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Prácticas educativas para el aprendizaje.

Los cambios recientes en la gestión del conocimiento y en la forma de concebir el

aprendizaje han impulsado la necesidad de implementar importantes innovaciones en la

forma en que se enseña, no solo en educación superior, sino también en diferentes niveles y

escenarios educativos (Barron, 2006).

Por lo que existen distintas prácticas educativas que se enfocan en distintas

estrategias de enseñanza con el objetivo esencial de generar aprendizajes en todos y todas

los y las estudiantes.

1.1 Practica educativa de aprendizaje significativo.

La teoría del aprendizaje significativo es la propuesta que hizo David P. Ausubel en

1963 en un contexto en el que, ante el conductismo imperante, se planteó como alternativa

un modelo de enseñanza/aprendizaje basado en el descubrimiento, que privilegiaba el

activismo y postulaba que se aprende aquello que se descubre. Ausubel entiende que el

mecanismo humano de aprendizaje por excelencia para aumentar y preservar los

conocimientos es el aprendizaje receptivo significativo, tanto en el aula como en la vida

cotidiana Ausubel.

dialógicas para sociedades dialógicas.

Al contrario de lo que dicen muchas personas, la sociedad cada vez es más dialógica. Las

transformaciones más recientes de la sociedad, el crecimiento de las nuevas tecnologías de

la información y la comunicación, los procesos de globalización y las realidades cada vez

más plurales en que vivimos están aumentando la necesidad y la búsqueda del diálogo en

todos los ámbitos de nuestra vida. (Elboj y Oliver, 2003)


En el ámbito de educación esta necesidad va en un crecimiento exponencial, cada

vez más las comunidades educativas, ve reflejada en sus estamentos que la interacción

dialógica es un elemento fundamental a la hora de generar comunidades colaboradoras y

que existen ciertos principios que permiten su desarrollo.

Los cambios sociales dialógicas requieren que la escuela también adopte

alternativas basadas en el diálogo entre las personas que conviven en ella. Cada vez más

necesitamos discutir y tomar continuas decisiones con las personas con quienes

compartimos nuestras vidas o nuestros espacios de actuación (Flecha, 1997).

La sociedad ha experimentado un cambio de paradigma, en el que es necesario que

las escuelas no sigan queriendo reproducir esquemas de la sociedad industrial faltos de

diálogo. Por ello que la investigación esta centrada en uno de los primeros niveles

educativos, donde se ve evidenciado el grado de importancia que se le entrega al diálogo,

considerándolo como un elemento imprescindible para generar aprendizajes, requiriendo

impetuosamente un otro para alcanzarlo (Ferrer, 2012).

En la teoría de la Pedagogía de la autonomía. (Freire, 1997) afirma. “no es que el

profesor deje de enseñar, sino que también puede ser cuestionado o cuestionada, no posee

la verdad”. Es necesario un modelo que sea coherente con los cambios dialógicas que la

propia sociedad puede dar respuesta a los conflictos de la escuela. Entrar en diálogo con los

alumnos y alumnas incrementa el aprendizaje de conocimientos para todos y todas, ya es

una realidad en la educación esta tendencia dialógica.

Aprendizaje Dialógico

El aprendizaje dialógico (Flecha, 1997; Aubert y otros 2008) sienta las bases de las

comunidades de aprendizaje. Esta teoría del aprendizaje se basa en planteamientos teóricos


de la pedagogía crítica y autores relevantes de las teorías de las ciencias sociales y

educativas, recogiendo a algunos como Vigotsky, Freire, Habermas, etc.

La pedagogía crítica es una opción que facilita el trabajo escolar en función del

reconocimiento del sujeto como agente de cambio social.

La didáctica toma un rol significativo evidenciándose directamente en el aula, en

los proceso de interacción discursiva sobre un saber particular, que se gesta como el

diálogo, estudiante–saber–profesor y sociedad, con perspectivas funcionales, como

el reencuentro de la academia con las dificultades y los proyectos colectivos

(Ramírez, 2008).

Principios del aprendizaje dialógico.

El aprendizaje dialógico se organiza en siete principios que construyen el marco en el que

actúan las comunidades de aprendizaje y guían sus procesos educativos globales y

concretos en todos los ámbitos.

A continuación se presentan los siete principios de la Teoría del Aprendizaje

Dialógico (Flecha, 1997).

Diálogo igualitario.

El diálogo igualitario se basa en premisas como las planteadas por Habermas (1981) en la

teoría de la acción comunicativa cuando diferencia entre acciones teleológicas y

comunicativas, así como en la diferenciación de Freire (2000) entre acción antidialógica y

acción dialógica.

El diálogo igualitario implica que todas las personas, independientemente de su

origen social, étnico, opción ideológica, religión, forma de vida, etc., argumentan y

dialogan en un plano de igualdad, es decir, las aportaciones son valoradas en función de la


importancia de los argumentos y no en función de las relaciones de poder o jerarquías

sociales establecidas (Duque, Mello y Gabassa, 2009)

Inteligencia cultural.

La inteligencia cultural parte del reconocimiento de la existencia de diferentes tipos de

inteligencias y de habilidades.

Hay una inteligencia académica, que es la que se valora en los establecimientos

educativos, también una inteligencia y unas habilidades prácticas que no son

habitualmente reconocidas en los centros. Por otra parte, todas las personas tienen

una inteligencia cultural según su cultura, su experiencia y sus habilidades

comunicativas. A través del diálogo igualitario todas las personas pueden aportar sus

saberes culturales, dialogar, cuestionar y crear conocimiento (Duque y Prieto, 2009).

Necesitamos la inteligencia cultural de personas de la comunidad para aumentar los

aprendizajes de nuestros alumnos y alumnas y mejorar la convivencia en las aulas, en los

centros educativos y en la relación de éstos con la comunidad (Aubert y otros, 2008, p.

175).

Transformación.

El aprendizaje dialógico plantea la educación como motor de transformación social, lejos

de las teorías reproduccionistas que atribuyen a la educación únicamente la reproducción de

las desigualdades sociales. Siguiendo a Vigotsky (1996), se parte de la idea de que hay que

transformar el contexto para transformar la educación, y no adaptar los objetivos educativos

al contexto. Siguiendo también a Freire (1997) «somos seres de transformación y no de

adaptación».
Dentro de las aulas se produce una transformación de las interacciones ya que

aumentan y se multiplican, paralelamente se promueve que todas estas interacciones no

sean de poder, sino que sean dialógicas (Searle y Soler, 2004).

Dimensión instrumental.

El aprendizaje dialógico incluye el aprendizaje instrumental de todos los conocimientos

imprescindibles para vivir en la actual sociedad sin por eso oponerse al diálogo y a una

educación democrática (Aubert, Garcia y Racionero, 2009).

En ocasiones se presentan como contrapuestos los procesos y los resultados, la

solidaridad y la exigencia académica, el diálogo y la efectividad, etc. En el

aprendizaje dialógico no sólo no son opuestos, sino que se retroalimentan

mutuamente, el aprendizaje dialógico promueve la educación de calidad para todos

(Duque y Prieto, 2009).

Varios autores (Habermas, 1981; Mead, 1973; Rogoff, 2001; Vigotsky, 1996; Wells,

2001) plantean que las interacciones con más personas y más diversas, personas adultas, ni-

ñas y niños con diferentes contenidos acadé- micos adquiridos, etc., generan un mayor

aprendizaje. Aumentar y diversificar las interacciones genera más aprendizaje.

Desde la perspectiva dialógica y comunicativa son las interacciones en grupos

heterogéneos las que permiten alcanzar los máximos aprendizajes instrumentales.

Vygostky plantea que todo conocimiento individual ha sido previamente social. Es

decir, que los conocimientos que tiene una persona son fruto de las interacciones

que ha establecido. Por tanto su aumento de aprendizaje también dependerá de las

interacciones que establezca. (Vygotsky, 1920, 134) afirmando “lo que un niño es

capaz de hacer hoy con ayuda de alguien, mañana podrá hacerlo por sí solo”.

Creación de sentido.
El diálogo igualitario entre toda la comunidad educativa y la existencia de interacciones

dialógicas promueve la creación de sentido. Cuando a través de la participación de la

comunidad educativa se conectan los conocimientos escolares con las realidades

contextuales, los conocimientos escolares promueven la transformación de los contextos, y

la comunidad y el contexto participan de forma igualitaria en la escuela, se da una creación

de sentido en los centros educativos (Duque y Prieto, 2009).

Esto significa posibilitar un tipo de aprendizaje que parte de la interacción y de las

demandas y necesidades de las propias personas, siendo éstas las que guíen su proceso de

aprendizaje, superando la pérdida de sentido que una parte del alumnado está teniendo en

los centros (Flecha, 1997).

Solidaridad.

La solidaridad y la ayuda mutua entre iguales y con personas adultas en el aprendizaje

promueven que se aprenda más. Algunas prácticas y proyectos educativos promueven la

solidaridad en la que basan las prácticas educativas democráticas, teniendo como objetivo

la superación del fracaso escolar y la exclusión social (Duque y Prieto, 2009).

Autores como Slavin (1995) plantean cómo trabajando de forma cooperativa

mejoran tanto las relaciones entre el alumnado (solidaridad) como aumentan los

aprendizajes. Desde el planteamiento del aprendizaje dialógico, solidaridad y aprendizaje

van unidos. En el caso de los grupos interactivos, el aumento del aprendizaje se realiza

mientras se trabaja solidariamente (Aubert y García, 2001).

Igualdad de diferencias.

Los planteamientos por una educación igual para todos los colectivos y los planteamientos

educativos que pretenden respetar y tener en cuenta las diferencias sociales e individuales
del alumnado suelen presentarse como opuestos; aunque tampoco es extraño que ambos en

ocasiones generen el mismo resultado: poca calidad educativa para los grupos más

desfavorecidos y promoción de la exclusión social (Flecha, 1997).

Sin embargo, son diversos los autores que no entienden la diversidad ni como un

problema para la educación de calidad, ni como una realidad que requiere de adaptaciones

desiguales.

Para Macedo (2005), Cummins (2002) y Freire (1997), entre otros, la diversidad es

entendida como riqueza para el aprendizaje escolar de todos los y las estudiantes.

Por lo que es necesario relacionar diversidad y diálogo, con el fin de lograr una

comunicación efectiva, generadora de aprendizajes. En el aula de kinder se

evidencia que la docente procura dar instancias de interacción dialógica,

concediéndole parte de importante de la clase.

La teoría presentada dialoga con la realidad educativa dentro y fuera de las aulas en

contextos educativos diferentes.

No es que lo presentado forme parte sólo de una utopía o ideología como comentan

los científicos que se autodenominan como “neutrales” sino más bien de lo que Erik

Olin Wright (2000) ha conceptualizado como utopía real, de cómo los sueños de los

sujetos pueden transformar la realidad en la que viven y sus instituciones (Wright,

2009). Estos siete principios reflejan las principales características que ilustran

cómo algunas comunidades han reformulado los centros educativos y su relación

con el entorno (Wells, 2001).

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