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Terrorismo y guerra justa

michael walzer

Esta conferencia fue leída por su autor


en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona,
el 3 de junio de 2004, como parte del ciclo titulado “En
guerra”. Fue traducida por Tomás Fernández Aúz y Bea-
triz Eguibar Barrena, y publicada en la entrega 147 de
la revista Claves, en noviembre de 2004. En el año 2008
118 fue publicada de nuevo en Barcelona por Katz Editores,
acompañada de la entrevista concedida por el autor a Da-
niel Gamper Sachse el día siguiente de la conferencia.

Inocentes e implicados que con frecuencia se comprende mal–. La


Comenzaré argumentando que la “inocencia” opera en la teoría como un tér-
teoría de la guerra justa nos ayuda a entender mino técnico: describe al grupo de los no
la injusticia del terrorismo y a continuación combatientes, de los civiles, de los hombres
haré dos cosas con este argumento: en pri- y las mujeres que no se hallan materialmente
mer lugar, examinaré la elección del terror implicados en el esfuerzo bélico. Estas per-
como estrategia política y, en segundo lugar, sonas son “inocentes” con independencia de
me ocuparé de algunos de los problemas que lo que estén haciendo su gobierno y su país,
plantea combatirlo: ¿qué es lo que puede salir y al margen de si están o no a favor de lo que
mal en la “guerra” contra el terrorismo? se está llevando a cabo. Lo contrario de “ino-
El terrorismo es el asesinato alea- cente” no es “culpable” sino “implicado” Los
torio de personas inocentes impulsado por la civiles no implicados son inocentes sin que
esperanza de producir un temor generaliza- en ello influya su moral ni su opción política
do. El temor puede contribuir a muchos ob- personal.
jetivos políticos diferentes, pero ninguno de Pero, ¿por qué los civiles han de ser
ellos, tal como expondré más adelante, tiene todos inmunes a un atentado mientras que
por qué figurar necesariamente en la defi- los soldados se encuentran colectivamente
nición (es fácil imaginar una organización expuestos al peligro? De acuerdo con las re-
terrorista descrita al modo en que la pintaría glas del ius in bello1, una vez que la contien-
Kafka, esto es, carente de todo propósito). La da ha comenzado es enteramente legítimo
aleatoriedad y la inocencia son los elementos
cruciales de la definición. La crítica de este
tipo de asesinato se asienta especialmente 1) Véase Michael Walzer, Guerras justas e injustas, trad.
en la idea de la inocencia, una idea que es de Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar, Barcelona,
deudora de la teoría de la guerra justa –y Paidós, 2001, cap. 2, pp. 51 y ss. [N. del T.]

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matar soldados de manera aleatoria, o, por organizado, disciplinado, entrenado y muy


así decirlo, a medida que vayan poniéndose resuelto. Todos sus miembros contribuyen a
a tiro, y resulta legítimo intentar aterrorizar la consecución de sus fines. Incluso los solda-
a los que en ningún caso habrán de situarse dos que no llevan armas han recibido la ins-
a nuestro alcance. Y, sin embargo, hay un trucción que los capacita para manejarlas, y
gran número de soldados que de hecho son se hallan estrechamente vinculados, a través
no combatientes: sirven tras las líneas de de los servicios que proporcionan, con quie-
fuego, colaboran en los transportes, en el nes de hecho las utilizan. No importa que se
suministro de alimentos o en el almacenaje trate de voluntarios o de reclutas: lo que está
de pertrechos; trabajan en las oficinas y rara en cuestión no son sus preferencias morales
vez llevan armas. Además, ningún soldado es individuales; han sido movilizados con un
siempre un combatiente: descansan y juegan, único objetivo, y lo que hacen permite que
comen y duermen, leen periódicos o escriben ese objetivo progrese. Para que éste pueda
cartas. Algunos de ellos están en el ejército alcanzarse, se los aísla de la generalidad del
por propia voluntad, pero otros se hallan en público, se los aloja en campamentos y bases, 119
él de mala gana. Si se les hubiera dado a ele- y el Estado atiende todas sus necesidades. En
gir, habrían hecho otra cosa. ¿Cómo puede tiempos de guerra se plantarán como un solo
obligárselos a atacar simplemente porque hombre.
se los llame soldados y vayan uniformados La sociedad de los civiles no es
como tales? ¿Por qué el término “inocencia”, en modo alguno así. Los civiles persiguen
en tanto que término técnico, no define a muchos objetivos diferentes, han sido ins-
algunos de ellos, en alguna ocasión? truidos para realizar muy diversos empeños
Por otro lado, silos soldados son, y profesiones, participan en un conjunto muy
con justicia, objeto de los ataques –todos heterogéneo de organizaciones y asociaciones
ellos, y constantemente–, y se encuentran cuya disciplina interna, comparada con la de
colectivamente en situación de riesgo, ¿por un ejército, es por lo común muy laxa. Los ci-
qué no es posible entonces que los civiles, viles no viven en barracones sino en sus pro-
considerados como clase, constituyan igual- pias casas y apartamentos, no viven con otros
mente objetivos legítimos? Pongamos por soldados sino con sus padres, esposas e hijos,
caso que un determinado grupo de civiles no son todos de una edad similar sino que
está compuesto por miembros de una comu- entre ellos hay personas muy mayores y muy
nidad política. Han elegido por clara mayoría jóvenes y el gobierno no atiende sus necesida-
a un gobierno que libra una guerra injusta des sino que las asumen por sí mismos y en
o que se halla implicado en una política de mutua colaboración. Como ciudadanos, per-
opresión y, por consiguiente, comparten la tenecen a partidos políticos diferentes, tienen
responsabilidad de los actos inmorales, y tal distintos puntos de vista sobre las cuestiones
vez delictivos, que se cometan. ¿Por qué no públicas, muchos de ellos no participan en
tienen razón los terroristas cuando dicen que modo alguno en la vida política, y, de nuevo,
su ciudadanía y su responsabilidad hacen que algunos de ellos son niños. Ni siquiera una
los civiles sean colectivamente susceptibles levée en masse sería capaz de transformar a
de sufrir un atentado? este grupo de personas en algo remotamente
Pese a mi escepticismo respecto similar a un colectivo militar organizado.
de la seriedad de algunas de las personas Sin embargo, forman un colectivo
que la plantean, voy a tomarme en serio esta de otro género: constituyen, junto con sus
pregunta. La respuesta guarda relación con el hijos e hijas, que pueden servir en el ejército,
significado de la pertenencia a un ejército y a un pueblo. El hecho de que su condición de
una sociedad civil. El ejército es un colectivo pueblo tenga carácter étnico o nacional, o sea

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de naturaleza completamente política, esto el modo en que los concebimos en tiempo de


es, determinada únicamente por su ciudada- guerra.
nía, carece aquí de importancia. Se identifi- La teoría de la guerra justa lleva
can a sí mismos como franceses o irlandeses implícita una teoría de la paz justa: suceda
o búlgaros; por lo general, comparten una lo que suceda a los dos ejércitos, con inde-
lengua y una historia y también, en el sentido pendencia de cuál de ellos gane o pierda, sea
prosaico del término, un destino. Como in- cual sea la naturaleza de las batallas o el al-
dividuos, sus futuros se hallan estrechamente cance de las víctimas, los “pueblos” de ambos
entretejidos, y este vínculo se vuelve par- bandos han de ser, al final, reconciliados. El
ticularmente sólido cuando su país está en principio central del ius in bello, esto es, que
guerra: de esto depende fundamentalmente los civiles no pueden constituir un objetivo

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ni ser eliminados deliberadamente, significa son inmunes en tanto que hombres y muje- Guernica,

que estarán presentes –o, hablando en tér- res corrientes, carentes de implicación en el Pablo Picasso,
1937.
minos morales, que deberán estarlo– cuando asunto de la guerra; y también son inmunes
todo concluya. Éste es el significado más pro- como miembros de una comunidad humana
fundo de la inmunidad de los no combatien- que no es una organización militar.
tes: no sólo protege a los individuos que no Hay una excepción parcial a esta
combaten, también protege al grupo al que regla de la inmunidad que también sugiere
pertenecen. Del mismo modo que la destruc- su solidez general. Si un país libra una guerra
ción del grupo no puede constituir un objeti- injusta, y es derrotado, puede obligárselo a
vo legítimo de la guerra, tampoco puede ser ofrecer reparación a sus víctimas, y la carga
una práctica legítima en la guerra. Los civiles se distribuirá mediante el sistema fiscal entre

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todos los ciudadanos, con independencia de concreto de personas. El mensaje que trans-
cuál haya sido su papel en la guerra o su opi- miten va dirigido al grupo: no los queremos
nión sobre ella. No obstante, esta carga eco- aquí. No los aceptaremos ni haremos las
nómica colectiva es la única que admitimos. paces con ustedes. No los admitiremos como
No impondríamos trabajos forzados a los conciudadanos ni como socios en ningún
ciudadanos del Estado derrotado, y cierta- proyecto político. Ustedes no son candidatos
mente no los mataríamos por el simple hecho a la igualdad, y ni siquiera lo son para la co-
de su ciudadanía. Únicamente los individuos existencia.
sobre los que pesen acusaciones de crímenes Éste es el mensaje más obvio del
de guerra concretos pueden ser llevados a terror nacionalista, dirigido contra una na-
juicio y, tal vez, ejecutados. Todos los demás ción rival; y también el del terror religioso,
conservan sus inmunidades individuales y de orientado contra los infieles o herejes. El
grupo: es a un tiempo justo y bueno que sus terror de Estado se centra con frecuencia en
vidas prosigan y que sobreviva su comunidad un colectivo –unas veces es un grupo étnico,
122 política o nacional. otras una clase socioeconómica– que se con-
sidera opuesto o potencialmente opuesto: los
turcos, los kurdos, los kulaks, la clase media
urbana, cualquiera que tenga una educación
Los terroristas atentan contra ambas inmunidades. No superior, etc. No obstante, las instancias esta-
tales recurren a veces a la matanza aleatoria,
sólo devalúan a los individuos a quienes matan sino a las “desapariciones”, a los arrestos y a la
tortura para aterrorizar a toda la población
también al grupo al que pertenecen los individuos.
de su país. Ahora bien, lo que aquí señala-
Muestran la intención política de destruir, desplazar o mos no es la masacre ni la eliminación, sino
la tiranía, esto es, la subordinación radical.
subordinar de manera radical a esas personas en tanto De hecho, la tiranía y el terror están siempre
estrechamente vinculados. Los tiranos go-
que individuos, y a ese “pueblo” en tanto que colectivo.
biernan por medio del terror, como indicara
Por consiguiente, aunque todos los terroristas son por primera vez Aristóteles. Y si los terroris-
tas que no están en el poder se hacen con él,
asesinos, no todos los asesinos son terroristas. es probable que gobiernen del mismo modo:
con la intimidación, y no la deliberación,
como modus operandi. Edmund Burke se
equivocaba en su opinión de conjunto sobre
Los terroristas atentan contra la Revolución Francesa, así como en relación
ambas inmunidades. No sólo devalúan a los con las doctrinas políticas que la inspiraron,
individuos a quienes matan sino también pero no hay duda de que tenía razón respecto
al grupo al que pertenecen los individuos. de algunos de los revolucionarios, los que pu-
Muestran la intención política de destruir, sieron en marcha el Terror: “En los sotos de
desplazar o subordinar de manera radical a sus liceos, y al fondo de sus alamedas, nada
esas personas en tanto que individuos, y a sino cadalsos puede verse”.
ese “pueblo” en tanto que colectivo. Por con- Ahora bien, ¿no es el terror, en
siguiente, aunque todos los terroristas son ocasiones, una estrategia más modesta, di-
asesinos, no todos los asesinos son terroris- rigida únicamente a lograr la modificación
tas. La mayoría de los asesinos trata de matar de la política de un gobierno? Las personas
a personas concretas. Los terroristas matan inocentes convertidas en blanco son las per-
de manera aleatoria en el seno de un grupo sonas a las que, supuestamente, debe proteger

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ese gobierno, y el mensaje consiste en que se expulsión de los europeos del suelo argelino
encontrarán en peligro hasta que el gobierno (dispusieron de considerable ayuda por parte
se rinda, se retire o conceda un determinado de los europeos). Los terroristas palestinos
conjunto de exigencias. Cuando eso suceda, han sido notablemente honestos respecto de
la matanza cesará –eso dicen los terroristas– sus intenciones: no pretenden tener objetivos
y las personas inocentes, las que aún sigan limitados, pese a que a veces se esgrima esa
con vida, no se verán obligadas a abandonar reivindicación en su favor. Quizá los terro-
sus casas ni a someterse a un régimen tirá- ristas vascos constituyan una excepción a la
nico. Pensemos en la utilización, por parte regla general, aunque no sé lo suficiente sobre
de los Estados Unidos, de armas nucleares ellos para poder hablar con cierta seguridad.
contra el Japón en 1945: se trató sin duda de Puede presumirse que crearían un Estado
un acto de terrorismo. Se mató a hombres y propio, que no pretenden la destrucción de
a mujeres inocentes para difundir el miedo España. Pero muy bien podrían proponerse
en toda una nación y forzar la rendición de la limpieza étnica (e ideológica) del País Vas-
su gobierno. Además, esa acción vino acom- co. De manera similar, podemos suponer que 123
pañada de la exigencia de una rendición los terroristas revolucionarios pertenecientes
incondicional, lo que constituye una de las a los diversos “ejércitos rojos” de la década de
formas que adopta la tiranía en tiempos de 1970 habrían dejado de matar a los capitalis-
guerra. Al final, los Estados Unidos no se tas una vez que el sistema capitalista hubiera
empecinaron en la rendición incondicional, caído. Por otro lado, podrían haber tratado
y la ocupación del Japón no constituyó una de purgar a su país de la burguesía corrupta,
subordinación permanente del pueblo japo- ahora de tendencia contrarrevolucionaria.
nés a la potencia estadounidense. Sin embar- Parece que es mejor tomarse en serio el men-
go, esto sólo significa que el mensaje que los saje que envían los terroristas.
terroristas envían no siempre es llevado des- Desde luego, los terroristas no
pués a efecto. No existe ninguna duda de que quieren que se los identifique y se los juzgue
en el momento en que se arrojaron las bom- por el mensaje que envían sino más bien
bas la destrucción de Hiroshima y Nagasaki por los objetivos que anuncian: no por la
implicó una devaluación radical de la vida destrucción, la expulsión o la subordinación
de los japoneses y una amenaza generalizada radical de unas personas, sino por su victoria
contra el pueblo japonés. en una guerra justa, o de liberación nacional,
A veces, tal vez, los terroristas o por el triunfo de su religión. ¿Y por qué no
tengan efectivamente objetivos limitados, debemos identificarlos principalmente en
pero sus víctimas tienen siempre buenas función de los fines que afirman en vez de
razones para mostrarse escépticas respecto por los medios que utilizan? He oído decir
de esos límites. Desde su punto de vista, que con frecuencia que la guerra contra el terro-
es moralmente muy importante, el terror rismo no tiene sentido, ya que el terror es
es una práctica total. El asesinato aleatorio un instrumento, no una política plenamente
implica una vulnerabilidad universal, y es desarrollada, como, digamos, el comunismo
frecuente que esta implicación se verifique o el radicalismo islámico. Sin embargo, no
en la práctica. El terror estalinista, por poner hay duda de que una de las razones más im-
un ejemplo obvio, no fue concebido “para portantes (aunque no la única) para oponerse
vencer” amenazando a los kulaks, “en la al comunismo y al radicalismo islámico es
lucha de clases que se libraba en las zonas que esas ideologías han servido, en la vida
rurales”; fue concebido para eliminar a los real, para inspirar y justificar el terrorismo.
kulaks. Probablemente, los terroristas argeli- Los instrumentos que se escogen son con fre-
nos se proponían realizar lo que lograron: la cuencia moralmente definitorios, como su-

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cede en el caso del sindicato del crimen, por ción moral plausible. En algunos casos raros
ejemplo, o de la mafia, cuyo fin a largo plazo y muy determinados quizá sea posible no
(hacer dinero) es compartido por muchas justificar, pero sí hallar excusas para el terro-
otras personas y es enteramente aceptable en rismo. Personalmente, puedo imaginarme
una sociedad capitalista. Sin duda, los obje- una situación así en el hipotético caso de una
tivos de las bandas criminales son incapaces campaña terrorista lanzada por militantes
de justificar los medios que eligen, pero hay judíos contra civiles alemanes en la década
algo de igual importancia: que sus objetivos de 1940; y suponiendo que hubiera existido
no sirven para identificar a los actores. Los la probabilidad de que los atentados contra
miembros de la mafia pueden considerarse los civiles (en realidad, habría sido altamente
hombres de negocios pero con razón los improbable) hubiesen podido detener el ase-
llamamos bandidos. De manera similar, los sinato en masa de los judíos. El argumento
hombres y las mujeres que ponen bombas en para el extremismo podría funcionar en cir-
las zonas residenciales urbanas, o que orga- cunstancias verdaderamente extremas, pero
124 nizan masacres, o que hacen “desaparecer” aquí hemos de ser muy cuidadosos, ya que
a las personas, o que se hacen saltar por los el terrorismo, como he venido señalando,
aires en cafés atestados, pueden considerarse representa una amenaza de asesinato genera-
militantes políticos o religiosos, o emplea- lizado incluso en el caso de que no llegue tan
dos públicos y funcionarios, pero con razón lejos. De hecho, no sé de ninguna campaña
los llamamos terroristas. Y nos oponemos a terrorista concreta que pueda ser excusada
ellos, o deberíamos oponernos a ellos, debido de este modo a pesar del habitual argumento
a que son terroristas. de la desesperación. Las excusas normales no
Si calificamos a los terroristas por valen. Los terroristas concretos amenazan
sus acciones en lugar de por sus supuestos con cometer un asesinato en masa para opo-
objetivos, quedamos libres para respaldar los nerse, o, mejor, con la pretensión de oponerse
objetivos –si los consideramos justos–, e in- a algo que no le es equiparable. Y en la mayo-
cluso para tratar de alcanzarlos activamente ría de los casos tienen las intenciones totali-
por medios no terroristas. Podemos respal- taristas que sus acciones indican.
dar el esfuerzo bélico de los Estados Unidos Esta es la injusticia del terrorismo:
contra el Japón a pesar de que nos oponga- el asesinato del inocente y la creación de un
mos al bombardeo de Hiroshima y Nagasaki. colectivo devaluado, de un grupo de hom-
Podemos trabajar por la independencia de bres y mujeres que se ha visto privado del
Argelia a pesar de que nos opongamos al derecho a la vida, o, en su caso, del derecho
terrorismo del FLN. Podemos hacer un lla- a vivir donde viven. Se les ha negado la que
mamiento en favor de un Estado palestino bien pudiera ser la más importante de las
y condenar al mismo tiempo a los grupos cuatro libertades que proclamaran Roose-
que atentan contra los civiles israelíes. Una velt y Churchill en 1943: la de estar libre del
política decente requiere con frecuencia una miedo. La característica esencial del terro-
campaña con dos frentes: contra la opresión rismo estriba en que extiende la violencia o
y la ocupación, como en los dos últimos ca- la amenaza de violencia y la hace pasar de
sos, y también, simultáneamente, contra el los individuos a los grupos. Los hombres y
asesinato. las mujeres son transformados en objetivos
No creo que el terrorismo pueda por el hecho de su pertenencia a un grupo:
justificarse en ningún caso. Pero tampoco por el hecho de ser japoneses, o protestan-
quiero abogar por una prohibición absoluta. tes en Irlanda del Norte, o musulmanes en
La de “Hágase la justicia aunque perezca el Gujerate, o judíos en Israel. Lo que nos hace
mundo” nunca me ha parecido una posi- vulnerables emana de quienes somos, no de

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Los desastres
de la guerra,
Goya, 1810.

lo que hacemos: identidad equivale a respon- destacadas del gobierno y del ejército estado-
sabilidad. Éste es un vínculo al que estamos unidenses que se opusieron a la utilización
moralmente obligados a oponernos. de la bomba atómica); no es el producto
necesario de una cultura religiosa o política.
Decisión prudencial y Del mismo modo que los “valores asiáticos”
justificación moral como ha señalado Amartya Sen, no ordenan
El terror es una estrategia que ha oponerse a los derechos humanos, tampoco
de elegirse de entre una gama bastante am- los valores irlandeses, argelinos, palestinos o
plia de estrategias posibles. Siempre es una estadounidenses exigen la aceptación del te-
elección. Durante muchos años he venido rrorismo. Se trata de una decisión que suscita
argumentando que al analizar esa elección el respaldo de unos y la oposición de otros.
tenemos que imaginar a un grupo de per- Supongo que en la mayoría de los
sonas que se hallan sentadas en torno a una casos los argumentos obedecen más a la pru-
mesa y que discuten acerca de lo que es pre- dencia que a la moral, pero no creo que las
ciso hacer. No tenemos las actas de esas re- personas que se sienten en torno a esa mesa
uniones, pero disponemos de su descripción, sean “realistas” que simplemente se limiten
y sabemos que se han producido en todos los a aprovechar las oportunidades políticas o
casos de actividad terrorista. También sabe- se vean empujadas por las necesidades mili-
mos que algunas de las personas sentadas en tares. este es el punto de vista habitual de la
torno a esa mesa han argumentado en contra ciencia política, y tal vez de la política en ge-
de la opción del terror. El terrorismo no re- neral, y desde esta perspectiva la justificación
presenta la voluntad general de los irlandeses moral no es más que una fachada levantada
católicos ni la de los argelinos, los palestinos apresuradamente después de que las decisio-
o los estadounidenses (en 1945 hubo figuras nes cruciales ya han sido tomadas. A veces,

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Los desastres
de la guerra,
Goya, 1810.

quizás, el “realismo” es una descripción nemos, el debate se efectuó enteramente en


certera de lo que sucede en el “mundo real”, el lenguaje de la estrategia. Nunca se men-
pero yo deseo sugerir -de manera provoca- cionó el principio de la inmunidad de los no
tiva, espero, aunque también realista- que combatientes. Dados los dispositivos de que
en ocasiones lo cierto es lo contrario: los entonces se disponía para volar y apuntar las
argumentos estratégicos relacionados con lo armas a su blanco, ¿cuáles eran las probabi-
que es posible o necesario son una fachada lidades de alcanzar objetivos militares? ¿Qué
tras la cual los militantes y los oficiales hacen pérdidas sufriría la fuerza aérea si volaba
cobrar vida a sus más profundas conviccio- durante el día a fin de apuntar con (un poco
nes políticas y morales. Hay veces en que la más de) precisión? ¿Cuáles serían los efectos
estrategia es un disfraz de la moralidad (o de probables del bombardeo de las zonas resi-
la inmoralidad). denciales urbanas sobre la moral civil y sobre
Pensemos en la decisión británica la producción y el suministro de pertrechos
de bombardear las ciudades alemanas. A militares? Fuera del gobierno, pocas eran las
principios de la década de 1940, los políti- personas que planteaban cuestiones morales
cos y los generales británicos, sentados en sobre la política de los bombardeos; en su
torno a una mesa, discutieron la política de interior, todo sucedía como si se hubiera pro-
los bombardeos estratégicos. ¿El objetivo de hibido hablar de moral: ¡aquí no hay nadie
la RAF debía consistir en matar a cuantos excepto nosotros, los realistas! Ahora bien, si
civiles fuera posible, a fin de aterrorizar al uno examina los años posteriores a la guerra,
enemigo y colapsar la economía, o debían resulta que las personas que estaban a favor
los pilotos ocuparse únicamente de objetivos del bombardeo de las zonas residenciales
militares? Hasta donde he podido saber por –digamos, en el año 1943– fueron después
las memorias y las historias de que dispo- asesores y funcionarios de los gobiernos

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conservadores británicos, y que, desde esos Daños colaterales


puestos, siguieron defendiendo una toma y asesinatos selectivos
de decisiones dura y “realista”, mientras que Una vez que se ha tomado la de-
la gente que se había opuesto se encontraba cisión y que los terroristas se ponen manos
en las filas de la izquierda y trabajaba para a la obra, ¿cómo debemos combatirlos? Voy
gobiernos laboristas o en favor de la Cam- a asumir el valor de hacerlo, y no voy a con-
paña para el Desarme Nuclear, planteando siderar aquí los esfuerzos encaminados a
con frecuencia los argumentos morales que hacer algo distinto so pretexto de la “guerra”
no habían esgrimido durante la guerra. Sin contra el terrorismo (como el hecho de librar
duda, sus argumentos estratégicos de 1943 una guerra en Irak). No existe ninguna causa
venían dictados en parte por la represión de política digna que no sea susceptible de ser
sus convicciones políticas y morales; es decir, explotada en beneficio de objetivos indignos
no surgían únicamente de sus puntos de vista y carentes de relación con ella; pero el tema
sobre la “necesidad” de matar a civiles, sino que aquí trato es el de la causa, no el de su
también de sus opiniones sobre la justicia o explotación. También voy a tratar de descri- 127
la injusticia de esa matanza. A fin de cuentas, bir la necesaria respuesta política al terror.
es habitual que los estrategas operen sobre la Doy por supuesto que es necesaria una res-
base de informaciones inadecuadas e insegu- puesta política, pero “combatir” también es
ras; sus predicciones se plasman en probabi- necesario. La primera respuesta a la pregunta
lidades muy toscas; es fácil que se decanten de cómo combatir es simple en su principio,
por una u otra decisión, y parecen adoptar –o aunque a menudo difícil en la práctica: no
hacerlo frecuentemente– aquellas decisiones hay que hacerlo por medios terroristas. Esto
que las personas que realizan las prediccio- significa que hay que hacerlo sin convertir en
nes (o las personas para quienes se hacen esas blanco a hombres y mujeres inocentes. Voy a
predicciones) quieren que adopten. centrarme en este principio, que se despren-
Por tanto, cuando los terroristas de de la teoría de la guerra justa. La segunda
nos dicen que no tenían elección, que no respuesta a la pregunta de cómo combatir
podían hacer otra cosa, que el terror era su sostiene que debemos actuar sin rebasar las
último recurso, debemos recordar que había restricciones impuestas por la democracia
gente en torno a la mesa que argumentaba constitucional. Éste, sin embargo, como el de
contra todas y cada una de esas propuestas. la política considerada en términos más ge-
Y también debemos reconocer que las con- nerales, es tema para otra ocasión.
sideraciones estratégicas no constituyen el Para combatir, es preciso identi-
único factor que configura esos argumentos ficar al enemigo, así que es muy importante
y que posiblemente ni siquiera sea el más decir desde el principio que las personas a
importante. El conjunto de las ideas políticas
y morales de los participantes, su cosmovi-
sión, también es un factor. En realidad, están
respondiendo a preguntas como éstas: ¿Reco-
La primera respuesta a la pregunta de cómo
nocen el valor humano de sus enemigos? ¿Es-
tán dispuestos a alcanzar un acuerdo de paz? combatir es simple en su principio, aunque a menudo
¿Pueden imaginar un futuro Estado en el que
compartan el poder pero no gobiernen? Esto difícil en la práctica: no hay que hacerlo por medios
es de hecho lo que está en juego en torno a la
terroristas. Esto significa que hay que hacerlo sin
mesa; y podemos ver la injusticia del terroris-
mo reiterada en las respuestas negativas que convertir en blanco a hombres y mujeres inocentes.
salen de la boca de sus defensores.

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terrorismo y guerra justa

las que los terroristas pretenden representar pudo haber evitado el atentado. Esto podría
no son cómplices del terror. Sea cual sea su ser cierto en algunas ocasiones, pero es con
vínculo o su falta de vínculo emocional (y frecuencia falso (con independencia de lo
sabemos que con frecuencia tienen sólidos que la familia se vea obligada a decir después
vínculos), no procuran respaldo material: se del trance). En la sociedad nacional, no se
ajustan a la descripción que acabo de hacer permite que la policía actúe de ese modo y
del colectivo civil. Los terroristas tienen de destruya, por ejemplo, los hogares de los pa-
hecho respaldo material, pero quienes los rientes de los mafiosos por el hecho de que
respaldan son hombres y mujeres concretos, vivan de los negocios de la familia. Tampoco
no la gente en general. Al final de la “guerra” se permitiría que los ejércitos o las “fuerzas
contra el terrorismo, como al final de cual- especiales” hicieran otro tanto. Si un pariente
quier otra guerra, será preciso brindar aten- determinado es cómplice del delito, entonces
ción a la gente en general. los antiterroristas han de encontrar algún
Los terroristas hacen del enemigo modo de detener y castigar a esa persona, no
128 un colectivo y enfatizan que todas y cada una a la familia ni al pueblo ni al vecindario de
la ciudad. El castigo colectivo trata a las per-
sonas como a enemigos pese a que podrían
ser tan diferentes unas de otras (por sus
Es por tanto un error moral y político implicarse en ideas políticas, por ejemplo) como lo eran las
personas del café o el autobús contra el que
castigos colectivos que destruyen, por ejemplo, el
atentó el terrorista suicida. Y para los antite-
hogar familiar en el que vivía un terrorista suicida, rroristas, la ventaja viene de que esas diferen-
cias (políticas) sean expuestas abiertamente,
como han hecho los israelíes, basándose en la no de que sean suprimidas.
Los terroristas sostienen que no
suposición de que la familia apoyaba al suicida o pudo
hay nada parecido a los daños “colaterales”
haber evitado el atentado. Esto podría ser cierto en (o secundarios, como dice el diccionario).
Para ellos, todos los daños son primarios, y
algunas ocasiones, pero es con frecuencia falso. quieren hacer tanto daño como les sea posi-
ble: a más muertes, mayor miedo. Por tanto,
los antiterroristas tienen que diferenciarse
resaltando la categoría del daño colateral y
de las personas del otro bando están implica- produciéndolo en la menor cantidad posible.
das en la guerra o en la opresión. Los antite- Las mismas reglas que rigen en el ius in bello
rroristas deben individualizar al enemigo y se aplican a la “guerra” contra el terrorismo,
enfatizar la inocencia de la gente en general. además de a la guerra en general: los solda-
Tal como hace la policía en una sociedad na- dos deben actuar únicamente contra objeti-
cional decente, los antiterroristas han de bus- vos militares y han de minimizar el daño que
car a los individuos concretos que planean causan a los civiles. No creo que la doctrina
las acciones terroristas, les proporcionan del “doble efecto”, tal como se la suele enten-
respaldo material o las realizan. der, describa adecuadamente lo que aquí se
Es por tanto un error moral y po- requiere. No basta con que el primer efecto,
lítico implicarse en castigos colectivos que el daño causado a los objetivos militares, sea
destruyen, por ejemplo, el hogar familiar en intencionado y que el segundo, el producido
el que vivía un terrorista suicida, como han a los civiles, no lo sea. Los dos efectos requie-
hecho los israelíes, basándose en la suposi- ren dos intenciones: primero, que el daño se
ción de que la familia apoyaba al suicida o produzca y, segundo, que el daño se evite. Lo

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que la justicia exige es que el ejército adopte ron al negociar con los dirigentes del Sinn
medidas concretas, que acepte riesgos para Fein (que se hallaban entonces en una tensa
sus propios soldados a fin de evitar dañar a relación con los militantes del IRA). Resulta
los civiles. La misma exigencia pesa sobre los algo más difícil imaginar cómo ha de bregar-
antiterroristas con mayor fuerza aun, creo se con organizaciones que apenas se preocu-
yo, en la medida en que la “guerra” contra el pan de simular que posean “brazos” políticos
terrorismo es (o debería ser) sobre todo una y militares separados, como hace Hamas en
labor policial y no una guerra propiamente Palestina, donde la reivindicación de la sepa-
dicha, y es claro que a los agentes de policía ración se realiza únicamente tras un atentado
les imponemos unos criterios de atención a israelí y después se olvida. Con todo, podría
los civiles mucho más elevados que los que ser prudente respaldar la simulación con la
exigimos de los soldados. esperanza de que un día pueda adquirir una
Esta exigencia de atención también cierta realidad y abrir una vía para la nego-
rige la práctica que ha dado en llamarse “ase- ciación. Pero se trata de prudencia, me pare-
sinato selectivo” Son los israelíes quienes han ce, no de una exigencia moral (excepto en la 129
hecho célebre esta práctica, pero voy a exa- medida en que los dirigentes políticos están
minar un ejemplo estadounidense. Antes, no obligados a ser prudentes). En cualquier caso,
obstante, permítanme una reflexión general. la vulnerabilidad de los dirigentes militares
La teoría de la guerra justa excluye el asesi- es clara. Si durante la Segunda Guerra Mun-
nato de los dirigentes políticos del Estado dial un par de comandos británicos hubiese
enemigo, como también lo excluye el derecho cruzado las líneas alemanas del norte de
internacional, porque se asume que la guerra África (o si un par de comandos alemanes
terminará, y deberá terminar, mediante un hubiese cruzado las líneas británicas), se hu-
acuerdo de paz negociado con esos mismos biesen abierto paso hasta el cuartel general
dirigentes, a los que se considera persona- del ejército y asesinado a un coronel, a un
lidades representativas. No habrían sido brillante estratega que estuviese planeando
muchas las personas dispuestas a oponerse al el próximo ataque de sus tanques –pero no
asesinato de Adolf Hitler, pero esto se debió fuese a participar en él–, estaríamos ante un
(en parte) a que no teníamos intención de ne- “asesinato selectivo”, pero no ante un asesi-
gociar con él. Ahora bien, este argumento se nato injusto.
aplica únicamente a los dirigentes políticos, Ahora examinemos el caso de los
a los jefes del colectivo civil. No se aplica en cinco militantes de Al Qaeda (así los cata-
modo alguno a los oficiales del ejército, que logaron los funcionarios estadounidenses)
forman parte de un colectivo militar. que viajaban en una furgoneta por el desierto
Probablemente, deberíamos tratar yemení y que fueron víctimas de un misil
de conservar esta distinción incluso en las Hellfire a fines de 2001. De haberse produci-
organizaciones terroristas, donde con fre- do en Afganistán, ese mismo ataque habría
cuencia es borrosa o inexistente. En Irlanda, constituido un acto de guerra. Si diésemos
el partido político Sinn Fein se las arregló por supuesto que se identificó correctamente
para separarse de manera bastante convin- a los muertos, no pensaríamos que el ataque
cente del IRA, un “ejército” compuesto por fuese injusto, ni siquiera que fuese proble-
elementos cuya exposición a las detenciones mático. Parte del horror de la guerra estriba
o los atentados difería de la exposición de los en que es legítimo matar sin previo aviso a
miembros políticos a esos mismos peligros. las personas del otro bando que tengan im-
Si la separación era un pretexto, como afir- plicación activa en ella. A veces es posible
maron los británicos durante mucho tiempo, darles la oportunidad de rendirse, pero con
era un pretexto útil, como al final reconocie- frecuencia, en las incursiones nocturnas, en

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terrorismo y guerra justa

las emboscadas yen los ataques aéreos, por políticos que llamamos terroristas. El mejor
ejemplo, no resulta posible hacerlo. modo de abordar la cuestión de este refugio
Ahora imaginemos que ese mismo sería ayudar al gobierno yemení a extender
ataque con misiles Hellfire, dirigido contra su autoridad a la totalidad de su territorio.
las mismas personas y contra la misma fur- Éste es, sin embargo, un proceso largo, y las
goneta, no se hubiera producido en Afga- urgencias de la “guerra” contra el terrorismo
nistán sino en una calle de Filadelfia. No pueden requerir una acción más inmediata.
sería un acto de guerra y no sería legítimo. En los casos en que esto sea cierto, si es que
Quedaríamos horrorizados: el ataque consti- es cierto, no parece moralmente injusto con-
tuiría un crimen político, y buscaríamos a los vertir directamente en blanco a los militantes
máximos responsables. Sería preciso arrestar de Al Qaeda para capturarlos, si es posible,
en Filadelfia a los (presuntos) terroristas, pero también para matarlos. En este sentido,
acusarlos, proporcionarles abogados y llevar- Yemen está más cerca de Afganistán que de
los ante un tribunal. No se los podría matar Filadelfia.
130 a menos que fuesen condenados, y muchos Pero hay dos límites morales y po-
estadounidenses, contrarios a la pena capital, líticos para este tipo de políticas y son límites
dirían: ni siquiera entonces. de una importancia capital, ya que, una vez
Yemen se encuentra en alguna que aprenden a matar, es probable que los
parte entre Afganistán y Filadelfia. No es una gobiernos maten demasiado y con demasiada
zona de guerra, pero tampoco es una zona de frecuencia. El primer límite está implícito en
paz, y esta descripción resultaría adecuada la expresión “convertir en blanco” Hemos de
para muchos de los “campos de batalla” de estar tan seguros como sea posible, sin juez
la “guerra” contra el terrorismo, aunque no ni jurado, de que las personas a las que esta-
para todos. Hay grandes porciones de Yemen mos convirtiendo en blanco son realmente
en las que el mandato del gobierno es ino- militantes de Al Qaeda o, de modo más gene-
perante; no hay policía que pueda realizar ral, debemos asegurarnos que están implica-
las detenciones (catorce soldados resultaron das en la planificación y la realización de los
muertos en las tentativas de captura de los atentados terroristas. Los blancos deben ser
militantes de Al Qaeda), ni tribunales en identificados, y la labor de identificación ha
los que los prisioneros puedan albergar la de realizarse de manera cuidadosa y precisa.
expectativa de un juicio justo. El desierto El segundo límite es aun más im-
yemení es una tierra sin ley, y la ausencia de portante. Hemos de estar tan seguros como
leyes ofrece un refugio para los delincuentes sea posible de que tenemos la capacidad de
alcanzar a la persona convertida en blanco
sin matar a las personas inocentes que se
Lo mismo ocurre en la sociedad nacional cuando la encuentren en las proximidades de él (o ella).
Aquí creo que tenemos que seguir criterios
línea que separa a la policía de los delincuentes queda que nos acerquen más a Filadelfia que
a Afganistán. En una zona de guerra no es
desdibujada por la brutalidad o la corrupción de la policía. posible evitar los daños colaterales, sólo es
Sin embargo, es importante destacar que cuando esto posible minimizarlos. En una guerra, la cues-
tión más difícil consiste en determinar qué
sucede defendemos lo mejor posible la existencia de esa grado de riesgo estamos dispuestos a aceptar
que asuman nuestros propios soldados a fin
línea sometiendo a la policía a críticas y reformas: no nos de reducir los riesgos que imponemos a los
ponemos de parte de los delincuentes. civiles enemigos. Sin embargo, cuando la po-
licía persigue a los delincuentes en una zona

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de paz, es justo que no le dejemos margen tiempo de guerra. Sin embargo, puede que
para la generación de daños colaterales. En el este ataque no fuese un caso de asesinato “se-
más estricto sentido, ha de procurar no herir lectivo”: al leer los relatos de los periódicos,
a los civiles incluso en el caso de que eso haga es difícil evitar la sensación de que su propó-
que su operación sea más difícil, o posibilite sito era aterrorizar a la población civil, cuyos
la huida de los delincuentes. integrantes fueron considerados, de manera
A mi juicio, ésta ha de ser, grosso colectiva, como apoyos del terrorismo.
modo, la norma justa que deben seguir las Cuando el asesinato tiene prio-
personas que planeen realizar asesinatos ridad sobre la selección, los antiterroristas
selectivos. Al igual que la policía, tampoco adquieren un aspecto demasiado parecido al
ellas libran de hecho una batalla. Pueden de los terroristas, y la distinción moral que
planear su ataque, y pueden suspenderlo si justifica su “guerra” queda en entredicho.
descubren, por ejemplo, que su objetivo lleva Lo mismo ocurre en la sociedad nacional
a un niño sobre el regazo (como en la obra cuando la línea que separa a la policía de
de Camus Los justos) o se ha mezclado con la los delincuentes queda desdibujada por la 131
muchedumbre o se encuentra sentado en un brutalidad o la corrupción de la policía. Sin
departamento que no está vacío como se es- embargo, es importante destacar que cuando
peraba que estuviera. No pueden evitar hacer esto sucede defendemos lo mejor posible la
recaer un cierto grado de riesgo sobre perso- existencia de esa línea sometiendo a la poli-
nas inocentes, y los riesgos serán ciertamente cía a críticas y reformas: no nos ponemos de
más elevados que los que impone la policía parte de los delincuentes. De manera similar,
en una ciudad en paz, pero hemos de insistir todo lo que salga mal en la “guerra” contra el
en que debe realizarse un tenaz esfuerzo para terrorismo no afecta a la injusticia del terror.
minimizarlos. El ataque realizado por los Es- De hecho, confirma esa injusticia: lo que
tados Unidos en el desierto de Yemen tal vez aprendemos es que tenemos que condenar el
haya satisfecho este criterio. No tengo sufi- asesinato de gente inocente dondequiera que
ciente información sobre las personas muer- se produzca, en cualquiera de los lados de la
tas ni sobre otras personas de los alrededores línea.
ni sobre las decisiones tácticas que fue preci- Esa condena resulta más eficaz,
so tomar para establecer un juicio firme. Al- me parece, si empezamos por la teoría de
gunos de los asesinatos selectivos realizados la guerra justa y su reconocimiento de la
por Israel se han ajustado a estos criterios; inmunidad del no combatiente. Pero, como
otros, casi con toda seguridad, no. Un coche debería haber quedado claro, no podemos
que transita por una calle concurrida no es limitarnos únicamente a la teoría de la gue-
un objetivo permisible, no más de lo que rra justa: al contrario, hemos de movernos
lo sería una mesa concreta de una cafetería entre nuestro concepto del combate y nuestro
abarrotada. Si los terroristas se escudan de- concepto de la labor policial, entre el conflic-
trás de otras personas, entonces los antite- to internacional y el delito nacional, entre las
rroristas han de saber abrirse camino entre zonas de guerra y las zonas de paz. El ius in
los escudos, tal como deseamos que haga la bello constituye una adaptación de la moral
policía. El caso de la bomba de una tonelada a las circunstancias del combate, al calor de
que se arrojó sobre un bloque de viviendas la batalla. Tal vez necesitemos adaptaciones
de Gaza, donde el objetivo era una persona adicionales a las circunstancias del terror.
pero murieron más de veinte, es un ejemplo Pero podemos seguir guiándonos, incluso
paradigmático de lo que no debe hacerse. No en estas nuevas circunstancias, por nuestra
creo que puedan justificarlo siquiera las nor- comprensión fundamental de cuándo es jus-
mas de “definición de objetivos” que rigen en to combatir y matar y cuándo es injusto.

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La música de la época de la Independencia
armando M ARTÍNE Z GARNICA ( c o m p . )

La mejor fuente a señoritas de familias acomodadas. Uno de


El 28 de diciembre de 1818 nació, éstos fue quien encabezó la primera página
en la casa santafereña que estuvo alguna vez del cuadernito de pasta azul, en el que fueron
situada frente al Palacio de la Carrera, doña dibujados pentagramas a mano en cada hoja,
María del Carmen Caicedo Jurado. Era la con la siguiente frase: “Música de Guitarra de
segunda hija del matrimonio formado hacía mi Señora Doña Carmen Caycedo”.
casi cuatro años por don Domingo Caicedo y No son más que 14 páginas de a
Sanz de Santamaría, primogénito del acauda- seis pentagramas llenos cada una, pero es
lado hacendado del Saldaña don Luis Caice- la fuente documental más antigua conser-
do, y por doña Juana Jurado Bertendona, una vada hasta ahora de la música de la época
de las diez hijas que había traído de España de la Independencia: valses, contradanzas,
el oidor Juan Jurado. Pese a las vicisitudes pasodobles, bailes, marchas y un bambuco
que dejó la guerra libertadora, con la ruina desfilan por estas páginas cuidadas amoro-
de todas las haciendas, esta niña recibió una samente por el hijo menor de su afortunada
132 educación esmerada. Al fin y al cabo, se tra- propietaria, don Pedro Antonio Herrán Cai-
taba de la hija de un general republicano que cedo (1859-1891). Redactor del periódico La
llegó a ser el último vicepresidente del fallido Regeneración e historiador, fue el custodio
experimento colombiano, pero a la vez el pri- de este cuaderno de música hasta su muerte.
mer granadino que pasó revista a las tropas Pasó después por manos incógnitas hasta
conjuntas que hicieron posible el destierro de llegar a las del prolífico historiador bogotano
los oficiales venezolanos que acompañaron la don Guillermo Hernández de Alba, quien lo
aventura política del general Rafael Urdaneta cedió a su actual custodio, el Patronato Co-
cuando murió el Libertador. lombiano de Artes y Ciencias.
Una de las actividades educativas Los valses que aparecen en este
aconsejadas para esta niña por su abuela cuaderno de música son once, titulados El
materna –la sevillana doña Concepción Colegial, El Arias, El Filósofo Caucano, El
Bertendona– antes de su partida hacia la Ciego, El Retozo de los Frailes, El Aguinal-
isla de Cuba para acompañar a su marido, do, El Clavel, El Paje, El Descontento, Los
fue el aprendizaje de la guitarra española. Pollitos y uno sin nombre. Las contradanzas
Los maestros de este instrumento musical son cinco, tituladas La Negra, La Cojera,
disponibles en la capital durante la época en La Libertadora, La Florita y La Vencedora.
que esta niña contaba con diez años eran dos: Los pasodobles del cuaderno son dos, uno
don Mariano de la Hortúa (1792-1851), natu- titulado el Pasodoble de las Cornetas y otro
ral de la provincia del Socorro, y don Fran- sin nombre. Los bailes son tres, titulados El
cisco Londoño (1800-1854), proveniente de Ondú, Baile Inglés y Allegro. Las marchas
la provincia de Antioquia. Pobres de solem- no tienen nombre y son dos, de las cuales
nidad, los músicos de este tiempo alternaban una se tocaría con la 6ª en Re, y un bambuco
en las bandas de los regimientos de todos titulado El Aguacerito completa las 24 piezas
los bandos y en algunos casos daban clases musicales del cuaderno. A solicitud del Pa-

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