Es en la virtud donde resaltan las cualidades, incitando a obrar bien, evitando
el mal; solo los espíritus ligeros que no penetran más allá de sus conciencias, nunca se preguntan si su actuar es impulsivo o imprudente. A diferencia del virtuoso que actúa y habla con recato, el silencio del prudente señala más que mil palabras; un proverbio chino dice: cuando tu palabra no es mejor que el silencio, mejor callar… Había una vez una ardilla inquieta como juguetona, todo el día se la pasaba saltando de un lado a otro, disfrutaba su libertad; hacía lo que quería, iba y venía, se deleitaba saltando de rama en rama, de árbol en árbol. Subir hasta la copa del árbol más alto, era una emoción indescriptible, siempre a tropel, nunca hacía una pausa. Sus retos eran saltar grandes distancias y cada vez que, hacia un saltimbanqui, su orgullo crecía, el corazón no le cabía en el pecho, pues se sentía una ardilla privilegiada; decía para sus adentros: - ¡¡Es bueno ser ardilla!! Soy la ardilla más osada, pues solo yo puedo disfrutar de estos magníficos saltimbanquis. Se desplazaba como torbellino. Corriendo, en minutos alcanzaba la copa de los árboles más altos, aunque su soberbia era más alta que esos árboles. Humillar a la fauna que camina en las praderas era otro de sus pasatiempos, por supuesto olvidaba que ella pertenecía a la misma especie de animales terrestres; era tal su ceguera que pensaba que, porque vivía en lo alto de las coníferas, no se consideraba un animal terrestre. Para ella, pisar el suelo era indigno de una ardilla acostumbrada a ver desde arriba. - ¡¡Es bueno ser ardilla!! Era tal el repudio que sentía sobre los animales que caminan sobre la pradera, que pensaba: ¡hablar con rastreros que pisan el suelo es perder el tiempo, son tan inferiores! - ¡¡Es bueno ser ardilla!!... En una ocasión se encontraba saltando como de costumbre, de repente el cálculo le fallo y ¡zaz!; no pudo llegar a la rama cayendo al vacío. No lo podía creer, su mente se turbo, asirse imposible, su seguridad se había perdido. La fuerza de gravedad era la que mandaba en ese momento, ni con toda su soberbia podía detener lo que estaba pasando, ella caía de más de 20 metros de altura, en un instante llego al suelo; cayó como rayo sin avisar, golpeándose con algo duro como una piedra, el silencio era aturdido por un zumbido taladrando su cabeza. Entre consciente e inconsciente todo daba vueltas, su cabeza era como un panal de abejas alborotadas. Poco a poco su vista se aclaraba aún confundida, sus ideas no eran muy claras, empezó a recordar que se había caído por un mal cálculo. A poca distancia una tortuga la observaba, quieta y serena le preguntó: - ¿Estás bien? ¿Te sientes bien? ¿Te hiciste daño? La ardilla por el golpe estaba aún confundida y adolorida del cuerpo como de la cabeza. En un arranque de ira le respondió muy molesta: - ¡Que preguntas haces! Casi me mato y me preguntas que si estoy bien, claro que no estoy bien, me pegué con una piedra al caer. - Y a todo esto, no tengo porque darte explicaciones... ¡¡¡no puedo creer que este yo hablando con una tortuga!!! La tortuga comentó: - Bueno, yo pregunto porque fue a mí, o mejor dicho, te estrellaste conmigo; yo dormía tranquilamente, porque has de saber que los reptiles hibernamos por largos periodos y... Fue interrumpida por la ardilla: - Si, si, ya sé que ustedes las tortugas y los de tu especie son los animales más flojos del reino animal. Replicó la tortuga: - Te equivocas, las tortugas somos animales muy longevos gracias a que dormimos relajando los músculos y con esto evitamos tensión. Así nuestro corazón no se exalta ni trabaja de más, dando como resultado que vivamos muchos años, ¿sabías que hay tortugas que llegan a vivir más de cien años? Es por eso que solo nos movemos lo necesario, en cambio ustedes las ardillas desperdician mucha energía sin razón. Encolerizada la ardilla respondió: - Eso no es verdad, nosotras las ardillas somos los animales más felices leí reino animal ¡porque has de saber! ¡Es bueno ser ardilla! La tortuga plácidamente, y moviéndose como si el tiempo se detuviera en sus patas, contestó: - La vida nos ha enseñado a ser prudentes y sabias. Replicó la ardilla: - No me hagas reír ¿qué sabia puede ser una tortuga? Solo duermen, cierran los ojos a la vida; nada puedes aprender con los ojos cerrados. La tortuga tomó aire y contestó: - Creo que eres algo impulsiva, deberías practicar más la prudencia. La ardilla en su enojo respondió: - ¡Basta! No sé de qué hablas, yo no sé qué es eso de la prudencia, lo que quiero es que te calles, no te soporto, me duele la cabeza y tú me aturdes. La tortuga hizo una pregunta: - ¿Conoces las virtudes cardinales? La ardilla no supo que decir, por primera vez no refutaba, sintió una La ardilla no supo que decir, por primera vez no refutaba, sintió una cachetada; solo miro a la tortuga y escuchó. La tortuga viendo que la ardilla no supo, pues su silencio fue el que contestó muchas cosas, prosiguió: - Mira son cuatro las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Te explico: La prudencia: consiste en distinguir lo bueno de lo malo haciéndonos actuar tan impulsivamente ante la vida. La Justicia: es una virtud que nos inclina a dar a cada uno lo que le corresponde, según el derecho y la razón. La fortaleza: es la fuerza y vigor con que debemos actuar para vencer los temores, para lograr un alma robusta. Y la última, pero no la menos importante es La Templanza: esta virtud nos ayuda a moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, evitando dañar el cuerpo y el alma. Fue la parsimonia de la tortuga la que tocó el alma de la ardilla, y enfriando ese espíritu inquieto como rebelde característico en las ardillas, las palabras de la tortuga fueron una brisa suave, convirtiéndose en un bálsamo que acarició y mitigó sus dolores; pero no del cuerpo sino de su alma, es por eso que, desde ese día, junta sus manitas y medita las virtudes cardinales, ya que comprendió que un corazón inquieto nunca será feliz. Tomado de: La Bonhomía De Un Cuento Autor: César Pacheco López https://books.google.com.pe/books?id=YP3QBQAAQBAJ&pg=PT39&dq=las+ virtudes+cardinales+justicia+fortaleza+templanza+y+prudencia&hl=es- 419&sa=X&ved=0ahUKEwjW5_eosN7aAhXExFkKHURZBH04ChDoAQhN MAc#v=onepage&q=las%20virtudes%20cardinales%20justicia%20fortaleza%2 0templanza%20y%20prudencia&f=false