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GALLINAS

La gallina pertenece al tipo de aves no voladoras, que son aquellas que tienen el músculo
del esternón menos desarrollado, además que no poseen quilla o carena en el esternón,
que es el músculo donde se insertan los músculos voladores de las aves.
Las gallinas se dividen en diversas clases, de acuerdo con las notas que tienen en común
y su zona geográfica de origen. Las clases más difundidas son las americanas y las
mediterráneas, que a su vez se dividen en razas, cada una de las cuales comprende
grupos de tamaño y características similares. Por último, las razas se subdividen en
variedades. La raza Leghorn, por ejemplo, comprende diversas variedades: la Leghorn
blanca, la Leghorn plateada y la Leghorn negra.
La gallina doméstica ha sido objeto de una constante evolución, lograda por medio de
cruces estudiados cuidadosamente. Estos cruces tienden a obtener las mejores
variedades, tanto para la producción cárnica como de huevos. En el año 1940, una gallina ponía, por término medio, unos
100 huevos al año; en 1950 la producción subió a 150 huevos anuales, y en la actualidad llega a poner hasta unos 300.
Una gallina de 2,500 kg. necesita, aproximadamente, 40 k. anuales de alimento para mantener un peso uniforme y poner
con facilidad. Los alimentos mejorados que hacen crecer las aves más rápidamente y los procedimientos mecánicos que
favorecen su desarrollo con miras a la explotación comercial han hecho disminuir los costos de producción y, en
consecuencia, el precio de venta a los consumidores.
El método más moderno para criar gallinas consiste en ponerlas en jaulas de alambre dispuestas unas encima de otras. De
esta forma, las aves nunca pisan el suelo ni salen al exterior.
Las aves que se crían para carne suelen venderse, bien como pollos de uno y medio a tres meses, con un peso de 1 a 1,5
kg, o bien de cuatro a ocho meses, cuando suelen pesar de 1,5 a 2,5 kg.
La mayor parte de los huevos vendidos para el consumo no están fecundados, por lo que no es posible incubarlos ni que de
ellos salgan pollitos. Las gallinas del tipo mediterráneo, como son las Leghorn, ponen huevos de color blanco, mientras que
los huevos de otros tipos tienen la cáscara de color castaño. Por lo general, el color de la cáscara se vuelve algo más
oscuro conforme se acerca el fin del período durante el cual la gallina puede poner huevos; de ahí que los huevos de las
pollitas sean más blancos que los de las gallinas de más edad. En lo concerniente a la yema, su color tiene relación con el
alimento que el ave ingiere: cuanto más verde el forraje, más oscura la yema.
El consumo actual de aves y huevos, en algunos países, es enorme.
En los grupos de gallinas existe una especie de jerarquía que se manifiesta por medio de picotazos, y las gallinas con más
rango se permiten picotear a las de categorías inferiores. El gallo, por su parte, tiene la prerrogativa de picotear a todo el
gallinero, aunque mantiene con los otros gallos una jerarquía independiente.

EL CABALLO

Además de su hermosura, el caballo es uno de los animales domésticos que más ha


prestado servicios a la humanidad y que más influencia ha tenido en su historia.
Las nuevas generaciones -como la tuya- acostumbradas a los avances tecnológicos,
seguramente ni se lo imaginan. Pero el caballo ha sido durante siglos un animal
importantísimo en el desarrollo del hombre, desde que -en tiempos antiguos- se le
domesticó para aprovechar su carne hasta que se transformó en un animal
indispensable de silla, tiro y carga. Sin él no se habrían producido las grandes
conquistas ni emigraciones, tan cotidianas en siglos pasados. Además, con su ayuda
se han establecido rutas comerciales, trabajado tierras y movido vehículos.
El tamaño de este animal varía según la raza. Así, los grandes caballos de tiro pueden medir un poco menos de dos metros
y los ponis no sobrepasan el metro de altura.
La cabeza de estos animales es alargada, sus ojos son grandes y están situados a los lados, y las orejas son móviles y
puntiagudas.
Las patas de los caballos terminan en un solo dedo protegido por una pezuña o casco, que es un elemento de adaptación a
la carrera.
El pelo de este animal es corto, menos en la cola, frente y cuello, donde forman largos mechones llamados crin. Su color es
variable y según éste reciben diferentes nombres, como alazán (rojizo), sabino (alazán con manchas
blancas), bayo (castaño claro), etcétera.
Los machos tienen 40 piezas dentales y las hembras 36, ya que éstas últimas carecen de caninos.
La alimentación de los caballos consiste básicamente en cebada, paja, avena y un poco de pasto fresco en primavera.
Este animal es muy inteligente y valeroso, y no vacila en hacer frente a otros animales, aunque exista mucho peligro. Pare
eso se defienden dando coses con las patas traseras y mordiscos con su potente dentadura.
Los caballos pueden vivir hasta los 30 años. Los machos que se utilizan como reproductores se les llama sementales, las
hembras se denominan yeguas, y a los más chicos les dicen potros o potrancas (según el sexo).
Respecto a la reproducción, ambos sexos alcanzan la madurez sexual a los dos años; sin embargo, no se emplean con
fines reproductivos hasta los 3 años. El período de gestación dura unos once meses y la hembra pare una única cría; el
nacimiento de gemelos es algo excepcional, así como los partos de tres o más potros.

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