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Estas gracias, carismas o facultades las poseemos desde el instante en que somos
concebidos. Es Dios quien los ha creado en nosotros y hecho parte inseparable de
nosotros con el propósito de ser utilizados para el beneficio de los demás. Como
todos los dones, Dios nos los da por gracia. Estos dones modelan nuestra
personalidad y cuando los usamos apropiadamente llegan a ser nuestra pasión, el
motor de nuestra vida.
Para utilizar estos dones de acuerdo a la voluntad de Dios, es importante tener un
entendimiento claro de lo que son y cómo funcionan. A continuación hablaremos
resumidamente de los siete dones, presentando las siete expresiones clave que
hemos escogido para identificar a las personas que tienen los diferentes dones.
1. Don de predicación profética. Lo tiene el que percibe claramente la voluntad de
Dios.
Hemos utilizado la palabra “predicación profética” en lugar de la palabra “profecía”
para evitar confusión, debido a que el enfoque en este don no es principalmente la
predicción (profecía pura) sino el mensaje que Dios que se halla en la Biblia. Por lo
tanto, el mensaje pudiera contener predicción pero principalmente es el contenido
de las Escrituras. Apolos es un ejemplo (Hechos 18.24-28).
2. Don de servicio. Lo tiene el servidor, aquel que disfruta de servir a los demás. A
esta persona le gusta hacer cosas prácticas por los demás. Marta es un ejemplo
(Juan 12.2).
3. Don de enseñanza. Lo tiene el maestro, aquel que disfruta de investigar y
comunicar la verdad. El maestro tiene una motivación muy fuerte por escudriñar las
Escrituras, investigar sobre los personajes, lugares geográficos, cultura de la época
y conocer la visión de otros autores. Ejemplo, apóstol Pablo (2 Timoteo 1.11).
4. Don de exhortación (animar, alentar a la fe). Lo tiene aquel que disfruta de animar
y motivar a las personas para que vivan una vida cristiana victoriosa. Igualmente
son personas movidas a aconsejar y consolar con la Palabra de Dios. Estas son
personas extremadamente positivas que igualmente pueden ser llamadas
“motivadores”. Ejemplo hallamos en Priscila y Aquila (Hechos 18.22).
5. Don de dar (repartir, compartir). Lo tiene el dador, aquel que disfruta de dar
tiempo, talento, energía y recursos para beneficiar a otras personas y para el
avance del evangelio. Otra palabra para identificar a estas personas podría ser
“contribuidor”. Bernabé es un ejemplo en la iglesia de los apóstoles (Lea Hechos
4.36-37).
6. Don de administrador (presidir, dirigir). Lo tiene el administrador, aquel que
disfruta de organizar, dirigir o liderar. A la persona con este don también se le
puede llamar “facilitador” o “líder” (1 Timoteo 5.17).
7. Don de compasión (misericordia). Lo tiene el que se compadece, quien se ocupa
de los necesitados, les ayuda mostrándoles compasión y amor. Hemos utilizado la
palabra “compasión” en lugar de “misericordia” puesto que esta palabra es más
comprensible en el vocabulario usado en la actualidad (Lea Filipenses 4.16).
Todas las personas nacen con alguno tipo de estos dones que hemos llamado dones
motivacionales. Ahora bien, el día en que conocimos y creímos en Jesús como nuestro
Dios, Señor y Salvador, entonces, al igual que toda nuestra vida, estos dones fueron
santificados para ser usados para la gloria de Dios. Aún así, lamentablemente hay
creyentes que no están glorificando a Dios con sus dones motivacionales. Y, ¿Tú?