DE CHAM-
POURCIN, ha mantenido, en cuanto a la incorpora-
ción de todas estas novedades, el criterio selectivo
del máximo nivel poético.
Debemos agradecer las colaboraciones que han
permitido la evidente mejora de esta nueva edición.
A don Ramón Xirau, por la ayuda prestada en la
selección de poesía catalana; a don José Filgueira
Valverde, por el trabajo realizado para la antología
de la poesía gallega, y a don Luis Castresana y al
padre Joseba Intxausti, por la selección que nos han
hecho de la poesía vasca y las magníficas traduccio-
nes que nos han proporcionado.
Esperamos q u e esta segunda edición consolide el
favor del público y contribuya a subrayar el testimo-
nio de lo divino dado por este coro impresionante
de poetas de España y de Hispanoamérica.
DIOS EN LA POESÍA ACTUAL
\
INTRODUCCIÓN

Algunos comentarios en torno a este tema

Esta antología no se ha propuesto ofrecer a los lecto-


res un panorama completo de la literatura de tema reli-
gioso en lengua española, tema en realidad inagotable.
Me he limitado a seleccionar, partiendo del modernis-
mo, aquellos autores y aquellos poemas que me parecen
más sintomáticos de la inquietud espiritual—siempre
latente en nuestra poesía y especialmente agudizada en
este final de siglo—. Tampoco he querido limitarme a
una sola generación o a una sola tendencia, cosa muy
frecuente en las antologías de hoy.
Quizá haya algunos críticos e historiadores de la li-
teratura que opinen que Rubén y Machado, por ejem-
plo, y Gloria Fuertes o Elvira Lacaci, representan dos
polos de una oposición demasiado estridente.
Pero he preferido correr este riesgo al contrario,
e incluso sacrificar a algunos magníficos poetas de cada
generación y cada grupo, ya que las normas tan estric-
tas de espacio impuestas por los editores no me per-
miten, como yo quisiera, dedicar a este empeño dos o
tres volúmenes de unas quinientas páginas cada uno...
Por este motivo empiezo rogando a todos los poetas de
habla española que se sientan con sobra de razones
para figurar en este florilegio, que no me culpen si no
encuentran su nombre en él.
He aceptado el honroso encargo de la BAC conscien-
te de los escollos que todo antologo que se respeta en-
cuentra al adentrarse en el proceloso mar de la poesía.
Díganlo, si no, algunos de mis más ilustres antecesores
cuyos nombres no cito porque están en la mente de
todos.
Mi caso es doblemente espinoso, porque aquí, ade-
más de poesía, se trata también de Dios. «Dios en la
4 Introducción Introducción 5
poesía», con la poesía, por la poesía... y sobre la poesía... Esto no significa, ni mucho menos, que los haya ex-
El tema no es nuevo, aunque sí lo sea, tal vez, la pro- cluido al hacer esta selección. Considero que están bien
blemática en la que se ha desarrollado en estos últimos representados, pero, sin embargo, he hecho mayor hin-
tiempos. La poesía, desde sus primeros balbuceos en capié en la generación del «27» por juzgar menos cono-
las civilizaciones más primitivas, se ha ocupado siem- cidas sus obras de inspiración religiosa, como sucede,
pre de la divinidad, fuera cual fuese su forma, o su por ejemplo, con Emilio Prados, Altolaguirre y el mis-
nombre: Osiris, Viracocha, Quetzalcoatl, Odin o Frida. mo Alberti, aunque sus últimas composiciones de este
Los primeros poetas del mundo, si no cantaban las género sean más bien irónicas o negativas. Pero en casi
hazañas de sus héroes, ensalzaban a sus dioses o com- todos ellos la inquietud está ahí, palpable o latente, y
ponían himnos litúrgicos para sus ritos y ceremonias. no puede pasarse por alto.
El advenimiento del cristianismo con su Dios único, La prueba de que no se trata de algo ligero, trivial,
en vez de cegar aquella antigua fuente de inspiración, sin trascendencia, reside en que muchos líricos, incluso
irradió en torno suyo una luz tan pura y radiante que algunos no creyentes, escépticos o ateos, dejan asomar
hizo brotar una poesía extraordinaria por su abundan- de vez en cuando en sus obras, en forma más o menos
cia y su calidad. Por lo tanto, este elemento religioso, velada o vergonzante, la idea de eternidad, de perma-
bien sea plegaria, alabanza o simple manifestación de nencia del espíritu, de esencia divina. Los poetas pri-
amor, no es un ingrediente nuevo que haya surgido por mitivos no reprimían su inspiración instintiva—no se
generación espontánea en la poesía de lengua española. habían inventado aún los traumas y los complejos—y
el sentimiento de lo sagrado; el temor y el amor hacia
Como tantas otras cosas que se nos quiere presentar
lo absoluto, bien pronto presentido, se expresaban sin
con categoría de invento o hallazgo, se trata de un as-
trabas en sus obras.
pecto tradicional de nuestra lírica con valiosos antece-
dentes y ya, a estas alturas, con solera propia. De Rubén Darío a los poetas de la Antología de Poe-
No es mi intención clasificar ahora—como han inten- sía Religiosa de Leopoldo de Luis—y cito este ejem-
tado otros antólogos—el tipo de poema que integra esta plo porque es la más reciente sobre este tema que yo
antología. ¿Poesía religiosa porque se reduce a nom- conozco—, el camino es largo y se bifurca en infinidad
brar a Dios, a describir alguna piadosa ceremonia, a de senderos y atajos.
invocarlo por obligatoriedad devota? No se trata de eso. El gran poeta nicaragüense nos da su Canto de espe-
Pero tampoco, de ninguna manera, de eludir todo lo ranza, que, sin prescindir de la típica elocuencia rube-
que sea únicamente poesía de amor divino, impulso niana, es un acto de fe y una vehemente plegaria por
desinteresado hacia la Perfección y la Belleza. Ni so- la paz. Y esta fe asoma de nuevo en el tierno poema a
bre todo de componer un florilegio de poetas contesta- Francisca, tan falto de retórica, y en la breve composi-
ción titulada Spes, que reproducimos aquí:
tarios, como si hoy la única forma válida de invocar a
Dios fuera protestando por algo. La inconformidad nos
Jesús, incomparable perdonador de injurias,
interesa, claro, como característica esencial de nuestro oye: sembrador de trigo, dame el tierno
tiempo; pero los poetas que cultivan esa vena, que nos pan de tus hostias; dame contra el sañudo infierno,
ha dado y seguirá sin duda dándonos maravillosos arran- una gracia lustral de iras y lujurias.
ques líricos, son objeto de una predilección casi gene- Dime que este espantoso horror de la agonía
que me obsede, es no más de mi culpa nefanda;
ral y tienden a cerrar el círculo, como si ellos tuvieran que al morir hallaré la luz de un nuevo día,
el monopolio de Dios como objeto de poesía. y que entonces oiré mi «Levántate y anda».
6 Introducción Introducción 7
El valor estético de estos versos puede discutirse, Estos nombres, bien conocidos—Unamuno (aunque
pero no el sentimiento que los inspira. En cambio, en los admiradores de su poesía son pocos y de fecha más
el Canto de Esperanza e incluso en el demasiado reciente), Rubén, Enrique Díez-Canedo, Amado Ñer-
conocido poema A Roosevelt, su ímpetu casi épico no vo, los Machado, Juan Ramón, León Felipe, que no
le impide entreverar en él su preocupación cristiana. pueden ser considerados como grupo dadas sus fuer-
Por eso, tras la amplia muestra de la poesía unamu- tes e inconfundibles personalidades—, abren la antolo-
niana con su fe agónica y a la vez contemplativa: gía, cada uno con su propia expresión de la divinidad
y su modo peculiarísimo de creer, dudar, suplicar y
Con la ciudad enfrente me hallo solo también imprecar, ¿por qué no? Si nuestro Juan de la
y Dios entero Cruz ha dicho que «La fe es un hábito del alma, cierto
respira entre ella y yo su gloria. y oscuro», es lógico que esa oscuridad que a veces in-
A la gloria de Dios se alzan las torres, vade las almas produzca en ocasiones protestas y tam-
a su gloria los álamos... bién afirmaciones casi negativas.
Nada deseo, # # #
mi voluntad descansa,
mi voluntad reclina Y aquí voy a permitirme un paréntesis para hablar
de Dios en el regazo su cabeza de León Felipe, de este querido León Felipe Camino,
y duerme y sueña... originalísimo poeta, con su existencia errante, y esa
obra vehemente, de carácter único, oscilando con fre-
incluyo a Rubén en el lugar que le corresponde por cuencia entre dos polos. Porque todo León se encuen-
orden cronológico, como hago después con otros insus- tra ya condensado en su primer libro Versos y oraciones
tituibles poetas de la América hispana. Su presencia, a del caminante, cuyo acento puede decirse que abre y
la que tienen derecho por su espléndida obra y porque cierra su devenir lírico. Nada tan impresionante como
escriben la palabra Dios en español, como reitera Dá- oírle declamar en el Ateneo de Madrid aquellos versos
maso Alonso en un magnífico soneto, será una prueba que no se parecían a nada y que él sabía recitar como
más de la universalidad irrefutable del tema que nor- ningún otro poeta:
ma el criterio por el cual se ha guiado esta selección. Nadie fue ayer, ,
El volumen se ha dividido en tres partes para evitar ni va hoy,
en cierto modo la fatiga del lector ante una continuidad ni irá mañana '"-"•'
'. •' • hacia Dios ?, •
sin fronteras, y asimismo para proporcionarle una es- por este mismo camino ...:,•
pecie de hitos que le orienten por los caminos de unas que yo voy;
poesías tan distantes y diferentes unas de otras por la para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
época y el acento. En la parte que titulo «Modernismo» Y un camino virgen Dios.
van los poetas a quienes los de la generación siguiente
dieron con respeto el título de maestros, aun cuando, Nacido en 1884 en Tábara (Zamora) y muerto en
llegada la madurez-—esa madurez implacable del líri- México en 1968, León Felipe es en el panorama de la
co—, algunos se lo hayan retirado, al menos momen- poesía en lengua española un caso aparte. Desde el vo-
táneamente. lumen que incluye el poema que acabamos de citar
(1920) hasta su muerte, su obra es un largo, ininterrum-
8 Introducción Introducción 9
p i d o clamor. U n sublevarse contra t o d o y u n d e c e p - para que no digas ya más:
cionarse de t o d o . A través de sus imprecaciones, q u e primero es la obligación que la devoción,
c l a m a r o n a los cuatro vientos su fe, su escepticismo, su y para que no te distraigas en el templo
pensando en el horno, en la rueca
protesta, su rebeldía, e n g e n d r a d a s m u c h a s veces p o r su y en el esclavo perezoso.
generosidad, n o a b a n d o n a u n solo m o m e n t o su b ú s -
q u e d a ansiosa, estridente en ocasiones, m a n s a y h u m i l - L e y e n d o su obra completa, incluso la publicada p o s -
d e en otras, c o m o en algunos d e sus últimos v e r s o s : t u m a m e n t e , n o s parece q u e se repite, y en realidad n o
nos referimos a su b ú s q u e d a d e D i o s . es así. Sus preocupaciones esenciales n o cambian, p e r o
tal vez se t r a n s f o r m a u n poco el t o n o , el acento. E n
MI VERSO Y SU LINEA PARABÓLICA ¡Oh, este viejo y roto violín!, q u e vio la luz en 1967,
GOAL e n c o n t r a m o s p o e m a s publicados m u c h o antes, y nos
parece h o n d a m e n t e significativo q u e quisiera publicar-
T e vi pasar por la nube los, t a n t o s años d e s p u é s , con ciertas modificaciones y
y salir limpia y libre
buscando el corazón de una estrella. t a m b i é n , en algunos casos, explicarlos:
Ibas
derecha... derecha. Hazme vina cruz sencilla,
¿En dónde te habrás clavado carpintero...;
cuando hayas vuelto—sin fuerza, sin añadidos
1
• '• vencida ya— ni ornamentos...,
otra vez hacia la tierra? que se vean desnudos
¿Vencida? No. ¿En qué pecho, los maderos,
en que corazón virginal y balbuciente de poeta desnudos
—¡victoriosa!, ¡¡victoriosa!!—, al caer, y decididamente rectos:
has hecho blanco, saeta? los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Te vi pasar por la nube
y salir limpia y libre... Que no haya un solo adorno
Fuiste derecha... derecha que distraiga este gesto:
al corazón de una estrella. este equilibrio humano
de los dos mandamientos...
Sencilla, sencilla...
Sus largas estancias en A m é r i c a influyen, si n o en la Hazme una cruz sencilla, carpintero.
médula, sí en algunos detalles de su poesía. P o r ejem-
plo, en el Libro II de versos y oraciones del caminante, Pero quizá lo m á s nuevo en este libro sea el h u m o r i s -
p u b l i c a d o por el Instituto de las E s p a ñ a s en N u e v a m o q u e de c u a n d o en c u a n d o aligera las grandes trage-
York (1930), e n c o n t r a m o s este delicioso c o m e n t a r i o : dias d e n u e s t r o t i e m p o , q u e t a n profunda huella han
dejado en la poesía de L e ó n :
LA MAQUINA
(The labour-saving Machinery) MAS BAJO
—Aquí en el cielo no hay retórica, ¿verdad ?,
Ni es un dragón le pregunto a un ángel amigo mío.
ni es un juguete, Marta. Todos los ángeles son amigos míos,
Es un regalo religioso..., pero a éste no le había visto nunca.
el último regalo del Señor... El ya me conocía, sabía mi nombre y mi mote,
Para que no te pierdas demasiado pero me dijo: —No, León Felipe,
en el trajín diario de la casa; aquí todos hablan con su voz natural.
10 Introducción Introducción 11
Nadie engola la voz. \ ¿No hay nadie más en España...,
Aquí no hay temores, j en el mundo,
ni falsete, a quien yo deba pedirle perdón?...
ni retórica, Voy perdiendo la memoria y olvidando
ni hipérbaton. todas las palabras...
A Quevedo y a Góngora Ya no recuerdo bien...
los hemos mandado al Olimpo. Voy olvidando..., olvidando..., olvidando...;
Sencillez, claridad; pero quiero que la última palabra,
la voz es lo que Dios cuida más. la última palabra, pegadiza y terca,
—Pero si Dios no habla nunca; que recuerde al morir • .
yo le he llamado muchas veces sea ésta: perdón.
y nunca me contesta.
—Porque no le hablas con la voz que a El le gusta.
T ú gritas mucho..., El libro V I I de ¡Oh, este viejo y roto violín! está
y a Dios, como a los mexicanos, «dedicado a los judíos», y entre m u c h o s versos c o n m o -
no le gusta que le hablen «golpeado». vedores destacamos éste, lleno de emoción religiosa y
Modérate, modérate, León Felipe,
humana:
y habla más bajo.
Ya habréis notado
que desde que salí del infierno ¿QUIEN ERA?
y soy amigo de los ángeles Lo vi muy bien,
hablo de otra manera. aquel niño judío
Esto me enseña que estaba allí esperando
que me voy a morir pronto a que se abrieran los hornos
y que estoy aprendiendo crematorios de Auschwitz...
cómo se debe hablar con Dios. Lo vi muy bien; •., •.••»•.,
llevaba una túnica ligera
Se trata d e u n h u m o r i s m o t i e r n o y u n a visión d e la ceñida con un cordón de esparto.
m u e r t e m á s bien serena y clara. H e aquí lo q u e él llamó Tenía doce años,
«la ú l t i m a piedra de m i z u r r ó n d e viejo pastor t r a s h u - la misma edad de Cristo
cuando se escapa de su casa
mante» :
a discutir con los doctores del Templo.
Puede ser que aquel niño
PERDÓN
fuese el mismo Cristo...
Soy tan viejo, El hombre que todos crucificamos.
y se ha muerto tanta gente a la que yo he ofendido Estos pocos p o e m a s d a n u n a idea m u y somera de
y ya no puedo encontrarla
para pedirle perdón... L e ó n Felipe en lo q u e respecta a su i n q u i e t u d espiritual
Ya no puedo hacer otra cosa y religiosa. El a u t o r de Ganarás la luz, Llamadme
que arrodillarme ante el primer mendigo publicarlo, El ciervo y otros poemas, etc., necesitaría
y besarle la mano. m u c h a s páginas p a r a él solo.
Yo no he sido bueno...;
quisiera haber sido mejor. Y n o sigo citando, p o r q u e , desgraciadamente, la fa-
Estoy hecho de un barro milia de L e ó n Felipe n o ha dado la autorización para
que no está bien cocido todavía. q u e los p o e m a s de éste figuren aquí. Sin e m b a r g o , n o
¡Tenía que pedir perdón a tanta gente!... quiero dejar de recordarle y d e hacer constar c u á n t o
Pero todos se han muerto.
deploro su ausencia, forzosa en estas páginas.
¿A quién le pido perdón ya?
¿A ese mendigo?
12 Introducción \lntroducción 13
¡
\:eres: «Viene un gorrión a la ventana abierta... — Pien-
Resulta por demás interesante leer a los poetas dfel so en Dios — y trabajo».
primer grupo que aparece en este volumen, comparán- Y esta pasión juanramoniana por el trabajo depura-
dolos y profundizando en el concepto o sentimiento re- do, perfeccionado, ¿no procede acaso de un sentimien-
ligioso que aflora en sus obras. Ya me he referido a Ru- to religioso, de una especie de deuda, que lo impulsa
bén con su desbordamiento de fe y sensualidad, que se a devolver en creación, en Obra, así, con mayúscula,
contraponen sin esfuerzo en muchos de sus poemas. él don poético recibido?
Unamuno ocupa quizás un espacio excesivo en mi La voz de Amado Ñervo, esfumada en el tiempo,
selección, pero no podía ser de otro modo. Su Salmo I, vuelve ahora a nosotros al celebrarse el primer centena-
su Libértate, Señor, con su ritmo quebrado y áspero; rio de su nacimiento y reclama aquí su lugar con su
su lenguaje duro y directo, su preocupación teológica, modernismo, menos brillante que el de Rubén, pero
así como ciertos fragmentos del Cristo de Velázquez, que no carece de interés en su cristianismo franciscano,
exigen un primer lugar en todo florilegio de tipo reli- teñido de teosofía. El poeta mexicano tiene un libro
gioso. Pocas voces de habla española han expresado en llamado Serenidad, pero quien nos la comunica real-
forma tan hiriente y angustiosa la búsqueda de Dios en mente es Enrique Díez-Canedo, cuya Oración de los
el hombre intelectual sensible al misterio y torturado débiles al empezar el año reproducimos aquí. La poesía
a la vez por las mil y una tentaciones que le brinda la de este gran crítico es poco conocida; de lo contrario,
razón. es posible que los antólogos de la poesía social hubieran
En Antonio Machado el acento es muy distinto, reclamado el privilegio de reproducir esta hermosa com-
como diluido entre una niebla de sueños, exquisita- posición vibrante de un amor que lo abarca todo.
mente delicado. Parece que asistiéramos a un diálogo Con estos poetas incluimos a dos mujeres nacidas en
entre el poeta y Dios: diálogo del que sólo nos llegan este período de la poesía de lengua española y cuyo
la parte humana, la del dolor y el deseo del hombre. modo dé hacer me parece más próximo al modernismo
En cambio, Manuel, excelente poeta, un poco opacado que al de la generación del «27». Me refiero a la urugua-
por la gloria de su hermano, nos trae una religiosidad ya Juana de Ibarbourou y a la chilena Gabriela Mistral.
típicamente andaluza, centrada en las enjoyadas imá- La primera, que mereció el título de Juana de América,
genes de la Virgen y sus triunfales procesiones. nos tenía acostumbrados a una explosión poética de ju-
Juan Ramón, después del Como vos queráis, que tras- ventud y alegría; a una sensualidad limpia y sana que
ciende a misticismo juvenil de colegio religioso, y tras el propio Unamuno definió como «castísima desnudez
un largo paréntesis en que su lirismo adopta mil dis- espiritual». Pero más tarde, en 1950, con su libro Per-
tintas formas, se concentra en su Dios deseante y desea- dida, y en 1953 con Azor, nos llega un canto diferente,
do del libro Animal de fondo y asegura que al fin en- como de voz última que, sin embargo, sabe no entris-
contró...; si alguien toma esos poemas como lo que tecerse cuando siente que va a apagarse.
parecen, nos hablará de panteísmo, de egolatría, de un Y al nombrar a la primera mujer que figura en esta
culto exacerbado del yo que acaba endiosándose, divi- selección, me doy cuenta de que son muchas las voces
nizándose a su modo. Todo eso es posible. Pero los femeninas escogidas por mí si se compara su número
que conocimos y tratamos a este singular poeta, pre- con el que han incluido otros antólogos. En la ya larga
sentimos en esa su aparente seguridad de última hora y pintoresca historia de la antología poética se observa
una vuelta disfrazada al mismo estado de ánimo que lo una como resistencia a introducir en ella nuestros poe-
hizo exclamar ya en 1912 en el poema llamado Amane-
14 Introducción! Introducción 15
mas y a veces nuestros nombres. En este aspecto exisJ 1 La extraordinaria generación del «27», de tan apreta-
ten diversas categorías de antólogos: los que nos exclui das y personales filas, no ha sido ajena, ni mucho menos;
yen totalmente; los que se lanzan a citarnos en el prój pomo afirman algunos críticos, a la preocupación reli-
logo junto con otros poetas excluidos, naturalmente, poí giosa. En una lectura alerta y minuciosa, son muy po-
falta de espacio; los que nos sitúan aparte, en una sec-t bos aquellos en los que no se descubre esa veta, oculta
ción femenina, una especie de Ellis Island para mujeres a veces para el lector apresurado, y entre estos poetas
solas. Y la última antología que llega a nuestras mano$ ^s notable el caso de Emilio Prados, que según alguno
de Poesía Religiosa, de Alfaguara, incluye solamente a He sus investigadores apenas tenía nada sobre el tema
dos poetisas, Concha Zardoya y Elvira Lacaci, que son, cuando yo le interrogué sobre ello, y del que me veo
por cierto, de las que con más originalidad han expre- obligada a presentar una nutrida selección, ya que su
sado sus vivencias en cuanto a lo religioso. poesía no sólo siente hasta el fondo la preocupación re-
En contraste con esta sobriedad, o penuria, yo me he ligiosa, sino que llega a un punto que linda con el mis-
atrevido a elegir poemas de quince mujeres, que van a ticismo de auténtica raigambre española. Cuando se
ser dieciséis si mis editores siguen insistiendo en que conozca en España a fondo su obra completa, creo que
se incluya la propia antologa, idea que me ha produci- se le dará fácilmente uno de los lugares más altos en su
do siempre un extraño malestar. Nunca he logrado pen- propia y brillante generación. Los excesivos incisos y
sar en la poesía como algo exclusivamente masculino las constantes interrogaciones que parecen cortar el
o femenino. Y en igual forma me repugnan los califica- ímpetu lírico no son, en realidad, más que su modo de
tivos con los que suele acompañarse esa palabra. Para meditar y dialogar a lo humano y lo divino; un asordado
mí, la poesía es poesía o no es nada. Y entonces sobran soliloquio en que, como en su conversación, indaga,
las etiquetas de «social», «amorosa», «religiosa», «femeni- busca, admira inacabablemente, hasta que al final del
na», etc.; creo que en toda poesía que lo es, o sea en poema—de muchos de sus poemas—surge, huye o se
toda poesía auténtica, está Dios. Tiene que estar Dios, le entrega Dios: «Contemplo a Dios...; escucho a su
y en ella lo encontramos con frecuencia, aunque no se espejo en mi alma»; o bien en ese estremecedor Abril
le nombre. Por eso el título de Dios en la poesía moder- de Dios, la última exclamación: «¡Y Dios siempre na-
na me ha parecido mucho más expresivo. Abarca lo ciendo!»
mismo la presencia del ser divino en la poesía que su La poesía religiosa en sus amigos y compañeros de
ausencia, la cual es en muchos casos otro modo de estar generación es muy distinta. De José Bergamín, católico
de Dios, aunque se nos antoje negativo. declarado, publicamos en esta segunda edición la tri-
La otra figura importante entre las mujeres poetas que logía de Sonetos a Cristo, que ofrecimos incompleta en
corresponden al período que inaugura esta antología es la primera edición.
la de Gabriela Mistral, cuya voz peculiarísima e incon- Jorge Guillen, a propósito del cual se ha hablado
fundible incorpora a su obra una fe poderosa como las tantas veces de poesía pura y se ha recordado a Paul
cordilleras de su patria, que no Claquea y, a pesar de Valéry, concreta sus vivencias religiosas en unos poe-
anegarse en dolor, sigue esperando. El fervor y la vehe- mas acendrados, cristalinos, como todos los suyos, pero
mencia de su expresión poética nos hace olvidar algu- de tema muy concreto: Viernes Santo, Sábado de Gloria
nas de sus fallas técnicas, su frecuente descuido formal. y esa Exposición con tan positivo acto de fe al terminar.
Pero el católico poeta—que no poeta católico—por
* # # antonomasia en esta generación es, sin duda, Gerardo
16 Introducción Introducción 17
Diego, cuya vasta poesía ha recorrido casi todas las fa- c^lor humano, en suma, que estaba muy lejos de haber
ses del modernismo y en especial el creacionismo, sin alcanzado en las primeras etapas madrileñas. Y no es
abandonar nunca por completo las formas clásicas, cx>\ que desaparezcan su característico vocabulario, su pre-
mo el soneto, que domina tan magistralmente como el sencia y fervor de lo abstracto, sino que se calienta con
verso libre. Y en este caso la elección ha sido más ardua tah inusitada llama interior y se atersa y melodiza con
que en ningún otro, pues se podría hacer todo un volu-l tan vibrada música, que nos deja estupefactos y tocados,
men, bien nutrido y de gran calidad-—ignoro si alguien^ alcanzados en lo más hondo de nuestro ser de lecto-
lo ha intentado—, con el título de «Gerardo Diego> res...».
un católico poeta». La expresión religiosa de Vicente Aleixandre hay que
Dámaso Alonso, algo más tardío que los poetas de buscarla en profundidad y amplitud, en ese No basta
este grupo en tocar el tema que nos ocupa, irrumpe que le lleva a escudriñar más allá de una exaltación pan-
en 1944 con Oscura noticia e Hijos de la ira y, más tarde, teísta del mundo y la belleza, algo más hondo, como
Hombre y Dios. Y digo irrumpe, con toda intención, una dicha eterna presentida. Dos voces de América, las
porque ese efecto producen algunos de los poemas de de César Vallejo y Carlos Pellicer, peruano el primero y
esos libros. ¡Qué distancia tan enorme de sus Poemas mexicano el segundo, nos traen su mensaje, rebelde y
puros, poemillas de la ciudad, a esas Alas en que no se torturado aquél y lleno éste de una fe que se derrama
pierde el trasfondo humano, o los sonetos Arrepenti- en armonías profusas y cálidas como el paisaje tropical
miento y Hermanos, este último con su resonancia del que enmarca su obra. La Virgen de la Soledad le inspi-
Rubén que canta en el famoso A Roosevelt! ra uno de sus más bellos cantos, cuajado de audaces
Cernuda tampoco rehuye esa búsqueda dolorosa, con metáforas que visten su hondo y profundo sentir. Esa
frecuencia recompensada por el don de un espléndido Virgen de la Soledad, española y mexicana, que tanto
poema, aunque lo atraviesen la rebelión, la duda o el impresionaba a otro poeta, el norteamericano Thomas
rechazo. Merton, fallecido hace poco...
Federico García Lorca, en el Poema del cante hondo, En cambio, César Vallejo, cuyo primer libro se pu-
capta el sentido religioso andaluz, y en su Oda al San- blicó en 1918, pero que goza de una fama más bien
tísimo Sacramento del Altar se afina y como sensibiliza postuma, es desgarradoramente humano, y su lamento
aún más que de costumbre para hablarnos del inefable duro, abrupto, que marca un hito en la poesía moderna,
Misterio. Sus piropos a la Eucaristía, salvando alguna se alza ante Dios, adelantándose casi en veinte años a
que otra imagen de mal gusto, son deliciosos: «Dios en los poetas religiosos-sociales-protestatarios de ahora.
mantillas», «panderito de harina para el recién nacido», Antonio Oliver Belmás publica precisamente su pri-
«Cristo diminuto y eterno repetido mil veces», «brisa y mer libro en el «27». Su Misa en el mar y otros de sus
materia juntas en expresión exacta», etc. poemas, como El buen arder, son muestras de un lirismo
De Juan José Domenchina acaba de decir Gerardo sereno y creyente que empezábamos a olvidar ya.
Diego en el prólogo de El extrañado y otros poemas, Entre esta misma gavilla poética, Concha Méndez
publicado en Adonais: «Es un poeta a la vez el mis- nos confía sus ramalazos de fe y ternura en los poemas
mo, inconfundible, que habíamos estimado tanto en al hijo muerto o en la gracia de sus villancicos. Y, de
1936, pero también otro totalmente nuevo, con un paso, observamos la curiosa afición de todos los poetas
poderío de convicción y persuasión, con un acento —primitivos, clásicos o modernos—por esa forma in-
agudísimo de dolor descarnado, desollado, con un genua, deliciosa en muchos casos, que, teniendo su raíz
18 Intraduccióh Xfilroducción 19
en los principios de la poesía en lengua hispana, no se ción voluntariamente infantil, escribe una poesía de
ha perdido nunca. | niujer solitaria que a veces habla con Dios: «Señor, te
De Juan del Enzina, pasando por Lope y Góngora, pido ahora que me dejes bajar de esta mi torre de mar-
a Gerardo Diego, Bernardo Casanueva y Antonio ¡y fil...». Nunca se desborda, ni en el amor divino; al con-
Carlos Murciano, por citar a los más jóvenes cuya obra trario de otra americana, la uruguaya Clara Silva, que
conozco, nuestra literatura se adorna con un larguí- sigue, aun en su poesía de intención mística, la tradi-
simo collar de estos poemillas, muchos de los cuales son, ción de las mujeres poetas de América del Sur, en las
en su brevedad, auténticas obras maestras... . h-¡ que el ímpetu más elevado se tiñe de cálida sensua-
* * # lidad.
Angela Figuera Aymerich pertenece, más que al «27»,
Antes de entrar de lleno en la generación de la pos- a la generación de la posguerra, por la fecha de su pri-
guerra me veo obligada a desviarme un poco del rigu- mer libro y la tendencia a lo que algunos llaman poesía
roso orden cronológico que me estoy esforzando en se- humanista.
guir, para dar el lugar que les corresponde a dos poetas # # #
importantes que mi mente relaciona siempre.
Y al llegar la última parte, la que puede llamarse ge-
Carmen Conde, que no necesita presentación, se si-
neración de la posguerra o de los años treinta y tantos,
tuó, después de la guerra civil, en un primerísimo lugar
quiero aludir al denominador común o característica
entre los poetas de España. Yo, que la conozco desde
general que algunos compiladores han querido impri-
aquel librito de poemas en prosa, de cuyo año no quiero
mir a sus selecciones. Me refiero a las más actuales,
acordarme—solamente por lo lejos que ambas lo tene-
pues andan por ahí otras como Cien de las mejores poesías
mos ya—, encuentro ahora con satisfacción esa madura
religiosas de la lengua castellana, que empieza hablando
voz suya, que le habla a Dios como desde un pozo,
de Aurelio Prudencio en el prólogo, inicia su selección
ese pozo del que solamente El puede ayudarnos a salir.
con el célebre y discutido No me mueve, mi Dios, para
Miguel Hernández, que Carmen me dio a conocer, quererte, que atribuye a autor anónimo; continúa con
desapareció en plena madurez poética, es difícil de si- el Arcipreste de Hita y, pasando por los indiscutibles
tuar; los poetas del «27» lo reclaman, y, sin embargo, es del Siglo de Oro, acaba con una mezcla de poetas espa-
tan singular, tan suyo propio... Su visión de la Eucaris- ñoles y americanos en cuyas obras campea, más que
tía enmarcada en el campo, en la espiga, en todo un una inspiración auténtica, el afán de dejar plasmados
paisaje de tierras de «pan llevar» se resume en fe oscura. determinados títulos devotos o litúrgicos, sin atención
Y su poesía es tierra, fruto, viña, con una sencillez cla- a su calidad poética, muy variable 1.
ramente evangélica.
Pero un poco anterior a la antología de Alfaguara es el
Y también trigales y uvas en los poemas de un sacer-
número 237-238 del Apostolado sacerdotal, revista pu-
dote: el P. Ángel Martínez, S. I.; nos ensancha él alma
blicada en Barcelona y que me envió hace algún tiempo
oírle hablar dé su Misa, de su «Dios en blancura», ahora
un cuaderno titulado Ultima poesía religiosa. Me interesa
que los mensajes más insólitos brotan inesperadamente
comentarla, pues en un breve prólogo firmado por Ra-
de los labios menos indicados para lanzarlos.
món Cunill se hacen preguntas como éstas: ¿Hasta qué
Una cubana, Dulce María Loynaz, empezó a escribir punto la poesía és hoy la expresión de la vitalidad del
hacia 1920, pero su primer libro apareció mucho más
1
tarde. Misteriosa en sus cartas escritas a lápiz, de redac- Cien de las mejores poesías religiosas de la lengua castellana, por el
P. Pablo Schneider (Ed. Poblet, Buenos Aires). " -. •'•-'
20 Introducción I Introducción 21
alma actual? ¿Está ahora nuestra poesía religiosa co- i Algunos autores que integran ese cuaderno se en-
nectada con la sensibilidad popular de todo el pueblo? cuentran asimismo entre los que yo he elegido para
Y estas preguntas se me antojan un poco pueriles. testa tercera parte: la generación de la posguerra. Pero
¿Qué clase de poesía ha estado alguna vez conectada mi tabla de valores es muy distinta y no me ha sido
con la sensibilidad popular?, ¿y menos aún la de todo posible pasar por alto a los que cantan a Dios como
un pueblo? La poesía, exceptuando ciertas formas casi objeto del amor del hombre y también al hombre
siempre de fuentes anónimas, como la copla o el ro- como objeto personal, indiscutible, del maravilloso
mance, ha sido casi siempre una expresión subjetiva, amor de Dios. Y este último tema es el que, a fin de
personal, ¿y hay algo más íntimo, más difícil de trans- cuentas, ha inspirado la más bella, la más pura y la
ferir que la convicción o la emoción religiosa? más limpia poesía. Quiero inaugurar esta última parte
El cuaderno contiene obras de treinta y cinco poetas, con un gran poeta mexicano que, tal vez por su carác-
sin contar a los cuatro elegidos como pórtico o pre- ter prudente y recoleto, por su acendrada modestia,
cursores, que son: Unamuno, naturalmente; Miguel no ha difundido como le corresponde su espléndida
Hernández, el catalán López-Picó y Leopoldo Panero. obra. El autor de Canciones para cantar en las barcas
El autor del segundo prólogo o preámbulo, Luis y de Muerte sin fin es sin duda una de las voces más
Moya Plana, alude a la poesía de sus autores dividién- hondas, no solamente de la poesía mexicana, sino de
dolos en tres grupos, de acuerdo con su visión de todo el conjunto de la poesía en lengua española.
Dios: «Dios como receptáculo de la petición del hom- Ha publicado poco, pero su obra completa, que vio
bre», «Dios como lucha» y, por último, «Dios como la luz en 1964, ha sido una revelación para muchos.
cotidianidad». Y cita en cada apartado a los poetas Leopoldo Panero y Luis Rosales son dos cantos
que representan mejor, a su juicio, cada uno de esos que se destacan de modo especial entre la «varia in-
aspectos. Y al leerlo, yo me he planteado una pregun- vención» de la posguerra. El primero habla desde muy
ta: ¿Y por qué no también un primer o un cuarto adentro, con voz ancha, limpia, sin concesiones o mo-
apartado?: «Dios como amor del hombre». Así, senci- das pasajeras, atento sólo a esa luz interior que lo
llamente, sin más complicaciones. No olvidemos que acecha en la naturaleza y también brota de él mismo.
nuestra gran poesía mística procede de esa única fuen- «Porque el amor del hombre de mano en mano rue-
te, de «La fuente que mana y corre», y no creo que da — hasta que Dios de nuevo lo refresque en su
toda nuestra ciencia de hombres modernos, con sus mano».
investigaciones y razonamientos más o menos certe- Si en algunos poemas de Rosales encontramos un
ros acerca de la divinidad, puede borrar por completo acento afín al de Panero, en otros vibra un gozo
esa raíz, una de las principales fuentes de la auténtica especial, una alegría clara que coincide casi siempre
poesía. Está muy bien que se intente encasillar, cua- con temas donde se enciende un ingenuo y sincero
dricular, con fines críticos, la poesía que trata de Dios. júbilo religioso.
Pero ¿por qué reducirla a una poesía imprecatoria El quehacer de crítico de Guillermo Díaz-Plaja,
de exclamaciones iracundas, a una retórica de mitin fruto de una vocación indudable, ha encubierto, en
demócrata-cristiano o a unas pinceladas de tinte hoga- cierto modo, su vocación de poeta, cuajada en un tra-
reño, con mesa puesta, pan blanco y alusiones al niño bajo constante. Es un poeta que no olvida nunca su
hambriento que contempla los pasteles exhibidos tras condición de católico. Así, Vencedor de mi muerte es
un escaparate? -...-.• un cántico a la Eucaristía, y en Nochebuena de la tierra
22 Introducción Introducción 23
desfila ante el lector toda la gama de los belenes, con como asordada, al tono actualizado que informa, como,
sus celebraciones, diversas siempre bajo diversos cli- por ejemplo, su composición Duda y desolación, con
mas, como esa Nochebuena caliente bajo la Cruz del Dios al fondo. Es difícil eludir el acento que prevalece
Sur. Todavía encontramos al empezar la posguerra en cada época. Pero la voz tierna de Tema fundamental
poetas que seguramente se iniciaron antes, pero que y Golpeando el silencio no se nos olvida. .
no publicaron o maduraron hasta entonces. Algunos Francisco Giner de los Ríos, que nació a la poesía
conservan aún una forma que podríamos llamar clá- en México, díganlo si no sus Laureles de Oaxaca y sus
sica y un decir sereno en apariencia, como Enrique Poemas mexicanos, aparece aquí con unos romances
Azcoaga o Alfonsa de la Torre, con sus abundantes, de San Ángel. A quien conozca ese rincón—oasis de
alusiones teológicas, su empaque litúrgico y sus remi- paz en la ruidosa y enorme capital—no puede extra-
niscencias evangélicas. ñarle que este poeta «romancee» sus momentos de sere-
Otra mujer, una mexicana, Guadalupe Amor, que nidad en ese ambiente colonial y recoleto. Dios está
fecha su libro Poesías completas, publicadas por Agui- en la belleza, y el poeta de buena fe lo encuentra
lar, de 1946 a 1951, encaja en este grupo, con sus aunque no quiera.
décimas atormentadas, donde busca a Dios tortura- Pura Vázquez es nostalgia de Dios, así, sin com-
damente, pidiéndole ayuda unas veces, creyendo que plicaciones, con un acento grave, lleno a veces de an-
lo inventa otras y desafiándole con cinismo las más. gustia y otras de esperanza.
En Concha Zardoya encontramos también la forma La poesía religiosa de Vicente Gaos ha evolucio-
tradicional en donde la entrega a Dios se hace sin nado mucho desde Arcángel de mi noche a los Mitos
esfuerzos, amorosamente y con un deseo de elevación para tiempo de incrédulos. Pero aunque busque a los
cada vez mayor. Aunque la autora confiese que su demás en su Ómnibus vitae y pida igualdad para todos,
fe es más bien ascesis y autodisciplina, un misticismo tiene poemas bellísimos y llenos de fe, a pesar suyo.
que procede del Siglo de Oro ronda sus poemas. José Luis Hidalgo, con su muerte prematura, ahon-
Blas de Otero, que conmovió al mundo de los poetas dó la validez de la poesía de su libro Los muertos, el
con su Ángel fieramente humano, inaugura un nuevo tercero suyo y que no alcanzó a ver. Su obsesión
acento: el de la lucha con Dios, lucha que oculta un del fin se suaviza en el sentimiento de la proximidad
vehemente deseo de encontrarlo. Sus libros posterio- divina. Otro poeta muerto un año antes, Bartolomé
res complican al hombre en esta lucha, pero sin que Lloréns, canta al amor humano, y después del acer-
su poesía pierda nada de su desgarrado ímpetu, de su camiento a Dios, poco antes de su muerte, escribe
desalada carrera en pos de la fe. unos sonetos A lo divino que nos hacen lamentar do-
Ramón de Garciasol es un gran poeta con profundas blemente que se nos fuera tan pronto.
inquietudes religiosas. Su ocasional estridencia no es Una de las figuras señeras de esos años es Carlos
afectada ni hay artificios en su búsqueda de lo abso- Bousoño, cuya evolución, en lo que respecta al sen-
luto, de lo eterno. Búsqueda a gritos, como dice él timiento religioso, nos recuerda un poco la de Gaos.
mismo, pero que felizmente desemboca en poemas Obsérvese el contraste entre los poemas de los pri-
de tan alta calidad como Soledad del hombre. meros libros, de una deliciosa transparencia, con los
Concha Lagos, la esforzada directora de la revista poemas de sus últimas publicaciones: Oda en la ce-
Agora y de la colección del mismo nombre, está niza, o Cuestiones humanas acerca del ojo de la aguja.
evolucionando de su primera voz sencilla, íntima y El contraste es patente y de gran interés para quien
Introducción 25
24 Introducción
Martos, figura aquí con un soneto que él llama
se lance a una crítica profunda y siga de cerca el
«esencial» y esa Plegaria donde se pide tiempo libre,
desarrollo o la transformación del sentimiento reli-
plegaria que se escucha hoy en los labios de la mayoría
gioso de estos poetas.
de los poetas.
José García Nieto es más sereno y clásico. Sus
Antonio y Carlos Murciano cultivan la misma nota
sonetos dejan una sensación de fe viva, de esa fe que equilibrada y creyente. El primero, hombre de este
da paz y esperanza. tiempo, entrevera sus poemas de acento subjetivo con
En José Hierro hay una interrogación vibrante, una Nochebuena del astronauta, llena de gracia anda-
atravesada en ocasiones por la duda, en otras por un luza, con cierto regusto lorquiano. El segundo nos
sarcasmo debido a la frivolidad tan de ahora, con que da un emotivo diario poemático, Un día más o menos,
se aprovechan las realidades más hondas, las expe- donde nos revela su convivencia diaria—de cristiano
riencias más altas, como en ese fragmento de Yepes entero—con Dios.
cock-tail que siento mucho no conocer completo. Pero estos dos hermanos, unidos por la fe y la
Dos mujeres, Gloria Fuertes y María Elvira La- poesía, colaboran con frecuencia, y así tenemos los
caci, son tal vez, entre todos estos poetas, las que conmovedores sonetos del Corpus Christi con los que
hacen una poesía más de estos tiempos, una poesía se cierra «adrede» esta colección de poesías.
que puede sonar prosaica, pero que, sin embargo,
lleva consigo un fondo de fe y de ternura. Un secreto # * *
convencimiento de que las cosas que cantan no podrían
De sobra sé que faltan aquí muchos buenos, gran-
ser cantadas sin Dios. Pilar Paz Pasamar, casi tan joven
des poetas. Pero no era posible incluirlos a todos y ya
como la autora de Las cosas viejas, adopta ese mismo
dije al iniciar estos comentarios que preferí hacer re-
lenguaje colonial, de todos los días, que a veces, por
saltar el aspecto religioso de la generación del «27»
su misma cotidianidad, se antoja un poco afectado. por menos reproducida y comentada en esa faceta.
José María Valverde, con su «Hombre de Dios me Y de los últimos he escogido los que responden a la
llamo, — pero sin Dios estoy», expresa un concepto temática menos apreciada y manifiesta ahora: la del
habitual en la lírica moderna. Concepto que es un hombre amado por Dios y la de Dios amado por el
síntoma positivo, pese a su afirmación negativa, y que hombre.
manifiesta un modo de pensar que probablemente Y un último ruego: espero que algunos buenos
cuajará del todo en las próximas generaciones. amigos de cierta tertulia madrileña, muchos de ellos
Bernardo Casanueva es místico, pero es un místico con una obra madura y magnífica, sabrán excusar
con sus ribetes de teólogo, hondamente influido por su ausencia. Otros que me prometieron sus poemas
San Juan de la Cruz. Díganlo si no el título de uno de no me los han mandado. Las cartas que dirigí a al-
sus libros, La fuente de tres caños. Este poeta y el gunos apremiándolos me han sido devueltas por error
P. Ángel Martínez son sin duda la vertiente real- en las señas, o no han sido contestadas. Y en lo que
mente mística de esta antología. Esto no quiere decir respecta a este continente desde el cual escribo, sé
que Casanueva no beba también en las claras ondas que también faltan nombres importantes y espero tener
del Nuevo Testamento, como lo afirma uno de sus ocasión de llenar algún día estos vacíos, realmente
próximos libros, El quinto Evangelio, del que ade- involuntarios.
lantamos un poema.
# # #
El director de la colección Adonais, Luis Jiménez
26 Introducción
La selección ha sido ardua, pero me daré por satis-
NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN
fecha si los lectores descubren, entre tanto poema
distinto, entre tantas voces que con diferentes tesitu-
ras cantan, al fin y al cabo, lo mismo, la emoción esté-
tica y la palabra única que les llame a cada uno «por En esta segunda edición de Dios en la poesía actual
su nombre». yo hubiera querido salvar dos obstáculos casi infran-
queables, el factor distancia y el factor tiempo, a fin de
México, febrero de 1970. corregir ciertos defectos señalados por la crítica y de
los que no voy a excusarme.
ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
El primero, la deficiente representación de cada poe-
ta, se ha subsanado, al menos en parte, ahora, Si queda
algún autor con solamente uno o dos poemas, atribuya-
se a la dificultad de una comunicación directa, o de en-
contrar, aquí, sus libros.
Ya se sabe que, salvo alguna honrosa excepción, el
gremio de los libreros suele torcer el gesto ante el libro
de poesía, que tan pocos beneficios le brinda, aunque
sea siempre alguno más que al propio poeta. La bús-
queda de los poemas que yo quería añadir me habría
llevado a largos periplos por las librerías de viejo, cosa
muy grata sin duda, pero que los agobios de la vida en
una enorme ciudad ya no permiten.
El hecho de no indicar la procedencia de cada apor-
tación no se debe, es obvio, a la ignorancia de dichas
fuentes, ya que se recurrió, como es lógico, a ellas, sino
al propósito de dedicar los pocos miles de líneas asig-
nadas a la poesía en sí.
Como ya lo indiqué en la nota preliminar de la pri-
mera edición, la «generación del 27» ha sido para mu-
chos una sorpresa en lo que respecta a la inquietud
religiosa. Sin embargo, me interesa aclarar que no ha
habido «tensión» alguna por mi parte en la búsqueda
de esa nota peculiar. No fue preciso repasar, hoja por
hoja, volúmenes de «Poesías completas»; mis lecturas
de siempre y la amistad y contactó personal con sus
autores bastaron para llevarme al camino que buscaba.
No es preciso tensión alguna para percibir el acento
profundamente místico de Emilio Prados, y más aún
cuando se ha tenido el privilegio de verlo vivir su largo
exilio y escucharle en sus últimos días, a más de casi
28 Nota a la segunda edición
acompañarle en su muerte cristiana. Lo mismo puede
decirse de los otros representantes de esta famosa ge- EL MODERNISMO
neración. Ocupan su lugar en mi Antología por derecho
propio y nada más.
Si faltan grandes poetas que todos admiramos, y
cuyos nombres están en nuestras bocas, es porque les
faltó o no supe encontrar entre su obra ese inefable
«no sé qué» que pide el título de este florilegio.
El lector encontrará también algunos poetas que
fueron omitidos, pero no adrede, en la primera edi-
ción. El P. Emilio del Río, al enviarme su densa e in-
teresante Antología de la poesía católica del siglo XX,
ambiciosa por su internacionalidad, pues incluye a 42
autores de 21 países, me hizo recordar a Francisco Luis
Bernárdez, el magnífico poeta argentino, con su acento
un poco claudeliano a veces y su religiosidad de hom-
bre que vive en el mundo y desde él siente a Dios.
El nicaragüense Ernesto Cardenal, personalidad llena
de complejidades, aparece aquí con sus Salmos de
resonancia antigua en lengua moderna y sus vivencias
de cuando, en el noviciado del monasterio trapense de
Getsemaní, tuvo por maestro a Thomas Merton. En la
actualidad se dedica a la contemplación y a la escultura
en la comunidad fundada por él en la isla de Solen-
tiname.
De los españoles conocidos por mí y admirados hace
tiempo, Rafael Morales ocupa el lugar eminente que
le corresponde. Y ruego a aquellos que no hayan reci-
bido mi carta pidiéndoles autorización para incluirlos
en la Antología, que no se sorprendan: en unos casos
no les debe de haber llegado; en otros, como en el de
esta segunda edición, me faltaron direcciones y tiem-
po. La BAC, ante la aceptación de este libro por el pú-
blico, no ha querido retrasar la segunda edición, y,
por lo tanto, yo no he podido prepararla con la calma
que quisiera haberme exigido. Esperemos que, con el
favor de los lectores, podamos llegar un día a la An-
tología «ideal», en la que no falte nadie y en la que
hasta los críticos encuentren todo lo que buscan.
JOAN MARAGALL
Nació en Barcelona en 1860 y murió en la misma ciudad
en 1911. Obras: Uoda infinita (1888), La vaca cega y Pater-
nal (1891), Claror (1894), El pas de l'any, Comte, Arnau
y Visions i cants (1897), Les muntanyes (.1901), Les disperses
(1904), Intermezzo, Oda nova a Barcelona (1910) y Seqüén-
cies (1911).

GOIGS A LA VERGE D E N U R I A

Verge de la valí de Nuria,


voltada de soletats,
que immóbil en la foscúria
i en vostres vestits daurats,
o'iu l'eterna canturía
del vent i les tempestáis.
Verge de la valí dé Nuria
a Vos venen les ciutats.

Vers Vos avancen incertes


per les altes quietuds
i els camins desconeguts
de les grans serres desertes.

Troben rius que naixent van !


en els regnes deis pastofs,
i ramats esquellejarit
lentament pasturadors.

Van pels cims celestials


sobre les muntanyes núes...
Les congestres brillen crues
amb blancures immortals.

Van per augustes carenes


on del buit amb els afanys
troben, abocant-s'hi a penes,
al fons de les valls serenes
les mirades blavoses deis estanys.
Joan Aíaragall
Cant espiritual
I del vent sota la furia,
menyspreuador deis sentits, Quan a 1'última portella
amb els sentits desmaiats, tot el cel s'eixamplará,
se'n baixen a la foscúria amb alegría novella
de la nostra valí de Nuria veurem la plana mes bella
voltada de soletáis. i la verdor que s'hi fa.

Aquí ens teniu, Verge tosca,


vagament cercant redós A l'hivern quan neva i plou
en el clos misterios i la ciutar se remou
de vostra capella fosca. brillant d'insomnis i furia,
nostres ulls enlluernats
Cau la nit per tot arreu... veuran, allá en la foscúria,
nostre cor torna's psalteri la immóbil Verge de Nuria
pressentint el sant misteri voltada de soletats.
tremólos de vostra veu.
Per qué ens mireu Verge santa,
C A N T ESPIRITUAL
amb aquests ulls tan oberts?
Doneu-nos l'esgarrifanca Si el món ja és tan formós, Senyor, si es mira
deis vells miracles complerts! amb la pau vostra a dintre de l'ull nostre,
qué mes ens podeu dá en una altra vida?
Castigueu nostre sentit
amb tant d'oblidades febres! Perxó estic tan gelós deis ulls, i el rostre,
Deu ánima a les tenebres! i el eos que m'heu donat, Senyor, i el cor
Deu-nos la fe de la Nit... que s'hi mou sempre... i temo tant la mort!
Que demá, quan surti el sol, Amb quins altres sentits me'l fareu veure
tonarem a pendre el vol aquest cel blau damunt de les muntanyes,
per les serres encantades, i el mar immens, i el sol que pertot brilla?
i els camins de les cascades Deu-me en aquests sentits l'eterna pau
seguirem de sol a sol... i no voldré mes cel que aquest cel blau.

Les cascades que s'estan Aquell que a cap moment li digué «—Atura't»
allá lluny canta que canta, sino al mateix que li dugué la mort,
tot trenant i destrenant jo no l'entenc, Senyor; jo, que voldria
llur blancura ressonanta aturar tants moments de cada dia
sobre el negre mur gegant. per fé'ls eterns a dintre del meu cor!...
O és que aquest «fé etern» és ja la mort?
Cospsats per negres alcáries,
eixordats de la remor, Mes llavores, la vida, qué seria?
anirem avall com l'aigua Fóra l'ombra només del temps que passa,
per les goles solitáries la il-lusió del lluny i de l'a prop,
plenes d'abims i frescor. i el compte de lo molt, i el poc, i el massa,
enganyador, perqué ja tot ho és tot?
34 Joan Maragall El mal ca¡ador 35
Tant se val! Aquest món, sia com sia, El cacado es daleix.
tan divers, tan extens, tan temporal; De fora estant l'oeix
aquesta térra, amb tot lo que s'hi cria, amb un genoll a térra.
és ma patria, Senyor; i no podria
ésser també una patria celestial ? Al bell punt d'alcar Déu,
Home só i és humana ma mesura li bota allá al bell peu
per tot quant puga creure i esperar: la liebre endiastrada.
si ma fe i ma esperanca aquí s'atura
S'esventa el gos lladrant,
me'n fareu una culpa mes enllá?
la liebre fuig botant,
i el cacado al darrera.
Mes enllá veig el cel i les estrelles,
i encara allí voldria ésser-hi hom: «Corres i correrás.
si heu fet les coses a mos ulls tan belles, Mai mes t'aturarás».
si heu fet mos ulls i mos sentits per elles, Aquesta és la sentencia.
per qué aclucá'ls cercant un altre com?
«Dones, corro i correré.
Si per mi com aquest no n'hi haurá cap! Mai mes m'aturaré.
Ja ho sé que sou, Senyor; pro on sou, qui ho sap? Alegre és la sentencia».
Tot lo que veig se vos assembla en mi...
Deixeu-me creure, dones, que sou aquí. S'allunyen amb el vent,
perdent-se en un moment
I quan vinga aquella hora de t e r n e r a els crits, la fressa, el rastre...
en qué s'acluquin aquests ulls humans,
Passen dies i nits...
obriu-me'n, Senyó, uns altres de mes grans
Pels marges reflorits
per contemplar la vostra fac immensa.
ha tornat Corpus Christi.
Sia'm la mort una major naixenca!
La missa matinal
la diuen allá dalt,
EL M A L C A g A D O R
les portes son obertes.
La missa matinal
En un vent de visió
la diuen allá dalt
passa el mal cacador
aixís que es fa de día.
entre lladrucs i fressa.
La missa de l'estiu Se gira i veu l'altar,
el capellá la diu i al peu el capellá,
amb les portes obertes. i en alt veu l'Hóstia candida.
S'oeix de tots costats Passa i es perd al lluny...
quan enflaira els serrats La boirina de juny
el ginestar de Corpus. cenyeix l'horitzó immóbil.
36 Joan Maragall Hermosura 37

R o d e n les estacions,
r e v e n e n els p l a n c o n s :
cada any, cada any ve C o r p u s . MIGUEL DE UNAMUNO
C a d a any t o r n a a passar; Nació en Bilbao (1864) y murió en Salamanca en 1936.
cada any t o r n a a mirar, Obras: Poesía (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo
cada any, la missa augusta. de Velázquez (1920), Teresa, poema; Romances del destierro
(i937). De Fuerteventura a París (1925), Rimas de dentro. Can-
C a d a any els capellans cionero (1953).
t e ñ e n m e s cabells blancs
i aixequen m e s els b r a c o s . HERMOSURA
C a d a any l ' H ó s t i a es va alcant, ¡Aguas dormidas,
el t e m p l e es va aixafant verdura densa,
i l ' H ó s t i a puja, puja... piedras de oro,
cielo de plata!
Passen m e s anys i m e s ,
el capellá n o hi é s : D e l agua surge la v e r d u r a d e n s a ;
l ' H ó s t i a va sola en Taire. d e la verdura,
como espigas gigantes, las torres
Amunt... amunt... amunt... q u e en el cielo burilan
L a volta p e r d el j u n t , en plata su oro.
la l l u m del cel s'hi filtra. Son cuatro fajas:
L ' H ó s t i a s'hi va a c o s t a n t . . . la del río, sobre ella la alameda,
El t e m p l e es va e s q u e r d a n t . . . la ciudadana torre
El cacador n o para. y el cielo en q u e reposa.
Y t o d o descansando sobre el agua,
Ve u n any, la volta cau fluido cimiento,
i s'obre el gran cel b l a u agua de siglos,
d a m u n t de l'Hóstia blanca, espejo de h e r m o s u r a .
L a ciudad en el cielo pintada
q u e s'alca l e n t a m e n t . . .
con luz i n m o b l e ;
Al ser l'estiu v i n e n t
i n m o b l e se halla todo,
floreix el t e m p l e en r u ñ e s .
el agua inmoble,
Se'n va pujant al cel... inmóviles los álamos,
El cacado a m b anhel, quietas las torres en el cielo quieto.
cada any, cada any la mira. Y es t o d o el m u n d o ;
detrás n o hay nada.
L ' H ó s t i a p e r ' n á al zenit,
C o n la ciudad enfrente m e hallo solo,
t é l'espai infinit,
y Dios entero
i ell, p e r caca, encisat,
respira entre ella y yo toda su gloria.
t é el t e m p s , l'eternitat.
38 Miguel de Uncvmuno
Salmo 1
A la gloria de Dios se alzan las torres,
a su gloria los álamos, Son la oración de Dios que se regala
a su gloria los cielos cantándose a sí mismo,
y las aguas descansan a su gloria. y así mata las penas.
El tiempo se recoge;
desarrolla lo eterno sus entrañas; La noche cae; despierto,
se lavan los cuidados y congojas me vuelve la congoja,
en las aguas inmobles, la espléndida visión se ha derretido,
en los inmobles álamos, vuelvo a ser hombre.
en las torres pintadas en el cielo, Y ahora dime, Señor, dime al oído:
tanta hermosura,
mar de altos mundos.
¿matará nuestra muerte?
El reposo reposa en la hermosura
del corazón de Dios que así nos abre
tesoros de su gloria.
SALMO I
Nada deseo,
mi voluntad descansa, (Ex 33,20)
mi voluntad reclina Señor, Señor, ¿por qué consientes
de Dios en el regazo su cabeza que te nieguen ateos ?
y duerme y sueña... ¿Por qué, Señor, no te nos muestras
Sueña en descanso sin velos, sin engaños?
toda aquesta visión de alta hermosura. ¿Por qué, Señor, nos dejas en la duda,
¡Hermosura! ¡Hermosura! duda de muerte?
Descanso de las almas doloridas, ¿Por qué te escondes?
enfermas de querer sin esperanza. ¿Por qué encendiste en nuestro pecho el ansia
¡Santa hermosura, de conocerte,
solución del enigma! el ansia de que existas,
T ú matarás la Esfinge, para velarte así a nuestras miradas?
Tú reposas en ti sin más cimiento. ¿Dónde estás, mi Señor; acaso existes?
Gloria de Dios, te bastas. ¿Eres tú creación de mi congoja,
¿Qué quieren esas torres? o lo soy tuya?
Ese cielo, ¿qué quiere?, ¿Por qué, Señor, nos dejas
¿qué la verdura?, vagar sin rumbo
¿y qué las aguas? buscando nuestro objeto?
Nada, no quieren; ¿Por qué hiciste la vida?
su voluntad murióse; ¿Qué significa todo, qué sentido
descansan en el seno tienen los seres?
de la hermosura eterna; ¿Cómo del poso eterno de las lágrimas,
son palabras de Dios limpias de todo del mar de las angustias,
querer humano. de la herencia de penas y tormentos
no has despertado?
Salmo 1
40 Miguel de Vnamuno
Pero... ¿es que existe?
Señor, ¿por qué no existes? ¿Dónde hallaré sosiego?
¿Dónde te escondes? ¿Dónde descanso?
T e buscamos, y te hurtas; ¡Fantasma de mi pecho dolorido;
te llamamos, y callas; proyección de mi espíritu al remoto
te queremos, y Tú, Señor, no quieres más allá de las últimas estrellas;
decir: ¡vedme, mis hijos! mi yo infinito;
Una señal, Señor, una tan sólo, sustanciación del eternal anhelo;
una que acabe sueño de la congoja;
con todos los ateos de la tierra; Padre, Hijo del alma;
una que dé sentido oh Tú, a quien negamos afirmando
a esta sombría vida que arrastramos. y negando afirmamos,
¿Qué hay más allá, Señor, de nuestra vida? dinos si eres!
Si Tú, Señor, existes, ¡Quiero verte, Señor, y morir luego,
¡di por qué y para qué, di tu sentido! morir del todo;
¡Di por qué todo! pero verte, Señor, verte la cara,
¿No pudo bien no haber habido nada, saber que eres!
ni Tú, ni mundo? ¡Saber que vives!
Di el porqué del porqué, ¡Dios de silencio! ¡Mírame con tus ojos,
Está en el aire todo, ojos que abrasan;
no hay cimiento ninguno mírame y que te vea!
y todo vanidad de vanidades. ¡Que te vea, Señor, y morir luego!
«Coge el día», nos dice Si hay un Dios de los hombres,
con mundano saber aquel romano el más allá, ¿qué nos importa, hermanos?
que buscó la virtud fuera de extremos, ¡Morir para que El viva,
medianía dorada para que El sea!
e ir viviendo... ¿qué vida? Pero, ¡Señor, «yo soy» dinos tan sólo,
«Coge el día», y nos coge dinos «yo soy» para que en paz muramos,
ese día a nosotros, no en soledad terrible,
y así, esclavos del tiempo, nos rendimos. sino en tus brazos!
¿Tú, Señor, nos hiciste ¡Pero dinos que eres,
para que a ti te hagamos, sácanos de la duda
o es que te hacemos que mata al alma!
para que T ú nos hagas? Del Sinai desgarra las tinieblas
¿Dónde está el suelo firme, dónde? y enciende nuestros rostros
¿Dónde la roca de la vida, dónde? como a Moisés el rostro le encendiste;
¿Dónde está lo absoluto? baja, Señor, a nuestro tabernáculo,
¡Lo absoluto, lo suelto, lo sin traba rompe la nube,
no ha de entrabarse desparrama tu gloria por el mundo
ni al corazón ni a la cabeza nuestra!
42 Miguel de Unamuno
Libértale, Señor 43
y en ella nos anega;
Ve, ya no puedo más, de aquí no pasp¿
¡que muramos, Señor, de ver tu cara,
de aquí no sigo,
de haberte visto!
aquí me quedo;
«Quien a Dios ve se muere»,
yo ya no puedo más, ¡oh Dios sin nombre!
dicen que has dicho Tú, Dios de silencio;
Ya no te busco,
¡que muramos de verte
ya no puedo moverme, estoy rendido;
y luego haz de nosotros lo que quieras!
aquí, Señor, te espero,
¡Mira, Señor, que va a rayar el alba
aquí te aguardo,
y estoy cansado de luchar contigo
en el umbral tendido de la puerta
como Jacob lo estuvo!
cerrada con tu llave.
¡Dime tu nombre! f
Yo te llamé, grité, lloré afligido,
¡Tu nombre, que es tu esencia!
te di mil voces;
¡Dame consuelo!
llamé y no abriste,
¡Dime que eres! no abriste a mi agonía;
¡Dame, Señor, tu espíritu divino, aquí, Señor, me quedo,
para que al fin te vea! sentado en el umbral como un mendigo
El espíritu todo lo escudriña que aguarda una limosna;
aun de Dios lo profundo. aquí te aguardo.
T ú solo te conoces, T ú me abrirás la puerta cuando muera,
T ú solo sabes que eres. la puerta de la muerte,
¡Decir «yo soy»! ¿Quién puede a boca llena y entonces la verdad veré de lleno,
sino T ú solo ? sabré si T ú eres
¡Dinos «yo soy», Señor, que te lo oigamos, o dormiré en tu tumba.
sin velo de misterio,
sin enigma ninguno!
LIBÉRTATE, SEÑOR
Razón del Universo, ¿dónde habitas?
¿Por qué sufrimos? Dime tú lo que quiero,
¿Por qué nacemos? que no lo sé...
Ya de tanto buscarte Despoja a mis ansiones de su velo...
perdimos el camino de la vida, Descúbreme mi mar,
el que a ti lleva Mar de lo eterno...
si es, ¡oh mi Dios!, que vives. Dime quién soy..., dime quién soy..., que vivo...
Erramos sin ventura, Revélame el misterio...
sin sosiego y sin norte, Descúbreme mi mar...
perdidos en un nudo de tinieblas, Ábreme mi tesoro,
con los pies destrozados, mi tesoro, ¡Señor!
manando sangre, ¡Ciérrame los oídos,
desfallecido el pecho, ciérramelos con tu palabra inmensa,
y en él el corazón pidiendo muerte que no oiga los quejidos
de los pobres esclavos de la tierra...!_ > ¿.. ;.. • :;
ii Miguel de Unamun Libértate, Señor
¡Que al llegar sus murmullos a mi pecho, mientras quede algo esclavo
al entrar en mi selva, en el mundo que hiciste,
me rompen la quietud! y mira que si al alma no libertas,
al alma en que T ú vives,
# # #
serás en ella esclavo.
¡Tú, T ú mismo, Señor!
T u palabra no muere, nunca muere...
¡Libérta-te!
porque no vive...
¡Libérta-te, Señor!
No muere tu palabra omnipotente,
¡Libérta-les,
porque es la vida misma,
átales con tu amor!
y la vida no vive...
Libérta-te.
no vi ve..., vivifica...
¡Libérta-te en tu amor!
T u palabra no muere..., nunca muere...,
Libérta-me.
¡nunca puede morir!
¡Libérta-me, Señor!
Follaje de la vida,
raíces de la muerte..., # * #
¡eso son sus palabras nada más!
Me llegan sus canciones al oído... No me muestres sendero,
estribillos de moda... no me muestres camino;
¡cantan la libertad! no me lo muestres,
No canta libertad más que el esclavo, que no lo sigo...
el pobre esclavo; Déjame descansar en tu reposo,
el libre canta amor, en el reposo vivo,
te canta a ti, ¡Señor! y en su dulce regazo,
Que en mí cante tu selva, en tu seno dormido
¡selva de inmensidad! guárda-me, ¡Señor!
Que en mí cante tu selva, Guárdame tranquilo,
la virgen selva libre en que colgaste guárdame en tu mar,
al aire libre mar del olvido...,
mi nido del follaje... mar de lo eterno...,
Que en mí cante tu selva, guárda-me, ¡Señor!
¡selva de inmensidad! No me muestres camino,
Allí en sus jaulas de oro, no me muestres sendero,
fuera del nido, que no lo sigo...
la cantinela en moda .: ¡No puedo andar!
repiten los esclavos... ¡pobrecillos! A las demás renuncio
¡Libérta-los! si sigo una vereda...;
¡Libérta-los, Señor! quiero perderme,
Mira, Señor, que mi alma perderme sin senderos en la selva,
jamás ha de ser libre selva de vida;
4" Aligue! de Unamuno \El Cristo dé Velázqiiez 47
quiero tenerla abierta...,, regocijo de vida que se escurre;
las sendas me la cierran..., mas sólo Tú, la carne que padece,
guárda-me, a carne de dolor que se desangra,
guárda-me, ¡Señor! i las entrañas nos la diste en pábulo,
* * * . • , ¡
Dan de inmortalidad a los mortales.
¡Tú eres el Hombre-Dios, Hijo del hombre!
Callaron los esclavos... La humanidad en doloroso parto
Están durmiendo... ..,,,.. (de última muerte que salvó a la vida
Callaron los esclavos... jte dio a luz como Luz de nuestra noche,
En silencio te rezan sin saberlo... . ,„. , que es todo un hombre el Dios de nuestra noche,
Mientras duermen te rezan, , , ...;,- y hombría es su humanidad divina.
es oración su sueño... T ú eres el Hombre, la Razón, la Norma,
No los despiertes... tu cruz es nuestra vara, la medida
Libérta-los. del dolor que sublima, y es la escuadra
¡Libérta-los, Señor! de nuestra derechura: ella endereza,
Ata-Íes con el sueño.:. cuando caído, al corazón del hombre.
Libérta-los. T ú has humanado al Universo, Cristo,
¡Libérta-los, Señor! ¡que por ti es obra humana! ¡Vedlo todo!
Mientras quede algo esclavo «He aquí al Hombre!» por quien Dios es algo.
no será mi alma libre, «¡No tengo hombre!», decimos en los trances
ni Tú, Señor, de la vida mortal; mas T ú contestas:
ni T ú que en ella vives... i «¡Yo soy el Hombre, la Verdad, la Vida!»
Serás tú mismo esclavo... ¡Tal es el Hombre, Rey de las naciones
Libérta-me, de desterrados, de la Iglesia santa,
libérta-me, ¡Señor! del pueblo sin hogar que va cruzando
Libérta-te, .' el desierto mortal tras de la enseña
libérta-te, ¡Señor! ' • Í- y cifra de lo eterno, que es la cruz!... ,
¡Libérta-te! ::
( L A VIDA ES SUEÑO)

EL CRISTO DE VELAZQUEZ . ...•> ,z ¿Estás muerto, Maestro, o bien tranquilo


durmiendo estás el sueño de los justos?
(Fragmentos) : 'l
T u muerte de tres días fue un desmayo,
(ECCE HOMO) ••>;.-
sueño más largo que los otros tuyos ;
pues tú dormías, Cristo, sueños de Hombre,
T u cuerpo de hombre con blancura de hostia mientras velaba el corazón. Posábase,
para los hombres es el evangelio. ángel sobre tu sien, esa primicia
Dieron sus cuerpos los helenos dioses del descanso mortal, ese pregusto
de la rosada niebla del Olimpo del sosiego final de aqueste tráfago;
para la vista en pasto de hermosura, cual pabellón las blandas alas negras
48 Miguel de Unamtino Authadeia

del ángel del silencio y del olvido y a tu soplo las almas van rodando
sobre tus párpados; lecho de sábana en una misma ola. Pues moriste,
pardo, la tierra nuestra madre; al borde, Cristo Jesús, para juntar en uno
con los brazos cruzados, meditando a los hijos de Dios que andan dispersos,
sobre sí mismo, el Verbo. Y di, ¿soñabas ? sólo un rebaño bajo de un pastor.
¿Soñaste, Hermano, el reino de tu Padre?
¿Tu vida acaso fue, como la nuestra,
sueño? ¿De tu alma fue en el alma quieta LA O R A C I Ó N D E L A T E O '^"
fiel trasunto del sueño de la vida
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
de nuestro Padre? Di, ¿de qué vivimos y en tu nada recoge estas mis quejas;
sino del sueño de tu vida, Hermano? T ú que a los pobres hombres nunca dejas
¡No es la sustancia de lo que esperamos, ) sin consuelo de engaño. No resistes
nuestra fe, nada más que de tus obras I
el sueño, Cristo! ¡Nos pusiste el cielo, a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes,
ramilletes de estrellas de venturas; cuando T ú de mi mente más te alejas;
hicístenos la noche para el alma más recuerdo las plácidas consejas
cual manto regio de ilusión eterna! con que mi alma endulzóme noches tristes.
Por Ti los brazos del Señor nos brizan ,
al vaivén de los cielos y al arrullo ,, ¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande,
del silencio que tupe por las noches , que no eres sino Idea; es muy angosta
la bóveda de luces tachonada. la realidad por mucho que se expande
¡Y tu sueño es la paz que da la guerra, para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
y es tu vida la guerra que da paz! Dios no existente; pues si T ú existieras,
existiría yo también de veras.
(SOLEDAD)
Abandonado de tu Dios y Padre, AUTHADEIA
que con sus manos recogió tu espíritu,
te alzas en ese tronco congojoso Dejadme solo, que no quiero bandas;
de soledad, sobre la escueta cumbre menos si de ellas me queréis caudillo,
del teso de la calavera, encima pues sé muy bien que empañaréis mi brillo
del bosque de almas muertas que esperaban con vuestra sombra. Un potro son las andas
tu muerte, que es su vida. ¡Duro trono que me ofrecéis, aun cuando lleven randas
de soledad! Tú, solo, abandonado de oro y laurel. No quiero de argandillo
de Dios y de los hombres y los ángeles, servir para el devane del ovillo
eslabón entre cielo y tierra, mueres, de vuestras viles pasioncillas blandas.
¡oh León de Judá, Rey del desierto
y de la soledad! Las soledades Solo y señero, que éste es mi castigo,
hinches del alma, y haces de los hombres y en mi castigo busco mi consuelo;
solitarios un hombre; T ú nos juntas, solo y señero, y pongo.por testigo
50 Miguel de llnamuno
\Ctmtigas 51
a Dios, que mientras pese aquí en el suelo
a El, que me aisla, quiero por amigo
y os emplazo a vosotros para el cielo. RAMÓN DEL VALLE-INCLAN
I Nació en Villagarcía de Arosa (Pontevedra) (1866-1936).
A U N A PAJARITA D E P A P E L Los temas religiosos aparecen especialmente en Aromas de
Leyenda y en El Pasajero, recogidos en el volumen de Claves
¡Habla, que lo quiere el niño! Líricas. La única poesía religiosa de tema gallego está dis-
¡Ya está hablando! tribuida al pie de los poemas del primero de los referidos
El Hijo del Hombre, el Verbo volúmenes, formando lo que se han llamado «las jarchas de
Valle-Inclán».
encarnado
se hizo Dios en una cuna
con el canto CANTIGAS
de la niñez campesina, Campana, campaniña
canto alado... do Pico Sagro,
¡Habla, que lo quiere el niño! toca por que floreza
¡Hable tu papel, mi pájaro! a rosa do milagro.
Habíale al niño que sabe Estaba una poniba blanca
voz del alto, sobre un rosal florecido,
la voz que se hace silencio pra un ermitaño do monte
sobre el fango... o pan levaba no vico.
Habíale al niño que vive Por sobre o rosal
en su pecho a Dios criando... voa un paxariño
T ú eres la paloma mística, que leva unha rosa
tú el Santo a Jesús Menino.
Espíritu que hizo el hombre ¡Ruiseñol! ¡Cotovía!
con sus manos... ¡Paxariño lindo!
Habla a los niños, que el reino Cántame no peito
tan soñado que o teño ferido.
de los cielos es del niño Anque sea ben baixo,
soberano; canta paxariño,
del niño, rey de los sueños, Cántame no peito,
¡corazón de lo creado! paxariño lindo,
¡Habla, que lo quiere el niño! que con Jesús falas
¡Ya está hablando!... no teu asoyío.
Pola mañán cedo,
lindo ruiseñol,
hai na tua cantiga
orballo de frol.
j Orballiño fresco . . .
Ramón del Vallelnclán\ La trae un cuervo 53
ñas pallas do día, —-San Serenín, padre maestro, •
orballiño, gracia como los ríos a la mar,
de Santa María! todas las cosas en el mundo
hacen camino sin final.
Y el ave y la flecha y la piedra
PROSAS D E DOS E R M I T A Ñ O S j son en el aire Eternidad.

En la austera quietud del monte i —San Gundián, padre maestro,


y en la sombra de un peñascal, i todo el saber en eso da:
nido de buitres y de cuervos '¡ Cuanto es misterio, en el misterio
que el cielo cubren al volar, ha de ser por siempre jamás,
razonaban dos ermitaños: hasta que el cirio de la muerte
San Serenín y San Gundián. nos alumbre en la Eternidad.

—San Serenín, padre maestro, —San Serenín, padre maestro,


tu grande saber doctoral, esa luz que no apagarán
que aconseja a papas y reyes, todas las borrascas del mundo,
puede mi alma aconsejar mi aliento quisiera apagar.
y un cirio de candida cera ¡El dolor de sentir la vida
encender en su oscuridad. en otra vida seguirá!

—San Gundián, padre maestro, —San Gundián, padre maestro,


y definidor teologal, mientras seas cuerpo mortal
confesor de papas y reyes y al cielo mires, en el día
en toda la cristiandad, la luz del sol te cegará,
el cirio que enciende mi mano y en la noche, las negras alas
ninguna luz darte podrá. del murciélago Satanás.

—San Serenín, padre maestro, Callaron los dos ermitaños


mis ojos quieren penetrar y se pusieron a rezar.
en el abismo de la muerte, San Serenín, como más viejo,
el abismo del bien o el mal tenía abierto su misal,
adonde vuelan nuestras ánimas y en el misal la calavera
cuando el cuerpo al polvo se da. abría su hueco mirar.

—San Gundián, padre maestro,


¿quién el trigo contó al granar, LA T R A E U N CUERVO
y del ave que va volando ¡Tengo rota la vida! En el combate
dice en dónde se posará, de tantos años ya mi aliento cede,
y de la piedra de la honda y el orgulloso pensamiento abate
y de la flecha, adonde van ? la idea de la muerte, que lo obsede.
Canto de esperanza 55
Ramón del Valle-lnclán
Quisiera entrar en mí, vivir conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin saber de amigo ni enemigo, RUBÉN DARÍO
apartado, vivir devotamente.
Nació en Metapa (Nicaragua) en 1867 y murió en León
¿Dónde la verde quiebra de la altura (Nicaragua) en 1916. Puede decirse que fue el introductor del
movimiento poético modernista en América y en la misma
con rebaños y músicos pastores? Europa. Obras: Epístolas y poemas (1885), Abrojos (1887), Pro-
¿Dónde gozar de la visión tan pura sas profanas (1896), Cantos de vida y esperanza (1905), Oda a
Mitre (1906), El canto errante (1907), Poema del otoño y otros
que hace hermanas las almas y las flores? poemas (1910), Canto a la Argentina y otros poemas (1914), Sol
¿Dónde cavar en paz la sepultura de domingo (1917), Lira postuma (1919). Por no prolongar esta
nota omitimos la larga serie de selecciones, antologías, obras
y hacer místico pan con mis dolores? completas y reediciones de este poeta.

LA T R A E U N A P A L O M A C A N T O DE ESPERANZA
Corazón, melifica en ti el ácimo Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.
fruto del mundo, y de dolor llagado, Un soplo milenario trae amagos de peste.
aprende a ser humilde en el racimo Se asesinan los hombres en el extremo Este.
que es de los pies en el lagar pisado.
¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo ?
Por tu gracia de lágrimas el limo Se han sabido presagios, y prodigios se han visto,
de mi forma será vaso sagrado, y parece inminente el retorno del Cristo.
verbo de luz la cárcel donde gimo La tierra está preñada de dolor tan profundo
con la sierpe del tiempo encadenado. que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.
¡Alma lisiada, negra, arrepentida, Verdugos de ideales afligieron la tierra,
arde como el zarzal ardió en la cumbre! en un pozo de sombras la humanidad se encierra
¡Espina del dolor, rasga mi vida con los rudos colosos del odio y de la guerra.
en una herida de encendida lumbre! ¡Oh, Señor Jesucristo!, ¿por qué tardas, qué esperas
¡Dolor, eres la clara amanecida, para tender tu mano de luz sobre las fieras
y pan sacramental es tu acedumbre! y hacer brillar al sol tus divinas banderas ?
Surge de pronto y vierte la esencia de la vida
sobre tanta alma loca, triste o empedernida
que, amante de tinieblas, tu dulce aurora olvida.
Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo;
ven con temblor de estrella y horror de cataclismo;
ven a traer amor y paz sobre el abismo.
Y tu caballo blanco, que miró el visionario,
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.
Rubén Darío
La Cartuja
el misterioso profesor de llanto,
A FRANCISCA
y el silencio, en que encuentran armonías
Ajena al dolo y al sentir artero, el soñador, el místico y el santo,
llena de la ilusión que da la fe, fueron para ellos minas de diamantes
lazarillo de Dios en mi sendero, que cavan los mineros serafines
Francisca Sánchez, acompáñame... a la luz de los cirios parpadeantes
En mi pesar de duelo y de martirio, y al son de las campanas de maitines.
casi inconsciente me pusiste miel, Gustaron las harinas celestiales
multiplicaste pétalos de lirio en el maravilloso simulacro,
y refrescaste la hoja de laurel. herido el cuerpo bajo los sayales,
Ser cuidadosa del dolor supiste el espíritu ardiente en amor sacro.
y elevarte al amor sin comprender; Vieron la nada amarga de este mundo,
enciendes luz en las horas del triste, pozos de horror y dolores extremos,
pones pasión donde no puede haber. y hallaron el concepto más profundo
Seguramente Dios te ha conducido en el profundo de «Morir tenemos».
para regar el árbol de mi fe; Y como a Pablo e Hilarión y Antonio,
hacia la fuente de noche y de olvido, a pesar de cilicios y oraciones,
Francisca Sánchez, acompáñame... les presentó con su hechizo, el demonio,
Y huelle tu talón de rosa sus mil visiones de fornicaciones.
la arena de oro perfumado Y fueron castos por dolor y fe,
por los ungüentos de la Esposa y fueron pobres por la santidad,
en los jardines del Amado. y fueron obedientes porque fue
/ / • .
su reina de pies blancos la humildad.
K / ' • Vieron los belcebúes y satanes
LA C A R T U J A V que esas almas humildes y apostólicas
Este vetusto monasterio ha visto, triunfaban de maléficos afanes
secos de orar y pálidos de ayuno, y de tantas acedías melancólicas.
con el breviario y con el Santo Cristo, Que el Mortui estis del candente Pablo
a los callados hijos de San Bruno. les forjaba corazas arcangélicas
A los que en su existencia solitaria y que nada podría hacer el diablo
con la locura de la cruz y al vuelo de halagos finos o añagazas bélicas.
místicamente azul de la plegaria, ¡Ah!, fuera yo de esos que Dios quería,
fueron a Dios en busca de consuelo. y que Dios quiere cuando así le place,
Mortificaron con las disciplinas dichosos ante el temeroso día
y los cilicios la carne mortal de losa fría y Requiescat in pace!
y opusieron, orando, las divinas Poder matar el orgullo perverso
ansias celestes al furor sexual. y el palpitar de la carne maligna,
La soledad que amaba Jeremías, todo por Dios, delante el Universo,
con corazón que sufre y se resigna.
La hermana agua 59
58 Rubén Darío
Sentir la unción de la divina mano,
ver florecer de eterna luz mi anhelo,
y oír como un Pitágoras cristiano AMADO ÑERVO
la música teológica del cielo.
Y al fauno que hay en mí, darle la ciencia Nació en México, en 1870, y murió en Montevideo (1919).
que al Ángel hace estremecer las alas. Diplomático de su país en España y Uruguay. Obras poéticas:
Por la oración y por la penitencia Perlas negras (1898), Poemas (1901), Los jardines interiores
poner en fuga a las diablesas malas. (1905), En voz baja (1900), Serenidad (1914), Elevación (1917),
Plenitud (1918), El estanque de los lotos (1919), La amada in-
Darme otros ojos, no estos ojos vivos móvil (1920), El arquero divino (1927).
que gozan en mirar, como los ojos
de los sátiros locos medio-chivos,
redondeces de nieve y labios rojos. LA HERMANA AGUA i
Darme otra boca en que queden impresos X,.-

los ardientes carbones del asceta, (Fragmento)


y no esta boca en que vinos y besos
E L AGUA MULTIFORME
aumentan gulas de hombre y de poeta.
Darme unas manos de disciplinante «El agua toma siempre la forma de los vasos
que me dejen el lomo ensangrentado, que la contienen», dicen las ciencias que mis pasos
y no estas manos lúbricas de amante atisban y pretenden analizarme en vano;
que acarician las pomas del pecado. yo soy la resignada por excelencia, hermano.
Darme una sangre que me deje llenas ¿No ves que a cada instante mi forma se aniquila?
las venas de quietud y en paz los sesos, Hoy soy torrente inquieto y ayer fui agua tranquila;
y no esta sangre que hace arder las venas, hoy soy, en vaso esférico, redonda; ayer, apenas
vibrar los nervios y crujir los huesos. me mostraba cilindrica en las ánforas plenas,
¡Y quedar libre de maldad y engaño y así pitagorizo mi ser, hora tras hora:
y sentir una mano que me empuja hielo, corriente, niebla, vapor que el día dora,
a la cueva que acoge al ermitaño, todo lo soy, y a todo me pliego en cuanto cabe.
o al silencio y la paz de la Cartuja! ¡Los hombres no lo saben, pero Dios sí lo sabe!
¿Por qué tú te rebelas ? ¿Por qué tu ánimo agitas ?
¡Tonto! ¡Si comprendieras las dichas infinitas
de plegarse a los fines del Señor que nos rige!
¿Qué quieres? ¿Por qué sufres? ¿Qué sueñas? ¿Qué
te aflige ? '
¡Imaginaciones que se extinguen en cuanto
aparecen... En cambio, yo canto, canto, canto!
Canto mientras tú penas, la voluntad ignota;
canto cuando soy linfa; canto cuando soy gota,
y al ir, Proteo extraño, de mi destino en pos,
murmuro: ¡Que se cumpla la santa ley de Dios!
60 :... Amada Ñervo ¿Le buscas? Es que le tienes 61
¿Por qué tantos anhelos sin rumbo tu alma fragua?
¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua;
sé como el agua, llena de oblación y heroísmo, EL SIGNO %¿¿y
sangre en el cáliz, gracia de Dios en el bautismo; No hables a todos de las cosas bellas y esenciales.
sé como el agua, dócil a la ley infinita, No arrojes margaritas a los cerdos.
que reza en las iglesias en donde está bendita, Desciende al nivel de tu interlocutor para no humi-
y en el estanque arrulla meciendo la piragua. llarle o desorientarle.
¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua; Sé frivolo con los frivolos...; pero de vez en cuando,
viste, cantando, el traje de que el Señor te viste, como sin querer, como sin pensarlo, deja caer en
y no estés triste nunca, que es pecado estar triste. su copa, sobre la espuma de su frivolidad, el péta-
Deja que en ti se cumplan los fines de la vida; lo de rosa del ensueño.
sé declive, no roca; transfórmate y anida Si no reparan en él, recógelo y vete de su lado, sonrien-
donde al Señor le plazca, y al ir del fin en pos, te siempre; es que para ellos aún no llega la hora.
murmura: —¡Que se cumpla la santa ley de Dios! Mas si alguien coge el pétalo, como a hurtadillas, y lo
Lograrás, si lo hicieres así, magno tesoro acaricia, y aspira su blando aroma, hazle en segui-
de bienes: si eres bruma, serás bruma de oro; da un discreto signo de inteligencia...
si eres nube, la tarde te dará su arrebol; Llévale después aparte; muéstrale alguna o algunas de
si eres fuente, en tu seno verás temblando al sol ; las flores milagrosas de tu jardín; habíale de la
tendrán filetes de ámbar tus ondas, si laguna Divinidad invisible que nos rodea... y dale la pa-
eres, y si océano, te plateará la luna. labra del conjuro, el ¡Sésamo, ábrete! de la verda-
Si eres torrente, espuma tendrás tornasolada, dera libertad.
y una crencha de arco iris en flor, si eres cascada.
Así me dijo el agua con místico reproche,
y yo, rendido al santo consejo de la Maga, ¿LE BUSCAS? ES QUE LE TIENES
sabiendo que es el Padre quien habla entre la noche,
clamé con el Apóstol: —Señor, ¿qué quieres que haga ? Oirás decir frecuentemente a muchos que no encuen-
tran a Dios.
Pregúntales si le buscan y hasta dónde llega su anhelo
OFERTORIO de hallarle.
Si le buscan con mucho ahínco, tranquilízalos, porque
Deus dedit, Deus abstulit. ya le han encontrado...
Dios dice a Pascal en las Meditaciones:
Dios mío, yo te ofrezco mi dolor:
«Consolé toi, tu ne me chercherais pas si tu ne m'avais
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!
trouvé» i.
T ú me diste un amor, un solo amor,
¡un gran amor! Pensamiento admirable, capaz de inundar de consuelo
al espíritu más árido y desolado.
Me lo robó la muerte
Pensamiento, por otra parte, de una sorprendente exac-
... y no me queda más que mi dolor.
titud.
Acéptalo, Señor:
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!... 1
«Consuélate, no me buscarías si no me hubieras ya encontrado».
62 Amado Ñervo 63
Le tienes
El que busca, en efecto, a Dios con ahínco es porque le ¿Es esencia?
ama, y el que le ama, ya le posee. ¿Es substancia?
Amar a Dios y poseerle es todo uno. ¿Es uno?
Por eso el autor de estas líneas ha dicho en unos versos, ¿Es múltiple?
glosando la frase del divino pensador francés: ¿Es la conciencia del universo ?
«Alma, sigue hasta el final—en pos del Bien de los bie- ¿Es voluntad sin conciencia y sin fin?
nes—y consuélate en tu mal—pensando como ¿Es todo lo que existe?
Pascal—: «¿Le buscas? ¡Es que le tienes!» ¿Es distinto de todo lo que existe?
¿Es como el alma de la naturaleza?
SI AMAS A DIOS ¿Es una ley?
¿Es simplemente la armonía de las fuerzas ?
Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte ex- ¿Está en nosotros mismos?
tranjero, porqué El estará en todas las regiones, ¿Es nosotros mismos?
en lo más dulce de todos los países, en el límite ¿Está fuera de nosotros?
indeciso de todos los horizontes. Alma mía, hace tiempo que tú ya no te preguntas estas
Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, cosas.
a pesar de la diaria tragedia, El llena de júbilo el Tiempo ha que estas cosas ya no te interesan.
universo. Lo único que tú sabes es que le amas.
Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie,
porque nada puedes perder, y todas las fuerzas
del cosmos serían impotentes para quitarte tu he- LE TIENES
redad.
Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los Pues busco, debo encontrar.
instantes, porque no habrá acto que no ejecutes Pues llamo, débenme abrir.
en su nombre, ni el más humilde ni el más elevado. Pues pido, me deben dar.
Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, Pues amo, débeme amar
porque le llevas a El, que es la clave y resolución aquel que me hizo vivir.
de todos. ¿Calla? Un día me hablará.
Si amas a Dios, ya no podrás .establecer con angustia ¿Me pone a prueba? Soy fiel.
una diferencia entre la vida y la muerte, porque :s
¿Pasa? No lejos irá;
en El estás y El permanece incólume a través de pues tiene alas mi alma, y va
todos los cambios. volando detrás de El.
Es poderoso, mas no
¿COMO ES? podrá mi amor esquivar.
Invisible se volvió,
¿Es Dios personal? mas ojos de lince yo
¿Es impersonal ? tengo y le habré de mirar.
¿Tiene forma? Alma, sigue hasta el final
¿No tiene forma? en pos del Bien de los bienes
Manuel Alachado La saeta 65

y consuélate en tu mal Si de tu santa faz el sol sombrío


pensando como Pascal: antes que el astro enciende la mañana
«¿Le buscas? ¡Es que le tienes!» y de tu sangre la Divina grana
eterna corre como fluye el río...
Y vuelven a bajar las golondrinas
PASTOR a quitar de tu frente las espinas
al mandato de Amor, eterno y fuerte.
Pastor, te bendigo por lo que me das.
Ríndese el mal y el odio. Y tu «Carrera»
Si nada me das, también te bendigo.
al hombre enseña, al fin, de qué manera
Te sigo riendo si entre rosas vas.
puede ser Dios un condenado a muerte.
Si vas entre cardos y zarzas, te sigo.
¡Contigo en lo menos, contigo en lo más,
y siempre contigo! A NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA
(Sevilla, madrugada del Jueves Santo)
LA O R A C I Ó N ¡Virgen de la Esperanza! ¡Macarena!...
Y una explosión de sol y de armonía,
No será lo que quieres—murmura el desaliento—, y un fluir generoso de alegría...
tu plegaria es inútil; no verá tu pupila ¡Y un sentir que está el alma toda llena!
el dulce bien que sueñas... ¡Imposible es tu intento!
Yo escucho estas palabras como el rumor del viento ¡Virgen de la Esperanza! En tu morena
y sigo en mi oración obstinada y tranquila. cara divina el sevillano día
toma toda la luz de su poesía...
Mañana de cristal, tarde serena.
¡Ay, de no amar, de no creer, no hay modo v
cuando tu imagen célica aparece
MANUEL MACHADO mecida entre el incienso, en lontananza!

Nació en Sevilla en 1874 y murió en Madrid en 1947. Obras:


¡Ay mi Sevilla, que lo tiene todo:
Alma (1902), Caprichos (1905 y 1908), La fiesta nacional (1906), cuando el Señor del Gran Poder le ofrece
Alma, Museo, Cantares (1907), El mal poema (1909), Apolo la Fe y la Caridad... Tú, la Esperanza!
(1911), Cante hondo (1916), Trofeos (1913), Canciones y dedi-
catorias (1915), Sevilla y otros poemas (1918), Ars moriendi
(1921). Poesías: Opera omnia lírica (1924), Poesías escogidas, LA SAETA
Barcelona (1910), Fénix (1936), Cadencias (1947).
I
JESÚS D E L GRAN PODER «Míralo por dónde viene
el Mejor de los nacidos...»
Jesús del Gran Poder, Señor, Dios mío...
Una calle de Sevilla
Si en medio de la noche sevillana
entre rezos y suspiros...
aparece tu efigie soberana
Largas trompetas de plata...
entre gotas de llanto y de rocío...
Dios en la poesía
66 Aíanuel Machado Anoche cuando dormía... 67

Túnicas de seda... Cirios La que sabe de gentes que en la vida


en hormiguero de estrellas van sin fe, sin amor y sin fortuna,
festoneando el camino... y en vez del agua beben el veneno.
El azahar y el incienso
La que perdona y ve... La que convida
embriagan los sentidos...
a la dicha posible y oportuna,
Ventana que da a la noche
al encanto de amar y de ser bueno.
se ilumina de improviso
y en ella una voz—¡saeta!—
canta o llora, que es lo mismo:
«Míralo por dónde viene ANTONIO MACHADO
el Mejor de los nacidos...»
Nació en Sevilla en 1875 y murió en Collioure (Francia) en
II 1939. Obras: Soledades (1903), Soledades, Galerías y otros poe-
mas (1907), Campos de Castilla (1912), Nuevas canciones (1925),
Canto llano... Sentimiento La guerra (1938). Varias ediciones de Poesías completas.
que sin guitarra se canta.
Maravilla
Anoche cuando dormía
que por acompañamiento
soñé, ¡bendita ilusión!,
tiene... la Semana Santa
que una fontana fluía
de Sevilla.
dentro de mi corazón.
Cantar de nuestros cantares,
Di, ¿por qué acequia escondida,
llanto y oración. Cantar,
agua, vienes hasta mí,
salmo y trino.
manantial de nueva vida
Entre efluvios de azahares
en donde nunca bebí?
tan humano y, a la par,
Anoche cuando dormía
¡tan divino!
soñé, ¡bendita ilusión!,
Canción del pueblo andaluz:
que una colmena tenía
... De cómo las golondrinas
dentro de mi corazón;
le quitaban las espinas
y las doradas abejas
al Rey del cielo en la cruz.
iban fabricando en él,
LAS CONCEPCIONES D E M U R I L L O con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
De las dos Concepciones, la morena... Anoche cuando dormía
La de gracia celeste y sevillana, soñé, ¡bendita ilusión!,
la más divina cuanto más humana, que un ardiente sol lucía
la que habla del querer y de la pena. dentro de mi corazón.
La pintada a caricias ideales... Era ardiente porque daba
La toda bendición, toda consuelo, calores de rojo hogar,
la que mira a la tierra desde el cielo y era sol porque alumbraba
con los divinos ojos maternales, y porque hacía llorar.
68 Antonio Machado La saeta 69
Anoche cuando dormía su aliento es alma, y por el alma alienta.
soñé, ¡bendita ilusión!, Yo he de hacerte, mi Dios, cual T ú me hiciste,
que era Dios lo que tenía y para darte el alma que me diste
dentro de mi corazón. en mí te he de crear. Que el puro río
de caridad que fluye eternamente,
fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. \^/' de una fe sin amor la turbia fuente!
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
T u voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
No desdeñéis la palabra;
el mundo es ruidoso y mudo,
poetas, sólo Dios habla.
Ayer soñé que veía
* # #
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
¿Para qué llamar caminos
Después soñé que soñaba.
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar.
Todo hombre tiene dos
batallas que pelear:
en sueños lucha con Dios; LA SAETA
y despierto, con el mar.
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
Anoche soñé que oía a Jesús el Nazareno ?
a Dios, gritándome: ¡Alerta!
Luego era Dios quien dormía,
y yo gritaba: ¡Despierta!
SAETA POPULAR y
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
PROFESIÓN D E FE siempre con sangre en las manos
siempre por desenclavar!
Dios no es el mar, está en el mar; riela ¡Cantar del pueblo andaluz,
como luna en el agua o aparece que todas las primaveras
como una blanca vela; anda pidiendo escaleras
en el mar se despierta o se adormece. para subir a la cruz!
Creó la mar, y nace ¡Cantar de la tierra mía,
de la mar cual la nube y la tormenta; que echa flores
es el Criador y la criatura lo hace; al Jesús de la agonía,
Antonio Oración 71
y es la fe de mis mayores! Mas tú eres
¡Oh, no eres tú mi cantar! maternal,
¡No puedo cantar, ni quiero bendita entre las mujeres,
a ese Jesús del madero, madrecita virginal.
sino al que anduvo en el mar! Algo en tu rostro es divino
bajo tus cofias de lino,
Tus mejillas
EN T R E N —esas rosas amarillas—
fueron rosadas, y, luego,
Yo, para todo viaje ardió en tus entrañas fuego;
—siempre sobre la madera y hoy, esposa de la Cruz,
de mi vagón de tercera—, ya eres luz, y sólo luz...
voy ligero de equipaje. ¡Todas las mujeres bellas
Si es de noche, porque no fueran, como tú, doncellas
acostumbro a dormir yo, en un convento a encerrarse!...
y de día, por mirar ¡Y la niña que yo quiero,
los arbolitos pasar, ay, preferirá casarse
yo nunca duermo en el tren, con un mocito barbero!
y, sin embargo, voy bien. El tren camina y camina,
¡Este placer de alejarse! y la máquina resuella,
Londres, Madrid, Ponferrada, y tose con tos ferina.
tan lindos... para marcharse. ¡Vamos en una centella!
Lo molesto es la llegada.
Luego, el tren, al caminar,
siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos
el jamelgo que montamos.
RAMÓN CABANILLAS ENRIQUEZ
¡Oh, el pollino
que sabe bien el camino! Nacido en Cambados, Pontevedra (1876-1959). Cultivó
la épica de tema religioso y legendario, como la lírica. Obra
¿Dónde estamos? poética: No desterro, Caminos no tempo, Samos.
¿Dónde todos nos bajamos?
¡Frente a mí va una monjita ORACIÓN
tan bonita!
Tiene esa expresión serena Da nube baixa á decaída rosa
que a la pena o orballo que a sostén fresca e vizosa,
da una esperanza infinita. e a rosa, agradecida
Y yo pienso: T ú eres buena; á graciosa mercede recibida,
porque diste tus amores fai do orballo fragancia deleitosa
a Jesús; porque no quieres que en fíos de recendo rube e rube
ser madre de pecadores. a perfumar a nube.
Ramón Cabanillas 73
¡Si la estrella de nuevo...!
A alma pol-a voz de Dios unxida
Voz sin sóido, milagreira fala
conquire santa, inmorredoira vida:
que soio escoita o corazón que cala
xusto é que, como a rosa, abrasado en amor de eternidade,
pagadora da gracia miragrosa
ruba ó ceo de donde foi roscida, é a espresión das aladas xerarquías
de gratitude anxélica emisaria, tecida en silandeiras melonías
trastocada en pregaría. ante o solio da Eterna Maxestade.

PAZ
ENRIQUE DIEZ-CANEDO
E a man da paz a santa man que enxoita
bágoas do dor e sangue da ferida, Nació en Badajoz (1879) y murió en México (1944). Su repu-
reconforto da alma esmorecida tación como crítico literario fue extraordinaria, hasta el punto
pol-os estragos da mundana loita. de que algunos olvidan su obra poética. Obras: Versos de las
horas (1906), La visita del sol (1907), La sombra del ensueño
(1910), Algunos versos (1924), El desterrado (1940), Epigramas
E a man da paz a santa man recoita americanos (1945), Oración de los débiles al comenzar el año
que acollé a ovella no breñal perdida (1950).
e pondo os lobos irtos en fuxida
verte a mel do consolo encol da coita. 1919

Trouxo, ó baixar do ceo, unha roseira ¡Si la estrella de nuevo


da que fixo ó silenzo xardineiro, señalara el camino!
co-a soedades por guión e freirá. Porque tú siempre naces,
pero ya no te anhelan
E a chantóu, con acertó milagreiro, los pequeños del mundo
na térra máis doada e criandeira: ni te buscan los sabios.
o recatado craustro do mosteiro. Cierran todos sus puertas;
sólo tienen los ojos
en el pan que sus manos
SILENZO doloridas amasan
o en el arma que aguzan.
Cando o paxaro agáchase no niño, Temen ver a lo lejos
o vento dorme, o río vai calado resplandores de hoguera.
e o esprito voa ó ceo, translevado, Espantados, escuchan
en cobiza de luz e de aloumiño, el rumor de un galope
cada vez más cercano.
ergue o silenzo o cántico divino: Pero si alguien hiciera
¡A térra, o mar, o ámbito estrelado, la pregunta olvidada
todo, Señor, se move ó teu mandado, levantando los ojos
que Ti es comenzó e fin, rumbo e camino! a buscar en el cielo
Oración de los débiles 75
74 Enrique Diez-Canedo
pese sobre la tierra, cuando reinen
nuevamente la estrella,
vientos de tempestad y olas de crimen,
¿brillaría en la noche?... nazca el día risueño que esperamos,
Porque tú siempre naces... como en Belén el Redentor del mundo,
rubio niño nacido en el siniestro
ORACIÓN D E LOS DÉBILES AL COMENZAR corazón de diciembre. ¡Y como entonces,
EL A Ñ O unidos los pastores y los reyes,
le vendrán a rendir parias y ofrendas!
Señor, el año empieza. Como siempre, Señor, empieza el año. T ú que sabes,
postrados a tus pies, la luz del día al ver del árbol las escuetas ramas
queremos esperar. Cuando los rayos ateridas y tristes, cuántas hojas
del sol levante por el cielo extiendan las vestirán en la estación propicia;
rosados matutinos esplendores, Tú, que al ver arrojadas las simientes
descienda con su luz en nuestra frente en los surcos abiertos por la reja,
tu bendición, Señor. Eres la fuerza puedes contar los diminutos granos
que tenemos los débiles, nosotros. que mecerán más tarde las espigas;
Y porque, débiles de cuerpo, Tú, que ves cada día las arenas
mil veces nuestro espíritu flaquea que del peñasco ingente desarraigan
y hasta de tu sostén—¡perdón, oh Padre!— los besos furibundos de las olas,
llegamos a dudar. ves igualmente lo que está escondido
Empieza el año. del año que comienza en el arcano.
¡Cuántos vimos venir! ¡Cuántos anhelos ¿Qué nos guarda en él? ¿Como en los otros
de que al pasar las invernales horas, que ya pasaron, la opresión del fuerte
las horas del dolor, en la sedante sentirán nuestros hombros? ¿Serviremos
calma de florecida primavera para que suban los que, más osados,
pudiéramos curar nuestras heridas se apoyan en nosotros, y consiguen
para entrar, animosos y serenos, lo que nosotros, fundamento suyo,
en el seno fecundo del estío, jamás conseguiremos? ¿En la nada
fortaleza del cuerpo y paz del alma! se agitarán nuestros inermes brazos?
¡Y cómo, con las hojas otoñales, ¿O tal vez, más que nunca miserables,
vencidos nuestros ánimos cayeron! perecerá—¡Señor, no lo permitas!—
¡Y cómo nuevamente nos hallamos nuestra esperanza en Ti?
en el hielo invernal, hielo de muerte! Si a tu palabra
Pero Tú, nuestra fuerza, que respondes de la nada formáronse universos;
a nuestra voz doliente que te llama, si fue tu voluntad razón bastante
siempre nos consolaste. Y en el fondo para que el sol, rasgando las tinieblas,
de la noche pensamos en el día. a todo diera luz, calor y vida,
Pensamos en el día de victoria
puedes con tu palabra salvadora
que tiene que venir... ¿quién sabe cuándo?
trocar la faz del mundo.
Tal vez cuando la noche más oscura
76 Enrique Díez-Canedo ¡Granados en cielo azul...! 77
Padre nuestro
q u e en los cielos e s t á s : haz a los h o m b r e s
iguales: q u e n i n g u n o se avergüence
de los d e m á s ; q u e t o d o s al q u e gime
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
d e n consuelo; q u e todos, al q u e sufre Nació en Moguer (1881) y murió en San Juan de Puerto
del h a m b r e la t o r t u r a , le regalen Rico en 1958. En 1916 casó con Zenobia Camprubí. En 1957
en rica mesa de manteles blancos, recibió el Premio Nobel de Literatura. Obras: Almas de violeta
con blanco p a n y generoso v i n o ; (1900), Ninfeas (1902), Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jar-
dines lejanos (1904), Elejías puras (1908), Elejías intermedias
q u e todos, e n su hogar, el fuego aviven (1909), Olvidanzas (1909), Elejías lamentables (1910), Baladas
para q u e a su calor los fríos m i e m b r o s de primavera (1910), La soledad sonora (1911), Pastorales (1911),
del caminante vuelvan a la vida; Melancolía (1912), Laberinto (1913), Estro (1915), Sonetos es-
q u e n o l u c h e n j a m á s ; q u e n u n c a emerjan pirituales (1917), Diario de un poeta recién casado (1917), Eter-
nidades (1918), Piedra y cielo (1919), Belleza (1923), Poesía
e n t r e las áureas mieses de la historia, (1923), Unidad (1925), Sucesión (1932), Canción (1936), Varias
sangrientas amapolas, las batallas; antologías; Estación total con las Canciones de la Nueva Luz
q u e n o profanen la extensión augusta (1939), Animal de fondo (1949).
del m a r i n m e n s o las a r m a d a s n a v e s ;
y reinando la paz, q u e t o d o s tengan, (DE «PASTORALES»)
como cifra d e amor, p o r T i bendita,
u n a mujer, u n c a m p o y u n a casa. ¡ G r a n a d o s e n cielo azul,
Y haz, Señor, q u e descienda sobre el m u n d o calle de los m a r i n e r o s ! ;
la luz de la V e r d a d ; luz prodigiosa ¡qué v e r d e s están t u s árboles,
q u e trueca en alegría los pesares q u é alegre tienes el cielo!
y en risa desatada el triste llanto. ¡Viento ilusorio del mar,
L u z , Señor, q u e ilumine las campiñas calle d e los m a r i n e r o s ! ;
y las c i u d a d e s ; q u e a los h o m b r e s t o d o s ojo azul, guedeja de oro,
en sus destellos mágicos envuelva rostro florido y m o r e n o .
y en las almas unidas desarrolle L a m u j e r canta a la p u e r t a :
los mismos sentimientos, y equilibre «¡Vida d e los m a r i n e r o s ! ;
para t o d o s las fuerzas corporales. ¡el h o m b r e siempre e n el m a r
L u z inmortal, Señor, luz de los cielos, y el corazón en el viento!»
fuente de a m o r y causa de la vida. — ¡Virgen del C a r m e n , q u e estén
s i e m p r e e n t u s m a n o s los remos,
q u e , bajo t u s ojos, sean
dulce el m a r y azul el cielo!—
... P o r la t a r d e brilla el aire,
el ocaso está de ensueños,
es u n oro de nostalgia,
d e llanto y d e p e n s a m i e n t o . . .
¡Viento ilusorio del m a r ,
calle de los m a r i n e r o s ! ;
Juan Ramón Jim La transparencia, Dios...

la blusa azul, y la Virgen gracias si queréis cegarme;


milagrera sobre el pecho. gracias por todo y por nada;
¡Granados en cielo azul, sea lo que Vos queráis.
calle de los marineros! ; Lo que Vos queráis, Señor;
¡el hombre siempre en el mar sea lo que Vos queráis.
y el corazón en el viento!
AMANECERES
ENFERMO Brisas primaverales
¡Ponió otra vez, Señor, en pie sobre tu tierra, embriagan mi estancia
y firme, y sonriente, y plácido! de una áspera fragancia
— ¡Que no sea este estar tendido, enfermo, de hojas verdes, con agua, de rosales.
estar tendido ya por siempre! Aún no da el sol en el papel, escrito
¡Levántale, Señor; torna la sangre con mano firme y pura,
justa a su corazón, el claro ver mientras el noble corazón contrito
a sus ojos, el bello hablar trocaba, blando, su amargura
a su boca; devuélvele en dulzura...
la corriente completa ¡Qué paz y qué ventura!
al cauce exhausto de su pensamiento; Amanece, riendo, en lo infinito.
ese sentirse a gusto, ese La fronda, ya despierta
no sentirse la vida—y darla toda—, y plena de la tropa cristalina
que es vida plena! que engarza el alba en un gorjear bendito,
¡Ponió, dora su claridad, que aún sueña, oscura;
Señor, en pie, como me tienes ¡viva esperanza cierta
a mí, como estás T ú ! en que la duda, fúnebre, perdura,
se va a colgar de una expresión divina!...
Canta la codorniz, fresca, allá abajo...
L O Q U E VOS QUERÁIS, SEÑOR Viene un gorrión a la ventana abierta...
Pienso en Dios...
Lo que Vos queráis, Señor;
sea lo que Vos queráis. Y trabajo.
Si queréis que entre las rosas
ría hacia los matinales LA TRANSPARENCIA, DIOS,
resplandores de la vida, LA TRANSPARENCIA
sea lo que Vos queráis.
Si queréis que, entre los cardos, Dios del venir, te siento entre mis manos;
sangre hacia las insondables aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa
sombras de la noche eterna, de amor, lo mismo
sea lo que Vos queráis. que un fuego con su aire.
Gracias si queréis que mire, No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo,
80 Juan Ramón Jiménez Esa órbita abierta
ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano; mi cabeza sentida palpitante,
eres igual y uno, eres distinto y todo; todo cuerpo, alma, míos
eres Dios de lo hermoso conseguido, (con la semilla siempre
conciencia mía de lo hermoso. del más antiguo corazón).
Yo nada tengo que purgar. Dios, ya soy la envoltura de mi centro,
Toda mi impedimenta de Ti dentro.
no es sino fundación para este hoy
en que, al fin, te deseo;
porque estás ya a mi lado, ESA ÓRBITA ABIERTA
en mi eléctrica zona,
Los pájaros del aire
como está en el amor el amor lleno.
se mecen en las ramas de las nubes;
Tú, esencia, eres conciencia; mi conciencia,
los pájaros del agua
y la de otro, la de todos,
se mecen en las olas de la mar
con forma suma de conciencia;
(y viento, lluvia, espuma, sol en torno),
que la esencia es lo sumo,
como yo, Dios, me mezco en los embates
es la forma suprema conseguible;
de ola y rama, viento y sol, espuma y lluvia,
y tu esencia está en mí, como mi forma.
de tu conciencia mecedora bienandante.
(¿No es el goce
mayor de lo divino de lo humano,
DIOS DESEADO Y DESEANTE
el dejarse mecer en Dios, en la conciencia
LA FRUTA DE MI FLOR rezagada de Dios, en la inmanencia madreada,
con su vaivén seguro interminable?)
Esta conciencia que me rodeó Va y ven, el movimiento
en toda mi vida, de lo eterno que vuelve, en ello mismo
como halo, aura, atmósfera de mí, y en uno mismo;
se me ha metido ahora dentro. esa órbita abierta
Ahora el halo es de dentro que no se sale de sí nunca; abierta,
y ahora es mi cuerpo centro y que nunca me libra de sí; abierta,
visible de mí mismo; soy, visible, (porque)
cuerpo maduro de este halo, lo cerrado no existe en su infinito,
lo mismo que la fruta, que fue flor aunque sea regazo y madre y gloria.
de ella misma, es ahora la fruta de ella, flor.
La fruta de mi flor soy, hoy, por ti,
Dios deseado y deseante,
siempre verde, florido, fruteado,
y dorado y nevado, y verdecido
otra vez (estación total toda en un punto,
sin más tiempo ni espacio
que el de mi pecho, esta
82 Josep Carner
Nabi 83

i anava a j e u r e en el tendal d ' u n a figuera;


JOSEP CARNER u n fuminyol pujava d a m u n t d ' u n cabanó.
— A c í , vaig dir, jo restaria
Nació en Barcelona en 1884. Obras: L'idili deis nyanyos c o m l'arbre, c o m el roe. — P e r o la V e u v i n g u é :
(1904), Libre deis poetes (1904), Deu rondalles de Jesús Infant — V é s a l'esclat de N í n i v e , Joñas, n o passis dia:
(1905), Primer llibre de sonets (1905), Fruyts sabrosos (1906),
Segón llibre de sonets (1907), La malvestat d'oriana (1910), plegats, t u arribarás i Jo diré.
Verger de les galanies (1911), La inútil ofrenda (1924), Les
bonhomies (1925), Nabi (1940), El misterio de Quanaxhuta I e m vaig al$ar. D e l roe l'ardéncia,
(1943), Bestiari (1966) y El tomo de l'any (1967). del pi l'aroma m ' i g n o r a v e n el posat.
S'esvaia tot tráete del lloc a m b m a presencia
PRESERVACIO com si j a hagués p r e s comiat.
Son gust d ' e m b a d a l i r perdía la m a r blava;
E s p a u n o m é s de pols la q u e es deposa m u d a el jaient u n núvol com si l'esquena e m d e s ;
sobre el q u e ens fou a m a t i ens fou plangut. sentia Taire q u e es desficiava
Ja n o sé pas co q u e de mi reposa; i la mota de pols e m deia: — V é s . —
res n o viu a l t r a m e n t q u e c o m b a t u t . I en aquell p u n t vaig ésser
c o m picat d ' e s c u r c ó diví:
L ' h o r a foscant ha mal tenyit d e rosa
e m va sobtar i e m va garrir,
la finestra q u e e m serva, inconegut.
D i u m e n g e p u r : só franc d e cada cosa. e m va c o r p r e n d r e i c o n s u m i r
Jo poblaré la meva solitud. la pressa.
E n delerosa caminada,
U n clos ja val com infinit teatre sota l'assolellada
p e r a desfer-hi e u m é n i d e s , d e b a t r e e m retornava el b r o t de r o m a n í ;
a m b 1'ángel, viure i caure en el combat. i en fosquejant, q u a n e m sentia deixondir,
Va a t o m b a l l o n s cap a la sort c o m u n a e m redrecava el cap l'amor de l'estelada
q u i s'alegra i es plany de la f o r t u n a : o n era escrit el m a n a m e n t diví.
n o hi ha corona com u n dol callat. D e m o n t r i g a m e n t en revenja
feia c o m 1'liome q u e d ' u n sol neguit és p i e :
d o r m i r c o m q u i n o d o r m , menjar com q u i n o menja,
NABI fer via sense veure, sentir sense saber.
(Fragment) E r a m a forca i m a sola esperanca
el m o t q u e D é u m'havia dit.
T o t era al m ó n c o m e n c a m e n t i j o v e n t u t .
I aquell m o t repetia dia i nit
L a m a r mirallejava n o m é s p e r a u n llagut.
com u n a m a n t llaminejant a m b delectan^a,
J o veia l'or del dia q u e sobre el m a r s'escola.
com u n infant q u e va cantant p e r por d'oblit.
E n u n a cala, p r o p d ' u n pi, la negra gola
C a p a r b r e n o e m parava, cap casa n o e m prenia,
m'havia tirat a l'eixut.
Sentia olor de sal i olor de ginestera; t o t q u a n t topava era darrera m e u llencat,
Huía al sol u n h o m e peí t u r ó i caminava nit i d i a :
n o veia m e s q u e pols roent o fosquedat.
84
Jose¡> Carnet Entre la mort i Déu
Mon viatge en xardor, perill, dejuni
Ací l'home de cor occeix, empala, aterra;
dura de pleniluni a pleniluni, els himnes de triomf son obra de l'eunuc.
i l'esperó diví feia mes plantes lleus.
Totes les arts acalen el front davant la guerra
Amb res mos ulls no feren pacte
car és l'espasa jove i l'esperit caduc.
ni va teñir ma boca tráete: I deis mercats emplenen seguidament el buc
soldar complint un manament exacte
amb saques precioses la gent de coll feixuc;
no s'entrebanca de lligams ni adéus.
i venen dones de tota la térra,
Pero tantost la quarta lluna era passada, les mes perfectes en pit i maluc.
malaltia cruel fou mon camí: Assur és immortal, i el món una desferra.
si deturava un punt la caminada,
Ma testa amb pena es redrecá.
no em sabia teñir.
D'una torta del riu dellá
Vermelles del sol les parpelles,
blanquejaven casáis per la vorada;
mes passes eren cada cop menys amatents;
i jo, de tort, com bestia ferida, amb la mirada
empolsegades la barba i les celles,
que ho veia tot rodar,
feixuges les espatlles i mos badius ardents.
vaig alear el brac amb virior desesperada
Les coses avinents semblaven en llunyária,
del darrer pósit de mob cor arrabassada:
s'esgarriava l'esma dins la crémor del cap;
i malversant-hi un any de vida vaig clamar:
mon peu sagnava; malgirbaven llur pregaría
—-Quaranta dies mes i Nínive caurá.
el térbol seny, la llengua eixuta com un drap.
I vaig sentir un matí que la claror del dia
dintre ma testa feia com l'abellot que brum,
i ma mirada al raig del sol s'agemolia,
malrecaptosa de la llum. JOSEP MARÍA LÓPEZ PICO
Volia tot pensant: —Iahvé t'espera—, Nació en Barcelona en 1886 y murió en la misma capital
refer-me en nou delit; en 1959. Obras: Intermezzo galant (1910), Turmet-Froment
pero topant en pedra travessera, (1910), Pax (1948), Invocado secular (1926), Antología lírica
a térra vaig trobar-me, colgat en polseguera, (1931). Escribió sesenta colecciones de poemas recogidas en
sus Obras completas, que se editaron en 1948.
i no sabia com alcar-me, estamordit.
—Fuig Nínive de mi? —-vaig saber dir-me encara;
i per fer-me, batut, un poc de nit, E N T R E LA M O R T I DEU
entre les mans vaig recerar la cara. (Fragment)
Darrera meu un vell descavaleá d'un ruc. Entre la mort i Déu l'hora s'inflama
—Alca't! Qui cau, si no s'aixeca, algú l'enterra. crua, agressiva, violenta i dura;
Un covenet de figues i una verra que l'home diu: —No, no morir; vull viure!—
porto a ciutat. Mai no l'has vista? Malastruc, i, contra Déu que sent com si el devori,
puja a cavall de l'ase. Poc tires per feixuc! també diu: —Viure!— amb un sol mot, per vencer
D'ací s'albira el lloc per on el riu aferra la repugnant feblesa adveradora
la gran ciutat que talla i ásela i serra, deis qui molt parlen per portar la vida,
i abat les Ates en el món poruc. sense el gust sa de contradir-se l'esma,
86 fosep M" López Picó 87
Credo
a m b l'heroisme, q u e ni s a p q u e h o sigui I el desenlia?... q u e mai n o t r o b a fi,
q u e renta la nuesa i alluenta equívoc del camí triat a posta,
els m o m e n t s oposats, e n l l u e r n a n t - n o s p r e g u n t a desadita a m b la resposta:
a m b el contrast q u e fa la indiferencia
e n t r e les penes d ' u n s i el goig d ' u n s altres. si cerco D é u sois m ' h e trobat a m i ;
L ' h o m e q u e ahir caigué de la bastida i si e m cercava j o , la meva deixa
tenia aquests c o m p a n y s q u e encara riuen. és el límit distint o n D é u ni es queixa.
Eli n o r i u r á mai mes, i ells ara parlen
de la festa q u e ve, i d ' u n a dona.
D ' u n a dona, sabeu? M o l t e s es p e r d e n
sense n o m ni record, i foren noies, GABRIELA MISTRAL
com la vostra Roser, filia de casa.
N o cal pensar-hi. Sant Joan q u e vingui Nació en 1889 en Vicuña (Chile). Su verdadero nombre es
i encengui a tots indrets noves fogueres Lucila Godoy. Maestra en las escuelas rurales de su país. En
1922 José Vasconcelos la llamó a México para colaborar en la
i ajunti, flames d ' u n sol foc, els cossos, reforma de la enseñanza en dicho país. Premio Nobel en 1945-
obedients en l ' í m p e t u q u e arbora Murió en 1957. Obra poética: Desolación (1922), Ternura
la creadora forca del deliri. (1925), Tala.
N o , n o morir, sino m e s viure i v i u r e !
E n t r e la m o r t i D é u l ' h o m e destria,
CREDO
ni de l ' u n ni de l'altre l'egoisme ;
p e r o la vida per la vida el deixa C r e o en mi corazón, r a m o de aromas
d e c e b u t i cansat del guany inútil, q u e m i Señor como u n a fronda agita,
com els cels c o m b a t u t s d'opostes fúries p e r f u m a n d o de a m o r t o d a la vida
q u e en ésser nit encenen r a l i m á r i a y haciéndola b e n d i t a .
del seu r e p ó s p e r altres m o n s sense h o m e s ; C r e o en m i corazón, el q u e n o pide
o com el port, u n j o r n de vaga al vespre, n a d a p o r q u e es capaz del s u m o ensueño
q u e sembla clos d e ni enyorar els viatges: y abraza en el e n s u e ñ o lo creado,
vaixells a m b flanc ais g a s t a m e n t s propici ¡inmenso d u e ñ o !
i país i m m ó b i l s , d r e t u r e r s p e r l'odi. C r e o en m i corazón q u e c u a n d o canta
s u m e r g e en el D i o s h o n d o el flanco herido
LA VIDA E N DOS CAMINS... para subir de la piscina viva
L a vida en dos camins. A l'un costat como recién nacido.
l ' e s q u e r p silenci on D é u treballa i calla- C r e o en mi corazón, el q u e tremola,
a l'altra b a n d a la i m p o t e n t batalla p o r q u e lo hizo el q u e t u r b ó los mares,
del m e u diáleg a m b la soletat. y en el q u e da la Vida orquestaciones
como de pleamares.
Escenes dissemblants del mateix drama,
C r e o en mi corazón, el q u e yo e x p r i m o
diálegs i silencis, D é u i jo.
para teñir el lienzo de la vida
Q u a n t e s c o m p a r s e s volen joc, p e r o
de rojez o palor, y q u e le ha h e c h o
s'esporugueixen del vestit de flama!
veste encendida.
88 Gabriela Mistral 89
Interrogaciones
Creo en mi corazón, el que en la siembra
por el surco sin fin fue acrecentado. el cansancio del día que muere
Creo en mi corazón siempre vertido, y el del alba que debe venir;
pero nunca vaciado. ¡el cansancio del cielo de estaño
Creo en mi corazón en que el gusano y el cansancio del cielo de añil!
no ha de morder, pues mellará a la muerte- Ahora suelto la mártir sandalia
creo en mi corazón, el reclinado y las trenzas pidiendo dormir.
en el pecho del Dios terrible y fuerte. Y, perdida en la noche, levanto
el clamor aprendido de T i :
«Padre nuestro que estás en los cielos,
¿por qué te has olvidado de mí?»
NOCTURNO
«Padre nuestro que estás en los cielos,
¿por qué te has olvidado de mí?» INTERROGACIONES
Te acordaste del fruto en Febrero,
¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas?
al llagarse su pulpa rubí.
¿Un cuajo entre la boca, las dos sienes vaciadas,
¡Llevo abierto también mi costado,
las lunas de los ojos albas y engrandecidas,
y no quieres mirar hacia mí!
hacia un ancla invisible las manos orientadas?
Te acordaste del negro racimo,
¿O T ú llegas, después que los hombres se han ido,
y lo diste al lagar carmesí;
y les bajas el párpado sobre el ojo cegado,
y aventaste las hojas del álamo,
acomodas las visceras sin dolor y sin ruido
con tu aliento, en el aire sutil.
y entrecruzas las manos sobre el pecho callado?
¡Y en el ancho lagar de la muerte El rosal que los vivos riegan sobre su huesa
aún no quieres mi pecho exprimir! ¿no les pinta a sus rosas unas formas de heridas?,
Caminando vi abrir las violetas; ¿no tiene acre el olor, siniestra la belleza
el falerno del viento bebí, y las frondas menguadas, de serpientes tejidas?
y he bajado, amarillos, mis párpados, Y responde, Señor: cuando se fuga el alma,
por no ver más Enero ni Abril. por la mojada puerta de las hondas heridas,
Y he apretado la boca, anegada ¿entra en la zona tuya hendiendo el aire en calma
de la estrofa que no he de exprimir. o se oye un crepitar de alas enloquecidas?
¡Has herido la nube de Otoño ¿Angosto cerco lívido se aprieta en torno suyo?
y no quieres volverte hacia mí! ¿El éter es un campo de monstruos florecido?
Me vendió el que besó mi mejilla; ¿En el pavor no aciertan ni con el nombre tuyo?
me negó por la túnica ruin. ¿O lo gritan, y sigue tu corazón dormido?
Yo en mis versos el rostro con sangre, ¿No hay un rayo de sol que los alcance un día?
como Tú sobre el paño, le di, ¿No hay agua que los lave de sus estigmas rojos?
y en mi noche del Huerto, me han sido ¿Para ellos solamente queda tu entraña fría,
Juan cobarde y el Ángel hostil. sordo tu oído fino y apretados tus ojos?
Ha venido el cansancio infinito Tal el hombre asegura, por error o malicia;
a clavarse en mis ojos, al fin: mas yo, que te he gustado, como un vino, Señor,
90 Josep Massó
Amor... 91
mientras los otros siguen llamándote Justicia,
li resa al seu damunt un Parenostre
no te llamaré nunca otra cosa que ¡Amor!
i el parteix amb un signe de la creu.
Yo sé que como el hombre fue siempre zarpa dura;
la catarata, vértigo, aspereza la sierra, Ara que ja el tenim sobre la taula,
¡Tú eres el vaso donde se esponjan de dulzura feu que no ens manqui mai, Senyor, aquest pa;
los nectarios de todos los huertos de la Tierra! i en tant purifiqueu-me la paraula,
que els llavis vostre eos van a gustar.
Senyor, feu que demá, com cada dia,
JOSEP MASSO I VENTOS llemeni aquest sojorn assolellat
aquest pa ben olent de pagesia,
Nació en Barcelona en 1891 y murió en la misma ciudad tant bru de dins i clarament crostat.
en 1931. Obras: Portich (1910), Arca d'Ivori (1912), La hora
tranquila (1913) y posteriormente se publicaron sus Camins
de la vida y Vella caneó.

L'ORACIO D E L PA CARLES RIBA


Nació en Barcelona en 1893 y murió en la misma capital
Aquest pa tan formós que la padrina en 1959. Obras, Primer /ubre d'estances (1919), Estances (1930),
amb les mans amoroses ha pastat, Tres suites (1937), Elegies de Bierville (1946), Del joc i del
és fet amb el llevat i la fariña foc (1946), Salvatge cor (1952), Esbós per a tres oratoris (1957).
que reia ahir, daurada, al camp de blat.
Aquella forta massa tant brillanta AMOR, ADESIARA SENTÓ
caigué sota la fale amb dolc; morir, M O N PENSAMENT...
i els cavalls de narina escumejanta Amor, adesiara sentó mon pensament
la petjaren a l'era un ciar matí; que un sacre horror l'assalta en sa tranquilla via:
els cavalls que voltaven, crins perdudes, a l'un costat vas tu, la usada companyia;
alta la testa en flamejant estol pero ens volta una turba pállida i vehement.
sobre l'or sangonent de les batudes, Tácites ombres, órfenes de fesomia! L'alba
heroicament orats de llum de sol. neix plena de records; d'elles, ni el nom se salva
I, després que fou treta la fariña de dins la mar udoladora del present.
que dormía en els grans d'aquell forment, Amor, elles amaren també, i de ventura
ha passat per les mans de la padrina va ser llur pit desesperadament avar;
que teñen aquell aire ben olent. no sents—cendra torna llur pit—el secular
Ella en pasta aquest pa de pagesia, heretatge de joia que dintre Taire dura
tant bru de dins i clarament crostat; difús? Les ombres venen de llur estatge mort
i, mentre el gran miracle s'acomplia, no a pregar una minsa almoina de record,
Senyor, tu en feies el teu eos sagrat. ans a captar de llur tresor la dolca usura.
Aquesta gran virtut olent que mostra, Amor, l'innúmer deute clama de dins l'abís.
ve de que la padrina, quan el treu, Vivim deis juraments, els sospirs, les besades
infinites de tantes generes escolades!
92
Corles Riba Nadal 93
També un dia la casa clara i el verd país
serán buits de nosaltres i sonors d'altres vides OMNE ANIMAL
ignorants que jo i tu, ombres engelosides,
Escolta, Déu, T u mes pregón, T u alt
en cada cosa amada ventem un flam d'encís.
a somnis lluny per sobre el meu saber,
el crit que Et faig, T u me n'has dat poder,
Q U E J O N O SIGUÍ MES... natura jo i, en mi, tot animal.

Que jo no siguí mes com un ocell tot sol, Lleuger de mi, he pres cel matinal,
ales esteses sobre un gran riu seguint un cant que se m'enduia alé,
per on davallen lentes barques de gent que riu veu i dolfor cap al raig i la fe;
a l'ombra baixa del tenderol, m'han recollit l'agrum comú i el Mal.
i el rai que el muntanyenc mig nu, enyoradís, Nu en el meu pes, m'he llancat, bus tena?
mena amb fatiga cap a ciutats en noble golf, pantera amb térbol pas
que estrenyen l'aigua lliure entre molls oblidats en bosc salvatge, al profund de l'amor;
d'haver-hi comes verdes amb arbres i ramats
i un cloqueret felic. la boca al goig, l'esperit eos avall,
de sobte he vist, dolc dins l'obac mirall
La vida passa, i l'ull no es cansa d'abocar que l'inverteix, l'esclat del Teu Favor.
imatges clares dintre del cor.
... Tot en mi torna somni: nuvolet d'ombra i d'or
que flota i fina lluny de la má.
Qui endinsa en el seu cor com un minaire avar,
qui de recanga ulls clucs es peix,
JOAN SALVAT-PAPASSEIT
teñen mes que no jo, que estrany a mi mateix Nació en Barcelona en 1894. Murió en Barcelona en 1924.
i alt sobre els altres, guaito l'ona incessant com creix Obras: Poemes en ondes hertzianas (1919), L'irradiador del
i minva cap al mar. port i les gavines (1921), Les conspiracions (1922), La gesta deis
estéis (1922), El poema de la rosa ais llavis (1923).
Quin moviment huma pot encara desfer
l'encant, llan^ar-me sang i sentits NADAL
a la presa, que és nostra, afanyada, entre els dits,
o al cant, que d'home a home va i ve? Sentó el fred de la nit
O ha d'ésser mon destí el de l'ocell reial i la simbomba fosca.
que un tret, per folga, tomba del cel, Així el grup d'homes joves que ara passa cantant.
i l'aigua indiferent l'endú, vencut rebel, Sentó el carro deis apis
cobrint-se amb ala inútil els ulls buidats d'anhel, que rempedra': recolza
sense un plany peí seu mal? i els altres qui l'avencen, tots d'adreca al mercat.
Els de casa, a la cuina,
prop del braser que crema,
amb el gas tot enees han enllestit el gall.
Ara esguardo la lluna, que m'apar lluna plena;
94 Juana de Ibarbourou Oración
i ells recullen les plomes, p o r la piedra q u e calla,
i ja enyoren d e m á . p o r el río q u e canta,
D e m á posats a taula o b l i d a r e m els p o b r e s
gracias, Señor, m i D i o s , t a n necesario
•—i t a n p o b r e s com s o m — .
q u e hasta el m o n s t r u o te ama.
Jesús ja será nat.
E n s m i r a r á u n m o m e n t a l'hora de les postres
i d e s p r é s de m i r a r - n o s arrencará a plorar. RUTA

A p a c i g u a d a estoy, apaciguada,
m u e r t o s ya los neblíes d e la sangre.
Silencio es, silencio,
JUANA DE IBARBOUROU el día q u e e m p e z a b a en j a z m í n suave.
P o r otras calles voy m u c h o m á s altas,
Nació en Montevideo (Uruguay) en 1895. Obra poética:
bajo u n gélido cielo de palomas.
Las lenguas de diamante (1919), Raíz salvaje (1922), La rosa
de los vientos (1930), Perdida (1950), Azor (1953), Estampas E s limpio, enjuto, el aire q u e m e roza
de la Biblia. y hay en el c a m p o frías amapolas.
Serena voy, serena, ya q u e b r a d a s
AMOR DIVINO las ardientes raíces de los nervios.
Q u e d a detrás el límite
Dios y empieza el n u e v o cielo.

El h o m b r e tierno y cruel, el mirlo músico,


el agua abierta en sus magnolias frescas, DIVINO AMOR
la tierra henchida de metales útiles,
el t r o m p o z u m b a d o r de las abejas; P o r q u e es p u r o y es fiel y avizorante,
d e aquí, a lo alto de la espesa esfera, y en el dolor m e h u b o a c o m p a ñ a d o ,
el gemido hacia T i , rezo i m p l o r a n t e ; p o r q u e a las fieras h u b o amordazado,
en las celestes horas, risas j ó v e n e s ; canto a mi azor con lenguas de diamante.
en selva y m a r los peces y elefantes
q u e hace t u v o l u n t a d d e obrero insigne;
el m u s g o , fiel gamuza de los ángeles;
JOSÉ CRECENTE VEGA
la rosa elemental q u e se persigue
p a r a el a m o r y el verso alucinante; Lucense, de Castro de Rey (1896-1948). Sacerdote. Licen-
la belleza y el bien q u e n o se m i d e n , ciado en Letras. Catedrático. Obra poética: Codeseira.
el carbón superado en los diamantes,
el fuego alado y el alado aire, ORACIÓN
t o d o está en T i , t o d o eres T ú , T ú eres,
Señor,
¡oh P a d r e universal, extenso P a d r e !
pol-o t e u a m o r . . .
P o r m i perfecta célula y el alma
P r a o p r o b é q u e amosa a m a n
q u e a T i elevo en j o r n a d a s d e alabanza,
u n bocadiño de p a n .
Luis Phnentel Oración derradeira 97
Pra o que morre de secura Véñome sentar á túa beira.
unha sede de auga pura. As miñas armas
Pra o que aterece de frío ahí están sobor da área.
dunha raiola o desfío. Deixar que o mar
Pra o que ás escuras camina as vele...
o claror dunha estreliña. ¡Estóu canso!
Pra o que ten falla de alentó Pídoche
unha rachiña de vento. que as douradas portas
Señor... das lonxanías, as peches.
De alí viñan os meus versos.
Ise paxaro brillante
fatigóu a miña frente.
LUIS PIMENTEL Que sólo unha sombra
Lucense. Nació en 1897. Obra poética: Barco sin luces, seña sobre o mar.
Triscos, Sombra do aire nd herba. ¡Estóu canso!
Que os lirios
do sonó
O M E U REFUXIO
caian riba das miñas pálpebras.
¡Cantas veces tremei de medo, Non me fagas ningunha pregunta:
pensando que se poden pechar as portas do meu refuxio! faríasme
Nin somentes cabe un esmoleiro. volver a empezar.
Alí chego coa miña probé carga Coma cando o viático
de refugallos, de lixumes... por unha rúa pasa,
que tódolos un recolle. eu quero ise silencio agora,
Pasa o tempo. ise solitario silencio
E aquil montón escuro e triste que se levaron do Sagrario
—ou, milagre, Señor— e que uns instantes
convírtese nun tesouro queda pechado e valeiro.
brillante, de pedras preciosas. O mar está quedo,
Cantas gracias teño ainda que che daré. e na área
A miña poesía, o meu reino, o meu refuxio... as miñas modestas armas
E outra vez tremando de medo vanse sumindo.
pensando que as portas pódense pechar. Non quero soñar
coas miñas lonxanías misteriosas.
ORACIÓN DERRADEIRA Alonxa ise paxaro brillante.
¡Qué frescura sinte a miña frente,
Señor: apoiada no teu manto!
Non che pido que camines ¡Señor, Señor,
sobre as augas. pecha o meu libro pra sempre!
Dios en la poesía 4
98 Luis Pimentel Oración del comisionista 99

ORACIÓN E GABANZA DOS NOSOS PES O R A C I Ó N PARA Q U E N O SE M U E R A


U N PAJARO
¡Qué esforzó, Señor, pra non ser seixo,
e ser lúa, e ser azas! Señor, ¿por qué un pájaro de cerca puede ser un
Cando alí chega o sangue, monstruo ?
é xa resplandor. Lo tengo en mis manos, y tiemblo de miedo.
Con qué teimosía a noite adoa istas rosas de marfil, Es como si fuese mi propio corazón.
onde ten a luz seu derradeiro achego. Tiemblo, porque puedo matar
¿Non tremastes ó ollar as olas ós vosos pes núos? esta flor caliente y viva,
Debaixo da auga xa non son nosos, hacer que por su boca salgan
sinón dun náufrago. todas las mañanitas límpidas.
Pes de Christo na furna choída do mencer. ¿Por qué un pájaro es cosa siempre nueva para
A praia deserta garda unhas pisadas nosotros ?
sobor das que pinga Señor, ¿por qué en nuestras manos palpita el crimen?
unha choiva de lirios.
ORACIÓN A L P O E T A M U E R T O
Aturades iste pesado queimor da frente
velando con modestia unha soma. Señor, él ya no posee nada.
En las cuatro plazuelas suyas,
cuatro cirios arden,
O R A C I Ó N A L T E R M I N A R MI IGLESIA cuatro ángeles fríos entre el polvo y sus pepeles.
Dadle, Señor, tan sólo una hierba
Señor, mis manos están sucias
a él, que sacó de debajo de cualquier piedra
de tierra, de luna y de sangre.
maravillosos sueños.
Hoy he terminado mi obra.
Solamente un tambor enlutado
Aún el espacio no ha sido domado:
bate en la noche su silencio;
llora y ruge bajo las bóvedas.
en las altas noches
Entre los arcos, no hay el puro silencio,
que él sostuvo con sus débiles hombros.
el silencio que bruñe los cálices.
Dadle la mísera llama de una bujía
Tampoco las torres sentaron su cabeza
a él, que lo ha dado todo:
ni las campanas se llenaron de misterio.
la rosa que hizo día y noche con sus dedos.
(Cuando todo esté remansado,
Tú, Señor, sabes que un poeta no posee nada.
diremos la primera misa.)
Sólo sé, Señor, que la distancia del umbral al altar
es la justa: una mirada que llega, ORACIÓN D E L COMISIONISTA
sin desmayar, hasta Ti.
Yo nada puedo ofrecerte, Señor:
Esta maleta llena de lívidos amaneceres de tren, .
agua muerta en sábados silenciosos,
mis sueños ahogados en todos los verdós,
100 Luis Pimenlel
palomas fatigadas y auroras sin sangre
en los espejos, en tenebrosos remansos. GENERACIÓN DEL "27"
Hoy siento crecer en mis dedos una cruz vacía,
o miro encima de los lechos coronas de rosas sordas,
o pájaros muertos en patios dormidos.
Siempre, sobre la almohada, las mismas huellas.
¡ Muerte de cuarto de hotel!
¿Quieres mis gafas frías, posadas en el mármol?...
¡Haz, Señor, para sus cristales, un íntimo paisaje!
Viernes Santo 103

JORGE GUILLEN
Nació en Valladolid (1893). Obras: Cántico (1928, 1935),
Cántico (Fe de vida) (1945, México-Buenos Aires 1950), Cla-
mor (1957, 1960, 1963, Buenos Aires) (tres vols.).

VIERNES SANTO
«Este cáliz apártalo de mí.
Pero si es necesario...»
Y el cáliz, de amargura necesaria,
fue llevado a la boca, fue bebido.
La boca, todo el cuerpo,
el alma del más puro
aceptaron el mal sin resistencia.
Y el mal era injusticia,
dolor
•—un dolor infligido
con burla—
y sangre derramada.
Todo era necesario
para asumir aquella hombría atroz.
Era el Hijo del hombre.
Hijo con sus apuros, sus congojas,
porque el Padre está lejos o invisible,
y le deja ser hombre, criatura
de aflicción y de gozo,
de viernes y de sábado
sobre cuestas y cuestas.
¿Por qué le abandonaste si es tu Hijo?
Y los cielos se nublan,
la tierra se conmueve,
hay fragor indignado:
todo ve la injusticia. ¿Necesaria?
También sufren los justos que condenan
el mal
y rechazan su ayuda.
Pero el Hijo del hombre sí la quiere.
104 Jorge Guillen Una exposición 105
El es ¡Viva el Ser al ser más fiel!
quien debe allí, sobre la cuesta humana, Todo a tanta luz se nombra.
cargar con todo el peso de su hombría, ¡Cuánto color en la sombra!
entre los malos, colaboradores, Se arremolina impaciente
frente a los justos que al horror se niegan. la verdad. Triunfe el presente.
Culminación de crisis, Alumbrándome fulgura
a plenitud alzada. ya hoy mi suerte futura.
Esta vida suprema exige muerte. Magnífico el disparate
Ha de morir el Hijo. que en júbilo se desate.
Tiene que ser el hombre más humano. El Señor resucitó.
También Impere el Sí, calle el No.
los minutos serenos transcurrieron: Sí, tu primavera es tuya.
hubo días hermosos con parábolas. ¡Resurrección, aleluya!
Es viernes hoy con sangre: Sábado.
sangre que a la verdad ya desemboca. ¡Gloria!
Y entonces... Confía
Gemido clamoroso de final. toda el alma en su alegría.
Un centurión ya entiende.
Lloran las tres Marías. Hombre sacro.
La Cruz. U N A EXPOSICIÓN
(San Francisco)

SÁBADO D E GLORIA I
Sábado. Por el fondo del mar,
¡Ya gloria aquí! condensado en acuario
Maravilla hay para ti. —eléctrico fulgor—,
Sí, tu primavera es tuya. que nos desnuda así, tan crudamente,
¡Resurrección, aleluya! las torvas y terribles pesadumbres
Resucitó el Salvador. marinas;
Contempla su resplandor. por ese fondo siempre silencioso
Aleluya en esa aurora que voz ninguna rompe
que el más feliz más explora. —¡altos follajes, pájaros, mujeres!—,
Se rasgan todos los velos. gira, torna, retorna
Más Américas, más cielos. con una rapidez
Ha muerto, por fin, la muerte. que ya es afán perpetuo
Vida en vida se convierte. —como si hubiese meta—•
Explosiones de esperanza. un torbellino: peces.
¡A su forma se abalanza! Muy diminutos peces de colores,
Por aquí ha pasado Aquél. que sol y tornasol merecerían,
106 ]orge Guillen Una exposición 107

despliegan— ¿hacia el aire ?— capricho


rojos, verdes, azules, amarillos de gratuita gracia
de velos como túnicas, que llega a ser belleza,
de alas. culminación en cumbre
¿Son peces, son insectos, bajo mole de océano,
mariposas, libélulas? gran lujo.
La agilidad del ímpetu, Tantas fuerzas robustas,
una elegancia casi femenina buen carnaval de superabundancias
de garbo que no se extralimitan;
mantienen sin cesar esta premura tanta imaginación en ejercicio
de acoso, de carrera, de paseo. de puntuales primores,
Los minúsculos peces-insectillos con material de realidad tramados,
acumulan, embrollan, desembrollan se aploman.
un tráfico sesgado Muy leves esos peces
como si fuese escena — ¿por qué ? Ni ellos lo saben ni nosotros.
sin ningún auditorio. Cumplen y son destino.
(Un intruso lo sabe. Sólo un hombre.) Se traban ajetreos,
El tráfico se danza, impulso tras impulso,
jovial, mientras las soledades
y las prisas perfilan armonías. pelean o concuerdan
Grises, azules, rojos, violetas, en asaltos o abrazos oceánicos.
morados Siempre dentro de un fondo que perdura,
en velos al desgaire... Por el aire, fortalece su ser, que es su victoria;
no, por aguas en masas sobre masas, consolida sus círculos,
los asombrosos peces sus orbes: creación.
se agitan desviviéndose, La creación me invade. Yo dependo.
exploran si no juegan, Como los pececillos,
sin cesar ostentando casi tan diminuto,
color y más color que se iluminan residente casual de este planeta,
con una claridad que es ansiedad. soy creación también como esos peces.
Peces tan superiores Personajes de un cuadro,
a toda fantasía de un orden,
—a sus trucos y trampas de ventaja— nos envuelve en sus ondas una vida,
yo no los sueño, los registro: reales. y nos arrastra por sus remolinos
desde nuestros orígenes ignotos,
II más allá, más allá
Reveladora noche de nuestras voces y de nuestras ondas.
de vida hacia más vida Ni esos peces—ahí
perpetúa ese pródigo espectáculo: fábulas submarinas—
108 Jorge Guillen Los heraldos negros
ni yo, fabulador tras un cristal, como enigma de sol ante mis ojos,
cruzamos ya con clave cegados
por estos remolinos de las aguas, en luminosa atmósfera.
del polvo. Peces, peces de fábula compuesta
Errabundos, cruzamos. circulan.
Maternal, paternal,
III a través de su incógnito murmullo,
Peces, peces... A fuerza de silencio la Creación nos alza,
me dicen creación nos nutre, nos castiga;
en Creación mayúscula, sumo acorde hacia un dios incognoscible,
que se vela y revela ¡quién sabe...
bajo su siempre irreductible incógnita. Ojalá!
Yo, torpe, no sé nada,
como ese pez y el mar.
Todos sumisos a una ordenación
que nos abarca a todos;
CESAR VALLEJO
entramos más adentro en la espesura Nació en Santiago de Chuco (Perú) en 1892. Murió en Pa-
para alumbrar lo oscuro con lo oscuro, rís en 1938. Obra poética: Los heraldos negros (1918), Trilce
lo más oscuro. ¡Tras las apariencias (1922, 1930), Poemas humanos (1939), España, aparta de mí
este cáliz (1940), Antología de César Vallejo (1942), Poesías
quedará el manantial completas (1918-1938-1949).
de todos los caudales
que fluyen y confluyen;
LOS HERALDOS NEGROS W ^
inextinguibles ante nuestro asombro,
hacia el divino origen, Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
van nuestro asombro, nuestras esperanzas Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
y miedos; la resaca de todo lo sufrido
mientras él, ocultándose en la luz, se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
deslumhra, Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
y en polvareda y niebla a mí me deja en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
atónito, ignorante peregrino. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
¿Por qué ese pez de azul innecesario o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
surge, sutil, en aguas Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
abrumadoramente submarinas de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
desde el genial troquel de una invención? Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
Mis ojos ante el vidrio del acuario de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
contemplan, Y el hombre... ¡Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
rememoran el mar cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
que entre rumores de oleaje fulge, vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
sin perder su misterio, se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
110 César Vallejo Etpergesta
¡El pan nuestro de cada día dánoslo,
LA D E A M I L Señor!...
¡Todos mis huesos son ajenos;
El suertero que grita «La de a mil», yo tal vez los robé!
contiene no sé qué fondo de Dios. Yo vine a darme lo que acaso estuvo
Pasan todos los labios. El hastío asignado para otro;
despunta en una arruga su yanó. y pienso que, si no hubiera nacido,
Pasa el suertero que atesora, acaso ¡otro pobre tomara este café!
nominal, como Dios, ¡Yo soy un mal ladrón... A dónde iré!
entre panes tantálicos, humana ¡Y en esta hora fría, en que la tierra
impotencia de amor. trasciende a polvo humano y es tan triste,
Yo le miro al andrajo. Y él pudiera quisiera yo tocar todas las puertas,
darnos el corazón; y suplicar a no sé quién perdón,
pero la suerte aquella que en sus manos y hacerle pedacitos de pan fresco
aporta, pregonando en alta voz, aquí, en el horno de mi corazón...!
como un pájaro cruel, irá a parar
adonde no lo sabe ni lo quiere
este bohemio dios. ESPERGESIA
•Y digo en este viernes tibio que anda
a cuestas bajo el sol: Yo nací un día
¡por qué se habrá vestido de suertero que Dios estuvo enfermo.
la voluntad de Dios! Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
EL PAN N U E S T R O Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Se bebe el desyuno... Húmeda tierra • • • Hay un vacío 'V ' J
de cementerio huele a sangre amada. en mi aire metafísico
Ciudad de invierno... ¡La mordaz cruzada que nadie ha de palpar;
de una carreta que arrastrar parece el claustro de un silencio
una emoción de ayuno encadenada! que habló a flor de fuego. :
:
Si quisiera tocar las puertas, ' Yo nací un día '
y preguntar por no sé quién; y luego ' que Dios estuvo enfermo. <:
?
ver a los pobres, y, llorando quedos, Hermano, escucha, escucha...
dar pedacitos de pan fresco a todos. : y-. Bueno. Y que no me vaya
¡Y saquear a los ricos sus viñedos ' • -;. sin llevar diciembre,
con las dos manos santas sin dejar eneros.
que a un golpe de luz Pues yo nací un día
volaron desclavadas de la Cruz! •.-) que Dios estuvo enfermo.
Pestaña matinal, no os levantéis. Todos saben que vivo,
112 Juan de Contretes
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían, SONETOS
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos I
desenroscados de la Esfinge Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
preguntona del Desierto. en el misterio de las noches bellas,
Yo nací un día y en el suave temblor de las estrellas
que Dios estuvo enfermo, la armonía gocé de tu semblante.
grave.
No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas,
¡al ánima llamaron tus querellas
JUAN DE CONTRERAS Y LÓPEZ como el tenue vagido de un infante!
DE AYALA ¿Por qué no obedecí cuando le oía?
MARQUÉS DE LOZOYA ¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío ?
Nació en Segovia el 30 de junio de 1893. Cursó en Madrid
la carrera de Filosofía y Letras, doctorándose en dicha disci- Haz, mi dulce Señor, que en la serena
plina en la Universidad Central. noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío!
¿Quién recuerda el aroma de las flores
abiertas en lejanas primaveras? II
¿Quién aquel resplandor de las hogueras
que hicieron, otro invierno, los pastores? ¿Quién me dará, Señor, llegar a hablarte
en la dulce penumbra, sin testigo,
Pasa la vida así, con sus dolores; como el amigo fiel con el amigo
así la gloria, que afanoso esperas. alegremente y sin temor departe ?
Poeta, ¿quién sabrá de tus quimeras?
Amante, ¿qué ha de ser de tus amores? Y sólo por Ti te amé, y llegué a amarte
olvidado de premio y de castigo;
Una noche serena así decía, y embebecido con estar contigo,
mirando de los cielos la grandeza, del todo me perdiera por hallarte.
cuando una voz me susurró al oído:
¡Oh, con cuánta verdad veré ese día
«Ama con puro amor, trabaja y reza; la nada de las cosas, y cuan graves
duérmete luego en paz y en Mí confía: aquellos lazos que me impiden verte!
¡Cuanto se hace por Mí, nunca es perdido!»
¡Habíame ya, Señor, como Tú sabes,
y sufriré el dolor con alegría
y llegaré sin miedo hasta la muerte!
114 José Bergantín Sonetos a Cristo 115

Rompe a sus pies tus olas altaneras


deshechas en murmullo suspirante.
De la nube sin agua al desbordante
JOSÉ BERGAMIN trueno de voz, enciende tus banderas.
Relampaguea, de tormenta suma,
Nació en Madrid en 1895. Fundador de la importante re-
vista Cruz y Raya, que dirigió de 1934 a 1936 y complemento la faz divinamente atormentada
con las ediciones Árbol. Publicó su primer libro, La estrella del Hijo a tus entrañas evadido.
y el cohete, en 1923. Le siguieron: Detrás de la cruz (1941),
Pozo de la angustia (1941), La voz apagada (1943), La muerte Pulsa la cruz con dedos de tu espuma.
burlada (1945), Fronteras infernales de la poesía (1959), Rimas Y mece, por el sueño acariciada,
y sonetos rezagados (1962). la muerte de tu Dios recién nacido.

SONETOS A CRISTO III


(Trilogía) No se mueven de Dios para anegarte
las aguas por sus manos esparcidas;
I
ni se hace lengua el mar en tus heridas,
No te entiendo, Señor, cuando te miro lamiéndolas de sal, para callarte.
frente al mar, ante el mar crucificado.
Solos el mar y tú. Tú en cruz anclado, Llega hasta ti la mar, a suplicarte,
dando a la mar el último suspiro. madre de madres por tu afán transidas,
que ancles en sus entrañas doloridas
No sé si entiendo lo que más admiro: la misteriosa voz con que engendrarte.
que cante el mar estando Dios callado;
que brote el agua, muda, a su costado, No hagas tu cruz espada en carne muerta;
tras el morir, de herida sin respiro. mástil en tierra y sequedad hundido;
árbol en cielo y nubes arraigado.
O el mar o tú me engañan, al mirarte
entre dos soledades, a la espera Madre tuya es la mar: sola, desierta.
de un mar de sed, que es sed de mar perdido. Mírala tú que callas, tú caído.
Y entrégale tu grito arrebatado.
¿Me engañas tú o el mar, al contemplarte
ancla celeste en tierra marinera,
mortal memoria ante inmortal olvido?

II
Ven ya, madre de monstruos y quimeras,
paridora de música radiante:
ven a cantarle al Hombre agonizante
tus mágicas palabras verdaderas.
116 Gerardo Diego Adoración al Santísimo Sacramento 117

T ú q u e pusiste e n las flores


rocío, y debajo miel,
filtra en mis secas pupilas
GERARDO DIEGO dos gotas frescas d e fe.
Nació en Santander en 1896. Con el chileno Huidobro y el Q u i e r o creer.
español Juan Larrea lanzo el movimiento creacionista. Cate- P o r q u e , Señor, y o t e h e visto
drático de Literatura en Soria, Gijón, Santander y Madrid. y quiero volverte a ver,
Obras: Imagen (1922), Manual de espumas (1924), Soria (1923),
Versos humanos (1924), Vía Crucis (1931), Angeles de Composte- creo en T i y quiero creer.
la (1940), Alondra de verdad (1941), La Sorpresa (1946), El
romancero de la novia, Primera antología poética (1947), Poemas
adrede (1943), La suerte o la muerte, Soria (nueva ed. ampliada,
1948), Hasta siempre (1949), La luna en el desierto (1949), Lim- ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
bo (1951), Amazona (1955), Amor solo (1958), Sonetos a Vio-
lante (1962), Glosa a Villamediana (1961), El jándalo (1964), D a m e , Señor, t u ocio, ocio para adorarte,
Nocturnos de Chopin (1964), Segunda antología (1968). ocio de p e n s a m i e n t o si las m a n o s se enfangan,
ocio azul del espíritu m i e n t r a s cavila el seso,
ocio d e Á n g e l sin t i e m p o tras cancela de plumas,
CREER
de mariposa absorta en el b o r d e del Cáliz
v: P o r q u e , Señor, yo te he visto q u e a b r e y cierra sus alas abanicando el éxtasis,
y quiero volverte a ver, ocio de alta vigilia reclinada en t u sueño.
quiero creer. N o t e n e r prisa, n o t e n e r prisa, n o tener prisa.
T e vi, sí, c u a n d o era niño Señor, T ú estás p r e s e n t e , T ú eres presente, T ú eres
y en agua m e bauticé el Presente.
y, limpio d e culpa vieja, D é j a m e despojarme de todo, de mis hábitos,
sin velos te p u d e ver. de m i calzado cómplice oloroso a tomillo,
Q u i e r o creer. d e mi seda, mi música y mi rosa,
D e v u é l v e m e aquellas p u r a s d e m i retina y m i pincel abeja.
transparencias de aire fiel, N o quiero antenas, arríame, t ó m a m e ,
devuélveme aquellas niñas desarbólame, déjame en p u r o casco
de aquellos ojos d e ayer. flotante y sin u n r u m b o , oscilando en t u mar.
Q u i e r o creer. A q u í m e tienes, Señor; ahora ya p u e d o
L i m p i a mis ojos cansados, acercarme, s u m i r m e en t u inmensa presencia,
d e s l u m h r a d o s del cimbel, t o d o en T i convertido, deseado.
lastra de p l o m o mis párpados Ya sólo existo, soy, p a r a adorarte.
y oscurécemelos bien. Círculo eres sin fin y sin principio.
Q u i e r o creer. E n el P a n T ú reposas y de o n d a en onda creces,
Ya t o d o es s o m b r a y olvido naciendo sin cesar p a r a q u e r e r m e .
y a b a n d o n o de mi ser. Círculo quiero ser como t u blanco C u e r p o ,
P o n m e la venda en los ojos. c o m o el brocal de oro q u e se asoma a t u Sangre,
Ponme tus manos también. u n r e d o n d o adorarte, anillo p u r o .
Q u i e r o creer. N a d a hay m á s absoluto q u e este a m o r q u e nos une.
118 Gerardo Diego Adoración al Santísimo Sacramento 119
Cuerpo, Sangre de Cristo, báñame de tus ondas, ni castillos de silos, sino hambres consoladas.
aliméntame, fúndame, concéntrame, Hambre de Dios, Dios mío, tener hambre de Dios.
¡oh milagro!, sin víspera y contigo, Pero aún es más prodigio que Dios mismo
súbito arranque, asombro tenga y siga teniendo sed de hombre, sed de hombres.
de la viña, nueva revelación del trigo, Nada hay más absoluto que este amor tan tirano,
consejo de María inocente en las bodas. desnivel infinito nivelado a la altura
(Y por Ella me acuerdo. de una Persona en dos naturalezas.
Grumete azul marino. Basta ya de palabras, nada dicen.
Primera Comunión. Hechos quieres, Amor, Cristo abreviado
Yo, niño. a la medida de mi indigna vida.
Con mi libro de nácar. (Amor, Amor, Amor.
Con mi alma de lirio. Quiero cantarte dentro
Qué adentro te acunaba. en mi pecho.
Tú, Niño. Quiero ser tu Sagrario
Estrenaban mis ojos y orfebre de mí mismo,
góticos paraísos, abrírteme en custodia
mis labios salmos candidos. que te aloja.
Yo, David niño. Los Angeles del ocio
Te sentía quemándome me rodean. Soy jaula.
fundirte derretido. Canta, canta, Cautivo,
Desmayaba de amores. canta.
Tú, Jesús Niño. Canta, mi Melodía,
Sí. Siempre, siempre, siempre. cantemos al unísono,
El aire se ha dormido. que yo te sigo.
Eterna es la pureza, Arpégiame, transpórtame.
amor de niño a Niño.) Sea yo todo tuyo,
¡Oh misterio de amor y de rocío! tu arrullo.)
No hay imaginación que delirarlo pueda, Ya no tengo otra cosa que hacer más que escucharte,
no hay mente que lo abarque, que lo ciña, Sacramento Santísimo,
ni labios que lo canten aunque en su linfa abreven. Acto, Pacto redondo de eternidad y plazo.
El pan se hizo mil panes, Veo en torno de mí, ¿qué es lo que veo?
mil peces de canastos cuajaron un Pez solo, ¿Dónde fueron los Angeles?
el agua vino, el vino se hizo Sangre, Ahora son llamas,
torrentes de amor rojo, bravias llamas que lamerme quieren
árbol circulatorio de pasión dibujada con lenguas de oro verde y lacre ardiendo.
por donde ya navega la índole redimida. Soy el centro visible de no sé qué universo,
Y ahí mismo, en el Sagrario esclavo, manifiesto, soy acaso una pira y en mí se apiña y quema
canta el Pan de la Vida su condición oblata. la alada pesadumbre de una sacra Toledo.
Millonada cosecha para la que no hay trojes Pero, ¡ay de mí!, soy torpe, incombustible.
120 Gerardo Diego Salmo de la transjiguración 121
De puro amor, mi Rey, mi Verso, mi Recluso, puede transfigurarse.
de puro amor de adoración alzada, Toma mis rombos, lava mis losanges,
sólo acierto a gloriarme, a transgloriarme mis curvas de pecado
en surtidor de ocio justifícamelas, compensa y recompensa
que sube en lanza y llueve calidísimas lágrimas. mis áreas caprichosas de colores de furia,
mi cristal emplomado y tan frágil,
émulo de tus Angeles traslúcidos,
SALMO D E LA TRANSFIGURACIÓN mi fábula de niño, tu parábola
Transfigúrame. que esperaba de siempre tu visita de sol.
Señor, transfigúrame. Pues figura me hiciste y me parezco
Traspáseme tu rayo rosa y blanco. a mí mismo en mi vitral naturaleza,
Quiero ser tu vidriera, ¡oh mi Hermano en María!, transfigúrame.
tu alta vidriera azul, morada y amarilla Pero a mí solo no. Como a los tuyos,
en tu más alta catedral. como a Moisés, fuego blanco de zarza;
Quiero ser mi figura, sí, mi historia, como a Elias, carro de ardiente aluminio;
pero de Ti en tu gloria traspasado. cada uno en su tienda, a ti acampados;
Quiero poder mirarte sin cegarme, purifícame también a todos,
convertirme en tu luz, tu fuego altísimo los hijos de tu Padre
que arde de Ti y no quema ni consume. que te rezan contigo o te rezaron,
¡Oh mi Jesús alzado sobre el trío o acaso ni una madre tuvieron
—Pedro, Juan y Santiago— que les guiara a balbucir el Padrenuestro.
que cerraban sus ojos incapaces Purifícame a todos, a todos transfigúralos.
de sostener tu Luz, tu Luz! Figúralos primero si aún no alcanzan
Y no cerrar mis párpados ese grado en contornos
como ellos los cerraban y tonos apagados de tapices.
con tu llaga de luz sustituyéndote Figúralos, Cristo Jesús; aún no son ellos
en inconsútil túnica incesante, y por ser ellos claman, pían,
y dentro T ú manando faz de Dios. huérfanos pajarillos.
No, déjame mirarte, contemplarte Y luego, ya trazados, ya cumplidos
a través de mi carne y mi figura, en su tránsito, pávidos de hombres,
de historia de mi vida y de mi sueño, hiérelos, acribíllalos,
inédito capítulo en tu biblia, hazlos flecos de Ti, rayos no ajenos,
vidriera que en colores me fraccionas ellos siempre aunque en Ti glorificados.
para unirme después en tu luz blanca Miro en torno de mí;
al otro lado de tu barlovento. no, debajo de mí, en las galerías,
Si he de transfigurarme hasta tu esencia, los gusanos de luz, casco y piqueta
menester fue primero ser ese ser con límites, que afloran luego al aire puro;
hecho vicisitud, camino de figura, mas, ya de noche, negros de carbones.
pues sólo la figura Hazlos diamantes Tú, como a esos astros.
122 Gerardo Diego Marta y María 123
Si acaso no te saben, o te dudan, un ritmo y del envés ya a flor de flor,
o te blasfeman, limpíales piadoso, su figura, su rostro limpidísimo.
como a Ti la Verónica, su frente, Que todos puedan en la misma nube,
descórreles las densas cataratas de sus ojos, vestidura de Ti, tan sutilísima
que te vean, Señor, y te conozcan; fimbria de luz, despojarse y revestirse
espéjate en su río subterráneo, de su figura vieja y en Ti transfigurada.
dibújate en su alma Y a mí con ellos todos, te lo pido,
sin quitarles la santa libertad la frente prosternada hasta hundirla en el polvo;
de ser uno por uno tan suyos, tan distintos. a mí también, el último, Señor,
Mira, Jesús, la adúltera, no aquella preserva mi figura, transfigúrame.
de tus palabras con el dedo en tierra;
ésta de hoy aún es más desdichada M A R T A Y MARÍA
y no piedras le arrojan, sino aplausos y flores,
y la niega el esposo y vive de ella. Marta tenía razón
Hazla también mirarse en aguas vivas y la tenía María.
y cumplirse en sí misma, María, la mejor parte,
y la menos buena—prisa,
de su virtualidad ascender a virtud,
humillación, tempestades
realidad de figura bañada en paz de gracia,
de alma que duda y trajina—;
dispuesta a un recrear transverberado.
la menos buena, sí, Marta,
Y al violento homicida,
pero su parte tenía.
y al mal ladrón, y al rebelde soberbio,
La razón no es corazón,
y a la horrenda—¡piedad!—madre desnaturada,
aunque en habla de Castilla
y al teólogo necio que pretende
se arrimen las dos palabras
apresarte en su malla farisea, a sonar casi la misma,
y al avaro de oídos tupidos y tapiados, como el Pisuerga y el Duero
y al sacrificador de rebaños humanos. sumidos ya en Tordesillas.
Y, sobre todo, no abandones El corazón no se parte
al más abyecto, al repugnante como la mente o la vida,
—perdón ahora para mí, no puedo como la rueda de oficios
remediarlo, pero por él te pido—, en el pozo o la cocina.
al desagradecido. El corazón se da entero.
Nada me imprime más horror, Dios mío. Entero lo da María.
Sálvale Tú, despiértale Entero lo dará Marta,
la confianza, alegría incomparable pero en su afán distraída
de llorar recordando el beneficio tardará un poco en la entrega,
del amigo en que Tú, sí, te escondías. ella, la puntual, limpísima.
Allégatele bien, que sienta Activa en la tierra Marta,
su corazón cobarde contra el tuyo, María contemplativa
coincidentes los dos en sólo un ritmo, en unos ojos que el cielo
124 Gerardo Diego La samaritana 125
nos remueven cuando miran.
María quebrando el pomo
de alabastro en las rodillas FÉLIX GARCÍA
y redundando de aromas
gloriosos toda Betania Nació en Aguilar de Campoo (Palencia) en 1897. Obra
poética: Palabras interiores (Madrid 1935), Roto casi el na-
que a amor nuevo trascendía: vio (Biblioteca Nueva, Madrid 1939), Bajo el dolor de la
dos corazones enteros guerra (Madrid 1941), Esta luz que me das (Madrid 1964).
y una razón compartida.
Y Lázaro entre dos muertes; M A L D E AUSENCIA ¡ ,
el varón, que ya sabía,
sonreía a sus hermanas, Yo me estaba muriendo,
de pie en el rincón..., enigma. y de mi mal yo mismo no sabía;
pero ahora, Señor, ahora comprendo
JUAN JOSÉ D O M E N C H I N A que del mal de tu ausencia me moría...

Juan José de temblor, sombra sin tierra:


por nadie no será jamás cantada LA SAMARITANA
Castilla del adobe y la majada
como por ti. ¿Castilla de la guerra?,
Allí, junto a aquel pozo,
no ¿de la paz ?; y subes a la sierra convidaste, Señor, a mi alma herida
de tu deseo a verla, a olería, alada, con las aguas eternas, que, gustadas,
tan delgada a la luz, transverberada, encienden más la sed del agua viva.
gloria de alondras que en su seno entierra. Ella, la pecadora,
del mal de tus ausencias padecía,
«No me dejéis morir mi muerte en vilo». y en un instante descubrió los hondos,
Sí, tu cáliz bebiste hasta las heces, los claros manantiales de la dicha.
el Cristo recobrado tu consuelo.
2
Y sus brazos te alzaron. Grano en silo,
ya eres cosecha salva eternas veces Nueva samaritana,
y duermes en Castilla, la del cielo. mi alma se hace, Señor, la encontradiza
en tus caminos interiores.
¡Oye,
no pases tan de prisa!
¡He aquí el pozo, el corazón, el agua;
reposa tu fatiga!
¡Oiga yo tus palabras! Haga un alto
tu amor en mi conquista!
¡He aquí el brocal del corazón! Sentaos
aquí, junto a mi vida!
Canto a la Eucaristía 127
Félix García

LA T A R D E SE H A DESANGRADO
JOSÉ MARÍA PEMAN
La tarde se ha desangrado
en celestes claridades, José María Pemán nació en Cádiz en 1898. Director de la
y un silencio recogido Real Academia de la Lengua de 1938 a 1946. Obra poética:
De la vida sencilla, Nuevas poesías, A la rueda rueda..., El ba-
se apodera de la tarde. rrio de Santa Cruz, Señorita del mar y Las flores del bien
En el indeciso azul (1946).
como una lámpara arde
la mirada de una estrella C A N T O A LA EUCARISTÍA
—temblor de luz y de sangre—,
que hace el silencio más hondo En la nada sin nombre, cuando nada existía,
y la soledad más grande. como el temblor posible de un venidero día,
¡Cómo la mirada se unge existía el Amor.
y se suaviza el aire! ¿Por qué quiso el Señor,
Extática se desangra que todo lo tenía,
en místicas suavidades, buscar la compañía
púdica como unos ojos de este hermano menor?
que no contemplara nadie. Salirse el río de la fuente;
¡Ay estrella! ¡Quién pudiera aceptar este riesgo del «otro»; esta inminente
tu secreto arrebatarte! llegada del pecado;
¡Ay, quién pudiera copiar darle nombre y figura al aire despoblado
ese mirífico arte de perfil y rigor,
del goce contemplativo, sólo pudo ser obra del Amor.
del místico desangrarse Sólo el Amor podía
en un amor sin palabras, plantearse a sí mismo esta querella:
en una oración sin frases, reñir esta porfía,
en un morirse en silencio dar leyes a la estrella,
sin que lo supiera nadie!... complacerse en el día
¡Ay luz de estrella! ¡Ay amor, y hacer la libertad para luchar con ella...
que Dios solamente sabe!... ¡sólo el Amor podía!
Amor se puso a herrar con su mano encendida
el desbocado potro de la vida.
En todo fue dejando su cifra y poderío:
tú serás la gecala; tú serás el romero;
y tú el mar y tú el río.
Y así fue toda cosa nombre exacto y primero
por obra del Amor.
Y así por la palabra del Señor
fue una mañana el Hombre
128 José María Pemán Canto a la Eucaristía 129
y otra mañana la Mujer; No borres de las horas los minutos divinos
¡oh la primera eucaristía del Nombre Y no dejes, Señor, sin montura los potros
que transubstancia la palabra en ser! que se desbocarán por los caminos.
Se casaban el gozo y las querellas, En busca de la fuente que nos mana en el centro
y la razón y la locura. del alma, iban los ciervos de espumosos ijares.
Se casaba el Creador con la criatura; Pero el Amor venía ya al encuentro
¡se casaba el Amor! con prisa de molinos y lagares.
La pasión se casaba con la Idea. Me dormí en el trigal cuando el ocaso
La nada peleaba con el soplo creador. pintaba sus sangrientas maravillas.
¡Y de aquella pelea Y Ruth venía paso a paso
nacía más Amor! a acostarse y soñar en mis rodillas.
* # # Toda cosa creada se inauguró divina
por el poder inmenso de tu voz.
Dios estuvo en los bosques como un sordo terror. El racimo y la harina
Dios caminó en los ríos con sandalias de luz. ya eran divinos antes de ser Dios.
Luego, como en la entrega de un absoluto Amor, ¿Qué es esto que hemos visto ?
Dios estuvo en la Cruz. El mundo empieza a andar como el ebrio y el harto.
Pero no le bastaba... Quiso estar como pan, como El mundo entero es vocación de Cristo.
alimento. La Creación se estremece con dolores de parto.
Como vida total: en la frontera # * #
de esa indecisa claridad primera
donde el Amor parece Pensamiento. Me dejaré inundar por la pasión
Y así —¡terrible intento!—, de ola y espuma de esta marea viva.
tras el Amor creador que daba vida, No soy un corazón
vino el Amor del anonadamiento: que frente a Dios está a la defensiva.
el quedarse escondida Ni comparo mi gozo al repicar
la Luz en el racimo y en el pan. de la campana que, al amanecer,
Como la enamorada que busca su galán, dice al viento las bodas del hombre y la mujer.
Cristo es el errabundo Allí tocan a amar.
de todos los caminos donde nazca una flor. Aquí tocan a ser.
—«Tanto he querido al mundo Porque El se ha entrado en cada instante
que en pedazos de mundo he escondido el Amor». de la vida ofrecida en el encuentro.
Cuando en el alto monte de olivos y de rosas Que no es unión bastante
ascendía hacia el Reino, derrotando calvarios, la que no es navegada por el centro
y eran las nubes incensarios de cada amante por el otro amante.
y las estrellas eran como esposas: En esta hora infinita de la Verdad de Amor
como un trigal de manos angustiosas, —palabra del Señor
tiraba de sus pies un mundo de sagrarios. y codicia que guardo y que no cedo—,
Quédate con nosotros. no te canto en las calles floridas de Toledo,
Dios en la poesía 5
130 José Marta Fernán Dialoguillo... 131
sino en las calles húmedas de mi vida interior. Porque le queda todo si le queda el dolor.
Ni te canto, Señor, en la salmodia Toda palabra se desdobla en eco
aromada, litúrgica, serena. si la dice el Amor.
¡Ay Amor sin custodia, T ú conoces mi ruego:
tirado como el sol sobre mi pena! sostén con la voz tuya esta voz que se pierde.
Es así como quiero Porque el árbol es leña para el fuego
ser yo el Toledo de tu Eucaristía. si no viste armadura de hoja verde.
No te puedo ofrecer sino el granero Mi vida sin tu vida es pura muerte.
y la paja que sabes, como en tu primer día. . Sin tu palabra es flor marchita el Arte.
Me resisto a ese río Si me prestas tu amor, podré quererte.
que corre para todos por el prado: Si me prestas tu voz, podré cantarte.
caudal intacto, comunal y frío. Que sólo así, alentados mis alientos,
Quiero ser balbuceo, pero mío. fortalecido sobre el polvo vano,
Quiero ser un silencio enamorado. prolongado de siete sacramentos,
¿Tiene código, acaso, la anarquía tendré la gigantesca estatura del cristiano.
sin precepto ni ley de un gran cariño? ¡Y vendrán de la rosa de los vientos
«Hijo, te comería», a comer las palomas en mi mano!
dice la madre al niño.
Con palabra imposible que no pesa, D I A L O G U I L L O Y C A N T A R D E LAS BODAS
a la orilla de todas las canciones, MÍSTICAS
yo le diré al Amor, como Teresa,
i
un mundo de novicias sinrazones.
De retorno estoy de todas
Es como un disparate hecho de vivos
excesos... ¿No lo es siempre el impulso creador? las cosas que me tenían.
¡Qué inesperado mundo de adjetivos ¡Vengan a la boda los que me decían
cualquier copla de amor! que no estaba mi amor para bodas!
¡Qué locura de nombres: príncipe, luz, cordero, flor! — ¿Cuándo la boda?
No es que mi canto mengua —Cuando a filo de hacha y pena
al compararse a tu Persona. me acabe dentro la poda.
Es que al pie de tu torre mi canción desentona. —-¿Dónde la boda?
Y busca su palabra en otra lengua. —Dentro de mí para mí,
¡Ay canción deseada! para El en la tierra toda.
¡Ay misterio eucarístico del Nombre! — ¿Corona? —De lumbre pura.
Poséame la luz de tu mirada — ¿Arras? —De lágrimas buenas.
— ¿Velo? —El de las azucenas.
y manda un ángel a enseñar al hombre.
— ¿Regalo? —El de la amargura.
Porque todo es posible
— ¿Y la madrina ? —Una flor.
si tú le añades tu terrible
•—¿Y el amor? —Yo me lo enciendo.
poderío, Señor.
— ¿Y el novio?... —¡Me lo va haciendo,
Que no diga el eunuco: «Yo soy un árbol seco». dentro del alma, el Amor!
132 José Marta Pemán Saeta 133

2
Si ayer al alba, m i A m a d a ,
fue el casamiento,
FEDERICO GARCÍA LORCA
¿cómo estás t a n regalada
Nació en Fuente Vaqueros (Granada) en 1898 y en Grana-
d e gozo ya y de contento ? da murió en forma trágica en 1936. Obras: Libro de poemas
— ¡ E s q u e vine t a n escasa, (1921), Canciones (1927), Romancero gitano (1928), Poema del
P a d r e , a la boda, cante jondo (1931), Poeta en Nueva York, Llanto por Sánchez
q u e El p u s o la hacienda t o d a Mejías (1935), Diván de Tamarit (1936), Odas.
y alhajó toda la casa!
PASO
ORACIÓN A LA LUZ
Virgen con m i r i ñ a q u e ,
S e ñ o r : yo sé q u e en la m a ñ a n a p u r a virgen d e Soledad,
d e este m u n d o , t u diestra generosa abierta como u n i n m e n s o
hizo la luz antes q u e t o d a cosa tulipán.
p o r q u e t o d o tuviera su figura. E n t u barco de luces
vas
Y o sé q u e t e refleja la segura
por la alta marea
línea inmortal del lirio y d e la rosa
d e la ciudad,
mejor q u e la embriagada y temerosa
e n t r e seatas t u r b i a s
música de los vientos en la altura.
y estrellas d e cristal.
P o r eso t e celebro yo en el frío V i r g e n con m i r i ñ a q u e ,
pensar exacto a la verdad sujeto t ú vas
y en la ribera sin t e m b l o r del r í o ; p o r el río de la calle
¡hasta el m a r !
p o r eso y o t e adoro, m u d o y q u i e t o ;
y por eso, Señor, el dolor m í o
p o r llegar hasta T i se hizo soneto. S A E T A

Cristo m o r e n o
pasa
de lirio d e J u d e a
a clavel d e España.
¡Miradlo p o r d ó n d e v i e n e !
D e España.
Cielo limpio y oscuro,
tierra tostada
y cauces d o n d e corre
m u y lenta el agua.
Federico García horca
Mundo 135
Cristo moreno,
con las guedejas quemadas, sobre el mundo de ruedas y falos que circula.
los pómulos salientes Yo miraba tu forma deliciosa flotando
y las pupilas blancas. en la llaga de aceites y paño de agonía,
¡Miradlo por dónde va! y entornaba mis ojos para dar en el dulce
tiro al blanco de insomnio sin un pájaro negro.
Es así, Dios andado, como quiero tenerte.
MADRUGADA Panderito de harina para el recién nacido.
Brisa y materia juntas en expresión exacta
Pero, como el amor, por amor de la carne que no sabe tu nombre.
los saeteros Es así, forma breve de rumor inefable,
están ciegos. Dios en mantillas, Cristo diminuto y eterno,
Sobre la noche verde, repetido mil veces, muerto, crucificado
las saetas por la impura palabra del hombre sudoroso.
dejan rastros de lirio Cantaban las mujeres en la arena sin norte,
caliente. cuando te vi presente sobre tu Sacramento.
La quilla de la luna Quinientos serafines de resplandor y tinta
rompe nubes moradas en la culpa neutra gustaban tu racimo.
y las aljabas ¡Oh, forma sacratísima, vértice de las flores,
se llenan de rocío. donde todos los ángulos toman sus luces fijas,
¡Ay, pero, como el amor, donde número y boca construyen un presente
los saeteros cuerpo de luz humana con músculos de harina!
están ciegos! ¡Oh, forma limitada para expresar concreta
muchedumbre de luces y clamor escuchado!
¡Oh, nieve circundada por témpanos de música!
O D A A L SANTÍSIMO S A C R A M E N T O ¡Oh, llama crepitante sobre todas las venas!
DEL ALTAR

EXPOSICIÓN
MUNDO
Cantaban las mujeres por el muro clavado
cuando te vi, Dios fuerte, vivo en el Sacramento, Noche de los tejados y la planta del pie,
palpitante y desnudo, como un niño que corre silbaba por los ojos secos de las palomas,
perseguido por siete novillos capitales. alga y cristal en fuga ponen plata mojada,
Vivo estabas, Dios mío, dentro del ostensorio. los hombres de cemento de todas las ciudades.
Punzado por tu Padre con agujas de lumbre. La gillette descansa sobre los tocadores
con su afán impaciente de cuello seccionado.
Latiendo como el pobre corazón de la rana
En la casa del muerto los niños perseguían
que los médicos ponen en el frasco de vidrio.
una sierpe de arena por el rincón oscuro.
Piedra de soledad donde la hierba gime
Escribientes dormidos en el piso catorce.
y donde el agua oscura pierde sus tres acentos,
Ramera con los senos de cristal arañado.
elevan tu columna de nardo bajo nieve
Cables y media luna con temblores de insecto.
136 Federico García horca A la Virgen María

Bares sin gente. Gritos, cabeza por el agua. Pombas de vidro traguían
Para el asesinato del ruiseñor venían a choiva pola montana.
tres mil hombres armados de lucientes cuchillos; Morías e morios de néboa
viejas y sacerdotes lloraban resistiendo polas congostras chegaban.
una lluvia de lenguas y hormigas voladoras. ¡Virxen, deixa a túa carina
Noche de rostro blanco. Nula noche sin rostro. nos doces olios das vacas
Bajo el sol y la luna. Triste noche del mundo. e leva sobre teu manto
Dos mitades opuestas y un hombre que no sabe as frores da amortallada!
cuándo una mariposa dejará los relojes.
Debajo de las alas del dragón hay un niño. Pola testa de Galicia
Caballitos de cardio por la estrella sin sangre. xa ven salaiando a ialba.
El unicornio quiere lo que la rosa olvida, A Virxen mira pra o mar
y el pájaro pretende lo que las aguas vedan. dende a porta da súa casa.
Sólo tu Sacramento de luz en equilibrio ¡Ai ruada, ruada, ruada
aquietaba la angustia del amor desligado. da Virxen pequeña
Sólo tu Sacramento, manómetro que salva e a súa barca!
corazones lanzados a quinientos por hora.
Porque tu signo es clave de llanura celeste
donde naipe y herida se entrelazan cantando,
donde la luz desboca su toro relumbrante DÁMASO ALONSO
y se afirma el aroma de la rosa templada.
Nació en Madrid (1898). Obras: Poemas puros, poemillas
Porque tu signo expresa la brisa y el gusano. de la ciudad (1921), El viento y el verso (1925), Hijos de la ira
Punto de unión y cita del siglo y el minuto. (1944), Oscura noticia (1944), Hombre y Dios (1955).
Orbe claro de muertos y hormiguero de vivos
con el hombre de nieves y el negro de llama. A LA VIRGEN M A R Í A
Mundo, ya tienes meta para tu desamparo.
Para tu horror perenne de agujero sin fondo. Como hoy estaba abandonado de todos,
¡Oh Cordero cautivo de tres voces iguales! como la vida
¡Sacramento inmutable de amor y disciplina! (ese amarillo pus que fluye del hastío,
de la ilusión que lentamente se pudre,
de la horrible sombra cárdena donde nuestra húmeda
ROMAXE DE NOSA SEÑORA DA BARCA orfandad se condensa)
goteaba en mi sueño, medidora del sueño, segundo tras
¡Ai ruada, ruada, ruada segundo,
da Virxen pequeña mi corazón rompió en un grito,
e a súa barcal y era tu nombre,
A Virxen era pequeña Virgen María, madre.
e a súa coroa de prata. (Treinta años hace que no te invocaba.)
Marelos os catro bois No, yo no sé quién eres: "
que no seu carro a levaban. pero eres una gran ternura.
138 Dámaso Alonso
A la Virgen Alarla 139
No sé lo que es la caricia de la primavera
madre, madre.
cuando la siento subir como una turbia marea de mosto,
No, no tengo razón.
ni sé lo que es el pozo del sueño
cuando mis manos y mis pies con delicia se anegan, Cerraré, cerraré, como al herir la aurora pesadillas de
y, hundiéndose, aún palpan el agua cada vez más hu- bronce,
manamente profunda. la puerta del espanto,
porque fantasmas eran, son, sólo fantasmas,
Y los niños, ligados, sordos, ciegos,
mis interiores enemigos,
en el materno vientre,
esa jauría, de carlancas híspidas,
antes que por primera vez hinche la oscura llamarada
que yo mismo, en traillas, azuzaba frenético
del oxígeno
hacia mi destrucción,
la flor gemela de sus pulmones,
así ignoran la madre, y fantasmas también mis enemigos exteriores,
protegidos por tiernas envolturas, ese friso de bocas, ávidas ya de befa,
ciudades indefensas, pequeñas y dormidas, que el odio encarnizaba contra mí;
tras el alerta amor de sus murallas. esos dedos, largos como mástiles de navio,
Y va y viene el fluido sigiloso y veloz de la sangre, que erizaban la lívida bocana de mi escape;
y viene y va la secretísima vena esas pezuñas, que tamborileaban a mi espalda, crecien-
que trae íntimas músicas, señales misteriosas que con- tes, sobre el llano.
juró el instinto, Hoy surjo, aliento, protegido en tu clima,
cercado por tu ambiente,
y ellos
niño que en noche y orfandad lloraba
beben a sorbos ávidos, cada instante más ávidos,
en el incendio del horrible barco, y se despierta
la vida,
en una isla maravillosa del Pacífico,
aún sólo luz de luna sobre una aldea incógnita sumer-
dentro de un lago azul, rubio de sol,
gida en el sueño,
dentro de una turquesa, de una gota de ámbar
y oscuramente sienten que son un calorcito, que son un
donde todo es prodigio:
palpitar,
que son amor, que son naturaleza, el aire que flamea como banderas nítidas sus capas
transparentes,
se siente bien
el sueño invariable de las absortas flores carmesíes,
arbolitos, del verano en la tarde, a la brisa
la pululante pedrería, el crujir, el bullir de los insectos
bebiendo una ignorante sucesión de minutos,
como átomos del mundo en su primer hervor,
de la tranquila acequia.
que adensan en perfume sin tristeza los zumos más se-
Así te ignoro, madre.
cretos de la vida.
No, yo no sé quién eres, pero tú eres
¡Qué dulce sueño, en tu regazo, madre,
luna grande de enero que sin rumor nos besa,
soto seguro y verde entre corrientes rugidoras,
primavera surgente como el amor en junio,
alto nido colgante sobre el pinar cimero,
dulce sueño en el que nos hundimos,
nieve en quien Dios se posa como el aire del estío, en
agua tersa que embebe con trémula avidez la vegetal
un enorme beso azul,
célula joven,
oh tú primera y extrañísima creación de su amor!,
matriz eterna donde el amor palpita,
... Déjame ahora que te sienta humana, \ .-.._ .:..;.•..:.
140 Dámaso Alonslo Las alas 141
madre de carne sólo, desciende por el agua
igual que te pintaron tus más tiernos amantes; del transparente
déjame que contemple, tras tus ojos bellísimos, vaso:
los ojos apenados de mi madre terrena; allí
permíteme que piense me sentía más cerca de tu terrible amor, de tu garra
que posas un instante esa divina carga de fuego.
y me tiendes los brazos, Y te amaba en la briznilla más pequeña,
me acunas en tus brazos, en aquellas florecillas que su mano me daba,
acunas mi dolor, tan diminutas que sólo sus ojos inocentes,
nombre que lloro. aquellos ojos, anteriores a la maldad y al sueño,
Virgen María, madre, las sabían buscar entre la hierba;
dormir quiero en tus brazos hasta que en Dios despierte. florecillas tal vez equivocadas en nuestro suelo, de-
masiado grande,
quién sabe si caídas de algún planeta niño.
LAS ALAS ¡Ay!, yo te amaba aún con más ternura en lo pequeño.
Sí—te diré—: Yo te he amado, Señor;
¡Ah, pobre Dámaso!,
pero muy pronto
tú, el más miserable: tú el último de los seres;
he de ver que no basta, que T ú me pides más.
tú, que con tu fealdad y con el oscuro turbión de tu
Porque, ¿cómo no amarte, oh Dios mío?
desorden,
¿Qué ha de hacer el espejo sino volver al rayo que le
perturbas la sedeña armonía
hostiga ?
del mundo,
La dulce voz refleja, ¿quién dice que el espejo la
dime,
creaba?
ahora que ya se acerca tu momento
¡Oh, no; no puede ser bastante!
(porque no hay ni un presagio que ya en ti no se haya
Y como fina lluvia batida por el viento a fines de no-
cumplido),
viembre,
ahora que subirás al Padre,
han de caer sobre mi corazón
silencioso y veloz como el alcohol bermejo en los
las palabras heladas: Tú, ¿qué has hecho?
termómetros,
¿Me atreveré a decirte
¿cómo has de ir con tus manos estériles?,
¿qué le dirás cuando en silencio te pregunte qué has que yo he sentido desde niño
hecho ? brotar en mí, no sé, una dulzura torpe,
Yo le diré: Señor, te amé. Te amaba una venilla de fluido azul,
en los montes, cuanto más altos, cuanto más desnudos, de ese matiz en que el azul se hace tristeza,
allí donde la nieve aún se arregosta en julio a los en que la tristeza se hace música?
canchales, La música interior se iba en el aire, se iba a su centro
en el inmenso circo, en la profunda copa, llena de de armonía.
nítido cristal, en cuyo centro Algunas veces (¡ah, muy pocas veces!:
un águila en enormes espirales se desliza cuando apenas salía de la niñez; y luego en el acíbar
como una mota que en pausado giro de la juventud; y ahora que he sentido los pri-
142 Dámaso Alonso Las alas 143
meros manotazos del súbito orangután pardo de \e recé aquel soneto
mi vejez). / por la belleza de una niña, aquel
Sí, algunas veces / 4ue tanto
se quedaba flotando la dulce música, '/ té emocionó. :
y, flotando, se cuajaba en canción. /': ¡Ay!, sólo después supe
Sí: yo cantaba. •—¿es que me respondías?—•
Y aquí—diré—: Señor, te traigo mis canciones;; que no era en tu poder quitar la muerte
Es lo que he hecho, lo único que he hecho. a lo que vive:
Y no hubo ni una sola :;'!.• • ¡Ay, ni T ú mismo harías que la belleza humana
en que el arco y al mismo tiempo el hito fuese una viva flor sin su fruto: la muerte!
no fueses Tú. Pero yo era ignorante, tenía sueño, no sabía
Yo no he tenido un hijo, que la muerte es el único pórtico de tu inmortalidad.
no he plantado de viña la ladera de casa, < '•• Y ahora, Señor, ¡oh dulce Padre!,
no he conducido a los hombres cuando yo estaba más caído y más triste,
a la gloria inmortal o a la muerte sin gloria, entre amarillo y verde, como un limón no bien maduro,
no he hecho más que estas cancioncillas: cuando estaba más lleno de náuseas y de ira,
pobres y pocas son. ; me has visitado,
Primero aquellas puras (¡es decir, claras, tersas!), y con tu uña,
y aquellas otras de la ciudad donde vivía. como impasible médico,
Al vaciarme de mi candor de niño, • . . .-',, . \ me has partido la bolsa de la bilis,
yo vertí mi ternura • y he llorado, en furor, mi podredumbre
en el librito aquel, igual y la estéril injusticia del mundo, ,
que una copa de cristal diáfano. • • •> y he manado en la noche largamente
Luego dormí en lo oscuro durante muchas horas, como un chortal viscoso de miseria.
y sólo unos instantes ¡Ay, hijo de la ira •
me desperté era mi canto!
para cantar el viento, para cantar el verso, Pero ya estoy mejor.
los dos seres más puros : . Tenía que cantar para sanarme.
del mundo de materia y del mundo de espíritu. i '. Yo te he dado mis canciones.
Y al cabo de los años llegó, por fin, la tarde, Recíbelas ahora, Padre mío.
sin que supiera cómo, Es lo que he hecho.
en que, cual una llama Lo único que he hecho.
de un rojo oscuro y Ocre, Así diré.
me vino la noticia, Me oirá en silencio el Padre,
la lóbrega noticia y ciertamente
de tu belleza y de tu amor. ;-'.• que se ha de sonreír.
¡Cantaba! Sí, se ha de sonreír en cuanto a su bondad, pero no en
¡Rezaba, sí! :. í : •' >::'•:- -•:::: • cuanto -
Entonces'-'-.'-• ••' ' .'•.:.:..: -.: a su justicia.
144 Dámaso Alonso! , Sonetos sobre la libertad 145
Sobre mi corazón, ¡Oh, vosotras, las dos mujeres de mi vida!,
como seguidme dando siempre vuestro amor,
cuando quema los brotes demasiado atrevidos el enerfí>, seguidme sosteniendo,
caerán estas palabras heladas: para que no me caiga,
Más. ¿Qué hiciste? / para que no me hunda en la noche,
¡Oh Dios!, para que no me manche,
comprendo, para que tenga el valor que me falta para seguir viviendo,
yo no he cantado; para que no me detenga voluntariamente en mi camino,
yo remedé tu voz cual dicen que los mirlos remedan para que, cuando mi Dios quiera, gane la inmortalidad
la del pastor paciente que los doma. a través de la muerte,
Y he seguido en el sueño que tenía. para que Dios me ame,
Me he visto vacilante, para que mi gran Dios me reciba en sus brazos,
cual si otra vez pesaran sobre mí para que duerma en su recuerdo.
ochenta kilos de miseria orgánica,
cual si fuera a caer
a través de planetas y luceros, SONETOS SOBRE LA LIBERTAD HUMANA
desde la altura
ARREPENTIMIENTO
vertiginosa.
... ¡Voy a caer! ¿Qué has hecho tú? ¡Dámaso, bruto, bruto!
Pero el Padre me ha dicho: Del mundo, libertad centro te hacía.
Vas a caerte, Tiempo de Dios, en libertad crecía.
abre las alas. La flor, en rama, libre se iba a fruto.
¿Qué alas? ¿Qué hiciste, adolescente chivo hirsuto,
¡Oh portento!, bajo los hombros se me abrían luego chacal, pantera de su hombría,
dos alas, hoy mico viejo ya, tú, inarmonía
fuertes, inmensas, de inmortal blancura. del orbe en Dios, Dámaso bruto, bruto?
Por debajo, ¡cuan lentos navegaban los orbes!,
¡con qué impalpable roce me resbalaba el aire! ¡Alas de libertad! Aire sereno
Sí, bogaba, bogaba por el espacio, era el orden era en torno. Y yo gritaba:
ser glorioso, ser que se mueve en las tres dimensiones «¡Libre Dámaso-dios!» Dámaso impío:
de la dicha, aire de Dios rasgó mi desenfreno
un ser alado. que osé la libertad que Dios me daba,
Eran aquellas alas látigo contra Dios alzar, ¡Dios mío!
lo que ya me bastaba ante el Señor,
lo único grande y bello HERMANOS
que yo había ayudado a crear en el mundo. Hermanos, los que estáis en lejanía
Y eran tras las aguas inmensas, los cercanos
aquellas alas vuestros dos amores, de mi España natal, todos hermanos
vuestros amores, mujer, madre. porque habláis esta lengua que es la mía:
146 Concha Méndez
yo digo «amor», yo digo «madre mía», del más allá, me llama
y atravesando mares, sierras, llanos, más imperiosamente
—-¡oh gozo!—-con sonidos castellanos, porque estás tú, mi niño.
os llega un dulce efluvio de poesía.
Yo exclamo «amigo», y en el Nuevo Mundo, FUE i
«amigo» dice el eco, desde donde
cruza todo el Pacífico, y aún suena. Fue más allá del sueño,
en otra realidad no compartida
Yo digo «Dios», y hay un clamor profundo; donde mi alma concibió la tuya.
y «Dios», en español, todo responde, Al limbo oculto de esas claridades,
y «Dios», sólo «Dios», «Dios», el mundo llena. por ruta de misterio caminando
hacia ti me acerqué con tu alborada.
Mi sangre fue después ••
CONCHA MÉNDEZ a señalar con pulso
preciso tu contorno.
Nació en Madrid en 1898. Obras: Inquietudes (1929), Sur-
tidor (1928), Canciones de mar y tierra (1930), Vida (1932), Hasta que nueva aurora
Niño y sombra (1936), Lluvias enlazadas (1939), Villancicos te llevó para siempre; . :•.>•":::•:.
(1944), Villancicos (ed. completa, 1967). y es más allá del sueño
donde has resucitado
¿Hacia qué cielo, niño, para quedar ya en mí
\ / pasaste por mi sombra en una eterna lágrima.
dejando en mis entrañas Ha vuelto adonde estaba ;
en dolor, el recuerdo? de ti se habrá llevado un imposible,
' No vieron luz tus ojos. de mí se llevó el alma.
Yo sí te vi en mi sueño Le he querido seguir y nada puedo...
a luz de cien auroras. Existe un más allá que nos separa. ,
Yo sí té vi sin verte.
Tú, sangre de mi sangre, >
centro de mi universo,
llenando con tu ausencia .
mil horas desiguales.
Y después, tu partida
sin caricia posible .
de tu mano chiquita,
sin conocer siquiera
la sonrisa del ángel.
¡Qué vacío dejaste,
al partir, en mis manos!
¡Qué silencio en mi sangre! .
• ••'"" Ahora esa voz, que viene
Juan José Doménchin< La vida, que se nos va 149

ESTAS S O L O , SIN D I O S
JUAN JOSÉ DOMENCHINA Estás solo, sin D i o s . ¿Has entrevisto
lo q u e es u n h o m b r e solo ? ¿Cabe t a n t a
Nacido en Madrid en 1898 y muerto en México en 1959. soledad en u n h o m b r e ? ¿No te espanta
Obras publicadas: El poema eterno (1917), Las interrogaciones
sentir la vida a solas? Y o — q u e existo
del silencio (1918), Poesías escogidas (1922), La corporeidad de
lo abstracto (1929), El tacto fervoroso (1930), Dédalo (1932),
Margen (1933), Poesías completas (1936), Poesías escogidas a medias, p o r q u e D i o s , visto y n o visto,
(México 1940), Antología de la poesía española contemporánea n o s i e m p r e está en mis ojos, y, en su santa
(México 1941, 1946, 1947), Destierro (México 1942), Tercera noche, la s o m b r a q u e yo soy n o canta—
elegía jubilar (México 1944), Pasión de sombra (México 1944), ya la vida de veras he previsto.
Tres elegías jubilares (México 1946), El diván de Abz-al-Agrib
(México 1946), Exul umbra (México 1948), Perpetuo arraigo T r a s t a n t a m u e r t e engañadora, asisto
(México 1949), La sombra desterrada (México 1950), Nueve
sonetos y tres romances (México 1952), El extrañado (Mé- en el amanecer, q u e se levanta
xico 1958), Poemas y fragmentos inéditos (postumos) (México antes q u e el sol, a m i existir, y existo,
1964), El extrañado y otros poemas (Madrid 1969), La sombra
desterrada (Málaga 1969). p o r q u e D i o s , q u e se enciende, p o n e tanta
verdad en mí, q u e resucita Cristo
c o m o u n raudal d e luz en mi garganta.
T E BUSCO DESDE SIEMPRE

T e busco desde siempre. N o te he visto L A V I D A — Q U E SE N O S V A — . .


n u n c a . ¿Voy tras t u s huellas? L a s rastreo
con ansia, con angustia, y n o las veo. L a v i d a — q u e se nos v a —
Sé q u e n o sé buscarte, y n o desisto. y la m u e r t e — q u e n o s llega—
van a encontrarse. (El q u e juega,
¿ Q u é m e induce a seguirte? ¿Por q u é insisto gana o pierde.) D i o s dirá.
en descubrir t u rastro? M i deseo L o q u e yo soy aquí está.
n o sé si es fe. N o sé. N o sé si creo T e n g o e x p e d i t a la entrega.
en algo, ¿en q u é ? N o sé. N o sé si existo. A la m u e r t e , ¿ q u i é n se niega ?
L a vida, ¿quién nos la da ?
Pero, Señor d e mis andanzas, Cristo
S ú b i t a m e n t e mi ciega
d e mis tinieblas, oye mi j a d e o .
condición, h u m a n a ya,
N o sufro ya la vida, ni resisto
v e : ve el filo q u e la siega.
la noche. Y si amanece, y yo n o veo ¡Dios sabe si llegará
el alba, n o p o d r é d e c i r t e : «He visto a ser cielo claro! (Ruega
t u luz, t u s pasos en la tierra, y creo». p o r q u i e n d e camino va.)
La tarde 151
Juan José Domenchintt
A Q U Í TIENES LA VIDA...
l
Aquí tienes la vida que me diste.
Dios te perdone. ¡Cómo le envidiaste Te restituyo lo que es tuyo. Quiero
que existiera por sí, que no tuviera ser de verdad en tu verdad. Espero .
vida perecedera y que estuviera ver, ya sin ojos, para qué me hiciste.
dentro y fuera del mundo en que tú entraste!
Si entré en el mundo, porque me metiste
Y ¡cómo, por subirte, le bajaste, en su vacío de rotundo cero,
le rebajaste a ti, para que fuera quiero zafarme de él, y persevero
posible que su luz se pareciera en la fe sin medir que me pediste.
a la luz que en tus dudas adumbraste!
... Y viví a medias. Tuve el alma triste
Miguel—¿quién como Dios?—, jamás llegaste cuando se me salió de tu venero.
a ver, por invidente, la manera Siempre soñé llegar a lo que existe
de ser hombre ese Dios que tú achicaste.
tras la evidencia. Quiero—ya no inquiero—
Y él sigue siempre, viva sementera, lo que esperé, Señor, y tú me diste:
y tú pasaste, porque no sembraste .. empezar a vivir cuando me muero.
más que sed en tu enjuta paramera,
LA TARDE
2
La tarde, lacia, se llena
Dios te perdone. No le perdonaste de cansancio. Como sobras
que su ser sin tamaño te midiera del afán, unos intentos
y que tu razón, corta, no pudiera tardíos se desmoronan
medirle- en las medidas que tomaste. en los rincones. Ya lisas, i
Tampoco tú, Miguel, te mensuraste. las desparramadas formas /;
Siempre encerraste en ti la vida entera huelgan. Todo, reclinado
—aunque, fuera de sí—tu vida fuera , o repantigado, apoya •.,-':
la pasión de buscar que te buscaste. su fatiga en un inmoble
silencio. La perezosa
Dios te perdone. T u verdad amaste luz se rezaga, y adviene,
sobre todas las cosas: Y Dios era como a remolque, la sombra.
tu agonía y la luz que nunca hallaste. ; El reloj tiene un tic-tac
moroso, de cuerda floja. r•
Allí donde él, intacto, nos espera,
Sin atirantar, el tiempo
serás—¡quién como Dios!, ¿te congraciaste
se escurre con remolona
ya con la gracia?—vida verdadera. lentitud, como quedándose ,
;
al irse en pisadas sordas.
Concluso el día, bosteza
152 Juan José Domenchina Yo sé que tu silencio... 153
el hombre, hacedor de cosas
fugaces. Y, como Dios, DOLOR HUMANO
descansa. (La luz, que es poca,
Aquí en mi jaula estoy, con mi jauría
se va yendo, y su ceniza
famélica. El escaso nutrimiento
aterciopela las sombras.)
de mi carne no sirve de sustento
«Aquí me tienes, Señor.
a la voracidad en agonía
Sólo tú me tienes. Poca
fuerza tengo ya. Me tuve de este tropel devorador que ansia
yo solo a mí mismo, en horas mi cotidiano despedazamiento
arduas, durante mi duro y que ataraza, en busca de alimento,
trajín cotidiano. Ahora mis huesos triturados noche y día.
me tienes tú. Ya no puedo
conmigo ni con mi sombra. Pero no me lamento; no podría
Tan sólo desistimientos dolerme yo, Señor, de mi tormento
gozosos me corroboran. junto a tu cruz, que blasfemar sería.
Terminó, con mi jornada,
Múltiple fue tu compadecimiento
vi voluntad codiciosa.
—por todos tu sufrir—... y en mi agonía
Enajenado, a tu imagen
no cabe más dolor que el que yo siento.
y semejanza, en las obras
que terminé, y que se mueven
por sí, mi quietud te toca...» YO SE Q U E T U SILENCIO...
Yo sé que tu silencio tiene clara
voz, indistinta voz, para un oído
ORACIÓN que percibe tu verbo y su sentido.
Dios de mis soledades españolas, ¡Quién, tácito Señor, quién te escuchara
Señor de mi horizonte verdadero: por siempre! T ú nos dices, cara a cara,
Jesús, que hizo del mar firme sendero, la verdad. T ú despiertas al dormido,
no se llega hasta mí sobre las olas. que vive muerto. Todo lo vivido,
Aquí, remoto, en esta cruz, me inmolas, si aún no viviese, en Ti resucitara.
desentrañado de lo que más quiero,
T ú no permites que la sombra, vana
(No te tienes, no tiene derrotero,
voluntad de lo oculto, y el olvido
el que vive sin tierra y siempre a solas.)
nos enturbien la vida, siempre clara.
Sopla, Señor, en mi rescoldo; avienta
su ceniza mortal, residuo inerte Yo, que he escuchado tu callar, he sido
de lo que se quemó para tu afrenta. tu voz. T ú me mandaste que cantara
la gloria ilesa de tu amor herido.
Y alza tu voz sobre mi suelo, y fuerte,
para que, en mar y cielo, yo la sienta
venir desde mi cuna hasta mi muerte.
Sangre de Abel 155
Juan José Dometichina

T E DEVUELVO MI VOZ...
EMILIO PRADOS
Te devuelvo mi voz. T ú me la diste..
Hablé de ti y de mí. Voy a callarme Nació en Málaga (1899) y murió en México en 1962. Obras:
Tiempo (1925), Canciones del farero (1926), Vuelta (1927), El
para siempre. Es mi noche. Fui un adarme llanto subterráneo (1936), Llanto en la sangre (1937), Cancio-
de fuego. Fui una lumbre que encendiste. nero menor para los combatientes (1938), Memoria del olvido
(1940), Mínima muerte (1944), Jardín cerrado (1960), Dormido
Y voy a ser silencio. Me escogiste en la yerba (1953), Antología (1954), Río natural (1957), Cir-
para hablar y callar. Y, sin negarme,, ........ cuncisión del sueño (1957), La sombra abierta (1961), La pie-
callo para ser tierra y escucharme dra escrita (1961), Transparencias (1962), Signos del ser (1962),
Últimos poemas (1965), Diario íntimo (1966), Poesías comple-
la voz que tuve y donde tú viviste. tas (1970).
Decir adiós—que es ir a Dios—¿es triste?
Nada de mi existir va a abandonarme. ; SANGRE DE ABEL
Nada abandono yo. (Cuando te fuiste (Fragmentos)
nos quedó lo más tuyo.) Sé mirarme
en el ser—ya apagado—que me diste i ."';
ardiendo y del que quiero no olvidarme. Cantando estoy, llenando
mis huecos en la muerte.
¿Muerte es mi voz?...
LOS LABIOS T I E M B L A N . . . (La muerte,
Los labios tiemblan, se desunen... Quieren por mi palabra es muerte.)
cantar. ¡Oh maravilla! Desplegados, Vuelvo al cielo mis ojos„.
emiten, casi luz, versos alados —Las nubes se han perdido—.
hacia Dios. (Que los hombres no se enteren.) Un blanco acorde suena '
sobre el cielo sin nubes.
Rezan. Ya los sentidos se transfieren Un sitio. Un cuerpo nuevo.
a la oración, y van tan despegados Una eterna armonía...
de su soporte, que, al surcar, rezados, Bajo el azul misterio
los aires, viven cosas que no mueren. que vivieron las nubes,
un diminuto sol • •• • '
Ajeno a todo voy, que me requieren '
las cimas de unos montes nunca hollados. comienza por sus llamas.,.
Estoy sobre la luz, con los que quieren ¡Cruje el tiempo!
(Los huecos
ver del todo y cegar arrebatados. contemplados se prenden.
Como no soy ya un hombre, que no esperen El sol invade el sitio
mi vuelta los que cuidan sus cuidados. de las nubes.) .
¡Ya es alba!
156 Emilio Prados Nostalgia de la uva 157
(¿Contemplo a Dios?...) que en mi sangre despierta.
¡Escucho ¿Siempre desconocida
a su espejo en mi alma! dentro de mí o por fuera,
Canta otra vez la sombra caminaré esta sangre,
inmóvil en la tierra: sangre mía y aj ena ?...
«Hermano, sobre el cielo, Penando bajo el cuerpo
¿soy yo tu mismo canto ? que visito por ellas,
¿He sido yo tu herida, extranjero y errante
tu muerte y tu palabra; de mí soy en mi lengua...
la sangre de tu lengua, ... Y esclavo del silencio
tu trabajo y tu cuerpo; de Dios, vivo en su tierra.
el doloroso exilio
que a tu sueño persigue,
y hoy tu nombre me lleva NOSTALGIA D E LA UVA
bajo sus mismas alas?
¿Ni tú mismo te nombras, ¡Llanto en septiembre! San Miguel no existe
tan sólo por cantarme? y vive San Miguel que aún no ha nacido.
Desnúdame el castigo Su espada lucha en mí, llama en mi fuego:
de enredarme en tu vuelo. «¿Quién como Dios?», y San Miguel florece...
¡Te quise por cantarme Desgajado por mí—soltado al sueño—,
y tú ya me cantabas!... verde me enreda tierno en sus zarcillos
y su frescor de agraz, desnuda en pámpanos,
Acerca tu voz: mira
la nostalgia en racimos de su fruta.
mi sombra que te llama».
Luzbel vencido en mí, muere el deseo
Y otra vez reflejado
al brotar el recuerdo de un olvido,
hacia mí de mí mismo,
con la nación y el cuerpo deseados...
vivo el desierto doble
«¿Quién como Dios?» Y San Miguel existe.
de un sueño abandonado.
(Sopla el Sur del olivo. Cruje el cielo...
Busco el fin de su copla
La tierra sangra su color de tierra.
de la que fui cautivo...
El sol, sin trigos, muerde en el rastrojo.
(¿Llego a Dios?...)
Busca el calor del mar sombra en la lluvia.)
¡Me contemplo
Desbordándose al sueño mis dos brazos,
en Dios, muerto y cantado!...
rompen su piel y en tallos iluminan
Callo y vivo callando,
mi antigua vid que tanto lloré presa,
al seguir en cadena
libre al nacer tendida por mi cuerpo.
mi canción, mi rosario
¡Cepa es mi corazón! (Llora septiembre...)
de distancias opuestas.
¡Lluvia de Dios inunda mis arterias!
Ni sé qué mundo vivo,
(Derramo en mí las hojas que abre el viento
ni qué mundo me deja
para beber las gotas de mi lluvia.)
lo eterno en lo infinito ¡Tierno soy! ¡Tierno estoy! Dejad que corra
158 Emilio Prados Abril de Dios 159
la savia en que nací llanto en septiembre... ¿Una nube?...
Me inunda—¿vuela?—, en ríos me levanta La tierra
y caigo en tierra, al fin mar de mi tierra. está labrada.
¡Estoy cautivo en mí! Mi cuerpo canta ¡Llueve!
sus regatos de luz verdes racimos... Siento entrar gota a gota
«¿Quién como Dios?... Y el jugo de las uvas: a la lluvia en mi cuerpo...)
«¿Quién como Dios?», repite por mi sangre. «¿Adonde vas, Emilio ?»
(Más quema el Sur. Oscuro está el olivo... (¡Habló la lluvia! ¿No?
Madura el mar su lengua sin espumas. Sobre la tierra cae
¡Crujen mis uvas! ¡Dios me está probando! naturalmente en paz...
¡ Septiembre y San Miguel vivo en mi sueño!) ¡Llueve sobre el barbecho!)
Cantando estoy: ¡Cortadme en la vendimia! «¿Adonde vas, Emilio?»
¡Partid mi sueño en dos! Yo en tierra quedo (La piel de mi costado
con la mitad del sueño de mañana cruje, gime y se parte.
y, sueño en Dios, con la mitad del vino. ¡Mi sangre es una herida!
Se cumple San Miguel. Se va septiembre... Broto a mi libertad:
Y otra vez siento al hombre en mis deseos. nazco por mis costados...)
¡Lucho con él! Mi espada lo atraviesa: «Emilio: ¿Adonde vas?...»
«¿Quién como Dios?»... Y en mí liberto al hombre. (Un verde diminuto
Nostalgia he sido y canto es mi nostalgia. tierno, tierno, ternísimo,
¡Libre está Dios y canta en El septiembre!... va subiendo de mí.
Con mi nostalgia en San Miguel he dado: Sube y subo: ¡salimos!
Septiembre y Dios y el hombre que he vivido. Blanquísimo es el pie
¿Volveré a despertar?... que me oculta en la tierra...)
¡Tal vez no pueda!: «Emilio: ¿Adonde vas?»
¡Duermo en el Sur, vendimia de mí mismo! (Quien me llama soy yo.
¡Tal vez existo! Acaso
siempre he sido la tierra,
ABRIL D E DIOS el cielo y Dios...
¡Su yerba diminuta!)
«¿Adonde vas, Emilio ?»... «¿Adonde vas, Emilio ?»
(Quien me llama soy yo: (Levanto mis pestañas
el viento entre los árboles. cubiertas de rocío.)
¿El viento yo? N o ; el viento . «¿Adonde vas, Emilio ?»
no conoce, no ve, Oigo en mi voz la yerba...
no puede hallar mí nombre...) «¡No llores—dice el viento—,
«¿Adonde vas, Emilio ?» ya amanece en mis lágrimas:
(Quien me llama soy yo: seremos pronto abril
una nube en el cielo. y en él, los tres, Emilio!...»
160 Emilio Prados Memoria sin presencias 161
(Sale el sol, se va el sol,
No es lo que está roto Dios,
viene y se va la luna...)
ni el campo que El ha creado:
«¿En dónde estás, Emilio?...»
lo que está roto es el hombre
¡Canto otra vez!
que no ve a Dios en su campo.
¡Y Dios
siempre naciendo!
MEMORIA SIN PRESENCIAS
CANCIÓN (Meditaciones)
El Cristo está aquí en España Por salvar la rosa
sobre el campo de batalla. me he salvado yo:
El Cristo está aquí en España No hay rosa de ayer
con la muerte a sus espaldas. ni hoy,
El Cristo está aquí en España... sino la rosa de Dios.
Del otro lado la lanza Por salvar los vientos
y en su costado la llaga... me he salvado yo:
y en este lado la fuente No hay vientos de sur ni norte,
que mana sangre y no acaba, sino los vientos de Dios.
que mana sangre y no acaba, Por salvar las aguas
que mana sangre y no acaba. me he salvado yo:
No hay aguas de mar
ni ríos,
CANCIÓN
sino las aguas de Dios.
No es lo que está roto, no, Por salvar la tierra
el agua que el vaso tiene: me he salvado yo:
lo que está roto es el vaso No hay tierra de sol
y, el agua, al suelo se vierte. ni umbría,
No es lo que está roto, no, sino la tierra de Dios.
la luz que sujeta al día: Por salvar los tiempos
lo que está roto es el tiempo me he salvado yo:
y en la sombra se desliza. No hay tiempo de ayer
No es lo que está roto, no, ni hoy,
la sangre que te levanta: sino el Eterno de Dios.
lo que está roto es tu cuerpo
# # #
y en el sueño te derramas.
No es lo que está roto, no,
la capa del pensamiento: Puesto que lo quiere Dios,
lo que está roto es la idea sólo me importa
que la lleva a lo soberbio. qué digo:
digo lo que quiere Dios.
162 Carlos Pellker En medio de la dicha... 163
Órbita la mejor, porque es ternura
esquilmada a la oveja del pastor
que en diciembre hace eterna su ventura.
CARLOS PELLICER Izaré las banderas del amor
lo mismo en esta magna venturanza
Nació en Villahermosa (Tabasco, México) en 1899. Obras: que en el palacio en ruinas del dolor.
Colores en el mar (1921), Piedra de sacrificios (1924), Seis, siete
poemas (1924), Hora y veinte (París 1927), Camino (París Danzaré alegremente, y en la danza
1929), Hora de junio (1937), Hexágonos (1940), Recinto y otros anillaré las espirales nobles
poemas (1941), Subordinación (1949), Práctica de vuelo (1956), con que subo hasta Ti viva alabanza.
Con palabras de fuego (1965), Material poético (1964), Primera Sembrar mi vida de cordiales robles
antología poética (1969).
—hóspitas curvas para el peregrino—,
y en junio darte mis cosechas dobles.
EN M E D I O D E LA DICHA... Ser bueno como el agua del camino
que la herida refleja y que la alivia.
En medio de la dicha de mi vida Ser dichoso, Señor, no es ser divino,
deténgome a decir que el mundo es bueno pero ser bueno, sí. Por eso, entibia
por la divina sangre de la herida. la nieve, y que sea lago. La infinita
Loemos al Señor que hizo en un trueno palabra del amor arda y convivía
el diamante de amor de la alegría en mi ser, y se dé la estalactita
para todo el que es fuerte y es sereno. de la obediencia a Ti. Toma mi frente,
El corazón al corazón se fía y cíñela, Señor, con la infinita
si el alma cual las águilas natales
corona del amor.
estrangula serpientes en la vía.
Gloriosa palma la que de los males
del huracán se libre porque eleve
la fruta con sus aguas tropicales. Jesús, te has olvidado de mi América,
El corazón al corazón se fía ven a nacer un día sobre estas tierras locas.
lo mismo en esas palmas que en el breve ¿No basta odiarse tanto ? La fe que tú decías
corazón de la perla más sombría. aún no arde su hilo de luz en nuestras bocas.
Porque la flor más alta dance y ría, Es un magno crepúsculo tras un fondo de rocas.
y viento entre los árboles se mueve. Sobre las fuentes negras crecen las lejanías...
Mi corazón, Señor, como el poema, Danos una mirada por nuestras melodías.
sube la escalinata de la vida Enciéndenos los ojos y sella nuestras bocas.
y te da su pasión como una gema.
Por la divina sangre de la herida, Que no haya «discursos», sino actos perfectos.
es fuerte y es sencillo y cancionero. Yo sé (aunque no lo digas), que somos predilectos.
Filas de oro pusiste a su ola henchida. ¡Huracanea un riesgo que hasta tus plantas grita!
El amor, que en el caos fue primero ¡El amor será inmenso! ¿No basta odiarse tanto?
lo lanzó sobre la órbita más pura Sobre las playas tórridas tu ola azul se agita
y así cumple su ciclo, dulce y fiero. borrando signos turbios y acantilando un canto.
164 Carlos Pellicer
A la Virgen de la Soledad 165

SONETOS D E ESPERANZA A LA VIRGEN D E LA SOLEDAD

I Señora:
como una primavera de puñales
Cuando a tu mesa voy y de rodillas miro tu corazón que parpadea
recibo el mismo pan que T ú partiste al pie del árbol sangre.
tan luminosamente, un algo triste T u soledad sin horizonte alcanza
suena en mi corazón mientras T ú brillas. la original potencia elemental,
y el pálido perfil que perece en tu manto
Y me doy a pensar en las orillas
me seca la garganta con el llanto olvidado
del lago y en las cosas que dijiste...
en la mitad del desierto.
¡Cómo el alma es tan dura que resiste
Sin una lágrima, sin un sollozo, sin una sombra
tu invitación al mar que andando humillas!
tu rostro hecho de espinas y de clavos
Y me retiro de tu mesa ciego me mira al pie de tus pies apagados.
de verme junto a Ti. Raro sosiego Soy un poco de tierra amoratada
con la inquietud de regresar rodea que azotó el huracán de caballos desnudos.
Soy un poco de nada puesto al servicio de la noche
la gran ruina de sombras en que vivo. para que se consuman los jaguares
¿Por qué estoy miserable y fugitivo de mis fuegos antiguos.
y una piedra al rodar me pisotea? Soy lo que pudo ser un mediodía nublado
lleno de pájaros muertos.
II Soy el eco de tu soledad, Señora,
Reina de reinas de las soledades.
Y salgo a caminar entre dos cielos Yo te acompaño en este no decir nada.
y ya al anochecer vuelvo a mis ruinas. Yo te acompaño en esta sangre santa.
Ultimas nubes, ángeles divinas, Yo te acompaño en este fruto quieto.
se bañan en desnudos arroyuelos. Yo te acompaño allá muy hondo
La oscura sangre siente los flagelos en tu virginal sabiduría.
de un murciélago en ráfaga de espinas, El cielo tiene la hora de un reloj descompuesto.
y aun en las limpias aguas campesinas Las piedras son como sílabas dispersas.
se pudren luminosos terciopelos. La soledad sin fin es como un cuello
lleno de collares estrangulados.
La poderosa soledad se alegra Yo no tengo en las manos nada,
de ver las luces que su noche integra. ni siquiera tengo mis manos en las manos,
¡Un cielo enorme que alojarla puede! ésas, todas manzanas y peras,
esas pequeñas bestias del tacto.
Y un goce primitivo, una alegría
Estamos solos en medio del mundo, •
de Paraíso abierto se sucede.
divinamente misterioso y terrible,
Algo de Dios al mundo escalofría.
Reina de reinas de las soledades.
166 Vicente Aleixandre No basta 167
Yo soy el p e r r o h a m b r i e n t o q u e agusanó la noche, I n t e r i o r m e n t e c o m b a t i d o de la presencia dolorida y
huérfano y prodigioso, t o d o nadie y estrellas, feroz,
seco de sed y h a r a p o oculto de ladridos r e c u e r d o impío d e t a n t o a m o r y de tanta belleza,
en el hueco de algo q u e n o sabré decirte u n a larga espada t e n d i d a como sangre recorre
si está en mí, en los d e m á s o en algo mis venas, y sólo t ú , cielo agreste, intocado,
que, si existe, n o existe sino en t u s ojos vírgenes. das calma a este acero sin tregua q u e m e yergue en el
mundo.
Baja, baja dulce para mí, da paz a mi vida.
H a z t e b l a n d o a mi frente como una m a n o tangible
y oiga yo, como u n t r u e n o q u e sea dulce, u n a voz
VICENTE ALEIXANDRE q u e , azul, sin celajes, clame largamente en mi cabellera.
H u n d i d o en ti, besado del azul poderoso y m a t e r n o ,
Nació en Sevilla en 1900. Obras: Ámbito (1928), Espadas mis labios s u m i d o s en t u celeste luz a p u r a d a
como labios (1932), Pasión de la tierra (1935), La destrucción sientan t u roce meridiano, y mis ojos
o el amor (1935), Sombra del paraíso (1944), Mundo a solas
(1950), Poemas paradisíacos (1952), Nacimiento último (1953), ebrios de t u estelar pensamiento t e amen,
Historia del corazón (1954), Mis poemas mejores (1956), Poemas m i e n t r a s así, peinado suavemente p o r el soplo de los
amorosos (antología, 1960), Poesías completas (1960), Picasso astros,
(1961), En un vasto domingo (1962), Presencias (1965), Retra- mis oídos escuchan al único a m o r q u e n o m u e r e .
tos con nombre (1965), Dos vidas (1968), Poemas de la consu-
mación (1968).

NO BASTA
AL CIELO
P e r o n o basta, n o ; n o basta
El p u r o azul ennoblece la luz del sol ni su cálido aliento.
mi corazón. Sólo tú, á m b i t o altísimo N o basta el misterio oscuro de una mirada.
inaccesible a mis labios, das paz y calma plena A p e n a s bastó u n día el r u m o r o s o fuego de los bosques.
al agitado corazón con q u e estos años vivo. Supe del m a r . P e r o t a m p o c o basta.
Reciente la historia de mi j u v e n t u d , alegre todavía E n m e d i o de la vida, al filo de las m i s m a s estrellas,
y dolorosa ya, m i sangre se agita, recorre su cárcel m o r d i e n t e s , siempre dulces en sus b o r d e s inquietos,
y, roja de oscura h e r m o s u r a , asalta el m u r o sentí iluminarse mi frente.
débil del pecho, p i d i e n d o t u vista, N o era tristeza, n o . T r i s t e es el m u n d o ;
cielo feliz q u e en la m a ñ a n a rutilas, pero la i n m e n s a alegría invasora del universo
q u e asciendes entero y majestuoso presides reinó t a m b i é n en los pálidos días.
m i frente clara, d o n d e mis ojos te besan. N o era tristeza. U n mensaje r e m o t o
L u e g o declinas, ¡oh sereno, o h p u r o d o n de la altura, de u n a invisible luz m o d u l a b a u n o s labios
cielo intocable q u e siempre m e pides, sin cansancio, aéreamente, sobre pálidas ondas,
mis besos, o n d a s de u n m a r intangible a mis m a n o s .
c o m o de cada mortal, virginal, solicitas! U n a n u b e con peso, n u b e cargada acaso de p e n s a m i e n -
Sólo p o r ti mi frente pervive al sucio e m b a t e de la t o estelar,
sangre. se detenía sobre las aguas, pasajera en la tierra,
168 Vicente Aleixandre No basta 169
quizá envío celeste de universos lejanos Todavía quisiera, madre,
que un momento detiene un paso por el éter. con mi cabeza apoyada en tu regazo,
Yo vi dibujarse una frente, volver mi frente hacia el cielo
frente divina: hendida de una arruga luminosa, y mirar hacia arriba, hacia la luz, hacia la luz pura,
atravesó un instante preñada de un pensamiento som- y, sintiendo tu calor, echado dulcemente sobre tu falda,
brío. contemplar el azul, la esperanza risueña,
Vi por ella cruzar un relámpago morado, vi unos ojos la promesa de Dios, la presentida frente amorosa.
cargados de infinita pesadumbre brillar, ¡Qué bien desde ti, sobre tu caliente carne robusta,
y vi a la nube alejarse, densa, oscura, cerrada, mirar las ondas puras de la divinidad bienhechora!
silenciosa, hacia el meditabundo ocaso sin barreras. ¡Ver la luz amanecer por oriente, y entre la aborrascada
El cielo alto quedó como vacío. nube preñada
Mi grito resonó en la oquedad sin bóveda, contemplar un instante la purísima frente divina des-
y se perdió, como mi pensamiento que voló deshacién- tellar,
dose, y esos inmensos ojos bienhechores
como un llanto hacia arriba, al vacío desolador, al donde el mundo alzado quiere entero copiarse
hueco. y mecerse en un vaivén de mar, de estelar mar entero,
Sobre la tierra mi bulto cayó. Los cielos eran compendiador de estrellas, de luceros, de soles,
sólo conciencia mía, soledad absoluta. mientras suena la música universal, hecha ya frente
Un vacío de Dios sentí sobre mi carne, pura,
y sin mirar arriba, nunca, nunca, hundí mi frente en radioso amor, luz bella, felicidad sin bordes!
la arena Así, madre querida,
y besé sólo a la tierra, a la oscura, sola, tú puedes saber bien —lo sabes, siento tu beso secreto
desesperada tierra que me acogía. de sabiduría—•
Así sollocé sobre el mundo. que el mar no baste, que no basten los bosques,
¿Qué luz lívida, qué espectral vacío velador, que una mirada oscura, llena de humano misterio,
qué ausencia de Dios sobre mi cabeza derribada no baste; que no baste, madre, el amor,
vigilaba sin límite mi cuerpo convulso? como no baste el mundo.
¡Oh madre, madre, sólo en tus brazos siento Madre, madre, sobre tu seno hermoso
mi miseria! Sólo en tu seno martirizado por mi llanto echado tiernamente, déjame así decirte
rindo mi bulto, sólo en ti me deshago. mi secreto; mira mi lágrima
Estos límites que me oprimen, besarte; madre que todavía me sustentas,
esta arcilla que de la mar naciera, madre cuya profunda sabiduría me sostiene ofrecido.
que aquí quedó en tus playas,
hija tuya, obra tuya, luz tuya,
extinguida te pide su confusión gloriosa,
te pide sólo a ti, madre inviolada,
madre mía de tinieblas calientes,
seno sólo donde el vacío reina,
mi amor, mi amor, hecho ya tú, hecho tú sólo.
170 Ángel Martínez Por la iluminación de aquel instante 171
Ley del cuerpo que cae, al fin consigue
la altura de su mar, tierra en que ahonde,
con raíz de alma, el cielo en que se esconde
ÁNGEL MARTÍNEZ tu centro azul que mi naufragio abrigue.

Nació en Lodosa (Navarra) en 1900. Obras: El mantel de Cortando el agua el cuerpo, anchos los brazos
bodas (1931), Rosa de un mes (1940), Poema de la ceiba (1941), que miden con su vuelo mi caída
Río hasta elfin(1942), Ángel en el País del Águila (1950), Cum- y elevan su caída con mi vuelo;
bre de la memoria (1953), Dios en blancura (1960), El mejor
torero (1961), Sonetos irreparables (1964), Vida en naturalidad
(1966), Desde el tiempo del hombre (1967). Es jesuíta y enseña cortando el aire el alma, en aletazos
en universidades de América latina. de olvido que es tu Memoria Vida...,
¡me hundo en tu Mar y llego hasta mi cielo!

PERO ESCONDIDO
SER MAS
Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro.
(LOPE DE VEGA.) —Su Sacrificio
en Cruz, su Gloria.
Todo, Señor, lo ordenas con medida:
si a mis ojos humanos se mostrara Gloria en dos brazos con el arco en vuelo
tu Luz, entre su aurora se apagara de hilos de blanca sangre en enredijo,
la estrellita oscilante de mi vida. siempre volando y para siempre fijo,
de carne en luz, crucificado anhelo.
T u gloria, de mis manos suspendida,
al abrirse, mi ser aniquilara: Sin apoyo en la tierra, es todo el cielo
sólo me puede ser tu lumbre clara transparente de un aire en crucifijo
bajo esta Forma blanca oscurecida. con mirada amor, del Padre al Hijo,
que fue y aún no es y está en El tras el velo.
Camino hacia tu Ser, pero aún mi sombra
ante Ti proyectada te oscurece: Por mí ya en Ti... Si hui para encontrarme,
la sombra de mi cuerpo el tuyo esconde. ya en tu Sangre mi sangre derramada
la vida es que tu muerte vino a darme:
Aún te enturbia mi voz cuando te nombra,
pero en la sombra siento que amanece Forma pura en mi sangre realizada
y que un eco a mi voz en Ti responde. que en tu Sangre cayó para elevarme
con mi cruz en tu Cruz crucificada.

CAYENDO EN T U PRESENCIA
POR LA I L U M I N A C I Ó N DE A Q U E L I N S T A N T E
Mi conciencia de náufrago te sigue.
Sabe que es mi bajar subir a donde Por la iluminación de aquella hora,
mi silencio es tu Voz que me responde luz de esta noche. O día entre vislumbres
con voz de ley que a Libertad me obligue. que da en lejano resplandor de cumbres
el que en su luz inaccesible mora.
172 Ángel Martínez Coloquio... 173
El que es siempre en su pleno día aurora saber que tienes mi presencia a punto
de Sí en su Hijo, y su Hijo en muchedumbres y que estando yo en Ti, eres T ú conmigo
de hijos que a El van con lumbre de las lumbres y que estando T ú en mí,
de esta noche de sangre que el sol dora. yo soy contigo.
4
Suena en su eternidad la hora anunciada,
y el amor sube en sucesión constante
que es gozo, en cada paso, de llegada
COLOQUIO EN VOZ DE CANTO Y LLANTO
Así, con lentitud y andar seguro,
al gozo pleno de un sentir radiante vamos a Ti contigo.
la inaccesible Luz, luz habitada Siempre en la espera de una vida nueva,
por la iluminación de aquel instante. nuestro canto es el llanto del pasado
y el eco del futuro, ensayo en lágrimas
de la luz que las ha de hacer hermosas
EN GOZOS D E PRESENCIA —arco antes y después de la tormenta—,
presagiada alegría
Saber que siempre estoy en su presencia de tu cantar que cantaremos siempre,
—vida de la Verdad de su camino—; y es T ú mismo cantándote en nosotros.
saber que tienes mi presencia en todo Para elevarme a Ti de Ti he bajado
—soy parte de tu Cuerpo reunido— y en pura eternidad todo lo he visto
a punto siempre en todo para lo que dispongas: con el eco de luz de tu mañana
saber en todo el gozo de estar así contigo. que en esta noche de mi ayer clarea.
Amarte con quien te ama, amarte en todo, Quiero ser lo que he visto en tu mirada,
ser T ú sin dejar yo de ser yo mismo. lo que me has hecho por haberme visto
Y ser porque eres Tú, porque sabemos—todos— y lo que he sido por haberte visto
que eres en lo que somos—todos—que te decimos entre mis manos y bajo mis besos
en lo que T ú nos dices: con mi ser en tu Ser transfigurado.
estar siempre Yo, el desecho de todo, mundo a oscuras
sin nada en mí y todo en Ti conmigo. —no mundo—,
Saber que todo me eres—como te amo— cuerpo que se corrompe y alma en llamas,
y que en todo te soy—como te miro—, con dolor en los ojos de elevarlos al cielo,
pues sin que Tú me hicieras no podría el corazón ahogado de alaridos
verme en Ti, verte en mí y saber que soy Tú mismo, y en la tierra clavando mis raíces de estrella
que es todo mío cuando yo soy tuyo para mirarte en mí transfigurado.
y es todo tuyo cuando Tú eres mío. Tú me lo has dado todo,
Saber que es siempre estar en tu presencia Señor:
llegar al fin—tocar a Dios—andando en el camino. un ser, un nuevo ser y tu palabra.
Saber que así estaré en el que siempre estuve Un nombre que es oficio. El universo
del todo que en mí pasa al Todo fijo; y el sellado poder, que eres Tú mismo,
de elevarlo hasta Ti, contigo, todo.
174 Ángel Estampa de San Juan de la Cruz 175
Todo lo que me diste y sornbra de su sol en mi voz arde.
lo encierro en las palabras con que sello Llora Granada en un lucero rojo
cada día mi vida con tu Vida... y el cielo en un incendio se desangra,
Y al fin poder decir lo que me has dado: porqué yo en él tu Corazón deshojo.
—El canto
con todo lo que diga,
con todo lo que diga en la esperanza
de poder, sin hablar, decirte entero un día. FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ
T ú me lo has dado todo.
Con clara lentitud y paso firme, Nació en Buenos Aires en 1900. Colaborador de La Nación
porque T ú me lo aplomas, de Buenos Aires. Obras: Orto (1922), Bazar (1922), Kinder-
por la tierra mis pasos van al cielo garte (1923), Alcándara (1925), El buque (1935), Cielo de tie-
rra (1937), La ciudad sin Laura (1938), Poemas elementales
hasta caer, subiendo hacia la tierra (1942), Poemas de carne y hueso (1943), El ruiseñor (1945), An-
para volar en Ti, cielo del cielo. tología poética (1946), Las estrellas (1947), Poemas nacionales
Si la tierra me llama, (1951), La flor (1951), Himnos del breviario romano (1952), El
es que el cielo le dio voz a la tierra arca (1953)-
para decir, con alas, el destino
de un nombre que en sí mismo es su mensaje, ESTAMPA D E SAN J U A N D E LA CRUZ
tu luz y mi destino
—tu eterno sacerdocio—. Manos hondas como el mar desconocido.
Porque mi nombre es ya sólo tu Nombre Ojos ciegos, ojos sordos, ojos mudos.
clamado en mí sobre la Rosa nueva Pies que van hacia el amor por el olvido.
de los cuatro horizontes de las almas Manos juntas, ojos altos, pies desnudos.
por los que anuncia tu palabra el vuelo
Pies sedientos de alcanzar al ciervo herido.
de mi palabra en canto:
Ojos limpios de recuerdos y preguntas.
Tú mismo en mí cantado, en mí muriendo,
Manos solas como pájaros sin nido.
en mí resucitado...
Pies desnudos, ojos altos, manos juntas.
y yo contigo, Cristo, Sacerdote.
Y cantar nuevo el canto de mi llanto: Manos vivas para el cielo prometido.
Canto de la corriente de mi llanto, Pies exentos de temor y sobresaltos.
la fuente oculta que tus aguas guía: Ojos muertos para el mundo sin sentido.
por un oscuro azul me sube al Día Manos juntas, pies desnudos, ojos altos.
para hacerse en tu luz, luz de mi canto.
Eco profundo de Ti mismo, el santo
silencio en que T ú apagas su armonía,
se hace tu voz en mí, que hace más mía
mi voz en Ti, T ú en luz, libre en tu encanto.
Porque tu callar puro es esta tarde
del día blanco en que tu vida sangra
176 Francisco Luis Bernárdez P\ema del Pan encáustico 177
Dó^sde aquel día lo tenemos como alimento, como escu-
POEMA DEL PAN EUCARISTICO \ do y como alivio.
Y su poder nos une a todos en una grey, en un pastor y
Yo, que lo miro con mis ojos, sé que este pan es el Señor en un aprisco.
de cielo y tierra. ¿Quién al mirarlo no se acuerda del que llovió sobre la
Yo, que lo gusto con mi boca, sé que este pan es el Señor vieja caravana?
que nos espera. ¿Quién al gustarlo no se acuerda del que comimos en
Sé que la Forma de las formas vive feliz en este trozo la tierra solitaria ?
de materia. La sed y el hambre nos movían hacia el magnífico país
Y que esta harina inmaculada no es otra cosa que su del pan y el agua.
carne verdadera. Pero la fe de nuestros pasos desfallecía en el desierto
Sé que la luz que no se apaga brilla desnuda en esta luna sin entrañas.
siempre llena. Como la tierra estaba sorda, quisimos ver si el cielo azul
Y que la voz de las alturas duerme callada en esta boca nos escuchaba.
siempre quieta. Y el cielo azul nos dio con creces lo que la tierra
Sé que el océano sin fondo cabe sin mengua en esta gota desdeñosa nos negaba.
que destella, Nubes de pan se deshicieron sobre el rencor de la
y que la selva sin orillas está encerrada en esta brizna llanura desolada.
carcelera. Y poco a poco la cubrieron con vestiduras de alegría y
Sé que el volcán inextinguible se manifiesta en esta de abundancia.
chispa de inocencia. Con la virtud de aquel sustento fuimos llegando sin
Y que el amor inenarrable tiembla escondido en esta dolor al agua santa.
lágrima serena. Y por el agua que renueva, dimos al fin con este pan
Durante siglos lo esperamos comiendo a oscuras el que no se acaba.
manjar del viejo rito. Su luz, que alumbra y alimenta, brilla sin tregua en el
Y señalando nuestras puertas con una sangre que era altar y en la custodia.
sangre y era símbolo. Y desde el fondo del sagrario se multiplica sin descanso
Aquel cordero misterioso nos daba fuerzas y valor para en limpias ondas.
el camino. Cruza los muros de materia que la separan de los seres
Y con las huellas de su sangre cerraba el paso a la que ambiciona.
Vence las puertas que resisten a la profunda caridad
traición y al exterminio.
que la devora.
Cuando los tiempos maduraron, el firmamento dio su
Pisa el umbral de las tinieblas, entra en la ciega
fruto prometido.
oscuridad, busca en las sombras.
Y otro Cordero vino al mundo para pagar al buen
Y al fin reposa en nuestras almas, que son estrellas
pastor nuestros delitos.
apagadas y remotas.
Antes de ser sacrificado, quiso enseñarnos el supremo
Infunde paz en las que sufren; deja su brillo de piedad
sacrificio.
en las que lloran.
Y en este pan maravilloso se repartió de corazón entre Y a todas juntas las abraza con un amor incomprensi-
sus hijos. ble para todas.
178 Francisco Luis Bernárdez Palabras a una cruz de palo 179
Después ajusta el movimiento de nuestras almas al ^el \ y a nuestra muerte le sobrara muerte,
Sol que la ocasiona. \ con esta vida nos daría vida
Y con el Sol que la difunde concierta el ansia inconte- \ para dar muerte al resto de la muerte.
nible de sus órbitas. \
La luz penetra en los lugares más silenciosos y en los
sitios más oscuros. PALABRAS A U N A CRUZ D E PALO
Y va llegando con sus rayos hasta los últimos rincones
de este mundo. Así como en el llanto del poniente
En los más fríos y olvidados abre con honda caridad se presiente el vagido de la aurora,
su blanco puño. tu plenitud sacramental de ahora
Y de su mano bienhechora deja caer una semilla en su adolescencia vegetal presiente.
cada surco. Eras un álamo, meditabundo
Luego de haberlos fecundado, vuelve cantando hacia como la amanecida del cariño,
su Sol eterno y puro. cuando para un espíritu de niño
Y en su reflujo melodioso va cosechando nuestros seres, es un muñeco destripado el mundo.
uno a uno. Un álamo, poeta, hubieras sido
Sube a su nido fulgurante, cruza de nuevo los umbrales si un destino mejor no convirtiera
y los muros. en ave tu metáfora primera
Pero esta vez lleva consigo nuestros más íntimos y tu primer epitalamio en nido.
destellos, que son suyos. Leal a tu destino como ahora,
Bien abrazada con nosotros, entra por último en el estabas tan ausente y tan arriba,
cielo sin crepúsculo. que ignorabas tu sombra como ignora
Y se confunde con el astro que está escondido en este las ofensas un alma comprensiva.
pan que miro y gusto. Y como eras hermano de Jesús,
para representarte su memoria,
un día tu materia transitoria
S O N E T O A LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA jerarquizaste eternamente en cruz.
VIRGEN Si bastan cuatro tiempos de compás
Vino a la vida para que la muerte para ceñir el cósmico concierto,
dejara de vivir en nuestra vida, para abrazar el infinito incierto
y para que lo que antes era vida bastan tus cuatro brazos, nada más.
fuera más muerte que la misma muerte. De tu cuádruple abrazo es el esfuerzo
síntesis de las cuatro lejanías
Vino a la vida para que la vida
y las elementales energías
pudiera darnos vida con su muerte,
en que se crucifica el universo.
y para que lo que antes era muerte
En trescientos sesenta grados que
fuera más vida que la misma vida.
resume tu cuadrángulo me fundo
Desde entonces la vida es tanta vida para medir la órbita del mundo
y la muerte de ayer tan poca muerte, y la circunferencia de mi fe.
que si a la vida le faltara vida, Con tu símbolo f sumo las dos
180 José Gorostizh Muerte sin fin 181
hipótesis del tiempo y del espacio, / Y la ciudad, con íntimo candor,
y mi voracidad de lumbre sacio / bajo el rudo metal de una campana,
despejando la incógnita de Dios. / despierta a la inquietud de la mañana,
Eres conciliadora abreviatura / y en gajos de color
de dos caminos de peregrinante: se deshilvana.
uno idea, tendido hacia adelante, Pero puso el Señor,
y otro sentimental, hacia la altura. a lo largo del día,
Tus aspas son el único molino esencias de dolor
que con suspiros de plegaria rueda y agudo clavo de melancolía.
para que el hombre bondadoso pueda Porque la claridad, al descender
moler el trigo de su pan divino. en giros de canción,
Anuda tanta caridad y tanta enciende una alegría de mujer
misericordia de perdón tu nudo, en el espejo gris del corazón.
que te pareces al sollozo mudo Si ayer vimos la luna desleída
que está crucificando mi garganta. sobre un alto silencio de montañas...;
si ayer la vimos derramarse en una
indulgencia de lámpara afligida...,
nos duele desnatar en las pestañas
JOSÉ GOROSTIZA el oro de la luna.

Nació en Villahermosa, estado de Tabasco (México), en


1901. Catedrático de Literatura y diplomático, ocupó diver- M U E R T E SIN FIN
sos cargos importantes en su país y en el extranjero, siendo, (Fragmento)
por último, secretario de Relaciones Exteriores. Obras: Can-
ciones para cantar en las barcas (1925), Muerte sinfín (1939),
Poesía (1964). ¡Más que vaso—también—, más providente!
Tal vez esta oquedad que nos estrecha
en islas de monólogos sin eco,
LA L U Z SUMISA
aunque se llama Dios,
Alarga el día en matinal hilera no sea sino un vaso
tibias manchas de sol por la ciudad. que nos amolda el alma perdidiza,
Se adivina casi la primavera, pero que acaso el alma sólo advierte
como si descendiera en una transparencia acumulada
en lentas ráfagas de claridad. que tiñe la noción de El, de azul.
La luz, la luz sumisa El mismo Dios,
(si no fuera en sus presencias tímidas,
la luz, la llamaran sonrisa), ha de gastar la tez azul
al trepar en los muros, por ligera, y una clara inocencia imponderable,
dibuja la imprecisa oculta al ojo, pero fresca al tacto,
ilusión de una blanda enredadera. como este mar fantasma en que respiran
¡Ondula, danza y, trémula, se irisa! —peces del aire altísimo—
182 José Gorostiza Muerte sin fin 183
los hombres. / —nunca aprehendidas,
¡Sí, es azul! ¡Tiene que ser azul! / siempre nuestras—
Un coagulado azul de lontananza, / que eluden el amor de la memoria,
un circundante amor de la criatura, pero que a cada instante nos sonríen
en donde el ojo de agua de su cuerpo desde sus claros huecos
que mana en lentas ondas de estatura en nuestras propias frases despobladas.
entre fiebres y llagas; Es un vaso de tiempo que nos iza
en donde el río hostil de su conciencia, en sus azules botares de aire
¡agua fofa, mordiente, que se tira, y nos pone su máscara grandiosa,
ay, incapaz de cohesión al suelo!, ¡ay!, tan perfecta,
en donde el brusco andar de la criatura que no difiere un rasgo de nosotros.
amortigua su enojo, Pero en las zonas ínfimas del ojo,
se redondea en su nimio saber,
como una cifra generosa; no ocurre nada, no; sólo esta luz,
se pone en pie, veraz, como una estatua. esta febril diafanidad tirante,
¿Qué puede ser—si no—si un vaso no? hecha toda de pura exaltación,
Un minuto quizá que se enardece que a través de su nítida substancia
hasta la incandescencia, nos permite mirar,
que alarga el arrebato de su brasa, sin verlo a El, a Dios,
¡ay!, tanto más hacia lo eterno mínimo lo que detrás de El anda escondido:
cuanto es más hondo el tiempo que lo colma. el tintero, la silla, el calendario
Un cóncavo minuto del espíritu — ¡todo a voces azules, el secreto
que una noche impensada, de su infantil mecánica!—
al azar en el instante mismo que se empeñan
y en cualquier escenario irrelevante en el tortuoso afán del universo.
—en el terco repaso de la acera,
en el bar, entre dos amargas copas
o en las cumbres peladas del insomnio—-,
ocurre; nada más, madura, cae
sencillamente,
como la edad, el fruto y la catástrofe.
¿También—mejor que un lecho—para el agua
no es un vaso el minuto incandescente
de su maduración?
Es el tiempo de Dios que aflora un día,
que cae; nada más, madura, ocurre,
para tornar mañana por sorpresa
en un estéril repetirse inédito,
como el de esas eléctricas palabras
184 Pedro Garfias 185
Primavera...

PRIMAVERA EN E A T O N HASTINGS

PEDRO GARFIAS Tú, que todo lo hiciste


—los pasos y el sendero—, me has dejado
Nació en Ecija (España) en 1901 y murió en México en 1967. en libertad de andar a mi albedrío.
Obras: El ala del Sur (1926), Héroes del sur (1939), Primavera Pero yo doy al viento mis velas indefensas...
en Eaton Hastings (1940), Poesía de la guerra española (1941),
Elegía a la Presa de Dnieprostoi (1943), De soledad y otros pesa- Sólo quiero mirar, mirar el agua
res (1948), Viejos y nuevos poemas (México 1951), Río de aguas de intimidad azul, mirar el cielo
amargas (1953), Antología poética (1970, postuma). de grises bloqueado, y a la orilla,
el bosque de frescura inmarchitable.
MOTIVOS D E L MAR Mis ojos son mi vida.
Aquello que mis ojos reflejaron
Abrevadero del mar, vuelve a su ser de nuevo verdecido.
donde he bebido esta sed, Mirando voy creando
esta sed de eternidad. naturaleza pura, luz exacta,
Canta en la tarde clara el mundo que T ú hiciste.
las horas al arribar. Dentro del pecho oscuro,
Las horas que naufragaron la clara soledad me va creciendo
a la noche cantarán. lenta y segura... Hay luz en mis entrañas,
Quiero morirme en el mar y puedo ver mi sangre ir y venir,
cara a la cara de Dios, y puedo ver mi corazón... Afuera
de frente a la eternidad. se agolpan, desoladas y sonámbulas,
noches enracimadas.
OYE A L ÁRBOL Un atropello de silencios turbios
repta y ondula...
Oye al árbol Señor, que hiciste el verso y la amapola,
cómo el tronco se le queja; haz las paredes de mi pecho fuertes,
oye al campo duras como el cristal de esta ventana.
cómo le duele la yerba;
oye al silencio nutrido
de palabras entreabiertas.
Oye al viento
que vio a Dios y no lo recuerda.
Oye a Dios llorando hombres,
oye al hombre andando a tientas...
Que el llanto, si corre largo,
suena.
186 Alvaro de las Casas A la pintura 187

ALVARO DE LAS CASAS RAFAEL ALBERTI


Nació en el Puerto de Santa María en 1902. Reside en Ita-
Orensano (1901-1950). Cultivó el teatro y el ensayo. Obra lia. Obras: Marinero en tierra (1924, Premio Nacional de Li-
poética: Sulco e vento, Escolma de cantigas. teratura), El alba del alhelí (1927), La amante (1926), Cal y
canto (1929), Sobre los ángeles (1929), Poesía (1934), Trece
SALMO bandas y cuarenta y ocho estrellas, Poema del mar Caribe (1936),
Entre el clavel y la espada, Pleamar, Poesía (1945), De la pin-
¡ M e u D e u s ! ¡ M e u D e u s ! ¡Meu D e u s ! tura (1952), Retornos de lo vivo lejano, Roma, peligro para ca-
minantes (1968).
Vinte de pequeniño
e n o n t e volto a ver.
A LA PINTURA
Buscóte e n o n te e n c o n t r ó ; (Fragmentos)
chamóte e non respondes;
olióte e n o n te vexo. MIGUEL ÁNGEL
P r o c u r ó t e e n t r e os h o m e s ,
e nos azús infindos N o las Gracias, las F u r i a s , las frenéticas,
d o ceo q u e m e envolve; desesperadas F u r i a s
e ñ a s augas d o mar, te a c u n a r o n de n i ñ o . F u e r o n ellas
e nos arbres dos m o n t e s , el Á n g e l d e la G u a r d a d e t u s u e ñ o .
e ñas froles m i ú d a s , C l a m ó p o r ti el Señor,
e nos caminos longos t e llamó p o r t u n o m b r e allá en las cimas
q u e van, r u b e q u e r u b e , en d o n d e extraviado, antiguo y loco,
polos catro hourizontes. habla consigo m i s m o ,
¡Meu D e u s ! ¡ M e u D e u s ! ¡ M e u D e u s ! m o r d i é n d o s e en voz baja su secreto.
volta a m í n o u t r a vez. — M i g u e l Á n g e l — t e dijo—. Y en t u m a n o ,
cerrándola, lo p u s o .
A p á r t a m e este ensoñó, Y t ú la abriste.
esta loucura q u e a n d a en m í n a roer,
d e a m a r m e soio a m í n ,
e a n i n g u é n mais q u e a m í n , p o r q u e n o n sei M i r a d aquí al violento,
—e na dúvida al d e s n u d o , al h a m b r i e n t o
e n c o m e n z o a estar certo d e saber— de E t e r n i d a d .
si T i , ¡meu D e u s ! , ¡meu D e u s de aqueles t e m p o s ! , Para él la Belleza
estás d e n t r o de m í n es la santa, la fuerte,
e fuxiches d o m u n d o q u e a n d i v e n a correr. poderosa T r i s t e z a
con q u i e n a vida o m u e r t e
lucha la H u m a n i d a d .
TP * *
188 Rafael Alberti A la pintura 189
Pincel en soledad, pincel hundido ya estatuas olvidadas de la noche,
en lo oscuro, llenando entre la compasión de las ruinas.
de ráfagas de luz y de temblores Atrás, los puentes vistos sólo en sueño,
de tierra todo el cielo. la ciudad de su honor fortificada,
Sólo por ti la cara desvelada de Dios, los natales jardines agredidos,
pincel movido al soplo de trompetas finales, dioses de su niñez entre las hojas:
pudo ser descubierta entre las nubes. allí el fauno riendo, el torso roto,
brotado nueva fuente de la tierra.
Pero ya todo es súbito delirio
Por las calles de Roma, nieve y viento, por ver la cara de la luz y hablarle.
desolado nocturno, levantándole Y oye su galopar como un solemne
fuego a las piedras, ráfaga de sombra, son de martillos de una antigua cólera.
alguien galopa, eco de trueno antiguo, Atrás rompiendo, aplastadora, inmune,
casi extinguido ya, solo, ¿hacia adonde? salta la arquitectura, blanco cíclope
No es grande la campaña, no es inmensa furioso, en el azul tendiendo arcos,
la mar aún para guardar el último subiendo fustes al frontón del cielo,
relámpago salvado de su sueño. bajo el ojo asombrado de las cúpulas.
Tal vez la mar, ¡oh Dios!, pero montaña, La geometría del espacio llora
no es de espumas y olas, sí de cumbres una lluvia de líneas trastornadas.
congeladas, de mármol, sí de simas ¡Más aún, más aún, más todavía!
de pétreos, sordos ríos torrenciales. Grito del trueno, voz de la centella
Tal vez allí, tal vez allí... que en la mano le rigen.
Y galopa. Y galopa.
Lleva en su mano el rayo, la postrera Atrás, en turbonada, la pintura.
exhalación, la chispa final. Todo Sube y desciende, palma, esparto, alambre,
pudiera ser de nuevo iluminado: el pincel por los ámbitos sin límites.
la Creación, recién nacida al día, Precipitada va la anatomía,
el palpitante verbo nunca oído. viento en escorzo, ardiente alud en guerra.
No son las bridas, no, las que en sus dedos Suenan portazos en las nubes, tremen
se estrujan. Es la última centella. rotos los goznes del quicial del mundo.
Lo saben sólo un viejo y un caballo. ¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios! No sé si infierno
Va a abrir la mano, va a soltarla. ¿Adonde? es para mí tu gloria, si tus ángeles
Tal vez al mar, al mar, pero de roca. se despeñan en mí como demonios...
¡Peñas del mar, montes del mar, canteras! Y en rasgado ciclón, atrás, hundiéndose,
Allí tal vez... cartones, cal, esbozos, andamiajes,
Y las espuelas sangran. muros feroces, convulsivas ánimas.
Bloques ya guerreados, sometidos, No es grande la campiña, no es inmensa
cinceladas entrañas, escondidas la mar, no es grande, no, la solitaria,
medulas de la piedra, atrás, pasando, ahuyentadora nieve sin vestigios,
190 Rafael Alberti ha visita de Dios 191
no la desarbolada, impune noche Confiésalo, Señor. Sólo tus fieles
para zafar un último relámpago. hoy son esos anónimos tropeles
¡El mar, tal vez el mar, pero de piedra! que en todo ven una lección de arte.
¡Cumbres del mar, mármol del mar, espuma! Miran acá, miran allá, asombrados:
¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios! Va a abrir la mano, ángeles, puertas, cúpulas, dorados...
va a arrancarle de cuajo las pupilas y no te encuentran por ninguna parte.
a la luz, va por fin a revelarte
su última luz, dejándote a Ti ciego.
¡Al mar, al mar! Tal vez allí...
Y galopa.
LUIS CERNUDA
Nació en Sevilla (1902). Murió en México. Obras: Perfil del
BASÍLICA D E SAN P E D R O aire (1927), Égloga, elegía, oda (1928), Donde habite el olvido
(1934), El joven marino (1936), La realidad y el deseo (1936),
Di, Jesucristo, ¿por qué Las nubes (1937), Como quien espera el alba (1947), Vivir sin
me besan tanto los pies ? estar viviendo, Con las horas contadas (sin título, inacabado).
Soy San Pedro aquí sentado,
en bronce inmovilizado;
LA VISITA D E DIOS
no puedo mirar de lado
ni pegar un puntapié, Pasada se halla ahora la mitad de mi vida.
pues tengo los pies gastados, El cuerpo sigue en pie y las voces aún giran
como ves. y resuenan con encanto marchito en mis oídos;
Haz un milagro, Señor. mas los días esbeltos ya se marcharon lejos;
Déjame bajar al río, sólo recuerdos pálidos de su amor me han dejado.
volver a ser pescador, Como el labrador, al ver su trabajo perdido,
que es lo mío. vuelve al cielo los ojos esperando la lluvia,
también quiero esperar en esta hora confusa
unas lágrimas divinas que aviven mi cosecha.
E N T R O , SEÑOR, EN TUS IGLESIAS... Pero hondamente fijo queda el desaliento,
como huésped oscuro de mis sueños.
Entro, Señor, en tus iglesias... Dime, ¿Puedo esperar acaso? Todo le ha dado al hombre
si tienes voz, ¿por qué siempre vacías? tal distracción efímera de la existencia;
Te lo pregunto por si no sabías a nada puede unir esta ansia suya que reclama
que ya a muy pocos tu pasión redime. una pausa de amor entre la fuga de las cosas.
Vano sería dolerse del trabajo, la casa, los amigos per-
Respóndeme, Señor, si te deprime didos
decirme lo que a nadie le dirías: en aquel gran negocio demoníaco de la guerra.
si entre las sombras de esas naves frías Estoy en la ciudad alzada para su orgullo por el rico,
tu corazón anonadado gime. adonde la miseria oculta canta por las esquinas
192 Luis Cernuda
Atardecer en la catedral 193
o expone dibujos que me arrasan de lágrimas los ojos.
Y mordiendo mis puños con tristeza impotente, Mi sed eras tú, tú fuiste mi amor perdido,
aún cuento mentalmente mis monedas escasas, mi casa rota, mi vida trabajada y la casa y la vida
porque un trozo de pan aquí y unos vestidos de tantos hombres como yo a la deriva
suponen un esfuerzo mayor para lograrlos en el naufragio de un país. Levantados de naipes,
uno tras otro iban cayendo mis pobres paraísos.
que el de los viejos héroes cuando vencían
¿Movió tu mano el aire que fuera derribándolos,
monstruos, rompiendo encantos con su lanza.
y tras ellos, en el profundo abatimiento, en el hondo
La revolución renace siempre, como un fénix
vacío,
llameante en el pecho de los desdichados.
se alza al fin ante mí la nube que oculta tu presencia?
Esto lo sabe el charlatán bajo los árboles
No golpees airado mi cuerpo con tu rayo;
de las plazas, y su baba argentina, su cascabel sonoro,
si el amor no eres tú, ¿quién lo será en tu mundo?
silbando entre las hojas, encanta al pueblo
Compadécete al fin, escucha este murmullo
robusto y engañado con maligna elocuencia,
que ascendiendo llega como una ola
y canciones de sangre acunan su miseria. al pie de tu divina indiferencia.
Por mi dolor comprendo que otros inmensos sufren, Mira las tristes piedras que llevamos
hombres callados a quienes falta el ocio ya sobre nuestros hombros para enterrar tus dones:
para arrojar al cielo su tormento. Mas no puedo la hermosura, la verdad, la justicia, cuyo afán imposible
copiar su enérgico silencio, que me alivia tú sólo eras capaz de infundir en nosotros.
este consuelo de la voz, sin tierra y sin amigo, Si ellas murieran hoy, de la memoria tú te borrarías
en la profunda soledad de quien no tiene como un sueño remoto de los hombres que fueron.
ya nada entre sus brazos, sino el aire en torno,
lo mismo que un navio al alejarse sobre el mar.
¿Adonde han ido las viejas compañeras del hombre? A T A R D E C E R EN LA C A T E D R A L
Mis zurcidoras de proyectos, mis tejedoras de espe-
ranzas Por las calles desiertas, nadie. El viento
han muerto. Sus agujas y madejas reposan y la luz sobre las tapias
con polvo en un rincón, sin la melodía del trabajo. que enciende los aleros al sol último.
Como una sombra aislada al filo de los días, Tras una puerta se queja el agua oculta.
voy repitiendo gestos y palabras mientras lejos escucho Ven a la catedral, alma de soledad temblando.
el inmenso bostezo de los siglos pasados. Cuando el labrador deja en esta hora
El tiempo, ese blanco desierto ilimitado, abierta ya la tierra con los surcos,
esa nada creadora, amenaza a los hombres nace de la obra hecha gozo y calma.
y con luz inmortal se abre ante los deseos juveniles. Cerca de Dios se halla el pensamiento.
Unos quieren asir locamente su mágico reflejo, Algunos chopos secos, llama ardida
levantan por el campo, como el humo
mas otros le conjuran con un hijo
alegre en los tejados de las casas.
ofrecido en los brazos como víctima,
Vuelve un rebaño junto al arroyo oscuro
porque de nueva vida se mantiene su vida,
donde duerme la tarde entre la hierba.
como el agua del agua llorada por los hombres.
El frío está naciendo y es el cielo más hondo.
Pero a ti, Dios, ¿con qué te aplacaremos?
Como un sueño de piedra, de música callada,
Luis Cernada El barro humilde 195
194
que el consuelo creara para el hombre,
desde la flecha erguida de la torre
sombra divina hablando en el silencio.
hasta la lonja de anchas losas grises,
Aromas, brotes vivos surgen,
la catedral estática aparece,
afirmando la vida, tal savia de la tierra
toda reposo: vidrio, madera, bronce, que irrumpe en milagrosas formas verdes,
fervor puro a la sombra de los siglos. secreto entre los muros de este templo,
Una vigilia dicen esos ángeles el soplo animador de nuestro mundo
y su espada desnuda sobre el pórtico, pasa y orea la noche de los hombres.
florido con sonrisa por los santos viejos,
como huerto de otoño que brotara
musgos entre las rosas esculpidas.
Aquí encuentran la paz los hombres vivos,
paz de los odios, paz de los amores; ANGELA FIGUERA AYMERICH
olvido dulce y largo, donde el cuerpo
fatigado se baña en las tinieblas. Nació en Bilbao en 1902. Obras: Mujer de barro (1948),
Entra en la catedral, ve por las naves altas Soria pura (1949), Vencida por el ángel (1950), Verbo (Alican-
de esbelta bóveda, gratas a los pasos te 1949), Mujer de barro (en un solo volumen), Más allá (1951),
El grito inútil (1952), Belleza cruel (1958), Toco la tierra (1962).
errantes sobre el mármol, entre columnas,
hacia el altar, ascua serena,
gloria propicia al alma solitaria. EL BARRO H U M I L D E
Gomo el niño descansa, porque cree
en la fuerza prudente de su padre; Porque hoy, Señor, te hablo de esos muertos.
con el vivir callado de las cosas De los muertos más muertos, más hundidos;
sobre el haz inmutable de la tierra, de los muertos del todo.
transcurren estas horas en el templo. Pasaron muchos, pero muchos quedan
No hay lucha ni temor, no hay pena ni deseo. en carne viva—suya—demorados.
Todo queda aceptado hasta la muerte T ú hiciste del aljibe de su pecho
y olvidado tras de la muerte, contemplando, polvo y basura, pero ya su sangre,
libres del cuerpo, y adorando, en generoso trance transfundida
necesidad del alma exenta de deleite. hacia canales nuevos, permanece.
Apagándose van aquellos vidrios Otros, amordazada ya su boca
del alto ventanal, y apenas si con oro con lodo espeso, gritan, gritan, gritan...
triste se irisan débilmente. Muere el día, Y todos los oímos. T ú los oyes.
pero la paz perdura postrada entre la sombra. T ú sabes que no están del todo muertos.
El suelo besan quedos unos pasos Y aquellos que apretaban en su mano
lejanos. Alguna forma, a solas, una semilla rubia, un bulbo henchido,
reza caída ante una vasta reja hoy se nos yerguen en presencia plena
donde palpita el ala de una llama amarilla. de espigas o de nardos. No murieron.
Llanto escondido moja el alma, Y los que caminaban, encendidos
los ojos en la almena de la frente,
sintiendo la presencia de un poder misterioso
196 Angela Vigueta Aymerkh Destino 197
borrachos de una estrella, tan ajenos Señor, de ellos te hablo. Tú, ¿los cuentas?
al suelo que les dabas por apoyo, Yo, ni podría imaginar su nombre,
¡qué huellas hondas de contorno puro ni perfilar la curva de sus labios,
fueron dejando y cómo se llenaron ni sospechar, mirando tu arco iris,
de agua y de cielo cuando T ú lloviste! el color de sus ojos.
Sólo por eso, sólo, bien lo sabes, Conozco que estuvieron. Que ahora esconden
ésos no morirán eternamente. en cualquier parte su menguada ruina.
Otros murieron. Otros: infinitos Sobre sus tristes miembros disgregados
como los granos de menuda arena la tierra, eterna parturienta, brota
que el viento sopla, escupe y amontona, vida infinita en tallos quebradizos.
Arena inútil, inconexa, estéril, Pero ellos, mudos, torpes, ni en la hierba
que pierde el agua y ni concibe sueños escribirán sus formas y colores.
ni se levanta en torres Ni sombra serán nunca; ni recuerdo.
ni tolera caminos De ellos hablo, Señor. Tú, sin olvido,
ni grávidas semillas amamanta. Tú, centro de Ti mismo y tu horizonte,
T ú los hiciste un día y así fueron. Tú, ¿los tendrás los muertos olvidados?
Traídos y llevados, Quizá los quieres más por más pequeños.
giraron en absurdo remolino Su barro humilde, deleznable, sucio,
entre el cielo y la tierra. acaso moldearás con tus pulgares
Jamás llegaron a tocar las nubes, en finos vasos de preciosa forma.
sus cortos brazos ni sus pies cobardes El muro de tu mano levantada
pesaron en el suelo. acaso abrigará piadosamente
Vivieron (¿se enteraron?). Eran dulces esa llamita débil de su espíritu.
y mansos. Y también eran amargos Acaso de tu aliento huracanado
y fieros. Porque sí. Porque lo eran. un hilo compasivo se adelgace
Sus miembros se encresparon muchas veces para tañer la flauta de sus huesos.
en lujurias sin fruto. Y otras tantas
ciñeron con un hielo de abstinencia DESTINO
sus castigados lomos.
Vaso me hiciste, hermético alfarero,
Nada brotó en su tronco. Fue su llanto
y diste a mi oquedad las dimensiones
de lágrimas redondas que corrieron
que sirven a la alquimia de la carne.
sin trabajar sus almas. Fue su risa
Vaso me hiciste, recipiente vivo
espuma derramada. para la forma un día diseñada
Eran así. Murieron. ¿Lo sabían por el secreto ritmo de tus manos.
en el preciso instante?... Y hoy, ¿lo saben? Hágase en mí, repuse. Y te bendije
¿Lo saben que están muertos, muertos, muertos; con labios obedientes al Destino.
borrados, aventados, desnacidos...? ¿Por qué después me robas y defraudas ?
¿Saben que ya no son, que no serán, Libre el varón camina por los días.
que no han sido jamás entre los hombres? Sus recias piernas nunca soportaron
198 Angela Vigueta Aymericb Unidad 199
esa tremenda gravidez del fruto.
Liso y escueto entre ágiles caderas, UNIDAD
su vientre no conoce pesadumbre. Si todos nos sintiéramos hermanos...
Sólo un instante, furia y goce, olvida (pues la sangre de un hombre, ¿no es igual a otra san-
por mí su altiva soledad de macho. gre?)
Líbrase a sí mismo y me encadena Si nuestra alma se abriera... (¿no es igual a otras almas ?)
al áspero servicio de la especie. Si fuéramos humildes... (el peso de las cosas,
Guán hondamente exprimo, laborando ¿no iguala la estatura?)
con células y fibras, con mis órganos Si el amor nos hiciera poner hombro con hombro,
más íntimos, vitales dulcedumbres fatiga con fatiga
de mi profundo ser, día tras día. y lágrima con lágrima.
Hácese el hijo en mí. ¿Y han de llamarle Si nos hiciéramos unos.
hijo del hombre cuando, fieramente, Unos con otros.
con decisiva urgencia me desgarra Unos junto a otros.
para moverse vivo entre las cosas? Por encima del fuego y de la nieve,
Mío es el hijo en mí y en él me aumento. aún más allá del oro y de la espada.
Su corazón prosigue mi latido. Si hiciéramos un bloque sin fisuras
Saben a mí sus lágrimas primeras. con los dos mil millones
Y esa humedad caliente que lo envuelve de rojos corazones que nos laten.
es la temperatura de mi entraña. Si hincáramos los pies en nuestra tierra,
¿Por qué, Señor, me lo arrebatas luego ? y abriéramos los ojos, serenando la frente,
¿Por qué me crece ajeno, desprendido y empujáramos recio con el puño y la espalda,
como amputado miembro, como rama y empujáramos recio, solamente hacia arriba,
desconectada del nutricio tronco? ¡qué hermosa arquitectura se alzaría del lodo!
En vano mi ternura lo persigue
queriéndolo ablandar, disminuyéndolo.
Alto se yergue. Duro se condensa.
Su frente sobrepasa mi estatura
y ese pulido azul de sus pupilas,
que en un rincón de mí cuajó su brillo,
me mira desde lejos, olvidando.
Apenas si las yemas de mis dedos
aciertan a seguir por sus mejillas
aquella suave curva que al beberme,
formaba con la curva de mis senos
dulcísima tangencia.
200 Cristina de Arteaga Entrega total 201

AMOR CONTRA AMOR


Me preguntan los hombres: «¿No has dudado?»
CRISTINA DE ARTEAGA ¡Cómo pude dudar, pues te sentí!
Cristina de Arteaga y Falguera, hija de los duques del In- ¡Si fuiste mi tormento exasperado,
fantado, nació en Zarauz (Guipúzcoa) el 6 de septiembre si con hierro candente me has sellado
de 1902. Cursó el doctorado de Ciencias históricas en la
Universidad central. Ha publicado varias obras de carácter para Ti!
histórico y biográfico. En 1924, un libro de versos, Sembrad,
que prologó D. Antonio Maura y que obtuvo gran éxito. Te combatí las noches y los días,
En 1934 ingresó en la Orden de San Jerónimo, y hoy es prio- quise olvidar tu amor; ¡no lo logré!
ra de Santa Paula, de Sevilla, y priora general de la Federa- Después de cada crisis resurgías.
ción de monjas Jerónimas. Inexorablemente me decías:
«Sigúeme».
CORONAS
Nadie sospechará lo que he sufrido.
¿Para qué los timbres de sangre y nobleza? ¡Tú lo sabes, Señor!
Nunca los blasones Nunca quieras echar en el olvido
fueron lenitivo para la tristeza que todo el drama de mi vida ha sido
de nuestras pasiones. la lucha del amor contra el Amor.
¡No me des corona, Señor, de grandeza!
¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias ENTREGA T O T A L
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias ¡ Hazlo Tú todo en mí! Que yo me preste
un rincón de tumba. a tu acción interior, pura y callada.
¡No me des siquiera coronas mortuorias! Hazlo Tú todo en mí, que aunque me cueste,
me dejaré labrar sin decir nada.
No pido el laurel que nimba al talento
ni las voluptuosas ¡Hazlo T ú todo en mí! Que yo te sienta
guirnaldas de lujo y alborozamiento. ser en mí dirección y disciplina.
¡Ni mirtos ni rosas! Hazlo Tú todo en mí. Que estoy sedienta
¡No me des coronas que se lleva el viento! de ser canal de tu virtud divina.

Yo quiero la joya de penas divinas


que rasga las sienes.
Es para las almas que T ú predestinas.
Sólo T ú la tienes.
¡Si me das corona, dámela de espinas!
202 Cipriano Torre Enciso San Xosé foi carpinteiro 203

préstame a fe
pra ver as cousas
que non se ven!
CIPRIANO TORRE ENCISO Que si me guía
teu Corazón,
Nació en La Comña en 1902. Obra poética: Panxoliñas, ¡darei ca senda
Camelias brancas. que leva a Dios!

M I Ñ A CAMPIA
SAN XOSE FOI CARPINTEIRO
A SANTA MARÍA PEREGRINA
Calma na carpinteiría,
Xa chega o santo Xosé durme a seu pracer...
da Pelengriña. «¿Por qué non lie fas un berce
Sempre me quedo a Xesús de Nazarét?»
sen romaría. ,-••-, «Teño táboa de carballo,
Son Pecoreiro... .••-••:' cola, compás e martelo;
Años e ovellas mais non sei facel-o berce
hai que coidalos d'un Neno tan xirifeiro.
feiras e festas. ¿Pra qué vou m'atrafegar
ca miña dentuda serra,
Santa María, si meu Filio xa ten berce
Virxen do Ceo, na folla d'unha maceira?
como non podo ¿Pra qué vou facerlle cuna
ser teu romeiro, cas torquesas e ca lima,
¿por qué non ves si meu Filio xa ten berce
e pelengrinas n'unha barquiña da ría?
pra conoscer ¿Pra qué vou tallal-o pau
miña campía? no meu banco carpinteiro,
Ponte a veluda si meu Filio xa ten berce
capa de vieiras, na branca nube do ceo?
colle o chapeo. ¿Pra qué vou sacar fayuscas
Todo o meu corpo ca galropa e co formón,
acouba en vías si meu Filio xa ten berce
encrucilladas no bambán dos corazós?»
de treidorías...
Teus pes enxoitos
pasen meu sangue
como teu Filio
cruzaba o mare...
¡Moza de cegó,
204 Cipriano Torre Enciso Misa en el mar 205

¡MEU M A N O E L I Ñ O !
Froitece a noite
do inxel Amor... ANTONIO OLIVER BELMAS
Com'un paxaro
treme no niño Nació en Cartagena en 1903 y murió en Madrid en 1968.
¡meu Manoeliño! Obras: Mástil (1927), Tiempo cenital (1932), Elegía a Gabriel
Miró (1935), Libro de loas (1947).
Non chores, Neno,
boquina santa;
sei o que pides, LA PAZ I N T I M A
son adivino,
¡meu Manoeliño! Enfría, Señor, mi boca;
Eu ben conozo Señor, reduce mi brasa;
que che gorenta dame, como te lo pido,
co pan albeiro concordia de cuerpo y alma.
cunea de vino, Frente al perverso oleaje
¡meu Manoeliño! ponme costado de gracia.
Teral-os cachos Dame, como te demando,
das miñas vides; concordia de cuerpo y alma.
terás molete Señor, mitiga mi angustia;
ben comeciño, remite, Señor, mi ansia;
¡meu Manoeliño! dame, como te la clamo,
Deixa qu'a troco concordia de cuerpo y alma.
meu peito atope No dejes que los sentidos
xunt'ó teu peito me rindan en la batalla.
maino cariño, Señor, Señor, no me niegues
¡meu Manoeliño! concordia de cuerpo y alma.
Non me abandoes...
Vela meus pasos,
vela meu sonó MISA E N E L MAR
mentras durmiño,
¡meu Manoeliño! ¡Qué pura es la misa en el mar!
Inmaculado Para el hombre de tierra
Astro do ceo, parece la primera misa de los tiempos.
sálvame a-i-alma Entre agua y cielo
do torveliño, el viejo latín se tornasola,
¡meu Manoeliño! los rezos son palpitantes
y las almas se prosternan.
Dios se transustancia en la divina Forma,
aunque también se aprieta humano junto a nosotros
206 Antonio Oliver Belmás Súplica 207

o, desde el mástil de proa, D E L BUEN ARDER


nos bendice en la Cruz.
Dios está aquí contigo, hombre marino, Donde el hombre se delate
andando sobre las aguas; ha de ser en el arder
Dios está con nosotros y con vosotros, que lo dibuje, retrate.
navegantes todos de la existencia, Cada cantor tiene un plectro;
o allá enfrente sobre las nubes, pero todo ser ardiente,
presidiendo la Caridad y la Fe. sus rayas en el espectro.
Pero, a la vez se halla en la capilla del buque, Unos gastan su pasión
catacumba donde el capellán lo invoca en lumbrarada, ceniza.
para que venga a redimirnos. Pero ésa es pobre lección.
Los violines han hablado en voz alta; Otros, con más argumento,
ordenan su corazón,
cantaban con la voz hermosa de la certidumbre
la llama, la luz y el viento.
y rasgaban con sus arcos la vestidura del silencio.
En el mar y el querer,
¡Oh, la misa en el mar!
en el cantar y el soñar,
El pez vuelve a ser un símbolo sacro.
lo más fecundo es arder.
Como en mi infancia, esta mañana,
Arder como Dios lo hacía;
Dios ha nacido en mí.
en el monte, en una zarza
que nunca se consumía.
D E L NACER Y EL MORIR
(Casi ovillejos) SUPLICA
No sufre, no se intimida, ¡Oh Dios, cuan infinita es tu piedad!
él que piensa de esta suerte: Para Ti no hay vencedores ni vencidos,
¿Quién nos condena a la muerte? no hay naciones ni razas,
La vida. no hay inteligentes ni torpes,
Si débil, fuerte se hace no hay pobres ni millonarios.
el que así llega a sentir: Tú a todos nos abrazas en la tierra;
¿Quién, por fuerza, ha de morir? de todos tomas el alma;
Quien nace. de todos, Señor, sacas flores.
El que tal verdad percibe Yo te pido que me hagas piadoso;
no es el temor lo que infiere: que mi dolor nada sea junto al dolor de mi prójimo,
¿Quién, al fin, es el que muere? que ni odie ni desprecie.
Quien vive. Haz que me duelan las carnes con frío,
Pues si nacer es llevar ' las carnes de los que no tienen ropa;
hacia otro tiempo la vida, arráncame de la lujuria,
sólo el hombre que lo olvida de la vanidad y la soberbia.
es el que puede temblar. Quítame, Dios mío, de la ira
y de sus terribles hogueras.
208 Sebastiá Sánchez Juan Caminí
Tanto en la vida como en la muerte, Per qué els pobres fan caritats ais pobres?»
no me niegues, Señor, el sosiego. Es la propulsió d'aquella forca
Dame la paz que enguirnaldan tus ángeles que fa que es pugui canta el cantic nou,
bajo el mediopunto del iris. que es visitin malalts i captius,
que es comprenguin —s'eduquin— subnormals,
que sobretot i per damunt de tot s'ami Déu,
Déu i les seves criatures;
SEBASTIÁ SÁNCHEZ JUAN que s'arribin a ama els enemics d'un mateix
Nació en Barcelona en 1904. Obras: Claror (1952), Miralls —que no s'hi resisteixi ni se'ls jutgi—
(•955). Prismes (1957), Principat del temps (1961), Somnis i que la dona porti el seu anell.
i éxtasis (1967). Es la forca que «neix», un estable per llar
i per escalf l'alé de dues bésties,
NADAL per després treballar i ensenyar de pregar,
mori en creu entre lladres
Per la xemeneia sense fons
i al tercer dia ressucitar d'entre els morts...
puja i baixa el misteri entre el Cel i els fogons
I atreure tot el que cedeix
Angels blancs! (Oh silenci de la fosca fumada!)
a uns ulls incomparables.
Sonen orgues divins amb vellut de nevada.
El formatge i el pa, la mantega i el sucre—
llur blancor pastorívola un gust blanc hi involucra. CAMINS
Aquesta nit imanta d'emoció d'aurora
les puntes sensitives de 1' ánima que adora. Somnis que vagament guardem
en una abséncia contenible,
el gruix, de vegades penible,
PLENITUD DE NADAL
se'ns fa tan subtil que el perdem.
En uns carrers com fruita madura, Amar, cedir —amb net esguard,
a les botigues amb cor fi— com eliminant-nos,
de revinguda abundor, els uns ais altres perdent-nos
tan clares, en dir simplement «Déu-vos-guard».
de tan netes sembla que no hi hagi vidres. Hi ha somnis que no recordem,
hi ha vides en flor que oblidem
«Per qué —o desconeguérem a posta—
—diría un antic— i que ens deixaran el neguit
tants esclats, tant de verd amb boletes vermelles, de no havé amb 1' ánima seguit
tanta profusió de llum —llum pállida, el foc llur, ni enllá de la posta.
llum absoluta—
i aquests llumenerets de tots colors, de nit?
Per qué l'austríac lied,
i cancons i cancons de totes les senyeres?
Per qué s'omplen els temples a la matinada?
210 Ernestina de Champourctn Hora sania 211
Pero no vengo tampoco a pedirte que me sacies y apa-
cigües.
Es justo que muera de sed, es justo que una inquietud
más honda que la noche
ERNESTINA DE CHAMPOURCIN torture mi alma y la atenace interminablemente.
Es justo...
Nació en Vitoria (Álava) en 1905. Obras: En silencio (1925),
Ahora (1928), La voz en el viento (1931), El cántico inútil No me sorprende la angustia que oprime todos los mo-
(1936), Presencia a oscuras (1952), El nombre que me diste mentos de mi vida,
(1960), Cárcel de los sentidos (1964), Hai-kais espirituales, ni la niebla implacable que entorpece cada uno de mis
Cartas cerradas (1968) y Poemas del ser y del estar (1972).
pasos,
ni ese grumo de acíbar que paraliza mi lengua y le
DECIMA impide gritar el horror que me invade.
¡Esta noche interminable Es justo. Lo sabemos T ú y yo sin decirlo...
en que me buscas, Señor, No vengo a suplicarte que levantes el peso que lastima
mientras voy tras otro amor mis hombros,
y su delicia palpable! que hagas florecer bajo mis pies las rocas,
Dulce visión codiciable que me allanes la senda aceptando de nuevo la carga
que entre las sombras se crece. que me abruma.
T u piedad no desfallece Vengo a estar a tus pies, a mirarte despacio, a Ser bajo
a pesar de mi desvío. tus ojos...
Por fin venciste, Dios mío. Y me postro a la entrada del camino que lleva hacia Ti...
¡Qué lentamente amanece...! Y espero silenciosamente, obstinadamente, sujetando
mis sentidos y mis potencias
para que todo lo mío desaparezca, para que donde estás
HORA SANTA T ú nada se atreva a existir, a alentar, a afirmarse.
Y por eso, Dios mío, quiero negarme con todas mis
No he venido a consolarte, ni enjugar tus heridas con fuerzas a hablarte, a sentirte;
mis lágrimas, porque sería sentirme y hablarme, cuando todo lo mío
ni a ofrecerte mi pecho como refugio de tu cansancio... debe tender a humillarse, a romperse,
¿Quién soy yo para darte lo que no poseo, para ofrecerte a quebrantar sin miedo en mi alma y en mi espíritu lo
un amor que no ha logrado encenderme todavía? propio, lo personal, lo que me aleja de Ti.
Es tu hora, lo sé. T u hora y la de todos aquellos que han Y si tengo paciencia, obrarás el milagro. Si consigo no
sufrido como T ú sufriste, y que sólo por eso resistir, no oponerme, no luchar, obtendré la vic-
pretenden acercarse a Ti. toria.
Yo he llorado también, Dios mío, y mi soledad es ancha Vencerás Tú, Señor y Dios mío; permanecerás T ú ; y
y profunda, tan ancha que mis ojos no saben mi viejo ser, devorado por tu presencia,
dónde está la otra orilla, pasará de esta nada que soy a esa eternidad que eres Tú.
la ribera donde huye el desamparo, donde hay sombras Soy un agua sin cauce. Deténme en tu pozo. Cíñeme en
amigas y un agua fresca, pura, tus lisas paredes invisibles. Conténme en Ti. Apri-
que con un sorbo apagaría esta sed que me abrasa. sióname.
212 Ernestina de Champourcin Emaús 213
¿Para qué quiero esta libertad que me aleja de Ti, que Porque he sido rebelde
eres la libertad verdadera? y he buscado el peligro,
Todos los yugos que he roto me han sujetado más estre- y escudriñé curiosa
chamente a mí misma haciéndome mi propia es- las cumbres y el abismo,
clava, perdóname, Señor,
subordinándome a mis más íntimos desórdenes, a mis y quédate conmigo.
más ocultas contradicciones. Porque ardo en sed de Ti
Si ruego, si suplico, si imploro, vuelvo a sentirme, a y en hambre de tu trigo,
evadirme de Ti, de tu ámbito, de tu presencia. ven, siéntate a mi mesa;
Por eso heme aquí en tierra, inmóvil, sin voluntad, en bendice el pan y el vino.
un esfuerzo de donación completa y absoluta. ¡Qué aprisa cae la tarde!...
Acéptame, Señor, abrásame para que renazca verdade- ¡Quédate al fin conmigo!
ramente y eternamente en Ti...

Un día me miraste
EL NOMBRE Q U E M E DISTE como miraste a Pedro...
No te vieron mis ojos,
No sé cómo me llamo...
pero sentí que el cielo
T ú lo sabes, Señor.
bajaba hasta mis manos.
T ú conoces el nombre
— ¡ Qué lucha de silencios
que hay en tu corazón
libraron en la noche
y es solamente mío;
tu amor y mi deseo!—
el nombre que tu amor
Un día me miraste
me dará para siempre
y todavía siento
si respondo a tu voz.
la huella de ese llanto
Pronuncia esa palabra
que me abrasó por dentro.
de júbilo o dolor...
Aún voy por los caminos
¡Llámame por el nombre
soñando aquel encuentro..,
que me diste, Señor!
U n día me miraste
como miraste a Pedro...

EMAUS

Porque es tarde, Dios mío Y te quise traer un ciprés de Castilla


porque anochece ya que hundiera sus raíces hasta tocar tus huesos:
y se nubla el camino; Castilla que cantaste y amaste con locura
porque temo perder cuando faltó a tus pies su barbecho fecundo.
las huellas que he seguido, Raíces en lo hondo; copa esbelta en el cielo.
no me dejes tan sola No ese ciprés de Silos que Gerardo cantara,
y quédate conmigo. sino un ciprés aún tierno que creciese a tu vera
214 Ernestina de Champourcin del encuentro 215
señalando al que pase la ruta que seguiste. el alma y la vida entera. -.':.•!.'
Así todos verían, al levantar los ojos, Eternidad comenzada
que ya no estás ahí donde tu nombre queda, y vivida. No hay presencia
porque el ciprés, cual índice de verdor y esperanza, como la tuya, que invade
guiaría su vista a tu verdad inmutable. las más ocultas fronteras.
¡Qué guardia de cipreses en la tarde de oro!
Y me acordé de ti y de aquellos poemas; II
y de los que, después, colmaste de ese Amor
que te acunó la muerte. Y para ser, estar.
Yo te quise traer un ciprés de Castilla. Lo que huye no existe.
¿Para qué?, me pregunto. ¡Si ya la tienes toda! Lo que pasa fugaz
no será propio nunca,
(Segovía-México 1968.) ni nunca se dará
a lo eterno absoluto.
Para ser de verdad,
POEMAS D E L SER Y D E L ESTAR estáte ahí, en tu sitio,
en tu raíz. ¡Jamás
I te disperses en rumbos
Ego hodie genui te (Sal 2) que no te acogerán!
—Marta salió al camino;
Presencia siempre: presencia María aguardó en paz.
sin pasado ni futuro, Hay días de silencio,
sin la angustia de una espera. gozosos de esperar,
Hoy naciendo y hoy estando. y días en que el cielo
En el poder que te engendra entero se nos da.
todo es ahora y es hoy; Para ser, entregarse;
y yo entrego las potencias para entregarse, estar
que me sostienes y diste en la cena de Pascua,
a este saberte sin tregua. de pie, sin buscar más.
Conocimiento perpetuo.
¡Ayúdame Tú a que te encienda
en otros entendimientos LUGARES D E L E N C U E N T R O
ofuscados por la niebla!
Hoy sin ayer ni mañana. (Primer lugar: cómbate)
¡Quién sabría, quién supiera Hay un camino estrecho.
clamarlo hasta los confines ¿Encogerse, escapar?
donde pactan cielo y tierra! Posible nacimiento ;..;?•.•
Hoy, ahora. En el momento. hacia un ser diferente ¡
Lo repito y se me llenan o este luchar eterno
de júbilos nunca sentidos ..••..'..: que nos deja agotados,
Manuel Altolaguirre Soneto 217
sin rumbo ni deseos. Dolor sin luz. Hoy el alma
Lugar de la batalla. se hunde más en sus tinieblas,
Ir hacia el punto extremo porque la vida y la noche
o jugárselo todo —un mismo mar—hacen que ella
hasta quedar maltrecho, por su propio peso caiga
pero nunca vencido. en oscuridad completa.
Lugar del gozo eterno. Ya su desnudo en la noche
Para llegar a él, nadie lo ve, que atraviesa
quemarse hasta los huesos. profundidades que sólo
(Segundo lugar: inquietud) a Dios, su centro, la acercan.
Desazón y cansancio. Hace tiempo que no miro
La sombra del camino sino hacia adentro. Me llevan
invita a ir dormitando, por las calles lazarillos
a quebrar una rama, que me toman y me dejan.
a quedarse varado ¡Ojalá tenga mi vida
a orillas de una fuente, luces, aunque no las vea!
a caminar despacio
sin el brío primero.
No te estés descuidado, S O N E T O A U N C Á N T I C O ESPIRITUAL
Señor, si me detengo.
Cruzó el césped tu sombra, y presuroso,
Arráncame del vago
alcé la vista por seguir tu vuelo;
ensueño que me acecha
mas la alegría del azul del cielo
y devuélveme al largo
me hizo olvidarte, pájaro piadoso;
sendero que me lleva
al lugar codiciado. hasta que arriba comenzó armonioso
tu canto a dar señales de tu celo,
notas tan dulces y amorosas que lo
hicieron ser el centro de un glorioso
MANUEL ALTOLAGUIRRE
ámbito de cristal, donde domina
Nació en Málaga en 1905 y murió en España en 1959. más que la luz la música extremada.
Obras: Las islas invitadas (1926), Ejemplo (1926), Lenta liber-
tad (1936), Nube temporal (1939), Fin de un amor (1949), Obra Alcé la vista para oír tu canto
completa (México 1960).
que en el azul alegre me ilumina.
Sombra y canto movieron mi mirada
y - CENTRO DEL ALM A y la movieron largamente al llanto.

( De ojos que ya nada ven


brotan lágrimas tan negras
que se olvidan de su oficio
de ser en la noche estrellas.
218 Manuel Altolaguirre Da seguida dos anxos 219

ESCRIBIR ES NACER
Hijo de la oración, JOSÉ FILGUEIRA VALVERDE
cada mañana
dejo el seno del cántico, Pontevedrés (n.1906). Narrativa poética: Os nenos, O VU
me desnudo del himno que se eleva gairo, Quintana viva. Lírica: Cantigas de mar in modo antico.
a la gloria de Dios
y desde el polvo
me atrevo a murmurar DA SEGUIDA DOS ANXOS
tristes palabras. , ,
¡Ai, anxos que eu vin ver!,
Escribir es nacer,
¿querédesme dicer
dejar la cristalina
cantiga en ceo?
morada de inocencia
Anxos que vin mirar,
donde ya no estoy.
¿querédesme cantar
Mi verso tiene formas maternales,
cantiga en ceo?
es nube sobre el mar
¿Querédesme dicer,
y una gota de lluvia,
do voso bon saber,
es niño que en la arena se entretiene cantiga en ceo ?
con las espumas y los caracoles. ¿Querédesme cantar,
Mi Padre está en los cielos do voso doce amar,
y yo me siento alegre, cantiga en ceo?
nacido de su Verbo,
de donde salgo cada día. * * *

Anxos de Compostela,
ETERNIDAD amostrádeme a estrela,
¡meus amigos!
Este jardín donde estoy
Anxos dos pes lixeiros,
siempre estuvo en mí. No existo.
amostráime os luceiros,
Tanta vida, tal conciencia,
¡meus amigos!
borran mi ser en el tiempo.
Amostrádeme a estrela,
Conocer la obra de Dios
' •- - pra tér guía por ela,
es estar con El.
¡meus amigos! .. .
Amostráime luceiros,
que endereitan vieiros,
¡meus amigos!
Pra guiarme por ela,
anxos de Compostela,
¡meus amigos!
¿*" José Filguetra Arrebato 221
Que adeliñan vieiros,
anxos dos pes lixeiros,
¡meus amigos! CARMEN CONDE
* * *
Nació en Cartagena en 1907. Obras: Júbilos (1934), Pasión
del verbo (1944), Ansia de la gracia (1945), Honda memoria
Cantai, anxos de Diego, baixo os arcos frolidos, de mí (1946), Mujer sin Edén (1947), Sea la luz (1947), Mi fin
a carón dos piares, dos mesteres antigos, en el viento (1947), Iluminada tierra (1951), Derribado arcángel
polas rúas abertas co paso dos romeiros, (1960), En un mundo de fugitivos (1960), Su voz le doy a la
¡cantai, eternos! noche (1962), Poemas del Mar Menor (1962), Jaguar puro in-
marchito (1963), Obra poética (1967).
Beilai, anxos do Apostólo, baixo as boutas labradas,
á veira do sartego, onde rindan estradas,
no Fisterre lonxano, polo mar dos anceios, ARREBATO
¡beilai, eternos! Y si es a Ti a quien busco,
A carón dos piares, dos mesteres antigos, ¿por qué no te me ofreces de un sorbo?
cale o canto das mozas, i o prego dos mendigos, ¿Por qué de un solo canto no cae tu voz en mí?
i a rolada dos nenos, i a refenda dos vellos... Por qué no me desborda tu empuje de océano
¡cantai, eternos! y toda te reboso cual cauce a un fiero río
A veira do sartego, onde Andan estradas, que sale de su madre, y baña las orillas,
nin troulas de folia, nin xoldas de ruadas, se lleva las raíces, las aves y los vientos?
nin pasos de muiñeira, nin rebrincos chouteiros, Que si eres T ú mi forma, si vas a ser mi sino,
¡vos soio, eternos! ¿qué tiempo este que pierdo en no ser toda tuya?
Baixo os arcos, as boutas, o piar e o sartego, ¿Acaso mi alegría, mi pena o mi desvelo
soio vos, nosos anxos, os anxos de Mateo. serían menos tuyos si T ú los recogieras,
si en Ti se rebujaran, si a Ti se te doblaran
cual frutos de tu tierra que piden que los comas
CÁPELA VIVA para alcanzarte a Ti?
Nadal no mar xiado dos ensoños. ¡Ah lejos de los lejos, criatura que no veo!
Varou Brandan as naos cabo as ínsuas, ¡De cuántas sacudidas me puebla desearte!
pra erguer un novo altar en térra nova. Quisiera conocerte, oír tu voz violenta,
(Tal nosa Fe, na abaladoira vida.) oler tu áspero cuerpo de fuerza en arrebato.
O monstro inquedo, esguío, desnortado, Poder saber que voy a un día y hacia un tiempo.
foi, baixo a man do Santo, unha insua viva: Dormirme a Ti doblada, sentirte aquí en mi oído...
a un tempo térra acolledora e nave Que ya la sangre ahoga de tanto presentirte,
na roita das saudades infinida. de tanto imaginarte, de ir en busca tuya.
Y si eres T ú mi fin, te pido que me llames
con una voz, la tuya, que sea voz del cielo.
Y, ¡Carmen!, si me llamas, será toda una brasa
que funda tu palabra hasta quedarse muerta.
222 Carmen Conde Plegaria 223

En Ti, mi Dios, que blandes contra mí cuando me nombras?


en Ti quiero estar callada. Pavor siento a tu idea, te veo hosco
Transparentándote. mirándome en la lumbre de tu Arcángel.
Resonándote. La espada T ú también, eres el filo
Y que todo este enlace de huesos y músculos y el pomo que se aprieta con el puño.
huela a tomillo fresco, Para verte a Ti mismo me has nacido.
sea lo menos visible de la naturaleza: Por no estar solo con tu omnipotencia.
lo más candido de cuanto ignoro tuyo. Soy la nada, soy de tiempo, soy un sueño...
Nunca más corazón, Agua que te fluye, hierba acida
cuerpo, voz inútil entre lo efímero que cortas sin amor...
ni entre lo eterno, porque yo, Señor... T ú no me quieres.
¡Déjame pedirte lo que no sé,
lo que no puedo pensar:
una brizna de tu voluntad en mi voluntad, PLEGARIA
que al desgajarse de lo que aquí ama,
Dispones que tus susurros lleguen
de no volverlo a hallar,
a distanciadas memorias.
idéntico, ello otra vez,
Estoy más cerca que las montañas,
te pide le otorgues la misericordia
que los árboles que te buscan,
del no ser absoluto!
unida al cielo por istmos de angustia,
He delinquido de tal manera
y no te oigo venir.
yéndome sin lograr alas,
Guando los huracanes pulsan
sin sacar ángeles de mí ni de otros,
largos penachos de selvas,
que tendré vergüenza eterna
yo escucho cómo caminan.
de mi ruindad.
Y jadeando pavura por el viento negro,
¿Para qué contar conmigo, luego?
víctima de su opaca furia,
Creo en Ti y en Todo.
llamando al que lo creó.
Pero déjame, Señor...
Te hablo con una voz mate,
¡Déjame con tu perdón, fruta de luz en mis dientes,
cortada de la angostura
más duraderos que los senos
que es mi amarga verdad.
que te latieron a T i !
Soy leño para las lumbres todas,
débil piedra que las hachas quiebran,
pero te amo, Dios mío.
N O S T A L G I A DE MUJER
Tengo tu amor entre mis hombros,
Mil años ante Ti son como sueño. una carga de amor sufriente
Como de aguas el grosor de una avenida. que abrasar aspira, lo sabes.
Hierba que en la mañana crece, ¡Oh qué hoguera en tus montes soberbios
florece y crece en la mañana la que enciende mi lumbre arrebatada
aunque a la tarde es cortada y se seca. por Ti y por tu voz!
¿Qué es el tiempo ante Ti, qué son los truenos Acércate sin arcángeles,
224 Carmen Conde Acaecer 225
no adelantes presencia a mis ojos, El olor de mi cuenco poblado de tu aroma
ven contigo solo. Visítame. es memoria de Ti, cuya presencia invoca
T u gran cuerpo incandescente y fúlgido el nardo que te pide, que de tu piel se toma
llameará conmigo sobre tus bosques libres, la dulce suavidad que unge lo que toca.
incorporándome a Ti.
Agua y perfume tuyos, ¡oh Señor del camino!
Pastor y gran labriego del corazón cansino,
DIOS Y MAR al verte y al tocarte, yo toda me ilumino

Como nadando, abandonada de la aurora redonda de tu verbo divino.


al agua gruesa del mar. Soy fragante mujer, y peco por amor...
O mejor que si nadara: flotante ¡Tú lo sabes y hablas conmigo, Tú, Señor!
en ondas firmes, en ondas fuertes,
en una inmensa ola azul
que se juntara
con otra inmensa ola azul. Hasta los cielos. BARTOLOMÉ MOSTAZA RODRÍGUEZ
Así, en tu mano.
Igual que en el mar, en la mano tuya: Nace en Santa Colomba de Sanabria el 14 de septiembre
abierta, infinita mano ilimitada, de 1907. Publica, muy tardío, su primer libro de poemas
—Búsqueda—el año 1949. Está agotado. Recogía ese libro una
que sostiene mi cuerpo sin tensión... parte mínima (151 poemas) de la producción lírica del autor.
Tú, el mar. El mar, Tú. En 1953 publicó B. Mostaza su segundo libro: La vida en
La ola, tu mano; la mano, tu ola. vilo. Después ha dado poemas sueltos en diversas revistas y
Abandonándome a los dos, ciega diarios. Tiene tres libros preparados: En esta tierra mía, No-
ticia del abismo y Braceando en el silencio. Hay poemas suyos
y sorda y vuestra. Con fe. en varias antologías.
¡No hay peligro de ahogarse,
ni de morir sin alegría de que la muerte
ACAECER
no sea bellísima liberación
hacia T i ! ¿ Dónde el primer reír de la muchacha
El misterio de la confianza Venus, recién desnuda de las olas?
reside en nadar, en flotar, en abandonarse ¿Dónde su olor a rosas húmedas?
plenamente a Ti, Busca, busca en el aire...
sola y eternamente a Ti. ¿Y Aquiles con las armas relumbrando,
Al mar. en la cimera trémula la rueda
del pavo real arcoírico?
Mira, mira en la sombra...
YA A LOS PIES D E JESÚS
¿Dónde el recio castillo, rumoroso
Este pozo florece sobre el brocal su agua. de brocados y arneses y canciones?
Y este ungüento es ya noble porque toca tu planta. ¿Dónde el corcel, dónde la alcándara?
Déjame que te beba, dale T ú a mi alma —-Cava, cava las ruinas...
esa agua que surte de tu hermosa garganta. La siringa de Pan—¡tu lira, Orfeo!—,
Dios en la poesía 8
226 Bartolomé Mostaza ¿Hasta cuándo, hasta dónde?
¿son quimeras del sueño? ¿Ya no ciñe Hundirse en el silencio de la noche,
Baco a la sien racimos? Fábulas: mientras, campo a través, vamos rumiando
¡espejismos de historia! traspuestas esperanzas. Acallarse
Pero es la misma del Edén la alondra del todo para oír esa palabra
que aclara con sus trinos la tiniebla; en que el misterio se revela. Luego,
y hogaño nieva en la alta cúspide todo será distinto, nuevo todo,
la nevada de antaño. y empezaremos una vida, a pleno
El Ser es uno, si las formas muchas; ser criaturas del Señor, que lee
por dentro de las cosas fluye el canto en nuestro corazón el palimpsesto
que Dios a Sí se canta: el «hágase» de la verdad que somos por debajo
del Principio, perenne. de la mentira que mostramos. Luego
vendrá la paz, esa gallina clueca,
a incubarnos con sus calientes alas...
ENTRAR EN EL SILENCIO De nosotros entonces saldrá el ángel
volando a todo vuelo a su destino.
Entrar en el silencio, oscurecerse
y anochecer de tanta luz que ciega,
de tanto estruendo como nos aturde. ¿HASTA C U A N D O , HASTA D O N D E ?
Bañar en noche el cuerpo fatigado...
Hundirse en el silencio rumoroso, ¿Hasta dónde vamos a sufrir la vida?
braceando en un pando mar de calma, ¿Hasta cuándo vamos a llorar por dentro?
y curar tanta herida que llevamos Y este afán inútil de imposibles
sangrando del bla-bla que a troche y moche ¿hasta cuándo, hasta dónde?
nos tunde todo el día y nos atonta, El dolor de Dios es una herida en grito.
sin poder atender a la voz íntima Caminamos ciegos, a tentones, hacia
en que nos habla Dios. Porque Dios habla no sabemos qué sorpresa, lejos,
por boca de la brisa que remueve ¿hasta dónde, hasta cuándo ?
los millares de lenguas de cada árbol. Preguntando, preguntando..., y nadie asoma
Dios habla en el rumor de la fontana que responda. Un horizonte mudo se abre
que brota en el recodo de la cuesta... en caminos y, anda que anda, vamos
Esa fontana que llevamos dentro ¿hasta cuándo, hasta dónde?
y se enverdece de merujas acidas La carcoma de la duda roe y roe.
que gustamos comer con el asado T e nos caes, corazón, agusanado
de cordero en el campo (donde reina de fracasos. Sola el alma sigue
el silencio tejido de susurros ¿hasta dónde, hasta cuándo?
y música de alondras mañaneras). Y la herida que se muerde su quejido,
Dios habla en el silencio con que, a veces, gota a gota mana, gota a gota cae,
a tristear a solas nos ponemos, noche abajo, noche larga...
pensando que te piensa en lo que nunca ¿hasta cuándo, hasta dónde?
lograremos hacer... y deseamos. Sólo amor es ala para el libre vuelo.
228 Bartolomé Mostaza El nou día 229
Y amanece si una fe nos alza en vilo. leves con el júbilo de pájaros
El misterio en sombra nos anega que estrenasen cielo sin borrascas,
¿hasta dónde, hasta cuándo ? el misterio nos anegará
¡Oh congoja de anhelar que llegue el día! de su luz y todo se hará claro,
¡Oh cansancio de esperar lo que no viene! todo lo que aquí ignoramos, todo.
Amo duro empuña la trailla... Y recién nacidos de nosotros,
¿hasta cuándo, hasta dónde? nuevos y estrenando vida limpia
de sereno ser, nosotros, nuestros,
en piñón de atónita alegría,
N U E S T R O VÉRTICE rezumándonos del uno al otro,
y del otro al uno—alternos—hasta
¿Soy a secas tiempo fugitivo?
ser del todo dioses abismados
¿He de conformarme, y nada más,
en el Dios que es y es y es
con lo sucio que sucede en torno?
plenitud de plenitudes y último
¿Soy la piedra quieta que no anhela?
vértice que encumbra nuestras vidas.
¿He de ser un número en la suma ?
¿He de ser un eco en el estruendo?
¿Qué me importas, corazón enfermo?
¿Ni que amargues, hígado remiso ?
Desviviendo vamos, mis amigos, AGUSTI BARTRA
la ilusión de mozos y anhelando
Nació en Barcelona en 1908. Entre su amplia obra poética
yo no sé qué brisa, qué fragancia, destaca Oda a Catalunya deis tropics, L'arbre defoc, Marsias,
que nos atraviese las entrañas, Marsias y Adila.
y nos haga resonar de gozo
esta enredadera de los nervios, E L N O U DÍA
y nos rice de olas reidoras
esta red de rojos ríos lentos Sí, hom veurá mes enllá d'aquestes estrelles taciturnes,
que nos baja y sube por el cuerpo. mes enllá d'aquesta llarga nit de mans crispades,
Buscadores del misterio, vamos per damunt els meandres de sang i foc,
peregrinos de una marcha terca per damunt els munts de ruñes fumejants i tenebres
hacia el infinito. Nada vale xopes de llágrimes,
la fatiga. Ni tampoco el triste per damunt el dolor deis vius i deis morts,
acezar de huélfago, ya a punto aixecar-se la mágica claror precursora.
de caer. Amigos, lo que vale
Vindrá enmig del gran silenci de tots,
es andar hacia adelante siempre...
d'un gran silenci inefable de sang aturada i d'ala que
Alguien nos espera, sin retraso,
s'allarga.
justo allí donde caigamos. Alguien
Vindrá lentament com una llum coronada de somnis
nos levantará del suelo, en vilo,
naixents i d'innocéncies porugues,
injertándonos en sus manos como alas.
com una plenamar de tremolosa placidesa i d'escumes
¡Ah!, y entonces, ya despesarados,
de purés nostálgies,
230 Agusl't Bartra Pentecostés 231
com un bressol curull d'astres recents, d'aigües immó-
bils d'estupors i d'aurores boreals exánimes.
Pujará al món com una saba calenta amb anhels ce-
lestes. OCTAVI SALTOR
Les aloses es perdran a l'infinit emportant-se les dar- Nació en Barcelona en 1908. Fue redactor de Revista de
reres angoixes, Poesía y colaborador de La Veu de Catalunya. Ejerce la crí-
les neus eternes deis cims es fondran per fer-se abraca- tica literaria y ha publicado poemas en diversas revistas.
da d'ample riu, Entre sus obras está Els Jocs Floráis i la ideología del segle XX.
de sobte els perfils deis homes tornaran a ésser humans
i familiars PENTECOSTÉS
i cada ánima será un íntim repicar d'hosannes.
I a frec encara del record de la finida grandesa heroica I
del martiri
Llum deis cors, infoneu en aquest dia
—espetec de banderes, nervis de clarins, térra a la boca
del vostre Adveniment meravellós,
i negres les mans—
una set perennal d'Eucaristía
els mateixos pensaments faran transparents els fronts al nostre seny, ressec de tebiors.
i ampies els somriures.
Feu viva l'ombra que el passat congria,
Patria Nova! Gegant de ferro i de petáis que acabes
ressó d'algun adéu melangiós;
d'obrir els ulls al teu destí d'escumes i palmeres, que ell ens atregui vers l'eterna via
homérica meravella que sorgeixes de la visió i el suplici i que per Vos se'ns torni gloriós.
deis que t'han volgut amb l'intellecte i amb les
venes, Imprecís agredolc de l'hora humana;
cor flamejant que rodóles peí glaciar d'una Europa pu- terrenals clar-obscurs! La cristiana
sillánime i bárbara: pau afermeu en tots, Consolador!
quin alé de volca florit et gronxa? Quina tébia cascada
de vellut t'agombola? Grani cada verger el Bé que hi manca,
Et redreces al centre de la historia viva de la Huma- i esporgueu-los del mal, com una branca
nitat com una imatge de bellesa eternal, que filtri, transparent, vostra Claror.
amb el geni vindicatiu d'unes races el fecund dolor de
les quals grava el seu perfil damunt el granit de la II
Immortalitat. Callen les hores sota el bres del vent.
Patria Nova! Els teus filis predilectes han eixamplat els Llur pas les ampies soledats dilata.
ámbits deis teus futurs, Al pes de l'infinit, 1'ánima esclata
han fet rectilínies i infinites les teves rutes. i tota es vincla en holocaust fervent.
Comences a caminar peí Tiberíades de la Victoria amb
una tristesa majestuosa. L'immens silenci mena al Déu vivent.
Et saluden des del fons deis segles tota la bondat i Ens xucla el palp diví i ens arravata.
amor de la térra. No et calen pas esments de lloc ni data
per esprémer vers Ell ton pur accent.
232 Octavi Sabor
Tot ens centri en l'abis del seu Voler. GENERACIÓN DE LA
Borbolli ja la saba de la Fe.
I mentre el jorn en l'horitzó s'afua, "POSGUERRA"
redreca, eos mortal, ton do immortal,
i aferra't a la reí celestial
que, fidel, ton Origen perpetua.

III
Flecta, Natura, ta superba ossada
a l'invisible gest del Creador,
present en tu, qui filia n'ets, en cada
bri d'herba humil o freu engolidor.
Lloa'l avui, innúmera ocellada!
Lloin-lo els homes, de plural faisó!
Que tot verb canti el Verb, Forma humanada!
Que res no sigui absent de sa Remor!
Cessin les veus errívoles del món
per millor rebre el flamejar pregón
de l'Esperit que el Pare ja ens acosta.
Que EU ens marqui amb el seu diví senyal
el front i el pit, i arbori en sa fornal
el Crisma de la nostra Pentecosta.
\ Invocación 235

LEOPOLDO PANERO
\
Nació en Astorga en 1909. Murió en Astorga el 27 de agos-
to de 1962. Obras: Poesías en la revista Escorial (1940), Escrito
a cada instante (1949).

INVOCACIÓN
Autor de nuestro límite, Dios santo.
¡Oh, fluye tú, feliz ola tranquila
del corazón de Dios, dando a mis pulsos
tanta viviente paz, sobre esta cumbre
—delgada ya—, donde mi voz resuena,
con el rumor de su presencia sola,
en la vencida luz que deja agosto,
tras el verdor de los viñedos áurea!
¡Oh, fluye en El, feliz, ola poniente,
ola que empuja al mundo con su soplo
de hierba derramada por el valle!
¡Ola de plenitud que nos envía
el silencio movible de las aguas
y el recostado aroma del recuerdo!
¡Ola que vuelve hacia nosotros árboles,
y entreteje las ramas silenciosas,
y suspende su juego verdeante,
mientras el corazón recibe, alegre,
la luz y fresca sombra del olvido!
¡Oh fluye, fluye en mí, total marea
que moja cuanto soy de amor supremo!
¡Oh mosto tenebroso reposando!
¡Oh, fluye en el rubor, como manzana,
del corazón de Dios, y dora el dulce
sabor de sus entrañas, jugo vivo
de infancia, en donde pican los gorriones...!
236 Leopoldo Panero I Tú que andas sobre la nieve 237
Tu esta noble tristeza que llaman alegría.
ESCRITO A CADA INSTANTE Tvj me diste la gracia para vivir contigo.
Tú\ me diste las nubes como el amor humano.
Para inventar a Dios, nuestra palabra Y al principio del tiempo, T ú me ofreciste el trigo,
busca, dentro del pecho, con Ja primera alondra que nació de tu mano.
su propia semejanza y no la encuentra, ¡Corjno el último rezo de un niño que se duerme,
como las olas de la mar tranquila, y coii la voz nublada de sueño y de pureza
una tras otra, iguales, se vuelve hacia el silencio, yo quisiera volverme
quieren la exactitud de lo infinito hacia T i , y en tus manos desmayar mi cabeza!
medir, al par que cantan... Lo mejor de mi vida es el dolor. T ú hiciste
Y su nombre sin letras, de la nada el silencio y el camino del beso,
escrito a cada instante por la espuma, y la espuma en el agua para la tierra triste,
se borra a cada instante y en el aire la nieve donde duerme tu peso.
mecido por la música del agua; ¡Señor, Señor! Yo he hecho mi voluntad. Yo he hecho
y un eco queda sólo en las orillas, una ley de mi orgullo, pero ya estoy vencido.
¿Qué número infinito Como una madre humilde que me acuna en su pecho,
nos cuenta el corazón? mi espíritu se acuesta sobre el dolor vivido.
Cada latido, Sobre la carne triste, ¡sobre la silenciosa
otra vez es más dulce, y otra y otra; ignorancia del alma como un templo vacío!
otra vez ciegamente desde dentro ¡Sobre el ave cansada del corazón que posa
va a pronunciar su nombre. su vuelo entre mis manos para cantar, Dios mío!
Y otra vez se ensombrece el pensamiento, Soy el huésped del tiempo; soy, Señor, caminante
y la voz no le encuentra. que se borra en el bosque y en la sombra tropieza,
Dentro del pecho está. tapado por la nieve lenta de cada instante,
Tus hijos somos, mientras busco el camino que no acaba ni empieza.
aunque jamás sepamos Soy el hombre desnudo. Soy el que nada tiene.
decirte la palabra exacta y tuya, Soy siempre el arrojado del propio paraíso.
que repita en el alma el dulce y fijo Soy el que tiene frío de sí mismo. El que viene
girar de las estrellas. cargado con el peso de todo lo que quiso.
Lo mejor de mi vida es el dolor. ¡Oh lumbre
seca de la materia! ¡Oh racimo estrujado!
EL T E M P L O VACIO Haz de mi pecho un lago de clara mansedumbre.
No sé de dónde brota la tristeza que tengo. ¡Señor, Señor! Desata mi cuerpo maniatado.
Mi dolor se arrodilla, como el tronco de un sauce,
sobre el agua del tiempo, por donde voy y vengo,
casi fuera de madre, derramado en el cauce. T U Q U E ANDAS SOBRE LA NIEVE
Lo mejor de mi vida es el dolor. T ú sabes Ahora que la noche es tan pura y que no hay nadie
cómo soy. Tú levantas esta carne que es mía. más que Tú,
T ú esta luz que sonrosa las alas de las aves. dime quién eres.
238 Leopoldo Panei ^Como la hierba 239

Dime quién eres y qué agua tan limpia tiembla en topa Ahora que siento mi memoria como un espejo roto y
mi alma; \ mi boca llena de alas.
dime quién soy también; Ahora que se me pone en pie,
dime quién eres y por qué me visitas, sin oírlo,
por qué bajas hasta mí, que estoy tan necesitado,/ el Corazón.
y por qué te separas sin decirme tu nombre, J Ahiara que sin oírlo me levanta y tiembla mi ser en
Ahora que la noche es tan pura y que no hay nadie j libertad,
más que Tú. y que la angustia me oscurece los párpados,
Ahora que siento mi corazón como un árbol derribado y que brota mi vida, y que te llamo como nunca,
en el bosque, sostenme entre tus manos,
y aun el hacha clavada en él siento, í sosténme en la tiniebla de tu nombre,
aun el hacha y el golpe en mi alma, sostenme en mi tristeza y en mi alma, Tú que andas
y la savia cortada en mi alma, sobre la nieve...
T ú que andas sobre la nieve.
Ahora que alzo mi corazón, y lo alzo
C O M O LA HIERBA
vuelto hacia Ti mi amor,
y lo alzo Por el dolor creyente que brota del pecado.
como arrancando todas mis raíces, Por haberte querido de todo corazón.
donde aun el peso de tu cruz se siente. Por haberte, Dios mío, tantas veces negado;
Ahora que el estupor me levanta desde las plantas de tantas veces pedido, de rodillas, perdón.
los pies,
y alzo hacia Ti mis ojos, Por haberte perdido; por haberte encontrado.
Señor, Porque es como un desierto nevado mi oración.
dime quién eres, ¡Porque es como la hiedra sobre el árbol cortado
ilumina quién eres, el recuerdo que brota cargado de ilusión!
dime quién soy también, Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
y por qué la tristeza de ser hombre, Tú que andas primero amargamente, lleno de flor después,
sobre la nieve. y que a mi viejo tronco poco a poco me enlace,
T ú que al tocar las estrellas las haces palidecer de her-
mosura ; y que mi vieja sombra se derrame a tus pies;
Tú que mueves el mundo tan suavemente que parece ¡porque es como la rama donde la savia nace,
que se me va a derramar el corazón; mi corazón, Dios mío, sueña que T ú lo ves!
T ú que habitas en una pequeña choza del bosque don-
de crece tu cruz;
T ú que vives en esa soledad que se escucha en el alma
como un vuelo diáfano;
ahora que la noche es tan pura,
y que no hay nadie más que Tú,
dime quién eres.
240 Guillermo Díaz-Plajt iagnifkai 241

GUILLERMO DIAZ-PLAJA /
Í 1 la inmensa hilera que espera tu juicio?
n el segundo de mi muerte,
Nació en Barcelona (1909). Premio Nacional de Literatura ¿ton qué extrañas criaturas
(1935). Obras: Primer cuaderno de sonetos (1941), Carmen Qra- dtíj piel distinta y lengua exótica
badi (1945), Intimidad (1946), Vacación de estío (1948X Se- ascenderé a tu inmensidad?
gundo cuaderno de sonetos (1950), Vencedor de mi muerte (1953), ¿Cómo será tu ceño cuando explique
Tercer cuaderno de sonetos (1962), El arco bajo las estrellas
(1965), Belén lírico para este año conciliar (1965), La spledad la caligrafía de mi existencia?
caminante (1966), Zoo (1966), América vibra en mí (1968). ¿Y pomo he de decirte ¡oh Dios terrible!
1 la criatura que yo era?
¿Entenderás que las sangres de mis venas
VENCEDOR D E MI M U E R T E j golpearon muchas veces con violencias que no quise?
¿Mirarás mi ansia de nácares,
Aquí me tienes, Señor. de claveles tibios, de terciopelos venados,
No entiendo nada. como un empuje oscuro del que yo mismo no encuen-
Uno a uno fueron borrándose los milagros de la frente: tro la clave?
la estrella de los Reyes era de cartón ¿Querrás alargar tu misericordia para mis ojos,
y a los niños no los traía la cigüeña. un poco más allá del goce que para ellos hiciste
Más tarde se doraron mis banderas: con los azules y los verdes de tus campos, de tus cielos?
cabelleras rendidas ¿Y no querrás, Señor, compadecerte
o monedas de gloria, de ese ímpetu
iluminaron los paisajes hondos que nos empuja por la existencia?
donde la soledad se hace esperanza. Flotante sobre tres muchedumbres:
Un día supe el haz y el envés de cada instante la que ya ha entrado en el túnel oscuro,
y quise, aún, que brillase al sol la medalla espléndida. la que navega atónita por mapas,
Más tarde —es ahora-— la que habrá de llegar cuando no estemos,
grito este canto trágico indiferente al reloj y a la brújula;
viendo la honda sima aquí me tienes, Señor, ¿no me conoces?
por la que caigo hacia lo Oscuro. ¿No me ves agarrado al clavo ardiente
Esa que enfría los huesos y vacía los ojos. de una fe que vacila?
Esa que es la Definitiva ¿No ves que soy, sobre todas las cosas,
frente al Instante de que gozo ahora. un menesteroso de Eternidad?
Esa que me hundirá en el silencio,
mientras los tranvías de la ciudad MAGNÍFICAT
seguirán llevando a las gentes Señor que me has creado y sostenido
hacia sus minúsculas impaciencias. vencedor del instante y de la muerte
¿Me reconocerás, Señor, entre tantos y tantos, a mi raíz de espíritu rendido;
cuando yo te grite: estoy aquí? que has querido en mi voz reconocerte
¿Qué número llevo marcado y en la ridiculez de mi figura
242 Guillermo Díaz 243
ficat
has redimido el peso de lo inerte; inventó el manantial de su pureza?
que rodea a toda criatura ¿No bastaba, Señor, que tropezando
del milagro constante de la vida con la vileza de las almas duras
y del goce sin par de tu hermosura; fueras a los humanos levantando?
se emociona mi lengua conmovida ¿Merecíamos más tus criaturas?
cuando los horizontes dilatados ¿Con qué derecho reclamar pudimos
entran en mi pupila estremecida: mayor entrega a tus acciones puras?
la nube, el mar, los campos derramados Al tremedal de iniquidad caímos;
se achican en el ojo —centinela, ¿qué derecho tenía la esperanza
rayo que los reduce—, dominados. al milagro que nunca merecimos ?
La sierra, el llano, el pájaro que vuela El milagro supremo. Nada alcanza
quedan en la retina vencedora tu tremendo poder: creaste el día
que en su propia hermosura se desvela. y la mar que se pierde en lontananza.
Todo converge al alma escrutadora, Sin coyunda de sexo, ¿no nacía
mi horizonte le da capitanía Adán de un soplo, y la primera rosa,
y a la emoción la inteligencia aflora. sin semilla inicial, no florecía?
La más desordenada geografía ¿Quién pone el incremento en la terrosa
al gesto del espíritu que entiende cuna donde se yerguen los trigales ?
se ordena según norma y jerarquía. ¿Quién dibuja tus alas, mariposa?
De este modo se entrega y nos desciende De maravillas sobrenaturales
la grandeza de Dios que se aproxima nos rodeas, Señor. ¿Cómo no apura
al corazón que ama y que comprende. el alma sus contornos celestiales?
Aquella nunca derribada cima Todavía, Señor, tu gloria pura
se desmorona por amor, se entrega imaginó su extrema gentileza
y, al empequeñecerse, se sublima. convirtiendo tu ilímite en Figura.
Y un Dios cuyo recuerdo solo ciega, Flor de harina disfraza tu grandeza,
se hace dulce presencia diminuta humilde sayal blanco que decora,
y a nuestro pobre corazón se llega. transfigurada, la inmortal belleza.
¿Por qué inefable y escondida ruta Eucaristía del amor que aflora,
descendió de los altos miradores dádiva que nos llega en una mano
donde toda existencia es impoluta? sacerdotal que, al ofrecerla, ora.
¿Qué latidos de amor o qué clamores, Católico, apostólico y romano,
qué estremecida pena o qué lanzada, siento la gloria de cantar aquí
qué gritos de dolor desgarradores? este dulce milagro cotidiano.
En la alta boda en la que digo sí
La criatura iba por la nada
el corazón latiendo, el alma tensa
de su inseguridad y su torpeza.
a una grandeza que por ser inmensa
¿No olvidó la dramática llamada
se hace pequeña para entrar en mí.
de un Cristo declinada la cabeza,
coronada de espinas que, sangrando¡
244 Guillermo Díaz Oración do sapo • 245
Los gritos de los hombres no dejan oír el llanto del
Niño.
TRAMO SEGUNDO Los alaridos
de los que lloran la destrucción de Jerusalén ;
LAS NOCHEBUENAS DE LA TIERRA el resonar de los cascos tenaces sobre los caminos;
el rezo de los circuncisos
PALESTINA en los ghettos empavorecidos;
el ruido de las máquinas de la muerte;
Nochebuena en Belén. Bajo un cielo remoto
el dolor de los perseguidos.
las estrellas palpitan en la bóveda oscura
No dejan oír el llanto del Niño,
Yo estaba allí. Venían gentes extrañas,
el débil llanto de Jesús, en el Portal chiquito;
caminaban hirsutos soldados coloniales,
el llanto de Dios sobre los hombres.
botas claveteadas rompían el asfalto,
No dejan oírlo.
misteriosas fronteras entrecruzaban sombras,
y Dios no se veía en parte alguna.
Jerusalén dormía, fatigada de pólvora.
Hacia Samaria, Galilea y Tiberíades,
los caminos crujían, crepitaban motores. AQUILINO IGLESIA ALVAR1ÑO
Palestina era una selva de alambradas de espinos,
de clarines de alerta, de cuchillos furiosos. Mindoniense (1909-1996). Obra poética: Señardd, Corazón
ao vento, Cámaros verdes, De día a día, Nenias, Lanza de
Belén dormía al fondo de su valle tranquilo. soledá.
Yo veía no sé donde. Había
realizado mi peregrinación a Efeso
O R A C I Ó N D O SAPO
(la casita pequeña donde murió la Virgen).
Había caminado por la dura ¡Señor, que estás nun reculliño de sombra,
soledad calcinada del mar Muerto; por Jericó e andas sempre por caminos de noite,
sin rosas; por la orilla de un Jordán fangoso e cantas cada hora e cando o teu cantar
y macilento; pero Jerusalén tenía sin que ninguén se mofe de Ti!
una atracción terrible para el alma en acecho. Líbranos, Señor,
Se la veía recortada como un navio das cousas que andan a correr.
desde Getsemaní, ¡ya estábamos llegando! Dos pucheiros cheos d'auga, ñas hortas,
¿No eran las murallas, no era el Templo, e da boca das cobras,
donde la sangre mana con las lágrimas? e da roda dos carros,
Laberinto aturdido de encrucijadas hondas, e de tódolos bichos malos.
¡qué fácil, Dios mío, conseguir encontrarte! Dainos, Señor,
Y me volví a Belén a medianoche, un alpendre de sombra e de luar
arrastrando mi oscuro desconcierto, para cantar.
buscando entre los astros; uno solo, E un carreiriño de vagalumes
una estrella de plata muy pequeña polas hortas vizosas do teu reino.
caía en un rincón, junto a un pesebre.
21G Aquilino Iglesia Alvariño Eclipse celestial 247

PANXOLIÑA
\ MIGUEL HERNÁNDEZ
I
En noite tan fría, Nació en Orihuela en 1910 y murió en Alicante en 1942.
¡ai, Virxen María! Obra poética: Perito en lunas (1934), El rayo que no cesa
(1936), Viento del pueblo (1937), El hombre acecha (1939),
Nun lugar tan solo Cancionero y romancero de ausencias (1941), Poemas últimos
co Neno no coló. (1938-1941).
Vai polo camino
sobre o seu burriño ECLIPSE CELESTIAL
a Virxen María.
¡Qué noite tan fría! Una nube, redondo y puro obstáculo
Todo está calado, para mirarte, encuentro:
todo esborrallado. sin errores de gallos,
¿Onde van as rosas eclipse de los cielos.
e as torres airosas? T u luz en una umbría de blancura:
¡Ai, Virxen María los que ven, no te vemos:
nesta noite fría! ¡mucho mejor!, a oscuras,
—¡la fe!—te ven los ciegos.
T ú , con naturaleza de semilla
II
reducido a la mano,
Dorme o grau na térra, transformado en harina,
i a maná na serra, traspuesto, trasplantado.
i a rosa no espino. En tan escaso medio tu abundancia,
No teu Picariño, en tan mezquino circulo:
¡ai, Virxen María!, en su materia blanca,
desperta a esperanza haces deiforme el trigo.
que a noite no alcanza. Noche de Ti, con mengua de tu bulto:
Da nosa alegría, ¡victoria de lo plano!
¡ai, Virxen María!, Dios, para nuestro uso,
tras da noite fría? por el polvo ilustrado.
Tras da noite escura Cereal geometría de la tierra,
¿él chegará pura la celeste substancia,
hora de alegría oculta su presencia,
de míralo día? en una sombra blanca.
¡Ai, Virxen María! ¿Cómo tienes, bajeza de la espiga,
mi No Sé Qué en tu sitio?...
Enigma, enigma: ¡enigma!
descubierto, escondido.
248 Miguel Hernández La morada amarilla 249
— ¡Oh sacerdote; danos, puro, Aquello, ¡Qué hidalga paz! ¡Qué mística verdura!
favor de sí otorgado! ¡Y qué viento rodrigo!
¿Guardas, fiel, el Secreto Páramo mondo, mondas majestades,
que mantienen tus manos? mondo cielo, luz monda, mondo olivo,
monda paz: y silencio mondo y vivo:
¡soledad! ¡Soledad de soledades!,
LA M O R A D A A M A R I L L A con una claridad a la redonda
viuda, sola y monda.
¡Apunta Dios, la espiga, en el sembrado; ¡No hay luz más aflictiva!
florece Dios, la vid, la flor del vino! ¡No hay altura más honda!
(Tiró por recoger multiplicando ¡No hay angustia más viva!
su fortuna de troj el campesino
La copa fugitiva
que, como pobre, en ambicioso pica.)
del chopo, verde copo
Muy pobremente rica,
de cielo en cielo, cielo al cielo priva
muy tristemente bella,
en un celeste anhelo:
la tierra castellana, ¿se dedica
¡chopo!: copo de cielo,
a ser Castilla, ella?
que es menos que ser cielo y más que chopo,
El desamparo cunde—¡qué copioso!—,
chopo de cielo: ¡copo!
al amparo—¡qué inmenso!—de la altura.
Por viento al horizonte va el molino;
Inacabable mapa de reposo,
por gracia, luz, molienda y movimiento:
sacramental llanura:
y se queda parado en el camino,
de más la soledad y la hermosura.
pacífico un momento,
Pan y pan, vino y vino.
gracia, molienda, luz, pero no viento.
Dios y Dios, tierra y cielo...
¡Soledad trina y una castellana!
Enguizcando a las aves y al molino,
Dios: el viento, el molino y la besana.
pasa el aire de vuelo.
La luz es un ungüento
Sube la tierra al cielo paso a paso,
que cura la mirada del espanto.
baja el cielo a la tierra de repente
Se levanta el jilguero,
(un azul de llover cielo cencido,
bueno para marido): cereal ¡tanto y tanto!
cereal y vinícola en el raso, de trigo y voz provisto.
Dios, al fin accidente, (—-No amedrentes al ave, meseguero,
hace en la viña y en las mieses nido. que hace celeste el pan, un poco Cristo.)
¡Qué morada es Castilla! Se impacienta la espiga por la siega
¡Qué morada de Dios y qué amarilla! con la impaciencia de la brisa encima,
¡Qué solemne morada membruda, enamorada de las hoces.
de Dios la tierra arada, enamorada, ...Esta Mancha manchega,
la uva morada y verde la semilla! ¿por qué se desarrima
¡Qué cosechón de páramo y llanura! al cielo en este tiempo y le da voces?
¡Qué lejos, ay, de trigo! ¡Tan bien que está el cordero,
250 Misericordia 251
Miguel Hernández
sobre la línea pura del otero Dale al monte, lucero,
paciendo sobre el cielo cabizbajo hasta que se haga cielo.
las cabizaltas flores! Dale, Dios, a mi alma,
¡Tan bien que está, ya arriba y aun abajo, hasta perfeccionarla.
la soledad lanar de los pastores, Dale que dale, dale,
proveyendo distancias molino, piedra, aire,
de soledad, de amor, de vigilancias, cabrero, monte, astro;
encima de la loma dale que dale largo.
que lo deje en el cielo que lo toma! Dale que dale, Dios,
La espiga rabitiesa, ¡ay!
nutrida de altitudes... hasta la perfección.
¡Isidro!, ¡Juan!, ¡Teresa!,
¡Alonso!, ¡Ruy...!, ¿qué fueron las virtudes?
La viña alborotada
está; la mies revuelta; LUIS ROSALES
ruedo es la era ya de polvo y nada:
¡tanto que fue la era por la trilla! Nació en Granada en 1910. Obras: Abril (1935), Retablo
todo de Dios, en Dios siempre resuelta. sacro del Nacimiento del Señor (1940), Rimas (1944), La casa
—De casta te vendrá lo de Castilla, encendida (1949).
¡oh campal ricahembra castellana!,
asunto, como Dios, de la semilla. MISERICORDIA
No esperes a mañana
para volver al pan, a Dios y al vino: Misericordia quiero y no sacrificio (Mt 12,5).
son ellos tu destino. ¡Señor, Señor,
Y has de ser resumible ¡siempre!, amiga, gravitación de horizontes en sereno equilibrio,
en un racimo, un cáliz y una espiga. playa de soledades donde el cielo y el mar fueran es-
tatuas,
mansedumbre sin voz, yerba piadosa, sosiego de mis
EL SILBO D E L DALE ojos:
Dale al aspa, molino, Tú sabes que yo nunca he negado el presente,
hasta nevar el trigo. y el presente eras T ú cuando yo te buscaba
Dale a la piedra, agua, por los rincones de mis ojos heridos,
hasta ponerla mansa. por la corriente viva de las aguas empapadas de cielo,
Dale al molino, aire, y en la nieve;
hasta lo inacabable. a Ti, Señor, Amor sin determinaciones,
Dale al aire, cabrero, Presencia sin instante,
hasta que silbe tierno. a Ti, Señor, en la nieve absoluta.
Dale al cabrero, monte, Nunca en el mar,
hasta dejarlo inmóvil. porque el mar nos lleva lejos de Ti,
252 Luis Rosales Misericordia 253

nos aisla, nos hace dioses sobre la arena de la playa, He aquí que ahora tengo un amor
por su oculto brillar de premura en acopio, abandonado a ser puro instante supremo;
por el ruego sin labios de todos los sentidos; un amor cuya sola presencia era ya una oración.
¡nunca en el mar!: Fue tránsito en sus ojos la ceguera del agua,
tibio canto pagano de la rosa y el número, tuvo sobre su carne
porque el mar quiebra su línea para no espejar el cielo; el sonoro vibrar del perfume del lirio.
y yo Te busco, Señor, Dios de misericordia, Todo por Ti, Señor, Pura brisa sin norma,
con los ojos anegados en llanto, porque el amor es como un gran desierto lleno de tu
sin saber nada, sin desear nada, presencia,
pero también sin olvidar nada para entregarme a Ti. cielo postrado, mar sin orillas, alba
Suprime mi sonrisa, cámbiala por el gozo, (su soledad de mundo serenaba los vientos);
esa vasta y precisa alegría que no turba ni ofende; todo por Ti, Señor, Total forma gozosa,
suprime mi sonrisa, Señor, hoy que comienza Vivido, Dulce, Grave, Transparente y Herido:
esta ascensión callada por la fiebre del pasmo. hay que ordenar la espuma y dejar correr el agua;
Dime, dime, Señor, ¿qué es este gozo mío, oíd, montes, mares, islas:
por qué sabe a madera mi voz cuando te nombro?, era el amor, sin nada,
¿por qué un cuerpo de hombre bajo el sol el milagro sin límites de su ensimismamiento.
se desdobla en la sombra ?; Yo lo entrego en tus manos de nieve y llanto míos,
dime Tú, Luz rendida, Advenir sosegado, con él te ofrezco el universo entero.
¿a qué suerte de visión encendida le llamamos amor? No lloro lo perdido, Señor, nada se pierde.
¡Por qué es siendo yo mismo que llegaré a ser nuevo!; Aún me brindaste el don del llanto.
¡cúmplase en mí tu voluntad, Dios mío! Fue impotencia de ser como T ú deseabas,
He aquí que fue el silencio el primero de tus dones. cristiana certidumbre de sentirme incompleto;
Era el silencio; fue vanidad de perfección, decía:
tierra sin hierba en noche estremecida; yo no burlaré el dolor.
después, sólo tus ojos entre el ser y la nada. Era el llanto, Señor, la oración de la carne,
¿Qué evidencia de amor movió tu lengua? T ú tan sólo comprendes esta impureza mía:
Era el silencio ; nada me ha engañado tanto como mi sinceridad.
toda la tierra en éxtasis como un mar asombrado; No lloro lo perdido, Señor, nada se pierde.
fue cántico la vida porque el silencio era He aquí que aún me queda el dolor,
sobre el haz de las aguas la unidad de las cosas. ese dolor conmovido y callado que tienen los puertos
Comprended y las manos de los locos.
que el silencio es como una oración inmóvil, Mi oído y mi lengua, Señor, olvidan las palabras,
como el desangrarse de un corazón; gasta el dolor mi cuerpo suficiente y tranquilo;
oíd, montes, mares, islas, yo pregunto, yo, hombre tan sin consuelo,
he aquí que el silencio es amor. nacido de mujer, nacido para siempre,
Yo lo pongo a tus plantas y con él la norma, para siempre, Señor, por la iluminación de tu miseri-
la intención de perseverar en el instante puro. cordia ;
No lloro lo perdido, Señor, nada se pierde. yo pregunto: ¿qué es el dolor?
254 Luis Rosales De cuan graciosa... 255
Oíd, montes, mares, islas,
yo no he de hablar con amargura de mi alma,
porque el dolor no es la sombra de tu cuerpo, sino tu DE G O M O FUE GOZOSO E L N A C I M I E N T O
cuerpo mismo, DE DIOS N U E S T R O SEÑOR
tu cuerpo de cristal encendido, tan claro; ¡Morena por el sol de la alegría,
¡oh, Señor, transido en dulcedumbres, mirada por la luz de la promesa,
el dolor es la llama de tu visitación! jardín donde la sangre vuela y pesa;
Yo lo pongo a tus plantas y con él la soledad, inmaculada tú, Virgen María!
la soledad, que es igual que un espejo
donde nos crece el alma hasta romperse, ¿Qué arroyo te ha enseñado la armonía
sangre en víspera alzada, insistencia en el sueño, de tu paso sencillo, qué sorpresa
ella es el principio y el fin de las cosas, de vuelo arrepentido y nieve ilesa,
la memoria y la tumba, la culpa y la gracia junta tus manos en el alba fría?
(la palma de su mano jugaba con el mundo como con
¿Qué viento turba el monte y le conmueve?
un grano de arena); Canta su gozo el alba desposada,
y fue la soledad calma su angustia el mar, antiguo y bueno.
como el desprendimiento del peso de su cuerpo
para el hombre crucificado, La Virgen a mirarle no se atreve,
¡visión tan sostenida, presencia de la gracia, y el vuelo de su voz arrodillada
nuevo descendimiento de la cruz, para el hombre! canta al Señor, que llora sobre el heno.
Y he aquí que era la soledad mi última tentación.
T ú me escuchas, Señor, Número tan divino,
Total forma gozosa, Presencia sin instante; D E C U A N GRACIOSA Y APACIBLE ERA LA
T ú haces rodar el sol por la corriente del día, BELLEZA D E LA VIRGEN NUESTRA SEÑORA
Tú has visto sin asombro la claridad del cielo,
Venid, alba, venid; ved el lucero
Tú que afirmas mis pies en la tierra que pasa,
de miel, casi morena, que trasmana
Tú que has puesto en la angustia de mis labios de
un rubor silencioso de milgrana
hombre en copa de granado placentero;
una sola palabra de temblor aterido;
todo te lo devuelvo para quedar desnudo, la frente como sal en el estero,
y ya, sin voz, ante Ti, te pido que eternices la mano amiga como luz cercana,
la hora mansa y la paz de mi entrega absoluta. y el labio en que despunta la mañana
No lloro lo perdido, Señor, nada se pierde. con sonrisa de almendro tempranero.
Oíd, montes, mares, islas: ¡Venid, alba, venid!, y el mundo sea
Gracias, Señor, por esta total nada serena que a mi heno que cobra resplandor y brío
inquietud le brindas; en su mirar de alondra transparente;
sin un temblor, aurora donde el cielo se recrea,
humanamente solo, ¡aurora tú, que fuiste como un río,
¡misericordia pido, Señor, misericordia! y Dios puso la mano en tu corriente!
256 Concha Urquiza Dicha 257
y tuve mi esperanza tan segura
DE G O M O VINO A L M U N D O LA ORACIÓN
como que en la hermosura pasajera
De lirio en oración, de espuma herida se me entregaba, intacta, tu hermosura.
por el paso del alba silenciosa,
de carne sin pecado en la gozosa
contemplación del niño sorprendida; DICHA

de nieve que detiene su caída Mi corazón olvida


sobre la paja que al Señor desposa, y asido de tus pechos se adormece;
de sangre en asunción junto a la rosa eso que fue la vida
del virginal regazo desprendida; se anubla y oscurece
y en un vago horizonte desparece.
de mirar levantado hacia la altura
como una fuente con el agua helada De estar tan descuidada
donde el gozo encontró recogimiento; del mar de ayer y de la simple pena,
pienso que tu mirada
de manos que juntaron su hermosura —llama pura y serena—
para calmar, en extensión nevada, secó del llanto la escondida vena.
su angustia al hombre y su abandono al viento.
En su dicha perdido,
abandonado a tu dulzura ardiente,
de sí mismo en olvido,
el corazón se siente
CONCHA URQUIZA una cosa feliz y transparente.

Nació en Morelia (México) en 1910 y murió en 1945, ahoga- La angustia miserable


da durante una excursión. Obras: Poemas y prosas (1946). batió las alas y torció la senda.
¡Oh paz incomparable!,
un día deleitable
Un soñar con el pálido ramaje nos espera a la sombra de tu tienda.
y las llanuras donde cuaja el trigo,
un aspirar a soledad contigo La más cruel amargura
por los húmedos valles y el boscaje. con que quieras herirme soberano
se henchirá de dulzura
Un buscar la región honda y salvaje, como vino temprano
un desear poseerte sin testigo, apurado en el hueco de tu mano.
un abrasado afán de estar conmigo
viendo tu faz en interior paisaje; Hiere con saña fuerte
si sólo no desciñes este abrazo,
tal que mi juventud más verdadera que aun la faz de la muerte,
en el clima ideal de tu dulzura con ser tan duro lazo,
maduró mi divina primavera; pienso que ha de reír en tu regazo.
Dios en la poesía 9
258 Rafael de Balbín El Greco 259
El sol, como t e r n e r o rubio
q u e trisca y vive p o r el c a m p o ,
RAFAEL DE BALBIN LUCAS saltó los m o n t e s d e oro,
y h u y e ligero y alto.
Nació en Alcañices (Zamora) en 1910 y es catedrático de
Crítica literaria en la Universidad de Madrid. Dirige el Ins- L a marea, de plata soleada,
tituto «Miguel de Cervantes» de Literatura y ha publicado h u y e a la mar, como los b a n d o s
varios libros, en los que alterna el cultivo de la poesía con de las gaviotas grises y veloces
la crítica de temas centrados fundamentalmente en la figura
de Gustavo Adolfo Bécquer. al áspero sonar de los disparos.

Y el viento del noreste vespertino,


CANTO A LA TIERRA fugaz se aleja p o r los álamos,
con el correr t e n d i d o
A q u í , sobre estos libros y papeles
d e los sedientos, ágiles venados.
varados en la n o c h e silenciosa,
m e ha llamado mi D i o s . Su voz gozosa ¿Y yo m e q u e d o al b o r d e de la noche,
baja de los callados anaqueles. en la sombra sentado?

H o r a s oscuras goteando fieles, ¿ D ó n d e va el sol, en su m a r c h a r constante?


la m a d r u g a d a s u b e n fatigosa Y el agua, ¿dónde en sus caminos anchos?
y encienden mi trabajo con la rosa ¿Y p o r q u é con la luz, y el m a r y el viento,
d e luz q u e p l a n t a el día en sus canceles. hacia las fuentes d e m i D i o s n o escapo ?

E n ti, m a t e r n a tierra desvelada,


simiente de mi a m o r veré nacida
y viviré a mi Cristo en mi j o r n a d a .
JOSÉ CAMÓN AZNAR
¡Campo de mi esperanza est*emecida,
ventana de m i D i o s a la alborada!
Nació en Zaragoza en 1899. Catedrático de Historia del
¡Tierra, escalón abierto hacia la V i d a ! Arte en la Universidad de Madrid. Obra poética: El hombre
en la tierra (1940, 1952), La divina tragedia (1962), Canto a
los siglos (1970).
CON LA T A R D E QUE HUYE

E n el fondo del día m u e r t o EL GRECO


q u e d a como rescoldo frío y blando,
Crece el color, asciende. ¿Ángel o n u b e ?
el silencio salino de la ría
C u a n t o se alarga, en alma se transforma.
y el h ú m e d o rocío de los p r a d o s .
L a forma, siempre D i o s : ésta es la n o r m a .
L a t a r d e se m e escapa por los cielos, A l t o el pincel, sobre los cielos sube.
como encendido pájaro
Alta la luz, las formas en desmayo.
q u e r o m p e , con su vuelo libre,
Ya todo es ala, t o d o es ya viento.
la cárcel entreabierta de mis manos.
260 José Camón Aznar Oración desde una azotea... 261

D e l Espíritu, el r o c e ; sólo intento Y allí q u e d a m o s ,


de forma. Hacia los cielos, rayo. anchos de D i o s ,
ojos abiertos sobre t o d a la ciencia
M á s alto a ú n . Y a en la cima del vuelo,
sin silencios,
los espacios en flor, en flor el cielo,
sin músicas,
y allí el pincel se embriaga. L l a m a es la C r u z .
vivos,
F u e g o el color. L o s ángeles son l u m b r e . patentes en la r e d o n d a eternidad de la Hostia.
El mismo Dios, pintado como cumbre. L a nueva creación es ésta.
¿Y la Gloria? U n éxtasis d e luz.

DESEOS ENORMES JUAN BAUTISTA BERTRÁN


Nacido en San Juan de las Abadesas (Gerona) en junio
Yo quisiera, Señor, de 1911. Profesor de Literatura en Italia, España e Hispano-
sobre t u rostro ensangrentado, américa. Obra poética: Arca de fe (1946), Madrigales del
e t e r n a m e n t e ser nacimiento del Señor (1948), Del ángel y el ciprés (1950),
La hora de los ángeles (1952), Entre silencio y vuelo (1952),
el lienzo d e Verónica.
Me canta el mar (1956), Viento y estrellas (1963), Al filo de
Sobre esa arquitectura de astros los ojos (1964), Río hacia el alba (prosas de fe) (1964), Me
q u e es t u cuerpo, acercaré a su fuego (1966), Hay un valle en mi infancia
rodar e t e r n a m e n t e (1969), Ciudad, afán y cántico (1970), Del lienzo al verso
(en prensa), Senda y claridad de Asís (en prensa).
como gota d e sangre.
Pecho de J u a n intacto,
ancho c o m o la mar. ORACIÓN DESDE UNA AZOTEA CIUDADANA
Y allí, río de amor,
A m a n e c e r d e o t o ñ o . Paz d e fiesta.
eternamente
El tránsito a ú n n o asorda.
volcada t u cabeza.
L a vida empieza algo m á s t a r d e . D u e r m e .
E s grato el paladeo del silencio
EN LA EUCARISTÍA d o n d e i m p e r a b a el tráfago.
Parece otra ciudad, desconocida.
Sin espacios. L a m a d r u g a d a p u r a del o t o ñ o
sin tiempos, como en esfera de cristal la envuelve.
blanco. El m a r es claro, palpitante el cielo,
Dios, q u e es sólo faz, limpio el perfil del m o n t e .
asciende. Parece u n a conciencia liberada
L e n t a b r u m a de almas d e adherencias de estío.
se insinúa. C h i m e n e a s , depósitos, antenas
Todo, —alcándara d e cita de p a l o m a s — ,
opaco y leve, asfaltos relucientes, solitarios;
se desvanece en esa faz. cual p á r p a d o de sueño, las ventanas
262 Juan Bautista Bertrán Duda y desolación... 263

y balcones cerrados.
Descanso de los hombres, del trasiego
de nuestra vida de hoy, agotadora.
Este vértigo exige su reposo. CONCHA LAGOS
Duerme el cansancio, la bondad, la vida.
Duerme la lucha, la maldad, el dolo. Nació en Córdoba (1916); directora de la revista Agora y de
Duerme el hombre y su afán y su miseria. la colección poética del mismo nombre. Obra: Balcón (1954),
Ten compasión, Señor, de la aventura Los obstáculos (1955), El corazón cansado (1957), Luna de enero
(1959), La soledad de siempre (1968), Tema fundamental (1961),
de cada uno con su vida a cuestas. Golpeando el silencio (1961), Los anales (1966), Para empezar...,
El cerco.

ORACIÓN DE UNA TARDE DE OTOÑO


D U D A Y DESOLACIÓN C O N DIOS A L F O N D O
Todo en estado de oración parece:
el camino, los álamos, el río, Todo debió ocurrir
en este atardecer iluminado en un cerrar de ojos.
de serena ardentía del otoño. Tal vez sólo fue un sueño.
La santidad que empapa todo el aire ¿Cómo es posible
rebosa de los cielos como de ánfora, que así se desvanezca lo que nuestro creímos ?
y se filtra en las venas del deseo. Humo, dolor; única prevalencia.
Todo sube en afán contemplativo Buscamos asideros en la noche:
como a través de transparencia angélica, Aquella estrella. Aquella luz...
y lo más puro que hay en mí despierta (Abandonarse al pensamiento
sorbido por vorágine de altura. es perder pie, delirar, ahogarse lentamente.)
Tiene alas la tarde, unción y llama. Muy cerca, seres, cosas reales, rostros,
Todo yo en la plegaria he naufragado, palabras, ademanes;
se levantan mis manos como lámparas, pero no pueden liberarnos.
frota mis labios un celeste fuego, Pisando soledad seguimos,
por el silencio el corazón respira. tierra de nadie,
Se ha encendido el crepúsculo en mi frente desconocimiento.
y la lumbre de Dios transe mi carne. Amortajados desde el alentar.
Y la niebla arañamos.
en busca de verdades;
BENDICIÓN NUPCIAL o predicamos la esperanza,
Dios, Padre del Amor, os ha juntado único vino para embeber el desconsuelo.
fundiendo en uno vuestro amor diverso. A veces,
Que El os dé a comprender—raíz divina— entre el delirio y los fantasmas
que cabe en el amor el universo. surge un hermoso mar.
Un mar inmenso, insobornable.
O esa quimera de la luz
264 Concha Lagos
Carta a lo azul 265
que nos hace sentir y amar la vida;
y, extrañamente,
maravillarnos me deja suspendida en algún punto muerto.
ante tu testimonio. No te alejes, Dios mío,
que el ala inútil
ORACIÓN siento que se derrama
y hasta hueca me nace la plegaria.
Yo, Señor Jesucristo,
entiendo pocas cosas.
Estoy a mi trajín CARTA A L O A Z U L %líxf
del verso y de la casa.
Tú me harás el milagro.
Al fin una es mujer
Hoy mi sed te lo pide,
y no está bien mirado
te lo pide mi campo
ahondar en las costumbres,
sin fruto, sin alondra,
ni enmendarles la plana
lo frágil de este barro,
a los que tanto saben.
la luz que se me apaga
Yo, Señor Jesucristo,
y la cruz de mis brazos.
no puedo estar conforme
Por la breve esperanza,
ni andar como si nada
por aquel largo llanto,
con los ojos cerrados.
por aquella agonía,
Pero ¿dónde decirlo?,
porque me fue vedado
pero ¿cómo gritarles
conocer las señales
que no y que no mil veces ?
y el eco de otros pasos
¡Es un vivir en ascuas!
al compás de los míos,
Que baje Dios y vea
Tú me harás el milagro.
lo que en la tierra ocurre.
Yo no tuve semilla,
Yo, Señor Jesucristo,
yo no tuve en las manos
estoy a mi trajín
esa flor diminuta
del verso y de la pena
que llueve de tu mano.
en un rincón de España.
Yo no tuve canciones;
cuando hiciste el reparto
de pájaros y estrellas,
C O M O PAN C O T I D I A N O
olvidaste mi árbol.
Quisiera, Dios, tenerte como pan cotidiano; ¡Señor!, desde tu cielo
pero siempre te alejas misterioso, por brumas. estréname un milagro.
Te estoy llamando, Dios;
mira mi espera
de pájaro sin rama.
No sé qué espacio es este sin caminos,
que a veces me rodea,
266 Concha Lagos El rumor 267

DALE OFICIO A MIS MANOS


Cuando la carta en blanco se me escriba de sombra, ENRIQUE AZCOAGA
pon tu sello en mi arcilla, Nació en Madrid en 1912. Obras: Lapiedra solitaria (1942),
dale oficio a mis manos. Versos (1943), El canto cotidiano (1943), Entregas (1945), Verso
y vida (antología) (1945), El poema de los tres carros (1948),
Dale oficio a mis manos por el aire o el agua, Dársena del hombre (1957), Cancionero de Samhorombóm (1660)
aplícales quehaceres por ramas o por nubes; España es un sabor (1964), Del otro lado (1968).
supieron de las cosas sencillas de la tierra,
mondaron las naranjas, plantaron los geranios,
anduvieron de siega tras el grano, la espiga, De un muerto puesto a prueba soy testigo.
y fueron por los ocios a la canción y al verso. La vida a muerte tengo condenada.
Estuvieron asidas a tu rueda de niños, Por muerto, Dios es sólo mi alborada.
a columnas de templos, a brocales de pozos, Por vivo, en Dios me encuentro y me consigo.
a fuertes tajamares por atrios de la espuma.
Tuvieron su tarea y el ademán inútil Memoria de la muerte, no persigo
que se queda en el aire de no sé qué desgana. vivir en el olvido de mi nada,
Pasaron del vacío al sol, a la plegaria, ni estimo otra razón que la labrada
a su noche del llanto y a su noche del huerto. en la condena viva que bendigo.
Dales oficio pobre de molienda o de surco. Vivo para librarme la esperanza
Irán por los maizales, por grises olivares, por siempre de su sombra, de su espanto,
o si quieres sin frutos. Por tijeras, troqueles
a vida o muerte en duelo confiado.
o ruedas de alfarero. Por telares, por ruecas,
herramientas textiles de oficios ignorados. Labro bajo su asedio la alabanza
Aplícales quehaceres por ramas o por nubes, perpetua de mi sangre o de mi canto,
pero no me las dejes en quietud para siempre. deseoso de morir resucitado.

EL R U M O R
Rumor, cimiento del mundo,
savia feraz de la nada;
principio remoto, fresco;
tradición anticipada.
Rumor del aire, del fuego,
de la tierra, de las aguas;
rumor de la vida nueva,
de la muerte y las palabras...
Rumor sin tregua creado
para bien de la ilograda
268 Enrique Azcoaga Confesión 269
manera de ser más tierna;
raíz eterna del alma. \
Rumor de lo no sabido,
rumor que anuncia la gracia, \ DIONISIO RIDRUEJO
rumor de arranques posibles, \
Nació en. Burgo de Osma (Soria) en 1912. Obra poética:
rumor o salve estimada. Plural (1935), Primer libro de amor (1939), Poesía en armas
Rumor que rumor parece (1940), Sonetos a la piedra (1943), En la soledad del tiempo
y no es sino susurrada (1944), Elegías (1948), En once años, Premio Nacional de Li-
promesa de otros rumores teratura (1950), Cuaderno catalán (1965).
con sabor a fue y mañana.
Rumor del silencio limpio, CONFESIÓN
canto perdido en su alma;
voluntad pura de nobles ¿Por qué, Señor, m : siento tan densamente vivo,
encarnaciones tempranas. tan placentero y fuerte, sobre la breve tierra,
Rumor del milagro virgen cuando esgrime la muerte su presencia de hierro
anterior a cualquier rama; detrás del inminente rumor de la batalla?
gemido inicial de todo; Esta inmortal conciencia que me habita sin duda
después, de plumas cansadas. es igual que el presente, y los cinco sentidos
La vida del hombre, el árbol, tejen su mismo gozo de eternidad soñada,
lo elemental, la iniciada toda de tierra y tiempo, toda imagen y pulso.
verdad sencilla, lo neutro,-
la materia por ti cantan. Un transcurso de flores secuestra mi esperanza;
Y el gran rumor, Dios, tejiendo no son eternas rosas de tan frágil encanto,
con los rumores su vasta ni aquel mirar que inclina las horas de la ausencia,
promesa, cual un rumor ni esta fe soleada que me canta en los ojos.
dándole aliento a las alas.
Señor, creo en tu sueño que despierta a la vida,
a la vida absoluta ya desierta y sin curso.
¿Por qué no abrasa el hambre de su luz poderosa,
como ahora la sangre, mi loca certidumbre?
Miro, Señor, la tarde incendiada de oro:
nada despide al alma, y, aunque todo está lejos,
siento cómo el ensueño posee sus paisajes
y cobra las caricias del regreso fingido.
T u voz también es dulce, y el alma confiada,
bendiciente, se deja reposar en tus manos.
Señor, corta es el ansia, no son alas mis bienes;
¡ oh Dueño de mi vida, despiértame en el alba!
270 Dionisio La oración del alba 271

NOCTURNO \ CRISTO C R U C I F I C A D O
\ (VELÁZQJJEZ)
Una noche he pensado
la muerte en la llanura: TocJ o renace en él, desierto y breve,
un caminar sin senda cuando, por cinco fuentes derramado,
bajo la blanca luna, ha lavado la tierra y está alzado,
sin fin de tierra sorda, desnudo y material como la nieve.
abismo sin caída
y el desamparo yermo, En la tiniebla está la luz que debe
sin otra compañía órbitas a su voz. En el pecado,
que un miedo, acongojando la ventura de amor. Todo, borrado,
la andadura infinita. va a amanecer. El tiempo no se mueve.

Otra noche he pensado Cielo y tierra se miran suspendidos


el llano de la muerte en el filo o espina de la muerte,
como el extenso y frío para siempre asumida y derrotada.
resplandor de la nieve En la cerrada flor de sus sentidos,
desterrando la noche: los siglos, como abejas—Santo fuerte—,
luz sola eternamente.
labran la vida humanamente dada.
Siempre la soledad
—tierra y cielo desiertos—,
el alma desvalida
en los páramos muertos
y la fatiga larga DULCE MARÍA LOYNAZ
sin alivio del tiempo. Nació en Cuba. Obra poética: Juegos de agua (1947), Versos
(1950), Últimos días de una casa (1958), Poemas sin nombre
¿Y tú, Dios de mis ojos, (1953)-
Señor de mi desvelo ?
Mi corazón de sangre LA ORACIÓN D E L ALBA
no tiene tu secreto.
Más allá—luz o sombra—, Señor:
más allá de mi sueño, Te pido ahora que me dejes
tu inmensa compañía, bajar de esta mi torre de marfil; de la altísima
su cerrado misterio. torre a donde, sola y callada,
sin volver la cabeza subí un día:
Esta noche he pensado un día de esos en que siente uno
mi muerte en la llanura: yo no sé qué nostalgia de alas...
hombre infinito, senda Una fina
infinita y desnuda. tristeza se me ahonda
Dulce María/Loynaz Señor gne lo quisiste... 273
despacio... la tristeza de las cimas. / la Tnirada limpia.
Quiero bajar, Señor, / Dame, Señor, un buen olvido
quiero bajar en paz. / para las pequeñas
Inclina / injusticias de cada día;
más mi frente—esta frente siempre alta!..— dame que la mentira y la torpeza
Suaviza I no puedan ya quitarme la sonrisa.
y distingue mis manos que, de tanto / Dame valiente el corazón, segura
no querer asir nada, están un poco rígfidas... la mano, el pie incansable y el amor...
Inclíname la frente alta y devuélvele / ¡Bien vendría
a tu tierra mi mirada perdida. I ahora un poco de serenidad
¡Ay!, miré demasiado las estrellas...! y otro poco de fe!... Me quedo tan sombría,
No hay que mirarlas tanto: tan callada a veces...
Con tus manos heridas Amanece en la vaga lejanía:
sosténme en la bajada un poco triste Bajaré de la torre de marfil,
y dime qué palabra se le dice a la hormiga, y dejaré mi luna lila
a la yerba del campo, al que está triste, y mi soledad y mi ensueño...
al que tiene las manos manchadas... El polvo vuelve al polvo:
La sencilla Me perderé un buen día
palabra, Dios mío... por los caminos de la tierra, y, si un minuto
Ayúdame el desaliento me domina,
a disimular esta repulsión instintiva nadie vea mi desaliento
hacia las cosas feas y concédeme y todos vean mi sonrisa.
la comprensión. Y mi sonrisa sea fuente,
Yo quiero comprender... y flor, y ala y venda... ¡Y sonrisa!...
¡Qué exquisita ¡Por los caminos de la tierra;
gracia la de saber que todo está por los caminos de la tierra,
bien!... La de entender la armonía como San Francisco quería!...
de lo inarmonioso.
Yo quiero
comprender y amar SEÑOR Q U E L O QUISISTE...
— ¡quisiera besar la herida
de un leproso y que él no supiera nunca Señor que lo quisiste: ¿para qué habré nacido?
cuánto el beso me costaría!...— ¿Quién me necesitaba, quién me había pedido?
Dame la buena voluntad; ¿Qué misión me confiaste? Y ¿por qué me elegiste,
dame más suavidad para la vida... yo, la inútil, la débil, la cansada...? La triste.
Yo no quiero que sepan que estoy triste, Yo, que no sé siquiera qué es malo ni qué es bueno,
yo quiero comprender y amar; yo quiero y si busco las rosas y me aparto del cieno,
que la palabra dura que alguien diga es sólo por instinto... Y no hay mérito alguno
no vaya a oscurecerme en la obediencia fácil a un instinto oportuno...
274 Dulce María Loynaz Defensa de las virtudes 275

Y aún más: ¿Pude hacer siempre todo lo que /he in' y acaso un poco en deuda con mi cuerpo, pienso
tentado ? / que rebañé en los dos algunas migajas de Marta
¿Soy yo misma siquiera lo que había soñado?/ y algunas otras de María...
¿En qué ocaso de alma he disipado el luto ? / Migajas 'riada más; pero me bastan para poder decir,
¿A quién hice feliz tan siquiera un minuto? / cuando me lo pregunten, que he servido al Señor.
¿Qué frente oscura y torva se iluminó de prjsa
tan sólo ante el conjuro de mi pobre sonrisa?
¿Evitar a cualquiera pude el menor quebranto ? P O E M A LXXXIX
¿De qué sirvió mi risa: de qué sirvió mi llanto ? Para mí, Señor, no es necesario el Miércoles de Ceniza,
Y al fin, cuando me vaya fría, pálida, inerte... porque ni un solo día de la semana me olvido
¿Qué dejaré a la Vida? ¿Qué llevaré a la Muerte?... de que fui barro en tu mano.
Y lo único que realmente necesito es que no lo olvi-
des Tú...
Bien sé que todo tiene su objeto y su motivo:
Que he venido por algo y que para algo vivo.
Que hasta el más vil gusano su destino ya tiene,
que tu impulso palpita en todo lo que viene... ALFONSA DE LA TORRE
Y que si lo mandaste fue también con la idea
de llenar un vacío, por pequeño que sea... Nació en Cuéllar (Segovia). Obras: Égloga (1943), Oratoria
de San Bernardina (1950), Oda a la Reina del Irán (1947).
Que hay un sentido oculto en la entraña de todo:
En la pluma, en la garra, en la espuma, en el lodo...
Que tu obra es perfecta, ¡oh Todopoderoso, DEFENSA D E LAS VIRTUDES
Dios Justiciero, Dios Sabio, Dios Amoroso!...
Era ya requerida,
El Dios de los mediocres, los malos y los buenos...
de mi mano tiraba tu epidermis de hierba:
En tu obra no hay nada ni de más ni de menos...
los relojes del mundo nos mostraban su hora,
Pero... No sé, Dios mío; me parece que a Ti
la que Dios bien sabía,
— |un Dios...!—te hubiera sido fácil pasar sin mí...
la que Dios esperaba en su reloj sin tiempo
rodeado de amantes
POEMA IV que no mancharon nunca sus labios de ceniza.
Sólo Dios lo sabía.
Con mi cuerpo y mi alma he podido hacer siempre Circundado de santas, de pájaros y mártires,
lo que quise. entre dorados nimbos,
Mi alma era rebelde y, como los domadores en el circo, con urbes en las palmas,
tuve que enfrentarme con ella, látigo en mano... como jugando a un mundo inocente y pequeño.
Pero la hice al fin saltar arcos de fuego. Y Dios me sonreía;
Mi cuerpo fue más dócil. En realidad, estaba cansado quería que jugara con nimbos y ciudades,
de aquel trajín de alma y sólo quería que lo libra- con claras latitudes,
ran de ella. y formó una aureola en torno de mi frente
No acerté a hacerlo; pero ahora, en paz con mi alma que germinaba sueños,
276 Alfousa de la Torre Defensa de las virtudes 277

y tendió por la tierra un crepúsculo rosa / Y Dios me repetía


con traje de domingo; / que ese nombre era el mío,
y Dios me sonreía, / que me llamaba Alondra;
y era a la vez mi padre, y mi madre y mi hermana, pero yo bien sabía que me llamaba Alfonsa;
la que yo nunca tuve, y Dios bien lo sabía.
y sin embargo quise, Las Virtudes despiertas
y mis dulces hermanos: el fuerte y el sumiso. destapaban sus cofres
Y Dios me sonreía donde guardaban todas mis ternuras de niña:
entre bellas Virtudes, mis perdidas ternuras,
entre músicos ángeles, diáfanas como el cielo,
extendiendo en las nubes guirnaldas de cabezas, delgadas como torres,
volcando entre las nubes frescas como el venero de las fuentes serranas,
cuernos de la abundancia. jugosas como pomas
Porque Dios lo quería, de los lejanos días;
despertaba Virtudes esculpidas en mármol, y Dios me sonreía
Virtudes que tenían talla de primavera nivelando balanzas,
y en los labios cerrados la bondad de las rosas. serenando rencores y olvidadas querencias,
Y Dios me sonreía disipando temores y fuertes cobardías.
proclamando sus nombres, La Justicia sin prisa sopesaba mi nombre,
los que el mundo robaba para comprar sus vicios, el que yo me temía,
los que el mundo ocultaba a fuerza de quererse. el que Dios agrandaba,
Sólo Dios lo sabía, el que Dios recreaba inventando sus voces,
y en sus nichos de piedra las Virtudes hablaban fulgurando sus letras,
con voces de promesa. alumbrando sus signos,
Ostentando a su lado la llama de los símbolos, hasta hacerlo distante,
susurraban mi nombre, hasta hacerlo distinto de pilas y bautismos,
el que Dios conocía, Y la Piedad gritaba
el que Dios me curaba a fuerza de quererme que aquel nombre era mío,
hasta lograr salvarlo; que aquél era mi nombre
y cambiaban mi nombre —Piedad adolescente,
sus voces de promesa, seguida por lebreles y por manos de niños,
porque Dios les decía ceñida por las olas de sus chales de dalia,
que el amor cambia el nombre, con melena de espiga y diadema de olivo—;
que el amor gana el nombre, pregonaba mi nombre,
y mi nombre sonaba en sus labios a tarde, gritaba a sus hermanas que aquel nombre era mío,
sonaba a amaneceres, que me pertenecía,
a pimpollos de pino, y Dios se sonreía,
a julio entre los álamos, y Dios me sonreía mostrando su secreto,
a polen de mimosa. barajando a escondidas las llaves de su huerto,
278 Alfonsa de la Torre Himnodia de las espigas 279
y yo me estremecía. alabadle, prometidas,
La Pureza, sin prisa, cuando estáis verdes y floridas,
de corazón sin viento, cuando vais vestidas
salía en mi defensa, con la túnica de mayo
modelaba mis alas con nieve de mis huesos, y coronadas de frescos rayos.
y yo ya no pesaba, Cuando os sentís nuevas y tiernas,
y yo ya no sentía, cuando vuestra sangre vegetal despierta
se esfumaba mi cuerpo y se inundan de verde las praderas;
y Dios ya me tenía. cuando dejan de soñar los grillos y las rosas
para irse a vivir con vosotras
y zumban por doquier las abejas y las tórtolas;
H I M N O D I A D E LAS ESPIGAS cuando os requebráis entre los surcos
Alabad al Señor, espigas verdes, dejando volar vuestro aroma.
espigas de lumbre, que os balanceáis y gozáis como Alabadle cuando se emparejan las mariposas,
criaturas paradas al borde de los caminos, alabadle entre el verdor, espigas de amor,
alabad al Señor. alabad al Señor.
Alábenle vuestros granos y vuestros rayos verticales, Alabadle en la plenitud de los estíos,
alábele vuestra forma, cuando la fuerza del sol os madura los hijos;
y vuestra norma, vuestros hijos, que tienen forma de corazones
y la ternura de vuestra sombra. y son duros como dolores
Alabad vosotras al Señor, y se aprietan a vuestra espina
alabadle en vuestra esencia, en el silencio de las noches.
en el blanco pan y en las hogazas morenas, Alabadle en la ternura maternal del brote,
en los bollos de los bautizos alabadle en la generosidad de vuestros dones,
y en las roscas de las bodas; en la fecundidad de vuestros cuerpos
ensalzadle en la oculta sustancia de las hostias. y en la ofrenda de vuestros tormentos.
Alabadle vosotras, Alabadle también en las hoces,
alabadle, espigas, durante la siniestra media luna de las hoces;
en los llanos y en las colinas, alabadle, espigas secas,
en los pedregales y en los secanos, mientras vuestra carne se quiebra;
alabadle por toda la haz de los campos, alabadle en la degollina de la siega,
alabadle por toda la haz de la tierra, en el interminable entierro de las carretas,
de las playas a las riberas, y en el pagano circo de las eras,
de los barrancos a las cumbres de los montes; y en la tortura redonda de la piedra,
alabadle en las alboradas y en las noches, y en el blanco holocausto de la muela;
en los inviernos y en los veranos;
alabadle cuando vuestras cenizas se avenían
alabadle por toda la haz de los campos.
y vuestros bellos tallos se comen las bestias.
Alabadle, hermanas;
Alabadle, víctimas;
alabadle, espigas;
alabadle, espigas;
280 Manuel Casado Nieto Mala lluvia 281

alabadle, espigas m u e r t a s , si ya la noche se adentra. Se n o n t e ñ o detráis senón a noite,


A l a b a d al Señor ¿qué vou faguer d o bafo da paisaxe?
en el impulso del sembrador, Se n o n t e ñ o detráis senón a noite,
en la m a n o del s e m b r a d o r q u e os entierra ¿qué vou faguer d o agoiro das palpebras?
p o r t o d a la haz de la tierra, Se n o n t e ñ o detráis senón a noite,
para q u e vuestros tallos florezcan, ¿qué vou faguer d o celme da saudade?
para q u e os elevéis en verdor, ¿ Q u é vou faguer d o p a n da nova vida,
para q u e os levantéis hasta las estrellas; se n o n t e ñ o detráis senón a noite?
alabad al Señor,
b e n d e c i d al Señor, espigas verdaderas,
las q u e m a d u r á i s en a m o r ;
espigas eternas,
RAMÓN DE GARCIASOL
bendecid, alabad al Señor. Nacido en Guadalajara (1913). Premio Fastenrath de la
Academia Española. Obras: Defensa del hombre (1950), Can-
ciones (1952), Palabras mayores (1952), Tierras de España
(1955), Del amor de cada día (1956), La madre (1958), Sangre
de par en par (1960), Poemas de andar España (1962), Fuente
serena (1965), Herido ver (1966), Antología provisional (1967),
MANUEL CASADO NIETO Apelación al tiempo (1968), Hombres de España: Cervantes
( I 9 68).
Orensano, nacido en 1912. Obra poética: Orballo ispido,
Canta de lonxe o corazón no tempo.
MALA LLUVIA

¡Si lloviese sobre alegría!


I AFINAL T O D O AMOR
Pero llueve sobre mojado,
I afinal t o d o a m o r : sobre el corazón entelerido,
A m o r aos eidos, aos albres, á erba, sobre t i e m p o de melancolía
ás vacas, aos v e r m e s , ás casas, —el a m o r e n el suelo, d e r r i b a d o — ,
aos ríos, ao mar, ao ceo, ás p e d r a s , sobre el entusiasmo escarnecido.
aos carrouchos, aos cruceiros, ás b á g o a s . . . Si lloviese sobre la cara
I encol de t o d o : a D e u s , ao h o m e , á térra. juvenil, y sobre los ojos
llenos de risa, sobre el paso
caminero, y n o se alocara
A NOITE la corriente con m u e r t o s , los rastrojos
con pedrisco, los vientres con fracaso.
Se n o n t e ñ o detráis senón a noite, Si lloviese como D i o s m a n d a ,
¿qué vou faguer da cantiga d o t e m p o ? para la tierra y las cosechas,
Se n o n t e ñ o detráis senón a noite, para el viñedo y el olivo,
¿qué vou faguer da frauta d o m e u soñó? n o para el cauce q u e se desmanda,
Se n o n t e ñ o detráis senón a noite, n o para e n r o b i n a r las flechas,
¿qué vou faguer da a r d o r a q u e m e q u e i m a ? n o para e m b o r r o n a r lo q u e escribo.
282 Ramón de Garciasol Hombre en soledad 283
Llueve, Señor, y llévatelo todo socavones de amor llenos de inquietas,
lo que no tenga cepellón eterno, oscuras criaturas que me gritan
lo que no cante amor en las raíces. palabras, no sé dónde, que me queman,
Llueve, Señor, y llueve más, a modo; preguntas que me tuercen y retuercen,
respeta solamente lo materno,
sábana viva chorreando estrellas.
lo que tiene futuro en las matrices.
Qué compasión me tengo, Dios, pequeño
Bórrame si soy llanto, si soy humo,
llamando siempre a la inmutable puerta
hasta dejarme a flor de sol el hueso;
con las palmas sangrando, a la intemperie
arrástrame este fango de la queja,
de mis luces y dudas y tormentas.
pisa mi pulpa extrema para zumo,
Qué compasión te tengo, Dios, tan solo,
estrújame la sangre para beso,
siempre despierto, siempre Dios, alerta,
rotúrame la entraña con tu reja.
sin un pecho bastante, Dios, Dios mío,
que ofrezca su descanso a tu cabeza.
Cómo me dueles, Dios. Cómo me dueles,
herido por la angustia que te llena,
HOMBRE EN SOLEDAD
sin poder descansarte, sin caberte
Contigo vengo, Dios, porque estás solo en mis entrañas ni aun en mis ideas.
en soledad de soledades prieta. No puedo más Contigo, que me rompes
Conmigo vengo a Ti, porque estoy solo, creciendo por mi dentro y por mi fuera,
sintiendo por el pecho un mar de pena. cercándome, estrechándome, ahogándome,
Qué tristeza me das, Dios, Dios, sin nadie dejando, sin saberlo, en mí tu huella.
que te descanse, Dios, de tu grandeza, Y soy hombre, Señor. Soy todo caspa
que te descanse de ser Dios, sin nada de angustiosa esperanza contrapuesta,
que te pueda inquietar o te comprenda. arcilla informe de reseco olvido,
Qué tristeza me doy, perdido en todo, quizá, capricho de tu indiferencia.
y todo mudo, tan lejano y cerca, Señor, qué solo estás. Cómo estoy solo,
cada vez más presente ante mis ojos yo con mi carga insoportable a cuestas.
en un mutismo que no se revela, Tú, con todo y sin nada—¡todo, nada!—,
con el corazón loco por saberte, más que Tú, Dios perdido en tu grandeza,
preguntando en la noche que se adensa. muerto de sed de amor de algo supremo,
Con voz de espadas clamo por mi sangre, Dios, algo que te alegre y que te encienda.
rebusco con mis manos en la tierra Sin nada superior a Ti creado,
y escarbo en mi cerebro con mis ansias. mi voz alzada al límite no llega
Y silencio, silencio, mudez tensa. a rumor que resbale por tus sienes,
Dios, pobre mío, todo lo conoces. a brisa en tus oídos, que se secan
Para Ti todo ha sido: nada esperas. de no oír desde nunca una palabra
Hasta lo que me duele y no me encuentro que antes de estar en hombre no supieras,
T ú lo conoces ya, porque en mí piensas. pobre Creador, Dios mío sin sosiego,
Yo no conozco nada, Dios, y tengo preso en tu creación, en diferencia.
284 Ramón de Garciasol Brollador 285
A Ti vengo, Señor, porque estoy solo,
a veces aun sin mí. Pero no temas,
Señor, que has puesto en mí necesidades
sin darme el modo de satisfacerlas. BARTOMEU ROSSELLO-PORCEL
Perplejo, reconocido de inquietudes,
de Ti tengo dolor; de mí, conciencia Nació en Palma de Mallorca en 1913 y murió en Barcelo-
na. Obras: Imitado del foc (1938) y diversas colecciones de
de ser como no quiero: ser inútil, poesía publicadas en obras antológicas.
vana palabra, humana ventolera
con sabor de cenizas y de ortigas BROLLADOR
clavándome alfileres en la lengua,
y un huracán de vida por la carne L'ángel desinfla les gal tes
que no ha encontrado carne que florezca. i encén les ñames de l'aigua,
Versos, versos, más versos, siempre versos, entre ficcions d'incendi
¿y para qué, Dios mío? Dentro queda i polémica de nacres.
una fuente de llanto sofocado
minándome la hirviente calavera, Quin cristall trenca les Hágrimes?
sin encontrar salida a la congoja Quina espasa entre les albes?
cada vez más patente. Y todo niebla. Fina estructura de 1'éxtasi.
Contigo vengo, Dios, porque estoy solo; Calitja de porcellana.
me huyes cada vez, más te me alejas. Perla viva, branca clara,
¿No tienes qué decirme, Dios, qué darme?
entre les ombres mes cándides,
¿No ves, Señor, no ves, Dios, cómo tiembla
catedral de clarianes.
este vaho que se alza de mi vida,
hierbecilla perdida que se hiela? Entre perles de cascada
Encallece mi alma, Dios. Haz dura i diamants implacables,
la mano y la mirada: hazme de piedra. Fagonia de les aures.
Quítame el sentimiento que me escuece.
Borra, Señor, con sol, mi inteligencia.
Déjame en paz, en flor, en roca, en árbol,
en muda, resignada, dulce bestia
caminante con ritmo y sin sentido
por un mundo de instintos e inocencia,
o dame con la luz aquel sosiego
original del prado que apacientas.
286 Concha Zardoya Subida a la montaña 287

A las e n t r a ñ a s llegas de la m a d r e
y al vagido del n i ñ o m á s d e s n u d o .
N a d i e sabe q u e pasas con el viento
CONCHA ZARDOYA y q u e a veces nos cierras las ventanas
o las abres al soplo d e la brisa,
Nació en Valparaíso (Chile) en 1914. Es española. Reside en fiel t r a s u n t o d e T i o sólo huella.
ios Estados Unidos, en cuyas universidades enseña. Obras
publicadas: Pájaros del Nuevo Mundo (1945), Dominio del llan- Por cópulas y besos vas p o n i e n d o
to (1947), La hermosura sencilla (1953), Los signos (1953), ígnea marca de amor, de luz, de m u e r t e .
El desterrado sueño (1955), Mirar al cielo es tu condena (1957), Y t u viajar i n t e r n o p o r las rocas,
La casa deshabitada (1959), Debajo de la luz (1959), Elegías las antiguas raíces y los pájaros,
(1961), Corral de vivos y muertos (1965), Hondo sur (1968).
nadie, Señor, presiente, nadie sabe.

LA HERMOSURA SENCILLA
SUBIDA A LA MONTAÑA
T u s pasos de silencio nadie oye,
ni el aire de t u aliento p o r el m u n d o , C o n este niño subo,
a u n q u e las p u e r t a s abres con u n signo Señor, desde la tierra.
en la noche lustral de ciertos sueños. E s hijo de mi alma,
N o escuchan cómo avanzas p o r el h u m o , u n vivo sueño m í o .
desvanecido gris d e lenta escoria (Quizá será u n a antorcha
q u e e n brazos d e los cielos se disuelve. q u e brille sobre el m u n d o
N o saben q u e T ú fluyes como el T i e m p o . o sólo u n h o m b r e m a n s o ,
A z u l a d a t u sombra, a veces, s u r t e u n corazón sencillo,
de los árboles bellos, de las flores, q u e suavemente m u e r a
exhalando u n aroma delicado, d e s p u é s de quince lustros.)
u n perfume ya j o v e n o vetusto. ¿Los p i n o s de las landas
A las cosas h u m i l d e s t u presencia m u r m u r a n u n secreto ?
incorpora beldad y m a n s e d u m b r e , ¿Preguntan a los aires
sin p r o n u n c i a r u n n o m b r e altivamente, el n o m b r e de mi n i ñ o ?
sin p r e g u n t a r p o r q u é se decoloran. ¿O cantan p o r mi boca
Si T ú 110 fueras aire, las c a m p a n a s los h i m n o s q u e te callo?
n o sabrían sonar. ¿ C ó m o p o d r í a n ? ¿El manantial es música
Si T ú n o fueras luz, ¿cómo los vidrios q u e b r o t a entre las piedras
sabrían imitar la t r a n s p a r e n c i a ? para recreo tuyo,
N o estás sólo en los t e m p l o s , Corzo vivo. o h C o r z o de estas cimas ?
T a m b i é n en las fontanas y en los b o s q u e s , Abajo está la hierba,
en las disueltas sangres d e los lagos, los dulces ternerillos...
en los p u r o s espacios d e las almas. Lejanas, las ciudades
I n m e n s o resplandor y p u r a música, ocultan su amargura.
t e llegas a los h o m b r e s en silencio. L o s h o m b r e s son h o r m i g a s . .
288 Concha Zardoya 289
¿Conducen el arado sin sombra y sin follaje.
o siegan la tristeza? Acaso el niño sea,
Aquí las formas huyen Señor, la florecilla
y sólo reina el viento que sola nazca y muera
que emana de Ti mismo. en esta quieta rama
Graciosas nubes áureas • que a Ti se eleva triste.
valsean delicadas
en torno al ceño duro
de las desnudas rocas ¡MAS A L T O !
que fulgen como espejos. Más alto, amor, más alto.
No hay nieve en este trono,
ni musgo sobre arena. En el cielo, amor, la cita
Granito berroqueño de mis ansias con mis ansias.
nos alza como a pájaros Aquí se quema la dicha
que ansian más altura. sin arder en luz o llama.
¿Qué he de decir al niño, A fuerza de amor, de gozo,
Señor, que te he traído? a ciegas, ir en volandas,
Disueltas las palabras sintiendo el mundo en las venas
perecen en la atmósfera, y el propio ser en las alas.
en este puro mundo ¡Más alta, más, que lo eterno,
que no ha manchado nadie. yazca mi vida mañana!
El sol, reverberando, ¡Por el aire, por el fuego
me quema en la garganta hermosamente impulsada!
¡Más alta, más que los pájaros!
inútiles sonidos.
¡Más, más perfecta que el alba,
¡Oh Dios inexpresable!
surja y resurja en el ímpetu
Por mí las siete testas
de ver a Dios en su calma!
se elevan como gritos
El espacio, a la deriva,
que claman a tu Gloria.
perpetuándose de gracia,
Se exaltan con las águilas,
cruzaré delgadamente
volando al claro espacio
hasta llegar a su nada.
que nace de tu frente. En el cielo, amor, la cita
Como un cordero al niño, de mis ansias con mis ansias.
mi Dios, aquí te ofrezco En el cielo hallar la dicha
con alma silenciosa: que se gasta aquí sin llama.
recíbalo tu Gracia.
No es carne de mi carne.
Es una hojuela tierna
del árbol de mi espíritu
que crece pobremente,
290 Concha Zardoya Gracias, Señor 291

AQUEL SECRETO VALLE


(Elegía a San J u a n de la C r u z ) JOSÉ GARCÍA NIETO
¿Aquel secreto valle
Nació en Oviedo en 1914. Premio Nacional de Literatura.
d e D i o s fluyó su leche y miel m á s dulce Premio Nacional de Poesía de Garcilaso. Premio Fastenrath
para gozo sin n o m b r e de la Academia Española. Obras: Víspera hacia ti (1940),
de t u alma e n t r e g a d a ? Poesía (1944), Versos de un huésped de Luisa Esteban (1944),
Tú y yo sobre la tierra (1944), Toledo (1945), Del campo y sole-
¿ N a c i ó la p r i m a v e r a en gracia tuya ?
dad (1946), Tregua (1951), Primer Libro de poemas. Segundo
¿Perfectos coros, d i m e , Libro de poemas (1951), Juego de los doce espejos (1951), Sonetos
te abrieron el camino d e los cielos, por mi hija (1953), La red (1955), El parque pequeño y Elegía
con hosannas, en círculos, en Covaleda (1959), Geografía es amor (1961), Corpus Christi
y Seis sonetos (1962), Circunstancia de la muerte (1963), La
e n t r e vientos colmados hora undécima (1963), Memorias y compromisos (1966), Ha-
d e éxtasis y lluvias silenciosas? blando solo (1968).
¿Ni u n a n u b e , ascendiendo,
ni u n a s o m b r a azulada se interpuso
e n t r e las hierbas altas GRACIAS, SEÑOR
y las dichas o vuelos
Gracias, Señor, p o r q u e estás
q u e soñabas, ligero corzo en rapto ?
todavía en m i p a l a b r a ;
¿O, p o r ventura, u n pájaro
p o r q u e debajo d e t o d o s
t u subida guió de r a m a en r a m a
mis p u e n t e s p a s a n t u s aguas.
d e u n a cima a otra cima,
Piedra t e doy, labios d u r o s ,
t r a n s p a r e n t e y despierto,
p o b r e tierra acumulada,
delirando quizá celestemente?
q u e t u s luminosas lenguas
¿ Q u é clara maravilla
i n c e s a n t e m e n t e aclaran.
anegó d e h e r m o s u r a inexpresable
T e miro; me miro. Hablo;
la delicada forma
te oigo. B u s c o ; m e aguardas.
de t u ingrávido espíritu?
M e vas gastando, gastando.
¿ Q u é resplandor colmó d e luz t u s llagas?
C o n t a n t o a m o r m e adelgazas
Sin t e m o r , en el p e c h o
q u e n o siento q u e a la m u e r t e
d e D i o s P a d r e te s u m e s ya p o r siempre.
m e acercas...
Y la final belleza
Y sueño...
d e sus i n m e n s o s ojos
Y pasas.
enciende con su A m o r t u noche oscura.

H o m b r e , t e vas q u e d a n d o m u d o
c u a n d o conoces las palabras.
N o t e dicen lo q u e decían
allá en el aire de t u infancia ¡
292 José García Nieto La red 293
cuando, en lucha por poseerlas
y no tenerlas encerradas,
ibas del corazón que pide LA RED
hasta los labios que proclaman. (II)
Pero te vas quedando mudo
de conocerlas, de apresarlas, Se puede andar, y respirar, y, un poco
de mezclarte, tú que eres tierra, más difícil, pero también yo puedo
con su antigua, celeste gracia, sentir como una sombra y como un miedo
de repartirlas como lluvia por esa misma sombra. Y la provoco
entre los surcos de tu alma cuando no acude. ¡Oh Dios!; el hilo toco
y ver tan lejos la cosecha, de tu trama. Bien sabes que me enredo
tan repetida la jornada, si trato de escapar. Y con el dedo
de sol a sol tus campos yertos, me sigues... ¿O no hay nadie?... Gira loco
y de silencios acechada
mi corazón sin norte. ¿Qué oscurece
tu soledad donde no encuentras
más música que la que hablas. tu presencia?... Yo puedo andar. Parece
Hombre, te vas quedando mudo, que respirar también. Pero la parte
y tenías sólo palabras. de la sombra... Ilumíname. Descubre
¿Qué llevarás al Dios que espera tu tejido final... La tela cubre
y va acortando tus distancias... ? mis ojos. Y estoy ciego por amarte.

EL HACEDOR LA RED
(III)
Entra en la playa de oro el mar y llena
la cárcava que un hombre antes, tendido, T ú y tu red, envolviéndome. ¿Tenía
hizo con su sosiego. El mar se ha ido yo un ciego mar de libertad, acaso,
y se ha quedado, niño, entre la arena. donde evadirme ? ¿O era breve el vaso,
y más corto mi trago todavía...?
Así es este eslabón de tu cadena
que como el mar me has dado. Y te has partido No podía ser otro; no podía,
luego, Señor. Mi huella te ha servido siendo tuyo, escapar. Tu cielo, raso,
para darle ocasión a la azucena. sin ventana posible. Y, paso a paso,
yo midiendo mi celda cada día.
Miro el agua. Me copia, me recuerda.
Y, sin embargo, libre. ¡Oh Dios! Qué oscuro
No me dejes, Señor; que no me pierda,
mi pecho está junto a tu claro muro,
que no me sienta dios, y a Ti lejano...
contándote las penas y las horas,
Fuimos hombre y mujer, pena con pena, sabiéndose en tu mano. ¡Red, aprieta!
eterno barro, arena contra arena, Que sienta más tu yugo esta secreta
y sólo Tú la poderosa mano. libertad que yo gasto y Tú atesoras.
294 Gerardo Rosales Noche sombría 295

Tus firmes latigazos


en mi nuca,
tu brutal empellón
GERARDO ROSALES en el centro del alma,
me han ido a derribar
Nació en Granada (1915). Murió en Granada (1968).
Obras: Poema de Yavé (1964), Paisaje íntimo (inédito). como una bestia herida.
Pero yo te buscaba, Señor;
BÚSQUEDA yo te buscaba
. . . y se puso en camino sin desde el triste trapecio
saber a dónde iba (Heb 11,8) de mis días de trabajo sin fruto,
temblando como un niño,
Ni un pájaro en el bosque, Señor; con el miedo ancestral
tan sólo sombras a la Vida, a la Noche, a la Nada.
y algo que no quiere morir
entre las ramas. Pero yo te buscaba,
sin encontrar jamás
Sombras en mí la palabra encendida de caridad
y alrededor de mí, que me llevara a Ti.
y el rudo golpear de tu mano Pero yo te buscaba.
en mi espalda.
Las aguas que dormía, N O C H E SOMBRÍA
las poderosas aguas, Puso en derredor suyo tinieblas
se han vuelto turbulentas por velo (2 Sam 22,12).
y amenazan con inundarlo todo,
Como una mano amiga
ahora que yo escuchaba
me acunaba aquel vértigo,
la voz del viento amigo,
el indecible vértigo
su monótona queja
de penetrar tu esencia.
entre las ramas.
Por el bosque sombrío,
En medio de las sombras
guarida de la Muerte,
hay un hombre
junto al espacio abierto,
que se volvió de espaldas
me detuvo tu voz.
hacia su antiguo corazón
y se desgarra Era tu voz amiga,
caminando sombrío junto a una luz difusa...
en la noche del alma.
Luego, sólo el silencio oscuro,
Sombras en mí la espera desgarrada,
y alrededor de mí, la tiniebla en el bosque,
y el rudo golpear de tu mano y un grito desvalido
en mi espalda. que no espera respuesta.
296 Gerardo Rosales
Oración polos parvos 297
Hostil, siniestro, solo,
un hombre se ha enfrentado La tierra faltará bajo tus pies,
con el ciego peligro hechos de noche y cielo,
de la noche sin límite, y tu voz ancestral,
y una canción de cuna que quema y estremece,
estremece el espacio. entonará canciones
del principio del tiempo.
Dulce noche sombría,
desesperada noche. Con tímida amenaza
me besarás la frente
Poblaban los árboles del bosque
con tus labios de hielo,
ojos amigos,
y partiré contigo
desconocidas fuerzas
al Más Allá sin nombre,
preñadas de ternura...
para abrazar, al fin,
No me acompaña ahora el fuego fugitivo
tu dulce mano amiga. de todo cuanto amé.
¿He de quedar por siempre
perdido entre las sombras A 1 M ás Allá sin nombre,
que pueblan mi vida de fantasmas?... donde soñar y ser
se funden en amorosa llama
con todo lo que nunca tuvieron,
ACEPTACIÓN por siempre liberados
de esfuerzos y de lágrimas,
. . . y e / mismo Dios será con
ellos, y enjugará las lágrimas de de carne, espacio y tiempo.
sus ojos, y la muerte no existirá
más ni habrá duelo, ni gritos, ni
trabajo, porque todo esto es ya
pasado (Ap 21,3-4).
Penetrarás por la ventana, CELSO EMILIO FERREIRO
por la misma ventana
que habré dejado abierta. Orensano, de Celanova (n.1914). Obra poética: Cartafol
de Poesía, O sonó sulagado, Al aire de tu vuelo, Bailadas, can-
Quedarás encogida tigas e donaires, Longa noite de pedra.
sobre las blancas sábanas
y clavarás en mí
tus penetrantes ojos ORACIÓN POLOS PARVOS
de oscuro centinela,
mientras me cuentas algo Señor Dios, ten piedá dos probes parvos
de la región en sombras, que non sabemos ren de xeometría
donde vives temblando, i embobados na música celeste
temerosa de que no te comprenda. esquecimos a fórmula
do binomio de Newton.
298 Celso Emilio Ferreiro O verme i a estrela 299
Irnos andando a trancas e barrancas
adeprendendo as cousas tristemente
por iste mundo adiante que fixeches
en sete días só, según os libros.
JOSÉ MARÍA DÍAZ CASTRO
Eu son un pouco parvo, ben comprendo. Mindoniense (1914-1971). Filósofo. Lingüista. Obra poé-
Nunca poiden saber para qué sirven tica: Nacida de un sonó, Nimbos.
moitas cousas escuras que consintes.
Humildemente quixen preguntar
preguntas pequeniñas coma seixos TRANSFIGURACIÓN
sobre os grilos que cantan incansábeles
Sinto ás veces as horas nos meus hombros
e os amores dos peixes,
e digo que me pesan como un reino.
pero sempre chegaban unhos homes
Eu pensó no teu Reino que non é deste
carregados de textos mundo, i entón parécenme as miñas horas
e mazacotes grises sapientísimos, alas, Xesús, i escuma sobre a mar.
con datas rigurosas, datos certos,
horribelmente certos, abafantes.
Mais ninguén me decía dos paxaros, O VERME I A ESTRELA
dos cavados, das froles, de esas nubes
que pousaches, Señor, sobre o meu teito. Esta sede infinita de pureza
Perdóanos, Señor, tanta parveza ausoluta, esta sede de xustiza
e ten piedá de nos, dos probes parvos que nos queima, esta sede de beleza...
que andamos os caminos das estrelas baixo as alas de pedra da preguiza
eos olios alcendidos i a paga do pecado en cada esquina
na bebedeira tépeda das fábulas. i a herbiña sobre a foia i a ruina...
E cando chegue a hora do Xuicio Esta sede de lus, méntrelo vento
á tua veira lévanos eos nenos, da morte zúa darredor das cousas
eos santos inocentes, eos velliños, que están no noso corazón, cincento
e déixanos seguir ollando ó ceo, sopro que arrinca os días, queima as cousas
modelando no vento doces soños, mais íntimas, e barreas como a auga...
como Tí fas, Señor, dende o Principio. A Lus do mundo é a que arde nunha bágoa.
300 Blas de Otero 301
'.erena verdad

Manos de Dios hundidas en mi muerte.


Carne son donde el alma se hace llanto.
BLAS DE OTERO Verte un momento, ¡oh Dios!; después, no verte.
Llambria y cantil de soledad. Quebranto
Nació en 1916 en Bilbao. Obras: Cántico espiritual (1942),
Ángel fieramente humano (1950), Redoble de conciencia (1951),
del ansia, ciega luz. Quiero tenerte,
Pido la paz y la palabra (1955), Anda (1958), En castellano y no sé dónde estás. Por eso canto.
(1960), Que trata de España (1964).

S A L M O POR EL HOMBRE DE HOY


HOMBRE
Salva al hombre, Señor, en esta hora
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte, horrorosa, de trágico destino;
al borde del abismo, estoy clamando no sabe a dónde va, de dónde vino
a Dios. Y su silencio, retumbando, tanto dolor, que en sauce roto llora.
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Ponió de pie, Señor, clava tu aurora
¡Oh Dios! Si he de morir, quiero tenerte en su costado, y sepa que es divino
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo despojo, polvo errante en el camino;
oirás mi voz. ¡Oh Dios! Estoy hablando mas que tu luz lo inmortaliza y dora.
solo. Arañando sombras para verte.
Mira, Señor, que tanto llanto, arriba,
Alzo la mano, y tú me la cercenas. en pleamar, oleando a la deriva,
Abro los ojos, me los sajas vivos. amenaza cubrirnos con la Nada.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
¡Ponnos, Señor, encima de la muerte!
Esto es ser hombre: horror a manos llenas. ¡ Agiganta, sostén nuestra mirada
Ser—y no ser—eternos, fugitivos. para que aprenda, desde ahora, a verte!
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

SERENA VERDAD
ESTOS SONETOS
Hay un momento, un rayo en rabia viva,
Estos sonetos son las que yo entrego entre abismos del ser que se desgarran,
plumas de luz al aire en desvarío; en que Dios se hace amor, y el cuerpo siente
cárceles de mi sueño; ardiente río su delicada mano como un peso.
donde la angustia de ser hombre anego. Hemos sufrido ya tanto silencio,
hemos buscado, a tientas, tanto; estamos
Lenguas de Dios, preguntas son de fuego tan cubiertos de horror y de vacío,
que nadie supo responder. Vacío que, entre la sombra, su presencia quema.
silencio. Yerto mar. Soneto mío, Grandes dolores, con su hambre inmensa,
que así acompañas mi palpar de ciego. nos comieron las ansias; mas ninguno
302 Blas de Otero Nueva primavera 303

es como tú, dolor de Dios: león


del hombre; hambre inmortal; sed siempre en vilo.
Pero, de pronto, en un desmayo íntimo, ,. FRANCISCO GINER DE LOS RÍOS
en un instante interno, eternizado,
nace el amor, irrumpe, nos levanta, Nació en Madrid en 1917. Desde 1953 trabaja en las Nacio-
nos arroja en el cielo, como un mar. nes Unidas. Primero en México y actualmente en Santiago de
Somos pasto de luz. Llama que va Chile, donde reside. Obra poética: La rama viva (México
vibrando, en el vaivén de un viento inmenso; 1940), Romancerillo de la fe (1941), Pasión primera (1941), Los
laureles de Oaxaca (1948), Jornada hecha poesía (1934-1952),
viento que sube, arrebatadamente, Poemas mexicanos (1958), Llanto con Emilio Prados (1962),
entre frondas de amor que se desgarran. Poemas y elegías españolas (1967).

Y este río que pasa siempre y nunca,


y esta selva ignorada que me acoge, NUEVA PRIMAVERA
son, sobre abismos milagrosos, sueños
¡Qué hermosura callar!
de Dios: eternidad que fluye y queda.
¡Qué limpias voces
Busqué y busqué. Mis manos sangran niebla,
cantando a un Dios que busco
troprezaron en Hambrías y galayos,
en el silencio!
se me abrieron, llagaron de infinito,
Campanas en la noche,
pero todo fue en vano: Te evadiste.
campanas a las tres,
Llegué a odiar tu presencia. Odiemos, dije,
entre un rocío que sube
al Inasible. ¡Ah, sí! Pero el suplicio
hasta este casi cielo
se hizo mayor. Mi sed ardía sola.
que me habita
Como una ola, me anegaste Tú.
y en que duermo esta noche.
Y fui llama en furor. Pasto de luz, Despertándose está
viento de amor que, arrebatadamente, la luz más escondida, .
arrancaba las frondas y las iba
la voz perenne
subiendo, sí, subiendo hasta tu cielo.
que ayer me abandonaba
Allí, mecidas, en vaivén de céfiro,
y que ahora
en finísima luz y aguas de oro,
es campana otra vez
gozan la paz, parece que te miran,
entre campanas.
¡oh serena Verdad!, con mis dos ojos... ¿Dónde, dónde está Dios *
esta noche de Dios
sobre la hierba?
304 Francisco Giner de los tos romances de San Ángel 305
toda la noche callada
LOS ROMANCES D E SAN Á N G E L en que Dios está presente.
Su dedo lento y seguro
Esta noche de Dios canta dibuja la noche leve,
entre las hojas desnuda, y descuelga desde el cielo
y tiembla sobre mi frente su misterio omnipresente.
una encendida hermosura Aquí me estoy, aquí abajo,
que es no sé qué de callado, con la noche que ya viene.
de clara palabra muda. Con el sol se van mis ojos,
Pero Dios no está en la noche y siento que Dios se mueve
ni su esencia dulce y una entre las hojas del árbol,
está en la luz que le brota temblando sobre mi frente.
al prado de su verdura. Cuando despierto del sueño,
Como un terrible diamante, sueña la noche y se vierte
la noche refulge pura por el agua de los prados
hacia esa escondida fuente
en esta piedra que aguanta
en que el agua sola canta
toda mi triste amargura.
una canción que no muere.
¿Dónde está Dios esta noche
Sobre el valle, entre la noche,
de Dios? Esta hermosura
muerto el sol, alta la nieve,
¿viene de dónde y a dónde
parece que lo he encontrado
abrevará su ternura?
lentísima y dulcemente.
# # # # * *

La tarde cae sobre el valle La Hora se desliza


lentísima y dulcemente. en sus luces finales
Hay un sol que ya se marcha y los ojos descansan
junto a la noche que viene sobre la ciega tarde.
y deja rosado al Popo, Hay una nube quieta
todo dormido en su nieve. y hay un sol sin detalles
Es una hora bien tierna, que rompe en la ventana
de una ternura solemne sus últimos cristales.
en que parece que Dios Me quedo en el silencio
sobre las nubes se mueve. de la flor y los panes,
El silencio se hace ancho, del milagro del árbol,
todas las luces se mueren del cielo y del paisaje.
y bajo un cielo ceniza, Nada corre en el alma
dulce y lentísimamente, y el recuerdo es un valle
me voy con el sol al monte en que duerme la pena
y al valle vuelvo y me cierne un sueño de encinares.
306 Francisco Giner de
'Prisión total 307
(Aquellos que perdió
\
un día el caminante.)
Sólo esta luz importa
en los ojos impares
PURA VÁZQUEZ
que Dios me entregó ayer
para que lo explicase. Nació en Orense (1918). Maestra. Obras: Peregrino de amor
(1943), Márgenes veladas (1944), En torno a la voz (1948),
Y si esta luz es Dios, Desde la niebla, Intimas, Maturidade, Tiempo mío, Columpio
y si Dios es la tarde, de luna a sol, Madrugada fronda (1951).
¿por qué esta angustia quieta?
¿Por qué la voz cobarde DIOS
no se levanta pura
para manifestarle? Detrás estabas Tú, alzándote en la niebla
Un alborozo tiemblan del mundo anonadado. Como una certidumbre
mis venas y mi sangre que muriese a su orilla, entre dos tempestades.
y en alma se traduce Detrás, con tu misterio, halo recio del aire
y en vilo de este aire metiéndote en mis huesos, calándome, crujiéndome.
que no mueve las hojas Yo te sentía ardiendo sobre mis laberintos,
sobre un cielo que arde. atada al yugo duro de los días, mordientes,
Todo canta su alma con nostalgia de Ti, tan hondas traspasándome,
y nada se deshace. que azul el corazón, como Tú, se me abría.
Hay un presente entero ¡Oh Dios, qué horas oscuras sin Ti, desconociéndote,
:
plantado entre la tarde, sin luz, sin horizontes, nadando entre dos olas,
y florece la tierra inmensa entre la nada huérfana de tu nombre...!
todo un claro mensaje Pero T ú estabas siempre detrás, entre la niebla,
que recogen mis ojos más allá de la furia crecida de los hombres.
y en mi pecho se esparce. Tan sobre la hermosura encendida del mundo,
No hay ayer ni mañana. que te grababas sólo en tu órbita infinita.
Sólo canta esta tarde
su presencia absoluta.
El presente me invade. PRISIÓN TOTAL
Me deslizo con él ¿Por qué, Señor, me duele este acabado mundo
en las luces finales donde toda presencia de belleza se vende
de esta hora que muere y es como un reino turbio de incoloras arenas
y que muriendo nace. donde cunde el desánimo o reluce la ira?
Sobre el silencio dulce, Un tiempo acorralado nos cerca en certidumbres
sola, inmensa, la tarde, ', de costumbres y sombras en sucesivas olas;
tarde mía y de Dios, nada queda en la orilla de los hondos caminos,
tarde presente y grave. ' " sólo una leve huella que va apagando el polvo.
¿Perdurarán los gritos? ¿O se ahondarán las patrias
en la cumbre bruñida de cielos implacables?
308 Pura Vázquez
Distante plenitud 309
¿Se mantendrá en latido sobre el rumor y el llanto
arraigada en remotos paraísos,
de esto tan frágil, vano, a que llamamos Vida? mi nave, mi camino, mi morada.
Porque me duele todo, Señor, dame tu nombre Te desconozco, Dios. Eres arcano.
para sentir su rosa renacida en las manos, Divina pesadumbre que me aplasta.
para que el pan se alegre, y se encienda la entraña Me llueves amargura, incertidumbre,
en otra intacta sangre más honda y más reciente. deseo enraizado en lo infinito.
Apágame los mitos, las fábulas radiantes Vengo desde tu aurora, sostenida
que te velan y atan tu esencial armonía. de eternidad. Soy flecha y trayectoria,
Ábrete en mil vertientes que aneguen con su espuma y el centro de mi angustia es mi destino.
este metal caduco que cada día muere.
Porque me duele todo con cansancio de herida,
y crujo en cien mil muertes oscuras y diarias; DISTANTE PLENITUD
porque nada responde cuando llamo y pregunto, I
porque nada contiene tu verdad, te la roban,
y me asomo a un vacío que llaman Paz y es guerra Yo sostenida en Ti por el arrimo
solapada y latente que en dolor se resume. de tu luz, como nube, tallo o rama.
Porque todo se pierde en destinos de sombra Yo, caliente bullir; Tú, suave llama,
y nos manchan el barro y la flor y la brisa, donde me abraso y muero y me redimo.
y todo son pañuelos de náufragos temblando Yo torrente del ansia me aproximo,
entre una inmensa ciénaga que nos cubren con ramas alborotada voz que ruge y clama,
Apágame el tumulto de mi pecho que clama pecho desierto, sed que me derrama
por la dulce belleza, por la inocente sangre, segura por el cauce donde gimo.
por la verdad tan alta que la crueldad nos ciega-
T ú encendiendo la aurora con la estrella,
por un más justo ensueño y un símbolo más puro'
y el júbilo del aire, y la centella
sin engaños, mintiendo sustanciales conceptos.
y el polvo que nos diste, y el estruendo
de este turbión rotundo y encrespado.
NOSTALGIA D E DIOS Yo asida a Ti, infinito Dios, tremendo
y oculto Dios, Dios dulce, inalcanzado.
Trágico paso a caminar me lleva
de mi sombra a tu luz.
II
De mi luz a tu sombra.
Rompo mis lazos. Parto T ú me quieres vencida, desgarrada,
de mis tinieblas, de mi oscura noche sin vida y sin palabra. Tan vencida,
—• ¡oh Dios!—, hacia el principio de la Vida que sólo a Ti me enlazará la vida,
donde tu claridad cantó tu nombre y a toda humana flor seré cerrada.
entre ángeles lucientes, sobre el caos, Abatida por Ti y arrebatada
antes de las edénicas visiones el alma, el cuerpo. Víctima suicida
que te yerguen sombrío entre la bruma. sin lucha ya, sin grito, sin partida
Ciego Dios de tristeza... Es mi nostalgia para ganar, exhausta, limitada.
310 Pura Vázquez
Atardecer 311
Tú me quieres arcángel, llama viva
para tu amor, transiéndome cautiva ¡Qué mundos de distancias cegos de luz, repechos
en tu cárcel, trasunto de tu cielo. de dedos apertados ós sendeiros anónimos
das cidades vacías de noitámbulos ventos!
T ú me quieres divina... ¿Por qué humana Nada. Perdido o tempo nun largacío outono,
me has sacado del barro, sombra vana, espida a barca loira do mencer. Desfollado
sólo mujer, sin alas, sobre el suelo? nunha lufada amarga o efímero deseio...
Nada. Lembranzas soio, espallando pequeñas
III margaridas sin cheiro na indelébel saudade
do laberinto canso... ¡E volteime sumisa,
¿De qué rastros o signos, de qué leves recobrando o silenzo onde ficara a vida,
heridas voces, sigilosa nueva? tan de lonxe, topándome, arela, axil, perdida
¿De qué dulce latido se renueva na pecha noite, soia a néboa de Deus!
ese rumor que a su candor le llueves ?
Arremete la voz con que le mueves,
¡oh Dios!, y claro viento le releva. VICENTE GAOS
Es un blando gemir entre la gleba,
un remover sin tino entre las nieves. Nació en Valencia (1919). Obra poética: Arcángel de mi no-
che (Premio Adonais, 1944), Sobre la tierra (1945), Luz desde
La fuente mana y mana. Y no sabía el sueño (1947), Poesías completas (1959), Mitos para tiempo de
incrédulos (Premio Agora, 1963), Concierto en mí y en vosotros
sentir que su rumor me requería (1965).
el corazón, rondándome, seguro.
ATARDECER
Yo ardiéndome rondaba, sostenida
en mi porfía humana... Allí escondida ¡Oh bienestar en el poniente!
¡Qué cerca estamos del secreto
—Amor—, junto a mi pecho, allí en lo oscuro.
velar de Dios, vivo y despierto!
¡Qué cerca estamos de la muerte!
NOITE ¡Qué abandono dulce, qué triste
júbilo ver cómo las cosas
Gaíume sobre os olios a pecha voz da noite, en el trasluz se hacen más hondas,
e funme caminando... Topéi mundos estranos y la benigna noche aflige
onde Deus era néboa, nome non escoitado, el corazón. Sazón de siglos
térra onde non chegaban as augas. Sombras soio. que se dispersan en lo oscuro,
Maus como azas ían a voar polo escuro, porque la noche es su fin último
comidas pola ausenza da luz. Pola imprevista y en ella encuentran su destino!
hora de cote triste no esprito pendurada. ¡Paz infinita! ¿Nos dormimos
Loceiros, mortas lúas, ronseles de lonxanos en Dios, despierto? Sí, atardece.
horizontes non vistos caíanme ñas pálpebras, ¡Oh Dios inmenso, gran Dios íntimo,
e unha soidá sin trégolas afogaba os caminos tan hondamente transparente!
¡ouh, corazón da noite!—, latexándome dentro. ¡Qué cerca estamos de la muerte!
312 Ómnibus vitae 313
Vicente
Mas yo te prefiero
DIOS M I Ó así, así sin más,
razón de mi entraña,
No te pido luego, raíz de mi mal,
no, no quiero luego, todo sombra y sueño,
para verte aún más, nocturna verdad.
una luz sin sombras, ¡Ciégame del todo
una luz total. en la eternidad!
Me basta con esta
dulce claridad
con que te revelas ÓMNIBUS VITAE
en el mundo ya.
Entre luz y sombra Heureux péle-méle.
pécheurs et saints.
te evidencias más. (CHARLES PÉGUY)
Amo tu sombría
y humana mitad. Ómnibus: Para todos.
Te quiero en lo oscuro. Mejor que aquella arca
Así, tu verdad que sólo salvó al justo
es más honda y buena del castigo del agua
que de par en par. universal. Mejor
Más íntima. Te amo que la fúnebre barca
en la soledad de Caronte, quasi-omnibus,
de mi pecho vivo, en que casi naufragan
en mi sangre estás, los mortales. Mejor.
por mis venas corres Para todos. Ven, vayan
ciego de ebriedad. todos en él, vayamos.
Dios en mis entrañas, Un viento nos arrastra...
qué interioridad Viento, corceles, manos,
plena de luz sorda. gran primavera blanca
Canta, canta ya, del huracán. El látigo
corazón, que eres de Dios sobre la espalda
vagamente igual nuestra, junta, sumisa.
a un pájaro, ebrio ¡Oh carro inmenso!, cada
por la luz solar. hombre en él, en su puesto,
No sé si en el cielo en fraternal octava
que nos has de dar el mundo. Todos juntos.
no habrá ya misterio, Rueda siempre rodada
si al fin te verán la existencia. Y sin ver,
los ojos mortales hasta el fin, la distancia
todo luz y paz. que queda todavía
314 Vic¡ Mi creación 315
por recorrer. Es larga tardes -—así la vida—.
la vida. Vita longa, ¡Oh tantas, tantas, tantas
ars brevis. No nos basta tierras tristes, desnudas,
detener un instante el cielo en la mirada...!
la vida que se escapa omnes, ómnibus, omnia,
—brioso corcel— hermosa- todos, con todos, cada
mente, un día, apresarla
cosa; omnium, de todos,
entre las manos crueles,
al final de la marcha,
mágicamente sabias
dinos, ¡oh Dios!, que a todos
del poeta, entre todas
acogerás, que nada
vanas y solitarias.
se perderá, Dios mío,
...,._ Ars brevis, vita longa.
al llegar la llegada.
Optimus quisque, calla.
:
' Ómnibus cum eundum
est, sin preguntar nada.
MAS Q U E E T E R N O v,.
Eundum est qua itur.
Por donde todos vayan ¡Ansia de eternidad! Señor, ¿acaso . .
ve también tú, poeta. no es suficiente ya con esta vida,
Las noches, las mañanas con esta hermosa noche concedida,
claras, luego el poniente límite entre tu aurora y nuestro ocaso?
absoluto, las claras
mañanas otra vez, ¿Si la luz de esta noche en que me abraso,
las noches... ¿Dónde para- si el fuego en que mi sangre está encendida
remos al fin? ¿En dónde no colman mi ambición en su medida,
detendremos la marcha? dime qué tierra medirá mi paso ?
Árida es la llanura
¿Qué cielo exigiré para mi frente,
y hemos de galoparla
qué luz para mis ojos y qué fuego
sin preguntarle a Dios
para este corazón tan vehemente ?
a dónde nos arrastra
en el inmenso carro. Será inmortal. ¿Y alcanzaré el sosiego?
Hemos de galoparla ¿La eternidad será, al fin, suficiente?
omnes, ómnibus. Todos, No, siempre, siempre pediré más, luego.
y con todos. ¡Qué larga
es la carrera, ómnibus,
para todos, qué larga! MI CREACIÓN w
Después de haber, unidos,
atravesado tantas ¡Ay, ambiciosa lengua que quisiste
dar luz, con tu palabra creadora
noches con tantos días,
a la entraña del mundo abrasadora!
tantas mañanas, tantas
¡Ay, qué poco, qué poco conseguiste!
316 José Luis Hidalg
Amanecer 317
Quisiste darle luz, sólo le diste
leve penumbra que tu luz ignora.
¡Oh mundo no alcanzado y pobre aurora, ESTA N O C H E
y empeño en que, tenaz, te destruiste!
Si en la noche de Dios yo me muriera
Cosa imposible fue, rebelión mía,
y el mundo de los vivos yo dejase,
intento de negar a Dios y al mundo,
qué triste sonaría entre los hombres
relámpago infeliz, ángel caído.
el ruido de mi alma al derrumbarse.
Yo no sabía, no, yo no sabía En la noche desnuda se alzarían
que sólo Tú, con tu callar profundo, los pájaros divinos, y en el aire
dabas al universo su sentido. sus alas romperían el durísimo
silencio de los siglos que en él yace.
Sólo un viento furtivo cruzaría
el aliento de un niño cuando nace.
Niña el alma elevándose, muriendo
JOSÉ LUIS HIDALGO al encontrarse viva sin su carne.
Nació en Torres (Santander) en 1919 y murió en Madrid en Y la noche, la noche, las estrellas
1947. Obra: Raíz (1943), Los animales (1944), Los muertos impasibles brotando eternidades,
(1947). Murió cuando se estaba imprimiendo este último libro. y la mano de Dios inmensamente
abierta, temblorosa y esperándome.
M U E R T O EN EL AIRE
Murió en el aire cuando estaba Dios AMANECER
más cerca de su ser, cuando la tierra
no sentía su peso y le llamaba Cuando los ojos de Dios se abren
con su mano rugosa entre la niebla. amaneciendo por la tierra
Venció el Señor. Murió en la zona pura y sobre el mundo de los vivos
donde el odio es amor y la tristeza se derrama su transparencia,
parece azul, porque los hombres, lejos, yo abro los míos para todo
dejan sola la luz de las estrellas. y en todo veo su belleza;
Alta tumba, sin música ni roces, y comprendo que si he nacido
donde el silencio nace y sólo tiembla es porque El quiere que así sea.
cuando el latir de un corazón se para Mi alma entera se desnuda
y a su eterno vivir el alma vuela. de la materia en que está presa
Murió en el aire, cuando estaba Dios y una luz pura me traspasa
más cerca de su ser, cuando la tierra y como un agua azul me anega.
no sentía su peso y le llamaba Agua de siglos, me has llegado
con su mano rugosa entre la niebla... del fondo ciego de su alberca.
Luz incesante que de El brotas
para los hombres, agua eterna,
318 José Luis Hidalgo
Dios en la piedra 319
ya me he mojado y he bebido
hasta saciar mi sed inmensa.
Pero velaba Dios desde la altura. DIOS EN LA PIEDRA
Cuando mis manos tocan
la roca dura y ciega,
M A N O D E DIOS
te siento en mí, Señor,
La noche era tan larga que todos la olvidaron, toco tu permanencia
y de pronto en el cielo brilló tu mano ardiendo y ya no dudo más
como una luna roja que hasta la tierra baja de que en el mundo seas.
y nos toca la frente hundida en el silencio. Más que palpar, me mojo
Desde entonces te siento, Señor, ya tan lejano, la mano en una brecha
que no sé si es que existes o fuiste sólo un sueño; de tu carne, en tu fría
porque quise saberte, Señor, quise tocarte, presencia verdadera...
al ver sobre mi vida toda tu luz cayendo. Pero ¿te tengo, Dios?
Señor: ¿por qué encendiste con tu fulgor terrible ¿Eres sólo materia?
la pura noche negra que oculta mis secretos ? ¿Será tu cuerpo eterno
¿Por qué no me dejaste como la piedra, inerte, esta lívida piedra?...
eternamente blanco, eternamente muerto? Ha llegado un temblor
sin luz, como la niebla.
Siento que vibras, hondas
T E BUSCO ráfagas me golpean...
¡El Tiempo! Es lo que late,
Déjame que, tendido en esta noche,
rompe la permanencia
avance como un río entre la niebla
y todo se encamina
hasta llegar a Ti, Dios de los hombres,
a su forma perfecta.
donde las almas de los muertos velan.
Señor: ahora te toco,
Los cuerpos de los tristes que cayeron
te toco, sí. Me quemas.
helados y terribles me rodean;
como muros encauzan mis orillas,
pero tengo desiertas mis riberas.
Yo no sé dónde estás, pero te busco,
en la noche te busco y mi alma sueña.
Por los que ya no están sé que Tú existes
y por ellos mis aguas te desean.
Y sé que, como un mar, a todos bañas;
que las almas de todos T ú reflejas,
y que a Ti llegaré cuando mis aguas
den al mar de tus aguas verdaderas.
320 Rafael Morales Los niños muertos 321

INVOCACIÓN A L SEÑOR
RAFAEL MORALES Danos tu luz, Señor, para esta pena,
Nació en Talavera de la Reina en 1919. Obras: Poemas del corta de tu jardín tanta agonía,
coro (1943), El corazóny la tierra (1956), Los desterrados (1947). tanto oscuro dolor, la sombra fría
Canción sobre el asfalto (1954), Antología y pequeña historia de que al corazón del hombre ciega y llena.
mis versos (1958), La máscara y los dientes (1962), Poesías com-
pletas (1967). Aniquila, Señor, corta, cercena
esta angustia del hombre, esta porfía;
LOS ATEOS danos, Señor, tu corazón por guía,
tu sangre que enamora y enajena.
Buscan entre la niebla, entre la angustia
buscan la luz para su entraña ciega Mas si el sufrir, Señor, es merecido,
y hunden su corazón lleno de luto no nos quites ni el llanto ni el lamento,
en una inmensa y sideral ausencia. ni el amoroso corazón herido.
Ausencia son y soledad sin límite, Pero danos también como sustento
ausencia descarnada que les llena, tu corazón, tu vida, tu latido,
ausencia como un perro que les come, tu divino calor por alimento.
ausencia nada más, tan sólo ausencia.
Dolor tan sólo, sí, tan sólo angustia;
su carne es soledad que no se puebla, LOS NIÑOS M U E R T O S
labios locos de sed que se levantan
resecos de ilusión en la tiniebla. La ilusión hecha carne, la ternura,
¡Angustia de las almas, de la carne el temblor de la aurora, la inocencia,
y de sentir que el corazón es tierra! la piel tranquila, casi luz, ventura,
¡Ay, angustia de Dios, del Dios que falta apagaron de pronto tu presencia.
en sus ardientes, solitarias venas! Todo cayó. Sobre la piel templada,
Pobres hombres sin Dios, ellos le buscan frío celeste no cuajó amarillo;
pudriéndose en dolor y en la blasfemia, la vida se apagó. La madrugada
mientras la tierra miran y la sienten flota en los ojos sin color, sin brillo.
como honda loba pasional y hambrienta. Para alta rama que se eleva pura
Ven la nada crecer, la ausencia palpan iba la frente en tierno movimiento;
entre la carne que a su Dios no encuentra. ansia de vida, chorro de ternura...
Miran bajo sus pies, huir no pueden... tesoro fue del inclemente viento.
La tierra helada, indiferente, espera... Apenas si las manos..., si la boca...;
apenas si los ojos..., la mirada...
Todo, Señor, nacía, y ya es la roca,
es la roca, Señor, la tierra helada.
¿Por qué fue desterrada la azucena,
por qué la alondra se quedó sin vuelo?
Hint en la baaia
322 Gloria Fuertes Tracoma por el alma 323

en la espiga, e n el pecho,
en t o d o s los q u e son b u e n o s .
P a d r e q u e habitas en cualquier sitio.
GLORIA FUERTES D i o s q u e p e n e t r a s en cualquier h u e c o .
T ú q u e q u i t a s la angustia, q u e estás en la t i e r r a ;
Nació en Madrid en 1920. Obras: Isla ignorada (1950), An-
tología y poemas del suburbio (1954), Canciones para niños (1952), P a d r e n u e s t r o q u e sé q u e t e vemos,
Aconsejo beber hilo (1954), Villancicos (1955), Pirulí; Versos los q u e luego te h e m o s de ver,
para jovenzuelos (1955), Todo asusta. Primera mención del d o n d e sea, o ahí en el cielo.
concurso internacional de Poesía (Caracas 1958), Ni tiro, ni
veneno, ni navaja (1966), Poeta de guardia (1968).

OTROS POBRES
O R A C I Ó N
H o y m e entristecen otros p o b r e s .
Q u e estás en la tierra, P a d r e n u e s t r o ,
D a n p e n a los m e n d i g o s ,
q u e te siento en la p ú a del pino,
los m e n d i g o s d e letras,
en el torso azul del o b r e r o ,
los m e n d i g o s d e d u d a ,
en la n i ñ a q u e b o r d a curvada
los m e n d i g o s de ciencia,
la espalda mezclando el hilo en el d e d o .
ésos sí q u e d a n pena.
P a d r e n u e s t r o q u e estás en la tierra,
L o s q u e n o tienen nada,
en el surco,
d u e r m e n a pierna suelta,
en el h u e r t o ,
en u n banco, en el p u e n t e ,
en la mina,
b e b e n en la taberna,
en el p u e r t o ,
d i c e n : ¡Dios se lo p a g u e ! ,
en el cine,
se rascan u n a pierna,
en el vino,
se c o m e n u n t o m a t e
en la casa del médico.
y parecen profetas.
P a d r e n u e s t r o q u e estás en la tierra,
M e n d i g o es el q u e d i c e :
d o n d e tienes t u gloria y t u infierno
¿Y si D i o s n o existiera?
y t u limbo q u e está en los cafés
5
d o n d e los p u d i e n t e s b e b e n su refresco.
P a d r e n u e s t r o q u e estás en la escuela de gratis
y e n el v e r d u l e r o , TRACOMA POR EL ALMA
y en el q u e pasa h a m b r e ,
y en el poeta, ¡nunca en el u s u r e r o ! C u a n d o d e c i m o s : —«No p u e d o ver a esa persona,
P a d r e n u e s t r o q u e estás en la tierra, es q u e n o la p u e d o ni ver...»
en u n banco del P r a d o leyendo, N o s m e r e c e m o s n o poderla ver de verdad
eres ese Viejo q u e da migas d e p a n a los pájaros del — n i a ella n i a nadie m á s — .
paseo. C u a n d o d e c i m o s : —«No p u e d o ver a esa persona...»
P a d r e n u e s t r o q u e estás en la tierra, Ya t e n e m o s p o r el alma el t r a c o m a ;
en el cigarro, en el beso, D i o s debiera extenderlo hasta los ojos
324 Gloria Fuertes Creación 325
y no dejarnos ver tampoco,
ni el mar, II
ni el cielo, Para mí, Dios no es problema.
ni el rosal, Dios es para mí un paisaje sin niebla
ni el chopo. —a la hora del amanecer—,
Ni el camino. entre rojos y azules,
Dios es un paisaje sin niebla;
para mí
VAMOS A VER... está claro.
Vamos a ver si es cierto que le amamos,
vamos a mirarnos por dentro un poco.
¡Hay cosas colgadas que a El le lastiman;
freguemos el suelo y abramos las puertas! BERNARDO CASANUEVA
¡Que salgan las lagartijas y entren las luces!
Borremos los nombres de la lista negra, Nació en México, D. F., en 1920. Obras publicadas: La
coloquemos a nuestros enemigos encima de la cómoda, cuarta vigilia (1942), Sonetos del corazón, Vesperales, El libro
invitémosles a sopa. de los Lázaros, Continuación del aire, Fuente de tres caños (1965).
En preparación: El quinto Evangelio, del que publicamos aquí
Toquemos las flautas de los tontos, de los sencillos, El sueño del Carpintero; Via Crucis.
que Dios se encuentre a gusto si baja.
CREACIÓN
EL P O E T A Entre las hojas que aún no existen
y en un ambiente original, en trance
I de compartir el silbo de su boca,
haré la rosa de lo que es: de aire.
Mi poeta es Unamuno,
Creador también el corazón, congrego
el que a Cristo llama Hermano
el llanto que me anega la mirada,
y a Dios Padre Cirujano
y así, llorando por amor, prefiero
—porque te corta la vida por lo sano—.
hacer la rosa de lo que es: de agua.
Unamuno
Todo está decidido. Hay un otoño
me confesó de verdad:
sideral en las venas y un fluido
—No me puedo enamorar ni de una ni de dos;
del Verbo creador en el espíritu.
ando siempre trabajando,
Entre las zarzas secas de la tierra,
creando a Dios.
colaborando siempre con el Verbo,
haré la rosa de lo que es: de fuego.
De barro de la tierra estamos hechos,
a imagen del Señor en cuya boca
late el Verbo creador, la Poesía,
la Palabra reciente, el puro Verso,
326 Bernardo Casanueva El sueño del carpintero 327
el Poema, la Llama que no quema... ¿En qué mar, en qué río, en qué ribera
Poeta al fin, humildemente, mía, volcar el manantial de su tormento,
haré la rosa de lo que es: de tierra. las olas de su pecho agonizante?
¡Arriba de la cruz, alta bandera,
LA F U E N T E DE TRES CAÑOS
tremola el Cuerpo del Señor al viento,
Al principio era el Verbo, era la Fuente, en desgarrón de eternidad triunfante!
la Palabra, el Poeta;
tres palabras distintas, y no más un Poema;
S O N E T O SOMBRÍO
tres Cuerdas, y un Sonido nada más, sólo un Trémolo;
tan sólo una Metáfora y tres Versos; Pisando voy el ala más oscura,
un Espejo, una Fuente la sombra de mi pie, negra, cerrada,
de Tres Caños, un Mar, un Reverbero; y no hallo amanecer, no encuentro nada
tres Arroyos distintos, y una sola Corriente, que ilumine este poso de negrura.
un Río, un Son, un Canto
Es la prolongación de mi figura,
de pura Poesía y pura Fuente;
noche en el suelo, claridad errada,
tres Voces a una Voz, Tres Caños.
luto del pie, crespón de la pisada,
Pero de Tres en uno nació el Cuarto,
raíz que se me va a la sepultura.
y también fue Poeta,
inspirado, hipostático... Mas será en vano que mi claro prisma
Empezó a dar el trémolo divino, intente enajenar este carisma
a hacer la Poesía en la materia, de humo fugaz en descarnada mano.
a dar trino a los pájaros, ¡Encontraré la luz sobre mis huellas
entusiasmar un cuerpo y un sentido, el día que amanezca tan temprano
armonizar un Trino con un Arco, que no deje lugar a las estrellas!
y Tres que daban Uno nunca sumaron cuatro,
ya que, restado el Hombre, a fin de cuentas
no hay yerro alguno, tres o cuatro clavos... EL SUEÑO D E L C A R P I N T E R O
José llegó a la muerte con una enorme carga sideral de
SONETO SEDIENTO pobreza,
¡Tierno cáliz formado por sus venas! misericordia y humildad, limpieza de corazón y pa-
¿Con qué cristal recogeré su llanto? ciencia...
¿Con qué sol? ¿Con qué nube? ¿Con qué canto? Bienaventurada el alma de José, bienaventurado el
¿A qué se pueden comparar sus penas ? cuerpo de José.
A ciencia cierta bienaventurado, y manso, manso,
¡Están muertas de sed las azucenas, manso...
pálidas de sufrir duro quebranto, Soñaba, a veces, como un párvulo:
mustias de soledad y desencanto, ¡Las puertas de la morada eterna! No las abrió Sansón
y van las brisas de suspiros llenas! como a fauces de león.
328 Bernardo Casanueva O reloxio de Dios 329
Altas puertas cerradas, jambas en el sin fin de las ga- en gran constelación suya la carne.
laxias : ¡Dejad el clavo del amor adentro!
Movía la cabeza y se desperezaba... Hacía saltar las No vengáis, no, por él... ¡El clavo es uno
cortezas. con el tuétano, y es uno con el hueso y con la carne,
Y soñaba representándose otra vez las puertas: y tiene el brillo y el fulgor del golpe,
— ¡El tiene amor e inteligencia, entiende ya de made- y es uno con el alma y el espíritu!
ras! ¡El abrirá las puertas!
En su obsesión imaginaba a un carpintero de oficio en
el cuerpo y el alma.
— ¡Tienen sangre de casa! ¡Están clavadas a la tierra! RAMÓN GONZÁLEZ ALEGRE
Y soñaba, soñaba, entré tanta madera...
Y no debe extrañar a nadie el sueño de un carpintero Berciano (1920-1970). Tiene abundante obra lírica y tea-
de la tierra tro: Noticia de Indias, Clamor de tierra, Raíz de las horas, Os
Namoros, Teatro galego.
a quien de cierto sábese habló un ángel. Ni tampoco
que el Hijo del
carpintero, una tarde, en la encendida loma recitara A EIREXA
—José no estaba Unha ves soio estuveche morta;
ya en la tierra—las bienaventuranzas. soio unha ves
cando non eras senon térra escura,
cando non eras senon triste lama.
E L CLAVO
Agora non. Agora eres do mundo,
¿Quién cuando cala el clavo, traspasada la albura, estás no mundo
tiene poder de hacer que la madera no sufra e tés pedras que falan.
al ser—cuidado puesto en ello—, ¡ay!, extraído...? Eres eirexa
Y si el clavo es de luz, ¿cómo sacarle ? de anxos ledizosos nos maitines
Sacar se puede de una vez la espina e cativa cabana do ceo.
sepulta de la carne; pero clavos macizos, Non estás morta, non. Ti vives
clavos de amor, ¡no pueden, no, sacarse! nos días do mundo,
Hay un destrozo en toda la madera nos carrales quentes
y se derrama a un lado, como un río, onde os labregos pasan pra o muiño.
toda la savia en flor, toda la albura. Tes o Señor adrento
Está en el corazón la punta fiera e vives, ¡vives!, coma unha herbiña
y está haciendo más daño que la herida; que medra soia.
pero qué bien guardar este tesoro
y no sacarle nunca, nunca, nunca, pues no hay mano
que le alcance a sacar sin el destrozo; O RELOXIO D E DIOS
dejadle donde está y que su sitio Tanto convida o mundo a ser camino
sea en la luz del fondo, donde en punta que apenas medro, sin medrar, nascendo
de diamante se recorta y relumbra y donde brilla na outísima cantiga dun muiño.
330 Faustino Rey Romero Oración primera 331
Son un tempo de home, descendendo ': Non renderon tres sigros un segundo.
pola faciana espida, rosto novo i Tan proxidioso foi teu rechouchío,
onde apenas nascido, estou crescendo. que ás ditosas estancias do trasmundo
Pero a paz do Señor quero na mao, de aquel Santo subiches o albedrío.
pois cinco resprandores como niños
brincan con sangue do meu corpo vao. Foches, en comparanza, coma a escada
Nos labres teño amores e desexos que veu Xacob unindo térra e ceo,
por tanto amor como me vai queimando. pro en vez de anxos, de música baixada.
A morte ha de petar nos meus latexos, T u semeabas eternal sementé,
e o reloxio de Dios me irá xulgando. i o Santo estaba de sí mesmo alleo,
mentras cantabas milagrosamente.

FAUSTINO REY ROMERO


Nacido en Isorna, cerca de Rianjo, en 1921. Murió en
JOSÉ HIERRO
América en 1971. Obra poética: Florilegio poético, Doas de Nació en Madrid en 1922. Premio Adonais. Premio de la
vidro, Escolanías de Meiros, Poema das materias sagras. Crítica. Premio Nacional de Literatura. Premio March. Obras:
Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947), Con las piedras, con
el viento (1950), Quinta del 42 (1952), Antología poética (1953),
MARIA-EUCARISTIA Estatuas yacentes (1955), Cuanto sé de mí (1957), Poesía del
momento (1957), Poesías escogidas (1960), Poesías completas
Panadeira divina, que amasadles (1962), Libro de las alucinaciones (1964).
coa meirande ilusión, con agarimo,
ese que é Pan dos anxos, no teu seo,
para que se fixera pan dos homes, ORACIÓN PRIMERA
repetir podes sinalando a Cristo:
No sé por qué fatal llamada,
«Este é o meu Corpo», porque del foi feito. por qué secreto y ciego impulso,
E o teu parto en Belén, multiplicándose me siento al borde del camino,
en todo o mundo, en cada Sagrificio. me acerco al agua y le pregunto.
A carne e o sangue que nos vivifican, Hoy la mañana se desciñe
o sangue e a carne son que alumeaches. y me siento más sueño suyo,
más empapado de su sangre
toda de savias y de zumos,
O M E R L O Q U E C A N T O U A ETERNIDA
vegetalmente modelado
A SAN ERO D E A R M E N T E I R A
en las entrañas de sus surcos.
Por acalmar unha amorosa queixa, Hoy la mañana es sólo mía
por endozar de fera ausenza o agre, y quiero ser su hijo desnudo;
apreixáches o tempo na madeixa tocarla, a ver si se deshace
do teu canto, unha noite de miragre. igual que un álamo de humo;
332 José Hierro \ Yepes cock-tail 333
arrancarme mis propios ojos
para mirarla con los suyos.
Tenía ganas de cantar YEPES C O C K - T A I L
y estoy parado, y solo y mudo (Fragmento)
esperando a que me pregunte
qué ha sido de ellos, vagabundos Juan de la Cruz, dime si merecía
por otras tierras, solitarios la pena descolgarte por la noche
por otro tiempo triste y turbio. de tu prisión al Tajo, ser herido
No es posible cantar a solas. por las palabras y las disciplinas,
Ya todo se ha tornado oscuro soportar corazones, bocas, ojos
y hemos de orar por ellos, tierra, rigurosos, beber la soledad...
de rodillas ante tu muro. — ¿Otro whisky?
Hemos de orar por todos ellos, La pelirroja
desencantados y difuntos, —caderas anchas, ojos verdes—•
locos y tristes y cobardes, ofrece ginebra a un amigo.
ciegos, perdido ya su rumbo. Hombros y pechos le palpitan
Todas las cosas me comprenden en el reír. ¡Oh llama de amor viva
aunque sus labios estén mudos: que dulcemente hieres...!
el agua, el árbol, el silencio, Junto al embajador de China,
la nube, el vino, el campo húmedo. detrás de la cantante sueca,
Son afluentes que van a Dios del agregado militar
y Dios escucha en cada uno. de Estados Unidos de América,
Y que El recoja la palabra Juan de la Cruz bebe un licor
y le dé su destino justo. de luz de miel...
(Dime si merecía
la pena, Juan de Yepes, vadear
V I E N T O D E INVIERNO noches, llagas, olvidos, hielos, hierros,
adentrar en la nada el cuerpo, hacer
Si me hiciste, Señor, de barro tierno, que de él nacieran las palabras vivas,
de húmedas albas silenciosas, en silencio y tristeza, Juan de Yepes...
¿cómo no dar, por mi terrestre invierno, Amor, llama, palabras: poesía,
la más perfecta de tus rosas? tiempo abolido... Di si merecía
Si me hiciste de musgo y llamas locas, la pena para esto...)
de arena y agua y vientos fríos, El aplaudido
¿no he de buscar mi ser entre las rocas, autor con el puro del éxito,
en las arenas y en los ríos? la amiguita del productor
¿No he de sentirme enriquecido al verlos velando su pudor de nylon,
en olorosa y cruda guerra, las mejillas que se aproximan
si me diste dos pies, para tenerlos femeninamente: «Mi rouge
siempre en contacto con la tierra? mancha, preciosa...» (Mancha amor
334 José Hierro/ Alucinación en Salamanca 335

cuando en las bocas no hay amor.) \ \


(Juan de la Cruz, dime si merecía \ LAS NUBES
la pena padecer con fuego y sombra, 1 Inútilmente interrogas.
beber los zumos de la pesadumbre, I| Tus ojos miran al cielo.
batir la carne contra el yunque; Juan Ij Buscas detrás de las nubes
de Yepes, para esto... Vagabundo huellas que se llevó el viento.
por el amor y huérfano de amor...) Buscas las manos calientes,
los rostros de los que fueron,
el círculo donde yerran
V I LA SOMBRA tocando sus instrumentos.
'v^»"*\ ¿Todo en El es presente: \ Nubes que eran ritmo, canto
el futuro, el pasado? l sin final y sin comienzo,
Lo que será y ha sido, ! campanas de espumas pálidas
¿es actual en sus manos ? volteando su secreto,
¿A un mismo tiempo toca palmas de mármol, criaturas
la semilla y el árbol? girando al compás del tiempo,
¿En el brote ve el tronco imitándole a la vida
talado y abrasado? su perpetuo movimiento.
Nos contempla y ¿tan sólo Inútilmente interrogas
puede llorar, llorarnos? desde tus párpados ciegos.
¿Nos tiene ya en su gloria? ¿Qué haces mirando a las nubes,
¿Nos tiene condenados? José Hierro?
¿Ve en nuestros pobres huesos
el alba y el ocaso?
A L U C I N A C I Ó N EN SALAMANCA
¿No puede detenernos
ni puede apresurarnos? En dónde estás, por dónde
¿Llora por lo que tiene te hallaré, sombra, sombra,
que pasar (y ha pasado)? sombra...
¿Llora por lo que ha sido ? Pisé las piedras,
(¿Por lo que aún no ha llegado?) las modelé con sol
¿Nos arranca del tiempo y con tristeza. Supe
para que no suframos que había allí un secreto
nosotros, sus heridas de paz, un corazón '.
criaturas, esclavos latiendo para mí.
sombríos ? ¿Nos ve ciegos Y que serías, sombra,
y no puede guiarnos? sombra, sombra: qué nombre
y qué forma, y qué vida
serías, sombra. Y cómo
podías no ser vida,
336 José Alucinación en Salamanca
no tener formas y nombre. y ardiente. Pero dime,
Sombra: bajo las piedras, azul (¿o hablo a la sombra?),
bajo tanta mudez qué dimensión le prestas
—dureza y levedad, a esta hora mía; quién
oro y hierba—que, quién arrebató las alas
me solicita, qué a la vida. Y quién fui
me dice, de qué modo que yo no sé. Quién fue
entenderlo... (No encuentro el que ha vivido instantes
las llaves)... Sombra, sombra, que yo recuerdo ahora.
sombra... Cómo entenderlo Qué alma mía, en qué cuerpo
y hacerlo... que no era mío, anduvo
De pronto, por aquí devanando
deslumbradoramente, amor, entre oleadas
el agua cristaliza de piedra, entre oleadas
en diamante. Una súbita encendidas (las olas
revelación... rompían y embestían
contra torres cantiles)...
# # #

Azul:
en el azul estaba, Entre oleadas... Olas...
en la hoguera celeste, Gris... Olas... Sombra... He vuelto
en la pulpa del día, a olvidar la palabra
la clave. Ahora recuerdo: reveladora. Playas...
he vuelto a Italia. Azul, Olas... Sombras... Hubo algo
azul, azul: Era ésa que era armonía, un sitio
la palabra (no sombra, donde estoy... (sombra, sombra,
sombra, sombra). Recuerdo sombra)... donde no estoy.
ya—con qué claridad— N o : la palabra no era
lo que he soñado siempre sombra. El fulgor del cielo,
sin sospecharlo. He vuelto la piedra rosa, han vuelto
a Italia, a la aventura a su mudez. Están ante mí,
de la serenidad, ante mí. Los contemplo
del equilibrio, de y, sin embargo, ya
la belleza, la gracia, no están. El equilibrio,
la medida... la armonía, la gracia,
Por estas no están. Ya sombra, sombra
plazas que el sol desnuda (y tanta claridad).
cada mañana, el alma Quién disipó el lugar
ha navegado, limpia (o el tiempo) que me daba
Salmo desesperado 339
su sangre, el que escondía
el tiempo (o el lugar)
no vivido. Y por qué
recuerdo lo que ha sido
vivido por mi cuerpo CARLOS BOUSONO
y mi alma. Qué hace Nació en Boal (Asturias) en 1923. Premio Fastenrath de la
aquí por mi memoria Academia Española. Premio de la Crítica. Obras: Subida al
este avión roto, un viejo amor (1945), Primavera de la muerte (1946), Hacia otra luz
Junker, bajo la luna (1950), Noche del sentido (1957), Poesías completas (1960), In-
vasión de la realidad (1962), Oda en la ceniza (1967).
de diciembre. La niebla,
la escarcha, aquel camino
hasta el silencio, aquella SALMO DESESPERADO
mar que estaba anunciando
este mismo momento Como el león llama a su hembra, y cálido
que no es tampoco mío. al aire da su ardiente dentellada,
Quién sabe qué decían yo te llamo, Señor. Ven a mis dientes
las olas de esta piedra. como una dura fruta amarga.
Quién sabe lo que hubiera Mírame aquí sin paz y sin consuelo.
—antes—dicho esta piedra Ven a mi boca seca y apagada.
He devorado el árbol de la tierra
si yo hubiese acertado
con estos labios que te aman.
la palabra precisa
Venga tu boca como luz hambrienta
que pudo descuajarla
como una sima donde el sol estalla.
del futuro. Cuál era
Venga tu boca de dureza y dientes
—ayer—esapalabra
contra esta boca que me abrasa.
nunca dicha. Cuál es
Tengo amargura, y brillo como fiera
esa palabra de hoy
de amor espesa y de desesperanza.
que ha sido pronunciada, Soy animal sin luz y sin camino
que ha ardido al pronunciarla, y voy llamándola y buscándola.
y que ha sido perdida Voy oliendo las piedras y las hierbas,
definitivamente. voy oliendo los troncos y las ramas.
Voy ebrio, mi Señor, buscando el agrio
olor que dejas donde pasas.
Dime la cueva donde te alojaste,
donde tu olor silvestre allí dejaras.
Queriendo olerte, Dios, desesperado
voy por los valles y montañas.
340 Carlos Bousoño Decidme 341
entero, ¡oh Dios! Entre la noche viva
DIOS SOBRE ESPAÑA I quiero tenerte, ver tus ojos puros
que lucientes me miran.
España toda cruje, ardiente y escabrosa. / Mucha noche hace falta en las estrellas,
Dios entero la oprime con su cuerpo de brasa. / pero más en el alma se precisa.
La endurece su mano como una inmensa losa, ¡ Mucha noche hace falta
la amontona y violenta y la pisa y la abrasa. que caiga grave en su honda mina.
¡Oh, no toquéis a España!: quema su tierra roja. T u aparición entonces sobre el cielo
Quema terriblemente como Dios quemaría, del alma en vasta noche oscurecida,
porque desde hace siglos España se despoja allá, en el más profundo firmamento,
de lo que no es el fuego que la arrebataría. luce hondamente y sin medida.
¡Oh España ya desnuda!: tan sólo piedra y fuego. T u luz desciende clara,
Necesita ser fuerte quien tu áspera piel pisa. trémula, pura: el aire se ilumina.
Vivir furiosamente como el desasosiego, Toda mi alma en el amor se empapa,
sangrar a diario sol y tierra se precisa. y tiembla, y brilla.
Las llanuras sedientas, los despoblados montes, ¡Oh alma traspasada!,
todo ruge con hambre de Dios, dura, infinita, bebes luz que desciende, luz divina,
de Dios que brama ciego sobre los horizontes, y te levantas sosegadamente
de Dios que sobre España duramente gravita. y oreas a Dios como una brisa.
Los hijos de esta tierra tienen rostro violento, Dios en la brisa. Puros cielos limpios.
fuerte rostro tajado por el hacha divina, No existe el mundo. Espacio sólo brilla.
tienen hombros que llevan el gran peso sangriento El alma llega, toca, pasa, gime
del grave Dios que inmenso sobre ellos se reclina. de amor, y se retira.
¡Oh Dios, oh Dios!, desgarra la piel de España pura Dios hecho luz cubre los cielos.
y devora la tierra y a sus hijos espesos. T ú ya no existes, alma mía.
La misma hambre tenemos que tu garganta dura. Sólo el espacio iluminado.
Somos sangres y tierras mezcladas a tus huesos. Sólo la luz se extiende límpida.

DECIDME
LA L U Z D E DIOS
Dios está entre los aires vivo y puro, Dime que es cierto mi vivir. Decidme,
ayudadme a pasar por este río,
pero durante el día
por este largo río. En esta niebla
su presencia de luz se desvanece
helada, hundido, te pregunto
ante la claridad que dulce gira.
a Ti, Señor, pregunto si existimos.
Guando llega el crepúsculo,
Y si en la larga noche, donde nadie
lenta aparece en la vibrante cima
se detiene, decidme si en la larga
de los aires su forma en resplandores, noche existe alguien que respira
su presencia purísima. al otro lado, si del otro lado
Hace falta la noche para verte
342 Carlos Bousoño 343
Oda en la ceniza
alguien respira hondo, si respira
despacio, vida plena, a bocanadas. O D A EN LA CENIZA
Y yo que paso como cualquier otro,
aunque apenas me atrevo a pronunciarlo; Una vez más. Las olas, los sucesos,
y yo que paso, yo que detenido la menuda porfía que horada
quisiera estar, decidme; yo que nada la granítica realidad, el inmóvil
sé, nada sé de todo esto, yo que toco un libro, bloque como un águila
que escribo una palabra lentamente... aciaga.
Y más allá hay la luna, las estrellas. Cada minuto el mundo es otro,
Gomo diamantes en la noche triste otra la muerte,
nos acompañan; hay luceros grandes... otro el desdén, la diurna aparición del entusiasmo,
La vida es breve y grandes nos contemplan. el radical sentido.
Nadie sabría. Todo lo ignoramos. Perdemos suelo,
Nadie puede escuchar otra palabra firme contacto, asidero de sombras. Dame
que la que nace viva allá en su pecho. la mano, álzame, tocaría
Y Tú, Señor, Señor de mi destino... acaso la sublime
Quisiera pronunciarte lentamente, agarradera sin ceniza, la elevada
creerte hondamente luminoso, roca, el alto asiento
creer en Ti, detrás de la penumbra; del resplandor, la puerta que no gira
creer que estás oyendo mis palabras, ni se abre, ni cierra, el último
aplicando tu oído tercamente fundamento del agua, de la sed, de los aires
y tercamente y delicadamente diáfanos,
ayudando hacia Ti mis pasos tristes. del barro mísero donde el ardor se quema
Sin que nadie lo sepa, ni yo mismo, como un ascua. ¡Oh tentación de ser
que estabas Tú al fondo del pecado en la portentosa verdad,
manchándote por todos los sitios, escondido, en el irradiante espacio, estallido de veneración
respirando despacio, pronunciando más allá del respeto
mi nombre (¡yo que te negaba!), sombrío! ¡Oh calcinante
¡mi nombre con amor entre tus labios! idealidad sagrada que no arde ni quema
Mi compañero fuiste, T ú silbabas en la deslumbradora invisibilidad, en la increíble
mi nombre apenas, leve en la penumbra, fuerza del mundo! ¡Oh témpano de oceánico ardor
en el fondo más negro, resoplado donde el cansancio
acaso con fatiga... puede brillar y la queja
Dime, dime... abrasar y ser otra, y el hombre apetecer y saciarse
en el alimento continuo!
¡Oh desaliento
del desconocer, hambrear, consumirse,
centro del hombre!
Tú, mi compañero,
triste de acontecer;
344 Carlos Bousoño Cuestiones humanas... 345
tú, que como yo mismo ansias lo que ignoras y tienes
lo que acaso no sabes,
CUESTIONES HUMANAS ACERCA DEL OJO
dame la mano en la desolación,
D E LA AGUJA
dame la mano en la incredulidad y en el viento,
dame la mano en el arruinado sollozo, en el lóbrego ¿Será posible aquello?
cántico. ¿Será posible un espacio ensanchándose
Dame la mano para creer, puesto que tú no sabes ; terriblemente a cada instante,
dame la mano para existir, puesto que sombra eres y a cada golpe de humanidad que ingresa
ceniza; victoriosa en la luz, a cada racha
dame la mano hacia arriba, hacia el vertical puerto, ha- de gloriosa miseria acontecida
cia la cresta súbita. de amor y de tristeza y hecha luz,
Ayúdame a subir, puesto que no es posible la llegada, y hecha de pronto luz,
el arribo, el encuentro. luz que penetra
Ayúdame a subir, puesto que caes, puesto que acaso velozmente en la luz,
todo es posible en la imposibilidad, en la luz única?
puesto que tal vez falta muy poco para alcanzar la sed, ¿Será posible que de pronto
muy poco para coronar el abismo, entre a empujones, a empellones súbitos,
el talud hacia el trueno, brutalmente, diríamos,
la pared vertical de la duda, por las sencillas rendijas del misterio
el terraplén del miedo. el hondo mar humano, el oleaje
¡Oh, dame mísero
la mano!, porque falta muy poco de la calamidad y la paciencia?
para saltar al regocijo, ¿El ojo de una aguja espera siempre
muy poco para el absoluto reír y el descanso, el ahilamiento prodigioso
muy poco para la amistad sempiterna. de la terrible ola embrutecida,
Dame la mano del sufrimiento atroz,
Tú que como yo mismo ansias lo que ignoras y tienes y allí los peces íntegros
lo que acaso no sabes, del verde mar humano
dame la mano hacia la inmensa flor que gira en la de la pena, y todo
felicidad, cuanto acontece y es
dame la mano hacia la felicidad olorosa que embriaga, y cuanto arriba al hombre,
dame la mano y no me dejes caer y todo lo demás,
como T ú mismo, penetrará como la inmensa ola
como yo mismo, sagazmente
en el hueco atroz de las sombras. por la imposibilidad de un agujero?
¿El agujero,
el roto, el descosido
adrede,
el desgarrón que no se ve,
el invisible tubo,
346 Bartolomé Lloréns Amor de Dios
el hueco hilo Horizontal mi carne, mi entrañable
más delgado que el sueño humanidad de barro dominado;
y que la palidez con que bregamos, mientras, un grito surca lo impalpable.
soportarnos podrá
terriblemente ? Mis ojos al azul se han levantado.
La presión hechizada ¡Tengo amor a la tierra deleznable
del sufrimiento humano, y estoy también del cielo enamorado!
el poder de la pena,
la irresistible fuerza
que nos lleva hacia allí, PECADO Y RESURRECCIÓN \
¿forzará las paredes tenebrosas,
raspará en agonía ¡Qué inmensa, negra noche desolada,
el duelo, el muro? sus tinieblas de espanto y de amargura,
¡Quién lo podrá decir! su frío desamor, su sombra impura,
Sellado está el silencio y oigo el rumor del mar descendió sobre mi alma abandonada!
que el silencio golpea
¡Qué triste corazón sin tu mirada,
una vez y otra vez.
sin tu luz, mi Señor, sin tu ventura!
... Una vez y otra vez, por si el silencio
¡Qué muerte sin tu amor! ¡Qué desventura
tuviese una rendija,
sentir mi sequedad, mi amarga nada!
tan sólo un agujero.
Es la Noche, es la Sombra, es el no verte,
Señor, en la ceguera del pecado
la más amarga, cruel, trágica muerte...
BARTOLOMÉ LLORENS Te tuve en mis entrañas sepultado
tanto tiempo, Señor, sin conocerte...
Nació en Catarroja (Valencia) y allí murió en 1946. Secreta ¡Mas nuevamente en mí has resucitado!
fuente, publicado en 1948, es publicación postuma.

A M O R D E LA TIERRA A M O R D E DIOS

Reposa horizontal mi carne alerta He aquí la paz. El dulce claro viento,


a la mansa llamada que amorosa el manso fluir del agua rumorosa,
solicita la tierra poderosa la límpida armonía venturosa
con un aliento extraño en su alma abierta. del cielo azul, del huerto del convento.
Un hondo corazón se me despierta Pájaros cantan, sí; su tierno acento
para darse a este amor que no reposa; encanta al sueño que en la paz reposa.
¡ay amor de la tierra!, ¡ay clara rosa Y en mí canta tu esencia milagrosa
en que revive mi esperanza muerta! en el silencio del recogimiento.
348 Bartolomé Lloréns Décimas 349
He acallado mis gritos y mis voces La soledad, la noche en que vivía,
y escucho allá en el fondo la voz tuya, el hondo desamparo y desconsuelo,
mansa y dulce, Señor, amor cantando. la triste esclavitud que me perdía,
¡Qué nueva vida! ¡Qué secretos goces! son ahora presencia, luz sin velo,
Ten cuidado, Señor, no me destruya son amor, son verdad, son alegría,
esta caricia, Amor, que me estás dando... ¡son libertad en Ti, Señor, son cielo!

NOCHE
GUADALUPE AMOR
Mi antiguo corazón, sin voz ni vida, Nació en México y publicó su primer libro en 1946. Obras:
¡con cuánta noche y soledad pelea! Yo soy mi casa, Puerta obstinada, Círculo de angustia, Polvo,
Un viento misterioso de ala herida Más allá de lo oscuro, Sirviéndole a Dios de hoguera, Poesías
besando gime el corazón que orea. completas (1946-1951).

Oculta sangre del amor, huida, DÉCIMAS


por mis venas levanta su marea.
Hondo rumor de muerte enloquecida, Dios, invención admirable,
de vida oscura, que mi amor desea... hecha de ansiedad humana
y de esencia tan arcana,
Allá en la lejanía canta el cielo, que se vuelve impenetrable.
la montaña se yergue noble y pura, ¿Por qué no eres T ú palpable
la luz se eleva en un sereno vuelo... para el soberbio que vio?
Alzo mis tristes ojos a la altura ¿Por qué me dices que no
y te ofrezco, Señor, mi desconsuelo cuando te pido que vengas?
desde esta noche de mi vida oscura. Dios mío, no te detengas,
o ¿quieres que vaya yo?

PRESENCIA D E L SEÑOR Yo siempre vivo pensando


cómo serás si es que existes;
Siento la voz divina de tu boca, de qué esencia te revistes
acariciar mi oído tiernamente, cuando te vas entregando.
tu aliento embriagarme, y en mi frente ¡Debo a Ti llegar callando
la mano que ilumina cuanto toca. para encontrarte en lo oscuro!
O ¿es el camino seguro
Mi antiguo corazón de amarga roca el de la fe luminosa?
ha brotado divina, oculta fuente, ¿Es la exaltación grandiosa,
y una armonía dulce y sorprendente o es el silencio maduro?
a su celeste amor fiel me convoca.
350 Guadalupe Amar Te pregunto, Señor 351
Te quiero hallar en las cosas;
te obligo a que exista el cielo,
intento violar el velo
en que invisible reposas. CLARA SILVA
Sí, con tu ausencia me acosas
y el no verte me subleva; Nació en Montevideo. Obras: La cabellera oscura (1945),
Memoria de la Nada (1948), Los delirios (1955), Las bodas
pero de pronto se eleva (1950), Preludio indiano y otros poemas (1960), Guitarra en
algo extraño que hay en mí, sombra (1964), Antología poética (1966).
y me hace llegar a Ti
una fe callada y nueva. DESPIÉRTATE, SEÑOR
* # * Despiértate, Señor, que se hace tarde;
tu sangre entre mis sombras amanece;
Hablo de Dios como el ciego
no me niegues, Señor; mi muerte crece
que hablase de los colores,
de incierta vida, de engañoso alarde.
e incurro en graves errores
cuando a definirlo llego. Deja los muertos que la muerte guarde,
De mi soberbia reniego, aparece en mi voz, desaparece,
porque tengo que aceptar muerde la rosa, vence, prevalece,
que no sabiendo mirar resplandece en tu aliento que me arde.
es imposible entender.
¡Soy ciega y no puedo ver, Pena de Ti, mi pena de tu olvido '
y quiero a Dios abarcar!... busca la mano que la suelte presa,
clara en el sueño si en la vida oscura.
¿Tal vez alguna vez T ú me has oído ?...
Oculto, ausente, baldío, Derramada en tu cuerpo y en tu mesa,
hermético, inalterable, tu principio en mi muerte se apresura.
asfixiante, invulnerable,
absorbente, extraño y frío:
así te siento, Dios mío, T E P R E G U N T O , SEÑOR
cuando sola y angustiada
Te pregunto, Señor,
me consumo alucinada
¿es ésta la hora
por lograr mi plenitud,
o debo esperar que tu victoria nazca
rompiendo esta esclavitud
de mi muerte?
a la que estoy condenada.
No soy como tus santas,
tus esposas,
Teresa, Clara, Catalina,
que el ángel sostiene en vilo
sobre la oscuridad de la tierra,
mientras tu aliento
352 Clara Silva Como en la rueda de un alfarero 353

tempranamente las madura. que el ángel terrestre


No soy siquiera como aquellas apretó entre mi boca y tu agonía.
que te siguen humildes ¡Ah!, no digas que te he matado
en el quehacer del pan y la casa, si amaneces todos los días sobre el otoño de las hojas.
pero amamantando tu esperanza Verdad que te dejé solo
sin saber de tus graves decisiones. cuando te levantaron en la oscuridad de la tierra,
Soy como soy en la soledad de tu reino,
yo misma, y los perros lamieron tu sangre,
la de siempre, río de claridad tempestuosa
con esta muerte diaria corriendo entre la culpa y la esperanza.
y la experiencia triste Ahora que estamos solos,
que guardo en los cajones sobrenatural esposo,
como cartas; por el escándalo de esta boda,
con mi pelo, mi lengua, mis raíces, no sé cómo llamarte.
y el escándalo que hago con tu nombre Confundo los nombres del amor
para oírme; oscuramente transitados,
y tu amor que revivo en mí cada mañana, y tu aliento,
masticando tu cuerpo tu viento del desierto,
como un perro su hueso. en la zarza ardiendo de mi pelo.
Y nada me ha cambiado, Pero T ú me llamas por el nombre que yo sola conozco
me derriba en el cuerpo de mi sombra y que T ú solo sabes.
cada acto de amor, cólera o llanto,
espadas que me cruzan y te cruzan.
De todo lo que fue,
de lo que espero, ERNESTO CARDENAL
el alma se me quema. Nació en Granada (Nicaragua) en 1925. En 1956 ingresó en
Y no fulgura. el monasterio trapense de Getsemani, en Estados Unidos, de
donde sale por motivos de salud. Fue ordenado sacerdote en
Managua. Obras: Vida en el amor; Getsemani, Ky.; Salmos
(1969).
LAS BODAS
Después de oscura noche C O M O EN LA RUEDA D E U N A L F A R E R O
en mí despiertas. (SALMO 103)
Ahora estás en mi carne
y caes conmigo Bendice, alma mía, al Señor.
para levantarme hasta tu día; Señor, Dios mío, T ú eres grande,
Tú, el inocente castigado estás vestido de energía atómica
por mis manos, mi lengua, como de un manto.
por la demencia de mi sangre, De una nube de polvo cósmico en rotación, como en
racimo amargo de tu viña la rueda de un alfarero,
Dios en la poesía 12
354 Ernesto Cardenal Como en la rueda de un alfarero 355
comenzaste a sacar las espirales de las galaxias, y a mediados del Cámbrico todas murieron.
y el gas en tus dedos se fue condensando y encendiendo, Y los primeros corales florecieron,
y fuiste modelando las estrellas. llenando de rojos rascacielos el fondo del mar.
Como esporas o semillas regaste los planetas En las aguas del Silúrico, las primeras tenazas: escor-
y esparciste las cometas como flores. piones de...,
U n mar de olas rojas era todo el planeta: y a finales del Silúrico, el primer pez voraz
hierro y roca derretida como un diminuto tiburón (ya tiene mandíbula).
que subía y bajaba con las mareas; Las algas se han convertido en árboles en el Devónico;
y toda el agua entonces era vapor, aprendiendo a respirar,
y sus espesos nubarrones ensombrecían toda la tierra, dispersan sus esporas y empiezan a crecer en bosques,
y empezó a llover y llover por siglos y siglos y nacieron los primeros tallos y las primeras hojas.
una larga lluvia de siglos en los continentes de piedra; Los primeros humildes animales pasan a tierra:
y después de eones aparecieron los mares escorpiones y arañas huyendo de la competencia del
y empezaron a emerger las montañas mar;
(la tierra estaba de parto), las aletas crecen y aparecen los primeros anfibios,
a crecer como grandes animales y las aletas se hacen pies.
y a ser erodadas por el agua Arboles suaves y carnosos crecían en los pantanos del
(y allí han quedado como escombros de aquellos tiem- Paleozoico.
pos, como ruina amontonada); Todavía no había flores,
y la primera molécula por el efecto del agua y de la y aparecen los insectos,
luz se fecundó, nacen los dinosaurios y las aves,
y la primera bacteria se dividió, y las primeras flores son visitadas por las primeras
y en el Pre-Cámbrico la primera alga tenue y transpa- abejas.
rente En el Mesozoico aparecen los tímidos mámales,
alimentada de energía solar, pequeños y con sangre caliente,
y los flagelados transparentes como campanitas de que crían vivos a sus hijos y les dan leche;
cristal y en el Eoceno, los lémures que andan sobre las ramas,
o flores de gelatina y los tarcios con ojos estereoscópicos, como el hombre;
;i se movían y reproducían y a comienzos del Cuaternario creaste al hombre.
(y de ahí procede la criatura moderna). T ú das al oso polar su traje de color del glaciar,
Y después las primeras esponjas, y a la zorra polar del color de la nieve,
medusas como de plástico, a la comadreja haces parda en verano y blanca en el
pólipos con boca y estómago, invierno;
y los primeros moluscos a la Mantis religiosa le das su camuflaje
y los primeros equinodermos: la estrella de mar y el y camuflas las mariposas con colores de flores.
erizo de mar. Enseñaste a los castores a construir sus diques con pa-
Al principio del Cámbrico una esponja cubrió todo el litos y sus casas sobre el agua;
fondo del mar la cigarra nace sabiendo volar y cantar y cuál es su
construyendo arrecifes de polo a polo, alimento,
356 Ernesto Cardenal Como en la rueda de un aljarero 357
y la avispa sabiendo perforar el tronco de los árboles Los gorriones no tienen graneros ni tractores,
para depositar sus huevos, pero T ú les das los granos que caen de los camiones
y la araña sabiendo tejer su tela. en la carretera
Las cigüeñas saben desde que nacen cuál es el norte cuando van a los graneros,
y el sur, y al picaflor le das el néctar de las flores.
y sin ser guiadas por nadie vuelan en dirección al norte. T ú le das arroz tierno al pájaro arrocero
Diste rapidez al leopardo, y pescados al martín pescador; y su compañera,
ventosas a la rana arbórea la gaviota, todos los días encuentra sus pescados;
y olfato a la mariposa nocturna y la lechuza, todas las noches, sus ranas y ratones.
para sentir el olor de la hembra en la noche T ú le preparas al cuco su comida de orugas
a dos millas de distancia; y de gusanos peludos.
y órganos luminosos al crustáceo, Le das grillos al cuervo
y a los. peces abismales das ojos telescópicos, y das insectos al grillo que está cantando en su hoyo.
y al Gymnotus electricus pilas eléctricas. T ú le das frutitas rojas al pájaro carpintero
Inventaste los mecanismos de la fecundación de las y tiene más frutitas de las que puede comer.
flores. La ardilla listada pasa el invierno dormida,
Les das alas a las semillas para volar en el viento, y cuando se despierta ya tiene sus semillas;
membranas como si fueran mariposas; y T ú abres las primeras flores primaverales
otras tienen cabelleras para flotar en el viento cuando las primeras mariposas salen de sus crisálidas.
o caen como copos Abres las flores en la mañana para las mariposas
o como hélices diurnas
o como paracaídas, y las cierras en la tarde cuando se van a dormir;
o bogan en el agua como barcas buscando los estigmas; y abres otras de noche para las mariposas nocturnas,
y el polen conoce siempre su camino exacto, que pasan todo el día dormidas en rincones oscuros
no vacila a través de los tejidos del estilo y empiezan a volar al caer de la tarde;
hasta encontrar el óvulo. y despiertas a los abejorros de su sueño invernal
Los ojos de todos en Ti esperan, Señor, el mismo día que les abres las flores de los sauces.
y le das a cada uno la comida a su tiempo. Cantaré al Señor mientras yo viva.
Abres tu mano, Le escribiré salmos.
y llenas a todos los animales de bendiciones. Séale grato mi canto.
Al humilde copeópado le das su diatomea. Bendice, alma mía, al Señor.
Te piden de comer las anémonas marinas ¡Aleluya!
(flores feroces y voraces),
y T ú las alimentas.
La nereida de celofán
te pide de comer con sus ham-
brientos tentáculos.
Das algas y cangrejos al somormujo y a sus hijos,
y a la gallinita de playa le das suaves moluscos.
358 Ernesto Cardenal Salmo inicial 359

con guitarras y marimbas;


/ N O SE ENSOBERBECE, SEÑOR, MI C O R A Z Ó N alabadle con tocadiscos
(SALMO 130)
y cintas magnetofónicas.
Todo lo que respira alabe al Señor,
No se ensoberbece, Señor, mi corazón. toda célula viva.
Yo no quiero ser millonario ¡Aleluya!
ni ser el líder
ni ser primer ministro.
Ni aspiro a puestos públicos
ni corro detrás de las condecoraciones; JOSÉ MARÍA VALVERDE
yo no tengo propiedades ni libreta de cheques,
y sin seguros de vida Nació en Extremadura (1926). Obras: Hombre de Dios
estoy seguro, (1946), Salmos, elegías y oraciones (1947), La espera (1949),
como un niño dormido en los brazos de su madre... Versos del domingo (1954), Poesías reunidas (1961).
Confíe Israel en el Señor
(y no en los líderes). SALMO INICIAL

Señor, no estás conmigo aunque te nombre siempre.


EL COSMOS ES SU SANTUARIO Estás allá, entre nubes, donde mi voz no alcanza,
(SALMO 150) y si a veces resurges, como el sol tras la lluvia,
Alabad al Señor en el cosmos. hay noches en que apenas logro pensar que existes.
Su santuario, Eres una ciudad detrás de las montañas.
de un radio de un millón de millones de años luz. Eres un mar lejano que a veces no se oye.
Alabadle por las estrellas No estás dentro de mí. Siento tu negro hueco
y los espacios interestelares; devorando mi entraña, como una hambrienta boca.
alabadle por las galaxias Y por eso te nombro, Señor, constantemente,
y los espacios intergaláxicos; y por eso refiero las cosas a tu nombre,
alabadle por los átomos dándole latitud y longitud de Ti.
!
y los vacíos interatómicos. Si estuvieras conmigo yo hablaría de cosas,
Alabadle con el violín y la flauta de cosas nada más, sencillas y desnudas,
y con el saxofón; del cielo, de la brisa, del amor y la pena.
alabadle con los clarinetes y el corno, Como un feliz amante que dice sólo: «Mira
con cornetas y trombones; qué pájaro, qué rosa, qué sol, qué tarde clara»,
alabadle con violas y violoncelos, y vierte así en la luz de los nombres su amor.
con pianos y pianolas; Pero no. T ú me faltas. Y te nombro por eso.
alabadle con blúes y jazz T e persigo en el bosque detrás de cada tronco.
y con orquestas sinfónicas; Te busco por el fondo de las aguas sin luz.
con los espirituales de los negros ¡Oh cosas: apartaos, dadme ya su presencia
y la Quinta de Beethoven; que tenéis escondida en vuestro oscuro seno!
360 José María Valvercle Oración por los poetas 361
Marcado por tu hierro vago por las llanuras, Nuestro cuerpo lo quema una llama celeste;
abandonado, inútil, como una oveja sola... si miramos, es sólo para verterlo en voz.
Hombre de Dios me llamo. Pero sin Dios estoy. No podemos coger ni la flor de un vallado
para que sea nuestra y nada más que nuestra,
ni tendernos tranquilos en medio de las cosas,
O R A C I Ó N POR LAS ROSAS sin pensar, a gozarlas en su presencia sólo.
¡Oh Señor!, T ú que acoges en Ti las rosas muertas, Nunca sabremos cómo son de verdad las tardes,
guárdalas una a una para cuando yo vaya. libre de nuestra angustia su desnuda belleza;
Las rosas, en su fuga, nos rozan con sus alas, jamás conoceremos lo que es una mujer
nos contagian de angustia mortal y de crepúsculo. en sus profundos bosques donde hay que entrar callado.
¡Oh cómo os vais llevando mi vida en vuestros brazos, T ú no nos das el mundo para que lo gocemos,
rumbo hacia Dios, hacia ese gran mar del universo! T ú nos lo entregas para que lo hagamos palabra.
Todas llevan un poco de mi vida al marcharse. Y después que la tierra tiene voz por nosotros
Si Tú no me las guardas no podré estar entero, nos quedamos sin ella, con sólo el alma grande...
Señor, para gozarte... Ya ves que por nosotros es sonora la vida,
Guárdalas. Lo merecen. Yo he de necesitarlas. igual que por las piedras lo es el cristal del río.
Han empapado mi alma igual que, desde un búcaro, T ú no has hecho tu obra para hundirla en silencio,
la penumbra de un cuarto. en el silencio huyente de la gente afanosa;
Yo no quiero pedirte que no mueran las rosas. para vivirla sólo, sin pararse a mirarla...
La muerte es lo que anima su belleza infinita. Por eso nos has puesto a un lado del camino
¡Mas no quiero morir en ellas poco a poco, con el único oficio de gritar asombrados.
dejando que se lleven mi efluvio hacia la nada; En nosotros descansa la prisa de los hombres.
que se entierre con ellas mi sangre en primavera! Porque, si no existiéramos, ¿para qué tantas cosas
Y las rosas que han muerto sin que las haya visto inútiles y bellas como Dios ha creado,
¿dejarás, ¡oh Señor!, que hayan vivido en vano? tantos ocasos rojos, y tanto árbol sin fruta,
Si por una tan sólo, todo se justifica... y tanta flor, y tanto pájaro vagabundo?
Guárdamelas también, que en Ti lo encuentre todo. Solamente nosotros sentimos tu regalo
¿No lo merecen ellas por sí mismas, acaso? y te lo agradecemos en éxtasis de gritos.
Han sido y han pasado, lo mismo que los hombres, T ú sonríes, Señor, sintiéndote pagado
brotando a nuestro modo como unos chorros ciegos, con nuestro aplastamiento de asombro y maravilla.
y han cumplido, sumisas, su efímero destino. Esto que nos exalta sólo puede ser tuyo.
¡Ábreles otra vida en donde te perfumen, Sólo quien nos ha hecho puede así destruirnos
en donde nunca pasen, lo mismo que los hombres! en brazos de una llama tan cruel y magnífica.
...Tú que cuidas los pájaros que dicen tu mensaje,
guarda en la muerte nuestros cansados corazones;
ORACIÓN POR NOSOTROS LOS POETAS dales paz, esa paz que en vida les negaste,
Señor, ¿qué nos darás en premio a los poetas? bórrales el doliente pensamiento sin tregua.
Mira, nada tenemos, ni aun nuestra propia vida; T ú nos darás en Ti el Todo que buscamos;
somos los mensajeros de algo que no entendemos. nos darás a nosotros mismos, pues te tendremos
para nosotros solos, y no para cantarte.
362 José María Valverde Sonetos esenciales 363

¡sin pararse a tomar aliento nunca,


SALMO DE LA M A N O D E DIOS ¡tantos bosques y pájaros sin cesar floreciendo
por si algún día un hombre los mirase al pasar!
¡Oh Señor!, T ú sostienes con tu mano Sí; las cosas renacen de nuevo en cada instante
todos nuestros momentos, sin cansancio ni olvido: y ese bullir divino nos las hace ver vivas.
cada instante nos sacas de la nada, Vivas: o sea, alzadas
nos haces nuevamente, en vilo por la mano del Señor,
concitando las mil casualidades con temblor de su sangre.
que hacen que un cuerpo vivo pueda seguirlo siendo. Vivas: o sea, al borde de la muerte,
. . . Y todo, ¿para qué? Para poder seguir que se intuye debajo de esa mano,
gastando vida y vida inútilmente, si se apartara un día.
para dar pasos vanos, (En el fondo de vuestro corazón,
para volvernos contra la mano que nos alza, ¿no teméis de las cosas
para, lo que es peor, olvidarte, y sentados que puedan sepultarse de repente en la nada?)
en tu mano creer que nos lo somos todo. Y la mano de Dios también está en la muerte.
Mas T ú no te fatigas Sabedlo bien: la muerte no es el olvido súbito
y a tus hijos mimados sigues soplando el fuego de la mano de Dios, por negligencia
sin dormir ni olvidarte del más bajo, que nos deja caer en los abismos
como todos de Ti... al quedar separados de su fuente de ser.
Y eso no solamente es a nosotros, Eso no está en su amor.
en quienes te contemplas y quizá un día te amen. Ved la muerte; mirad cómo Dios nos la endulza
T ú sostienes las miles de flores no miradas, y nos lleva hacia ella de la mano,
los ríos, aves y árboles; las olas y los vientos. cómo nos la prepara antes, igual que un lecho...
¡Oh cómo te desvelas atizando la lumbre Ni aun esos que tropiezan con una muerte fuera
de un insecto que pudo lo mismo no haber sido! estaban ese instante dejados de su mano...
Acudes de uno en otro:
de la piedra ignorada en el fondo del agua
al gusano que roe su madera,
como si eso pudiera serle contado un día. LUIS JIMÉNEZ MARTOS
Pienso el viento en el mar,
clamando en soledad siglos y siglos Nació en Córdoba en 1926. Director de la Colección Ado-
—para dejarlo todo lo mismo que al principio— nais de Poesía. Obras: Por distinta luz (1963), Encuentro con
desde el día que hablaste hasta el que calles. Ulises (1969), Sino de alegría (1969).
¡Oh!, ¿cómo no te olvidas siquiera un solo instante,
pues que nadie te mira y nada ha de quedar? SONETOS ESENCIALES
Si yo toco una piedra,
T ú me la has sostenido durante miles de años, Acercado al altar de la alegría,
velando cada día para que hoy estuviese. pido la comunión con su blancura.
¡Y tantas, tantas cosas, Un niño por los ojos me perdura.
tantos ríos corriendo sin descanso, Ya derribé la sombra que me hería.
364 Luís Jiménez Martos Secuencia del laurel 365
Pero en mi cuerpo queda todavía
tristeza, arrodillada mordedura
pronta a sanar si llega la ventura
de recibir a lo que ayer huía. EMILIO DEL RIO
Algo me dice que la tierra es vuelo Nació en Quintana Redonda (Soria) en 1928. Director de
la revista Humanidades y profesor de Literatura en la Univer-
y crece trigo ahora en mi verano. ; sidad de Comillas. Obras: Antología de la poesía católica del
Pasa el gozo la raya del consuelo. ¡siglo XX (1964), La voz por las palabras (1965), Espada de
Paraíso (1967) y La Ciudad al Sol, poema de Toledo (1970).
Mañana no me importa tan siquiera.
Sobre el pulso de Dios pone su mano SECUENCIA D E L L A U R E L
el hombre que es el ansia del que era.
Llegó el laurel, el enviado verde de los árboles.
Y manos de niños, y manos ágiles de muchachos,
PLEGARIA D O N D E SE PIDE T I E M P O LIBRE rápidamente tallaron los ramos y sujetaron las cuerdas,
y la mesa quedó convertida en una peana pascual
Te pedimos, Señor, el tiempo libre
y aun sembraron en ella el pálido brillo de los claveles
entre paredes, prisas y ciudades
de músculos rozados y de ahogos rosa,
sin flores en la boca. Te pedimos, lánguidos ya del viernes del gran dolor y como
entre los mares muertos del papel, quebrados de espera.
con el alma debajo de la mesa El agua estaba inmóvil sobre el balde brillante
como objeto olvidado diariamente. antes de ser bendecida, antes de ser repartida.
Te preguntamos la salida rápida Una parte tan sólo—¿qué es una parte del Agua?—,
para los ojos que nos encadenan. bendita con el óleo y con el crisma pascual,
Cardinalmente somos divididos se guarda junto a la pila, como pan de alacena,
y rotos por las puntas, no giramos como un trozo de vida, como un fuego encerrado,
con el vivir en orden, a pequeños para caer a su hora sobre las tiernas cabezas,
montones de las horas para todos, hecha alegría y poblando de pájaros las ramas,
crucificando corazón, caminos, dando a la primavera la sonrisa del cielo.
y poniendo a la sombra nuestro nombre. El laurel habrá cumplido su modesta misión;
Concédenos valor para la entrega habrá estado a su hora exacta para cubrir
a l o que no se paga, bosques súbitos la desnuda madera de una mesa redonda
como a tus animales, mucho aire, escoltando de ramos afirmativos, puros,
la risa, el golpetazo al reloj triste el balde que figura la creación del mundo,
aunque no sea ni fiesta ni domingo. y en el que Dios acaba de poner una mano,
Te pedimos, Señor, el tiempo libre haciendo con la cruz
para ocuparnos de verdad la vida. el símbolo transparente que, unido a su palabra,
dé su grito de Pascua, y anuncie para el mundo
el comienzo secreto de las bodas de siempre.
366 Emilio del Río Una cárcel y un ciervo 367
Y, pues, soy borde de nada,
CENTAURO me engaño si digo: ¡Todo!
No puedo con esta fiera; Borde de nada, soy nada
me lleva un centauro ciego; limitada por mí en todo.
cabalga día tras día Recubro todo de nada.
y estoy siempre como en sueño; Todo me tiñe de todo.
día a día voy saltando, Y así no me extraña nada
día a día y no me encuentro; que el corazón sepa sólo
siempre armado con la flecha, latir entre todo y nada,
siempre con el arco tenso; camino de Dios en todo.
que es el centauro quien lleva
mis armas y mi secreto;
el secreto que en su aljaba U N A CÁRCEL Y U N CIERVO
resuena al golpe del viento; Una cárcel y un ciervo malherido
el secreto de mi vida, en seis meses de pena se desangra.
que es de flechas y de acero; Con varillas le hieren: se le quedan
el secreto que los aires abiertas para siempre las espaldas.
espía sin valimiento; Emparedado en soledad y fiebre,
mientras yo soy arrastrado la angustia teje su telar de araña.
día a día prisionero, Un hueco de seis pies al medio fraile;
llevado por el centauro y libre, y sola, y rápida la garza.
que atraviesa mi desierto Saetera de luz sólo tres dedos;
y custodiando en la aljaba y la noche se enciende toda en llamas.
de mi corazón el fuego. En la noche, de un golpe, los cerrojos;
Porque es de fuego mi vida le escolta el río, el cielo y la muralla.
y Dios se llama secreto. Acorralado queda en luz de luna.
Y a los «levantes de la aurora», escapa.
Lleva el cántico escrito en sola el alma.
EL JUEGO
Con el verdor de una rama
y un poco de cielo solo,
sobre la arena mi alma
juega a la nada y al todo.
, ¿Qué es mi mente, si no es nada?
¿Qué es mi mente, si no es todo?
Límite de todo y nada
donde juego a ser del todo.
Me engaño si digo: ¡Nada!,
puesto que aún existe todo.
368 Blai Bonet Sonetos del alba 369

BLAI BONET JOSÉ LUIS MARTIN DESCALZO


Nació en Santanyi (Mallorca) en 1926. Obras: Quatre poe- Nació en Madridejos (Toledo) en 1930. Obra poética:
mes de Setmana Santa (1950), Entre el coral (1951), L'espiga Fábulas con Dios al fondo (1957), Camino de la cruz (1959),
(1951), Cant espiritual (1952), Comedia (1953), Oh, Calvary, Querido mundo terrible (1970).
Calvary! (1954).
SONETOS DEL ALBA
DEU COMPANY
En el principio creó Dios el cielo
Jo som el vostre ca q u e bava, y la tierra (Gen 1,1).
el m e u clamor és u n a saliva amarga.
D e s del llim de la térra, la m e v a veu com u n colomí, N o existían la luz ni el m o v i m i e n t o
c o m u n colom de m a r ferit pels cacadors. en el albor de t u ciudad t e m p r a n a .
L e s m e v e s m a n s n o h a n cantat, A ú n soñaba en ser carne la m a n z a n a
estic a la fosca com u n m u n t de baleigs, y el corazón en ser piedra y cimiento.
i la meva m e m o r i a m e cruix com u n a garba d'aritges
Jo n o he t r e t espiga; n o m é s herba, Senyor. T ú eras del ser el acaparamiento,
T e cant com u n m a r g e pie de canyarussins. exactitud r e d o n d a y soberana.
P e r o en la meva soca desficiosa peí b a n y a r r i q u e r , E n la q u i e t u d del día sin m a ñ a n a
de cada aurora, de cada dia, de cada Uuna, tan sólo T ú y algún p r e s e n t i m i e n t o .
és m e s alta la flama v i b r a n t del vostre amor, Nacías c o m o u n río d e T i m i s m o ,
q u e ara és el m e u amor, Senyor. comías de t u Ser, y en t u s orillas
Les meves m a l u r e s brillen com a r a m s comenzabas d e nuevo m á s p r o f u n d o .
fosforescents d e civada,
i és l'amor d a m u n t el m e u front com u n batall Y t e alzaste de T i cual de u n abismo.
joveníssim. T u boca se i n u n d ó d e maravillas.
I Vos, Senyor, vora els m e u s ossos incendiáis, Y casi fue t u voz. Y casi el m u n d o .
vora la meva carn agrá c o m u n pa florit,
estau com u n ca fidel,
l l e p a n t - m e aqüestes nafres q u e , a m b la seva
C r e c i ó t u voz c o m o u n a llamarada
claror,
despeinada d e viento y oleaje,
canten la misericordia d e la vostra saliva.
y fue la luz u n cántico salvaje
q u e , p a l m o a p a l m o , arrinconó la nada.

F u e t u verdad, t u luz, t u e n a m o r a d a
belleza, q u e soñaba ser paisaje.
¡ Q u é n u e v o r u m b o al ser! ¡ Q u é h o n d o viraje
la creación recién i n a u g u r a d a !
370 Manuel María Teijeiro E liberou ó probé da probeza 371
¡Qué milagrosa paz llenó el instante no silencio garimoso das tuas cousas:
como una dulce mano que resbala a fror esmaiada de horas sin cumprir,
el corazón, suave, y nos desvela! a lúa—tan vella—coberta de ferruxe
i os sapos coas suas frautas de noite
¡Qué luz llegó, divina y palpitante
son cantigas tépedas
como el rozar levísimo de un ala
o mesmo que istes versos esfarrapados.
sobre la piel del aire, sin estela!
Tí, que eres Deus, vas deixando a tua voz
na auga cristaíña e no silencio limpo
e fálasme sempre nunha língoa de estrelas.
¿Es posible, Señor, que la azucena Eu quérote como quero a un vello amigo
naciera de tu soplo solamente e fáloche así, con verbas súpetas,
y que el temblor de un aire indiferente que Tí entendes mellor que tódolos latís.
pueda crear la maravilla plena? Sabes que son un home sinceiro
Dios te salve, azucena; salve, llena e que non teño moito que decirche.
eres de gracia, barro omnipotente, Fáloche do meu pequeño mundo sin veiras,
último blanco, castidad fulgente, da miña nugalla que se me fai naufraxo
ave sin carne, carne sin cadena. e dos meus saloucos que se voltan rulas.
Tamén teño moi pouco que amosarche:
¿Qué sintieron los pájaros el día só un anaco de amor que inda latexa
que, asombrados, rozaron tu blancura? e istes versos que escribo de vagar.
¿Qué sintió el sol que te besó primero? Sei que T í podes todo canto queres
e que eres o mais fidel dos meus amigos:
¿Qué siento ahora yo, avemaria?
por iso che falo con barvesca.
¿De qué playas arriba esta ternura
Fáloche porque che agradezo a vida:
que no existe quizá, pero que espero?
ista vida que Tí me diches sin pedircha,
ista vida homilde como un verme pequeño.
Quero falar contigo sin fachenda,
MANUEL MARÍA TEIJEIRO sin literatura chea de verbas vellas
e decirche o que vou cavilando a cada intre.
Nació en Otero de Rey (Lugo) en 1930. Obra poética: Terra Tí comprendes e sorrís docemente.
Cha, Muiñeiro de Brétemas, Morrebdo a cada intre, Advento.
Adonais ha publicado una extensa antología suya. ¡I é que sabes dos meus afrouxamentos
e dasme sempre o teu perdón de amigo!
PERCUREI E CHAMEI O SEÑOR C A N D O M E
OLLEI M A G O A D O E LIBEROU O PROBÉ DA PROBEZA
(Sal 33.4) (Sal 106,41)
Deus: Eu non te conozco matemáticamente Señor:
ainda que te ollei ó andar meu camino. ¡estamos queimados
Só sei falar de home a home e cinlleiros
372 Manuel María Teijeiro El reclinatorio 373

como a fonte homilde


DEUS, BOTACHENOS E DESFIXECHENOS.
no agosto!
¡En nos hai tolemia, (Sal 57,5)
carraxe acesa, Señor:
un odio vello, podrecido! ¡só temos bágoas
¡I é que as nosas almas, pra ofrendarche!
Señor, ¡Estémonos murchando!
tamén son barro! ¡Non sabemos sorrir
¡Por iso nos rimos diante de nada!
dos paxaros que cantan ¡Ponnos arrepío,
e dos homes Señor,
que dispen a sua alma! a frialdade!
¡Fai que arda ¡Non temos luz
en Tí con que
o noso esprito! alumarnos!
¡E que nos libremos ¡Ainda
pra sempre, Señor, que as espinas
da nosa lama! nos alcendan
a carne,
o noso corazón,
... P O R Q U E VAN E A SALVACIÓN Q U E VEN
Señor,
DO HOME
está apagado!
(Sal 59,3)
Todo poide quedar,
Señor,
nunha cantiga. PILAR PAZ PASAMAR
Todo poide quedar,
Señor, Nació en Jerez de la Frontera en 1933. Obras: Mará (1931),
baixo do vento. Los buenos días (1954), Ablativo amor (1954), Del abreviado
mar (1957), La soledad contigo (1960).
Todo queda,
Señor,
ó vir a morte. EL RECLINATORIO
¡Todo queda, ¿Quién colocó mentira sobre el suelo
Señor! para las descansadas bienvenidas?
¡Todo é silencio! ¿Para qué fe sin luz ansias mullidas
¡Danos, coa morte arropan al dolor con terciopelo?
e co silencio,
unha cantiga! Quien cabalgue amargura vaya a pelo
¡Danos alentó! con las roncas espuelas doloridas,
Pilar Paz A un crucifijo

Huyéndole la sangre por las bridas iluminar mis ojos.


sobre las ancas de la bestia en celo. Amor, un mundo nuevo,
un reducido mundo
De rodillas aquellos los que ignoren para cantar: es todo.
que pueden encontrarte en una rosa Ya es bastante: lo único.
o en la terrible soledad espesa...
Que es muy fácil, Señor, que aquí te lloren
con una bienvenida presurosa LOS Q U E N O T E C O N O C E N
y la sangre rotundamente ilesa. Por ellos no pasaste. Bien se advierte
que están secos al verles la sonrisa;
van de una cosa a otra tan de prisa -'
M U N D O NUEVO que el agua de la vida se les vierte.
Este es mi mejor mundo, Van de acá para allá, sin conocerte,
puesto que tú lo habitas, gastados por el soplo de la brisa;
—lo habitamos—, en medio pero nunca sabrán de la precisa
del llanto y la palabra. hora en que el mundo en fuego se convierte.
Para estrenarlo hubimos
de adoptar la esperanza Míralos: desatentos, desalados,
que, como lazarillo, desparramados, secos, sin saberte,
guiara nuestros pasos. más solos que la luna y ateridos.
La soledad, contigo,
No supieron ganar y están ganados
¡qué dulce se presenta!
por un soplo gemelo al de la muerte
El mar, contigo al fondo,
que brota de sus labios consumidos.
su amistad nos ofrece;
el pájaro nos canta,
el agua corre limpia, A U N CRUCIFIJO DE HIERRO F O R J A D O
por la noche asomamos
nuestros rostros en paz, Así te veo más: hilado, vena,
juntos, frente a la estrella. rúbrica de dolor oscura y leve.
Y cuando en el instante El forjador apenas si se atreve ,:. .,
de sentir a Dios, tomas a repetir tu gloria y tu condena.
mi mano, ¡qué silencio
Así te siento más: hierro, cadena,
mi corazón recoge!
cuanto más te reduces en el breve
Todo está más que dicho
suspiro del metal, ¡así te eleve ¡
en ese mundo antiguo
sin peso y sin contorno por la pena!
donde tú rescataste
mi tristeza. Hoy estreno Así, tan solitario e incruento
la luz, la verdadera, como un mínimo árbol desvalido
la única que podía sobre la oscura tierra del pecado.
Pilar Paz Pasamar La cuchilla 377
Así te quiero más y más te siento,
hilo que me rescata del olvido, Ahora me sobra todo lo guardado:
rayo de luz, Señor Crucificado. déjame así por fin, porque desnuda,
más vestida que un tallo me sustento.

VIOLENCIA I N Ú T I L III

I Enmudece tu voz, y yo me callo. vy*


Hablas, y el mundo es una boca abierta,
Tengo querencia por tus tablas, gritadora. Me cierras T ú tu puerta
en plena lucha, en pleno ruedo; y es paredón la vida en que me hallo.
quisiera más, pero no puedo;
pero podré si tú me hablas. Te mueves en mi alma, y yo me muevo.
Te detienes, y el pulso se me para.
Quiero llegar al burladero, T e haces luz, y mi noche se hace clara.
quiero arrastrarme a ver si toco, Vuelves a entrar en mí, y ya es todo nuevo.
si ya descanso, si coloco
mi gran fatiga en tu madero. Todo de Ti depende, ya ves, tanto,
que sólo con tu música yo canto
Dame una tregua. Ya es bastante. como acentor que busca compañía.
Tienes ventaja. Estoy delante
de Ti, sin armas, ya cansada. Si vuelas sobre mí, también yo vuelo.
Pero si me negaras... ¡Qué consuelo
Derríbame. Yo ya no sigo. pensar que ni aun así te negaría!
Pongo a mi nada por testigo
de que me doblo ante tu espada.

II MARÍA ELVIRA LACACI


T ú enriqueciste el mundo de repente Nació en El Ferrol (Galicia) en 1935. Premio Adonais. Pre-
y anudaste los pájaros dispersos. mio de la Crítica. Obras: Humana voz (1957), Sonido de Dios
Archivaste las luces y los versos (1962), Al este de la ciudad (1963).
y ordenaste las dudas por mi frente.
De golpe, has hecho al mundo suficiente, LA C U C H I L L A
exacta la palabra, exacto el terso,
Ven, Dios. Acércate. Quisiera hablarte humanamente
quieto lunar por el azul disperso,
lleno el aljibe, el agua permanente. hoy.
No te parezca osada
Y al darte así total, también te he dado esta inversión de términos. Debiera ser mi paso
toda la paz, la voz, la sed, la duda, en tu sendero, pero esta niebla pertinaz que gira...
el caminar, la sombra, el pensamiento... Pero acércate. Llega hasta mí. T ú puedes.
378 María Elvira Lacaci En el jardincillo 379
Mírame Con graciosa humildad, con media lengua, dijo:
investida de Ti «¿Me lo dejas? ¿Un poquito na más?»
y tiritando siempre por la vida. El otro sonrió. Fue suficiente.
Pero acércate aún más, penetra, sí, aquí, Lo agarró apresurado,
donde tuve algún tiempo corazón, lo apretó contra sí. La confianza
hoy ya materia orgánica, que late, ¿para qué? aleteó en su pecho.
—tus designios, ¡oh Dios!—, t Ya no había humildad en sus palabras,
para seguir en pie y apuñalándote. exigía más bien,
Pero mira, mira despacio el filo que te hiendo. mientras decía con exaltación:
Está húmedo y rojo. Acaso « ¿Pa to el día? Di, ¿me lo dejas pa to el día?»
ya atravesó mis venas antes que tu costado. Alegremente
Si T ú quisieras, Dios. arrastraba afanoso el automóvil,
Si alargaras los brazos un poquito
y yo seguí leyendo,
no sería tan fácil...
mientras que la sonrisa
Con tu mano piadosa
nacía de mis labios. Apretados.
—que yo sé que es piadosa, aunque las gentes digan..,,
No tardaron mis ojos
esas gentes
en buscar al pequeño apasionado.
que al padecer vocean y te escupen—
podrías alcanzar esta cuchilla El juguete
amarga estaba abandonado junto a un árbol,
que nos hiere a los dos. y él,
travieso,
subía y se bajaba desde todos los bancos.
EN EL J A R D I N C I L L O Una sombra inconcreta
fue creciéndome lenta por los ojos ausentes.
Un jardincillo leve, Mientras que me decía,
varios niños jugando, y a mi lado —yo leía poemas en al borde de la angustia —la angustia que en mis venas
un banco de piedra—, es el líquido rojo
una joven mamá que hacía punto que me voltea despiadadamente—:
mientras vigilaba «Los mayores
a su pequeño hijo, que, en la tierra,
somos también así.
jugaba con un coche de aluminio
Para siempre», decimos, y...
de vistosos colores.
«Ni los muertos nos viven más allá de un recuerdo
Se acercó otro pequeño,
aproximadamente de su misma edad, que se inclina en el tiempo
vivaracho, espontáneo, gordinflón y gracioso. hasta hacerse horizonte».
Clavó sus ojos en el cochecillo, Me rebelé de pronto.
se arrodilló en el suelo Yo también... Me pesaba esta carne.
y, casi en éxtasis, Me pesaba llevarla
lo acarició temblando de deseo. sobre los huesos ciegos, pero nunca mudable.
380 María Elvira Lacaci Las cosas viejas 381
Mi pecho te buscó, Señor, entonces, y escuchar tus palabras. Las tuyas de verdad,
se aferró a tu contorno pavoroso y amante. —las que a mí me dirías si me tropezaras—:
«Sólo T ú —repetía—. Sólo Tú, sobre el Tiempo...» «Es que acaso, con esto, puede hacerse otra cosa»,
mientras se va posando
la ternura infinita de tus ojos
DIOS S O Ñ A D O sobre tanta miseria.
Nos vamos arrastrando
penosamente. Mudos. Sobre el Tiempo. LAS COSAS VIEJAS
Nunca como los ríos. Jamás como serpientes.
Nos pesa acaso el cuerpo. El barro endurecido. Qué boba soy, Señor
La gravedad que gira —me da vergüenza que lo sepa alguien—,
por sobre el corazón. En sus arterias. con cuántas cosas cargo. Sin motivo.
Unos Esta pluma así vieja que ha girado mi llanto.
tenemos un momento de desgarro Este abrigo teñido, o mejor, desteñido,
en que clamamos, en que confiamos, porque cuántos inviernos...
en que intentamos, aunque torpemente, Esta horrorosa planta
enderezar tan raquítica
la desviada sombra proyectada. como mi corazón,
Acaso el viento se levanta porque ha sobrevivido —como él—
huracanadamente. Nos derriba la angustiosa miseria
de nuevo. Nuestro llanto de la ventana
ya es el eco sonoro de su vuelo nocturno oscura
que levemente, temeroso, de este patio indecente.
va rozando o se posa Y así,
sobre la vaguedad de ciertos signos muchas cosas menudas
—la fe, la propia estimación, o el amor verdadero—•. que yo siento. Indefensas.
Es entonces Y debiera dejarlas,
cuando a nosotros llegan. Afiladas jubilarlas, tirarlas; ahora
palabras que agudizan nuestra bruma ya podré cambiarme,
—porque el temor confunde, pero jamás conmueve—•, —el nuevo sueldo de los funcionarios...—.
palabras que se clavan en las fibras Pero no. No podría
de la carne vencida. olvidarlas,
Palabras y llevaré conmigo
de justicia divina, que se yerguen estas pequeñas cosas así dóciles.
implacablemente (Sería tan cruel si las dejara...)
frente a nosotros. Derribados. Mínimos. Ellas
Yo prefiero soñarte más humano, compartieron mis horas de agonía. No los seres hu-
con un trozo de barro—nuestra carne podrida—entre manos.
tus manos Además
382 Antonio Murciano A solas con mi alma 383

tengo miedo. Señor. el mar, la tierra y el aire.


Otro sitio. La Vida, Fiesta niña de mis ojos
y seguiré tan sola. Desgajada, dentro y fuera y bajo el aire.
y estas cosas Hoy he visto al Niño-Dios
amigas en una gruta del aire,
pronunciarán mi nombre ángeles y serafines
desde su silencio. mecían su cuna de aire
Y cuando allá muy dentro y cantaban villancicos
la ternura de aire, al aire por el aire.
me arañe y me desgarre—por tenerla encerrada—, Esta noche es Nochebuena
lo mismo que otros días, y yo, soñando, en el aire;
yo miraré estas cosas surcando la noche negra
tan sencillas, tan mínimas, del tras-mundo, tras el aire;
tan entregadas desde su inconsciencia, descubriendo la otra cara
y, lentamente, de la luna, de entre el aire;
mis venas yo, quemándome en el fuego
se irán tornando mansas. Sosegadas. del encuentro con el aire
¡Oh Señor, si al menos y helándome con el frío
pudieran comprender cómo las amo! de los espacios sin aire.
Hoy están de parabienes
cielo y tierra y mar y aire.
Y yo, astronauta, perdido,
tendido en paz junto al aire,
ANTONIO MURCIANO sintiendo en mí la infinita
sombra de Dios, frente al aire.
Nació en Arcos de la Frontera (Cádiz) en 1929. Obras: Na- Para mí toda la gloria.
vidad (1952), El pueblo (1955), Amor es la palabra (1957), La Todo el gozo para el aire.
semilla (1958), De la piedra a la estrella (Premio Ciudad de San-
tander 1960), Los días íntimos (1962), Canción mía (1965), Perfil ¡Fiesta de mis ojos niños!
del cante (1965), Fe de vida (Premio Ciudad de Palma 1969) y, ¡Mi Nochebuena del aire!
en unión de Carlos, los libros: Los ángeles del vino (1954), An- Aire que el aire me lleva,
tología de poetas de Arcos de la Frontera (1958), Corpus Christi aire que me lleva al aire.
(1961) y Plaza de la memoria (1966).

NOCHEBUENA D E L A S T R O N A U T A A SOLAS C O N MI A L M A
Desde arriba se ve el mundo Hoy me siento otro hombre. Me parece
—mordida manzana—al aire. que yo he cambiado y no ha cambiado nada:
Tan solamente Belén, el árbol sigue allí, bajo las aves,
qué grande, hoy, desde el aire. y a horcajadas el puente sobre el agua.
Hoy, que están de enhorabuena Hoy es un día, un miércoles cualquiera,
384 Antonio Murciano 8 de diciembre 385
u n día m á s d e viento p o r las parvas,
d e sol d o b l a d o contra el horizonte,
d e estarme solo a solas con mi alma.
H o y sí q u e siento a D i o s . M e va s u b i e n d o CARLOS MURCIANO
por el p e c h o u n a ola de esperanza,
Nació en Arcos de la Frontera (Cádiz) en 1931. Obra poéti-
q u e sube de los labios a la frente ca: El alma repartida (1954), Viento en la carne (Accésit al Pre-
y d e la frente a las estrellas altas. mio Adonais 1955), Poemas tristes a Madia (1956), Angeles de
¡ O t r o día p e r d i d o ! . . . L a conciencia, siempre (1958), Cuando da el corazón la media noche (1958),
Tiempo de ceniza (1961), Desde la carne al alma (1963), Un día
con su voz d e metal, m e lo gritaba. más o menos (Premio Ciudad de Barcelona 1962), La noche que
C o n esto d e soñar, c o m o y o digo, no se duerme (1964), Los años y las sombras (Premio Ausias
t e n g o en la tierra, a m e d i o hacer, m i casa. March 1965), Estas cartas que escribo (1966), Libro de epitafios
(Premio Boscán 1967), El mar (Premio Virgen del Carmen
P e r o hoy n o sueño. ( O sí.) M e va creciendo
1968), Breviario (1969), Veinticinco sonetos (1970) y Este claro
por el p e c h o la limpia del alba. silencio (Premio Nacional de Literatura 1970).
Creerse j u n t o a D i o s ¿no es ya bastante
p a r a justificar u n a j o r n a d a ?
TODAVÍA

C u a n d o dicten sentencia las h o r m i g a s


VILLANCICO TRISTE POR LO QUE OCURRIÓ sobre m i corazón, yo estaré lejos:
AQUELLA NOCHE a u n a ñ o - s o m b r a (o luz) de los espejos,
cerca del ecuador d e las ortigas.
Parece u n contrasentido,
pero hay q u i e n m u e r e a la m i s m a Ajeno d e reclamos y de ligas,
hora en la q u e otro h a nacido. como van al p o n i e n t e los vencejos,
J u n t o s el gozo y la pena. volaré al fin, m i e n t r a s m i huesos viejos
T e n í a q u e suceder pugnarán p o r alzarse en las espigas.
la n o c h e d e N o c h e b u e n a . P e r o esto será ayer, digo m a ñ a n a ,
«Mi vida entera daría, y todavía es m u c h o todavía
N i ñ o , p o r p o d e r t e ver». p a r a q u e p u e d a u n h o m b r e esperanzarse.
Esto dicen q u e decía
u n h o m b r e q u e se m o r í a H a z sonar e n el patio la c a m p a n a ,
aquella n o c h e en Belén. forma en dos filas la melancolía:
q u e va D i o s a explicarnos y a explicarse.

8 DE DICIEMBRE

Sobre la mesa están el agua, el vino,


los cubiertos, el pan, la loza nueva.
H o y ha salido el sol y, en t a n t o funde
la m u c h a nieve—sucia y a — d e ayer,
acaricia el blancor de los manteles
Dios en la poesía 13
386 Carlos Murciano Hablando claro 387

y arranca chispas del cristal. Llegamos a nuestra sed, queda un brutal deseo
ante la mesa familiar y, mudos, de estar bebiendo siempre su milagro;
vamos tomando asiento: cinco seres de cualquier almohada o tronco o piedra
de Dios, en esta casa que ahora empieza donde nuestra cabeza reposara,
a conocernos y a ser nuestra—un hombre, cuelga, como verdín, un turbio insomnio
una mujer, tres hijos—, silenciosa- de ojos abiertos siempre y anhelantes.
mente, vamos cumpliendo un viejo rito, Ayer, larga antevíspera, descubre,
uniendo nuestros claros eslabones quebrada ya su poderosa cascara,
a la cadena del vivir. Aroma la triste almendra, la letal semilla.
la hierbabuena, cuando voy sirviendo, Pero Dios—nunca el tiempo—. Dios, Dios, Dios
humeante, la sopa. Tomo luego quiso, al fin, ser mañana! Abrió la puerta
un pedazo de pan y, mientras gozo y, vencedora, el alba entró a raudales.
repartiéndolo, digo: «Dios, bendice Un día más o menos ya no importa
este techo, esta mesa, este alimento, si dentro está la luz para cerrarla.
este poco de lumbre y este mucho
de amor». Y es una música celeste LA PUERTA
el leve son que inician las cucharas. Yo soy la puerta (Jn 10,9).
Dice la voz: «Abre la puerta». Digo:
22 D E MARZO «Soy yo la puerta y cierro con candado».
«¡Llaves, aquí!—dice la voz—, al lado
Hasta mañana, Dios, si el tiempo quiere. de este muro sin hueco ni postigo».
Y el tiempo quiso, Dios. Y Dios—el tiempo— Rueda en lluvia la noche. Digo: «Amigo,
quiso. Miradlo aquí. Mañana ha sido. ni hueco ni postigo mi costado
Miradlo aquí, en mi mano, como un fruto tiene, pero la puerta la he cerrado
redondo, dulce y duro, preparado a piedra y lodo y no abriré». «Te sigo
para los labios y la dentellada.
Fruto que muerdo y cuyo amargo zumo •—dice la voz—desde hace siglos; puedes
a vida nueva sabe, a reencontrado olvidarte de mí, pero aquí estoy
paraíso (celeste alfombra o musgo hasta que se derrumben tus paredes».
donde la cicindela se agiganta «Yo no soy quien tú buscas—digo—; voy
y hace su luz tan grande como el sueño). a enloquecer así. ¿Por qué no cedes,
Mañana es hoy. El tiempo lo ha querido. si yo no soy, ¡oh Dios!, si yo no soy?»
Dios lo ha querido. De cualquier palabra
entonces dicha, un fleco oscuro pende, HABLANDO CLARO
volviéndola de sombra y confundiéndola
con todo lo que fue y hoy sigue siendo, Las cosas claras, Dios, las cosas claras.
en un rincón de la memoria, espuela ¿Acaso te pedí que me nacieras,
para la cabalgada decisiva; que de dos voluntades verdaderas,
de cualquier agua entonces acercada de barro y llanto, Dios, me levantaras ?
388 Carlos Murciano Dios encontrado
¿Acaso te pedí que me dejaras alta y antigua donde vivo. Hacía
en mitad de la calle—en las aceras por salvar, escribiendo, la distancia
se apiñaba la vida—, y que te fueras y se me desbordó en lo que escribía.
y que con tu desdén me atrepellaras? Y aquí sigue: tan cerca, que me quemo,
Palabra que no sé por lo que peco. que me mojo las manos con su espuma;
Palabra que procuro, mas en vano, tan cerca, que termino, porque temo
llenar tu hueco, rellenar mi hueco. estarle haciendo daño con la pluma.

Pero soy nada más Carlos Murciano.


Ni hombre ni nada, Dios; sólo un muñeco
que se mueve en la palma de tu mano.

DIOS E N C O N T R A D O
Dios está aquí, sobre esta mesa mía
tan revuelta de sueños y papeles;
en esta vieja, azul fotografía
de Grindelwald cuajada de claveles.
Dios está aquí o allí: sobre la alfombra,
en el hueco sencillo de la almohada;
y lo grande es que apenas si me asombra
mirarle compartir mi madrugada.
Doy a la luz, y Dios se enciende; toco
la silla, y toco a Dios; mi diccionario
se abre de golpe en «Dios»; si callo un poco
oigo jugar a Dios en el armario.
Abro la puerta, y entra Dios—¡Si estaba
ya dentro!...—; cierro, y sale, mas se queda;
voy a lavar mi cara, y Dios se lava
también, y el agua vuélvese de seda.
Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,
lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,
ni me sorprendo ni me maravillo
de verle tan enorme y tan pequeño.
Me lo dobla el cristal, me lo devuelve
hecho yo mismo—Dios, perdón—su frío,
y no intento explicarme por qué envuelve
su cuerpo en este pobre traje mío.
Hoy he encontrado a Dios en esta estancia
390 Antonio y Carlos Murciano Corpus Chr'tst't

Que viene por la calle Dios, que viene


como de espuma o pluma o nieve ilesa;
ANTONIO Y CARLOS MURCIANO tan azucenamente pisa y pesa
que sólo un soplo de aire le sostiene.
CORPUS CHRISTI Otro milagro, ¿ves? El, que no tiene
Todo fue así: tu voz, tu dulce aliento ni tamaño ni límites, no cesa
sobre un trozo de pan que bendijiste, nunca de recrearnos la sorpresa
que en humildad partiste y repartiste y ahora en un aro de aire se contiene.
haciendo despedida y testamento. Se le rinde el romero y se arrodilla;
«Así mi cuerpo os doy por alimento...» se le dobla la palma onduleante;
¡Qué prodigio de amor! Porque quisiste, las torres en tropel, campaneando.
diste tu carne al pan y te nos diste, Dobla también y rinde tu rodilla,
Dios, en el trigo para sacramento. hombre, que viene Cristo caminante
Y te quedaste aquí, patena viva; -—-poco de pan, copo de pan—pasando.
virgen alondra que le nace al alba
de vuelo siempre y sin cesar cautiva.
Hostia de nieve, nube, nardo, fuente;
gota de luna que ilumina y salva.
Y todo ocurrió así, sencillamente.

Sencillamente, como el ave cuando


inaugura, de un vuelo, la mañana;
sencillamente, como la fontana
canta en la roca, agua de luz manando;
sencillamente, como cuando ando,
como cuando T ú andabas la besana,
cuando calmabas sed samaritana,
cuando te nos morías perdonando.
Sencillamente. Hora de paz. ¡Qué leves
tus manos para el pan, para el amigo!
Cena de doce y Dios. Noche de Jueves.
Y era en Jerusalén la primavera.
Y era blanco milagro ya aquel trigo.
Sencillamente: «Este es mi cuerpo». Y era.
# * #
Miramar 1954 393
392 Nicolás Ormaetxea

NICOLÁS ORMAETXEA («ORIXE»)


NICOLÁS ORMAETXEA («ORIXE»)
Versión castellana de J. I. Goikoetxea.
Nació en Oreja (Guipúzcoa) en 1888, murió en Añorga
(Guipúzcoa) en 1961. Obra original: Barne muinetan («En la
intimidad del alma», 1934, poesías místicas), Euskaldunak
(«Los vascos», 1950, poema épico).

MIRAMAR 1954
MIRAMAR 1954
¿Habré empezado a entrar en la eternidad siquiera
Betieran sartzen ote naiz asía a ratos? No hay límite, ni tiempo, ni intervalo fugaz;
tarteka bederen? Ez muga, ez aldi, dentro del tiempo estoy lleno y en reposo con Aquel
ez tarte laisterrik; befaren harnean que es siempre.
beti dan Arekin hete nago geldi.
U N O . Así el perro que anda de caza, mueve el rabo y
BAT. Ala zakurra eizez dabillala, las orejas; pero, cuando rastrea la becada, se encoge
isats-eraginka, ikara belarri; y los recoge a la vez, pegándolos al cuerpo.
baiñan oillagorra suma dula, kuzkur, De día, cabeza y corazón, se me dispersan a un lado
batera biltzen tu, lotuz gorputzari. y a otro, como si fuesen dos; bajo el dominio de la
Buru ta biotza alde banatara noche, se vuelven uno, sin que puedan diseminarse:
doazkit egunez, bi liran iduri; entonces soy yo uno.
gauaren mendean bat biurtzen dirá ¿Sabe lo que es oración quien no la ha hecho sin ador-
ezin bakanduaz: ordün naiz bat-bat ni. mecerse en el sosiego de la noche? ¿Qué es lo que me
Gauezko pakean egin ez duenak retiene dentro?
otoitza xortzeke, zer dan ote daki ? ¿La noche? ¿El silencio?
Gauak? Ixillak? Zerk ote nauka kuku? ¿En qué me ocupo reuniendo todas mis fuerzas?
Indar oro batuz zer ote naiz ari? Obro en la quietud, guardo quietud en la acción; al-
Egonean jardum, jardunean egon, guien me mueve sin impulsar. No me tiene cuidado
eraginik gabe norbaitek naragi. cuándo empieza y cuándo acaba el TIEMPO, a seme-
janza de la eternidad de Dios.
BETA, Jainkoaren beti'ren antzera Este intervalo no tiene velocidad: la quietud me ha
noiz asi, noiz buka, ezer ez dit neri. hecho olvidar dónde y cuándo empieza la oración.
Tarte onek ez du laisterrik; egonak Obro y permanezco quieto. No me trae cuenta cuándo
áztuazi dit noiz otoitza nun asi. termina la oración.
Ari naiz, ba nago. Betaren pakean Un murciélago vuela sobre mi frente... y me percato
ez-axolik nago otoitza noiz utzi. de que me hallo en la tierra.
Xaguxar bat egan bekoki gaiñean... Nuevamente me sumerjo en el sosegado tiempo, en
lurrean nagola dioket igerri. quietud en la acción, actuando en la quietud.
Murgiltzen naiz berriz beta paketsuan,
394 Nicolás Ormaetxea Jainkoagan bat 395
jardunean egon, egonean ari. Un gato de color de nieve, dando maullidos y lison-
Katu elur-margo, marrakaz isatsa jeando con su cola; viene de la caza; le abriré la puerta.
legunduz, atea zaiodan zabali, Al despertar otra vez me percato de que estoy en la
eizetik irten da; atzarriz berriro, tierra. Como el pez, sin salirse del agua, salta para
lurrean nagola dioket igarri. atrapar algunos insectos en la superficie, así yo quedo
Arraiak uraren axalean zenbait de nuevo sumergido sin perder el aliento.
mamu atzemanka eiten baitu jauzi
ufa galdu gabe? Alaxe berriro LLENO. Sin intervalos ni cambios me hallo lleno, sin
amasa galtzeke murgillik naiz geldi. aletargarme ni olvidarme de mí mismo; pero yo soy
vacío, y es Dios quien me ha llenado.
BETE. Utsarterik, aldarterik gabe El no tiene límite, tampoco yo; El no se mueve, tam-
ni bete; neronez ez xortu, ez ántzi. poco yo; estoy todo con El, todo El está conmigo.
Baiñan utsa naiz ni; Jainkoak ñau bete. ¡Adiós, refugio de Miramar, doblemente grato de no-
Ark ez baitu bazterrik, nik ez dut bazterrik; che!; pero te guardo siempre dentro mí. Donde quie-
ez baita mugitzen, enaiz ni mugitzen; ra que vaya, te llevo conmigo, porque no hay para mí
oro naiz Arekin, oro dut nerekin. vacío ni intervalo. Llevo aquí conmigo, dentro, a to-
Miramar eipea! gauez bitan goxo. dos los Muyshondt, que son ángeles humanos.
Agur!, baiñan emen barne zaitut beti.
Noranai noala nerekin zaramat, SIEMPRE. ¡Si yo pudiese meterme por partes en la
ez baita neretzat utsik, ez tarterik. eternidad...!
Gizaingeru dirán Muyshondt'arrak oro Todo es uno: el todo y las partes. Mi alma vive en la
emen barne ontan nigaz daramatzit. eternidad, pero mi cuerpo conoce, por desgracia, los
cambios.
BETI. Sar banendi betian zatika...
¡Este grato cielo no pierde el amargor de la tierral
oro bat dirade oso eta zati.
¡La patria es destierro en esta tierra!
Anima betian bizi zait; gorputzak
Señor, viva yo, mientras exista, contigo, convirtiéndo-
ba du, zorigaitzez, aldarteen berri.
me contigo en U N O , LLENO y ETERNO.
Zeru goxo onek lurreko minkaitza
ez galtzen! Erria lur ontan atzerri!
Bizi nadin, Jauna, naizaño, Zurekin,
Zurekin biurtuz BAT, BETE ta BETI.

UNIDOS EN DIOS
JAINKOAGAN BAT
Concéntreme en mi interior, a la voz de una llamada,
Bil nadin barnera, mintzo bat entzuki, encendiendo una lumbre y desbastando mi corazón.
argi bat izetuz, biotza landuki. En esta profunda cueva, ¿qué se ofrece a mi contem-
Leze-barne untan, zer dut ikusgarri? plación?
Bost aldiz nerera mintzo ozenak io du!; Mil veces ha llamado a mi puerta la penetrante voz;
ni, berriz, etxetik urrun nabilazu! pero yo vagaba lejos de mi casa.
Ate-ioka norbait. Erantzuna... «Bego». Llama alguien a mi puerta. Mi respuesta es: «Luego».
396 Nicolás Ormaetxea Jainkoagan bat 397
Iparra geldi da, legun dator ego, Ha .cesado el cierzo, y sopla caricioso el mediodía;
egatsetan dakar maitetasun bero. en sus alas trae fervoroso amor.
Aren mintzoari muzinik nork egin? ¿Quién será esquivo a su llamamiento?
Bidé zoroak utz, etxera sar nadin. Deje yo mis desvariados caminos y penetre en mi casa.

Etxera sar eta zoko denak ilun, Penetro en ella y hallo oscuros todos sus escondrijos.
begi-lauso au noiz enegandik urrun? ¿Cuándo me despojaré de la alucinación de mis ojos?
Egun zoroaren aztarnak itzali, Tú, amado que me llamaste, borra las huellas que en
Deitzaile maitea, Zu zaitut iguzki. mí dejó
aquel insensato día. T ú eres mi único sol.
Ba dakust enegan izkutu ondarra:
barnean bizi dut Irutan Bakarra. Ya percibo dentro de mí un profundo misterio:
Berak bizi ñau ni, Beronek naragi; dentro de mí vive el que es Trino y Uno.
barne-muin unetan Berau bekit argi. El es quien me da la vida; El es quien me está impul-
sando.
Nigan ari duzu, Aitak sor Semea, El sea mi luz en lo más recóndito de mi interior.
ta alkar maitatuki Biongandik duzu En mí está obrando: el Padre engendra al Hijo,
As Gurena. Iesus! Ñire lo betea! y de ambos, amándose mutuamente,
Ernal-iturria nigan daukadala procede el Espíritu Santo.
Jainkoaz ain antzu. Nondik naiz ibili?... ¡Dios mío! ¡Y qué letargo el mío!
Aunitz esker! Iaunak egin baitit argi.
¡Teniendo en mí al que es la fuente de la fecundidad,
Ez zadan argi au nik itzal, ez ere estar yo tan estéril de Dios!
edozein mintzoari ta argiri iaramon: ¿Por dónde he andado?
emen daukat oro; etxe barnen nagon. Mil gracias, porque el Señor me ha iluminado.
No apague yo esta lumbre;
no dé oídos a cualquiera voz,
ni guíe mis ojos otra luz. Aquí lo tengo todo.
Estéme yo en lo interior de mi casa.
398 Jaime de Kere^eta Bipiza Jaunagan

JAIME DE KEREXETA JAIME DE KEREXETA


Nació en Elorrio (Vizcaya) en 1918. Miembro correspon- Versión castellana revisada por Luis Castresana.
diente de la Academia de la Lengua Vasca. Es autor de una
veintena de obras, entre las que destacan: Orbelak, Bitargi,
Evangelios concordados, Misal diario, Evangelios, El Nuevo
Testamento, Los Salmos, Diccionario onomástico y heráldico
vasco (4 vols.), Evangelios (bilingüe), Historia Sagrada, etc.
MI C O R A Z Ó N EN EL SEÑOR
BIOTZA J A U N A G A N
Entreabierta, dudando,
Itxirristuan, eztabaidan, la puerta de mi corazón;
biotzeko atea; el viento no le quiere dar
aizeak ez dautso emon nai la paz que necesita.
bear dauan bakea.
El viento cierra y abre a su placer
Zabaldu ta itxi aizeak esta pobre puerta:
ñire ate gaiso au: se halla medio deshecha a bandazos,
zartadaka erdi-etenda, casi se la ha arrancado la Muerte.
ia Erio'k jo dau.
Ando en larga pelea,
Burruka luzea darabilt, arrecia fuerte el enemigo,
gogor arerioa, mi fuerza vital está anonadada,
kemena guztiz kikilduta, voy cosido de heridas.
zauriz josita noa.
Me encuentro completamente solo,
Bakar-bakarrik aurkitzen naz, ahora no tengo compañero alguno:
orain ez dot lagunik: todos se han alejado de mí,
iges egin dauste guztiak a no ser los enemigos.
etsaiak izan ezik.
«Y ¿qué hacer?», me dice la mente.
«Ta, zer egin?», diraust buruak. Mi corazón duda.
Biotza eztabaidan. Ciérrele yo la puerta,
Itxi dagiodan atea, concéntreme en mi interior.
sar nadin ñire baitan.
¡Enmudece, viento!; vete lejos de mí,
Ixi, aize!, urrun zakidaz, has cumplido tu trabajo;
amaitu dozu lana; en esta mi soledad
ñire bakartade onetan ya poseo lo que necesito.
ba-dot bear dodana.
400 Juan María Lekuana Jainkoa il da
Irutan Bakar zaran Ori, El que eres Trino y Uno,
Zeu zaitut Maitasuna, T ú eres mi Amor,
Biztuera, Argi, Bizia, Resurrección, Luz, Vida,
benetako Ondasuna. el verdadero Tesoro.
Zeugan dot, Jainko, usté ona, En Ti espero, Dios mío;
Zeu zaitut laguntzaille; T ú eres mi protector:
ñire aterpe Zeu izanik, teniéndote a Ti por cobijo,
neu naz beti garaille! ¡yo soy siempre el triunfador!

JUAN MARÍA LEKUONA


Nació en Oyarzun (Guipúzcoa) en 1927. Obras: Mindura
gaur («Sufrimiento hoy», 1966), Muga beroak («Fronteras ar-
JUAN MARÍA LEKUONA
dientes», 1972). Seleccionamos un extenso poema de 1966, Versión castellana de Ángel Lertxundi.
en versión castellana de Ángel Lertxundi.

JAINKOA IL DA DIOS HA M U E R T O
Jainkoa il da biotz askotan. Dios ha muerto en muchos corazones.
Illeta-otsa senti det nunnai. Su réquiem se escucha en todas partes,
Tenplu santuan ere bai—. y también en las iglesias.
Batzuek azkena eman diote Ha muerto en muchos corazones,
bortxazko eriotzaz. vencido por la fuerza,
Besteek, berriz, aantzi dute olvidado de quienes dicen creer en El.
ardurik-ezako otzaz. Hoy es viernes santo,
Egiaz degu ostiral santu: y nuestros corazones
barru askotan ezur-mendia;
son un calvario donde Dios ha muerto.
Kalbarioko etena,
Ha muerto
Jaungoikoaren azkena.
Jainkoa il da biotz askotan, para quienes nacieron
ba-danik ere oroitu gabe con la intención de morir solos
bizi dirán askorentzat, (obran en consecuencia).
batez ere gaizkilleentzat... Para quienes nacieron
Oien jokerak adierazten du: para obrar el mal.
mundua ez da inoren biotz, Gritan que el mundo no tiene dueño,
mundua ez da inoren itza, que es palabra vacía de significado,
ez da inoren ardatzez eio tejido en una rueca rota.
gure bizitza. El mundo se cierra al sol,
Ertzaz aruntzik sin más frontera que la suya,
402 ]uan María Lekuona Jainkoa il da 403
ez duan mundu itxia: evitando que Dios dilucide.
eguzki-pean erabaki oi Un mundo sin Padre,
txarra ta onaren auzia,
un mundo sin herencia.
zigorra eta saria.
Aita gabeko mundu umezurtz,
mundu itxia. Muchos pueblos han matado al dios
tapadera de la ignorancia,
Jainkoa il dute erri askotan de la pereza;
bera dalako pretexto para hacer el mal,
jakin-ezaren tapaki,
opio de quienes se acuestan cansados;
gizon nagien osaki,
al Dios que hace llorar
kalte emateko aitzaki,
en las guerras con la llanura muerta,
lokartutzeko opio.
al Dios que hace que el infierno
Bestalde, berriz,
sean los otros,
ñola diteke ainbeste negar
Jainkorik ba-da? y que se sienta a la mesa con los ricos.
Nundik gerrate, eriotz astun, Perdonadme esta blasfemia;
on izateko ainbeste traba pero tal es el rostro de Dios
Jainkorik ba-da? que—por culpa nuestra—
Aberatsen maikide ornen... hemos ido desvelando.
(Birau zakar au barkatu)
Baiñan askotan (gurea da errua) Al Dios que deja la llanura muerta
ori ez al-da gertatu? le han matado el progreso,
Jainkoa il dute aurrerapenak, los sentimientos profundos,
biotz-sentipenak, los que sufren por la justicia.
mindura zuzenak... Doy por bien arrancadas
Bedeinkatzen ditut denak! las adherencias de lo temporal, de lo caduco.
II bitez betiko No puedo aceptar que el nombre de Dios
ilkor ziran eranspenak. me evoque su negación más rotunda.
Ez dan gauzarik ez dezala adieraz
Jainkoaren izenak!
He de hablar con quienes dicen: «Dios ha muerto!
«Jainkoa il da» diotenekin bear det mintza ellos y yo,
alkarrizketa batean, en la llanura muerta,
arrixku artean; porque el amor me quema las ganas
maitasun berak ortaratzen ñau de cerrar los ojos.
ongi-nai betean.
Y la llanura nace la vida.
Bizitz berri bat sortzera doa.
En el amanecer,
T'egun sentian,
nai nuke nigandik irten, quiero salir de mí mismo:
404 Juan María Lekuona Jainkoa il da
405
iñoiz galdezka, salir preguntando,
iñoiz azalduz sinismen-kezka, salir confiando mis dudas.
sagaratua nun arki, Es el amanecer en pos de lo sagrado,
korapilloa nun eten... que quiere desatar el nudo
Gaurko giroko abots zabalak de unas palabras necesarias:
au esaten dit: «El lugar de lo sagrado
«Sagaratuaren leku, está en el mundo,
ez aldare aurrean, no ante el altar.
baizikan munduan dezu; Entre las dudas
or, gizartean, —hombres atados—
beartsu artean, en los pobres,
ori ta zuri, beltzen tartean, en las luchas de las razas,
berdin izateko arrazek dagiten en los pueblos que aspiran a la igualdad
barruka latzean. y son engañados.
Urietako giza-pilloen amets berritan, En los nuevos sueños de las ciudades,
edertilarien biotzkada argitan... en las intuiciones de aquel artista.
Au da Jainkoa arkitzea: Porque encontrar a Dios
gizarte-uretan murgiltzea». supone bucear
Leial izan nai det en el inmenso mar de los humanos».
pentsamen auekin. La lealtad me exige
Leenago ere Jainkozalea, confesar las mentiras que, en nombre de Dios,
lagun-urkoa maite-ezean, decimos tantas veces.
gezurti zalá ba-nekin. Y el hombre,
Bestea baldin ba-da imagen viva de Dios,
egille baten sorkera argi, dignidad y ofrenda,
nere burua detan aiñean estimagarri, me señala la ruta:
bide-urrats jakiña det: maitasuna. Ama
Au ez duanak, zail izango du y habíame de Dios.
Jainko-zentzuna.
Abiertas las ventanas,
Baiñan nerea esan dezadan.
ofrezco al viento
Aitor biziro
mis sufrimientos de creyente.
sinistun baten samiña:
Tengo vivencias de Alguien.
Jainkoaz ziur biziki eta
Jainko susmoak izaki eta Intuyo su realidad.
ezer azaldu eziña. Pero no puedo comunicar lo que presiento.
Aitortzen det: pentsatzeak Sufro al decirlo;
gu bakarrikan gaudela egian, pero me avergüenza pensar
Jainko-egian, que sólo nosotros le poseemos.
pentsatu utsak lotsa ematen dit; Preferiría callarme. .
406 ]uan María Lekuona Jainkoa il da 407

jardun gogorik ez det iñundik; La misma adhesión a Dios


ixildutzea naiago det nik... me obliga a proceder con humildad.
Zenbat eta ziurrago Veo a mis hermanos que no creen en El,
Jainkoaz senti, más dotados,
ainbat eta umillago
jardun bear beti. más hombres,
Sinisgabeko lagun-urkoak, mejores que yo...
geienak ditut jantziagoak, Yo he tropezado con mi misterio:
giza-legean osoagoak, Dios es mi don,
jakintsuago, obeagoak...
pone en mí su morada,
Au da neregan misterioa:
Jainkoa bera doaia detela, me ama en mi nada.
bizi-lagun bat nigan bezela. Y me consta
Nere utsean maite nauela; hasta el extremo de no poder negarlo.
maite, jakiteko eran. Es mi sufrimiento.
Baiñan bizi naiz minberan
Me duelen mi ser y mis obras.
naizen ontziaz,
nere «izan» ta «egin» guziaz ; Mi vasija sucia de barro.
edozertako lur-ontzi,
makurkeri ta eskastasunak Y si yo, hablando de Dios,
ezin utzi! dijera cosas que no siento
—conceptos, conceptos—,
Asiko ba-nintz emen esaten
senti ez detan gauzikan, no me creáis,
konzeptu soillak baizikan, porque soy campana que retiñe.
neri ez sinista:
tupiki ots-joa Y si no os manifiesto alegría en la paz,
besterik ez naiz ta. ni os ofrezco los frutos del espíritu,
Ez ba-dezu ikusten nigan maitasunik, significa que ha muerto
nigan ez ba-da agertzen pozarik,
pakerik, una higuera estéril.
espirituzko fruiturik, Dios ha muerto en muchos corazones.
ez nauzu egiaz ¿Correrá en mí el mismo riesgo ?
pikondo uts bat besterik... Comprendo que esta amarga cuestión
Jainkoa il da biotz askotan.
será la esperanza la que dilucide.
Nigan ote du arrixku?
Auzi garratz au ez leike egon
Pienso en la muerte de Dios en el Calvario:
edozerkerien esku.
Gaur eguneko bidegurutzak muere en Dios lo que de hombre había asumido,
esperantza baizik ez du. eterna purificación a flor de tiempo.
Xabier Azurmendi
Txistu balasta 409
Jainkoa il zan Kalbarioan...
Zer da il zana? Para los hombres de fe
Gizakuntz legez ilkorra zana. nunca estuvo Dios más vivo que hoy.
Jainkoa il da biotz askotan. Y en el umbral de un mundo nuevo
Baiñan sinismendunentzat, —el nuestro—
iñoiz ba-da ta, gaur ez leike eman amanece el día
Jainkoa iltzat. en que seremos
Sagaratuen eriotz trazan testimonio nuevo de lo sagrado.
gal-zorian degu, orra,
giza-eranskun ilkorra...
Mundu berriko atarikoan Será otro Dios más Dios,
ba-dakust eguna será otro hombre más hombre.
beste aitormen bat emango deguna. Después de un viernes santo
Beste Jainko bat Jainkoagoa, en nuestro calvario desaparecerán
beste gizon bat gizonagoa... los crespones negros,
Ostiral santu ondoren,
ikus goiz-argiz Kalbarioan, y la pascua alegrará a cuantos deseen
leen zapi beltzez zegon muiñoan, que Dios sea Dios.
pazku-egun, udaberri,
Jainkoa Jainko nai dutenentzat Las entrañas de la tierra exultarán,
pozgarri;
porque vuelven a sentir al Dios de siempre.
mundu muiñean argituago
Jainko berri!

XABIER AZURMENDI
Nació en Cegama (Guipúzcoa) en 1934. Premio Agora de XABIER AZURMENDI
poesía vasca (1970). Recientemente incorporado a la poesía,
ha publicado su obra premiada Izatearen Malura («Desgra- Versión castellana de Joseba Intxausti.
cia de la existencia», 1971). Versión castellana de Joseba Int-
xausti.
TXISTU BALASTA CUAL ESPUMARAJO
Txistu balasta naiz ni norbaitek Soy cual espumarajo
bidé alboan botea. arrojado a la vera del camino.
Nundik natorren, ñora nijoan De dónde venga, a dónde me encamine,
sekula jakin gabea. jamás lo supe.
Izatearen bakardadean Qué pesadumbre
au! nekea. bajo la soledad de la existencia.
410 Xabier Azurmendt Maiteminduen 411

Piñu zomorro grixak bezela Los días se arrastran


egunak doaz narraska. como los grises gusanos del pinar.
Legortzen noa, bidé alboan Me voy resecando como esputo
jausi zan txistu balasta. lanzado al borde del camino.
Denborearen uztarripean ¡Ay!, qué náusea
ai! au nazka. bajo el yugo del tiempo.
Agortu naute, bidé alboan, Me han agotado, junto al camino;
deseginik nago daña. me han cuarteado en todo mi ser.
Garraxi dagi agoniatik El volcán que aprisionaron
preso jar zuten bolkanak. grita desde su agonía.
Besterikan zer egin lezake Qué otra cosa podría hacer
or datzanak. quien yaciera ahí.
Dana zait nazka Todo se vuelve náusea
beltz ta zuria. negra y blanca.
Illargi gorri Luna roja,
aize, euria. viento, lluvia.
Nazka bolkanaren Nauseabunda
su agonia. la agonía ígnea del volcán.
Nork senti lezaken ¡Quién pudiera sentir
Jainko zauria! la herida de Dios!

MAITEMINDUEN ENAMORADOS

Maiteminduen Como el espasmo


espasmoaren antzera de los enamorados,
segundo bitan voy a morir
noa iltzera. en dos segundos.
Erlojuak ezin du El reloj no puede
egin atzera. retroceder.
Dar-dar Un trémulo
ikara bat, temor,
sabel ustua. una entraña vaciada.
Bildurrez Un clamor
garraxika. de temores.
Eta diote Y dicen
Jainkoa il zalá... que Dios murió...
Emen bakarrik gizona iltzen da. Aquí, tan sólo muere el hombre.
412 Joxe Azurmendi Oioitza'

JOXE AZURMENDI JOXE AZURMENDI


Nació en Cegama (Guipúzcoa) en 1941. Obra poética: Hitz Versión castellana de Joseba Intxausti.
berdeak («Verdes palabras», 1971), Manifestu atzeratua («Ma-
nifiesto a destiempo», 1968).

OTOITZA ORACIÓN

Gurutze apala, Humilde cruz,


bi egur alkartuk egina, hecha de dos leños unidos,
gizonon bi zorteen imagen en madera
zurezko imajina, de los dos destinos del hombre,
oren triste hilen conocida y solitaria testigo
lekuko bakar ta jakina, de las horas tristes de los difuntos;
ezagun didazuna que me conoces tan bien
ñire ilusio birjina, mi ilusión virgen,
dakizuna ñire pekatu-bide que tanto sabes de mi camino de pecado
antsikabe nahiz grina, de poltronería o pasión;
ñire ames gaizto biren que tanto sabes del reclamo desigual
deitura desberdina, de mis dos sueños malvados,
mila, mila desesperoen del odio hirviente
gorroto irakina... de las mil y una desesperanzas...

Gurutze apala, Humilde cruz,


gogo sarraski honen lekuko bakarra, única testigo de esta mente apuñalada,
dakizuna neronek bezain ongi que sabes mejor aún que yo
ñire saminen mina, los dolores de mi dolor;
bi egur alkartuk egindako humilde cruz
gurutze apala, hecha de dos leños abrazados;
gurutze zitala, torturante cruz,
barneraino adoratua ta adorada hasta la intimidad y
zeruraino madarikatua, maldecida hasta el cielo,
sentitzen didazuna borondate biren que sientes mi sórdida confusión
nahasmendu zikina, de dos voluntades,
ezin saiestuzko borrokaren la imposible lucha
borrokatu ezina, del combate insoslayable;
obligatzen ñauen ez dakit dura cruz, que ves este impulso mío
nungo eragina que me fuerza no sé desde dónde,
errendatzen ñire kemenak gaitzera que abate mi fuerza hasta el mal
4H Joxe Azurmendi
Otoitza 415
ta ñire arima,
y mi alma,
ñire arima,
mi alma;
gurutze apala
humilde cruz,
ezagutzen duzuna errukiz
que conoces con piedad
ñire arima,
mi alma,
onhart zaidazu Aita Gure zail hau.
acepta este mi Padre nuestro penoso.
Aita Gurea...
Beti joan naiz bidetik Padre nuestro...
—ez lagunik, Siempre he marchado por el camino
ez argirik— —sin compañero
Beti joan naiz neuretik, ni luz—.
ez nadukan atsedenik. Siempre he marchado por el mío,
sin que me cupiera descanso.
Joan nintzan aurrerago
—ihesi guztiengandik, Avancé más lejos
neuregandik, —fugitivo de todos,
neure gabe, gabeago— de mí propio,
beti norako gaberik. sin mí, y más sin mí—•
siempre desbrujulado.
Beti,
ta gaur urrunegi nago Siempre,
itzultzeko. y heme aquí hoy demasiado lejos
para volver.
Eduki ez daukat nik
No tengo yo
aita bat maiterik
un padre amado
maitatzeko
que amar.
Aita Gurea...
Aldendu nintzan bidetik Padre nuestro...
aita hil zitzaidanetik. Me alejé por el camino
desde que se me muriera el padre.
(Aita Gurea!)
(¡Padre nuestro!)
Geroz eta galtzenago
hamalaudun nintzanetik Desde mis catorce años,
ez dut eduki Jainkorik, en lejanía creciente
Jaungoiko on maitaturik, desde aquellos años,
urte haiek ezkeroztik. no he sentido a Dios,
Madarikazioaren Dios bueno y amado.
erlijio sekta baizik. Tan sólo
religiosidad de anatema.
Seme pekatuetatik
—gorrototik, Desde mis pecados de hijo
—del odio,
Otoitza
416 Joxe Azurmendi
del desprecio—•,
destainutik—
desde mis pecados de hijo
seme pekatuetatik
tú lo sabes todo ciertamente
dena dakizu segurik
más en detalle que yo mismo.
neuk baino zehazkiago.
Porque más me amas
Gurutze apal hortatik,
desde esa cruz humilde
—bi egurretan zintzilik—•
—pendiente de dos leños—.
nauzulako maiteago.
Padre nuestro...
Aita Gurea...
Arrodillado aquí,
Hemen belaunikaturik,
pesaroso y dolorido aquí,
hemen damuz damuturik,
entregado al llanto aquí,
hemen negarrez jarririk,
te pido largamente
eskatzen dizut luzaro
por tu Madre,
zure Amaren medio,
por el amor de tu Madre,
Amaren amoregatik,
una tumba en Cegama,
hilobi bat Zegamako,
junto a mi padre;
nun ñire aita baitago,
bedeinka zazula gaurtik te pido que lo bendigas desde hoy,
bedeinka beti gehiago lo bendigas siempre más,
betiraundi betiraino. por siempre, eternamente.
De esa bendición
Bedeinkazio hortatik
santos han de nacer;
irtengo dirá santurik
mi alma y espíritu,
ñire arima ta gogo
corrompidos, resucitarán.
ustelduak, berpizturik.
Humilde cruz,
Gurutze apala,
hecha del abrazo de dos leños,
bi egur alkartuk egina,
cruda madera del árbol de la vida,
bizitzaren zuhaitz egur gordina,
que permaneces enhiesta
Jainkoaren adina
tanto como Dios.
ermo zagozala.
Padre nuestro,
Aita gurea
que en los cielos estás,
zeruetan zaudena,
santificado sea
bedeinkatua bedi
el nombre de los muertos...
hildakoen izena...

Dios en la poesía
418 Joxe Azurmendi Berbhkunde 419

BERBIZKUNDE RESURRECCIÓN
Errukarriok: ez gero berpiztu
Desdichados: ni habéis de resucitar un día, y no
ta ez orain bizi, egingo duzute. (MINUTIUS FÉLIX.) vivís siquiera acá abajo. (MINUCIO FÉLIX.)

Heriotza garratza da. Acerba es la muerte.


Baina ba dakit nik Pero bien sé yo
zeini diodan sínistu. a quién le he creído.
Eta bidearen azkenean Y sé ya
zai daukadala que me espera
ba dakit. al término del sendero.
Ez badakit ere Aunque no sé
zer dateken zeruko qué sea
zorion betikoa... la perenne felicidad del cielo...
Horregatik, negar samin honek Por eso, este llanto dolorido
itxaropen lore garbi apal bat humedece
bustitzen du. una limpia, humilde flor de esperanza.

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