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finales del siglo xix, justo antes del comienzo del siglo xx. Los tres autores destacados son
William James, John Dewey y E. L. Thorndike quienes propiciaron la psicología de la
educación.
William James: Poco después de la publicación del primer libro de texto de psicología,
Principios de psicología (1890), ofreció una serie de conferencias tituladas “Charlas para
profesores” en las que analizaba las aplicaciones de la psicología en la educación infantil.
En primer lugar, la opinión de que los niños son aprendices activos. Antes de Dewey se creía
que los niños debían permanecer quietos en sus asientos, y aprender pasivamente de
memoria. Por el contrario, Dewey argumentó que los niños la aprenden mejor mediante la
acción.
En segundo lugar, debemos a Dewey la idea de que la educación debe ser integral y destacar
la adaptación de los niños a su ambiente. Dewey propuso que los niños no debían recibir una
educación únicamente académica, sino más bien aprender a pensar y a adaptarse a un
mundo externo al colegio. Más concretamente, opinaba que los niños deben aprender a
resolver los problemas reflexivamente (Dewey, 1933).
En tercer lugar, le debemos el pensamiento de que todos los niños merecen una educación
adecuada. Este ideal democrático no existía en los comienzos de la carrera de Dewey, a
finales del siglo XIX, cuando la educación de calidad se reservaba a una pequeña parte de la
población infantil, en concreto a los varones de las familias ricas. Dewey defendió una
educación competente para todos los niños y niñas, independientemente de su etnia o
grupo socioeconómico.
E. L Thorndike: Un tercer pionero, quien se centró en la valoración y la cuantificación, y la
promoción de los fundamentos científicos del aprendizaje. Thorndike sostenía que una de
las tareas educativas más importantes era desarrollar las aptitudes infantiles para razonar, y
destacó en el diseño de estudios científicos rigurosos de la enseñanza y del aprendizaje
(Beatty, 1998). Este autor impulsó sobre todo la idea de que la psicología de la educación
debe tener un fundamento científico y basarse firmemente en la cuantificación (O’Donnell y
Levin, 2001).
2. Etapa preoperacional
La segunda etapa del desarrollo cognitivo según Piaget aparece más o menos entre los dos y
los siete años.
Las personas que se encuentran en la fase preoperacional empiezan a ganar la capacidad de
ponerse en el lugar de los demás, actuar y jugar siguiendo roles ficticios y utilizar objetos de
carácter simbólico. Sin embargo, el egocentrismo sigue estando muy presente en esta fase,
lo cual se traduce en serias dificultades para acceder a pensamientos y reflexiones de tipo
relativamente abstracto.
Además, en esta etapa aún no se ha ganado la capacidad para manipular información
siguiendo las normas de la lógica para extraer conclusiones formalmente válidas, y tampoco
se pueden realizar correctamente operaciones mentales complejas típicas de la vida adulta
(de ahí el nombre de este período de desarrollo cognitivo). Por eso, el pensamiento
mágico basado en asociaciones simples y arbitrarias está muy presente en la manera de
interiorizar la información acerca de cómo funciona el mundo.
3. Etapa de las operaciones concretas
Aproximadamente entre los siete y los doce años de edad se accede al estadio de las
operaciones concretas, una etapa de desarrollo cognitivo en el que empieza a usarse la
lógica para llegar a conclusiones válidas, siempre y cuando las premisas desde las que se
parte tengan que ver con situaciones concretas y no abstractas. Además, los sistemas de
categorías para clasificar aspectos de la realidad se vuelven notablemente más complejos en
esta etapa, y el estilo de pensamiento deja de ser tan marcadamente egocéntrico.
Uno de los síntomas típicos de que un niño o niña ha accedido a la etapa de las operaciones
concretas es que sea capaz de inferir que la cantidad de líquido contenido en un recipiente
no depende de la forma que adquiere este líquido, ya que conserva su volumen.
Sigmund Freud
Al analizar los sueños y los recuerdos de la niñez de sus pacientes, que eran principalmente
mujeres de clase media alta, Freud planteó la existencia de cinco etapas del desarrollo
psicosexual: las mismas cinco etapas, en el mismo orden, en todas las personas. Freud
sugirió que, si los conflictos de una etapa no se resuelven, el individuo podía quedar fijado
en esa etapa. Por ejemplo, si ha escuchado a un comediante referirse a una “personalidad
anal”, obsesionada con el orden y el control, entonces escuchó la versión de la cultura
popular sobre la idea de Freud acerca de la fijación en la etapa anal, la época en que los
niños entrenan el control de sus esfínteres. Freud fue blanco de críticas por darle demasiada
importancia al sexo y a la agresión, por basar sus teorías en los recuerdos de mujeres
europeas adineradas con problemas mentales muy específicos, por plantear etapas de
desarrollo en la niñez sin siquiera haber estudiado niños, y por no reunir datos
experimentales que pudieran respaldar o refutar sus teorías. Sin embargo, sus conceptos de
la motivación inconsciente y de la importancia de las experiencias tempranas, especialmente
las relaciones entre padres e hijos, ejercieron una gran influencia en el campo y también en
la literatura, el arte, la psicología, la antropología, la religión, la sociología, la terapia y la
historia, por nombrar tan sólo algunas áreas (Miller, 2002).
Erik Erikson
Freud también ejerció una influencia importante en la vida y en el trabajo de Erik Erikson
(1902-1994), quien planteó un esquema básico para entender las necesidades de los jóvenes
en relación con la sociedad. En su teoría psicosocial, Erikson, al igual que Piaget y Freud,
consideró el desarrollo como el paso a través de una serie de etapas, cada una con sus
metas, preocupaciones, logros y riesgos específicos. Las etapas son interdependientes: los
logros en las etapas tardías dependen de cómo se hayan resuelto los conflictos durante los
primeros años, al igual que plantea la teoría de Freud. Erikson sugiere que en cada etapa el
individuo enfrenta una crisis del desarrollo, es decir, un conflicto entre una alternativa
positiva y una alternativa potencialmente dañina. La manera en que el individuo resuelve
cada crisis tendrá un efecto perdurable en su autoimagen y en su perspectiva de la sociedad.
Por ejemplo, en la adolescencia se presenta el conflicto de identidad contra confusión de
roles. Lograr una identidad significa tomar decisiones deliberadas, especialmente acerca del
trabajo, los valores y los compromisos con las personas y las ideas (Marcia, 1999; Penuel y
Wertsch, 1995). Si los adolescentes no logran integrar todas estas opciones, o si se sienten
incapaces de hacer una elección, pueden caer en una confusión de roles. En el capítulo 3
hablaremos de todas las etapas de Erikson.
https://crecerpsi.files.wordpress.com/2014/03/libro-psicologia-educativa.pdf
https://psicologiaymente.net/desarrollo/psicologia-educativa
http://elpsicoasesor.com/antecedentes-de-la-psicologia-educativa/