Buenos Aires 5 de julio de 2018.

Queridos Hermanos y compañeros en la misión:

Ante todo los saludo con afecto fraterno a cada uno y cada una de Ustedes. Antes de
terminar la mitad del año escolar, y en las vísperas de la celebración de la Independencia
nacional, les escribo para compartir con ustedes mi reflexión sobre lo que vamos viviendo en
este tiempo.

No es una novedad decir que vivimos un año complejo, pero si creo que el modo que
cobija la complejidad es nuevo. Pareciera que nuestro querido país es un campo de
discusión no constructiva que deteriora cada día un poco más el tejido social. Lejos de
fraternizar la relación humana, cada día hay un componente nuevo que distancia esa
posibilidad.

Por el campo que miremos, político, social, económico, religioso, educativo, nos
atraviesan las diferencias de un modo agresivo, violento. Cada uno es poseedor de su
verdad que no transige, y en cambio descalifica cualquier tipo de opinión contraria.

El hiperindividualismo en el que estamos sumergidos está ocultando la posibilidad de

acordar sobre el bien común, sobre una agenda de problemáticas humanas que
necesitamos abordar.

Los intereses económicos voraces, no andan con sutilezas a la hora de saciar su sed
de acumulación y ganancia, sin miramientos sobre los que menos tienen.

El vergonzoso papel de muchos periodistas y de los intereses de algunos medios de

comunicación que han matado a la verdad, para dar lugar a la opinión, muchas veces
infundada y recortada, como parámetro de certidumbre.

La obscenidad con la que se tratan los temas de fondo de una comunidad nacional
aparejado a situaciones espurias de personajes de la farándula.

Este enojo que ha ganado la calle, la comunidad social, también puede entrar en
nuestras comunidades educativas. Como Hermanos, Directivos y socios de la AEA, nos
cabe estar atentos para acompañar y orientar la búsqueda, siendo nuestro horizonte el bien
común de la Patria, y el pleno respeto a los derechos humanos y sociales que se han
pagado hasta con sangre durante todo el siglo veinte en nuestro país.

Ciertamente me gana una profunda tristeza con el debate sobre el aborto. Y me hago
eco del escritor belga Phil Bosmans: “si un ser humano no está ya seguro en el seno
materno ¿en qué otro lugar del mundo lo estará?”. Si rompemos con la dignidad de la
persona humana estamos destruyendo el fundamento de los derechos humanos y de la
justificación del ordenamiento político. Esto no me hace entristecer menos que la situación a
la que se ven empujadas numerosas adolescentes embarazadas víctimas de los abortos
clandestinos, y mucho más aún la ausencia que hemos tenido como sociedad en el
acompañamiento cercano de esas mujeres en el borde de la desesperanza. Pero entiendo
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que la muerte no se combate con más muerte. Eso lo aprendimos dolorosamente en la
experiencia traumática de la humanidad del siglo XX.

Es también una tristeza el modo violento de destratar a los docentes con campañas
difamatorias y de desprestigio que no hace otra cosa que minar más aún el rol de los
educadores de las generaciones jóvenes. Además de una infravaloración de la tarea
docente expresada en sueldos que no alcanzan para vivir de un modo que permita la
dedicación que necesita el ejercicio de la docencia, que está lejos de ser una producción
fabril. De esta metodología, nada bueno podemos esperar.

También es motivo de tristeza ser testigo de un Estado que va a la zaga de las

exigencias exteriores de achique, y lo realiza en las áreas más necesarias para construir un
futuro mejor, con hombres y mujeres conscientes de sus derechos, con hombres y mujeres
formados y capacitados. Es así que la Provincia de Buenos Aires, la Provincia de Jujuy, la
Provincia de Neuquén, la Provincia de Mendoza, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires han
diseñado un plan de recorte brutal de servicios educativos, que van desde quitar el aporte
estatal a la educación pública de gestión privada en los servicios que no están contemplados
como enseñanza obligatoria, esto es Formación docente, educación de adultos, centros
complementarios, equipos de orientación escolar, hasta quitar en algún caso el aporte
completamente a las escuelas de gestión privada. Esto sin contar con los malísimos sueldos
de los educadores y la imposibilidad de llegar a un diálogo constructivo con los organismos
gubernamentales.

El aporte estatal es un derecho, no es una ayuda, es el deber del Estado usar los
recursos de los impuestos para posibilitar la educación de los ciudadanos según sus
convicciones éticas y religiosas.

Pero también la campaña en contra de la Iglesia que algunos sectores sociales y

políticos llevan adelante, y que encuentran eco en numerosos medios de comunicación, que
bien solidarios con intereses económicos, por desconocimiento o bien por un análisis simple
de la realidad ponen a toda la educación pública de gestión privada en la misma bolsa y no
distinguen aquellos que lucran con la educación como negocio y aquellos que tenemos
definido un objetivo de bien público y social en los sectores que ni siquiera el Estado llega.
Siendo que la Iglesia ha desarrollado la educación pública en el país, desde antes del
advenimiento de las instituciones de la República. Claro está que molesta que la Iglesia
haga recordar de los pobres, que hable de justicia social, que hable de bien común, molesta
que acompañe a desempleados, a los indigentes. Molesta quizás porque es un grito que
clama al cielo por justicia la situación de abandono en la que están tantísimos hermanos y
hermanas de nuestra Patria.

Para esos sectores, pareciera que religiosos y religiosas somos sospechosos solo por
el hecho de ser religiosos, de pertenecer o representar a la Iglesia. Siendo que tantos de
nosotros religiosos y laicos están acompañando valientemente en medio de los lugares más
vulnerabilizados, a tantas personas que son víctimas de la profunda desigualdad e injusticia
con la que hemos construido este país. Tantos de nosotros religiosos y laicos estamos al
servicio sin miramientos en las escuelas, en las parroquias, en los centros de ayuda,
comprometidos con la red que combate la trata de personas, comprometidos con los
derechos de los niños. Si hay corrupción en algunos miembros de la Iglesia deben pagar
frente a la justicia, pero no es justo poner a todos en el mismo saco descalificando así la
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inmensa labor que la Iglesia hizo y hace para construir un país de hermanos atentos a las
necesidades de los pobres.

En la semana de formación de directivos que tuviéramos en Florencio Varela les

decía que hablar de los pobres molestaba, porque nos identifica con una facción política,
porque nos identifica con el populismo. A nosotros no nos da temor que nos comparen o nos
identifiquen con nadie, nosotros optamos por los pobres y los desprotegidos como
seguidores de Jesús, con los criterios del evangelio.

En estos días el evangelio nos proponía el texto del evangelio de Mateo 8, aquel en el
que los discípulos y Jesús suben a la barca a navegar, en la travesía se despierta una
tormenta que amenaza la barca, los discípulos lo despiertan a Jesús diciéndole ¿no te
importa que nos hundamos? Jesús despierta, les reprocha su falta de fe y calma la
tormenta.

Este texto escrito para los cristianos de los años 70, es realmente una lectura de su
situación. Esa comunidad está ciertamente amenazada de extinción, las persecuciones y las
calamidades vividas en esos años eran mucho más que una tormenta. La única certeza
estaba en la comunidad que repetía los gestos del resucitado. La vida de la comunidad, el
vínculo con Jesús y el amor a los pobres y perseguidos. Este grupo de hombres y mujeres
testigos de Jesucristo llevan gozosos su bandera aunque algunos de sus hermanos hayan
abandonado la comunidad, aunque alguno de sus hermanos hubiera renunciado, aunque la
persecución fuera cruel. Su certeza era Jesús, capaz de dar vuelta la suerte, de cambiar la
muerte en vida, de dar el triunfo final.

Leída nuestra complejidad desde esta experiencia evangélica, es una invitación a

mirar en medio de todos estos desafíos y amenazas una oportunidad para nuestra
comunidad eclesial. Una oportunidad para fortalecer el testimonio, una oportunidad para no
tener temor de defender los valores del evangelio, una oportunidad de ponernos del lado del
que sufre, de la vida amenazada, de la vida descartada. Una oportunidad de recordar el
mandato que nos ha dado Jesucristo, un mandato de amor.

Esta circunstancia se puede constituir en una hermosa oportunidad de hacer creíble

la palabra de Jesús en nuestro testimonio genuino donde coincidan obras y palabras.

La certeza de la presencia de Jesús junto a nosotros, es una invitación a llenarnos de

confianza, y a la vez a comprometernos con su causa, la del Reino de Dios y su justicia que
se expresa en la paz que nace de la justicia, como dice nuestro Papa Francisco: “Cultura
del encuentro” siendo ésta una invitación a salir al encuentro de los que sufren.

Testimonio, comunidad, mirada de fe, horizonte evangélico, discernimiento desde el

lugar del pobre; son las estrategias cristianas que hoy están a nuestra mano para enfrentar
las amenazas que se nos presentan junto a Jesús.

Los invito a permanecer alertas, atentos a lo que va sucediendo, los invito a participar
de los espacios en los que genuinamente se defienden los derechos humanos y sociales.
Los invito a informarse siempre debidamente, a estudiar la Doctrina Social de la Iglesia, la
constitución nacional. Sabiendo que lo que nos anima a nosotros es la misión que se
expresa en el bien común de todas las personas que constituimos esta comunidad nacional,
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y el pleno respeto por los derechos humanos y sociales, expresión de la dignidad humana
completa e integral.

Algunas noticias y algunas previsiones.

Sé que en estos días el Presidente de AEA les está escribiendo las noticias de los últimos
meses, pero no quería dejar pasar de mencionar tres puntos:

 En el mes de junio iniciamos el Capítulo del Distrito y la Asamblea Distrital, ambos espacios
han sido de mucha fraternidad vivida y pastoralmente ricos para mirar juntos nuestra realidad
distrital. Seguramente luego la comisión que coordina el Capítulo y la Asamblea les enviará un
informe más completo.

 El sábado pasado falleció Juan Francisco Gironacci, director del nivel medio de Rosario. El
domingo tuvimos la Eucaristía en Zavalla acompañando la pascua de Juan; y el lunes la
comunidad educativa de Rosario se reunió a celebrar una Eucaristía en memoria de Juan
Francisco. Especialmente a la comunidad de Rosario los invade el dolor de la pérdida, recemos
para que ese dolor se transforme en paz a la luz de la Pascua de Jesús.

 Los días 3, 4, 5 y 6 de septiembre realizaremos un retiro abierto a los socios de la AEA y a los
Directivos que quieran participar, lo animará el Hno. Álvaro Rodríguez Echeverría. El retiro se
realizará en la zona de Buenos Aires, les ruego a los interesados inscribirse con Mariana López
como fecha tope hasta el 5 de agosto. Los lugares disponibles además de los Hermanos son
16.

A todos ¡feliz día de la Independencia! Y espero que el tiempo de descanso sea provechoso
para tomar fuerzas, disfrutar en lo posible del tiempo con los afectos de cada uno, para
retomar luego la tarea.

Pidámosle a María, la Virgen de Luján que nos bendiga con su misericordioso Hijo Jesús.

Fraternalmente.

Hno. Martín Digilio. Fsc

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