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Panorama macroeconómico mundial a inicios del 2013

Edwin Rolando García Caal


Documento para fines docentes

Fotografía: Xinhua/eyevine/Redux © FONDO MONETARIO INTERNACIONAL 2012

En el 2012 la economía mundial mostró una estabilidad leve, luego del fuerte golpe sufrido a finales del
2011. La recuperación siguió frágil a lo largo de todo el 2012. Sin embargo, la actividad económica en
Estados Unidos cobró avance y la mayoría de las economías emergentes y países de bajos ingresos
continuaron experimentando crecimientos en sus respectivos PIB. A pesar de eso, las dificultades en
Europa provocaron algunas veces altos niveles de tensión y volatilidad en los mercados y durante todo el
año no dejaron de ser una fuente de vulnerabilidad para la economía mundial. Según las proyecciones
presentadas por el FMI, el crecimiento en la mayoría de las economías avanzadas durante el 2012
seguiría siendo débil debido a las inquietudes acerca de los déficits públicos y la deuda pública, esto
acompañado de un alto nivel de desempleo; dicha situación se cumplió (FMI, 2012).

Los países avanzados se vieron obligados en 2012 a realizar un ajuste fiscal mesurado a corto plazo, junto
con planes de consolidación a mediano plazo de reformas de los programas de prestaciones laborales.
Estas economías tuvieron que poner en marcha reformas estructurales en los mercados de trabajo y de
bienes, para reducir el desempleo y propiciar un crecimiento más vigoroso. Las presiones inflacionarias
moderadas y los riesgos para el crecimiento hicieron necesario seguir aplicando una política monetaria
laxa. Los gobiernos tuvieron que abordar los riesgos fiscales y empezar a encauzar la deuda en una firme
trayectoria a la baja, pero procurando no sofocar el crecimiento a corto plazo de sus mercados. En el
caso de las economías emergentes y en desarrollo, las autoridades tuvieron que encontrar una
combinación adecuada de políticas macroeconómicas que contrarrestaran los riesgos mundiales a la baja
y que además, en ciertos casos, mantuvieran bajo control las presiones de sobrecalentamiento crediticio
(FMI, 2012).

En las economías emergentes y en desarrollo se preveía que se mantendría un crecimiento sólido, pero
la gestión de los riesgos a la baja ha sido todo un desafío. Algunos países enfrentaron presiones de
sobrecalentamiento, relacionadas con la fuerte expansión del crédito. En otros países el crédito fue
modesto. Dado que los riesgos se inclinaban decididamente a la baja, las autoridades de política
económica tuvieron que ir en busca de un equilibrio (FMI, 2012).

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El 2012 fue un año en el que todos los países tuvieron que trabajar para verificar que los grupos más
vulnerables de la sociedad estuvieran protegidos de las secuelas de la crisis financiera. Para infundir
confianza y lograr la estabilidad, se necesitó una constante cooperación en materia de política
económica entre países. Con el objetivo de avanzar aún más hacia la solución de los desequilibrios
mundiales y el déficit de la demanda mundial, los países con altas tasas de ahorro tuvieron que tomar
medidas para quitar los obstáculos que estaban frenando el consumo y la inversión, apoyándose en tipos
de cambio que dependieran más de las fuerzas del mercado (FMI, 2013).

El sector financiero mundial siguió siendo una prioridad, sobre todo debido a la necesidad de
implementar de manera coherente, nuevas regulaciones a escala mundial para evitar los créditos
riesgosos y corregir otras deficiencias, tales como los problemas relacionados con las instituciones
consideradas demasiado complejas para quebrar, el sistema bancario paralelo y la colaboración
transfronteriza en materia de supervisión y resolución bancaria (FMI, 2012).

Las economías emergentes y en desarrollo se enfrentaron al desafío de calibrar las políticas


macroeconómicas para contrarrestar los riesgos mundiales a la baja y respaldar el crecimiento que
traían, mientras que en algunos casos, se requirieron esfuerzos para evitar que las presiones del
sobrecalentamiento crediticio alcanzaran niveles excesivos. Las políticas económicas más robustas
aplicadas en Europa ayudaron a estabilizar los mercados, y la actividad en Estados Unidos continuó
mejorando. Al final del año, la mayoría de las economías emergentes y de los países de bajos ingresos
lograron mantener sus tasas de crecimiento (FMI, 2012).

Al cierre del ejercicio 2012, las persistentes dificultades económicas y financieras en la zona del euro,
combinadas con la incertidumbre política en la misma zona, seguían constituyendo una fuente de
vulnerabilidad para la recuperación mundial. Muchas economías continuaron arrastrando una pesada
carga de la deuda en múltiples sectores, de manera que el saneamiento de los balances se ha extendido
a los gobiernos, empresas y hogares. Además, muchos países con un alto nivel de deuda externa
enfrentaron el desafío de reequilibrar su situación en el contexto de graves problemas de competitividad
y una demanda externa limitada (FMI, 2013).

Aunque al final del 2012, las economías emergentes seguían cosechando los frutos de sus sólidos marcos
macroeconómicos y de las reformas estructurales aplicadas anteriormente, para el año 2013 las
autoridades de política económica deberán diseñar una combinación cuidadosa de políticas financieras
macroeconómicas y estructurales que garanticen un proceso fluido de desapalancamiento, respaldar el
crecimiento y facilitar el reequilibrio. Esto debido a que tras una década de crecimiento vigoroso,
respaldado por la rápida expansión del crédito o los altos precios de las materias primas, se fueron
acumulando vulnerabilidades al interior de estos países (FMI, 2013).

Los riesgos para las perspectivas del 2013 se mantienen a la baja. En primer lugar, las persistentes
inquietudes con respecto a la crisis de la deuda de la zona del euro continúan socavando la estabilidad
del mercado financiero y siguen siendo la principal fuente de riesgo para la economía mundial. Un fuerte
recrudecimiento de la crisis podría desencadenar en una fuga generalizada hacia activos de menor
riesgo, lo que tendría un impacto muy negativo a escala mundial y nacional. El desapalancamiento
excesivo en los bancos europeos, por ejemplo, podría poner de manifiesto vulnerabilidades en los
mercados emergentes, lo que provocaría nuevas salidas de inversiones de cartera y alteraría la
estabilidad financiera a nivel de estos países. En segundo lugar, la incertidumbre geopolítica podría
provocar un fuerte aumento de los precios del petróleo y socavar el crecimiento mundial (Boletín del
FMI: Novedades, 2013).

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A mediano plazo, los riesgos relacionados con la persistente debilidad de la actividad económica y los
altos niveles de deuda pública y déficits en las economías avanzadas podrían minar el apoyo al ajuste
fiscal y la integración comercial y financiera. Mirando al futuro desde la perspectiva del 2012, se
esperaría por ejemplo, que en la zona del euro, las autoridades sigan avanzando sobre la base de las
medidas adoptadas en el 2012 para reforzar el mecanismo de respuesta a las crisis. La consolidación
fiscal debería continuar en forma sostenida pero debe estructurarse de tal manera que evite una
contracción excesiva de la demanda en el corto plazo (Boletín del FMI: Novedades, 2013).

Este año (2013) podría dar margen para relajar aún más la política monetaria y permitir a los bancos
recapitalizarse, evitando en particular un desapalancamiento destructivo del sistema bancario a fin de
promover un flujo adecuado de crédito hacia el sector privado. Sin embargo, a mediano plazo, se
necesitan cambios drásticos para corregir las deficiencias en el diseño de la unión monetaria,
principalmente en aquellos aspectos que contribuyeron a la crisis. Al respecto, es necesario un
mecanismo más eficaz para establecer políticas fiscales responsables y coherentes, incluida la posibilidad
de que las instituciones de la Unión Europea participen activamente en los planes presupuestarios
nacionales. En el mediano plazo, también será necesaria una expansión en la distribución de los riesgos
fiscales, para garantizar que los problemas en un país no se conviertan en una costosa crisis financiera
para otros países. Se necesitará un sistema financiero más integrado que incluya una base común para la
supervisión y regulación, la garantía de los depósitos y el marco de resolución bancaria; asimismo,
medidas en toda la región europea para reducir la brecha entre la ejecución de las reformas
estructurales, y las reformas del mercado de trabajo (Boletín del FMI: Novedades, 2013).

En otras economías avanzadas sigue siendo urgente definir planes para una consolidación fiscal firme y
sostenible a mediano plazo, que encauce la deuda pública hacia una trayectoria clara y sostenible,
especialmente en Estados Unidos y Japón. Los planes fiscales a mediano plazo en dichos países deberán
apostar al fortalecimiento de las instituciones fiscales y a la reforma de los regímenes de prestaciones
sociales. Al respecto se puede citar la necesidad de vincular la edad de jubilación con la esperanza de
vida lo que rebajaría el peso presupuestario de las masas de jubilados. También deberán mejorarse los
incentivos económicos en el sector de atención de la salud para esta población que se ha comportado al
alza. La definición de planes para abordar estos problemas demostrará la voluntad y capacidad de las
autoridades de actuar y, por ende, puede ayudar a restablecer la confianza del mercado en la
sostenibilidad de las finanzas públicas desde las primeras etapas del proceso (FMI, 2013).

Es necesario recordar que entre 2011 y 2012 la reforma de la salud pública fue un tema fiscal que cobró
importancia en todo el mundo, particularmente en las economías avanzadas, donde se proyecta que el
gasto en salud pública crecerá, en promedio, 3 puntos porcentuales del PIB en los próximos 20 años. Las
principales autoridades gubernamentales y destacados representantes del mundo académico de 11
países, se reunieron para analizar la reforma de la salud pública en Asia, en una conferencia celebrada en
Tokio en octubre de 2011, organizada conjuntamente por el Departamento de Finanzas Públicas del FMI
y la Oficina para Asia y el Pacífico y respaldada por el Gobierno de Japón. El Subdirector Gerente del FMI,
Min Zhu, subrayó que en las economías emergentes, hay más espacio fiscal para aumentar el gasto, para
expandir la cobertura de los servicios de salud, especialmente en las economías emergentes de Asia,
donde los resultados en materia de salud son buenos en relación con el gasto. Sin embargo, los desafíos
son, entre otros, la necesidad de ofrecer una cobertura universal a la población con un programa de
servicios que sea sostenible desde el punto de vista fiscal (FMI, 2012).

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El objetivo ahora, consiste en reducir los elevados gastos no reembolsables que se orientan a la salud
para mejorar la seguridad financiera, a través de la reducción de los déficits fiscales. En ese sentido, se
deberá evaluar la eficacia en función de los costos de las intervenciones de salud, lo que también se ha
convertido en un objetivo prioritario para la región asiática. Por supuesto que en Asia existen varios
casos exitosos que pueden utilizarse para formular estrategias de reforma. Japón, por ejemplo, logró
contener el aumento de los costos de salud de manera exitosa; Tailandia alcanzó la cobertura universal a
pesar del elevado nivel de informalidad en su mercado de trabajo. La combinación de reformas
adecuadas que pueda derivarse de los casos exitosos en la región dependerá de las circunstancias de
cada país (FMI, 2013).

Además de la política fiscal, al cierre del ejercicio 2012, las prioridades más importantes seguían siendo
la regulación y supervisión del sector financiero mundial y la aplicación de reformas que mejoren la
productividad con el fin de estimular el producto nacional potencial. En Estados Unidos por ejemplo,
podría ser necesario adoptar un enfoque más contundente para abordar los problemas en los mercados
inmobiliarios y acelerar el saneamiento de los balances de los hogares. El desempleo se mantiene en un
nivel inaceptablemente alto. Aquellas economías que dispongan de margen de maniobra en materia de
política fiscal (en términos de solidez de sus cuentas fiscales y credibilidad en los mercados) podrían
reconsiderar el ritmo de consolidación, de manera que el crecimiento no se vea negativamente afectado.
Otras economías podrían permitir que los estabilizadores automáticos actúen libremente mientras estén
en condiciones de financiar sin problema déficits más altos. Hablando de empleo, a finales del 2012, más
de 200 millones de personas en todo el mundo estaban sin trabajo, y en algunos países del sur de
Europa, más de la mitad de los jóvenes no podían encontrar trabajo (FMI, 2012). Las reformas
estructurales a partir del 2013 deberán incluir medidas tales como el apoyo a los ingresos y la
capacitación de los desempleados, las cuales contribuirían a mejorar la productividad y promover la
participación de la fuerza laboral en la recuperación económica. También sería útil aplicar medidas que
estimulen la concesión de préstamos bancarios a las pequeñas y medianas empresas, que representan
una proporción importante del empleo total (FMI, 2013).

El desafío para las economías emergentes y en desarrollo consiste en saber manejar las políticas
macroeconómicas, para abordar los riesgos a la baja que dependen del débil crecimiento de las
economías avanzadas (lo que afecta sus exportaciones) y de la volatilidad de los mercados financieros (lo
que afecta la balanza de pagos). Según las circunstancias específicas de cada caso, esto podría implicar la
aplicación de medidas para hacer frente a la desaceleración de la demanda interna y externa; estar
preparados para hacer frente a los efectos de contagio negativos provenientes de las economías
avanzadas y a las salidas de capital. Los países emergentes deben recomponer el margen de maniobra de
su política fiscal y de reservas; retirar el estímulo monetario y reforzar las políticas y los marcos
prudenciales. En los países de bajo ingreso, la política fiscal tiene que contener el daño en los balances
del sector público, focalizando los subsidios estrictamente en los hogares más vulnerables (Boletín del
FMI: Novedades, 2013).

Los últimos meses del 2012 confirmaron que la cooperación internacional, que impulsó con éxito la
respuesta coordinada de política macroeconómica en los primeros días de la crisis financiera, sigue
siendo fundamental para garantizar un crecimiento duradero. No obstante, la consolidación fiscal por sí
sola no puede resolver el malestar económico y, en vista de la baja tasa de crecimiento de las
economías, podría contribuir, de forma perversa, a empeorar los coeficientes de endeudamiento a corto
plazo (FMI, 2012).

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La caída del consumo en los países que acumularon grandes déficits externos no se ha visto compensada
por un aumento del consumo en los países con superávit. Por lo tanto, la economía mundial ha sufrido
una reducción neta de la demanda y del crecimiento. Los países con fuertes tasas de ahorro deben
procurar abordar las distorsiones que inhiben el consumo, mientras que los países con un crecimiento
impulsado por el exceso de crédito deben contener la expansión del crédito y la demanda. Estas políticas
podrían ser apoyadas por tipos de cambio que dependan más de las fuerzas del mercado, esto ayudaría
a afianzar las perspectivas de crecimiento en estos países y como consecuencia en el resto del mundo
(FMI, 2012).

La cooperación en materia de política económica también es importante para garantizar un sistema


financiero sano y estable que sea beneficioso para los hogares y las empresas. A escala mundial, las
nuevas regulaciones deberán implementarse de manera uniforme en los distintos países para no crear
paraísos y prisiones. También será clave para este 2013, redoblar los esfuerzos para abordar la
colaboración entre los supervisores bancarios internacionales y nacionales. Las regulaciones y
supervisiones bancarias se han convertido en actividades de alcance mundial que sólo pueden
desempeñarse correctamente si se ejecutan de forma coordinada. Esto en el sentido de evitar que las
instituciones practiquen el arbitraje regulatorio, como lo han hecho en el pasado, y con ello desvirtúen
los controles y salvaguardias prudenciales plasmados en las regulaciones (FMI, 2013).

Las medidas de política adoptadas han reducido los graves riesgos de crisis en la zona del euro y en
Estados Unidos. Pero en la zona del euro el retorno a una etapa de recuperación tras una contracción
prolongada demorará más. Si bien Japón ha entrado en recesión, se espera que las medidas de estímulo
promuevan el crecimiento a corto plazo. Al mismo tiempo, las medidas de política han impulsado una
moderada reactivación del crecimiento en algunas economías de mercados emergentes, aunque otras
seguirán enfrentándose a una demanda externa débil y a restricciones internas. Si los riesgos de crisis no
se materializan y las condiciones financieras siguen mejorando, el crecimiento mundial podría ser más
vigoroso de lo proyectado. Sin embargo, los riesgos a la baja siguen siendo significativos, incluidos
nuevos reveses en la zona del euro y riesgos de una excesiva consolidación fiscal a corto plazo en Estados
Unidos. Las medidas de política han de abordar urgentemente estos riesgos (Boletín del FMI: Novedades,
2013).

Durante el ejercicio 2012, los países de bajos ingresos siguieron estando muy expuestos a los shocks
mundiales, debido a que sus defensas fiscales eran menores que antes del inicio de la crisis del 2008.
Durante todo el año las perspectivas de asistencia futura de los donantes fueron inciertas. En la región
de América Latina (ALA) y el Caribe, el crecimiento se desaceleró hasta una tasa de poco menos del 3 por
ciento en el primer semestre de 2012, en el contexto de una demanda mundial más débil y del impacto
del endurecimiento de sus propias políticas, implementado previamente. La desaceleración fue
especialmente pronunciada en Brasil, la mayor economía de la región. No obstante, se prevé que en el
2013 el crecimiento de esta región alcance el 4 por ciento. Las perspectivas siguen dominadas por
riesgos a la baja. A corto plazo, la materialización de los riesgos en Europa o Estados Unidos, antes
mencionados, podría desencadenar una desaceleración mundial brusca y un deterioro de las condiciones
financieras globales, con efectos indirectos sobre los precios de las materias primas en los países de ALA.
La fuerte presencia de bancos españoles en América Latina plantea riesgos asociados al
desapalancamiento en el caso de un evento extremo, aunque estos riesgos parecen estar contenidos
debido a la aplicación de un modelo de filiales subsidiarias, al uso principalmente de financiamiento
interno y a regulaciones estrictas (FMI, 2012).

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A mediano plazo, un aterrizaje más brusco en China podría forzar la demanda externa y afectar a los
precios de las materias primas para la región a la baja. Sin embargo, también se presentan riesgos al alza
en algunos países. En muchos casos, la brecha del PIB prácticamente se ha cerrado, la demanda interna y
el crédito continúan creciendo a niveles tendenciales o por encima de ellos, y la inflación se sitúa en el
extremo superior de las bandas fijadas como meta. Los precios de las materias primas seguirán altos y las
políticas monetarias de estímulo en economías avanzadas harán que se mantengan condiciones
financieras externas favorables durante algún tiempo. En este contexto, si las políticas no son orientadas
a contener el crecimiento de la demanda interna como supone el escenario base, tanto el crecimiento
del producto interno bruto, como el déficit de cuenta corriente podrían ser mayores a los proyectados
(FMI, 2013).

Como es habitual, las perspectivas y desafíos de política económica son muy diferentes a lo largo de la
región, debido a diferencias en cuanto a la posición cíclica de las economías, los vínculos comerciales y
financieros con el resto del mundo y la solidez de sus marcos de política económica. En las economías de
ALA, más integradas a los mercados financieros internacionales y con marcos de política sólidos (Brasil,
Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay) el crecimiento del producto se ha desacelerado en un contexto
de debilitamiento de las exportaciones netas y de la demanda interna. En estos países se proyecta que la
inflación se situará en un promedio de alrededor del 4 por ciento durante el 2013, pero es posible que
sea necesario aplicar políticas más restrictivas a fin de anclar con mayor firmeza las expectativas de
inflación en algunos países (por ejemplo Brasil y Uruguay). De cara al futuro, se debería continuar el
proceso de consolidación fiscal dado que el nivel de deuda permanece por encima de los niveles
anteriores a la crisis en la mayoría de los países (REOU, 2012).

Si bien en términos generales, la política monetaria continúa siendo apropiada en la mayoría de los
países, la misma deberá mantener un balance entre anclar las expectativas de inflación y sostener la
demanda, si las condiciones externas empeoraran. La flexibilidad cambiaria seguirá siendo un elemento
importante para amortiguar los efectos de la volatilidad de los flujos de capitales, así como para limitar la
especulación cambiaria en un solo sentido. Un monitoreo adecuado de los sistemas financieros, junto
con medidas macro prudenciales apropiadas, son fundamentales para limitar el riesgo de una dinámica
de auge y caída de crédito, que podría afectar la estabilidad financiera (REOU, 2012).

Se proyecta que el crecimiento del PIB real en los países exportadores de materias primas se
desacelerará aún más en comparación con los altos niveles de 2011. Específicamente en los menos
integrados a los mercados financieros internacionales, tales como Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay
y Venezuela. En los países exportadores de energía (Bolivia, Ecuador y Venezuela) se proyecta un
crecimiento promedio de alrededor del 5 por ciento, impulsado por la persistencia de un vigoroso
crecimiento del gasto público (sobre todo en Venezuela), en un contexto de fuertes ingresos por
exportaciones.

Por su parte, se proyecta una desaceleración brusca del crecimiento en Argentina y Paraguay para este
año, a pesar de términos de intercambio favorables y de políticas de estímulo. Esta desaceleración en
parte refleja el debilitamiento de la demanda externa proveniente de Brasil, y el impacto de shocks
relacionados con factores climáticos (particularmente en Paraguay). En Argentina, las restricciones a las
importaciones y a las operaciones cambiarias están afectando negativamente a la inversión y la
confianza del consumidor (REOU, 2012).

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América Central, Panamá y República Dominicana se mantienen con tasas relativamente saludables,
situándose Panamá y El Salvador en cada uno de los extremos de la distribución. Panamá se está
beneficiando de las inversiones asociadas a la expansión del canal. El resto de países de esta área se
prevé que crecerá al 3.5 por ciento en promedio, en línea con el crecimiento potencial y explicado por la
recuperación gradual de las exportaciones a Estados Unidos y las remesas procedentes de este país. Es
poco probable que se repitan las altas tasas de crecimiento observadas en la mayor parte de esta región
en los años previos a la crisis, dado a que se proyecta en el futuro cercano que la demanda externa
proveniente de la mayoría de las economías avanzadas seguirá siendo débil. Las vulnerabilidades
externas, sin embargo, han aumentado (REOU, 2012).

Los déficits de cuenta corriente siguieron ampliándose, en parte debido al alza de precios mundiales de
alimentos y energía, lo cual en algunos casos ha generado pérdida de reservas internacionales e
incipientes presiones de financiamiento. El proceso de consolidación fiscal perdió fuerza durante el 2012,
y la política fiscal adquirió una tónica expansiva en algunos países. A fin de reducir las vulnerabilidades y
fortalecer las defensas que permitan hacer frente a shocks adversos, estos países deberían asignar
mayor prioridad a reducir los niveles de deuda pública y recomponer el espacio fiscal. Esto requeriría
medidas para contener el gasto corriente y movilizar ingresos públicos, así como también reemplazar los
subsidios generalizados por mecanismos de apoyo correctamente focalizados (REOU, 2012).

En los países con posibilidades de utilizar la política monetaria, se deberían tomar medidas para
flexibilizar el tipo de cambio (una herramienta fundamental para absorber shocks externos), anclando al
mismo tiempo la inflación en niveles más bajos. Asimismo, si bien la inflación se mantiene relativamente
contenida, posiblemente se requieran medidas que limiten los efectos de segunda vuelta del reciente
shock de precios de alimentos sobre la inflación subyacente. Dado que los niveles de pobreza siguen
siendo elevadísimos (con excepción de Costa Rica) y se encuentran muy por encima del promedio de
América Latina, al abordar los problemas del crecimiento económico será de suma importancia pensar
en estrategias para reducir la pobreza y elevar significativamente los niveles de vida de la población en
general. En ese sentido sería contraproducente hacer priorizaciones geográficas abandonando el apoyo a
los pobres de otras áreas no priorizadas (REOU, 2012).

Trabajos citados

Boletín del FMI: Novedades. (23 de enero de 2013). Recuperado el 30 de enero de 2013, de Página
principal del FMI: http://www.imf.org/external/Spanish/pubs/ft/survey/so/2013/NEW012313AS.htm

FMI. (2012). Informe Anual 2012: Trabajando juntos para apoyar la recuperación mundial. (D. d. FMI, Ed.,
& A. R. Masoller, Trad.) Washington, D. C.: Comité del Informe Anual del Directorio Ejecutivo.

FMI. (23 de enero de 2013). Repunte gradual del crecimiento mundial en 2013. Perspectivas de la
economía mundial AL DÍA , 4.

REOU. (2012). Perspectivas Económicas para América Latina y el Caribe: Octubre de 2012. (R. E. Date,
Ed.) Washington, D.C.: Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional.

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