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Guayaquil, 14 de agosto de 2018

Señor
Rafael Correa Delgado,

En una carta formal iniciaría con “De mi consideración” pero lamentablemente no se la merece.
Probablemente deje de leer después de la primera oración; pero, le puedo garantizar es que no
utilizaré palabras soeces y me imagino que la fotografía adjunta le llamó la atención. Él es mi papa,
Jorge Gabela Bueno, si fue tu primer Comandante General de la Fuerza Aérea y no, no me estoy
haciendo pasar por alguien más ese bebe de ahí soy yo.

Mi padre era un hombre honesto, recto, amable, comprensivo, podía tener cara de enojo, pero solo
era cara. Era feliz volando, le apasionaba y lo compartía. Le gustaba velar por quienes compartían su
pasión. Era estricto sí, no premiaba a nadie por cumplir sus obligaciones solo cuando eran
sobresalientes en sus acciones, porque todo para él se debía hacer dentro de la ley, de las reglas y
por eso siempre decía no tenemos rabo de paja. Pero, ¿por qué quiero que sepa cómo era mi papá?
porque quiero que le pese en la conciencia que sus nietos no lo pudieron conocer. De que a ese
maravilloso ser humano nunca le va a llegar ni a los talones. Que esas risas, burlas y faltas de respeto
en las declaraciones ante la Comisión Ocasional en la Asamblea no fueron para los políticos, fueron
para nosotros, la familia. Porque una vez más demuestra que no le importa el dolor ajeno, porque
nosotros buscamos conocer la verdad atrás de este caso y usted burlarse de nosotros.

Sabe lo que pienso ahora, que usted cínicamente creo el Comité Interinstitucional para que recogiera
todos los cabos sueltos del caso de mi padre. Para que luego alguien lo cambie, lo desaparezco y
sencillamente arme una historia que le sea más conveniente. Porque desde el primer día que llamó
a mi madre (3 de enero del 2011) a darle el pésame dijo que fue un robo, delincuencia común. Porque
usted ya tenía la idea que le armaron sus asesores y sus ministros. ¿De qué sirve tapar todo eso?
¿Para decir que su gobierno fue muy honesto? ¿Que tenía las manos limpias? ¿Qué ahora es una
víctima?

Sabe usted lo que es ser víctima. Y no, no es víctima porque se encuentre con alguien en la calle y le
responda con la misma vehemencia que usted utilizaba los sábados. A nosotros nos quisieron
inventar historias sobre amoríos con delincuentes, uso de drogas, pago de favores con trabajos en el
extranjero. Nos ha tocado dejar de trabajar a tiempo completo para dedicarnos a esto a buscar una
verdad. ¿Para que usted se burle? Realmente no sé qué piensa que gana, pero si es culpable de algo
y escapa a la justicia terrenal sepa bien que arriba hay alguien de quien no se escapará. Que puede
que no se delito burlarse del dolor ajeno, pero Dios si ha de juzgar por no ser compasivo y no tener
en cuenta el sufrimiento de otro ser humano. De ÉL no se escapará ni usted ni a quienes trata de
proteger.

No sé cómo duermen. Los fantasmas de sus errores, de sus negligencias, de sus muertos deben estar
en cada al pie de su cama. Ojalá hoy cuando quiera dormir, lo levanten, lo atormenten y no lo dejen
vivir más nunca en paz. Que, si la justicia terrenal no hace nada, al menos me sentiré tranquila
sabiendo que sus fantasmas lo están haciendo pagar con tormentos lo que usted les heredó a los
familiares de las personas que afectó. Más allá de nosotros, ¿a cuantos más heriste que no te dijeron?
¿Qué no le comunicaron? ¿Qué no leyó? ¿Qué le va a heredar a sus hijos? El dinero no compra
conciencias tranquilas, ni puestos en el cielo, ni limpieza de almas. Algún día se acaba y no van a saber
nunca lo que es tener orgullo por un padre honesto y caballero. Porque si hay algo que estoy segura
que usted no es un caballero.

Le comparto lo escribí a mi papá el día que lo enterramos para que sepa que nunca nadie le va a
escribir algo así, para que sepa que nadie se va a sentir así de orgulloso con usted. Lo siento por sus
hijos porque van a tener que cargar con los errores que usted les va a heredar. Lo siento porque
nunca van a poder regresar a Ecuador sin sentirse juzgados, sin llevar el peso de ser hijos tuyos. Ellos
me dan pena y tienen mi consideración, usted no.

No quería ser lapidaria en mi carta porque sé que recibirás muchas de esas. Así que me despido
esperando que no pueda dormir más nunca tranquilo porque todo el bien y el mal que uno hace en
el mundo regresa. No me gusta lo que veo para en su futuro.

Atentamente,

Anaís Gabela Ochoa

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