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Las 110.000 toneladas de comida comprada por el Estado que la filial de Petróleos
de Venezuela dejó pudrir sin distribuir, aunque suponen un 9% del total
gestionado por Pdvsa que se logró importar el año pasado, el equivalente casi a las
191.000 que llegaron a los consumidores -y además la evidencia de que la petrolera
estaba muy lejos del 1,7 millones de toneladas de su propio plan estratégico para
este año- no son más que el cabo de un ovillo que se le empieza a deshilachar a
Hugo Chávez en las manos. Y, aún peor a sus ojos, a enredarse en el organigrama
de sus guerras de Palacio, las que enfrentan a los ‘ramiristas’ con los partidarios
de Elías Jaua y entre todos con el ministro Diosdado Cabello, las tres ‘manos
derechas’ de Chávez. Miraflores quiere culpables que enseñar a la galería. Ha
quedado en evidencia que Pdvsa sólo pudo procesar 3.633 toneladas métricas de
alimentos en el primer trimestre, un tercio de sus objetivos, pero sobre todo, que,
después de comprarle al exterior una media de un millón de toneladas anuales, el
70% del dinero gastado por Pdvsa en importar alimentos en 2009 se perdió en los
recovecos de su laberinto. En 2009 sólo distribuyó y vendió 191.000 tm, lo que deja
aún en el limbo a 448.000 millones de toneladas (quizá las 110.000 podridas se
descuenten de ellas).
No será suficiente con ver al anterior responsable de Pdval, Luis Pulido, en prisión.
Menos aún para evitar que las aguas de Pdval lleguen al ‘río cubano’. Como ha
desvelado durante las últimas semanas Alejandro Botía en Tal Cual, como Bariven
no tenía experiencia en compra y gestión de alimentos, se creó un equipo de
asesores cubanos para ellos. Y ante la evidencia de que el desorden de gestión de
los puertos impedía descargar mucha de la mercancía en ellos desde que los
gestionaba la cubano-venezolana BoliPuertos, se desviaron muchos barcos de
comida a Cuba, hasta 68.000 toneladas métricas (tm) de alimentos. El choque de
espadas -después de la denuncia del Defensor del Pueblo- está servido y estalla ya a
las puertas de la Fiscal General del Estado: sobre su mesa, el informe del
Contralor, que le recuerda que la denuncia sobre los alimentos podridos de Pdvsa
tenía más de un año.
Lejos queda 2006, cuando Chávez paseaba los galones de la entonces mayor
petrolera de Latinoamérica, el tercer proveedor de crudo en los mapas de George
W. Bush y aseguraba que estaba listo para ser el “proveedor de todo occidente”.
Hoy Pdvsa respira por las heridas de la operación, de su músculo financiero y del
tejido de una diplomacia con la que buscaba la hegemonía al sur del Río Grande.
No hace ni cinco años, las tres grandes petroleras paraestatales se repartían los
galones, los proyectos y el mapa americano de la mayoría de las reservas de
hidrocarburos del continente. Hoy, sólo el ranking por reservas favorece aún a
Petróleos de Venezuela y deja a la brasileña en segundo lugar, por delante de
Petróleos de México; pero Petrobrás le pisa los talones de la producción a PEMEX
y, según los analistas independientes, hace meses que bordea la producción real de
Pdvsa. No es nada, en realidad, que no haya sucedido ya, en la senda de las
estatalizaciones, con el desaparecido Intevep, con la crisis de las empresas de
Guayana, el Metro de Caracas, o la Electricidad de Caracas. Pero, en la piel de
Pdvsa, esta vez la ‘habilidad’ anti-Midas del presidente bolivariano empieza a
pasarle facturas más que energéticas y económicas.
En 2009 sus beneficios cayeron un 35%, sus ingresos un 42% (hasta 4.600 millones,
menos de la deuda pendiente con proveedores), nada que se pueda explicar, como
pretenden los mensajes de Ramírez desde la bajada de precios (además el precio
del petróleo venezolano se ha mantenido este año unos 13 dólares por encima del
promedio del año pasado) y las restricciones impuestas por la OPEP. Su
producción máxima -lo advierte la OPEP- no alcanza los 2,9 millones de barriles
diarios (lejos de los 3,2 que proclama el gabinete de Ramírez) y ha perdido un
tercio de capacidad productiva desde que se estatalizó con el modelo chavista, un
millón de barriles diarios de diferencia desde la llegada al poder de Hugo Chávez.
Las divisas no han alcanzado para los nuevos ‘mejoradores’ de la faja del Orinoco,
se ha tenido que conformar con arrendar buques para la explotación offshore con
más de tres décadas de vida; ya ni cumple el contrato colectivo porque carece de
recursos. La propia directiva confiesa que tiene escasez de personal cualificado
para la Faja y sus planes gasistas, aunque desde 2003 ha triplicado su mano de
obra, hoy con 110.000 trabajadores, parte de ellos los ‘digeridos’ en cada
expropiación.
El derrame del lago Maracaibo, aunque es el más extenso y afecta a las relaciones
con Bogotá y los envíos a Washington, sólo es el último de una secuencia que pasa
en los últimos meses por el derrame aún sin solucionar en la bahía de Amuaycito y
dos fugas de gas en el Orinoco. En el último año, abarrotada de compromisos de
inversión propios y ajenos -el proceso la adquisición de las empresas eléctricas- y
con un flujo de caja ajustado, Pdvsa recurrió al financiamiento externo y contrajo
más de 13.000 millones de dólares en deuda nueva en un solo año. Esto elevó la
relación entre su deuda y patrimonio de un 9 a casi un 30%. Y hasta el papel de
Pdvsa como ‘caja de caudales’ de la revolución ha empezado a erosionarse, aunque
tiene filiales para distribuir leche en polvo, cosechar maíz y construir buques
cisterna y a sus empleados también trabajando en programas sociales,
frecuentemente con maestros y médicos cubanos. En los últimos doce meses, sus
aportes al Fonden cayeron un 95%, hasta los 569 millones de dólares. Ya durante
2009 destinó 1.555 millones de dólares a la compra de alimentos, un 29,3% menos
que el ejercicio anterior y ni el escándalo de ‘Pudreval’ (como la conocen ya los
venezolanos), opaca que la red de Pdvalitos, los establecimientos dedicados a
distribuir toda esa comida, se redujo en un 39% durante los últimos doce meses.
Del gas ni hablar. No, al menos por ahora. Hoy la producción de gas natural es tan
baja que no permite llegar ni a la mitad de las necesidades nacionales y Pdvsa aún
tiene sobre la mesa el hundimiento de la plataforma de Aban Pearl, apenas días
después de que Chávez orquestara en ella una de sus inauguraciones majestuosas,
que hará que se lo piense dos veces con el acelerón de los proyectos de explotación
de gas natural costa afuera, que es donde el país posee la mayor cantidad de
reservas libres. Venezuela cuenta con reservas de gas por el orden de los 150
trillones de pies cúbicos, pero están asociadas al petróleo en un 85% y sólo las
importaciones podrán compensar su déficit de 1.500 pies cúbicos de gas por día,
aunque esperaba producir 1.500 millones de pies cúbicos diarios. El ministro
Ramírez mira ya otra vez a la Faja del Orinoco y a su petróleo. Intenta olvidar el
retraso en las licitaciones, los recelos de muchas multinacionales y el paso atrás de
Petrobrás, o Chevron. Ahora que el Servicio Geológico de EE UU determinó que
en ella hay 513.000 millones de barriles de crudo extraíbles, quiere “producción
temprana en dos o tres años”, busca un órdago técnico con el que limpiarle alguna
mancha a Pdvsa y acallar la oleada de escándalos. Es su última baza. Pero sabe
que se juega en manos multinacionales. Y es que, si ahora su directiva reconoce
que no hay suficiente personal especializado que requiere la Faja, el modelo de
empresas mixtas impuesto por el Gobierno de Caracas ha terminado por dejar en
manos de Pdvsa el 60% del capital accionarial y las reservas y el crudo producido,
pero también, la carga de las inversiones que ahora no puede cumplir.
Citgo, con 2.402 millones de dólares de deuda propia, ya no puede ser ni siquiera el
tentáculo para la pesca financiera de Pdvsa en las plazas internacionales. A la vista
del repudio en los mercados y de las advertencias de los bancos de inversión y las
agencias de rating (Fitch lo ha rebajado a B+), Citgo -con dos líneas de crédito por
1.100 millones de vencimiento próximo- ha tenido que desistir de su idea original
de emitir 1.500 millones de dólares en Bonos Globales, emitir sólo 300 y recurrir a
préstamos bancarios en dos créditos por 1.200 millones de dólares. Ni siquiera el
uso como garantía de tres de sus refinerías fue suficiente. Y, a la vista de la
advertencia de la Secretaria de Estado de Comercio de EE UU y los litigios
pendientes por más de 43.000 millones ante el Ciadi -la mayoría a punto de su
resolución- y del reconocimiento del Ciadi el 16 de junio del arbitraje de la
denuncia de la taiwanesa OPIC, por primera vez, en Miraflores y el despacho del
ministro Ramírez empiezan a sospechar que los 25 acuerdos de comercio firmados
con los países de origen de las multinacionales no serán tan fáciles de driblar. Para
cubrirse las espaldas en el futuro, Pdvsa evita ahora incluir cláusulas arbitrales en
los contratos.