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Preparando un eficiente equipo de

ministerio en la pequeña iglesia


Por Glenn Daman

El pastor Alonso sentado en su oficina, se sentía frustrado y desalentado. En los varios


meses pasados había estado trabajando con la directiva y con el comité de educación
cristiana a fin de crear un nuevo programa de niños para después de clases como un
alcance a la comunidad. Cuando recién mencionó la idea, fue recibida con entusiasmo y
aprobación. Aun cuando la iglesia era pequeña, siempre había tenido un efectivo
ministerio a los niños. La gente reconocía que el futuro de la iglesia dependía de su
habilidad para atraer familias con niños; y, si la iglesia había de hacer eso, necesitaba un
dinámico ministerio de niños.

Sin embargo, después de los comentarios iniciales, pareció al pastor Alonso que estaba
golpeando una pared de ladrillo. Aun cuando la gente apoyaba su idea, no pudo
encontrar a nadie que dirigiera el programa. También tuvo dificultad en encontrar
voluntarios que echaran a andar el programa. Los que se incorporaron no pudieron
ajustarse a la estructura y al currículo.

Aun cuando el pastor Alonso había oído de los desafíos para formar un personal y para
el desarrollo de un equipo en las iglesias más grandes, siempre pensó que estas cosas no
eran de importancia en la pequeña iglesia. Pero al estar sentado en su oficina de repente
comprendió que este era el problema que le tocaba enfrentar. La diferencia estaba en
que en la iglesia más grande era el personal el que desarrollaba y hacía que los
programas funcionaran bien; pero que en la iglesia pequeña se requería que voluntarios
sin capacitación desarrollaran e hicieran funcionar bien sus programas. Alonso estaba
perplejo. ¿Cómo puede una pequeña iglesia tener un ministerio eficiente y desarrollar
equipos eficaces cuando depende de voluntarios que podrían renunciar ante la más leve
dificultad?

El problema que enfrentaba el pastor Alonso no es único. Con frecuencia la pequeña


iglesia no tiene suficiente gente para llenar las necesidades básicas de personal que
mantienen funcionando bien a una iglesia. Aun más, especialmente en áreas rurales, la
gente de las pequeñas iglesias es muy independiente y prefiere trabajar sola antes que en
equipos. Sin embargo, gran parte del ministerio de la iglesia requiere gente que trabajen
juntos para cumplir metas y objetivos comunes (y bíblicos). El desafío del liderazgo es
desarrollar una estrategia eficaz para llenar las necesidades de personal de la iglesia y
equipar a la gente a fin de que trabajen unidos para cumplir la voluntad de Dios.

Dotando de personal el ministerio

Cuando pensamos de personal, con frecuencia pensamos de personal pagado. Sin


embargo, en la pequeña iglesia el personal está compuesto de voluntarios que dan su
tiempo y energías a la obra del ministerio. Aun cuando no reciban un salario, son tan
necesarios y valiosos como los empleados pagados. La pequeña iglesia no puede
funcionar eficazmente sin la contribución vital de los voluntarios.
El desafío que enfrentan los pastores en la pequeña iglesia es el de reclutar y equipar a
los voluntarios para el ministerio. Para dotar eficazmente de personal los ministerios de
la iglesia, los pastores necesitan usar la adecuada metodología para reclutar las
personas. Los pastores de pequeñas iglesias a menudo proceden a juntar su personal con
el sistema de torcer el brazo. En la medida que las necesidades se ponen más críticas,
los pastores aumentan la presión sobre la gente para que se envuelva. En consecuencia,
la gente es motivada a aceptar más bien por un sentido de culpa y de deber que por una
pasión y un deseo de servir. El resultado: la gente asume el ministerio pero no de buena
gana. Lo que la pequeña iglesia necesita es gente apasionada con el ministerio y que
entienda su importancia. Por consiguiente, los pastores necesitan una estrategia de
reclutamiento que entusiasme a la gente con el ministerio.

Reclutar con un propÓsito, no para un puesto

Antes que los pastores soliciten a la gente que sirva en la iglesia, necesitan responder
claramente a esta pregunta: “¿Por qué es importante este ministerio?” Una de las
razones de que la gente se resista a participar es su percepción de que la iglesia está
haciendo lo que tradicionalmente ha hecho. Por cuanto la pequeña iglesia da un alto
valor a la tradición la gente pierde de vista el hecho que la meta del ministerio es
transformación espiritual (Colosenses 1:28, 29). La gente no se ofrece como voluntaria
para edificar una organización o un programa (ni siquiera para una iglesia). Se
incorporan o participan porque desean influir, que haya cambio, y ayudar a sus amigos,
a su familia, y a sus vecinos. Cuando los pastores buscan reclutar gente, necesitan
comunicar claramente la razón de la importancia del ministerio, y la manera en que
afectará a otras personas.

Provea capacitaciÓn adecuada

La gente puede llegar a estar intimidada con el ministerio. En la pequeña iglesia los
pastores descansan en los laicos para que desarrollen y dirijan los programas. Los
pastores no se permiten el lujo de tener personas preparadas en el instituto bíblico o en
el seminario para que desarrolle y supervise los ministerios. Por ejemplo, la única
capacitación que tiene el director de educación cristiana pudiera haberla recibido por
enseñar una clase de escuela dominical. Aun entonces, su experiencia puede ser
limitada. En la iglesia grande la gente está capacitada antes de que se les dé un
ministerio, especialmente si éste implica liderazgo. En la pequeña iglesia los pastores
deben desarrollar estrategias que provean capacitación en la faena. Entonces, cuando un
pastor recluta gente para un ministerio, puede comunicarles claramente cómo los
equipará para ese fin.

Valorice tanto al que hace trabajo general como al especialista

En 1 Corintios 12, Pablo presenta una analogía: la iglesia funciona como un cuerpo.
Cada parte – por pequeña que sea – es igualmente valiosa para la salud de todo el
cuerpo. Pablo afirma que cada parte realiza distinta función en lo que respecta a su
contribución a todo el cuerpo. Dios ha equipado de manera distinta a cada persona, con
distintos dones espirituales, trasfondo, talentos, personalidades, y habilidades.

Algunos en la iglesia desempeñan trabajos generales. Estas personas son hábiles y


dispuestas a asumir responsabilidades múltiples, o están dotadas en unas pocas áreas,
pero son capaz de ejercer sus dones en una variedad de ministerios. Por ejemplo, una
persona puede tener el don de misericordia. Cuando enseña la clase de primarios usa su
don en la sala de clases para ministrar a las necesidades de los niños. Otros en la iglesia
son especialistas. Están dotados en un área específica y están cómodos fijando su
atención en una sola responsabilidad.

Por el hecho de que la pequeña iglesia depende mayormente de quienes hacen trabajos
generales, los pastores pueden fácilmente pasar por alto a los especialistas, o, lo que es
peor, considerarlos poco espirituales porque no están dispuestos a asumir más de una
responsabilidad. Por otra parte los pastores pueden llegar a ser críticos del que se ocupa
de trabajos generales, porque hace una diversidad de tareas y no sobresale en alguna en
especial. El obrero de trabajo general desempeña una labor apropiada en su ministerio,
pero nunca llega a ser una estrella. El resultado es que los pastores critican al obrero de
trabajo general por ser mediocre. Sin embargo, ambos tienen un papel importante que
desempeñar.

Evite sobrecargar de trabajo a los voluntarios

Cuando los pastores están conformando el personal de la iglesia, es fácil poner el


enfoque en las necesidades antes que en la cantidad de trabajo que la gente ya está
haciendo. En muchas pequeñas iglesias la gente está pesadamente ocupada en el
ministerio. Ellos tienen una sensación de que pertenecen a su ministerio y con
frecuencia están cumpliendo varias tareas en la iglesia. Si los pastores no tienen
cuidado, pueden manipular a la gente hasta que ésta llegue a estar tan ocupada que se
agote.

No sólo es responsabilidad del pastor ocupar a la gente en el ministerio, también es su


responsabilidad proteger a la gente de comprometerse en exceso, hasta el punto que
descuiden sus familias y otras responsabilidades. Cuando los pastores sobrecargan a la
gente con trabajo, los agotan; y al sentirse agotados, abandonan todas las actividades, y
dejan a la iglesia en una condición aun peor.

Tenga claras descripciones de trabajo

Cuando los pastores reclutan gente para un ministerio en la iglesia, es importante


comunicar las responsabilidades y requisitos del trabajo. Al describir con claridad lo
que implica el ministerio, los pastores ayudan a la iglesia y al voluntario, porque pueden
hacer concordar a voluntarios con ministerios para cuyo desempeño están equipados por
Dios. Sin embargo, en la pequeña iglesia la comunicación de responsabilidades con
frecuencia no se hace mediante una descripción formal de trabajo, sino por medio de
comunicación informal. No obstante, los pastores necesitan desarrollar una descripción
clara de trabajo, aun cuando el plan sea comunicarla informalmente.

Descripciones de tareas
Una descripción de tareas responde a las siguiente preguntas:

1. ¿Qué pide la iglesia que haga la persona?


2. ¿Cuál es el propósito del ministerio?
3. ¿Cuánto tiempo requerirá la preparación y el desempeño del ministerio?
4. ¿Cuánto tiempo se pedirá que la persona sirva?
5. ¿Cuáles son las responsabilidades y los requisitos del cargo?
6. ¿A quién se le debe rendir cuentas?
7. ¿Qué capacitación se proveerá y en qué aspectos la persona experimentará
crecimiento?

Glenn Daman, Dallas, Oregon

Desarrollando un equipo en el ministerio

El desafío que enfrenta la pequeña iglesia no es sólo reclutar gente para servir, sino
también el desarrollar un sentido de trabajo en equipo en los diversos ministerios.
Mientras que la gente en las pequeñas iglesias – especialmente en las áreas rurales – se
relaciona fuertemente, es también independiente, autosuficiente, y.tiende a ser más
inflexibles en sus ideas. Como resultado, cuando trabaja con otros, puede
fácilmente sentirse frustrada cuando sus ideas no son aceptadas. Sin embargo, Dios ha
diseñado la iglesia para que sea la expresión última del trabajo en equipo. Pablo lo
declara en 1 Corintios 12, al decir que los cristianos son el cuerpo de Cristo, que deben
funcionar inter-dependientemente antes que en forma independiente unos de otros. El
hecho de que Dios haya establecido una pluralidad de liderazgo en la iglesia implica que
la iglesia debe funcionar como un equipo (véase Efesios 4:11-13). Aun cuando un
pastor no puede forzar a la gente a trabajar bien con otros, puede proveer un ambiente
que fomente el trabajo en equipo.

Desarrolle el buen fundamento

La preparación de un ambiente para equipos eficientes comienza con los que están en el
liderazgo. El pastor pone el ejemplo. Cuando una iglesia fracasa por no trabajar en
unidad, es posible que el pastor también haya fallado al no trabajar bien con los demás.

El peligro de la capacitación ministerial es que los pastores pueden desarrollar una


actitud de superioridad. Pueden comenzar a igualar capacitación y conocimiento bíblico
con espiritualidad. Ven a los miembros de la directiva como gente sin capacitación y
carente de educación en el liderazgo espiritual. En vez de confiar y valorizar el aporte
de la directiva, su consejo, y sus decisiones, el pastor comienza a cuestionarlos. Cuando
la directiva rechaza las ideas del pastor, él, rápidamente los califica de rígidos,
anticuados, y faltos de espiritualidad. Como resultado, las relaciones pastor/directiva
comienzan a desintegrarse. En vez de trabajar como un equipo con la directiva, el pastor
desarrolla una relación antagónica.

Esta relación antagónica puede ser exasperada aun más si la directiva considera que el
pastor es un advenedizo. Por el hecho de un considerable cambio de pastores y a causa
de las diferencias culturales que existen cuando un pastor viene de un ambiente cultural
distinto, la directiva no acepta plenamente el liderazgo del pastor. Moverse más allá de
estos obstáculos y aprender a trabajar juntos para el bien común de la iglesia es
sumamente necesario para el desarrollo de equipos de trabajo en la iglesia. Si los
pastores no pueden trabajar como un equipo con la directiva, nunca podrán esperar que
los voluntarios trabajen en la iglesia como equipo. El resultado es una iglesia
disfuncional.
Desarrolle un ambiente de confianza

Una iglesia que trabaja unida debe estar edificada sobre la confianza. Primero, la iglesia
debe aprender a confiar en Dios. El ministerio eficaz requiere fe. Es fácil para la
pequeña iglesia llegar a ser reacia a aceptar riesgos, porque la gente teme que un nuevo
ministerio pudiera poner a la iglesia en contingencia financiera. Como resultado, se
centran en mantener los programas ya existentes, antes que en desarrollar nuevas ideas.
La iglesia, sin embargo, necesita reconocer que Dios es responsable de proveerla con
los recursos necesarios para cumplir su voluntad. El enfoque del equipo nunca debiera
ser, “¿cómo mantenemos el programa?”, sino “¿qué quiere Dios que cumplamos?”

Segundo, los miembros de la iglesia necesitan aprender a confiar en otros. La confianza


también es de primera importancia en los pastores. A veces es difícil que los pastores
confíen a la gente el ministerio de la iglesia. Es difícil confiar a sus ideas y métodos de
hacer las cosas. Los pastores luchan para permitirle la libertad de planear y desempeñar
el ministerio en la manera en que a la gente la parece mejor. Los pastores deben
comprender que Dios entrega ministerio a toda la congregación. En Efesios 4:11-13,
Dios da la obra del ministerio a la congregación. Lo mismo deben hacer los pastores. La
responsabilidad de un pastor no es dictar a su gente lo que tienen que hacer, sino
equiparlos para que hagan el trabajo.

Desarrolle un ambiente de delegaciÓn de poder

Juntamente con la confianza es importante para el ministerio la delegación de poder.


Delegar poder significa conceder autoridad a las personas para que cumplan la tarea.
Cuando Cristo envió a sus discípulos, no sólo les dio la responsabilidad de predicar el
evangelio, sino también la autoridad para cumplir la tarea (Mateo 10:1-16). Es fácil dar
responsabilidades a las personas; lo difícil es darles autoridad – la libertad para
establecer las metas y estrategias de su ministerio. Si bien los pastores proveen consejo
y dirección cuando es necesario, especialmente si la persona es nueva en un ministerio,
deben también dejarla en libertad de tomar decisiones. Sólo cuando los pastores delegan
poder la gente se desarrolla como líderes eficaces.

Desarrolle un ambiente estimulante

En la pequeña iglesia el desánimo también afecta la participación de la gente. Cuando la


gente no ve resultados extraordinarios por sus esfuerzos, comienza a preguntarse si el
ministerio merece sus esfuerzos. Esto es especialmente cierto cuando intentaron usar
ideas nuevas pero fallaron en ver resultados positivos.

Cuando un grupo trabaja unido para poner en función nuevos ministerios, especialmente
los diseñados para evangelismo, con frecuencia desarrollan una mentalidad derrotista.
En consecuencia, los pastores necesitan una estrategia de evaluación basada en lo
positivo, que se centra en los resultados espirituales, antes que en metas y objetivos
solamente. Una estrategia de evaluación basada en lo positivo es aquella en la cual los
pastores reconocen que si Dios quiere cumplir soberanamente sus propósitos a través de
ellos, entonces deben esperar que Él obre inesperadamente. La gente podría considerar
que un esfuerzo de ministerio es un fracaso, pero Dios puede usarlo para cumplir su
propósito. Cuando la gente trabaja unida para servir a Dios, Él cumple su propósito a
través de ellos, aun cuando ellos puedan considerar que los resultados fueron muy
distintas de los que esperaban. En consecuencia, los pastores necesitan recompensar a la
gente por su fidelidad antes que simplemente por sus realizaciones (Mateo 25:14-30),
porque es en la fidelidad de ellos que Dios cumple sus propósitos.

Desarrolle un ambiente de apoyo

Para tener equipos eficaces un pastor necesita ofrecer apoyo en tres áreas. Primero,
necesita proveer recursos adecuados para el ministerio. Un equipo será tan eficaz como
los recursos que tenga a disposición. Pedir a la gente que desarrolle un programa juvenil
sin proveerle recursos financieros no sólo frustrará al equipo, sino que también
asegurará su fracaso. Segundo, los pastores necesitan proveer guía. Aun cuando los
pastores nunca debieran dictar lo que se necesita hacer, debieran reunirse
periódicamente con el equipo para oír informes de cómo está funcionando el ministerio,
qué metas desean cumplir, y cómo lo alcanzarán. Tercero, los pastores necesitan
proveer apoyo espiritual mediante oración y estímulo, ministrando a las necesidades
espirituales y emocionales de los miembros del equipo.

Desarrolle la responsabilidad

Uno de los aspectos más difícil de trabajar con voluntarios en la pequeña iglesia es la
responsabilidad. Los voluntarios están menos dispuestos a soportar la crítica, aun
cuando sea constructiva. Aun más, en la pequeña iglesia, si una persona llega a sentirse
herida o confundida, eso afecta a toda la congregación. Sin embargo, la responsabilidad
no es como si el pastor a la manera de un capataz, tuviera un garrote sobre el equipo,
exigiendo de éste haga exactamente como él dice, y asegurándose de esa manera que
obtiene los resultados que desea. En cambio, la responsabilidad incluye amar,
supervisión de apoyo que permite al pastor proveer ayuda cuando surgen problemas.

Cuando Cristo envió a sus discípulos, les recordó que ellos eran responsables ante Dios
por la manera en que desempeñaran su ministerio (Mateo 10:28-33). Ellos eran
responsables, no en cuanto a los resultados, sino en su fidelidad a la obediencia a Dios y
a ser buenos mayordomos de lo que les había confiado (ver Mateo 25:14-30).

Los pastores deben hacer responsables a los voluntarios en tres aspectos principales.
Primero, los voluntarios son responsables de andar en obediencia bíblica. Como líderes
de ministerio deben ejemplificar a Cristo en su vida. Segundo, los voluntarios deben ser
fieles a la tarea asignada. Si están fallando por no cumplir sus responsabilidades, el
pastor debe venir a su lado y considerar aquellos asuntos que en su vida están
obstaculizando su ministerio. En vez de separarlos del puesto, debe ayudarlos a
desarrollar las habilidades necesarias para cumplir la tarea. Tercero, los voluntarios son
responsables de mantener los valores, las creencias, y la visión de la iglesia. Aun
cuando cada ministerio tendrá su propia visión y sus metas, éstos nunca debieran estar
en conflicto con la visión de la iglesia. Si se da libertad a los voluntarios en el currículo,
esto nunca debiera entrar en conflicto con la teología y con los valores de la iglesia. Si
tal cosa sucede, es necesario recordar a la persona su compromiso de enseñar lo que está
de acuerdo con la iglesia. En caso de que rehúse hacerlo así, entonces debe ser
removida. De otro modo, su enseñanza traerá división y error en la congregación.

ConclusiÓn
Tal como el pastor Alonso pensó respecto del nuevo ministerio de niños; reconoció que
el programa estaba en conflicto porque él había fracasado al no reclutar la gente idónea
para el ministerio. Cuando la gente se ofreció como voluntaria, se le dieron puestos,
pero no fueron puestos en un equipo.

Alonso todavía cree que el ministerio es importante para el futuro de la iglesia, pero
requerirá más preparación y esfuerzo de su parte para compartir con la gente la pasión y
la importancia del ministerio. Luego necesitará trabajar con los voluntarios para
desarrollar un equipo, de modo que puedan trabajar juntos, con una visión compartida
para cumplir el ministerio.

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